Warning: Undefined array key 0 in /home/fundamen/public_html/plugins/system/jblibrary/jblibrary.php on line 380
Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Sun, 05 May 2024 09:28:08 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Krugman y Stiglitz Recomiendan Votar por el "No" al Ajuste https://fundamentar.com/internacional/item/4911-krugman-y-stiglitz-recomiendan-votar-por-el-no-al-ajuste https://fundamentar.com/internacional/item/4911-krugman-y-stiglitz-recomiendan-votar-por-el-no-al-ajuste Los premios Nobel de Economía estadounidenses Joseph Stiglitz y Paul Krugman

Los dos premios Nobel, fuertes críticos de las políticas de recortes del Fondo, argumentan que el rechazo a los nuevos ajustes permitiría negociar en mejores condiciones una salida.

Los premios Nobel de Economía estadounidenses Joseph Stiglitz y Paul Krugman se pronunciaron ayer en favor del "no" en el referéndum que Grecia celebrará el próximo 5 de julio.


"Votaría no", indicó Krugman en un artículo publicado ayer en el diario The New York Times donde explicó: "En primer lugar, sabemos que una austeridad aun más dura es un callejón sin salida, después de cinco años Grecia está peor que nunca. Segundo, mucho y quizá lo peor del temido caos por la salida de Grecia del euro ya ha ocurrido. Con los bancos cerrados y la imposición de los controles de capital, no hay mucho más daño que hacer", indicó el economista de 62 años, en alusión a la decisión del gobierno heleno de cerrar por seis días los bancos e imponer controles al retiro de efectivo.

El Nobel de Economía de 2008 y profesor retirado de la Universidad de Princeton señaló que la propuesta de la troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) busca "continuar de manera indefinida las políticas de los últimos cinco años".

"Quizá, sólo quizá, la voluntad de dejar el euro inspirará a repensar, aunque probablemente no. Pero incluso así, la devaluación (...) podría sentar las bases de una recuperación final", sostuvo Krugman.

PAUL KRUGMAN: "Una austeridad aun más dura es un callejón sin salida, después de cinco años Grecia está peor que nunca."

En la misma línea, aunque con algo más de cautela, se expresó Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial (BM) y profesor en la Universidad de Columbia de Nueva York. "Un voto a favor del sí significaría una depresión casi sin fin", sostuvo, y agregó: "Un voto del no, en cambio, abriría al menos la posibilidad de que Grecia, con su fuerte tradición democrática, pueda asir su destino en sus propias manos", apuntó el Nobel de Economía de 2001.

De esta manera, "los griegos podrían lograr la oportunidad de modelar un futuro que, aunque quizá no tan próspero como el pasado, es mucho más esperanzador que la inconsciente tortura del presente", agregó Stiglitz, de 72 años.

En la consulta popular del próximo domingo en Grecia, los ciudadanos tendrán que optar entre el respaldo al proyecto de acuerdo presentado por los acreedores de Grecia el pasado jueves, como pidió públicamente el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, o por su rechazo, en línea con Atenas.

 

FUENTE: Tiempo Argentino

]]>
hola@fundamentar.com (Fundamentar) Internacional Tue, 30 Jun 2015 18:56:35 -0300
El Giesafault Argentino https://fundamentar.com/economia/item/3990-el-giesafault-argentino https://fundamentar.com/economia/item/3990-el-giesafault-argentino Joseph Stiglitz

El 30 de julio pasado los acreedores de la Argentina no recibieron su pago semestral sobre los bonos que fueron reestructurados después de la última moratoria de este país en el año 2001, aunque Argentina había depositado $539 millones en el Bank of New York Mellon unos días antes para dicho efecto. 

El Bank of New York Mellon no pudo transferir los fondos a los acreedores: el juez federal de EE.UU. Thomas Griesa había ordenado que la Argentina no podía pagar a los acreedores que aceptaron su reestructuración hasta que primero pague completamente – incluyendo el pago de intereses vencidos – a aquellos acreedores que se negaron a participar en dicha restructuración.

Para Argentina, la ruta a su moratoria del año 2001 comenzó cuando su deuda soberana se incrementó rápidamente, cuál si fuese un globo que se infla, en la década de los años 1990; dicho aumento se produjo de manera concurrente a las reformas económicas neoliberales del “Consenso de Washington”, mismas que según los creencias de los acreedores iban a enriquecer al país.

Por primera vez en la historia ocurrió que a un país que está dispuesto y tiene la capacidad para pagar a sus acreedores, un juez le impide hacerlo. Los medios de comunicación denominan a la situación como una moratoria por parte de la Argentina, pero el hashtag #Griesafault en Twitter describió dicha situación de manera mucho más precisa. Argentina ha cumplido con las obligaciones que tiene con sus ciudadanos, y también con las que tiene con sus acreedores quienes aceptaron la reestructuración que este país realizó. El fallo de Griesa, sin embargo, alienta al comportamiento usurero, se torna en una amenaza para el funcionamiento de los mercados financieros internacionales y desafía un principio básico del capitalismo moderno: los deudores insolventes necesitan un nuevo comienzo.

Las moratorias soberanas son eventos comunes que tienen muchas causas. Para Argentina, la ruta a su moratoria del año 2001 comenzó cuando su deuda soberana se incrementó rápidamente, cuál si fuese un globo que se infla, en la década de los años 1990; dicho aumento se produjo de manera concurrente a las reformas económicas neoliberales del “Consenso de Washington”, mismas que según los creencias de los acreedores iban a enriquecer al país. El experimento falló, y el país sufrió una profunda crisis económica y social, con una recesión que duró desde el año 1998 hasta el 2002. Al final de dicho período, se alcanzó un porcentaje récord: el 57,5% de los argentinos se encontraban viviendo en niveles de pobreza, y la tasa de desempleo se disparó hasta alcanzar un 20,8%.

