Warning: Undefined array key 0 in /home/fundamen/public_html/plugins/system/jblibrary/jblibrary.php on line 380
Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Sat, 20 Apr 2024 09:04:50 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es No es un debate sobre el instrumento de votación https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6646-no-es-un-debate-sobre-el-instrumento-de-votacion https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6646-no-es-un-debate-sobre-el-instrumento-de-votacion No es un debate sobre el instrumento de votación

La presunta ventaja de un sistema de boleta única tiene una raíz ideológica: la creencia de que la organización territorial partidaria esconde alguna trampa ilegítima. Para modificar el sistema electoral actual hay que demostrar en qué falla con evidencia concreta: hasta ahora, no se ha hecho.

Es una feria de razones aparentes, no es un debate. Ante las dudas sobre la ventaja de los sistemas de boleta única, los defensores de esa alternativa no responden con aclaraciones, vuelven a prender el cassette: “Cambie tranquilo el instrumento de votación que anduvo bien los últimos cuarenta años, señor, yo sé lo que le digo, no se va a arrepentir.”

Una sola buena razón sería suficiente para promover un cambio beneficioso. El maletín de los promotores de la boleta única viene con muchas: la boleta única haría más equitativas las condiciones de competencia, presentaría información más clara a los votantes, impediría el clientelismo, reduciría el gasto público en las elecciones y, revelando que hace falta toda la fuerza de las almas bellas cuando no se pueden mostrar los motivos verdaderos, ¡reduciría el impacto ambiental de las elecciones!

La sobreabundancia de argumentos sugiere que no hay que tenerle mucha fe a ninguno. El miedo no es zonzo. La sospecha sobre la galera de la que salen los conejos de la Boleta Única tampoco.

Es razonable pensar que un sistema como el de la boleta única, en el que el Estado asegura que toda la oferta electoral esté presente en todas las mesas, es menos exigente para los partidos chicos que el actual sistema, en el que hay que reponer las boletas cuando se agota la pila inicial que viene con los materiales con los que se abre cada mesa. Por supuesto, los partidos a los que les resultaría más difícil reponer boletas, los más chicos, son también los que tendrán menos necesidad de reponerlas. Pero puede ocurrir. ¿Ocurre seguido?

En un estudio del que participé en 2013, el 97% de las personas entrevistadas dijo haber encontrado en el cuarto oscuro la boleta por la que pensaba votar. Esta cifra no sorprende: si la dificultad para encontrar la boleta deseada fuera frecuente, escucharíamos reclamos de las y los votantes en todas las elecciones. No los escuchamos.

En cambio, escuchamos quejas de las candidatas y candidatos que tienen peores resultados que los que esperaban o que pierden una elección por pocos votos. Rara vez son miembros de partidos chicos. Estas quejas dan aire a uno de los espectros que aparece cada vez que se propone un sistema de boleta única en nuestro país: el robo de boletas.

Según estos relatos, hay organizaciones que se dedican a llevarse pilas enteras de boletas de los cuartos oscuros. En alguna de las versiones más creativas de esta leyenda, las boletas aparecen en tachos de basura cerca de los lugares de votación. Estos ladrones de boletas son inconsistentes, débiles y desatentos: no les pesa sacarlas del cuarto oscuro, pero les pesa trasladarlas a un lugar donde puedan descartarlas sin despertar sospechas y terminan dejándolas en lugares accesibles a los denunciadores de robos. Tampoco queda muy claro por qué alguien querría robarle boletas a partidos que no tienen suficientes fiscales para reponerlas.

Previsiblemente, el objetivo de quienes repiten estos cuentos no es cuidar la integridad de las elecciones, sino despertar sospechas sobre los resultados que no los favorecen. A los técnicos y los jugadores que se quejan de los árbitros cuando pierden partidos tampoco se los ve más preocupados por la integridad del deporte que por su situación personal. Las reformas de las reglas de los deportes no suelen tomar en cuenta las polémicas arbitrales. Los relatos de las presuntas víctimas del robo de boletas, en cambio, son una de las preocupaciones centrales de los promotores de la boleta única.

