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Fundamentar - Artículos Este portal pretende hacer un aporte a la cualificación del debate político y económico en la Argentina. Ponemos ideas en discusión que pretenden servir para que surjan otras visiones que enriquezcan el análisis. https://fundamentar.com/articulos/opinion/itemlist/tag/Tokatli%C3%A1n 2024-05-13T04:04:03-03:00 Joomla! - Open Source Content Management Drogas: Lugares Comunes que Oscurecen la Realidad 2014-02-26T11:02:08-03:00 2014-02-26T11:02:08-03:00 https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3453-drogas-lugares-comunes-que-oscurecen-la-realidad JUAN GABRIEL TOKATLIÁN (*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/e21b2626f11dbd7c071c1bdc38aee1f6_S.jpg" alt="Drogas: Lugares Comunes que Oscurecen la Realidad" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>Hay una serie de lugares comunes que se repiten, urbi et orbe , al referirse al fen&oacute;meno de las drogas. Muchas afirmaciones frecuentes son erradas o no ayudan a comprender la naturaleza y el alcance de dicho asunto.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> En breve, existen algunos enfoques que requieren ser sopesados y puestos en entredicho.</p> <p> En la Argentina, miembros del gobierno y la oposici&oacute;n, figuras pr&oacute;ximas o distantes al oficialismo, emiten juicios concluyentes que merecen ser evaluados en detalle. Por un lado, las declaraciones de Berni, Rossi y Capitanich en torno al tipo de participaci&oacute;n de la Argentina en el negocio transnacional de las drogas y las manifestaciones de Scioli, Macri, Michetti, De Narva&eacute;z y Massa a favor de pol&iacute;ticas de &ldquo;mano dura&rdquo; con un rol activo de las fuerzas armadas para frenar ese fen&oacute;meno, constituyen ejemplos emblem&aacute;ticos del recurso a los lugares comunes.</p> <p> Por ejemplo, es recurrente, en el pa&iacute;s y en el exterior, invocar la existencia de fronteras y roles n&iacute;tidos y categ&oacute;ricos en cuanto a la cuesti&oacute;n de las drogas. Lo m&aacute;s habitual es la identificaci&oacute;n y separaci&oacute;n de los pa&iacute;ses en t&eacute;rminos de &ldquo;productores&rdquo; (cultivo y procesamiento), &ldquo;de transito&rdquo; (de transporte y tr&aacute;fico), &ldquo;consumidores&rdquo; (uso y abuso) y &ldquo;lavadores&rdquo; (de activos).</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Se asume que los tomadores de decisi&oacute;n no dise&ntilde;an o aplican pol&iacute;ticas deliberadamente nocivas. Sin embargo, despu&eacute;s de tanto tiempo de implementaci&oacute;n de las mismas pol&iacute;ticas con los mismos resultados magros y efectos desafortunados, es obligado replantear la cuesti&oacute;n de las consecuencias imprevistas.</p> <p> Bajo esa racionalidad, Colombia y M&eacute;xico producen sustancias psicoactivas il&iacute;citas; Rep&uacute;blica Dominicana y Ecuador son puentes para su env&iacute;o al exterior; Estados Unidos y Europa son polos de demanda; y las Islas Caim&aacute;n y Singapur son epicentros de narcodinero. Este tipo de perspectiva opaca el hecho de que Estados Unidos es hoy el principal productor de marihuana en el continente y que Holanda y B&eacute;lgica son grandes fabricantes mundiales de &eacute;xtasis. Que pa&iacute;ses de diferente tama&ntilde;o y localizaci&oacute;n, en y fuera de Am&eacute;rica Latina, son rutas cada vez m&aacute;s diversas de un comercio planetario de drogas. Que, en conjunto, las naciones de Sudam&eacute;rica constituyen el tercer mercado internacional en cuanto al consumo de coca&iacute;na. Y que se lava por doquier dinero del narcotr&aacute;fico, ya sea en pa&iacute;ses centrales y perif&eacute;ricos como en potencias establecidas y emergentes.</p> <p> En consecuencia, aquel tipo de divisi&oacute;n y diferenciaci&oacute;n es algo m&iacute;tica y c&aacute;ndida.