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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Thu, 28 Mar 2024 17:34:12 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Eclécticos, inexpertos, descolocados https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6790-eclecticos-inexpertos-descolocados https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6790-eclecticos-inexpertos-descolocados Eclécticos, inexpertos, descolocados

Si arrastré por este mundo,
la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.
Bajo el ala del sombrero, cuántas veces embozada,
una lágrima asomada yo no pude contener

Carlos Gardel - “Cuesta abajo”

La fecha ya pasó. El hecho político que todo el país esperaba sucedió. La elección del 22 de octubre comienza a quedar en el espejo retrovisor y las reinterpretaciones fluyen. Desde los protagonistas que jugaron el juego, desde los que tienen una chance más y desde el conjunto del sistema que asume que nada está definido por sí mismo, no son pocos los sorprendidos, pero las 48 horas posteriores al resultado del último domingo dejan tres conclusiones básicas: el perfil ecléctico del electorado argentino; la inexperiencia libertaria que paga un alto costo por haber intentado barrer con todo el espectro de una sola vez y para siempre; y la descolocación de no pocos voceros que no terminan de decodificar los casi 37 puntos del vencedor.

Si uno mira el proceso electoral de este 2023 como un todo, entenderá la complejidad que acarrea su decodificación. No sólo porque además de la nacional han existido otras 24 jurisdicciones provinciales con sus propias complejidades, sino porque, si uno mira cómo había quedado dispuesto el mapa electoral argentino a partir del 13 de agosto y lo revisa ahora, no podrá dejar de sorprenderse por el cambio cromático.

El abordaje interpretativo debe ser quirúrgico y alejado de toda idea pre conceptual. Lo primero que debe decirse es que entre PASO y generales se produjo un aumento de la asistencia electoral del 8%, lo que representa algo así como 3.080.000 más de votantes. Cuatro de las cinco fuerzas obtuvieron más votos: Unión por la Patria 3.165.000, La Libertad Avanza 767.000, Hacemos por nuestro país 876.000 y el Frente de Izquierda y de Trabajadores 80.000. Fue Juntos por el Cambio la única fórmula que perdió votos respecto del 13 de agosto, algo así como 431.000. Evidentemente, Patricia Bullrich no pudo fidelizar al electorado de Horacio Rodríguez Larreta.

https://twitter.com/SergioMassa/status/1716304241331978431

En términos porcentuales sobresalen Sergio Massa y Juan Schiaretti ya que mientras el primero creció 15% a partir de los números de su interna, el cordobés casi duplicó su base electoral. Ahora bien, vale preguntarse el porqué de ese aumento tan exponencial de ambos.

Del primero puede decirse que se combinaron cuatro factores: la influencia del miedo a todo aquello que proponía Javier Milei en una veta destructiva, el rechazo a la figura de la presidenta del PRO, un peronismo que, esta vez, sí se movilizó en su conjunto incluyendo a gobernadores, sindicatos y una militancia que no se circunscribió sólo a la calle sino que supo plantear algunas discusiones en el terreno de lo virtual, ese que parecía territorio exclusivo de los libertarios. Por último, la centralidad de Massa y, según descubren muchos ahora (con el diario del lunes todos somos técnicos) una muy profesional campaña que no dejó detalle librado al azar.

Del segundo, y pese a lo que muchos afirmaron sobre la rigidez y la consecuente inutilidad de los debates, éstos le dieron una visibilidad que hasta ese entonces el gobernador cordobés no tenía. La utilización de un discurso federal y su visualización como un hombre de gestión, le permitieron crecer a costa del mismísimo Juntos por el Cambio que, si desde 2015 para aquí, la provincia mediterránea había sido un bastión amarillo inexpugnable en las elecciones nacionales, en esta oportunidad quedó tercero.

Pero si el tigrense y el cordobés sobresalieron por su expertise, el mundo libertario quedó preso de su primera vez. La voracidad electoral, pero fundamentalmente su inexperiencia política llevó a Milei a adelantar un escenario que nunca había construido: tres puntos de diferencia no convierten a nadie per se en ganador en una primera vuelta, y mucho menos en un país como la Argentina donde existen tradiciones políticas como las del radicalismo y el justicialismo muy enraizadas.

https://twitter.com/JSchiaretti/status/1716267061154820283

En ese contexto y sin una estructura partidaria propia que solidificara la sorpresa de setenta días atrás, el recurso de ir por todo, de no dejar resquicio alguno para un dialogo posterior porque el resto del espectro político representaba a la casta que había que barrer, puede parecerse mucho al fenómeno de una indigestión cuando uno come mucho y rápido. Esa estrategia sólo puede servir si se sale ganancioso, dado que el paso siguiente será la imposición de condiciones. Pero en la derrota, la taba se da vuelta.

Esa inexperiencia, que en los dos días siguientes se han parecido mucho a la desesperación, llevó a Milei a dar un discurso en la noche del domingo que muy lejos estuvo de brillar por su originalidad. Inteligentemente, trató de seducir al electorado cambiemista, pero lo hizo de la peor manera en un doble sentido: mientras por un lado anunció  hacer “tabula rasa” con lo recorrido hasta allí para lograr un acuerdo con la dirigencia amarilla, por otro eligió al kirchnerismo como el enemigo a desterrar de la faz de la tierra, error que también cometió la propia Bullrich durante toda la campaña, al tensionar con un actor político que no resulta inexistente pero que no tiene la centralidad de antaño. Milei salió segundo y compró la retórica del tercero. Alguien lo engañó.

Lo que subyace allí es una visión equivocada e inexperta (otra vez) de la política, donde se cree que uno más uno es siempre dos y que, en este caso, si se compra la línea discursiva de Bullrich, por añadidura, los casi 30 puntos libertarios más los 23 de Juntos por el Cambio le garantizarían ganar en el balotaje.

https://twitter.com/JMilei/status/1717213624337379680

Parece desconocer Milei que esos números de Juntos por el Cambio no pertenecen de manera exclusiva al PRO, sino que también lo integran un conjunto de hombres y mujeres radicales que no están del todo dispuestos ni dispuestas a aceptar sin más, las dosis de violencia a las que fueron sometidos hasta hace horas. Algo parecido le pasará con la izquierda argentina a la que, según declaraciones del día lunes, le ofrecería el ministerio de Capital Humano porque en definitiva “ellos son los que saben de esas cosas”. Si la novedad libertaria venía a romper con el sistema de la casta y de la prevalencia de zurdos y socialistas (que eran excremento humano), cuesta entender cómo le explicaría a su base de sustentación, sin riesgo de perder parte de la misma, el cambio de grieta en poco menos de 20 horas.

Pero el éxito peronista no sólo dejó descolocado al mundo libertario. No fueron pocos los comunicadores, analistas y dirigentes vinculados a Juntos por el Cambio que reconocen no entender qué pasó teniendo en cuenta la alta inflación existente y los casos de corrupción que pocos días antes de las elecciones salieron a la luz, con muchísima profusión de la corporación mediática. La afirmación, entre despectiva e incrédula, supone que el electorado argentino ya se ha alejado de cualquier tipo de ponderación moral de lo público y que por eso vota cualquier cosa mientras el plan “platita” funcione.

Aquí también hay una desvalorización de lo que se desconoce. Las elecciones no marcan la evolución positiva o negativa del electorado de acuerdo a que se vote según nuestros valores. La idea de lo legal como un fenómeno de construcción política, tiene severos límites a la hora de poder satisfacer determinadas necesidades ya que, según las circunstancias, puede hacer influir en una elección pero el fenómeno no siempre habilita los resultados deseados. Si el conurbano bonaerense premió con su voto mayoritario a Axel Kicillof, y esto se escribe a la distancia, es porque probablemente la gestión sea ponderada por los bonaerenses y porque tal vez y sólo tal vez, los candidatos a los que el gobernador actual dobló en números, nunca hayan dado la talla de mostrarse como mejores cuadros políticos.

Pero esa no es la única razón por la que hay que relativizar a lo legal como forma de construcción política y a los consecuentes resultados electorales. Decimos esto porque si ese eje debiera estar siempre presente, no se entiende del todo cómo Mauricio Macri ha podido ser ponderado, en determinada etapa, por amplios sectores del electorado y de la prensa bien pensante de la Argentina. Preguntas como al pasar: ¿no había desvelos morales ante un hombre que siempre ha usado al Estado para sus negocios e intereses personales?, ¿La medición de eticidad y moralidad, siempre deben operar en un solo sentido? Dudas para que cada uno las conteste como le plazca.

Subyace tal vez, otro problema en las sorpresas libertarias y de algunas figuras mediáticas. El dolor de ya no ser. Para los primeros porque acaban de recibir una lección en clave electoral que tal vez no puedan resolver del todo en los próximos 25 días que se avecinan y en los segundos, porque parece que algunas operaciones y centralidades ya no alcanzan para cierto desbalanceo político. Un poco de cordura y humildad, tal vez sean claves para el tiempo que viene. La mayoría del electorado ya se los hizo saber…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Wed, 25 Oct 2023 19:18:39 -0300
Riesgos de cuarentones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6789-riesgos-de-cuarentones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6789-riesgos-de-cuarentones Riesgos de cuarentones

No me convence ningún tipo de política
ni el demócrata, ni el fascista
porque me tocó ser así
ni siquiera anarquista.

Yo veo todo al revés, no veo como usted
yo no veo justicia, sólo miseria y hambre
o será que soy yo que llevo la contra
como estandarte.

La Renga - El Revelde

Dicen los médicos, o por lo menos así se lo explicaron varios de ellos a este analista, que los mayores riesgos en nuestra salud coronaria, comienzan a los 40 años. Nos sentimos jóvenes, nuestro organismo no sabe hasta ese momento de grandes cambios y por ello hacemos, de alguna manera, lo mismo de siempre: trabajamos a destajo, solemos relacionarnos con la bebida y la comida como si el mundo fuera a terminar mañana y muchas veces, peleamos por cosas que no tienen demasiado sentido de una forma, si se quiere, excesiva. En resumen, abusamos de nuestro organismo en nombre de no se sabe muy bien qué ni para qué.

Casi en las vísperas de las cuatro décadas ininterrumpidas de la democracia argentina, el riesgo coronario para su sobrevida es grande: como con nuestro cuerpo, tal vez hayamos hecho abuso de ello, y hoy nos encontramos con un escenario que hasta hace no mucho, nos resultaba inimaginable. Violencia discursiva (por ahora), amenazas de hacer explotar todo (porque si me va mal a mí también te tiene que ir mal a vos), revisión antojadiza del pasado reciente y no tan reciente, manipulación arbitraria de los datos de la realidad, propuestas delirantes y violatorias del más elemental derecho constitucional argentino e internacional, son parte de un combo que apareció en escena en este electoral 2023.

El candidato se animó a una falacia más y afirmó que estas elecciones son las más importantes de los últimos cien años. Posicionado sobre un ego envidiable, olvidó lo que representó la irrupción del peronismo (muy a su pesar aún vigente) como fenómeno político y social allá por mitad del siglo XX; o las elecciones del 73’ con la vuelta del líder proscripto por 18 años; o las de 1983 que, afortunadamente, vinieron a terminar con la peor de las pesadillas políticas que este, nuestro país, haya podido imaginar y padecer en algún momento.

La afirmación anterior terminó actuando como disparador para una pregunta que el cronista en una radio rosarina supo plantear correctamente: “¿Tuvo la presente democracia argentina, en su historia cuarentona, una elección presidencial donde se discutiera de manera tan marcada el modelo de sociedad a transformar?”. El analista quedó pensando, dudó unos segundos y trató de dar una respuesta lo más específica posible para los tiempos radiales. Su respuesta, ahora ampliada, termina siendo parte del fundamento de estas líneas. Con los límites que supone una cada vez más injustificada veda, repasemos cada proceso electoral (presidencial) atravesado.

