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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Mon, 22 Jul 2024 08:52:54 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Zona de riesgo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6838-zona-de-riesgo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6838-zona-de-riesgo Zona de riesgo

Todo lo vivido en esta suerte de one love,
esto es puro agradecer del fondo del corazón.
Aprendimo' a caminar recordando la historia,
encontrándono' en la calle, defendiendo la memoria…

Javier Ortega - “De un tiempo a esta parte” - La Delio Valdez

Pocas veces la rutina de noticias y hechos públicos permiten mostrar de manera simultánea, procesos vitales tan antitéticos y disímiles. Mientras el día jueves nos sacudía la novedad de la muerte de la enorme Nora Morales de Cortiñas (Norita), en paralelo se profundizaba el escándalo de los cinco millones de kilos de alimentos no repartidos por el Ministerio de Capital Humano, conducido por Sandra Petovello. Va de suyo que las categorías de amor y desamor no aplican en la lógica del análisis político (sobre todo si hablamos de poder), pero si por una sola vez se nos permitiera tal digresión, sería irreductiblemente legítimo aplicarles a cada uno de esos nombres propios, la calificación respectiva.

Norita, a quien la dictadura asesina de los 70’ le desapareció a su hijo Carlos Gustavo Morales, llega al final de sus días habiendo ayudado a parir centenares de miles, tal vez millones, de ciudadanos y ciudadanas que entienden (entendemos) y desean (deseamos) una sociedad inclusiva con derechos para todos y todas.  De lo otro, corresponden las siguientes líneas. Una vez más, pasen y vean, sean todos y todas bienvenidos.

Si la penúltima semana de mayo podría haberse titulado como los peores siete días del gobierno libertario, lo que vino después no ayudó en nada a corregir el rumbo del deterioro, el cual se profundizó con el reconocimiento de la existencia de alimentos sin repartir ubicados en depósitos del Estado nacional. En línea con la excepcionalidad que referencia al gobierno, no hicieron falta investigaciones exclusivas, ni arrepentidos (de los verdaderos o los truchos), ni Lawfare. Bastó que un periodista (Ari Lijalad) amparado en el marco legal que avala el derecho a la información pública, preguntara por su existencia para que el escándalo fuera creciendo como una ola que a estas alturas (mañana de domingo 2 de junio), pone en riesgo la estabilidad política de una funcionaria muy cercana al propio Javier Milei y que, por lo tanto, afecta de manera determinante al presidente.

En el devenir de los días el oficialismo hizo todo mal. Inicialmente informó que esos alimentos estaban guardados para enfrentar diversas emergencias, lo que fue desmentido rápidamente ya que en las crisis de Bahía Blanca, Corrientes y Concordia, la ayuda del Estado nacional brilló por su ausencia. Luego se anunció que serían repartidos en breve (el vocero Manuel Adorni llegó a decir que ya lo estaban haciendo) y no faltó alguna voz periodística servicial que intentó tirar alguna responsabilidad sobre el gobierno anterior. Todo ello sazonado con una causa judicial que lleva adelante el juez Sebastián Casanello que, ante la falta de respuestas a su requisitoria (entregar un plan detallado de cómo se repartiría), el día sábado sacudió la modorra de las redacciones periodísticas y ordenó una inspección del depósito de Villa Martelli para verificar los listados existentes informados por el ministerio.

En el medio, aparecieron contratos de una opacidad manifiesta con la Organización de Estados Iberoaméricanos, para tercerizar las compras que llevan la firma de Petovello y del eyectado secretario de Niñez y Familia Pablo De la Torre, quien no tuvo mejor idea para defenderse que ladrarle a la luna, ya que se referenció como anti kirchnerista, demostrando una falta de tacto notable e intentando embarrar a un actor político que nada tiene que ver con los hechos.

En síntesis, una especie de tormenta perfecta que aún no terminó y que promete nuevos episodios ya que, además, no consta registro de ningún tipo de compra de alimentos en los últimos seis meses. Por lo expuesto, de cumplirse la orden judicial de rigor, el país se asoma al abismo de no contar con alimentos para su población más vulnerable en las próximas semanas, emergencias sociales incluidas.

