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Fundamentar - Fundamentar https://fundamentar.com Thu, 28 Mar 2024 11:19:28 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Caballos de Troya https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6805-caballos-de-troya https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6805-caballos-de-troya Caballos de Troya

"Contame (decime donde empieza tu libertad),
decime (y se termina la mía).
Decime adonde llega tu libertad,
que no pise la mía, que no pise la mía"

Decime - Bersuit Vergarabat

Cuenta el mito antiguo, que los griegos, al no poder destruir la amurallada ciudad de Troya, habiendo llevado adelante una guerra que duraba diez años, pudieron lograr su objetivo regalando a los defensores, un enorme caballo de madera que tenía en su interior a un grupo de guerreros seleccionados que fueron los que lograron habilitar el ingreso de los invasores. Desde los tiempos inmemoriales en que la historia fue conocida, se ha utilizado al hecho (poco importa si existió o no), como una clase magistral de simulación y engaño que sirve al logro de otros fines, a veces inconfesables de primera mano.

Una legítima pregunta para los días que corren en la Argentina es aquella que se plantea cuánto de caballo de Troya y cuanto de verdad hay en un supuesto e inminente acuerdo con un sector de la oposición que le otorgaría cierta gobernabilidad política al libertarismo o en el episodio de un presidente de la Nación violentando y hostigando vía redes a una de las artistas más convocantes del país que, vaya casualidad, es una mujer. Promediando febrero, nada parece tan definitivamente claro. Pasen y vean. Resumen de una semana donde esa libertad a la que nos acostumbramos, comienza a ser repensada a partir de acciones y testimonios. De las inteligentes y de las otras. Entren. Pases y boletos gratis para todos y todas. Aunque se terminen los subsidios.

Si a finales de la semana anterior, el acuerdo La Libertad Avanza – PRO era inminente, siete días después nadie está del todo seguro de cómo se va a plasmar en la realidad. Conscientes de las necesidades de ambas partes, en la “pública” el presidente Javier Milei sigue haciendo gala de un estilo que desconcierta a propios y extraños y que le costó, entre otras cosas, la derrota legislativa por la ley ómnibus. El libertario habilita instancias de negociaciones, le da margen de discusión y de acción a sus operadores pero cuando llega el momento de suscribir las coincidencias, el primer mandatario desautoriza a los cercanos y sale a romper públicamente cualquier atisbo de acuerdo.

En un encuentro con tres imitadores periodísticos que resultó televisado y donde Milei no perdió oportunidad de mostrar su intemperancia crónica, levantando la voz ante preguntas simples que no debían más que permitir su lucimiento, desechó que algunos nombres propios como el de Martín Menem, puedan perder relevancia institucional a partir de los deseos de Mauricio Macri.

Como cualquier acuerdo, este, que por ahora parece ralentizado, tiene sus propios límites. No se trata solamente de nombres y de la posibilidad de una mayor gobernabilidad: se trata de quién ejercerá el poder a partir de su puesta en práctica. Ya no es la discusión por el programa, dado que la ideología es coincidente y ya sabemos del deseo macrista por el shock, sino por descubrir quién gobernaría y con qué condiciones.

La discusión es de poder en un contexto donde la fuerza amarilla tampoco las tiene todas consigo: Juntos por el Cambio está definitivamente roto, el radicalismo aún trata de procesar la reconfiguración que supone éste tiempo y Macri trata de recuperar legitimidad y liderazgo político en un partido que, a la vez que supo construir también supo dinamitar.

Ya no se trata de que, si se diera el acuerdo, gobernarían los que salieron terceros, sino una facción que, ante la inmejorable oportunidad de ocupar estratégicos lugares de poder institucional, no duda de mirar para otro lado ante un cúmulo de medidas y decisiones que poco tienen de republicanas, democráticas y de respeto por los otros. Tampoco importan ciertas sobreactuaciones como las de Diego Santilli que mientras sale a denunciar la corrupción que supone el desarrollo de festivales donde intervienen artistas populares, omite el haber formado parte de la gestión de un gobierno que auspició con fondos públicos la llegada del Ravi Shankar. Una doble vara a la derecha por favor.

Louis de Caullery -
Louis de Caullery - "El saqueo de Troya"

A contramano de la inmediatez libertaria, la cual se ejemplifica en la obsesión twitera del presidente, quien dedica no pocas horas de su tiempo a repostear y dar faveos de todo tipo a usuarios reales y de los otros, (seguir la cuenta @esoesnulo); la aparición semanal de Cristina Fernández de Kirchner pareció querer diferenciarse desde el fondo pero también desde las formas.

Con un texto de 33 páginas, abordó el tema de la deuda, hizo una descripción de sus distintos ciclos y, otra vez, pareció adolecer de una autocrítica más contundente por su pertenencia al gobierno que condujo Alberto Fernández. Aunque ya no marque la agenda como antaño, la ex presidenta sigue teniendo la suficiente centralidad como para que, a partir de allí, buena parte del sistema político activara en su rededor.

La mayor virtud del texto de Cristina, radica en lo que ofrece para adelante en cuanto a la necesidad de re discutir una serie de temas que poco tienen que ver con la experiencia de la década ganada. Interpelar al peronismo respecto de temas como educación y salud, donde ya no parece alcanzar con garantizar determinadas porciones del presupuesto; reinterpretar lo que supone la idea de Estado presente; ampliar el número de empresas públicas que combinen el modelo público – privado y romper con cierta rigidez del mundo laboral; parecen debates necesarios para el tiempo que viene.

La velocidad con la que el libertarismo intenta imponer los cambios, comienza a mostrar, en paralelo, una demanda cada vez más creciente de las bases del movimiento nacional y popular, que reclaman por la aparición de liderazgos que conduzcan el proceso y aquí parece prevalecer un tiempo con distintas sincronías.

Hay que recordarlo efectivamente: hace exactamente tres meses se perdía una elección. Ni siquiera hemos superado el período de lo que otrora fuera llamado como “luna de miel”  (que ya hemos comentado desde esta columna que no existe para la gestión mileista) y es esa misma dirigencia la que, derrotada y cuestionada, según no pocos ciudadanos y ciudadanas, ¿debería encabezar una cruzada anti libertaria? Difícil que esa circunstancia termine resultando virtuosa. Los liderazgos no se construyen mágicamente, aunque los tiempos sociales de las minorías (y eso somos hoy, una minoría) exijan otra respuesta.

Basta revisar lo actuado hasta aquí: se han diseminado cacerolazos, las centrales obreras articularon la masividad de un paro que fue la antesala de una derrota legislativa pocas veces vista, las asambleas barriales comienzan a tomar forma y nos predisponemos a sendas marchas como las del 8 y del 24 de marzo que, como hace muchos años no se producían, confluirán en una sola movilización. Tal vez, más que nunca, el poeta tenga razón: “crece desde el pie”.

Giovanni Domenico Tiepolo - La procesión del caballo de Troya
Giovanni Domenico Tiepolo - La procesión del caballo de Troya"

Esa demanda tiene una absoluta racionalidad, la cual se fundamenta en una arrogancia política que viene acompañada de justas dosis de ignorancia, violencia y en no pocos casos de misoginia. Lo cual viene a cuento de la falaz discusión sobre la realización en la Argentina de festivales donde actúan artistas populares.

La ignorancia, al nominar el costo de lo que un artista cobra y que, por ende eroga el Estado, radica en desconocer el circuito virtuoso que generan esos eventos. Bien lo explicó el gobernador de Córdoba Martín Llaryora a la hora de defender la industria festivalera: ganan los hoteleros, los restó, los dueños de las estaciones de servicio, los proveedores de excursiones turísticas y, cómo no, los comercios regionales. Buena parte de esas actividades tributan impuestos al Estado y ese gasto inicial termina siendo mucho menor a partir de esa rueda que se pone en marcha.

La violencia se expresa en que todos los artistas que intervinieron en festivales, resultan definidos como ladrones que le han robado al pueblo. Desconocen que, muchas veces, la magnitud de algunos espectáculos impide que muchos ciudadanos y ciudadanas puedan consumir esos productos. Es tan grave el proceso persecutorio, que se olvida que la propia pareja del presidente ha formado parte de esas mismas estructuras y modos de difusión de la cultura que el libertarismo denosta.

Y la frutilla del postre resulta ser el ataque a un personaje artístico que trasciende edades, sectores sociales y nacionalidades. Pareciera ser que, si Donald Trump tuvo su Taylor Swift, Milei necesita su Lali Espósito y a un conjunto importante de mujeres para ser atacadas y menospreciadas como forma de legitimación entre sus huestes. Hay una deficiencia innata en el mundo libertario: no comprende que el arte siempre (pero siempre) pervive, mientras que los dirigentes políticos son fusibles de un tiempo particular.

Pero tal vez el eje a revisar sea otro, y debamos dejar de pensar que ciertas discusiones y la virulencia con que el oficialismo las desarrolla, sean el caballo de Troya que habilita la transformación degradante de la Argentina. Propongo pensar al propio Milei como el equino de madera que habilitaría una irrupción de un capitalismo pre decimonónico que utiliza al fascismo como una herramienta en una mano y a la dolarización en la otra. De hecho, los historiadores y antropólogos, si bien reconocen el dato histórico de la invasión de los griegos, nunca encontraron los restos del caballo. ¿A alguien le importa?

La libertad declamada poco tiene de real cuando viene acompañada de violencia represiva. Y en un país con las tradiciones como la Argentina, la revolución que quiere imponer el libertarismo no termina exenta de sangre y fuego. Una canción, “Decime”, publicada en enero de este año se hace una pregunta que no resulta nada inocente: “decime donde empieza tu libertad y termina la mía”. Tal vez, no todos tengan la respuesta.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com ((*) Miguel Gómez) Opinión Sun, 18 Feb 2024 12:45:23 -0300
Cambio y renovación https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6794-cambio-y-renovacion https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6794-cambio-y-renovacion Cambio y renovación

Cambia lo superficial,
cambia también lo profundo,
cambia el modo de pensar,
cambia todo en este mundo…

Julio Numhauser - “Todo Cambia”

“Renovación y Cambio” fue la díada radical, allá por finales de los 70’ y comienzos de los 80’, que le permitió al radicalismo en general y al alfonsinismo en particular, convertirse en una opción real de poder. Iba de suyo, que la conducción partidaria, llevada adelante por dirigentes de avanzada edad, definitivamente conservadores, portaban en sus alforjas décadas de historia política que les impedían reinterpretar ese nuevo tiempo. Raúl Alfonsín supo convertirse en el líder que, acompañado por una muy vigorosa fuerza juvenil denominada Franja Morada (entre otros), reinterpretaba ese tiempo político, renovando ideas para fomentar el cambio primero partidario y luego social.

El ejemplo radical -no ahondaremos ni por asomo en una clase de historia argentina reciente- sirve como referencia a cómo un espacio político se construye de un modo más o menos esquemático: un grupo de hombres y mujeres se nuclean en un agrupamiento, proponen ideas, convencen al gran electorado, triunfan y, en el mejor de los casos, logran imponer su plan de gobierno al conjunto. Los ganadores gobiernan y los perdedores, convertidos a partir de ese momento en opositores, suelen comenzar períodos de reconfiguración política. Pero no siempre es así y el procedimiento puede resultar inverso. Este 2023 electoral en la Argentina así parece demostrarlo. Repasemos.

Primero debe decirse algo obvio: las elecciones, en un tipo ideal, deben ser pensadas como un instrumento para el cambio: de las relaciones de poder, de lo que se active en la gestión y por consiguiente, de sus consecuencias.

Por otro lado querido lector, estimada lectora le propongo un ejercicio mental. En la víspera de lo que supone el balotaje presidencial del domingo 19 de noviembre, trate de anclarse en su memoria y recuerde las expectativas políticas con las que comenzábamos el año allá por febrero o marzo. Quiénes “pintaban” para candidatos, qué fuerzas políticas aparecían más consolidadas, qué dirigentes tendrían un peso significativo en el proceso electoral y cuáles aparecían como los ejes sobre los que se plantearía la discusión de fondo. Haga un breve repaso y no dejará de sorprenderse.

