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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Sat, 20 Apr 2024 03:07:18 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es CLIMA Y HAMBRE, DOS EXTREMOS QUE SE TOCAN https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6713-clima-y-hambre-dos-extremos-que-se-tocan https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6713-clima-y-hambre-dos-extremos-que-se-tocan CLIMA Y HAMBRE, DOS EXTREMOS QUE SE TOCAN

La histórica ola de calor que calcina a Europa este verano llamó la atención global, pero el mundo lleva ya dos décadas de un aumento de sequías (29%) castigando a países en desarrollo, un fenómeno letal que conecta directamente con la creciente inseguridad alimentaria que sufren más de mil millones de personas, agravada por el impacto del conflicto de Ucrania en el acceso a cereales y fertilizantes.

 
 

El número y la duración de las sequías aumentó 29% desde 2000, lo que obliga al mundo a afrontar ya esos fenómenos vinculados con el calentamiento global con medidas de mitigación urgentes, según la evaluación de la Convención de la ONU para Combatir la Desertificación (UNCCD), difundida durante la 15ª Conferencia de las Partes (COP15-2022), en Abiyán, Costa de Marfil. 


“Todos los datos y cifras de esta publicación apuntan en la misma dirección: una trayectoria ascendente en la duración de las sequías y la gravedad de los impactos, que no solo afectan a las sociedades humanas sino también a los sistemas ecológicos de los que depende la supervivencia de toda la vida, incluida la de nuestra propia especie”, indicó Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la UNCCD.

 
La mitad de los desastres en el mundo fueron causados por fenómenos meteorológicos, climáticos e hídricos, que representaron el 45% del total de las muertes entre 1970 y 2019, principalmente en países en desarrollo. Los récords históricos de temperaturas en este último verano europeo (40°C en Reino Unido, sin precedentes en dos siglos) son un alerta, también, para países desarrollados.


En medio de la guerra en Ucrania (primer productor mundial), los precios del trigo subieron casi 60 por ciento en lo que va del año e India (segundo productor mundial) anunció la suspensión de sus exportaciones del cereal a causa de una alarmante ola de calor. En mayo, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió abiertamente sobre "el espectro de una escasez mundial de alimentos" que podría durar años. Ahora mismo, hay 250 millones de personas al borde del hambre.


En mayo, Sara Menker, experta en seguridad alimentaria, aseguró ante el Consejo de Seguridad de la ONU que el mundo tenía 10 semanas de reservas de trigo, un nivel sin precedentes, y que la guerra en Ucrania sólo agravó el problema.

Tras cuatro temporadas de lluvias fallidas, en Etiopía, Kenia y Somalia al menos 16,7 millones de personas se enfrentan a problemas alimentarios agudos, y se proyecta que las cifras aumenten a 20 millones de personas para septiembre, según distintas agencias de la ONU (FAO, OMM Y PMA). Más de un millón de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares en busca de agua y alimentos, en Somalia, las tierras áridas y semiáridas de Kenia y las zonas de pastoreo de Etiopía.


Más de 1.400 millones de personas se vieron afectadas por las sequías en el mundo sólo entre 2000 y 2019 (una situación que persiste con la guerra), el tipo de desastre que afecta al segundo mayor número de personas, después de las inundaciones. 


Estos datos coincidieron con el último Estado Mundial del Clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), actualizado a 2021, según la cual los últimos siete años fueron los más cálidos en la Tierra desde que hay registros, hace siglo y medio. En 2021, la temperatura global media quedó 1,11°C sobre los niveles preindustriales solamente porque fue moderada por el Fenómeno La Niña. 


Según la OMM, Cuatro indicadores claves del cambio climático -concentración de gases de efecto invernadero, nivel del mar, temperaturas de los océanos y acidificación de sus aguas- alcanzaron niveles récord en 2021.

Consecuencias

El panorama global de las sequías 2020-2022 (UNCCD).