Para el mundo libertario la semana había comenzado con la eyección del cargo de Jefe de Gabinete de Nicolás Posse, que estuvo a un tris de batir el record de pasar por el mismo sin que institucionalmente se le conociera la voz, para ser reemplazado por el “castoso” Guillermo Francos, ex ministro del Interior y quien en esa función, hasta hace algunas semanas nada más, se comió un par de operaciones que preanunciaban su salida.

Persevera y triunfarás, dice el dicho y el hombre, en una muestra clara de muñequeo político, en un par de días resolvió el intríngulis oficialista de conseguir dictamen para la ley Bases. Desde la negociación política, esa que tanto detesta el presidente, y al borde del toma y daca, concediendo a los senadores patagónicos un Impuesto a las Ganancias diferenciado para los trabajadores de la región, un aumento de las regalías mineras del 3 al 5% que algunos gobernadores supieron pelear, y sin saber demasiado qué se negoció con el senador entrerriano peronista Edgardo Kueider, el libertarismo se dio un pequeño triunfo que duró lo que el hielo en el desierto a partir del escándalo de los alimentos.

No deja de ser paradojal para el mundo libertario lo logrado por Francos en un doble sentido: no sólo se predispone al tratamiento en el recinto a fuerza de negociaciones permanentes y de alguna manera aceptando la existencia de los otros, esos que tanto se ningunean; sino que lo logra de la mano de un hombre que hace décadas que está en el juego de la política habiendo pasado por diversas funciones: desde presidente del Banco Provincia a diputado nacional, de concejal de la vieja y extinta Capital Federal a representante de la Argentina ante el Banco Interamericano de Desarrollo. En fin, el camino al cielo de la libertad parece estar lleno de atajos concesivos.

Pero mientras todo esto sucede, el presidente parece estar en otra. Cada vez más convencido de su rol de profeta propalador de las ideas libertarias en el mundo, la semana se le consumió en visitas a empresarios de la región de Silicon Valley, cenit del desarrollo tecnológico, tratando de evitar, en todo lo que se pueda, poner el cuerpo en la crisis que enfrenta su gobierno.

Como hecho icónico más relevante tal vez deba señalarse la foto con Mark Zuckerberg, dueño de Meta, empresa que engloba a Facebook, Instagram y Whatsapp entre otros. Como en un buen ejercicio de magia, de inversiones y propuestas concretas nada por aquí y nada por allá, no faltando un nuevo ridículo del vocero Adorni, quien posteó la foto entre ambos personajes y afirmó que algo así era inimaginable con Cristina Fernández de Kirchner. Rápida de reflejos, la ex presidenta subió una foto de 2015, donde se la ve con el entonces joven empresario. El problema con el libertarismo no sólo es que desconocen la historia larga, esa que, por ejemplo, muestra que el Cabildo de Córdoba rechazó la revolución de Mayo de 1810, sino que desconocen la historia corta, esa que está a la vuelta de la esquina y que, por lo tanto, ellos llegaron para imponer ciertas novedades de color sepia. Fin.

Para completar el cuadro el presidente no se privó de mostrar, una vez más, su nula empatía con los que menos tienen cuando en la Universidad de Stanford, respondiendo a una pregunta del estudiantado afirmó que “la gente va a estar por morir de hambre y va a decidir no morirse. No necesito que alguien intervenga para resolverme la externalidad del consumo porque alguien lo va a resolver”. Cuidado con los boomerangs que siempre, pero siempre vuelven.

A la vuelta de la gira internacional, y como de pasada, tuvo tiempo para asistir a la asunción del segundo mandato de Nayib Bukele. El salvadoreño, cuestionado en el plano internacional por su política de seguridad que viola los principios más básicos de los derechos humanos, pero admirado por los inquilinos de la Casa Gris santafesina, brindó un discurso donde uno imagina la incomodidad del presidente argentino ya que, de corrido y sin titubear, afirmó que “lo público debe ser mejor que lo privado, no hagan caso a voces que tratan de envenenar la mente de la gente”. Mal trago que suele ocurrir cuando se desconoce de política internacional y cuando se prioriza una relación que, cuanto menos, es de escasa importancia entre países: a la Argentina y El Salvador no lo unen ni cuestiones inmigratorias, ni relaciones comerciales ni la semejanza de situaciones estratégicas comunes. Sólo parece sobresalir la coincidencia de ser gobernados por dos outsiders del sistema político. Demasiado poco para algunas puestas en escena.