En el mientras tanto, revisemos de dónde venimos. Hasta hace unos pocos meses atrás, la centralidad política la ocupaban dos fuerzas: el ya extinto Frente de Todos, hoy Unión por la Patria y Juntos por el Cambio.

El oficialismo cargaba a cuestas con sus problemas de gestión, una economía condicionada por la inflación, una derrota electoral de medio término que había vigorizado a la oposición amarilla y un internismo acuciante que, por momentos, parecía mostrar que todo debía re discutirse. En ese devenir, el electoral 2023 comenzó con el definitivo y trascendente anuncio de Cristina Fernández de Kirchner, en diciembre del año anterior, de que no sería candidata para este turno electoral, aunque no tuviera condena firme en la causa Vialidad.

Superada la discusión por la eliminación o no de las PASO, al oficialismo le costó encontrar un candidato de consenso. Con el presidente y la vice fuera del juego, se construyó de manera muy firme la hipótesis de una interna que serviría para definir, por fin, el cúmulo de desavenencias que a veces por convicción y a veces por capricho, habían “limado” la relación interna al punto de poner en serio riesgo el concepto madre de “unidad en la diversidad”.

De alguna forma, las precandidaturas de Daniel Scioli y Eduardo “Wado” de Pedro, actuaron como fusibles de una unidad que terminó prevaleciendo a partir de la insistencia de parte del aparato institucional vinculado al peronismo y que se sintetizaba en un conjunto de gobernadores, sindicalistas cegetistas y el propio Frente Renovador. La designación de Sergio Massa y su consiguiente centralidad, terminó de configurar una novedad que resultaba impensada pocos meses antes.

Sergio Massa con estudiantes secundarios
Sergio Massa con estudiantes secundarios

Del otro lado, en Juntos por el Cambio, y como ya hemos comentado en distintas ocasiones, cometieron el error de intentar comerse el chancho antes de cazarlo. Envalentonados por el triunfo en las elecciones de medio término de 2021, supusieron (mal), que quien prevaleciera en la interna se convertiría en el próximo presidente de los argentinos.

La voracidad fue tal, que mostró a la luz pública una virulencia política que se llevó puesto a los sectores supuestamente moderados del espacio. Horacio Rodríguez Larreta construyó un monumental aparato de comunicación para mostrarlo presidenciable mientras que Patricia Bullrich, sin tantos recursos, se dedicó a poner el foco en un antiperonismo de manual que la terminó catapultando a un triunfo interno, también impensado en el verano 2022 / 2023.

Mauricio Macri por su parte, mientras intentaba mostrarse prescindente a la luz pública, actuaba en favor de su ex ministra de Seguridad como un reaseguro de una dirigente que sí le podría granjear altas dosis de lealtad. Y el radicalismo, que había amenazado con plantear la disputa interna para cargos presidenciales, abandonó la idea para conformarse con sendas pre candidaturas vicepresidenciales, que nada le aportaron y que, a la luz de los hechos (triunfo territoriales a lo largo y ancho del país), se convirtió en un error estratégico de proporciones.  

Pero la implosión cambiemista de las últimas semanas no puede ser explicada sólo por la derrota electoral de las generales y por los consiguientes movimientos unilaterales de Macri alcanzando un no tan insospechado acuerdo con Javier Milei. En la parafernalia de insultos, gritos, chicanas y operaciones cruzadas, sale a la luz una crisis que había quedado oculta luego de la desastrosa gestión macrista para el período 2015 – 2019 y que la pandemia del Covid, con su prédica de libertad de movimientos a cualquier costo, permitió guardar debajo de la alfombra. Las pruebas están a la mano. Sólo basta verlas.

Pero la gran novedad ha sido el tercero en discordia que nadie supo ver. La Libertad Avanza se convirtió en una sorpresa para el conjunto del sistema político al punto de convertir un modelo bicoalicional (FDT vs. JxC), en un escenario de tercios desconocido para la institucionalidad argentina del siglo XXI. Con muchísimo espacio televisivo a disposición, porque resultaba un personaje que medía, el éxito libertario supuso la necesidad de revisar los libros de la corrección y de la tradición política ya que se construyó sobre dos novedades irrefutables.

La primera es que el libertarismo, como exponente fiel de los aires que soplan también en buena parte del mundo desarrollado, trajo al insulto como un atributo desde donde se podía construir en términos políticos. Más allá de las reivindicaciones a la dictadura, de sus deseos de que todo explote, de dejar a la Argentina sin moneda, etc., el menosprecio por un conjunto de ciudadanos, a partir de sus límites físicos, de la edad o de la actividad laboral con la que se ganan el sustento, es lo que refleja más acabadamente a un conjunto de personas que aparecen “rotas” en ciertas composiciones sociales. No hay colectivo de ningún tipo que reivindique el modelo mileista, sólo personas individuales que, esencialmente, confunden la idea de libertad con que cada uno haga lo que le plazca.

Si Macri había accionado el corrimiento de cierto sentido común cuando afirmó, por ejemplo, sobre el curro de los derechos humanos, el economista supo ir más allá habilitando, directa o indirectamente, una acción política, visual o discursiva, donde la violencia aparece como un instrumento legitimado por cierto enojo social.

La segunda novedad es que ha alcanzado una evidente potencia electoral con un insignificante desarrollo territorial al que ahora le viene a prestar atención tarde y mal. Los 30 puntos de las PASO y de la general (aquí con 600.000 votos más), los alcanzó sin haber recorrido la totalidad de las provincias y sin contar, hasta el acuerdo con Macri, con un nivel de fiscalización importante más allá de los grandes centros urbanos.

El libertario es un producto mediático y de redes hecho y derecho, que supo seducir a ese malestar imperante en buena parte del electorado argentino y que, a fuerza de necesidad, debió reconfigurarse en su crítica al sistema y terminar avalando a buena parte de la supuesta casta que venía a destronar.

Pero en resumen y más allá del resultado que pueda suceder en el día de mañana (escribimos esto el sábado 18) el espacio político argentino ha quedado definitivamente reconfigurado de antemano sin que se necesite poner en práctica las medidas de uno u otro de los contendientes.

A diferencia de otros momentos, donde los cambios ocurren a partir de lo que dicen las urnas, la institucionalidad y la cotidianidad política ya no serán lo que eran. Este 2023 electoral trajo algunas consecuencias insospechadas hasta hace pocos meses atrás, las cuales han renovado (casi sin darnos cuenta), la centralidad de diversos actores políticos. Si bien, por ahora reina la incertidumbre, hay tres conclusiones que sí podemos animarnos a mostrar:

1.      El oficialismo hizo una campaña ejemplar, en extremo profesionalizada, con un candidato que quiso, pudo y supo ocupar la centralidad política, sin errores, que contó con el sano corrimiento de Alberto Fernández y de Cristina Fernández de Kirchner (que nadie piense que una militante 24x7x365 se dé por jubilada), con el apoyo de dirigentes de toda laya, con amplísimas expresiones de la sociedad civil (el espanto que provoca Milei es harto evidente) y con un protagonismo de la militancia orgánica y lo que ahora hemos conocido como “micromilitancia” que resulta digno de mención. No le queda claro a este analista si una derrota sería el paso previo para algún tipo de división a las que el peronismo ha sido afecto en determinados momentos de su historia.

2.      Juntos por el Cambio ha implotado. Muy dependiente del resultado electoral, el dúo Macri – Bullrich sabrá en pocas horas si le sigue un futuro de ostracismo político o una etapa donde terminen aportando a la estabilidad de un gobierno libertario que no cuenta, ni por asomo, con la estructura y el andamiaje necesario para conducir al Estado. El radicalismo, con el conjunto de gobernadores (10) que han prevalecido en las elecciones provinciales, también se preparara para un "restyling" que le otorgue otro protagonismo en el mediano plazo. Y los sectores del PRO derrotados en la interna, en su amplia mayoría, deberán recostarse sobre el conjunto de intendentes bonaerenses que han prevalecido y que deberán barajar y dar de nuevo.

3.      La Libertad Avanza resulta, de alguna manera, una verdadera incógnita para lo que viene, dado los problemas internos que ha enfrentado y a partir de los límites reales que supone no contar con un desarrollo territorial de fuste y por el tipo de acuerdo alcanzado con el macrismo, puesto todo en stand by hasta la noche en que se conozcan los resultados. Si insistimos con el ejercicio de mirar hacia enero o febrero de este año, el salto de LLA no podría dejarlos más que satisfechos, habiendo aumentado por diez la cantidad de diputados y pasando a contar con 7 senadores nacionales. Pero las formas del liderazgo mileista, su excepcional personalismo y cierto entorno circundante terminarán influenciando de manera definitiva para lo que viene. Ganando o perdiendo.

“Cambia, todo cambia” entonaba Mercedes Sosa y todos nos emocionábamos con la postal dolorosa del destierro al que obligó la dictadura a miles de compatriotas. Somos transformación permanente, aunque a veces no sepamos verlo. El sistema político ya cambió y a partir de la noche del domingo se renovará. Pero, como bien nos recordaba la querida tucumana, nuestro amor no cambia. Se mantiene más allá de los triunfos, las derrotas y las consiguientes estrategias políticas que imaginemos. Como siempre, NUNCA MAS (violencia, dolor y muerte).

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 19 Nov 2023 07:51:48 -0300
El laboratorio y las expectativas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6772-el-laboratorio-y-las-expectativas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6772-el-laboratorio-y-las-expectativas El laboratorio y las expectativas

El calendario nacional y la voluntad política del gobernador Omar Perotti determinaron que desde este próximo domingo, los santafesinos debamos asistir una vez por mes a las urnas cuanto menos, hasta el mes de octubre. Con la secuencia de poco más de tres o cuatro semanas, realizaremos el sano ejercicio de la elección de los candidatos primero, y de las autoridades que nos gobernarán desde el 10 de diciembre, después. Si Julio trae memes a raudales, este electoral 2023 no podría estar ajeno y en Santa Fe aportará resultados que, a medida que pasan los días y las horas, muestran a la provincia como un laboratorio y como un ejemplo de aquello que, tal vez, pueda suceder a nivel nacional en algunas pocas semanas más. Mientras ello transcurre, las expectativas oficialistas parecen haber encontrado un cauce impensado hasta hace muy poco tiempo atrás. Recorrido por la previa de la primer posta electoral. Entre urnas y boletas únicas, pasen y vean. Sean todos y todas bienvenidos.

La semana política había comenzado en Salliqueló, provincia de Buenos Aires, el domingo 9 de Julio, con la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner. Para el peronismo en su conjunto, el acto forma parte de su ADN en la manera de entender el sentido del quehacer político: su construcción se desarrolló en tiempo récord con mano de obra argentina (empresas incluidas); en un escenario tan complejo para las cuentas públicas permitirá ahorrar varios miles de millones de dólares al año (todo depende de la variación del precio internacional del gas licuado); se transforma en un eslabón más que apunta a la soberanía energética y permite contrastar, de manera insoslayable, la gestión actual con lo sucedido en el período 2015 – 2019. No es poco.

Para oficialistas y opositores, buena parte de las expectativas estaban centradas en el reencuentro público, luego de cuatro meses, de las tres patas que han compuesto la conducción del ya extinto Frente de Todos. Como en esas reuniones familiares de fin de año, donde algunos parientes no se quieren del todo, pero que hay que asistir porque puede ser el último de una abuela ya entrada en décadas y problemas de salud, el dueto Fernández – Fernández decidió dejar de lado las rencillas de siempre, y trató de poner en valor aquella vieja máxima justicialista que impone que primero va la Patria, luego el movimiento y finalmente, los hombres. Aunque para ser correcto políticamente con los tiempos que corren, deberíamos decir “seres humanos”.

https://twitter.com/unionxlapatria/status/1678118823629651968

Al oficialismo “no le sobra nada” y ya habrá tiempo del pase de factura correspondiente en una hipotética derrota electoral, o de la vuelta de página si el 10 de diciembre Alberto Fernández le coloca la banda presidencial a un compañero. Cada uno de los tres protagonistas fue fiel a su estilo: Sergio Massa articulando un discurso de síntesis con la perspectiva de un candidato, Cristina Fernández de Kirchner yendo y viniendo con los recursos discursivos temporales, a la vez que obviaba a su compañero del binomio presidencial y Alberto Fernández poniendo bajo perspectiva todo lo realizado, con referencia al general Juan Domingo Perón incluida.

