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Domingo, 17 Julio 2022 10:14

Arena seca entre los dedos

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Y se va, como todo se va
Como el agua del río hacia el mar
Y se va, como todo se va

Coti Sorokin

En un sistema democrático el poder político fluye. Nunca se detiene. Y si lo hace es temporal. Sobre esas temporalidades es la que se hacen los posicionamientos individuales colectivos, de personas, de corporaciones y sobre las que se realizan los análisis. En ese fluir, la visualización de la política como un juego de suma cero, donde el poder que pierden algunos actores, lo ganan otros, ha servido como una herramienta conceptual de reinterpretación si se quiere, sistémica. Pero, como cualquier teoría de lo social, no siempre resulta completa para explicar la realidad en su totalidad. Con un oficialismo argentino debilitado, es válido preguntarse si es la oposición la que usufructúa esa limitación y la transforma en ganancia para sí misma. Los días posteriores al sábado de la Independencia parecen haber dado algunas señales en ese sentido. Repasemos.

En materia de economía la semana no resultó nada halagüeña para el oficialismo. El dato de la inflación de junio, que alcanzó el 5,3%, confirmó el piso alto sobre el que se mueve el proceso inflacionario en la Argentina, y actuó como elemento complementario del aumento de la cotización de los distintos tipos de dólar que conviven en el país. Para sumar al cuadro, la proyección del incremento de precios para julio marca un escenario de empeoramiento. En qué medida influyó la decisión del Banco Central de elevar la tasa impositiva a las compras con tarjetas de cuentas en el exterior, sabrán explicarlo mejor los economistas, pero el hecho puede servir como referencia de los límites que pueden tener ciertas decisiones en materia económica: una olla a presión sometida a mayor calor, tiende a desbordar su contenido a como dé lugar.

Las señales que suponen las reuniones entre las tres patas que conforman el Frente de Todos, y que se corporiza en las figuras de Sergio Massa, Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández no necesariamente alcanzan para “calmar” a esa entelequia llamada mercados. Pero, además, si el formato de encuentro elegido parece no ser suficiente hacia afuera, tampoco lo es hacia adentro.

El diálogo siempre es bienvenido. Pero además de preguntarnos si no llega tarde, vale saber si el formato “secreto” de las reuniones no resulta contraproducente. Sobre todo, si es que horas después deben desmentirse la supuesta temática abordada. Tal vez, la presencia completa de la tríada en actos protocolares y no tanto (por ejemplo, la celebración del 9 de Julio en Tucumán o la promulgación de la reforma de la ley VIH) puedan servir como una buena referencia.

Si en materia de conducción política del frente, la tregua parece haberse impuesto, no deja de llamar la atención que, de alguna forma, la grieta se haya reformulado al interior del oficialismo, teniendo ahora a los movimientos sociales en su conjunto como artífice de cuestionamientos que, en algunos casos, parecen excesivos.

Aunque parezca que pasó hace mucho, los anuncios de la (acusada de) “cavallista” Silvina Batakis sucedieron el día lunes, hace apenas, cinco días. Que la lucidez y claridad meridiana de ciertos dirigentes piqueteros dependientes del Partido Obrero, siempre tan efectivos a la hora del acompañamiento popular en las elecciones, concluyan en definiciones supuestamente antisistémicas, es parte del acervo nacional. Ahora bien, que a esa ola se suban personajes que forman parte del oficialismo, contando como propios a funcionarios que integran equipos ministeriales, no deja de ser llamativo. ¿Serán como la mamá tero, que pone los huevos en un lado, pero grita en otro? Vaya uno a saber.

Para no quedarse afuera del reclamo sobre un momento que es verdaderamente preocupante, la CGT salió a reconocer que está pensando en una movilización que sirva de queja por los movimientos especulativos de los últimos días y su definitiva incidencia en los precios de toda la economía. Siempre fieles a ese pragmatismo que le permite a su dirigencia ocupar cargos durante décadas, propusieron el 17 de agosto como fecha de la movilización, o sea, 32 días antes. Ya tendrá tiempo el oficialismo para diseñar una estrategia que limite la convocatoria.

