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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Sat, 27 Apr 2024 17:24:19 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es La Traqueteada Nueva Normalidad de China https://fundamentar.com/economia/item/5306-la-traqueteada-nueva-normalidad-de-china https://fundamentar.com/economia/item/5306-la-traqueteada-nueva-normalidad-de-china El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz

En la China de hoy, como en los Estados Unidos de hace 35 años, hay un debate acerca de cuáles medidas, si las medidas en el lado de la oferta o aquellas en el lado de la demanda, son las que cuentan con una mayor probabilidad para restaurar el crecimiento.

El desplazamiento de China desde un modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones hacia uno basado en el consumo de los hogares ha sido mucho más traqueteado de lo que algunos predijeron, con fluctuaciones bursátiles y volatilidad en el tipo de cambio que incitan temores acerca de la estabilidad económica del país. No obstante, según parámetros históricos, la economía de China aún se desempeña bien – el crecimiento anual del PIB está cerca del 7%, algunos dirían que se desempeña muy bien – pero el éxito en la escala que China experimentó durante las últimas tres décadas hace que se engendren expectativas elevadas.

Hay una lección básica: “los mercados con características chinas” son tan volátiles y difíciles de controlar como lo son los mercados con características estadounidenses. Invariablemente, los mercados adquieren vida propia; no se les puede impartir órdenes fácilmente. En la medida que los mercados puedan ser controlados, dicho control se logra al establecer reglas de juego en forma transparente.

Todos los mercados necesitan reglas y regulaciones. Las reglas buenas pueden ayudar a estabilizar a los mercados. Las reglas mal diseñadas, independientemente de cuán bien intencionadas sean, pueden tener el efecto contrario.

Por ejemplo, desde la crisis del mercado de valores en Estados Unidos en el año 1987, se ha reconocido la importancia de contar con interruptores de circuito; no obstante, si el diseño de los mismos no es adecuado, dichas reformas pueden aumentar la volatilidad. Si se tienen dos niveles de interruptores de circuito – un para suspender operaciones bursátiles a corto plazo y otro para suspenderlas a largo plazo – y dichos niveles se establecen temporalmente uno muy cerca del otro, una vez que se active el primer interruptor, los participantes en el mercado al darse cuenta que es probable que se active también el segundo, podrían salir en estampida del mercado.
Por otra parte, lo que ocurre en los mercados puede acoplarse sólo en términos muy holgados con lo que ocurre con la economía real.

La reciente Gran Recesión ilustra esto. Mientras que el mercado de valores de Estados Unidos ha tenido una recuperación robusta, la economía real se ha mantenido de capa caída. Pero incluso así, la volatilidad del mercado de valores y del tipo de cambio pueden tener efectos reales. La incertidumbre puede conducir a que se consuma e invierta menos (esta es la razón por la cual los gobiernos deben aspirar a tener reglas que refuercen la estabilidad).

Lo que es más importante, sin embargo, son las reglas que rigen la economía real. En la China de hoy, como en los Estados Unidos de hace 35 años, hay un debate acerca de cuáles medidas, si las medidas en el lado de la oferta o aquellas en el lado de la demanda, son las que cuentan con una mayor probabilidad para restaurar el crecimiento. La experiencia de Estados Unidos y muchos otros casos proporcionan algunas respuestas.

Para empezar, las medidas en el lado de la oferta se pueden llevar a cabo de mejor manera cuando hay pleno empleo. En ausencia de una demanda que sea considerada suficiente, la mejora de la eficacia en el lado de la oferta sólo conduce a una mayor subutilización de los recursos. No se aumenta la producción al desplazar la mano de obra desde usos en actividades de baja productividad hacia el desempleo, cuya productividad es cero. Hoy en día, la deficiente demanda agregada a nivel mundial exige que los gobiernos tomen medidas para impulsar el gasto.

Para empezar, dicho gasto se puede poner al servicio de muchos usos buenos. Hoy en día, las necesidades de China que son muy importantes incluyen la reducción de la desigualdad, la moderación de la degradación ambiental, la creación de ciudades habitables, y las inversiones en salud pública, educación, infraestructura y tecnología. Las autoridades también tienen que fortalecer la capacidad regulatoria para garantizar la seguridad de los alimentos, edificios, medicamentos y mucho más. Los beneficios sociales provenientes de este tipo de inversiones exceden enormemente los costos de capital.

El error que cometió China en el pasado ha sido confiar demasiado en la financiación de la deuda. No obstante, China también tiene un amplio margen para aumentar su base fiscal de manera que se aumente la eficacia y/o el capital de manera generalizada. Los impuestos ambientales podrían conducir a una mejor calidad del aire y del agua, incluso mientras se generen ingresos sustanciales; los impuestos a la congestión mejorarían la calidad de vida en las ciudades; los impuestos a la propiedad y a las ganancias de capital alentarían una mayor inversión en actividades productivas, promoviendo el crecimiento. En resumen, si se diseñan correctamente, las medidas para el logro de un presupuesto equilibrado – como por ejemplo aumentar los impuestos en tándem con los gastos – podrían proporcionar un gran estímulo para la economía.

