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Fundamentar - Artículos Este portal pretende hacer un aporte a la cualificación del debate político y económico en la Argentina. Ponemos ideas en discusión que pretenden servir para que surjan otras visiones que enriquezcan el análisis. https://fundamentar.com/articulos/opinion/itemlist/tag/DIANA%20MONDINO 2024-07-03T00:34:29-03:00 Joomla! - Open Source Content Management Ver o no ver. ¿Esa es la cuestión? 2024-06-09T09:29:45-03:00 2024-06-09T09:29:45-03:00 https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6844-ver-o-no-ver-esa-es-la-cuestion Miguel Gómez (*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/844e3b2815ad219fb191e2287b405c73_S.jpg" alt="Ojos cerrados" /></div><div class="K2FeedIntroText"></div><div class="K2FeedFullText"><p>La prédica libertaria supo instalar el latiguillo “no la ven”. Anclados en la idea de una especie de clarividencia superior y en el amplio triunfo electoral desarrollado a lo largo y ancho del país, atravesando múltiples capas sociales, edades y realidades personales, la frase se expandía en varios sentidos. Podía aplicarse al apoyo subterráneo de sectores que hasta hace no mucho anidaban en el peronismo, a una nueva forma de entender la vida en comunidad por estos arrabales del mundo o, una vez instalados en el gobierno, al supuesto éxito del fenomenal ajuste fiscal que se le propuso a la sociedad. Pero más allá de los matices, la esencia de su apoteosis debe ser rastreada en cierto hartazgo social que supo darle un apoyo a un espacio político que nada tiene que ver en su esencia y conformación con lo que habíamos conocido hasta ahora.</p> <p>Pero ya nada es lo que era. Desde hace tres semanas el gobierno ha comenzado a convivir con una crisis que ha quedado expuesta a la vista de todos. En pleno mes de junio, y a seis meses de haber asumido, ya no se trata de qué ven los demás, sino de descubrir cómo se sale de un laberinto que tiene frenada a la administración, donde la angustia social se hace cada vez más visible y donde el liderazgo presidencial no parece alcanzar para correr el eje de lo que se discute en lo público.    </p> <p>Suponiendo que diéramos por válida la hipótesis libertaria de que existen dos grandes sectores, los que están a favor y en contra del gobierno (por suerte la realidad es mucho más rica y variada) dos preguntas atraviesan a las presentes líneas: ¿Todos vemos lo mismo? Y, complejizando el análisis, ¿no deberíamos comenzar a entender que más allá de lo que se vea, la novedad del libertarismo argento radica en que poco y nada le importa de la forma en la que el resto “vemos” esa vida en sociedad? Veamos los ejemplos.</p> <p><strong>1. Con la comida no se jode.</strong> ¿No se jode? Inicialmente, en un contexto de acuciante necesidad para vastos sectores empobrecidos, el gobierno queda averiado porque se descubre que tiene cinco millones de kilos de alimentos sin distribuir, que han sido adquiridos por la administración anterior, que se enfrentan con el riesgo de vencerse y que no ha efectuado ninguna compra desde que llegó al poder. La situación se transforma en un escándalo, surgen denuncias judiciales que, con apelaciones incluidas, le niegan razón al oficialismo; se eyectan del cargo a los supuestos responsables, se los maltrata en los mass media a los fines de salvar a una funcionaria que, evidentemente, no cuenta con las capacidades necesarias para conducir un superministerio que sintetiza cuatro áreas sociales siempre sensibles.</p> <p>En términos políticos la reacción oficialista rememora a los mejores métodos de la denostada casta. De arranque se niega el problema, basadas en una soberbia que se parece más a la de la noche del triunfo del 19 de noviembre que a las respuestas que deben darse en una gestión, se hacen afirmaciones contradictorias en el seno del mismo equipo gubernamental. En una caída espiralada, a medida que el problema aparece en escena, el oficialismo se esmera en tomar medidas que cada vez lo debilitan más, oponiéndole un respaldo presidencial inédito a la funcionaria, acompañado de un apoyo en tándem y artificial del conjunto ministerial y calificando a la misma de “mejor ministra de la historia”. En mi Tablada natal acuñábamos el término “dime de que presumes y te diré de qué careces”.</p> <p><strong>2. Ajuste excepcional.</strong> El oficialismo cumple con su promesa electoral e impone la motosierra y la licuadora. Pero no lo hace sobre los sectores que había señalado en la campaña sino que lo concreta sobre los sectores bajos, medios y sus enemigos ideológicos. Elimina todo tipo de ayuda social más allá de algunos aumentos circunstanciales de AUH y de la tarjeta Alimentar, reduce drásticamente subsidios de todo tipo, desde aportes al sistema de transporte en el interior a la ayuda con medicamentos a pacientes con enfermedades terminales, licúa ingresos de jubilados y pensionados vía decreto e intenta ahogar financieramente a las universidades públicas.</p> <p>El libertarismo recibe un fenomenal cachetazo político en las calles, donde no menos de un millón de personas se movilizan en todo el territorio nacional en defensa de la educación pública y sale a responder que las movilizaciones representaban una “causa noble pero tenían fines oscuros”. Con el correr de los días pactará con la universidad más grande del país y al cabo de semanas con las otras 59 casas de altos estudios.</p> <p><img src="https://fundamentar.com/images/diputados-uxp-jubilaciones-media-sancion.jpg" alt="" /></p> <p>En la semana que acaba de concluir, la Cámara de Diputados dio una señal que apunta en varios sentidos y logró aprobar la media sanción de una reforma jubilatoria que promete recomponer lo perdido en los últimos meses y que le permitiría levantar el ancla de ajustar los ingresos de los mayores por el lado de la inflación. La mejora, que supone un incremento del 0,43% del presupuesto, y que viene con la sugerencia del lugar de donde deberían salir los fondos, es denostada por el conjunto del gobierno.</p> <p>El presidente, en un nuevo stand up, sobreactúa enojo, afirma que le importa “tres carajos” lo que se apruebe en el Congreso, y anuncia que vetará cualquier ley que le impida cumplir con el superávit fiscal. Acá ya no se trata de saber ver o interpretar: los números con los que se aprobó el proyecto en Diputados y por lo que ya se presupone en Senadores, deja al conjunto de legisladores con la posibilidad real de rechazar ese hipotético veto porque se estuvo muy cerca de alcanzar los dos tercios que habilita el artículo 83 de la Constitución Nacional.