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Fundamentar - Fundamentar https://fundamentar.com Thu, 02 May 2024 06:00:14 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es El Reino del Revés https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6390-el-reino-del-reves https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6390-el-reino-del-reves El Reino del Revés

Me dijeron que en el Reino del Revés
Nadie baila con los pies
Que un ladrón es vigilante y otro es juez
Y que dos y dos son tres.
María Elena Walsh

La derecha argentina siempre fue conservadora a la vez que se auto percibió republicana. A lo largo de la historia, ese republicanismo siempre hizo gala de una parte del complejo fenómeno: la libertad. Poco ha importado que también hay otra pata en esta mesa, la de la igualdad. Así las cosas, la proclama por Vicentín no hace más que sumar un nuevo capítulo de esta larga zaga. 

Desde la consolidación de una idea de nación triunfante en Caseros de 1852 y en paralelo con la implementación del modelo agroexportador, la libertad (económica) fue el eje vertebrador de un orden que se pensó como potencia desde siempre. Pero esos beneficios no eran masivos. Inicialmente, sólo se les garantizaba a las elites y posteriormente, con la llegada del irigoyenismo, algún reconocimiento alcanzaba a las capas medias que surgieron sobre comienzos de siglo y que ese modelo había formateado.

Pero esa libertad declamada, además, lejos estaba de ser plena. Basta recordar la Ley de Residencia de 1904, o la necesidad de sancionar, en 1912, la ley que habilitaba el supuesto voto universal, obligatorio y secreto (recordemos que tuvieron que pasar más de 40 años para que se consagrara el voto femenino). Se ha afirmado hasta el cansancio que esa derecha que se decía liberal, en realidad, garantizaba las libertades del comercio, pero muy poco de las otras: aquellas que tenían que ver con el ejercicio de los derechos civiles y políticos de los hombres y mujeres que habitaban este suelo. 

Pero el fenómeno no quedó circunscripto a las primeras décadas del siglo XX, sino que puede trazarse una huella que llega hasta nuestros días. La Revolución Libertadora, fusiladora de ciudadanos que pensaban distinto, se justificó con la idea de reinstalar los valores democráticos y republicanos que, supuestamente, se habían perdido durante la década anterior. La cosa no fue excepcional. Los gobiernos que le siguieron, a la vez que declamaban la plena vigencia de derechos, proscribían al movimiento político que había sido derrocado ilegalmente, allá por 1955. Sabido es que esa prohibición duró nada más y nada menos que dieciocho años.

La propia dictadura instaurada en 1976 (también asesina, pero en otra escala), se auto justificó en nombre de la libertad y en defensa de la propiedad privada. Aunque se nota que los convencimientos no eran tan determinantes, al punto de haber estatizado la deuda privada, allá por comienzos de los 80’.

Créditos: Matador
Créditos: Matador

Sirva el breve recorrido histórico para señalar que el fenómeno no es nuevo. La unidad de Pro y de parte del radicalismo (sí, aquel que fue fundado por hombres como Leandro N. Alem o Hipólito Irigoyen) dio vida a la alianza Cambiemos que llegó al poder en diciembre de 2015 reivindicando los valores republicanos como razón de ser de su futuro gobierno. Su líder, Mauricio Macri, había llegado a ese sitial rompiendo todos los récords en la cantidad de leyes vetadas que había sabido sancionar el poder legislativo porteño y estando procesado por una causa de escuchas a familiares. Pero poco valor tenía eso.

En realidad, la república como concepto político tiene forma y sustancia. La primera de ellas refiere a la continuidad y garantía de ciertos procesos regularmente establecidos en las leyes y en el tiempo que sirven para darle un ordenamiento a la vida social. Esos procedimientos están inspirados esencialmente por esa sustancia que le da sentido y que responde al fondo del asunto. No pueden ser pensados el uno sin el otro. 

La derecha vernácula, que se dice moderna, ha tenido la enorme virtud de aglutinarse en virtud de unos pocos ejes centrales que se declaman a los cuatro vientos, a la vez que reivindica los últimos cuatro años de administración macrista que mucho atentó contra esa idea de república. A fuerza de ser sinceros, poco ha aportado a esa idea de sustancia en combinación de libertad e igualdad. Bastan ver los indicadores sociales que le heredó a sus sucesores para entender de qué va la cosa. Más desempleo, más pobreza y más exclusión son datos inexorables de esa gestión. 

Pero, supongamos que fuéramos generosos (o socios), y nos quedáramos con la parte formal del asunto, la que refiere a los procedimientos republicanos que marcan la Constitución y las leyes argentinas. Apenas asumido, Mauricio Macri pretendió forzar el ingreso de dos jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación con procedimientos que no están establecidos por la ley; se paró de los dos lados del mostrador en el caso Correo Argentino; anuló leyes de plena vigencia y legitimidad (como la llamada Ley de Medios) con meros decretos presidenciales; en materia de deuda no sometió sus acuerdos con el Fondo Monetario Internacional a la aprobación del Congreso Nacional. Y podríamos seguir, aunque deberíamos dejar en claro que cada lector tendría que decidir cuáles de estos hechos mencionados refieren a formas y cuáles a sustancias.