La de 1983 fue, tal vez, la más simbólica de cada una de estas elecciones. Se intentaba salir de un proceso profundamente doloroso, y reaparecía en escena el clásico bipartidismo argentino. El peronismo se mostraba con una dirigencia de experiencia que al poco tiempo había quedado vetusta frente al “Somos la vida, somos la paz” que proponía el radicalismo que conducía Raúl Alfonsín. Parábolas de la historia, el ataúd que prendió fuego Herminio Iglesias en un Obelisco colmado con un millón de asistentes en la noche del 28 de octubre, terminó actuando como el instrumento de su sepultura política. La contraposición era clara, y al peronismo le llevó nada más y nada menos que cuatro años para recuperarse con una renovación que traía consigo los nombres, por ejemplo, de Antonio Cafiero y Carlos Menem, entre otros.

Posteriormente, los alzamientos e insurrecciones militares que se desarrollaron en los 80’, actuaron como una reivindicación de un modelo de vida social antes que como una defensa del gobierno radical. Es, tal vez, el primer triunfo de la institucionalidad argentina de este período.

En 1989, la discusión de fondo era otra. Refería a una economía devastada, con un proceso hiperinflacionario a cuestas y donde los contrincantes más importantes imaginaban dos modelos claramente diferenciados: mientras Eduardo Angeloz, haciendo de candidato oficialista, jugaba con la idea de un lápiz rojo que sirviera para ordenar la economía, el gobernador riojano llegaba a las grandes ligas con la promesa de la revolución productiva y el salariazo, todo ello bien sazonado por una impronta caudillezca que rememoraba las disputas entre federales y unitarios de mediados del siglo XIX.

La transformación de Menem, su innegable sagacidad política y el éxito económico que inicialmente le garantizara la Convertibilidad para reducir dramáticamente la inflación, convirtieron a la elección de 1995 en un simple trámite que había sido habilitado por el famoso Pacto de Olivos (segundo resultado a favor de la institucionalidad) y donde no se le prestó demasiada atención a la corrupción imperante ni a las consecuencias negativas del uno a uno.

Luego de diez años de menemato, 1999 presentó una doble oportunidad para cambiar la coyuntura de ese momento. Mientras que por un lado apareció la novedad de una estructura coalisional que se presentaba a elecciones luego de un sano proceso interno, en paralelo, el candidato oficialista sí planteaba la necesidad de discutir el modelo económico imperante. Fernando De la Rúa y sus socios políticos supieron leer el hartazgo de un electorado que ya no toleraba lo que había aceptado cuatro años antes. Entre la discusión por una sociedad con otros valores éticos y la necesidad de revisar el modelo de acumulación prevaleció el primero, inaugurando un tiempo donde un tercer partido político servía para romper (a esta altura podríamos decir que definitivamente) con el bipartidismo de esos últimos 50 años.

El 2003 trae la novedad de una elección con sistema de neolemas, producto de una atomización del sistema de partidos, la cual venía de la mano, qué duda podría cabernos a este tiempo, de una sociedad que trataba de emparcharse a sí misma como podía. Emergente de la semana de los cinco presidentes (tercer triunfo de la institucionalidad argentina), el gobierno provisorio que se imaginaba definitivo para los tiempos siguientes, debió habilitar un proceso electoral de manera apurada, producto de la crisis derivada de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán y sin candidato propio.

Esa elección marca el comienzo del ocaso político de Menem y el surgimiento del kirchnerismo que, vueltas de la vida política argentina, planteaba como slogan fuerza de campaña, la idea de un país normal, lo mismo que hoy, 20 años después, propone Juan Schiaretti.

La agudeza política de Néstor Kirchner, su capacidad para detectar las nuevas demandas de ese tiempo, la evidente recuperación económica que inicialmente era chicaneada como viento de cola y la sensación de frescura política para los tiempos que corrían, al punto de entender que no tenía demasiado sentido insistir con su propia elección, jugaron decididamente a favor de la nominación de Cristina Fernández de Kirchner, quien supo continuar y profundizar un ciclo virtuoso de tal magnitud, que si uno se toma el trabajo de sumar como parte del mismo espectro ideológico a quien saliera segundo en 2011(más allá de los matices y con las salvedades del caso sobre lo que representaba la figura de Hermes Binner), la centro izquierda argentina trepó a más del 70% de los votos. La discusión de ese proceso electoral pasaba por imaginar nuevas soluciones (por izquierda), para corregir lo que la virtuosidad de la década ganada no había podido resolver.

Cuatro años después el modelo encontró su límite. Por primera vez en la historia, la derecha argentina pudo llegar al poder legitimada por el voto popular. La saturación de ciertas formas y la inteligencia comunicacional y política del incipiente espacio supieron seducir a la mayoría de los argentinos para “cambiar”. Pero la fortaleza de lo conseguido estaba tan enraizada, que el candidato Mauricio Macri necesitó aclarar en plena campaña, que ningún derecho que se hubiera conseguido sería quitado. Más allá de lo que luego sucedió realmente en la gestión, la elección de 2015 se construyó sobre la idea de bajar la intensidad que traía consigo el kirchnerismo.

Además, con la anuencia de la corporación mediática, durante varios años se construyó un falso relato que terminaba en una síntesis que suponía que ser kirchnerista era lo mismo que ser un delincuente y para ello se articulaba vía lawfare con la pata judicial. La república sería “salvada” por sus instituciones, sin importar que sus métodos se parecieran a los de una banda de vulgares mafiosos.  

Pero en una sociedad tan dinámica como la argentina, no siempre alcanza con el relato, si no se es realmente eficaz a la hora de la gestión de la cosa pública. El deterioro de todos los indicadores macroeconómicos y la actitud rayana con la ilegalidad, al haber instrumentado un esquema de poder donde el Estado se ponía al servicio de los negocios privados, sirvieron de base para una derrota electoral que se sustanció en la mañana en que Cristina Fernández de Kirchner, con una lucidez única, decidió bajarse de una fórmula sin bajarse del todo. En 2019 la promesa electoral se apalancó en volver, ni más ni menos, que a la realidad de 2015, tratando de recuperar todo aquello que se había perdido.

Sobre finales de 2023 la realidad es diametralmente diferente. Covid, derrota electoral de medio término, modelo coalicional en crisis a partir de un excesivo internismo, sequía y una alta inflación fueron parte de la realidad con la que convivió el ya extinto Frente de Todos. La emergencia del libertarismo como espacio triunfador de las PASO redundó en un golpe al mentón de todo el sistema político.

Si Cambiemos había sabido encauzar el deterioro K con parte de las clases medias, ya está bastante establecido que los votos libertarios vienen a representar a un heterogéneo espacio social, donde no son lo mismo el segmento de jóvenes de hasta 30 años, que aquellos trabajadores de mayor edad que gozan de muy pocos beneficios sociales o, incluso, gente que está “rota” de ciertos lazos sociales.

Pero la novedad de este tiempo es que el flamante espacio no cuida ninguna de las formas más elementales que hasta aquí hemos conocido (en la Argentina) de cierto relacionamiento político. Si el macrismo se preservaba públicamente, era porque sabía que en algún punto del recorrido podría pagar un costo político.

El libertarismo viene a romper con ese tipo de sentido común construido. Es más, llega para legitimar una violencia que le es innata porque, según ellos, les asiste la razón y tienen ese derecho. No resulta casual que Javier Milei en su discurso de cierre de campaña, jamás invocó la palabra democracia. Como tampoco lo es que en la previa, sobre las pantallas del Movistar Arena aparecieran imágenes de explosiones, ni que en plena campaña el candidato haya reconocido en un reportaje que es deseable que todo estalle porque si estoy mal yo, tendrías que estar mal vos también.

Esas son las novedades de esta campaña 2023. Si releemos el recorrido de las diez elecciones comentadas (y más allá de lo que luego efectivamente sucedía en la gestión), la propuesta básica refería a incluir a todos, más allá de las estrategias mentirosas o ineficaces. Los consensos mínimos residían en no promocionar la eliminación del otro.

Ese proceso, que se empezó a hacer visible durante la administración cambiemista a los fines de no perder las elecciones de 2019, se profundizó en un proceso electoral donde buena parte de la sociedad asume impávida que ya no sólo el problema podría ser el kirchnerismo sino el feminismo, los putos, los viejos meados, el periodismo que repregunta, la jefatura de la iglesia Católica, los empleados estatales y, obviamente, la supuesta casta política.

Hace 25 años, Chizzo Nápoli y sus muchachos, le dieron forma artística a una realidad que era agobiante para muchos de sus jóvenes seguidores. Hoy, sus letras y ese grito profundo parecen revitalizarse en ciudadanos y ciudadanas que creen haber encontrado en el mundo libertario una forma de representación. Desde el enojo (a veces con razón y a veces sin ella), con buenas dosis de un individualismo determinante, y con la violencia como amenaza concreta, se predisponen a vivir un tiempo especial. Que para ellos no sea celebratorio, a los casi cuarenta años de esta democracia que supimos conseguir, depende del resto del electorado que parece, y por ahora solo parece, expresar otra cosa.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 22 Oct 2023 08:44:50 -0300
Recta Final https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6788-recta-final https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6788-recta-final Recta Final

El segundo debate presidencial en la Facultad de Derecho, allí en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, actuó como la última curva antes de la recta final de cara a las generales de octubre. De alguna forma, estos son los días en que todos aceleran, independientemente de las posibilidades reales de triunfo: para hacer una elección decorosa, para quedar bien posicionado en la negociación entre candidatos frente al desafío de un balotaje, para confirmar alguna buena proyección, para mantener al siempre vigente núcleo duro o, de una manera excepcional, para triunfar en primera vuelta. Últimos días de reajustes de estrategias que no siempre se caracterizan por el juego limpio. Recorrido por siete días donde el azuce de viejos fantasmas estuvo a la orden del día. Pasen y vean. Sean todos y todas bienvenidos.

A comienzos de semana, el debate volvió a ocupar la centralidad de la escena política argentina. Siendo un éxito televisivo y con algo menos de audiencia que el anterior, los candidatos se movieron dentro de cierta previsibilidad. Nadie rompió el molde ni aparecieron hechos que podamos imaginar que cambiarían una tendencia electoral, pudiendo afirmar sin equivocarnos, que los tres candidatos actuaron dentro de los límites esperados.

Patricia Bullrich mejoró su performance respecto de lo realizado el domingo anterior. Cambió el tono, habló más fuerte e intentó tensionar permanentemente con Javier Milei y Sergio Massa. El ganador de las PASO, por su parte, volvió a apoyarse en el recurso de la lectura como forma de control de daños, mientras que, de los tres, el actual ministro de Economía pareció moverse más suelto dentro de las reglas que imponía el evento.

La semana de cada uno de ellos estuvo alcanzada por buenas y malas, para confirmar que, más allá de las proyecciones y encuestas, ninguno de los tres tiene nada asegurado por sí mismo.

En el PRO intentaron mostrar como una buena noticia el incipiente acompañamiento de Mauricio Macri en la campaña. Como un primer eslabón de la cadena debería incluirse su presencia en la previa del debate, a lo que viene a sumarse el recorrido por la zona de Pergamino y Junín. Por ahora el ex presidente se ha llamado a silencio respecto de la realidad política (presente y futura) de Milei, tratando de, por lo menos, contener a los votantes de Juntos por el Cambio que no terminan de ver en Bullrich a una dirigente que pueda liderar la etapa política siguiente.

Mientras las presentes líneas toman forma en este bellísimo sábado primaveral (mis saludos a los extremistas de los team invierno y verano), la candidata se apresta a anunciar que si llega a ser electa presidenta, la jefatura de gabinete será conducida por el mismísimo Horacio Rodríguez Larreta.

