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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Mon, 06 May 2024 10:57:53 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Chile: entre Asuntos Heredados y la Alternancia Política https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3502-chile-entre-asuntos-heredados-y-la-alternancia-politica https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3502-chile-entre-asuntos-heredados-y-la-alternancia-politica Chile: entre Asuntos Heredados y la Alternancia Política

Con el triunfo de la Nueva Mayoría luego de las elecciones presidenciales del año 2013, se abre una nueva etapa en la vida política chilena. Entre los aciertos y los errores de la administración Piñera, el nuevo gobierno deberá afrontar las demandas de una sociedad con ansias de cambio y los desafíos internos que la coalición liderada por Michelle Bachelet podría afrontar.

1990: UN AÑO DE INFLEXIÓN POLÍTICA

El panorama político chileno de los últimos cinco años no puede ser del todo comprendido sin retrotraernos al 11 de marzo de 1990, cuando asume como presidente Patricio Aylwin. Este hecho, que podría parecer a simple vista como una instancia más en la vida política de cualquier país que se rige a partir de principios republicanos, representó en Chile un punto de inflexión. Dichas elecciones no significaron tan solo el fin de la dictadura de Augusto José Pinochet - hecho ya de por sí sumamente trascendental - , sino también la llegada al Palacio de la Moneda de la denominada Concertación de Partidos por la Democracia (Partido Demócrata Cristiano, Partido por la Democracia, Partido Socialista y el Partido Radical Socialdemócrata).

Múltiples fueron los acontecimientos acaecidos bajo los distintos presidentes que se sucedieron, enarbolando la bandera de sus correspondientes partidos, pero siempre respondiendo a la lógica partidaria de la coalición que gobernaría Chile desde 1990 hasta 2010. Si bien la misma ha pasado a la historia como el eje estabilizador y transformante del ritmo y la temporalidad política que primó en Chile, fue también la que asumió la tarea de aclimatar el sistema neoliberal a una sociedad con competencia política democrática. Asimismo, se consolidaría a lo largo de esta década el denominado modelo chileno, una suerte de continuidad con respecto al modelo que se impuso durante la dictadura tanto en materia económica como social.

2006: LLEGADA DE BACHELET AL PALACIO DE LA MONEDA

En el año 2006 asumiría Michelle Bachelet, del Partido Socialista, y quien le posibilitaría a la Concertación un cuarto período en el poder. Triunfando en segunda vuelta con un 53% de votos, y venciendo así a Sebastián Piñera, debió afrontar las demandas encauzadas por la sociedad chilena y una agenda de intereses diversos, muchos de los cuales obtuvieron una respuesta concreta con correspondientes planes y proyectos impulsados desde el gobierno, mientras que otros permanecieron latentes y con soluciones transitorias. Cuestiones tales como una reforma integral de la estructura educacional; transformaciones tendientes a modificar el sistema binominal y la formación de una Asamblea Constituyente para el estudio de una Reforma Constitucional; la conformación de un programa para apalear las consecuencias del terremoto y el tsunami del año 2010 con las controversias suscitadas en torno al mismo, han sido asuntos heredados por la administración que triunfaría en las elecciones del 2010.

 El candidato concertacionista, Eduardo Frei, era derrotado y la derecha llegaba al poder de manera democrática por primavera vez desde la década del '50.

2010: LA CENTRODERECHA LLEGA AL PODER

A pesar de que Bachelet abandonaría el gobierno con un 84% de aprobación y respaldo ciudadano, la Coalición por el Cambio - resultante del pacto electoral entre Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI) - se configuraría como el espacio político partidario de la centroderecha que vencería en las elecciones a partir del triunfo de Sebastián Piñera (RN) en segunda vuelta con un total del 51,61 % de votos. El candidato concertacionista, Eduardo Frei, era derrotado y la derecha llegaba al poder de manera democrática por primavera vez desde la década del '50. Dicho suceso, esperado por algunos y sorpresivo para otros, re-significó la consolidación democrática chilena e introdujo ciertos cambios en las formas, no tanto así en el contenido.

