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obama-vs-romneyLas principales características del sistema político estadounidense y las tendencias actuales a menos de una semana de estas trascendentales elecciones. Por FLORENCIA PORTELLA

 

Las principales características del sistema político estadounidense y las tendencias actuales a menos de una semana de estas trascendentales elecciones

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obama-vs-romneyCada 4 años los Estados Unidos celebran elecciones presidenciales, en un proceso que se ha tornado ininterrumpido desde la aprobación del texto constitucional allá por 1789.

Lograr una comprensión cabal del funcionamiento del sistema político y electoral norteamericano, requiere abstraerse de las reglas y prácticas del sistema electoral tal cual se lo concibe en países donde el electorado elige en forma directa a su presidente y vicepresidente.

En primer término hay que advertir que en los Estados Unidos el voto es voluntario, es decir, las elecciones no son de carácter obligatorio, de modo que es necesario registrarse para poder ejercer el derecho al voto. Seguidamente, mencionar que la instancia de elección presidencial es de carácter indirecto, lo cual implica que el electorado no elige directamente al presidente sino por intermedio del colegio electoral donde los votos son aportados por cada uno de los 50 Estados, más un distrito federal, que es el Distrito de Columbia –donde se encuentra la capital, Washington– (con 3 electores en el colegio electoral). En este sentido, es interesante destacar que son los electores (por intermedio del mencionado colegio electoral) y no los votantes registrados quienes en definitiva eligen al presidente de los Estados Unidos.

La cantidad de votos electorales que cada Estado tiene en el colegio electoral, está en directa correlación con el número de representantes en el poder legislativo federal. Consecuentemente, dicho número nunca puede ser inferior a 3, en tanto todos los Estados tienen 2 senadores y al menos 1 representante en la cámara baja, cantidad que fluctúa en función del tamaño de la población de cada Estado, de acuerdo a los censos realizados cada 10 años.

Por ejemplo, hay Estados que tienen el mínimo de representantes –como es el caso de Wyoming– mientras que existen otros como California, que cuenta con 55 miembros en el colegio electoral, en consonancia con los datos arrojados por el último censo realizado en el año 2010. De modo que la importancia y la necesidad de captar a cierto tipo de electorado, está dada entre otras cosas, por el tamaño de la población y el número de electores que un Estado tiene en el colegio electoral. Por consiguiente, cada Estado tiene un peso específico que le es propio en la elección del presidente.

Actualmente, el mencionado colegio electoral está compuesto por 538 miembros y tanto Barack Obama como el candidato republicano, Mitt Romney necesitarán obtener al menos 270 votos electorales (la mitad más uno) para ganar la contienda. Pero los ciudadanos registrados para votar no lo harán directamente por el candidato, sino por una lista de personas (los electores del colegio electoral) que se comprometen a votar en dicho colegio por el candidato de ese partido. Ahora bien, en casi todos los Estados se ha optado por el sistema conocido como "winner takes all" (el que gana se lleva todo), donde el partido del candidato ganador en ese Estado, se lleva todos los electores. La excepción a esta regla sólo se da en Maine y Nebraska, donde aún se dividen a sus electores en proporción a la cantidad de votos que ganó cada partido en el Estado.

En Estados Unidos el sistema bipartidista, de la mano del partido Republicano y Demócrata, domina la escena política. En ambos casos, el rol fundamental de dichos partidos, está dado, no sólo por las estructuras institucionales que ofrecen a los candidatos, sino también porque las más de las veces determinan sectores bien concretos del electorado, así como grupos de presión específicos. Sin embargo, se advierte una cierta propensión por enfocar más el proceso electoral en la figura del candidato que en el partido en sí mismo.

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Esta tendencia estaría en consonancia con algunos aspectos estructurales de los partidos en Estados Unidos. Se trata de partidos poco formalizados, con una estructura descentralizada e independiente, política e ideológicamente flexibles y profundamente pragmáticos. De modo que no necesariamente predomina una visión uniforme a lo largo del tiempo, y por ende, tampoco se necesita encajar plenamente en la plataforma del partido para ser parte de él.

Desde hace ya varios años, hay Estados que vienen escogiendo invariablemente a candidatos del mismo partido. Consecuentemente, si se observa el actual mapa electoral, es posible identificar de antemano a los denominados Estados "rojos" (color que identifica al partido Republicano) que tanto por su histórico voto republicano como por su tradición política conservadora y su composición socio-demográfica ?población predominantemente angloamericana y rural? votarán por Mitt Romney. En ese mismo sentido, es factible predecir cuales van a ser los Estados "azules" (color con el que se identifica al partido Demócrata) donde el voto favorecerá claramente al Presidente Obama. Se trata de los grandes centros urbanos en ambas costas, mucho más liberales políticamente, con una alta densidad poblacional, y un elevado número de residentes latinos y afroamericanos.

Sin embargo, el mencionado mapa electoral, está muy lejos de poder indicar a las claras quien se quedara con la victoria final, puesto que aún hay varios Estados, los denominados "swing states" o indecisos, que no dejan vislumbrar si el voto favorecerá a uno u otro candidato. Es en estos Estados donde se juega la carta más importante de la contienda, puesto que ambos candidatos deberán captar a ese "electorado indeciso" que no es necesariamente ni demócrata ni republicano. Además, en estos Estados es de gran relevancia el denominado "voto latino" y no porque la población latina sea esencialmente indecisa, sino por su exponencial crecimiento demográfico en los swing states.

