Warning: Undefined array key 0 in /home/fundamen/public_html/plugins/system/jblibrary/jblibrary.php on line 380
Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Thu, 25 Apr 2024 07:27:15 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es La Guerra de Irak Diez Años Después https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1858-la-guerra-de-irak-diez-anos-despues https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1858-la-guerra-de-irak-diez-anos-despues La Guerra de Irak Diez Años Después

A una década del inicio de la invasión a Irak, los balances y las miradas retrospectivas no son muy benévolos con el ex presidente George W. Bush. El legado del conflicto es muy diferente a lo que el más optimista hubiese deseado

Este mes se cumple el décimo aniversario de la controversial invasión a Irak, encabezada por los Estados Unidos. ¿Qué consecuencias ha tenido esta decisión a lo largo del último decenio? Y, lo que es más importante, ¿fue una decisión correcta?
En el lado positivo, los analistas señalan el derrocamiento de Saddam Hussein, la creación de un gobierno democráticamente electo y una economía que crece al nueve por ciento al año, con unas exportaciones de petróleo que superan el nivel anterior a la guerra. Algunos, como, por ejemplo, Nadim Shehadi, de Chatham House, van más lejos, al sostener que, si bien “no cabe duda que en Irak los EE.UU. abarcaron más de lo que podían apretar”, su intervención “puede que sacudiera a la región para sacarla de un estancamiento que ha marcado la vida de al menos dos generaciones”.
Los escépticos replican que sería un error vincular la guerra de Irak a la “primavera árabe”, porque los acontecimientos ocurridos en Túnez y Egipto en 2011 tuvieron sus propios orígenes, mientras que las acciones y la retórica del Presidente George W. Bush desacreditaron la causa de la democracia en esa región, en lugar de hacerla avanzar. Derrocar a Saddam fue importante, pero Irak es ahora un país violento gobernado por un grupo sectario, con un índice de corrupción correspondiente al puesto 169º de un ranking de 174 países.
Fueran cuales fuesen los beneficios de la guerra, son, según los escépticos, demasiado escasos para justificar los costos: más de 150.000 iraquíes y 4.488 soldados americanos muertos y un costo de casi un billón de dólares (sin incluir los costos de salud e invalidez a largo plazo correspondientes a 32.000 soldados de los EE.UU. heridos).
Tal vez ese balance parezca diferente dentro de un decenio, pero en este momento la mayoría de los americanos han llegado a la conclusión de que los escépticos tienen razón, cosa que ha influido en la actual política exterior de los EE.UU. En el próximo decenio, es muy improbable que los EE.UU. intenten llevar adelante otra ocupación y transformación prolongadas en algún país. Como dijo el ex Secretario de Defensa Robert Gates poco después de su renuncia, cualquier asesor que recomendara semejantes acciones “debería hacerse examinar la cabeza”.
Algunos lo llaman aislacionismo, pero sería mejor llamarlo prudencia o pragmatismo. Al fin y al cabo, el Presidente Dwight D. Eisenhower se negó en 1954 a enviar tropas para salvar a los franceses en Dien Bien Phu, porque temía que fueran “tragados por las divisiones” de Vietnam. Y Ike no era un aislacionista precisamente.
Si bien un decenio puede no ser suficiente para emitir un veredicto sobre las consecuencias a largo plazo de la guerra de Irak, sí que lo es para juzgar el proceso mediante el cual el gobierno de Bush adoptó sus decisiones.
Bush y sus funcionarios utilizaron tres argumentos principales para justificar la invasión. El primero vinculaba a Saddam Hussein con Al Qaeda. Las encuestas de opinión pública muestran que muchos americanos aceptaron la palabra del Gobierno sobre dicha vinculación, pero las pruebas no la han corroborado. De hecho, las pruebas presentadas públicamente eran poco fundamentadas y exageradas.
El segundo argumento era el de que la substitución de Saddam por un régimen democrático era una forma de transformar la política de Medio Oriente. Varios miembros neoconservadores del Gobierno habían instado a cambiar el régimen de Irak mucho antes de ocupar su cargo, pero no fueron capaces de formular y aplicar una política al respecto durante los ocho primeros meses de gobierno. Después del 11 de septiembre de 2001, se apresuraron a aprovechar la oportunidad que el ataque terrorista les brindó para colar su política en la agenda del gobierno.
Bush habló con frecuencia de cambio de régimen y “programa para la libertad” y sus partidarios citaban el papel desempeñado por la ocupación militar americana en la democratización de Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial, pero el gobierno de Bush no fue cuidadoso en su utilización de las analogías históricas y pecó de imprudente con su insuficiente preparación para una ocupación eficaz.
El tercer argumento se centraba en impedir que Saddam tuviera armas de destrucción masiva. La mayoría de los países estaban de acuerdo en que Saddam había desafiado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas durante doce años. Además, la Resolución 1441 hizo recaer unánimemente la carga de la prueba en Saddam.
Si bien posteriormente se criticó a Bush cuando los inspectores no encontraron esas armas, en otros países estaba generalizada la opinión de que Saddam las tenía. Una actitud más prudente habría brindado más tiempo a los inspectores, pero Bush no fue el único que se equivocó a ese respecto.
Bush ha dicho que la Historia lo absolverá y se compara con el Presidente Harry S. Truman, quien dejó el cargo con niveles de popularidad muy bajos en las encuestas de opinión por culpa de la Guerra de Corea y, sin embargo, actualmente se tiene buen concepto de él. ¿Será de verdad la Historia tan benévola con Bush?
El biógrafo de Truman David McCullough sostiene que antes de que los historiadores puedan evaluar una presidencia deben transcurrir 50 años, pero, un decenio después de que Truman abandonara su cargo, el Plan Marshall y la OTAN ya estaban considerados logros sólidos. Bush no cuenta con éxitos comparables para compensar su mala gestión en Irak.
La Historia suele ser mezquina con los desafortunados, pero los historiadores también juzgan a los dirigentes por las causas de su suerte. Los buenos entrenadores analizan su juego y el de su oponente para capitalizar los errores y beneficiarse de la “buena suerte”. En cambio, la imprudencia al buscar y presentar pruebas y la exposición innecesaria al riesgo forman parte con frecuencia de la “mala suerte”. Es probable que los historiadores futuros critiquen a Bush por esas deficiencias.
Aun cuando acontecimientos fortuitos propicien un Medio Oriente mejor dentro de diez años, los historiadores futuros criticarán la forma en como Bush adoptó sus decisiones y distribuyó los riesgos y los costos de sus acciones. Una cosa es guiar a personas montaña arriba y otra muy distinta conducirlas al borde de un precipicio.
 

(*) Ex Subsecretario de Defensa de EEUU. Director del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU. Es profesor en Harvard y uno de los académicos de las Relaciones Internacionales más destacados del mundo.

FUENTE: The Project Syndicate

]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH S. NYE (*)) Opinión Mon, 18 Mar 2013 17:31:02 -0300
La Autocomplacencia en un Mundo Sin Liderazgo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1840-la-autocomplacencia-en-un-mundo-sin-liderazgo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1840-la-autocomplacencia-en-un-mundo-sin-liderazgo La Autocomplacencia en un Mundo Sin Liderazgo

Reflexiones sobre el Foro de Davos y sobre la falta concreta de liderazgos políticos que pongan freno a la persistente crisis financiera que atraviesan los países centrales

La reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos ha perdido parte de su atractivo de antes de la crisis. Al fin y al cabo, antes del colapso de 2008, los capitanes de las finanzas y la industria podían pregonar las virtudes de la mundialización, la tecnología y la liberalización financiera, que al parecer anunciaba una nueva era de crecimiento incesante. Todo el mundo compartiría los beneficios, siempre y cuando hiciera "lo correcto".

Todo eso es cosa del pasado, pero Davos sigue siendo un buen sitio para tener una idea del zeitgeist mundial.

