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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Thu, 28 Mar 2024 06:13:44 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es El mechacortismo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6800-el-mechacortismo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6800-el-mechacortismo El mechacortismo

No sé lo que quiero, pero lo quiero ya,
si fuera tu esclavo te pediría más.
Nada te ata a leer la novedad,
nadie te pisa, nadie te invita,
ni te van a chupar…

“Lo quiero ya” - Sumo

Nuestros queridos lectores y estimadas lectoras sabrán disculpar la auto referencialidad. En la noche del 19 de noviembre, cuando ya era un hecho que Javier Milei se había transformado en el presidente electo de los argentinos, con el colega y amigo Emilio Ordoñez, en el cierre de la cobertura electoral para la radio AM1330, coincidíamos en poner en duda el margen de la acción política transformadora que el libertario podría tener de cara al futuro, de acuerdo al escaso apoyo institucional con el que contaba y en el contexto de un tiempo social donde las dos grandes coaliciones que habían gobernado al país en los últimos ocho años, habían fracasado, más allá de los matices, de manera evidente.

En aquella oportunidad hablamos de que era poco probable que el gobierno libertario gozara de los famosos cien días de luna de miel, ya que teníamos la sensación y la convicción, de que vivíamos tiempos sociales de “mecha corta”, donde no queda demasiado margen para explicaciones causales y promesas de un futuro mejor que llegaría porque, como bien supo prometer un filósofo del conurbano bonaerense, “estábamos condenados al éxito”. Los movimientos políticos de la segunda semana de la gestión libertaria así lo demuestran. Recorrido por días de enojos y frustraciones a tope. Pasen y vean. Están todos formalmente invitados.

Vale aclarar que el mechacortismo se apalanca sobre dos grandes ejes. Uno es el tiempo social que vivimos: frustración, impaciencia, exigencia de la inmediatez y la certeza, a contramano de lo que cantaba el querido y enorme Luca Prodan hace algunas décadas atrás, saber lo que se quiere. Cuánto de ello es posible y con qué tipos de herramientas es parte de otra discusión pero, vale insistir con la idea de que la problemática no es exclusivamente argenta, ya que si así lo fuera, no se comprenderían fenómenos similares en sociedades plenamente desarrolladas en lo económico.

No es la idea esquivarle el bulto, ya que mal de muchos es un consuelo de tontos, pero sí vale la pena insistir que este momento de la humanidad se caracteriza por el predominio de procesos individualistas que tienen (y aquí aparece el segundo eje) a la libertad como verdad última de las cosas. Para enormes bloques sociales la vieja tensión entre igualdad y libertad se ha resuelto a favor de ésta última, lo cual termina siendo un justificador para, en el fondo, desordenar nuestras vidas.

https://twitter.com/madorni/status/1737625074377875754

La vieja idea noventista de la “reconversión” que personas físicas y jurídicas debíamos realizar para adaptarnos a los cambios, era prima hermana del emprendedurismo macrista que nos recomendaba potenciarnos con, por ejemplo, la producción de cervezas artesanales y resulta una cosmovisión reformista frente a la presente romantización libertaria que afirma que el problema somos aquellos que sufrimos el Síndrome de Estocolmo.

Esos dos ejes nos obligan a una acción posterior: la de revisar ciertos manuales no escritos del análisis político. Los cien días de la luna de miel ya no existen y el pedido de que “dejen gobernar porque es un gobierno que recién empieza”, además de una idea que se sustenta en cierto infantilismo político, no dimensiona la magnitud del cambio que se viene a proponer a la velocidad de lo digital. Tal vez por comodidad, pereza intelectual o desconocimiento simple y llano de la historia, muchos voceros que se autodefinen como apolíticos dejan de poner en valor el lado B (perdón milennials y centenials) de las consecuencias de un decreto que modifica y deroga, bajo el falso embrujo de las necesidades y urgencias, a más de 300 leyes vigentes.

Excepto estos personajes mencionados, que pululan en medios y redes, de distinto tamaño y magnitud, el conjunto de la sociedad sabía de antemano que la propuesta libertaria no cerraba sin represión. La gran cuestión es tener en claro cuánto de ese espíritu “ordenador” tolera el conjunto social.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1737790422901031141

En ese sentido, el Protocolo Antipiquetes anunciado en los inicios de la semana, intentó actuar como un elemento disuasivo para cualquier tipo de queja que se plantee en el espacio público.

En una sociedad dinámica, que tiene a la calle como una instancia de permanente apropiación y resignificación, imponerle distintos tipos de corset que limiten su ADN movilizador, puede convertirse en un arma de doble filo, ya que si bien el oficialismo podrá mostrar como un éxito la escuálida convocatoria de ciudadanos y ciudadanas para recordar el 20 de diciembre de 2001, articulada además, al mejor modo de la novela “1984”, con mensajes televisados donde el Gran Hermano bullrichista, amenazaba con el retiro de planes para todos aquellos que circularan sobre las calzadas; el desasosiego oficialista no debe haber sido menor cuando a unos pocos minutos del discurso de Javier Milei, anunciando la entrada en vigencia del DNU 70/23, no pocas plazas y calles del país se llenaron teniendo a las ollas y cacerolas como protagonistas.

El fin del día no puede haber resultado más contradictorio para el sentir libertario: en tu cara y en tu cancha pareció entender el conjunto social que se movilizó con las herramientas que cierta oposición hizo suya desde 2012, y cortando calles para la circulación libre.

Podría entusiasmarnos que, a la luz de los hechos, el protocolo nació muerto. Pero ello resultaría engañoso de cara a lo que viene. Las preguntas son otras: ¿se tolera más la violencia contra piqueteros y lúmpenes de distinto pelaje que la que pueda ejercitarse contra “personas del bien”? ¿Hay un estándar o alguna forma de clasificación de las dosis de represión sobre distintos grupos sociales? Esto se conocerá con el tiempo, pero no menos cierto que ello resulta que lo vivido en la noche del miércoles tuvo una espontaneidad digna de otros tiempos y que nadie, gobierno incluido, la vio venir.

Desde este último punto no fueron pocos los que plantearon las similitudes con el caso 2001 y la salida del gobierno de Fernando De la Rúa. Pero en este sentido corresponde marcar algunas diferencias: la administración de la Alianza hacía dos años que gobernaba el país (aquí van diez días) y venía de sufrir una muy dura derrota de medio término un par de meses antes; la sensación de hartazgo era generalizado, cosa que no sucede con el libertarismo que se siente lo suficientemente consolidado como para establecer estrategias comunicacionales provocativas: las declaraciones del presidente, de su asesores Iñaki Gutiérrez y Federico Sturzenegger y las del vocero Manuel Adorni van en ese sentido. No parece el mejor recurso para enfrentar tiempos sociales y políticos de mecha corta, más allá del auto engaño de que el 55% de votos de noviembre le pertenecen en su totalidad al padre de los perros clonados. Aunque, hay que ser honestos, cada uno se miente así mismo como quiere.  

Como contraparte, las imponentes movilizaciones de un día después tuvieron otra organicidad y allí tampoco hubo protocolo antipiquetes que funcione, con la distintiva excepcionalidad cordobesa, que supo proyectar al país una represión que más de uno debe haber disfrutado.

https://twitter.com/gerpmartinez/status/1738241442663829978

Pero el escenario de estos días no es definitivo, ni en las pequeñas victorias ni derrotas cotidianas. Mientras el sistema político institucional se prepara para dar una respuesta al decretismo mileista (¿será el DNU 70/23 lo que representó el 2x1 para Mauricio Macri?), no corresponde imaginar salidas anticipadas ni mucho menos. El proceso será de punto por punto, ley por ley y la partidocracia argentina deberá estar a la altura de las circunstancias si no quiere que la ola libertaria la arrastre en formato de tsunami.

A contramano de la supuesta desorientación de Prodan, los diversos sectores de la sociedad argentina saben lo que quieren. Pero coinciden con él, que lo quieren ya. El problema es que no todos queremos lo mismo. Y si, promediando los 80’, cantábamos felices e inocentes que “nadie te pisa, nadie te va a chupar”, cuarenta años después nadie puede afirmar que aquella primavera no haya perdido su inescrupuloso verdor. Tal vez haya que comprar algunos crayones para devolverle, aunque sea artificialmente, algo de su color. Entre copas y panettones. Entre besos y abrazos. Feliz Navidad para todos y todas.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 24 Dec 2023 14:16:29 -0300
La renovación conservadora y el efecto dominó https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6799-la-renovacion-conservadora-y-el-efecto-domino https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6799-la-renovacion-conservadora-y-el-efecto-domino La renovación conservadora y el efecto dominó

Sé que a veces me comporto fatal
No prestes atención a esos detalles
Fue la suma de factores
El efecto dominó, algo entre vos y yo

“Nosotros” - Babasonicos

Como no podía ser de otra manera y transcurrida la primera semana, el gobierno libertario mostró las primeras credenciales de gestión. Aupados por la novedad, buena parte de la sociedad en general y del sistema político en particular, prestan atención a cada movimiento de un grupo de hombres y mujeres que sueñan con borrar cualquier vestigio civilizatorio e igualador que haya aportado el ya extinguido siglo XX. La rémora pone el ancla en la generación del 80’, esa que supo conducir Julio Roca y que configuró el Estado moderno argentino. El movimiento anarco capitalista, representa un oxímoron en sí mismo, ya que a la vez que reivindica ideas de libertad absoluta, afirmando que el Estado “es el pedófilo que bla bla bla”, propone al capitalismo como el mejor de los modos de producción, obviando, ¡¡¡¡¡¡ay, la historia y sus vericuetos!!!!!, que el mismo sólo fue posible en su desarrollo, con la consolidación del Estado – Nación, como garante de la idea de propiedad y muy lejos de toda alterada conceptualización anarquista. Primeras señales de un tiempo que se presume y se asume difícil. Pasen y vean. Están todos invitados.

El hermoso domingo primaveral porteño, permitió que Javier Milei diera, desde el minuto uno de haber asumido, un mensaje con una clara simbología al conjunto de los argentinos: desistió de emitir su primer discurso de cara a los legisladores para hacerlo de frente a ciudadanos y ciudadanas que han encontrado en su figura, un líder que los entusiasma.

A la estética del acto, tan parecida al modelo norteamericano de asunción, sólo le faltó la nieve y los abrigos invernales de los protagonistas. Televisivamente, hubo un exceso de los planos altos, mostrando la majestuosidad del edificio del Congreso que reflejaba cierta idea de pequeñez y la sobreutilización de los cortos, para mostrar a los asistentes, intentaban ocultar que la idea original de contar con cientos de miles de personas movilizadas en la Plaza del Congreso, había quedado para una mejor ocasión. La existencia de enormes pantallas en la mitad del espacio verde (que nadie veía), demuestra que las expectativas eran otras.

Más allá de la importancia o no del número de asistentes, hay otros dos datos políticos que no deberían pasar desapercibidos. El primero refiere al escaso apoyo internacional que obtuvo el flamante presidente a partir de las evidentes ausencias de no pocos colegas: el faltazo de Lula hace mucho más ruido en términos de geopolítica regional (y de todo aquello que puede interesarle o convenirle a la Argentina) que la presencia del presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, país con el que no tenemos lazos ni intereses comunes que se precien.

El segundo dato a tener en cuenta es que Milei no parece muy convencido de salirse del modelo de campaña, para comenzar a mostrarse como el líder del conjunto de los argentinos. Con una oralidad que abusó de datos falsos (nivel de inflación, porcentaje de estudiantes que terminan la secundaria, etc.), el presidente apeló al sobre utilizado recurso de agravar la herencia para, con el paso del tiempo, mostrar supuestas capacidades de gestión.

El modelo aspiracional libertario se basa en la reivindicación del proceso iniciado por el roquismo como instancia de excelencia gubernativa. El problema es que esa exaltación se fundamenta en una serie de mentiras que sólo la ceguera o la ignorancia flagrante de la historia podrían admitir como válidas. En aquel período Argentina no fue potencia, como así tampoco fue el granero del mundo. No son pocos los estudios que desde hace algunas décadas ha demostrado que esa afirmación tiene mucho de mito antes que de dato cierto. Lo que sí resulta evidente es que el país se convirtió en un proveedor de materias primas de excelencia, que ello le aportaba muchos recursos económicos y que eso se sostenía sobre una relación dependiente de Inglaterra, país que algunas décadas antes había desarrollado la Revolución Industrial.

