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Fundamentar - Artículos Este portal pretende hacer un aporte a la cualificación del debate político y económico en la Argentina. Ponemos ideas en discusión que pretenden servir para que surjan otras visiones que enriquezcan el análisis. https://fundamentar.com/articulos/opinion/itemlist/tag/derecha%20latinoamericana 2024-05-14T15:07:30-03:00 Joomla! - Open Source Content Management La Nueva Derecha en América Latina 2014-11-04T16:56:37-03:00 2014-11-04T16:56:37-03:00 https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/4252-la-nueva-derecha-en-america-latina JOSÉ NATANSON (*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/67c060ba9d344cfb14a762a07b4400d4_S.jpg" alt="El candidato a presidente de Brasil, Aécio Neves, en la tapa de la revista Veja" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>Los resultados de los comicios presidenciales en Brasil, el antecedente de Henrique Capriles en Venezuela y las encuestas en Argentina definen un paisaje electoral m&aacute;s competitivo que el del pasado, con los gobiernos progresistas enfrentando m&aacute;s dificultades para retener el poder y en el que se destaca la emergencia de una nueva derecha, que es democr&aacute;tica, pos-neoliberal e incluso est&aacute; dispuesta a exhibir una novedosa cara social.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> Pero no nos desviemos y tratemos de caracterizarla.</p> <p> <strong>DEMOCR&Aacute;TICA</strong></p> <p> El talante democr&aacute;tico de la nueva derecha es toda una novedad regional. En efecto, hist&oacute;ricamente las fuerzas conservadoras rara vez resist&iacute;an la tentaci&oacute;n de golpear las puertas de los cuarteles cuando percib&iacute;an que sus intereses no pod&iacute;an imponerse por v&iacute;a de las <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/Uribe-Massa.jpg" style="width: 400px; height: 258px; margin-left: 10px; margin-right: 10px; float: left;" title="El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, junto al precandidato a presidente de Argentina, Sergio Massa" />urnas, como sucedi&oacute; en 1955, 1966 y 1976 en Argentina y como ocurri&oacute; en 1964 en Brasil, en 1973 en Uruguay y en los 80 en toda Centroam&eacute;rica, o cuando, como en el Chile de Allende o la Guatemala de Arbenz, consideraban que la radicalizaci&oacute;n de los gobiernos de izquierda hab&iacute;a alcanzado niveles intolerables. Todo esto ocurr&iacute;a, por supuesto, en contextos pol&iacute;ticos pretorianizados, en donde los militares funcionaban como un recurso m&aacute;s del juego pol&iacute;tico y en donde tambi&eacute;n la izquierda recurr&iacute;a de vez en cuando a ellos, como en Per&uacute; en 1968 y en Ecuador en el 2000.</p> <p> Pero eso ha cambiado y hoy la derecha latinoamericana ha aceptado a la democracia como el &uacute;nico sistema posible (el peor sistema dise&ntilde;ado por el hombre a excepci&oacute;n de todos los dem&aacute;s, seg&uacute;n el c&eacute;lebre aforismo de Churchill). Esto no implica, por supuesto, que est&eacute; completamente libre de intentos golpistas, ensayos de desestabilizaci&oacute;n y deslices autoritarios, como demuestra la experiencia reciente de Honduras, Paraguay, Ecuador y Bolivia. Hay quienes practican el &ldquo;golpismo sin sujeto&rdquo;, la nueva modalidad del desplazamiento extra-institucional del siglo XXI (1), y est&aacute;n aquellos que se niegan a aceptar derrotas electorales limpias, algo que por otra parte no es un vicio exclusivo de la derecha, a juzgar por las denuncias de fraude agitadas por Andr&eacute;s Manuel L&oacute;pez Obrador tras las elecciones de 2006 en M&eacute;xico.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Lo central es que los n&uacute;cleos m&aacute;s recalcitrantes constituyen sectores minoritarios dentro de las fuerzas de la nueva derecha, que son m&aacute;s complejas y contradictorias de lo que el punto de vista simplista est&aacute; a menudo dispuesto a admitir.