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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Thu, 02 May 2024 18:42:48 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Marchas a la carta y el otro poder https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6567-marchas-a-la-carta-y-el-otro-poder https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6567-marchas-a-la-carta-y-el-otro-poder Marchas a la carta y el otro poder

Como pocas veces sucede, la semana post 17 de octubre mostró los ejes estructurales sobre los que se mueve la acción política de la Argentina de los Fernández. Apoyo social y presión corporativa como parte del fenómeno, y todo ello sazonado en el medio de un proceso electoral que, probablemente, con los resultados de la noche del 14 de noviembre incline la balanza hacia un lado u otro. Repasemos.

El día domingo surgió la primera señal. Con sus matices, la marcha del 17 mostró parte de la complejidad política que se teje día a día en el país. Luego de muchas idas y venidas, de convocatorias frustradas y auspiciadas, una multitud cubrió cada rincón de la Plaza de Mayo. Resultó masiva, crítica, pero fundamentalmente necesaria para el mundillo K. Como nos contaba y cantaba Zitarrosa, creció como la musiquita, desde el pie. Si sectores del gobierno habían decidido desactivar la recordación del día de la lealtad, en el mismo día de la lealtad, no pocos sectores del kirchnerismo, de manera autónoma e individual primero y en forma más organizada después, desoyeron el pedido y fueron por una expresión propia que se alejara de cualquier parentesco con lo que sucedería al día siguiente.

Los discursos de los organizadores, que con la honrosa y orgullosa excepcionalidad que supone cada 24 de marzo en la Argentina, jamás han tenido tal nivel de convocatoria política, referenciaron en una crítica a la acción gubernamental que no deja de ser un llamado de atención. De lo que pudo verse a lo lejos, con los límites que ello impone, no parece que el sentido del conjunto que marchó fuera necesariamente por ese camino.

Si tomáramos la interpretación, que este escriba supone errónea, de que los discursos de Hebe de Bonafini y sus acompañantes, representan la prédica política del kirchnerismo, no estaríamos mirando la realidad de lo que efectivamente se dice y construye desde el espacio que conduce Cristina Fernández. La opaca visibilidad de los convocantes en días previos y la masividad de la concurrencia, permítanme insistir queridos lectores, diluye la hipotética afirmación de que los oradores reflejen, por ejemplo, el pensamiento K sobre la deuda. Si así fuera, estaríamos en presencia de un espacio político donde sus bases, mientras se afirman en su identidad, discurren en otro sentido de lo que lo ha venido planteando su jefa política y allegados más cercanos que, en su momento, alentó un acuerdo con los tenedores privados de deuda.

La convocatoria del 17 supone una complejidad de matices que, bien mirada, se contrapone con el bloque de poder que se movilizó un día después. La convocatoria cegetista también resulto masiva y claramente organizada en un sentido que refleja los propios límites de una unidad que ha costado muchísimo conseguir. El recurso de un texto leído, acordado entre todos y circulado previamente a los medios masivos de comunicación, supone la idea de que nadie debía sacar los “pies del plato” con una frase o una afirmación que resultara condicionada por el contexto de decenas de miles de trabajadores reunidos en un espacio común.

Si bien el hecho político supone un apoyo al gobierno, más puede afirmarse que debe ser interpretado como una clara señal hacia aquellos sectores que se entusiasmaron con ideas “extrañas” a la legislación argentina. El envalentonamiento de los sectores de derecha, que contaron con la inestimable ayuda de sus usinas mediáticas, planteando la posibilidad de eliminar las indemnizaciones a la hora de despedir trabajadores y que actuaron más como globo de ensayo antes que como un proyecto concreto, recibió una respuesta contundente y efectiva. Nótese que el tema desapareció de la agenda semanal y si algo parece haber aprehendido el movimiento obrero en este tiempo es que, a diferencia de lo que ocurría sobre finales de los 80’ y comienzos de los 90’, de tanto machacar y promover con hechos, la notoria ineficiencia de los organismos del Estado, se terminó colando la idea de su privatización, como solución definitiva; las construcciones de sentido de ciertos logros sociales como el que supone que a un trabajador se le pague por un despido, siempre pueden ser revisadas por el neoliberalismo, con mucho de insistencia y perseverancia. Recursos y “fierros” no le faltan.

