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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Fri, 29 Mar 2024 12:03:25 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es El laboratorio y las expectativas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6772-el-laboratorio-y-las-expectativas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6772-el-laboratorio-y-las-expectativas El laboratorio y las expectativas

El calendario nacional y la voluntad política del gobernador Omar Perotti determinaron que desde este próximo domingo, los santafesinos debamos asistir una vez por mes a las urnas cuanto menos, hasta el mes de octubre. Con la secuencia de poco más de tres o cuatro semanas, realizaremos el sano ejercicio de la elección de los candidatos primero, y de las autoridades que nos gobernarán desde el 10 de diciembre, después. Si Julio trae memes a raudales, este electoral 2023 no podría estar ajeno y en Santa Fe aportará resultados que, a medida que pasan los días y las horas, muestran a la provincia como un laboratorio y como un ejemplo de aquello que, tal vez, pueda suceder a nivel nacional en algunas pocas semanas más. Mientras ello transcurre, las expectativas oficialistas parecen haber encontrado un cauce impensado hasta hace muy poco tiempo atrás. Recorrido por la previa de la primer posta electoral. Entre urnas y boletas únicas, pasen y vean. Sean todos y todas bienvenidos.

La semana política había comenzado en Salliqueló, provincia de Buenos Aires, el domingo 9 de Julio, con la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner. Para el peronismo en su conjunto, el acto forma parte de su ADN en la manera de entender el sentido del quehacer político: su construcción se desarrolló en tiempo récord con mano de obra argentina (empresas incluidas); en un escenario tan complejo para las cuentas públicas permitirá ahorrar varios miles de millones de dólares al año (todo depende de la variación del precio internacional del gas licuado); se transforma en un eslabón más que apunta a la soberanía energética y permite contrastar, de manera insoslayable, la gestión actual con lo sucedido en el período 2015 – 2019. No es poco.

Para oficialistas y opositores, buena parte de las expectativas estaban centradas en el reencuentro público, luego de cuatro meses, de las tres patas que han compuesto la conducción del ya extinto Frente de Todos. Como en esas reuniones familiares de fin de año, donde algunos parientes no se quieren del todo, pero que hay que asistir porque puede ser el último de una abuela ya entrada en décadas y problemas de salud, el dueto Fernández – Fernández decidió dejar de lado las rencillas de siempre, y trató de poner en valor aquella vieja máxima justicialista que impone que primero va la Patria, luego el movimiento y finalmente, los hombres. Aunque para ser correcto políticamente con los tiempos que corren, deberíamos decir “seres humanos”.

https://twitter.com/unionxlapatria/status/1678118823629651968

Al oficialismo “no le sobra nada” y ya habrá tiempo del pase de factura correspondiente en una hipotética derrota electoral, o de la vuelta de página si el 10 de diciembre Alberto Fernández le coloca la banda presidencial a un compañero. Cada uno de los tres protagonistas fue fiel a su estilo: Sergio Massa articulando un discurso de síntesis con la perspectiva de un candidato, Cristina Fernández de Kirchner yendo y viniendo con los recursos discursivos temporales, a la vez que obviaba a su compañero del binomio presidencial y Alberto Fernández poniendo bajo perspectiva todo lo realizado, con referencia al general Juan Domingo Perón incluida.

El acto tuvo la suficiente potencia como para que algunos partidarios del romanticismo político se quejaran de que el oficialismo había perdido una oportunidad para saltear la grieta, emular cierta racionalidad al modo uruguayo y convocar al conjunto de la oposición cambiemista. La respuesta no demoró en llegar al recordar que ninguna de las razones estructurales que posibilitaron la llegada del gas desde Vaca Muerta contaron con el apoyo opositor: ni la recuperación de YPF, ni con la gestión de lo realizado en los cuatro años de gestión macrista, ni con el apoyo al financiamiento vía impuesto a las grandes fortunas, ni con la aprobación de los presupuestos respectivos para su realización. Para Juntos por el Cambio el desarrollo energético argentino (y su potencial soberanía) no es más que una forma de tantas otras que permiten vincular negocios con el sector privado. La campaña electoral en ciernes, con sus propuestas siempre envueltas en un vistoso packaging, así permitirá demostrarlo.

Pero no conforme con esos cuestionamientos, vía redes y algunos inefables comunicadores, se intentó poner dudas sobre la calidad de la obra a partir de la velocidad temporal con que fue ejecutada. Dicen que del “ridículo no se vuelve”, y en esa permanencia circular que se termina haciendo constante, no son pocos los que una y otra vez apelan a acciones que confirman la vieja máxima.

El segundo hecho que refiere a las expectativas oficialistas de este tiempo, referenció en el pendiente y discutido acuerdo con el Fondo Monetario Internacional de cara al segundo semestre del año. Con el devenir de las semanas, el ministro de Economía ha comenzado a hacer público las instancias que no permiten llegar al acuerdo. Dejando traslucir que una de las razones se fundamentan en el tipo de devaluación que debería producirse a gusto de los prestamistas, Massa profundiza semana a semana, un discurso nestorista donde la expectativa final reside en la posibilidad de sacarse de encima al FMI, con el pago de saldos exportables para ganar independencia económica en el mediano plazo y, en ese sentido, los juegos de posicionamiento político abundarán en los días venideros.

https://www.youtube.com/watch?v=46vE8MepreU&ab_channel=T%C3%A9lam

En ese derrotero, donde un acuerdo será mostrado por el oficialismo como un triunfo político, economistas de la oposición fueron acusados de obstruirlo y no faltaron quienes pisaron el palito de la picardía massista y salieron a decir sin decir, que prefieren un escenario de inestabilidad tal que permita imponer las recetas de económicas de siempre: un ajuste potente es el sueño húmedo de todo neoliberal que se precie. No importa si en el medio se atraviesa un año electoral.

Y finalmente, el tercer dato económico que transitó la semana refirió al número de la inflación de junio que se conoció en la tarde del jueves. Emulando a un informe médico sobre la presión arterial, podríamos sintetizar el título con la “baja de la alta”. Seis puntos de inflación mensual no es un número que dé para muchos festejos, pero si política y economía son primos hermanos en esto de la construcción de expectativas, en un contexto donde la inflación no bajará a niveles óptimos de la noche a la mañana, no puede dejar de señalarse que la reducción del 8,4% de abril a este 6% de junio, supone un saldo a favor en el horizonte oficialista.

Simultaneamente, como síntoma y como expectativa, otra vez la oposición pretendió agitar viejos fantasmas que refieren a los retoques de los índices que informa el INDEC. La acción no parece muy novedosa y omite dos hechos irreprochables: que cuando el número daba con una tendencia hacia arriba el mismo no era denunciado y que todas las consultoras privadas, esas donde tanto gustan referenciar no pocos actores de la vida política, económica y empresarial del país, daban con una tendencia a la baja.

https://twitter.com/INDECArgentina/status/1679566414418526209

En todo este entramado, donde algunos hechos de la economía y cierta coordinación en la acción política muestran a un oficialismo cada vez más competitivo, aparece el domingo electoral santafesino, el cual podrá ser señalado como laboratorio y como ejemplo por tres razones evidentes.

Necesidad opositora. Con el antecedente cordobés de una derrota opositora que pocos meses atrás era impensada, Santa Fe aparece con la posibilidad real de que un triunfo pueda proyectarse a nivel nacional. La continuidad en el tiempo de sucesivas elecciones provinciales, donde en la mayoría de los casos han prevalecido los oficialismos, impone la necesidad de un “batacazo” que alimente algunas esperanzas.

Acuerdo con fórceps. La unidad de la oposición santafesina que encarna el “frente de frentes”, se transformó en el rejunte de un entramado que podrá ser nominado de cualquier manera pero sobre el que nadie podrá negar su flagrante antiperonismo. El acuerdo supuso tirar por la borda muchos años de gestión y de un tipo de discurso para buena parte de un socialismo en general y de un tal Pablo Javkin en particular, que en las grandes luminarias de la Reina del Plata, se trata de vender como parte de una progresía que ya murió. En un hipotético triunfo, el mensaje del domingo a la noche al conjunto nacional, será que todos deben unirse si quieren derrotar al peronismo.

Campaña virulenta. Más allá de los nombres propios de cada región, tanto a nivel provincial como nacional (no dejar afuera del análisis lo que sucede en CABA), la fuerza amarilla ha sabido construir una campaña que ha ganado en visibilidad pero al costo de una disputa de tal magnitud, que hace imposible imaginar cierto diálogo armónico para el corto, el mediano y el largo plazo entre los dirigentes que participan de la compulsa. Las acusaciones cruzadas por tener vinculaciones con el narcotráfico, por desconocer la provincia, por la presencia de candidatos discriminadores y su consiguiente renuncia a la lista de diputados y la falta de actitud para hacer lo que hay que hacer para “tener todo”, implica una distancia que pone serias dudas a que los números electorales que cada espacio alcance, puedan mantenerse en las generales de dos meses después.

Por todo lo expuesto, Santa Fe aparece como un laboratorio que también despierta no pocas expectativas en aquellos que dicen desear un cambio. Los puntos en común no son pocos. Y mientras el oficialismo nacional, paso a paso, comienza a encontrar un rumbo electoral que se sustancia en la cotidianeidad de la gestión y en los errores no forzados del otro lado, éste domingo 16, nuestra provincia ocupará el centro de la atención de la Argentina toda. Como muestra de ensayo y por lo que pueda venir. 

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 15 Jul 2023 17:08:43 -0300
Fenómeno debilitado https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6771-fenomeno-debilitado https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6771-fenomeno-debilitado Fenómeno debilitado

Así es la vida de caprichosa,
a veces negra y a veces color rosa.
Así es la vida jacarandosa (¡hey!),
te quita, te pone, te sube, te baja.

“Así es la vida” - Elefante

Enojado. Con tono adusto. Poco tolerante a la frustración que supondría la repregunta honesta. A veces amenazante, escondiendo una violencia innata, Javier Milei supo convertirse en una referencia insoslayable del sistema político argentino. En algún momento, su proyección nos hizo hablar de escenario de tercios para las elecciones presidenciales de 2023 y su irrupción desde hace no menos de cuatro años nos permite pensarlo como un emergente, a la vez que claro representante de la acción política como un estado de ánimo. Los primeros días de Julio no fueron los mejores para el libertarismo que comienza a sentir que ya no alcanzan ciertas poses para sumar en cierto juego de seducción. Recorrido semanal para visualizar los límites que empezaron a encontrar ciertos outsiders del sistema político argentino. Pasen y vean. La puerta está abierta y el mate cebado. Sean todos y todas bienvenidos.

Son tres los factores que limitan sus (desmedidas) ambiciones: su historia reciente, las propuestas concretas que le ha ofrecido a la sociedad (ciertamente inconsistentes) y el tipo de discurso construido para interpelar a determinado sector social. Empecemos por el primero.

Javier Milei es un claro producto de los tiempos sociales que corren. Reconocido a partir de sus participaciones mediáticas, supo convertirse en la referencia de una parte del electorado que descree firmemente de cualquier tipo de intervención estatal. Idealistas al extremo, el mayor anclaje pareció encontrarlo en los sectores juveniles, nacidos post crisis de 2001, pertenecientes a sectores medios y afincados, fundamentalmente, en las grandes urbes.

En una televisión cada vez más empobrecida en contenidos y opciones, hace rato que Milei dejó de ser el reflejo de productores televisivos vagos que encontraban en él un personaje que servía para rellenar muchos minutos de aire. De a poco supo interpelar a aquellos sectores que siempre fantasean con la ganancia económica a cualquier costo y en una realidad acotada a la jurisdicción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, supo ganarse un lugar en la expectativa pública para construir un proyecto político que le permitiera llegar al Congreso de la Nación.

En la Argentina actual, si cualquier mercachifle que se precie, cuenta con la anuencia de la corporación mediática, y con cierta dosis de inteligencia natural, es probable que pueda transformarse en una referencia al cual ciertos sectores le presten más atención que lo que correspondería.

Pero una cosa es armar una candidatura para un cargo legislativo de una ciudad de algo más de tres millones de habitantes y otra muy distinta construir un proyecto político que se pueda extender a nivel nacional, ya que una cosa es tener visibilidad y otra muy distinta ser opción real de poder o, para decirlo en términos comunes, que un dirigente sea votable.