El acto tuvo la suficiente potencia como para que algunos partidarios del romanticismo político se quejaran de que el oficialismo había perdido una oportunidad para saltear la grieta, emular cierta racionalidad al modo uruguayo y convocar al conjunto de la oposición cambiemista. La respuesta no demoró en llegar al recordar que ninguna de las razones estructurales que posibilitaron la llegada del gas desde Vaca Muerta contaron con el apoyo opositor: ni la recuperación de YPF, ni con la gestión de lo realizado en los cuatro años de gestión macrista, ni con el apoyo al financiamiento vía impuesto a las grandes fortunas, ni con la aprobación de los presupuestos respectivos para su realización. Para Juntos por el Cambio el desarrollo energético argentino (y su potencial soberanía) no es más que una forma de tantas otras que permiten vincular negocios con el sector privado. La campaña electoral en ciernes, con sus propuestas siempre envueltas en un vistoso packaging, así permitirá demostrarlo.

Pero no conforme con esos cuestionamientos, vía redes y algunos inefables comunicadores, se intentó poner dudas sobre la calidad de la obra a partir de la velocidad temporal con que fue ejecutada. Dicen que del “ridículo no se vuelve”, y en esa permanencia circular que se termina haciendo constante, no son pocos los que una y otra vez apelan a acciones que confirman la vieja máxima.

El segundo hecho que refiere a las expectativas oficialistas de este tiempo, referenció en el pendiente y discutido acuerdo con el Fondo Monetario Internacional de cara al segundo semestre del año. Con el devenir de las semanas, el ministro de Economía ha comenzado a hacer público las instancias que no permiten llegar al acuerdo. Dejando traslucir que una de las razones se fundamentan en el tipo de devaluación que debería producirse a gusto de los prestamistas, Massa profundiza semana a semana, un discurso nestorista donde la expectativa final reside en la posibilidad de sacarse de encima al FMI, con el pago de saldos exportables para ganar independencia económica en el mediano plazo y, en ese sentido, los juegos de posicionamiento político abundarán en los días venideros.

https://www.youtube.com/watch?v=46vE8MepreU&ab_channel=T%C3%A9lam

En ese derrotero, donde un acuerdo será mostrado por el oficialismo como un triunfo político, economistas de la oposición fueron acusados de obstruirlo y no faltaron quienes pisaron el palito de la picardía massista y salieron a decir sin decir, que prefieren un escenario de inestabilidad tal que permita imponer las recetas de económicas de siempre: un ajuste potente es el sueño húmedo de todo neoliberal que se precie. No importa si en el medio se atraviesa un año electoral.

Y finalmente, el tercer dato económico que transitó la semana refirió al número de la inflación de junio que se conoció en la tarde del jueves. Emulando a un informe médico sobre la presión arterial, podríamos sintetizar el título con la “baja de la alta”. Seis puntos de inflación mensual no es un número que dé para muchos festejos, pero si política y economía son primos hermanos en esto de la construcción de expectativas, en un contexto donde la inflación no bajará a niveles óptimos de la noche a la mañana, no puede dejar de señalarse que la reducción del 8,4% de abril a este 6% de junio, supone un saldo a favor en el horizonte oficialista.

Simultaneamente, como síntoma y como expectativa, otra vez la oposición pretendió agitar viejos fantasmas que refieren a los retoques de los índices que informa el INDEC. La acción no parece muy novedosa y omite dos hechos irreprochables: que cuando el número daba con una tendencia hacia arriba el mismo no era denunciado y que todas las consultoras privadas, esas donde tanto gustan referenciar no pocos actores de la vida política, económica y empresarial del país, daban con una tendencia a la baja.

https://twitter.com/INDECArgentina/status/1679566414418526209

En todo este entramado, donde algunos hechos de la economía y cierta coordinación en la acción política muestran a un oficialismo cada vez más competitivo, aparece el domingo electoral santafesino, el cual podrá ser señalado como laboratorio y como ejemplo por tres razones evidentes.

Necesidad opositora. Con el antecedente cordobés de una derrota opositora que pocos meses atrás era impensada, Santa Fe aparece con la posibilidad real de que un triunfo pueda proyectarse a nivel nacional. La continuidad en el tiempo de sucesivas elecciones provinciales, donde en la mayoría de los casos han prevalecido los oficialismos, impone la necesidad de un “batacazo” que alimente algunas esperanzas.

Acuerdo con fórceps. La unidad de la oposición santafesina que encarna el “frente de frentes”, se transformó en el rejunte de un entramado que podrá ser nominado de cualquier manera pero sobre el que nadie podrá negar su flagrante antiperonismo. El acuerdo supuso tirar por la borda muchos años de gestión y de un tipo de discurso para buena parte de un socialismo en general y de un tal Pablo Javkin en particular, que en las grandes luminarias de la Reina del Plata, se trata de vender como parte de una progresía que ya murió. En un hipotético triunfo, el mensaje del domingo a la noche al conjunto nacional, será que todos deben unirse si quieren derrotar al peronismo.

Campaña virulenta. Más allá de los nombres propios de cada región, tanto a nivel provincial como nacional (no dejar afuera del análisis lo que sucede en CABA), la fuerza amarilla ha sabido construir una campaña que ha ganado en visibilidad pero al costo de una disputa de tal magnitud, que hace imposible imaginar cierto diálogo armónico para el corto, el mediano y el largo plazo entre los dirigentes que participan de la compulsa. Las acusaciones cruzadas por tener vinculaciones con el narcotráfico, por desconocer la provincia, por la presencia de candidatos discriminadores y su consiguiente renuncia a la lista de diputados y la falta de actitud para hacer lo que hay que hacer para “tener todo”, implica una distancia que pone serias dudas a que los números electorales que cada espacio alcance, puedan mantenerse en las generales de dos meses después.

Por todo lo expuesto, Santa Fe aparece como un laboratorio que también despierta no pocas expectativas en aquellos que dicen desear un cambio. Los puntos en común no son pocos. Y mientras el oficialismo nacional, paso a paso, comienza a encontrar un rumbo electoral que se sustancia en la cotidianeidad de la gestión y en los errores no forzados del otro lado, éste domingo 16, nuestra provincia ocupará el centro de la atención de la Argentina toda. Como muestra de ensayo y por lo que pueda venir. 

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 15 Jul 2023 17:08:43 -0300
UP https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6768-up https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6768-up UP

Tirá, tirá para arriba, tirá.
Si no ves la salida, no aflojes mi amor,
no aflojes, vos, tirá.
Tirá, tirá para arriba, tirá,
no hay horas perdidas, no importa, mi amor,
no importa, vos, tirá…
Miguel Mateos

En la genial “UP, una aventura de altura”, película que fue coproducida entre Disney y Pixar, su protagonista Carl Fredriksen aparece en el medio de un conflicto por los derechos de su propiedad. En su soledad, no se le ocurre mejor idea que alejarse de la misma, atando un sinnúmero de globos a su pequeña casa y salir a recorrer el mundo, deseo tan antiguo como su propia edad. Al filme siempre me gustó pensarlo como una alegoría para hacer aquello que nos gusta pese a los años que portamos, las ausencias y algunas presencias, inicialmente, no deseadas.

En la semana que acaba de culminar, al Frente de Todos se le puso fecha de vencimiento y en lo nominal, el oficialismo ha preferido encarar el próximo tiempo electoral con otra impronta: “Unión por la Patria” (UP). Sería legítimo suponer que a ningún genio de la publicidad política se le ocurra la idea de vincular la sigla con el significado del inglés en un movimiento que se define como nacional y popular.

Pero más allá de esta chicana de ocasión, la primera pregunta de rigor deviene en que si este proceso electoral ya iniciado, actuará como los globos de la recordada película, permitiendo que el oficialismo suba en la consideración primero interna y luego general o, como con el personaje del niño explorador Russell, habrá que acostumbrarse a convivir con presencias no deseadas. Recorrido por una semana proyectada desde hace un tiempo, pero, seguramente, no deseada en sus resultados. Pasen y vean. Sean todos y todas bienvenidos.

En el plano nacional, desde comienzos del año político, se sabe que, además de las fechas de la celebración de las elecciones PASO y generales, el miércoles 14 de junio y el sábado 24 del mismo mes, se habían transformado en mojones que sintetizarían buena parte del escenario político de 2023. Inscripción de alianzas y frentes primero, y definición de candidaturas después, las rutinas dirigenciales y el seguimiento de las mismas por parte de analistas, operadores mediáticos y militantes han estado centradas en descubrir las señales de lo que podría suceder por estos días.

En material electoral, en el recorrido de los últimos meses podemos sintetizar tres etapas para el oficialismo: la del intento de derogación de las PASO, la discusión por una candidatura de síntesis y, finalmente, la aceptación a regañadientes del tándem cristinista massista de que el 13 de agosto habrá que hacer debutar un sistema de elección de candidatos con competencia interna para cargos ejecutivos nacionales.

https://twitter.com/unionxlapatria/status/1669088968594292736

La primera de esas etapas transcurrió durante 2022. Parte del oficialismo planteaba públicamente que las PASO debían ser derogadas o, cuanto menos, suspendidas en su realización. Las razones, que hemos expuesto en este artículo respondían al más puro pragmatismo político: a la vez que se ordenaba el proceso electoral desde la conducción política del Frente de Todos, se potenciaba el riesgo de atomización en el espacio de Juntos por el Cambio, ya que la intensidad de la interna amarilla era tan notoria, que no eran pocos los que imaginaban que la oposición terminaría fragmentada, al punto de que cada referente armara su propio “kiosquito” electoral y de esa manera habilitaba un seguro triunfo oficialista.

Esa propuesta encontró límites en el Congreso de la Nación. En la oposición, que dos años antes había pedido derogarlas y que entendía que ahora ese proceso interno podía ser canalizado en términos institucionales; y en el propio oficialismo donde no pocos legisladores veían con malos ojos modificar el sistema electoral de acuerdo a las conveniencias electorales de cada coyuntura.

Ya en 2023, la segunda etapa vino de la mano del argumento defendido con especial ahínco por el massismo, de que era necesario evitar las internas en el Frente de Todos encontrando un candidato que actuara como síntesis del proceso. Las razones argumentativas eran más o menos sencillas. Había que evitar un doble desgaste: el de un proceso interno que puede (y suele) dejar heridos en el camino y el de los hipotéticos titulares del día lunes siguiente a las elecciones donde, en un escenario de tercios, el mejor de los candidatos oficialistas apareciera tercero o cuarto.

Salidos Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández del menú de ofertas (en ese orden temporal y por diversas razones), ese nombre de síntesis no ha surgido pese a la presión ejercida por sus propaladores, quienes además contaban con el apoyo de unos cuantos gobernadores y referentes de la CGT.

Y por último, la transición de estos diez días, entre la conformación de los frentes y la nominación de candidatos, da por seguro que las internas son un hecho y que, buena parte del oficialismo no la ha procesado de la mejor manera, lo cual se demuestra con dos hechos por demás de evidentes: el comunicado del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires conducido por Máximo Kirchner y la referencia de la vicepresidenta en un acto en la provincia de Santa Cruz.

https://twitter.com/BonaerensePJ/status/1669108017814437888

Más allá de los dimes y diretes, de lo dicho o no en las reuniones internas, de los tonos utilizados o de la prosapia de cada uno de los protagonistas, lo cierto es que la política argentina cada vez queda más expuesta en su bonaerización (para profundizar en el abordaje del tema, leer este artículo de la colega María Esperanza Casullo).