Esa bonanza que Milei gusta de resaltar no se extendía al conjunto de los argentinos, que quedaban mayoritariamente condicionados por la pobreza, la miseria y el hacinamiento que se veían en los barrios circundantes al centro de cada urbe. La romantización del modelo de “granero del mundo” desconoce que el mismo era impracticable hace más de cien años y resulta definitivamente inviable en los tiempos que corren donde, más allá de las bondades naturales del país, existen una multiplicidad y variedad de competidores que lo condicionan, además de los vaivenes climatológicos que, por ejemplo, con la sequía de 2023, pueden dejarte sin el ingreso de unos 20.000 millones de dólares. Nada más, nada menos.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1734664937048256747

El país que el movimiento libertario relata sobre el pasado jamás existió. Y el que proyecta para el futuro, tendrá severas limitaciones en su implementación, dado que se intenta construir con falsas premisas para lo que supone el siglo XXI.

Por ello, entre otras cuestiones, la recurrencia de campaña al concepto de casta. Si en no pocas ocasiones, lo esencial de la política se construye en la identificación de un enemigo (perdón “Carlitos” Schmitt), la idea de que la corporación política que se asociaba a una entramada red de empresarios prebendarios, resultaban el obstáculo para cierto desarrollo, cuajó rápido en sectores sociales que desde hace unos cuantos años, sienten que “no llegan”.

Pero gobernar es otra cosa mucho más compleja que declamar. Al acuerdo que supo tejer con Mauricio Macri, hombre criado bajo las virtudes de un padre que se enriqueció con las bondades de la Patria Contratista de los 70’ y los 80’, se le agregó la alianza con Patricia Bullrich, dirigente que decanta desde hace más de cuatro décadas por cuanto partido político se constituya con algún tufillo antiperonista; le siguieron una serie de designaciones de funcionarios de primera línea que tienen una evidente terminal en algunos dueños de la Argentina actual. Eduardo Eurnekian y Paolo Rocca, quien apuesta a un reseteo total de la economía argentina, pero tiene el buen tino de pedir que haya contención social, resultan los principales ganadores en este nuevo esquema de poder.

La preguntonta del día: ¿se animará Milei, quien está adquiriendo dosis exprés de pragmatismo político al, por ejemplo, pedir vía carta a Xi Xinping que China amplíe el swap, a establecer mecanismos de competencia verdaderamente liberales y abra la importación de caños sin costura, cuestión que afectaría al protector Rocca?

En este intento de restauración conservadora, construido sobre muchas mentiras que se apalancan en las certezas de las creencias y no en los datos de la realidad, histórica o presente, Milei y sus laderos más cercanos no están solos.

En el efecto dominó, con cientos o miles de piezas frágilmente sostenidas verticalmente, una pequeña porción de energía (el viento, un insecto o el simple movimiento de un dedo) puede generar una caída en cadena que dura muchísimo menos tiempo que lo que supone armar y construir el camino del dominó. A poco menos de una semana de asumidos, y tal como preveíamos desde esta columna y desde los micrófonos de AM1330, no son pocos los gobernadores, por ejemplo, que comenzaron el juego de ser funcionales a la construcción de sentido mileista: relativización del pago de sueldo, aguinaldo en cuotas y la reimposición del pago de ganancias para trabajadores parecen ser las nuevas tendencias que condicionarán los tiempos que vienen.

Pero el efecto dominó no se agota en las urgencias de lo económico. En Santa Fe por caso, el gobernador de la provincia Maximiliano Pullaro comenzó su gestión con un perfil muy alto sobre la cuestión de la inseguridad. Con imágenes que emulan el caso salvadoreño donde la gestión del presidente Nayib Bukele ha sabido mostrar al mundo que su éxito en la caída de los índices de criminalidad se estructuran sobre la violación lisa y llana de los derechos humanos, el hombre nacido en Hughes quiso mostrar algo distinto en la gestión. Si la reforma conservadora de los 90’ se estructuraba desde la política como espectáculo, donde los Tinelli y los Pergolini hicieron su agosto, los intentos renovadores imperantes se construyen con la violencia visual como actriz protagónica. Sea en el formato de motosierra, de insulto a los votantes o en el de imágenes de dudosa legalidad reproducidas por el mismo gobierno.

https://twitter.com/maxipullaro/status/1736164474648691127

Sabrán establecer las investigaciones judiciales en curso, si los tres ataques en la vía pública perpetrados en los días posteriores, guardan relación alguna con esa política sobre la que a todas luces, el Estado santafesino arranca en desventaja.

El gobernador santafesino y el intendente rosarino Pablo Javkin, mientras reivindican la figura de Raúl Alfonsín al cumplirse 39 años de la entrega de los archivos de la CONADEP, se hicieron un tiempito para visitar a la ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich, que en esa misma jornada había presentado el protocolo antipiquetes, el cual ha sido cuestionado desde diversos sectores de la sociedad civil por su inconstitucionalidad. Ante todo la coherencia.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1735474678204871152

En el mientras tanto, y para no dejar de la lado la unidad de criterio con su jefe político, el ministro santafesino del área, Pablo Cococcioni, ya anunció que enviará un proyecto de iguales características a la legislatura santafesina. Estatales y piqueteros del (mundo) santafesino, uníos.

De a poco las fichas van cayendo. Esas, que seguramente costará levantar en el páramo que dejará la libertad de gestionar un país del siglo XXI, con las ideas y circunstancias de otro que se forjó hace 140 años, donde todo estaba por hacerse. Queda saber mantener la voz firme, pero también acurrucarse en la intimidad de los afectos. En la previa de una navidad que llegará de manera inexorable. queda el disfrute de todo lo pequeño que podamos acceder, sin bajar la guardia. Sin enojos que nos enfermen, sin la angustia que nos desmovilice. Al dominó también se juega uniendo piezas y buscando coincidencias. Tal vez en su sencillez, radiquen algunas respuestas.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 17 Dec 2023 12:28:37 -0300
Mal de ausencia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6797-mal-de-ausencia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6797-mal-de-ausencia Mal de ausencia

En tiempos donde nadie escucha a nadie.
En tiempos donde todos contra todos.
En tiempos egoístas y mezquinos.
En tiempos donde siempre estamos solos.
Habrá que declararse incompetente,
en todas las materias del mercado.
Habrá que declararse un inocente.
O habrá que ser abyecto y desalmado

Fito Páez. “Al lado del camino”.

De a poco, el casillero del funcionariado libertario se empieza a conocer. No sin conflictos internos, Javier Milei comienza a dar señales cada vez más nítidas del perfil del gobierno que proyecta para el conjunto de los argentinos. Con la ambigüedad que supone la convivencia de un triunfo electoral del 55% de los votos pero sin estructura institucional de ningún tipo que le otorgue sustento, el presidente electo va configurando, como puede, un entramado que quedará plenamente expuesto en apenas siete días más, cuando asuma la primer magistratura. En el medio, la última semana de noviembre dejó no pocas confirmaciones de lo que viene. Pasen y vean. Síntesis de siete días de algo que ya aparece como una marca en el universo mileista: un desorden crónico en la construcción política que es producto de todo aquello que se adolece. Sean todos bienvenidos.

Los resultados electorales suelen ser claros. Los números otorgan una seguridad definitiva sobre ganadores y perdedores reales que han protagonizado la contienda electoral que en la Argentina se define en días domingo. Lo que resulta mucho más complejo y que representa un verdadero desafío es saber interpretar políticamente lo que dejan las urnas abiertas. Y el triunfo libertario del 19 de noviembre profundiza esa necesidad de descubrimiento, ya no sólo referido a lo que quisieron expresar la mayoría de los argentinos hace apenas dos semanas, sino también en lo que viene ya que, como hemos venido planteando reiteradamente en estas columnas, la Argentina se enfrenta a un tiempo político inédito en su historia reciente.

Si, sucesivamente, los gobiernos coalicionales de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos habían sido una novedad para la práctica política argentina (más allá de los fracasos evidentes), la llegada al poder de un outsider que hasta hace poco más de dos años era un economista que disfrutaba de su rol de panelista televisivo, que luego de su elección como diputado nacional no ha sabido, no ha podido o no ha querido construir con tiempo, una base territorial e institucional que le otorgue cierta solidez y previsibilidad política, que solo cuenta con minorías legislativas muy pronunciadas y sin el aval de ningún gobernador o intendente de peso (tampoco hay de los otros), a lo largo y ancho del país; abre muchos más interrogantes que las respuestas que podrían brindarnos sus 14 millones de votos obtenidos de manera legítima.

Los devaneos de los últimos días (y de los próximos), que resultan un regodeo para el conjunto del sistema político, incluyendo a periodistas, analistas y a los propios protagonistas, pero que al gran público poco suele importarle, tienen su razón de ser en la debilidad intrínseca del libertarismo, que no significa per se que pueda ser definitiva ni mucho menos, pero sí que demuestra de manera palmaria los límites a los que se enfrenta el nuevo gobierno, como nunca le ha sucedido a un fuerza recientemente elegida. En esa circunstancia radican las idas y vueltas de los últimos días donde circulan multiplicidad de nombres propios y variado perfil ideológico para pasar a formar parte de un oficialismo que se imagina reinstaurando el conservadurismo (bajo el camuflaje liberal) en todas sus dimensiones.

https://twitter.com/OPEArg/status/1730581128979882007

En el cúmulo de dudas que reinan en el ambiente, sí parece sobresalir una certeza: en la Argentina no existen tantos libertarios como para ocupar los primeros lugares de una grilla gubernamental que siempre representa un verdadero desafío en su conformación a los fines de cumplir con los objetivos de una administración eficaz.

Las pocas confirmaciones en la semana para el área ejecutiva así lo demuestran: en las segundas líneas empiezan a surgir nombres propios que en algunos casos están vinculados a empresas de los sectores que van a administrar. En YPF, por ejemplo, se eligió a Horacio Marín, director de Tecpetrol empresa que pertenece al grupo Techint. En la secretaría de Energía asume Eduardo Rodríguez Chirillo, hombre que trabajó en el proceso privatizador de los 90’ y que hace más de 20 años no reside en el país (¿qué podría salir mal?). El cuadro se completa con el tácito acuerdo con Juan Schiaretti para que Osvaldo Giordano, actual ministro de Finanzas de Córdoba ocupe el ANSES y Franco Mogetta se haga cargo de la Secretaría de Transporte, mismo cargo que detenta en la provincia mediterránea.  

Por su parte, en el nivel de ministerios a los nombres ya conocidos, en la semana fueron confirmados Luis Caputo para Economía y Patricia Bullrich para Seguridad, estos últimos sin la venia de Mauricio Macri que esperaba negociar en bloque su apoyo al libertario, lo cual incluía la llegada de Cristián Ritondo a la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación, entre otras designaciones. El ex presidente ha comenzado a palpar en carne propia que Milei no está dispuesto a dejar que le copen el gobierno y además, que su prevalencia en el mundo PRO ya no es lo que era.

https://twitter.com/mauriciomacri/status/1730664724553924616

La frutilla del postre de la semana se la lleva la designación de Rodolfo Barra como Procurador del Tesoro de la Nación, hombre con pasado menemista, integrante de la Corte Suprema de Justicia en el período 1990 / 1993, y ministro de Justicia de aquel gobierno, quien debió renunciar por tener un pasado juvenil (y no tan juvenil) donde propalaba ideas nazis, pero que además, en su paso por la función pública, promovió una serie de leyes que atentaban contra todo aquello que podamos definir como idea de libertad.

De a poco, y con un nuevo travestismo político de Patricia Bullrich a cuestas, con los rumores de asesoramiento de parte de Roberto Dromi, el padre de la reforma del Estado de los noventa, lo que empieza a verse es el entramado de un funcionariado que antes que liberal deviene en una especie de conservadurismo que pretende ser popular al mejor estilo de Carlos Menem y con el que no pocos referentes intentan comparar al actual presidente electo. Pero las diferencias, más allá de lo que afirmen los operadores mediáticos que se auto perciben periodistas, no son menores.

·         El pretendido émulo de Facundo Quiroga portaba con un importante antecedente de gestión gubernamental, habiendo sido gobernador en su provincia en la década del 70’, detenido político en la dictadura y nuevamente primer mandatario de La Rioja a partir del retorno de la democracia.     

