Lunes, 03 Marzo 2014 10:22

Realidad y Ficción

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Lifschitz, Bonfatti y Binner Lifschitz, Bonfatti y Binner

El socialismo se ha empeñado durante muchos años en crear en el imaginario colectivo la idea de que el sistema de salud de Rosario y la provincia es de excelentísimo nivel. Si bien muchos votantes -fundamentalmente quienes no utilizan el sistema público de salud- así lo creen, la realidad se va imponiendo sobre la ficción cada vez con mayor fuerza, develando falencias estructurales.

Tan sólo un ejemplo de ese esfuerzo por reforzar la idea del sistema de salud socialista como una panacea es cómo se desvivió el ex ministro de salud de la provincia, Miguel Ángel Cappiello, en criticar la estadía del tren sanitario del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en Rosario, aquel 7 de Marzo del año pasado. El ex ministro –candidato a Concejal de Rosario en aquel momento- dijo en esa oportunidad que el tren había anclado en Rosario por motivos políticos. Sin embargo, la realidad fue que los profesionales del tren recibieron muchísimas consultas en esos días, evidenciando que hay una gran cantidad de demandas de salud insatisfechas en nuestro territorio. Una vez más, lo concreto le estallaba en la cara a una gestión que confunde realidad con ficción.

LA VIRTUAL DESAPARICIÓN DE PROMOCIÓN SOCIAL EN ROSARIO

La consecuencia más inmediata y evidente fue la creciente sensación de desamparo y de ausencia del Estado de parte de los habitantes de los barrios de la ciudad, atenuada sólo por un Estado nacional que con herramientas tales como la AUH, el plan FINES y el plan Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, se hizo presente en la vida de miles de rosarinos.

A partir de la intendencia de Miguel Lifschitz, los Centros Crecer -la única instancia municipal de cohesión social en los barrios más necesitados de presencia estatal- fueron consciente y voluntariamente desfinanciados y reformulados de manera tal que su sentido (la inclusión social) se perdió definitivamente. No es el propósito de este artículo hablar de las graves consecuencias que dicha decisión implicó para los trabajadores que llevaban años desempeñando una labor nada fácil, ni de la infatigable lucha que esos mismos trabajadores llevaron adelante para sostener sus puestos de trabajo frente a una administración que hacía oídos sordos a los reclamos y que, dicho sea de paso, no pagó ningún costo político. Lo que aquí nos interesa es resaltar que los Centros Crecer, dependientes de Promoción Social, eran las únicas instituciones realmente contenedoras y cohesionadoras en muchos barrios en los cuales las problemáticas sociales son muy complejas y la presencia estatal se hace muy necesaria.

Ahora bien, ¿Qué consecuencias tuvo la reformulación (desaparición) de los Centros Crecer? La consecuencia más inmediata y evidente fue la creciente sensación de desamparo y de ausencia del Estado de parte de los habitantes de los barrios de la ciudad, atenuada sólo por un Estado nacional que con herramientas tales como la AUH, el plan FINES y el plan Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, se hizo presente en la vida de miles de rosarinos. Sin embargo, es el Estado municipal el que tiene una mayor capacidad de hacerse presente en el territorio y el que, con políticas activas, podría tener un alto impacto en la preservación del tejido social local.

No menos importantes son las consecuencias que el menosprecio y la postergación de Promoción Social en la ciudad tuvieron en el sistema mismo de salud. Al desaparecer los Centros Crecer como ámbito de inclusión, los Centros de Salud –CdS- se convirtieron en la única referencia estatal en el territorio. Esto implicó que los profesionales de la salud empezaran a lidiar con una variedad cada vez más amplia de problemáticas, lo cual no sólo repercutió negativamente en la respuesta que los ciudadanos recibían del Estado, sino también en el propio bienestar físico y mental de los trabajadores primarios de la salud. Estos trabajadores, por un lado, se vieron expuestos muchas veces a situaciones de violencia de diversa índole y, por otro lado, vieron afectada su salud al ser cada vez más exigidos y demandados por ambos extremos del hilo: de un extremo, una sociedad necesitada de presencia estatal; por el otro, una gestión cuyo sistema de atención se basa en exprimir a los trabajadores, exponiéndolos a situaciones límite, una gran parte de los cuales, dicho sea de paso, trabaja ad-honorem o en alguna forma de precarización laboral.

FALTA DE INVERSIÓN

Como ya se ha demostrado en Fundamentar.com, desde que Binner asumió como gobernador de Santa Fe, la inversión real en infraestructura ha disminuido drásticamente, sub ejecutándose sin descanso las partidas presupuestarias destinadas a inversión por la necesidad de cubrir gastos corrientes. Esto ha ocurrido así ininterrumpidamente en los seis últimos años.

Esta situación impactó directamente en el acceso a la salud de los santafesinos ¿Cómo? Pues bien, de los 7 hospitales de alta complejidad que se planificaron en estos seis años (Reconquista, nodal de Rafaela, Iturraspe, nodal Rosario sur, provincial Centenario, Venado Tuerto y CEMAFE), no se terminó ninguno. Además, los históricos hospitales que efectivamente se encuentran en funcionamiento y brindan un más que loable servicio a la comunidad, están sufriendo un deterioro edilicio que no encontró respuestas en el gobierno provincial. Las gravísimas situaciones vividas el mes pasado en los hospitales Centenario, de Rosario, y Eva Perón, de Granadero Baigorria, pusieron esta situación de manifiesto. En el primero, cayeron sangre y orina desde un quirófano hacia la zona de terapia intensiva que se encontraba en el piso de abajo, debido a una filtración, poniendo en riesgo la asepsia y las condiciones de bioseguridad del nosocomio. En el segundo, se desprendió una importante cantidad de mampostería del techo de un quirófano que siguió siendo usado a pesar de las falencias estructurales.

FALTA DE DECISIÓN

A este cuadro de situación debemos agregarle la falta de decisiones administrativas, simples pero necesarias, que sólo precisan de voluntad política y que mejorarían sustancialmente la calidad del acceso a la salud. A continuación proponemos sólo dos ejemplos ilustrativos:

a) adaptar los horarios de los CdS a los horarios del barrio de referencia, evitando que el CdS haya cerrado sus puertas mientras el barrio sigue activo;

b) reasignar la fuerza de trabajo disponible, para evitar que, por ejemplo, haya superpoblación de psicólogos en el turno mañana del hospital Roque Saenz Peña y ninguno en el turno tarde del mismo hospital o sólo uno en el CdS más cercano.

A manera de conclusión, la cuestión que debemos preguntarnos es si es ejemplo de sistema de salud uno en el cual los Centros de Salud se hacen cargo de lo que deja sin atender Promoción Social, un sistema en el cual también las inversiones han disminuido, los techos de los hospitales se caen, una gran cantidad de trabajadores están precarizados y decisiones importantes no se toman. En este marco, cabe preguntarse: ¿Traer el tren sanitario a Rosario es como llevar toneles de vino a Mendoza, tal como afirmó el ex ministro Cappiello aquel 7 de Marzo?

 

(*) Investigador de la Fundación para la Integración Federal

 
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