Dentro de la categoría de "indecisos", se encuentran grandes Estados como Florida con 29 electores en el colegio electoral; Pennsylvania con 20; Ohio con 18; Virginia con 13; Colorado con 9; Nevada con 6, pero también Estados mucho más pequeños como New Hampshire, que con tan solo 4 votos electores pueden terminar decidiendo la elección presidencial.

Ante el panorama descripto, sumado a los datos aportados por Real Clear Politics, es factible visualizar que 22 de los 50 Estados (y el Distrito de Columbia) ya se han decidido por el candidato republicano, mientras que 16 lo harán por el candidato demócrata. A su vez, hay 7 Estados, que si bien no se sabe con certeza cuál será su decisión final, si muestran una cierta inclinación por uno u otro candidato. Mientras que son 7 los Estados que aún no han decidido a quien favorecerán con su voto.

A menos de 1 semana para las elecciones del 6 de noviembre, el mapa electoral aún no está definido. Tanto Romney como Obama deberán convencer a ese electorado indeciso, y lo más probable es que la tendencia seguida por ambos candidatos a lo largo de la campaña se mantenga e incluso se profundice. Obama priorizando una agenda más social, en la que supo y pudo lograr ciertas políticas de corte más progresistas durante su primer mandato y Romney, tratando de redireccionar constantemente la agenda de lo estrictamente social a lo meramente económico, haciendo especial hincapié en los altos índices del desempleo que el Presidente Obama, no ha podido revertir de manera significativa durante los últimos 4 años.

 

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales

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necesidades¿Existe un límite para el enriquecimiento? ¿Existe correlación directa entre el PBI y el bienestar del conjunto? Algunas preguntas que llaman a la reflexión respecto de la obsesión por el mero crecimiento económico por sí mismo. Por ROBERT SKIDELSKY

 

¿Existe un límite para el enriquecimiento? ¿Existe correlación directa entre el PBI y el bienestar del conjunto? Algunas preguntas que llaman a la reflexión respecto de la obsesión por el mero crecimiento económico por sí mismo 

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necesidadesEl rey de Bután quiere hacernos felices a todos. Señala que los gobiernos deberían dedicarse a maximizar el Producto Nacional de Felicidad de sus poblaciones en lugar del PNB. ¿Este nuevo hincapié en la felicidad representa un viraje o solo es una moda pasajera?

Es fácil entender por qué los gobiernos deberían dejar de centrarse en el crecimiento económico cuando éste se vuelve inaprensible. Las perspectivas de crecimiento este año para la eurozona son nulas. La economía británica y la griega se están contrayendo, aunque en Grecia llevan más años de contracción. Incluso las previsiones apuntan a una desaceleración de la economía china. ¿Por qué no dejar de lado el crecimiento y mejor disfrutar lo que tenemos?

Sin duda, este sentimiento pasará cuando se restablezca el crecimiento, lo que seguramente sucederá. No obstante, se ha producido un cambio profundo en la forma de concebir el crecimiento, que probablemente le quitará importancia al crecimiento en el futuro –en especial en los países ricos.

El primer elemento que influyó para dejar de lograr el crecimiento fue la preocupación en torno a su sostenibilidad. ¿Podremos seguir creciendo a tasas como las de antes sin poner en riesgo nuestro futuro?

Cuando las personas empezaron a hablar de los límites "naturales" del crecimiento en los años setenta, se referían al inminente agotamiento de alimentos y recursos naturales no renovables. Recientemente el debate se ha centrado en las emisiones de carbono. Como se destaca en el Informe Stern de 2006, debemos sacrificar crecimiento ahora para asegurar que en el futuro no terminemos fritos.

Curiosamente, un tema tabú de este debate es la población. Entre menos personas haya menor será el riesgo de calentamiento del planeta. Sin embargo, en lugar de aceptar el declive natural de sus poblaciones, los gobiernos de los países ricos absorben más y más personas para frenar los salarios y por ende crecer más rápidamente.

Hay inquietudes más recientes que se refieren a lo decepcionante que resulta el crecimiento. Se va entendiendo cada vez más que el crecimiento no necesariamente aumenta nuestro sentido de bienestar. Entonces, ¿por qué seguir creciendo?

La base de este planteamiento se hizo hace tiempo. En 1974 el economista Richard Easterlin publicó un famoso artículo, "Does Economic Growth Improve the Human Lot? Some Empirical Evidence." (¿Mejora el Crecimiento Económico el Bienestar Humano? Evidencia Empírica). Después de correlacionar el ingreso per cápita y los niveles de percepción de felicidad en varios países, llegó a la asombrosa conclusión: tal vez no.

Easterlin no encontró correlación entre la felicidad y el PNB per cápita una vez logrado superar un nivel bajo de ingresos (suficiente para satisfacer las necesidades básicas). En otras palabras, el PNB es una medida insuficiente del sentimiento de satisfacción personal.

Ese resultado fomentó nuevos esfuerzos para concebir índices alternativos. En 1972, dos economistas, William Nordhaus y James Tobin introdujeron una medida que denominaron "Bienestar Económico Neto (BEN)", que se calcula descontando las "malas" entradas del PNB, como la contaminación y se le suma las actividades externas del mercado como el esparcimiento. Mostraron que una sociedad con más esparcimiento y menos trabajo podría tener el mismo bienestar que una con más trabajo –y por ende más PNB- y menos esparcimiento.

Medidas más recientes han tratado de incorporar una serie más amplia de indicadores de "calidad de vida". El problema es que uno puede medir muchas cosas pero no la calidad de vida. Cómo podemos combinar cantidad y calidad en algún índice de "sentimiento de satisfacción personal" es una cuestión de moral y no de economía, por lo que no sorprende que la mayor parte de los economistas se apeguen a sus medidas cuantitativas de "bienestar".