De más está decir que los países en desarrollo y con mercados en ascenso ya no miran a los países avanzados como en tiempos, pero una observación de un ejecutivo de una compañía minera de un país en desarrollo captó el espíritu del cambio. En respuesta a la desesperación sincera de un experto en desarrollo porque tratados comerciales injustos y promesas incumplidas de ayuda hayan costado a los países desarrollados su autoridad moral, replicó: "Occidente nunca tuvo autoridad moral alguna". El colonialismo, la esclavitud, la fragmentación de África en pequeños países y una larga historia de explotación de los recursos pueden ser asuntos del pasado lejano para sus perpetradores, pero no para quienes sufrieron sus consecuencias.

Si hay un asunto que interesó más que ningún otro a los dirigentes reunidos fue la desigualdad económica. El cambio en el debate desde hace tan sólo un año parece espectacular: ya nadie menciona siquiera el concepto de economía de goteo y pocos están dispuestos a sostener que hay una estrecha congruencia entre las contribuciones sociales y los beneficios privados.

Si bien la comprensión de que los Estados Unidos no son la tierra de las oportunidades que durante mucho tiempo han afirmado ser es tan desconcertante para los otros como para los americanos, la desigualdad de oportunidades a escala mundial es aún mayor. La verdad es que no se puede afirmar que el mundo es "plano" cuando un africano medio recibe una inversión en su capital humano de unos centenares de dólares, mientras que los americanos ricos reciben regalos de sus padres y la sociedad de más de medio millón de dólares.

Un momento culminante fue el discurso de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, quien subrayó el marcado cambio habido en su institución, al menos en la cima: profunda preocupación por los derechos de las mujeres, mayor insistencia en la vinculación entre desigualdad e inestabilidad y reconocimiento de que la negociación colectiva y el salario mínimo podían desempeñar un papel importante en la reducción de la desigualdad. ¡Ojalá los programas del FMI en Grecia y en otros países reflejaran plenamente esos sentimientos!

La Associated Press organizó una sesión sobre tecnología y desempleo que hizo reflexionar mucho: ¿pueden los países (en particular los del mundo desarrollado) crear nuevos puestos de trabajo –y, en particular, buenos–, en vista de que la tecnología moderna ha substituido a los trabajadores por robots y otras máquinas en toda tarea rutinaria?

En conjunto, el sector privado en Europa y los Estados Unidos no ha podido crear muchos puestos de trabajo buenos desde el comienzo del siglo actual. Incluso en China y en otras partes del mundo con sectores manufactureros en aumento, las mejoras de la productividad –con frecuencia relacionadas con procesos automatizados que destruyen puestos de trabajo– representan la mayor parte del aumento de la producción. Quienes más sufren las consecuencias de ello son los jóvenes, cuyos proyectos de vida resultarán gravemente perjudicados por los extensos períodos de desempleo que afrontan actualmente.

Pero la mayoría de los participantes en Davos dejaron de lado esos problemas para celebrar la supervivencia del euro. La nota dominante fue de autocomplacencia o incluso optimismo. El "impulso de Draghi", la idea de que el Banco Central Europeo, con sus profundas bolsas, querría y podría hacer todo lo necesario para salvar el euro y a cada uno de los países afectados por la crisis, parecía haber funcionado, al menos por un tiempo. La calma temporal supuso cierto apoyo para quienes afirmaban que lo necesario, por encima de todo, era el restablecimiento de la confianza. Se abrigaba la esperanza de que las promesas de Draghi fueran una forma no onerosa de infundir dicha confianza, porque nunca se tendría que cumplirlas.

Los críticos repitieron una y otra vez que las contradicciones fundamentales no estaban resueltas y que, para que el euro sobreviviera a largo plazo, tendría que haber una unión fiscal y bancaria, la cual requeriría más unificación política que la que la mayoría de los europeos está dispuesta a aceptar, pero gran parte de lo que se dijo en las reuniones y en torno a ellas reflejaba una profunda falta de solidaridad. Un funcionario gubernamental de muy alto nivel de un país del norte de Europa ni siquiera posó el tenedor cuando un serio comensal de una cena señaló que ahora muchos españoles comen de lo que consiguen en los cubos de la basura. Deberían haber hecho las reformas antes, respondió, y siguió comiendo su filete.

Los pronósticos del FMI sobre el crecimiento hechos públicos durante la reunión de Davos ponen de relieve hasta qué punto ha quedado el mundo disociado: se espera que el crecimiento del PIB en los países industriales avanzados sea el 1,4 por ciento este año, mientras que los países desarrollados siguen creciendo a una sólida tasa de 5,5 por ciento.

Mientras los dirigentes occidentales hablaban de una nueva insistencia en el crecimiento y el empleo, no ofrecieron políticas concretas que respaldaran esas aspiraciones. En Europa se insistía sin cesar en la austeridad, junto con autofelicitaciones por los avances logrados hasta ahora y una reafirmación de la determinación de continuar con el mismo rumbo que ahora ha sumido a toda Europa en la recesión y al Reino Unido en una desaceleración con triple recesión.

Tal vez la nota más optimista procediera de los mercados en ascenso: aunque el riesgo de la mundialización era el de entrañar una nueva interdependencia, por lo que unas políticas económicas equivocadas en los Estados Unidos y en Europa podían torpedear las economías de los países en desarrollo, los mercados en ascenso que han tenido más éxito han gestionado la mundialización lo bastante bien para sostener el crecimiento pese a los fallos de Occidente.

Con los EE.UU. políticamente paralizados por las pueriles rabietas políticas de los republicanos y Europa centrada en velar por la supervivencia del mal concebido proyecto del euro, la falta de un liderazgo mundial fue una queja importante expresada en Davos. En los veinticinco últimos años, hemos pasado de un mundo dominado por dos superpotencias a otro dominado por una sola y ahora a un mundo multipolar y sin líderes. Aunque podemos hablar del G-7 o del G-8 o del G-20, la denominación más idónea es la de G-0. Vamos a tener que aprender a vivir y prosperar en este nuevo mundo.

(*) Catedrático en la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía, y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy [Caída Libre: El Libre Mercado y el Hundimiento de la Economía Mundial].

 

FUENTE: The Project Syndicate

]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH E. STIGLITZ (*)) Opinión Thu, 14 Feb 2013 19:56:48 -0300
La Revolución de la Información Se Politiza https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1839-la-revolucion-de-la-informacion-se-politiza https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1839-la-revolucion-de-la-informacion-se-politiza La Revolución de la Información Se Politiza

La revolución de la información tiene alcances difíciles de comprender. Asumir que por sí sola puede reducir el poder de los Estados grandes y aumentar el de los pequeños y los actores no estatales, es suponer un determinismo tecnológico muy difícil de sostener.

Durante el segundo aniversario de la "Primavera Árabe" en Egipto, la Plaza Tahrir fue escenario de disturbios que hicieron a muchos observadores temer que sus previsiones optimistas de 2011 estuvieran totalmente erradas. El problema se debe, en parte, a haber descrito los acontecimientos con una metáfora de corto plazo que alentó expectativas distorsionadas. Si en vez de "Primavera Árabe" hubiéramos hablado entonces de "Revoluciones Árabes", tal vez nuestras expectativas hubieran sido más realistas: una revolución no es un acontecimiento que dure una estación o algunos años, es algo cuyo desarrollo demanda décadas.

Tomemos como ejemplo la Revolución Francesa, que empezó en 1789. ¿Quién hubiera predicho que menos de una década después, un ignoto soldado corso conduciría a los ejércitos franceses a las riberas del Nilo, o que las Guerras Napoleónicas convulsionarían Europa hasta 1815?

Las revoluciones árabes todavía pueden darnos muchas sorpresas. Hasta ahora, la mayoría de las monarquías árabes tuvieron suficiente legitimidad, dinero y poder para sobrevivir a las oleadas de revueltas populares que derribaron autocracias republicanas seculares como la de Hosni Mubarak en Egipto y la de Muamar el Gadafi en Libia, pero este proceso revolucionario apenas lleva dos años.