</p> <p>En los días que vienen, el Indec se apresta a dar el número de inflación de mayo. Todo parece indicar que rondará el 5%, dato que será mostrado como un triunfo económico y político en sí mismo, aunque el mismo muestre una contracara acuciante y que se refleja, por ejemplo, en los indicadores que dio a conocer el jueves el organismo, donde el sector de la construcción cayó un 37% interanual mientras que la industria manufacturera lo hizo en un 13%. Ni respuesta macroeconómica en V, ni en formato de la pipa de Nike. Como en un pozo negro, por ahora el fondo no se muestra visible.</p> <p><strong>3. El papelón internacional como método.</strong> Javier Milei gusta de mostrarse como un referente mundial. Sólo así se entiende su afición por los viajes internacionales a encuentros que agregan poco valor a los intereses del Estado argentino, que se circunscriben a gustos personales y que tienen como mayor mérito el encuentro con empresarios del mundo digital que por ahora no han hecho más que sacarse alguna foto en modo libertario.</p> <p>Secundado por la evidente incapacidad de su ministra de Relaciones Internacionales y Culto, Diana Mondino, quien parece estar en la cuerda floja, el oficialismo no ha dejado papelón por realizar a partir de autopercibirse y autocelebrarse como disruptivo. A los devaneos con China (en muy poco tiempo vence el swap por U$s 5.000 millones), la nula relación con un socio estratégico como Brasil y el surgimiento de un conflicto sinsentido con España, por estas horas se agregó el capricho de no asistir a la invitación de Italia a la reunión del G7 en los días 13 y 14 de junio, decisión que habría sido desestimada por la queja por lo bajo y en términos diplomáticos que formulara el gobierno de Giorgia Meloni.</p> <p>En ese recorrido internacional de estudiantina se evidencia la esencia del deseo presidencial, mostrando como logros medidas que tienen un feroz lado oscuro, pero que poco importan a los fines de proyectarse como un profeta itinerante que pareciera tener a la Argentina como uno más de sus destinos de desarrollo político.</p> <p><img src="https://fundamentar.com/images/indec-construccion-abril-2024.jpg" alt="" /></p> <p>Los tres elementos descriptos brevemente, la ausencia de ayuda social, el ajuste y el papelonezco rol de las relaciones internacionales, reflejan una esencia distinta de las formas del relacionamiento político, al punto de que Milei se permita declarar como una especie de topo que maneja las riendas del Estado para destruirlo desde adentro.</p> <p>Por todo ello no tiene sentido buscar atisbos de arrepentimiento, culpa o vergüenza por las políticas aplicadas y sus consecuencias. Si en algún momento, desde este mismo espacio, nos animamos a titular algún artículo como “Mezquinos y rotos”, es porque de alguna manera, al representar a determinados sectores, el libertarismo descree de cierto sentido común construido a lo largo de cuatro décadas de democracia.</p> <p>Los hechos son los mismos. Pero la explicación y su justificación no son validadas de la misma manera por los distintos sectores que le dan vida a una comunidad. Reconocidos en una sociedad democrática, el planteo schmittiano de la relación amigo / enemigo debería ser relativizada. Pero de a poco, el oficialismo comienza a sufrir el desgaste del uso y abuso de esa estrategia, sobre todo cuando la misma es azuzada desde una posición de extrema debilidad institucional, sin cuadros político técnicos que le den sustento a la gestión y contando con el apoyo cada vez más restringido de algunos referentes mediáticos.</p> <p>El deterioro comienza a ser tan evidente, que un tribunal judicial como el que se sintetiza en la Cámara Federal de Comodoro Py, conducida por personajes de la talla de Martín Irurzun, uno de los protagonistas principalísimos del Lawfare argento, le terminó dando la razón en una cautelar al siempre polémico Juan Grabois. O también, si quisiéramos quedarnos en la lógica mediática, ciertas calificaciones políticas y personales sobre el presidente acaban siendo coincidentes entre las antípodas que suponen personajes como Roberto Navarro o Marcelo Longobardi.</p> <p>Ya no se trata de seguir esperando que el mundo libertario vea lo mismo que el conjunto del sistema político. Cada vez queda más expuesta una forma de relacionamiento donde poco importa lo que le sucede al otro. El individualismo extremo, pero también la miserabilidad que suponen ciertos desprecios, en algún momento encontrarán límites de parte de una sociedad que, mayoritaria y efectivamente, quería castigar a buena parte de su dirigencia política. Pero a veces, el remedio es peor que la enfermedad. Por estos días, algunos empezaron a tomar nota.</p> <p>(*) Analista político de Fundamentar - <a href="https://x.com/miguelhergomez" target="_blank" rel="noopener noreferrer">@miguelhergomez</a></p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/844e3b2815ad219fb191e2287b405c73_S.jpg" alt="Ojos cerrados" /></div><div class="K2FeedIntroText"></div><div class="K2FeedFullText"><p>La prédica libertaria supo instalar el latiguillo “no la ven”. Anclados en la idea de una especie de clarividencia superior y en el amplio triunfo electoral desarrollado a lo largo y ancho del país, atravesando múltiples capas sociales, edades y realidades personales, la frase se expandía en varios sentidos. Podía aplicarse al apoyo subterráneo de sectores que hasta hace no mucho anidaban en el peronismo, a una nueva forma de entender la vida en comunidad por estos arrabales del mundo o, una vez instalados en el gobierno, al supuesto éxito del fenomenal ajuste fiscal que se le propuso a la sociedad. Pero más allá de los matices, la esencia de su apoteosis debe ser rastreada en cierto hartazgo social que supo darle un apoyo a un espacio político que nada tiene que ver en su esencia y conformación con lo que habíamos conocido hasta ahora.