Tampoco debe China caer en la trampa de hacer hincapié en medidas retrógradas en el lado de la oferta. En EE.UU., se desperdiciaron recursos cuando se construyeron viviendas de mala calidad en el medio del desierto de Nevada. No obstante, la primera prioridad no es derribar aquellas viviendas (en un esfuerzo por consolidar el mercado de la vivienda); es garantizar que los recursos se asignen de manera eficiente en el futuro.

En efecto, el principio básico que se enseña en las primeras semanas de cualquier curso elemental de economía es olvidar el pasado – no llorar sobre la leche derramada. El acero de bajo costo (suministrado a precios por debajo del costo promedio de producción a largo plazo, pero a un costo igual o superior al costo marginal) puede ser una ventaja para otras industrias.

Hubiese sido un error, por ejemplo, destruir el exceso de capacidad de Estados Unidos en el rubro de fibra óptica, industria en la que las empresas estadounidenses ganaron muchísimo en la década de 1990. El valor de “opción” asociado con posibles usos futuros siempre debe ser contrastado con el costo mínimo de mantenimiento.

El desafío que enfrenta China mientras encara el problema de exceso de capacidad es que aquellos trabajadores que en el caso contrario perderían sus puestos de trabajo van a necesitar algún tipo de apoyo; las empresas presentarán sus argumentos a favor de un rescate robusto para minimizar sus pérdidas. Sin embargo, si el gobierno acompaña medidas en el lado de la demanda que sean eficaces con políticas relativas al mercado de trabajo que sean activas, al menos el problema del empleo podría abordarse de manera eficaz y se podrían diseñar políticas óptimas – o por lo menos razonables – para la restructuración económica.

También se tiene el problema deflacionario macroeconómico. El exceso de capacidad nutre a la presión a la baja de los precios, causando externalidades negativas que afectan a las empresas endeudadas, las cuales experimentan un aumento de su apalancamiento real (ajustado por la inflación). Sin embargo, un abordaje que supera a aquel de la consolidación en el lado de la oferta es una expansión agresiva en el lado de la demanda, que contrarrestaría las presiones deflacionarias.

Los principios económicos y factores políticos son, por lo tanto, bien conocidos. Sin embargo, demasiado a menudo el debate sobre la economía de China se ha visto dominado por propuestas ingenuas para llevar a cabo reformas en el lado de la oferta – junto con críticas a las medidas dirigidas al lado de la demanda que fueron adoptadas tras la crisis financiera mundial del 2008. Dichas medidas estaban lejos de ser perfectas; se las tuvo que formular sobre la marcha dentro de un contexto de una emergencia inesperada. No obstante, tomarlas fue mucho más beneficioso que hacer nada.

Esto ocurre debido a que usar recursos en formas subóptimas es siempre mejor que no usarlos en lo absoluto; en ausencia del estímulo posterior al año 2008, China hubiese sufrido un desempleo sustancial. Si las autoridades adoptan reformas en el lado de la demanda que estén mejor diseñadas, tendrán un ámbito acción más amplio para reformas integrales en el lado de la oferta. Por otra parte, se disminuirá marcadamente la magnitud de algunas de las reformas necesarias en el lado de la oferta, precisamente porque las medidas en el lado de la demanda van a reducir el exceso de oferta.

Este no es sólo un debate académico entre economistas occidentales tanto keynesianos como aquellos del lado de la oferta que ahora se despliega en el otro lado del mundo. El abordaje en cuanto a sus políticas que China adopte influirá fuertemente el desempeño y las perspectivas económicas en todo el mundo.

 

(*) Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de la Universidad de Columbia, fue presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton y se desempeñó como vicepresidente senior y economista jefe del Banco Mundial.

FUENTE: Project Syndicate

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hola@fundamentar.com (JOSEPH STIGLITZ(*)) Economía Fri, 29 Jan 2016 11:54:57 -0300
La Austeridad Es el Único Obstáculo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/4815-la-austeridad-es-el-unico-obstaculo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/4815-la-austeridad-es-el-unico-obstaculo El primer ministro heleno cambió a su equipo negociador con la troika tras las críticas unánimes contra su ministro de Finanzas. Varoufakis sigue a cargo del equipo, pero Tsipras nombró a Euclid Tsakalotos como coordinador del grupo.

Una falacia común permea en la cobertura informativa de la prensa mundial sobre las negociaciones entre el gobierno griego y sus acreedores.