Como en la obra de teatro Art, que tiene como disparador conflictual, la discusión entre tres amigos por la compra de un cuadro blanco, donde el dueño paga una ponchada de plata por algo que uno de ellos “no ve”, los libertarios argentos, ensimismados en cierto enojo, desconcertados por haber sido sorprendidos en acciones que representan lo peor de la política, por ejemplo en eso de hacer negocios con organismos internacionales de dudosa prosapia, mientras se intentan mostrar inflexibles con los que peor la pasan, se enfrentan, ahora sí como novedad, al riesgo de la deslegitimación política. ¿La ven?

Hasta ahora, sin haber conseguido superar el techo de aprobación que impuso el resultado electoral de noviembre, el oficialismo se las ingeniaba para conservar ciertos nichos de apoyo a partir del fracaso de las experiencias coalicionales recientes y sobre la base del concepto que había que hacer el esfuerzo, el cual era irremediable a partir del nivel de la crisis existente.

Pero ahora bien, si la propuesta se apalanca en un presidente encerrado en sí mismo, con funcionarios de su extrema confianza haciendo negocios sobre los cuales la Justicia ha puesto la lupa y regodeándose de una mezcla de crueldad y cinismo nunca vistos sobre ciudadanos y ciudadanas que enfrentan severas condiciones de exclusión y precariedad, más temprano que tarde esa legitimidad conseguida, puede entrar en zona de riesgo. Y allí ya no importará la “novedad” de un país gobernado desde la más extrema de las debilidades institucionales.   

En la semana del amor y del desamor, nos recomponemos como podemos, buscamos en el fondo de la historia los ejemplos que nos fortalecen y allí aparecen las Norita Cortiñas de la vida. Adiós querida compañera. Hasta la Victoria Siempre…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 02 Jun 2024 13:40:46 -0300
Los simuladores https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6814-los-simuladores https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6814-los-simuladores Los simuladores

No puedo mirar ya las noticias,
porque es obvio que mienten.
Falsedades acomodaticias y
falacias prudentes
Voy a escabullirme entre las redes,
acechando verdades
puede ser que sobre sus paredes
haya autenticidades.

“Mienten” - Miguel Cantilo

En la genial serie televisiva “Los Simuladores”, creada por Damián Szifrón, radicaba un sentido de justicia innato. Basado en un relato básico, los que padecían alguna injusticia y un grupo de hombres, desde un trabajo de equipo, con importantes recursos tecnológicos, de inteligencia y con una determinante impronta de simulación, lograban que el dolor y la angustia inicial se transformara en esperanza y en revinculación posterior con nuestros héroes, que, a diferencia de los importados del norte, lograban su objetivo final, ya no desde un individualismo todopoderoso, sino desde cierto colectivismo mucho más propio de la esencia argenta.

El programa, de alguna forma, mostraba que todo era posible si había organización, picardía y trabajo común. Tenía cierta estructura básica, podría decirse que infantil (esto no es un demérito) y donde los límites de quienes eran los buenos y los malos estaban claramente establecidos. Aunque huelgue decirlo, la política tiene mucho de simulación. La gran pregunta es cuánto de ciertos pases de magia se pueden sostener en el tiempo, dejando de ser una herramienta útil y que, en definitiva, no se vuelva en contra de sus protagonistas. Recorrido semanal de unas cuantas simulaciones libertarias que, como a los malos que enfrentaban nuestros héroes televisivos, rápidamente se le ven los pliegues. Pasen y vean. Sin ambigüedades y con nuestras pequeñas verdades a cuestas, sean todos bienvenidos.

La sobreactuación libertaria en el retorno presidencial a las apuradas de los Estados Unidos, en nombre del ataque iraní a Israel, con las temerarias advertencias de analistas de toda laya que nos anunciaban el comienzo de la Tercera Guerra Mundial, duró lo que pervive un atracón de domingo con alguna copa de más y esa porción de postre que uno sabe que no debería comer. Para el lunes, la reunión del comité de crisis era historia y para el martes un mal chiste, sobre todo cuando el propio gobierno bajó el nivel de seguridad y un par de comunicadores bien informados afirmaron que el motivo real de la vuelta anticipada del presidente, se debió a que en Dinamarca ninguna figura de importancia recibiría al presidente. El recientemente ascendido Manuel Adorni no lo desmintió, así que el dato queda flotando para que cada quien lo pondere como mejor le parezca.