Argentina reestructuró su deuda en dos rondas de negociaciones, en el año 2005 y el 2010. Más del 92% de los acreedores aceptaron el nuevo acuerdo, y recibieron bonos intercambiados y bonos indexados al PIB. Todo funcionó bien, tanto para la Argentina como para los que aceptaron la reestructuración. La economía creció vertiginosamente, por lo que la rentabilidad de los bonos indexados al PIB fue muy generosa.

Pero los llamados inversionistas buitre vieron la oportunidad de obtener beneficios aún mayores. Los buitres no eran ni inversores a largo plazo en Argentina, ni optimistas que creían que las políticas del Consenso de Washington irían a funcionar. Simplemente ellos fueron especuladores que se abalanzaron tras la moratoria del año 2001 y compraron bonos, que fueron vendidos por inversores que habían entrado en pánico, a un precio que representaba una fracción de su valor nominal. Posteriormente, demandaron a la Argentina para obtener el 100% de dicho valor. NML Capital, una filial del fondo de cobertura Elliot Management cuyo ejecutivo principal es Paul Singer, invirtió $48 millones en bonos en el año 2008; gracias al fallo de Griesa, NML Capital ahora debería recibir $832 millones – una ganancia de más del 1.600%.

Las cifras son tan altas, en parte, debido a que los buitres buscan cobrar intereses vencidos, mismos que, para el caso de algunos valores, incluyen una prima de riesgo país – la tasa de interés más alta que se ofreció cuando se emitieron los bonos para compensar la percepción de que existía sobre una mayor probabilidad de que ocurra una moratoria. Griesa consideró que esa tasa era una tasa razonable. Económicamente, sin embargo, no tiene ningún sentido. Cuando un país paga una prima de riesgo sobre su deuda, significa que la moratoria es una posibilidad. Pero si un tribunal dictamina que un país siempre debe reembolsar su deuda, no existe un riesgo de moratoria que deba ser compensado.

El reembolso en los términos estipulados por Griesa devastaría a la economía de la Argentina. NML Capital y los otros buitres, que a pesar de que en su conjunto solamente representan al 1% de los acreedores, recibirían un total de $1,5 mil millones. Otros acreedores que se negaron a participar en el proceso de reestructuración (6,6% del total) recibirían $15 mil millones. Y, debido a que en la reestructuración de la deuda se estipula que todos los acreedores que aceptaron dicha restructuración podrían demandar que sus acreencias sean tratadas de acuerdo con los mismos términos que se otorgan a los acreedores que se negaron a participar en dicho proceso de reestructuración, Argentina podría entrar en apuros ya que tendría que pagar $140 mil millones adicionales.

(...) todo ello se basaba en la conjetura de que los mercados financieros no irían a distinguir entre una moratoria y una moratoria a la Griesa, o como se la denomina en inglés una “Griesafault”. Afortunadamente, los mercados sí hicieron la distinción: las tasas de interés para las diferentes categorías de préstamos a empresas argentinas no reaccionaron ante el suceso.

Por lo tanto, cada ciudadano argentino podría adeudar más de $3.500 – es decir más de un tercio del ingreso promedio anual per cápita. Si se aplicará la proporción equivalente en Estados Unidos, ello significaría que todos los ciudadanos estadounidenses estarían obligados a pagar alrededor de $20.000 – dinero que iría a llenar los bolsillos de algunos multimillonarios que están decididos a exprimir y sacarle el jugo a la Argentina y dejarla sin un centavo.

Pero además, la existencia de las permutas de incumplimiento crediticio, o CDS por su denominación en inglés, crea la posibilidad de mayores ganancias para los buitres. Una permuta de incumplimiento crediticio otorga un seguro frente a un incumplimiento, ya que paga en caso de que los bonos no paguen. Los CDS pueden producir ganancias sustanciales, independientemente de si los bonos son o no son reembolsados – reduciendo de esta manera el incentivo que tuviesen los titulares de los bonos para llegar a un acuerdo.

En el período previo al 30 de julio, los buitres llevaron a cabo una campaña para promover el miedo. Ellos aseveraban que una segunda moratoria en 13 años sería un gran revés para la Argentina, ya que amenazaría a la frágil economía del país. Sin embargo, todo ello se basaba en la conjetura de que los mercados financieros no irían a distinguir entre una moratoria y una moratoria a la Griesa, o como se la denomina en inglés una “Griesafault”. Afortunadamente, los mercados sí hicieron la distinción: las tasas de interés para las diferentes categorías de préstamos a empresas argentinas no reaccionaron ante el suceso. De hecho, los costos de endeudamiento al 30 de julio fueron más bajos que el promedio para todo el año.

En última instancia, sin embargo, se pagará un precio alto por la moratoria a la Griesa – el precio será menor para Argentina que el que tendrá que pagar la economía mundial y los países que necesiten acceso al financiamiento externo. EE.UU. sufrirá también. Sus tribunales han sido una farsa: como un observador señaló, quedó bien claro que Griesa nunca llegó a desentrañar la complejidad del tema. El sistema financiero de Estados Unidos, que ya ha ganado práctica en la explotación de los estadounidenses que viven en niveles de pobreza, ha ampliado sus esfuerzos, expandiéndolos a nivel mundial. Los prestatarios soberanos no van a confiar – y no deberían confiar – en la imparcialidad y competencia del poder judicial de Estados Unidos. El mercado para la emisión de dichos bonos se trasladará a otro lugar. 

