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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Thu, 25 Apr 2024 23:39:23 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Las vocales, las consonantes y el fútbol https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6746-las-vocales-las-consonantes-y-el-futbol https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6746-las-vocales-las-consonantes-y-el-futbol Las vocales, las consonantes y el fútbol

"Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento."

Naranjo en flor - Homero y Virgilio Expósito

¿Desde dónde escribir cuando el hecho deportivo, transformado en alegría colectiva nos desborda? ¿Desde esa felicidad íntima de una familia que no puede contener el llanto durante los diez minutos posteriores a que Gonzalo Montiel acertara en la definición de su penal y pusiera a la Argentina, otra vez, en el máximo pedestal del fútbol?

¿Desde el maravilloso desorden de una ciudad visceralmente futbolera como Rosario, que tiene desde ayer el innegable orgullo de contar con tres campeones del mundo, y que dos de ellos aportaron los goles de la definición y que, vaya representación distintiva, reporta cada uno en los dos clubes en los que se divide la otrora Chicago argentina?

¿Desde el recuerdo a los detractores que se ensañaron con algunos jugadores por su vida privada o con el director técnico por su falta de experiencia?

¿Desde el ejemplo que supone un proyecto que nació rengo pero que se fue consolidando a fuerza de conocimiento, empatía grupal y la sumatoria de los distintos talentos individuales?

Sinceramente, no lo sé. La hazaña deportiva de este 18 de diciembre de 2022, que quedará grabada a fuego en nuestras memorias, despierta sentimientos y emociones en diversas direcciones que desordena cualquier pretensión de claridad conceptual. Escribir como método para exorcizar demonios, para ahuyentar fantasmas, tal vez de eso se traten estas líneas que siguen.

https://twitter.com/Ieomessiok/status/1604589425547218946

De alguna manera puede decirse que el fútbol argentino ha vivido preso de la dictadura de una vocal. Más precisamente la “O”. Nos hemos desgastado en discusiones tan estériles como funcionales a quienes deben llenar horas y horas en medios o, si se quiere, en satisfacer egos personales de ya viejos ídolos cuando debatíamos si preferíamos el mundial del ’78 o el mundial del ’86; cuando nos interpelábamos por la preferencia de César Luis Menotti o de Carlos Salvador Bilardo, o más acá en el tiempo, cuando caíamos seducidos ante la duda de Diego Armando Maradona o Lionel Andrés Messi.

Esas discusiones siempre resultaron falaces. El “triunfo” de ayer, tal vez nos ayude a entender que la vocal deba ser cambiada por una consonante, la “Y”. Que la historia del fútbol argentino se referencia en los dos mundiales previamente ganados: en el juego colectivo del ’78 y en la solidaridad emotiva del ‘86. En la capacidad de convencimiento de Menotti y en la obsesión bilardista de no dejar nada librado al azar. En el talento rebelde del que ya no tenemos entre nosotros y en la genialidad en la repentización del otro rosarino más famoso.

Hegel afirmaba que a dos ideas que resultaban antitéticas podría sucederle una nueva en formato de síntesis. ¿Podríamos imaginar a la Scalonetta como una especie de modelo hegeliano del futbol argentino? Tal vez sí, porque ese equipo tuvo buen juego en las complejidades de este tiempo, supo ser ordenado tácticamente y rebelde en dosis igualitarias, apostó a lo colectivo, necesitado a la par, como siempre sucede en este deporte, de la precisión y preciosismo individual, que no son lo mismo aunque parezcan que pertenecen a la misma familia de palabras.

https://twitter.com/emimartinezz1/status/1604587363711205376

Pero tal vez no, si es que esa especie de síntesis nos lleva a obviar el pasado, a no reconocer ciertos orígenes, algo que suele ser tan común en estas tierras que habitamos. La Scalonetta es deudora del menottismo que hizo creer a un grupo de jugadores que podían pertenecer a la elite del futbol mundial. Y es deudora del bilardismo que supo de transmitir del orgullo de vestir esa camiseta. Esos son sus orígenes. Que el ex volante ya octogenario integre una secretaría técnica del equipo de la Asociación del Fútbol Argentina es una buena noticia en sí misma. Que el médico que le dedicó su vida al fútbol, ayer pueda haber visto a Messi levantar la copa del mundo y que el otro Lionel, Scaloni, se haya emocionado cuando se lo nombraron en conferencia de prensa, también.

