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Viernes, 03 Abril 2020 10:26

Supón que no hay virus

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Empleados del cementerio de la localidad de Vitoria, en España, trasladan el ataúd de una persona que murió de coronavirus. Empleados del cementerio de la localidad de Vitoria, en España, trasladan el ataúd de una persona que murió de coronavirus. REUTERS | Vincent West

Era muy tentador hacer una referencia al video más gracioso que nos ha regalado la cuarentena. De todas maneras, si hay presidentes que actúan como si no hubiese pandemia, esos son Jair Bolsonaro, y en menor medida, Lenin Moreno y Sebastián Piñera. Vamos allá.

Empecemos por Brasil. Hacia el fin de semana pasado y a contramano de lo que hace la gran mayoría de los mandatarios, Bolsonaro fogoneó una caravana en la ciudad balnearia de Camboriú, en el marco de una campaña oficial llamada “Brasil no puede parar”, donde se vio a sus seguidores en autos, tocando bocina, instando a los demás que salgan a la calle. En otras ciudades, se replicaba una imagen que se volvió familiar en estos días: cacerolazos en contra del primer mandatario, fundamentalmente en las ciudades grandes.

Enemigo del aislamiento social, Bolsonaro quedó aislado políticamente. No tiene estructura partidaria. A las críticas del gobernador de San Pablo, Joao Doria, se sumó el de Río de Janeiro, Wilson Witzel, también ex aliado del Presidente. Los gobernadores del Nordeste, más cercanos al PT en su mayoría, ya organizan políticas en conjunto para hacer frente a la crisis del coronavirus, en una región que es social y económicamente mucho más vulnerable que el sur gaúcho o el centro mineiro, paulista y carioca.

Por otra parte, se sumaron más voces contrarias al modo que tiene Bolsonaro de abordar la crisis, y que hacen pensar que el bloque de poder que lo llevó a la presidencia se está resquebrajando. El Ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta y el propio vicepresidente, Hamilton Mourao, manifestaron a viva voz su desacuerdo con el ‘siga siga’ del presidente. También hubo detracciones por parte del presidente del Supremo Tribunal Federal (que es como nuestra Corte Suprema), José Antonio Dias Toffoli, que además de tener un gran apellido (?) juega en contra de Bolsonaro hace rato: su voto fue decisivo para que Lula salga de la cárcel y ahora mostró su preocupación por la falta de medidas del gobierno.

Durante toda la semana pasada hubo rumores de que el vicepresidente Mourao estaba reuniéndose con las Fuerzas Armadas para evaluar qué hacer con Bolsonaro ante una eventual destitución. Algunos ya afirman que la presidencia del ex capitán del Ejército está tutelada por los sectores castrenses. Pero los militares tampoco tienen una posición homogénea: por nombrar dos ejemplos, el senador Olimpio y el general Villas Boas, dos militares de peso e influencia en Brasil, dejan entrever críticas y elogios a Bolsonaro, respectivamente.

Jair Bolsonaro y Hamilton Mourao
Jair Bolsonaro y Hamilton Mourao

Con el correr de los días, el presidente brasileño fue bajando el tono pero sin moverse de su intransigencia: pasó de la amenaza de firmar un decreto para obligar a la gente a salir a trabajar, a decir en cadena nacional que al virus hay que tomarlo en serio.

Hablando de gente que no cambia, una breve referencia a Sebastián Piñera. El Presidente chileno dispuso el jueves que los empleadores podrán abstenerse de pagar los sueldos durante la cuarentena. Imagínense qué hubiese pasado en las calles si no estuviesen rebalsadas de militares y con el virus dando vueltas. En la misma sintonía, el Ministro de Salud Jaime Mañalich empezó a presentarse como el ala oficial del gobierno que critica las medidas de aislamiento. Una perlita de este ministro: hace algunas semanas, dijo que el virus podía mutar y convertirse en buena persona. ¿No me creés? Tomá:

Algo que muestra la inacción de los gobiernos de Brasil y Chile es esta foto de los vuelos que transitaban el espacio aéreo sudamericano el martes 31 de marzo a las 12 del mediodía:

12:00hs del martes 31 de abril
12:00hs del martes 31 de abril

Cerrando la primera parte de este resumen y dejando atrás el intento de sacar alguna sonrisa con el título, tenemos que hablar de Ecuador, donde la situación es dramática. Es el segundo país con más afectados, y el que más infectados per cápita tiene en el continente. Recordemos que Ecuador tiene menos de 20 millones de habitantes. En estos días, se vieron imágenes de la ciudad de Guayaquil (paradójicamente la más pudiente del país andino), en donde los cadáveres se apilaban en las calles. Su alcaldesa, Cinthia Viteri, ordenó comprar containers para refrigerar los cuerpos de los fallecidos. Una película de terror.