Ese mismo grupo político que ha salido a plantear la defensa de una empresa severamente sospechada de haber producido graves estafas no sólo al Estado, sino también al conjunto de productores de la región, es conducido por un grupo de hombres y de mujeres que han violado la intimidad de decenas de personajes públicos sin entenderse muy bien por qué. Quienes han denunciado al populismo como al peor de los males de nuestra sociedad, no dudaron en perseguir jueces y periodistas que no pensaban igual y en espiar ilegalmente a propios y extraños, utilizando el apriete como recurso político. Y no se trata de un grupito de alocados encabezados por un presidente de la nación, una ministra de seguridad o los directores de un área de inteligencia. Se trata también de dirigentes, en tanto ciudadanos, que miran para otro lado respecto del problema.

Si una república sólo fuera una mera sucesión de libertades consagradas per se, muy lejos estaríamos de ella a partir de lo vivido en los anteriores cuatro años. Puede discutirse si nos gusta o no la idea de la expropiación, recurso que, recordemos que está garantizado en la mismísima Constitución Nacional. Lo que no puede obviarse es el hecho de tener que defender a un grupo de empresarios severamente sospechados de ser unos vulgares delincuentes de guante blanco que se han servido del Estado y que han tenido nexos demasiado imbricados con esa misma fuerza política que, a la vez que avaló el desfalco, hoy nos cuenta a todos que la defensa de ese accionar es la defensa de la república

Vaya paradoja. Una vez más, como a lo largo de la historia, la derecha argentina declama por algo que no practica cuando está a cargo del poder político. Como el tero, que pone los huevos en un lugar y grita en otro. Y como en el mundo del revés donde un ladrón es vigilante y otro ladrón es juez.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Mon, 22 Jun 2020 16:08:49 -0300
#1A: Muchos, Pero Siempre los Mismos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/5696-1a-muchos-pero-siempre-los-mismos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/5696-1a-muchos-pero-siempre-los-mismos Manifestantes del #1A en Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Pese a lo que varios preveían durante la semana, la marcha fue un éxito. Sin embargo, si bien la marcha fue masiva, no fue multitudinaria, no hubo un componente policlasista. Todo parece indicar que asistimos a un nuevo capítulo de participación de una derecha que se mueve más o menos en esos términos: convocatoria por redes sociales, sin una identificación clara de quienes son los convocantes, con dirigentes políticos a los que les cuesta ser el canal de representación y con un muy fuerte discurso contra todo aquello que tenga el más mínimo tufillo a organización política.

Resulta legítimo preguntarse si la marcha del 1A supone alguna novedad en el escenario político argentino. Antes de dar una definición concluyente veamos previamente algunos detalles.

En primera instancia resulta claro que ha sido una marcha que, más allá del valor que se nos quiera imponer, no ha tenido nada de espontáneo. Lejos de las loas que en muchos ámbitos políticos y mediáticos se suele reivindicar a la espontaneidad como una virtud política en sí misma, digamos que su convocatoria vía redes sociales desde hace algunas semanas quita todo velo de haber asistido a una cosa “de momento” y arrebatada. Estamos en presencia de un hecho planificado, a tal punto, que en la semana que pasó varios funcionarios de primera línea del gobierno nacional debieron salir a posicionarse sobre la misma, con los consecuentes dimes y diretes al interior del frente Cambiemos que no mostró una postura unívoca ni mucho menos.

Definida la idea de no espontaneidad, es obvio que, pese a lo que varios preveían (y muchos oficialistas temían) durante la semana, la marcha fue un éxito. No tiene sentido su deslegitimación por el número, fenómeno fomentado desde las redes sociales contrarias al bloque gobernante, ya que, pruebas fotográficas a la vista, la movilización fue importante numéricamente hablando.

Ahora bien, ¿pudo verse algo nuevo del componente social que salió a respaldar al gobierno nacional? Pareciera que no. Si bien la marcha fue masiva, no fue multitudinaria. Expliquemos la diferencia. Queremos decir que no hubo un componente policlasista que atraviese al fenómeno político (Resulta muy simpática, por no decir indignante, la nota del diario La Nación del domingo 2 de abril, donde el periodista Pablo Sirven refiere al hartazgo del ciudadano como argumento principal de la movilización, negándole todo sustrato de ciudadanía a los miles y miles de hombres y mujeres que coparon las calles durante el reciente mes de marzo). Con una buena dosis de vaguedad en la convocatoria (“por la democracia”), sin consignas claras que identifiquen a los asistentes y con dirigentes políticos propios que en muchos casos prefirieron sacarle el cuerpo al asunto, todo parece indicar que asistimos a un nuevo capítulo de participación (ya rutinario) de una derecha que se mueve más o menos en esos términos: convocatoria por redes sociales, sin una identificación clara de quienes son los convocantes, con dirigentes políticos a los que les cuesta ser el canal de representación y con un muy fuerte discurso contra todo aquello que tenga el más mínimo tufillo a organización política que le dé sentido al hecho político en sí. El componente de clase viene a cerrar el círculo: la diferenciación con el día no laborable elegido, la asistencia por motu propio sin “colectivos” que trasladen a quienes se movilicen y la incorporación a escena, una vez más, del nunca bien ponderado chori, elemento que pareciera justificar la movilización de miles y miles de argentinos que cuestionan las decisiones políticas, y fundamentalmente, económicas que toma el gobierno conducido por Mauricio Macri.