Para calibrar la dimensión del problema: en ese medio siglo las sequías representaron específicamente un 15% de los desastres naturales, pero se cobraron el mayor número de víctimas humanas, aproximadamente 650.000 muertes. Más cerca en el tiempo, entre 1998 y 2017, las sequías causaron pérdidas económicas mundiales de cerca de 124.000 millones de dólares. 


Hoy, más de 2.300 millones de personas afrontan estrés hídrico y casi 160 millones de niños están expuestos a sequías severas y prolongadas.


Según las proyecciones de la UNCCD, a menos que se intensifique la acción de mitigación, para 2030 se calcula que 700 millones de personas correrán el riesgo de ser desplazadas por las sequías.


Para 2040 uno de cada cuatro niños vivirá en áreas con escasez extrema de agua y para 2050 las sequías pueden afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial y entre 4.800 y 5.700 millones de personas residirán en áreas con escasez de agua durante al menos un mes cada año, frente a los 3.600 millones actuales. 


En estrecha relación con lo anterior, hasta 216 millones de personas podrían verse obligadas a migrar en 2050, en gran parte debido a la sequía en combinación con otros factores, como la escasez de agua, la disminución de la productividad de los cultivos, el aumento del nivel del mar y la sobrepoblación.

Para todos

El mundo avanza hacia una inminente crisis alimentaria generalizada, según el último estudio del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que identifica como causas a los conflictos, la crisis económica, la pandemia y el impacto de la guerra en Ucrania, pero también las condiciones climáticas extremas.


En ese último aspecto, África es el continente más golpeado, con más de 300 episodios de sequía en los últimos 100 años, el 44% del total mundial, y más recientemente las cosas han ido todavía peor en el África subsahariana, con fenómenos cada vez más frecuentes e intensos en los que destacan los desastres de Etiopía, que además sufre un cruento conflicto interno en Tigray, y Somalia (el 40% sufre inseguridad alimentaria, unas seis millones de personas).


África sufrió la sequía con más frecuencia que cualquier otro continente, con 134 sequías, de las cuales 70 se produjeron en África Oriental. En todo el Cuerno de África, desde el norte de Kenia hasta Somalia y franjas de Etiopía, hasta 20 millones de personas podrían pasar hambre este año, ya que el retraso de las lluvias agrava lo que ya era la peor sequía en cuatro décadas. 


En 2021, la sequía más intensa que vivió Madagascar en 40 años, junto con otros fenómenos medioambientales provocados por el hombre, desató lo que el Programa Mundial de Alimentos considera “primera hambruna del cambio climático”. En total, unos 1,3 millones de malgaches sufrieron la crisis. Tormentas de arena probablemente causadas por la erosión del suelo y la deforestación de los últimos 20 a 30 años complicaron aún más los cultivos y la recolección de cosechas.


En Europa, en el último siglo se cuentan 45 grandes episodios de sequía que afectaron a millones de personas y provocaron más de 27.800 millones de dólares en pérdidas económicas. Hoy, una media anual del 15% de la superficie terrestre y el 17% de la población de la Unión Europea se ven afectados por la sequía. 


En Estados Unidos, las pérdidas de cosechas y otras pérdidas económicas debidas a la sequía han ascendido a varios cientos de miles de millones de dólares en el último siglo: 249.000 millones sólo desde 1980.


Ya en Asia, el efecto de las sequías graves redujo el PIB de India entre 2 y 5% entre 1998 y 2017. Este mismo 2022, India y Pakistán sufrieron una histórica ola de calor y sequías cuyas consecuencias todavía se miden. El gobierno indio, previendo males peores, prohibió directamente la exportación del trigo del país, segundo productor mundial del cereal después de Ucrania.


China, el mayor productor de trigo, estima que la de 2022 puede ser la peor de su historia por falta de lluvias.