Esta consagración, además, vino a romper con ciertas verdades sagradas que parecían irrefutables. Alcanzan al ambiente del futbol pero también a nosotros mismos. En este último caso, por ejemplo, una encuesta twittera de Luiz Inacio “Lula” Da Silva dio como resultado que la mayoría de los seguidores del presidente electo del Brasil (57%), prefería  una Argentina triunfadora. Otro ejemplo es el de Mario Gotze, nuestro verdugo de 2014, quien celebró el derrotero deportivo de Messi. Ambos hechos, tal vez deberían servir para relativizar nuestro fanatismo “termo”. De los primeros hay un par de afirmaciones que merecen revisión:

“El director técnico de la selección argentina debe ser un tipo ganador, con trayectoria”: desde su experiencia de vida y profesional debía saber ser referencia. Incluso, algunos preferían cierta distancia y hasta cierto paternalismo. Falso. Lionel Scaloni entró casi por la ventana. Pero sin recorrido previo supo llegar a sus jugadores. Con alguno puede decirse contemporáneo pero con la gran mayoría lo separa una generación.

https://twitter.com/Notamendi30/status/1604580745053356033

“Los jugadores deben tener un líder que sepa imponerse ante las adversidades”. Otra vez falso. La idea del macho que se imponía sobre el resto, adentro y fuera de la cancha, era muy vívida en ciertos cultores de una forma, algo perimida, de entender el juego. El líder volvió a aparecer pero con otro formato, más cercano, definitivamente más humano y sabiendo delegar en el resto de sus compañeros de sueños y quimeras.

Estos protagonistas, como un signo de los tiempos que corren, se permitieron el lugar para la emoción pública, incluso con el llanto que produce cierta felicidad.

Siempre desearon mostrarse con sus afectos, algo impensado en la obtención de los mundiales anteriores. ¿O alguien recuerda algún familiar en la vuelta de Buenos Aires del ’78 o en aquella del mediodía mexicano del ’86?

https://twitter.com/fifaworldcup_es/status/1604602515424567296

Incluso, una de sus figuras más querible, se permitió reconocer que tras una derrota impensada e inesperada había necesitado ayuda de su sicólogo. No es menos fuerte quien reconozca sus carencias, preocupaciones y angustias. Pero sí más inteligente porque de ello depende el éxito de vivir cada día, en este caso, después que el árbitro pita el final del partido y las cámaras de televisión dejan de mostrar lo que sucede en un rectángulo de juego.

Pero hay algo que sobrevuela el ambiente y que refiere a la masividad de los festejos, a lo largo y ancho del país, en la tarde – noche del domingo pero también en el derrotero que tuvo el mundial. ¿Cómo se explica tanta empatía, tanta “manija” al decir de Twitter?

https://twitter.com/alemacallister/status/1604687546323271680

Es indudable que en tiempos de multiplicidad de redes y del acceso a internet de manera tan definitiva con cualquier tipo de teléfono celular, todo se potencia. Pero en este caso tal vez podamos pensar a la red del pajarito, Telegram, Instagram, Whatsapp y en menor medida Facebook, como meros instrumentos de un momento social. Puede costar aceptarlo pero nuestro mundo queda influenciado por las redes que, combinado con el variopinto enjambre de enviados especiales a Qatar, suman una visibilidad de la que nadie puede escapar del todo. Pero hay otros factores. Repasemos:

El éxito de la Copa América como antecedente. Si el proceso de la Scalonetta venía mirado de costado por el mundo futbolero, el éxito contra Brasil en “tu cara y en tu cancha” abrió un crédito colectivo que fue el desasosiego de no pocos comunicadores que se preparaban para el reemplazo del hombre nacido en Pujato.

https://twitter.com/fifaworldcup_es/status/1604601378005024770

El Covid y sus efectos colaterales. La pandemia que aún padecemos trajo como etapa siguiente, una vez que hemos sentido que lo peor ya pasó, una especie de estallido de lo público. Entre otras circunstancias tenemos un turismo interno y externo con temporadas altas y bajas que baten récords; bares, restaurantes y boliches a tope; recitales extranjeros y nacionales con llenos totales. Debe ser cuestión de análisis más profundos y de especialistas más iluminados, pero queda la sensación de que la pandemia ha dejado un reguero de sentimientos de que todo debe vivirse en plenitud, aquí y ahora. Y un triunfo deportivo con tanto anclaje en lo colectivo no es algo que podamos desechar.

La debilidad aparente. Más allá de lo logrado en julio del 2021 en el Maracaná, eran otras las selecciones que aparecían como favoritas para ganar el mundial. Las soberbias actuaciones iniciales de España, Francia o Brasil (por poner rápidos ejemplos), en contraposición con la derrota argentina contra Arabia Saudita, nos puso en un lugar de permanente tensión y presión. El fantasma de 2002 circuló de manera palmaria en nuestras conciencias futboleras. Y esa debilidad también apareció expresada en una canción que pese a su simpleza se muestra definitivamente genial porque en unas pocas estrofas, “Muchachos”, tiene la especial virtud de recordar Malvinas, nuestras derrotas, victorias, deseos y los recuerdos místicos para el que ya no está.

https://twitter.com/CutiRomero2/status/1604576030185889793

¿El último de Messi? No sólo los argentinos tomamos razón de que este podría ser su epílogo mundialista. De alguna extraña forma descubrimos que el mundo se ha rendido a sus pies y nosotros, a sabiendas de reconocernos contemporáneos de uno de los mejores jugadores de la historia (para los más jóvenes el mejor), también poníamos nuestras alegrías en él. Leo representa mucho de cierta argentinidad (y rosarinidad) que se ha sabido mantener en el tiempo: desde su gestos, modismos y forma de entender el compromiso por esta selección pero también en su historia de vida que resulta tan común a miles de argentinos (y tan simbólica a la vez), que refiere a que tuvo que irse desde muy chico del país, conocer otras formas y costumbres, para lograr el éxito tan deseado. Messi es su fe inquebrantable en seguir pese a todo, en su bonomía en la victoria y en su gesto adusto en la derrota, pero también es esa historia de la de cualquier pibe de barrio que se topó con un dirigente de fútbol a quien su nula visión no le permitió apreciar la dimensión de lo que enfrentaba. Guste o no, al igual que Diego, el jugador del París Saint Germain, tiene mucho de nuestra forma de ser ante el mundo y entre nosotros mismos.

“Primero hay que saber sufrir”, nos enseñaron los hermanos Expósito hace unas cuantas décadas atrás. Y algo de eso tomamos muchos argentinos entre victorias angustiantes y alguna que otra placentera. La duda inquietante supo plantearla el periodista Ariel Senosiain, cuando se pregunta públicamente hasta cuanto uno debe “saber sufrir”. Sinceramente no lo sé. Pero sí puedo afirmar que hemos amado y que el domingo hemos andado sin pensamiento, en pleno goce y disfrute, aunque en diciembre el perfume de naranjo en flor no nos acompañe. Salud campeones y simplemente eternas gracias por las lágrimas de este tiempo.  