La discusión por los pisos electorales en la conformación de las listas de diputados es un buen ejemplo de ello. Recordemos que, de acuerdo a la ley electoral nacional, cada frente debe resolver cómo se reparten las candidaturas a los llamados cargos plurinominales en cada provincia. El número que se elija, puede resultar limitante para aquellos que no lo superen ya que se podrían quedar sin la representación ante el electorado en las generales.

Uno de los ejes de la disputa interna bonaerense estuvo centrada si ese piso debía ser de 40 (propuesta cristinista) o de 20 puntos (idea del sciolismo). Como es de rigor, se partieron diferencias y el número quedó en 30. Pero lejos de reivindicar la idea del acuerdo, el comunicado ya señalado y las declaraciones de la ex presidenta vinieron a enrarecer aún más el clima y, de paso, proyectarlo al conjunto nacional, donde, vale decirse, el escenario es otro.

Santa Fe es un buen ejemplo por un doble motivo. Ese límite que comentamos será de 10 puntos y con reparto en la lista por sistema D’hont, lo cual garantiza de manera más o menos adecuada la proporcionalidad representativa para todos los sectores.

El otro motivo se impone desde una lógica de estricta muñeca política: los cuatro precandidatos a gobernadores (y sus respectivas vices) se sumaron a un encuentro en la sede del Partido Justicialista en la ciudad de Santa Fe, donde trataron de mostrar que el concepto de “unidad en la diversidad” aún tiene vigencia por estos arrabales del mundo. El acuerdo de llevar adelante un proceso interno ordenado, donde tres de los cuatros protagonistas se podrían referenciar como hijos de la generación “diezmada”, se contrapone, también, con lo que sucede en el famoso frente de frentes donde las vertientes jóvenes de un radicalismo que sueña con sentar en el sillón del Brigadier López a uno de los suyos, parecen no ceder en una disputa que no duda de hablar de narco política y de gastos de dudoso origen en los movimientos de campaña.

https://twitter.com/PJ_SantaFe/status/1669721552567390208

La otra novedad de la semana radicó en las declaraciones de la vicepresidenta que, como nunca, se involucró públicamente en el barro de la disputa interna por la conformación de las listas. Quienes siguen esta columna dominguera, recordarán que hace un par de semanas nos animábamos a pensar en una Cristina alejada de esas cuestiones menores y proyectando, de alguna manera, más allá de los apoyos circunstanciales, en erigirse en una referencia que actuara desde un liderazgo innegable.

Parece que nos hemos equivocado. Las razones del cambio tal vez deban buscarse en una realidad política donde ya no se puede imponer cierto orden desde la fortaleza innegable de los números. Ni Eduardo De Pedro, ni Sergio Massa parecen despegarse en el lote de candidatos. Sin apoyo explícito de un nombre propio (actitud que resultaría extraña para la forma en que la vicepresidenta ha construido su carrera política) todo parece indicar que estamos ante una disputa de varios “iguales”.

No son pocos los que imaginan que la bendición (¿o crucificción?) llegará para imponer el nombre propio de Axel Kicillof para la disputa de las presidenciales, situación no deseada en ningún sentido por el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires. Si ello es así, podríamos hablar de una sorpresa final, pero bastante limitada por cierto.

Miguel Mateos supo componer una canción que se transformó en un himno para los que superamos la barrera de los 50. Cantada a voz en cuello, a los gritos y en plena celebración vital de las fiestas ochentosas, “Tirá para arriba” sigue siendo esa síntesis de melodía y letra que nos interpela desde lo que nos falta, lo que no nos sale o todo aquello que la vida de alguna manera, nos limita, pero que igual debemos seguir intentando. No son tiempos fáciles para quienes eligen el compromiso por una idea política. Cierta dirigencia parece encerrada en algún chiquitaje inconducente. Vos tirá para arriba, no aflojes. El ejemplo de Jujuy y de lo que nos puede esperar, está a la vuelta de la esquina.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 18 Jun 2023 10:04:52 -0300
Cuidado con la curva https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6766-cuidado-con-la-curva https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6766-cuidado-con-la-curva Cuidado con la curva

Sabido es que en el tránsito urbano, cuando se conduce responsablemente, se llega a la curva frenando y se sale de ella acelerando. Podrá utilizarse la segunda o la tercera marcha, dependiendo de cada motor, pero es indudable que el ejercicio supone una básica noción del uso del tiempo. En política, fundamentalmente la de las ligas mayores, el recurso temporal es una herramienta que puede transformarse en un activo que define situaciones en un sentido o en otro. La ambigüedad es parte de esa razón de ser: decir sin decir del todo es una condición sine qua non de muchas estrategias.

Si una imagen puede valer más que mil palabras, resulta evidente que el acto del 25 de Mayo, donde se recordaba (entre otras tantas cosas) la llegada al poder en 2003 de un ignoto Néstor Carlos Kirchner, dejó múltiples señales que todos pudimos ver. Pero a veces, no todo lo que está expuesto refiere a la sustancia de las cosas. Coyuntura de un acto con la estela de 20 años de historia, pero con la enorme vigencia de un 2023 lleno de curvas y contra curvas. Sin, necesariamente, acelerar a fondo, pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

Sobre una Plaza de Mayo reducida en tamaño, con la épica que pueda aportar un día de lluvia y con un escenario que miraba a un cabildo que doscientos trece años atrás había repetido la imagen de un clima desapacible y un pueblo movilizado; Cristina Fernández de Kirchner en particular y el peronismo en general, se dieron el gusto (definitivamente constitutivo) de movilizar a varios cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos, interesados por la palabra de la lideresa más importante que estos cuarenta años de democracia supieron parir. Le pese a quien le pese y le guste a quien le guste. El convite dejó cuatro ejes insoslayables. Repasemos.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1661839360365305892

Uno. Una ponderación renovada. La Vicepresidenta volvió a insistir en la calle, con algo que cuarenta y ocho horas antes había señalado en un set de televisión: “que el actual gobierno, pese a las diferencias y discusiones internas, era infinitamente mejor que lo hubiera sido un segundo mandato de Mauricio Macri”. Usó al número que representa la medición en dólares del Producto Bruto Interno de 2015 comparativamente con 2019 y aportó los valores de 2022 como una verdad irrefutable. 

El dato debe ser pensado como una base desde donde interpelar a la ciudadanía, fundamentalmente a aquellos a los que se debe re enamorar si se quiere contar con alguna chance electoral para la tríada de fechas electorales (agosto, octubre y en lo que hoy parece como inevitable, el ballotage de noviembre); pero también como un parte aguas del que Cristina no puede escapar del todo, al haber sido la mentora fundamental de esta experiencia novedosa llamada Frente de Todos.

Dos. La centralidad de siempre. Ella será una referencia insoslayable en el armado de cara a lo que viene en el universo oficialista. Tanto en lo que parece ser una cada vez más confirmada PASO, como en las elecciones generales. Esto es así por peso específico propio, ese que se resume en que ningún dirigente del oficialismo o de la oposición, reúne tanta aceptación detrás de su figura. Como ejemplo basta un botón: no fueron pocos los funcionarios del gobierno que no reportan a ella en el día a día de la gestión, pero que sí se hicieron presente en la masiva convocatoria del jueves.

https://twitter.com/wadodecorrido/status/1661885600524382208

Tres. Sin bendiciones públicas. En línea con lo anterior y pese a ciertas ansiedades reinantes de algunos que vienen muy rápidos y que al decir de un tal Carlos “Indio” Solari están a tiro de que se les suelte el patín, la ex presidenta parece no moverse en la inmediatez de ciertas urgencias. Todo el mundo espera de su parte la nominación de un candidato, hecho que por ahora no llega, y que, irresponsablemente y a contramano de cierto espíritu general, este analista empieza a dudar de que llegue. Nos explicamos con dos argumentos.

Descartado el apoyo del cristinismo a Eduardo “Wado” De Pedro, cuestión que se ha hecho por demás de evidente durante este fin de semana largo, con pintadas y afiches en las calles más un video de lanzamiento del actual ministro del Interior y que se suma a su cercanía corporal en el escenario del jueves; vale preguntarse si ella no intentará ponerse por encima de la situación de una interna nunca deseada en su propio espacio. Como mojones valen recordar los intentos por derogar las PASO, y los persistentes intentos de lograr un candidato de unidad.

La historia suele demostrarlo. No resulta raro para cierto ABC de la política y por cierta práctica persistente desde los primeros tiempos kirchneristas, que un líder (lideresa en este caso) no apueste decidida y públicamente por un precandidato de la interna. “Vayan y jueguen” suele ser la mejor de las bendiciones que a veces reciben aquellos que quieren contar con el decidido apoyo del líder.

https://twitter.com/danielscioli/status/1662214568926666753

La presente especulación se explica desde la lógica de una Cristina Fernández de Kirchner que tal vez se imagine a partir de diciembre de 2023 como jefa insoslayable de la coalición de gobierno (si se triunfara en las generales) o de la oposición (si la derrota fuese el resultado que dispongan la mayoría de los argentinos).

En ese contexto deben sumarse a Daniel Scioli, quien insiste en su precandidatura, y a Agustín Rossi, quien prepara su lanzamiento vía streaming para este lunes 29 de mayo. Para completar el cuadro, quien debe comenzar a sentir cierto alivio es Axel Kicillof que, a diferencia de la opinión de Máximo Kirchner, no quería ir por el premio mayor que supone la presidencia, sino quedarse a disputar su reelección en la provincia de Buenos Aires, cosa que, todo parece indicar, sucederá en los hechos.

En resumen y planteando una pregunta de rigor dada la configuración actual del peronismo, ¿quién estaría en condiciones de discutir la centralidad de Cristina Fernández de Kirchner si ella estuviera frente al escenario de una derecha que, triunfante en octubre o noviembre, vendría por el plexo de derechos que ha sabido consagrar el peronismo a lo largo de la historia? En el horizonte no aparece ningún nombre con semejante peso específico. 

https://twitter.com/RossiAgustinOk/status/1662098563910840322

Cuatro. Hacerse cargo. Durante mucho tiempo, la actual oposición mediática y política parecía tener como único horizonte de crítica a la figura de la vicepresidenta. El “Cristina, Cristina, Cristina” se transformó en una chicana que se supo construir de este lado del mostrador. A la vez que se la detestaba, el amarillismo de Cambiemos (con todo el rigor de la palabra) la ponía en el centro de la escena como síntesis de todos los males. Un infantilismo político que sólo encuentra semejanza en la denostación permanente a la historia y esencia del peronismo.

De un tiempo a esta parte, cuando las diferencias en el oficialismo se hicieron más evidentes, y ante sus límites de gestión, la referencia al “Cristina, Cristina, Cristina” pareció mudarse de vereda. Florecieron sus exégetas, los que reinterpretaron la historia de la década ganada, los que tienen la “posta anticipatoria” de lo que serán sus movimientos políticos y los que construyen la imagen de una Cristina perfecta y sin errores.

A todos ellos pareció hablarles, también, el día jueves. Reconoció que la década ganada no había sido Disneylandia y ante la insistencia de su candidatura que no será (“una más y no jodemos más”) abrevó en un piadoso silencio. Cerró el discurso con una frase lapidaria también para los propios: “no exigirles a los otros, lo que uno no está dispuesto a realizar por uno mismo”, reversión en modo lluvia, de aquel tomar el bastón de mariscal que supo expresar hace algunos meses atrás, primero en una cena privada y luego de manera pública. Si fuera válida una reinterpretación comparativa, es como aquella madre que les dice a sus hijos que no le pidan más a ella y que salgan al mundo y maduren.

En la continuidad inmediata del acto, y de lo que pudo verse en redes y en algunas declaraciones televisivas, no fueron pocos (sí, tal vez los menos) lo que sintieron que, de cara al futuro, el acto no les había agregado demasiado. Tal vez la base de ese desasosiego radique en la insistencia de un cristinismo que maximizó al extremo la centralidad de la Vicepresidenta: más como una necesidad propia que como una estrategia dispuesta desde la conducción política.