</p> <p> Puede servir para estigmatizar a tal o cual pa&iacute;s con el mote de &ldquo;narcodemocracia&rdquo; o &ldquo;narcoestado&rdquo;, para vilipendiar el &ldquo;narcoimperialismo moral&rdquo; de una o varias potencias occidentales o para alimentar disputas pol&iacute;ticas entre oficialistas y opositores. Pero en uno u otro caso, muchas elites internas no asumen la responsabilidad que les cabe por el auge del narcotr&aacute;fico y el crimen organizado aprovecha la confusi&oacute;n y polarizaci&oacute;n reinantes para insertarse m&aacute;s c&oacute;modamente en la sociedad.</p> <p> Lo fundamental es entender la geopol&iacute;tica global del lucrativo negocio de los narc&oacute;ticos, la complejidad y flexibilidad de un emporio ilegal que se expande y consolida, y la capacidad y voluntad de los estados para contener y reducir su impacto. En ese sentido, la clave es comprender qu&eacute; lugar ocupa la Argentina hoy en la din&aacute;mica mundial del fen&oacute;meno de las drogas y por qu&eacute; se lleg&oacute; a la actual situaci&oacute;n.</p> <p> Esto debiera conducir a la pregunta esencial al abordar este asunto; la pregunta por el cui bono : qui&eacute;n gana m&aacute;s, qui&eacute;n se beneficia m&aacute;s, qui&eacute;n lucra m&aacute;s con el avance del narcotr&aacute;fico en el pa&iacute;s.</p> <p> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/imagen/tokatlian.jpg" style="width: 350px; margin-left: 10px; margin-right: 10px; float: left;" title="Juan Gabriel Tokatlián" />Otro lugar com&uacute;n tiene que ver los efectos de la &ldquo;guerra contra las drogas&rdquo;. El punto de partida de sus impulsores es que toda pol&iacute;tica punitiva genera resultados no advertidos ni deseados.</p> <p> Defensores de la &ldquo;guerra contra las drogas&rdquo; aseveran que la aplicaci&oacute;n de ciertas medidas conlleva a imponderables, acarrea costos inesperados y produce da&ntilde;os colaterales. As&iacute;, se asume que los tomadores de decisi&oacute;n no dise&ntilde;an o aplican pol&iacute;ticas deliberadamente nocivas. Sin embargo, despu&eacute;s de tanto tiempo de implementaci&oacute;n de las mismas pol&iacute;ticas con los mismos resultados magros y efectos desafortunados, es obligado replantear la cuesti&oacute;n de las consecuencias imprevistas.</p> <p> En realidad, los que adoptan decisiones ya han incorporado en ellas el reconocimiento de derivaciones indeseables y, a&uacute;n as&iacute;, insisten en tomarlas. No se trata ya de un asunto de ineficacia o impericia sino de convencimiento pol&iacute;tico: no existe ninguna conspiraci&oacute;n premeditada sino una naturalizaci&oacute;n de que los da&ntilde;os son inevitables y que alguien -generalmente los m&aacute;s d&eacute;biles- los tiene que pagar. Ya hay suficiente evidencia de que la erradicaci&oacute;n forzada de cultivos, la militarizaci&oacute;n del combate contra el narcotr&aacute;fico, la multiplicaci&oacute;n de legislaci&oacute;n coercitiva en la materia, entre otras, han sido fallidas y onerosas.</p> <p> No obstante, prevalece la decisi&oacute;n pol&iacute;tica -sea &eacute;sta burocr&aacute;tica, electoral o ideol&oacute;gica- de continuar y profundizar el curso de acci&oacute;n. Para los cruzados antinarc&oacute;ticos la &ldquo;guerra contra las drogas&rdquo; no se puede ni debe detener.</p> <p> En la Argentina han crecido las voces adictas a desplegar dicha guerra, sin estudiar los efectos que puede generar, sin contemplar las ense&ntilde;anzas que deja la prevalencia de l&oacute;gicas punitivas en otras naciones y sin advertir que lo prioritario es tener un diagn&oacute;stico realista de la situaci&oacute;n del narcotr&aacute;fico. La perpetuaci&oacute;n en el pa&iacute;s de estos y otros lugares comunes s&oacute;lo conducir&aacute; al disenso sociopol&iacute;tico para fijar pol&iacute;ticas p&uacute;blicas razonables frente al tema y a facilitar el empoderamiento del crimen organizado.