La noticia, hecha circular en la tarde del viernes, como un anuncio “bomba” (cuántas referencias permanentes a la cuestión militar, un psicólogo a la derecha por favor), viene a confirmar que la necesidad tiene cara de hereje. Luego de atravesar un internismo feroz, con definiciones políticas dignas de un enemigo y no de un adversario integrante del mismo espacio, del ostracismo al que se sometió al derrotado, de haber actuado en el día después de las PASO como si el destino estuviera a irreductiblemente a favor de la ganadora; el anuncio parece llegar a destiempo.

Más que el concepto de unidad, lo que parece prevalecer es la idea de lo que todos suponemos de acuerdo a la multiplicidad de encuestas que se publican y de cierto descontento que se trasunta en buena parte del ya famoso y tristemente célebre círculo rojo: Bullrich no está conteniendo al electorado que eligió al actual jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. No sólo que enfrenta severos problemas para su crecimiento (algo que se supo desde la misma noche del 13 de agosto), sino que existe un severo riesgo de fuga a la alternativa que supone Juan Schiaretti, quien en la semana anunció que en caso de acceder a la primera magistratura bajaría a la mitad las retenciones (música para los oídos de las patronales agrarias algo desilusionadas con la ex ministra) o, tal vez en menor medida, al propio Massa.

La jugada también intenta contener a ciertos sectores del radicalismo que cuentan con buen diálogo con el ministro de Economía y que, a la luz de los resultados provinciales, no quedarían tan condicionados por un tercer lugar de Juntos por el Cambio, el cual, de darse ese resultado, seguramente pasaría a ser historia. Ya lo hemos comentado en esta columna: cualquiera sea el resultado electoral a nivel nacional, asistiremos a una reconfiguración de la política argentina tal y como la hemos conocido hasta aquí. La prevalencia radical tal vez tenga mucho para decir en el tiempo.

Pero Bullrich tampoco estuvo exenta de malas nuevas. La salida a la luz de una serie de audios donde queda involucrado Carlos Melconian, con supuestas prácticas personales poco decorosas (no diremos nada más querido lector, estimada lectora ya que este analista no se sube a operaciones que devienen de los sótanos de la democracia), terminan complicando al hombre que había sido designado mucho antes del 10 de diciembre como futuro ministro de Economía y como una manera de complementar el discurso cambiemista ante los problemas de conocimiento en la materia que tiene la candidata.

El tema, que a partir de la fecha de origen parece más relacionado con el famoso fuego amigo, obligó a dar una serie de explicaciones públicas de las cuales Bullrich no salió fortalecida: primero habló de inteligencia artificial para luego afirmar que los dichos estaban sacados de contexto: difícil conseguir más ambivalencia.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1712993960069619781

Tampoco la tuvo todas consigo Javier Milei. En una muestra de irresponsabilidad y malicia política, el libertario no dudó en recomendarles a los argentinos que tienen ahorros en un plazo fijo, sacarlos del banco y comprar dólares. Las consecuencias inmediatas en las siguientes 48 horas se reflejaron en un dólar blue a $1000. Las que son un poco menos urgentes, en los días que vienen, referenciarán en precios más caros para el conjunto de la economía y, las del mediano plazo, si los argentinos aceptaran el consejo libertario, redundaría en una corrida cambiaria más profunda y en una bancaria que en estos momentos no tiene fundamentos de ser.

El esquema es funcional en un doble sentido: de cara a la campaña ya que aplica aquella vieja máxima trostkysta que afirmaba que “cuanto peor, mejor”, dado que un escenario de histeria colectiva es definitivamente funcional al hombre de la motosierra y porque, en el mediano plazo, a la hora de enfrentar una dolarización, los bonos argentinos tendrían muy poco valor y la depreciación del peso (que según Milei es excremento), terminaría siendo funcional a sus estrafalarias ideas.

Pero las afirmaciones no le salieron gratis ya que recibió el rechazo generalizado de la matrix de la economía y de la política, con denuncia e imputación judicial incluidas. Tal es así que debió dar una conferencia de prensa donde insistió con la misma idea ya que, afirmó, es algo que él viene planteando desde siempre, pero incluso con el recurso de la lectura (ooooootra vez) se lo notó nervioso, al punto de tener algún entredicho con profesionales de la comunicación.

La primer tarea para este fin de semana largo refiere a responder a la pregunta si a Milei le sirve esa centralidad o si, en realidad, la misma obedece a la necesidad de activar una campaña donde el libertario aparece estancado a la hora de proponer nuevas medidas que le confirmen, cuanto menos, el primer lugar en las elecciones del próximo fin de semana. Encuestas y operaciones hay como para hacer dulce así que, mis querides amigues, les dejo con su conciencia para imaginar la respuesta.

Sergio Massa supo reaccionar a tiempo. Ante la corrida cambiaria suspendió algunas visitas de campaña, hizo foco en los especuladores y afirmó, acompañado por la cara de póker de Eduardo Eurnekian, en la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, que no parará “hasta verlos en cana”.

La frase, tantas veces declamada por funcionarios de toda laya y pelaje, pareció cristalizarse con el caso de Ivo “El Croata” Rojnica, quien aparece como dueño de una de las cuevas más importantes de la city porteña, acusado de ser uno de los responsables de activar el salto del dólar blue y quien enfrenta una investigación judicial en curso. A ello se suma todo el andamiaje mediático, siempre ávido de conocer las historias de estos tipos de personajes. Más allá de lo que derive de la causa judicial, que siempre suelen ser lentas y farragosas, la visibilidad del caso no parece jugarle a favor al “empresario”.

Además de ello, el ministro/candidato debió lidiar con el número de inflación del mes de setiembre que se mantuvo, otra vez, en los dos dígitos. La segunda pregunta por responder refiere a cuánto de esto afecta a la proyección de Massa. Aquí tampoco la respuesta resulta sencilla ya que, si bien en cualquier otro contexto, un oficialismo que tenga 120% de inflación en lo que va del año, tendría su suerte definida, la capacidad de construcción política del ex intendente de Tigre y el perfil de los opositores confirman que no está dicha la última palabra.

La campaña entra en la recta final. Todos han acelerado. Para unos cuantos el protagonismo electoral de este 2023 tendrá fecha de vencimiento en la noche del domingo 22 de octubre y, probablemente, quede una disputa final en un tercer tiempo, aunque probablemente nada tenga que ver con el espíritu que supieron inventar los fundadores del rugby, que en el mediodía de éste sábado, supo darle una alegría al deporte argentino.

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 15 Oct 2023 11:55:24 -0300
M&M https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6787-m-m https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6787-m-m M&M

Perdón si estoy de nuevo acá.
Pensé que habías preguntado por mí.
Me gusta estar de nuevo acá,
aunque no hayas preguntado por mí,
voy a quedarme un poco acá.
Cuidarte siempre a vos en la derrota
Hasta el final, el final…

“El Tesoro” - Él mató a un policía motorizado

El presente artículo no se trata de una cata de golosinas, ni de esa delicia que viene en forma de confites de chocolate que acompañó la infancia de unos cuantos de los que aquí nos leen. Se trata de aportar algunos elementos que permitan entender el porqué del desgajamiento que, lenta pero sostenidamente, protagoniza Juntos por el Cambio en general y el PRO en particular, en el contexto de la presente campaña electoral. Si los publicistas del producto creado por Forrest Mars y Bruce Murrie proponían que el chocolate “se derritiera en tu boca y no en la mano”, podríamos preguntarnos el porqué del deterioro político de una fuerza que supo representar por primera vez a la derecha argentina vía el voto popular. Son dos M los apellidos que lo condicionan, aunque el sabor de boca final sea más amargo que dulce para unos cuantos protagonistas de la cosa pública. Recorrido por una semana compleja para la coalición opositora que se imaginaba en esta etapa a marcha triunfal y sostenida de cara al 10 de diciembre de 2023. La puerta está abierta de par en par. Pasen todos y todas. Sean bienvenidos.

La semana política comenzó el domingo a la noche con la realización del debate presidencial llevado adelante en la ciudad de Santiago del Estero. Pese a ser un instrumento valioso en sí mismo, no suelen faltar las críticas sobre lo estructurado de los mismos, la rigidez de las presentaciones y la falta de interacción que hace a cualquier discusión que pueda darse entre dirigentes con perfiles ideológicos y vitales tan contrapuestos. Pero nunca debe olvidarse el contexto que los fundamenta en su realización: todos tienen el derecho a expresarse en la misma cantidad de minutos y los tiempos televisivos suelen ser rígidos y estructurados.

Pese a ello, la Justicia Electoral se las ingenió para imponer un par de novedades que le dieron una impronta más dinámica que los debates realizados en 2019. La posibilidad de que la sociedad eligiera una temática que inicialmente no estaba planteada, sirvió como una circunstancia fundamental dado que exigió a que los candidatos se explayaran sobre el tema derechos humanos, cuestión que ha servido para poner blanco sobre negro la opinión de cada uno de los cinco candidatos. 

https://twitter.com/SergioMassa/status/1708662417100562736

Como es de rigor, cada uno de ellos fue con una estrategia definida de antemano y más allá de lo expuesta que haya quedado o no, es evidente que Miryam Bregman se mostró sólida en las formas de expresión y algunas chicanas, pero poco consistente en su propuesta; Juan Schiaretti hizo gala de su cordobesismo al palo; Sergio Massa pasó sin mayores sobresaltos los cuestionamientos económicos y del caso Insaurralde; Javier Milei se mostró sobrio sin ninguno de los arrebatos emocionales que lo caracterizan, aunque no se privó de intentar revivir la teoría de los dos demonios y Patricia Bullrich resultó la de peor performance a la hora de comunicar y explicar ideas.

Puede decirse que existe un consenso generalizado en que nadie gana una elección por un debate. Seguramente, en tiempos de redes, virtualidad y coacheo, tampoco nadie lo pierda, pero lo que puede afirmarse es que cada uno de ellos tiene consecuencias para los días subsiguientes. No define pero sí condiciona. Algo de ello podría aseverar la propia Bullrich que un par de días después señaló públicamente que su presentación estuvo condicionada por una fuerte gripe. Si su salud sigue deteriorada o no, lo sabremos en este domingo 8.

No conforme con todo ello, la candidata cambiemista no se privó de estar en el centro de la escena política pero, otra vez, por anunciar una propuesta de gestión que resulta lisa y llanamente ilegal. En un programa cercano, con un entrevistador que resulta especialista en hacer sentir cómodo a los “propios” y viejo amigo de participar en operaciones de prensa de dudosa eticidad, se animó a aseverar que modificaría el Código Penal a los fines de validar legalmente las escuchas entre abogados y delincuentes detenidos, confirmando de esa manera, que todo lo sucedido durante el gobierno de Macri no eran casualidades sino causalidades con las que se estaba de acuerdo.

El deterioro político de Bullrich resulta cada vez más evidente, lo cual se traslada al conjunto del PRO y que podrían sintetizarse en las declaraciones que Horacio Rodríguez Larreta le hiciera en la semana al periodista Luis Novaresio donde afirmó, entre otras cosas, que no vio venir la derrota de las PASO del mes de agosto. Son tres los factores que explican el momento político vidrioso que atraviesa la principal coalición opositora.

Error de cálculo en 2021: el triunfo en las elecciones legislativas de hace dos años, cuando, pandemia mediante, Juntos por el Cambio había podido mantenerse arriba del 40% de los votos a nivel nacional luego de la derrota de 2019, hizo suponer al conjunto de su dirigencia que era cuestión de prepararse para volver al poder.