En el debate sobre los proyectos de boleta única de las Comisiones de Asuntos Constitucionales y de Presupuesto y Hacienda, en la Cámara de Diputados, varios legisladores y algunos expositores ofrecieron como prueba de la frecuencia del robo de boletas la dificultad de probarlo. Vale la pena repetirlo. El razonamiento sería: “Dado que algo no se puede demostrar, tenemos que concluir que existe”. Afortunadamente, a pesar de lo que la afirmación falaz de su existencia sugiere, el robo de boletas se podría detectar. La proporción de votos por los partidos cuyas boletas son robadas debería caer muy precipitadamente en las escuelas o los circuitos donde ocurren esos supuestos robos. Ningún estudio sistemático sobre los resultados de los comicios por mesa electoral encontró nada parecido. Hasta que se demuestre lo contrario, lo más razonable es concluir que no es un problema relevante.

Pero quizás ese 3% de personas que dice no haber encontrado la boleta que buscaba es inaceptablemente alto. Suponiendo que no reclamaron “faltan boletas”, o que reclamaron y no les hicieron caso, 3% puede ser demasiado. El sistema de votación tiene que permitir que absolutamente todas y todos votemos lo que habíamos pensado. ¿Un sistema de boleta única ofrece garantías más confiables para todos los partidos, todas y todos los votantes?

Imprimir todas las listas de candidatos en una sola boleta asegura que estén disponibles siempre y en todas las mesas. Pero eso no implica que todas las listas tengan la misma chance de ser encontradas ni que todas y todos los votantes tengan la misma chance de encontrar lo que buscan. Nuestra atención es limitada. Miramos y leemos tratando de reducir el esfuerzo de percepción porque nos cansamos rápido. Este es un fenómeno documentado en varios estudios de psicología experimental y muy difundido en los estudios electorales. El lector se va a encontrar con millones de resultados si busca “voter fatigue” en Google. “Fatiga del votante” arroja más de 500 mil. Este trabajo de 2016 cita los fundamentos psicológicos de este fenómeno, compila los estudios electorales que encuentran resultados consistentes con él y exhibe nuevos resultados. La conclusión es fuerte: las boletas con mucha información nos cansan, la atención se dispersa a medida que se avanza en la lectura y las opciones que aparecen primero en las listas de candidatos (más arriba y más a la izquierda) tienden a recibir más votos. Sin estudios aún sobre ese impacto, el ejemplo de la primera vuelta en Colombia puede darnos alguna pista.

La plena disponibilidad de la oferta es el argumento más fuerte en favor de la boleta única. Justifica, por ejemplo, las varias acordadas en las que la Cámara Nacional Electoral recomendó su adopción. Pero esta disponibilidad no asegura condiciones más equitativas de competencia. Es necesario tomar en cuenta los efectos de la reunión y el ordenamiento de todas las opciones en una sola pieza de papel. La asignación por sorteo del orden de los lugares en las boletas no elimina esta ventaja sino que la asigna en cada votación de un modo ecuánime. No es lo mismo que tirar una moneda para determinar quién saca en un partido de fútbol. El orden en la lista es más parecido a asegurar que todos los corners de un partido los va a patear un solo equipo. La única forma de eliminar esta ventaja sería imprimir boletas distintas con el orden de las listas asignado aleatoriamente cada vez. Esta opción es engorrosa y muy cara pero factible. Pero aún en este caso, no es evidente que haya alguna ventaja de equidad en la competencia respecto del sistema que se usa actualmente. Se puede aclarar este punto comparando de modo experimental los efectos del actual sistema de votación con distintas variantes de sistema de boleta única. Si el objetivo de los promotores de esta alternativa fuera mejorar el sistema de votación, propondrían hacer estos estudios o citarían otros que permitan echar luz sobre este problema. En cambio, repiten sus creencias con una convicción que sus razones no merecen y con una certeza sobre las aparentes ventajas del sistema alternativo que, con la información disponible, nadie puede tener.