</p> <p> Pero, m&aacute;s all&aacute; de los matices, lo central es que los n&uacute;cleos m&aacute;s recalcitrantes constituyen sectores minoritarios dentro de las fuerzas de la nueva derecha, que son m&aacute;s complejas y contradictorias de lo que el punto de vista simplista est&aacute; a menudo dispuesto a admitir. En una mirada general, sus partidos y candidatos surgieron sobre el final de los per&iacute;odos autoritarios y en algunos casos enfrent&aacute;ndolos, como sucede con el PSDB brasilero, un partido modernizante de profesionales e intelectuales que se sum&oacute; a las protestas contra el gobierno militar, o como ocurre con Sebasti&aacute;n Pi&ntilde;era y su c&eacute;lebre voto por el No en el plebiscito contra Pinochet, lo que desde luego no les ha impedido explorar m&aacute;s tarde alianzas con fuerzas vinculadas a las dictaduras, como el DEM brasilero o la UDI chilena. En suma, el car&aacute;cter democr&aacute;tico de la nueva derecha &ndash;m&aacute;s all&aacute; de sus convicciones, que como no somos psic&oacute;logos preferimos no explorar&ndash; se explica por una cuesti&oacute;n de origen.</p> <p> <strong>POS-NEOLIBERAL</strong></p> <p> Adem&aacute;s de democr&aacute;tica, la nueva derecha es pos-neoliberal. Aunque sus programas econ&oacute;micos incluyen las conocidas prescripciones pro-mercado, son escasas las menciones expl&iacute;citas a las pol&iacute;ticas de desregulaci&oacute;n, privatizaci&oacute;n y apertura comercial que constitu&iacute;an el n&uacute;cleo b&aacute;sico del Consenso de Washington. Estrategia que, una vez m&aacute;s, tiene menos que ver con la astucia ocultista del marketing pol&iacute;tico que con el contexto: ocurre que todas estas reformas ya fueron aplicadas y que, aunque hubo correcciones y contrarreformas de distinta intensidad, en t&eacute;rminos generales se encuentran vigentes. Por ejemplo, el arancel promedio latinoamericano &ndash;indicador de apertura comercial&ndash; se sit&uacute;a actualmente en el 14 por ciento, contra el 42,5 en 1985; el costo laboral &ndash;indicador de flexibilizaci&oacute;n&ndash; se redujo 40 por ciento, y el gasto p&uacute;blico &ndash;indicador de intervenci&oacute;n estatal&ndash; pas&oacute; del 20,5 al 35 por ciento (2). En otras palabras, las propuestas no incluyen menciones expl&iacute;citas al neoliberalismo porque el neoliberalismo es antip&aacute;tico pero sobre todo porque el neoliberalismo ya ocurri&oacute;.</p> <p> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/leopoldo_lopez_-_yohani_Sanchez.jpg" style="width: 400px; height: 241px; margin-left: 10px; margin-right: 10px; float: left;" title="Leopoldo López, opositor venezolano, junto a Yoani Sanchez, bloggera opositora cubana" />Nuevamente habr&aacute; que matizar el argumento. Las bajas dosis de neoliberalismo expl&iacute;cito contenidas en los programas econ&oacute;micos de la nueva derecha no implican de ning&uacute;n modo equipararlas a los oficialismos de izquierda. Una derecha sin izquierda es un imposible geom&eacute;trico tanto como un absurdo pol&iacute;tico. Las diferencias siempre existen; lo crucial es capturarlas anal&iacute;ticamente y considerarlas en su justa medida. Por ejemplo, un triunfo de A&eacute;cio Neves en Brasil, como uno de Lacalle Pou en Uruguay o uno de Mauricio Macri en Argentina, no hubiera implicado un retorno al proyecto del ALCA, como se anda diciendo por ah&iacute;, por el simple hecho de que, aun si ese hubiera sido su objetivo, los empresarios paulistas no se lo hubieran permitido, y porque la estrategia de Estados Unidos consiste ahora en firmar tratados de libre comercio bilaterales m&aacute;s que embarcarse en imposibles negociaciones con bloques.