En las elecciones legislativas de 2021, Javier Milei hizo una buena elección en la ciudad de Buenos Aires, obteniendo cuatro escaños. A partir de allí se imaginó con otra proyección y decidió ir por el premio mayor. Sin estructura propia ni prestada, intentó construir una candidatura presidencial a la que, a partir de las múltiples contradicciones que surgen en una campaña electoral, se le encontraron los límites.

Cualquier proyecto político de envergadura supone la inversión en algo que no se compra con dinero ni mucho menos desde los set de televisión: tiempo. Ese mismo tiempo que se necesita para desarrollar una estructura, construirla a lo largo y ancho del país, conocer interlocutores, referenciar posibles o reales liderazgos regionales y saber interpelar las demandas que no son comunes en un país tan vasto como la Argentina.

Es esa opción o acordar con una estructura partidaria ya consolidada para que te “presten” aquello que no se tiene como propio. Eso es lo que entendió perfectamente Mauricio Macri cuando decidió aliarse a la Unión Cívica Radical, para que el partido que había sabido fundar, dejara de ser una expresión local y pudiera transformarse en un proyecto nacional. Es lo que también comprendió José Luis Espert cuando pegó el reciente salto a las filas de Juntos por el Cambio, luego de haber sido un crítico acérrimo de ese espacio durante varios años.

Mientras en el modelo elegido por Milei se cuenta con un mayor margen de independencia y se puede instalar la idea de “casta” como construcción conceptual antitética, también se queda limitado a los recursos que supone una única figura excluyente. Demasiado poco para jugar por el premio mayor.

El segundo factor que condiciona el éxito político de La Libertad Avanza refiere al tipo de propuestas con el cual ha intentado seducir al conjunto del electorado: desde las cuestiones más orgánicas (dinamitar el Banco Central, dolarizar, imponer bonos educativos, etc.) hasta las más personales (venta de órganos, justificación de cierta forma de vida), todas parecen haber ido en contra de lo que las mayorías de las encuestas reflejan que desea el electorado para los tiempos venideros. En todos los casos, ha recibido severas críticas por la falta de solidez de las argumentaciones. Ya no sólo de quienes pueden ser sus adversarios (o enemigos) políticos, sino de referentes del propio liberalismo que entienden los límites que existen para la imposición de ciertas reformas o revoluciones deseadas.

Milei ha pasado de estar en el centro de la escena, imponiendo agenda con los temas antes mencionados, a tener que responder (y justificar) por el bochorno que supone que en un sistema de partidos consolidado, se vendan las candidaturas en todo el territorio nacional. Su explicación de que “acá el que llega, tiene que poner”, porque ha decidido diferenciarse de la corporación política ya que ésta recibe dinero del Estado y le quita fondos a los ciudadanos, tendría algún sentido en tanto y en cuanto La Libertad Avanza hubiera decidido rechazar los aportes que se hace por los votos que se obtuvieron en el 2021. Cosa que nadie reconoce que haya sucedido.

Su reciente anuncio de que había conseguido los fondos para imponer la dolarización (U$s 35.000 millones) pasó absolutamente desapercibido para la matrix de la política, y de acusador y denunciante de la casta pasó a tener que defenderse de un comportamiento ilegal y que alcanza lo inescrupuloso, al haber sido denunciado de que también las candidaturas se vendían por sexo.

Quienes han sido sus recientes aliados en varias de las provincias argentinas, lo defenestran sin pudor a la luz pública, y la carta ensayada como modo de respuesta a ciertas acusaciones tiene el sello indeleble de su personalidad política: desordenada, al voleo y bordeando la violencia. El peor escenario para un candidato que se precie, radica en la necesidad de tener que responder sobre la falta de ciertas virtudes personales. Y mucho más en el marco de una campaña ya iniciada.

El tercer factor a prestar atención es el que refiere a qué porción del electorado le habla desde el espacio de derecha que integra. Si Patricia Bullrich elige ir por el “todo o nada”, si Horacio Rodríguez Larreta se debate entre la ambivalencia de mostrarse a veces como un halcón y a veces como una paloma; vale preguntarse a qué tipo de ciudadano o ciudadana interpela el libertarismo vernáculo. Da la sensación, y aquí no hay verdades sagradas, que el discurso de Milei ha quedado circunscripto a un sector social y a una región determinada.

La dificultad de una campaña presidencial radica en poder encontrar un discurso y una propuesta de acción política en el que la mayoría del electorado se sienta integrado. Si, según el libertarismo argento, el Estado es la peor construcción social desarrollada por el hombre, vale preguntarse cómo podría encontrar un "feedback" electoral con esas regiones donde lo poco o mucho que se ha logrado siempre vino, inicialmente, de su mano.

Ni la promoción industrial fueguina, ni el desarrollo de la vitivinicultura cuyana, ni el desarrollo energético sureño, ni las necesidades del norte argentino pueden ser pensados sin la presencia del Estado. Desmontar su presencia sin más, como parece marcar el ideario libertario, supone, en el marco de una campaña electoral, presentarse ante semejante porción del electorado a ofrecerle la nada misma. Por eso, también, la flaqueza de votos en la elecciones celebradas en las provincias. Ha existido una decisión premeditada de Milei de no acompañar las distintas candidaturas. ¿Paracaidistas de la política en los pagos chicos, especulación ante la inevitable derrota o inconsistencia de la propuesta? Un poco de cada cosa. Sabrá ponderar el lector ávido del tema cual de ellas puede haber prevalecido, pero queda cada vez más claro que la representación a la que puede aspirar LLA se circunscribe a puntuales sectores urbanos del centro del país: en su mayoría jóvenes, con escasa o nula formación política y con una excesiva ponderación del emprendedurismo individual.

El fenómeno Milei ya no parece tener la potencia de hace algunos meses. La proximidad del proceso electoral acelera las contradicciones y las preguntas y respuestas son un poco más complejas que la simpatía y comodidad de comunicadores que, más temprano que tarde, comenzaron a cuestionar a un referente que prefirió quedarse en la certeza de su chiquitaje ideológico (y de sus negocios), antes que en la expansión democrática de ideas. Dicen que aquellos que lo sostuvieron, hoy le soltaron la mano. Imposible saberlo a la distancia. Pero una cosa es segura: al revés de aquella vieja canción noventosa, “así es la vida de caprichosa, a veces rosa y a veces negra”. El libertarismo argentino comenzó a sufrirlo más temprano que tarde.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 08 Jul 2023 23:06:19 -0300
Quiebre de tendencia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6770-quiebre-de-tendencia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6770-quiebre-de-tendencia Quiebre de tendencia

"Puedo ver y decir,
puedo ver y decir y sentir,
algo ha cambiado,
para mí no es extraño.
Yo no voy a correr,
yo no voy a correr ni a escapar,
de mi destino,
yo no pienso en peligro."

Charly García - Influencia

En política existen momentos bisagra, donde la estructura de las cosas o la propia fortuna (ya lo supo explicar un atribulado Nicolás Maquiavelo hace más de 500 años), rompen la tendencia de algo que parecía inexorable. En el caso argentino, un gobierno con una inflación del 100% anual, con una coalición seriamente dañada en las relaciones entre los principales protagonistas y con un internismo expuesto a la luz pública (exasperante para muchos “del palo”), parece ser el coctel perfecto que preanuncia una derrota electoral. Pero la estructura muestra que, como supo enseñarnos un ex presidente, “pasan cosas”, y lo que ayer era resultado supuestamente asegurado, hoy es expectativa y, tal vez, final abierto. Pasen y vean. Recorrido por una semana donde algunas señales parecen marcar el inicio de un cambio de tendencia. Todas y todos son bienvenidos.

En el caso de Unión por la Patria (UP), el cierre del plazo para la presentación de las candidaturas no había llegado exento de sorpresas. Mientras Juan Grabois había tenido que volver sobre sus pasos en la decisión de renunciar a su pre candidatura presidencial; para el cristinismo, la elección de Sergio Massa y Agustín Rossi como el binomio oficialista, había dejado un mal sabor de boca. Respecto del primero, porque hace tiempo que no lo consideraban como uno propio sino como un aliado coyuntural y en cuanto al segundo porque su cercanía al gobierno lo colocaba a una distancia de poca empatía: si la utilización del peronómetro ha sido un limitante de ciertas relaciones políticas, el medidor de kirchnerismo en sangre no le va en saga. El problema radica cuando muchos creen que los procesos políticos surgen en el momento que uno lo imagina y no cuando efectivamente ocurren. Allí está el recorrido vital del oriundo de Vera para confirmar algunas cosas.

A partir de ese malestar se entienden las declaraciones de Cristina Fernández de Kirchner en la mañana del lunes 26. No fueron pocos los que, reconociendo la relevancia de su figura política cuestionaron el lugar y el tipo de acto para hablar de la interna. La llegada al país del avión Skyvan, todo un símbolo de la violencia ilegal e ilegítima ejercida por la última dictadura militar en la Argentina, no parecía el marco adecuado para contar costillas del porqué de ciertas decisiones.

Es así que la vicepresidenta, como nunca antes en un cierre de candidaturas, tenía la necesidad de hablar y de explicarle a la tropa propia las razones de haber “bajado” a Eduardo “Wado” De Pedro luego de que unos días antes se anunciara como el pre candidato del espacio. Sus definiciones, sus acusaciones y las idas y vueltas con algunos nombres propios del día siguiente, nos hacían pensar que estábamos ante más de lo mismo: un internismo que viene socavando al oficialismo desde octubre de 2021.

https://twitter.com/SergioMassa/status/1674461789667426304

Pero con el correr de los días el escenario empezó a mutar ya que en simultáneo se produjeron algunos hechos que resultaban impensados hasta hace unos pocos días para la dinámica del oficialismo. Daniel Scioli fue reivindicado por el conjunto de la dirigencia de UP. Viajó a Brasil con el presidente Alberto Fernández, fue recibido por la vice presidenta en el Senado y por Sergio Massa (antiguos adversarios internos) en el ingreso del Ministerio de Economía. Por su parte, el vicejefe de gabinete Juan Manuel Olmos, hombre reconocido por el conjunto de la dirigencia oficialista, salió a explicar cómo fue el proceso de selección del binomio pre presidencial. Hubo reunión de gabinete con la presencia del presidente de la Nación, acción en tándem entre el primer magistrado y el tigrense en el Plenario de la Cámara Argentina de la Construcción y, para el viernes, viaje a Santa Fe para la entrega de la vivienda número 135.000 con la presencia del propio Fernández, Rossi y el gobernador Omar Perotti.

El oficialismo ha apostado por el cambio de clima. No son pocos los dirigentes cristinistas que en público salieron a reconocer la potencia de la fórmula Massa – Rossi e incluso, en materia económica, algunas consultoras privadas ya se animan a afirmar que la inflación de junio habría perforado el piso del 7%. A esto se suma el pago al FMI de unos $2.700 millones de dólares con derechos de giro y Yuanes.

En todo este contexto la candidatura de Sergio Massa se parece y mucho, a jugarse un pleno: en un movimiento de boomerang, todo aquello que lo pueda fortalecer, también puede debilitarlo. La gran pregunta es en qué medida el oficialismo comenzará a (y sabrá) construir escenarios de buenas noticias que le impongan otra impronta a una campaña que corre riesgos varios. Uno de ellos es el de la ausencia electoral, como pudo apreciarse en las elecciones cordobesas del domingo 25 de junio, 40% para ser más precisos.  

https://twitter.com/alferdez/status/1674911995068293120

En la vereda de enfrente las cosas parecen ir en un sentido opuesto. Ya nadie puede dar por definitivamente seguro un triunfo sencillo en octubre, y el nivel de conflictividad interna no parece detenerse. Tal vez el ejemplo de la provincia mediterránea sea un buen espejo donde mirarse.

La semana no había comenzado de la mejor manera. Lo que hasta hace algunos meses era una victoria segura, se transformó en una derrota por tres puntos donde los pases de factura posteriores no tardaron en llegar. Más allá de los condimentos locales, del perfil de Luis Juez y de las virtudes con las que pueda contar el flamante gobernador electo Martín Llaryora, los reproches con proyección nacional estuvieron a la orden del día, a partir de los vaivenes larretistas con el convite de hace algunas semanas para que Juan Schiaretti participara de la interna de Juntos por el Cambio a nivel nacional.