 

(*) Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de la Universidad de Columbia, fue presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton y se desempeñó como vicepresidente senior y economista jefe del Banco Mundial.

(**) Investigador postdoctoral en el Departamento de Economía y Finanzas en la Columbia University Business School.

 

FUENTE: Project Syndicate

]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH STIGLITZ(*) Y MARTÍN GUZMÁN(**)) Economía Wed, 13 Aug 2014 17:47:42 -0300
Los Delirios Estadounidenses de Australia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3903-los-delirios-estadounidenses-de-australia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3903-los-delirios-estadounidenses-de-australia El Primer Ministro australiano, Tony Abbott

Para bien o para mal, los debates de política económica en Estados Unidos, independientemente de su relevancia, a menudo hicieron eco en otros lugares. El recientemente electo gobierno del primer ministro de Australia Tony Abbott ofrece un buen ejemplo de ello.

Al igual que en muchos otros países, los gobiernos conservadores abogan por recortes en el gasto público, con el argumento de que los déficit fiscales ponen en peligro el futuro de dichos países. En el caso de Australia, sin embargo, tales afirmaciones suenan particularmente huecas – aunque eso no ha impedido que el gobierno de Abbott las ponga en circulación.

Incluso si se acepta la aseveración de los economistas de Harvard Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff sobre que los niveles muy altos de deuda pública significan un menor crecimiento – un punto de vista que realmente nunca fue comprobado y que posteriormente ha sido desacreditado – Australia está muy lejos de ese umbral. Su índice deuda/PIB es sólo una porción del índice de EE.UU., y uno de los más bajos entre los países de la OCDE.

Las ideas sobre la educación superior de Abbott también sugieren que él claramente no entiende por qué las mejores universidades de Estados Unidos tienen éxito. No es la competencia de precios o el afán de lucro lo que ha hecho que Harvard, Yale, Stanford sean excelentes.

Lo que importa más para el crecimiento a largo plazo son las inversiones en el futuro – incluyendo inversiones públicas de crucial importancia en educación, tecnología e infraestructura. Estas inversiones garantizan que todos los ciudadanos, sin importar cuán pobres sean sus padres, puedan desarrollar su potencial a plenitud.

Hay algo profundamente irónico acerca de la reverencia que tiene Abbott al modelo de Estados Unidos cuando defiende muchas de las “reformas” propuestas por su gobierno. Después de todo, el modelo económico de Estados Unidos no ha estado funcionando para la mayoría de los estadounidenses. El ingreso medio en EE.UU. es más bajo del de hace un cuarto de siglo atrás – y esto no sobrevino por de un estancamiento en la productividad, sino debido a un estancamiento de los salarios.

El modelo australiano se ha desempeñado muchísimo mejor. De hecho, Australia es una de las pocas economías basadas en materias primas que no ha sufrido la maldición de los recursos naturales. La prosperidad se ha compartido en una forma relativamente amplia. El ingreso medio de los hogares ha crecido a una tasa promedio anual superior al 3% en las últimas décadas – casi el doble del promedio de la OCDE.

Sin duda, dada su abundancia de recursos naturales, Australia debería tener de lejos una mayor igualdad de la que tiene. Al fin y al cabo, los recursos naturales de un país deben pertenecer a todos sus habitantes, y las “rentas” que ellos generan deben proporcionar una fuente de ingresos que podría ser utiliza para reducir la desigualdad. Y, la imposición de altas tastas de tributación a las rentas de los recursos naturales no causa las consecuencias negativas que se derivan de imponer tasas a los ahorros o al trabajo (las reservas de mineral de hierro y gas natural no se pueden mudar a otro país para evitar los impuestos). No obstante, el coeficiente Gini de Australia, una medida estándar de la desigualdad, es un tercio superior al de Noruega, un país rico en recursos naturales que ha hecho un trabajo particularmente bueno en cuanto a administrar su riqueza para el beneficio de todos los ciudadanos.

Uno se pregunta si Abbott y su gobierno entienden realmente lo que ha sucedido en EE.UU. ¿Se da cuenta de que desde que comenzó la era de la desregulación y la liberalización a finales de la década de 1970, el crecimiento del PIB se ha desacelerado marcadamente, y que el crecimiento que sí se produjo ha beneficiado principalmente a los de arriba? ¿Sabe que antes de estas “reformas”, EE.UU. no había tenido una sola crisis financiera – evento que en la actualidad ocurre de manera habitual en todo el mundo – durante un período de medio siglo de duración, y que la desregulación condujo a que se tenga un sector financiero inflado que atrajo a muchos jóvenes talentosos que de lo contrario podrían haber dedicado sus carreras a actividades más productivas? Las innovaciones financieras creadas por dichos jóvenes talentos hicieron que ellos llegaran a ser extremadamente ricos, pero también llevaron a EE.UU. y a la economía mundial al borde de la ruina.

Los servicios públicos de Australia causan envidia en todo el mundo. Su sistema de salud ofrece mejores resultados que el de EE.UU., a una fracción del costo. Cuenta con un programa de préstamos educativos que dependen del ingreso, dicho programa permite a los prestatarios esparcir sus reembolsos a lo largo de muchos años si es necesario; y durante ese período, si sus ingresos llegasen a ser particularmente bajos (quizás debido a que eligieron puestos de trabajo de importancia, pero con remuneraciones bajas, por ejemplo en los ámbitos de la educación o la religión), el gobierno les perdona parte de la deuda.

Hay algo profundamente irónico acerca de la reverencia que tiene Abbott al modelo de Estados Unidos cuando defiende muchas de las “reformas” propuestas por su gobierno. Después de todo, el modelo económico de Estados Unidos no ha estado funcionando para la mayoría de los estadounidenses.