</p> <p> En cambio, s&iacute; podr&iacute;a llevar a una &ldquo;flexi-bilizaci&oacute;n&rdquo; del Mercosur, propuesta compartida por los partidos opositores de los cinco socios del Mercosur. Aunque no resulta f&aacute;cil entender qu&eacute; significa exactamente, porque la idea suele formularse en t&eacute;rminos abstractos, parecer&iacute;a apuntar a una transformaci&oacute;n del bloque, de la uni&oacute;n aduanera que es actualmente a una zona de libre comercio, para lo cual habr&iacute;a que derogar la famosa cl&aacute;usula 31, que les impide a los integrantes negociar individualmente tratados comerciales con terceros. Un cambio de este tipo, que acercar&iacute;a al Mercosur a modelos de integraci&oacute;n m&aacute;s abiertos como el NAFTA o la Alianza del Pac&iacute;fico, supondr&iacute;a abandonar el arancel unificado (por otra parte lleno de agujeros, excepciones y reg&iacute;menes especiales), los proyectos de integraci&oacute;n productiva (salvo en casos como el de la industria automotriz, escasamente desarrollados) y la convergencia econ&oacute;mica estructural (limitada a las declaraciones de deseos de las cumbres de presidentes). En otras palabras: m&aacute;s que &ldquo;abandonar&rdquo; el Mercosur, implicar&iacute;a recuperar su esp&iacute;ritu comercialista original &ndash;recordemos que el tratado fundacional fue firmado en 1991 por Carlos Menem y Fernando Collor de Mello&ndash; orientado a facilitar los negocios de los sectores empresariales m&aacute;s din&aacute;micos de cada pa&iacute;s.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Hombres de acci&oacute;n, que casi siempre son j&oacute;venes o se esfuerzan por parecerlo, y que combinan berlusconianamente la tradici&oacute;n liberal con la conservadora y exhiben una agilidad program&aacute;tica y un sentido de la oportunidad de una astucia ausente en sus latosos antecesores.</p> <p> <strong>SOCIAL</strong></p> <p> Por &uacute;ltimo, la nueva derecha tiene una cara social. Sus l&iacute;deres prometen mantener los programas desplegados en la &uacute;ltima d&eacute;cada e incluso disputan la simbolog&iacute;a de la izquierda, como ocurre con Capriles, que asegur&oacute; que no desarmar&aacute; las misiones chavistas en caso de llegar a la presidencia, bautiz&oacute; Sim&oacute;n Bol&iacute;var a su comando de campa&ntilde;a y hasta se viste con el amarillo, azul y rojo en los actos proselitistas. El hecho de que los candidatos de otros pa&iacute;ses hayan recurrido a la misma estrategia y que incluso se debata su &ldquo;caprilizaci&oacute;n&rdquo; (3) confirma que, como en su momento sucedi&oacute; con Hugo Ch&aacute;vez, el primer l&iacute;der de la nueva izquierda en llegar al gobierno, Venezuela dispone de una asombrosa capacidad anticipatoria.</p> <p> Real o impostada, la cara social de la nueva derecha la hace competitiva, le permite combinar la apuesta al &ldquo;voto de opini&oacute;n&rdquo; de las grandes ciudades con las redes clientelares tradicionales, a veces heredadas de las dictaduras, como sucede con la UDI en Chile y con DEM en Brasil, y en otros casos construidas por los viejos partidos populistas, como ocurre con los blancos en Uruguay o como sucede con Macri en la Ciudad de Buenos Aires, donde el PRO absorbi&oacute; una parte de la densa trama del viejo PJ Capital y consigui&oacute;, en todas sus elecciones, resonantes triunfos en las comunas del Sur.</p> <p> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/Uribe-Macri.jpg" style="width: 400px; height: 225px; margin-left: 10px; margin-right: 10px; float: left;" title="El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, junto al precandidato a presidente de Argentina, Mauricio Macri" />Esto marca un contraste con la mucho m&aacute;s ideol&oacute;gica derecha cl&aacute;sica, lo que a su vez se refleja en el perfil de sus l&iacute;deres. A diferencia de los viejos dinosaurios, en general economistas estilo Alsogaray, Cavallo o L&oacute;pez Murphy, la nueva derecha est&aacute; integrada por empresarios, gestores y deportistas, de Mauricio Macri a Vicente Fox, de Samuel Doria Medina a Daniel Scioli. Hombres de acci&oacute;n, que casi siempre son j&oacute;venes o se esfuerzan por parecerlo, y que combinan berlusconianamente la tradici&oacute;n liberal con la conservadora y exhiben una agilidad program&aacute;tica y un sentido de la oportunidad de una astucia ausente en sus latosos antecesores.