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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Fri, 26 Apr 2024 16:47:06 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Puesta en escena https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6622-puesta-en-escena https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6622-puesta-en-escena Puesta en escena

Buenos atracos, perfectos atentados,
bien iluminados.
Las monjas verdes revolucionarias,
para gran consumo.
Noticias de ayer, extra, extra…

Carlos Indio Solari

La política, la que se juega en las altas esferas, supone la construcción de un relato, el que se solidifica con imágenes y hechos que se desarrollan en el día a día, de alguna manera en formato de “campaña permanente”. Redes, medios de comunicación y, en los últimos años, influencers, operan en una realidad sobre la cual el dirigente / funcionario siempre debe estar muy atento. Los simbolismos son moneda corriente y se justifican en el permanente intento de la construcción de sentido. En la semana que pasó, por un par de días, Rosario se convirtió en el centro de las miradas de la política nacional por su condición de ciudad (y región) atravesada por la problemática del narcotráfico. El punto de discordia es que sus protagonistas no fueron políticos, sino jueces. Un hallazgo de la democracia que hemos sabido construir. Repasemos.

El dirigente político tiene su razón de ser en todo aquello que dice, que verbaliza, pero también en la acción, en lo que defiende con su discurso y con su cuerpo. Usa una multiplicidad de simbolismos en el día a día. Desde su aspecto físico, su forma de vestir, su dicción y hasta la forma en que se relaciona con interlocutores de todo tipo lo definen. Expresa ideas, una cosmovisión del mundo, una forma de interpretar la realidad que lo rodea.  Las formas suelen ser cuidadas, al punto de tener muy en claro qué se dice, para qué se dice y cómo se dice. El destino final es ganarse la confianza de la sociedad para, en una sociedad democrática, ser electo (o reelecto) a los fines de manejar cuotas de poder que le permitan imponer esa idea original. En resumen, para ese formato de político, las elecciones son el último escollo legitimante.

En la Justicia no funciona de ese modo. Es otra cosa (o debería serlo) según nos dicen los manuales más elementales de Educación Cívica. También cuenta con sus propios simbolismos, que, en plena era de la virtualidad, algunos resultan definitivamente anacrónicos.

Por ejemplo, en sociedades dinámicas, que se pretenden igualitarias, con multiplicidad de credos y valores, vale preguntarse hasta cuándo se puede seguir sosteniendo la imagen de una cruz en un ámbito que debería instrumentarse como secular, o la utilización de púlpitos desde donde el juez está por encima de todos como una síntesis de toda razón o, yendo más allá, en la utilización del término Su Señoría que refiere, indudablemente, a la idea del Señor, de tiempos que la modernidad supieron dejar atrás, hace nada más y nada menos que de doscientos años.

Esa simbología pareciera actuar como una especie de reserva moral que no se entiende muy bien de qué, ni de porqué algunos la protagonizan. Argentina vive un tiempo social en el que un grupo de señores (de los últimos 15 años, nunca tan “machirula” la composición cortesana) que se encuentran en la punta de la pirámide judicial, les gusta verse de una manera tal que actúan como protagonistas de esa reserva y desde sus púlpitos le comunican al conjunto de la comunidad, cuál es el camino que debería elegirse.

La ciudad de Rosario hace casi diez años que sufre el drama del narcotráfico en sus calles. Desde lo que podría definirse como el mojón inicial que fue el asesinato de Martín “Fantasma” Paz en una mañana sabatina, allí en la zona de 27 de febrero y Entre Ríos, hemos asistido a una situación de violencia permanente a la que, lamentablemente, nos hemos acostumbrado.

Tribunal Federal n° 2 de Rosario
Tribunal Federal n° 2 de Rosario

Desde los casos más estentóreos, la saga continuó con otros narcotraficantes famosos asesinados en las calles, de noche y también a plena luz del día, alguno que pretendía desarrollar negocios legales que servirían como actividades de lavado; con un jefe policial que era detenido por facilitar información reservada a narcos y que resultaba defendido por parte del oficialismo de entonces diciendo que era un preso político; con un Poder Judicial ordinario que era “abrazado” pero que hacia su interior contaba con un juez que viajaba a ver peleas de box a Las Vegas con el padre del primero de los asesinados; con el atentado a la casa de un gobernador, hecho inédito en la cuarentona democracia argentina, con la correspondiente denuncia y pedido de investigación pero que luego la misma víctima retiraba; con un ministro que aparecía en escuchas anunciando “acomodo” en concursos para la elección de jefes policiales y que luego esos funcionarios terminaban detenidos por proteger a bandas narco, antagónicas de las anteriores.