·         Supo convertirse antes de llegar a la presidencia, en un líder dentro del sistema que contó con el apoyo de no pocos dirigentes del peronismo de aquel entonces, contando con una importante presencia a su favor del aparato partidario que, en los tiempos que corren, pueden no ser definitivamente necesarios para ganar elecciones (¿quemamos los libros de ciencia política?), pero son vitales para la conformación de gobiernos.

·         Jamás utilizó la lógica del miedo para su construcción política. Menem podía aparecer como un líder naif, inicialmente menospreciado por las corporaciones de aquel entonces, pero su figuraba portaba un encanto por el que no pocos resultaron seducidos.

·         El hombre nacido en Anillaco fue de menos a más. En la previa no azuzaba una grieta. Le hablaba al conjunto de los argentinos y cuando llevó adelante su plan, el cual resultaba decididamente contrario a lo que había prometido, marcaba los límites o problemas de un modelo de acumulación del que él había arriado todas las banderas. No consideraba a un empleado estatal, cumpliera la función que cumpliera, como un energúmeno que debía ser eliminado.

Para el caso de Milei, si sus partidarios y alcahuetes mediáticos de turno quisieran encontrar una coincidencia con el extinto ex presidente, deberían buscarla en el desafío que, con el tipo de gobierno que se vislumbra, deberá afrontar el libertario en el tiempo que viene: el de ser el gran ordenador de todas las disidencias políticas que convivirán en su administración con una harto evidente debilidad.

Por ahora, y sin que haya comenzado la gestión, va en ese sentido. Parece haberse sacado de encima el tutelaje de Mauricio Macri, quien no dejó mejor herencia que un espacio como Juntos por el Cambio al borde del colapso, sino también al PRO cerca de una atomización definitiva. La conminó a un lugar meramente institucional a la vicepresidenta electa, de quien había afirmado que sería la responsable de las áreas de Seguridad y Defensa, luego de que Villarruel diera señales de cierta independencia política. Y como dato final, con la llegada de Francisco Paoltroni a la presidencia provisional del Senado y Adrián Menem a la presidencia de la Cámara de Diputados, se asegura una línea de sucesión que le será leal.

https://twitter.com/OPEArg/status/1730973913088200719

Ahora bien, una pregunta que podemos empezar a responder es aquella que refiere a qué ha quedado de la propuesta inicial que traía la campaña electoral, habiendo dejado fuera de juego a no pocos de los economistas que lo habían acompañado en la etapa previa.

Sabemos que no habrá en el corto plazo, y seguramente tampoco en el mediano, dolarización ni cierre del Banco Central. No sólo porque sus auspiciantes ya no pertenecen al entorno mileista (Carlos Rodríguez y Emilio Ocampo, entre otros) sino porque el viaje a los EE.UU. que pretendía ser una primera aproximación que sirviera para seducir a inversores financieros, poco ha dejado a favor del presidente electo. La falta de información pública al respecto así lo confirma y no son pocos los que se animan a decir que el pasado de Caputo no juega a favor de ningún tipo de acuerdo.

La casta no parece ser, por ahora, la principal afectada por las medidas que se vienen. Además de los nombres propios que parecen ir ocupando la grilla de los cargos, el entramado de poder que va tejiendo el mileismo, no parece ir garantizando aquello que se había prometido. Con un ajuste, que según los que dicen que saben no llegará al 15% del producto pero sí al 5%, y que eso supone un desordenamiento muy grande en la vida del conjunto de los argentinos, Milei anunció que vamos a un proceso de estanflación que duraría entre 18 y 24 meses para luego sí, estabilizar el conjunto de las variables.

En ese sentido, no parece casual que sus acólitos, que desconocen la historia corta y larga de nuestro país, hayan salido a plantear que la Argentina ya está en estanflación (¿creerán que somos tontos?) y, por otra lado, que una de las ideas del paquete de leyes que preparan para el post 10 de diciembre, incluye la eliminación de las elecciones de medio término, cuestión que resulta imposible sin una reforma constitucional para la que no dan los tiempos ni la realidad política de estos días. En coyunturas sociales de “mecha corta”, resulta muy difícil imaginar cómo podría llegar al 2025 un oficialismo con semejante escenario prometido.

En la vida, no tiene demasiado sentido ufanarse de todo aquello que se carece. El desorden que se plantea en el día a día de los ganadores y donde, paradójicamente, los perdedores parecen menos expuestos a un proceso de todos contra todos, radica en esa extraña circunstancia histórica de haber bendecido electoralmente a un conjunto de arribistas que se creen con el derecho de refundar la Patria, y que imaginan que el enojo social que los legitimó, resulta un cheque blanco para destruir todo vestigio de la institucionalidad que detestan. Así de grave es el escenario. Así de preocupante ha sido el nivel de errores cometidos desde este lado. Más allá de las coyunturas generales y de, como decía Fito hace algunos lustros atrás, los tiempos egoístas y mezquinos que vivimos. Y que seguramente se profundizarán...

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 03 Dec 2023 11:07:32 -0300
Eclécticos, inexpertos, descolocados https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6790-eclecticos-inexpertos-descolocados https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6790-eclecticos-inexpertos-descolocados Eclécticos, inexpertos, descolocados

Si arrastré por este mundo,
la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.
Bajo el ala del sombrero, cuántas veces embozada,
una lágrima asomada yo no pude contener

Carlos Gardel - “Cuesta abajo”

La fecha ya pasó. El hecho político que todo el país esperaba sucedió. La elección del 22 de octubre comienza a quedar en el espejo retrovisor y las reinterpretaciones fluyen. Desde los protagonistas que jugaron el juego, desde los que tienen una chance más y desde el conjunto del sistema que asume que nada está definido por sí mismo, no son pocos los sorprendidos, pero las 48 horas posteriores al resultado del último domingo dejan tres conclusiones básicas: el perfil ecléctico del electorado argentino; la inexperiencia libertaria que paga un alto costo por haber intentado barrer con todo el espectro de una sola vez y para siempre; y la descolocación de no pocos voceros que no terminan de decodificar los casi 37 puntos del vencedor.

Si uno mira el proceso electoral de este 2023 como un todo, entenderá la complejidad que acarrea su decodificación. No sólo porque además de la nacional han existido otras 24 jurisdicciones provinciales con sus propias complejidades, sino porque, si uno mira cómo había quedado dispuesto el mapa electoral argentino a partir del 13 de agosto y lo revisa ahora, no podrá dejar de sorprenderse por el cambio cromático.

El abordaje interpretativo debe ser quirúrgico y alejado de toda idea pre conceptual. Lo primero que debe decirse es que entre PASO y generales se produjo un aumento de la asistencia electoral del 8%, lo que representa algo así como 3.080.000 más de votantes. Cuatro de las cinco fuerzas obtuvieron más votos: Unión por la Patria 3.165.000, La Libertad Avanza 767.000, Hacemos por nuestro país 876.000 y el Frente de Izquierda y de Trabajadores 80.000. Fue Juntos por el Cambio la única fórmula que perdió votos respecto del 13 de agosto, algo así como 431.000. Evidentemente, Patricia Bullrich no pudo fidelizar al electorado de Horacio Rodríguez Larreta.

https://twitter.com/SergioMassa/status/1716304241331978431

En términos porcentuales sobresalen Sergio Massa y Juan Schiaretti ya que mientras el primero creció 15% a partir de los números de su interna, el cordobés casi duplicó su base electoral. Ahora bien, vale preguntarse el porqué de ese aumento tan exponencial de ambos.

Del primero puede decirse que se combinaron cuatro factores: la influencia del miedo a todo aquello que proponía Javier Milei en una veta destructiva, el rechazo a la figura de la presidenta del PRO, un peronismo que, esta vez, sí se movilizó en su conjunto incluyendo a gobernadores, sindicatos y una militancia que no se circunscribió sólo a la calle sino que supo plantear algunas discusiones en el terreno de lo virtual, ese que parecía territorio exclusivo de los libertarios. Por último, la centralidad de Massa y, según descubren muchos ahora (con el diario del lunes todos somos técnicos) una muy profesional campaña que no dejó detalle librado al azar.

Del segundo, y pese a lo que muchos afirmaron sobre la rigidez y la consecuente inutilidad de los debates, éstos le dieron una visibilidad que hasta ese entonces el gobernador cordobés no tenía. La utilización de un discurso federal y su visualización como un hombre de gestión, le permitieron crecer a costa del mismísimo Juntos por el Cambio que, si desde 2015 para aquí, la provincia mediterránea había sido un bastión amarillo inexpugnable en las elecciones nacionales, en esta oportunidad quedó tercero.

Pero si el tigrense y el cordobés sobresalieron por su expertise, el mundo libertario quedó preso de su primera vez. La voracidad electoral, pero fundamentalmente su inexperiencia política llevó a Milei a adelantar un escenario que nunca había construido: tres puntos de diferencia no convierten a nadie per se en ganador en una primera vuelta, y mucho menos en un país como la Argentina donde existen tradiciones políticas como las del radicalismo y el justicialismo muy enraizadas.

https://twitter.com/JSchiaretti/status/1716267061154820283

En ese contexto y sin una estructura partidaria propia que solidificara la sorpresa de setenta días atrás, el recurso de ir por todo, de no dejar resquicio alguno para un dialogo posterior porque el resto del espectro político representaba a la casta que había que barrer, puede parecerse mucho al fenómeno de una indigestión cuando uno come mucho y rápido. Esa estrategia sólo puede servir si se sale ganancioso, dado que el paso siguiente será la imposición de condiciones. Pero en la derrota, la taba se da vuelta.

Esa inexperiencia, que en los dos días siguientes se han parecido mucho a la desesperación, llevó a Milei a dar un discurso en la noche del domingo que muy lejos estuvo de brillar por su originalidad. Inteligentemente, trató de seducir al electorado cambiemista, pero lo hizo de la peor manera en un doble sentido: mientras por un lado anunció  hacer “tabula rasa” con lo recorrido hasta allí para lograr un acuerdo con la dirigencia amarilla, por otro eligió al kirchnerismo como el enemigo a desterrar de la faz de la tierra, error que también cometió la propia Bullrich durante toda la campaña, al tensionar con un actor político que no resulta inexistente pero que no tiene la centralidad de antaño. Milei salió segundo y compró la retórica del tercero. Alguien lo engañó.

Lo que subyace allí es una visión equivocada e inexperta (otra vez) de la política, donde se cree que uno más uno es siempre dos y que, en este caso, si se compra la línea discursiva de Bullrich, por añadidura, los casi 30 puntos libertarios más los 23 de Juntos por el Cambio le garantizarían ganar en el balotaje.

https://twitter.com/JMilei/status/1717213624337379680

Parece desconocer Milei que esos números de Juntos por el Cambio no pertenecen de manera exclusiva al PRO, sino que también lo integran un conjunto de hombres y mujeres radicales que no están del todo dispuestos ni dispuestas a aceptar sin más, las dosis de violencia a las que fueron sometidos hasta hace horas. Algo parecido le pasará con la izquierda argentina a la que, según declaraciones del día lunes, le ofrecería el ministerio de Capital Humano porque en definitiva “ellos son los que saben de esas cosas”. Si la novedad libertaria venía a romper con el sistema de la casta y de la prevalencia de zurdos y socialistas (que eran excremento humano), cuesta entender cómo le explicaría a su base de sustentación, sin riesgo de perder parte de la misma, el cambio de grieta en poco menos de 20 horas.

Pero el éxito peronista no sólo dejó descolocado al mundo libertario. No fueron pocos los comunicadores, analistas y dirigentes vinculados a Juntos por el Cambio que reconocen no entender qué pasó teniendo en cuenta la alta inflación existente y los casos de corrupción que pocos días antes de las elecciones salieron a la luz, con muchísima profusión de la corporación mediática. La afirmación, entre despectiva e incrédula, supone que el electorado argentino ya se ha alejado de cualquier tipo de ponderación moral de lo público y que por eso vota cualquier cosa mientras el plan “platita” funcione.

Aquí también hay una desvalorización de lo que se desconoce. Las elecciones no marcan la evolución positiva o negativa del electorado de acuerdo a que se vote según nuestros valores. La idea de lo legal como un fenómeno de construcción política, tiene severos límites a la hora de poder satisfacer determinadas necesidades ya que, según las circunstancias, puede hacer influir en una elección pero el fenómeno no siempre habilita los resultados deseados. Si el conurbano bonaerense premió con su voto mayoritario a Axel Kicillof, y esto se escribe a la distancia, es porque probablemente la gestión sea ponderada por los bonaerenses y porque tal vez y sólo tal vez, los candidatos a los que el gobernador actual dobló en números, nunca hayan dado la talla de mostrarse como mejores cuadros políticos.