</p> <p> <strong>NOVEDADES</strong></p> <p> Los rasgos analizados m&aacute;s arriba se reflejan en dos grandes transformaciones electorales. La primera es un cambio de los votantes de la izquierda, que ha ido perdiendo parte de su apoyo original en las clases medias para anclarse, cada vez m&aacute;s, en los sectores populares, como demuestra el movimiento del electorado del PT del Sur al Nordeste, y como revelan tambi&eacute;n los avances del Frente Amplio en el interior. Incluso Evo Morales, que arras&oacute; en los comicios presidenciales de Bolivia, obtuvo en el n&uacute;cleo altipl&aacute;nico menos votos que en el pasado, como advierte Federico V&aacute;zquez en la columna que acompa&ntilde;a este editorial. La segunda novedad, que ser&aacute; necesario explorar con m&aacute;s calma, es la dificultad de los gobiernos progresistas para seducir a los votantes m&aacute;s j&oacute;venes, que cada vez m&aacute;s tienden a inclinarse por la oposici&oacute;n, quiz&aacute;s porque la dram&aacute;tica experiencia del neoliberalismo permanece en ellos como un recuerdo difuso, lejano. Por todos estos motivos, y por m&aacute;s que todav&iacute;a no logre llegar al poder, la nueva derecha aparece como un sujeto nuevo y competitivo en la pol&iacute;tica latinoamericana.</p> <p> &nbsp;</p> <p> (*) Director de Le Monde Diplomatique ed. cono sur. Periodista y polit&oacute;logo, trabaj&oacute; como redactor y columnista del diario P&aacute;gina/12. Colaborador habitual en diversos medios en Argentina y Am&eacute;rica Latina, condujo programas en radio y televisi&oacute;n y fue jefe de redacci&oacute;n de la revista Nueva Sociedad. Se desempe&ntilde;&oacute; como consultor del PNUD.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <strong>FUENTE:</strong> <a href="http://www.eldiplo.org/185-el-empleo-en-peligro/la-nueva-derecha-en-america-latina/" target="_blank">El Dipl&oacute;</a></p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/67c060ba9d344cfb14a762a07b4400d4_S.jpg" alt="El candidato a presidente de Brasil, Aécio Neves, en la tapa de la revista Veja" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>Los resultados de los comicios presidenciales en Brasil, el antecedente de Henrique Capriles en Venezuela y las encuestas en Argentina definen un paisaje electoral m&aacute;s competitivo que el del pasado, con los gobiernos progresistas enfrentando m&aacute;s dificultades para retener el poder y en el que se destaca la emergencia de una nueva derecha, que es democr&aacute;tica, pos-neoliberal e incluso est&aacute; dispuesta a exhibir una novedosa cara social.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> Pero no nos desviemos y tratemos de caracterizarla.</p> <p> <strong>DEMOCR&Aacute;TICA</strong></p> <p> El talante democr&aacute;tico de la nueva derecha es toda una novedad regional. En efecto, hist&oacute;ricamente las fuerzas conservadoras rara vez resist&iacute;an la tentaci&oacute;n de golpear las puertas de los cuarteles cuando percib&iacute;an que sus intereses no pod&iacute;an imponerse por v&iacute;a de las <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/Uribe-Massa.jpg" style="width: 400px; height: 258px; margin-left: 10px; margin-right: 10px; float: left;" title="El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, junto al precandidato a presidente de Argentina, Sergio Massa" />urnas, como sucedi&oacute; en 1955, 1966 y 1976 en Argentina y como ocurri&oacute; en 1964 en Brasil, en 1973 en Uruguay y en los 80 en toda Centroam&eacute;rica, o cuando, como en el Chile de Allende o la Guatemala de Arbenz, consideraban que la radicalizaci&oacute;n de los gobiernos de izquierda hab&iacute;a alcanzado niveles intolerables. Todo esto ocurr&iacute;a, por supuesto, en contextos pol&iacute;ticos pretorianizados, en donde los militares funcionaban como un recurso m&aacute;s del juego pol&iacute;tico y en donde tambi&eacute;n la izquierda recurr&iacute;a de vez en cuando a ellos, como en Per&uacute; en 1968 y en Ecuador en el 2000.