En una provincia genéticamente macrista, el resultado perjudicó al conjunto de la conducción amarilla. En el devenir de la semana, Horacio Rodríguez Larreta sumó más elementos para el enrarecimiento del clima interno: habló del fracaso del modelo político que encarna Mauricio Macri y la respuesta subida de tono de parte de Patricia Bullrich no tardó en llegar.

https://twitter.com/NacionalAM870/status/1674421738371969027

La crisis política parece no ceder y da la sensación que ya ha dejado de plantearse exclusivamente en la cuestión electoral.  El caso santafesino, donde la senadora Carolina Losada afirmó que sea cual sea el resultado de la interna provincial del 16 de julio, no se vinculará bajo ningún aspecto en la figura de Maximiliano Pullaro, con quien tiene “profundas diferencias éticas y morales”, parece proyectar la pregunta respecto de si ese tipo de fractura pueda trasladarse al plano nacional.

Con todo, cada uno de los precandidatos carga por sí mismo con errores propios que resultan difíciles de entender en el marco de una campaña electoral. El actual jefe de gobierno porteño aparece como la cara principal de una campaña confusa, oscilando en un perfil que a veces lo trata de mostrar como un moderado y por momentos se visualiza forzando una sobreactuación que lo haga ver como un líder dispuesto a “hacer lo que hay que hacer”.

Por un lado juega a fondo con la designación de Gerardo Morales como su compañero de fórmula, hombre que poco tiene de republicano real y que gusta de mostrar el perfil de duro; renueva una campaña de redes donde, imitando a su contrincante que plantea el “conmigo esto se termina”, sale a decir “Sí, no voy a ser un presidente que…”. Y por otro lado, se ve forzado a aclarar sus dichos sobre el ex presidente Macri. No sea cosa que el núcleo duro macrista pase alguna factura de rigor.

Bullrich tampoco está exenta de errores. Al bizarro momento político que protagonizó con el video mascheranista, donde le anuncia a Losada que se convertirá en heroína, se le sumaron las declaraciones sobre educación universitaria donde afirmó que en la Argentina, la matrícula de alumnos extranjeros universitarios llega al 50%.

https://twitter.com/AgenciaTelam/status/1674830154198306816

En ambos casos debe relativizarse la efectividad de lo realizado. En el primero, porque lo dicho y la expresión corporal de la candidata santafesina habla per se de todo lo que no debe hacerse en comunicación política y en el segundo, porque supo ganarse el repudio y el rechazo de una multiplicidad de voces donde, muchas de ellas, poco tienen que ver con el peronismo.

A medida que la campaña avanza, debiendo surgir las propuestas que mejoren la situación de los argentinos, Bullrich aparece con severos límites para imponer ideas con cierta solidez.  Flojita de concepciones políticas sustentables, al igual que el fenómeno libertario (cada vez menos fenómeno), necesita apalancar su discurso y su accionar político en lo emocional como idea fuerza excluyente. El factor no racional en política es un elemento que el bueno de Max Weber bien supo demostrar en su verdadera dimensión; pero su exclusiva utilización no puede garantizar el éxito político en las ligas mayores.

A estas alturas del año electoral puede afirmarse que el 2023 no es el año que los cambiemistas esperaban. Los triunfos oficialistas en las provincias se han extendido a lo largo y ancho del territorio nacional. Hasta en Neuquén, donde ganó un supuesto opositor la idea debe ser relativizada, ya que el flamante mandatario electo en algún momento fue un vice gobernador integrante del perenne Movimiento Popular Neuquino.

Mientras se digiere la inesperada derrota en Córdoba, respecto de Chaco se espera que el caso de Cecilia Strzyzowski aporte novedades que sirvan para profundizar el deterioro de la candidatura de Jorge Capitanich, aunque aquí debería tenerse en cuenta el escaso porcentaje de votación que participó de las primarias hace algunas semanas atrás.

Santa Fe por ahora es un misterio donde el frente de frentes no parece garantizar que la alquimia de laboratorio, esa de sumar opositores per se, habilite livianamente un triunfo electoral. Quedan Mendoza y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como garantía de éxito para Juntos por el Cambio. Demasiado poco para una fuerza que ha sabido consolidarse en todo el país a partir de la unidad de radicales y proistas.

 “Puedo ver y decir que algo ha cambiado” canta Charly y el veredicto parece calzar justo en la última semana de un junio que se fue. No es extraño entonces que las victorias ni las derrotas de antaño aparezcan como seguras. La tendencia electoral ya no es lo que era. Los movimientos incipientes de los últimos días así parecen confirmarlo.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 02 Jul 2023 09:09:59 -0300
A la cancha https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6769-a-la-cancha https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6769-a-la-cancha A la cancha

La espera me agotó,
no sé nada de vos,
dejaste tanto en mí.
En llamas me acosté,
y en un lento degradé,
supe que te perdí…
Gustavo Ceratti

Además de agotarnos, la espera terminó. La decena de días que iban del 14 al 24 de junio (presentación de alianzas y candidaturas respectivamente), era la primera gran prueba de fuego para el conjunto del sistema político argentino. Meses atrás las dudas radicaban en las posibles candidaturas de Mauricio Macri, de Cristina Fernández de Kirchner o del propio intento de reelección del presidente Alberto Fernández; en el rol que podría jugar el conjunto de gobernadores del peronismo; en desentrañar si al Frente de Todos le seguiría resultando válido publicitar el “unidos en la diversidad” como una marca en el orillo; en descifrar si en Juntos por el Cambio habría lista de unidad o si el radicalismo, por fin, daría la batalla interna para ganar una candidatura al premio mayor. Todas esas dudas y muchas más fueron resolviéndose con el correr de los meses y de las semanas, aunque los últimos siete días resultaron un ejemplo palmario de la argentinidad al palo. “Del éxtasis a la agonía”, cantaba la Bersuit y no se equivocaba. Pasen y vean: detalles de una semana pendular como pocas. Están todos y todas invitados.

Cerrábamos el artículo del fin de semana anterior afirmando que el ejemplo de Jujuy estaba a la vuelta de la esquina. En las horas siguientes, el gobierno de Gerardo Morales desató una represión que encuentra su razón de ser, según los defensores de la misma, en el accionar desestabilizador del kirchnerismo. Pasan los años y a algunos protagonistas no parecen afectarles las más duras consecuencias de ciertos dramas sociales. Mal que les pese a sus partidarios, el actual gobernador jujeño fue protagonista institucional del gobierno de la Alianza que terminó con un reguero de muerte y represión. Que algunos no tengan en cuenta que Morales fungía como ministro de Acción Social de un gobierno que no supo atender las más mínimas demandas sociales, puede hablarse de olvido, analfabetismo político o, simplemente, mala fe.

Su reforma constitucional “discutida” en menos tiempo que el previsto, sancionada entre gallos y medianoche, y contando con el aval de parte del Justicialismo, tienen una serie de limitantes que bien explica en este hilo de twits el constitucionalista Gustavo Arballo, hombre que no puede ser acusado de pertenencia al mundo K.

https://twitter.com/GustArballo/status/1671336813183606788

“Cómo estará la cañada, que la chancha la cruza al trote”, decía mi abuela, y tal vez esa antiquísima sabiduría popular sirva para entender que a pocos días de una represión oprobiosa, Morales fuera premiado con una precandidatura a vicepresidente de la Nación en una fórmula que integrará con Horacio Rodríguez Larreta. Lo hemos planteado en no pocas oportunidades pero queremos insistir sobre la idea: vivimos tiempos donde cierto “sentido común” construido sobre los pilares de un Estado de Derecho y el respeto por el otro parece haberse corrido de lugar.

El consenso democrático de estas última cuatro décadas ya no parece circular por los mismos andariveles de antaño, situación que no resulta excluyente de la realidad argentina.  Si el jefe de un Poder Ejecutivo hacía detener sin una causa judicial a una líder opositora, si con el devenir del tiempo ese líder se armaba un máximo tribunal de Justicia a su imagen y semejanza con “jueces” que minutos antes habían sido funcionarios de esa misma administración y si, finalmente (en un repaso demasiado breve), se instruía una reforma constitucional que imponía límites al derecho de protesta y de yapa, se reprimía salvajemente a un grupo de trabajadores de la educación que reclamaban por una mejor escala salarial; la condena del conjunto social era inminente. Los cambios han resultado de tal magnitud, que lo que ayer era cuestionamiento, hoy es premiación y defensa institucional del principal frente opositor.

https://twitter.com/horaciorlarreta/status/1672276204403974150

Paradójicamente (o no) esa represión legitimante de una candidatura, ha traído una coincidencia impensada en las dos coaliciones más importantes, ya que ambas imaginan que ese es el futuro si Juntos por el Cambio resulta vencedor en las elecciones de este año. El mundo amarillo se imagina imponiendo una serie de transformaciones a cualquier costo, para, de alguna manera, cumplir con aquel recordado anuncio macrista de hacer todo mucho más rápido ya que el gradualismo de 2015 – 2019 habría sido un verdadero limitante. Menos mal.

La derecha argentina muestra su verdadero carácter y confirma que la diferenciación entre halcones y palomas, es una paparruchada que le sirve de argumentación conceptual a aquellos que necesitan estructuras mentales y conceptuales binarias de maneras inmanentes. Gerardo Morales como pre candidato de las supuestas palomas amarillas representa antes que nada una salida del closet larretista, ya que ubica en un lugar de privilegio a un hombre que no ha hecho más que mancillar los derechos de ciertas minorías, confirmando que, bajo presión, el actual Jefe de Gobierno porteño, siempre sale por la “diestra”.

Esa coincidencia que se alumbró a partir del caso Jujuy no fue extensiva a las candidaturas en el flamante Unión por la Patria. Nada era seguro y todo era relativo hacia comienzos de semana. Lo único que parecía inmutable, era el estoicismo de Daniel Scioli, quien mantuvo hasta el último round su decisión de ir por el premio mayor en unas elecciones PASO que, buena parte de la institucionalidad pejotista quería evitar.

A mitad de semana el cristinismo celebró el lanzamiento de la candidatura del binomio Eduardo “Wado” De Pedro – Juan Manzur, dato que se conoció durante el mediodía del miércoles y que no se hizo de manera oficial. Dicen los que dicen que saben, que el tucumano fue quien filtró el dato a voceros del multimedios más importante del país, lo cual habría generado un profundo malestar en la jefatura política del espacio. Algo de esto debe haber sucedido porque para las 16.30 hs. de ese día, el actual ministro del Interior dio a conocer, vía redes, un video donde confirmaba su precandidatura. Del tucumano, ni noticias.

Al día siguiente todo resultó tan vertiginoso, que una buena estrategia para no pasarse en la sobreinformación, para el ciudadano o la ciudadana interesada en el asunto, era desconectarse de medios y redes, como mecanismo de defensa.

Los gobernadores entraron en acción, no dudaron en desconocer la picardía de Manzur y se encontraron con el pragmatismo político del dúo Fernández – Fernández que, a la larga, no dudaron en dar de baja a sus dos precandidatos, vía diálogo que se reactivó luego de varios meses. La candidatura de Scioli fue vaciada de respaldo institucional de cierta relevancia y la de De Pedro, nunca despegó del todo. En este último caso Cristina Fernández de Kirchner dio una nueva muestra de su pragmatismo político que podría definirse como recurrente: entendió sus límites como nadie en el 2019, pactó con antiguos adversarios internos en 2021 para la conformación de listas a cargos legislativos y terminó de confirmar su adscripción a la real politik en este 2023, con el apoyo a la fórmula de Sergio Massa y Agustín Rossi.

https://twitter.com/unionxlapatria/status/1672391390683095044

A partir de allí no fueron pocos los enojos que pudieron verse en el microclima de las redes que, vale decirlo, son importantes pero no definitorios. Hay un cristinismo emocional que se ha inventado una historia kirchnerista a su gusto, que reinterpreta el día a día de las decisiones de la vicepresidenta como le “piacce” y donde las responsabilidades de ese accionar son de otros, pero nunca de la jefa. Es una militancia algorítmica: si, de alguna manera, nos vinculamos con la realidad vía redes, ya ha sido demostrado científicamente, que esa realidad que ellas nos muestran es, en definitiva, la que a nosotros nos resulta más cómoda. Pensar a la política en los mismos términos no deja de ser un problema.

Pese a todo lo dicho en este tiempo, la participación de Alberto Fernández en la conformación de la fórmula Massa – Rossi, demuestra que ha sabido no perder centralidad y que la famosa teoría del “pato rengo”, aún no lo alcanzó.