La falacia, que se ilustra en un comentario reciente de Philip Stephens del diario Financial Times, es que “Atenas no logra o no quiere –o las dos– poner en aplicación un programa de reforma económica.” Una vez que esta falacia se presenta como hecho es natural que la cobertura se centre en que nuestro gobierno, en palabras de Stephens, “está desperdiciando la confianza y buena voluntad de sus socios de la eurozona”.

No obstante, la realidad de las negociaciones es muy distinta. Nuestro gobierno está dispuesto a aplicar un programa que incluya todas las reformas económicas que señalan los grupos de reflexión económica de Europa. Además, estamos en una posición única para conservar el apoyo del público griego para un programa económico sólido.

Consideremos lo que eso significa: un organismo fiscal independiente; superávits fiscales primarios razonables permanentes; un programa sensato y ambicioso de privatización combinado con un organismo de desarrollo que utilice los activos públicos para crear flujos de inversión; una reforma verdadera de las pensiones que garantice la sostenibilidad a largo plazo del sistema de seguridad social; la liberalización de los mercados de bienes y servicios, etc.

El problema es sencillo: los acreedores de Grecia insisten en una austeridad incluso mayor para este año y más adelante –enfoque que impediría la recuperación, obstruiría el crecimiento, agravaría el ciclo deuda-deflación-

Así pues, si nuestro gobierno está dispuesto a adoptar las reformas que nuestros socios esperan, ¿por qué no han producido las negociaciones un acuerdo? ¿En qué punto están bloqueadas?

El problema es sencillo: los acreedores de Grecia insisten en una austeridad incluso mayor para este año y más adelante –enfoque que impediría la recuperación, obstruiría el crecimiento, agravaría el ciclo deuda-deflación, y al final erosionaría la disponibilidad y capacidad de Grecia para aplicar el programa de reforma que el país necesita con tanta urgencia. Nuestro gobierno no puede aceptar –y no aceptará– un remedio que mostró durante más de cinco años ser peor que la enfermedad.

La insistencia de nuestros acreedores en aplicar una mayor austeridad es sutil y al mismo tiempo firme. Se pone de manifiesto en su exigencia de que Grecia mantenga superávits primarios elevados que no son sostenibles (más del 2% del PIB en 2016 y superiores al 2.5% o incluso al 3% en los años siguientes). Para lograrlo, tendríamos la obligación de aumentar la carga global del impuesto al valor agregado al sector privado, reducir pensiones ya de por sí reducidas en todos los sectores; y compensar las ganancias de la privatización (debido a los precios deprimidos de los activos) con medidas de consolidación fiscal “equivalentes”.

La opinión de que Grecia no ha logrado una consolidación fiscal suficiente no solo es falsa, es patentemente absurda. La gráfica (ver abajo) no solo lo muestra sino también explica sucintamente por qué Grecia no ha tenido resultados tan positivos como por ejemplo, España, Portugal, Irlanda o Chipre desde la crisis financiera de 2008. En comparación con los demás países de la periferia de la eurozona, Grecia ha sido objeto de una austeridad de al menos el doble. Eso es todo.

Después de la reciente victoria del primer ministro, David Cameron en Reino Unido, mi buen amigo, Lord Norman Lamont, ex ministro de Finanzas, comentó que la recuperación económica británica respalda la posición de nuestro gobierno. Recordó que en 2010, Grecia y Reino Unido tenían déficits fiscales más o menos similares (en comparación con el PIB). Grecia volvió a tener superávits primarios (que excluyen los pagos de intereses) en 2014, mientras que el gobierno británico consolidó de forma mucho más gradual y aún no tiene superávit.

Asimismo, Grecia ha enfrentado una contracción monetaria (que recientemente se ha convertido en asfixia monetaria), a diferencia del Reino Unido, donde el Banco de Inglaterra ha respaldado cada acción del proceso. El resultado es un continuo estancamiento de Grecia, mientras que el Reino Unido ha registrado un crecimiento sólido.

Observadores objetivos de las negociaciones entre Grecia y sus acreedores que han durado cuatro meses, no pueden evitar llegar a una simple conclusión: el mayor obstáculo, lo único que impide llegar a un acuerdo, es la insistencia de los acreedores en que se aplique una austeridad incluso mayor, aún a expensas del programa de reforma que nuestro gobierno está dispuesto a aplicar.

Evidentemente, la demanda de nuestros acreedores de una mayor austeridad no tiene que ver con preocupaciones sobre una reforma verdadera o avanzar hacia un camino fiscal sostenible en Grecia. Su única motivación es algo que solo los historiadores futuros – quienes sin duda examinarán gran parte de la cobertura de los medios actuales con algo de escepticismo– podrán averiguar.

 

(*) Ministro de finanzas de Grecia

 

FUENTE: Project Syndicate

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hola@fundamentar.com (YANIS VAROUFAKIS(*)) Opinión Mon, 01 Jun 2015 14:45:51 -0300