</p> <p> &nbsp;</p> <p> (*) Director del departamento de ciencia pol&iacute;tica y estudios internacionales de la Universidad Di Tella.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <strong>FUENTE:</strong> <a href="http://movil.clarin.com/opinion/Drogas-lugares-comunes-oscurecen-realidad_0_1091290909.html" target="_blank">Clar&iacute;n</a></p> <p> &nbsp;</p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/e21b2626f11dbd7c071c1bdc38aee1f6_S.jpg" alt="Drogas: Lugares Comunes que Oscurecen la Realidad" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>Hay una serie de lugares comunes que se repiten, urbi et orbe , al referirse al fen&oacute;meno de las drogas. Muchas afirmaciones frecuentes son erradas o no ayudan a comprender la naturaleza y el alcance de dicho asunto.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> En breve, existen algunos enfoques que requieren ser sopesados y puestos en entredicho.</p> <p> En la Argentina, miembros del gobierno y la oposici&oacute;n, figuras pr&oacute;ximas o distantes al oficialismo, emiten juicios concluyentes que merecen ser evaluados en detalle. Por un lado, las declaraciones de Berni, Rossi y Capitanich en torno al tipo de participaci&oacute;n de la Argentina en el negocio transnacional de las drogas y las manifestaciones de Scioli, Macri, Michetti, De Narva&eacute;z y Massa a favor de pol&iacute;ticas de &ldquo;mano dura&rdquo; con un rol activo de las fuerzas armadas para frenar ese fen&oacute;meno, constituyen ejemplos emblem&aacute;ticos del recurso a los lugares comunes.</p> <p> Por ejemplo, es recurrente, en el pa&iacute;s y en el exterior, invocar la existencia de fronteras y roles n&iacute;tidos y categ&oacute;ricos en cuanto a la cuesti&oacute;n de las drogas. Lo m&aacute;s habitual es la identificaci&oacute;n y separaci&oacute;n de los pa&iacute;ses en t&eacute;rminos de &ldquo;productores&rdquo; (cultivo y procesamiento), &ldquo;de transito&rdquo; (de transporte y tr&aacute;fico), &ldquo;consumidores&rdquo; (uso y abuso) y &ldquo;lavadores&rdquo; (de activos).</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Se asume que los tomadores de decisi&oacute;n no dise&ntilde;an o aplican pol&iacute;ticas deliberadamente nocivas. Sin embargo, despu&eacute;s de tanto tiempo de implementaci&oacute;n de las mismas pol&iacute;ticas con los mismos resultados magros y efectos desafortunados, es obligado replantear la cuesti&oacute;n de las consecuencias imprevistas.</p> <p> Bajo esa racionalidad, Colombia y M&eacute;xico producen sustancias psicoactivas il&iacute;citas; Rep&uacute;blica Dominicana y Ecuador son puentes para su env&iacute;o al exterior; Estados Unidos y Europa son polos de demanda; y las Islas Caim&aacute;n y Singapur son epicentros de narcodinero. Este tipo de perspectiva opaca el hecho de que Estados Unidos es hoy el principal productor de marihuana en el continente y que Holanda y B&eacute;lgica son grandes fabricantes mundiales de &eacute;xtasis. Que pa&iacute;ses de diferente tama&ntilde;o y localizaci&oacute;n, en y fuera de Am&eacute;rica Latina, son rutas cada vez m&aacute;s diversas de un comercio planetario de drogas. Que, en conjunto, las naciones de Sudam&eacute;rica constituyen el tercer mercado internacional en cuanto al consumo de coca&iacute;na. Y que se lava por doquier dinero del narcotr&aacute;fico, ya sea en pa&iacute;ses centrales y perif&eacute;ricos como en potencias establecidas y emergentes.</p> <p> En consecuencia, aquel tipo de divisi&oacute;n y diferenciaci&oacute;n es algo m&iacute;tica y c&aacute;ndida.</p> <p> Puede servir para estigmatizar a tal o cual pa&iacute;s con el mote de &ldquo;narcodemocracia&rdquo; o &ldquo;narcoestado&rdquo;, para vilipendiar el &ldquo;narcoimperialismo moral&rdquo; de una o varias potencias occidentales o para alimentar disputas pol&iacute;ticas entre oficialistas y opositores. Pero en uno u otro caso, muchas elites internas no asumen la responsabilidad que les cabe por el auge del narcotr&aacute;fico y el crimen organizado aprovecha la confusi&oacute;n y polarizaci&oacute;n reinantes para insertarse m&aacute;s c&oacute;modamente en la sociedad.