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Mon, 19 Dec 2022 20:48:14 -0300
Estado de sopor https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6745-estado-de-sopor https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6745-estado-de-sopor De la serie "La Nada en el Vacío"

"A veces estoy tan bien, a veces tan down.
Calambres en el alma,
Cada cual tiene un trip en el bocho,
difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo."
Promesas en el bidet - Charly García

La política argentina llega a la última quincena del año con un escenario de variadas indefiniciones que, ilusoria o inocentemente, algunos quieren adjudicar al mundial de fútbol de Qatar. En un país visceralmente futbolero, la performance de la Selección Argentina nos ha colocado en un lugar inusual para estos días del año. Ya se acerca nochebuena, ya se acerca navidad y nadie parece haber estado del todo preocupado por los encuentros ni por cómo estará el clima en los días festivos. Mucho menos por el devenir y los acontecimientos políticos que aparecen cada vez más en una lógica enmarañada que sólo interesa a unos pocos. Todo parece estar alcanzado por una especie de estado de sopor que, como define la Real Academia Española, se define como “el embotamiento de los sentidos y la torpeza de movimientos”. Para la primerísima de nuestras preocupaciones quedan pocas horas para las definiciones. Para las otras, bastante más. Si usted tiene ganas y tiempo, entre sufrimiento, cábalas y angustias varias, pase y vea.

El “renunciamiento” de Cristina Fernández de Kirchner activó varias respuestas esperables. La primera de ellas, tradicional en el manual de gestión de la política kirchnerista cuando se toma una decisión que altera el tablero, devino en el silencio vicepresidencial y, a la vez, activó algo que podía esperarse de antemano: la conformación de algunas mesas políticas que tienen como foco principal las elecciones de 2023. Picaron en punta un conjunto de gobernadores (para hacer honor a su exitosa carrera, el santafesino Omar Perotti no fue de la partida) y un grupo de sindicalistas que suelen mostrarse muy amigables con ciertos espacios de poder. El sentido del encuentro se sustenta en la necesidad de encontrar un candidato, si se puede propio, que les garantice una mayor visibilidad y algunas certezas de cara a lo que viene.

Fenómeno raro el de los gobernadores que mientras imaginan una candidatura nacional, apuestan por la eliminación de las PASO para elegir a dedo a sus “pollos” y por una separación de las elecciones nacionales de las provinciales a los fines de blindar sus territorios.

Fenómeno raro el de este conjunto de sindicalistas que, mientras varios de ellos resultaron decididamente complacientes con las intenciones macristas del período 2015 – 2019, hoy pugnan por una representación institucional en listas de legisladores, a la par que plantean la queja de no haberla logrado en las últimas elecciones, como sí le sucedió a quienes tributan en el kirchnerismo. La pregunta es simple: ¿por qué un líder (o lideresa) te regalaría la promesa de una representación de un espacio del que nunca te sentiste parte? La respuesta es más sencilla aún.

El Partido Justicialista se encuentra en estado de discusión. No de ebullición porque para eso se necesita de una militancia que, luego de la definición cristinista, está como en el tango “sin saber que trole hay que tomar para seguir”. Sin un candidato definido previamente, la semana registró dos hechos que reflejan esa falta de definiciones de las que hablábamos al comienzo: el acto presidencial por la celebración de los tres años de gobierno, lo cual no derivó precisamente en un extendido reconocimiento oficialista y la buena nueva del número inflacionario de noviembre que llegó al 4,9%.

https://twitter.com/INDECArgentina/status/1603465007026606096?cxt=HHwWoMC4mbW708AsAAAA

No deja de ser paradojal la situación ya que ese número mensual que en otros países representaría un problema, en la Argentina deja una mueca de cierta conformidad. Como siempre, cualquier hecho político, y la inflación lo es, debe ser analizada desde el contexto que la enmarca: coquetear sistemáticamente con un alza de precios que ronda entre el 6% y el 7%, no es una buena señal para nadie. Completa el cuadro el dato de una baja sustancial en el índice de alimentos, construido en base a mucha “perseverancia” sobre los formadores de precios.