Sin embargo, otros descubrimientos han empezado a influenciar el debate actual sobre el crecimiento: las personas pobres de un país son menos felices que las personas ricas. En otras palabras, una vez satisfechas las necesidades básicas, los niveles de felicidad de las personas dependen mucho menos de su ingreso que de su ingreso en comparación con algún grupo de referencia. Constantemente comparamos nuestro bienestar con el de otros y podemos sentirnos superiores o inferiores cualquiera que sea nuestro nivel de ingreso; el bienestar depende mucho más de cómo se distribuyen los frutos de ese crecimiento que de la cantidad absoluta.

En otras palabras, lo que es importante para el sentimiento de satisfacción es el crecimiento del ingreso mediano y no del ingreso medio –el ingreso de una persona típica. Pensemos en una población de diez personas (digamos, una fábrica) cuyo director ejecutivo gana 150.000 dólares al año y las otras nueve personas ganan 10.000 dólares cada una. La media de sus ingresos es 25.000 dólares, pero el 90% gana 10.000 dólares. Con este tipo de distribución del ingreso, sería sorprendente si el crecimiento aumentara el sentimiento de bienestar de una persona típica.

No es un ejemplo vano. En las últimas tres décadas, los ingresos medios han estado aumentando constantemente en las sociedades ricas, pero los ingresos típicos se han estancado o incluso reducido. Es decir, una minoría –una muy pequeña minoría en países como los Estados Unidos y Gran Bretaña– han absorbido la mayor parte de los rendimientos del crecimiento. En esos lugares no queremos más crecimiento sino más igualdad.

Más igualdad no solo produciría la satisfacción que resulta de más seguridad y más salud, sino también la satisfacción que se origina de tener más esparcimiento, más tiempo para estar con la familia y amigos, más respeto de nuestros semejantes y más opciones de vida. Una gran desigualdad nos hacen ávidos de bienes porque constantemente estamos pensando que tenemos menos que los demás. Vivimos en una sociedad agresiva con padres súper dinámicos y madres protectoras, que se presionan mutuamente e impulsan a sus hijos a "salir adelante".

El filósofo del siglo XIX, John Stuart Mill, tenía una visión más civilizada:

"Confieso que no me fascina el ideal de vida que adoptan aquellos que piensan... que atropellar, aplastar, dar codazos y obstaculizarse mutuamente, que en sí constituye el tipo de vida social existente, sea el destino más deseable para la humanidad... El mejor estado de la naturaleza humana es uno en el que si bien nadie es pobre tampoco nadie desea ser más rico y nadie tiene motivos para temer que los esfuerzos de otros para progresar lo hagan retroceder".

Esa lección ahora la han olvidado muchos economistas, pero no el rey de Bután –o las muchas personas que han entendido los límites de la riqueza cuantificable–.

 

(*) Profesor emérito de Economía Política en la Universidad de Warwick y miembro de la Academia Británica de Historia y Economía. Autor de una biografía en tres volúmenes de John Maynard Keynes, comenzó su carrera política en el Partido Laborista británico, se convirtió en portavoz del Partido Conservador para asuntos de Hacienda de la Cámara de los Lores, y fue forzado a salir del partido conservador por su oposición a intervención de la OTAN en Kosovo en 1999.

FUENTE: The Project Syndicate

 


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pobrezaLa realidad de una sociedad en la que los sectores más pobres son condenados a vivir en esa condición por generaciones es una muestra de la necesidad de un Estado presente que actúe como igualador social. Por JEFFREY D. SACHS

 

La realidad de una sociedad en la que los sectores más pobres son condenados a vivir en esa condición por generaciones es una muestra de la necesidad de un Estado presente que actúe como igualador social

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pobrezaEl éxito económico de un país depende de la educación, las aptitudes y la salud de su población. Cuando sus jóvenes están sanos y bien educados, pueden encontrar empleos bien remunerados, lograr la dignidad y conseguir ajustarse a las fluctuaciones del mercado laboral mundial. Las empresas invierten más cuando saben que sus trabajadores serán productivos. Sin embargo, muchas sociedades de todo el mundo no cumplen con el imperativo de garantizar una salud básica y una educación decorosa para todas las generaciones de niños.

¿Por qué no se cumple con el imperativo de la educación en tantos países? Algunos son, sencillamente, demasiado pobres para disponer de escuelas decorosas. Los propios padres pueden adolecer de una ecuación insuficiente, lo que les impide ayudar a sus hijos más allá del primer o segundo año de escuela, con lo que el analfabetismo y la falta de conocimientos básicos de aritmética se transmiten de una generación a la siguiente. La situación más difícil es la de las familias numerosas (de seis o siete hijos, pongamos por caso), porque los padres invierten poco en la salud, la nutrición y la educación de cada uno de los hijos.

Sin embargo, también los países ricos fallan. Los Estados Unidos, por ejemplo, permiten cruelmente el sufrimiento de sus niños más pobres. Los pobres viven en barrios pobres con escuelas pobres. Con frecuencia los padres están desempleados, enfermos, divorciados o incluso encarcelados. Los niños quedan atrapados en un persistente ciclo generacional de pobreza, pese a la riqueza general de la sociedad. Con demasiada frecuencia, los niños que se crían en la pobreza acaban siendo adultos pobres.