En el medio sucedía (y sucede) la “disputa por el territorio”. Pero eso sí, pasaba lejos de los barrios coquetos de Rosario y del polígono que definen los bulevares. Si en antaño el barrio de Tablada había sido reconocido a nivel nacional por el proyecto comunitario de la Vigil y por la magia futbolística de un tal Tomás Felipe Carlovich, la segunda década del siglo XXI lo proyectaba a todo el país por el inicio y desarrollo de un tiempo con un reguero de muertes y violencia que no terminó quedando circunscripta a sus zonas más marginales, sino que se extendió a toda la periferia rosarina.

En el mientras tanto y más allá de la cobertura mediática que empezó a contar crímenes en la misma cantidad de días que tiene el año, buena parte de la rosarinidad se autoconsolaba con el “no importa, se están matando entre ellos”. Pero, la idiotez conformista nunca es buena consejera, y como nos cantó hace algunas décadas atrás un ya viejo rockero, “el futuro llegó, hace un rato, todo un palo”.

Podrá preguntarse algún desprevenido o alguien que le empezó a prestar atención al tema desde cierta lejanía con la otrora segunda ciudad del país, cuál ha sido el rol de la Justicia Federal, cuántas investigaciones llevó adelante, cuántos juicios inició, cuántos fiscales y jueces se convirtieron en protagonistas de la cruzada contra el narcotráfico. Y costará encontrar respuestas positivas.

En el devenir de este proceso, el problema de la dirigencia rosarina es que siempre creyó que la inseguridad, con el mundo narco incluido, se resolvía con la llegada de más uniformados primero desde Santa Fe y luego desde Buenos Aires. Y los despachos judiciales con sede en calle Oroño, poco se involucraron en la persecución contra ese mundo del delito organizado y mucho empeño pusieron en el “chiquitaje” que suponen los soldaditos.

Hay que reconocerlo: fueron pocos los especialistas (bastante desoídos por cierto) que insistieron con que las causas de Los Monos y de Esteban Alvarado debían tramitarse en tribunales federales. Pero muchos miraron para el costado.

La pregunta entonces se cae de maduro. ¿A qué viene la Corte Suprema de Justicia de la Nación en pleno a Rosario, a un congreso que fue ideado por jueces vinculados al Lawfare? Voceros y analistas que no pueden ser acusados de oficialistas, no han entendido del todo las razones. Si refiere a la necesidad de respaldo institucional a los jueces de la región, no se termina de entender muy bien a qué, ya que no hubo autocrítica o llamado de atención de ningún tipo sobre lo que no se hace o se hace mal.

No deja de ser llamativa la convocatoria y las presencias. Pero tal vez haya que salirse de la explicación “judicial” y tengamos que involucrarnos en la política. El tono ceremonioso utilizado, los dichos de Lorenzetti sobre la necesidad de crear una super agencia que se dedique a las causas de narcotráfico, y las recomendaciones cortesanas al Poder Ejecutivo nos permite afirmar que el cuarteto que gobierna al Poder Judicial desde el cuarto piso de calle Talcahuano, se parece cada vez más a un agrupamiento político antes que a un grupo de hombres comunes que tienen la loable función de saber interpretar la Constitución Nacional.

Los cortesanos con su pléyade de asesores a cuestas, el centenar de jueces que abrevan en la Asociación de Jueces Federales de la Argentina (AJUFE), los modos, las formas de la reunión, la presencia de no pocos representantes de la política opositora (defina usted querida lectora, estimado lector, donde lo ubica al gobernador Omar Perotti) y la cobertura de importantes medios nacionales que también formaron parte del Lawfare, le dieron al encuentro rosarino el perfil de una gran puesta en escena antes que un encuentro que sirva, honestamente, para mostrar una Justicia Federal que vaya en un sentido inverso de lo (no) hecho hasta aquí.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha decidido jugar a la política. Con la enorme ventaja de que no debe enfrentar ningún proceso electoral cada dos años. A la vista de todos, bien iluminados y para el gran consumo. Aunque en Rosario sigamos padeciendo el mirar para el costado de no pocos protagonistas de esta historia de muerte y dolor.

 (*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 15 May 2022 12:03:11 -0300
Con los pies de barro https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6422-con-los-pies-de-barro https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6422-con-los-pies-de-barro Con los pies de barro

Vivimos revolcaos en un merengue
Y en un mismo lodo
Todos manoseaos
Enrique Santos Discépolo

La cofradía opositora lo vivió como un triunfo. La pléyade compuesta por dirigentes políticos, medios y periodistas opositores y ciudadanos que creen emular el comportamiento de movimientos sociales con vigilias nocturnas, lo celebraron como un gol en el último minuto. Tal vez el del empate.