Desde los 80, en Asia Central, los climas desérticos se han extendido hacia el norte hasta 100 kilómetros. En los últimos 35 años las temperaturas han aumentado en toda Asia Central, que incluye partes de China, Uzbekistán y Kirguistán. Las regiones montañosas se han vuelto más cálidas y húmedas, lo que podría haber acelerado el retroceso de algunos glaciares importantes. Son cambios que impactan en los ecosistemas y a quienes viven en ellos, para empezar, los humanos.


En Australia, como resultado de la llamada sequía del milenio, la productividad agrícola total se redujo en un 18% entre 2002 y 2010. En 2019 y 2020, el país sufrió seis meses de extendidas olas de calor con registros de temperaturas récord e incendios forestales en Nueva Gales del Sur y el sudeste australiano, en lo que se dio en llamar el Verano Negro. El fenómeno provocó una pérdida dramática de hábitat para especies amenazadas. Unos 3.000 millones de animales murieron o fueron desplazados en los incendios forestales australianos. 


En lo que va de este siglo, la Amazonia sufrió tres sequías generalizadas y todas ellas desencadenaron incendios forestales masivos. Los expertos vinculan la situación en la región con la sobreexplotación de la tierra y el cambio climático, y advierten que si la deforestación continúa a este ritmo hasta 16% de los bosques que quedan en la región arderán en 2050. 


América Latina y el Caribe, según el PMA, sufre una crisis oculta que involucra a casi 10 millones de personas sin acceso a los alimentos que necesitan, una cifra que puede elevarse hasta 14 millones en 2022. “Es un efecto dominó de los fenómenos climáticos, la pandemia en curso y la crisis alimentaria, energética y financiera vinculada con la guerra”, dijo Lola Castro, directora regional del PMA.

El futuro

Adicionalmente, el conflicto en Ucrania amenaza no sólo con aumentar los precios de los alimentos, sino también con elevar el precio de los fertilizantes para millones de pequeños agricultores, lo que pondría en peligro la cosecha del próximo año.


"A nivel mundial, nos enfrentamos a un año de necesidades sin precedentes, ya que los conflictos, las perturbaciones climáticas y el aumento del coste de los alimentos y el combustible hacen que millones de personas necesiten ayuda humanitaria", afirmó Michael Dunford, director regional del Programa Mundial de Alimentos (WFP) para África Oriental.


La UNCCD advierte sobre la encrucijada que plantean las sequías, cada vez más estrechamente vinculadas con el cambio climático: “Necesitamos orientarnos hacia las soluciones en lugar de continuar con acciones destructivas, creyendo que un cambio marginal puede curar la falla sistémica”, dice su jefe, Ibrahim Thiaw.


Según el organismo, una de las mejores soluciones es la restauración de la tierra, que aborda muchos de los factores subyacentes de los ciclos degradados del agua y la pérdida de fertilidad del suelo, para construir y reconstruir paisajes que imiten la naturaleza si es posible y crear sistemas ecológicos funcionales. 


Otra es la adopción de técnicas de gestión agrícola sostenibles y eficientes que produzcan más alimentos en menos tierra y con menos agua, cambios en las relaciones humanas con los alimentos al pasar a dietas basadas en plantas y reducir o eliminar el consumo de animales.


También, la UNCCD recomienda establecer sistemas efectivos de alerta temprana que funcionen más allá de las fronteras, el despliegue de nuevas tecnologías como seguimiento satelital e inteligencia artificial para guiar decisiones con mayor precisión e invertir en la salud del suelo. 


A corto plazo, sin embargo, el planeta tiene una complicación adicional con el Fenómeno La Niña, que desde 2021 influyó en las precipitaciones y exacerbó sequías e inundaciones en todo el mundo, y puede continuar en todo 2022, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). 


“El cambio climático antropógeno acrecienta los efectos de los fenómenos de origen natural, como La Niña, e incide cada vez más en las condiciones meteorológicas”, explicó Petteri Taalas, secretario general de la OMM. La traducción es, otra vez, la misma: mayor intensidad del calor y sequías, y riesgo conexo de incendios forestales, a la vez que diluvios e inundaciones sin precedentes.