El contraste con EE.UU. es sorprendente. En EE.UU., la deuda estudiantil, que en la actualidad excede los $1,2 millón de millones (más que toda la deuda de tarjetas de crédito), se está convirtiendo en una carga para los graduados y para la economía. El fracasado modelo financiero Estados Unidos para la educación superior es una de las razones por las que, entre los países avanzados, Estados Unidos ahora tiene la menor igualdad de oportunidades, haciendo que las perspectivas de vida de un joven estadounidense dependan más de los ingresos y de la educación de sus padres en comparación con lo que ocurre en otros países avanzados.

Las ideas sobre la educación superior de Abbott también sugieren que él claramente no entiende por qué las mejores universidades de Estados Unidos tienen éxito. No es la competencia de precios o el afán de lucro lo que ha hecho que Harvard, Yale, Stanford sean excelentes. Ninguna de las universidades excelentes de Estados Unidos son instituciones con fines de lucro. Todos ellas son instituciones sin fines de lucro, ya sea públicas o instituciones financiadas con el apoyo de grandes donaciones, que en gran medida son realizadas por los exalumnos y las fundaciones.

Hay competencia, pero de un tipo diferente. Se esfuerzan por la inclusión y la diversidad. Compiten por becas de investigación del gobierno. Las universidades estadounidenses escasamente reguladas y con fines de lucro sobresalen en dos dimensiones: su capacidad de explotar a los jóvenes que provienen de familias pobres, ya que les cobran matrículas altas sin brindarles nada de valor, y su capacidad de cabildear para obtener dinero del gobierno que no esté regulado y continuar con sus prácticas de explotación.

Australia debe estar orgullosa de sus logros, el resto del mundo puede aprender mucho de los mismos. Sería bochornoso que una mala interpretación de lo que ha sucedido en EE.UU., junto con una fuerte dosis de ideología, hicieran que sus líderes vayan a reparar algo que no está roto.

 

(*) Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de la Universidad de Columbia, fue presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton y se desempeñó como vicepresidente senior y economista jefe del Banco Mundial.

 

FUENTE: Project Syndicate

]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH E. STIGLITZ (*)) Opinión Tue, 15 Jul 2014 17:42:22 -0300
La Creación de una Sociedad del Aprendizaje https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3767-la-creacion-de-una-sociedad-del-aprendizaje https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3767-la-creacion-de-una-sociedad-del-aprendizaje La Creación de una Sociedad del Aprendizaje

Los ciudadanos de los países más ricos del mundo han llegado a pensar que sus economías se basan en la innovación. Pero la innovación ha sido parte de la economía del mundo desarrollado durante más de dos siglos. 

De hecho, durante miles de años, hasta la Revolución Industrial, los ingresos se encontraban estancados. Posteriormente, el ingreso per cápita se disparó, aumentando año tras año, y solamente se vio interrumpido por los efectos ocasionales de las fluctuaciones cíclicas.

El economista y premio Nobel Robert Solow señaló alrededor de sesenta años atrás que, en gran medida, los aumentos en ingresos no se deberían atribuir a la acumulación de capital, sino que se los deberían atribuir a los avances tecnológicos – es decir, al aprendizaje de cómo hacer las cosas mejor. Si bien una parte del incremento de la productividad refleja el impacto que tienen los grandes y espectaculares descubrimientos, una gran parte de dicho incremento se ha debido a cambios pequeños y graduales. Y, si ese es el caso, tiene sentido centrar la atención en cómo las sociedades aprenden, y qué es lo que se puede hacer para promover el aprendizaje – incluyendo la promoción de cómo aprender a aprender.

Hace un siglo, el economista y politólogo Joseph Schumpeter argumentó que la virtud central de la economía de mercado era su capacidad para innovar. Sostuvo que el enfoque tradicional de los economistas sobre los mercados competitivos se ubicaba en el lugar equivocado; lo que importaba era la competencia por el mercado, no la competencia dentro del mercado. La competencia por el mercado fue lo que condujo hacia la innovación. Una sucesión de monopolistas conduciría, según este punto de vista, a niveles de vida superiores en el largo plazo.

Los rendimientos promedio para la economía que provienen de proyectos gubernamentales de investigación son, en los hechos, más elevados que los rendimientos promedio provenientes de los proyectos que son llevados a cabo por el sector privado

Las conclusiones de Schumpeter se han visto sometidas ante pruebas. Los monopolistas y las empresas dominantes, como por ejemplo Microsoft, en realidad pueden inhibir la innovación. Si dichas empresas no son sometidas a revisiones por parte de las autoridades antimonopolio, ellas pueden involucrarse en comportamientos contrarios a la competencia que refuercen su poder monopólico.

Además, puede que los mercados no sean eficientes ya sea en cuanto al nivel o a la dirección de las inversiones destinadas a la investigación y el aprendizaje. Los incentivos privados no se encuentran bien alineados con los beneficios sociales: las empresas pueden obtener ganancias de las innovaciones que aumentan su poder de mercado, de aquellas que les permiten eludir regulaciones, o de las que canalizan rentas que de otra manera irían a ser aprovechadas por otros.

Pero una de las ideas fundamentales de Schumpeter ha quedado bien parada después de ser sometida a pruebas: una vez que se tome una perspectiva de innovación/aprendizaje a largo plazo, puede que las políticas convencionales que se centran en la eficiencia a corto plazo no sean deseables. Esto es especialmente cierto para los países en desarrollo y los mercados emergentes.