Pero esa no es la única razón por la que hay que relativizar a lo legal como forma de construcción política y a los consecuentes resultados electorales. Decimos esto porque si ese eje debiera estar siempre presente, no se entiende del todo cómo Mauricio Macri ha podido ser ponderado, en determinada etapa, por amplios sectores del electorado y de la prensa bien pensante de la Argentina. Preguntas como al pasar: ¿no había desvelos morales ante un hombre que siempre ha usado al Estado para sus negocios e intereses personales?, ¿La medición de eticidad y moralidad, siempre deben operar en un solo sentido? Dudas para que cada uno las conteste como le plazca.

Subyace tal vez, otro problema en las sorpresas libertarias y de algunas figuras mediáticas. El dolor de ya no ser. Para los primeros porque acaban de recibir una lección en clave electoral que tal vez no puedan resolver del todo en los próximos 25 días que se avecinan y en los segundos, porque parece que algunas operaciones y centralidades ya no alcanzan para cierto desbalanceo político. Un poco de cordura y humildad, tal vez sean claves para el tiempo que viene. La mayoría del electorado ya se los hizo saber…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Wed, 25 Oct 2023 19:18:39 -0300
Riesgos de cuarentones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6789-riesgos-de-cuarentones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6789-riesgos-de-cuarentones Riesgos de cuarentones

No me convence ningún tipo de política
ni el demócrata, ni el fascista
porque me tocó ser así
ni siquiera anarquista.

Yo veo todo al revés, no veo como usted
yo no veo justicia, sólo miseria y hambre
o será que soy yo que llevo la contra
como estandarte.

La Renga - El Revelde

Dicen los médicos, o por lo menos así se lo explicaron varios de ellos a este analista, que los mayores riesgos en nuestra salud coronaria, comienzan a los 40 años. Nos sentimos jóvenes, nuestro organismo no sabe hasta ese momento de grandes cambios y por ello hacemos, de alguna manera, lo mismo de siempre: trabajamos a destajo, solemos relacionarnos con la bebida y la comida como si el mundo fuera a terminar mañana y muchas veces, peleamos por cosas que no tienen demasiado sentido de una forma, si se quiere, excesiva. En resumen, abusamos de nuestro organismo en nombre de no se sabe muy bien qué ni para qué.

Casi en las vísperas de las cuatro décadas ininterrumpidas de la democracia argentina, el riesgo coronario para su sobrevida es grande: como con nuestro cuerpo, tal vez hayamos hecho abuso de ello, y hoy nos encontramos con un escenario que hasta hace no mucho, nos resultaba inimaginable. Violencia discursiva (por ahora), amenazas de hacer explotar todo (porque si me va mal a mí también te tiene que ir mal a vos), revisión antojadiza del pasado reciente y no tan reciente, manipulación arbitraria de los datos de la realidad, propuestas delirantes y violatorias del más elemental derecho constitucional argentino e internacional, son parte de un combo que apareció en escena en este electoral 2023.

El candidato se animó a una falacia más y afirmó que estas elecciones son las más importantes de los últimos cien años. Posicionado sobre un ego envidiable, olvidó lo que representó la irrupción del peronismo (muy a su pesar aún vigente) como fenómeno político y social allá por mitad del siglo XX; o las elecciones del 73’ con la vuelta del líder proscripto por 18 años; o las de 1983 que, afortunadamente, vinieron a terminar con la peor de las pesadillas políticas que este, nuestro país, haya podido imaginar y padecer en algún momento.

La afirmación anterior terminó actuando como disparador para una pregunta que el cronista en una radio rosarina supo plantear correctamente: “¿Tuvo la presente democracia argentina, en su historia cuarentona, una elección presidencial donde se discutiera de manera tan marcada el modelo de sociedad a transformar?”. El analista quedó pensando, dudó unos segundos y trató de dar una respuesta lo más específica posible para los tiempos radiales. Su respuesta, ahora ampliada, termina siendo parte del fundamento de estas líneas. Con los límites que supone una cada vez más injustificada veda, repasemos cada proceso electoral (presidencial) atravesado.

La de 1983 fue, tal vez, la más simbólica de cada una de estas elecciones. Se intentaba salir de un proceso profundamente doloroso, y reaparecía en escena el clásico bipartidismo argentino. El peronismo se mostraba con una dirigencia de experiencia que al poco tiempo había quedado vetusta frente al “Somos la vida, somos la paz” que proponía el radicalismo que conducía Raúl Alfonsín. Parábolas de la historia, el ataúd que prendió fuego Herminio Iglesias en un Obelisco colmado con un millón de asistentes en la noche del 28 de octubre, terminó actuando como el instrumento de su sepultura política. La contraposición era clara, y al peronismo le llevó nada más y nada menos que cuatro años para recuperarse con una renovación que traía consigo los nombres, por ejemplo, de Antonio Cafiero y Carlos Menem, entre otros.

Posteriormente, los alzamientos e insurrecciones militares que se desarrollaron en los 80’, actuaron como una reivindicación de un modelo de vida social antes que como una defensa del gobierno radical. Es, tal vez, el primer triunfo de la institucionalidad argentina de este período.

En 1989, la discusión de fondo era otra. Refería a una economía devastada, con un proceso hiperinflacionario a cuestas y donde los contrincantes más importantes imaginaban dos modelos claramente diferenciados: mientras Eduardo Angeloz, haciendo de candidato oficialista, jugaba con la idea de un lápiz rojo que sirviera para ordenar la economía, el gobernador riojano llegaba a las grandes ligas con la promesa de la revolución productiva y el salariazo, todo ello bien sazonado por una impronta caudillezca que rememoraba las disputas entre federales y unitarios de mediados del siglo XIX.

La transformación de Menem, su innegable sagacidad política y el éxito económico que inicialmente le garantizara la Convertibilidad para reducir dramáticamente la inflación, convirtieron a la elección de 1995 en un simple trámite que había sido habilitado por el famoso Pacto de Olivos (segundo resultado a favor de la institucionalidad) y donde no se le prestó demasiada atención a la corrupción imperante ni a las consecuencias negativas del uno a uno.

Luego de diez años de menemato, 1999 presentó una doble oportunidad para cambiar la coyuntura de ese momento. Mientras que por un lado apareció la novedad de una estructura coalisional que se presentaba a elecciones luego de un sano proceso interno, en paralelo, el candidato oficialista sí planteaba la necesidad de discutir el modelo económico imperante. Fernando De la Rúa y sus socios políticos supieron leer el hartazgo de un electorado que ya no toleraba lo que había aceptado cuatro años antes. Entre la discusión por una sociedad con otros valores éticos y la necesidad de revisar el modelo de acumulación prevaleció el primero, inaugurando un tiempo donde un tercer partido político servía para romper (a esta altura podríamos decir que definitivamente) con el bipartidismo de esos últimos 50 años.

El 2003 trae la novedad de una elección con sistema de neolemas, producto de una atomización del sistema de partidos, la cual venía de la mano, qué duda podría cabernos a este tiempo, de una sociedad que trataba de emparcharse a sí misma como podía. Emergente de la semana de los cinco presidentes (tercer triunfo de la institucionalidad argentina), el gobierno provisorio que se imaginaba definitivo para los tiempos siguientes, debió habilitar un proceso electoral de manera apurada, producto de la crisis derivada de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán y sin candidato propio.

Esa elección marca el comienzo del ocaso político de Menem y el surgimiento del kirchnerismo que, vueltas de la vida política argentina, planteaba como slogan fuerza de campaña, la idea de un país normal, lo mismo que hoy, 20 años después, propone Juan Schiaretti.

La agudeza política de Néstor Kirchner, su capacidad para detectar las nuevas demandas de ese tiempo, la evidente recuperación económica que inicialmente era chicaneada como viento de cola y la sensación de frescura política para los tiempos que corrían, al punto de entender que no tenía demasiado sentido insistir con su propia elección, jugaron decididamente a favor de la nominación de Cristina Fernández de Kirchner, quien supo continuar y profundizar un ciclo virtuoso de tal magnitud, que si uno se toma el trabajo de sumar como parte del mismo espectro ideológico a quien saliera segundo en 2011(más allá de los matices y con las salvedades del caso sobre lo que representaba la figura de Hermes Binner), la centro izquierda argentina trepó a más del 70% de los votos. La discusión de ese proceso electoral pasaba por imaginar nuevas soluciones (por izquierda), para corregir lo que la virtuosidad de la década ganada no había podido resolver.

Cuatro años después el modelo encontró su límite. Por primera vez en la historia, la derecha argentina pudo llegar al poder legitimada por el voto popular. La saturación de ciertas formas y la inteligencia comunicacional y política del incipiente espacio supieron seducir a la mayoría de los argentinos para “cambiar”. Pero la fortaleza de lo conseguido estaba tan enraizada, que el candidato Mauricio Macri necesitó aclarar en plena campaña, que ningún derecho que se hubiera conseguido sería quitado. Más allá de lo que luego sucedió realmente en la gestión, la elección de 2015 se construyó sobre la idea de bajar la intensidad que traía consigo el kirchnerismo.

Además, con la anuencia de la corporación mediática, durante varios años se construyó un falso relato que terminaba en una síntesis que suponía que ser kirchnerista era lo mismo que ser un delincuente y para ello se articulaba vía lawfare con la pata judicial. La república sería “salvada” por sus instituciones, sin importar que sus métodos se parecieran a los de una banda de vulgares mafiosos.  

Pero en una sociedad tan dinámica como la argentina, no siempre alcanza con el relato, si no se es realmente eficaz a la hora de la gestión de la cosa pública. El deterioro de todos los indicadores macroeconómicos y la actitud rayana con la ilegalidad, al haber instrumentado un esquema de poder donde el Estado se ponía al servicio de los negocios privados, sirvieron de base para una derrota electoral que se sustanció en la mañana en que Cristina Fernández de Kirchner, con una lucidez única, decidió bajarse de una fórmula sin bajarse del todo. En 2019 la promesa electoral se apalancó en volver, ni más ni menos, que a la realidad de 2015, tratando de recuperar todo aquello que se había perdido.

Sobre finales de 2023 la realidad es diametralmente diferente. Covid, derrota electoral de medio término, modelo coalicional en crisis a partir de un excesivo internismo, sequía y una alta inflación fueron parte de la realidad con la que convivió el ya extinto Frente de Todos. La emergencia del libertarismo como espacio triunfador de las PASO redundó en un golpe al mentón de todo el sistema político.

Si Cambiemos había sabido encauzar el deterioro K con parte de las clases medias, ya está bastante establecido que los votos libertarios vienen a representar a un heterogéneo espacio social, donde no son lo mismo el segmento de jóvenes de hasta 30 años, que aquellos trabajadores de mayor edad que gozan de muy pocos beneficios sociales o, incluso, gente que está “rota” de ciertos lazos sociales.

Pero la novedad de este tiempo es que el flamante espacio no cuida ninguna de las formas más elementales que hasta aquí hemos conocido (en la Argentina) de cierto relacionamiento político. Si el macrismo se preservaba públicamente, era porque sabía que en algún punto del recorrido podría pagar un costo político.

El libertarismo viene a romper con ese tipo de sentido común construido. Es más, llega para legitimar una violencia que le es innata porque, según ellos, les asiste la razón y tienen ese derecho. No resulta casual que Javier Milei en su discurso de cierre de campaña, jamás invocó la palabra democracia. Como tampoco lo es que en la previa, sobre las pantallas del Movistar Arena aparecieran imágenes de explosiones, ni que en plena campaña el candidato haya reconocido en un reportaje que es deseable que todo estalle porque si estoy mal yo, tendrías que estar mal vos también.

Esas son las novedades de esta campaña 2023. Si releemos el recorrido de las diez elecciones comentadas (y más allá de lo que luego efectivamente sucedía en la gestión), la propuesta básica refería a incluir a todos, más allá de las estrategias mentirosas o ineficaces. Los consensos mínimos residían en no promocionar la eliminación del otro.

Ese proceso, que se empezó a hacer visible durante la administración cambiemista a los fines de no perder las elecciones de 2019, se profundizó en un proceso electoral donde buena parte de la sociedad asume impávida que ya no sólo el problema podría ser el kirchnerismo sino el feminismo, los putos, los viejos meados, el periodismo que repregunta, la jefatura de la iglesia Católica, los empleados estatales y, obviamente, la supuesta casta política.