Sumado a todo lo anterior, vale decir que el formato de movilización no es novedoso. Tiene un anclaje temporal en todo lo sucedido desde el conflicto con la ya famosa resolución 125, en cada uno de los cacerolazos que se desarrollaron en el tiempo e incluso, con el reclamo de esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Lo distintivo ahora no viene de la mano ni de los protagonistas ni de la idea de apoyar a un determinado gobierno, sino del contexto que lo contiene: un gobierno de derecha, legal y legítimo, que tiene severos problemas de gestión por errores no forzados en lógica tenística y por padecer de una ceguera notable a la hora de abordar el problema productivo y que, más temprano que tarde, ha comenzado a caer en encuestas de opinión. Lejos parecen estar los tres objetivos planteados como promesa electoral amarilla: “eliminar el narcotráfico, alcanzar la pobreza cero y unir a los argentinos”. Del primero de ellos poco sabemos al presente, teniendo en cuenta que los grandes nombres vinculados a semejante flagelo siguen sin aparecer. Del segundo, nada parece que pueda ser alcanzado con índices de deterioro cada vez más alarmantes en la industria y en el comercio. Y la unión de los argentinos se parece a una quimera antes que, a un proyecto alcanzable, teniendo en cuenta la polarización existente, sostenida por propios y extraños y por un presidente de la nación que alegremente ha reivindicado una marcha (otra vez) “sin colectivos y chorizos” provocando a los sectores opositores, tratando de reforzar el vínculo con los propios. Muy cerca de los que piensan parecido. Muy lejos de un país para todos.

 

(*) Analista político de Fundamentar.com

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hola@fundamentar.com (MIGUEL GÓMEZ (*)) Opinión Sun, 02 Apr 2017 20:46:47 -0300
Holanda Frena a la Extrema Derecha https://fundamentar.com/internacional/item/5652-holanda-frena-a-la-extrema-derecha https://fundamentar.com/internacional/item/5652-holanda-frena-a-la-extrema-derecha El primer ministro de Holanda, Mark Rutte, tras conocer los resultados de las elecciones.

El primer ministro Mark Rutte superó con claridad al populista Geert Wilders.

Holanda ha puesto el freno a la extrema derecha en Europa. Las urnas han dado como ganador al actual primer ministro, el liberal de derechas Mark Rutte, y revelan que Geert Wilders, el candidato racista y antieuropeísta que llegó a liderar las encuestas, no ha tenido tanto apoyo como el que se le presuponía. Después del Brexit y el éxito que supuso la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el populismo xenófobo ha recibido su primera gran derrota en Occidente.

Con más del 95% de los votos escrutados, Rutte ha quedado en primer lugar con 33 escaños, lejos de los 76 que se necesitan para formar Gobierno. La firmeza que motró en el conflicto diplomático frente  Turquía pudo resultar definitivo. "Hemos parado al populismo equivocado", dijo el ganador en referencia a Wilders tras conocer los primeros sondeos en La Haya. De todos modos el liberal tendrá que entenderse con tres o cuatro partidos para tratar de formar un ejecutivo que le mantenga en el poder otros cuatro años más.

Pese a haber sufrido una derrota después de que los pronósticos lo situaran en cabeza durante varios meses, la formación de Wilders, el Partido para la Libertad, obtiene 20 asientos. Con uno menos, 19, se quedan los cristianodemócratas y los liberales de izquierda (D66). Wilders suma cinco escaños más que en 2012 pero lejos de los 24 en 2010. En pleno tsunami euroescéptico sus resultados no son tan halagüeños.

Y uno de los primeros en celebrarlo fue Jean-Claude Juncker. El presidente de la Comisión Europea felicitó a Holanda por haber optado por votar "por Europa y contra el extremismo". Juncker telefoneó a Rutte para felicitarle por su victoria, al igual que la canciller alemana Angela Merkel y el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Jean-Marc Ayrault. El núcleo duro de Europa respira tranquilo.

De madrugada el mapa político holandés ha quedado casi resuelto, a excepción de uno o dos escaños que no desnivelan la balanza. El partido de Rutte obtuvo el 21,4% de los votos, por el 13,1% para el partido de Wilders, el 12,5% para los democristianos y el 12% para los liberales de izquierdas de D66. Los socialistas radicales se quedaron con el 9,7%, mientras que los ecologistas de Groenlinks cosecharon un 9%.