Debajo de las revoluciones políticas árabes subyace un proceso más profundo y prolongado de cambios radicales: lo que a menudo se denomina "revolución de la información". Aunque todavía no terminamos de entender sus consecuencias, lo cierto es que esta revolución está transformando de raíz la naturaleza del poder en el siglo veintiuno: vivimos tiempos en que todos los Estados se mueven en un entorno donde ni siquiera las autoridades más poderosas tienen el mismo grado de control que tenían en el pasado.

El flujo y el control de la información han sido preocupaciones de todos los gobiernos de la historia, y no es esta la primera vez que el mundo siente los efectos de cambios drásticos en la tecnología de la información: ya la imprenta de Gutenberg fue un factor importante de la Reforma Protestante y de las guerras que la sucedieron en Europa. Pero en la actualidad, la proporción de la población que tiene acceso al poder que surge de la información, tanto en el nivel nacional como en el internacional, es mucho mayor.

La revolución global del presente se basa en rápidos avances tecnológicos que han disminuido enormemente el costo que supone crear, buscar y transmitir información. El poder de cómputo se ha duplicado más o menos cada 18 meses durante 30 años; y a principios del siglo veintiuno costaba la milésima parte de lo que costaba a principios de los setenta. Si el precio de los automóviles hubiera disminuido tan rápidamente como el de los semiconductores, hoy un auto costaría 5 dólares.

En los años ochenta, sin ir más lejos, una llamada telefónica a través de alambres de cobre permitía transmitir solamente una página de información por segundo; en la actualidad, una delgada hebra de fibra óptica puede transmitir 90.000 volúmenes en un segundo. En 1980, para almacenar un gigabyte de datos hacía falta toda una habitación; hoy, 200 gigabytes de datos caben en el bolsillo de la camisa.

Un elemento incluso más importante es la enorme disminución del costo de transmitir información, que reduce las barreras contra el ingreso. Conforme el poder de cómputo se abarató y las computadoras se achicaron hasta el tamaño de teléfonos inteligentes y otros dispositivos portátiles, los efectos descentralizadores fueron colosales. El poder sobre la información está mucho más distribuido ahora que unas pocas décadas atrás.

Esto hace que la política mundial ya no sea terreno exclusivo de los gobiernos. Hoy individuos y organizaciones privadas (se trate de WikiLeaks, corporaciones multinacionales, ONG, terroristas o movimientos sociales espontáneos) cuentan con un nuevo poder para actuar sin intermediarios.

La difusión de la información implica que las redes informales están socavando el monopolio de las burocracias tradicionales; ahora ningún gobierno puede controlar su agenda tan bien como lo hacía antes. Los dirigentes políticos están más condicionados a la hora de responder a los acontecimientos, y no solamente tienen que comunicarse con otros gobiernos, sino también con la sociedad civil.

Pero sería un error exagerar las lecciones que las revoluciones árabes nos dan sobre la información, la tecnología y el poder. Si bien la revolución de la información puede, en principio, reducir el poder de los estados grandes y aumentar el de los estados pequeños y los actores no estatales, la política y el poder son asuntos más complejos de lo que este determinismo tecnológico permite suponer.

A mediados del siglo veinte, se temía que las computadoras y los nuevos medios de comunicación crearan la clase de control estatal central que vemos representada en el libro 1984 de George Orwell. Y en la práctica, diversos gobiernos autoritarios (en China, Arabia Saudita y otras partes del mundo) han usado las nuevas tecnologías como instrumentos de control de la información. Las ciberutopías chocan contra la ironía de que las pistas electrónicas que se dejan en redes sociales como Twitter y Facebook a veces facilitan el trabajo de la policía secreta.

Después del desconcierto inicial que sufrió en 2009 por causa de Twitter, en 2010 el gobierno de Irán logró suprimir el movimiento "verde". Asimismo, aunque la "Gran Muralla Informática" (el súper firewall) de China dista de ser perfecta, hasta ahora el gobierno se las arregló para mantener el control a pesar del rápido desarrollo de Internet en el país.

Dicho de otro modo, aunque algunos aspectos de la revolución de la información ayudan a los más pequeños, hay otros que ayudan a los que ya son grandes y poderosos. El tamaño todavía importa. Si bien tanto un hacker como un gobierno pueden crear información y aprovecharse de Internet, lo que cuenta en muchos casos es que los grandes gobiernos tienen a su disposición decenas de miles de empleados capacitados y enormes recursos de cómputo con los cuales descifrar códigos o infiltrarse en otras organizaciones.

Del mismo modo, más allá de que ahora sea barato diseminar la información que ya existe, para reunir y crear información nueva a menudo se necesita una inversión mayor, y en muchas situaciones competitivas, la información nueva es la que cuenta. Un buen ejemplo se encuentra en el trabajo de inteligencia; el elaborado gusano Stuxnet, que sacó de servicio centrifugadoras nucleares iraníes, parece haber sido una creación gubernamental.

Los gobiernos y los grandes estados todavía tienen más recursos que los actores privados ahora armados con el poder de la información; pero actúan en un escenario con muchos más competidores. ¿Cómo seguirá este drama? ¿Quién ganará, quién perderá?

Para responder estas preguntas habrá que esperar décadas, no una sola primavera. Como nos muestran los sucesos en Egipto y otras partes, apenas comenzamos a comprender la forma en que la revolución de la información está transformando la naturaleza del poder en el siglo veintiuno.

(*) Ex Subsecretario de Defensa de EEUU. Director del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU. Es profesor en Harvard y uno de los académicos de las Relaciones Internacionales más destacados del mundo.

FUENTE: The Project Syndicate

]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH S. NYE (*)) Opinión Thu, 14 Feb 2013 19:52:47 -0300
La Segunda Era Nuclear https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1722-la-segunda-era-nuclear https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1722-la-segunda-era-nuclear

El retorno a una nueva clase de equilibrio del terror parece estar conformándose. El monopolio nuclear de las grandes potencias es cosa del pasado. ¿Cuáles son los riesgos que entraña este nuevo escenario? Por PAUL BRACKEN

 

El retorno a una nueva clase de equilibrio del terror parece estar conformándose. El monopolio nuclear de las grandes potencias es cosa del pasado. ¿Cuáles son los riesgos que entraña este nuevo escenario?

_______________________________________________________

Al lanzamiento por parte de Corea del Norte de un misil de largo alcance a mediados de diciembre le siguió un torbellino de condenas mundiales que resultó casi cómico por lo previsible que era y por su impotencia. Pero dicho lanzamiento subrayaba una realidad mayor que no se puede seguir pasando por alto: el mundo ha entrado en una segunda era nuclear. La bomba atómica ha regresado para un segundo acto, un bis posterior a la Guerra Fría. Para poder gestionar ese panorama más amplio, hay que entenderlo.

Aún están cobrando forma los contornos de la segunda era nuclear, pero los próximos años serán particularmente peligrosos, porque la propia novedad crea peligros, al replantearse las normas y las líneas rojas. En la primera era nuclear, se tardaron diez años para ello y esta vez probablemente no sea diferente.

En Medio Oriente, Asia meridional y Asia oriental, las antiguas rivalidades se desarrollan en un marco nuclear, lo que ya ha cambiado las posturas militares en todo Medio Oriente. Se está trasladando al mar parte del arsenal nuclear israelí, con ojivas atómicas en submarinos diésel, para impedir que sean blanco de un ataque por sorpresa. Además, Israel está lanzando una nueva generación de satélites para que proporcionen una alerta temprana sobre los preparativos de otros países para lanzar ataques con misiles. Si se dispersaran los misiles móviles de Irán, Israel quiere enterarse de ello inmediatamente.