La acordada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) del último martes, aceptando el per saltum solicitado por los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli, dejó una sensación de triunfalismo en los sectores que defendieron a los jueces desplazados con acuerdo del Consejo de la Magistratura y del Senado de la Nación y que sirvió más como oxígeno político a la propia oposición cambiemista antes que a los propios demandantes.

De arranque digamos que la CSJN una vez más, actuó como un sujeto político. Esto no es bueno ni malo en sí mismo. Simplemente ES. Está en su naturaleza, es parte de su ADN. Cierto liberalismo conservador ha esgrimido durante décadas que la Justicia es sólo un instrumento de aquellos valores que inspiran el republicanismo y las libertades. Algo así como una herramienta, un tecnicismo que haría mejor la vida de los hombres. Nada ha dicho de los fundamentos ideológicos de cualquier doctrina. Y ha sido tan eficaz en la construcción de sentido que muchas veces solemos ver y escuchar a constitucionalistas de cierto renombre que se azoran por fallos donde aparecen, válgame Dios, fundamentos políticos.

La decisión de la semana anterior del presidente de la Corte Carlos Rosenkrantz, convocando a la reunión con sus pares para el último martes de setiembre y a los fines de discutir si debía aceptarse o no el per saltum, indudablemente, refiere a lo político. Porqué se tomó esta demanda y no otras es lo que le da ese carácter. Aclarado el concepto, y reconociendo la legitimidad y legalidad de lo dispuesto, revisemos las razones políticas de ciertos procedimientos.

Su presidente es, a no dudarlo, un hombre del macrismo. Desde los valores que ha expresado hasta su cercanía demostrada en las “formas” de su nombramiento. Su recorrido profesional y los clientes que ha defendido no lo emparentan precisamente con una figura unánimemente respetada por el siempre tan particular, mundillo del derecho.

Debe decirse: la actual Corte se encuentra severamente desgastada en su imagen. Razones no faltan. Podríamos resumirla en dos grandes razones. El paso del tiempo que todo lo corroe y el comportamiento público que han tenido casi todos sus integrantes.

El máximo tribunal aparece como aletargado, muy apegado a ciertas cuestiones procedimentales que, en definitiva, atentan contra la idea misma de eficacia de la propia Justicia. Anualmente llegan a sus estrados muchísimos casos y son resueltos muy pocos. La pandemia parece haber reforzado esa idea de que el Poder Judicial está en otra cosa.

Y desde el comportamiento público también han aparecido situaciones que potenciaron su desgaste. Dos de sus integrantes (Rosenkrantz y Rosatti) aceptaron ser nombrados “en comisión” por Mauricio Macri. Se presentó tal escándalo allá por inicios de 2016, que al ex presidente no le quedó otra posibilidad que promover su nombramiento cuatro meses después con el aval del Senado. Lo que mal arranca…

Una tercera, Elena Highton de Nolasco, supo colocarse por encima de la mismísima Carta Magna y logró acuerdo, con el entonces oficialismo, otra vez, y amparo cortesano para seguir en el cargo pese a haber superado la edad límite de 75 años.

El cuarto integrante, Ricardo Lorenzetti, víctima de un escrache injustificable el fin de semana anterior, ha sabido ganarse más enemigos que amigos en sus delirios imperiales de transformarse en una especie de referencia ética insoslayable cuando a comienzos del mes de marzo, al inicio del supuesto año judicial, desde el púlpito cortesano nos daba charlas magistrales sobre el sentido de la Justicia. Casualmente por esos días (1° de marzo) y de acuerdo a lo que dice la propia Constitución Nacional, el protagonismo lo tiene la cabeza de otro de los poderes, el Ejecutivo, cuando da por iniciado el período de sesiones ordinarias el Poder Legislativo. Delirios de grandeza le diríamos en mi Tablada natal.

Dicen, los que dicen que saben, que el único que no está flojito de papeles es el mismísimo Juan Carlos Maqueda, hombre impulsado por el hoy psicótico y siempre pontificio Eduardo Duhalde. Poca sustancia para tanta materia.

No casualmente la idea presidencial de conformar una comisión para que revise qué hacer en el futuro con buena parte de la estructura judicial, ha encontrado eco en juristas de renombre que le han puesto el cuerpo a la idea. Nadie se rasgará las vestiduras ni tratará con su analista la angustia de la rémora judicial, pero está a la vista que algo hay que mejorar en la Corte, aunque no haya un consenso definitivo sobre el qué.

Sus procedimientos y dictámenes sólo son conocidos, deducidos, o traducidos por expertos. Por qué se aborda con urgencia un tema como el de los jueces desplazados y no otros que pueden ser más trascendentes para la vida social, se parece más a un juego del poder, donde se responde a la lógica elitista de ciertos protagonistas antes que al principio supremo de sed de justicia que se dice defender.