La agitada campaña ha movilizado a la gente. La participación subió ocho puntos (82%) respecto a las pasadas elecciones y Wilders tiene mucho que ver con eso. Nunca la extrema derecha había experimentado un auge semejante desde la Segunda Guerra Mundial en países como Holanda, Francia y Alemania. Todo el mundo estaba pendiente de su resultado. El frenazo que ha recibido pone de manifiesto que los políticos de su mismo corte puede que encuentren más oposición en Europa que en Estados Unidos, al menos por ahora. Wilder, tenaz, lanzó una advertencia al ganador provisional tras conocer los resultados: "Rutte no se ha librado todavía de mí".

Hasta la recta final aparecía como el favorito, pero en las últimas semanas fue perdiendo fuelle frente a Rutte hasta cosechar un resultado discreto. Wilders se sitúa en una segunda escala, con un buen número de adeptos pero por ahora muy lejos de los necesarios para gobernar un país pequeño pero muy abierto al mundo. Había quien creía que, como ha sucedido, no iba a recibir un gran respaldo, pero nadie se atrevía a decirlo en voz alta después de lo inesperada que fue la victoria de Trump.

Wilders asumió su derrota, aunque reivindicó su movimiento. "Esto es una primavera patriótica. Yo soy un luchador y no un populista. Nuestra influencia es grande", aseguró. Afirmó también que prefiere gobernar pero que en caso de no hacerlo se ocupará de hacer "una fuerte oposición" al ejecutivo que se forme. 

El político de melena oxigenada vive aislado por miedo a ser asesinado por sus furibundas críticas al islam y así recibió los resultados. Mientras los otros candidatos compartían la noche con sus asesores y militantes, él escuchó lo que habían decidido los holandeses encerrado en su despacho. El hombre que lidera una entente de radicalidad y racismo con otros líderes similares en Francia, Alemania y Austria, se presenta a sí mismo como la voz de la gente de la calle, pero la realidad es que lleva más de una década viviendo en una burbuja. 24 horas protegido por la policía, sin domicilio fijo y limitando sus apariciones públicas. El candidato más popular de todos es el que menos se ha dejado ver en campaña.

La fragmentación del voto va a dar la oportunidad de poder entrar en el Gobierno a partidos como D66 (19) y los ecologistas de Groenlinks (14). Este último ha tenido como candidato a Jesse Klaver, un joven de 30 años que se ha erigido como la opción progresista frente a la derecha de Rutte y la derecha aún más radical de Wilders. Con un punto de entusiasmo ciego se le llegó a llamar el anti-Wilders. Su juventud le ha podido restar votos.

Los resultados provisionales también reflejan el batacazo de la socialdemocracia (han pasado de 38 a 9 escaños). El candidato que ha presentado el PvdA, Lodewijk Asscher, era fresco, tenía ideas interesantes y gustaba al electorado, pero la herencia de su partido lo ha sepultado. Los socialdemócratas pactaron con la derecha el Gobierno de hace cuatro años, en plena crisis, lo que ellos interpretaban como un gesto patriótico en medio de la tormenta. Pasada la legislatura, Rutte prosiguió su hoja de ruta y los socialdemócratas se quedaron varados. La clase trabajadora en la que se apoyaron durante décadas para introducir avances sociales los ven ahora como una élite alejada de los problemas reales de la gente. Su caída libre es histórica.

La campaña ha estado monopolizada por los debates sobre identidad e integración, al calor de las abruptas declaraciones de Wilders contra los musulmanes —alrededor de un millón de personas en un país de 17—, a los que considera responsables de estar acabando con las costumbres holandesas. Los imanes de las mezquitas pidieron la movilización de su comunidad en el rezo del viernes para evitar que Wilders tuviera opciones de victoria. 

Europa también estaba sobre la mesa. La posibilidad de que un partido eurófobo como el de Wilders obtuviera muchos votos, ha acaparado horas de campaña. Esta vez no ha primado el peso específico o bien la influencia que Bruselas debía tener en Holanda. Cuando los candidatos han abordado el asunto, ha sido para discutir su respuesta ante un posible Gobierno dispuesto a abandonar la UE. En uno de los países fundadores de la Comunidad Económica Europea, ha chirriado que las propuestas ya no fueran el consabido ‘más o menos Europa’, sino el riesgo de retirada del espacio natural del comercio y las relaciones internacionales holandesas. Holanda es pequeña y grande a la vez en la escena internacional, y Wilders no ha sido el único responsable de un cambio del tono. También es la primera vez que tantos grupos (28) han concurrido a las urnas.

Con estos resultados, el Gobierno más probable nacerá del entendimiento entre cuatro o cinco partidos. Liberales de derecha (europeístas con un buen control de las demandas fiscales de Bruselas), cristiano demócratas (contenidos pero sin rechazo a Europa y con toques identitarios de última hora), liberales de izquierda (proeuropeos en todo), y ecologistas (la estrella de fin de campaña, que mira a la UE en términos de paz, seguridad y clima), pueden formar un cuarteto. De necesitar aún a otros, los socialistas radicales parecen una opción. El problema es que si bien quieren colaborar con la UE, no les gusta el euro.