Es cierto, cuando entramos a los cuartos oscuros, especialmente si votamos en una provincia con muchos habitantes y cuando coinciden las elecciones presidenciales con las de cargos locales, encontramos un mar de boletas. Tardamos en encontrar la que nos gusta, nos cuesta orientarnos si entramos sin saber bien a quién votar y podemos confundirnos si nuestra candidata a presidenta o nuestro candidato a gobernador llevan pegadas distintas listas de legisladores. Ninguna de estas decisiones va a ser más clara ni más simple si en lugar de mirar boletas con fotos sobre una fila de pupitres vemos listas con tipografía chica sobre un solo rectángulo de papel. La claridad de la información electoral depende de las reglas para la conformación de partidos y alianzas. En un país con 706 partidos vigentes, 46 agrupaciones que podrían presentar candidatos para la Presidencia de la Nación, regulación electoral que facilita y estrategias partidarias que multiplican acoples y colectoras, entender cuáles opciones están disponibles y elegir las que nos parece mejor va a ser difícil con cualquier sistema de votación. Desde el punto de vista de los derechos a elegir y ser elegido este es el principal problema. Los promotores de la boleta única lo omiten o sostienen, sin ninguna razón atendible, que su propuesta lo puede resolver.

La boleta única no equilibra la cancha ni aclara la información electoral. ¿Pero imprimir una sola boleta para cada votante no debería ser mucho más barato que imprimir varias boletas por cada votante para cada partido? Si las boletas partidarias y las boletas únicas tuvieran la misma superficie, más bien que sí, ¿cierto? Pero no tienen la misma superficie. Y a veces tampoco pueden ir impresas sobre el mismo tipo de papel. Seguramente por eso, como demuestra la presentación muy informada que la ex Directora Nacional Electoral, Diana Quiodo hizo en la reunión conjunta de las Comisiones que cité, el costo por votante de la impresión de boletas en las elecciones provinciales de Córdoba, donde se vota con boleta única, o de Santa Fe, donde también se usan boletas únicas, es bastante más alto que el que pagó el Estado Nacional por las boletas partidarias en 2021. El diputado de Pro, Pablo Tonelli, presente en la reunión y quizás convencido de la veracidad de los datos que presentó Quiodo, indicó, como se puede observar en el video, que no se propone el sistema de boleta única porque sea más barato. Efectivamente, no lo es.

¿Será entonces que la boleta única nos ofrece más autonomía en nuestra condición de votantes, nos libera de algún lazo que nos impide votar como queremos? Es cierto, la impresión de toda la oferta electoral en un solo papel, el sistema que en el mundo se conoce como boleta australiana, fue adoptado por primera vez en ese país en 1857, para proteger la autonomía de los votantes. Fue el cambio administrativo que acompañó la institución del voto secreto. El marcar una opción sobre un papel, en privado, evitaba, en este y en otros casos, que los votantes sufrieran represalias por su elección. El sistema fue rápidamente copiado en otros países de tradición anglosajona, que eligen pocos candidatos en cada distrito, y luego extendido a otros donde la oferta electoral es más numerosa. Pero en nuestro país, o en países vecinos con una tradición partidaria parecida como Uruguay, la protección del secreto del voto, de la autonomía y de la integridad física de los votantes no descansó tanto en el instrumento de votación como en la vigilancia de los fiscales partidarios. El fraude y la intimidación desaparecieron en Argentina mucho después de la adopción de la ley Sáenz Peña. Esa desaparición coincide con el despliegue masivo de organizaciones territoriales de un nuevo partido popular, el peronismo, que, apoyándose en las organizaciones sindicales y en organizaciones partidarias previamente existentes como las del Partido Conservador, compitió intensamente desde 1946 con las organizaciones territoriales igualmente extensas de la Unión Cívica Radical. Los intereses competitivos contradictorios de dos organizaciones populares muy grandes y muy antiguas protegen la limpieza de las elecciones en Argentina y resguardan nuestra autonomía como votantes. Sin este respaldo partidario la intimidación electoral sería más factible, independientemente del instrumento de emisión de votos que se utilice. Argentina y Uruguay no votan con boletas partidarias porque se resistan a una presunta ola de modernización electoral que llegó antes a otros países en el mundo. No hay nada especialmente moderno ni superior en los sistemas de boleta única. Los progresos políticos que la adopción de este sistema produjo en algunos países se consiguieron en el nuestro por otros medios.