</p> <p>Pero ya nada es lo que era. Desde hace tres semanas el gobierno ha comenzado a convivir con una crisis que ha quedado expuesta a la vista de todos. En pleno mes de junio, y a seis meses de haber asumido, ya no se trata de qué ven los demás, sino de descubrir cómo se sale de un laberinto que tiene frenada a la administración, donde la angustia social se hace cada vez más visible y donde el liderazgo presidencial no parece alcanzar para correr el eje de lo que se discute en lo público.    </p> <p>Suponiendo que diéramos por válida la hipótesis libertaria de que existen dos grandes sectores, los que están a favor y en contra del gobierno (por suerte la realidad es mucho más rica y variada) dos preguntas atraviesan a las presentes líneas: ¿Todos vemos lo mismo? Y, complejizando el análisis, ¿no deberíamos comenzar a entender que más allá de lo que se vea, la novedad del libertarismo argento radica en que poco y nada le importa de la forma en la que el resto “vemos” esa vida en sociedad? Veamos los ejemplos.</p> <p><strong>1. Con la comida no se jode.</strong> ¿No se jode? Inicialmente, en un contexto de acuciante necesidad para vastos sectores empobrecidos, el gobierno queda averiado porque se descubre que tiene cinco millones de kilos de alimentos sin distribuir, que han sido adquiridos por la administración anterior, que se enfrentan con el riesgo de vencerse y que no ha efectuado ninguna compra desde que llegó al poder. La situación se transforma en un escándalo, surgen denuncias judiciales que, con apelaciones incluidas, le niegan razón al oficialismo; se eyectan del cargo a los supuestos responsables, se los maltrata en los mass media a los fines de salvar a una funcionaria que, evidentemente, no cuenta con las capacidades necesarias para conducir un superministerio que sintetiza cuatro áreas sociales siempre sensibles.</p> <p>En términos políticos la reacción oficialista rememora a los mejores métodos de la denostada casta. De arranque se niega el problema, basadas en una soberbia que se parece más a la de la noche del triunfo del 19 de noviembre que a las respuestas que deben darse en una gestión, se hacen afirmaciones contradictorias en el seno del mismo equipo gubernamental. En una caída espiralada, a medida que el problema aparece en escena, el oficialismo se esmera en tomar medidas que cada vez lo debilitan más, oponiéndole un respaldo presidencial inédito a la funcionaria, acompañado de un apoyo en tándem y artificial del conjunto ministerial y calificando a la misma de “mejor ministra de la historia”. En mi Tablada natal acuñábamos el término “dime de que presumes y te diré de qué careces”.</p> <p><strong>2. Ajuste excepcional.</strong> El oficialismo cumple con su promesa electoral e impone la motosierra y la licuadora. Pero no lo hace sobre los sectores que había señalado en la campaña sino que lo concreta sobre los sectores bajos, medios y sus enemigos ideológicos. Elimina todo tipo de ayuda social más allá de algunos aumentos circunstanciales de AUH y de la tarjeta Alimentar, reduce drásticamente subsidios de todo tipo, desde aportes al sistema de transporte en el interior a la ayuda con medicamentos a pacientes con enfermedades terminales, licúa ingresos de jubilados y pensionados vía decreto e intenta ahogar financieramente a las universidades públicas.</p> <p>El libertarismo recibe un fenomenal cachetazo político en las calles, donde no menos de un millón de personas se movilizan en todo el territorio nacional en defensa de la educación pública y sale a responder que las movilizaciones representaban una “causa noble pero tenían fines oscuros”. Con el correr de los días pactará con la universidad más grande del país y al cabo de semanas con las otras 59 casas de altos estudios.</p> <p><img src="https://fundamentar.com/images/diputados-uxp-jubilaciones-media-sancion.jpg" alt="" /></p> <p>En la semana que acaba de concluir, la Cámara de Diputados dio una señal que apunta en varios sentidos y logró aprobar la media sanción de una reforma jubilatoria que promete recomponer lo perdido en los últimos meses y que le permitiría levantar el ancla de ajustar los ingresos de los mayores por el lado de la inflación. La mejora, que supone un incremento del 0,43% del presupuesto, y que viene con la sugerencia del lugar de donde deberían salir los fondos, es denostada por el conjunto del gobierno.</p> <p>El presidente, en un nuevo stand up, sobreactúa enojo, afirma que le importa “tres carajos” lo que se apruebe en el Congreso, y anuncia que vetará cualquier ley que le impida cumplir con el superávit fiscal. Acá ya no se trata de saber ver o interpretar: los números con los que se aprobó el proyecto en Diputados y por lo que ya se presupone en Senadores, deja al conjunto de legisladores con la posibilidad real de rechazar ese hipotético veto porque se estuvo muy cerca de alcanzar los dos tercios que habilita el artículo 83 de la Constitución Nacional.</p> <p>En los días que vienen, el Indec se apresta a dar el número de inflación de mayo. Todo parece indicar que rondará el 5%, dato que será mostrado como un triunfo económico y político en sí mismo, aunque el mismo muestre una contracara acuciante y que se refleja, por ejemplo, en los indicadores que dio a conocer el jueves el organismo, donde el sector de la construcción cayó un 37% interanual mientras que la industria manufacturera lo hizo en un 13%. Ni respuesta macroeconómica en V, ni en formato de la pipa de Nike. Como en un pozo negro, por ahora el fondo no se muestra visible.</p> <p><strong>3. El papelón internacional como método.</strong> Javier Milei gusta de mostrarse como un referente mundial. Sólo así se entiende su afición por los viajes internacionales a encuentros que agregan poco valor a los intereses del Estado argentino, que se circunscriben a gustos personales y que tienen como mayor mérito el encuentro con empresarios del mundo digital que por ahora no han hecho más que sacarse alguna foto en modo libertario.</p> <p>Secundado por la evidente incapacidad de su ministra de Relaciones Internacionales y Culto, Diana Mondino, quien parece estar en la cuerda floja, el oficialismo no ha dejado papelón por realizar a partir de autopercibirse y autocelebrarse como disruptivo. A los devaneos con China (en muy poco tiempo vence el swap por U$s 5.000 millones), la nula relación con un socio estratégico como Brasil y el surgimiento de un conflicto sinsentido con España, por estas horas se agregó el capricho de no asistir a la invitación de Italia a la reunión del G7 en los días 13 y 14 de junio, decisión que habría sido desestimada por la queja por lo bajo y en términos diplomáticos que formulara el gobierno de Giorgia Meloni.