Lo que es seguro es que Wilders se quedará en la oposición. El hecho de que liderara las encuestas llevó a pensar que tendría opciones de gobernar un país al que quería aislar y sacar de la UE. Por el momento eso no va a pasar. Los holandeses han contenido la primera embate de la ola populista.

FUENTE: El País 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Abbondanzieri

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hola@fundamentar.com (Camila Abbondanzieri) Internacional Thu, 16 Mar 2017 14:57:51 -0300
La Derecha Chilena Pretende Endurecer la Ley Migratoria https://fundamentar.com/internacional/item/5633-la-derecha-chilena-pretende-endurecer-la-ley-migratoria https://fundamentar.com/internacional/item/5633-la-derecha-chilena-pretende-endurecer-la-ley-migratoria Ciudadanos extranjeros en Santiago de Chile.

Los extranjeros apenas representan un 2,7%, pero la oposición propone la expulsión de los que tengan antecedentes penales.

Los extranjeros apenas representan un 2,7% de la población total de Chile, pero inesperadamente se han convertido en el centro de un intenso debate político con miras a las parlamentarias y presidenciales de noviembre del año que viene. El bloque opositor de derecha, Chile Vamos, ha anunciado la creación de una comisión programática sobre políticas migratorias, que entre sus propuestas preliminares está la restricción de los requisitos de entrada y permanencia, como la expulsión de los inmigrantes que hayan sido condenados por algún delito.

"Muchas de las bandas de delincuentes que hay en Chile, como las que clonan tarjetas, son de extranjeros", indicó el expresidente Sebastián Piñera (2010-2014), que encabeza las encuestas para regresar a La Moneda. La propuesta de la oposición ha sido secundada por otro de los presidenciables del sector, el senador Manuel José Ossandón: "Aquellos que tienen antecedentes no pueden entrar a nuestro país, ni como turistas", indicó el parlamentario.

Tanto en el Gobierno como en la oposición existe consenso sobre la necesidad de actualizar la Ley de Extranjería y Migraciones, que fue dictada en 1975 por el régimen de Augusto Pinochet con una mirada restrictiva y que buscaba, entre otros asuntos, impedir la llegada a Chile de partidarios de la izquierda. La normativa vigente, de hecho, prohíbe la entrada de "los que propaguen o fomenten de palabra o por escrito o por cualquier otro medio doctrinas que tiendan a destruir o alterar por la violencia el orden social del país o su sistema de Gobierno". La legislación no satisface las demandas actuales y, aunque uno de los compromisos del Gobierno de Michelle Bachelet era modernizar la ley, todavía no se ha concretado. El enfoque que ha levantado la oposición, sin embargo, ha abierto una discusión inédita y polémica.

"El expresidente Piñera y los parlamentarios de Chile Vamos han sido contagiados por el pensamiento de Donald Trump", indicó el diputado Daniel Melo, del Partido Socialista. Uno de los argumentos de los críticos de la propuesta de la oposición ha sido, justamente, el efecto de las recientes elecciones norteamericanas en Chile, donde hasta ahora temas como la inmigración no habían marcado el debate. La derecha parece buscar a su electorado duro, sobre todo en zonas del norte de Chile donde la inmigración es mayor que en el resto del país. En ciudades como Antofagasta, por ejemplo, en el último tiempo se han organizado protestas masivas contra ciudadanos colombianos.

El crecimiento de los inmigrantes ha aumentado, aunque no en forma explosiva, pero no existe información que haga concluir que exista alguna relación entre los ciudadanos extranjeros y los delitos, como ha señalado la oposición chilena. "No hay ningún dato estadístico que nos haga afirmar que las bandas están integradas en su mayoría por inmigrantes. El porcentaje de participación de los extranjeros en los delitos es ínfima", señaló Pablo Aranda, jefe de la Unidad de Defensa Penal Especializada de la Defensoría Penal Pública.

Los delitos

De acuerdo a la información oficial, apenas un 1% de los extranjeros en Chile ha sido detenido por cometer un delito y la mayoría de los que son expulsados es por haber ingresado en forma clandestina al país (1.012 personas en 2015). "Solo el 2,36% de los reos que cumplen condena son extranjeros. Todo el resto de la población penitenciaria es chilena", indicó Rodrigo Sandoval, director del Departamento de Extranjería.

El debate marca la vida política de Chile. El exsecretario general de la OEA, el candidato José Miguel Insulza, indicó que "es un mito" la idea de que hay criminales entre los inmigrantes. Pero la propuesta de la oposición ha escalado a todos los poderes del Estado. El presidente de la Corte Suprema, Hugo Dolmestch, aseguró que es inconstitucional deportar a un inmigrante por un delito. Para el subsecretario del Interior del Gobierno, Mahmud Aleuy, las palabras de Piñera "tienen una mirada xenófoba y racista".