Un nuevo y notable documental, The House I Live In ("La Casa en la que Vivo"), muestra que el caso de los Estados Unidos es incluso más triste y cruel, a consecuencia de unas políticas desastrosas. Hace unos cuarenta años, los políticos de los Estados Unidos declararon una "guerra a las drogas" aparentemente para luchar contra el uso de drogas adictivas como la cocaína. Sin embargo, como muestra claramente el documental, la guerra contra las drogas se convirtió en una guerra contra los pobres, en particular los grupos minoritarios pobres.

En realidad, la guerra contra las drogas provocó la encarcelación en masa de jóvenes pobres de grupos minoritarios. Actualmente en los Estados Unidos hay 2,3 millones de personas encarceladas en todo momento, una mayor parte de los cuales son pobres que fueron detenidos por vender drogas para poder costearse su adicción. A consecuencia de ello, los EEUU han acabado con la tasa más elevada de encarcelación del mundo: ¡la escandalosa de 743 personas por 100.000 habitantes!

El documental retrata un mundo de pesadilla, en el que la pobreza de una generación se transmite a la siguiente, con la facilitación del proceso por la cruel, costosa e ineficiente "guerra contra las drogas". Los pobres, con frecuencia afroamericanos, no pueden encontrar empleos o han vuelto del servicio militar sin aptitudes ni contactos laborales. Caen en la pobreza y se entregan a las drogas.

En lugar de recibir asistencia social y médica, son detenidos y convertidos en delincuentes. A partir de ese momento, no cesan de entrar y salir del sistema penitenciario y tienen pocas posibilidades de conseguir jamás un puesto de trabajo legal que les permita escapar de la pobreza. Sus hijos crecen sin un padre en casa... y sin esperanza ni apoyo. Los hijos de los usuarios de drogas con frecuencia llegan a serlo, a su vez; también ellos acaban con frecuencia en la cárcel o sufren violencia o una muerte temprana.

Lo demencial de esta situación es que los EEUU no han advertido una evidencia... y durante cuarenta años. Para acabar con el ciclo de la pobreza, un país debe invertir en el futuro de sus hijos, no en el encarcelamiento de 2.3 millones de personas al año, muchas de ellas por delitos no violentos que son síntomas de pobreza.

Muchos políticos son cómplices entusiastas de esa locura. Juegan con los miedos de la clase media, en particular con el miedo de la clase media a los grupos minoritarios, para perpetuar ese extravío de las medidas sociales y el gasto estatal.

La cuestión general es la siguiente: a los gobiernos corresponde un papel excepcional para velar por que todos los jóvenes de una generación –los niños pobres igual que los ricos– tengan una oportunidad. Si no existen programas estatales sólidos y eficaces que apoyen la enseñanza y la atención de salud de la máxima calidad y la nutrición adecuada, no es probable que un niño pobre se libre de la pobreza de sus padres,

Ése es el genio de la "democracia social", la filosofía cuya adelantada fue Escandinavia, pero que también se ha plasmado en muchos países en desarrollo, como, por ejemplo, Costa Rica. La idea es sencilla y sólida: todas las personas merecen una oportunidad, por lo que la sociedad debe ayudar a todo el mundo a conseguirla. Lo más importante es que las familias necesitan ayuda para criar a niños sanos, bien alimentados y educados. Las inversiones sociales son importantes, se financian con impuestos altos, que los ricos pagan de verdad, en lugar de evadirlos.

Ése es el método básico de acabar con la transmisión intergeneracional de la pobreza. Un niño pobre en Suecia tiene subsidios desde el principio. Sus padres tienen una licencia de maternidad o paternidad para ayudarlos a criar al niño. Además, el Estado brinda guarderías de la máxima calidad, lo que permite a la madre –por saber que el niño se encuentra en un ambiente seguro– volver al trabajo. El Estado vela por que todos los niños tengan una plaza en la enseñanza preescolar, a fin de que estén listos para la escolarización oficial a la edad de seis años, y la atención de salud es universal, para que el niño pueda criarse sano.

Así, pues, una comparación entre los EEUU y Suecia es reveladora. Si recurrimos a datos y definiciones comparables facilitados por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, vemos que los EE.UU. tienen una tasa de pobreza del 17,3 por ciento, el doble, aproximadamente, de la de Suecia, que es del 8,4 por ciento. Y la tasa de encarcelación de los Estados Unidos es diez veces la de Suecia, que asciende a 70 personas por 100.000 habitantes. Los Estados Unidos son, por término medio, más ricos que Suecia, pero el desfase en ingresos entre los más ricos y los más pobres de los Estados Unidos es mucho mayor que el de Suecia y los EE.UU. tratan a sus pobres con una actitud punitiva y no de apoyo.

Una de las realidades escandalosas de los últimos años es la de que los Estados Unidos tienen ahora el menor grado de movilidad social de los países con grandes ingresos. Lo más probable es que los niños nacidos pobres sigan siendo pobres y que los niños nacidos en la abundancia sean adultos acomodados.

Esa distancia entre generaciones equivale a un profundo despilfarro de talentos humanos. Los Estados Unidos pagarán el precio a largo plazo, a no ser que cambien de rumbo. La inversión en sus niños y jóvenes brinda el mayor rendimiento que una sociedad puede obtener, tanto económica como humanamente. 

 

(*) Jeffrey D. Sachs, fue Director del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas desde 2002 hasta 2006, es profesor en la Universidad de Columbia, Director del Instituto de la Tierra, también es asesor especial del Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon. Sus libros incluyen: "The End of Poverty and Common Wealth".