La difusión de sospechas tan intencionadas como infundadas sobre la limpieza de las elecciones en Argentina, la presunta ventaja de sistemas como el voto electrónico o la boleta única, tienen la misma raíz ideológica: la creencia de que la organización territorial partidaria esconde alguna trampa ilegítima, el estigma del contacto directo entre partidos y votantes. Esos partidos populares, los grandes y los chicos, son organizaciones que construyeron nuestras abuelas, abuelos, madres y padres, y que sostenemos nosotros. Sabemos que son defectuosos pero que, cuando están fuertes, son el canal institucional a través del cual podemos influir más eficazmente sobre las decisiones de gobierno. Alimentan sospechas sobre la legitimidad y las prácticas de los partidos quienes compiten por influir sobre las decisiones con otras herramientas y para satisfacer otros intereses. El esfuerzo por reemplazar las boletas partidarias por la boleta única pretende modernizar el sistema de votación pero apunta a otra cosa.

 

(*)Profesor Asociado del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés e investigador independiente del Conicet.

]]>
hola@fundamentar.com (Marcelo Leiras) Opinión Wed, 08 Jun 2022 17:21:42 -0300
Paradojas de otoño https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6614-paradojas-de-otono https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6614-paradojas-de-otono Paradojas de otoño

Y cada vez peor, y cada vez más rotos.
Y cada vez más tú,
y cada vez más yo, sin rastro de nosotros

Joaquín Sabina

No deja de llamar la atención lo paradójico de la última semana política en la Argentina. Yendo a la propia definición que aporta el Diccionario de la Real Academia Española, paradoja refiere a “todo hecho o dicho aparentemente contrario a la lógica”. Una oposición parlamentaria que en el contexto de una inflación que no cede discute sobre la supuesta falta de transparencia de un sistema de votación que en reiteradas oportunidades la catapultó al triunfo electoral y una parte del oficialismo con críticas cada vez más subidas de tono sobre el mismo gobierno que integra, se parece mucho a esas conductas reñidas con cierta lógica. De tratar de aproximarnos a esos comportamientos refiere el presente artículo. Pasen y vean.

En el tema de la sanción de la ley que habilitaría el uso de la Boleta Única, la oposición legislativa cree ver un punto desde donde dañar al oficialismo gobernante. Habilitando al propio Florencio Randazzo para su impulso, a comienzos de semana supo instalar mediáticamente (las agendas del Congreso son otra cosa) la idea de que se podría producir el tratamiento sobre tablas de una reforma electoral que emule al instrumento de votación que, desde hace once años, se utiliza en Santa Fe.

Los números para ese formato de tratamiento no dan ya que se necesita de mayorías especiales con las que ningún bloque cuenta en este tiempo, pero en una apretada síntesis, digamos que la unidad del Interbloque Federal y de Juntos por el Cambio, logró el tratamiento en comisiones en algunas semanas venideras.

El proyecto no tiene posibilidad alguna ya que para cualquier reforma de tipo electoral se requiere de las dos terceras partes de los presentes en las sesiones en ambas cámaras y sabido es que en el Congreso de este tiempo el empate es una constante y el peronismo no habilitará ningún tipo de cambio.

La primera pregunta que el atento lector o lectora podría plantearse refiere a qué sentido tiene discutir sobre un proyecto que nace, vaya paradoja, muerto. El argumento de los opositores del ámbito nacional se parece y mucho a lo que escuchamos por estos lares desde diciembre de 2010, fecha que, entre gallos y medianoche la legislatura santafesina confirmó una vez más a la provincia, como un gran laboratorio electoral y sancionó una reforma en el instrumento de votación que no tuvo el más mínimo debate al seno de la sociedad.