 

 

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hola@fundamentar.com (Fundación Embajada Abierta) Opinión Wed, 27 Jul 2022 17:30:58 -0300
Mujeres en Islandia https://fundamentar.com/internacional/item/3053-mujeres-en-islandia https://fundamentar.com/internacional/item/3053-mujeres-en-islandia Mujeres en Islandia

A Islandia se lo ha calificado como el mejor país del mundo donde ser mujer, por las leyes que favorecen la integración laboral, la igualdad y otros aspectos | El feminismo incluso ha salido robustecido en la sociedad islandesa tras la quiebra económica del 2008, aunque todavía encuentra oposición
 

Islandia es un país donde un consultor de marketing puede presentarse a una entrevista sobre el descalabro financiero con un maletín en la mano izquierda… y un bebé de siete meses en la derecha. “Mi mujer es profesora y ya ha vuelto al trabajo, ahora me ocupo yo del pequeño”, explica con suma naturalidad el padre treintañero, y sigue hablando del desplome de la corona y la quiebra de los bancos mientras mece a su hijo.

Los padres islandeses tienen derecho a tres meses intransferibles de baja, además de los tres meses para la madre y otros tres a repartir entre ambos. Desde que la ley entró en vigor hace nueve años, ha sido un éxito: en el 2009 se beneficiaron más del 85% de los padres.

“Personalmente, es muy gratificante. Estableces una relación más cercana con tus hijos, te implicas en su educación desde pequeños. Los hombres también ganamos –dice Olafur Stephensen, a quien ser director del diario Fréttabladid, el primero del país, no le ha impedido acogerse al permiso con dos hijos–. Permite una división más igualitaria del trabajo del hogar, prerrequisito para la igualdad en el mercado laboral. El objetivo es que los hombres sean como las mujeres a la hora de ausentarse del trabajo. No sólo los primeros meses de vida de un hijo, también cuando enferma o para salir pronto para recogerlos en el colegio. Si no, es un círculo vicioso”.
El permiso de paternidad –introducido por un gobierno conservador– es uno de los motivos, aunque no el único, de que Islandia, una isla de hielo y fuego con 320.000 habitantes, lleve tres años liderando el ranking de igualdad de género del Foro Económico Mundial o de que la revista Newsweek lo haya proclamado el “mejor país del mundo para ser mujer”, después de examinar educación, sanidad, economía, justicia y, sobre todo, política.

La matrícula de honor, incluso frente a los vecinos escandinavos, se la lleva en participación femenina en política. Ya en 1980, Vigdís Finnbogadóttir, una madre soltera, fue la primera jefa de Estado democráticamente elegida del mundo. Hoy, las mujeres representan el 43% en el Parlamento y el 40% en los gobiernos municipales.

Han caído muchos pilares en la Islandia posdesastre financiero del 2008, el shock que llevó al país a reescribir la Constitución y a juzgar a sus gobernantes. El feminismo, sin embargo, se ha robustecido.

Han caído muchos pilares en la Islandia posdesastre financiero del 2008, el shock que llevó al país a reescribir la Constitución y a juzgar a sus gobernantes. El feminismo, sin embargo, se ha robustecido.El Gobierno –una coalición de socialdemócratas e izquierda ecologista– está liderado por Jóhanna Sigurdardóttir, lesbiana declarada, que dirige un gabinete paritario. En sus tres años de existencia ha aprobado un sinfín de leyes feministas. Ha ilegalizado la compra de servicios sexuales (como en Suecia y Noruega, para castigar al cliente y no a la prostituta) y la publicidad o el lucro de la prostitución. En el 2010, Islandia se convirtió en el primer país que prohíbe, por motivos no religiosos, los clubs de striptease, al considerarlos tapaderas de prostitución, trata de blancas y otras actividades delictivas.

La ley contra el maltrato, inspirada en el modelo austriaco, obliga al agresor o agresora a abandonar el domicilio, en lugar de trasladar a la víctima a un refugio. Y, si desde el 2008 había una ley de cuotas en el sector público, en el 2013 entrará en vigor otra que obliga a las empresas con más de 50 empleados a tener al menos un 40% de uno de los dos sexos en sus consejos de administración.