Con ese dato alentador a cuestas, la oposición política y la corporación mediática (que son más o menos lo mismo) se encargaron a partir de mismísimo jueves de empezar a poner dudas sobre el método de medición, parangonándola, sin ningún tipo de denuncia de los trabajadores y académicos del Indec, con los tiempos de Guillermo Moreno. Si la baja persistiese (habrá que prestarle especial atención a diciembre que históricamente resulta un mes “caliente”) estos sectores podrían encontrarse ante un nuevo y doble problema: el cambio de ánimo social con una inflación que pueda mostrar una tendencia a la baja y la emergencia de Sergio Massa como un referente en donde buena parte del peronismo estaría dispuesto a pedirle (sino rogarle) por una candidatura presidencial. Qué hará el tigrense es una cosa que sólo él debe tener en claro. Si es que lo tiene.

Ese estado de sopor se completa con la situación de un congreso nacional paralizado en cuanto a la sanción de leyes. Lo excepcional del asunto es que ello no responde exclusivamente a lo que podríamos definir como las naturales diferencias que surgen en un esquema de poder tan marcadamente polarizado entre dos fuerzas antagónicas, y que, en algunas ocasiones concluiría con un escenario de empate permanente que articula un constante bloqueo del propio sistema político.

Como en algunas crisis de pareja, aquí las razones se sustentan en la presencia de un tercero (o tercera) en discordia: el Poder Judicial y la Corte Suprema de Justicia de la Nación que lo gobierna. La apelación sistemática a juzgados para dirimir cuestiones que le corresponden a la dimensión de la política, la recurrencia a tecnicismos que garanticen supuestos intereses generales, la aceptación gustosa de buena parte del sistema de justicia de auto habilitarse el rol de árbitro en pleitos que exceden al mundo del derecho y la promiscua relación construida entre una parte de la dirigencia política, jueces, fiscales, servicios de inteligencia y medios de comunicación, han derivado en un momento histórico donde la política le pide permiso a la justicia, permiso “para ser”. El estropicio generado en el Consejo de la Magistratura sobre el que esta semana tuvimos un nuevo capítulo, no ha hecho más que confirmar el deterioro comentado: ese propio organismo paralizado, siete universidades sin haber sido creadas, autoridades de la Cámara de Diputados sin nombramiento efectivo y la ley de humedales sin tratamiento efectivo, son consecuencia de ese desandar.

Serko
Serko

La política argentina no se detuvo ni entró en ese estado de sopor por culpa del mundial, sino porque ha terminado siendo víctima de su propio devenir. A la hora de la verdad, y de acuerdo a los resultados, buena parte del quehacer opositor no se define en la sede la Unión Cívica Radical, del PRO, del municipio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ni en la de la Fundación FIFA con sede itinerante en Qatar, sino en el cuarto piso de la calle Talcahuano 550, hábitat natural de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, mismo organismo que, de yapa, esta semana tomó la decisión de no revisar uno de los casos sobre los que Milagro Sala ha recibido condena, y por lo tanto, la misma ha quedado firme. De paso, con esa decisión agregó un nuevo foco de conflicto interno en el Frente de Todos, ya que algunas voces han comenzado a pedirle al presidente de la Nación por un indulto al que Alberto Fernández ha rechazado históricamente.

El mundial y el año comienzan a despedirse. Vivimos las últimas horas y días de cada uno de ellos. Pero, mientras en el primero las definiciones son inexorables, este 2022 le hereda a su sucedáneo un cúmulo de situaciones no resueltas que, seguramente, marcarán la cotidianidad de los próximos 365 días. Carlos Alberto García Moreno canta que cada uno tiene un trip en el bocho y que así es muy difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo. Nada muy distinto a cierta dirigencia política. Salud Selección Argentina, y que en su juego y resultado, encontremos una verdadera alegría que, a la vez que colectiva, sea definitiva.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 17 Dec 2022 16:28:55 -0300