También queda pendiente lo que ella ha sabido esbozar como el programa que debería discutir el oficialismo antes de que emerjan las candidaturas. Planteó varios lineamientos, con el agregado sobresaliente de la cuestión del litio y cómo pararse frente a eso. “No tener la concepción de Potosí”, donde los poderosos de turno engrosen sus ganancias con una dinámica extractiva que le otorgue migajas al conjunto de los argentinos, parece ser una buena síntesis.

Pero el punto en cuestión es que tal vez hoy no se cuente con el tiempo material para la discusión interna de ese programa. La vecindad electoral apremia y tal vez, la única esperanza radique en que el mismo pueda discutirse de cara a la sociedad en el marco de la campaña inminente. Ante las presiones internas que le exigen ciertas definiciones, Cristina Fernández de Kirchner parece conducir a otra velocidad. Tal vez algunos, con sus pretensiones, no vean la curva que parece lejos y a la distancia.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 28 May 2023 09:36:09 -0300
No hay dos sin tres https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6765-no-hay-dos-sin-tres https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6765-no-hay-dos-sin-tres Las Tres Sombras de Godin

Resultados domingueros previsibles. El intento opositor de establecer algunas reglas mínimas para sobrellevar un proceso de internas sin que todo vuele por los aires, a la vez que reivindica la intentona de una nueva jugada cortesana en una provincia definitivamente esquiva a sus intereses. Una carta que se explica por sí misma aunque su autora reclame “comprensión de texto”, en un programa de televisión que alcanza niveles récord de audiencia para una señal de cable. Todas estas circunstancias explican buena parte del devenir político de los últimos días en una Argentina que, de a poco, profundiza su modo campaña. Revisemos.

Si ponemos el rewind (generación Z, abstenerse) y miramos a la distancia, el escenario parecía ideal: un gobierno con problemas evidentes de cohesión interna, datos de pobreza e inflación en alza y el desgaste que supondrían cuatro años de gestión. Cualquier consultor político que se precie y que resulte contratado para dirigir la campaña de un espacio opositor, se frotaría las manos ante el cúmulo de oportunidades imaginadas de cara al proceso electoral. Pero nada es tan lineal y sencillo en un país como la Argentina. Y las certezas que algunos parecían dar como definitivas unos pocos meses atrás, comienzan a desvanecerse de la misma manera que la idea de un otoño frío y seco.

La lógica que había surgido desde comienzos de año parecía más o menos sencilla para el mundillo de Juntos por el Cambio: con un oficialismo debilitado por las razones antes expuestas, sólo quedaba definir los nombres de quiénes serían los protagonistas encargados de devolver a la fuerza amarilla al gobierno de los argentinos. Pero pasaron cosas: su propia interna ha escalado a niveles casi desconocidos para el gran público, la figura de Javier Milei ha crecido de manera no prevista, y las elecciones provinciales, por ahora, no son (ni por asomo) lo que se esperaba desde el PRO.

En ese sentido, el proceso electoral de los estados subnacionales ya alcanza a un tercio de los mismos (ocho) y de las cuales pueden sacarse tres conclusiones: a diferencia de las legislativas pandémicas de 2021 prevalecen los oficialismos; excepto el caso de Jujuy, Juntos por el Cambio (o sus colectoras) ha sido ampliamente derrotado y Libertad Avanza, no se hace visible en las urnas.

Históricamente, en años de comicios por cargos ejecutivos, el sistema electoral argentino convive con dos escenarios paralelos que se retroalimentan entre sí: mientras se desarrollan las elecciones provinciales, la campaña nacional toma forma. Muchas veces de manera separada e independiente, pero en esta oportunidad, la falta de definición de las candidaturas, principalmente en el Frente de Todos, ha propiciado que cada votación sea puesta bajo la lupa de manera protagónica.

El dato original de este 2023 muestra al espacio opositor buscando respuestas por fuera de los límites que impone un proceso electoral: la definición cortesana que terminó obligando a Juan Manzur a bajarse de una candidatura a vice gobernador de Tucumán y a poner en lista de espera al deseo reeleccionista de Sergio Uñac en San Juan; ha tentado a algunos protagonistas a probar suerte en el máximo tribunal, negando lo que dicen las constituciones provinciales y con interpretaciones forzadas de la Carta Magna sancionada en 1853. Si ya se limitó el derecho al sufragio en dos provincias, algunos imaginan que tal vez pueda haber una tercera. 

https://twitter.com/insfran_gildo/status/1658635077843025920

Es el caso de la novedad de la semana, donde un dirigente opositor formoseño no tuvo mejor idea que presentar un amparo para que la Corte impida la candidatura del actual gobernador de Formosa Gildo Insfran. El litigante no tuvo el mejor de los viernes: una vez que el máximo tribunal le dio vista al Procurador, éste desestimó el pedido por considerar que los supremos no tienen competencia en el asunto. Por lo demás, si los cuatro de la calle Talcahuano decidieran repetir el espíritu de hace un par de semanas atrás, generarían dos hechos simultáneamente vergonzosos: un verdadero escándalo político y un aún más desechable antecedente jurídico dado que la Constitución de esa provincia, no impone límite de reelecciones y, además, deslegitimaría a un ciudadano que gobierna ese territorio desde hace, nada más y nada menos, que dieciocho años, elegido a través del voto ciudadano.

Ya no basta con judicializar leyes que son sancionadas de manera legítima por el Congreso de la Nación o decretos del Poder Ejecutivo que corresponden a su derecho de gestionar. A partir de algunas “primicias” que transcienden en la corporación mediática, buena parte del sistema político se empieza a preguntar hasta donde estará dispuesto a llegar el cuarteto de jueces supremos.

En nombre de la república y las alternancias parte de la política se vuelve a denigrar a sí misma, negando la esencia de la voluntad popular y buscando por fuera de ella lo que las mayorías no parecen otorgar.

En este contexto, los dos espacios más importantes siguen atravesando coyunturas disímiles a la vez que semejantes y que podrían ser sintetizadas en la existencia de profundos procesos internos, pero que empiezan a dar señales de cierto ordenamiento que imponga algunas reglas relativamente claras.

Para el caso del Pro, a pocas horas de haberse conocido los resultados en las provincias de Tierra del Fuego, La Pampa, Salta y San Juan, la conducción partidaria nacional intentó dar una señal hacia afuera, pero fundamentalmente hacia adentro, al decidir que el precandidato para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires será definido por un mix de encuestas y que en la provincia más grande del país, cada pre candidato presidencial llevará el suyo propio para la gobernación.

El espacio fundado por Mauricio Macri enfrenta un serio problema para la elección de CABA y que tiene nombre propio: Martín Lousteau. El actual senador cuenta con una buena proyección en las encuestas y nadie puede confirmar del todo que el triunfo interno del PRO esté asegurado. Llevar dos candidatos por el mismo partido suponía una partición del voto que sólo le convendría al creador de la tristemente célebre Resolución 125.

Del otro lado, en el Frente de Todos, y más allá de los reiterados argumentos del ministro de Economía Sergio Massa pidiendo unidad para una mejor gestión, la centralidad política de la semana le volvió a corresponder, por una doble acción, a Cristina Fernández de Kirchner. En primer término por la carta publicada en sus redes, el mismo día y unos minutos después que se celebrara el congreso partidario en el micro estadio de Ferro, donde se había pedido por una “Cristina presidenta”. En la misiva digital volvió a ratificar lo anunciado el 6 de diciembre, cuando se conociera el fallo condenatorio de la causa “Vialidad”, desistió de participar como candidata (para cualquier cargo) del proceso electoral de este 2023. El sacudón político para quienes habían activado el operativo clamor no fue menor.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1658585951789109250

El segundo hecho refiere a la presencia de la vicepresidenta, por primera vez luego de seis años, en un set de televisión. En esta oportunidad, en el programa Duro de Domar que alcanzó la friolera para un canal de cable, de casi once puntos de rating. Si a ese número le agregamos el seguimiento en redes y en diversos canales de You Tube, es probable que su presencia televisiva la hayan seguido no menos de 1.500.000 ciudadanas y ciudadanos: un número nada desdeñable para una supuesta muerta política que desde hace veinte años incide en el juego de las grandes ligas.

Más allá de las apuestas previas de muchos de sus partidarios, Cristina obvió las grandes definiciones que refieren a candidaturas. No fustigó al presidente y a sus funcionarios más cercanos (no es poco), reivindicó por primera vez en mucho tiempo a éste, como un gobierno infinitamente mejor que el de Mauricio Macri y se la notó sensibilizada cuando le tocó hablar de la situación de su hija y del recuerdo de su compañero Néstor Kirchner. Pidió salir rápido de ese lugar, y no se privó de hablar de un escenario de tercio electoral, tal vez su definición política más importante.

La ex presidenta confirma lo que muchos encuestadores han dejado traslucir desde hace algunos meses: ya no existe un escenario antitético de uno contra uno, donde Juntos por el Cambio y el Frente de Todos disputarían el premio mayor, sino que el supuesto libertario Javier Milei tallará de manera determinante en agosto y octubre. Según ella, si ya no son dos sino tres, la clave para el oficialismo pasa por llegar al ballotage. Los nombres propios, más allá de las ansiedades y las múltiples interpretaciones, te los debo. No falta demasiado para ello, pero por ahora, este analista supone que Cristina insistirá con la idea de un programa que aglutine al peronismo, pero que fundamentalmente, “re enamore” al electorado.

Y del otro lado, en parte, parecen haber recogido el guante. La convocatoria del presidente Alberto Fernández al acto del 25 de mayo que organiza el cristinismo, celebratorio de los veinte años de la llegada al poder del kirchnerismo, puede ser una buena forma de fomentar algunos puntos de encuentro que vayan más allá de un acuerdo de unidad o de la celebración de las PASO.

Eran dos provincias condicionadas por decisión cortesana y algunos pretenden que ahora sean tres. Cerrábamos 2022 con la hipotética disputa entre peronistas y cambiemistas para las elecciones presidenciales de este año, pero apareció un nuevo protagonista que, ahora parece ser, nadie quería del todo. Multiplicidad de actores, complejidad de perspectivas. Nadie la tiene del todo fácil.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 21 May 2023 08:55:42 -0300
Woodoku https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6763-woodoku https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6763-woodoku Woodoku

En el juego del Woodoku, al que este analista confiesa ser aficionado, la gracia consiste en llenar casilleros que nos van asignando más puntaje. En un tablero de ochenta y un cuadrados, pequeñas piezas de hasta cinco bloques deben ir incorporándose en línea para, una vez completado determinado sector, sumar puntos a la vez que dejamos el espacio libre. De alguna forma, una analogía con los tiempos que comienzan a transitarse en la política argentina en general y en la santafesina en particular: mientras se acerca el tiempo de las definiciones y el tablero de operaciones, candidaturas y resultados electorales comienza a despejarse, vale descubrir quiénes son los que, verdaderamente, podrán sumar algo al gran juego de este ya avanzado 2023. La primera semana de mayo, otra vez, fue rica en matices que bien valen unas líneas al respecto. Pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

El federalismo argentino que consagra la Constitución Nacional sancionada en 1853, habilita a que cada provincia elija sus propios sistemas electorales y de representación en tanto y en cuanto, ellos no sean contradictorios con lo dispuesto en la Carta Magna en cuanto a valores y principios. Eso supone la posibilidad concreta de que cada Estado subnacional elija la unicameralidad o la bicameralidad legislativa, la representación por cupos más o menos acotadas, su propio sistema de votación, su instrumento y las fechas de las elecciones, decisión ésta última que en la mayoría de los casos depende de la voluntad política del gobernador. Conviven así en la Argentina, multiplicidad de variantes que complejizan los abordajes.

En ese contexto hay dos consecuencias inalterables en el tiempo. La primera refiere a la tendencia, podría decirse que natural de parte de gobernadores y candidatos, a “alambrar” las provincias para que lo nacional no complique la coyuntura de esos territorios. La segunda radica en la innumerable cantidad de medios, analistas y hasta dirigentes políticos que ven como una señal de debilidad de los oficialismos nacionales, que los mandatarios provinciales elijan desacoplar los comicios locales de los federales (en este 2023 son dieciocho). Basta echar un vistazo en los procesos de las últimas décadas para comprender que lo que para algunos es debilidad, refiere en realidad a una práctica definitivamente asentada.