La fuerza del movimiento feminista en Islandia es extraordinaria, sobre todo contemplada desde el Mediterráneo. Algunas teorías apuntan que la mujer islandesa tiene una independencia y una autoconfianza innatas, forjadas durante siglos y siglos en los que los hombres pasaban largas temporadas en el mar mientras ellas tomaban las riendas en tierra. También en el interior de la isla, en una sociedad campesina que tenía que doblegar una naturaleza implacable, el trabajo femenino era fundamental.
Pero no fue hasta los años 70 del pasado siglo, con la transformación de esta sociedad pobre de campesinos y pescadores en un país desarrollado y moderno, cuando emergió el feminismo. Hay una fecha mítica, grabada en la psique colectiva: el 25 de octubre de 1975, día de la huelga femenina convocada por el grupo Medias Rojas, que siguió un 90% de las islandesas desde el puesto de trabajo o el hogar.

“Nunca antes había salido tanta gente a la calle –recuerda la ingeniera Guðrún Hallgrímsdóttir, de 71 años, una líder del movimiento–. Entonces las mujeres funcionaban sobre todo como fuerza laboral de reserva, por ejemplo en el sector pesquero, se las llamaba cuando había una gran captura. Pero ellas seguían viéndose como amas de casa. Ese día conseguimos que las mujeres se dieran cuenta de lo importante que era su trabajo. También le debemos nuestra actual red de guarderías públicas. Sólo había para madres solteras. Era una urgencia, porque es clave para la participación de las mujeres en el mercado laboral”. Aquí, Islandia tiene la tasa más elevada entre los países de la OCDE: 77,6%. También hay logros más sutiles, más simbólicos. “En los 70 no había forma de localizar a una mujer casada, porque en el listín telefónico o en el portal de su casa sólo aparecía el nombre del marido. Hoy sería impensable”, dice la veterana feminista.

Casi 40 años más tarde, sin embargo, una de las exigencias de las Medias Rojas sigue pendiente: la brecha salarial. La ley de “a igual trabajo, igual salario” fue aprobada en 1961, pero hoy ellas siguen cobrando entre un 8% y un 16% menos. Cincuenta mil mujeres, un tercio de la población femenina, salieron a la calle el 25 de octubre del año pasado contra la brecha y la violencia sexual, en una demostración de la fuerza y el consenso que sigue teniendo el feminismo.

Mientras las feministas de otros países siguen enzarzadas en la eterna discusión sobre si la prostitución es una forma de opresión o un derecho femenino, la ilegalización apenas ha provocado polémica en Islandia. No sólo entre las feministas: un 82% de las mujeres y un 57% de los hombres están a favor de prohibir la compra de sexo, y sólo un 8% de los islandeses se opone, según una encuesta.

La brecha salarial es un asunto más complejo. Sus causas son difíciles de identificar. Por ejemplo, los hombres alargan sus jornadas laborales y reclaman antes aumentos o ascensos. El Gobierno de Sigurdardóttir, exministra de Asuntos Sociales y con especial sensibilidad para la cuestiones de género, ha hecho de la igualdad salarial una de sus prioridades.

La brecha salarial es un asunto más complejo. Sus causas son difíciles de identificar. Por ejemplo, los hombres alargan sus jornadas laborales y reclaman antes aumentos o ascensos. El Gobierno de Sigurdardóttir, exministra de Asuntos Sociales y con especial sensibilidad para la cuestiones de género, ha hecho de la igualdad salarial una de sus prioridades. Ha designado un comité especial que elabora unos criterios que deberán ser observados por las empresas. Y la posibilidad de multar a las que no los respeten está encima de la mesa. “Algunos países ya lo están haciendo y está funcionando, es algo que tomar en consideración”, señala Kristín Ástgeirsdóttir, jefa del Centro para la Igualdad de Género.