Pero si bien ambas marchas pueden ser reinterpretadas como el estado de situación del peronismo en particular y como señales al conjunto del sistema político, económico y social; también debe decirse que parte de los receptores que suponen el “otro poder” en la Argentina, ese que nadie vota pero que, como sucede a lo largo y ancho del planeta en los tiempos de la posmodernidad, están en otra pelea.

Lo que a comienzos de semana era mirado con la expectativa de toda acción de gobierno que se construye sobre la idea de diálogos y ciertos consensos, rápidamente pareció desactivarse con un comunicado de la Copal que terminó sirviendo como instrumento de ruptura antes que como un puente de acercamiento en la posibilidad real de llegar a un acuerdo de precios sobre cientos de productos.

De la voracidad de cierto empresariado argentino, quienes no nos cocemos con el primer hervor, ya sabemos bastante. Basta mirar la historia reciente y no tan reciente del país. Y si bien es cierto que los controles de precios no son instrumentos que puedan proyectarse eternamente en el tiempo, no menos real es que lo pedía el gobierno nacional refería a la posibilidad de un acuerdo que se pareciera mucho a una tregua inflacionaria de tres meses. Los elementos técnicos están para ello y cuesta aceptar la idea de que empresas alimenticias que han tenido un formidable 2021, no acepten obtener ganancias por mayores ventas antes que por precio.

https://www.youtube.com/watch?v=adrf9Vqe0Hc&t=101s

Insistimos. Eso no es un fenómeno nuevo en el país. Basta recordar la famosa frase del ex ministro de economía Juan Carlos Pugliese, cuando, allá por finales de los 80’, afirmó que a los empresarios “les había hablado con el corazón y les habían respondido con el bolsillo” para entender que algunas cosas no cambiaron demasiado en la Argentina pese a las crisis y décadas ganadas.

Pero lo que sí resulta novedoso es el posicionamiento discursivo, en el medio de una campaña política, de una fuerza política con una importante representación institucional, transformada en la voz de los empresarios. La explicación amarilla de la inflación como resultado unicausal de la emisión se parece mucho a las justificaciones y explicaciones de comienzos de la gestión macrista.

La semana que terminó pareció confirmar dos cuestiones que hace largo rato se plantean en los hechos pero que muchas veces resultan invisibilizadas para el gran público: que la fantasiosa idea de que la política se construye a puros consensos (desestimando discursivamente la esencia conflictual de la cosa) se estructura sobre la base de que los mismos pueden ser alcanzados con las ideas de ciertas minorías y solo eso; y que, en un contexto donde los protagonistas son casi los mismos de hace dos años, con ganadores y perdedores transmutados, asistimos al rarísimo fenómeno que las políticas que profundizaron la marginalidad, la exclusión y el deterioro social, sean reivindicadas como validas para cierta mejora general.

Mientras el ex presidente Mauricio Macri juega a uno de los mejores juegos que juega su familia desde tiempos inmemoriales, el de plantear chicanas judiciales sistemáticas para evitar la comparecencia ante la Justicia, en esta circunstancias por el caso del espionaje sobre familiares de los fallecidos por el submarino ARA San Juan, pero desde hace 20 años por el caso Correo Argentino, lo concreto es que sus “herederos” políticos parecen ser voceros de la voz empresarial antes que defensores de la mesa de los argentinos. Nunca estuvo tan claro. No sólo por la acción sino también por la comunicación política.

La gran pregunta es como decodifica este proceso el electorado argentino el domingo 14 de noviembre. Dando por hecho que un 40% de los votantes a nivel nacional pertenece a ese núcleo amarillo que hace tiempo llegó para quedarse, la pregunta que dejamos para la tarea de cada semana es qué puede esperarse del 60% restante.

Habiendo ido menos argentinos a votar en estas legislativas, huelga saber si podrá el oficialismo convocar a votantes afines. Si el voto del 12 de setiembre se debe leer como un castigo al gobierno, producto de las consecuencias de la pandemia y de los errores propios de los anteriores 20 meses, este clima de nueva normalidad de las últimas semanas, ¿supone una traslación en la mejora del caudal electoral oficialista en distritos claves?