Pero esa no fue la única simulación de la semana planteada desde el oficialismo gobernante ya que, casi cuatro meses después de haber sancionado el Decreto de Necesidad y Urgencia nº 70/23, el cual habilita a los sucesivos y exponenciales aumentos que las empresas de medicina prepaga aplicaron a la totalidad de sus clientes; el funcionariado vino a descubrir que probablemente el bueno de Claudio Belocopitt y sus colegas, se habrían cartelizado para cobrar lo que les venía en gana. La novedad libertaria radicaba en que el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) preparaba un recurso de amparo exigiendo que las prepagas apliquen los aumentos sin pasarse de los índices inflacionarios informados por el INDEC. Tanta bonomía a uno no deja de conmoverlo. Ay, libre mercado que me hiciste mal y sin embargo te quiero!

Pero la saga de simulaciones siguió. Ante el clima social surgido con la convocatoria para e l martes 23 a la marcha nacional en defensa de la universidad pública, que pinta como masiva y aglutinante, en la tarde noche del jueves, al mileismo gobernante no se le ocurrió mejor idea que salir a anunciar vía comunicado de prensa, que se había logrado un acuerdo con los rectores del conjunto de las universidades que se referencian en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), para garantizar un reajuste del presupuesto del 70%. Nada de eso sucedió en esos términos y a fuerza de desmentidas rectorales, a media mañana del viernes la noticia había dejado de ser tal, para demostrar que se trataba de una burda operación.

https://twitter.com/CINoficial/status/1781155100582359130

En ambas cuestiones, prepagas y universidad pública, el Poder Ejecutivo parece intentar dar respuesta a sectores que, probablemente, lo apoyaron de manera decidida en el balotaje de noviembre del año pasado. En un país donde, pese a todo, el sueño de la movilidad social ascendente a partir de la educación ha podido imponerse, teniendo un evidente impacto en la cultura social de sus habitantes, condicionar en su día a día a la salud y la educación no parece ser la mejor de las propuestas.

En modo slow motion, y al igual que sucedía la semana pasada con la CGT, el oficialismo llega tarde y mal, con propuestas que intentan desactivar la canalización del conflicto en el espacio público. En la verborragia presidencial, en la soberbia del vocero y en el silencio del conjunto de funcionarios de las distintas áreas donde aparecen las disputas, parece radicar una estrategia que, cuando los hechos se encuentran temporalmente cercanos, intentan ser desactivados. ¿Miedo a la calle? Puede ser. Pero este analista prefiere pensar en un intento por evitar el enojo de aquellos que, aún sin movilizarse, puedan interpretar que el oficialismo no hace nada por evitar ciertos deterioros que están cada vez más expuestos.

Si el libertarismo llegó como un espacio que vino a renovar la política, ciento treinta y dos días después las dudas cada vez quedan más expuestas. Si, para finales de 2023, el sistema político argentino podía visualizarse como un entramado atomizado, donde los distintos grupos trataban de sobrevivir políticamente más allá de la presencia efectiva de liderazgos que solidificaran cierta idea institucional del mundo; las disputas libertarias de las dos últimas semanas no parecen ajenas a esa lógica.

Con el bloque de diputados explotado para la segunda semana de abril, con la internación de una famosa legisladora debido a las amenazas recibidas por los propios como producto de las disputas internas, con renuncias de funcionarios de segundas líneas por goteo y con diferencias profundas en ciertas preferencias entre los hermanos Milei respecto de algunos nombres propios, el momento político del mileismo, más allá de la centralidad presidencial, no parece el ideal.