Las políticas industriales – mediante las cuales los gobiernos intervienen en la asignación de recursos entre sectores o intervienen para favorecer más a algunas tecnologías en comparación a otras – pueden ayudar a aprender a las “economías incipientes”. El aprendizaje puede ser más marcado en algunos sectores (como por ejemplo en el sector de la manufactura industrial) en comparación con otros, y los beneficios de dicho aprendizaje, incluyendo el desarrollo institucional necesario para el éxito, podría extenderse a otras actividades económicas.

Este tipo de políticas, una vez adoptadas, han sido blanco frecuente de críticas. Se dice a menudo que el gobierno no debería involucrarse en la selección de ganadores. Según dichas opiniones, el mercado actúa de mucha mejor manera cuando se deben realizar estas decisiones.

Sin embargo la evidencia al respecto no es tan convincente como aseveran los defensores del libre mercado. El sector privado de Estados Unidos fue notoriamente malo en lo que se refiere a la asignación de capital y la gestión del riesgo durante los años previos a la crisis financiera mundial; al mismo tiempo se tienen estudios que demuestran que los rendimientos promedio para la economía que provienen de proyectos gubernamentales de investigación son, en los hechos, más elevados que los rendimientos promedio provenientes de los proyectos que son llevados a cabo por el sector privado – especialmente debido a que el gobierno invierte con más énfasis en importantes investigaciones básicas. Uno solamente tiene que pensar en los beneficios sociales que se pueden retrotraer a la investigación que condujo hacia el desarrollo de la red de Internet o al descubrimiento del ADN.

Pero, dejando de lado dichos éxitos, el propósito de la política industrial no es de ninguna manara elegir a ganadores. Por el contrario, las políticas industriales exitosas identifican fuentes de externalidades positivas – es decir, sectores donde el aprendizaje puede generar beneficios en la economía.

Visualizar las políticas económicas a través de las lentes del aprendizaje ofrece una perspectiva diferente sobre muchos temas. El gran economista Kenneth Arrow hizo hincapié en la importancia de aprender haciendo. La única manera de aprender lo que se requiere para el crecimiento industrial, por ejemplo, es tener un sector industrial. Y eso puede requerir que se garantice que el tipo de cambio del país sea competitivo o que se garantice acceso privilegiado al crédito para ciertas industrias – tal como lo hicieron un número de países de Asia oriental como parte de sus estrategias de desarrollo notablemente exitosas.

La propiedad intelectual, si no se la diseña correctamente, puede ser un arma de doble filo cuando se la ve desde una perspectiva de aprendizaje

El concepto de economía incipiente es un argumento convincente a favor de la protección industrial. Por otra parte, la liberalización de los mercados financieros puede socavar la capacidad que tienen los países para aprender otro conjunto de habilidades que son esenciales para el desarrollo: la forma de asignar recursos y gestionar riesgos.

Del mismo modo, la propiedad intelectual, si no se la diseña correctamente, puede ser un arma de doble filo cuando se la ve desde una perspectiva de aprendizaje. Si bien puede aumentar los incentivos para invertir en investigación, también puede aumentar los incentivos para actuar con secretismo – lo que impide el flujo de conocimiento, que es esencial para el aprendizaje, mientras que al mismo tiempo alienta a que las empresas maximicen lo que obtienen del conjunto de conocimientos colectivos y minimicen lo que aportan a dicho conjunto. En este escenario, el ritmo de innovación, en los hechos, se reduce.

En términos más generales, muchas de las políticas (especialmente las relacionadas con el neoliberal “Consenso de Washington”) que fueron impuestas a los países en desarrollo con el noble objetivo de promover la eficiencia en la asignación de recursos, hoy en día realmente impiden el aprendizaje, y por lo tanto conducen, a la larga, hacia estándares de vida más bajos.

Prácticamente cada una de las políticas gubernamentales, de forma deliberada o no, para bien o para mal, tiene efectos directos e indirectos sobre el aprendizaje. Los países en desarrollo, donde los formuladores de políticas están conscientes de estos efectos son más propensos a cerrar la brecha de conocimiento que los separa de los países más desarrollados. Los países desarrollados, por su parte, tienen la oportunidad de reducir la brecha entre las prácticas promedio y las mejores prácticas, y de evitar el peligro del estancamiento secular.

 

(*) Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de la Universidad de Columbia, fue presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton y se desempeñó como vicepresidente senior y economista jefe del Banco Mundial.

 

FUENTE: Project Syndicate

]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH E. STIGLITZ (*)) Opinión Thu, 05 Jun 2014 17:12:52 -0300
Un Programa para Salvar al Euro https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3234-un-programa-para-salvar-al-euro https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3234-un-programa-para-salvar-al-euro Un Programa para Salvar al Euro

Han pasado tres años desde el estallido de la crisis del euro, y solamente un optimista empedernido diría que la peor parte ha terminado de manera definitiva.

Algunos, al señalar que la recesión de doble caída de la eurozona terminó, llegan a la conclusión de que la austeridad como medicina ha funcionado. Pero, trate de decirles esto a los de los países que aún se encuentran atravesando por una depresión, con un PIB per cápita que continúa por debajo de los niveles previos al año 2008, tasas de desempleo por encima del 20%, y un desempleo juvenil superior al 50%. Al ritmo actual de “recuperación” no se puede esperar ningún tipo de retorno a la normalidad hasta bien entrada la próxima década.

Un reciente estudio realizado por economistas de la Reserva Federal llegó a la conclusión de que el alto y prolongado desempleo en los Estados Unidos tendrá serios efectos adversos en el crecimiento del PIB durante los próximos años. Si esto es cierto con relación a Estados Unidos, donde el desempleo se encuentra en un nivel que es 40% menor al de Europa, las perspectivas de crecimiento en Europa se muestran realmente sombrías.