Ese entramado, que se visualiza en el conjunto de veinticuatro sistemas electorales provinciales más el nacional, impone, en años electorales, la convivencia de un paralelismo que a veces puede resultar, para algunos, desgastante: mientras la mayoría de las provincias suelen elegir a sus autoridades con varios meses de anticipación, la elección nacional queda más cercana al proceso de recambio de autoridades de cada 10 de diciembre de los años impares.

Para sumar confusión a aquellos ciudadanos desprevenidos a los cuales no le interesan estos asuntos, el sistema político en su conjunto (dirigentes, partidos, comunicadores y analistas), suele tomar cada resultado comarcal como un anticipo de lo que sería la elección nacional. Los que peinan canas recordarán aquel viejo caso de una elección en Perico, provincia de Jujuy, durante 1997, donde el menemismo que había resultado triunfador intentaba proyectarlo a la totalidad del país, luego de una magra cosecha de votos en el total país.

De alguna manera, este tablero de Woodoku que comienza a activarse se proyecta en dos sentidos: en el de las propuestas y en el de los resultados. Para el primero de ellos la semana que pasó fue rica en episodios.

https://twitter.com/mariuvidal/status/1654257899823087617

A nivel nacional, en Juntos por el Cambio, más concretamente en el PRO, la noticia más importante fue la decisión de María Eugenia Vidal de bajarse de una pre candidatura a presidenta que había anunciado algunos meses atrás. ¿Novedad? Definitivamente, no. Quienes siguen esta columna semanal y nuestra participación radial en AM1330, sabrán que hemos relativizado aquel lanzamiento de la ex gobernadora de Buenos Aires.

Las razones sobran pero podrían sintetizarse en tres: su mala gestión en la provincia de Buenos Aires, su escasa visibilidad como diputada nacional en los dos últimos años y la existencia de nombres internos previamente instalados como los de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, con otra espesura y bagaje político. Por lo demás, es de dudosa efectividad el estilo madre sobreprotectora, impoluta y abnegada, en tiempos de un partido que profundiza públicamente su viraje a la derecha, tapando bajo la alfombra de la protección de la corporación mediática, la violencia que subyace en ciertas propuestas.

No menos relativa es la posibilidad de que la renunciante pueda aparecer como la síntesis de la interna partidaria que la ubique en una candidatura única para la jefatura de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero habrá que esperar. Los caminos de la política argentina son, como los del Señor, inescrutables.

Por el lado de los supuestos libertarios, no dejó de llamar la atención la decisión de su máximo referente, de no sostener ninguna candidatura provincial más allá de los cuatro casos de CABA, Buenos Aires, Tucumán y La Rioja. Los magros resultados electorales conseguidos hasta aquí, los que se proyectan en las inminentes elecciones de este fin de semana y la escasa visibilidad de los que pintan como propuestas comarcales libertarias de mediano plazo, forzaron la decisión de Javier Milei de evitar un armado nacional que le impondría otras condiciones.

Ante esto, no fueron pocos los analistas que pusieron el eje en los límites que eso puede representar en la candidatura presidencial del hombre que fantasea con una dolarización. El problema es estructural: desde un bloque con unos pocos diputados propios, más allá de cierta propalación mediática, sin estructuras partidarias que sostengan una candidatura a lo largo y ancho del país (o por lo menos en las provincias más pobladas), resulta muy difícil institucionalizar una propuesta.

Algo de esto entendió Mauricio Macri en su momento cuando parió Cambiemos a partir del acuerdo con la Unión Cívica Radical. Los territorios también siguen siendo importante en la política del siglo XXI, aunque a veces algunos crean que en los medios y las redes está la verdad final de las cosas. Las luces de la Reina del Plata pueden enceguecer: una elección nacional requiere de una vocación de poder que intrínsecamente supone salirse de ciertas seguridades inmodificables.

Pero si hablamos de situaciones sin variantes, el Frente de Todos a nivel nacional parece llevarse las palmas. No son pocos los dirigentes que comienzan a pedir públicamente un encuentro entre los popes del espacio a fin de ordenar el proceso electoral que, a no dudarlo, ya comenzó.

Más allá del diálogo de las segundas líneas para ese encuentro, no dejó de llamar la atención la  afirmación de un experimentado y gatuno periodista porteño que anunció la “primicia” de una Cristina candidata presidencial. Al no haber correlato de ningún tipo, el tema quedó relegado al micromundo de la política y de las redes. Si el comunicador se comió una operación o actuó de operador, sólo él lo sabe, pero al respecto cabe decir que, a lo largo del tiempo, la vicepresidenta ha sabido mantener un estilo donde no suele adelantar decisiones de ningún tipo, con o sin impacto, vía off the record. Uno imagina que a esta altura de los acontecimientos, no cambiará de formas.

El tiempo de definiciones no se reduce a lo comentado hasta aquí. Más allá de los vaivenes y dudas en CABA y en la provincia de Buenos Aires, tanto para oficialistas como para opositores, en Córdoba y Santa Fe también empiezan a individualizarse los nombres propios. Mientras en la provincia mediterránea estamos a poco menos de 24 horas del cierre de listas, por estos lares queda una semana para que descubramos, quién va con quién en este juego del poliamor político. 

Por lo pronto, Carolina Losada confirmó el día lunes su precandidatura como gobernadora, la cual vendrá acompañada de Federico Angelini como vice, hombre de estrecha confianza de Mauricio Macri y cercano a Patricia Bullrich (¿pedirá también él, licencia en la conducción partidaria?). Su presentación al mejor estilo PRO, por imagen escenográfica, discursiva y hasta de vestimenta, tuvo un segundo acto que la llevó a afirmar que, en caso de ser gobernadora, vivirá en Santa Fe. Se le podría regalar un aplauso si no fuera porque la Constitución Provincial ya lo consagra como una obligación.

No tardaron en recordárselo desde lo más granado del sistema político santafesino, opositores internos incluidos, a quienes les respondió “sin querer queriendo” al decir del Chavo del 8, que ella llegaría al poder sin tener vínculo alguno con la narco criminalidad. No se supo, públicamente, qué pudo haber afirmado algún precandidato nacido en Hughes, aunque podemos suponerlo, junto con la idea de una interna que en ese espacio parece que será subidita de tono.

En el otro sentido del llenado de casilleros del tablero entra el de los resultados que se sucederán este domingo en tres provincias argentinas: La Rioja, Jujuy y Misiones. En las tres, a contramano de lo que sucedía con las elecciones en tiempos de pandemia y de acuerdo a los datos previos, prevalecerían los oficialismos.

En la primera de ellas se da por descontado el triunfo de Ricardo Quintela. La duda radica en si, efectivamente, Martín Menem, candidato que ha sido apoyado públicamente por Javier Milei, logra desplazar a Juntos por el Cambio al tercer lugar, lo cual no sería una buena noticia para la coalición conformada por radicales y amarillos.

A poco más de 700 kilómetros de allí, en la provincia de Jujuy, con un peronismo partido en tres y mientras la izquierda aspira a ocupar el segundo lugar, todo parece indicar que prevalecerá Carlos Sadir, ministro de Economía de la administración que conduce Gerardo Morales, quien espera una victoria contundente que le permita proyectarlo de manera más decidida en el plano nacional, en un contexto donde su pre candidatura no ha ganado en espesura política.

Cruzando el país en sentido oeste – este, Misiones confirmaría el triunfo de Hugo Passalacqua, ex gobernador, hombre de Carlos Rovira, quien parece tener la provincia lo suficientemente amurallada como para el seguir siendo un jefe político que prevalece desde hace veinte años. De todas formas, los partidos deben jugarse y ninguno está ganado de antemano.

Los múltiples tableros electorales comienzan a completarse. Con pre candidaturas de los distintos espacios que, probablemente y por primera vez desde su implementación a nivel nacional, disputen elecciones PASO con resultado incierto; pero también con datos definitivos en provincias argentinas que, al final del mes en curso, habrá aportado el resultado de poco menos de la mitad de las mismas. Una foto que merecerá ser revisada, pero que no necesariamente sirva de adelanto de lo que pueda suceder en el país entre agosto y octubre de este año.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 07 May 2023 11:51:04 -0300
Intenciones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6762-intenciones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6762-intenciones Intenciones

La cama en el dormitorio, el inodoro en el baño y las ollas en la cocina. Ese orden básico y elemental que aplicamos para nuestras vidas, también debería ser terreno de la economía y de la política. Pero es sabido que los potenciales del deber ser y la realidad en un país como el nuestro, casi nunca van de la mano. "Pasan cosas", al decir de un ex presidente, y esta última semana de abril no fue la excepción, ya que abundaron las acciones que reflejan el intento de ordenar una coyuntura que, con la honrosa excepción de un outsider, no viene con viento a favor para nadie. Repasemos.

En el fin de semana anterior nos preguntábamos si, efectivamente, la corrida cambiaria había cesado. Rápidamente, el día lunes comprendimos que no. El dólar ilegal rozando los $500 del día siguiente fue un título que la corporación mediática no quiso perderse del todo, pese a que nunca alcanzó ese número.

A partir de allí el oficialismo pareció reaccionar. Con un conjunto de declaraciones que incluyeron un hilo de tweets del ministro Sergio Massa (la más emblemática fue la de la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau), pero también, y fundamentalmente, con decisiones económicas que tenían una sustanciación política, la especulación que elevó $100 la cotización en unos pocos días, pareció ceder.

La fuerte intervención del Estado en el valor de los dólares financieros; el anuncio coincidente con el Fondo Monetario Internacional de que se está revisando el acuerdo suscripto en marzo de 2022 (el equipo del ministro viaja a Washington); la reactivación del swap con China para el pago de importaciones en yuanes, con la posibilidad de evitar la utilización de algo más de U$D 1000 millones; el aumento de las tasas de plazo fijo y la amenaza de la ampliación de denuncias penales a sectores que hacen su enero con la especulación (que no son precisamente cuevas); parecieron ser suficientes para frenar la corrida y hacer que la cotización se retrotraiga unos $30. El negocio ya estaba hecho en un contexto donde a la hora de tomar decisiones gubernamentales, siempre debe elegirse por el menos malo de los caminos.

El apoyo oficialista a Sergio Massa fue lo suficientemente extendido como para demostrar que el tigrense, más allá o más acá de su hipotética candidatura, representa el último umbral que el peronismo no debe dejar que se traspase, si aspira a contar con alguna chance de ser competitivo en las elecciones de agosto y octubre de este año.

Ese sostén también incluye al cristinismo, espacio en el que a inicios de la semana, muchos de sus habituales interlocutores, políticos y mediáticos, tenían una gran expectativa de que la presentación del día jueves de Cristina Fernández de Kirchner en el Teatro Argentino de La Plata, se transformara en el puntapié inicial de la nominación de algún candidato. Incluso, los más exultantes (nunca falta gente con imaginación y entusiasmo en justas y proporcionales dosis) la imaginaban autoproclamándose. Nada de ello ocurrió.

El encuentro tenía mucho de simbólico por el lugar ya que fue el escenario de anuncios de candidaturas del pasado, por la fecha (elección de 2003) y tenía como excusa el lanzamiento de la escuela de formación política Néstor Kirchner. La invitación en la previa a lo más granado de la dirigencia del Frente Renovador y a la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, quien la semana anterior dio señales de ir por una disputa interna en la provincia de Buenos Aires, reflejaba que el tono no resultaría hostil hacia el interior del oficialismo.

La vicepresidenta volvió a ocupar el centro de la escena con un método que, indudablemente, la hace sentir muy cómoda. Se movió a sus anchas, expuso durante más de dos horas sin recurrir a lectura de ningún tipo, mostró datos en pantallas que, indudablemente, guarda en su cabeza; no se privó de retar a los propios (“cuando dije que cada uno debía tomar el bastón de mariscal no era para usarlo para pegarle a algún compañero”); hizo algún recorrido por la década ganada pero, aquí la novedad, habló de problemas nuevos que requieren otras soluciones. El caso del aumento del empleo registrado pero con salarios que han quedado debajo de la línea de pobreza, es un buen ejemplo de ello.