El deterioro peronista, no exento de los males que la gestión del Covid le acarreó a la gran mayoría de los oficialismos a nivel mundial, sus divisiones internas a la hora de implementar el programa que le había dado el triunfo y las tensiones por el liderazgo en esa coyuntura política, con una Cristina Fernández de Kirchner que era la dirigente más representativa pero sin poder de “lapicera”; facilitaba las cosas para una derecha que contaba con algunos sectores que se animaban a fantasear con un Macri candidato por el “Segundo tiempo”.

Sin tener en cuenta la capacidad de reacción del oficialismo, corrido Macri de la centralidad a partir de su alta imagen negativa, y con el conjunto de dirigentes radicales más acostumbrados a cuidar el territorio que a imaginar una proyección nacional que los habilitara a una precandidatura presidencial; sólo bastaba ponerle los nombres propios a las candidaturas para descubrir quiénes podrían participar de la contienda interna. En ese todo o nada, se explica una disputa que se distinguió por una virulencia harto visible.

Emergencia de Milei: con el dato del libertario haciendo una elección discreta en 2021 (sólo obtuvo cuatro escaños), en Juntos por el Cambio (y en todo el sistema político), supusieron que el ahora novio de Fátima Flórez, captaría algunos pocos votos desde los extremos.

Alimentado hasta el hartazgo por los medios, a mitad de camino de productores algo remolones que encontraban en su discurso cierto atractivo y de una forma de expresión que siempre les resulta funcional a las corporaciones mediáticas, Milei fue penetrando en el electorado como el agua cuando horada a la piedra.

Para una sociedad en parte enojada y en parte decepcionada, la argumentación de casta resultó un hallazgo que no sólo alcanzaba al oficialismo sino que se proyectaba (y se proyecta) a cualquier fuerza política con algo de representación conseguida en los últimos años. No sólo la gestión peronista era criticable sino que también el cuestionamiento alcanzó a Juntos por el Cambio.

El liderazgo macrista. Mauricio Macri se ha caracterizado por ser un líder que no acepta el surgimiento de cercanos que, si hasta ayer le juraban lealtad, con el tiempo puedan ensombrecerlo. Si resultara válido referenciar a las regiones con el carácter moldeado de una persona, como buen descendiente de calabrés, suele ser lapidario en su construcción y en su devenir político.

Lo anterior lo sabe muy bien María Eugenia Vidal quien, siendo gobernadora de la provincia de Buenos Aires y con una potencial proyección nacional sufrió las internas nunca contenidas por Macri y que, junto a su mala gestión política, la llevaron a una derrota histórica que habilitó el triunfo de Axel Kicillof. Lo sabe Rodríguez Larreta quien se animó a bucear por caminos alternativos que habilitaran más temprano que tarde la jubilación del ex presidente y también lo ha vivido en carne propia la misma Bullrich, antigua protegida de Mauricio y quien sufre el coqueteo ambivalente de éste último con el candidato libertario.

Desde la noche misma del 13 de agosto, cuando cerró los discursos cambiemistas en el comando electoral y se dio el gusto de mandarle un saludo al triunfador, Macri ha sabido dejar en claro que no sólo se preserva en el presente sino que sigue imaginando una vigencia política más allá del 10 diciembre y sin necesidad de tener todas las luminarias encima suyo. Sus declaraciones de los últimos días, cuando afirma que le gustaría que la fuerza amarilla acompañe a Milei si éste realizara propuestas razonables, con el antecedente de las denuncias penales cruzadas entre su ex ministra y el libertario, no hacen más que confirmar el estado de orfandad a la que queda expuesta la presidenta del partido. No sólo es Milei con su triunfo sorpresivo el que limita a Juntos por el Cambio: es el propio Macri quien parece intentar sobrevivir, sin importar si en el camino deja en estado de gracia a su criatura político institucional más lograda.

Nadie parece tener del todo claro si a esta altura, a Patricia Bullrich le conviene la presencia y el acompañamiento de su jefe. Pero además, y como en el texto del epígrafe, ¿alguien puede creer en serio que el “contento” hincha bostero la cuidará en una hipotética derrota hasta el final? El dúo M&M’s ya parece tener en claro otra cosa.

 (*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 08 Oct 2023 18:53:57 -0300
Reescribir la historia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6786-reescribir-la-historia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6786-reescribir-la-historia Reescribir la historia

Con la proa puesta al debate del domingo 1º de Octubre en Santiago del Estero, los tres candidatos más importantes sobrellevaron la última semana de setiembre con distintas estrategias de campaña. Javier Milei se “guardó” por unos diez días. Su equipo de comunicación no resultó nada preciso en explicar las razones, en una semana en donde el ministro de Economía debía, de acuerdo a lo establecido por ley, dejar de realizar anuncios de cara a la gestión, cuestión que ha resultado fundamental para que Sergio Massa haya comenzado a aparecer competitivo, mientras que Patricia Bullrich, a la vez que se muestra con el conjunto de gobernadores e intendentes electos del propio espacio, lucha denodadamente para que el mismísimo Mauricio Macri cambie su estrategia política de desgaste interno a los propios y a los no tan propios.

La ausencia del economista, sirvió para hacer visible a parte de la estructura política que, se da por descontado, se referencia en su conducción y el resultado dejó varios elementos a la vista. Uno de ellos, su forma de entender los hechos sociales y políticos que brindan los procesos históricos. Recorrido por días donde algunos desean reescribir la historia de una forma muy particular. Pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

En el día a día de la política, mucho más en la cotidianidad de una campaña electoral, los espacios se ocupan. A fuerza de apoyo mediático, inteligencia discursiva y votos en las urnas, Milei supo ganarse una centralidad que no siempre se puede mantener de manera constante y el efecto sorpresa parece estar pasando. La dolarización, la utilización de vouchers para la educación o la dinamita sobre el Banco Central hace un tiempo que dejaron de ser novedad en el formato de la promesa. La campaña atraviesa esa etapa donde, con los candidatos ya consolidados, empieza el período de re pregunta del cómo hacer aquello que se promete. Podrá hacerlo la prensa especializada en el mano a mano de una entrevista o será el mismo electorado quien busca los canales apropiados para descubrir el cómo se hará de aquello que pueda interesarle.

Cuando, en un contexto como el descripto, un dirigente se guarda (por las razones que fueren y más allá de las operaciones que desarrollen para explicarlas), ese espacio debe ocuparlo alguien propio que represente de alguna manera las formas y el fondo del proyecto.

En la semana que pasó, resulta indistinto descubrir si fue planificado, producto de las carencias, las casualidades o las causalidades, el espacio libertario se vio representado por tres referentes que fueron más allá que el propio líder en esto de cuestionar ciertos procesos históricos: si Milei puso el inicio de los males argentinos en la implementación del voto libre, secreto y universal que consagró a Hipólito Irigoyen como el primer presidente elegido a través del voto popular, sus acólitos fueron mucho más allá en el tiempo y en lo conceptual.

Rodrigo Marra, candidato a Jefe de Gobierno porteño, en un formato casi adolescente, reivindicó el españolismo como algo bueno per se, no le prestó demasiada atención al genocidio perpetrado por la conquista, criticó la mirada con la que ha trabajado el Canal Paka Paka el proceso y, con sus dichos (aparentemente se lo contó la madre que es profesora de historia), terminó referenciando al espacio individual, íntimo y privado como una fuente superior del saber.

Emilio Ocampo, asesor del candidato libertario e hipotético presidente del Banco Central, cuestionó la figura de José de San Martín, negándole la idea de paternidad de la Patria, “ya que nos abandonó” y como todos sabemos un buen padre no abandona a sus hijos. Aquí prevalece una doble deslegitimación a todo lo que el correntino expresa: a la idea de lo que representa su figura como artífice de una América independizada y al mito fundante de una argentinidad que supo retratarlo de diversas maneras, sea desde el héroe impoluto o desde el reflejo de un hombre imperfecto pero con un definitivo compromiso con la tierra que había nacido. Tal vez habría que ahondar en ciertos lazos familiares de Ocampo que, a la sazón, resulta descendiente directo de Carlos Alvear, enemigo político de San Martín.

Por su parte, el economista Martín Krause, supuesto referente del área de educación del mundo libertario, planteó la irresponsable, estigmatizante y provocadora pregunta sobre si no hubiera sido mejor que a la Gestapo la integrasen argentinos. Afirmó: “Porque en vez de matar 6 millones de judíos hubieran sido menos. Hubiera habido coimas, ineficiencias o se hubieran quedado dormidos, pero eran alemanes. Ese fue el problema que hubo”. El comentario recibió cuestionamientos de todo tipo y color pero refleja, antes que nada una forma, bastante cínica por cierto, de concebir la vida comunitaria.

Los tres ejemplos sirven para preguntarnos si los integrantes de este libertarismo del siglo XXI son ignorantes o negadores. Si son brutos o perversos. O sí, en definitiva, no son un poco de cada una de esas cosas. En esta forma de abordar la historia, aparecen dos diferencias de grado con lo que hemos conocido hasta el presente.

En lo reciente, el macrismo que resulta primo hermano de ciertas formas del libertarismo, ponía el foco de nuestros problemas en la irrupción del peronismo como hecho social, económico y político. El quid de la cuestión radicaba en los 70 años de vigencia del movimiento fundado por Juan Perón y Eva Duarte. El kirchnerismo, como el mejor y más actual alumno de esa prosapia, debía ser extirpado de la vida social argentina. Era (y es) la lógica del enemigo presente.

En el Macri iletrado, tan digno representante de la derecha actual y tan contrapuesto a la de los comienzos del siglo XX, anida por su origen un desprecio de clase y un rencor añejo, el cual se apalanca en la fachada de una posmodernidad que habría permitido cierto desarrollo humano producto del ADN de otras nacionalidades y etnias.

En lo más antiguo, fue el llamado revisionismo histórico el que puso blanco sobre negro en la forma de entender los hechos del pasado, en encontrar lo que se había ocultado y en reivindicar muchas formas que avergonzaban a nuestras elites. Así descubrimos por ejemplo, que San Martín era mestizo, que Belgrano ya no fue sólo el creador de la bandera sino un hombre con una convicción tal que, siendo abogado, la coyuntura y sus convicciones lo llevaron a convertirse en militar, y que en el norte del país un hombre de la talla de Martín Miguel de Güemes había sido fundamental en la consolidación del proceso independentista.

Pero en esas diferencias irreconciliables, la historiografía mitrista y la revisionista, ponían el eje en algún punto común. El período que va de mayo de 1810 a julio de 1816 podía ser interpretado de múltiples maneras, pero existía un consenso mínimo en una idea de argentinidad.

En su mirada sobre lo histórico para, de alguna manera, poder explicar el presente, el libertarismo argentino niega cualquier tipo de coincidencia preexistente. Ya no se trata sólo del negacionismo de Victoria Villarruel y de su militancia para reivindicar el terrorismo de Estado como forma de disciplinamiento colectivo, sino de reescribir y dar otra impronta a una historia sobre la que existían mínimos consensos.

En los tres ejemplos de la semana y en su relación de parentesco con el macrismo, lo que subyace es una especie de construcción de sentido sobre la inevitable e irrefrenable fatalidad argentina, fenómeno de construcción discursiva y política que no es nueva, pero que en los tiempos de ciertas derechas fulgurantes, cobra nuevos sentidos.

Sobre el 120% de inflación anual, o sobre el 40% de pobreza que se confirmó esta semana, se monta un sentimiento de vergüenza de lo que somos y de lo que no pudimos ser que intenta borrar cualquier vestigio de cosa común que nos sintetice. En este sentido, la tensión de la díada casta/no casta, opera antes como instrumento electoral que como posible ordenador con un principio de justicia de vida social. Basta ver los lineamientos políticos que ha ido construyendo Milei en este último tiempo entender el carácter relativo de la grieta que propone.