Así, pues, ahora deberá apreciarse el antiguo problema de la paz árabe-israelí bajo el nuevo marco de una potencial amenaza nuclear iraní. Los dos problemas están vinculados. ¿Cómo respondería Israel a ataques con cohetes desde Gaza, el Líbano o Egipto, si afrontara simultáneamente la amenaza de un ataque nuclear por parte de Irán? ¿Qué harían los Estados Unidos e Israel, si Irán llevara su amenaza hasta el punto de evacuar sus ciudades o colocar misiles en sus propias ciudades para que cualquier ataque contra ellas causara daños colaterales en gran escala?

Pakistán ha duplicado el tamaño de su arsenal nuclear en los cinco últimos años. Sus fuerzas armadas van a disponer de nuevas armas nucleares tácticas: armas para el campo de batalla y de corto alcance. India ha desplegado una tríada nuclear –bombarderos, misiles y submarinos– y en 2012 hizo ensayos de un misil balístico intercontinental, que le permitiría alcanzar Beijing y Shanghai. Es casi seguro que India está desarrollando un misil de ojivas múltiples (conocidas como MIRV) y también ha lanzado satélites que la ayudan a poner la mira en las fuerzas de Pakistán.

En Asia oriental, Corea del Norte ha pasado a ser una potencia nuclear y va a añadir una nueva clase de bombas de uranio a su arsenal. Ha realizado ensayos de lanzamiento de misiles con poco tiempo de aviso, lo que demuestra que podría lanzar ataques contra Corea del Sur y el Japón antes de recibir contraataque alguno.

También China está trasladando sus fuerzas nucleares a lanzaderas móviles y submarinos. Se pueden poner esas armas en estado de alerta de un modo que resultaría muy visible para los satélites de los EEUU y los medios de comunicación mundiales. Así, pues, los chinos pueden "nuclearizar" una crisis con los EEUU o cualquier otro país. No tienen que detonar un arma nuclear, sino solo alertar a los adversarios sobre el aumento dramático en las pujas políticas y los peligros de un enfrentamiento.

Como no quiere quedar al margen, Rusia ha exhibido recientemente los mayores ejercicios nucleares en varios decenios para recordar a todo el mundo que sigue siendo también un participante importante en el escenario nuclear.

Esas actuaciones particulares son preocupantes, pero no se pueden entender separadas del sistema multipolar más amplio de las grandes potencias que se está formando. En gran medida, se trata de un sistema nuclear multipolar: la posesión de armas nucleares contribuye a la condición mundial de un país como gran potencia.

Para entenderlo, piénsese en la siguiente pregunta: ¿cuándo fue la última vez en que los EEUU o cualquier otro país propuso en serio que India firmara el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), es decir, que India renunciase a la bomba que ya tiene? En vista de los problemas económicos de los EEUU y los recortes en sus gastos de defensa que se ciernen, además de un poder cada vez mayor de China, ya no existe ni siquiera la remota posibilidad de que se haga esa petición. India ha pasado a ser un miembro aceptado y legítimo del club nuclear, pese a la ficción del TNP. Menos probable aún es que China o Rusia fueran a desarmarse en pro de un mundo sin armas nucleares.

Pero el problema más urgente se debe al desbaratamiento del monopolio nuclear del que gozaban en otro tiempo los países más importantes y la adquisición de poder por parte de países más pequeños como Corea del Norte, Pakistán, Israel y, muy posiblemente, Irán. Se necesita un nuevo conjunto de normas para la diplomacia, la estrategia militar y el control de las armas a fin de estabilizar ese orden nuclear que está surgiendo. Fingir que no existe no es una estrategia.

 

(*) Profesor de Management y Ciencia Política en la Universidad de Yale. Autor del libro "The Second Nuclear Age".

 

FUENTE: The Project Syndicate

 


MÁS ARTÍCULOS DE ANÁLISIS


]]>
hola@fundamentar.com (PAUL BRACKEN (*)) Opinión Wed, 09 Jan 2013 15:59:22 -0300
El Nuevo Desafío Mercantilista https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1720-el-nuevo-desafio-mercantilista https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1720-el-nuevo-desafio-mercantilista

La crisis financiera internacional ha puesto en crisis la hegemonía del pensamiento liberal. En ese contexto, algunos postulados de la vieja teoría mercantilista están siendo recuperados para competir con el paradigma dominante. Por DANI RODRIK

 

La crisis financiera internacional ha puesto en crisis la hegemonía del pensamiento liberal. En ese contexto, algunos postulados de la vieja teoría mercantilista están siendo recuperados para competir con el paradigma dominante

_________________________________________________

La historia de la economía es en gran medida una lucha entre dos escuelas de pensamiento opuestas, el «liberalismo» y el «mercantilismo». El liberalismo económico, con su énfasis en los emprendimientos privados y el libre mercado es la doctrina dominante actual. Pero su victoria intelectual nos ha cegado respecto del gran atractivo –y frecuente éxito– de las prácticas mercantilistas. De hecho, el mercantilismo sigue vivo y goza de buena salud, y su continuo conflicto con el liberalismo probablemente será una importante fuerza que influirá sobre el futuro de la economía.

Actualmente se desecha por lo general al mercantilismo como un conjunto arcaico y patentemente equivocado de ideas de política económica. Y, en su apogeo, los mercantilistas ciertamente defendieron algunas nociones bastante extrañas, entre las cuales la más notoria era que la política nacional debía guiarse por la acumulación de metales preciosos: oro y plata.

El tratado de Adam Smith de 1776, La Riqueza de las Naciones, demolió hábilmente muchas de esas ideas. Smith demostró, en especial, que no debe confundirse al dinero con la riqueza. Según él, «la riqueza de un país no está constituida solamente por su oro y su plata, sino por sus tierras, viviendas y bienes de consumo de todo tipo».

Pero resulta más exacto pensar en el mercantilismo como una forma diferente de organizar la relación entre el Estado y la economía –una visión no menos relevante hoy que en el siglo XVIII–. Los teóricos mercantilistas, como Thomas Mun, fueron de hecho fuertes defensores del capitalismo; simplemente proponían un modelo diferente al liberalismo.

El modelo liberal percibe al Estado como necesariamente predatorio y al sector privado como dedicado inherentemente a la búsqueda de beneficios. Por ello propone una estricta separación entre el Estado y las empresas privadas. El mercantilismo, por el contrario, ofrece una visión corporativista en la cual el Estado y las empresas privadas son aliados y cooperan en busca de objetivos comunes, como el crecimiento de la economía nacional o del poderío del país.

El modelo mercantilista puede ser ridiculizado como capitalismo estatal o amiguismo. Pero cuando funciona, como a menudo ha sido el caso en Asia, la «colaboración empresario-gubernamental» o el «Estado proempresarial» rápidamente reciben abundantes elogios. Las economías retrasadas no han dejado de notar que el mercantilismo puede ser su aliado. Incluso en Gran Bretaña, el liberalismo clásico solo llegó a mediados del siglo XIX –esto es, después de que el país se hubiese convertido en la potencia industrial dominante del mundo–.

Una segunda diferencia entre ambos modelos reside en la preferencia que se brinda a los intereses de los consumidores o de los productores. Para los liberales, reinan los consumidores. El objetivo final de la política económica es aumentar el potencial de consumo de los hogares, que requiere brindarles acceso sin obstáculos a los bienes y servicios al menor precio posible.

Los mercantilistas, por el contrario, enfatizan el sector productivo de la economía. Para ellos una economía sólida requiere una estructura productiva sólida. Y el consumo debe basarse en un alto nivel de empleo con salarios adecuados.

Estos modelos diferentes tienen implicaciones predecibles para las políticas económicas internacionales. La lógica del enfoque liberal es que los beneficios económicos del intercambio surgen de las importaciones: cuanto más baratas las importaciones, mejor, incluso si el resultado es un déficit comercial. Los mercantilistas, sin embargo, ven al comercio como una forma de apoyar la producción y el empleo locales, y prefieren impulsar las exportaciones en vez de las importaciones.