</p> <p> Pero eso ha cambiado y hoy la derecha latinoamericana ha aceptado a la democracia como el &uacute;nico sistema posible (el peor sistema dise&ntilde;ado por el hombre a excepci&oacute;n de todos los dem&aacute;s, seg&uacute;n el c&eacute;lebre aforismo de Churchill). Esto no implica, por supuesto, que est&eacute; completamente libre de intentos golpistas, ensayos de desestabilizaci&oacute;n y deslices autoritarios, como demuestra la experiencia reciente de Honduras, Paraguay, Ecuador y Bolivia. Hay quienes practican el &ldquo;golpismo sin sujeto&rdquo;, la nueva modalidad del desplazamiento extra-institucional del siglo XXI (1), y est&aacute;n aquellos que se niegan a aceptar derrotas electorales limpias, algo que por otra parte no es un vicio exclusivo de la derecha, a juzgar por las denuncias de fraude agitadas por Andr&eacute;s Manuel L&oacute;pez Obrador tras las elecciones de 2006 en M&eacute;xico.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Lo central es que los n&uacute;cleos m&aacute;s recalcitrantes constituyen sectores minoritarios dentro de las fuerzas de la nueva derecha, que son m&aacute;s complejas y contradictorias de lo que el punto de vista simplista est&aacute; a menudo dispuesto a admitir.</p> <p> Pero, m&aacute;s all&aacute; de los matices, lo central es que los n&uacute;cleos m&aacute;s recalcitrantes constituyen sectores minoritarios dentro de las fuerzas de la nueva derecha, que son m&aacute;s complejas y contradictorias de lo que el punto de vista simplista est&aacute; a menudo dispuesto a admitir. En una mirada general, sus partidos y candidatos surgieron sobre el final de los per&iacute;odos autoritarios y en algunos casos enfrent&aacute;ndolos, como sucede con el PSDB brasilero, un partido modernizante de profesionales e intelectuales que se sum&oacute; a las protestas contra el gobierno militar, o como ocurre con Sebasti&aacute;n Pi&ntilde;era y su c&eacute;lebre voto por el No en el plebiscito contra Pinochet, lo que desde luego no les ha impedido explorar m&aacute;s tarde alianzas con fuerzas vinculadas a las dictaduras, como el DEM brasilero o la UDI chilena. En suma, el car&aacute;cter democr&aacute;tico de la nueva derecha &ndash;m&aacute;s all&aacute; de sus convicciones, que como no somos psic&oacute;logos preferimos no explorar&ndash; se explica por una cuesti&oacute;n de origen.</p> <p> <strong>POS-NEOLIBERAL</strong></p> <p> Adem&aacute;s de democr&aacute;tica, la nueva derecha es pos-neoliberal. Aunque sus programas econ&oacute;micos incluyen las conocidas prescripciones pro-mercado, son escasas las menciones expl&iacute;citas a las pol&iacute;ticas de desregulaci&oacute;n, privatizaci&oacute;n y apertura comercial que constitu&iacute;an el n&uacute;cleo b&aacute;sico del Consenso de Washington. Estrategia que, una vez m&aacute;s, tiene menos que ver con la astucia ocultista del marketing pol&iacute;tico que con el contexto: ocurre que todas estas reformas ya fueron aplicadas y que, aunque hubo correcciones y contrarreformas de distinta intensidad, en t&eacute;rminos generales se encuentran vigentes. Por ejemplo, el arancel promedio latinoamericano &ndash;indicador de apertura comercial&ndash; se sit&uacute;a actualmente en el 14 por ciento, contra el 42,5 en 1985; el costo laboral &ndash;indicador de flexibilizaci&oacute;n&ndash; se redujo 40 por ciento, y el gasto p&uacute;blico &ndash;indicador de intervenci&oacute;n estatal&ndash; pas&oacute; del 20,5 al 35 por ciento (2). En otras palabras, las propuestas no incluyen menciones expl&iacute;citas al neoliberalismo porque el neoliberalismo es antip&aacute;tico pero sobre todo porque el neoliberalismo ya ocurri&oacute;.