FUENTE: The Project Syndicate

 


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obama-romney3El debate final sobre política exterior dejó a Obama como claro ganador. Pero también mostró a un Romney cambiando de opinión sobre temas que hace dos semanas criticaba. Por JOHN CASSIDY

 

El debate final sobre política exterior dejó a Obama como claro ganador. Pero también mostró a un Romney cambiando de opinión sobre temas que hace dos semanas criticaba. 

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obama-romney3Empecemos por lo harto evidente: el presidente Obama ganó el debate en Boca Ratón, y lo ganó fácilmente. Según una encuesta instantánea de CBS con votantes no comprometidos, su margen de victoria fue de treinta puntos —cincuenta y tres por ciento a veinte y tres por ciento— un margen incluso mayor que el que Mitt Romney disfrutó en Denver hace unas semanas. A la pregunta de quién podría manejar mejor el problema del terrorismo y la seguridad nacional, el margen en favor de Obama era casi igual de amplio: sesenta y cuatro por ciento a treinta y seis por ciento.

Estas cifras no sorprenden. Desde la primera respuesta, cuando le dijo a su rival: "Su estrategia previa ha ido atravesando por todo el mapa"; hasta el final, cuando dijo: "Gobernador Romney, usted sigue intentando redibujar la historia" Obama fue un contendiente más agresivo, más pulido, más persuasivo, y más incisivo. Antes del primer debate, sus asesores intentaron posicionarlo por encima del uso de "chanzas". En esta ocasión, llegó con los bolsillos repletos de ellas. Nada más chancero que su chiste sobre que los militares tienen menos bayonetas y caballos que en 1916 —una réplica que claramente había sido preparada para ser usada si Romney repetía su frase sobre que la Armada tiene menos buques de guerra ahora que hace casi cien años atrás, lo que de hecho es cierto—. No contento con burlarse de su oponente una vez, Obama procedió a hacerlo dos veces más: "Tenemos esas cosas llamadas portaaviones, donde los aviones pueden aterrizar", dijo para luego agregar, "Tenemos estas naves que se sumergen bajo el agua... los submarinos nucleares".

Si bien esa fue la frase taquillera de la noche, hubo muchos otros momentos altos del Presidente, algunos de ellos facilitados por su oponente, quien se embarcó en lo que equivaldría a ser un ejercicio de cambio de forma llevado al extremo. Viendo lo bien que le funcionó su actuación como "Mitt el Moderado" en Denver, el candidato Republicano evidentemente decidió repetirla en el escenario de la política exterior. Tema tras tema —Libia, Irak, Afganistán, Irán, Siria, y la persecución de Al-Qaeda— se alineó con las políticas del gobierno, alejándose de sus críticas anteriores, y de cualquier sugerencia de que podría gobernar como un belicista.

Cuando se le preguntó sobre el papel de Estados Unidos en el mundo, dijo: "Nuestro objetivo es hacer que el mundo sea más—sea pacífico (en uno de sus tantos titubeos de la noche). Queremos un planeta pacífico. Queremos que la gente pueda disfrutar de su vida y sepa que va a tener un futuro brillante y próspero al no estar en guerra". En respuesta a una pregunta sobre cómo iba a ir más allá de los esfuerzos del gobierno de Obama para derrocar al régimen de Al-Assad, dijo: "No quiero que nuestras fuerzas armadas se involucren en Siria". Tampoco en Afganistán, cuando en ocasiones anteriores había cuestionado el compromiso de Obama de traer a las tropas de regreso para el 2014. Sin embargo, ahora afirmó: "Vamos a estar terminado el retiro en 2014 y, cuando yo sea presidente, vamos a asegurarnos de que el retiro de nuestras tropas se lleve a cabo para fines de 2014". En todo el país, los conservadores estaban observando con creciente alarma. "¿Cuántas veces dijo Romney esta noche que el presidente tiene razón?", twitteó Rich Lowry, editor de la revista National Review, unos quince minutos antes del final. Luego agregó: "Creí que trataría de ponerse por encima de la refriega, pero esto es exagerado". Brent Bozell, fundador del Media Research Center, estuvo de acuerdo en su tweet: "Más vale que la declaración de cierre de Romney sea mejor para salvar esta actuación, o será el gran perdedor de la noche".

Desde el principio, se veía que algo raro estaba pasando. En su primera pregunta de la noche, Bob Schieffer, el cortés veterano de la CBS, trajo a colación las recientes muertes de cuatro estadounidenses en Libia, entre ellos el Embajador Christopher Stevens. "Aún quedan preguntas", dijo Schieffer. "¿Qué pasó? ¿Qué lo causó? ¿Fue espontáneo? ¿Fue un fracaso de inteligencia? ¿Fue un fracaso de político? ¿Hubo un intento de engañar a la gente sobre lo que realmente pasó? Gobernador Romney, usted dijo que esto era un ejemplo de cómo la política estadounidense en el Medio Oriente se está desmoronando ante nuestros propios ojos". Oh-oh, pensé. Aquí viene la respuesta que Romney debería haber dado la semana pasada: una crítica mordaz del fracaso del gobierno para brindar la seguridad adecuada para Stevens y sus colegas, seguida de una mordaz acusación sobre los esfuerzos de Obama para retratar a un ataque terrorista como una revuelta espontánea.