LOS EXTRANJEROS SON EL 2,7% DE LA POBLACIÓN

Si en 1982 los extranjeros representaban el 0,7% de la población, actualmente llega al 2,7%. Debido a la buena situación económica de Chile, en las últimas décadas el país se ha transformado en un lugar atractivo para los inmigrantes de países vecinos. Del total, un 35,8% proviene de Perú, 13,3% de Bolivia y un 11,4% de Colombia. Unos 200 haitianos llegan diariamente al país, según los datos de la Policía de investigaciones. De acuerdo a un informe del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales, CLAPES-UC, un 20,2% de los inmigrantes se dedica al comercio, un 14,6% a las actividades en los hogares y un 10,6% a los servicios de alojamiento y comida.

FUENTE: El País

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Abbondanzieri

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hola@fundamentar.com (Camila Abbondanzieri) Internacional Thu, 01 Dec 2016 10:47:11 -0300
Leer la Realidad Más Allá de la Derecha y la Izquierda (II) https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/5063-leer-la-realidad-mas-alla-de-la-derecha-y-la-izquierda-ii https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/5063-leer-la-realidad-mas-alla-de-la-derecha-y-la-izquierda-ii Leer la Realidad Más Allá de la Derecha y la Izquierda (II)

Hoy en día las palabras “izquierda” e “izquierdista” vienen frecuentemente acompañando gran parte de las conversaciones políticas cotidianas e inexorablemente volvemos al tan trillado debate acerca de la existencia de la derecha y la izquierda en los tiempos de la post modernidad, que sería ahora. La discusión es clave cuando se refiere a América Latina, donde en los últimos diez años y más ha habido un corrimiento hacia la izquierda de los gobiernos de la región en contraposición a la década de los noventa en que imperaron las políticas y gobiernos de corte neoliberal.

Hace algunos años en un artículo similar a este me encomendaba a la tarea, para nada simple, de intentar ser elocuente y simple en el análisis de si aún podemos hablar de izquierda y derecha en la forma tajante que se hablara décadas atrás, e incluso siglos. En numerosas ocasiones, sobre todo en la política latinoamericana actual, muchos analistas consumen su tiempo en el debate de esta cuestión, concentrando sus esfuerzos en una búsqueda incansable de etiquetas que, a mi criterio, ya no pueden ser tan determinantes y tajantes como antaño.

Como sabemos, la política es una arena, un campo de batalla, donde distintos actores se juegan todo por el todo en pos de alcanzar un lugar en dicho universo. Como en toda lucha, los escenarios se modifican, lo hacen continuamente y no necesariamente siguiendo patrones iguales. Luego están las ideologías, los principios rectores en los cuales nos ubicamos o ubicamos a quiénes nos representan. Y pese a la diversidad de fuerzas políticas que puedan llegar a encontrarse en el espectro político, sus extremos son dos: como ya imaginarán, hablamos de la izquierda y de la derecha.

La primera pregunta que nace entonces es a qué nos referimos cuando hablamos de izquierda y derecha. En retrospectiva, la historia de los términos “derecha” e “izquierda” se remonta a los años de la Revolución Francesa. En aquellos tiempos en que la Asamblea Constituyente debatía sobre el futuro de Francia, los diferentes grupos que estaban a favor o en contra de la monarquía se ubicaban en distintos lugares. Desde la perspectiva de alguien que entrara a la cámara los revolucionarios, es decir, quienes se oponían a la monarquía (los jacobinos) estaban ubicados en el extremo izquierdo de dicho lugar; por su parte, los funcionarios que ocupaban la mayoría de los ministerios de gobierno (los girondinos), se sentaban en las bancas inferiores, más próximas a los estrados y se reunían a discutir entre sí en el rincón derecho del recinto.

La Revolución Francesa, como sabemos, sentó las bases de muchas nociones básicas de la vida política y social actual. La dicotomía entre derecha e izquierda no parece ser la excepción a la regla. Es así que aún hoy, salvando las obvias diferencias, solemos considerar “izquierda” a aquellos actores que, como los jacobinos, buscan transformar de forma radical y profunda la disposición de las cosas y las reglas de juego de la vida socio – política e identificamos con la “derecha” a otros que, como los girondinos, defienden el status quo o regresar al orden “alterado” por las transformaciones radicales. Con el tiempo, a dichas definiciones se han sumado condimentos de otro tipo, como la asociación de la derecha tendiente a defender los derechos individuales y a la izquierda más cercana a la idea de bien común o social.

La amenaza “izquierdista” en América Latina es un cliché utilizado por actores con intereses opuestos a las políticas de alto contenido social llevadas a cabo por gran parte de los gobiernos de la región en los últimos años.

Más allá de la derecha y la izquierda en su acepción más pura, la segunda pregunta que surge es cuál es la vigencia que tales absolutos poseen en el juego político actual. Lo cierto es que vivimos en un mundo con un mercado predominantemente guiado por la lógica liberal, que prioriza las libertades individuales por encima del bien común. ¿Significa ello que el Estado deba seguir la misma lógica? ¿Es posible la existencia de un Estado que conjugue principios de transformación profunda en un contexto internacional dominado por las variables económicas y la especulación?