Bajo el lema de una mayor transparencia, se reivindica a la Boleta Única (BU) ya que, al ser impresa exclusivamente por el Estado, permite ahorrar en los costos de emisión del voto y evita el robo de boletas, práctica esta última que siempre es presentada como un comportamiento que supuestamente define elecciones, pero sobre el que nunca, en casi 40 años de democracia, se demostró semejante situación. ¿Creerá el ex ministro de Transporte y sus socios santafesinos que sus magros comportamientos electorales refieren a ese tipo de voto? Vaya uno a saber.

https://www.youtube.com/watch?v=5EjtWXqfSQE

Más allá de las chicanas, vale decir que cuando se analiza cualquier elemento que le da vida a un sistema electoral debe tenerse en cuenta, más allá de las declaraciones de ocasión, qué es lo que deja como resultado su aplicación. Y los diez años de vigencia de la BU nos da a los santafesinos una interesante experiencia que conviene resaltar.

Es falso que la BU habilite mejores partidos políticos. La composición del Concejo Municipal de Rosario o del Congreso de Santa Fe muestran una atomización que, si bien no puede ser achacada exclusivamente a ese sistema de votación, no es menos claro que desde su implementación han crecido exponencialmente las candidaturas de personajes conocidos de la televisión. El ejemplo de los concejales de 2021 no es menor: de las cinco listas que quedaron habilitadas para participar del proceso electoral de las generales, cuatro eran encabezadas por personajes del periodismo local. Lo del debate intrapartidos, esa te la debo.

Es falso que la BU aporte mayor visualización e identificación de candidatos. En listas plurinominales, como el caso de concejales o diputados provinciales (y como sucedería con los candidatos de la cámara baja nacional) sólo se identifican a tres candidatos, con la foto del primero, y no tenemos ni noticias de los restantes hombres y mujeres que componen cada lista. En Santa Fe votamos con un instrumento que no dice quienes son los restantes integrantes: en Rosario desconocemos a diez candidatos a concejal y veintidós a diputados. Si Yayo Guridi nos regaló muchas sonrisas con aquel ya famoso sketch de “Hablemos sin saber”, los santafesinos podríamos reivindicar el “Votemos sin saber”, y nadie debería ofenderse por ello.

Partiendo de la premisa que ningún sistema electoral es perfecto per se, tampoco debe ser analizado desde lo que declaman quienes propician ciertos cambios, sino que, desde ciertas coyunturas compartidas, qué consecuencias puede traer su aplicación. Y lo sucedido por estos arrabales del mundo es claro y definitivo. Ni conteo más rápido, ni mejor partidocracia, ni mayor conocimiento ciudadano de quienes se proponen como candidatos. Pero sí mayor individualismo en la candidatura de conocidos y famosos. Otro signo de los tiempos.

La pregunta sería, ¿por qué discute la oposición legislativa este tema en un contexto social, económico y político tan complicado para el gobierno? En realidad, lo que subyace allí, que se repite como un mantra desde febrero de 1946, y que sostendrá nuevamente cuando este proyecto de Boleta Única navegue en la intrascendencia a partir de la negativa oficialista (legítima), será mostrar a un peronismo tramposo. No importa tanto si buena parte de la sociedad acusa a esa oposición, sobre la que muchos ven una esperanza, de terminar discutiendo sobre el sexo de los ángeles. No hay mucho misterio en el asunto. Ese será el argumento en el mes de junio cuando el proyecto se caiga por su propio peso: dirigentes que han sido responsables de procesos electorales y que han ganado siendo opositores y perdido siendo oficialistas, le dirán a la sociedad que el actual sistema de votación no sirve por tramposo. En fin, la negación de su propia construcción política.