Si bien es rápido para implementar paquetazos acorde a lo pedido por el FMI, Lenin Moreno no apareció en toda la semana hasta el miércoles, luego de que trascendieran rumores de que estaba en las Islas Galápagos. Bueno, “apareció” es una forma de decir. Solo se limitó a tuitear en contra de las fake news. El jueves, en una cadena nacional, pareció estar más amigado con la realidad y se mostró preocupado por el colapso sanitario que tiene su epicentro en Guayaquil pero que rápidamente se extiende al resto del país.

“America First”

El viernes, Estados Unidos se convirtió en el país con más infectados en el mundo. El martes ya tenía más muertos que China. Alrededor de la mitad de los enfermos vive en el Estado de Nueva York. Con la crisis del coronavirus dejando al desnudo su sistema de salud tremendamente expulsivo, el mismo día que EE.UU. pasaba al frente en número de contagiados, Donald Trump acusaba a Nicolás Maduro por el delito de narcotráfico poniendo, a través de la DEA, precio a su captura: 15 millones de dólares. Al mismo tiempo, hacia el fin de semana, comenzaba a bajarle el tono al enfrentamiento con China. No es aconsejable tener tantos frentes abiertos.

Si bien es un poco cliché decir que “a los yanquis solo les importa el petróleo”, a los yanquis les importa mucho lo que pasa con el petróleo. Con el coronavirus haciendo desastre en su territorio, Trump siguió haciendo política relacionada al “oro negro”. Sigamos los acontecimientos de esta semana.

Luego de que el viernes el precio del crudo bajara un 5% y se ubicara en el valor más bajo desde 2003, la petrolera estatal rusa Rosneft vendía todos sus activos en Venezuela. Rosneft es una de las empresas más importantes de Rusia. Su director ejecutivo, Igor Sechin, es un hombre de extrema confianza del presidente Vladimir Putin. Rosneft tiene inversiones en Venezuela desde los tiempos de Chávez y trabaja codo a codo con PDVSA, la estatal bolivariana. Cuando Estados Unidos comenzó a implementar sanciones a empresas que trabajasen con el gobierno de Maduro, Rosneft se vio afectada. A raíz de la caída del precio del petróleo, la empresa rusa decidió desprenderse de los activos en Venezuela para no seguir sufriendo las sanciones, que hacen mella en sus cuentas en un contexto bastante caótico. Pero el dato importante es el siguiente: las acciones fueron vendidas a otra empresa estatal rusa, que operará en Venezuela y que no ha trascendido el nombre.

Donald Trump | Kevin Lamarque | REUTERS
Donald Trump | Kevin Lamarque | REUTERS

La novela siguió con una llamada del lunes realizada por Donald Trump a su par ruso, y de la cual no trascendió mucho. Sólo se supo que hablaron de Venezuela, del virus, y de la preocupación por la baja internacional del precio del crudo. Con pandemia y todo, hay geopolítica para los pibes y las pibas, amigx. Bueno, perdón la ñoñada. No abunda la acción con el encierro.

La cosa no termina ahí. El martes, el gobierno de EE.UU. dio a conocer una nueva propuesta para ‘solucionar’ la crisis venezolana. En ella, afirma que el camino que ofrece es la celebración de elecciones libres sin la participación de Nicolás Maduro, ni la de Juan Guaidó. Incluso sugirió que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV, el chavismo) compita electoralmente, siempre en un marco de transparencia y garantías electorales. La OEA, como era de esperarse, salió rápido a respaldar el ofrecimiento de la diplomacia estadounidense que se portó horrible con Guaidó, que quedó descartado de la nueva estrategia. Al presidente de la Asamblea Nacional le pasó como a muchos esta cuarentena, que esperaron un mensajito de su chongue pero el celu sigue ahí, muerto.