La China actual es la principal portadora de la antorcha mercantilista, aun cuando los líderes chinos jamás lo admitan –todavía el término conlleva demasiado oprobio–. Gran parte del milagro económico chino es producto de un gobierno activista que ha apoyado, estimulado y subsidiado abiertamente a los productores industriales, tanto locales como extranjeros.

Si bien China ha abandonado muchos de sus subsidios explícitos a las exportaciones como condición para su participación en la Organización Mundial de Comercio (a la cual se unió en 2001), el sistema de apoyo mercantilista sigue en gran medida vigente. En particular, el gobierno ha administrado el tipo de cambio para mantener la rentabilidad de la industria manufacturera y esto ha resultado en un considerable superávit comercial (que se redujo recientemente, pero en gran medida como resultado de una desaceleración económica). Además, las empresas orientadas a las exportaciones continúan beneficiándose por variados incentivos fiscales.

Desde la perspectiva liberal, estos subsidios a las exportaciones empobrecen a los consumidores chinos y benefician a los consumidores en el resto del mundo. Un estudio reciente de los economistas Fabrice Defever y Alejandro Riaño, de la Universidad de Nottingham, calcula las «pérdidas» chinas en un 3% del ingreso de ese país y los beneficios para el resto del mundo en aproximadamente el 1% del ingreso mundial. Desde la perspectiva mercantilista, sin embargo, estos son sencillamente los costos de construir una economía moderna y prepararse para la prosperidad en el largo plazo.

Como muestra el ejemplo de los subsidios a las exportaciones, ambos modelos pueden coexistir alegremente en la economía mundial. Los liberales deben alegrarse cuando los mercantilistas subsidian su consumo.

De hecho esa es, en esencia, la historia de las últimas seis décadas: países asiáticos que sucesivamente se las ingeniaron para crecer enormemente aplicando distintas variantes del mercantilismo. Los gobiernos de los países ricos hicieron la vista gorda la mayor parte del tiempo mientras que Japón, Corea del Sur, Taiwán y China protegieron sus mercados locales, se apropiaron de «propiedad intelectual», subsidiaron a sus productores y regularon sus tipos de cambio.

Hemos llegado al fin de esta feliz coexistencia. El modelo liberal ha perdido su brillo, debido al aumento en la desigualdad y la difícil situación de la clase media en occidente, junto con la crisis financiera producida por la desregulación. Las perspectivas de crecimiento en el mediano plazo para las economías estadounidense y europeas van de moderadas a funestas. El desempleo continuará como una de las principales preocupaciones para los responsables de políticas. Es probable que entonces las presiones mercantilistas se intensifiquen en los países avanzados.

Como resultado, el nuevo entorno económico producirá más tensión que acomodamientos entre los países que busquen vías liberales y mercantilistas. Puede también despertar debates latentes desde hace mucho tiempo sobre el tipo de capitalismo que genera una mayor prosperidad. 

 

(*) Profesor de Economía Política Internacional en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard


FUENTE: The Project Syndicate

 


MÁS ARTÍCULOS DE ANÁLISIS


]]>
hola@fundamentar.com (DANI RODRIK (*)) Opinión Wed, 09 Jan 2013 14:37:53 -0300
La Revolución Económica de Brasil https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1685-la-revolucion-economica-de-brasil https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1685-la-revolucion-economica-de-brasil

Con el objetivo de apuntalar un crecimiento sostenido del 4 por ciento anual durante varios años, el gobierno de Dilma Rousseff avanzó sobre reformas estructurales en materia económica. Esta es una síntesis de esos pasos. Por GUIDO MANTEGA

 

Con el objetivo de apuntalar un crecimiento sostenido del 4 por ciento anual durante varios años, el gobierno de Dilma Rousseff avanzó sobre reformas estructurales en materia económica. Esta es una síntesis de esos pasos.

_______________________________________________

Las grandes economías emergentes resultaron castigadas el año pasado, particularmente en los primeros seis meses, por la crisis en los países desarrollados -la recesión en Europa y la tenue recuperación en Estados Unidos-. Pero 2012 también será recordado como el año en el que se consolidaron cambios estructurales en la economía brasileña.

La crisis económica global que comenzó en 2008 es similar a la Gran Depresión de los años 1930 no sólo en términos de su profundidad y duración, sino también en vista de los errores y las dubitaciones en materia de políticas en los países avanzados. Es preocupante que a los líderes europeos les cueste tanto acordar sobre políticas de ajuste fiscal que dejan espacio para las medidas de estímulo necesarias para reavivar el crecimiento económico. Hasta ahora, los países europeos con margen de maniobra en materia fiscal insistieron en aplicar recortes en el gasto y la inversión, de la mano de incrementos impositivos, que redujeron la actividad económica y aumentaron el desempleo, comprometiendo en definitiva la recaudación tributaria -y, por ende, la consolidación fiscal.

En Estados Unidos, a pesar de una leve mejoría, perdura la incertidumbre. Además del riesgo planteado por el "abismo fiscal" en 2013, persiste el problema principal: la falta de políticas fiscales contracíclicas efectivas -por ejemplo, un programa de inversión pública- para estimular la actividad económica. Por el contrario, Estados Unidos apostó todo a inyectar liquidez al mercado, desatando lo que he dado en llamar una guerra de monedas, en la que los inversores globales, en busca de rendimientos más altos, se vuelcan masivamente a los países emergentes, haciendo subir sus tipos de cambio.

El contexto internacional precario afectó la economía de Brasil principalmente a través del comercio exterior, la competencia agresiva en el mercado brasileño y los ecos de las expectativas negativas prevalecientes en los países avanzados.

Para combatir la desaceleración económica, el gobierno de Brasil implementó medidas que hoy están arrojando resultados claros. El cambio principal fue una gran reducción de las tasas de interés, en línea con un contexto de metas de inflación, que ha derivado en una política de tipo de cambio más competitiva. Junto con esto se puso en práctica una política fiscal contracíclica que mantuvo los déficits y la deuda pública bajo control.

Más importante, las políticas del gobierno tendrán un impacto permanente -y, de hecho, revolucionario- en la economía de Brasil. Esto se tornará más evidente durante el año 2013.

Durante mucho tiempo, las tasas de interés de Brasil fueron unas de las más altas del mundo. Además de perjudicar las cuentas públicas y de imponer un enorme sacrificio fiscal al país, el nivel anormalmente alto de la tasa Selic (la tasa de préstamos interbancarios de Brasil) inhibió los "espíritus animales" del empresariado, distorsionó la distribución de los recursos e impidió el desarrollo de los mercados inmobiliario y de capital, causando a la vez una apreciación de la moneda.

Con el tiempo, la persistencia de estas condiciones minó la competitividad de la industria nacional, impidiendo las ventas de productos brasileños no sólo internacionalmente, sino también en el robusto y creciente mercado interno. Los esfuerzos de estabilización macroeconómica del gobierno, sumados a políticas que incrementaron el potencial de crecimiento del país, permitieron que la tasa de interés cayera la década pasada.

Sin embargo, hasta 2011, la tasa Selic se mantuvo en niveles que eran incompatibles con las fortalezas claras y los riesgos bajos de la economía. Reducir los costos de endeudamiento sin generar inflación fue uno de los principales desafíos que enfrentó la presidenta Dilma Rousseff cuando asumió el gobierno a comienzos de este año. El resurgimiento de las condiciones de crisis, particularmente en la eurozona, había frenado la reanudación del crecimiento global -y ofreció un incentivo adicional para acelerar las reformas internas.

El proceso de reducción de las tasas de interés -anclado en una política tributaria sólida y facilitado por la eliminación de obstáculos institucionalizados (como el régimen de remuneración de las cuentas de ahorro)- se extendió a la segunda mitad de 2012, lo que llevó a una tasa anual real inferior al 2%. Esto resultó en una reducción significativa del diferencial de la tasa de interés con otros países, lo que, junto con una política de intervención más activa en los mercados contado y futuro, llevó el tipo de cambio a un nivel mucho más competitivo, a pesar de la guerra de monedas global.