Queda por insistir entonces, en la infatigable tarea de estar atentos. El andamiaje libertario no opera exclusivamente sobre la hipotética efectividad de sus delirantes propuestas sino que, previamente, deberá deconstruir una forma de entender aquello que hemos sido en el pasado antiguo y en el reciente. Sus promesas no se asientan sólo en la necesidad de barrer con todo lo que, supuestamente está mal, sino que necesita de un anclaje conceptual que le dé sentido en una historicidad donde habríamos hecho todo mal. La culpa como motor justificador de las transformaciones que nos harían volver, tal el deseo del libertarismo, a un estado casi precapitalista. Si algo ha tenido de bueno la coyuntura de este electoral 2023, es que ha mostrado claramente la especificidad de algunas propuestas ideológicas. La verdad está al alcance de la mano. Sólo queda saber interpretarla en términos políticos.

 (*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 01 Oct 2023 09:14:08 -0300
Desunidos por el cambio https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6785-desunidos-por-el-cambio https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6785-desunidos-por-el-cambio Desunidos por el cambio

"Yo no le canto a la luna,
porque alumbra y nada más.
Le canto porque ella sabe,
de mi largo caminar…"

Atahualpa Yupanqui

En otro contexto, el triunfo electoral que obtuvo Juntos por el Cambio en las elecciones chaqueñas del domingo 17 de setiembre, de cara al 22 de octubre, debía servir como una especie de apuntalamiento de la candidatura nacional de Patricia Bullrich, lo cual podía sumarse a lo acontecido en Santa Fe hace apenas dos semanas atrás y a lo que seguramente sucederá el día 24 en la provincia de Mendoza, donde se da por favorito a Alfredo Cornejo para ser el nuevo gobernador. Pero no todo es tan lineal en la política y mucho menos en un país como la Argentina, sintetizado en este 2023 tan particular. Suelen pasar cosas: los éxitos no son necesariamente trasladables a terceros y ciertos principios de unidad parecen resquebrajarse con el devenir de los días. Esta incipiente primavera ya dio algunas señales en ese sentido. Pasen y vean. Son todos y todas bienvenidos.

Juntos por el Cambio alcanzó un triunfo resonante en la provincia de Chaco: ganó en primera vuelta alcanzando el 46% de los votos y destronó del poder al peronismo luego de 16 años de gestión de éste último, donde el actor principalísimo fue el derrotado Jorge Capitanich. El ganador, Leandro Zdero, resulta un radical de pura cepa que viene a completar una seguidilla de victorias que no eran tan seguras allá por el mes de marzo, cuando comenzaron las distintas elecciones provinciales.

Rápidamente viajó Bullrich para formar parte de las celebraciones. Insistió con la eliminación del kirchnerismo, lo cual, como en cada una de las ocasiones anteriores, fue celebrado por los asistentes al comando de campaña, pero, debe decirse, hay algo que subyace en la relación con su electorado, que no le permite a la ex ministra de Seguridad, apropiarse de esos climas electorales de las provincias. Al respecto podemos imaginar varias hipótesis. Repasemos.

https://twitter.com/LeandroZdero/status/1703609882413301937

La primera refiere a la emergencia de Javier Milei a nivel nacional. Si, como el común de los analistas y dirigentes parecen sentenciar, el libertario es el emergente de cierto hartazgo social, debe insistirse con que esa situación se circunscribe al plano nacional y no a las provincias, donde los partidos políticos tradicionales que han actuado en el rol de opositores, han sabido seducir a un electorado que los ha reposicionado en el manejo de la gestión en no pocos estados sub nacionales, y donde prevalecen dirigentes de origen y prosapia radical.

A partir de esto, y sin traslación de votos, más allá de las estrategias comunicacionales en cada domingo victorioso, la segunda hipótesis plantea que asistimos, cuanto menos y en el mejor de los casos, a un proceso de inicio de una transición que trastocará la centralidad política de Juntos por el Cambio. Y lo planteamos en esos términos porque, suponiendo que Jorge Macri prevaleciera en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (los partidos nunca se ganan antes de jugarlos), al PRO, en un escenario de derrota nacional y con un Mauricio Macri profundamente desgastado, no le quedará ninguna referencia institucional de peso reconocido para la discusión del poder interno, más allá de la importancia que termine teniendo en el plano legislativo.

También aquí las diferencias comienzan a ser más evidentes y un buen ejemplo de ello lo tuvimos en la última semana con el tratamiento legislativo que propone la eliminación de ganancias para los trabajadores. Si bien Juntos por el Cambio votó como un solo bloque (103 votos negativos), los distintos criterios quedaron a la vista con la aceptación a dar quorum de parte de un grupo de diputados radicales que se referencian políticamente con Martín Lousteau y que en la Cámara Baja conduce Emiliano Yacobitti.

El éxito político para el oficialismo operó en un triple sentido: ganó centralidad política (se discutió de lo que el peronismo quiso en el marco de la campaña), el proyecto alcanzó una mayoría de 135 votos en el recinto y, partido en sus opiniones, el bloque amarillo debió explicar, porqué negaba una baja de impuesto que hasta hace días reivindicaba y que era una vieja promesa de campaña a un sector que es la base de su electorado.

https://twitter.com/gerpmartinez/status/1704309454009725005

La gran pregunta/apuesta para el tiempo que viene, es qué pasaría con la fuerza cambiemista si se produjera una derrota que ubique a Bullrich en el tercer lugar, alejándola del ballotage de noviembre. ¿Prevalecerá la idea de unidad con una reestructuración de las conducciones (por ahora ninguno de los triunfadores radicales de las provincias, tiene proyección nacional) o asistiremos a la desaparición de Juntos por el Cambio como lo conocemos hoy, empoderándose un radicalismo que ha sabido guarecerse en la territorialidad?

La tercera hipótesis refiere a si la estrategia de campaña de Juntos por el cambio es la correcta. A Bullrich le ha costado encontrar un eje sobre el que referenciarse. Penduló de manera harto evidente con la idea del kirchnerismo como razón de todos los males, readecuó su línea discursiva hablando de un desarrollo humano que ayude a sacar a los argentinos de la angustia, y volvió a encaminar su prédica sobre los conceptos iniciales. En el medio tuvo que soportar el coqueteo político de Macri con Milei y habilitar el protagonismo de Carlos Melconian para que la socorra en la explicación de la economía.

Por momentos, al insistir con la grieta K/anti K, se parece a esos perros que de madrugada nos despiertan ladrándole a la luna. El kirchnerismo no está muerto ni mucho menos, pero no es el protagonista principal en esta elección: Sergio Massa no pertenece al espacio, Cristina Fernández de Kirchner no se ha hecho visible (excepto en éste sábado) y la conformación de las listas de diputados en cada provincia, más allá del supuesto protagonismo de Máximo Kirchner en Buenos Aires, representa la heterogeneidad que hoy domina al peronismo.

Existe, evidentemente, un núcleo duro de votantes a los cuales esa grieta parece aún interpelar, pero por momentos, además de minoritaria, parece desactualizada, por no decir vetusta. Asistimos, sea quien sea elegido (o elegida) a un cambio de época. Los resultados del 22 de octubre hablarán por sí solos, pero todo parece indicar que el libertarismo tendrá un crecimiento exponencial en el plano legislativo y que, el peronismo, si resulta triunfador, tendrá en Massa a un presidente que ocupe todo el espacio político y, si resultase derrotado, comenzará un tiempo de una profunda discusión interna. Si abusamos de una imaginación profusa, y para ser consecuentes con nuestra teoría que nadie está derrotado hasta que los escrutinios así lo determinan, si prevaleciera Bullrich tendrá en su radar para sumarlo, la trascendencia de un espacio legislativo libertario que hoy, resulta muy poco significativo.

Milei supo renovar el relato de la grieta. Desde lo discursivo contrapone la idea de casta y no casta como el principal problema de la política. En los hechos, ese sector no sólo referiría a los políticos que habrían sido, según su concepción, a los únicos a los cuales le habría ido verdaderamente bien en la Argentina, sino que también se extiende a todo aquello que tenga tufillo a lo estatal: empleados públicos, empresas y organismos descentralizados quedan expuestos a la definición de la pertenencia originaria a una organización criminal. Por eso debe extirparse.

El fracaso estrepitoso de sus ideas ya quedó consagrado en la práctica política que supieron llevar adelante sus primos hermanos ideológicos de la región y que, más temprano que tarde fueron rechazados por el voto de las mayorías populares, no privándose como vimos en los ejemplos de Brasil y Estados Unidos la intentona de violar la legitimidad popular.

Pero esa grieta aún le funciona en un electorado que, en su enojo, no parece prestar atención a las consecuencias de las propuestas del libertarismo del siglo XXI. Y no hablamos de comprender las consecuencias devastadoras de una dolarización o de la eliminación, en el tiempo, del Banco Central, ni siquiera de la reivindicación de cierta violencia dictatorial que, para algunos, es historia. Hablamos de un desinterés marcado por todo aquello que respete cierto orden elemental de nuestra vida cotidiana: venta de órganos, desprecio por el medio ambiente y de la violencia inmanente de un candidato que no parece tolerar la más mínima repregunta en el contexto de una sociedad dinámica y cambiante.

En el medio, y como quien no quiere la cosa, en la semana que pasó, Luis Barrionuevo le armó un acto a Milei con un conjunto de sindicalistas. Escaso de presencia con dirigentes de peso y de público en general, los asistentes no se privaron de entonar que “la casta tiene miedo”. Nadie sabe del todo qué habrá dicho el consejero que, allá por los 90’, le pedía a la dirigencia, incluyéndose, que dejara robar y que, vaya coincidencias de la vida, desde hace varias décadas gobierna con mano de hierro el sindicato de gastronómicos.

La grieta que se anticipa es aquella que define si queremos más o menos democracia. Sea con el perfil que muestra Bullrich, siempre provocadora y coqueteando con la violencia (el lunes pos triunfo electoral en Chaco, no se privó de visitar el barrio de Emerenciano Sena, uno de los detenidos por el crimen de Cecilia Stryzowski, gritando a viva voz que llegaba para “denunciar la existencia de un Estado paralelo”); o el de Milei, que tiene como idea fuerza de campaña una motosierra, asistimos a una degradación que nos exige revisar lo construido o no en los últimos cuarenta años de democracia.

El epígrafe de hoy nada tiene que ver con el contenido del texto. El día jueves falleció Mario Wainfeld. En su despedida, quienes asistieron al último saludo, entonaron “Luna tucumana”, una que sabemos todos. Este analista se reconoce deudor de su estilo y de su forma de ver la política. No nos avergüenza afirmarlo. Su lucidez sirvió como referencia en tiempos de angustia pero también en aquellos de los vientos a favor. Y su calidez era un bálsamo para los oyentes de sus programas de radio. Chapeau querido Mario y gracias por habernos ayudado a pensar.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 24 Sep 2023 11:28:12 -0300
Ajustado (otra vez) https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6784-ajustado-otra-vez https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6784-ajustado-otra-vez Ajustado (otra vez)

El escenario era el mismo. La alegría también. Los festejos se emparentaban a partir del respaldo popular. Incluso, las consecuencias institucionales pueden ser definidas como semejantes: así como Maximiliano Pullaro contará con mayoría propia en la legislatura santafesina, Pablo Javkin quedó a un tris de contar con la mitad más uno en el Concejo Municipal de Rosario.

Pero las realidades políticas resultan diferentes. Mientras que el gobernador electo triunfó a lo largo y ancho de la provincia, el intendente rosarino prevaleció en todo el centro y en alguna que otra seccional de los extremos de la ciudad. El resto, prefirió la propuesta electoral que ofrecía Ciudad Futura. El fenómeno no es nuevo. Ya en los noventa, algunos candidatos hablaban de una ciudad con dos perfiles claramente definidos al interior de su territorio.