Sergio Massa es, qué duda cabe, el gran ganador de todo lo sucedido hasta aquí. Hombre que ha tenido sus vaivenes en las relaciones con kirchnerismo, al punto de correrse del Partido Justicialista y crear el Frente Renovador, ha tenido la suficiente inteligencia para no perder preponderancia en ese juego de tres que se llamó Frente de Todos. Llega a un lugar siempre deseado, acompañado de un hombre como Rossi al que no se le puede negar su prosapia kirchnerista, pese a haber mantenido diferencias con la vicepresidenta pero que, en su periplo nacional, ha hecho de la lealtad al peronismo un culto.

Quedan para el final una pregunta (que se comenzará a responder con el paso del tiempo), una dificultad y una fortaleza, estas últimas de cara a la campaña. La primera de ellas supone descubrir en qué medida el modelo coalicional que se dio el peronismo a partir del 2019, y que en esta decisión final tuvo su ejemplo más palmario, seguirá vigente en el caso hipotético de una victoria que potencie al tigrense pero que contará, seguramente, con un cristinismo muy fortalecido en el Congreso Nacional.

La segunda de las cuestiones (la dificultad), radica en el marco de la campaña y se sustenta en los límites que supone ofrecer un candidato que tiene el lastre de una alta inflación, algunos se animan a decir que con tendencia a la baja, y que debería transmitir los riesgos que se evitaron con una crisis que no fue. Menuda tarea para la comunicación política.

Desde la fortaleza, el oficialismo podrá ofrecer, una PASO donde Juan Grabois trate de captar parte de ese enojo con los acuerdos alcanzados, pero fundamentalmente un discurso que muestre todo lo bueno logrado en la macroeconomía de estos años (el caso del llenado del gasoducto Néstor Kirchner en esta semana no deja de ser una gran noticia con nulo desarrollo y aprovechamiento político) y la punzante contraposición de una derecha que tiene el sueño húmedo de aniquilar todo aquello que se le oponga. Otra vez, Jujuy es el ejemplo más cercano que tenemos.

Todos al frente. Y cada partido debe jugarse sin que esté perdido de antemano. La espera me agotó, canta Gustavo Ceratti en “Crimen”. Tal vez, estando sobreinformados, no supimos nada del otro. La espera terminó. A la cancha, a jugar…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 25 Jun 2023 11:09:24 -0300
UP https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6768-up https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6768-up UP

Tirá, tirá para arriba, tirá.
Si no ves la salida, no aflojes mi amor,
no aflojes, vos, tirá.
Tirá, tirá para arriba, tirá,
no hay horas perdidas, no importa, mi amor,
no importa, vos, tirá…
Miguel Mateos

En la genial “UP, una aventura de altura”, película que fue coproducida entre Disney y Pixar, su protagonista Carl Fredriksen aparece en el medio de un conflicto por los derechos de su propiedad. En su soledad, no se le ocurre mejor idea que alejarse de la misma, atando un sinnúmero de globos a su pequeña casa y salir a recorrer el mundo, deseo tan antiguo como su propia edad. Al filme siempre me gustó pensarlo como una alegoría para hacer aquello que nos gusta pese a los años que portamos, las ausencias y algunas presencias, inicialmente, no deseadas.

En la semana que acaba de culminar, al Frente de Todos se le puso fecha de vencimiento y en lo nominal, el oficialismo ha preferido encarar el próximo tiempo electoral con otra impronta: “Unión por la Patria” (UP). Sería legítimo suponer que a ningún genio de la publicidad política se le ocurra la idea de vincular la sigla con el significado del inglés en un movimiento que se define como nacional y popular.

Pero más allá de esta chicana de ocasión, la primera pregunta de rigor deviene en que si este proceso electoral ya iniciado, actuará como los globos de la recordada película, permitiendo que el oficialismo suba en la consideración primero interna y luego general o, como con el personaje del niño explorador Russell, habrá que acostumbrarse a convivir con presencias no deseadas. Recorrido por una semana proyectada desde hace un tiempo, pero, seguramente, no deseada en sus resultados. Pasen y vean. Sean todos y todas bienvenidos.

En el plano nacional, desde comienzos del año político, se sabe que, además de las fechas de la celebración de las elecciones PASO y generales, el miércoles 14 de junio y el sábado 24 del mismo mes, se habían transformado en mojones que sintetizarían buena parte del escenario político de 2023. Inscripción de alianzas y frentes primero, y definición de candidaturas después, las rutinas dirigenciales y el seguimiento de las mismas por parte de analistas, operadores mediáticos y militantes han estado centradas en descubrir las señales de lo que podría suceder por estos días.

En material electoral, en el recorrido de los últimos meses podemos sintetizar tres etapas para el oficialismo: la del intento de derogación de las PASO, la discusión por una candidatura de síntesis y, finalmente, la aceptación a regañadientes del tándem cristinista massista de que el 13 de agosto habrá que hacer debutar un sistema de elección de candidatos con competencia interna para cargos ejecutivos nacionales.

https://twitter.com/unionxlapatria/status/1669088968594292736

La primera de esas etapas transcurrió durante 2022. Parte del oficialismo planteaba públicamente que las PASO debían ser derogadas o, cuanto menos, suspendidas en su realización. Las razones, que hemos expuesto en este artículo respondían al más puro pragmatismo político: a la vez que se ordenaba el proceso electoral desde la conducción política del Frente de Todos, se potenciaba el riesgo de atomización en el espacio de Juntos por el Cambio, ya que la intensidad de la interna amarilla era tan notoria, que no eran pocos los que imaginaban que la oposición terminaría fragmentada, al punto de que cada referente armara su propio “kiosquito” electoral y de esa manera habilitaba un seguro triunfo oficialista.

Esa propuesta encontró límites en el Congreso de la Nación. En la oposición, que dos años antes había pedido derogarlas y que entendía que ahora ese proceso interno podía ser canalizado en términos institucionales; y en el propio oficialismo donde no pocos legisladores veían con malos ojos modificar el sistema electoral de acuerdo a las conveniencias electorales de cada coyuntura.

Ya en 2023, la segunda etapa vino de la mano del argumento defendido con especial ahínco por el massismo, de que era necesario evitar las internas en el Frente de Todos encontrando un candidato que actuara como síntesis del proceso. Las razones argumentativas eran más o menos sencillas. Había que evitar un doble desgaste: el de un proceso interno que puede (y suele) dejar heridos en el camino y el de los hipotéticos titulares del día lunes siguiente a las elecciones donde, en un escenario de tercios, el mejor de los candidatos oficialistas apareciera tercero o cuarto.

Salidos Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández del menú de ofertas (en ese orden temporal y por diversas razones), ese nombre de síntesis no ha surgido pese a la presión ejercida por sus propaladores, quienes además contaban con el apoyo de unos cuantos gobernadores y referentes de la CGT.

Y por último, la transición de estos diez días, entre la conformación de los frentes y la nominación de candidatos, da por seguro que las internas son un hecho y que, buena parte del oficialismo no la ha procesado de la mejor manera, lo cual se demuestra con dos hechos por demás de evidentes: el comunicado del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires conducido por Máximo Kirchner y la referencia de la vicepresidenta en un acto en la provincia de Santa Cruz.

https://twitter.com/BonaerensePJ/status/1669108017814437888

Más allá de los dimes y diretes, de lo dicho o no en las reuniones internas, de los tonos utilizados o de la prosapia de cada uno de los protagonistas, lo cierto es que la política argentina cada vez queda más expuesta en su bonaerización (para profundizar en el abordaje del tema, leer este artículo de la colega María Esperanza Casullo).

La discusión por los pisos electorales en la conformación de las listas de diputados es un buen ejemplo de ello. Recordemos que, de acuerdo a la ley electoral nacional, cada frente debe resolver cómo se reparten las candidaturas a los llamados cargos plurinominales en cada provincia. El número que se elija, puede resultar limitante para aquellos que no lo superen ya que se podrían quedar sin la representación ante el electorado en las generales.

Uno de los ejes de la disputa interna bonaerense estuvo centrada si ese piso debía ser de 40 (propuesta cristinista) o de 20 puntos (idea del sciolismo). Como es de rigor, se partieron diferencias y el número quedó en 30. Pero lejos de reivindicar la idea del acuerdo, el comunicado ya señalado y las declaraciones de la ex presidenta vinieron a enrarecer aún más el clima y, de paso, proyectarlo al conjunto nacional, donde, vale decirse, el escenario es otro.

Santa Fe es un buen ejemplo por un doble motivo. Ese límite que comentamos será de 10 puntos y con reparto en la lista por sistema D’hont, lo cual garantiza de manera más o menos adecuada la proporcionalidad representativa para todos los sectores.

El otro motivo se impone desde una lógica de estricta muñeca política: los cuatro precandidatos a gobernadores (y sus respectivas vices) se sumaron a un encuentro en la sede del Partido Justicialista en la ciudad de Santa Fe, donde trataron de mostrar que el concepto de “unidad en la diversidad” aún tiene vigencia por estos arrabales del mundo. El acuerdo de llevar adelante un proceso interno ordenado, donde tres de los cuatros protagonistas se podrían referenciar como hijos de la generación “diezmada”, se contrapone, también, con lo que sucede en el famoso frente de frentes donde las vertientes jóvenes de un radicalismo que sueña con sentar en el sillón del Brigadier López a uno de los suyos, parecen no ceder en una disputa que no duda de hablar de narco política y de gastos de dudoso origen en los movimientos de campaña.

https://twitter.com/PJ_SantaFe/status/1669721552567390208

La otra novedad de la semana radicó en las declaraciones de la vicepresidenta que, como nunca, se involucró públicamente en el barro de la disputa interna por la conformación de las listas. Quienes siguen esta columna dominguera, recordarán que hace un par de semanas nos animábamos a pensar en una Cristina alejada de esas cuestiones menores y proyectando, de alguna manera, más allá de los apoyos circunstanciales, en erigirse en una referencia que actuara desde un liderazgo innegable.

Parece que nos hemos equivocado. Las razones del cambio tal vez deban buscarse en una realidad política donde ya no se puede imponer cierto orden desde la fortaleza innegable de los números. Ni Eduardo De Pedro, ni Sergio Massa parecen despegarse en el lote de candidatos. Sin apoyo explícito de un nombre propio (actitud que resultaría extraña para la forma en que la vicepresidenta ha construido su carrera política) todo parece indicar que estamos ante una disputa de varios “iguales”.

No son pocos los que imaginan que la bendición (¿o crucificción?) llegará para imponer el nombre propio de Axel Kicillof para la disputa de las presidenciales, situación no deseada en ningún sentido por el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires. Si ello es así, podríamos hablar de una sorpresa final, pero bastante limitada por cierto.

Miguel Mateos supo componer una canción que se transformó en un himno para los que superamos la barrera de los 50. Cantada a voz en cuello, a los gritos y en plena celebración vital de las fiestas ochentosas, “Tirá para arriba” sigue siendo esa síntesis de melodía y letra que nos interpela desde lo que nos falta, lo que no nos sale o todo aquello que la vida de alguna manera, nos limita, pero que igual debemos seguir intentando. No son tiempos fáciles para quienes eligen el compromiso por una idea política. Cierta dirigencia parece encerrada en algún chiquitaje inconducente. Vos tirá para arriba, no aflojes. El ejemplo de Jujuy y de lo que nos puede esperar, está a la vuelta de la esquina.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 18 Jun 2023 10:04:52 -0300
A la pelota, divididos. https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6767-a-la-pelota-divididos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6767-a-la-pelota-divididos A la pelota, divididos.

“No se pasa el tiempo,
al menos para mí.
Ya tomé pastillas,
y sigo sin dormir,
miro a los costados y nada que amarrar,
ya no existen lazos,
alguien hizo track, track, track”

“Trakc, Track” - Fito Paez

Cuenta la leyenda del rock argento, que sobre finales de los ’80, fallecido el genial Luca Prodan, alguien le preguntó a Ricardo Mollo, si los ex Sumo estaban divididos. El guitarrista de lo que luego fue definida como la “aplanadora del rock”, tuvo la suficiente inteligencia para contestar “Divididos, Las Pelotas…”, jugando así con la nominalidad de dos bandas que tienen un tronco formativo común y que se han transformado, treinta años después, en referentes insoslayables.

A la inversa, la política argentina de este tiempo demuestra cotidianamente que la idea de unidad debe ser seriamente relativizada. Esta semana que acaba de culminar tuvimos el claro ejemplo de los dos frentes políticos más importantes, atravesados por una serie de disputas que llevaron a algunos voceros a plantear la idea de ruptura. Sobre la mañana de este frío domingo otoñal (por fin), todo parece indicar que, finalmente, la sangre no llegará al río. Pasen y vean. Crónica de finales anunciados pero no reales. Son todos y todas bienvenidos.