</p> <p>En ese recorrido internacional de estudiantina se evidencia la esencia del deseo presidencial, mostrando como logros medidas que tienen un feroz lado oscuro, pero que poco importan a los fines de proyectarse como un profeta itinerante que pareciera tener a la Argentina como uno más de sus destinos de desarrollo político.</p> <p><img src="https://fundamentar.com/images/indec-construccion-abril-2024.jpg" alt="" /></p> <p>Los tres elementos descriptos brevemente, la ausencia de ayuda social, el ajuste y el papelonezco rol de las relaciones internacionales, reflejan una esencia distinta de las formas del relacionamiento político, al punto de que Milei se permita declarar como una especie de topo que maneja las riendas del Estado para destruirlo desde adentro.</p> <p>Por todo ello no tiene sentido buscar atisbos de arrepentimiento, culpa o vergüenza por las políticas aplicadas y sus consecuencias. Si en algún momento, desde este mismo espacio, nos animamos a titular algún artículo como “Mezquinos y rotos”, es porque de alguna manera, al representar a determinados sectores, el libertarismo descree de cierto sentido común construido a lo largo de cuatro décadas de democracia.</p> <p>Los hechos son los mismos. Pero la explicación y su justificación no son validadas de la misma manera por los distintos sectores que le dan vida a una comunidad. Reconocidos en una sociedad democrática, el planteo schmittiano de la relación amigo / enemigo debería ser relativizada. Pero de a poco, el oficialismo comienza a sufrir el desgaste del uso y abuso de esa estrategia, sobre todo cuando la misma es azuzada desde una posición de extrema debilidad institucional, sin cuadros político técnicos que le den sustento a la gestión y contando con el apoyo cada vez más restringido de algunos referentes mediáticos.</p> <p>El deterioro comienza a ser tan evidente, que un tribunal judicial como el que se sintetiza en la Cámara Federal de Comodoro Py, conducida por personajes de la talla de Martín Irurzun, uno de los protagonistas principalísimos del Lawfare argento, le terminó dando la razón en una cautelar al siempre polémico Juan Grabois. O también, si quisiéramos quedarnos en la lógica mediática, ciertas calificaciones políticas y personales sobre el presidente acaban siendo coincidentes entre las antípodas que suponen personajes como Roberto Navarro o Marcelo Longobardi.</p> <p>Ya no se trata de seguir esperando que el mundo libertario vea lo mismo que el conjunto del sistema político. Cada vez queda más expuesta una forma de relacionamiento donde poco importa lo que le sucede al otro. El individualismo extremo, pero también la miserabilidad que suponen ciertos desprecios, en algún momento encontrarán límites de parte de una sociedad que, mayoritaria y efectivamente, quería castigar a buena parte de su dirigencia política. Pero a veces, el remedio es peor que la enfermedad. Por estos días, algunos empezaron a tomar nota.</p> <p>(*) Analista político de Fundamentar - <a href="https://x.com/miguelhergomez" target="_blank" rel="noopener noreferrer">@miguelhergomez</a></p></div> Entre el dogma y el interés 2024-04-01T21:17:27-03:00 2024-04-01T21:17:27-03:00 https://fundamentar.com/articulos/lecturas-recomendadas/item/6812-entre-el-dogma-y-el-interes Federico Merke (*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/63b46f1e9614c655caa7fc03ac211b27_S.jpg" alt="El Secretario de Estado de EEUU Antony Blinken junto a Diana Mondino, Buenos Aires, 23-2-2024" /></div><div class="K2FeedIntroText"><h3>Con decisiones y gestos, la política exterior de Javier Milei cultiva la admiración por el mundo occidental, pero en un momento en que ese admirado “mundo libre” gira hacia posiciones proteccionistas y explora una mayor regulación internacional, algo que el dogma libertario rechaza. Sin embargo, Argentina pretende ingresar a la OCDE...</h3></div><div class="K2FeedFullText"><p>La llegada al gobierno de Javier Milei, un líder autoproclamado anarcocapitalista o liberal-libertario, introduce la necesidad de pensar la política exterior de un país como Argentina a la luz de esta tradición que, para economía de palabras, llamaremos simplemente libertaria. Introduce, también, la necesidad de evaluar este enfoque, y su práctica, transcurridos ya cien días de este experimento, inédito en Argentina y en buena parte del mundo. La política exterior de un país suele ser el resultado de una amalgama compleja de poder y propósitos. Como señalaba Walter Lippmann, una política exterior sólida es aquella que descansa en un equilibrio en el cual los líderes admiten que deben pagar por lo que desean alcanzar y deben preferir sólo aquello por lo que están dispuestos a pagar. </p> <p>¿Qué propósitos persiguen los libertarios en política exterior y qué medios desean tener para alcanzarlos? Los libertarios no tienen un cuerpo de ideas muy articulado acerca de la política exterior, en parte porque prácticamente nunca han tenido la responsabilidad de conducir los asuntos internacionales de un gobierno, en parte porque es un tema que nunca les interesó mucho. Si la razón de Estado es tener al Estado en buen estado, los libertarios no creen que sea necesario invertir mucho en esto porque prefieren el menor de los Estados posibles, con el poder necesario sólo para garantizar el orden público, el cumplimiento de los contratos y la libertad individual. </p> <p>En política exterior, esto se traduce en que el propósito fundamental de un gobierno debería ser la “producción eficiente de seguridad nacional”, como lo definió Justin Logan, director en el Cato Institute, fundado entre otros por Murray Rothbard, líder del anarcocapitalismo y del Partido Libertario en Estados Unidos. Dicho esto, sin embargo, los libertarios sospechan del establishment de la seguridad nacional y la maquinaria detrás de la guerra porque implica más impuestos o más deudas, además de más burocracia. Sospechan, también, de una política exterior activa, porque sencillamente no creen que sea necesaria. Y descreen de la gobernanza global o los regímenes internacionales, y aspiran a un orden global menos regulado, que respete la voluntad de sus gobiernos. Como apuntó Robert Frost en su poema Mending Wall, “buenas cercas hacen buenos vecinos”: podría ser un buen leitmotiv libertario.  </p> <p>En Estados Unidos, los libertarios se encuentran en las antípodas de los liberales internacionalistas. Mientras éstos desean un Estado fuerte en casa y activo afuera, los libertarios desean un Estado mínimo y una política exterior más restringida, casi aislacionista. Así, comparten con los republicanos la idea de un Estado pequeño y con menos impuestos, pero toman distancia del clásico activismo internacional, hoy en transformación a partir de la narrativa anti-globalista en ascenso dentro del partido. </p> <p>En este sentido, los libertarios se hacen receptores del consejo de George Washington que, en su discurso de despedida de 1796, recomendaba ampliar al máximo las relaciones comerciales entre naciones y reducir lo más posible la conexión política entre ellas. Ron Paul, uno de los referentes centrales del movimiento libertario, siempre defendió la idea de que los gobiernos debían actuar afuera y adentro del mismo modo: reducir al máximo su intervención (sea para resolver fallas de mercado, promover la democracia o hacer la guerra) porque los objetivos rara vez se alcanzan, causan más daño que beneficios y reducen la libertad de las personas. Los libertarios coinciden de este modo con Ronald Reagan, que señaló que las ocho palabras más aterradoras en inglés eran “Soy del gobierno y estoy aquí para ayudar”. </p> <p>No es de extrañar, entonces, que los libertarios prefieran una política exterior minimalista. Fomentan el mercado, el comercio y las inversiones, por supuesto, pero descreen de las alianzas militares, la gobernanza global y todo intento de construir burocracias internacionales que les digan a los gobiernos lo que deben hacer, sea en materia de comercio, ambiente o migraciones. En cuanto a China, los libertarios no son halcones. Un repaso a las expresiones de libertarios prominentes como Ron Paul, Rand Paul o Justin Raimondo muestra que apuntan a la cautela, el comercio y la no-intervención en asuntos internos. Una Guerra Fría con China, señalan, significa más gasto público, más aparato de seguridad y más intervención estatal limitando las libertades individuales.</p> <h4>Libertarianismo criollo</h4> <p>Si este es el contorno de una política exterior libertaria, ¿en qué medida el gobierno de Javier Milei encarna esta tradición? Hay tres elementos a destacar. En primer lugar, el propio Milei no parece ocuparse mucho de los vínculos de Argentina con el mundo. Él mismo lo ha dicho en varias ocasiones al señalar que su tiempo lo ocupa en gran medida en la economía, luego en la seguridad y finalmente en la contención social. Más allá de señalar en varias ocasiones que Occidente está en peligro, Milei no ha desarrollado una narrativa sobre el orden global, el multilateralismo o los desafíos que plantea la comunidad internacional. Así, Milei parece mostrar, en el peor de los casos, un sentimiento aislacionista o, en el mejor de los casos, un perfil de alguien tan involucrado en los asuntos domésticos que no tiene tiempo para ocuparse de los asuntos internacionales. </p> <p>Esto se observa, por ejemplo, en la reducción significativa del espacio burocrático que supo ocupar la Secretaría de Asuntos Estratégicos durante el gobierno de Alberto Fernández y antes de Mauricio Macri. Esta inclinación, se podría decir, parece estar en sintonía con un modo libertario de pensar al Estado en su mínima expresión. El mundo de Milei no se ve muy “westfaliano” o interestatal. Parece estar más poblado, de un lado, por líderes corporativos, inversores, banqueros, gestores de activos y otros “héroes”, como los llamó en Davos, y, del otro lado, por progresistas, colectivistas, comunistas, autoritarios y distintas expresiones woke.</p> <p>Por otro lado, Milei no parece interesarse mucho por la diplomacia de cumbres, las organizaciones internacionales o la discusión lenta y minuciosa de las reglas globales. ¿Por qué alguien que desea la desregulación de su propio Estado estaría interesado en la regulación entre Estados? ¿Por qué alguien que cree muy poco en la provisión de bienes públicos estaría interesado en que estos se produzcan a nivel global? Milei percibe a la burocracia internacional como parte de un libreto socialista o colectivista y, por lo tanto, como un obstáculo al crecimiento del país. Su desdén por las metas de desarrollo sostenible o por los compromisos ambientales es una muestra de esta mirada. </p> <p>Por último, en las pocas veces en que Milei habló de política exterior, el énfasis estuvo en ampliar el comercio, abrir mercados y captar inversión extranjera. La ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, parece encarnar este aspecto, con una agenda muy enfocada en ampliar los vínculos comerciales y la red de inversores globales. Un repaso a su agenda nos muestra hasta acá una intensa actividad con cámaras nacionales, cámaras binacionales, reuniones con funcionarios de bloques comerciales y, en particular, una gira reciente por países del Sudeste asiático y Japón.</p> <p>Aunque estas observaciones nos hablan de una inclinación libertaria, hay otros elementos de la política exterior de Milei que apuntan en otra dirección y que hacen más complejo el análisis. Acá se ve una brecha entre el enfoque libertario y lo que Milei efectivamente está construyendo en política exterior. En primer lugar, resulta algo contradictorio cuestionar el sentido de las organizaciones internacionales y al mismo tiempo aspirar a ingresar a la OCDE, una organización que se especializa en producir regulación y estándares de gobernanza para sus miembros. En segundo lugar, también resulta contradictorio exhibir bajos niveles de diplomacia presidencial y al mismo tiempo abrazarse efusivamente con Benjamin Netanyahu o Volodimir Zelenski, dos líderes muy en el centro de la geopolítica global y muy lejos de nuestros intereses más inmediatos. Si la economía es la prioridad número uno de Milei, no está nada claro de qué modo un acercamiento estratégico a estos líderes es un camino para mejorar nuestra condición económica. En tercer lugar, la animosidad con que Milei se refiere a los gobiernos de izquierda (“socialistas”, “comunistas”) no parece estar muy en línea con el sentir libertario del respeto al proyecto de vida del otro. “No negocio