Más allá de los detalles, dos conclusiones parecieron prevalecer luego del acto: trató de mostrarse como la ordenadora del tiempo electoral que viene en el justicialismo y subió, desde el comienzo, al ring de la disputa política a Javier Milei.

La primera conclusión se resume en que no sólo brilló por su gris de ausencia la nominación de alguna candidatura, sino que pareció importarle poco las diferencias de ir por unas elecciones PASO o por un renovado proceso de unidad de donde surjan los nombres propios. Lo trascendente debería ser ir por un programa de gobierno que le de coherencia al tiempo que viene. Da la sensación que en el pedido de lo que debería venir en el futuro, subyace lo que falta en el presente y que le ha generado tantas diferencias visibles y no visibles, al oficialismo.

Al diputado poco afecto al trabajo legislativo lo nominó como un discípulo de Domingo Cavallo, poniendo bajo la lupa las consecuencias de lo que dejó la convertibilidad en la Argentina de comienzos del milenio y trazando una línea comparativa con los límites y efectos desastrosos que acarrearía una dolarización en el país. Puso ejemplos de Estados independientes que aplicaron las medidas, su realidad actual, y marcó palmariamente la inviabilidad de la propuesta para un país de desarrollo medio como el nuestro.

Queda la duda si la nominación del (supuesto) libertario responde a que, efectivamente, el crecimiento de su figura ya alcanza a territorios donde, históricamente, el peronismo en general y el kirchnerismo en particular eran “intocables” y por lo tanto se trata de retomar un diálogo más aceitado con esa porción del electorado o, si la estrategia cristinista de evitar nombrar a lo más granado del mundillo PRO, obedece a bajarle el precio a una fuerza que está envuelta en una interna cada vez más intensa. La respuesta, como cada fin de semana, querides lectores, deberán buscarla ustedes como forma de tarea de trabajo práctico (sin fecha de entrega). Si este analista debiera arriesgar una hipótesis, da por sentado que hay un poco de cada uno de los argumentos, sobre todo y si tenemos en cuenta que algunos encuestadores comienzan a plantear un escenario electoral de tercios.

De la vereda amarilla de enfrente, respondieron con un encuentro entre los popes del partido en la casa de San Isidro del ex ministro de trabajo Jorge Triacca. La reunión fue sintetizada con una imagen que se parece mucho a aquellas fotos familiares de comienzo del siglo XX donde la posición de los cuerpos, la ropa elegida y los gestos de cada rostro no tenían nada de natural.

Aquí también subyace la idea del encuentro para tratar de ordenar un proceso electoral interno que no sólo viene amañado para la disputa presidencialista sino que se extiende al conjunto del país, donde, en un formato de regla de tres simple inversa, a medida que los procesos electorales de las provincias se acortan, las diferencias se profundizan. Del par de elecciones que se produjeron hasta aquí, desde Juntos no pudieron mostrar ningún triunfo contundente que les permita afirmar, vía propaladora de la corporación mediática mediante, que "la gente” vuelve a elegir el cambio.

Además de la inminente (y evidente) renuncia de María Eugenia Vidal a una precandidatura presidencial que nunca levantó vuelo, el otro dato destacado que surge de este tiempo PRO, es la dificultad de Mauricio Macri de poder prevalecer como un primus inter pares al interior del partido que creó a su imagen y semejanza.

Y ante esto queda una digresión que debería leerse como nota al pie. En el anuncio del ex presidente de bajarse a una candidatura, no fueron pocos los que parecieron tentarse ante la comparación por la semejanza de lo realizado por Cristina Fernández de Kirchner en mayo de 2019. Nada más alejado de la realidad: mientras esta última mantiene la centralidad de su poder que genera la expectativa del conjunto del peronismo, el ex mandamás de Boca Juniors no puede imponer los criterios de selección de la vida interna del partido. Además, mientras la vice presidenta hace caso omiso al reclamo de su sector para que sea candidata (cualquier aparición en las boletas de agosto y octubre sería bienvenida), el hijo de Franco no es reclamado por nadie para que se postule. Fin del comentario anexo.

Si el clima interno adolece de calma y empatía, el anuncio de José Luis Espert de intentar integrar Juntos por el Cambio trajo más ruido de lo esperado, más allá, valga la paradoja, del silencio proista. La bienvenida de radicales y lilitos a un hombre que hasta hace pocos meses atrás defenestraba a la coalición refleja la contraposición de intereses: el economista e insultador serial llega para rapiñar parte de un electorado bonaerense donde nadie se puede poner de acuerdo del todo y donde la tensión se traslada al conjunto de municipios y partidos. En sintonía con ese deterioro, el crecimiento de Milei abre un espacio de incertidumbre que no alcanza solamente al peronismo en su conjunto. Otra vez, y si ese escenario de tercios se confirma, nadie puede estar seguro de qué lugar del podio ocupará cada quien.

Dos máximas populares tal vez resuman la semana: “al chancho nunca se lo come antes de cazarlo” y “el camino del infierno está lleno de buenas intenciones”. Póngale, querido lector, estimada lectora, el nombre propio a cada una de ellas y disfrute de un buen domingo y del mejor de los días del trabajador y de la trabajadora que se pueda. “Salú”…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 30 Apr 2023 11:04:14 -0300
¿Lo que viene? https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6760-lo-que-viene https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6760-lo-que-viene ¿Lo que viene?

"Compren venda' nueva', que hay momia e' la justicia
De justa tiene poca, se viste de codicia
Hay mucho medio pelo con el ego amarillista
Matarían a un hermano por ser tapa de revista"
Wos - Que se mejoren

“Lo que viene, lo que viene, lo que viene”, anunciaba el relator icónico de los '90, y todos suponíamos que en ese excelente programa al que los porteños y habitantes del conurbano bonaerense podían acceder libremente, y que en el resto del país los futboleros debíamos pagar para ver, venía lo mejor. A partir de algunos hechos producidos en la primera semana del mes de abril, vale preguntarse si lo que viene en el próximo tiempo político en la Argentina, es peor de lo que hemos vivido en la coyuntura de los últimos años. Pasen y vean, antes que el amarillismo nos tiña a todos. Sean todos y todas bienvenidos.

Dos hechos de la semana anterior disparan el título de este artículo: los golpes lanzados contra el ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni y los comentarios desprovistos de toda empatía humanista de un par de periodistas (?) contra la vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner y su hija Florencia Kirchner, desde un canal de televisión que no son pocos los que afirman que tiene como uno de sus principales accionistas al ex presidente Mauricio Macri.

Los hechos pueden resultar verdaderamente disímiles entre sí, pero tienen el hilo común de estructurarse sobre las bases de la violencia, física y mediática. En el primero de los casos todo se sintetiza más o menos así: un asalto en un colectivo, en el conurbano bonaerense, de madrugada, donde los habitantes de ese micro mundo sólo pueden ser trabajadores que seguramente van por un empleo mal pago y que termina de la peor manera con el chofer asesinado. A partir de allí el justo y lógico reclamo de seguridad de los colectiveros, con paro incluido. Bronca que se acumula e impotencia que no cede.

Sergio Berni ha construido su carrera política en los márgenes de lo bizarro y del perfil del funcionario que camina el territorio. Sus métodos no son precisamente los mejores, pero, a decir verdad, por el tiempo que sobrevive en la función pública, primero como secretario de Seguridad del segundo mandato de Cristina y luego como ministro de Axel Kicillof, el hombre se supo ganar un lugar de supuesta consideración.

Sus métodos de gestión por momentos bordean lo payasesco. Sabrán recordar los rosarinos el show montado en el año 2014 (hoy se cumple un nuevo aniversario) con aquella primera llegada de fuerzas federales para reforzar una seguridad que empezaba a dar señales de desmadre en la región, o la relación que supo construir con la ex intendenta de la ciudad Mónica Fein, baile chamamecero mediante.

A partir de la experiencia del Frente de Todos, no se privó de ser crítico, públicamente, del presidente Alberto Fernández, renegó de su condición de kirchnerista y en algún momento hasta fantaseó con una candidatura presidencial que tuvo el mismo vuelo que el de una rana salida fuera del agua. Siempre supo ufanarse de su conocimiento de la calle. Fue agresivo con pares, cerca de la misoginia con la ex ministra Sabrina Frederic y ha sabido entender que la gestión no se hace en un escritorio sino, otra vez, caminando el territorio. Rara avis de un funcionario que siempre pareció flotar como un electrón libre de ciertas jefaturas políticas. Es probable que tal vez por ello se haya ganado el resquemor de no pocos colegas y el silencio solidario de estos días.

Pero esta vez parece que le falló el termómetro ya que salió al encuentro de los choferes que reclamaban por seguridad y fue recibido de la peor manera. “Yo vengo a poner la cara” afirmó el militar retirado, y da la sensación que con eso ya no alcanza, sobre todo cuando hay vidas en juego. Algo de eso también vivieron en carne propia el gobernador de Santa Fe Omar Perotti y el intendente de Rosario Pablo Javkin, cuando en el año 2021 se hicieron presentes en una marcha que también pedía por lo mismo que los trabajadores de la línea 620.

Más allá del personaje en cuestión, nada justifica la violencia, aunque puedan entenderse ciertas reacciones. El problema no está exclusivamente allí, sino también en el abordaje que el sistema político (y en él también quedan incluidos los medios. Perdón David Easton) le dio al hecho. Desde el silencio inicial hasta pasar por ciertas justificaciones en los golpes recibidos de alguien que estaba indefenso, no pocos dirigentes y opinadores parecieron mirar para el costado.

El hecho pareció ser la representación de ciertos límites que no deberían cruzarse. Y aquí viene la segunda pregunta de ocasión: ¿fue una piña a Berni o fue una piña, como les gusta decir a muchos analistas que nos quieren hacer creer que orinan agua bendita, a “la política”?

Quedó flotando en el ambiente la opción B: que el horno no está para bollos, que existe un cansancio social que se basa en la idea de frustración y que la política discute cosas que a la sociedad no le interesan. Efectivamente, inflación, inseguridad y pobreza no son factores que pasen desapercibidos para una ciudadanía donde muchos de sus habitantes no resignan sus legítimas aspiraciones de tener una vida digna.

No faltaron las comparaciones con el 2001. Pero el "que se vayan todos” fue otra cosa. Excepto algunos casos esporádicos de dirigentes políticos echados de cines o restaurantes, el enojo de ese tiempo no se transformó en una violencia física como la que hemos visto en el último tiempo, intento de magnicidio a Cristina incluido. Si en aquel momento la dirigencia política en su conjunto era cuestionada, el que se fueran todos suponía la infantil ilusión de que lo que viniera, por el sólo hecho de ser nuevo, sería mejor. En esa coyuntura no existió la tentación de antaño de recurrir a las fuerzas militares, y sin haberse ido casi nadie, la Argentina pudo salir de aquella crisis a partir de ser muy cuidadosos con la idea de la violencia como solución de fondo, al punto que las muertes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán obligó al presidente interino Eduardo Duhalde, a adelantar el llamado a elecciones.

Hoy, eso no parece estar tan claro. La violencia ejercida contra Berni y su posterior relativización de parte de buena parte del sistema político, se entronca directamente con la pedrada al despacho de la vicepresidenta en el Senado de la Nación y con su intento de magnicidio que, algunos, ilusoriamente, suponen que se agota en la banda de Los Copitos.

Cierta violencia política puede y debe ser entendida y comprendida cuando la protagonizan ciudadanos o ciudadanas supuestamente hastiados. Pero nunca compartida ni justificada. La actitud de buena parte de la oposición parece ir en otro sentido, apalancada en un engranaje que, insistimos, no es nuevo. Se construyó desde hechos supuestamente menores como las tapas de la revista Noticias que mostraba el goce masturbatorio de una dirigente política a la que se detestaba y llega hasta las “novedades” de esta semana: piñas y patadas contra un ministro y violencia verbal, otra vez, contra Cristina y su hija.