Otra medida destinada a recortar la brecha es la cuota femenina en los consejos de administración del sector privado, sin duda la ley más polémica. “Lo hemos intentado todo para evitarla, pero cuando después de tantos años nada se mueve, te das cuenta de que a veces hay que forzar los cambios”, dice Ástgeirsdóttir. El 90% de los directores ejecutivos, gerentes y miembros de los consejos de administración de las grandes empresas son hombres.

“Al principio, hubo una oposición enorme de los empresarios –señala–. Pero han cambiado el tono, están aceptando que era una medida necesaria, incluso que les puede beneficiar. Lo demuestra la experiencia noruega: las empresas con dirección paritaria mejoran su imagen, el ambiente laboral y hasta aumentan sus beneficios económicos. Es difícil de comprender por qué algunos empresarios siguen siendo tan reacios, por qué quieren preservar su club de chicos”.

La referencia al “club de chicos” se escucha por todas partes en la nueva Islandia surgida tras la crisis financiera del 2008, cuando el país se acostó creyéndose un milagro capitalista y desayunó con los tres bancos nacionalizados, una deuda diez veces superior al PIB nacional y los ahorros de miles de familias desvanecidos. El shock fue tan tremendo que los islandeses emprendieron un implacable examen de conciencia colectivo, que no sólo les ha llevado a echar al gobierno conservador tras 17 años consecutivos en el poder o a sentar en el banquillo a los responsables de la crisis, sino también a cuestionar los cimientos de su cultura.
La catarsis alcanza también una dimensión de género. Si durante los años eufóricos del boom el país entero celebraba el arrojo de sus jóvenes banqueros, que se lanzaban a conquistar el mundo como antaño lo hicieron los vikingos, muchas voces reivindican ahora que los valores hipermasculinos condujeron a la bancarrota y llaman a una refeminización de la economía.

“El país se fue a pique, entre otros motivos, porque los consejos de administración de las empresas estaban copados por un grupo cerrado de hombres jóvenes y osados, educados en las mismas universidades, salidos de los mismos ambientes. Esta homogeneidad fue muy nociva para nuestra economía”, señala el director de diario Olafur Stephensen.

No es casualidad que el primer gobierno después de la crisis esté liderado por una mujer y sea el más feminista de la historia de Islandia. Por primera vez una mujer preside un banco, el nuevo Islandsbanki. Y hay iniciativas sorprendentes, como Audur Capital, cofundado por la exdirectora de la Cámara de Comercio, un fondo de capital riesgo que reivindica “la incorporación en el mundo financiero de valores femeninos” como “conciencia de riesgo”, “capital emocional” o “beneficios con principios”.
“Todo esto de los valores masculinos me parece una verdadera sandez. Es un análisis que ha calado sin argumentación”, exclama Sigrídur Andersen, abogada de 40 años y vicediputada del conservador Partido de la Independencia. “¡Había mujeres en el sector financiero, de hecho había muchas, y en todo caso la causa del desastre fueron las malas decisiones y no la falta de perspectiva femenina!”, añade.

Como muchas conservadoras, no se siente representada por el discurso feminista de Islandia, al que acusa de hacer “prevalecer los supuestos derechos de las mujeres como si fueran exclusivos y dejar de lado los derechos individuales”. Rechaza las cuotas: “Sólo los accionistas de una empresa pueden decidir quién debe componer el consejo de administración, aunque se equivoquen, y ni el Estado ni nadie tiene derecho a inmiscuirse. Además, no veo en qué las cuotas son una causa feminista: sólo beneficiarán a las mujeres concretas que entrarán en los consejos, pero no al conjunto de la sociedad. Además, a largo plazo sólo pueden perjudicar a las mujeres, cuyos méritos para ocupar el puesto siempre serán cuestionados”.