con comunistas”, señaló Milei en varias ocasiones. “No podemos ganar mucho trabajando juntos con algunos países que no son democracias liberales”, agregó Mondino. Lo curioso es que Mondino hizo esta afirmación luego de visitar Vietnam el 19 de marzo pasado, y más curioso aun es enterarse que hará un viaje a China a fines de abril. </p> <p>En estas observaciones, el sesgo ideológico aparece como un rasgo distintivo. El gobierno prefiere dejar de lado alianzas políticas, por ejemplo al no ingresar al grupo BRICS, pero se abraza con Israel y Ucrania en defensa de Occidente. Postula menos regulación global, pero acepta una futura regulación de la OCDE. Y el comercio con el mundo es prioridad, pero mejor siempre y cuando sea con  “democracias liberales”. Esto se ve con mayor claridad cuando miramos el entusiasmo en fortalecer los vínculos con Estados Unidos, abriendo canales de alto nivel con el Departamento de Estado, la CIA y el Comando Sur. Milei prefiere a Trump. Pero prefiere a Estados Unidos antes que a cualquier otro país. Este sesgo se hace presente, también, en la forma en que el Presidente define a los distintos actores internacionales en base a un esquema de héroes o villanos. En su mundo no hay grises, y la claridad moral ordena sus relaciones. Milei no se muestra curioso sino más bien furioso.</p> <p>Si juntamos estas observaciones, tenemos que el interés por Israel, el apoyo irrestricto a Ucrania, el sentimiento anti-China y el desdén por la burocracia internacional colocan a Milei más cerca de una agenda conservadora que de una libertaria. A estos sesgos se agregan rasgos de la personalidad del Presidente que lo ubican en una mirada del mundo de suma cero. En un perfil de este tipo, la empatía estratégica, la paciencia diplomática y la complejidad conceptual no son activos valorados.   </p> <h4>Desafíos políticos</h4> <p>Esta orientación plantea importantes desafíos. En primer lugar, observamos otra brecha, esta vez entre el mundo libre idealizado y el mundo libre en su versión actual. Milei es un devoto del libre comercio, pero Occidente viene profundizando el proteccionismo a una velocidad rara vez vista en las últimas tres décadas. Milei desprecia la intervención del Estado en la vida económica, pero Occidente viene produciendo cientos de páginas que apuntan a más, no menos, política industrial, regulación ambiental y filtros de seguridad nacional en las relaciones comerciales. Milei puede sentirse más cerca de Trump que de Biden, pero el desdén de Trump por la amenaza existencial que enfrenta Ucrania es notable (tan notable como su cuestionamiento al libre comercio). Milei se siente cerca del liberalismo de los países más avanzados, pero esos países están llevando adelante el mayor proyecto de descarbonización de su historia, algo que su gobierno parece ignorar por completo.</p> <p>En segundo lugar, observamos una brecha entre sesgos e intereses. Milei puede despreciar el comunismo, el socialismo y los gobiernos autoritarios, pero sólo el 13% de la población mundial vive hoy en democracias liberales y otro 16% en democracias con deficiencias. Recortar nuestro comercio a este espacio no parece muy alentador. Más aun, Argentina necesita contar con socios y aliados en sus distintas causas, pero también necesita contar con apoyos en organismos internacionales, globales y regionales, para empujar sus objetivos. Esto no parece ser un problema hasta acá. En el interés de Argentina siempre estuvo la necesidad de contar con un mundo basado en reglas de juego justas. Por otro lado, la conversación con Brasil se ha detenido, y con China se ha enfriado. Ambos países representan casi un cuarto de las exportaciones y dos quintos de nuestras importaciones. El resto de América del Sur luce desdibujada. </p> <p>En conclusión, la política exterior de Milei refleja pálidamente el ideario libertario y exhibe una marcada inclinación hacia el conservadurismo y el alineamiento pro-occidental, caracterizado por un bajo pragmatismo y un alto sesgo ideológico y de grupo. Aunque se percibe una influencia filosófica libertaria en sus gestos, hasta el momento su política exterior se ha orientado más hacia una afinidad con los valores de la derecha occidental, particularmente con Estados Unidos, y con un ideario liberal que enfrenta cuestionamientos en el mismo mundo libre que Milei dice admirar. Es importante reconocer que la política internacional enfrenta desafíos propios, como las preferencias de los otros, las externalidades negativas y los problemas de acción colectiva, que no pueden ser ignorados. Ni siquiera por un libertario.</p> <p>(*) Politólogo. Director de la Maestría en Política y Economía Internacionales de la Universidad de San Andrés.</p> <p>FUENTE: <a href="https://www.eldiplo.org/298-las-nuevas-relaciones-carnales/entre-el-dogma-y-el-interes/" target="_blank" rel="noopener noreferrer">Le Monde Dilpomatique</a></p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/63b46f1e9614c655caa7fc03ac211b27_S.jpg" alt="El Secretario de Estado de EEUU Antony Blinken junto a Diana Mondino, Buenos Aires, 23-2-2024" /></div><div class="K2FeedIntroText"><h3>Con decisiones y gestos, la política exterior de Javier Milei cultiva la admiración por el mundo occidental, pero en un momento en que ese admirado “mundo libre” gira hacia posiciones proteccionistas y explora una mayor regulación internacional, algo que el dogma libertario rechaza. Sin embargo, Argentina pretende ingresar a la OCDE...