</p> <p> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/leopoldo_lopez_-_yohani_Sanchez.jpg" style="width: 400px; height: 241px; margin-left: 10px; margin-right: 10px; float: left;" title="Leopoldo López, opositor venezolano, junto a Yoani Sanchez, bloggera opositora cubana" />Nuevamente habr&aacute; que matizar el argumento. Las bajas dosis de neoliberalismo expl&iacute;cito contenidas en los programas econ&oacute;micos de la nueva derecha no implican de ning&uacute;n modo equipararlas a los oficialismos de izquierda. Una derecha sin izquierda es un imposible geom&eacute;trico tanto como un absurdo pol&iacute;tico. Las diferencias siempre existen; lo crucial es capturarlas anal&iacute;ticamente y considerarlas en su justa medida. Por ejemplo, un triunfo de A&eacute;cio Neves en Brasil, como uno de Lacalle Pou en Uruguay o uno de Mauricio Macri en Argentina, no hubiera implicado un retorno al proyecto del ALCA, como se anda diciendo por ah&iacute;, por el simple hecho de que, aun si ese hubiera sido su objetivo, los empresarios paulistas no se lo hubieran permitido, y porque la estrategia de Estados Unidos consiste ahora en firmar tratados de libre comercio bilaterales m&aacute;s que embarcarse en imposibles negociaciones con bloques.</p> <p> En cambio, s&iacute; podr&iacute;a llevar a una &ldquo;flexi-bilizaci&oacute;n&rdquo; del Mercosur, propuesta compartida por los partidos opositores de los cinco socios del Mercosur. Aunque no resulta f&aacute;cil entender qu&eacute; significa exactamente, porque la idea suele formularse en t&eacute;rminos abstractos, parecer&iacute;a apuntar a una transformaci&oacute;n del bloque, de la uni&oacute;n aduanera que es actualmente a una zona de libre comercio, para lo cual habr&iacute;a que derogar la famosa cl&aacute;usula 31, que les impide a los integrantes negociar individualmente tratados comerciales con terceros. Un cambio de este tipo, que acercar&iacute;a al Mercosur a modelos de integraci&oacute;n m&aacute;s abiertos como el NAFTA o la Alianza del Pac&iacute;fico, supondr&iacute;a abandonar el arancel unificado (por otra parte lleno de agujeros, excepciones y reg&iacute;menes especiales), los proyectos de integraci&oacute;n productiva (salvo en casos como el de la industria automotriz, escasamente desarrollados) y la convergencia econ&oacute;mica estructural (limitada a las declaraciones de deseos de las cumbres de presidentes). En otras palabras: m&aacute;s que &ldquo;abandonar&rdquo; el Mercosur, implicar&iacute;a recuperar su esp&iacute;ritu comercialista original &ndash;recordemos que el tratado fundacional fue firmado en 1991 por Carlos Menem y Fernando Collor de Mello&ndash; orientado a facilitar los negocios de los sectores empresariales m&aacute;s din&aacute;micos de cada pa&iacute;s.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Hombres de acci&oacute;n, que casi siempre son j&oacute;venes o se esfuerzan por parecerlo, y que combinan berlusconianamente la tradici&oacute;n liberal con la conservadora y exhiben una agilidad program&aacute;tica y un sentido de la oportunidad de una astucia ausente en sus latosos antecesores.</p> <p> <strong>SOCIAL</strong></p> <p> Por &uacute;ltimo, la nueva derecha tiene una cara social. Sus l&iacute;deres prometen mantener los programas desplegados en la &uacute;ltima d&eacute;cada e incluso disputan la simbolog&iacute;a de la izquierda, como ocurre con Capriles, que asegur&oacute; que no desarmar&aacute; las misiones chavistas en caso de llegar a la presidencia, bautiz&oacute; Sim&oacute;n Bol&iacute;var a su comando de campa&ntilde;a y hasta se viste con el amarillo, azul y rojo en los actos proselitistas. El hecho de que los candidatos de otros pa&iacute;ses hayan recurrido a la misma estrategia y que incluso se debata su &ldquo;caprilizaci&oacute;n&rdquo; (3) confirma que, como en su momento sucedi&oacute; con Hugo Ch&aacute;vez, el primer l&iacute;der de la nueva izquierda en llegar al gobierno, Venezuela dispone de una asombrosa capacidad anticipatoria.