Ningún país ha restaurado la prosperidad a través de la austeridad. Históricamente, algunos países pequeños tuvieron la suerte de que las exportaciones llenaran la brecha en la demanda agregada a medida que el gasto público se contraía, permitiéndoles esto evitar los efectos depresivos de la austeridad. Pero las exportaciones europeas apenas han aumentado desde el año 2008.

Lo que se necesita, sobre todo, es una reforma fundamental en la estructura de la eurozona. A estas alturas, ya se logró concebir una idea bastante clara de lo que se requiere para ello:

• Una unión bancaria real, con una supervisión común, un seguro de depósitos común y un mecanismo de toma de decisiones común; sin todo esto, el dinero seguirá fluyendo desde los países más débiles hacia los más fuertes;

• Algún tipo de mutualización de la deuda, como por ejemplo los eurobonos: al tener un ratio deuda/PIB europeo menor al de EE.UU., la eurozona podría prestarse a tasas de interés reales negativas, tal como lo hace EE.UU. Las tasas de interés más bajas podrían liberar dinero para estimular la economía, rompiendo el círculo vicioso en el que se encuentran los países afectados por la crisis, mediante el cual la austeridad aumenta la carga de la deuda, haciendo que la deuda sea menos sostenible, ya que el PIB se contrae;

• Políticas industriales que permitan que los países rezagados se pongan al mismo nivel que los otros; esto implica revisar las estructuras actuales, que prohíben tales políticas por considerarlas como intervenciones inaceptables en los mercados libres;

• Un banco central que se centre no solamente en la inflación, sino que también centre su atención en el crecimiento, el empleo y la estabilidad financiera;

• Sustitución de las políticas de austeridad que van en contra del crecimiento con políticas que favorezcan al crecimiento y que se centren en llevar a cabo inversiones en personas, tecnología e infraestructura.

Gran parte del diseño del euro refleja las doctrinas económicas neoliberales que prevalecían en el momento en el que se concibió la moneda única. Se pensaba que era necesario mantener una baja inflación y que ello sería casi suficiente para lograr crecimiento y estabilidad; que hacer que los bancos centrales sean independientes era la única manera de garantizar la confianza en el sistema monetario; que niveles de deuda y de déficits bajos garantizarían la convergencia económica entre los países miembros, y que un mercado único, con un flujo libre de personas y dinero, garantizaría la eficiencia y la estabilidad.

Cada una de estas doctrinas ha demostrado ser errónea. Los bancos centrales independientes tanto en Europa como en Estados Unidos se desempeñaron mucho más deficientemente en el período previo a la crisis que los bancos menos independientes que se encuentran en algunos mercados emergentes líderes; esto ocurrió debido a que estas instituciones por concentrarse en la inflación, distrajeron su atención del problema de la fragilidad financiera, que de lejos revestía mucha mayor importancia.

Del mismo modo, España e Irlanda tenían superávits fiscales y bajos ratios deuda/PIB antes de la crisis. La crisis fue la que causó los déficits y la deuda elevada, y no al revés, y las restricciones fiscales que Europa ha acordado ni van a facilitar una rápida recuperación de esta crisis, ni van a evitar la siguiente.

Por último, la libre circulación de personas, al igual que el libre flujo de dinero, parecía tener sentido; los factores de la producción se dirigirían hacia donde sus rendimientos fuesen más altos. Pero, la migración desde los países afectados por la crisis, que en parte se produjo para evitar el repago de las deudas heredadas (algunas de los cuales fueron impuestas a estos países por el Banco Central Europeo, entidad que insistió en la socialización de las pérdidas privadas), ha ido socavando a las economías más débiles. Dicha migración también puede derivar en una asignación incorrecta de la mano de obra.

Una devaluación interna – es decir, una rebaja de los salarios y de los precios internos – no es una medida sustitutiva de la flexibilidad del tipo de cambio. De hecho, existe una creciente preocupación con respecto a la deflación, misma que aumenta el apalancamiento y la carga de los niveles de deuda que de comienzo ya son demasiados altos. Si una devaluación interna fuese un buen sustituto, el patrón oro no hubiese sido un problema en la Gran Depresión, y la Argentina hubiese podido manejar la paridad del peso frente al dólar, cuando su crisis de la deuda estalló hace una década.

Lo que se necesita, sobre todo, es una reforma fundamental en la estructura de la eurozona

Ningún país ha restaurado la prosperidad a través de la austeridad. Históricamente, algunos países pequeños tuvieron la suerte de que las exportaciones llenaran la brecha en la demanda agregada a medida que el gasto público se contraía, permitiéndoles esto evitar los efectos depresivos de la austeridad. Pero las exportaciones europeas apenas han aumentado desde el año 2008 (a pesar de la disminución de los salarios en algunos países, en particular en Grecia e Italia). Con un crecimiento global tan moderado, las exportaciones no conducirán hacia la restauración de la prosperidad en Europa y EE.UU. en el futuro cercano.

Alemania y algunos de los otros países del norte de Europa, haciendo gala de una falta indecorosa de solidaridad europea, han declarado que no se les debe pedir pagar la factura de sus derrochadores vecinos del sur europeo. Esto es erróneo por varias razones. Para empezar, las tasas de interés más bajas que se alcanzan como resultado de los eurobonos o de algún mecanismo similar harían que el peso de la deuda sea manejable. Se debe recordar que EE.UU. emergió de la Segunda Guerra Mundial con una carga muy alta de deuda, no obstante aquello, los años subsiguientes estuvieron marcados por el crecimiento más rápido que este país tuvo a lo largo de toda su historia.