</h3></div><div class="K2FeedFullText"><p>La llegada al gobierno de Javier Milei, un líder autoproclamado anarcocapitalista o liberal-libertario, introduce la necesidad de pensar la política exterior de un país como Argentina a la luz de esta tradición que, para economía de palabras, llamaremos simplemente libertaria. Introduce, también, la necesidad de evaluar este enfoque, y su práctica, transcurridos ya cien días de este experimento, inédito en Argentina y en buena parte del mundo. La política exterior de un país suele ser el resultado de una amalgama compleja de poder y propósitos. Como señalaba Walter Lippmann, una política exterior sólida es aquella que descansa en un equilibrio en el cual los líderes admiten que deben pagar por lo que desean alcanzar y deben preferir sólo aquello por lo que están dispuestos a pagar. </p> <p>¿Qué propósitos persiguen los libertarios en política exterior y qué medios desean tener para alcanzarlos? Los libertarios no tienen un cuerpo de ideas muy articulado acerca de la política exterior, en parte porque prácticamente nunca han tenido la responsabilidad de conducir los asuntos internacionales de un gobierno, en parte porque es un tema que nunca les interesó mucho. Si la razón de Estado es tener al Estado en buen estado, los libertarios no creen que sea necesario invertir mucho en esto porque prefieren el menor de los Estados posibles, con el poder necesario sólo para garantizar el orden público, el cumplimiento de los contratos y la libertad individual. </p> <p>En política exterior, esto se traduce en que el propósito fundamental de un gobierno debería ser la “producción eficiente de seguridad nacional”, como lo definió Justin Logan, director en el Cato Institute, fundado entre otros por Murray Rothbard, líder del anarcocapitalismo y del Partido Libertario en Estados Unidos. Dicho esto, sin embargo, los libertarios sospechan del establishment de la seguridad nacional y la maquinaria detrás de la guerra porque implica más impuestos o más deudas, además de más burocracia. Sospechan, también, de una política exterior activa, porque sencillamente no creen que sea necesaria. Y descreen de la gobernanza global o los regímenes internacionales, y aspiran a un orden global menos regulado, que respete la voluntad de sus gobiernos. Como apuntó Robert Frost en su poema Mending Wall, “buenas cercas hacen buenos vecinos”: podría ser un buen leitmotiv libertario.  </p> <p>En Estados Unidos, los libertarios se encuentran en las antípodas de los liberales internacionalistas. Mientras éstos desean un Estado fuerte en casa y activo afuera, los libertarios desean un Estado mínimo y una política exterior más restringida, casi aislacionista. Así, comparten con los republicanos la idea de un Estado pequeño y con menos impuestos, pero toman distancia del clásico activismo internacional, hoy en transformación a partir de la narrativa anti-globalista en ascenso dentro del partido. </p> <p>En este sentido, los libertarios se hacen receptores del consejo de George Washington que, en su discurso de despedida de 1796, recomendaba ampliar al máximo las relaciones comerciales entre naciones y reducir lo más posible la conexión política entre ellas. Ron Paul, uno de los referentes centrales del movimiento libertario, siempre defendió la idea de que los gobiernos debían actuar afuera y adentro del mismo modo: reducir al máximo su intervención (sea para resolver fallas de mercado, promover la democracia o hacer la guerra) porque los objetivos rara vez se alcanzan, causan más daño que beneficios y reducen la libertad de las personas. Los libertarios coinciden de este modo con Ronald Reagan, que señaló que las ocho palabras más aterradoras en inglés eran “Soy del gobierno y estoy aquí para ayudar”. </p> <p>No es de extrañar, entonces, que los libertarios prefieran una política exterior minimalista. Fomentan el mercado, el comercio y las inversiones, por supuesto, pero descreen de las alianzas militares, la gobernanza global y todo intento de construir burocracias internacionales que les digan a los gobiernos lo que deben hacer, sea en materia de comercio, ambiente o migraciones. En cuanto a China, los libertarios no son halcones. Un repaso a las expresiones de libertarios prominentes como Ron Paul, Rand Paul o Justin Raimondo muestra que apuntan a la cautela, el comercio y la no-intervención en asuntos internos. Una Guerra Fría con China, señalan, significa más gasto público, más aparato de seguridad y más intervención estatal limitando las libertades individuales.</p> <h4>Libertarianismo criollo</h4> <p>Si este es el contorno de una política exterior libertaria, ¿en qué medida el gobierno de Javier Milei encarna esta tradición? Hay tres elementos a destacar. En primer lugar, el propio Milei no parece ocuparse mucho de los vínculos de Argentina con el mundo. Él mismo lo ha dicho en varias ocasiones al señalar que su tiempo lo ocupa en gran medida en la economía, luego en la seguridad y finalmente en la contención social. Más allá de señalar en varias ocasiones que Occidente está en peligro, Milei no ha desarrollado una narrativa sobre el orden global, el multilateralismo o los desafíos que plantea la comunidad internacional. Así, Milei parece mostrar, en el peor de los casos, un sentimiento aislacionista o, en el mejor de los casos, un perfil de alguien tan involucrado en los asuntos domésticos que no tiene tiempo para ocuparse de los asuntos internacionales. </p> <p>Esto se observa, por ejemplo, en la reducción significativa del espacio burocrático que supo ocupar la Secretaría de Asuntos Estratégicos durante el gobierno de Alberto Fernández y antes de Mauricio Macri. Esta inclinación, se podría decir, parece estar en sintonía con un modo libertario de pensar al Estado en su mínima expresión. El mundo de Milei no se ve muy “westfaliano” o interestatal. Parece estar más poblado, de un lado, por líderes corporativos, inversores, banqueros, gestores de activos y otros “héroes”, como los llamó en Davos, y, del otro lado, por progresistas, colectivistas, comunistas, autoritarios y distintas expresiones woke.</p> <p>Por otro lado, Milei no parece interesarse mucho por la diplomacia de cumbres, las organizaciones internacionales o la discusión lenta y minuciosa de las reglas globales. ¿Por qué alguien que desea la desregulación de su propio Estado estaría interesado en la regulación entre Estados? ¿Por qué alguien que cree muy poco en la provisión de bienes públicos estaría interesado en que estos se produzcan a nivel global? Milei percibe a la burocracia internacional como parte de un libreto socialista o colectivista y, por lo tanto, como un obstáculo al crecimiento del país. Su desdén por las metas de desarrollo sostenible o por los compromisos ambientales es una muestra de esta mirada. </p> <p>Por último, en las pocas veces en que Milei habló de política exterior, el énfasis estuvo en ampliar el comercio, abrir mercados y captar inversión extranjera. La ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, parece encarnar este aspecto, con una agenda muy enfocada en ampliar los vínculos comerciales y la red de inversores globales. Un repaso a su agenda nos muestra hasta acá una intensa actividad con cámaras nacionales, cámaras binacionales, reuniones con funcionarios de bloques comerciales y, en particular, una gira reciente por países del Sudeste asiático y Japón.