Si bien estos dos cambios fundamentales están aquí para quedarse, el gobierno de Brasil ha ido un poco más allá. Ejercimos presión para reducir la carga tributaria disminuyendo varias tasas, particularmente a los impuestos sobre los salarios, reduciendo así los costos de contratación sin afectar el poder adquisitivo de los trabajadores -una de las razones por las que Brasil hoy es una de las pocas economías importantes del mundo con un bajo nivel de desempleo.

La burocracia fiscal también está pasando por un proceso de modernización. La implementación de notificaciones tributarias electrónicas y otras reformas administrativas fomentan la recaudación de ingresos a la vez que disminuyen el volumen de la economía informal.

Para acelerar el crecimiento económico, la prioridad ha sido estimular la inversión y la recuperación en la industria, el sector más afectado por la crisis internacional. Hemos lanzado un programa por un valor de 60.000 millones de dólares destinado a concesiones de autopistas y vías férreas, que será seguido por un programa similar para puertos y aeropuertos.

Como resultado de estas medidas, la economía brasileña está regresando a una tasa anual de crecimiento de aproximadamente 4%, que debería mantenerse en 2013. Más importante aún, los cambios estructurales que hemos implementado todavía tienen mucho que aportar al crecimiento futuro. Con tasas de interés bajas, estabilidad de precios, un tipo de cambio más competitivo, una menor carga tributaria, infinidad de recursos para inversión y la reducción de las tarifas de electricidad, Brasil está fortaleciendo su potencial para una expansión más rápida.

Aquí también es importante destacar nuestros esfuerzos por poner fin a la guerra fiscal entre los estados de Brasil. Con la reforma en curso del ICMS interestatal (un impuesto aplicado a la circulación de bienes y servicios), los inversores tendrán una mayor claridad y seguridad legal. También intentaremos concretar la unificación de los impuestos PIS/Cofins, impuestos federales excesivamente complicados -y muy criticados- de Brasil que se aplican a la facturación de las empresas.

Con estas iniciativas, el gobierno de Brasil ha intentado asegurar que el crecimiento anual se mantenga por encima del 4% durante muchos años, más allá de los desafíos -que ciertamente persistirán en el 2013- planteados por el contexto internacional. Sólo a través de un crecimiento sostenido el ingreso per capita puede acercarse a los niveles que prevalecen en el mundo desarrollado.

Lo que más anhelamos es que los países ricos -y no sólo los BRIC (Brasil, Rusia, India y China)- también contribuyan a la recuperación global. Si actuamos juntos y tiramos en la misma dirección, todos habremos ganado.

 

(*) Ministro de Hacienda de Brasil

 

FUENTE: The Project Syndicate

 


MÁS ARTÍCULOS DE ANÁLISIS


]]>
hola@fundamentar.com (GUIDO MANTEGA (*)) Opinión Fri, 04 Jan 2013 12:47:02 -0300
La Futura Economía Global https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1684-la-futura-economia-global https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1684-la-futura-economia-global

Ajuste fiscal en las economías desarrolladas; reforma del sistema financiero internacional; "limpieza" del sistema bancario; crecimiento económico sin exclusión. Algunos de los puntos planteados por la directora del FMI para salir de la crisis.  Por CHRISTINE LAGARDE

 

Ajuste fiscal en las economías desarrolladas; reforma del sistema financiero internacional; "limpieza" del sistema bancario; crecimiento económico sin exclusión. Algunos de los puntos planteados por la directora del FMI para salir de la crisis

_________________________________________________

Cuando el mundo va a entrar en otro año con la sombra de una continua crisis económica y financiera, es necesario un panorama más amplio de la futura economía mundial.

Las tendencias a largo plazo están claras. Unos dinámicos mercados en ascenso desde Asia hasta Latinoamérica están adquiriendo prominencia. Los Estados Unidos y el Japón siguen siendo importantes impulsores de la economía mundial, pero afrontan importantes amenazas en materia de deuda y de déficit. Europa está pasando por un proceso difícil, pero transcendental, de reorganización e integración. Oriente Medio está transformándose ante nuestros ojos. El África subsahariana está avanzando hacia el desarrollo sostenido y creando una nueva frontera de crecimiento después de decenios de estancamiento.

Esos cambios están dando forma a nuestro futuro de forma positiva. Sin embargo, siguen existiendo considerables barreras que superar. La recuperación económica mundial sigue estando demasiado débil. En vista de que hay 200 millones de desempleados en todo el mundo, las perspectivas de creación de empleo siguen siendo demasiado sombrías y el desfase entre ricos y pobres, exacerbado por la crisis, sigue siendo demasiado amplio.

Si queremos hacer realidad el optimismo, tenemos un camino difícil por delante. Yo veo tres hitos fundamentales.

En primer lugar y más evidente, tenemos que dejar atrás la crisis de una vez por todas y sabemos cómo hacerlo: una política monetaria adaptable; un ajuste fiscal en todas las economías avanzadas que abarque planes concretos y realistas para reducir la deuda a medio plazo, pero sin socavar el crecimiento a corto plazo; completar la limpieza del sector bancario; y aplicar reformas para impulsar la productividad y las posibilidades de crecimiento. Se debe complementar todo ello con una reequilibración de la demanda mundial con miras a conseguir unos mercados dinámicos, incluidas las economías en ascenso.

Tal vez el mayor obstáculo vaya a ser la enorme herencia de deuda pública, que ahora asciende por término medio al 110 por ciento del PIB de las economías avanzadas: el mayor nivel desde la segunda guerra mundial, por lo que los gobiernos están muy expuestos a oscilaciones sutiles de la confianza. También les ata las manos, en particular cuando intentan construir la infraestructura física e institucional del siglo XXI y al tiempo respetar las promesas sociales. A esas presiones se suman las necesidades de las poblaciones que están experimentando un envejecimiento.

La Historia ofrece dos claras enseñanzas: reducir la deuda pública resulta increíblemente difícil sin crecimiento y aumentar el crecimiento resulta increíblemente difícil con una enorme carga de deuda pública. Así, pues, afrontamos un imperativo doble: conseguir el crecimiento y al tiempo reducir la deuda. La clave ahora es no sólo pasar de la deliberación a la acción con las políticas que son, como sabemos, necesarias, sino también hacerlo juntos y en todos los frentes.

El segundo hito es un mejor sistema financiero mundial. Tenemos que superar el sistema que nos provocó la crisis: un sector financiero en el que algunos, como podrían haber dicho los antiguos griegos, jugaron con la hubris ("desmesura", "soberbia") y desencadenaron la némesis. Naturalmente, ha habido avances importantes, en particular en el programa de Basilea III para crear más capital resistente y reservas de liquidez, pero falta impulso tanto para aplicar las reformas acordadas como para lograr avances en sectores como el de los derivados y del sistema bancario paralelo.

A consecuencia de ello, el sistema en conjunto sigue siendo poco más seguro que en septiembre de 2008, cuando se desplomó Lehman Brothers. Sigue siendo demasiado complejo, las actividades siguen estando demasiado concentradas en entidades grandes y no ha desaparecido el espectro de "demasiado grande para quebrar". Excesos continuos y escándalos repetidos muestran que los procedimientos financieros no han cambiado en realidad.

Muchos de los profesionales del sector de los servicios financieros están preocupados por los costos de las nuevas reglamentaciones. Un estudio reciente del FMI muestra que una mejor reglamentación haría subir, en efecto, los tipos de interés de los préstamos, pero relativamente poco. También hemos descubierto que el aumento de las reservas de capital hasta los niveles apropiados contribuye al crecimiento económico, en lugar de dificultarlo. La reforma de la fiscalidad del sector financiero contribuiría también a reducir el riesgo y el apalancamiento excesivos.

En definitiva, los costos de la reforma son asequibles; los costos de la complacencia, no.

El tercer hito tiene que ver con la calidad y el carácter no excluyente del crecimiento. Si bien el crecimiento es esencial para la futura economía mundial, debe ser un tipo diferente de crecimiento: no excluyente y no simplemente el resultado de una mundialización desbocada.