Va de suyo el reconocimiento en la efectividad del discurso contra la casta. Sabido es que Javier Milei supo canalizar cierto enojo social bajo la simpleza del concepto. Se esmeró en denunciar a dirigencias enfrascadas en sus internismos, la presencia de familiares y amigos en el cenáculo del poder y un supuesto despilfarro de los ingresos públicos. Todo ello fue parte del paquete expresado por el Milei candidato. Pero, si revisamos la semana, el libertarismo parece haberse incorporado de manera plena a todo aquello que denunciaba: Adorni fue ascendido al rango de secretario de Estado pero con ingresos de ministro y sus hermanos pasaron a formar parte de áreas ministeriales de relevancia; a Eduardo Serenellini se le devolvió la jerarquía que ostentaba pero sin manejo de presupuesto; Karina Milei cuenta ahora con un manejo discrecional de fondos para determinadas áreas; pudimos conocer el gasto exagerado en el pago del vuelo privado que justificó la entrevista con Elon Musk (U$s150.000) y, por fin, el presidente ahora descubre la conveniencia del uso de la flota oficial para su traslado.

https://twitter.com/madorni/status/1781866604726251613

A todo lo anterior debe agregarse la acusación de ratas a senadores de la oposición por haberse aumentado los ingresos, para terminar obviando que los propios legisladores de La Libertad Avanza, también avalaron la suba de ingresos. Si aquella discusión fuera válida (para este analista representa un tema menor frente a las complejidades de la cotidianidad argentina), podría decirse que el libertarismo se acostumbró muy rápido a ciertas mañas del sistema político.

Pero a todo lo comentado, en el marco de una situación económica y social cada vez más deteriorada, donde los aumentos de tarifas comienzan a transformarse en una verdadera piedra en el zapato, la gestión peca de improvisación. Por ejemplo, se anunció un masivo cierre de medios públicos que no sucedió ya que sólo la Agencia Télam quedó alcanzada por la medida, aunque sus trabajadores siguen cobrando su sueldo al igual que los empleados del INADI, el cual no puede cerrarse porque para ello se necesita una ley y también, se anunció la venta de terrenos donde funciona la TV Pública, cuestión que efectivamente quedó desactivada.

El oficialismo es una suma de anuncios que en pocas horas quedan desestimados y que muchos ciudadanos y ciudadanas dan por confirmados, mientras el ministro de Economía peregrina por las calles de Washington preguntándose como en el tango “¿dónde hay un mango viejo Gómez?”, ya que en el Fondo Monetario Internacional están muy de acuerdo con la marcha del plan, pero no tanto como para entregar los U$s15.000 millones que Luis Caputo le prometió al presidente que podría conseguir para animarse a salir del cepo primero y apostar por la dolarización después.

Además, debe decirse que por ahora los camiones no invaden las rutas de la región entregando la cosecha gruesa, porque no son pocos (productores y cerealeras) que esperan, a contramano de varios de los empresarios que el viernes aplaudieron a Milei en el Llao Llao (hipotéticos héroes por haber fugado dinero), por una nueva devaluación que les permita hacer una buena diferencia.

En lo concreto, el oficialismo sólo parece ir por una sola variable tangible para los argentinos: la baja de la inflación. En esta mañana de sábado, mientras se anuncia que habrá cadena nacional para informar sobre el superávit de marzo, la expectativa de cortísimo plazo parece residir en que los precios profundicen una tendencia a la baja, cuestión que será definitivamente celebratoria para el equipo gubernamental. Que en el medio no se le haya pagado a nadie, que se haya ahorrado con fondos que pertenecían a las provincias, a docentes, a enfermos cancerígenos o a jubilados a los cuales no se le cumplió con la ley previsional anterior y que el nivel de subsidariedad de las tarifas haya sido borrado de un cuajo, no resulta un tema de interés para las fuerzas del cielo. Algo parecido a aquella afirmación de Tácito: “Los romanos construyen un desierto y lo llaman paz”.

La simulación en política, como en la vida misma, puede ser un arte, pero sólo puede servir a cumplir objetivos que nunca deben superar el corto plazo. Si, como dice Miguel Cantilo, podremos acechar verdades sobre las paredes del libertarismo, porque en ellas aparecen verdades, esas que el movimiento nacional y popular no supo descifrar, bueno sería descubrir quiénes son los buenos y los malos en el juego de los simuladores. Por lo menos para intuir de qué va la cosa. Aunque una justa construcción política, ya se sabe, reclame otros ejercicios.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 21 Apr 2024 11:03:59 -0300