Si la eurozona adopta el programa que se esquematizó líneas arriba, no debería haber la necesidad de que Alemania pague ninguna factura. Sin embargo, bajo las políticas perversas que Europa ha adoptado, se ha implementado una serie de reestructuraciones de deuda, una tras la otra. Si Alemania y otros países del norte de Europa continúan insistiendo en la consecución de sus políticas actuales, ellos, junto con sus vecinos del sur, van a terminar pagando un precio muy alto.

Se suponía que el euro iba a traer crecimiento, prosperidad y un sentido de unidad a Europa. En cambio, trajo estancamiento, inestabilidad y una tendencia hacia la división.

Esto no tiene por qué ser así. El euro puede salvarse, pero se necesitará más de refinados discursos afirmando que existe un compromiso con Europa. Si Alemania y otros países no están dispuestos a hacer lo que fuese necesario – es decir, si no existe la suficiente solidaridad para lograr que las políticas funcionen – puede que se tenga que abandonar al euro en aras de salvar el proyecto europeo.

 

(*) Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de la Universidad de Columbia, fue presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton y se desempeñó como vicepresidente senior y economista jefe del Banco Mundial.

 

FUENTE: Project Syndicate

]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH E. STIGLITZ) Opinión Thu, 02 Jan 2014 15:08:06 -0300
Cristina Impulsa en el G20 una “Ley de Quiebras a Nivel Internacional” https://fundamentar.com/internacional/item/2732-cristina-impulsa-en-el-g20-una-ley-de-quiebras-a-nivel-internacional https://fundamentar.com/internacional/item/2732-cristina-impulsa-en-el-g20-una-ley-de-quiebras-a-nivel-internacional Vladimir Putin y Cristina Fernández de Kirchner

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner planteó hoy la necesidad de que el Grupo de los 20 (G-20) avance en la formulación de "una ley de quiebras a nivel internacional" que contemple los procesos de reestructuración de deuda.

LEER TAMBIÉN: Reunión entre Cristina y Abe: Fondos Buitre, Políticas Heterodoxas y Juegos Olímpicos

En este sentido, destacó el pronunciamiento del premio Nobel Joseph Stiglitz respecto al fallo contrario que recibió Argentina en la Corte de Apelaciones de Nueva York, al que calificó como "una victoria de los buitres".

En una conferencia de prensa brindada antes del inicio de las deliberaciones de la Cumbre del G-20, que se realiza en San Petersburgo, Cristina dijo que habló sobre "la necesidad de formular una ley de quiebras a nivel internacional" con el primer ministro japonés, Shinzo Abe.

También le señaló que "sólo el 0,45 por ciento" de los tenedores de deuda son los que se oponen al proceso de reestructuración llevado adelante por Argentina, a través de procesos judiciales que se desarrollan en los tribunales de Nueva York.

Destacó el pronunciamiento del premio Nobel Joseph Stiglitz respecto al fallo contrario que recibió Argentina en la Corte de Apelaciones de Nueva York, al que calificó como "una victoria de los buitres".

Respecto a la nota publicada por Stiglitz, que lleva por título "La victoria de los buitres", Cristina calificó de "interesantísimo" al artículo y dijo que el premio Nobel suele hablar con "esa claridad, con esa objetividad que es raro encontrar en los economistas que siempre hablan difícil".

Stiglitz "plantea muy inteligentemente lo que esto implicaría, que no es un problema (sólo) argentino, es un problema global, sobre cómo impactaría en todas la reestrucutraciones de deuda, que se acabarían y cómo impactaría en el propio EEUU como una jurisdicción" para futuras reestructuraciones de deuda.

En una columna titulada "La Victoria de los buitres", Stiglitz sostuvo que el reciente fallo, que confirma pagarle el 100 por ciento a los fondos buitre aún con fondos del 93 por ciento que ingreso a los canjes de deuda anteriores, "al menos, hace inviables todas las reestructuraciones de deuda en los contratos de deuda estándar".

El premio Nobel criticó el fallo de la Cámara de Apelaciones de Nueva York adverso al país y considero que el mismo "amenaza a los mercados de deuda soberana mundial, incluso podría llevar a los EEUU a que no se vea como un buen lugar para emitir deuda soberana".

Stiglitz considero "tendencioso el fallo del tribunal de EEUU, y económicamente peligroso, muestra por qué necesitamos un sistema (mundial de reestructuraciones de deuda) ahora".

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Pedro Arrospidegaray

FUENTE: Télam

]]>
hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Internacional Thu, 05 Sep 2013 14:34:14 -0300
¿Se Puede Salvar al Euro? https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1297-se-puede-salvar-al-euro https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1297-se-puede-salvar-al-euro

Euro_sinkingLa crisis de la moneda europea se profundiza y las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales son inaceptables. Si no se implementan las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro, quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa.

 

La crisis de la moneda europea se profundiza y las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales son inaceptables. Si no se implementan las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro, quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa. Este artículo escrito en el 2010 muestra aún su vigencia y demuestra la falta de decisiones de fondo de la dirigencia europea

_______________________________

Euro_sinkingLa crisis financiera griega puso en riesgo la supervivencia misma del euro. En el momento de la creación del euro, a muchos los preocupaba su viabilidad a largo plazo. Cuando todo salió bien, esas preocupaciones pasaron al olvido. Pero el interrogante sobre cómo se aplicarían los ajustes si parte de la eurozona resultara afectada por un fuerte shock adverso perduró. Corregir el tipo de cambio y delegar la política monetaria al Banco Central Europeo eliminó dos recursos primordiales a través de los cuales los gobiernos nacionales estimulan sus economías para evitar la recesión. ¿Qué podía reemplazarlos?