</p> <p> Lo fundamental es entender la geopol&iacute;tica global del lucrativo negocio de los narc&oacute;ticos, la complejidad y flexibilidad de un emporio ilegal que se expande y consolida, y la capacidad y voluntad de los estados para contener y reducir su impacto. En ese sentido, la clave es comprender qu&eacute; lugar ocupa la Argentina hoy en la din&aacute;mica mundial del fen&oacute;meno de las drogas y por qu&eacute; se lleg&oacute; a la actual situaci&oacute;n.</p> <p> Esto debiera conducir a la pregunta esencial al abordar este asunto; la pregunta por el cui bono : qui&eacute;n gana m&aacute;s, qui&eacute;n se beneficia m&aacute;s, qui&eacute;n lucra m&aacute;s con el avance del narcotr&aacute;fico en el pa&iacute;s.</p> <p> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/imagen/tokatlian.jpg" style="width: 350px; margin-left: 10px; margin-right: 10px; float: left;" title="Juan Gabriel Tokatlián" />Otro lugar com&uacute;n tiene que ver los efectos de la &ldquo;guerra contra las drogas&rdquo;. El punto de partida de sus impulsores es que toda pol&iacute;tica punitiva genera resultados no advertidos ni deseados.</p> <p> Defensores de la &ldquo;guerra contra las drogas&rdquo; aseveran que la aplicaci&oacute;n de ciertas medidas conlleva a imponderables, acarrea costos inesperados y produce da&ntilde;os colaterales. As&iacute;, se asume que los tomadores de decisi&oacute;n no dise&ntilde;an o aplican pol&iacute;ticas deliberadamente nocivas. Sin embargo, despu&eacute;s de tanto tiempo de implementaci&oacute;n de las mismas pol&iacute;ticas con los mismos resultados magros y efectos desafortunados, es obligado replantear la cuesti&oacute;n de las consecuencias imprevistas.</p> <p> En realidad, los que adoptan decisiones ya han incorporado en ellas el reconocimiento de derivaciones indeseables y, a&uacute;n as&iacute;, insisten en tomarlas. No se trata ya de un asunto de ineficacia o impericia sino de convencimiento pol&iacute;tico: no existe ninguna conspiraci&oacute;n premeditada sino una naturalizaci&oacute;n de que los da&ntilde;os son inevitables y que alguien -generalmente los m&aacute;s d&eacute;biles- los tiene que pagar. Ya hay suficiente evidencia de que la erradicaci&oacute;n forzada de cultivos, la militarizaci&oacute;n del combate contra el narcotr&aacute;fico, la multiplicaci&oacute;n de legislaci&oacute;n coercitiva en la materia, entre otras, han sido fallidas y onerosas.</p> <p> No obstante, prevalece la decisi&oacute;n pol&iacute;tica -sea &eacute;sta burocr&aacute;tica, electoral o ideol&oacute;gica- de continuar y profundizar el curso de acci&oacute;n. Para los cruzados antinarc&oacute;ticos la &ldquo;guerra contra las drogas&rdquo; no se puede ni debe detener.</p> <p> En la Argentina han crecido las voces adictas a desplegar dicha guerra, sin estudiar los efectos que puede generar, sin contemplar las ense&ntilde;anzas que deja la prevalencia de l&oacute;gicas punitivas en otras naciones y sin advertir que lo prioritario es tener un diagn&oacute;stico realista de la situaci&oacute;n del narcotr&aacute;fico. La perpetuaci&oacute;n en el pa&iacute;s de estos y otros lugares comunes s&oacute;lo conducir&aacute; al disenso sociopol&iacute;tico para fijar pol&iacute;ticas p&uacute;blicas razonables frente al tema y a facilitar el empoderamiento del crimen organizado.</p> <p> &nbsp;</p> <p> (*) Director del departamento de ciencia pol&iacute;tica y estudios internacionales de la Universidad Di Tella.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <strong>FUENTE:</strong> <a href="http://movil.clarin.com/opinion/Drogas-lugares-comunes-oscurecen-realidad_0_1091290909.html" target="_blank">Clar&iacute;n</a></p> <p> &nbsp;</p></div>