Hace 25 años, Chizzo Nápoli y sus muchachos, le dieron forma artística a una realidad que era agobiante para muchos de sus jóvenes seguidores. Hoy, sus letras y ese grito profundo parecen revitalizarse en ciudadanos y ciudadanas que creen haber encontrado en el mundo libertario una forma de representación. Desde el enojo (a veces con razón y a veces sin ella), con buenas dosis de un individualismo determinante, y con la violencia como amenaza concreta, se predisponen a vivir un tiempo especial. Que para ellos no sea celebratorio, a los casi cuarenta años de esta democracia que supimos conseguir, depende del resto del electorado que parece, y por ahora solo parece, expresar otra cosa.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 22 Oct 2023 08:44:50 -0300
M&M https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6787-m-m https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6787-m-m M&M

Perdón si estoy de nuevo acá.
Pensé que habías preguntado por mí.
Me gusta estar de nuevo acá,
aunque no hayas preguntado por mí,
voy a quedarme un poco acá.
Cuidarte siempre a vos en la derrota
Hasta el final, el final…

“El Tesoro” - Él mató a un policía motorizado

El presente artículo no se trata de una cata de golosinas, ni de esa delicia que viene en forma de confites de chocolate que acompañó la infancia de unos cuantos de los que aquí nos leen. Se trata de aportar algunos elementos que permitan entender el porqué del desgajamiento que, lenta pero sostenidamente, protagoniza Juntos por el Cambio en general y el PRO en particular, en el contexto de la presente campaña electoral. Si los publicistas del producto creado por Forrest Mars y Bruce Murrie proponían que el chocolate “se derritiera en tu boca y no en la mano”, podríamos preguntarnos el porqué del deterioro político de una fuerza que supo representar por primera vez a la derecha argentina vía el voto popular. Son dos M los apellidos que lo condicionan, aunque el sabor de boca final sea más amargo que dulce para unos cuantos protagonistas de la cosa pública. Recorrido por una semana compleja para la coalición opositora que se imaginaba en esta etapa a marcha triunfal y sostenida de cara al 10 de diciembre de 2023. La puerta está abierta de par en par. Pasen todos y todas. Sean bienvenidos.

La semana política comenzó el domingo a la noche con la realización del debate presidencial llevado adelante en la ciudad de Santiago del Estero. Pese a ser un instrumento valioso en sí mismo, no suelen faltar las críticas sobre lo estructurado de los mismos, la rigidez de las presentaciones y la falta de interacción que hace a cualquier discusión que pueda darse entre dirigentes con perfiles ideológicos y vitales tan contrapuestos. Pero nunca debe olvidarse el contexto que los fundamenta en su realización: todos tienen el derecho a expresarse en la misma cantidad de minutos y los tiempos televisivos suelen ser rígidos y estructurados.

Pese a ello, la Justicia Electoral se las ingenió para imponer un par de novedades que le dieron una impronta más dinámica que los debates realizados en 2019. La posibilidad de que la sociedad eligiera una temática que inicialmente no estaba planteada, sirvió como una circunstancia fundamental dado que exigió a que los candidatos se explayaran sobre el tema derechos humanos, cuestión que ha servido para poner blanco sobre negro la opinión de cada uno de los cinco candidatos. 

https://twitter.com/SergioMassa/status/1708662417100562736

Como es de rigor, cada uno de ellos fue con una estrategia definida de antemano y más allá de lo expuesta que haya quedado o no, es evidente que Miryam Bregman se mostró sólida en las formas de expresión y algunas chicanas, pero poco consistente en su propuesta; Juan Schiaretti hizo gala de su cordobesismo al palo; Sergio Massa pasó sin mayores sobresaltos los cuestionamientos económicos y del caso Insaurralde; Javier Milei se mostró sobrio sin ninguno de los arrebatos emocionales que lo caracterizan, aunque no se privó de intentar revivir la teoría de los dos demonios y Patricia Bullrich resultó la de peor performance a la hora de comunicar y explicar ideas.

Puede decirse que existe un consenso generalizado en que nadie gana una elección por un debate. Seguramente, en tiempos de redes, virtualidad y coacheo, tampoco nadie lo pierda, pero lo que puede afirmarse es que cada uno de ellos tiene consecuencias para los días subsiguientes. No define pero sí condiciona. Algo de ello podría aseverar la propia Bullrich que un par de días después señaló públicamente que su presentación estuvo condicionada por una fuerte gripe. Si su salud sigue deteriorada o no, lo sabremos en este domingo 8.

No conforme con todo ello, la candidata cambiemista no se privó de estar en el centro de la escena política pero, otra vez, por anunciar una propuesta de gestión que resulta lisa y llanamente ilegal. En un programa cercano, con un entrevistador que resulta especialista en hacer sentir cómodo a los “propios” y viejo amigo de participar en operaciones de prensa de dudosa eticidad, se animó a aseverar que modificaría el Código Penal a los fines de validar legalmente las escuchas entre abogados y delincuentes detenidos, confirmando de esa manera, que todo lo sucedido durante el gobierno de Macri no eran casualidades sino causalidades con las que se estaba de acuerdo.

El deterioro político de Bullrich resulta cada vez más evidente, lo cual se traslada al conjunto del PRO y que podrían sintetizarse en las declaraciones que Horacio Rodríguez Larreta le hiciera en la semana al periodista Luis Novaresio donde afirmó, entre otras cosas, que no vio venir la derrota de las PASO del mes de agosto. Son tres los factores que explican el momento político vidrioso que atraviesa la principal coalición opositora.

Error de cálculo en 2021: el triunfo en las elecciones legislativas de hace dos años, cuando, pandemia mediante, Juntos por el Cambio había podido mantenerse arriba del 40% de los votos a nivel nacional luego de la derrota de 2019, hizo suponer al conjunto de su dirigencia que era cuestión de prepararse para volver al poder.

El deterioro peronista, no exento de los males que la gestión del Covid le acarreó a la gran mayoría de los oficialismos a nivel mundial, sus divisiones internas a la hora de implementar el programa que le había dado el triunfo y las tensiones por el liderazgo en esa coyuntura política, con una Cristina Fernández de Kirchner que era la dirigente más representativa pero sin poder de “lapicera”; facilitaba las cosas para una derecha que contaba con algunos sectores que se animaban a fantasear con un Macri candidato por el “Segundo tiempo”.

Sin tener en cuenta la capacidad de reacción del oficialismo, corrido Macri de la centralidad a partir de su alta imagen negativa, y con el conjunto de dirigentes radicales más acostumbrados a cuidar el territorio que a imaginar una proyección nacional que los habilitara a una precandidatura presidencial; sólo bastaba ponerle los nombres propios a las candidaturas para descubrir quiénes podrían participar de la contienda interna. En ese todo o nada, se explica una disputa que se distinguió por una virulencia harto visible.

Emergencia de Milei: con el dato del libertario haciendo una elección discreta en 2021 (sólo obtuvo cuatro escaños), en Juntos por el Cambio (y en todo el sistema político), supusieron que el ahora novio de Fátima Flórez, captaría algunos pocos votos desde los extremos.

Alimentado hasta el hartazgo por los medios, a mitad de camino de productores algo remolones que encontraban en su discurso cierto atractivo y de una forma de expresión que siempre les resulta funcional a las corporaciones mediáticas, Milei fue penetrando en el electorado como el agua cuando horada a la piedra.

Para una sociedad en parte enojada y en parte decepcionada, la argumentación de casta resultó un hallazgo que no sólo alcanzaba al oficialismo sino que se proyectaba (y se proyecta) a cualquier fuerza política con algo de representación conseguida en los últimos años. No sólo la gestión peronista era criticable sino que también el cuestionamiento alcanzó a Juntos por el Cambio.

El liderazgo macrista. Mauricio Macri se ha caracterizado por ser un líder que no acepta el surgimiento de cercanos que, si hasta ayer le juraban lealtad, con el tiempo puedan ensombrecerlo. Si resultara válido referenciar a las regiones con el carácter moldeado de una persona, como buen descendiente de calabrés, suele ser lapidario en su construcción y en su devenir político.

Lo anterior lo sabe muy bien María Eugenia Vidal quien, siendo gobernadora de la provincia de Buenos Aires y con una potencial proyección nacional sufrió las internas nunca contenidas por Macri y que, junto a su mala gestión política, la llevaron a una derrota histórica que habilitó el triunfo de Axel Kicillof. Lo sabe Rodríguez Larreta quien se animó a bucear por caminos alternativos que habilitaran más temprano que tarde la jubilación del ex presidente y también lo ha vivido en carne propia la misma Bullrich, antigua protegida de Mauricio y quien sufre el coqueteo ambivalente de éste último con el candidato libertario.

Desde la noche misma del 13 de agosto, cuando cerró los discursos cambiemistas en el comando electoral y se dio el gusto de mandarle un saludo al triunfador, Macri ha sabido dejar en claro que no sólo se preserva en el presente sino que sigue imaginando una vigencia política más allá del 10 diciembre y sin necesidad de tener todas las luminarias encima suyo. Sus declaraciones de los últimos días, cuando afirma que le gustaría que la fuerza amarilla acompañe a Milei si éste realizara propuestas razonables, con el antecedente de las denuncias penales cruzadas entre su ex ministra y el libertario, no hacen más que confirmar el estado de orfandad a la que queda expuesta la presidenta del partido. No sólo es Milei con su triunfo sorpresivo el que limita a Juntos por el Cambio: es el propio Macri quien parece intentar sobrevivir, sin importar si en el camino deja en estado de gracia a su criatura político institucional más lograda.

Nadie parece tener del todo claro si a esta altura, a Patricia Bullrich le conviene la presencia y el acompañamiento de su jefe. Pero además, y como en el texto del epígrafe, ¿alguien puede creer en serio que el “contento” hincha bostero la cuidará en una hipotética derrota hasta el final? El dúo M&M’s ya parece tener en claro otra cosa.

 (*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 08 Oct 2023 18:53:57 -0300
Desunidos por el cambio https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6785-desunidos-por-el-cambio https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6785-desunidos-por-el-cambio Desunidos por el cambio

"Yo no le canto a la luna,
porque alumbra y nada más.
Le canto porque ella sabe,
de mi largo caminar…"

Atahualpa Yupanqui

En otro contexto, el triunfo electoral que obtuvo Juntos por el Cambio en las elecciones chaqueñas del domingo 17 de setiembre, de cara al 22 de octubre, debía servir como una especie de apuntalamiento de la candidatura nacional de Patricia Bullrich, lo cual podía sumarse a lo acontecido en Santa Fe hace apenas dos semanas atrás y a lo que seguramente sucederá el día 24 en la provincia de Mendoza, donde se da por favorito a Alfredo Cornejo para ser el nuevo gobernador. Pero no todo es tan lineal en la política y mucho menos en un país como la Argentina, sintetizado en este 2023 tan particular. Suelen pasar cosas: los éxitos no son necesariamente trasladables a terceros y ciertos principios de unidad parecen resquebrajarse con el devenir de los días. Esta incipiente primavera ya dio algunas señales en ese sentido. Pasen y vean. Son todos y todas bienvenidos.

Juntos por el Cambio alcanzó un triunfo resonante en la provincia de Chaco: ganó en primera vuelta alcanzando el 46% de los votos y destronó del poder al peronismo luego de 16 años de gestión de éste último, donde el actor principalísimo fue el derrotado Jorge Capitanich. El ganador, Leandro Zdero, resulta un radical de pura cepa que viene a completar una seguidilla de victorias que no eran tan seguras allá por el mes de marzo, cuando comenzaron las distintas elecciones provinciales.

Rápidamente viajó Bullrich para formar parte de las celebraciones. Insistió con la eliminación del kirchnerismo, lo cual, como en cada una de las ocasiones anteriores, fue celebrado por los asistentes al comando de campaña, pero, debe decirse, hay algo que subyace en la relación con su electorado, que no le permite a la ex ministra de Seguridad, apropiarse de esos climas electorales de las provincias. Al respecto podemos imaginar varias hipótesis. Repasemos.

https://twitter.com/LeandroZdero/status/1703609882413301937

La primera refiere a la emergencia de Javier Milei a nivel nacional. Si, como el común de los analistas y dirigentes parecen sentenciar, el libertario es el emergente de cierto hartazgo social, debe insistirse con que esa situación se circunscribe al plano nacional y no a las provincias, donde los partidos políticos tradicionales que han actuado en el rol de opositores, han sabido seducir a un electorado que los ha reposicionado en el manejo de la gestión en no pocos estados sub nacionales, y donde prevalecen dirigentes de origen y prosapia radical.