En el año 2009 el Congreso de la Nación sancionó una reforma de su régimen electoral incluyendo las elecciones PASO para dirimir las candidaturas de cada partido o frente. La normativa copia el modelo santafesino, el cual fue puesto en práctica desde 2007 y que ha tenido resultados verdaderamente auspiciosos: los candidatos de las generales son elegidos por el conjunto de la ciudadanía y no por quien tiene más poder interno de cada partido; no pone trabas excesivas a la participación partidaria y los procesos internos suelen ser relativamente ordenados y armónicos porque la conformación de listas plurinominales (diputados o concejales) se conjugan con el sistema D’hont de reparto, lo cual restringe la posibilidad de peleas feroces porque luego, muchos de los protagonistas, pasan a engrosar una lista común de cara a la sociedad. Como toda regla tiene su excepción, en nuestra querida Santa Fe, la feroz disputa interna del frente de frentes de estos días, entre Carolina Losada y Maximiliano Pullaro, vendría a confirmarla.

Por diversos motivos más extensos de explicar para esta columna, a nivel nacional nunca se produjeron elecciones PASO para resolver las diferencias internas. Si hubiera que buscar una rápida definición podría decirse que las fortalezas de cada una de las candidaturas presidenciales, desde 2011 a 2019, estaban lo suficientemente consolidadas en el plano interno como para que fuera necesario abrir el juego al conjunto de la ciudadanía. Por ello, a nivel nacional y para cargos ejecutivos, este tipo de elección ha sido calificado por muchos (y muchas) analistas, como una gran encuesta nacional que anticipa el escenario de lo que vendrá.

Este modelo electoral (los santafesinos lo tenemos muy bien aprendido), trae desde sus raíces otra verdad que supone un desafío en sí mismo: una elección no es igual a la otra. Ni en dos años, pero tampoco en dos meses, que es el tiempo que separan las PASO de las generales. Vaya un ejemplo reciente como muestra: en 2019, a partir de recursos diversos, Mauricio Macri pudo recuperar, entre “internas” y generales nada más y nada menos que ocho puntos. Número que le sirvió para ganar no pocos escaños en la Cámara de Diputados.

En resumen, y en esto no debemos dejar de insistir en el señalamiento, la política argentina en su conjunto, para cargos nacionales (ejecutivos y legislativos), no está acostumbrada a la disputa que se impusieron con el modelo de las PASO.

En 2023 el escenario ha cambiado. Para el caso de los dos frentes coalicionales más importantes, por motivos varios, ninguno de los sectores internos que lo componen, pueden prevalecer per se, imponiendo determinado nombre propio para ciertas candidaturas.

En un punto, dejando de lado el plano ideológico, tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio, parecen actuar en modo espejo, reflejando los mismos problemas de cada lado del sistema partidario: los primeros porque han tenido severas diferencias en la gestión desde 2019 hasta aquí (fundamentalmente a partir de la derrota electoral de 2021) y los segundos porque han mal procesado la pésima experiencia macrista.

En ambos casos, a la hora de las definiciones del armado electoral, cada uno de los frentes han tenido una enorme dificultad para funcionar en modo coalición presentando, si se hace un poco de proyección futura, un serio riesgo de atomización partidaria para quien no resulte electo para gobernar la Argentina a partir de diciembre de 2023.

https://twitter.com/horaciorlarreta/status/1666772480164343810

En este sentido, la semana que culmina ha sido rica en matices. Por el lado de Juntos por el Cambio, la oferta pública del lado de Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió y Gerardo Morales a que el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti, pase a formar parte de ese espacio con pre candidatura propia, generó un verdadero terremoto político que se conjugaba con la palabra sisma como sinónimo.

No sólo que la jugada condicionaba al sector de Patricia Bullrich y de un Mauricio Macri cada vez menos prescindente y más volcado en apoyo de su ex ministra de Seguridad, sino que también alcanzaba al conjunto de la provincia de Córdoba, bastión románticamente épico del mundo amarillo, ya que condicionaba a la vez que ponía en ridículo la candidatura a la gobernación de Luis Juez, hombre que se ha hecho fuerte denunciando al delasotismo y a sus herederos políticos.

Más allá de los amagues y de las quejas públicas, no fueron pocos los que levantaron el pie del acelerador y en el medio de ese berenjenal aceptaron el ingreso a Juntos por el Cambio de un tal José Luis Espert, hombre que tenía formalmente vedada su llegada desde hacía no menos de un mes, situación que se fundamentaba (sin decirse) en que el ex aliado de Javier Milei, le disputa la clientela partidaria a la “Piba”, al decir del inefable Hugo Moyano.

Con el diario del lunes, y pese a que no son pocos los que afirman que el jefe de gobierno porteño perdió la apuesta por el ingreso del gobernador cordobés al espacio, a este analista le da por pensar que la propuesta larretista se pareció más al ingreso de un Caballo de Troya, antes que a un deseo sustanciado de una ampliación coalicional. La suposición es simple: hasta esta semana la decisión por el futuro de Espert estaba congelada en términos partidarios. Ver en Twitter el saludo de Bulrrich a la decisión partidaria de aceptación, bajo una formalidad reglamentaria, confirma la elucubración del suscripto.

Del otro lado, tampoco se andan con chiquitas, como diría mi abuela. La semana había comenzado con la expectativa de la reunión que un conjunto de gobernadores realizarían en el Consejo Federal de Inversiones y que se había adelantado para que tuviera el suficiente efecto político dado que la fecha inicial (14 de junio), coincidía con el cierre de las alianzas electorales.  

El encuentro no pasó desapercibido ya que el comunicado de rigor se sintetiza desde la “exigencia” en dos deseos centrales: el pedido de una candidatura presidencial de consenso (varios de los que allí estaban dejan entrever que prefieren a Sergio Massa) y que esa fórmula tenga un principio federal.

Interesante el ejemplo de estos trece gobernadores que firmaron el documento (además del físicamente siempre poco presente Omar Perotti quien dijo coincidir en un todo con lo allí esbozado); ya que en el plano nacional piden por un nivel de acuerdo en la estrategia electoral que no se tiene a la hora de diagramar las elecciones provinciales. Cada uno de los jefes territoriales, desde el derecho que le consagran los marcos legislativos provinciales, define fechas y estrategias electorales “a piaccere”. El fenómeno no es nuevo y cumple con la doble misión de alambrar sus provincias a la vez que se despegan del escenario nacional que no siempre conviene, lo cual no es bueno y malo en sí mismo sino la “real politik” en su máxima expresión.

Los dichos de Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, afirmando que no hay tiempo para recibir en la provincia a cuatro pre candidatos porque hay que gestionar, hace que uno se pregunte cómo se han llevado adelante los procesos electorales que en cada provincia se han plasmado en lo que va del año.

https://twitter.com/SergioMassa/status/1667661936295571459

Por el lado del cristinismo parecen haberse dejado de lado las declaraciones rimbombantes. Por lo menos en el recorrido de los últimos siete días. Eduardo “Wado” De Pedro sigue caminando la provincia de Buenos Aires y a la distancia no se sabe muy bien si eso obedece a una estrategia coordinada para ser candidato allí; si lo único verdaderamente válido para el sector es conservar la fortaleza política desde el territorio más grande del país, preparándose para cuatro años en el llano o; si hay un poco de cada uno de estos argumentos. Por lo pronto, y como ya nos arriesgamos a señalar desde hace algunas semanas atrás en esta columna, Cristina Fernández de Kirchner sigue sin dar bendiciones públicas que sean definitivas y mucho menos, definitorias.

Desde el massismo, durante la semana que culminó ayer con el Congreso del Frente Renovador en Tortuguitas, pareció inaugurarse la política de los estados de ánimo. Desde el viaje a China que la dirigencia que conduce el tigrense, insiste de manera cada vez más visible en la necesidad de un candidato de consenso y de unidad. Lo que nadie se ha animado a decir hasta ahora, es que ese nombre sea el del ministro de Economía.

Menudo problema representaría su nombre en una boleta: con algo más del 8% de inflación mensual que Massa no sólo no ha podido bajar, sino que todos los meses sube un poquito más, sería verdaderamente un milagro de la alquimia electoral transferirles a los votantes (y ser efectivos) todo aquello que pudo evitar Massa con su gestión. Si una campaña, desde un oficialismo, se construye con la combinación de lo logrado con una propuesta de futuro, cuesta imaginar cómo se transferiría lo que NO FUE.

Por otro lado, y como segundo factor de distorsión política, resulta dificultoso suponer que, si el gobierno de Alberto Fernández fue un problema para muchos cuadros, militantes y ciudadanos sin participación política que se definen en el cristinismo, Sergio Massa venga a sintetizar un estadio superior de progresía política.

Las definiciones sobre el hartazgo del ministro por el proceso interno en ciernes, tendría algún asidero en tanto y en cuanto su proyección política estuviera por encima del conjunto de los otros pre candidatos. Pero ninguna encuesta asevera tal circunstancia.

El resultado del acto del sábado parece confirmar los propios límites del espacio. La declaración que pide por la unidad pero que acepta las PASO, sin el arrebato infantil de una renuncia al ministerio al que Massa llegó hace algo menos de un año, le pone madurez al proceso y demuestra que una cosa son las puestas en escena y otra muy distintas las decisiones contantes y sonantes.

Si el temor a las internas radica en que los candidatos del oficialismo, en términos individuales, no superen el tercer o cuarto puesto, habrá que trabajar colectivamente en la previa en acuerdos que, de alguna manera, descarten ese tipo de análisis. Las PASO per se, también permiten ser revisadas como resultado de conjunto: causalmente, los precandidatos que han decidido serlo, referencian al Frente de Todos como una decisión política virtuosa tomada en 2019. Las diferencias no parecen ser tan profundas. Y los resultados de una interna pueden ser reinterpretados de acuerdo a ciertas convicciones validadas en cierta cotidianidad.

Se trata, en definitiva, de aprender a convivir con la PASO, con su esencia y sus consecuencias. Todo parece indicar que a nadie le gusta lo que muestra el teatro en el escenario, pero todo el mundo sabe que nadie tiene vida propia como plateista. Por eso, y no exento de la aceptación a regañadientes de no pocos dirigentes, el país se enfrenta a procedimientos electorales (y sus consecuencias) desconocidos hasta hoy. Por ahora, nadie se atreve a hacer “track, track, track”…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 11 Jun 2023 15:48:37 -0300
Cuidado con la curva https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6766-cuidado-con-la-curva https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6766-cuidado-con-la-curva Cuidado con la curva

Sabido es que en el tránsito urbano, cuando se conduce responsablemente, se llega a la curva frenando y se sale de ella acelerando. Podrá utilizarse la segunda o la tercera marcha, dependiendo de cada motor, pero es indudable que el ejercicio supone una básica noción del uso del tiempo. En política, fundamentalmente la de las ligas mayores, el recurso temporal es una herramienta que puede transformarse en un activo que define situaciones en un sentido o en otro. La ambigüedad es parte de esa razón de ser: decir sin decir del todo es una condición sine qua non de muchas estrategias.

Si una imagen puede valer más que mil palabras, resulta evidente que el acto del 25 de Mayo, donde se recordaba (entre otras tantas cosas) la llegada al poder en 2003 de un ignoto Néstor Carlos Kirchner, dejó múltiples señales que todos pudimos ver. Pero a veces, no todo lo que está expuesto refiere a la sustancia de las cosas. Coyuntura de un acto con la estela de 20 años de historia, pero con la enorme vigencia de un 2023 lleno de curvas y contra curvas. Sin, necesariamente, acelerar a fondo, pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

Sobre una Plaza de Mayo reducida en tamaño, con la épica que pueda aportar un día de lluvia y con un escenario que miraba a un cabildo que doscientos trece años atrás había repetido la imagen de un clima desapacible y un pueblo movilizado; Cristina Fernández de Kirchner en particular y el peronismo en general, se dieron el gusto (definitivamente constitutivo) de movilizar a varios cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos, interesados por la palabra de la lideresa más importante que estos cuarenta años de democracia supieron parir. Le pese a quien le pese y le guste a quien le guste. El convite dejó cuatro ejes insoslayables. Repasemos.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1661839360365305892

Uno. Una ponderación renovada. La Vicepresidenta volvió a insistir en la calle, con algo que cuarenta y ocho horas antes había señalado en un set de televisión: “que el actual gobierno, pese a las diferencias y discusiones internas, era infinitamente mejor que lo hubiera sido un segundo mandato de Mauricio Macri”. Usó al número que representa la medición en dólares del Producto Bruto Interno de 2015 comparativamente con 2019 y aportó los valores de 2022 como una verdad irrefutable. 