Pero si hablamos de crítica a la situación económica, al oficialismo no le faltan opositores en el redil propio. Buena parte de la semana se construyó con la expectativa de lo que tendría para decir Cristina Fernández de Kirchner en la Universidad del Chaco Austral, en la entrega del título de Doctora Honoris Causa del día viernes. Y, sinceramente, la vicepresidenta no defraudó ya que, con su estilo habitual, dejó mucha tela para cortar. O para el análisis, como cada uno prefiera.

https://www.youtube.com/watch?v=SvJz_75cO3E

Lo primero que debe decirse (o repetirse) refiere a la enorme centralidad política de la vicepresidenta. La queja de algún periodista / operador de uno de los medios hegemónicos que las malas lenguas dicen que ha comprado Mauricio Macri, sobre el hecho de que Cristina aparecía en un formato de cadena nacional, habla por sí mismo del rol que ella ha sabido ocupar. Se dirá lo que se quiera, pero televisivamente su figura sigue teniendo un gran atractivo.  

Lo segundo a señalar es que, si alguien pensaba que Andrés Larroque, ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires y uno de los máximos dirigentes de La Cámpora, hablaba por sí sólo, se equivocaba de cabo a rabo. De alguna forma (y de todas) su jefa política confirmó muchos cuestionamientos. Se quejó del off the record de no pocos funcionarios (sano cuestionamiento) y de no haber sido escuchada. Planteó la idea de que en el gobierno no hay peleas, pero sí debate; se reconoció generosa al aceptar el armado ministerial de acuerdo a lo dispuesto por Alberto Fernández; afirmó que la proyección de este último no obedeció a un acuerdo entre estructuras partidarias de poder, ya que el actual presidente carecía, hacia 2019, de estructura político partidaria propia, lo cual, debe reconocerse, resulta irreductiblemente cierto.

La siguiente pregunta es, a riesgo de cierto ninguneo, para qué se lo fue a buscar como candidato. Más allá del ya público cuestionamiento de Máximo Kirchner, no queda claro cual es la lógica de la construcción de una fórmula con un candidato al que tres años después se le recuerda que no tenía estructura propia.

La figura de Alberto suponía la proyección de un hombre moderado. Si el conflicto con las patronales del campo en 2008 se había transformado en una situación que derivó en la salida del entonces jefe de gabinete ya que éste no compartía mucho de lo hecho en esa coyuntura, a lo que luego le prosiguió un período de un profundo distanciamiento entre los actuales presidente y vice; su proyección a la primera magistratura suponía una forma de autolimitación que se confirmaba con el reinicio de diálogo con parte del peronismo que durante buena parte del período 2011 – 2015, había quedado obturado, gobernadores incluidos.

Las preguntas se caen por su propio peso. ¿A un moderado se le pide audacia? Si es así, ¿el problema es definitivamente del moderado o del que lo propuso y ahora reclama cualidades del que el otro adolece? Y la otra pregunta que a uno le da vueltas por la cabeza desde hace un tiempo, ¿al kirchnerismo de 2005, dos años después de haber asumido, sin oposición sólida enfrente, se le exigía en los mismos términos? Los que peinan canas o los que ya no tienen pelo por blanquear, tal vez tengan la respuesta.

El oficialismo gobernante se encuentra en una encrucijada. Más allá de las elucubraciones de por qué este accionar o el otro, de por qué decir esto o aquello, ya no caben más las especulaciones de qué tiene que interpretarse de aquello que quiere el cristinismo. En su presentación del viernes, Cristina Fernández de Kirchner dio nombres y apellidos, se animó a las infidencias que casi nunca se dan a conocer en dirigentes de su calibre y dejó la sensación de que, si queda algo por reconstruir, le toca mover la pieza al actual presidente.

En el medio de todo este embrollo y como le escuchara decir a un amigo personal que afirma que, a esta altura, definiéndose como peronista uno no sabe muy bien si hoy es oficialista u opositor (y yo agregaría o todo en uno), la paradoja final refiere en esta semana que terminó, a que los opositores hablaron de lo que, en el fondo, a nadie le interesa, y algunos oficialistas le disputaron el lugar que amarillos y aliados supieron ganarse, de manera casi feroz. Habrá que ver si, como dice Joaquín Sabina, en el oficialismo saben reconstruir la idea de un “nosotros”. Ese, que una mujer que nació un 7 de mayo de 1919 supo poner en valor y al que los contendientes de estas horas y nosotros, le debemos tanto.