Esa reorientación tiene consecuencias normativas profundas. Requiere una política fiscal centrada no sólo en la eficiencia, sino también en la equidad, en particular la de compartir la carga del ajuste y proteger a los débiles y vulnerables. Significa ampliar el acceso al crédito a los servicios financieros en todas partes y una mayor transparencia y una mejor gobernación.

La consecución de dichos hitos presupone una mayor cooperación mundial. Un mundo que esté estrechamente unido debe ser un mundo que coopere estrechamente para que todos prosperen. No hay, sencillamente, otra opción. Somos múltiples participantes, pero en un mismo juego, que debe ser cooperativo, no simplemente competitivo. En semejante mundo, las instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional desempeñan un papel decisivo para impulsar la cooperación económica.

El año 2013 ofrece la oportunidad de dejar atrás la crisis económica y dar forma al mundo para mejor, las autoridades deben aprovechar dicha oportunidad. El FMI las apoyará para construir un futuro más justo y próspero.

 

(*) Directora General del Fondo Monetario Internacional

 

FUENTE: The Project Syndicate

 


MÁS ARTÍCULOS DE ANÁLISIS


]]>
hola@fundamentar.com (CHRISTINE LAGARDE (*)) Opinión Fri, 04 Jan 2013 12:32:30 -0300
Un Año al Límite https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1683-un-ano-al-limite https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1683-un-ano-al-limite

Mirando hacia atrás, el 2012 fue un año donde lo que se pensaba que iba a andar mal, anduvo mal, o peor. ¿Qué depara el 2013? Un poco más de lo mismo con excepción de los mercados emergentes. Por JOSEPH STIGLITZ

 

Mirando hacia atrás, el 2012 fue un año donde lo que se pensaba que iba a andar mal, anduvo mal, o peor. ¿Qué depara el 2013? Un poco más de lo mismo con excepción de los mercados emergentes

____________________________________________________

El año 2012 resultó tan malo como me lo había imaginado. La recesión en Europa fue la consecuencia predecible (y predicha) de sus políticas de austeridad y de un marco para el euro condenado al fracaso. La anémica recuperación estadounidense –con un crecimiento apenas suficiente para crear empleo para los nuevos ingresantes a la fuerza de trabajo– fue la consecuencia predecible (y predicha) de la parálisis política, que bloqueó la promulgación de la ley de empleo del presidente Barack Obama y envió a la economía hacia un «precipicio fiscal».

Las dos principales sorpresas fueron la desaceleración en los mercados emergentes, ligeramente más profunda y extendida que lo previsto, y la adopción europea de algunas reformas verdaderamente excepcionales –aunque no suficientes.

Una mirada hacia 2013 muestra que los mayores riesgos están en EEUU y Europa. China, por el contrario, tiene los instrumentos, recursos, incentivos y conocimiento necesarios para evitar un aterrizaje forzoso económico –y, a diferencia de los países occidentales, carece de partidarios comprometidos con ideas letales como la «austeridad expansiva».

Los chinos entienden correctamente que deben centrarse más en la «calidad» del crecimiento –reequilibrar su economía para alejarla de las exportaciones y aumentar el consumo doméstico– que en el volumen de su producto. Pero incluso considerando el cambio de enfoque chino y a pesar de las adversas condiciones económicas mundiales, el crecimiento de aproximadamente el 7% debería mantener los precios de los productos básicos, beneficiando así las exportaciones africanas y latinoamericanas. Una tercera ronda de flexibilización cuantitativa por parte de la Reserva Federal de EE.UU podría también ayudar a los exportadores de productos básicos, incluso si sus resultados son insignificantes para el crecimiento local estadounidense.

Es probable que después de la reelección de Obama EEUU continúe con los enredos en los que ha estado durante los últimos cuatro años. El pálpito de una recuperación en el mercado inmobiliario será suficiente para desalentar políticas dramáticas, como quitas de capital a las deudas hipotecarias que superan el valor de las viviendas. Pero, con los precios reales (ajustados por inflación) de la vivienda aún un 40% por debajo de su máximo anterior, parece poco probable una fuerte recuperación del sector inmobiliario (y de la industria de la construcción, muy vinculada a él).

Mientras tanto, incluso si los opositores republicanos a Obama no empujan al país al precipicio fiscal de los aumentos tributarios y recortes presupuestarios automáticos el 1 de enero, se asegurarán de que continúe la tibia forma de austeridad adoptada por EE.UU El sector público cuenta actualmente con 600 000 puestos menos que antes de la crisis, y una expansión normal hubiera significado 1,2 millones de empleos adicionales, lo que implica un déficit en el empleo del sector público de casi 2 millones de puestos de trabajo.

Pero el verdadero riesgo para la economía global está en Europa. España y Grecia están en una depresión sin esperanzas de recuperación a la vista. El «pacto fiscal» de la zona del euro no es una solución, y las compras de deuda soberana por parte del Banco Central Europeo son, como mucho, un paliativo temporal. Si el BCE impone condiciones de mayor austeridad (algo que parece estar exigiendo a Grecia y España) a cambio del financiamiento, el remedio solo empeorará la situación del paciente.

De igual modo, la supervisión bancaria europea conjunta no será suficiente para evitar el continuo éxodo de fondos desde los países afectados. Eso requiere un esquema adecuado común de seguros de depósitos, que según los países del norte de Europa no es nada probable en el futuro cercano. Si bien los líderes europeos han actuado reiteradamente en formas que antes se creían impensables, sus respuestas no estuvieron sincronizadas con los mercados. Subestimaron sistemáticamente los efectos adversos de sus programas de austeridad y sobrestimaron los beneficios de los ajustes institucionales.

El impacto de la operación de refinanciamiento de largo plazo (LTRO) del BCE por €1 billón ($1,3 billones), que prestó dinero los bancos comerciales para la adquisición de bonos soberanos (una operación de autoayuda que pareció tan peculiar como el financiamiento del BCE de la deuda soberana para apuntalar a los bancos), tuvo una duración impresionantemente corta. Los líderes europeos han reconocido que sin crecimiento la crisis de la deuda en la periferia solo puede empeorar y han llegado (a veces) a reconocer que la austeridad no ayudará en ese frente. De todas formas, no fueron capaces de implementar un paquete eficaz de medidas para el crecimiento.

La depresión que las autoridades europeas han impuesto a España y Grecia ya está teniendo consecuencias políticas. En España han renacido los movimientos independentistas, especialmente en Cataluña, y el neonazismo avanza en Grecia. El euro, creado explícitamente para fortalecer la integración de una Europa democrática está logrando el efecto exactamente opuesto.

La lección es que la política y la economía son inseparables. Los mercados pueden no ser eficientes ni estables por sí mismos, pero las políticas de desregulación permitieron excesos sin precedentes que llevaron a la creación de burbujas de activos y a la continua crisis que sobrevino a su colapso.

Y la política de la crisis condujo a respuestas que distan de ser adecuadas. Se salvó a los bancos, pero los problemas subyacentes fermentaron –esto no es una sorpresa, ya que tanto en Europa como en EEUU las soluciones fueron dejadas en manos de los mismos responsables de políticas que causaron los problemas. En Europa fue la política, no la economía, la que impulsó la creación del euro; y fue la política que condujo a una estructura fundamentalmente equivocada que brindó amplio espacio para las burbujas, pero poco margen para ocuparse de las consecuencias.

Predecir 2013 es pronosticar cómo responderán el dividido gobierno estadounidense y la dividida Europa a sus respectivas crisis. Las bolas de cristal de los economistas son siempre brumosas, pero las de los politólogos están más impenetrables aún. Dicho eso, EEUU probablemente continúe enredado otro año, sin caer al precipicio ni tomar la senda de una recuperación robusta. Pero, a ambos lados del Atlántico, la política polarizada de las bravuconadas y los riesgos excesivos será muy evidente. El problema de estar al límite es que, a veces, se llega al otro lado. 