Algo un poco más grave pasó el miércoles: Estados Unidos, volviendo a la retórica de la lucha contra el narcotráfico, movilizó parte de su flota al mar Caribe, cerca del mar territorial venezolano. No es muy descabellado pensar en estas jugadas en el tablero internacional del gobierno norteamericano. No solo deben desviar la atención de la impactante cantidad de muertos en tan poco tiempo. Los buenos índices económicos que EE.UU. mantenía antes de la coronacrisis eran el principal aliado de los planes de reelección del presidente. Ahora, con el récord de pedidos de subsidios de desempleo en una semana (¡6.6 millones!), la economía norteamericana, y por ende, las aspiraciones electorales de Trump, comienzan a tambalear.

Desunión Europea

Más de 10.000 muertos en España. Italia no tiene respiro. Boris Johnson tiene coronavirus. Europa es un caos y encima, empezó a pasar lo esperable: hay desacuerdo en las soluciones planteadas.
Italia y España con el apoyo de Irlanda, Grecia, y algunos países del sur del continente buscan una intervención económica fuerte por parte de la Unión. La idea es que se emitan bonos (llamados ‘corona bonos’) y que los Estados puedan utilizarlos según sus necesidades. La bandera de esta propuesta la llevó el presidente español, Pedro Sánchez, que se encontró con dos negativas importantes: Alemania y Holanda.

Con las cuentas mucho más holgadas, sistemas sanitarios más sofisticados y la crisis más dominada, los países del norte de Europa se pusieron en contra de esta intervención colectiva al rescate de los débiles y atribuyeron los problemas del sur a la falta de disciplina fiscal. Algo así como una remake de lo que pasó en la crisis del euro post 2008, donde los alemanes le dijeron a Grecia, España y Portugal, que vayan y se arreglen como puedan. Ahora el primer ministro holandés le sugirió a Sánchez que vaya a revisar sus números si quiere solucionar la crisis. A hacer las cuentas, chaval.

Por si fuera poco, otro conflicto se avecina. El que aprovechó el caos para hacer una movida interesante fue Viktor Orbán. Para los que no lo conocen, Orbán es el primer ministro de Hungría. Mandatario de ultraderecha, anti inmigrante, está en el poder desde hace 10 años. El lunes, el parlamento húngaro votó una ley para otorgarle facultades extraordinarias sin límite temporal, que van desde la posibilidad de gobernar por decreto hasta una ordenanza que permite encarcelar con 5 años de prisión a aquellos que difundan “falsas noticias”.

Viktor Orban
Viktor Orban

La deriva autoritaria de Orbán preocupa al resto de la UE, que ve cómo crece, en su tan democrático terreno, un gobierno similar a cualquier autocracia tercermundista del siglo XX. Y aunque haya preocupación en el resto de los países, no pueden hacer mucho. Hungría tiene el respaldo de Polonia, República Checa y Eslovaquia. Estos 4 Estados conforman el Grupo de Visegrado al interior de la UE y pueden bloquear cualquier medida en contra del mandatario húngaro, desde sanciones a la expulsión del bloque.

Bonus track

Dejo una interesante entrevista a Mario Rovere, médico argentino, sobre la relación entre el neoliberalismo y los sistemas sanitarios. Da para leer mil libros sobre esto, pero esta nota es un buen punto de partida (Ver acá).

También me pareció oportuno dejar algunas fotos que encontré en la web de Reuters, que siempre cuelgan imágenes impresionantes. Porque si no parece que la política internacional es súper abstracta, y no es así.

La primera es de Yakarta, la capital de Indonesia. ¿No les hace acordar a Soy Leyenda?

YAKARTA, INDONESIA | FRANSISKA NANGOY
YAKARTA, INDONESIA | FRANSISKA NANGOY

La segunda no es en ningún país de África, ni de Asia, ni de América Latina. Es una foto de Las Vegas, el imperio del vicio. Ahí, la medida que tomaron fue pintar cuadrados en el piso para que la gente duerma distanciada los unos de los otros.

LAS VEGAS | STEVE MARCUS | REUTERS
LAS VEGAS | STEVE MARCUS | REUTERS

Da para pensar en cosas más profundas que en sacar cacerolas para defender las ganancias exorbitantes de los empresarios, ¿verdad?

Nos leemos el viernes.

(*) Analista de Fundamentar

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