Pues bien, si consideramos que la ideología es la forma en que los diferentes actores leen la realidad, entonces podríamos decir que un Estado que lea su realidad alejada del polo de la derecha, -incluso en un contexto económico internacional “derechizado”- es totalmente posible. No significa por ello que necesariamente hablemos de un Estado de izquierda. Las sociedades son organismos vivos que desde sus comienzos se han caracterizado por su dinamismo y en consecuencia por su creciente diversificación. Cuando la sociedad se diversifica es razonable que el Estado lo haga también.

Como sabemos, los medios de comunicación cumplen en ciertas ocasiones el rol de mediadores entre la sociedad y la política, ya que no sólo son formadores de opinión, sino también de perfiles e imágenes. Su rol en el juego político en numerosas oportunidades se encuentra atravesado por intereses específicos que, por tanto, terminan de definir la interpretación altamente subjetiva de las cuestiones políticas. También esto explica por qué algunos grupos exponen la dicotomía derecha-izquierda como última explicación de la realidad política.

Como ya se dijo, los conceptos de izquierda y derecha nacieron con la Revolución Francesa, pero muchos politólogos consideran que han perdido gran parte de su fuerza como expresiones tácitas de posición política. No obstante, incluso en la actualidad se suele seguir invitando a la opinión pública a pensar la realidad en términos de izquierda y derecha utilizando dichos conceptos de manera inmutable sin otro propósito más que crear etiquetas políticas negativas sobre ciertos gobiernos. La amenaza “izquierdista” en América Latina es un cliché utilizado por actores con intereses opuestos a las políticas de alto contenido social llevadas a cabo por gran parte de los gobiernos de la región en los últimos años.

En el caso de Argentina, a más de una década de la llegada de Néstor Kirchner al poder, se sigue escuchando esta discusión entre izquierda y derecha. Existen enconados debates sobre si las políticas llevadas a cabo desde entonces pertenecen puramente a un lado u otro del gran espectro político. Lo que se pierde de vista –voluntaria y/o involuntariamente- es que quizá lo que importa no es la etiqueta que debería adjudicársele a un gobierno como el kirchnerista sino aceptar que la política argentina vive uno de los períodos políticos más efervescentes de las últimas décadas y que ello no debe considerarse necesariamente como algo negativo. Lejos parecen haber quedado los tiempos de una reinante indiferencia social y el autismo frente a lo que pasa en el mundo de la política. Como consecuencia de ello, las divergencias y la diversidad de opiniones también se han multiplicado.

La oposición comienza a darse cuenta que existen límites a los retrocesos que la sociedad argentina actual está dispuesta a negociar. 

Más allá del debate entre izquierda y derecha, el Kirchnerismo ha tenido la habilidad de crear un “punto de referencia” habiéndolo elevado por encima de niveles históricos que se resumen en la frase “nunca menos”. Ese punto de referencia es lo que cada argentino espera, o debería esperar, de los gobiernos venideros más allá del lugar en el espectro político donde queramos colocarlo. El mágico cambio en el discurso electoral de Mauricio Macri en los últimos tiempos es un claro ejemplo de ello. La oposición comienza a darse cuenta que existen límites a los retrocesos que la sociedad argentina actual está dispuesta a negociar.

El Estado ha dejado de ser antónimo de eficiencia. La última década ha visto de la mano del Kirchnerismo una revalorización de la idea de obra pública, de lo estatal e incluso del pago de impuestos como una forma de construir bienestar mediante sistemas solidarios en pos de bienes colectivos. Es cierto, quizá estemos más cerca de la izquierda que antaño, no como un absoluto político, sino más bien como un recordatorio de la necesidad de conservar el instinto transformador.

En un mundo donde priman los principios económicos liberales, tenemos que obligarnos a pensar (en palabras del Pepe Mujica) “qué sería del mundo si no existiera una actitud de izquierda, que aún en el fracaso obliga a repartir, tiene un grito solidario, se acuerda de los que van quedando al costado del camino… ¡qué desastre sería el hombre”. 

 

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales de la Fundación para la Integración Federal

 

-Nota del editor: Este artículo fue recepcionado el 01 de Agosto de 2015

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hola@fundamentar.com (NOEMÍ S. RABBIA) Opinión Mon, 24 Aug 2015 16:55:35 -0300
Dos Mujeres Competirán en Noviembre por la Presidencia de Chile https://fundamentar.com/internacional/item/2448-dos-mujeres-competiran-en-noviembre-por-la-presidencia-de-chile https://fundamentar.com/internacional/item/2448-dos-mujeres-competiran-en-noviembre-por-la-presidencia-de-chile Dos Mujeres Competirán en Noviembre por la Presidencia de Chile

El partido del renunciado Pablo Longueira, la UDI, nomina a la ministra Evelyn Matthei para enfrentar en noviembre a la expresidenta Michelle Bachelet. La decisión causa molestia en RN, el otro partido de derecha, y no se descarta que ambos lleguen divididos a los comicios

Tres días después de que Pablo Longueira anunciara su retiro de la carrera presidencial, a causa de una depresión severa, su partido ha nominado a su reemplazante para enfrentar el 17 de noviembre a la expresidente socialista Michelle Bachelet: la ministra de Trabajo, Evelyn Matthei, que ha sido proclamada por unanimidad este sábado por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y se ha convertido en la primera mujer en la historia de la derecha chilena que competirá por llegar a La Moneda.