 

]]>
hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 08 May 2022 09:34:07 -0300
Lo Que No Se Dijo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3010-lo-que-no-se-dijo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3010-lo-que-no-se-dijo Lo Que No Se Dijo

Mucho se ha dicho y escrito en las últimas 24 horas respecto del proceso electoral del 27 de octubre en Rosario. La multiplicidad de miradas enriquece pero también, a veces, puede confundir cuando existe la clara intención de ocultar lo que está a la vista y no se quiere explicar al resto

Mucho se ha dicho y escrito en las últimas 24 horas respecto del proceso electoral del 27 de octubre en Rosario. La multiplicidad de miradas enriquece pero también, a veces, puede confundir cuando existe la clara intención de ocultar lo que está a la vista y no se quiere explicar al resto. Hay cuatro cosas que aún no se dijeron de los resultados del domingo en el plano local:

1. En Rosario la Boleta Única le jugó en contra al Frente Progresista Cívico y Social.La diferencia de 16 puntos a favor de Hermes Binner respecto de Miguel Capiello no pudo evitarse ni con el decisivo hecho de que el Ejecutivo provincial eligió para los comicios, las mismas fechas que la nación con el fin de traccionar votos a través del ex gobernador santafesino. Fue llamativo que en los discursos del domingo en el Patio de la Madera nada se dijera de las bondades del reciente sistema de votación impuesto.

2. Si a nivel municipal, también una elección de medio término sirve como plebiscito de gestión, es más que obvio que la gestión de Mónica Fein no es la mejor de la historia del socialismo. En la mañana del lunes, algunos analistas (funcionales al socialismo vernáculo) intentaron poner como elemento influyente en el proceso electoral a las dos desgracias sociales que vivió Rosario: la explosión de calle Salta y lo acontecido en el Internacional Park. Ese no parece ser un atenuante a la hora de contar los porotos. Al interior del PSP, la intendenta rosarina debe ser la más preocupada con los números locales ya que la deja en una condición de debilidad legislativa que la obligará a negociar ordenanza por ordenanza con el conjunto de los bloques. Hasta ahora, el PRO se ha mostrado proclive a muchos acuerdos tácitos.

¿SEGUIRÁ LA MISMA ESTRATEGIA DE CARA AL 2015?

3. Respecto de las P.A.S.O. las cinco listas que lograron hacer ingresar concejales al Palacio Vasallo, mejoraron su perfomance en números absolutos. Pero al medirlo en porcentajes la situación no es común: creció levemente el oficialismo, decreció por pocos decimales el Frente para la Victoria, cayó dos puntos la candidatura de Jorge Boasso, sumó más de cuatro puntos el PRO y apareció la sorpresa de Carlos Cossia como futuro concejal. Un llamado de atención para los equipos técnicos del socialismo: en la noche del domingo sus famosas “mesas testigo” informaron que habían obtenido 5 concejales. Los números finales (provisorios) parecen indicar otra cosa. Ya es sabido, nada es para siempre.

4.  Capiello mejoró resultados en seccionales que había perdido en las primarias. Esta vez se impuso en las primeras 16 de Rosario. No es un dato menor, como tampoco lo es que la candidatura de Héctor Cavallero se impuso en reductos donde la mano del Estado municipal parece no haber llegado nunca en las últimas décadas. Cabe la pregunta contrafáctica (el lector decidirá si la utiliza), de saber que hubiera pasado si Sebastián Artola no hubiera apostado al proyecto individual aceptando jugar dentro del esquema del Frente Para la Victoria. Mucha estructura de campaña puesta al servicio de un candidato desconocido no siempre redunda en resultados beneficiosos y el egoísmo en política, a veces, suele pagarse muy caro. Pero en definitiva, la búsqueda de esta respuesta  no tiene mucho sentido, dado que los resultados están puestos. Pero servirá, seguramente, para replantear apetencias personales de cara a un 2015 donde nadie regalará nada. O no?

 

(*) Analista político de la Fundación para la Integración Federal

]]>
hola@fundamentar.com (MIGUEL GOMEZ (*)) Opinión Tue, 29 Oct 2013 23:05:57 -0300