A partir de esto, y sin traslación de votos, más allá de las estrategias comunicacionales en cada domingo victorioso, la segunda hipótesis plantea que asistimos, cuanto menos y en el mejor de los casos, a un proceso de inicio de una transición que trastocará la centralidad política de Juntos por el Cambio. Y lo planteamos en esos términos porque, suponiendo que Jorge Macri prevaleciera en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (los partidos nunca se ganan antes de jugarlos), al PRO, en un escenario de derrota nacional y con un Mauricio Macri profundamente desgastado, no le quedará ninguna referencia institucional de peso reconocido para la discusión del poder interno, más allá de la importancia que termine teniendo en el plano legislativo.

También aquí las diferencias comienzan a ser más evidentes y un buen ejemplo de ello lo tuvimos en la última semana con el tratamiento legislativo que propone la eliminación de ganancias para los trabajadores. Si bien Juntos por el Cambio votó como un solo bloque (103 votos negativos), los distintos criterios quedaron a la vista con la aceptación a dar quorum de parte de un grupo de diputados radicales que se referencian políticamente con Martín Lousteau y que en la Cámara Baja conduce Emiliano Yacobitti.

El éxito político para el oficialismo operó en un triple sentido: ganó centralidad política (se discutió de lo que el peronismo quiso en el marco de la campaña), el proyecto alcanzó una mayoría de 135 votos en el recinto y, partido en sus opiniones, el bloque amarillo debió explicar, porqué negaba una baja de impuesto que hasta hace días reivindicaba y que era una vieja promesa de campaña a un sector que es la base de su electorado.

https://twitter.com/gerpmartinez/status/1704309454009725005

La gran pregunta/apuesta para el tiempo que viene, es qué pasaría con la fuerza cambiemista si se produjera una derrota que ubique a Bullrich en el tercer lugar, alejándola del ballotage de noviembre. ¿Prevalecerá la idea de unidad con una reestructuración de las conducciones (por ahora ninguno de los triunfadores radicales de las provincias, tiene proyección nacional) o asistiremos a la desaparición de Juntos por el Cambio como lo conocemos hoy, empoderándose un radicalismo que ha sabido guarecerse en la territorialidad?

La tercera hipótesis refiere a si la estrategia de campaña de Juntos por el cambio es la correcta. A Bullrich le ha costado encontrar un eje sobre el que referenciarse. Penduló de manera harto evidente con la idea del kirchnerismo como razón de todos los males, readecuó su línea discursiva hablando de un desarrollo humano que ayude a sacar a los argentinos de la angustia, y volvió a encaminar su prédica sobre los conceptos iniciales. En el medio tuvo que soportar el coqueteo político de Macri con Milei y habilitar el protagonismo de Carlos Melconian para que la socorra en la explicación de la economía.

Por momentos, al insistir con la grieta K/anti K, se parece a esos perros que de madrugada nos despiertan ladrándole a la luna. El kirchnerismo no está muerto ni mucho menos, pero no es el protagonista principal en esta elección: Sergio Massa no pertenece al espacio, Cristina Fernández de Kirchner no se ha hecho visible (excepto en éste sábado) y la conformación de las listas de diputados en cada provincia, más allá del supuesto protagonismo de Máximo Kirchner en Buenos Aires, representa la heterogeneidad que hoy domina al peronismo.

Existe, evidentemente, un núcleo duro de votantes a los cuales esa grieta parece aún interpelar, pero por momentos, además de minoritaria, parece desactualizada, por no decir vetusta. Asistimos, sea quien sea elegido (o elegida) a un cambio de época. Los resultados del 22 de octubre hablarán por sí solos, pero todo parece indicar que el libertarismo tendrá un crecimiento exponencial en el plano legislativo y que, el peronismo, si resulta triunfador, tendrá en Massa a un presidente que ocupe todo el espacio político y, si resultase derrotado, comenzará un tiempo de una profunda discusión interna. Si abusamos de una imaginación profusa, y para ser consecuentes con nuestra teoría que nadie está derrotado hasta que los escrutinios así lo determinan, si prevaleciera Bullrich tendrá en su radar para sumarlo, la trascendencia de un espacio legislativo libertario que hoy, resulta muy poco significativo.

Milei supo renovar el relato de la grieta. Desde lo discursivo contrapone la idea de casta y no casta como el principal problema de la política. En los hechos, ese sector no sólo referiría a los políticos que habrían sido, según su concepción, a los únicos a los cuales le habría ido verdaderamente bien en la Argentina, sino que también se extiende a todo aquello que tenga tufillo a lo estatal: empleados públicos, empresas y organismos descentralizados quedan expuestos a la definición de la pertenencia originaria a una organización criminal. Por eso debe extirparse.

El fracaso estrepitoso de sus ideas ya quedó consagrado en la práctica política que supieron llevar adelante sus primos hermanos ideológicos de la región y que, más temprano que tarde fueron rechazados por el voto de las mayorías populares, no privándose como vimos en los ejemplos de Brasil y Estados Unidos la intentona de violar la legitimidad popular.

Pero esa grieta aún le funciona en un electorado que, en su enojo, no parece prestar atención a las consecuencias de las propuestas del libertarismo del siglo XXI. Y no hablamos de comprender las consecuencias devastadoras de una dolarización o de la eliminación, en el tiempo, del Banco Central, ni siquiera de la reivindicación de cierta violencia dictatorial que, para algunos, es historia. Hablamos de un desinterés marcado por todo aquello que respete cierto orden elemental de nuestra vida cotidiana: venta de órganos, desprecio por el medio ambiente y de la violencia inmanente de un candidato que no parece tolerar la más mínima repregunta en el contexto de una sociedad dinámica y cambiante.

En el medio, y como quien no quiere la cosa, en la semana que pasó, Luis Barrionuevo le armó un acto a Milei con un conjunto de sindicalistas. Escaso de presencia con dirigentes de peso y de público en general, los asistentes no se privaron de entonar que “la casta tiene miedo”. Nadie sabe del todo qué habrá dicho el consejero que, allá por los 90’, le pedía a la dirigencia, incluyéndose, que dejara robar y que, vaya coincidencias de la vida, desde hace varias décadas gobierna con mano de hierro el sindicato de gastronómicos.

La grieta que se anticipa es aquella que define si queremos más o menos democracia. Sea con el perfil que muestra Bullrich, siempre provocadora y coqueteando con la violencia (el lunes pos triunfo electoral en Chaco, no se privó de visitar el barrio de Emerenciano Sena, uno de los detenidos por el crimen de Cecilia Stryzowski, gritando a viva voz que llegaba para “denunciar la existencia de un Estado paralelo”); o el de Milei, que tiene como idea fuerza de campaña una motosierra, asistimos a una degradación que nos exige revisar lo construido o no en los últimos cuarenta años de democracia.

El epígrafe de hoy nada tiene que ver con el contenido del texto. El día jueves falleció Mario Wainfeld. En su despedida, quienes asistieron al último saludo, entonaron “Luna tucumana”, una que sabemos todos. Este analista se reconoce deudor de su estilo y de su forma de ver la política. No nos avergüenza afirmarlo. Su lucidez sirvió como referencia en tiempos de angustia pero también en aquellos de los vientos a favor. Y su calidez era un bálsamo para los oyentes de sus programas de radio. Chapeau querido Mario y gracias por habernos ayudado a pensar.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 24 Sep 2023 11:28:12 -0300
Decisiones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6782-decisiones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6782-decisiones Decisiones

"Decisiones (¡Ave María!)
Cada día (sí, señor)
Alguien pierde, alguien gana, Ave María
(Oye, "Caco")
Decisiones, todo cuesta.
Salgan y hagan sus apuestas, ciudadanía."

Rubén Blades

A poco menos de cuarenta y cinco días de las elecciones generales, los tres espacios políticos que compiten por el premio mayor de la presidencia, enfrentan situaciones disímiles, nada novedosas y que, en definitiva, no reflejan la paridad que supone el escenario de tercios que mostró el conteo de votos del 13 de agosto. De cara a recuperar terreno, dos de ellos tomaron una serie de decisiones que no dejaron de llamar la atención en el contexto de la campaña electoral. Un poco por necesidad y otro poco por la elemental dinámica de los tiempos que corren, nadie desea perder ningún resquicio de centralidad política. Semana de decisiones que no pasaron desapercibidas para la matrix de la política. Pasen y vean. Están todos y todas invitados.

En La Libertad Avanza algún tipo de certidumbre parece consolidada. El espacio convive con una serie de tensiones (por lo menos dos) que ya son por demás de ostensibles, pero que nadie sabe a ciencia cierta si afectan la performance electoral de Javier Milei. La más evidente de ellas refiere a las diferencias suscitadas en el seno de los equipos cercanos al líder, respecto de cómo encarar la prometida dolarización. Existen, por lo menos, dos opciones: los que sostienen que es inviable en el corto plazo del 10 de diciembre ya que no están los dólares y por lo tanto, como primer paso debería estabilizarse la economía. Y por otro lado, el propio candidato afirma, sin dar demasiados detalles, que  la misma se impondría de manera inmediata con el dólar a precio de mercado, esto es $730. Las dudas pueden ser menores para el gran electorado, pero habla per se de una discusión que no está saldada en el seno libertario y que, va de suyo, se resolvería a partir de la llegada al poder y con una toma de decisión que no sería inocua.

Milei oscila entre el intento (y esfuerzo personal) de mostrarse moderado para incrementar su base de sustentación, y la necesidad de no perder cierta originalidad que le permitió cautivar a distintos sectores del electorado. La pregunta por estas horas deviene en descubrir si resulta un liberal desbocado o un neo fascista en ciernes.

Si tenemos en cuenta que el surgimiento del fascismo poco tenga que ver con la irrupción del libertarismo argentino, sí debe señalarse que la descalificación sistemática y violenta sobre aquellos que no tienen la misma cosmovisión mundana (me refiero a algo mucho más profundo que la utilización del concepto de casta), y teniendo el ejemplo de definición de excremento humano a los socialistas, o de “mogólico” al economista Roberto Cachanovsky, requiere de una revisión profunda y actualizada de ciertas categorías analíticas.

El liberalismo no está exento de una alta dosis de humanismo que tenga empatía con el “diferente”. Radica en Milei una violencia innata, la cual se entiende al revisar la historia familiar a partir de sus propias declaraciones y que lejos está de reivindicar el concepto de la “igualdad de oportunidades” que supieran legarnos intelectuales de la talla de John Rawls.

https://twitter.com/VickyVillarruel/status/1698853197517824413

La semana que pasó mostró, en parte, algunas diferencias. Su compañera de fórmula Victoria Villarruel participó, por enésima vez, de un acto que se realiza anualmente, donde se le rinde homenaje a las víctimas de los actos terroristas de la década del 70’. El acto, con la gravosa novedad de desarrollarse en la legislatura porteña, y como se suponía de antemano, terminó derivando en una reivindicación de la dictadura genocida y en un negacionismo flagrante.

Un liberal convencido, jamás habría tolerado la ponderación del Estado absoluto que proponían Jorge Videla y sus secuaces. Milei adolece de una crítica al respecto. No habla de la Justicia como institución, de su importancia para la realización de la vida del ser humano. Todo se circunscribe al desarrollo del Dios mercado, su imposición a cualquier precio, y quedando expuesto a la lógica de que todo es pasible de monetización. Deja ese flanco libre y desdibujado para que lo termine ocupando una negacionista que sí tiene en claro ciertos actos y sus consecuencias.

Pero si hablamos de roles desdibujados, allí está el caso de Patricia Bullrich decidiendo el cambio de formato de campaña en el transcurso del año electoral. La ex ministra de Seguridad sigue pagando un alto costo a su decisión primaria de haber elegido un perfil de “dura” para diferenciarse en la interna partidaria y de cara a la sociedad. La irrupción de Milei la sigue condicionando en su posicionamiento post PASO y ya no son pocas las voces de encuestadores que no resultan necesariamente opositoras a su figura, que señalan que no logra retener la totalidad del voto larretista.