Una vez iniciado su mandato, no pasó mucho tiempo hasta que la euforia comenzó a esfumarse y las fragmentaciones comenzaron a visualizarse hacia el interior de la coalición. Luego del exitoso rescate de los 33 mineros atrapados en Atacama, la popularidad del presidente electo se derrumbó (alcanzando niveles mínimos de aprobación, entre un 26 % y 27%) no sólo por su cuestionada gestión política - a razón de la presencia mayoritaria en su gabinete de personas provenientes del sector privado - sino también por las agudas tensiones al interior provocadas por los cuestionamientos de la UDI. Asimismo, la administración Piñera no logró despojarse de la herencia de demandas que la administración anterior no había logrado resolver. La irrupción de las protestas sociales en 2011, encabezadas por el movimiento estudiantil, se convirtieron en uno de los principales desafíos para el gobierno, quien no logró generar una solución adecuada y correspondiente a las demandas, que terminarían por transformarse en un asunto de fondo y que se extendería hasta la actualidad.

Igualmente, durante los cuatro años de la gestión de centroderecha hubo importantes aciertos y logros. Entre los más importantes se destacan, por un lado, el plan de reconstrucción post-terremoto/tsunami realizado por medio de un aumento de impuestos de primer categoría y la venta de la participación del Estado en diferentes compañías de servicio; un crecimiento económico que alcanzó un 5,6% en el año 2012 con caídas en los niveles de desempleo y un índice inflacionario del 1,5% para el mismo año. Por otro lado, la creación del Ministerio de Desarrollo Social y el impulso de políticas para madres trabajadoras y para los sectores más vulnerables; y el cierre del Penal Cordillera acatando así un reclamo que la sociedad presentaba hace ya algunos años.

 Los recientes comicios pusieron, una vez más, en el centro del debate una pregunta tan simple como difícil de responder: Entre el Líder y el Partido ¿quién es verdaderamente elegido?

2013: LA NUEVA MAYORÍA Y LA (RE) ELECCIÓN DE MICHELLE BACHELET

El escenario político de las presidenciales 2013 encontró a la coalición gobernante desorganizada y dividida al punto tal que la nominación de un candidato de común acuerdo fue una instancia difícil de negociación, dado los intereses contrapuestos de las partes. Finalmente, Evelyn Matthei (UDI) se convertiría en su abandera presidencial, representando así a la coalición que volvería a adoptar su nombre original, Alianza. Por su parte, la Concertación se re-configuró luego del proceso de fragmentación sufrido con la derrota del 2009 y se erigió bajo la denominada Nueva Mayoría.

Bajo la bandera del progresismo y el liberalismo de izquierda, los socialdemócratas (PSRD) y los demócratas cristianos (PDC) se unieron al Partido Comunista, a la Izquierda Ciudadana y al Movimiento Amplio Social, en pos de lograr una nueva mayoría social para forjar un nuevo referente político amplio y representativo de las más diversas voces de la sociedad. Su candidata sería Michelle Bachelet, personaje ya emblemático de la vida política chilena, y quien ha logrado amplios márgenes de popularidad a pesar del no tan elevado porcentaje de aceptación del espacio político que la apoya. Los recientes comicios pusieron, una vez más, en el centro del debate una pregunta tan simple como difícil de responder: Entre el Líder y el Partido ¿quién es verdaderamente elegido?

A pesar de esta aún irresuelta discusión, el 15 de diciembre y tras la segunda vuelta, la Nueva Mayoría triunfaría con un total de 62,16% de los votos, tras una emblemática primera vuelta, en la cual más de 8 candidatos se presentaron, pero en la cual se registró tan solo un 40% de participación electoral (en lo que constituyó la primera elección bajo el esquema de voto voluntario). La victoria también se tradujo en los otros poderes: 21 escaños en el Senado, 68 en el Congreso, 88 consejeros, divididos entre los distintos partidos y con una importante presencia de quienes han encabezado el movimiento estudiantil. Este escenario, aparentemente favorable, no necesariamente significa un viaje sin turbulencias ya que, en un contexto de clara insatisfacción, la necesidad de articular respuestas concretas a demandas de distinta naturaleza resulta inminente.

