Domingo, 29 Septiembre 2013 21:29

Estados Unidos e Irán. El Arduo Camino Hacia Ginebra

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A veces, en las relaciones internacionales se dan momentos claves que parecen marcar puntos de inflexión trascendentales. En junio pasado se celebraron elecciones presidenciales en la República Islámica de Irán. En medio de discursos aparentemente memorables en el marco del 68º período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, el verdadero impacto lo constituyó la primera reunión entre el Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y el Ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, luego de 35 años de ausencia de relaciones diplomáticas entre ambos estados.

Entre las formalidades requeridas y las declaraciones emitidas, parecería estar delineándose un escenario que claramente despierta la atención de la comunidad internacional y de la opinión pública en general. ¿Nos encontramos, verdaderamente, frente a un posible inicio de negociaciones en torno al tan problemático y controvertido programa nuclear iraní? A casi tres días de haberse realizado el encuentro y con los trascendidos acerca de un posible marco de diálogo bilateral, comienzan a escucharse voces disonantes, elogios desproporcionados y urgencias disfrazadas de optimismo.

¿El hecho desencadenante? A primera vista todo indica que lo ocurrido el pasado martes significó un importante impulso a la concreción de dicha reunión. Los respectivos discursos y declaraciones realizadas ante la Asamblea General de Naciones Unidas por el Presidente estadounidense, Barack Obama, y su par iraní, Hassan Rohaní, dieron claros indicios que la posibilidad de reiniciar el proceso de negociaciones se estaba barajando entre las respectivas elites gubernamentales. 

La reunión se celebró en New York en el marco del grupo de potencias mundiales implicadas en dicho proceso, entre éstas los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Reino Unido, China, Rusia, Francia) y Alemania-Unión Europea (usualmente denominados como "P-5+1"). Un proceso que, a pesar de haber fracasado reiteradamente luego de la celebración de las reuniones concertadas, se reavivó a partir de un nuevo entendimiento entre Occidente e Irán. 

Un proceso que, a pesar de haber fracasado reiteradamente luego de la celebración de las reuniones concertadas, se reavivó a partir de un nuevo entendimiento entre Occidente e Irán. 

Por su parte, John Kerry daba por bienvenido "el cambio de tono" observado en sus pares iraníes, mientras que, Mohammad Zarif calificó al diálogo como "constructivo", acrecentando aún más el optimismo generado por las declaraciones realizadas por Rohaní en The Washington Post refiriéndose a la prisa que tiene su gobierno en obtener resultados contundentes y a largo plazo. "Pueden ser tres meses, seis tal vez, pero en todo caso es un asunto de meses, no de años". En este sentido, las partes han acordado encontrarse el próximo 15 de octubre en Ginebra en pos de iniciar negociaciones "sustantivas" para el control internacional del programa nuclear del país persa y discutir en torno a una posible atenuación de las respectivas sanciones que se le han impuesto.

Por lo tanto, y en vistas del carácter reciente de este aparente giro de la cuestión, resulta interesante pensar sobre el arduo camino hacia Ginebra y lo que podría acontecer posteriormente. Entre tantas palabras y entusiasmo propio del formalismo diplomático, no se deben ignorar cuestiones tan esenciales como las estructuras ideológicas y socio-económicas, así como también las estrategias largamente diseñadas por las respectivas partes. Entendiendo que la relevancia de resolver por medios pacíficos la controversia suscitada en torno al programa nuclear iraní es prioritario en la agenda de seguridad norteamericana, intentar comprender el por qué de este "giro" en las posturas sostenidas por Irán en los últimos años se presenta como una cuestión sumamente relevante. 

Desde la asunción del nuevo presidente de Irán, y particularmente a lo largo de la última semana, se comenzó a percibir entre algunos representantes y funcionarios pertenecientes a los países occidentales cierta esperanza mezclada con escepticismo en relación a los posibles cambios que se podrían producir. Por una parte, mientras que algunos consideraban que las intenciones eran tan sólo retóricas en pos de ganar tiempo, otros sostenían que el clero y su principal líder, el Ayatollah Alí Jamenei, estaban ya dispuestos a negociar. Sin embargo, voces disonantes han respondido a dichas afirmaciones planteando que el Ayatollah persigue objetivos de mayor envergadura y para el logro de los mismos, se debe no sólo evitar un conflicto abierto con Estados Unidos sino también evitar cualquier tipo de subordinación. 

Hace 24 años atrás, cuando Alí Jamenei se convirtió en el Líder Supremo de Irán, se comenzó a diseñar una política tendiente a estar revestida de una denominada "flexibilidad heroica" que debía marcar todos los pasos a dar en pos de convertir a Irán en un estado independiente, poderoso, tecnológicamente avanzado y líder de una identidad fuerte, la islámica-iraní. A pesar de que la consecución de dichos objetivos denota la oposición de esquemas entre el país persa y Occidente (oposición que ha caracterizado los vínculos desde el año 1979), con la asunción de Rohaní se da inicio a un nuevo panorama en el cual, hasta ahora, parece haber predominado la variable pragmática como medio para el logro de objetivos mayores. 

En este sentido, el esquema ejemplar de lo planteado, en términos iraníes, es aquél que delinea el vínculo entre Estados Unidos y China, específicamente la no intromisión en los asuntos internos respectivos y el estrechamiento de relaciones mutuamente beneficiosas. Por consiguiente, parecería tratarse de una estrategia a partir de la cual se pretende asumir ciertos compromisos (y ciertos costos) en pos de generar progresos en términos diplomáticos, con el beneficio redundante para ambos países. Igualmente, cabe preguntarse cuánta flexibilidad está dispuesta a mostrar Irán al momento de negociar y qué compromisos está dispuesto Estados Unidos a asumir para con el país persa. 

La abundancia de señales tratando de mostrar la voluntad de iniciar un nuevo momento en la relación estadounidense-iraní se coronaron con el llamado telefónico realizado por el presidente Barack Obama a Rohaní, un gesto que, además de representar el primer contacto entre mandatarios de ambos países desde 1977, da cuenta de que existe en ambos países un cierto grado de voluntad política para la resolución de los temas álgidos de la agenda bilateral, encabezados por el polémico programa nuclear iraní.

No obstante lo anterior, pareciera ser que las dos semanas que restan para la reunión en octubre guardan importantes desafíos a enfrentar y decisiones a tomar para ambas partes, especialmente si se pretende negociar "sustancialmente" y "constructivamente" como se ha declarado el pasado jueves. En el arduo camino a recorrer vendrán numerosos desafíos a enfrentar y, con certeza, muchos obstáculos por sortear.

 

(*) Investigadora de la Fundación para la Integración Federal.

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