El premio Nobel Robert Mundell estableció las condiciones según las cuales una moneda única podía funcionar. Europa no cumplió con esas condiciones en su momento; y sigue sin hacerlo. La eliminación de barreras legales para el movimiento de trabajadores creó un mercado laboral único, pero las diferencias lingüísticas y culturales hacen que la movilidad laboral al estilo norteamericano resulte inalcanzable.

Es más, Europa no tiene manera de ayudar a aquellos países que enfrentan problemas serios. Consideremos el caso de España, que tiene una tasa de desempleo del 20% -y más del 40% entre la gente joven-. El país tenía un excedente fiscal antes de la crisis; después de la crisis, su déficit aumentó a más del 11% del PBI. Pero, según las reglas de la Unión Europea, España ahora debe recortar su gasto, lo cual, probablemente, exacerbe el desempleo. Conforme su economía se ralentiza, la mejora de su posición fiscal puede ser mínima.

Algunos esperaban que la tragedia griega convenciera a los estrategas políticos de que el euro no puede andar bien sin una mayor cooperación (asistencia fiscal incluida). Pero Alemania (y su Corte Constitucional), en parte a raíz de la opinión popular, se ha opuesto a darle a Grecia la ayuda que necesita.

Para muchos, tanto dentro como fuera de Grecia, era una situación peculiar: se habían invertido miles de millones en salvar a los grandes bancos, pero evidentemente salvar a un país de once millones de personas era un tabú. Ni siquiera resultaba claro que la ayuda que Grecia necesitaba debiera ser catalogada como un rescate: si bien resultaba poco probable que los fondos otorgados a instituciones financieras como AIG fueran recuperados, un préstamo a Grecia a una tasa de interés razonable probablemente sería saldado.

Una serie de ofertas a medias y de vagas promesas, destinadas a calmar al mercado, resultaron un fracaso. De la misma manera que Estados Unidos había improvisado a toda prisa una asistencia para México 15 años antes combinando ayuda del Fondo Monetario Internacional y el G-7, la UE diseñó un programa de asistencia junto con el FMI. El interrogante era: ¿qué condiciones se le impondrían a Grecia? ¿Cuán grande sería el impacto adverso?

Para los países más pequeños de la UE, la lección es clara: si no reducen sus déficits presupuestarios, existe un riesgo elevado de un ataque especulativo, con pocas esperanzas de una ayuda adecuada por parte de sus vecinos, al menos no sin limitaciones presupuestarias pro-cíclicas que resultarán dolorosas y contraproducentes. A medida que los países europeos adopten estas medidas, sus economías probablemente se debiliten –con consecuencias desdichadas para la recuperación global.

Puede resultar útil analizar los problemas del euro desde una perspectiva global. Estados Unidos se ha quejado de los superávits (comerciales) de cuenta corriente de China; pero, como porcentaje del PBI, el superávit de Alemania es aún mayor. Supongamos que el euro se creó para que el comercio en la eurozona en su totalidad fuera, en términos generales, equilibrado. En ese caso, el superávit de Alemania implica que el resto de Europa está en déficit. Y el hecho de que estos países importen más de lo que exportan contribuye a sus economías débiles.

Estados Unidos se ha quejado de la negativa por parte de China de permitir que se aprecie su tipo de cambio en relación al dólar. Pero el sistema del euro implica que el tipo de cambio de Alemania no puede aumentar en relación a los otros miembros de la eurozona. Si el tipo de cambio aumentara, a Alemania le costaría más exportar, y su modelo económico actual, basado en exportaciones fuertes, enfrentaría un desafío. Al mismo tiempo el resto de Europa exportaría más, el PBI aumentaría y el desempleo se reduciría.

Alemania (al igual que China) ve sus ahorros elevados y sus proezas exportadoras como virtudes, no vicios. Pero John Maynard Keynes decía que los superávits conducen a una débil demanda agregada global –los países que tienen superávits ejercen una "externalidad negativa" en sus socios comerciales-. De hecho, Keynes creía que eran los países con superávits, mucho más que los países con déficits, los que planteaban una amenaza a la prosperidad global; incluso llegó a recomendar un impuesto a los países con superávits.

Las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales deberían ser inaceptables. No debería obligarse a los países cuyos déficits han aumentado como resultado de la recesión global a caer en una espiral mortal –como sucedió con Argentina hace una década

Una solución que se propone es que esos países pergeñen el equivalente de una devaluación –una disminución uniforme de los salarios-. En mi opinión, esto es inalcanzable, y sus consecuencias distributivas son inaceptables. Las tensiones sociales serían enormes. Es una fantasía.

Existe una segunda solución: la salida de Alemania de la eurozona o la división de la eurozona en dos subregiones. El euro fue un experimento interesante, pero, como el casi olvidado mecanismo de tipo de cambio (MTC) que lo antecedió y se desintegró cuando los especuladores atacaron la libra británica en 1992, carece del respaldo institucional necesario para que funcione.

Existe una tercera solución –y tal vez Europa llegue a darse cuenta de eso- que es la más promisoria de todas: implementar las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro.

No es demasiado tarde para que Europa implemente estas reformas y, así, estar a la altura de los ideales, basados en la solidaridad, que subyacen la creación del euro. Pero si Europa no puede hacerlo, entonces quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa en lugar de pagar un precio elevado en materia de desempleo y sufrimiento humano en nombre de un modelo económico fallido.

 

(*) Catedrático en la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía, y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy [Caída Libre: El Libre Mercado y el Hundimiento de la Economía Mundial].

FUENTE: The Project Syndicate

 


 

OTROS ARTÍCULOS DEL AUTOR

Mistificación Monetaria

La Justa Participación de Mitt Romney

Domando a las Finanzas en la Era de la Austeridad


]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH E. STIGLITZ (*)) Opinión Mon, 22 Oct 2012 09:51:20 -0300