El dato debe ser pensado como una base desde donde interpelar a la ciudadanía, fundamentalmente a aquellos a los que se debe re enamorar si se quiere contar con alguna chance electoral para la tríada de fechas electorales (agosto, octubre y en lo que hoy parece como inevitable, el ballotage de noviembre); pero también como un parte aguas del que Cristina no puede escapar del todo, al haber sido la mentora fundamental de esta experiencia novedosa llamada Frente de Todos.

Dos. La centralidad de siempre. Ella será una referencia insoslayable en el armado de cara a lo que viene en el universo oficialista. Tanto en lo que parece ser una cada vez más confirmada PASO, como en las elecciones generales. Esto es así por peso específico propio, ese que se resume en que ningún dirigente del oficialismo o de la oposición, reúne tanta aceptación detrás de su figura. Como ejemplo basta un botón: no fueron pocos los funcionarios del gobierno que no reportan a ella en el día a día de la gestión, pero que sí se hicieron presente en la masiva convocatoria del jueves.

https://twitter.com/wadodecorrido/status/1661885600524382208

Tres. Sin bendiciones públicas. En línea con lo anterior y pese a ciertas ansiedades reinantes de algunos que vienen muy rápidos y que al decir de un tal Carlos “Indio” Solari están a tiro de que se les suelte el patín, la ex presidenta parece no moverse en la inmediatez de ciertas urgencias. Todo el mundo espera de su parte la nominación de un candidato, hecho que por ahora no llega, y que, irresponsablemente y a contramano de cierto espíritu general, este analista empieza a dudar de que llegue. Nos explicamos con dos argumentos.

Descartado el apoyo del cristinismo a Eduardo “Wado” De Pedro, cuestión que se ha hecho por demás de evidente durante este fin de semana largo, con pintadas y afiches en las calles más un video de lanzamiento del actual ministro del Interior y que se suma a su cercanía corporal en el escenario del jueves; vale preguntarse si ella no intentará ponerse por encima de la situación de una interna nunca deseada en su propio espacio. Como mojones valen recordar los intentos por derogar las PASO, y los persistentes intentos de lograr un candidato de unidad.

La historia suele demostrarlo. No resulta raro para cierto ABC de la política y por cierta práctica persistente desde los primeros tiempos kirchneristas, que un líder (lideresa en este caso) no apueste decidida y públicamente por un precandidato de la interna. “Vayan y jueguen” suele ser la mejor de las bendiciones que a veces reciben aquellos que quieren contar con el decidido apoyo del líder.

https://twitter.com/danielscioli/status/1662214568926666753

La presente especulación se explica desde la lógica de una Cristina Fernández de Kirchner que tal vez se imagine a partir de diciembre de 2023 como jefa insoslayable de la coalición de gobierno (si se triunfara en las generales) o de la oposición (si la derrota fuese el resultado que dispongan la mayoría de los argentinos).

En ese contexto deben sumarse a Daniel Scioli, quien insiste en su precandidatura, y a Agustín Rossi, quien prepara su lanzamiento vía streaming para este lunes 29 de mayo. Para completar el cuadro, quien debe comenzar a sentir cierto alivio es Axel Kicillof que, a diferencia de la opinión de Máximo Kirchner, no quería ir por el premio mayor que supone la presidencia, sino quedarse a disputar su reelección en la provincia de Buenos Aires, cosa que, todo parece indicar, sucederá en los hechos.

En resumen y planteando una pregunta de rigor dada la configuración actual del peronismo, ¿quién estaría en condiciones de discutir la centralidad de Cristina Fernández de Kirchner si ella estuviera frente al escenario de una derecha que, triunfante en octubre o noviembre, vendría por el plexo de derechos que ha sabido consagrar el peronismo a lo largo de la historia? En el horizonte no aparece ningún nombre con semejante peso específico. 

https://twitter.com/RossiAgustinOk/status/1662098563910840322

Cuatro. Hacerse cargo. Durante mucho tiempo, la actual oposición mediática y política parecía tener como único horizonte de crítica a la figura de la vicepresidenta. El “Cristina, Cristina, Cristina” se transformó en una chicana que se supo construir de este lado del mostrador. A la vez que se la detestaba, el amarillismo de Cambiemos (con todo el rigor de la palabra) la ponía en el centro de la escena como síntesis de todos los males. Un infantilismo político que sólo encuentra semejanza en la denostación permanente a la historia y esencia del peronismo.

De un tiempo a esta parte, cuando las diferencias en el oficialismo se hicieron más evidentes, y ante sus límites de gestión, la referencia al “Cristina, Cristina, Cristina” pareció mudarse de vereda. Florecieron sus exégetas, los que reinterpretaron la historia de la década ganada, los que tienen la “posta anticipatoria” de lo que serán sus movimientos políticos y los que construyen la imagen de una Cristina perfecta y sin errores.

A todos ellos pareció hablarles, también, el día jueves. Reconoció que la década ganada no había sido Disneylandia y ante la insistencia de su candidatura que no será (“una más y no jodemos más”) abrevó en un piadoso silencio. Cerró el discurso con una frase lapidaria también para los propios: “no exigirles a los otros, lo que uno no está dispuesto a realizar por uno mismo”, reversión en modo lluvia, de aquel tomar el bastón de mariscal que supo expresar hace algunos meses atrás, primero en una cena privada y luego de manera pública. Si fuera válida una reinterpretación comparativa, es como aquella madre que les dice a sus hijos que no le pidan más a ella y que salgan al mundo y maduren.

En la continuidad inmediata del acto, y de lo que pudo verse en redes y en algunas declaraciones televisivas, no fueron pocos (sí, tal vez los menos) lo que sintieron que, de cara al futuro, el acto no les había agregado demasiado. Tal vez la base de ese desasosiego radique en la insistencia de un cristinismo que maximizó al extremo la centralidad de la Vicepresidenta: más como una necesidad propia que como una estrategia dispuesta desde la conducción política.

También queda pendiente lo que ella ha sabido esbozar como el programa que debería discutir el oficialismo antes de que emerjan las candidaturas. Planteó varios lineamientos, con el agregado sobresaliente de la cuestión del litio y cómo pararse frente a eso. “No tener la concepción de Potosí”, donde los poderosos de turno engrosen sus ganancias con una dinámica extractiva que le otorgue migajas al conjunto de los argentinos, parece ser una buena síntesis.

Pero el punto en cuestión es que tal vez hoy no se cuente con el tiempo material para la discusión interna de ese programa. La vecindad electoral apremia y tal vez, la única esperanza radique en que el mismo pueda discutirse de cara a la sociedad en el marco de la campaña inminente. Ante las presiones internas que le exigen ciertas definiciones, Cristina Fernández de Kirchner parece conducir a otra velocidad. Tal vez algunos, con sus pretensiones, no vean la curva que parece lejos y a la distancia.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 28 May 2023 09:36:09 -0300
No hay dos sin tres https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6765-no-hay-dos-sin-tres https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6765-no-hay-dos-sin-tres Las Tres Sombras de Godin

Resultados domingueros previsibles. El intento opositor de establecer algunas reglas mínimas para sobrellevar un proceso de internas sin que todo vuele por los aires, a la vez que reivindica la intentona de una nueva jugada cortesana en una provincia definitivamente esquiva a sus intereses. Una carta que se explica por sí misma aunque su autora reclame “comprensión de texto”, en un programa de televisión que alcanza niveles récord de audiencia para una señal de cable. Todas estas circunstancias explican buena parte del devenir político de los últimos días en una Argentina que, de a poco, profundiza su modo campaña. Revisemos.

Si ponemos el rewind (generación Z, abstenerse) y miramos a la distancia, el escenario parecía ideal: un gobierno con problemas evidentes de cohesión interna, datos de pobreza e inflación en alza y el desgaste que supondrían cuatro años de gestión. Cualquier consultor político que se precie y que resulte contratado para dirigir la campaña de un espacio opositor, se frotaría las manos ante el cúmulo de oportunidades imaginadas de cara al proceso electoral. Pero nada es tan lineal y sencillo en un país como la Argentina. Y las certezas que algunos parecían dar como definitivas unos pocos meses atrás, comienzan a desvanecerse de la misma manera que la idea de un otoño frío y seco.

La lógica que había surgido desde comienzos de año parecía más o menos sencilla para el mundillo de Juntos por el Cambio: con un oficialismo debilitado por las razones antes expuestas, sólo quedaba definir los nombres de quiénes serían los protagonistas encargados de devolver a la fuerza amarilla al gobierno de los argentinos. Pero pasaron cosas: su propia interna ha escalado a niveles casi desconocidos para el gran público, la figura de Javier Milei ha crecido de manera no prevista, y las elecciones provinciales, por ahora, no son (ni por asomo) lo que se esperaba desde el PRO.

En ese sentido, el proceso electoral de los estados subnacionales ya alcanza a un tercio de los mismos (ocho) y de las cuales pueden sacarse tres conclusiones: a diferencia de las legislativas pandémicas de 2021 prevalecen los oficialismos; excepto el caso de Jujuy, Juntos por el Cambio (o sus colectoras) ha sido ampliamente derrotado y Libertad Avanza, no se hace visible en las urnas.

Históricamente, en años de comicios por cargos ejecutivos, el sistema electoral argentino convive con dos escenarios paralelos que se retroalimentan entre sí: mientras se desarrollan las elecciones provinciales, la campaña nacional toma forma. Muchas veces de manera separada e independiente, pero en esta oportunidad, la falta de definición de las candidaturas, principalmente en el Frente de Todos, ha propiciado que cada votación sea puesta bajo la lupa de manera protagónica.

El dato original de este 2023 muestra al espacio opositor buscando respuestas por fuera de los límites que impone un proceso electoral: la definición cortesana que terminó obligando a Juan Manzur a bajarse de una candidatura a vice gobernador de Tucumán y a poner en lista de espera al deseo reeleccionista de Sergio Uñac en San Juan; ha tentado a algunos protagonistas a probar suerte en el máximo tribunal, negando lo que dicen las constituciones provinciales y con interpretaciones forzadas de la Carta Magna sancionada en 1853. Si ya se limitó el derecho al sufragio en dos provincias, algunos imaginan que tal vez pueda haber una tercera. 

https://twitter.com/insfran_gildo/status/1658635077843025920

Es el caso de la novedad de la semana, donde un dirigente opositor formoseño no tuvo mejor idea que presentar un amparo para que la Corte impida la candidatura del actual gobernador de Formosa Gildo Insfran. El litigante no tuvo el mejor de los viernes: una vez que el máximo tribunal le dio vista al Procurador, éste desestimó el pedido por considerar que los supremos no tienen competencia en el asunto. Por lo demás, si los cuatro de la calle Talcahuano decidieran repetir el espíritu de hace un par de semanas atrás, generarían dos hechos simultáneamente vergonzosos: un verdadero escándalo político y un aún más desechable antecedente jurídico dado que la Constitución de esa provincia, no impone límite de reelecciones y, además, deslegitimaría a un ciudadano que gobierna ese territorio desde hace, nada más y nada menos, que dieciocho años, elegido a través del voto ciudadano.

Ya no basta con judicializar leyes que son sancionadas de manera legítima por el Congreso de la Nación o decretos del Poder Ejecutivo que corresponden a su derecho de gestionar. A partir de algunas “primicias” que transcienden en la corporación mediática, buena parte del sistema político se empieza a preguntar hasta donde estará dispuesto a llegar el cuarteto de jueces supremos.

En nombre de la república y las alternancias parte de la política se vuelve a denigrar a sí misma, negando la esencia de la voluntad popular y buscando por fuera de ella lo que las mayorías no parecen otorgar.

En este contexto, los dos espacios más importantes siguen atravesando coyunturas disímiles a la vez que semejantes y que podrían ser sintetizadas en la existencia de profundos procesos internos, pero que empiezan a dar señales de cierto ordenamiento que imponga algunas reglas relativamente claras.