Pero no. En lugar de desenvainar la bayoneta y clavarla en la garganta del presidente, Romney dijo: "Sr. Presidente, es bueno estar de nuevo con usted", y se lanzó a un discurso incoherente sobre las amenazas que enfrenta el mundo, empezando por la Primavera Árabe, la matanza en Siria, la amenaza nuclear iraní, la victoria de la Hermandad Musulmana en Egipto, y la toma de "la parte norte de Mali" —sí, Mali— "por parte de unos individuos del estilo Al Qaeda". Justo cuando se pensaba que estaba regresando al tema Benghazi, Romney dijo, "y vamos a tener que reconocer que debemos hacer lo que el Presidente ha hecho. Le felicito por—por eliminar a Osama Bin Laden y haber perseguido al liderazgo de Al-Qaeda. Pero no podemos arruinar nuestra salida de este lío. Vamos a tener que poner en marcha una estrategia global y robusta para ayudar al—al mundo del Islam y de otras partes del mundo, a rechazar este extremismo radical violento".

Era difícil saber qué era más espantoso: Romney rindiendo tributo a Obama, o un político republicano diciendo: "No podemos arruinar nuestra salida de este lío". Y mientras luchaba para decidirme, Romney continuó: "No queremos otro Irak, no queremos otro Afganistán. Ese no es el camino correcto para nosotros. El camino correcto es asegurarnos que vamos tras las—las personas que son líderes de estos diversos grupos anti-estadounidenses y estos—estos jihadistas, sino también ayudar al mundo musulmán. ¿Y cómo lo hacemos? Un grupo de académicos árabes se reunieron, bajo organización de la ONU, para ver cómo podemos ayudar al—al mundo a rechazar estos—estos terroristas".

Un caballero algo envejecido e hirsuto se desplomó de rodillas en el salón verde del Partido Republicano. Era John Bolton, uno de los halcones del gobierno de Bush que, en 2005 y 2006, se pasó un año y medio acampando en el East Side tratando de insultar a tantos funcionarios de la ONU (y extranjeros en general) como pudo. En reacción a las preguntas sobre por qué Romney tenía incorporados a cerebros como Bolton en su equipo de política exterior, sus publicistas frecuentemente señalaban la presencia de figuras menos temibles, como Robert Zoellick, el ex director del Banco Mundial. Pero, ¿alguien sabía que Romney había incorporado también a Katrina Vanden Heuvel (editora de la revista The Nation y miembro del Council on Foreign Relations. NdT) y Kofi Annan como asesores? Yo por lo pronto no.

Acerca de la única vez que Romney sacó al irlandés de adentro y le plantó pelea a Obama fue cuando repitió su acusación de que, al comienzo de su mandato, el Presidente se había embarcado en una "gira de disculpas" por Medio Oriente. Obama inmediatamente desestimó el comentario tildándolo como "la mayor mentira que se ha dicho en el curso de esta campaña". Romney en lugar de decir, una vez más, que estáaba de acuerdo con el Presidente, siguió con la crítica, acusándolo de decir en la televisión árabe que "EEUU había sido desdeñoso y despectivo. Usted ha dicho que en ocasiones Estados Unidos le ha impuesto condiciones a otras naciones. Señor Presidente, Estados Unidos no le ha impuesto condiciones a otras naciones. Hemos liberado a otras naciones de dictadores".

Por fin, algo para que los republicanos celebrasen. Ese fue el "momento Reagan" de Romney. Después, sin embargo, hubo algunos indicios brindados por los expertos de que toda su actuación había sido un intento diabólicamente inteligente de imitar lo que el Gipper (Reagan) hizo en 1980 durante un debate con Jimmy Carter: vamos todos acaramelados, amantes de la paz, y de ese modo pongamos a descansar los temores de que, en caso de ser electos, rápidamente podamos lanzarnos contra los soviéticos. "Mitt Romney hizo algo muy importante esta noche", dijo David Gergen en la CNN. "Se presentó como un comandante en jefe responsable". En Fox, Charles Krauthammer desarrolló este argumento: "Se mantuvo lejos de las trampas. No permitió que se lo representara como un belicista. Creo que esto podría ayudarle a ganar las elecciones".

Yo no compro ese argumento. Si Romney gana, será a pesar de este desempeño más que gracias a él. Al no machacar en detalle sobre lo que pasó en Libia, renunció a su única oportunidad que realmente tenía para avergonzar al presidente en un tema puntual de política exterior. Al avalar constantemente lo actuado por Obama en asuntos de política militar y de lucha contra el terrorismo —¿ya mencioné que ama a los ataques con aviones no tripulados?— minó su argumento de que el mandato del Presidente ha sido un fracaso y que es necesario echarlo de la ciudad. Y al revertir constantemente sus posiciones anteriores, planteó de nuevo la pregunta que le ha atormentado desde siempre: ¿Cree Romney realmente en algo?

Luego de que el debate terminó, fui a una librería y saqué un ejemplar de "The Real Romney", una biografía meticulosa del candidato Republicano que he citado en otras ocasiones, porque es probablemente lo mejor que se ha escrito sobre él. En su prólogo, los autores, Michael Kranish y Helman Scott, dos periodistas del Boston Globe, recuerdan la campaña de 2008, cuando, con John McCain y Rudy Giuliani ocupando el centro moderado del Partido Republicano, Romney decidió él mismo recrearse como un derechista, cortejando desvergonzadamente a los conservadores sociales, a los conservadores fiscales, a los conservadores religiosos, "cualquier conservador que pudiera encontrar".

"El problema era que se parecía demasiado a oportunismo —o peor, a falta de sinceridad, debido a su largo historial de acomodar sus opiniones políticas al ala moderada del partido—. "Todo podía ser ajustado, reformado, arreglado, o dirigido", dijo un ex asesor, describiendo los posicionamientos de Romney. "Siempre fue ajeno para él que los principios básicos importaran —que alguien fuese hacia atrás y dijese, 'bueno, hace tres años usted decía esto"—. Esta percepción de conveniencia, junto con intolerancia persistente en contra de los mormones, fue determinante para enterrar sus esperanzas".