El ballotage de hecho que protagonizaron los rosarinos el domingo 10 de setiembre, mostró situaciones diferentes para ambas candidaturas. Con casi 63% de participación, unos tres puntos más que en las elecciones de julio, lo que se traduce en una asistencia de unos 50.000 rosarinos más, Pablo Javkin logró fidelizar el voto de todo el frente Unidos Para Cambiar Santa Fe, sumando unos 13.000 votos más que hace dos meses atrás. Juan Monteverde, por su parte, no sólo logró retener el voto de los electores que habían preferido a Roberto Sukerman en la interna, sino que terminó agregando unos 77.000 votos que, podría inferirse, corresponderían al resto de las fuerzas que no habían superado el piso electoral.

Son dos las razones que fundamentan la reelección del ex militante de Franja Morada. La primera refiere al núcleo duro de votantes del centro rosarino. Históricamente anti peronista, en esta oportunidad tampoco avaló mayoritariamente, la candidatura de Monteverde. Por ser un “hippie con Osde”, por ser socio político del kirchnerismo, o incluso, por ser calificado de ocupa por su trabajo territorial en Nuevo Alberdi; lo cierto es que todas esas acusaciones, además de falsas y que poco tenían que ver con lo que supone el estado de la ciudad y lo que se desea para la misma en los años venideros, fueron propaladas en algunos casos por los propios dirigentes oficialistas y en otras a través de la utilización perversa en las redes.

https://twitter.com/pablojavkin/status/1701049099116577210

La Rosario de entre bulevares es una ciudad digna de ser vivida. Cuenta con servicios de excelencia: multiplicidad de líneas del transporte urbano de pasajeros, estaciones de bicicletas, los taxis derivan por decantación en la zona, sus calles están iluminadas con luces led y varias de ellas han sido re pavimentadas en el último tiempo, la oferta de teatros y cine resulta variada, el servicio de recolección de residuos pasa puntualmente, la gastronomía cuenta con múltiples opciones y termina resultando junto a Pichincha y la costanera en la zona norte, los lugares turísticos por excelencia. Los ciudadanos y las ciudadanas que habitan el lugar, no enfrentan necesidades estructurales porque todo está relativamente resuelto.

La mayoría de los barrios de la ciudad son la contracara. Rosario sigue siendo una ciudad desconectada en términos de transporte. Por falta de vehículos o por los problemas de inseguridad, esperar un servicio de línea de noche puede ser una verdadera odisea. Muchas de sus calles se encuentran en un estado de abandono desde hace lustros. Uno puede citar de memoria y sin soplar los pozos que existen en determinadas calles sin que ni siquiera se emparchen. El rol que debían cumplir los Centros de Distrito como forma de desarrollo cultural sólo se cumple en parte al igual que el servicio de barrido y limpieza. Las necesidades estructurales abundan y, parece, que más allá de la profusa publicidad oficial, los vecinos y las vecinas del otro lado del polígono que representan 27 de febrero, Francia y el río, demostraron, mayoritariamente, su descontento en la jornada del domingo.

La segunda razón que fundamenta el triunfo de Javkin, recae en la utilización de un discurso eficaz que el frente Unidos Para Cambiar Santa Fe utilizó a lo largo y ancho de la provincia, el cual operó en tres niveles. Uno de ellos refería a que los problemas eran culpa de los otros: si en 2019 el actual intendente nos explicaba que tenía un plan para la seguridad de Rosario, en 2023 la violencia reinante obedecía a que a la ciudad no se la cuidaba desde el Estado nacional como así tampoco del provincial. Los problemas del transporte eran exclusiva responsabilidad de los fondos siempre insuficientes a partir de la falta de federalismo. El tono firme en el marco de la campaña, los gestos adustos en la cartelería urbana y cierta sobreactuación de enojo completaban el cuadro.

El segundo nivel operaba sobre la acusación de Monteverde como un socio del kirchnerismo. “Rosario no debe volver para atrás” era uno de los latiguillos oficialistas, poniendo en el centro del dispositivo discursivo a un sujeto político que nunca había tenido peso en la ciudad, ya que nunca pudo gobernarla. La apelación apuntaba a la sensibilidad de un electorado seducido por una falsa grieta que ve a la estructura conducida por la vicepresidenta Cristina Fernández como la síntesis de todos los males. De allí que el discurso de Patricia Bullrich, en la noche de la celebración, anunciando la destrucción de ese espacio político, no se haya visto como desperfilado o desubicado ni mucho menos.

https://twitter.com/juanmonteverde/status/1701069661045932525

Finalmente, el tercer nivel refería a la ilusión de gobiernos en la misma línea ideológica. Según el ahora intendente electo, los “buenos vientos que vienen”, serían consecuencia del eje común que supone que Pullaro gobierne la provincia y Bullrich el país. Esa idea fuerza, que termina de confirmar el giro a la derecha de Javkin, que anunciábamos aquí hace casi un año, permitiría liberar a Rosario de las cadenas que le impiden su desarrollo.

La idea resulta falaz, ya que cuando a Rosario le ha ido bien fue producto del modelo de acumulación que la favorecía (década del 60’ y parte de los 70’) y quedó atravesada por la miseria y el atraso a partir del modelo de la Convertibilidad que varios de sus actuales socios políticos reivindican. La ciudad no necesita para su desarrollo una misma línea ideológico partidaria, sino un marco económico y jurídico que tenga en cuenta su especificidad transformada desde hace cuatro décadas.

A diferencia de lo que supo moldear el socialismo, con sus planes estratégicos, el desarrollo de la costa central a partir del corrimiento del Estado nacional de la antigua zona ferro portuaria, las descentralizaciones administrativas y la inversión en salud pública, a Creo le ha costado mostrar un eje vertebrador de la gestión que permita intuir hacia dónde va la ciudad en los próximos años. Podrá decirse que la pandemia del Covid todo lo complicó, pero no menos cierto que eso es que, en esta campaña electoral, instancia que debería haber servido para mostrar algún mínimo atisbo de hacia dónde se quiere ir, esa circunstancia, no apareció.

Pablo Javkin lo hizo otra vez. Al igual que en 2019, donde apenas triunfó por 7.000 votos, en éste 2023 volvió a prevalecer pero en esta oportunidad con una diferencia un poco más holgada de 16.000 sufragios. Al igual que hace cuatro años atrás, cuando supo diferenciarse de un oficialismo desgastado del que formaba parte, ahora, supo exponer en la responsabilidad de los otros los problemas que afectaron a su propia impericia y opacidad de gestión. Según su prédica, será cuestión de apostar por un triunfo del desgastado Juntos por el Cambio a nivel nacional para que la ciudad se vea favorecida. Pero si eso no ocurre, ya sabremos dónde recaerán ciertas responsabilidades en el tiempo que viene.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Thu, 14 Sep 2023 15:40:22 -0300
Récord https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6783-record https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6783-record Récord

"Adelante radicales,
adelante sin cesar.
Viva Hipólito Irigoyen,
y el partido radical…"

Marcha de la Unión Cívica Radical

Histórico. Inapelable. Con evidente proyección nacional. Aún resuenan los ecos de la fiesta en Parque Norte donde la oposición santafesina se dio el enorme gusto de celebrar un retorno al poder que algunos comenzaron a imaginar allá por mediados de 2019, cuando Omar Perotti supo transformarse en el dirigente que reinstalaba al peronismo en la Casa Gris y que da por cerrado, por lo menos por los próximos cuatro años, el escenario de tercios que desde hacía tres elecciones había configurado el mapa político de la provincia.

El récord que supone traspasar el millón de votos ya tiene la suficiente potencia como para llamar la atención del sistema político nacional. Pero además, el triunfo de Maximiliano Pullaro viene acompañado de haber alcanzado la mayoría en ambas cámaras y en las ciudades más importantes de la provincia.

Hay tres retornos. El de la dirigencia socialista, que ve prevalecer aquellos acuerdos de comienzo de año, que propiciaron inicialmente una fractura que aparecía como definitiva y no fue tal; el del protagonismo como cabeza de león de la Unión Cívica Radical, que vuelve al poder provincial luego seis décadas y el de un peronismo derrotado que deberá barajar y dar de nuevo rápidamente, para no comenzar un proceso de atomización siempre factible cuando priman los egoísmos exculpatorios.

Si algunos pretenden suponer que las territorialidades ya no juegan en política, y que todo puede reducirse al conocimiento del candidato, bien viene el ejemplo santafesino para relativizar esa idea. Pullaro conoce la provincia. La recorrió, primero en su rol de funcionario a cargo del ministerio de Seguridad, luego como diputado provincial y finalmente como candidato, condición que fue definida con mucha anticipación. Hay, tal vez, cinco razones que explican su éxito político de las últimas horas.

Validación: el electorado no peronista y anti peronista aceptó de buen grado el acuerdo entre dirigentes que, si uno presta atención a los recorridos personales y a las propuestas ideológicas que las han sostenido, poco tienen que ver entre sí. No deja de ser llamativo que mientras el socialismo ha reivindicado la salud y la educación pública, el acuerdo político haya llegado de la mano de otros dirigentes que ven al mercado como la razón de ser de toda acción social que se precie. Los números son claros y algo pudo verse en las últimas PASO: en las generales de 2019, la suma de votos del Frente Progresista Cívico y Social y el PRO orillaba 1.016.000 votos, número más que suficiente para ganar cualquier disputa electoral que se precie. El escrutinio provisorio del día domingo le otorgó a Unidos Para Cambiar Santa Fe, la friolera de 1.023.000 votos. Más ajustado, imposible.

Gestión meritoria: ante el escenario de violencia vivida en ciudades como Rosario durante la gestión Perotti, el ahora gobernador electo supo mostrar como un mérito lo que había sido su gestión en el área. Poco importaron las denuncias judiciales de antaño, los audios que mostraban una connivencia obscena con ciertas prácticas de dudosa legalidad, su vinculación con funcionarios policiales cercanos al narco (y condenados) y las propias denuncias públicas efectuadas en el marco de la campaña electoral por su adversaria en la interna, Carolina Losada. Si Omar Perotti había anunciado la “Paz y Orden” como slogan de campaña 2019, era porque existía una demanda social en aquel entonces y Pullaro era el máximo referente apuntado.

“Cómo estará la cañada, que la chancha la cruza al trote”. Durante el debate, el ex ministro mostró comparativamente la cantidad muertos en Rosario producto de la violencia, y pareció reflejar una mejor calidad de vida para los habitantes de la región. Siguiente pregunta.

https://twitter.com/maxipullaro/status/1701319796040532225

Gestión peronista deficiente. Luego de casi cuatro años de gestión el actual oficialismo sólo pudo mostrar el cumplimiento de la promesa del Boleto Gratuito y de Billetera Santa Fe como ideas fuerza de campaña. Es inexorablemente cierto que la pandemia condicionó de buen grado a todas las gestiones, pero, de alguna manera, en 2023 el Covid es un mal recuerdo de tiempos idos. Si bien es real que la legislatura con su mayoría opositora en diputados y los vaivenes en la relación con el Senado, condicionaron mucha de la legislación que se proponía (la ley de Seguridad es un buen ejemplo), la sociedad pareció demandar una mayor originalidad a la hora de enfrentar la gestión. No alcanzaba con mostrar si Santa Fe era la provincia que más rápido crecía o si creaba más puestos de trabajo. Hubo una distancia entre la gestión y la población que nunca pareció resolverse positivamente.