Para el caso del Pro, a pocas horas de haberse conocido los resultados en las provincias de Tierra del Fuego, La Pampa, Salta y San Juan, la conducción partidaria nacional intentó dar una señal hacia afuera, pero fundamentalmente hacia adentro, al decidir que el precandidato para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires será definido por un mix de encuestas y que en la provincia más grande del país, cada pre candidato presidencial llevará el suyo propio para la gobernación.

El espacio fundado por Mauricio Macri enfrenta un serio problema para la elección de CABA y que tiene nombre propio: Martín Lousteau. El actual senador cuenta con una buena proyección en las encuestas y nadie puede confirmar del todo que el triunfo interno del PRO esté asegurado. Llevar dos candidatos por el mismo partido suponía una partición del voto que sólo le convendría al creador de la tristemente célebre Resolución 125.

Del otro lado, en el Frente de Todos, y más allá de los reiterados argumentos del ministro de Economía Sergio Massa pidiendo unidad para una mejor gestión, la centralidad política de la semana le volvió a corresponder, por una doble acción, a Cristina Fernández de Kirchner. En primer término por la carta publicada en sus redes, el mismo día y unos minutos después que se celebrara el congreso partidario en el micro estadio de Ferro, donde se había pedido por una “Cristina presidenta”. En la misiva digital volvió a ratificar lo anunciado el 6 de diciembre, cuando se conociera el fallo condenatorio de la causa “Vialidad”, desistió de participar como candidata (para cualquier cargo) del proceso electoral de este 2023. El sacudón político para quienes habían activado el operativo clamor no fue menor.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1658585951789109250

El segundo hecho refiere a la presencia de la vicepresidenta, por primera vez luego de seis años, en un set de televisión. En esta oportunidad, en el programa Duro de Domar que alcanzó la friolera para un canal de cable, de casi once puntos de rating. Si a ese número le agregamos el seguimiento en redes y en diversos canales de You Tube, es probable que su presencia televisiva la hayan seguido no menos de 1.500.000 ciudadanas y ciudadanos: un número nada desdeñable para una supuesta muerta política que desde hace veinte años incide en el juego de las grandes ligas.

Más allá de las apuestas previas de muchos de sus partidarios, Cristina obvió las grandes definiciones que refieren a candidaturas. No fustigó al presidente y a sus funcionarios más cercanos (no es poco), reivindicó por primera vez en mucho tiempo a éste, como un gobierno infinitamente mejor que el de Mauricio Macri y se la notó sensibilizada cuando le tocó hablar de la situación de su hija y del recuerdo de su compañero Néstor Kirchner. Pidió salir rápido de ese lugar, y no se privó de hablar de un escenario de tercio electoral, tal vez su definición política más importante.

La ex presidenta confirma lo que muchos encuestadores han dejado traslucir desde hace algunos meses: ya no existe un escenario antitético de uno contra uno, donde Juntos por el Cambio y el Frente de Todos disputarían el premio mayor, sino que el supuesto libertario Javier Milei tallará de manera determinante en agosto y octubre. Según ella, si ya no son dos sino tres, la clave para el oficialismo pasa por llegar al ballotage. Los nombres propios, más allá de las ansiedades y las múltiples interpretaciones, te los debo. No falta demasiado para ello, pero por ahora, este analista supone que Cristina insistirá con la idea de un programa que aglutine al peronismo, pero que fundamentalmente, “re enamore” al electorado.

Y del otro lado, en parte, parecen haber recogido el guante. La convocatoria del presidente Alberto Fernández al acto del 25 de mayo que organiza el cristinismo, celebratorio de los veinte años de la llegada al poder del kirchnerismo, puede ser una buena forma de fomentar algunos puntos de encuentro que vayan más allá de un acuerdo de unidad o de la celebración de las PASO.

Eran dos provincias condicionadas por decisión cortesana y algunos pretenden que ahora sean tres. Cerrábamos 2022 con la hipotética disputa entre peronistas y cambiemistas para las elecciones presidenciales de este año, pero apareció un nuevo protagonista que, ahora parece ser, nadie quería del todo. Multiplicidad de actores, complejidad de perspectivas. Nadie la tiene del todo fácil.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 21 May 2023 08:55:42 -0300
Vallas, límites y encerronas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6764-vallas-limites-y-encerronas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6764-vallas-limites-y-encerronas Carcel de Caseros

"Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña
Como veía que resistía, fue a llamar otro elefante.
Dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña
Como veían que resistía, fueron a llamar otro elefante."
Marianne Dubuc

Si resulta de manera inexorablemente cierto que la política tiene una dinámica tan autónoma que nos lleva a afirmar que en su lógica, muchas veces no aplican las reglas de las matemáticas para saber quiénes salen ganando o perdiendo de ciertos escenarios, no es menos real que, en términos políticos, la segunda semana de mayo no comenzó el día lunes sino el martes, cuando el conjunto de los argentinos conocimos la acordada que suspendió las elecciones en las provincias de Tucumán y de San Juan. La decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación generó un verdadero tembladeral que sorprendió, incluso, a sus más férreos defensores: no tanto por el contenido (materia absoluta y definitivamente discutible), sino por los tiempos que propiciaron la limitación de sanjuaninos y tucumanos de poder votar en este domingo 14 de mayo. En causas que tienen varios meses de tramitación, tomar una decisión apenas cinco días antes de un hecho tan importante, supone una provocación sin mayor sentido. Tal vez debamos pensar al hecho como una especie de dardos envenenados que funcionan como respuesta a un deterioro evidente en la legitimación cortesana. Acciones que tienen mucho de capricho y autodefensa con un buen ataque. Pasen y vean. Están todos y todas invitados.

Se había llegado al comienzo de la tarde del martes con dos hechos dignos de destacar. El primero refería a las declaraciones del presidente de la Corte, Horacio Rosatti, en el marco de las reuniones de la AmCham (Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina), en materia de política económica, donde se animó a plantear una serie de definiciones sobre el modelo de acumulación imperante, su relación con la Constitución Nacional y con la emisión monetaria. Lo interesante del asunto es que invocó el artículo 75, inciso 19, que refiere “a la defensa del valor de la moneda”, pero hay un detalle: todo ese articulado, corresponde a las atribuciones del Congreso y no a las del Poder Judicial. Parece que el hombre, de a poco, comienza a blanquear algunas intenciones de ser candidato o, vaya a saber uno, si cree estar por encima del propio legislativo.

El segundo hecho sucedió en el seno de la Comisión de Juicio Político que se sustancia en la Cámara de Diputados de la Nación, cuando Héctor Marchi, el ex administrador de la Corte, denunció que el presidente del máximo tribunal podría haber negociado, a través de su mano derecha Sergio Robles, una sentencia que lo terminaba favoreciendo por contratos para la Cámara de Casación. Clientelismo vip con balanza adulterada y venda corrida.

Si un elefante en un bazar puede ser escondido con muchos elefantes en el mismo espacio, los escándalos institucionales que suponen que un juez opine sobre política monetaria a la vez que se conoce una denuncia sobre ciertas prácticas delictivas que habría desarrollado, nada mejor que propiciar una decisión que sacuda el escenario político argentino. Que en el camino se lleven puestas las decisiones institucionales de dos provincias y el derecho superior de votar de sus habitantes, termina siendo, para el trío con sede en el cuarto piso de la calle Talcahuano, un detalle menor.

Foto: FOLA

Y aquí vale tener en cuenta que este tribunal se ve a sí mismo como un límite a los “excesos” de la vida social, económica y política de la Argentina. La gran pregunta es, en esta democracia que hemos sabido parir, dónde está el dique de contención a ese poder con resabios monárquicos que puede obturar, incluso, el más sagrado de los derechos civiles de una comunidad.

La respuesta no es sencilla por razones múltiples. En un sistema social complejo, con una sociedad dinámica compuesta por minorías políticas intensas, comienza a resultar dificultoso establecer algunos principios mínimos de cierta convivencia racional. El supuesto limitador, quien se cree con un destino manifiesto especial, con dudosa legitimidad de origen, comienza a ser severamente cuestionado por una parte no menor de ese entramado social.

Esta Corte Suprema de Justicia de la Nación se comporta como la estructura superior de conducción del partido judicial. Produce hechos políticos apalancados en cierta juridicidad y, desde el martes, parece no escatimar en recursos propios de las “chicanas” de la política que buena parte de la sociedad suele condenar.

No sólo cuestionaron la decisión suprema aquellos que están de un lado de la grieta: más allá de auto referenciación de Patricia Bullrich, no fueron pocos los constitucionalistas y comunicadores que mostraron sorpresa por el momento en el que se dictó la medida, como así también por no haber resuelto la cuestión de fondo, aquella que refiere a definir si Juan Manzur y Sergio Uñac quedaban o no habilitados para participar de los comicios. Frenar una elección legitimada por la institucionalidad de ambas provincias y dejar en suspenso la decisión final se parece más a un intento de daño cortoplacista que a la decisión de corregir aquello que pueda estar mal en las interpretaciones constitucionales de los protagonistas.

Las consecuencias políticas fueron variadas. Desde la celebración en modo de euforia de la dirigencia de Juntos por el Cambio, hasta el cuestionamiento vía redes de la vice presidenta Cristina Fernández de Kirchner y la utilización de la cadena nacional del presidente Alberto Fernández.

Pero la más notable redundó en la decisión del ex jefe de gabinete de declinar su candidatura a vice gobernador pidiendo a la vez, que el máximo tribunal levante la medida inicial por resultar abstracta. En el caso de San Juan, y a propio pedido de esta provincia, el máximo tribunal habilitó las elecciones a intendentes, diputados departamentales y miembros de los concejos deliberantes de los 19 departamentos.

Mientras que para los primeros la decisión final ya carece de sentido, para los segundos, donde el escenario político del oficialismo tiene algunas complejidades, ya que su gobernador había impuesto el sistema de lemas y, de alguna forma, necesita los votos de su opositor José Luis Gioja para prevalecer triunfador, lo que resuelva el trío Rosatti–Rosenkrantz–Maqueda, tendrá un definitivo peso en lo que pueda suceder en las tierras sanjuaninas.

En su momento, cuando desde un grupo de gobernadores se fantaseó con la idea de ampliar la CSJ hasta llegar al número de 25 integrantes, uno por provincia, para limitar la capacidad decisoria (muchas veces arbitrarias) de los actuales supremos, Sergio Uñac decidió no formar parte de esa movida porque sabía que tenía un reclamo pendiente en sede judicial. Se trataba de no agitar fantasmas para no recibir un vuelto no deseado. Su precaución parece no haber alcanzado, y sabrá la almohada del gobernador y sus allegados más cercanos si, efectivamente, se arrepintió de esa mesura.

Eduardo Gil. FOLA

La cautelar, además de caracterizarse por su falta de razonabilidad, también ha dejado señales (preocupantes) para el futuro. En un contexto donde el juicio político en Diputados cada vez demuestra más decididamente su acierto, con la bochornosa situación en la obra social de los judiciales y con los vínculos cada vez más expuestos con algunos sectores de la oposición amarilla, vale preguntarse (e imaginarse) hasta dónde estarán dispuestos a llegar los supremos. Lo dejamos al libre albedrío de nuestros fieles lectores y lectoras.

Y la otra pregunta/duda que nos gustaría dejar planteada es reconocer en qué medida, la cuestión “judicial” no representa una especie de síntesis del cúmulo de problemas que ha atravesado el oficialismo en estos 40 meses de gestión y que le han acarreado no pocas diferencias internas.

El Frente de Todos llegó al poder con un claro triunfo en primera vuelta electoral pero circunscripto a una situación legislativa institucional de empate, que lo ha condicionado en el día a día de la gestión pero, fundamentalmente, en todos aquellos temas que refieren a la posibilidad de realizar cambios que requieren  de mayorías especiales. Como se dice en el barrio habitualmente, “no tiene los números”: Por nombrar sólo un par de casos: el Procurador General de la Nación, Eduardo Casal, sigue el interinato impuesto desde los tiempos de Mauricio Macri, cuando éste supo imponer la salida de la Alejandra Gils Carbó (una funcionaria ejemplar) con métodos que fueron denunciados en su momento y junto con ello, esta misma Corte Suprema no ha podido completar el número de cinco para cubrir la vacancia que dejó la salida de Elena Highton de Nolasco.

En reiteradas ocasiones, como un mantra que se repite sin demasiada reflexión, en buena parte del oficialismo se abusa de una crítica interna que en el fondo no viene de la mano de propuestas superadoras. La referencia a la historia, a cómo se solucionaron diferencias de cierta institucionalidad en el pasado, a la permanente recurrencia de la idea de movilización popular como forma de presión, suponen un romanticismo más frustrante que esperanzador.