</p> <p> Real o impostada, la cara social de la nueva derecha la hace competitiva, le permite combinar la apuesta al &ldquo;voto de opini&oacute;n&rdquo; de las grandes ciudades con las redes clientelares tradicionales, a veces heredadas de las dictaduras, como sucede con la UDI en Chile y con DEM en Brasil, y en otros casos construidas por los viejos partidos populistas, como ocurre con los blancos en Uruguay o como sucede con Macri en la Ciudad de Buenos Aires, donde el PRO absorbi&oacute; una parte de la densa trama del viejo PJ Capital y consigui&oacute;, en todas sus elecciones, resonantes triunfos en las comunas del Sur.</p> <p> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/Uribe-Macri.jpg" style="width: 400px; height: 225px; margin-left: 10px; margin-right: 10px; float: left;" title="El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, junto al precandidato a presidente de Argentina, Mauricio Macri" />Esto marca un contraste con la mucho m&aacute;s ideol&oacute;gica derecha cl&aacute;sica, lo que a su vez se refleja en el perfil de sus l&iacute;deres. A diferencia de los viejos dinosaurios, en general economistas estilo Alsogaray, Cavallo o L&oacute;pez Murphy, la nueva derecha est&aacute; integrada por empresarios, gestores y deportistas, de Mauricio Macri a Vicente Fox, de Samuel Doria Medina a Daniel Scioli. Hombres de acci&oacute;n, que casi siempre son j&oacute;venes o se esfuerzan por parecerlo, y que combinan berlusconianamente la tradici&oacute;n liberal con la conservadora y exhiben una agilidad program&aacute;tica y un sentido de la oportunidad de una astucia ausente en sus latosos antecesores.</p> <p> <strong>NOVEDADES</strong></p> <p> Los rasgos analizados m&aacute;s arriba se reflejan en dos grandes transformaciones electorales. La primera es un cambio de los votantes de la izquierda, que ha ido perdiendo parte de su apoyo original en las clases medias para anclarse, cada vez m&aacute;s, en los sectores populares, como demuestra el movimiento del electorado del PT del Sur al Nordeste, y como revelan tambi&eacute;n los avances del Frente Amplio en el interior. Incluso Evo Morales, que arras&oacute; en los comicios presidenciales de Bolivia, obtuvo en el n&uacute;cleo altipl&aacute;nico menos votos que en el pasado, como advierte Federico V&aacute;zquez en la columna que acompa&ntilde;a este editorial. La segunda novedad, que ser&aacute; necesario explorar con m&aacute;s calma, es la dificultad de los gobiernos progresistas para seducir a los votantes m&aacute;s j&oacute;venes, que cada vez m&aacute;s tienden a inclinarse por la oposici&oacute;n, quiz&aacute;s porque la dram&aacute;tica experiencia del neoliberalismo permanece en ellos como un recuerdo difuso, lejano. Por todos estos motivos, y por m&aacute;s que todav&iacute;a no logre llegar al poder, la nueva derecha aparece como un sujeto nuevo y competitivo en la pol&iacute;tica latinoamericana.</p> <p> &nbsp;</p> <p> (*) Director de Le Monde Diplomatique ed. cono sur. Periodista y polit&oacute;logo, trabaj&oacute; como redactor y columnista del diario P&aacute;gina/12. Colaborador habitual en diversos medios en Argentina y Am&eacute;rica Latina, condujo programas en radio y televisi&oacute;n y fue jefe de redacci&oacute;n de la revista Nueva Sociedad. Se desempe&ntilde;&oacute; como consultor del PNUD.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <strong>FUENTE:</strong> <a href="http://www.eldiplo.org/185-el-empleo-en-peligro/la-nueva-derecha-en-america-latina/" target="_blank">El Dipl&oacute;</a></p></div>