El anuncio lo ha realizado el presidente de la colectividad, Patricio Melero: “Estamos convencidos que ella reúne los requisitos para que concitar la unidad y posibilidades de triunfar. Y por eso la nominación la hacemos con humildad, pero también en la certeza de que ella sabrá darles a todos la plena garantía de ecuanimidad en el trabajo con los candidatos al Parlamento”, ha señalado el jefe de la UDI, el partido donde de halla la derecha conservadora chilena y que, apuntando a los sectores populares, se ha convertido en la primera fuerza política del país sudamericano.

La decisión de la UDI, que se realiza en medio de los intensas negociaciones con sus socios de Renovación Nacional (RN) para no llegar divididos a los comicios, instala a dos mujeres en la carrera por liderar el Gobierno a partir de marzo de 2014: Bachelet y Matthei, dos líderes que comparten asombrosas similitudes biográficas. No solamente son de una misma generación –la socialista tiene 61 años y la candidata de UDI, 59- sino que se conocen desde la niñez gracias a la amistad de sus respectivos padres, ambos generales de la Fuerza Aérea de Chile (FACh).

Alberto Bachelet Martínez permaneció seis meses en prisión después del golpe de Estado de septiembre 1973, acusado de complotar contra la institución por permanecer fiel al Presidente Salvador Allende. El militar fue víctima de brutales torturas que provocaron su fallecimiento en una cárcel el 12 de marzo de 1974. Fernando Matthei Aubel, de 88 años, actualmente en retiro, durante la dictadura de Augusto Pinochet fue ministro de Salud, miembro de la Junta Militar y comandante en jefe de la FACh.

En agosto de 2012, antes de que la exdirectora de ONU Mujeres regresara para asumir la candidatura de centroizquierda, se generó un fuerte debate sobre las presunta responsabilidad del general Matthei en la muerte de su compañero Bachelet en el marco de la investigación judicial por el asesinato. La propia viuda, sin embargo, desestimó una vinculación: “Siempre el general (Fernando) Matthei ha sido amigo nuestro, lo estimo mucho y yo tengo la certeza de que él no estuvo en la Academia de Guerra en el tiempo en que mi marido estuvo ahí (detenido y torturado)”, señaló la madre de la expresidenta, Ángela Jeria.

La candidata presidencial de la UDI es conocida por su carácter fuerte y es considerada la “dama de hierro” de la derecha chilena. Ingeniera comercial, casada, tres hijos, fue militante de RN hasta 1992, cuando decidió renunciar por un polémico caso donde se enfrentó al actual Presidente Sebastián Piñera. Exdiputada, exsenadora y actual titular de Trabajo, ha ganado todas las elecciones en las que ha participado y durante su gestión en el Gobierno era la más conocida del gabinete.

La candidata de la UDI tiene un polémico historial. En octubre de 2012, parlamentarios socialistas la acusaron de haberlos tratado con improperios y, tres meses después, fue grabada cuando sostuvo un duro intercambio verbal con la diputada independiente Marta Isasi. Matthei fue la primera que se enfrentó a Bachelet directamente después de que la socialista anunciara su repostulación a fines de marzo y la acusó de orquestar la acusación constitucional contra el exministro de Educación Harald Beyer que terminó con su salida del Ejecutivo. La senadora Isabel Allende, hija del derrocado Presidente, señaló en junio pasado que la secretaria de Estado no reunía las “condiciones psicológicas” para ser ministra.

La batalla que deberá emprender contra Bachelet no será fácil: la exmandataria es la gran favorita para las elecciones del 17 de noviembre. En las primarias de la oposición del 30 de junio obtuvo el 73,1% de las preferencias frente a otros tres candidatos y alcanzó un 1,5 millones de votos, lo que representó un 53% de los sufragios tanto de las internas de su sector como de la derecha.

Matthei además deberá hacer frente a sus socios de RN, cuya carta presidencial, Andrés Allamand, fue derrotado en las internas de la derecha por Longueira. En este partido la nominación de la ministra, que se ha realizado en medios de las tratativas para consensuar un único del sector, ha causado una profunda molestia y ha sido catalogada como una imposición. “Ellos quieren llegar a primera vuelta con dos candidatos y eso le va a hacer mal a la Alianza”, ha señalado el senador y vicepresidente de RN, Francisco Chahuán, antes de ingresar a una reunión clave donde se definirán las acciones a seguir. El panorama es tan incierto que no se descarta que ambas colectividades lleguen divididas a las elecciones de noviembre.

 

FUENTE: El País

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hola@fundamentar.com (Luciano Herrero) Internacional Sat, 20 Jul 2013 17:56:43 -0300