En 2012, Romney ha superado en gran medida cualquier sentimiento anti-mormón en el seno de su partido, y en el país. Pero, como lo demostró el tercer debate, la percepción de conveniencia nunca va a desaparecer porque es perfectamente atinada. De hecho, cada vez es peor. Donde una vez criticó cosas que dijo hace tres años, ahora rechaza cosas que dijo hace tres meses, o incluso hace tres semanas. Catorce días a partir de ahora, vamos a saber si su enfoque tremendamente cínico para hacer campaña da sus frutos. Dada la forma en que las encuestas están en marcha, tal posibilidad no puede ser completamente descartada. Pero anoche, sospecho, fue demasiado lejos. Los votantes pueden ser crédulos. ¿Pero tan crédulos?

 

FUENTE: The New Yorker

 

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hola@fundamentar.com (JOHN CASSIDY) Opinión Wed, 24 Oct 2012 13:02:05 -0300
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Euro_sinkingLa crisis de la moneda europea se profundiza y las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales son inaceptables. Si no se implementan las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro, quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa.

 

La crisis de la moneda europea se profundiza y las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales son inaceptables. Si no se implementan las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro, quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa. Este artículo escrito en el 2010 muestra aún su vigencia y demuestra la falta de decisiones de fondo de la dirigencia europea

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Euro_sinkingLa crisis financiera griega puso en riesgo la supervivencia misma del euro. En el momento de la creación del euro, a muchos los preocupaba su viabilidad a largo plazo. Cuando todo salió bien, esas preocupaciones pasaron al olvido. Pero el interrogante sobre cómo se aplicarían los ajustes si parte de la eurozona resultara afectada por un fuerte shock adverso perduró. Corregir el tipo de cambio y delegar la política monetaria al Banco Central Europeo eliminó dos recursos primordiales a través de los cuales los gobiernos nacionales estimulan sus economías para evitar la recesión. ¿Qué podía reemplazarlos?

El premio Nobel Robert Mundell estableció las condiciones según las cuales una moneda única podía funcionar. Europa no cumplió con esas condiciones en su momento; y sigue sin hacerlo. La eliminación de barreras legales para el movimiento de trabajadores creó un mercado laboral único, pero las diferencias lingüísticas y culturales hacen que la movilidad laboral al estilo norteamericano resulte inalcanzable.

Es más, Europa no tiene manera de ayudar a aquellos países que enfrentan problemas serios. Consideremos el caso de España, que tiene una tasa de desempleo del 20% -y más del 40% entre la gente joven-. El país tenía un excedente fiscal antes de la crisis; después de la crisis, su déficit aumentó a más del 11% del PBI. Pero, según las reglas de la Unión Europea, España ahora debe recortar su gasto, lo cual, probablemente, exacerbe el desempleo. Conforme su economía se ralentiza, la mejora de su posición fiscal puede ser mínima.

Algunos esperaban que la tragedia griega convenciera a los estrategas políticos de que el euro no puede andar bien sin una mayor cooperación (asistencia fiscal incluida). Pero Alemania (y su Corte Constitucional), en parte a raíz de la opinión popular, se ha opuesto a darle a Grecia la ayuda que necesita.

Para muchos, tanto dentro como fuera de Grecia, era una situación peculiar: se habían invertido miles de millones en salvar a los grandes bancos, pero evidentemente salvar a un país de once millones de personas era un tabú. Ni siquiera resultaba claro que la ayuda que Grecia necesitaba debiera ser catalogada como un rescate: si bien resultaba poco probable que los fondos otorgados a instituciones financieras como AIG fueran recuperados, un préstamo a Grecia a una tasa de interés razonable probablemente sería saldado.

Una serie de ofertas a medias y de vagas promesas, destinadas a calmar al mercado, resultaron un fracaso. De la misma manera que Estados Unidos había improvisado a toda prisa una asistencia para México 15 años antes combinando ayuda del Fondo Monetario Internacional y el G-7, la UE diseñó un programa de asistencia junto con el FMI. El interrogante era: ¿qué condiciones se le impondrían a Grecia? ¿Cuán grande sería el impacto adverso?

Para los países más pequeños de la UE, la lección es clara: si no reducen sus déficits presupuestarios, existe un riesgo elevado de un ataque especulativo, con pocas esperanzas de una ayuda adecuada por parte de sus vecinos, al menos no sin limitaciones presupuestarias pro-cíclicas que resultarán dolorosas y contraproducentes. A medida que los países europeos adopten estas medidas, sus economías probablemente se debiliten –con consecuencias desdichadas para la recuperación global.

Puede resultar útil analizar los problemas del euro desde una perspectiva global. Estados Unidos se ha quejado de los superávits (comerciales) de cuenta corriente de China; pero, como porcentaje del PBI, el superávit de Alemania es aún mayor. Supongamos que el euro se creó para que el comercio en la eurozona en su totalidad fuera, en términos generales, equilibrado. En ese caso, el superávit de Alemania implica que el resto de Europa está en déficit. Y el hecho de que estos países importen más de lo que exportan contribuye a sus economías débiles.