 

(*) Catedrático en la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía, y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy [Caída Libre: El Libre Mercado y el Hundimiento de la Economía Mundial].

 

FUENTE: The Project Syndicate

 

OTROS ARTÍCULOS DEL AUTOR

¿Se Puede Salvar al Euro?

Mistificación Monetaria

Domando a las Finanzas en la Era de la Austeridad

 


MÁS ARTÍCULOS DE ANÁLISIS


]]>
hola@fundamentar.com (JOSEPH E. STIGLITZ (*)) Opinión Fri, 04 Jan 2013 12:04:35 -0300
¿Por qué regular el mercado cambiario? https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1615-por-que-regular-el-mercado-cambiario https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1615-por-que-regular-el-mercado-cambiario

Las crisis cambiarias pueden ocurrir por expectativas autocumplidas, aunque los fundamentos económicos reales sean sólidos. Los efectos adversos de las medidas ortodoxas para hacer frente a esta posibilidad invitan a pensar en la utilización de una herramienta no convencional: la regulación del mercado de cambios. POR BRUNO ABRIATA.

 

Las crisis cambiarias pueden ocurrir por expectativas autocumplidas, aunque los fundamentos económicos reales sean sólidos. Los efectos adversos de las medidas ortodoxas para hacer frente a esta posibilidad invitan a pensar en la utilización de una herramienta no convencional: la regulación del mercado de cambios.

________________________________________________

En uno de sus artículos académicos más célebres, el prestigioso economista Maurice Obstfeld (Massachusetts Institute of Technology) plasmó en fórmulas su idea de que las crisis cambiarias pueden ocurrir aún cuando los fundamentos macroeconómicos son consistentes, a través del mecanismo de "profesía autocumplida".

La idea es simple. Las economías suelen ser lo suficientemente fuertes como para hacer frente a una corrida cambiaria individual (vendiendo los dólares necesarios para mantener la paridad cambiaria), pero demasiado débiles como para hacer frente a una corrida general. El especulador tiene éxito si la corrida ocurre ya que el tipo de cambio se disparará, haciendo valer más las divisas adquiridas. Entonces, la información resulta crucial para definir la ocurrencia o no de la corrida: si todos creen que habrá corrida, habrá, y si creen lo contrario, no.

La situación argentina parece encajar en esta teoría. A pesar de la sólida posición macroeconómica (10 años consecutivos de superávit comercial, ahorro fiscal primario y fuerte reducción de la deuda en moneda extranjera), el malhumor generado por la crisis internacional y el miedo infundido por los medios de comunicación locales se han encargado de fogonear la salida de dólares del sistema financiero local.

Ante esta incipiente corrida contra el peso, tres cursos de acción se abren. El primero es devaluar fuertemente, erosionando el poder de compra de la mayoría de la población y premiando a quienes fugaron capitales anticipadamente. El segundo es vender todas las divisas necesarias para sostener el valor del peso, disparando las tasas de interés –y generando recesión- y eventualmente devaluando ante la imposibilidad de cubrir toda la demanda de divisas. El tercero es el que ha elegido el gobierno: regular los flujos de divisas.

El gobierno ha dispuesto una serie de regulaciones a la adquisición de divisas, prohibiendo la comercialización "blue", impidiendo la compra legal para atesoramiento y controlando fuertemente aquellas adquiridas para turismo (pero sin restringir los pagos con tarjeta de crédito), de manera que los principales destinos de las divisas son la adquisición de importaciones esenciales y el pago de compromisos de deuda externa.

Si bien esto genera algunas molestias (dificultades para viajar al exterior y para disponer de un instrumento de ahorro satisfactorio) a una minoría de la población, evita las desastrosas consecuencias de las dos anteriores opciones y además castiga las operaciones económicas en negro, ya que se reduce el incentivo a la subdeclaración de ingresos (por las limitaciones que ello implica para adquirir divisas) y se desplazan los gastos en efectivo hacia la tarjeta de crédito, cuyas operaciones quedan registradas.

 

[1] Obstfeld, M. (1994). "The logic of currency crises". National Bureau of Economic Research.

(*) Licenciando en Economía. Investigador de la Fundación para la Integración Federal.

]]>
hola@fundamentar.com (Bruno Abriata (*)) Opinión Thu, 13 Dec 2012 15:09:04 -0300
Recursos Políticos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1612-recursos-politicos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1612-recursos-politicos

A la hora del tratamiento del Presupuesto Municipal para el año próximo en el Concejo, muchos concejales oficialistas o aliados al oficialismo hicieron múltiples referencias a la supuesta falta de federalismo en la remisión de fondos, principalmente a la hora de justificar el aumento de la TGI. En relación a este tema hay dos puntos que merecen ser remarcados. POR FERMIN OYARZABAL.

 

A la hora del tratamiento del Presupuesto Municipal para el año próximo en el Concejo, muchos concejales oficialistas o aliados al oficialismo hicieron múltiples referencias a la supuesta falta de federalismo en la remisión de fondos, principalmente a la hora de justificar el aumento de la TGI. En relación a este tema hay dos puntos que merecen ser remarcados.

El primero hace alusión al origen y composición del financiamiento del estado municipal. Según el presupuesto 2013 los fondos de origen nacional serán el 21,79% del total de los recursos, lo que no implica en absoluto que el 78% restante sea ajeno al contexto nacional. Porque sería impensable que los recursos municipales se hubieran multiplicado casi 10 veces, pasando de $390 millones en 2003 a $3.715 millones en 2013 en un contexto económico adverso y si no hubiera una fuerte decisión política a nivel nacional de estimular el crecimiento de la actividad económica mediante una defensa irrestricta del mercado interno.

El segundo aspecto es el referido a la supuesta discriminación que sufre Rosario y la discrecionalidad del gasto. El año que viene 7 de cada 10 pesos que se inviertan en Rosario serán por aportes de la nación, pero a su vez por fuera de los $810 millones reflejados dentro del presupuesto municipal, el Estado Nacional se hace presente en nuestra ciudad de otras diversas formas que también implican importantes desembolsos de recursos. Así, la Nación gastará adicionalmente en nuestro territorio un monto superior a los $2000 millones, lo que representa más de medio presupuesto de Rosario.

Esta cifra incluye un cúmulo de decisiones políticas en su momento tomadas y que hoy afectan directamente a nuestros ciudadanos, como los casi $400 millones de la asignación universal por hijo que cobrarán los niños rosarinos, el reciente plan SUMAR, los subsidios al transporte, la inversión en accesos a Rosario y la reparación de la costanera, al mismo tiempo que la UNR contará con un presupuesto de $1.139 millones. Esta última cifra hubiera sido inimaginable en los albores de este proyecto nacional allá por el año 2003, donde dicho presupuesto era de sólo $90 millones, algo así como 12 veces menor a la cifra actual.

Todo esto escapa a cálculos meramente simplistas sobre qué porcentaje vuelve o no a Rosario del impuesto a las ganancias que mientras poco aportan a la discusión real en torno al federalismo fiscal parecen haberse realizado con la mirada sólo puesta en el presupuesto local y no en la realidad del municipio, la cual es un tanto más abarcativa. Al mismo tiempo se pretende remarcar que detrás de la discusión de un presupuesto lo que se encuentran son decisiones políticas y no sólo aspectos técnicos. Decisiones nacionales tales como la inversión en educación por sobre el gasto en los intereses de la deuda fueron y siguen siendo fruto de la política, como también lo fue este jueves a nivel local el aumento irrisorio e inequitativo de la TGI. Un aumento presentado como inevitable que fue una oportunidad perdida para avanzar a un esquema tributario más progresivo puertas adentros de nuestra ciudad.

 

(*) Investigador de la Fundación para la Integración Federal.

]]>
hola@fundamentar.com (FERMIN OYARZABAL (*)) Opinión Thu, 13 Dec 2012 14:43:27 -0300