Este articulista no lo sabe. Y como le enseñaron hace unos cuantos años en la universidad, muchas veces, las preguntas son más importantes que las respuestas. Y sobre todo si nos sirven para andar. Más allá de las marchas a la carta y del otro poder que nadie votó pero que muchos legitiman.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 24 Oct 2021 13:47:25 -0300
Otro 17 https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6426-otro-17 https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6426-otro-17 Otro 17

Cuando no recordamos lo que nos pasa,
nos puede suceder la misma cosa.
Son esas mismas cosas que nos marginan,
nos matan la memoria, nos queman las ideas,
nos quitan las palabras.
Litto Nebbia

Nada de lo que se escriba aquí sobre el 17 de octubre y el peronismo pretende ser original. Setenta y cinco años de marcar el pulso del país tiene la suficiente sustancia como para poder agregar algo novedoso al asunto. Es, evidentemente, la posibilidad de contar nuestra pequeña verdad relativa lo que les da sentido a estas líneas.

Existen un cúmulo interesante de frases que sintetizan de alguna manera aquel tiempo. La más simbólica es aquella que calificó de “aluvión zoológico” a la movilización política más impactante que había conocido el país hasta ese momento. Tal vez, sólo comparable con la despedida a los restos del genial Carlos Gardel, allá por el año 1936. Entre asombrada y azorada, cierta elite entendió de manera despectiva el fenómeno que había llegado para quedarse y transformarse, a decir de John William Cooke en el “hecho maldito del país burgués”. Esa misma burguesía tan particular fue la que abrazó como un elemento identitario definitivo el “viva el cáncer” que celebraba la muerte de la puta, la indigna y la despreciable Eva Duarte de Perón.

Tampoco descubrimos nada si decimos que el peronismo moldeó el siglo XX argentino. Si el roquismo había sido el arquitecto y constructor de un modelo de país que se proyectó durante no menos de cinco décadas y que dejó como resultado social, entre otros, la emergencia del sujeto político que representó el primer radicalismo; el peronismo debe ser pensado como síntesis de la primera etapa de un modelo sustitutivo de importaciones que había sido pensado como salida coyuntural por la dictadura que derrocó a Hipólito Irigoyen, a partir del deterioro que había generado la crisis del 29’, pero que indudablemente había llegado para quedarse.

Para esas elites, el peronismo siempre representó un problema. En el gobierno o fuera de él. Por ello, hoy escuchamos decir que los problemas del país empezaron hace siete décadas. Porque más allá de su permanencia o no en el poder, de las dictaduras asesinas y “blandas”, de la proscripción de dieciocho años, de la prohibición de siquiera nombrarlo, vino a poner en escena un conflicto que muchos prefieren no ver ya que la (ahora famosa) meritocracia no resuelve los problemas de la desigualdad “natural”.

Es el 17 de octubre la fecha iniciática de ese siglo XX. Si el Estado de Bienestar fue el gran articulador de una idea de justicia social que se dio con un sinnúmero de matices a lo largo y ancho del mundo, el peronismo de aquel tiempo representa y sintetiza la versión argentina. Con sus virtudes y con sus errores. La foto del pueblo y su líder además de ser desconocida hasta ese momento en la historia del país, resulta revolucionaria. Por eso su imagen se proyecta hasta hoy.

Pero sabido es que han existido diferentes octubres. En pleno primer peronismo han sido celebratorios a partir de los logros. En la clandestinidad fueron recordatorios, íntimos, casi exclusivos. Y en los noventa, cuando buena parte de su dirigencia confundió modernización con desvarío ideológico, adhiriendo a la oleada mundial que desmontó los pilares de aquel viejo modelo de acumulación, fue fosilizado en una burocracia política que pretendía el olvido a partir de la traición.

Pero hay algo que une aquel 1945 con este pandémico 2020. Una especie de puente que atraviesa la historia y que refresca parte de esa mirada. Si bien aquel momento fue, a decir de Raúl Scalabrini Ortiz el descubrimiento del subsuelo de la patria sublevada, lo que también lo define es la necesidad de decir, de estar presente, de hacerse ver, sentir y escuchar. Habremos dejado atrás hace mucho el siglo XX y las relaciones políticas, sociales y económicas se habrán reconfigurado, pero sigue existiendo la misma necesidad de expresar nuestras voces.