En este sentido, existe un acuerdo casi generalizado entre los analistas en considerar que tres son los pilares sobre los cuales se debería diseñar la agenda del nuevo gobierno: la Reforma Educacional, la Reforma Impositiva y la Reforma Política. Respecto a la primera, el principal reclamo se dirige a la promulgación de una reglamentación que modifique de manera contundente la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (originada durante el Pinochetismo) y el intento en vano que representó la Ley General de Educación sancionada en el año 2009. En lo que se refiere a la Reforma Impositiva, se pretende generar un sistema dirigido al aumento de los impuestos a las grandes empresas y la eliminación del fondo impositivo, en pos de lograr mayores fondos para inversión pública en educación. Por último, la Reforma Política hace visible una deuda que la clase gobernante tiene para con la sociedad chilena desde la década del ´90: la adopción de una nueva Constitución y la introducción de cambios en el sistema electoral binominal que rige los comicios parlamentarios.

En última instancia, estos tres ejes corresponden a una verdadera transformación del modelo chileno actual a razón de la necesidad de responder a ciertas cuestiones fundamentales: ¿Consenso o Encrucijada? ¿Es posible alcanzar un equilibrio entre el continuar con ciertos aspectos del modelo y el introducir modificaciones sustanciales y transformantes para acompañar a una sociedad que ha cambiado? ¿Cómo se podrá posicionar desde un enfoque común una coalición tan heterogénea pero hasta ahora unificada? ¿Podrá la Líder guiar a la Nueva Mayoría en pos de lograr en cuatro años ese giro copernicano que muchos observan que se está avecinando?

Tal como expresó la presidenta electa y quien estará asumiendo su cargo hoy, 11 de marzo,: “Chile cambió y se va a hacer más difícil gobernar para cualquier presidente (...) Si no somos capaces de hacer los cambios y la gente empieza a tomar las calles no va a ser responsabilidad de una presidenta, sino de un sistema político incapaz de responder a los desafíos de Chile”. Sólo será cuestión de estar a la espera de que el nuevo gobierno demuestre tener el ímpetu necesario para impulsar un cambio verdaderamente transformante. 

 

(*) Investigadora de la Fundación para la Integración Federal

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hola@fundamentar.com (FLORENCIA TINNIRELLO (*)) Opinión Wed, 12 Mar 2014 23:01:21 -0300
Ginebra II: una Cumbre Eclipsada por la Realidad https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3378-ginebra-ii-una-cumbre-eclipsada-por-la-realidad https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3378-ginebra-ii-una-cumbre-eclipsada-por-la-realidad El mediador de la ONU y de la Liga Árabe, Lajdar Brahimi, flanqueado por el canciller estadounidense, John Kerry, y el canciller ruso Sergei Lavrov

El pasado 31 de enero concluyó en Suiza la primera etapa de la cumbre de paz, auspiciada por Estados Unidos, Rusia y respaldada por Naciones Unidas, que reunió a las partes involucradas en el conflicto que azota a Siria desde el año 2011. Eclipsada por la realidad imperante en el país, la misma finalizó sin logros ni compromisos dejando sólo incertidumbre por delante. 

Ya en el año 1995 Susan Strange en su artículo The Defective State afirmaba que el acontecer internacional parecía indicar que el conflicto civil estaba atravesando un proceso por el cual era probable que se convirtiera en una amenaza mayor para la seguridad personal que el conflicto interestatal. Y todo parece indicar que Siria, epicentro de una guerra civil cuyo inicio se remonta al denominado fenómeno de la Primavera Árabe, se configura en la actualidad - luego de casi tres años -en uno de los conflictos más preocupantes del siglo XXI y en un Infierno Árabe.

Tal como indica Sami Naïr, “el dictador sirio”, en referencia a Bachar el Asad, “ha transformado el conflicto de legitimidad política y las reivindicaciones democráticas en luchas intertribales e interconfesionales, dando cuenta hasta que punto su régimen estaba basado exclusivamente en la fuerza", un elemento de poder que, con el transcurso del tiempo, fue llevado a su extremo al punto tal que la comunidad internacional - inmovilizada y desorientada - aún no logra coordinar una propuesta que sea correspondida por las partes involucradas en el conflicto.