Andersen se opone incluso a que el Estado subsidie los nueve meses de baja por paternidad –hasta hace poco, se cubría hasta el 90% de los sueldos más altos, pero con la crisis se ha reducido la paga máxima en un 40%– y considera que “cada familia debe priorizar sus vidas en función de sus intereses”. “No le debemos nada al permiso de paternidad –señala–. Las islandesas siempre han sido muy independientes, los valores morales de nuestra cultura siempre han favorecido su participación en el mercado laboral. Mucho antes de que se introdujera el permiso, la tasa de participación ya era muy superior a las de otros países ­europeos”.

Otra voz muy crítica con el feminismo es la de Davíd Thorláksson, de 31 años y presidente de las juventudes del partido conservador. “Un informe de Newsweek demuestra que en Islandia ya no hay discriminación de género. Y hemos logrado ser el mejor país del mundo para ser mujer sin tener que recurrir a prohibiciones o a la interferencia del Estado”, afirma. ¿Quiere decir que las feministas han ido demasiado lejos? “Sí, es momento de parar, porque no se puede utilizar la discriminación del pasado para justificar nuevas discriminaciones, a mujeres o a hombres”, dice.

Quizás por eso, la coronación de Newsweek ha sido recibida con recelo por las feministas, cuya combatividad no ha mermado un ápice pese a los logros. “Islandia no es un paraíso y no, no me siento afortunada. Sabemos que hemos llegado más lejos que muchos países occidentales… ya no hablo de Afganistán, donde la situación es terrible. Nos solidarizamos con nuestras hermanas afganas, francesas o españolas, pero no es con ellas con quienes nos comparamos, sino con los hombres. Y hoy en día todavía es mucho mejor ser islandés que islandesa”, subraya Hanna Björg Vilhjálmsdóttir, de 48 años y profesora en el colegio universitario Borgarholtsskóli.

Vilhjálmsdóttir ha introducido un curso sobre igualdad de género con unos resultados tan positivos que centros educativos de todo el país se han interesado. Varios de sus alumnos, de 16 a 20 años, han salido en los medios de comunicación explicando que sus clases les han “transformado”, que les han abierto los ojos ante comportamientos ajenos y propios que antes no identificaban como sexistas. La profesora cree que el mayor desafío es la “pornificación”. “Cuando comencé a dar clases, hace seis años, me quedé horrorizada. Lo veo en la forma cómo se visten mis alumnas, obsesionadas con ser sexis porque la sociedad sólo las valora en función de su atractivo sexual. También en las relaciones de pareja: el pensamiento sexual masculino está tan coloreado por el porno que esperan que las chicas se sometan en la cama como en la pantalla. La pornificación es, ahora mismo, la fuerza que más oprime a las chicas e impide su emancipación”.

A Hildur Knùtsdòttir, de 27 años, le preocupa el “sexismo subyacente”, que permea sin ser percibido. Es autora de un blog de moda paródico, en el que escribe por medio de un álter ego –anoréxica, materialista y furibunda antifeminista– que encarna todo aquello que quiere combatir. Uno de sus apuntes se titula “14 formas de perder peso”, y entre las recomendaciones se encuentra “come siempre desnuda delante del espejo” o “no comas proteínas, porque desarrollan músculo y los músculos parecen grasa si los miras de cerca”. En otro, afirma: “Se han realizado numerosos estudios para averiguar por qué las feministas necesitan llamar tanto la atención, y todos los investigadores han llegado a la misma conclusión: la razón es simplemente porque nadie quiere follárselas”.

“Islandia quizás es perfecta sobre el papel, pero la realidad es otra cosa –dice Knùtsdòttir–. La discriminación salarial está prohibida, pero muchas mujeres cobran menos sólo porque lo son. También es ilegal violar, o maltratar, pero sigue ocurriendo. No podemos dejar de luchar”.

“La meta –dice la profesora Vilhjálmsdóttir– es la igualdad total con los hombres. Y no vamos a aceptar nada menos que eso”.

 

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Rafael Pansa

FUENTE: LaVanguardia

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hola@fundamentar.com (Fundamentar) Internacional Sat, 09 Nov 2013 23:53:58 -0300