Si Néstor Kirchner pudo parir el famoso Decreto 222 que oxigenó la designación de los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; si Cristina Fernández de Kirchner pudo recuperar YPF y Aerolíneas Argentinas; promover la Ley de Servicios Audiovisuales; la Asignación Universal por Hijo o dar por concluido el nefasto capítulo de las AFJP, fue porque contaron con una base suficiente en el Congreso de la Nación y con una oposición desarticulada que no daba “pie con bola”. Esto no supone negar la importancia de la movilización, pero resulta justo recordar que en aquellos tiempos no existían pedidos masivos en las calles por ninguno de esos temas.

En un modelo constitucional como el que ha abrazado el peronismo en los últimos 20 años, la política transformadora, esa que queda en los anales de la historia, sólo puede realizarse contando con ciertas mayorías. En esta coyuntura, esas diferencias a favor, no existen. Por eso cobra un enorme valor el juicio político al máximo tribunal: porque, como comentáramos hace algunos meses atrás en este mismo espacio, el ejemplo de la demanda contra la corte adicta de Carlos Menem, no fue un proceso que se inició y se desarrolló de una sola vez, sino que tuvo un recorrido previo sobre el que Kirchner pudo activar políticamente de manera inequívoca.

En el devenir de estos días, esa comisión a veces ninguneada, a veces menospreciada y en otros casos desvalorizada, ha comenzado a demostrar que, desde cierta institucionalidad también pueden quedar expuestas situaciones bochornosas y hasta delictivas. Y desde ese lugar debemos entender los fallos del último martes, suspendiendo sendos comicios a escasos cinco días de su realización y que dejan la evidente marca de una encerrona política.

Va de suyo que estos actores con los que el oficialismo se enfrenta poseen una enorme capacidad de daño, al decir del juglar catalán más famoso, ya que “juegan con cosas que no tienen repuesto” y aunque por momentos, como en la vieja canción infantil, los elefantes parezcan balancearse sobre la tela de una araña y, creyendo que resiste, inviten a jugar a otros elefantes. Con el riesgo que ello conlleva.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 14 May 2023 12:04:20 -0300
Woodoku https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6763-woodoku https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6763-woodoku Woodoku

En el juego del Woodoku, al que este analista confiesa ser aficionado, la gracia consiste en llenar casilleros que nos van asignando más puntaje. En un tablero de ochenta y un cuadrados, pequeñas piezas de hasta cinco bloques deben ir incorporándose en línea para, una vez completado determinado sector, sumar puntos a la vez que dejamos el espacio libre. De alguna forma, una analogía con los tiempos que comienzan a transitarse en la política argentina en general y en la santafesina en particular: mientras se acerca el tiempo de las definiciones y el tablero de operaciones, candidaturas y resultados electorales comienza a despejarse, vale descubrir quiénes son los que, verdaderamente, podrán sumar algo al gran juego de este ya avanzado 2023. La primera semana de mayo, otra vez, fue rica en matices que bien valen unas líneas al respecto. Pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

El federalismo argentino que consagra la Constitución Nacional sancionada en 1853, habilita a que cada provincia elija sus propios sistemas electorales y de representación en tanto y en cuanto, ellos no sean contradictorios con lo dispuesto en la Carta Magna en cuanto a valores y principios. Eso supone la posibilidad concreta de que cada Estado subnacional elija la unicameralidad o la bicameralidad legislativa, la representación por cupos más o menos acotadas, su propio sistema de votación, su instrumento y las fechas de las elecciones, decisión ésta última que en la mayoría de los casos depende de la voluntad política del gobernador. Conviven así en la Argentina, multiplicidad de variantes que complejizan los abordajes.

En ese contexto hay dos consecuencias inalterables en el tiempo. La primera refiere a la tendencia, podría decirse que natural de parte de gobernadores y candidatos, a “alambrar” las provincias para que lo nacional no complique la coyuntura de esos territorios. La segunda radica en la innumerable cantidad de medios, analistas y hasta dirigentes políticos que ven como una señal de debilidad de los oficialismos nacionales, que los mandatarios provinciales elijan desacoplar los comicios locales de los federales (en este 2023 son dieciocho). Basta echar un vistazo en los procesos de las últimas décadas para comprender que lo que para algunos es debilidad, refiere en realidad a una práctica definitivamente asentada.

Ese entramado, que se visualiza en el conjunto de veinticuatro sistemas electorales provinciales más el nacional, impone, en años electorales, la convivencia de un paralelismo que a veces puede resultar, para algunos, desgastante: mientras la mayoría de las provincias suelen elegir a sus autoridades con varios meses de anticipación, la elección nacional queda más cercana al proceso de recambio de autoridades de cada 10 de diciembre de los años impares.

Para sumar confusión a aquellos ciudadanos desprevenidos a los cuales no le interesan estos asuntos, el sistema político en su conjunto (dirigentes, partidos, comunicadores y analistas), suele tomar cada resultado comarcal como un anticipo de lo que sería la elección nacional. Los que peinan canas recordarán aquel viejo caso de una elección en Perico, provincia de Jujuy, durante 1997, donde el menemismo que había resultado triunfador intentaba proyectarlo a la totalidad del país, luego de una magra cosecha de votos en el total país.

De alguna manera, este tablero de Woodoku que comienza a activarse se proyecta en dos sentidos: en el de las propuestas y en el de los resultados. Para el primero de ellos la semana que pasó fue rica en episodios.

https://twitter.com/mariuvidal/status/1654257899823087617

A nivel nacional, en Juntos por el Cambio, más concretamente en el PRO, la noticia más importante fue la decisión de María Eugenia Vidal de bajarse de una pre candidatura a presidenta que había anunciado algunos meses atrás. ¿Novedad? Definitivamente, no. Quienes siguen esta columna semanal y nuestra participación radial en AM1330, sabrán que hemos relativizado aquel lanzamiento de la ex gobernadora de Buenos Aires.

Las razones sobran pero podrían sintetizarse en tres: su mala gestión en la provincia de Buenos Aires, su escasa visibilidad como diputada nacional en los dos últimos años y la existencia de nombres internos previamente instalados como los de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, con otra espesura y bagaje político. Por lo demás, es de dudosa efectividad el estilo madre sobreprotectora, impoluta y abnegada, en tiempos de un partido que profundiza públicamente su viraje a la derecha, tapando bajo la alfombra de la protección de la corporación mediática, la violencia que subyace en ciertas propuestas.

No menos relativa es la posibilidad de que la renunciante pueda aparecer como la síntesis de la interna partidaria que la ubique en una candidatura única para la jefatura de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero habrá que esperar. Los caminos de la política argentina son, como los del Señor, inescrutables.

Por el lado de los supuestos libertarios, no dejó de llamar la atención la decisión de su máximo referente, de no sostener ninguna candidatura provincial más allá de los cuatro casos de CABA, Buenos Aires, Tucumán y La Rioja. Los magros resultados electorales conseguidos hasta aquí, los que se proyectan en las inminentes elecciones de este fin de semana y la escasa visibilidad de los que pintan como propuestas comarcales libertarias de mediano plazo, forzaron la decisión de Javier Milei de evitar un armado nacional que le impondría otras condiciones.

Ante esto, no fueron pocos los analistas que pusieron el eje en los límites que eso puede representar en la candidatura presidencial del hombre que fantasea con una dolarización. El problema es estructural: desde un bloque con unos pocos diputados propios, más allá de cierta propalación mediática, sin estructuras partidarias que sostengan una candidatura a lo largo y ancho del país (o por lo menos en las provincias más pobladas), resulta muy difícil institucionalizar una propuesta.

Algo de esto entendió Mauricio Macri en su momento cuando parió Cambiemos a partir del acuerdo con la Unión Cívica Radical. Los territorios también siguen siendo importante en la política del siglo XXI, aunque a veces algunos crean que en los medios y las redes está la verdad final de las cosas. Las luces de la Reina del Plata pueden enceguecer: una elección nacional requiere de una vocación de poder que intrínsecamente supone salirse de ciertas seguridades inmodificables.

Pero si hablamos de situaciones sin variantes, el Frente de Todos a nivel nacional parece llevarse las palmas. No son pocos los dirigentes que comienzan a pedir públicamente un encuentro entre los popes del espacio a fin de ordenar el proceso electoral que, a no dudarlo, ya comenzó.

Más allá del diálogo de las segundas líneas para ese encuentro, no dejó de llamar la atención la  afirmación de un experimentado y gatuno periodista porteño que anunció la “primicia” de una Cristina candidata presidencial. Al no haber correlato de ningún tipo, el tema quedó relegado al micromundo de la política y de las redes. Si el comunicador se comió una operación o actuó de operador, sólo él lo sabe, pero al respecto cabe decir que, a lo largo del tiempo, la vicepresidenta ha sabido mantener un estilo donde no suele adelantar decisiones de ningún tipo, con o sin impacto, vía off the record. Uno imagina que a esta altura de los acontecimientos, no cambiará de formas.

El tiempo de definiciones no se reduce a lo comentado hasta aquí. Más allá de los vaivenes y dudas en CABA y en la provincia de Buenos Aires, tanto para oficialistas como para opositores, en Córdoba y Santa Fe también empiezan a individualizarse los nombres propios. Mientras en la provincia mediterránea estamos a poco menos de 24 horas del cierre de listas, por estos lares queda una semana para que descubramos, quién va con quién en este juego del poliamor político. 

Por lo pronto, Carolina Losada confirmó el día lunes su precandidatura como gobernadora, la cual vendrá acompañada de Federico Angelini como vice, hombre de estrecha confianza de Mauricio Macri y cercano a Patricia Bullrich (¿pedirá también él, licencia en la conducción partidaria?). Su presentación al mejor estilo PRO, por imagen escenográfica, discursiva y hasta de vestimenta, tuvo un segundo acto que la llevó a afirmar que, en caso de ser gobernadora, vivirá en Santa Fe. Se le podría regalar un aplauso si no fuera porque la Constitución Provincial ya lo consagra como una obligación.

No tardaron en recordárselo desde lo más granado del sistema político santafesino, opositores internos incluidos, a quienes les respondió “sin querer queriendo” al decir del Chavo del 8, que ella llegaría al poder sin tener vínculo alguno con la narco criminalidad. No se supo, públicamente, qué pudo haber afirmado algún precandidato nacido en Hughes, aunque podemos suponerlo, junto con la idea de una interna que en ese espacio parece que será subidita de tono.

En el otro sentido del llenado de casilleros del tablero entra el de los resultados que se sucederán este domingo en tres provincias argentinas: La Rioja, Jujuy y Misiones. En las tres, a contramano de lo que sucedía con las elecciones en tiempos de pandemia y de acuerdo a los datos previos, prevalecerían los oficialismos.

En la primera de ellas se da por descontado el triunfo de Ricardo Quintela. La duda radica en si, efectivamente, Martín Menem, candidato que ha sido apoyado públicamente por Javier Milei, logra desplazar a Juntos por el Cambio al tercer lugar, lo cual no sería una buena noticia para la coalición conformada por radicales y amarillos.

A poco más de 700 kilómetros de allí, en la provincia de Jujuy, con un peronismo partido en tres y mientras la izquierda aspira a ocupar el segundo lugar, todo parece indicar que prevalecerá Carlos Sadir, ministro de Economía de la administración que conduce Gerardo Morales, quien espera una victoria contundente que le permita proyectarlo de manera más decidida en el plano nacional, en un contexto donde su pre candidatura no ha ganado en espesura política.

Cruzando el país en sentido oeste – este, Misiones confirmaría el triunfo de Hugo Passalacqua, ex gobernador, hombre de Carlos Rovira, quien parece tener la provincia lo suficientemente amurallada como para el seguir siendo un jefe político que prevalece desde hace veinte años. De todas formas, los partidos deben jugarse y ninguno está ganado de antemano.

Los múltiples tableros electorales comienzan a completarse. Con pre candidaturas de los distintos espacios que, probablemente y por primera vez desde su implementación a nivel nacional, disputen elecciones PASO con resultado incierto; pero también con datos definitivos en provincias argentinas que, al final del mes en curso, habrá aportado el resultado de poco menos de la mitad de las mismas. Una foto que merecerá ser revisada, pero que no necesariamente sirva de adelanto de lo que pueda suceder en el país entre agosto y octubre de este año.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 07 May 2023 11:51:04 -0300