Liderazgo ineficaz. Perotti ha sido intendente de Rafaela, ministro de gestiones provinciales y legislador nacional, tanto en el rol de diputado como de senador. Es un hombre de inocultable experiencia que siempre fue acompañado por el voto popular, pero su carrera se cimentó desde un excesivo “perottismo”, que poco tenía que ver con lo que el peronismo de este tiempo demandaba. Equipo que gana no se toca, dice una de las tantas máximas no escritas del fútbol y por lo tanto, el estilo que tanto éxito le reportó no sería modificado porque la realidad, de acuerdo a diversas interpretaciones, así pudiera demandarlo. Siempre privilegió una conducción política donde no había una contención cercana sobre las segundas y terceras líneas, lo cual llegó a su extremo en la campaña electoral donde siempre pareció interesado, vía la mentada boleta única, en cuidar la quintita propia para ganar el primer lugar en la lista de diputados. Optó por una disputa en sordina e inútil con su candidato a gobernador, con quien había sellado un acuerdo y terminó obteniendo 80.000 votos menos que éste, llegando, finalmente, a un lugar de muy dudosa relevancia como diputado provincial.

Clima de época. Esta razón tal vez sea la de mayor necesidad de confirmación en el futuro próximo, pero no deja de ser evidente que el peronismo no las tiene consigo en las distintas elecciones provinciales que se han desarrollado hasta el momento. Yendo un poco más allá en el análisis, la irrupción a nivel nacional de un personaje como Javier Milei, complejiza aún más un escenario donde este electoral 2023 ha confirmado como nunca que las elecciones provinciales y nacionales, poco tienen que ver entre sí.

El triunfo ha sido arrollador. Resuenan las estrofas de la marcha radical cantadas a pulmón, reaparecen las boinas y las banderas rojas y blancas le dan el marco a la fiesta. Es un revival de tiempos antiguos. El vitoreo sobre la figura de Raúl Alfonsín, quien siempre tuvo claro que el límite era la derecha recalcitrante que se había institucionalizado en el PRO, parece remontarnos a la década del 80’ donde la sola invocación de su nombre, suponía la referenciación en un sistema de ideas muy diferentes. Quien levante la mirada sobre el escenario, notará que también lo habitan personajes de la talla de José Luis Espert, Patricia Bullrich o Emilio Monzó, y la distancia parecerá  irreductible. Todo un desafío para el gobernador electo: administrar semejantes diferencias políticas.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Tue, 12 Sep 2023 11:12:54 -0300
Decisiones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6782-decisiones https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6782-decisiones Decisiones

"Decisiones (¡Ave María!)
Cada día (sí, señor)
Alguien pierde, alguien gana, Ave María
(Oye, "Caco")
Decisiones, todo cuesta.
Salgan y hagan sus apuestas, ciudadanía."

Rubén Blades

A poco menos de cuarenta y cinco días de las elecciones generales, los tres espacios políticos que compiten por el premio mayor de la presidencia, enfrentan situaciones disímiles, nada novedosas y que, en definitiva, no reflejan la paridad que supone el escenario de tercios que mostró el conteo de votos del 13 de agosto. De cara a recuperar terreno, dos de ellos tomaron una serie de decisiones que no dejaron de llamar la atención en el contexto de la campaña electoral. Un poco por necesidad y otro poco por la elemental dinámica de los tiempos que corren, nadie desea perder ningún resquicio de centralidad política. Semana de decisiones que no pasaron desapercibidas para la matrix de la política. Pasen y vean. Están todos y todas invitados.

En La Libertad Avanza algún tipo de certidumbre parece consolidada. El espacio convive con una serie de tensiones (por lo menos dos) que ya son por demás de ostensibles, pero que nadie sabe a ciencia cierta si afectan la performance electoral de Javier Milei. La más evidente de ellas refiere a las diferencias suscitadas en el seno de los equipos cercanos al líder, respecto de cómo encarar la prometida dolarización. Existen, por lo menos, dos opciones: los que sostienen que es inviable en el corto plazo del 10 de diciembre ya que no están los dólares y por lo tanto, como primer paso debería estabilizarse la economía. Y por otro lado, el propio candidato afirma, sin dar demasiados detalles, que  la misma se impondría de manera inmediata con el dólar a precio de mercado, esto es $730. Las dudas pueden ser menores para el gran electorado, pero habla per se de una discusión que no está saldada en el seno libertario y que, va de suyo, se resolvería a partir de la llegada al poder y con una toma de decisión que no sería inocua.

Milei oscila entre el intento (y esfuerzo personal) de mostrarse moderado para incrementar su base de sustentación, y la necesidad de no perder cierta originalidad que le permitió cautivar a distintos sectores del electorado. La pregunta por estas horas deviene en descubrir si resulta un liberal desbocado o un neo fascista en ciernes.

Si tenemos en cuenta que el surgimiento del fascismo poco tenga que ver con la irrupción del libertarismo argentino, sí debe señalarse que la descalificación sistemática y violenta sobre aquellos que no tienen la misma cosmovisión mundana (me refiero a algo mucho más profundo que la utilización del concepto de casta), y teniendo el ejemplo de definición de excremento humano a los socialistas, o de “mogólico” al economista Roberto Cachanovsky, requiere de una revisión profunda y actualizada de ciertas categorías analíticas.

El liberalismo no está exento de una alta dosis de humanismo que tenga empatía con el “diferente”. Radica en Milei una violencia innata, la cual se entiende al revisar la historia familiar a partir de sus propias declaraciones y que lejos está de reivindicar el concepto de la “igualdad de oportunidades” que supieran legarnos intelectuales de la talla de John Rawls.

https://twitter.com/VickyVillarruel/status/1698853197517824413

La semana que pasó mostró, en parte, algunas diferencias. Su compañera de fórmula Victoria Villarruel participó, por enésima vez, de un acto que se realiza anualmente, donde se le rinde homenaje a las víctimas de los actos terroristas de la década del 70’. El acto, con la gravosa novedad de desarrollarse en la legislatura porteña, y como se suponía de antemano, terminó derivando en una reivindicación de la dictadura genocida y en un negacionismo flagrante.

Un liberal convencido, jamás habría tolerado la ponderación del Estado absoluto que proponían Jorge Videla y sus secuaces. Milei adolece de una crítica al respecto. No habla de la Justicia como institución, de su importancia para la realización de la vida del ser humano. Todo se circunscribe al desarrollo del Dios mercado, su imposición a cualquier precio, y quedando expuesto a la lógica de que todo es pasible de monetización. Deja ese flanco libre y desdibujado para que lo termine ocupando una negacionista que sí tiene en claro ciertos actos y sus consecuencias.

Pero si hablamos de roles desdibujados, allí está el caso de Patricia Bullrich decidiendo el cambio de formato de campaña en el transcurso del año electoral. La ex ministra de Seguridad sigue pagando un alto costo a su decisión primaria de haber elegido un perfil de “dura” para diferenciarse en la interna partidaria y de cara a la sociedad. La irrupción de Milei la sigue condicionando en su posicionamiento post PASO y ya no son pocas las voces de encuestadores que no resultan necesariamente opositoras a su figura, que señalan que no logra retener la totalidad del voto larretista.

Lo anterior se debe a una gran carencia y, articulado con esto último, un gran contrapeso. Para la primera digamos que Bullrich no ha logrado convertirse hasta ahora en una lideresa, como así tampoco en una dirigente con vuelo propio. Algo de esto ha tratado de comenzar a revertir con una serie de declaraciones que empiezan a dejar de lado al propio Mauricio Macri que es, en definitiva, el condicionante para cierto desarrollo político.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1700188417819029655

Lo del hijo de Franco no es una novedad en sí misma. Ha prevalecido en la centralidad del espacio que supo construir a base del desgaste de aquellas figuras que podían eclipsarlo: le sucedió a María Eugenia Vidal durante su gobernación en la provincia de Buenos Aires, a Horacio Rodríguez Larreta en el desarrollo de la interna y le pasa ahora a Bullrich al observar cierto coqueteo político entre el ex presidente y el ganador de las PASO.

El silencio de las últimas semanas del ex presidente y su ausencia a partir de sus viajes al exterior producto de su rol en la Fundación FIFA, han alimentado una serie de suspicacias que se intentan desactivar con el anuncio de que a partir de la semana próxima, una vez en la Argentina, Macri tendrá un rol mucho más activo en la reivindicación de su ex funcionaria. Ver para creer.

En ese devenir, la candidata no se priva de cometer algunos errores que parecieran mostrarla en un estado de desesperación recurrente. En esos términos fueron entendidas sus declaraciones en la provincia de Córdoba donde pidió por el renunciamiento de Juan Schiaretti a la candidatura presidencial. Ni lerdo ni perezoso, el actual gobernador, quien no le perdona a Bullrich su bloqueo al ingreso a Juntos por el Cambio salió a afirmar que esas ideas “son disparates antidemocráticos”.

En el mientras tanto, la ex ministra de Trabajo de Fernando De la Rúa, se prepara para recibir la hipotética buena noticia de un triunfo electoral en Santa Fe de parte de Maximiliano Pullaro, que le permitiría ganar en la centralidad de los diarios del lunes y en los portales de noticias. Cuando uno está en el medio del naufragio, cualquier tabla de donde asirse, viene bien. No me pida más querido lector, estimada lectora: esto se escribe en la tarde del sábado y estamos en veda.

En el oficialismo, portador del tercer tercio de los votos, también aparecieron una serie de decisiones. En lo que ya es una característica definitiva del candidato del espacio, cada vez cuenta con una mayor centralidad política a partir de su doble rol de funcionario y candidato.

En el primero de ellos, con una corrida cambiaria frenada, con el dólar en retroceso y con la señal inequívoca de que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional sirvió para lo imaginado inicialmente, Sergio Massa anunció la presentación de un proyecto que eliminaría el impuesto a las ganancias a trabajadores. La medida, no favorece a las grandes mayorías pero se fundamenta en una problemática a la cual siempre le prestó atención el tigrense y que sirve como una señal de lo que podría venir en su gestión. Como al pasar, también anunció la eliminación de una serie de impuestos para las PYMES que tomen nuevos trabajadores por los próximos dos años.

https://twitter.com/SergioMassa/status/1700604990744621544

Para los días que vienen tiene el lastre de lo que será el número de inflación del mes de agosto y que, nadie parece afirmar lo contrario (incluido el propio ministro), vendrá de la mano de dos dígitos, el mayor número en los últimos veinticinco años. Que Massa hoy sea competitivo se debe a su innegable laboriosidad, su agudeza política y al tren fantasma contra los cuales compite.

En este último sentido, la campaña oficialista, en esta etapa, parece estar empeñada en explicar la impracticabilidad de las propuestas libertarias antes que en el ataque a la figura de Javier Milei, tratando de ganar protagonismo en temas como el impuesto a las ganancias y en la propuesta en materia educativa que se dará a conocer el día lunes.

A todo ello se suma el relanzamiento de la campaña en la provincia de Tucumán con la presencia del conjunto de gobernadores y dirigentes. En las reuniones del viernes, el mensaje fue claro: “militen ya que vienen por sus provincias”. A buen entendedor, pocas palabras. Algo de esto habíamos esbozado en la columna anterior cuando planteábamos cierta falta de visibilidad de no pocos protagonistas que habían “exigido” su candidatura.

“Decisiones, alguien pierde, alguien gana” cantaba hace unas cuantas décadas atrás Blades y el estribillo cobra una enorme vigencia para una elección que, más allá de ciertos desánimos, parece ir levantando vuelo. Damas y caballeros, hagan sus apuestas (Y decidan)…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 10 Sep 2023 08:05:41 -0300
Apurados https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6781-apurados https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6781-apurados Apurados

No nos atrae vivir apurados.
No nos alcanza el hecho de llegar.
No nos molesta el camino más largo.
No nos preocupa qué pueda pasar.