Lo anterior se debe a una gran carencia y, articulado con esto último, un gran contrapeso. Para la primera digamos que Bullrich no ha logrado convertirse hasta ahora en una lideresa, como así tampoco en una dirigente con vuelo propio. Algo de esto ha tratado de comenzar a revertir con una serie de declaraciones que empiezan a dejar de lado al propio Mauricio Macri que es, en definitiva, el condicionante para cierto desarrollo político.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1700188417819029655

Lo del hijo de Franco no es una novedad en sí misma. Ha prevalecido en la centralidad del espacio que supo construir a base del desgaste de aquellas figuras que podían eclipsarlo: le sucedió a María Eugenia Vidal durante su gobernación en la provincia de Buenos Aires, a Horacio Rodríguez Larreta en el desarrollo de la interna y le pasa ahora a Bullrich al observar cierto coqueteo político entre el ex presidente y el ganador de las PASO.

El silencio de las últimas semanas del ex presidente y su ausencia a partir de sus viajes al exterior producto de su rol en la Fundación FIFA, han alimentado una serie de suspicacias que se intentan desactivar con el anuncio de que a partir de la semana próxima, una vez en la Argentina, Macri tendrá un rol mucho más activo en la reivindicación de su ex funcionaria. Ver para creer.

En ese devenir, la candidata no se priva de cometer algunos errores que parecieran mostrarla en un estado de desesperación recurrente. En esos términos fueron entendidas sus declaraciones en la provincia de Córdoba donde pidió por el renunciamiento de Juan Schiaretti a la candidatura presidencial. Ni lerdo ni perezoso, el actual gobernador, quien no le perdona a Bullrich su bloqueo al ingreso a Juntos por el Cambio salió a afirmar que esas ideas “son disparates antidemocráticos”.

En el mientras tanto, la ex ministra de Trabajo de Fernando De la Rúa, se prepara para recibir la hipotética buena noticia de un triunfo electoral en Santa Fe de parte de Maximiliano Pullaro, que le permitiría ganar en la centralidad de los diarios del lunes y en los portales de noticias. Cuando uno está en el medio del naufragio, cualquier tabla de donde asirse, viene bien. No me pida más querido lector, estimada lectora: esto se escribe en la tarde del sábado y estamos en veda.

En el oficialismo, portador del tercer tercio de los votos, también aparecieron una serie de decisiones. En lo que ya es una característica definitiva del candidato del espacio, cada vez cuenta con una mayor centralidad política a partir de su doble rol de funcionario y candidato.

En el primero de ellos, con una corrida cambiaria frenada, con el dólar en retroceso y con la señal inequívoca de que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional sirvió para lo imaginado inicialmente, Sergio Massa anunció la presentación de un proyecto que eliminaría el impuesto a las ganancias a trabajadores. La medida, no favorece a las grandes mayorías pero se fundamenta en una problemática a la cual siempre le prestó atención el tigrense y que sirve como una señal de lo que podría venir en su gestión. Como al pasar, también anunció la eliminación de una serie de impuestos para las PYMES que tomen nuevos trabajadores por los próximos dos años.

https://twitter.com/SergioMassa/status/1700604990744621544

Para los días que vienen tiene el lastre de lo que será el número de inflación del mes de agosto y que, nadie parece afirmar lo contrario (incluido el propio ministro), vendrá de la mano de dos dígitos, el mayor número en los últimos veinticinco años. Que Massa hoy sea competitivo se debe a su innegable laboriosidad, su agudeza política y al tren fantasma contra los cuales compite.

En este último sentido, la campaña oficialista, en esta etapa, parece estar empeñada en explicar la impracticabilidad de las propuestas libertarias antes que en el ataque a la figura de Javier Milei, tratando de ganar protagonismo en temas como el impuesto a las ganancias y en la propuesta en materia educativa que se dará a conocer el día lunes.

A todo ello se suma el relanzamiento de la campaña en la provincia de Tucumán con la presencia del conjunto de gobernadores y dirigentes. En las reuniones del viernes, el mensaje fue claro: “militen ya que vienen por sus provincias”. A buen entendedor, pocas palabras. Algo de esto habíamos esbozado en la columna anterior cuando planteábamos cierta falta de visibilidad de no pocos protagonistas que habían “exigido” su candidatura.

“Decisiones, alguien pierde, alguien gana” cantaba hace unas cuantas décadas atrás Blades y el estribillo cobra una enorme vigencia para una elección que, más allá de ciertos desánimos, parece ir levantando vuelo. Damas y caballeros, hagan sus apuestas (Y decidan)…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 10 Sep 2023 08:05:41 -0300
Largo plazo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6780-largo-plazo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6780-largo-plazo Largo plazo

Dicen, los que dicen que saben, que alguna vez John Maynard Keynes, ese gran teórico británico de la economía, afirmó que en “el largo plazo estaremos todos muertos”. La frase, de la cual se están cumpliendo unos cien años en este 2023, actuaba como una respuesta a cierto pensamiento establecido en la época que hacía un uso y abuso de ciertas fundamentaciones que no daban respuesta a la pobreza estructural que derivó en la gran crisis de finales de los años 20’. Pero, también podría aplicarse para la pregunta sobre qué se cuestiona, interpela y decide en el marco de una campaña electoral de un país caracterizado por un hiperpresidencialismo que ya representa una marca en el orillo. En la semana que pasó, aparecieron algunos temas que refieren, indudablemente, a cuestiones que no se agotarán con los resultados que se conozcan en las noches del 22 de octubre o del 19 de noviembre, hechos que, van más allá de amoríos circunstanciales. Como siempre, pasen y vean, sean todos y todas bienvenidos.

La semana se había iniciado con la expectativa del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional a partir del anuncio realizado días atrás. Sergio Massa viajó a Estados Unidos para suscribirlo y a partir de ello, Argentina recibió unos 7500 millones de dólares que le dan aire para enfrentar los últimos meses del año (corridas cambiarias incluidas) y que nos anuncia que en 2024 será necesario sentarse a renegociar, teniendo enfrente a un acreedor que insiste con las recetas de siempre.

Por esta última razón es que tomó mayor significación de la que por sí ya tiene, el éxito de la diplomacia local que logró, con la inestimable ayuda de Luis Ignacio “Lula” Da Silva, el ya antiguo deseo argentino de ingresar al grupo BRICS que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Sin entrar en detalles que corresponden a los internacionalistas, puede decirse que la relación del país con el grupo tiene algunos elementos de tipo estructural que se han venido desarrollando en los últimos años. En la semana se hizo conocido un video que recuerda un discurso de Cristina Fernández de Kirchner, pidiéndole al actual presidente de Brasil que ayudara al país al ingreso al grupo, y aparecieron imágenes de Mauricio Macri asistiendo, en su carácter de presidente, como invitado a uno de las cumbres.

https://twitter.com/CasaRosada/status/1694667314900213801

La incorporación argentina a partir de enero de 2024, cumple con una vieja caracterización del peronismo en materia diplomática, la cual ancla en la famosa teoría de la Tercera Posición en un mundo que estaba partido en dos (y que la sabiduría popular supo interpretar con el ya famoso slogan “ni yanquis ni marxistas, peronistas”) y con su histórico apoyo a la integración del grupo de los No alineados, hechos que en sí mismos, representaban una blasfemia para la intelligentzia de aquel entonces.

En los hechos, la incorporación al grupo se sale de la centralidad que supone el eje occidental diseñado por el norte desarrollado, el cual integran los Estados Unidos y Europa. Como al pasar, y ya no sin causalidad, Massa se tomó el trabajo de cuestionar el acuerdo Mercosur – Unión Europea que en su momento el macrismo celebró emocionado, por considerar que con este tipo de políticas Europa exporta sus problemas a la periferia. 

Además, y como un detalle no menor, la pertenencia al BRICS, permitiría la ampliación de mercados para la exportación de todos aquellos productos que Argentina tiene para ofrecerle al mundo: hablamos de la potencialidad que supone el 40% de la población mundial, del 25% del Producto Bruto del planeta y, de acuerdo a información brindada por la Organización Mundial del Comercio, sus cinco países integrantes participaron en el 16,1% de las exportaciones totales de bienes y servicios y en el 14,9% de las importaciones.

El hecho tuvo un inocultable efecto sobre el sistema político argentino, ya que obligó a los posicionamientos de rigor a dirigentes (candidatos incluidos) y empresarios de importancia. La noticia, que es buena en sí misma, le dio aire al gobierno: pudo instalar el tema en la matrix, ganó agenda, lo mostró con un punto a favor en temas estructurales, obligó a sus adversarios a dar una opinión y, hete aquí, demostró la pobreza conceptual que alcanza tanto a Javier Milei como a Patricia Bullrich en materia de relaciones internacionales. Tanto el reclamo de que el gobierno no debería haber alcanzado este acuerdo porque no tendría la legitimidad política suficiente (Bullrich), como la queja por la participación de países comunistas (Milei), desconoce la historia del accionar argentino en foros como los del G20, donde, de manera ampliada, también participan estos mismos países.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1694832042389672356

La primera gran pregunta de hoy es, en qué medida éste tipo de temas, mueve el amperímetro en el electorado, a poco menos de dos meses de las elecciones. Podrá imaginarse que poco, ya que no veremos a ningún ciudadano ni ciudadana, celebrando públicamente (ni probablemente cambiando su voto), por las novedades estructurales de las relaciones internacionales, pero sí puede decirse que al oficialismo le sirvió desde el punto de vista ya comentado de imponer agenda y de mostrarse cohesionado. No es poco para un espacio donde unos cuantos de sus integrantes, han hecho del internismo una práctica cotidiana.

Pero si hablamos del largo plazo que sí tal vez puede referenciar el común de la ciudadanía, no puede negarse el protagonismo semanal que tuvo la Cámara de Diputados de la Nación, al haberle dado media sanción, a través del voto opositor, a la reforma a la ley de alquileres. Los cambios suponen una vuelta atrás con los contratos de tres años a dos, actualizaciones cuatrimestrales del monto y con índices de actualización de “mutuo acuerdo” entre las partes.

De alguna forma, el caso sirve para ejemplificar lo que viene. En términos político – institucionales y en los de la vida cotidiana de cada uno de nosotros. Para la primera cuestión no dejó de llamar la atención lo realizado por el tándem La Libertad Avanza - Juntos por el Cambio: mientras el primero dio quorum para el tratamiento de la reforma, una vez alcanzado el mismo y habiendo expresado su rechazo a la ley en su totalidad, ya que atenta contra la libertad, se retiró del recinto y, finalmente, los segundos alcanzaron los 125 votos. Un párrafo aparte merecen los diputados santafesinos socialistas que, siendo fundamentales para lograr el número de 129 que habilitó la discusión, se abstuvieron de votar en un sentido o en otro.

Si a algo se le ha prestado atención desde el análisis político en este año (de repetirse los resultados electorales del 13 de agosto), ha sido a la hipotética debilidad legislativa con la que asumiría Milei si fuera presidente. Contaría con algo menos de cuarenta diputados y ocho senadores propios. Una verdadera minoría, la cual cambiaría sustancialmente si lograra un acuerdo con Juntos por el Cambio que tendría más de cien. Si ponemos en la balanza, más allá de las declaraciones de ocasión, que Macri mira con mucho entusiasmo el recorrido del libertario, nadie podría estar del todo seguro que la virulencia que se evidencia hoy entre Milei y Bullrich, en el contexto de una campaña electoral, no se modifique en el escenario de la gestión. El flamante novio de la imitadora Fátima Flores, expresa el deseo antiguo de buena parte de las elites argentinas que nunca superaron el trauma de la emergencia del peronismo como hecho social.

https://twitter.com/JMilei/status/1695201380854624289

El escenario bien lo sintetizó Hernán Lombardi, ex funcionario de Fernando de la Rúa y perseguidor serial de periodistas en la gestión de Macri, quien no tuvo empacho en afirmar que no había que “temerle a la libertad”. Que el hombre sea dueño, entre otras cosas, del edificio Torres de Manantiales en la bellísima Mar del Plata, es sólo un detalle que algún mal pensado podría afirmar que existen diputados legislando para sí mismos. Algo así como el ejemplo de un viejo senador santafesino que militaba la eliminación de las retenciones siendo productor agropecuario. “Nada pasa por casualidad…” diría un director técnico de fútbol que se dedica a realizar algunos milagros, acompañado de un messías, en tierras estadounidenses.