Por un lado, la pandemia nos ha obligado a quedarnos en casa. Más de lo que lo deseamos, más de lo que nos gusta. Para un movimiento político que ha hecho de la calle y del encuentro con el otro su razón de ser, siete meses de restricciones parece demasiado. Y, por otro lado, la emergencia de un sector de la sociedad, con su consiguiente representación partidaria institucional que promueve un proceso claramente desestabilizador de un gobierno que ejerce el poder político desde hace apenas diez meses, también se conjuga con la necesidad de salir a decir, a contar, a expresar. Por ello la virtualidad de este sábado con la convocatoria a “una caravana desde los hogares”, será un éxito.

La sociedad de la información que vivimos nos supone un desafío. Si las décadas del 40’ y del 50’ mostraron las primeras movilizaciones masivas que configuraron un modelo específico de dinámica política en el país, eso se caracterizó por el trabajo territorial y de base que conjugaba el diálogo de boca en boca como razón de ser fundamental. La relación directa del líder y la masa popular que lo acompañaba (y que algunos despectivamente hoy llaman populismo) era real y concreta, pero paralelamente era acompañado por un trabajo político y social que servía de sustento.

El siglo XXI es otra cosa. La parafernalia comunicacional por la que estamos atravesados supone un agobio que, por momentos, paraliza. Decenas de radios y canales de televisión, diarios en formato papel y digital, portales de noticias, revistas de análisis, You Tube, Facebook, Twitter, Instagram, Whatsapp y tantas otras redes sociales suponen que contamos con mayor información, pero en realidad mucho de eso que consumimos resulta basura hecha y derecha que muchas veces genera un efecto contrario al de saber más.

Y ese desafío del que hablamos también interpela al peronismo caracterizado como una fuerza política que hace 75 años supo interpretar la demanda de los nadies, de los invisibilizados, de los “pata sucia”, de los descamisados. Reinterpretados en su definición, los choriplaneros, los kukas, y los vagos, (entre otros) representan esa negación del otro de antaño.

Si el 17 de octubre de 1945 fue la síntesis de un conflicto que latía en la sociedad de aquel entonces, y, a partir de ello, el parir de nuevas disputas, resulta legítimo preguntarse cuales son las nuevas discusiones que el peronismo está dispuesto a brindar. Si ya hace más de cincuenta años Juan Domingo Perón hablaba de los problemas del medio ambiente; si el feminismo que en esta nueva oleada se ha transformado en el movimiento más renovador de lo que va del siglo, ¿cómo conjugará el peronismo la interpelación de estos sectores y la resolución de las ya viejas demandas no resueltas que le dieron sentido a su surgimiento? ¿A quién le será leal?

La respuesta excede a este analista y seguramente la dará, como siempre el tiempo que viene. Pero tal vez la clave pase por tratar de seguir representando a los que menos tienen, a los que piden un mundo más justo y más igual. No sólo de trató de ser leales a un líder y viceversa. Siempre se trató de algo superior: de ser leales a la idea de que nadie se salva sólo. Ese siempre fue el sentido de la lealtad. Más allá de las etiquetas y el ropaje circunstancial.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 17 Oct 2020 17:16:26 -0300
CFK: "Si Algo se Valora de este Gobierno Es la Lealtad con los Intereses del Pueblo" https://fundamentar.com/articulos/item/1278-cfk-si-algo-se-valora-de-este-gobierno-es-la-lealtad-con-los-intereses-del-pueblo https://fundamentar.com/articulos/item/1278-cfk-si-algo-se-valora-de-este-gobierno-es-la-lealtad-con-los-intereses-del-pueblo

 

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró anoche que "si hay algo que valoran los argentinos" del actual Gobierno, "es la lealtad con los intereses del pueblo"; afirmó que "esta fue una década ganada por los argentinos"; y pidió que "todos los partidos democráticos sean garantes de estos logros". "La verdad es que este 17 de octubre es especial y nos encuentra en un mundo devastado" y "con varios desafíos por delante" agregó Cristina en Casa de Gobierno, al hablar en un acto junto a 30 intendentes bonaerenses donde conmemoró el Día de la Lealtad.

 

 

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Videos Thu, 18 Oct 2012 12:14:11 -0300