“Vivir apurados” - No Te Va Gustar

Vivimos tiempos veloces. Portar con varias décadas sobre nuestras espaldas (los huesos lo descubrieron hace un buen tiempo), tiene la particular virtud de habernos permitido conocer otro mundo. Resolvemos cuestiones que antes nos llevaban horas, días y semanas en los segundos que supone la efectividad de las aplicaciones de un celular vía internet. Turnos y recetas médicas, tramites de registración de propiedades, pagos de impuestos y de servicios vinculados al entretenimiento, transferencias bancarias a cualquier parte del planeta y hasta aquel viaje soñado, podemos resolverlo desde la inmediatez y la intimidad de nuestro mundo más pequeño.

Pero no todo es color de rosa. Lo saben psicólogos y psiquiatras que conviven con nuestras ansiedades ya que esa velocidad, no puede trasladarse al conjunto de las relaciones humanas: ni laborales, ni de amistad, ni de pareja y, hete aquí cierta desilusión de algunos, mucho menos al mundillo de lo político. No son pocos los analistas, hablamos de los buenos, de aquellos que merecen leerse cotidianamente, que, a la luz del escenario de este 2023, salieron a plantear la extensión del año electoral como un problema en sí mismo. Por acá preferimos ser algo más modestos y entendemos que ciertas coyunturas que no resultan inmodificables pueden moldearse con inteligencia, compromiso y trabajo. Con la emergencia de algunos apuros, repaso de una semana que dejó varias posiciones adelantadas de protagonistas de fuste. Recorrido por los últimos siete días de agosto, que además trajo un triste recuerdo. Pasen y vean, sean todos y todas bienvenidos.

Una de las novedades de la semana vino de la mano de los números. El día jueves se hicieron públicos los resultados del escrutinio definitivo de la votación del domingo 13 de agosto: el  dato de color es que Javier Milei no llegó a los 30 puntos y que la diferencia, cual disputa por el descenso en el fútbol argentino de primera, entre el primero y el tercero llega solamente a unos escasos 2,58% de los votos. No casualmente, el supuesto libertario salió a decir, sin prueba de ningún tipo, que le habían robado 5 puntos. Con una votación ejemplar, sin denuncias sobre las que trabajar de parte de la Justicia Electoral, el escenario de tercios viene a confirmar que nada está dicho de antemano; aunque la ansiedad y el apuro esté matando a varios, que ya imaginan al “padre” de Conan, Murray, Milton, Robert y Lucas con la banda presidencial colocada en el mediodía argentino del 10 de diciembre.

Los santafesinos supimos algo de ese apuro en la semana que pasó cuando le preguntaron, a Maximiliano Pullaro primero y a Omar Perotti después, por quienes votarían en un escenario de balotaje donde no estuviera el candidato del propio frente del que forman parte. En ambos casos, para sorpresa de muchos, la elección fue por el lado de Milei. Mientras la justificación del actual diputado provincial vino de la mano de que “el kirchnerismo es lo peor que nos puede pasar”, para el actual gobernador, el ganador de las PASO representa una novedad y por lo tanto, desde su visión, sería merecedor de una oportunidad ya que “lo de Patricia Bullrich ya lo vimos y no quisiera esa etapa otra vez”.

En estas declaraciones, que se reflejan como forzadas y armadas (los candidatos querían decir eso, nadie se los arrebató), aparece el inmediato horizonte de las generales santafesinas del 10 de setiembre. Qué mejor que, supuestamente, congraciarse con los votantes libertarios de cara a una elección donde cada uno de esos candidatos tiene sus propios intereses en poder despegarse: el primero porque si fuera gobernador debería convivir con una administración dominada por los libertarios y el segundo porque necesita como el agua, transformarse en el candidato a diputado provincial más votado para lograr así, mantenerse (hipotéticamente), como el jefe de la oposición santafesina, siendo referencia insoslayable en el peronismo local.

Pero para ambos frentes hubo incomodidades varias. En Unión para cambiar Santa Fe, porque la opción de Pullaro pareció darle aire a unas muy preocupantes declaraciones de Milei quien afirmó, en una entrevista para una radio colombiana, que un socialista era lo mismo que el excremento humano y que por lo tanto merecía limpiarse. Yo no sé usted querido lector, estimada lectora, pero ese tipo de definiciones a este analista le representa una preocupación enorme, ya que Argentina ha sufrido este tipo de concepciones en su pasado no tan reciente, pero que tiene innegable proyección en este, nuestro tiempo.

La respuesta, vía comunicado, no se hizo esperar de parte del Partido Socialista, aunque la misma tuvo la misma repercusión que la humedad de mayo por estos lares y vino acompañada del silencio cómplice de los socios amarillos del espacio. Tanto recorrido del partido de la rosa, para terminar ninguneados de la mano de cierta modestia electoral.

Del otro lado, las declaraciones perottistas tuvieron un impacto aún mayor. No fueron pocos los dirigentes peronistas, candidatos o no, que salieron a plantear sus diferencias con el gobernador, Marcelo Lewandowski incluido.

https://twitter.com/marcelewan/status/1697283727267602458

A nadie escapa la trayectoria de Pullaro y Perotti, como así tampoco de la cintura política con la que cuentan y a la que podrían haber recurrido ante preguntas que, supuestamente, podrían colocarlos en un lugar no deseado. Varias décadas en la política para ambos, ocupando cargos de primer nivel, nada puede sorprenderlos en entrevistas complacientes a personajes que, al decir libertario, representan la idea de pertenencia a una supuesta casta. Vaya paradoja: en el tercer distrito electoral nacional, sus dos dirigentes más importantes, uno por presente y el otro por su proyección, adelantaron su voto para los próximos, casi, noventa días, para un candidato que, supuestamente, los desprecia. Primer ejemplo de apuro. Mi abuela se preguntaría “¿con qué necesidad?”     

En el plano nacional, un par de preguntas empiezan a hacerse cada vez más visibles. ¿Milei es o se hace? ¿Su propuesta es una parodia o un intento real de imponer medidas que, a medida que se explican parecen cada vez más estrafalarias? El reciente ejemplo sobre la contaminación de los ríos, se suma a una serie de declaraciones donde no se termina de entender del todo que buena parte de sus propuestas se basan en la inconstitucionalidad o, para decirlo de manera más contundente, en la ilegalidad y que de obtener un muy buen resultado en la noche del 22 de octubre, nada puede presumir que el libertario contará con una densidad política suficiente para cumplimentar con todo aquello que promete.

Empieza a ver en el libertarismo un ida y vuelta constante respecto de la viabilidad de sus propuestas: si le preguntan por la dolarización muchos de sus hasta ahora desconocidos dirigentes, afirman que no será inmediata; si se los interpela por el cierre del Banco Central, es algo que sucederá a partir de ciertas circunstancias ya que, y aquí viene una interesante promesa, el proyecto libertario requiere, cuanto menos, de tres décadas para su consolidación.

Si el voto a Milei es parte de un enojo social, fundamentado en todo aquello que la dirigencia política no ha sabido resolver en los últimos tiempos, fundamentalmente desde la perspectiva de ciertas demandas sociales, bien vale preguntarse en lo efímero de esa identidad política y en la sustancia con la que podría contar a partir de una serie de carencias del presente, las cuales no serían resueltas en el futuro inmediato.

También allí hay un apuro. Aparecen cotidianamente una serie de definiciones, de ámbito político, periodístico y hasta académico, donde el sujeto político “mileista” ya estaría consolidado y sería lo suficientemente contundente para que Milei triunfe en primera vuelta, ante la impericia de una Patricia Bullrich a la cual le ha costado encontrar un eje claro de campaña.

Entre los dilemas internos y los errores en la comunicación de la propuesta económica, la ex ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa trató de ganar en previsibilidad política al anunciar, con bombos y platillos, que en caso de acceder a la presidencia, Carlos Melconián será su ministro de Economía, nombre impuesto por Mauricio Macri para ordenar en algún sentido la campaña cambiemista.

Las razones del apuro de nominar cien días antes de acceder a la gestión al integrante de la Fundación Mediterránea que, como el sol, siempre está; radican en sacarse rápidamente de encima el lastre que supone exponer sobre un tema que Bullrich decididamente desconoce, a la vez que le permitirá despegarse del perfil anti sistema que por momentos parece mostrar Milei.

Desde el lado del oficialismo, Sergio Massa aparece cada vez más protagonista del espacio, ocupando una centralidad que es el juego que mejor juega y más le gusta. El domingo anterior se ocupó de poner en agenda, vía redes y lejos de cualquier formalidad tradicional de cierta comunicación política, una serie de anuncios para trabajadores formales, monotributistas y jubilados que vienen a paliar la devaluación del 14 de agosto.

https://twitter.com/SergioMassa/status/1695830905992962475

Entre ellas, la que generó más ruido político es la que refiere a la entrega de una suma fija de $60.000 para trabajadores activos, en dos cuotas, la cual quedaba supeditada al comportamiento de las distintas paritarias. La medida encontró un límite real y uno supuesto pero que fue construido desde cierta titulación mediática.

La primera refiere a una serie de empresarios que salieron a cuestionar la medida porque dicen no contar con los fondos y que para ello existen las paritarias. Frágiles de memoria, buena parte de nuestros capitalistas vernáculos olvidan que no pocas empresas se salvaron en la pandemia, a partir de la ayuda estatal que trajo no pocas discusiones “académicas” y que, el proceso de crecimiento posterior, consolidó un contexto donde las ganancias entre capital y trabajo, siempre favoreció a los primeros.

La segunda se relaciona con un conjunto de gobernadores (14) e intendentes que salieron a confirmar la negativa al pago por múltiples razones. Algunos, como en el caso de Santa Fe, donde la reapertura de paritarias ha garantizado ese monto en el bolsillo, y otros, porque, aparentemente, necesitan del auxilio de las provincias para hacer frente al pago. Con todo, estas decisiones que pretenden mostrarte como una circunstancia de debilidad política del oficialismo, a la vez que se lo cuestiona como el plan Platita 2, viene a demostrar que aquella insistente idea de parte del movimiento Nac&Pop de otorgar sumas fijas en otras etapas, tenía sus bemoles.

Por lo pronto, los últimos días de la gestión de la economía, vía acuerdo con el FMI, parecen haber transcurrido con cierta tranquilidad ministerial y con un respiro para poner la campaña en otro lugar, la cual debería empezar a contar con una mayor presencia y visibilidad de funcionarios y dirigentes que, a no olvidarse, veían en Sergio Massa al único candidato posible. Más compromiso público y menos especulación sería una buena señal para un sector de la sociedad que ve con no poca preocupación, cómo prevalecen los egoísmos de ocasión.

Algo de esto último aplicaría con el hecho de que el viernes 1 de setiembre se cumplió un nuevo aniversario del atentado a Cristina Fernández, el cual puede ser pensado como una confirmación de toda la violencia que se construyó contra la vicepresidenta. La investigación centrada en “perejiles”, una Justicia que no fue a fondo con los instigadores económicos y buena parte del sistema político restándole importancia al ataque más gravoso que se recuerde en la democracia de estos cuarenta años, permite reflexionar sobre ciertos silencios en ese pasado reciente, pero fundamentalmente, en lo que nos pueden deparar los días por venir. Si a Cristina la tocaron y no se armó ningún “kilombo”, como anunciaba cierta militancia de estudiantina, qué podrá quedar para nosotros, el resto de los mortales.

Como interpretan Emilio Brancciari y sus muchachos, no nos interesa vivir apurados en el análisis y preferimos el camino más largo. Pero sí nos preocupa qué pueda pasar. Por nosotros, por nuestros afectos y por esta comunidad en la que apostamos vivir cada día de nuestras vidas.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 03 Sep 2023 14:18:30 -0300