¿Cómo se establece la voluntad de aquello que se discute y falla? ¿Cuáles son los principios que le dan sentido a lo que se discute? Es la voluntad de uno (como demostró su presidente la semana anterior cuando impuso la reunión del martes 29) o a lo sumo de unos pocos quienes deciden sobre la vida de una sociedad dinámica y cambiante. Sabido es el perfil aristocrático del Poder Judicial y que, a la sazón, resulta el menos democrático de los poderes. No hay voto popular y seguramente resulta positivo para una comunidad que un juez no quede sujeto a los vaivenes electorales, pero tampoco aparecen de manera visibles, comportamientos racionales expuestos con sistematicidad y plazos en los procedimientos de la propia Corte. No deja de resultar un interesante oxímoron: el organismo que debe velar por la juridicidad procedimental no sabe explicarle cabalmente a la sociedad cómo y cuándo elige decidir lo que decide. Eso no huele bien.

Pero en resumen el “éxito” opositor de la semana que pasó debe ser relativizado. Por dos grandes razones. La primera refiere a que nada de fondo se ha decidido. Si bien se habilitó la posibilidad del tratamiento supremo, debe decirse que en los fundamentos de los jueces no aparecen opiniones que adelanten fallo en un sentido u en otro. Sólo su presidente deja entrever, y esto también es discutible, una postura a favor de los demandantes. Será un lindo desafío imaginar los comentarios de quienes hoy celebran si esta misma Corte fallara en contra de sus deseos.

Pero hay una cuestión aún más grave por resolver. Dando por supuesto el caso que el fallo de fondo actuara en favor del trío Bruglia, Bertuzzi, Castelli nos enfrentaríamos ante un nuevo riesgo institucional: quedaría habilitado que el jefe de uno de los poderes maneje a su antojo y disposición la designación de jueces de distinta jerarquía y jurisdicción. Eso es lo que está en juego al revisarse el pasado con el accionar de Mauricio Macri y allegados. Pero también se discute el futuro de ciertas relaciones políticas de la Argentina que viene. Deberán ser muy imaginativos Sus Señorías para que los fundamentos de la ilegalidad de ayer sea base de la legalidad del mañana.

Da la sensación a la distancia, que la decisión de la Corte (cuando la tome), no dejará conforme a nadie. Se justificarán los jueces con que cierto salomonismo judicial, donde ninguno gane del todo, sea lo más sano para la República. Pero lo cierto es que   su presidente decidió meter a la Corte en el barro del día a día de ciertas prácticas políticas. Y el resultado de lo que de allí surja, seguramente, tendrá sus pies de barro. Y ya sabemos, que nada sólido se construye con sólo tierra y agua.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 03 Oct 2020 19:29:10 -0300
Repudio a la visita de Horacio Rosatti en Rosario https://fundamentar.com/articulos/noticias/item/6082-repudio-a-la-visita-en-rosario-de-horacio-rosatti https://fundamentar.com/articulos/noticias/item/6082-repudio-a-la-visita-en-rosario-de-horacio-rosatti Repudio a la visita de Horacio Rosatti en Rosario

El colectivo rosarino de organizaciones de derechos humanos acusó a Horacio Rosatti, integrante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de firmar el fallo que concedió el 2x1 a represores de la dictadura y convocó a una volanteada en repudio este viernes a las 18 en la Facultad de Derecho. 

El Espacio Juicio y Castigo anunció que realizará una volanteada en “repudio a uno de los jueces del 2×1 para los genocidas”, el integrante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Horacio Rosatti, quien está convocado a cerrar este viernes a las 18 un Congreso Internacional de Derechos Humanos en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

“Vamos a manifestar nuestro repudio a Horacio Rosatti, quien apenas asumió como juez de la Corte Suprema aplicó, junto a Carlos Rosenkrantz y Elena Highton de Nolasco, el beneficio del 2×1 a los genocidas de la dictadura”, plantearon desde el espacio multisectorial que nuclea a organizaciones de derechos humanos, estudiantiles, sociales, gremiales y políticas de la ciudad.

“Expresaremos también nuestro repudio a que la Universidad Nacional de Rosario aloje en un Congreso Internacional Derechos Humanos y en la actividad de clausura a Rosatti. Nos parece una provocación”, añadieron a través de un comunicado de prensa.

“Declaramos a Horacio Rosatti y todos los jueces del 2×1 personas no gratas en Rosario”, concluye el texto difundido por el espacio Juicio y Castigo. 

FUENTE: El Ciudadano

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Mariana Vera 

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Rosario y la región Fri, 09 Nov 2018 11:16:16 -0300