</p> <p>Aunque estas observaciones nos hablan de una inclinación libertaria, hay otros elementos de la política exterior de Milei que apuntan en otra dirección y que hacen más complejo el análisis. Acá se ve una brecha entre el enfoque libertario y lo que Milei efectivamente está construyendo en política exterior. En primer lugar, resulta algo contradictorio cuestionar el sentido de las organizaciones internacionales y al mismo tiempo aspirar a ingresar a la OCDE, una organización que se especializa en producir regulación y estándares de gobernanza para sus miembros. En segundo lugar, también resulta contradictorio exhibir bajos niveles de diplomacia presidencial y al mismo tiempo abrazarse efusivamente con Benjamin Netanyahu o Volodimir Zelenski, dos líderes muy en el centro de la geopolítica global y muy lejos de nuestros intereses más inmediatos. Si la economía es la prioridad número uno de Milei, no está nada claro de qué modo un acercamiento estratégico a estos líderes es un camino para mejorar nuestra condición económica. En tercer lugar, la animosidad con que Milei se refiere a los gobiernos de izquierda (“socialistas”, “comunistas”) no parece estar muy en línea con el sentir libertario del respeto al proyecto de vida del otro. “No negocio con comunistas”, señaló Milei en varias ocasiones. “No podemos ganar mucho trabajando juntos con algunos países que no son democracias liberales”, agregó Mondino. Lo curioso es que Mondino hizo esta afirmación luego de visitar Vietnam el 19 de marzo pasado, y más curioso aun es enterarse que hará un viaje a China a fines de abril. </p> <p>En estas observaciones, el sesgo ideológico aparece como un rasgo distintivo. El gobierno prefiere dejar de lado alianzas políticas, por ejemplo al no ingresar al grupo BRICS, pero se abraza con Israel y Ucrania en defensa de Occidente. Postula menos regulación global, pero acepta una futura regulación de la OCDE. Y el comercio con el mundo es prioridad, pero mejor siempre y cuando sea con  “democracias liberales”. Esto se ve con mayor claridad cuando miramos el entusiasmo en fortalecer los vínculos con Estados Unidos, abriendo canales de alto nivel con el Departamento de Estado, la CIA y el Comando Sur. Milei prefiere a Trump. Pero prefiere a Estados Unidos antes que a cualquier otro país. Este sesgo se hace presente, también, en la forma en que el Presidente define a los distintos actores internacionales en base a un esquema de héroes o villanos. En su mundo no hay grises, y la claridad moral ordena sus relaciones. Milei no se muestra curioso sino más bien furioso.</p> <p>Si juntamos estas observaciones, tenemos que el interés por Israel, el apoyo irrestricto a Ucrania, el sentimiento anti-China y el desdén por la burocracia internacional colocan a Milei más cerca de una agenda conservadora que de una libertaria. A estos sesgos se agregan rasgos de la personalidad del Presidente que lo ubican en una mirada del mundo de suma cero. En un perfil de este tipo, la empatía estratégica, la paciencia diplomática y la complejidad conceptual no son activos valorados.   </p> <h4>Desafíos políticos</h4> <p>Esta orientación plantea importantes desafíos. En primer lugar, observamos otra brecha, esta vez entre el mundo libre idealizado y el mundo libre en su versión actual. Milei es un devoto del libre comercio, pero Occidente viene profundizando el proteccionismo a una velocidad rara vez vista en las últimas tres décadas. Milei desprecia la intervención del Estado en la vida económica, pero Occidente viene produciendo cientos de páginas que apuntan a más, no menos, política industrial, regulación ambiental y filtros de seguridad nacional en las relaciones comerciales. Milei puede sentirse más cerca de Trump que de Biden, pero el desdén de Trump por la amenaza existencial que enfrenta Ucrania es notable (tan notable como su cuestionamiento al libre comercio). Milei se siente cerca del liberalismo de los países más avanzados, pero esos países están llevando adelante el mayor proyecto de descarbonización de su historia, algo que su gobierno parece ignorar por completo.</p> <p>En segundo lugar, observamos una brecha entre sesgos e intereses. Milei puede despreciar el comunismo, el socialismo y los gobiernos autoritarios, pero sólo el 13% de la población mundial vive hoy en democracias liberales y otro 16% en democracias con deficiencias. Recortar nuestro comercio a este espacio no parece muy alentador. Más aun, Argentina necesita contar con socios y aliados en sus distintas causas, pero también necesita contar con apoyos en organismos internacionales, globales y regionales, para empujar sus objetivos. Esto no parece ser un problema hasta acá. En el interés de Argentina siempre estuvo la necesidad de contar con un mundo basado en reglas de juego justas. Por otro lado, la conversación con Brasil se ha detenido, y con China se ha enfriado. Ambos países representan casi un cuarto de las exportaciones y dos quintos de nuestras importaciones. El resto de América del Sur luce desdibujada. </p> <p>En conclusión, la política exterior de Milei refleja pálidamente el ideario libertario y exhibe una marcada inclinación hacia el conservadurismo y el alineamiento pro-occidental, caracterizado por un bajo pragmatismo y un alto sesgo ideológico y de grupo. Aunque se percibe una influencia filosófica libertaria en sus gestos, hasta el momento su política exterior se ha orientado más hacia una afinidad con los valores de la derecha occidental, particularmente con Estados Unidos, y con un ideario liberal que enfrenta cuestionamientos en el mismo mundo libre que Milei dice admirar. Es importante reconocer que la política internacional enfrenta desafíos propios, como las preferencias de los otros, las externalidades negativas y los problemas de acción colectiva, que no pueden ser ignorados. Ni siquiera por un libertario.</p> <p>(*) Politólogo. Director de la Maestría en Política y Economía Internacionales de la Universidad de San Andrés.</p> <p>FUENTE: <a href="https://www.eldiplo.org/298-las-nuevas-relaciones-carnales/entre-el-dogma-y-el-interes/" target="_blank" rel="noopener noreferrer">Le Monde Dilpomatique</a></p></div>