El ejemplo es obvio. Para el presente y para el futuro. Se explica que la ley tiene severos problemas en su implementación actual, se invoca la libertad y quienes terminan perjudicados son los más débiles. ¿O a alguien se le puede ocurrir que en un acuerdo entre partes, con la falta de oferta de viviendas existente, los más favorecidos serán los que menos tienen? La derecha argentina sigue aplicando la marca que trae en su ADN: si algo no funciona bien, aplican ideas liberales, y funcionará peor para las mayorías.

También el largo plazo se visualiza en el deseo oficialista de imponer condiciones de futuro a, por ejemplo, la privatización de Aerolíneas Argentinas, ya que el proyecto presentado en los últimos días, de aprobarse, exigiría de una mayoría especial (66% de los legisladores) para que la empresa deje de pertenecer al Estado.

Alquileres, con la consiguiente preocupación para quienes no han alcanzado el sueño de la vivienda propia y la supuesta privatización de una empresa estatal para que quede alcanzada por la lógica de mercado, también tuvieron una centralidad en el marco de una campaña electoral donde el oficialismo no aparece coordinado en la totalidad de los temas (lo relacionado con los supuestos saqueos es una buena referencia), a Bullrich se la nota cada vez más contradictoria y confusa (revisar su propuesta para las retenciones agropecuarias) y Milei parece intuir que cualquier irracionalidad que afirme será bienvenida y no tendrá reproches (no tiene desperdicio su ejemplo de la emisión de billetes ante los empresarios en el Council of the Américas).

En un país como la Argentina, el largo plazo parece una eternidad. Pero cada vez nos brinda ejemplos más claros y contundentes de lo que podría venir.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 27 Aug 2023 12:19:58 -0300
Barajar y dar de nuevo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6779-barajar-y-dar-de-nuevo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6779-barajar-y-dar-de-nuevo Barajar y dar de nuevo

No me siento bien (no, no, no me siento bien).
Hoy perdí la fe,
la suerte juega con cartas sin marcar,
no se puede cambiar…

Andrés Calamaro

La mano viene cambiada. El triunfo electoral de La Libertad Avanza del último domingo, a lo largo y ancho del país, tuvo un enorme impacto en el sistema político argentino. Si bien ganar por un estrecho margen de tres puntos entre el primero y el tercero, no es lo mismo que “arrasar” (como se apuraron a titular no pocos medios), la novedad de ver a Javier Milei en el primer lugar de la grilla, incluso en provincias muy distantes de la centralidad porteña y conurbana, los cuales se imaginaban como los territorios de mayor fortaleza libertaria; representa una novedad con evidentes consecuencias para el corto (y por lo menos), mediano plazo. Pasen y vean. Recorrido por una semana donde los principales protagonistas de octubre, comenzaron a mostrar algunas cartas. Sean todos y todas bienvenidos.

Como es de rigor, cada uno de los espacios políticos que se han repartido la centralidad del escenario de tercios, tuvo distintas reacciones en la noche del domingo electoral. A la supuesta idea de unidad que se intentó mostrar en Juntos por el Cambio en el comando de campaña montado en Parque Norte, le correspondió un cierre discursivo de Mauricio Macri que, por esa cosa de los espacios reducidos, terminó tapando la presencia física del derrotado Horacio Rodríguez Larreta, situación que comunicadores y analistas no dejaron pasar como un simple detalle simbólico para ese espacio.

Milei no tuvo la caballerosidad de esperar que el ex presidente terminara de hablar y rompiendo cierta norma no escrita que da por hecho que el triunfador aparece en escena en último lugar, se largó con un discurso leído que, al igual que lo realizado por Axel Kicillof en el comando de Unión por la Patria, dice más sobre la necesidad de ser prudentes en un proceso electoral que no tiene un solo capítulo.

Finalmente, en el reducto oficialista, se hizo hincapié en el hecho de que Sergio Massa era el segundo candidato más votado (se esperaba el primero) y se instó a redoblar esfuerzo de cara a lo que viene. En el escenario no estuvieron presentes ni Alberto Fernández (lo cual era algo esperable) ni Cristina Fernández de Kirchner, quien no era candidata y jamás ha sido propensa a exponerse en escenarios donde no es protagonista.

Pero las primeras señales más importantes comenzaron a surgir con el desarrollo de la semana. Como es lógico, los ganadores no tardaron en aparecer en la centralidad de la política argentina. Surgieron definiciones varias que apuran tensiones hipotéticas de futuro. Milei se animó a plantear el cierre del Conicet, un verdadero sinsentido que no permite establecer si habla desde su ignorancia (comparó al instituto argentino con la NASA) o desde la mala fe; demostró que aún no tiene en claro en qué tiempos, ni los modos, ni el modelo de dolarización que implementaría; se enojó con periodistas que tuvieron la osadía de repreguntarle y cometió el sincericidio e infantilismo político de afirmar que rompería relaciones con el Mercosur y con China. Con los primeros por ser parte de una unión aduanera de mala calidad y con los segundos por comunistas. Repasemos cada una de estas circunstancias.

El Conicet es un verdadero ejemplo de producción científica de calidad, con un vasto reconocimiento internacional y con el que no cuentan el común de los países. El proceso para su selección e ingreso se basa definitivamente en el mérito y, vale reconocerlo, sus investigadores, en términos internacionales, no cuentan con los mejores niveles de ingreso.

https://twitter.com/FilmusDaniel/status/1693273787259576484

La dolarización está en veremos en cuanto a sus formas, y resultó incisivo Massa cuando, en la continuidad del programa “A dos voces”, le recordó que esa compleja explicación que brindó respecto de dónde saldrían los fondos para sostenerla, redundaban en un nuevo plan BONEX (aquí un recordatorio) y que, además, le faltaba imputar los 45.000 millones de dólares de deuda con el Fondo Monetario Internacional que Macri nos legó. Detalles.

Los que parecen espantarse ahora son los representantes periodísticos de los comunicadores de la corporación mediática que habrían descubierto (ahora sí) el perfil violento del candidato libertario. Es una verdadera lástima que no se lo hayan hecho notar en su momento a sus productores, quienes invitaban a Milei a cuanto programa en horario central hubiera como un personaje “simpático”, que tenía cosas para decir desde ciertos extremos. Como diría mi abuela, “tarde piaste”.

Respecto de las relaciones con China y Mercosur estamos en presencia de una verdadera novedad de prejuicio ideológico, al que no se atrevió ni la propia dictadura argentina de los 70’, quien dejaba los pruritos del lado y no tenía ningún inconveniente en venderles granos a los “bolcheviques” soviéticos.

En todos estos casos, aplica la incómoda pregunta sobre a quién (o a quienes) le importa esta serie de desvaríos libertarios: el Conicet es una institución reconocida pero que en su funcionamiento, desconocen muchos argentinos; la dolarización actúa en cierto imaginario colectivo sobre la base de una estabilidad monetaria que Argentina adolece desde hace tiempo, y respecto de los comunicadores, basta ver las respuestas en redes al comunicado publicado por la Academia Nacional de Periodismo, para entender que a los profesionales de los medios, también le ha alcanzado cierto desprestigio.

Respecto de China y Mercosur algunas explicaciones sobre las consecuencias de las decisiones libertarias, deberían ser más sencillas. Por ejemplo, tal vez los trabajadores de los frigoríficos beneficiados con la exportación de carnes, o aquellos que, se desempeñan en el rubro automotriz, el cual exporta pick ups al Brasil, a partir de acuerdos de cupo ya históricos, entiendan lo riesgoso de ciertas decisiones.

Por su parte, Juntos por el Cambio, y tal como se dieron los resultados (que nadie previó en el orden final), quedó expuesto a una situación de clara debilidad política. Rápidamente, en la noche del mismo domingo, tanto Bullrich como Macri, se encargaron de enviar señales de reconocimiento al libertario, el cual, inteligentemente, corrió el cuerpo.

https://twitter.com/VickyVillarruel/status/1693027290962153630

Rápidamente se puso en marcha un operativo para seducir a Juan Schiaretti a los fines de que baje su candidatura para fortalecer a la ex ministra de Seguridad, pero el cordobés, viejo zorro en estos asuntos, de manera no menos veloz confirmó que está dispuesto a vender mucho más caro ese 4% de votos obtenidos. Octubre lo puede dejar mejor posicionado de cara a una hipotética negociación para el balotaje. La duda es con quién deberá negociar ante el riesgo de una fuerza amarilla que ocupe el tercer lugar.

Para profundizar la idea de unidad que pretendió construirse desde la noche del mismísimo 13 de agosto, el día martes hubo una reunión entre las dos fórmulas que compitieron en la interna. Más allá de la foto de rigor, de acuerdo a lo no dicho y a los rumores que, en mucho se parecen a operaciones de prensa, nada ha quedado del todo explicitado en cuanto al rol que podría (o debería) jugar el jefe de gobierno porteño, sobre todo en un contexto tan confuso, donde el líder del espacio construye un feedback con la estrella de las PASO que, de alguna manera, termina torpedeando a Juntos por el Cambio.

A esta altura del fin de semana y mientras escribimos esta columna en una tarde de sábado, vale preguntarse en qué medida la disputa Bullrich – Milei con lo semejante de sus ideas, pero fundamentalmente con el arropaje de Macri, no terminan siendo parte de una misma cosa. Es tal la desorientación en las huestes del PRO, que a partir de las declaraciones de los libertarios, la candidata, ahora sí, aparece como moderada. La segunda gran pregunta aquí deviene en conformar si eso era lo que esperaban sus votantes.

Más allá de los discursos de la noche del domingo, en el oficialismo los resultados generaron un evidente impacto. De los dirigentes nacionales, con la sola excepción de Agustín Rossi, quien en la mañana del lunes salió a cuestionar lo que supone la propuesta libertaria, el conjunto del peronismo pareció tomarse un tiempo para procesar el trago amargo.

Durante esa jornada se conoció la devaluación del 22% dispuesta por el gobierno y no fueron pocos los que recordaron el lunes post PASO de 2019 cuando el país también sufrió una devaluación. Pero aquí hubo una diferencia de grado: mientras hace cuatro años, la irresponsabilidad de Macri dejó correr libremente la cotización del dólar, responsabilizando a los argentinos por el voto hacia el dúo Fernández – Fernández, en esta oportunidad, el Banco Central conducido por Miguel Pesce impuso un número (dólar a $350) como forma de reducción de daños y a los fines de tener algo de margen de maniobra en una economía claramente debilitada. Lo contra fáctico no existe, pero las señales que vinieron luego, esas que refieren a nuevos acuerdos que limitan aumentos van en ese sentido. La tercera gran pregunta es en qué medida la corrida se frenó y cuál será el tenor de las acciones que eviten un deterioro de las condiciones de vida del conjunto de los argentinos. La última semana de agosto probablemente traiga novedades al respecto.

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El día miércoles fue el elegido por Massa para hacer su primera aparición pública, en el programa ya comentado, aclarando que no presentaba la renuncia, que la semana venidera viaja a Washington para suscribir el acuerdo con el FMI, que representará un ingreso de 8.000 millones de dólares y que ello servirá para intervenir en el mercado de divisas. En la misma entrevista jugó un doble rol: al comienzo fue el funcionario que debe responder por la gestión de su área y sobre una segunda parte no se privó de cuestionar a sus dos adversarios más importantes.

Para Unión por la Patria, si es que quiere llegar a la segunda vuelta, la campaña exigirá mucho de creatividad pero también de compromiso de un conjunto de gobernadores e intendentes que, habiendo obtenido buenos resultados en las elecciones locales, sufrieron derrotas muy severas en sus territorios en la elección nacional. Nadie puede negar el carácter distintivo entre una elección y otra, como así tampoco, que algunos no estuvieron tan firmemente convencidos del proceso. Vale recordar que Sergio Massa es el candidato por el que presionaron gobernadores y dirigentes sindicales de la CGT. Tal vez sea hora de demostrar de manera mucho más firme ese apoyo.

En el sentido de la creatividad, vale preguntarse por una estrategia que corra del centro de la escena a Javier Milei, esto es, construir una línea discursiva que deje de poner en primer lugar el hecho de responder a los delirios del libertario. Horizonte de futuro que le dicen, aunque la suerte parezca echada, y el pesimismo de esta semana que pasó, parezca confirmar nuestros peores temores. “No nos sentimos bien”, y tal vez, a diferencia de Calamaro, no debamos perder la fe. Más allá de nuestra inteligencia, “optimismo de la voluntad”, decía un tal Antonio, que se apellidaba Gramsci.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 20 Aug 2023 09:56:25 -0300