Ese malestar y desasosiego social, supuestamente se estaría canalizando en la figura de Javier Milei que llegó, entre otras cosas, para complicar la fortaleza electoral de Juntos por el Cambio. Fascista en los hechos, machirulo de formación, vago por naturaleza (revisen su inasistencia crónica al trabajo parlamentario), no son pocos los encuestadores que empiezan a dar como consolidado un escenario de tercios donde la figura de este libertario versión siglo XXI vendría en ascenso.

Milei ha sabido construir las dosis justa de violencia para transformarse en la opción política de no pocos ciudadanos: los suficientes como para hacerlo diputado. Desde los discursos mediáticos, hasta llegar a la forma en que se ha mostrado en los recorridos durante y post campañas electorales, la eliminación del otro es una opción más que concreta. No hay opción de debate político. Por eso, por ejemplo, su silencio a partir de los hechos del 1º de setiembre en La Recoleta y del último lunes a Berni.

Una adenda como al pasar. En el sentido de lo expuesto, el jefe de Libertad Avanza complica las chances electorales de Juntos por el Cambio a partir de la apropiación de una acción y una locuacidad política que le disputa el territorio lindero más afín a Patricia Bullrich. En la foto compleja que supone entender las PASO de la derecha, teniendo como principales protagonistas a Horacio Rodríguez Larreta, Bullrich y Milei (cuesta imaginarse a María Eugenia Vidal siendo de esta partida), los escenarios pueden variar de acuerdo a quien se imponga en esa interna. De ganar el jefe de gobierno porteño, ¿los partidarios de la ex ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa (hablando de castas políticas perpetuadas) fluirán con su voto hacia el armado libertario? De prevalecer la presidenta del PRO ¿limita las opciones de Milei para las elecciones de octubre? Preguntas que en pocos meses serán respondidas.

El aire aparece viciado y turbio. Y en ese contexto vale preguntarse si el tiempo político que viene, hará que la violencia fundante de Los Copitos en las cuatro décadas de democracia, llegó para quedarse (lo de Berni vendría a confirmarlo) o si, ambas situaciones, resultarán esporádicas. Aunque las víctimas hasta ahora hayan estado de un solo lado, el riesgo es grande. “Prefiero decirte esto, antes que tu displicencia”, cierra Wos. Y con eso ya tenemos bastante.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 09 Apr 2023 18:37:04 -0300
Todos de Frente https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6754-todos-de-frente https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6754-todos-de-frente Todos de Frente

"Algo cambió, nosotros no.
Recuerda aquellas tardes
que en el aire había algo especial,
a muchos les cambió la cabeza
y otros siguen igual"
Nosotros no - Los rancheros

El protagonismo de la semana se lo llevó el Frente de Todos. Más allá del contexto económico que deja un nuevo rebote inflacionario del 6%, del juicio político a los integrantes de la Corte Suprema Justicia de la Nación que de a poco se va sustanciando y de las consecuencias del triunfo interno de la Unión Cívica Radical frente al PRO en la provincia de La Pampa, la centralidad temática le correspondió a un oficialismo que pareciera haber entendido, por fin, que nadie se salva solo. Radiografía de un nuevo acuerdo político. Pasen y vean. Como cada fin de semana, todos y todas están invitados.

La reunión convocada para el día 16 de febrero en la sede partidaria del PJ había tenido sus vaivenes. El presidente Alberto Fernández finalmente había aceptado la conformación de una mesa política que contuviera al conjunto de una dirigencia que tiene a la gestión, por un lado, y al armado electoral de este año por otro, como referencias cotidianas. Esa era la diferencia central respecto de la convocatoria. Qué se discutía y hasta donde parecía ser el activo principal a la hora de aceptar o no el convite.

En ese devenir, y dando por segura la ausencia de Cristina Fernández de Kirchner, las primeras dudas sobre la potencia política de la reunión comenzaron a surgir cuando se informó que el ministro de Economía Sergio Massa y el presidente del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires, Máximo Kirchner, no concurrirían a la misma. Para los voceros del tigrense, era necesario insistir en su preocupación exclusiva en la gestión de la economía, mientras que algunos voceros mediáticos cristinistas (conocida es la reticencia del jefe de La Cámpora a hablar a través de los medios), justificaban la ausencia a partir de entender que la reunión no tenía mucho sentido si no se discutía honestamente sobre la marcha del gobierno.

Algo cambió. Si las declaraciones previas actuaron como método de presión para una negociación posterior o si, efectivamente, los quejosos cedieron ante el riesgo de cierto aislamiento político, sólo los protagonistas lo saben verdaderamente. Lo real y concreto es que todos terminaron adentro, y de una reunión sobre la que se operaba su vaciamiento, se terminó imponiendo un documento oficial que, como siempre sucede en estos casos, a la vez que ceden, todos ganan algo dado que expresa lo que cada sector tenía para decir.

Sobre la base de un documento que se negoció previamente, y a partir de que los propios participantes reconocieron que pudieron decir las cosas de frente (la reunión no dejó de llamar la atención por su duración), surgió ese eterno juego analítico mediático sobre quien ganó y quien perdió.

No fueron pocos los análisis que marcaron cierta ventaja cristinista ya que el documento toma el concepto de “proscripción” de la vicepresidenta. Sacando de la escena los análisis justificados sobre el gesto con el que los participantes llegaban al encuentro (una verdadera berreteada digna de un mejor rigor), esa idea opera sobre la necesidad de una Cristina candidata: para quienes la defienden deseando su candidatura presidencial 2023 y para quienes la denostan, porque necesitan subirla al centro del ring como forma de deslegitimación política del peronismo en su conjunto. Algo que la ex presidenta supo exponer cuando respondió públicamente al fallo que la condenó en primera instancia.

Olvidan los portadores de esta idea de una prevalencia cristinista, que en el mismo documento aparecen las elecciones PASO como un horizonte posible para resolver las desavenencias internas y que buena parte del entramado K y del conjunto de los gobernadores justicialistas, proponían lisa y llanamente su derogación cinco meses atrás, con el interés específico de complicar aún más el internismo cambiemista y de paso, centrar las decisiones sobre el armado de las listas, en el dedo “benefactor” de cada mandatario provincial, siempre muy recelosos del cuidado de sus territorios. Algo supimos decir en este mismo portal, y, al igual que un vaso de agua al sediento, hoy a nadie se le niega dirimir las diferencias en una interna, más allá de los nombres propios.

La pregunta de fondo, más allá de los aciertos y errores, de las ilusiones y los deseos y de lo que digan las autopercepciones y las encuestas, es si alguien cree, en serio, que en materia de relevancia política, el contexto 2023 difiere de manera tajante al del 2019.

Nos explicamos. La virtuosa jugada de Cristina Fernández de mayo de 2019, cuando decidió bajarse de la fórmula pero sin bajarse del todo, reconocía, implícitamente, los propios límites de la acción política del kirchnerismo de entonces, cuando debía sacarse de encima el yugo macrista al frente del gobierno. Nació así el concepto de la “unidad en la diversidad”, como síntesis de un tiempo político particular que necesitaba de todos.

¿Es Cristina, acaso, la dirigente que más mide? Tal vez sea así. Dicen que el gobernador Axel Kicillof exhibió encuestas bonaerenses que ubican a la ex presidenta varios cuerpos delante del resto de los hipotéticos candidatos. El problema con esto es que Buenos Aires no es necesariamente el resto del país y el operativo clamor que el cristinismo de paladar negro ha puesto en marcha, sólo se produce desde los decididamente convencidos y no más allá de ese límite.

“Si la tocan a Cristina qué kilombo se va a armar” cantaban sus más convencidos militantes y resulta que a la dirigente más lúcida de este siglo XXI, le atentaron contra su vida, la condenaron con un juicio vergonzoso, y la argentinidad siguió con su cotidianeidad de siempre. La práctica política y la construcción y conservación de los liderazgos, son procesos mucho más complejos que aquello que cada uno de nosotros imagina. Un verdadero llamado de atención que algunos deberían poner bajo perspectiva.

Tampoco los gobernadores las tienen todas consigo. Si la llegada de Juan Manzur a la Jefatura de Gabinete le significaba la esperanza que uno propio alcanzara una verdadera proyección nacional de cara al 2023, la lógica de la administración, el internismo exacerbado y algunas flaquezas propias ubicaron al tucumano en un lugar muy alejado de cierta centralidad política. Omar Perotti y Juan Schiaretti, como siempre, juegan exageradamente la suya, Alberto Rodríguez Saá parece haberse recostado sobre la proyección del cordobés heredero del recordado Juan Manuel De la Sota y el resto de los gobernadores peronistas no alcanzan una proyección nacional que siquiera, permita ubicar sus rostros allende los límites de cada una de sus provincias.

También Alberto Fernández cuenta con sus propios límites, a partir de las dificultades en la gestión de gobierno, pandemia, guerra y sequía mediante. Algo de eso parece reconocer cuando afirma que si un compañero ofrece mejores expectativas electorales, él está dispuesto a bajarse de una hipotética pre candidatura que, en serio, nadie está en condiciones de creerse con el derecho de bloquear.

https://twitter.com/p_justicialista/status/1626545895683633152

La hipótesis de trabajo de este analista es que el escenario está abierto. Para la interna del oficialismo, los nombres propios de las candidaturas pueden ir mutando de acuerdo a cada emisor del mensaje político. ¿Gran acuerdo de unidad o elecciones PASO que respete cierto margen de convivencia interna y que deje la menor cantidad de heridos posibles? Nada está del todo claro por ahora, pero las diferencias existen y son reales.

Pero además, la idea del escenario sin una definición taxativa se sustenta, cómo no, en una oposición realmente atomizada a la hora de la construcción de una candidatura y en mucho menor medida de un renovado liderazgo.

Mauricio Macri opera como un estratega intramuros, teniendo como mayor aspiración política el condicionamiento que le pueda imponer a cada uno de los tres dirigentes de su propio espacio, que dicen querer proyectarse en una elección nacional. Tiene un techo muy bajo y varios de sus laderos más cercanos han empezado a tributar, indistintamente, cerca de Horacio Rodríguez Larreta o de Patricia Bullrich y su silencio de las últimas semanas parece indicar que no será de la partida.

El actual jefe de gobierno convive con el día a día de la gestión que, a la vez que puede fortalecer, también puede debilitar entre discusiones (y justificaciones) que no siempre se pueden tener bajo control. Vaya el ejemplo de las diferencias sobre el uso de pistolas Taser y de imágenes de policías enfrentando a delincuentes a los sillazos.

Patricia Bullrich cada vez se muestra más visceralmente acérrima en sus convicciones. Compite mercado político con Javier Milei (que en los últimos días se dio el gusto de reunirse de manera virtual con el neo fascista Jair Bolsonaro) y por lo tanto, sólo le queda acelerar con los ojos ciegos bien abiertos, como aquel viejo himno ricotero.

Y finalmente, la Unión Cívica Radical esta semana le tomó cierto gusto a envalentonarse a partir del triunfo interno en La Pampa, de la mano de Martín Berhongaray sobre el candidato de PRO, Martín Maquieyra. Allí se referenciaron no pocos dirigentes nacionales para darse ánimo de que los territorios siguen teniendo su importancia a la hora de cierta construcción política y que no todo se define en los sets de televisión porteños.

En resumen, si en el oficialismo las cosas no están nada definidas, los opositores no le van en zaga, como diría mi abuela. En la canción de Los Rancheros, se reivindicaba cierto espíritu juvenil que permanecía inalterado por el paso del tiempo, más allá de la adultez. Eso especial que en el pasado les había cambiado la cabeza a algunos y que los llevó a imponer la novedad histórica de un gobierno peronista de coalición, podía pensarse que permanece inalterado. En la semana, parece que los 33 pudieron decirse todo de frente. No es poco. Tampoco es definitivo.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 19 Feb 2023 11:06:49 -0300