En ese devenir, algunos insisten con la idea del Salario Básico Universal (o alguna forma parecida) que sirva como alivio del bolsillo de varios millones de argentinos. La pregunta sobre su factibilidad se sintetiza en una característica ya definitiva en los tiempos que corren, no sólo en la Argentina sino en Latinoamérica y Occidente todo; en qué medida los espacios de centro izquierda que llegan al poder, cuentan con las herramientas de poder adecuadas para transformar la realidad.

La tensión se reduce a cierto posibilismo del que dábamos cuenta ya en febrero de 2021, (“La crítica y lo posible”) y de cómo el oficialismo se diferencia hacia su interior entre aquellos que entienden el poder limitado con que cuenta el Frente de Todos y aquellos que sostienen la idea de avanzar, aunque la derrota esté asegurada de antemano, dando batallas épicas que seguramente nos darían la razón, pero que el desgaste producido no sería inocuo. No deja de ser un buen ejemplo la famosa resolución 125 (de la que el domingo 17 se cumple un nuevo aniversario del voto no positivo de Julio Cobos), que, sistemáticamente, ha impedido cualquier intervención más o menos importante de parte del Estado argentino para imponer medidas de corte progresivo en ese sector.

Y si hablamos de la ruralidad, no podemos soslayar el paro de comercialización con movilización que propuso la Mesa de Enlace para el miércoles 13, reclamando por una serie de medidas que rondaron entre la desactualización (faltante de gasoil), la suposición sin fundamento (aumento de retenciones) y el tratamiento psicológico (incertidumbre económica). Nuevamente, mirando la masividad de la foto de 2008, poniendo en contexto el empeño puesto en estos días por la corporación mediática y la oposición encarnada en Juntos por el Cambio en su convocatoria, la movilización resultó un fiasco.

Unas pocas decenas de personas y pick ups (centena si usted lo desea querido lector, estimada lectora), en cada lugar elegido para hacer oír los reclamos, con la inestimable presencia de encumbrados dirigentes amarillos, llegando al simpático hecho de que una senadora santafesina participara de la protesta en la provincia de Entre Ríos y no en Santa Fe, reflejan que la actividad agropecuaria, ese día, estuvo en otra cosa.

Ese evidente fracaso se suma a la convocatoria en plazas y calles del sábado 9 de julio. Otra vez, poca movilización en las grandes ciudades, incluso en la siempre antiperonista Ciudad Autónoma de Buenos Aires, destacándose como referencia grave, la presencia de una réplica de guillotina que debería cumplir su sagrada función sobre los partidarios del Frente de Todos que debían estar “muertos, presos o exiliados”.

La oposición que encarna la derecha argentina, también tiene un problema evidente. No logra capitalizar definitivamente ese humor social que puede resultar decepcionado con el gobierno. Ambas movilizaciones convocadas y agitadas por el PRO se quedaron a mitad de camino de aquello que verdaderamente buscaba: desde el intento de esmerilar al gobierno, mostrarse como opción de poder real.

Pero hay un complemento. Esa pobreza franciscana en la convocatoria en las calles también alcanza a Javier Milei, la ¿ex? estrella fulgurante de la oposición. Dos datos confirman la aseveración. El primero refiere a la escasa presencia ciudadana en sus incursiones políticas del territorio, lo que, por ahora, lo muestra más como un referente mediático antes que a un dirigente en crecimiento (¿versión aggiornada del modelo Carrió?), y el segundo, se apalanca en las encuestas que marcan un notable deterioro de su imagen en poco menos de tres meses. Como las burbujas de cualquier espumante que se precie: lo que rápido sube, rápido baja. Por acá dejamos otra recomendación en el estudio de Zubán – Córdoba y asociados » CLICK AQUI

En definitiva, si la política es un juego de suma cero que fluye como el agua de río hacia el mar, en un contexto de un oficialismo debilitado, con renovadas mini grietas de ocasión y una oposición que en sus diversas variantes no logra capitalizar en las calles ese malestar que dice representar, vale preguntarse dónde queda ese poder, donde tributa, quien lo interpela. Como la arena seca y fina que se escurre entre los dedos, su consolidación parece fluir sin que nadie lo pueda usufructuar del todo. En resumen, y esta es una posible buena noticia para el oficialismo, lo que redunda en amenaza y debilidad, tal vez, y solo tal vez, con generosidad e inteligencia, en el Frente de Todos puedan transformarlo en oportunidad de corto plazo y en utópica fortaleza para los meses que vienen.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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