El pasado 26 de enero se inició en Montreaux, Suiza, a iniciativa de Naciones Unidas y del grupo de países nucleados bajo la nómina "Amigos de Siria" - una amalgama de potencias occidentales y árabes en las que se encuentran Estados Unidos, Arabia Saudí y Turquía - la primera etapa de negociaciones entre el gobierno de Bachar El Asad y la oposición siria, representada por la Coalición Nacional Siria (brazo político del secular Ejército Libre Sirio, pero no de las demás milicias rebeldes). Enmarcado en la Conferencia de Paz denominada como Ginebra II, desde el primer encuentro, y con la presencia de delegaciones de 39 países, fue posible entrever el fracaso que signaría la misma a razón de las rígidas posturas mantenidas por los representantes de cada una de las partes.

Por un lado, el Ministro de Exteriores sirio - Wallid al Muallem - acusó a la contraparte de ser "traidores", "agentes a sueldo del enemigo" que sólo busca amparar el terrorismo en su país, y de infringir serios abusos como decapitaciones y violaciones. En su réplica, el líder de la oposición - Ahmad Jarba - hizo uso de una serie de imágenes que muestran los cadáveres de víctimas con signos de tortura y violación, como también del reciente informe encargado por Catar que da cuenta de la lamentable situación de los presos en las cárceles del país.

Luego de aquél primer diálogo, y ya en Ginebra, se desarrollaron hasta el viernes pasado los contactos directos bajo la mediación del representante de Naciones Unidas, Ladjar Brahimi, quien afirmó desde aquél momento que si bien hubo “signos de esperanza", no se debatió “ninguno de los asuntos cruciales”. Si bien el acuerdo alcanzado en Ginebra I en el año 2012 estipulaba que el objetivo final sería la conformación de un gobierno de transición, con todo lo que esto implicaría, la delegación oficialista siria no mostró ningún tipo de intención en coincidir con dicha meta, dejando a la oposición en un lugar de clara debilidad al tener que aceptar que los contactos iniciados se basarían en tan sólo meras especulaciones. Y fue así tal como sucedió. Con el transcurso de los días la prensa sólo lograba recoger declaraciones que apuntaban al desacuerdo absoluto, inclusive en materia humanitaria, en tanto que a mediados de la semana pasada se había comunicado que se estaba intentando coordinar un alto al fuego y arreglos para lograr el acceso de ayuda a las zonas asediadas de Homs, cuestión que hasta el día de hoy aún no se concretó.

De manera simultánea, los medios de comunicación continúan revelando una cantidad de información cada vez mayor, que indica cómo se han ido complejizando los problemas que agobian a la población, cuestión que se ha traducido tanto en las cifras como en la gravedad que se deja entrever en las historias y relatos de aquellos que han sido testigos de la situación en la cual el pueblo sirio se encuentra.

En este sentido, no es equivocado pensar que la realidad ha eclipsado la cumbre celebrada en Ginebra en tanto que sus exiguos logros quedan aplacados por la urgencia de dar respuestas contundentes para problemas altamente apremiantes, tales como el asedio de Yarmurk que ya lleva siete meses y en donde aproximadamente 80 personas ya han muerto por inanición; las 1.500 muertes provocadas en tan sólo una semana y que se suman a la escalofriante cifra de 130.000 víctimas desde el inicio del conflicto; el reciente bombardeo con barriles explosivos que dejó 85 muertos en Alepo en un sólo día; entre tantas otras.

Tal como ha dicho Ana Palacio, ex ministra de Asuntos Exteriores de España, en un reciente artículo para el diario El País, Siria se encuentra desamparada. "El mundo responde a la brutalidad con estériles manifestaciones de indignación" afirma, para luego proseguir planteando cómo la respuesta del mundo a esta crisis viene signada por intereses geopolíticos, por medias tintas y torpes iniciativas que llevan a que uno se pregunte "¿Cuántas veces tenemos que decir: "Nunca más"?

Pareciera ser que a pesar de que en las últimas décadas el mundo ha sido testigo de cuantiosas atrocidades, subsiste un gran interrogante: cómo, desde la creación de Naciones Unidas, de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la discusión en torno a la responsabilidad por proteger, aún no se ha logrado aprehender cómo coordinar unánimemente iniciativas que tengan mayores logros que el hecho que las partes se hayan sentado juntos en una misma habitación, tal como ha sucedido en Ginebra II.

 

(*) Investigadora de la Fundación para la Integración Federal 

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hola@fundamentar.com (FLORENCIA TINNIRELLO (*)) Opinión Fri, 07 Feb 2014 13:52:13 -0300