Estados Unidos se ha quejado de la negativa por parte de China de permitir que se aprecie su tipo de cambio en relación al dólar. Pero el sistema del euro implica que el tipo de cambio de Alemania no puede aumentar en relación a los otros miembros de la eurozona. Si el tipo de cambio aumentara, a Alemania le costaría más exportar, y su modelo económico actual, basado en exportaciones fuertes, enfrentaría un desafío. Al mismo tiempo el resto de Europa exportaría más, el PBI aumentaría y el desempleo se reduciría.

Alemania (al igual que China) ve sus ahorros elevados y sus proezas exportadoras como virtudes, no vicios. Pero John Maynard Keynes decía que los superávits conducen a una débil demanda agregada global –los países que tienen superávits ejercen una "externalidad negativa" en sus socios comerciales-. De hecho, Keynes creía que eran los países con superávits, mucho más que los países con déficits, los que planteaban una amenaza a la prosperidad global; incluso llegó a recomendar un impuesto a los países con superávits.

Las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales deberían ser inaceptables. No debería obligarse a los países cuyos déficits han aumentado como resultado de la recesión global a caer en una espiral mortal –como sucedió con Argentina hace una década

Una solución que se propone es que esos países pergeñen el equivalente de una devaluación –una disminución uniforme de los salarios-. En mi opinión, esto es inalcanzable, y sus consecuencias distributivas son inaceptables. Las tensiones sociales serían enormes. Es una fantasía.

Existe una segunda solución: la salida de Alemania de la eurozona o la división de la eurozona en dos subregiones. El euro fue un experimento interesante, pero, como el casi olvidado mecanismo de tipo de cambio (MTC) que lo antecedió y se desintegró cuando los especuladores atacaron la libra británica en 1992, carece del respaldo institucional necesario para que funcione.

Existe una tercera solución –y tal vez Europa llegue a darse cuenta de eso- que es la más promisoria de todas: implementar las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro.

No es demasiado tarde para que Europa implemente estas reformas y, así, estar a la altura de los ideales, basados en la solidaridad, que subyacen la creación del euro. Pero si Europa no puede hacerlo, entonces quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa en lugar de pagar un precio elevado en materia de desempleo y sufrimiento humano en nombre de un modelo económico fallido.

 

(*) Catedrático en la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía, y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy [Caída Libre: El Libre Mercado y el Hundimiento de la Economía Mundial].

FUENTE: The Project Syndicate

 


 

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Los antecedentes de los aumentos del transporte en la ciudad de Rosario. La manipulación política y la evasión de responsabilidades de un municipio que muestra serias falencias de gestión

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colectivosEl pasado 11 de Octubre se anunció desde el ejecutivo municipal que, en uso de las facultades delegadas, el boleto de transporte urbano de colectivos pasaría de costar $ 2,70 a $ 3,20.

Si nos remontamos al año 2008 encontramos que por decisión del Consejo Municipal la tarifa de colectivo se incremento en Julio de 2008 a $ 1,60, en Abril de 2010 a $ 1,90 (18%) y en Noviembre de 2011 a $ 2,30 (21%).

Por su parte, el gobierno municipal incrementa la tarifa en Marzo de 2012 a $ 2,70 (17%) y en Octubre del corriente a $ 3,20 (18%).

Así, nos encontramos con que la tarifa tuvo un alza del 68% en el plazo de un año.

La intendenta Mónica Fein argumentó que el incremento se debe al contexto inflacionario nacional, a la decisión del Gobierno Nacional de estabilizar las compensaciones desde el mes de Julio pasado y a que conforme los estudios de costos realizados por el Ente de la Movilidad de Rosario (EMR) con el incremento de Marzo se redujo el déficit, pero no se lo eliminó. Asimismo, volvió a remarcar la situación desfavorable que se encuentra Rosario respecto de otras ciudades del país, especialmente de las de la provincia de Buenos Aires.

Por su parte el ex intendente Miguel Lifschitz manifestó que el incremento de la tarifa es un tema que no tiene por qué politizarse ya que se debe estrictamente a una ecuación económica de costos.

De los datos y argumentos esbozados se desprenden algunas cuestiones al menos curiosas. En primer lugar es importante destacar que cuando la decisión de incrementar la tarifa se debatía en el Consejo Municipal, dándosele participación a los distintos actores involucrados, ésta se incrementa un 60% en un período de cuatro años que va desde 2008 a 2012, mientras que desde que la decisión recae sólo en cabeza del Ejecutivo municipal, la tarifa aumenta el 68% en un año.

En segundo lugar, sorprenden las fechas en que se implementan los aumentos. Todos los aumentos se produjeron en años pares (léase: años no electorales) y el único producido en año impar (2011) es con posterioridad a la celebración de los comicios.

Lo expuesto abre al menos la incógnita de si el aumento excesivo que el boleto ha sufrido este año, no es más que un incremento anticipado, para evitar tocar la tarifa en los próximos 12 meses previos a las elecciones.

Un tercer dato curioso es el del "Contexto Inflacionario Nacional". Conforme al Instituto Provincial de Estadística y Censo (IPEC), la inflación del último año fue del 20,02%, en tanto que las paritarias de la UTA este año cerraron en un incremento del 18%. Con estos datos en la mano es muy difícil explicar un incremento del 68% del pasaje. Realmente cuesta ver a que índice de inflación se está refiriendo el Ejecutivo municipal.

Tampoco se puede soslayar la constante referencia al déficit que se hace desde la intendencia al momento de incrementar la tarifa, ya que el transporte urbano de pasajeros es, en esencia, deficitario. No hay país en el mundo que no deba subsidiarlo. Dicho esto, es al menos preocupante que se aumente la tarifa y no se proponga ninguna medida ni plan a futuro. Parece una constante de esta gestión que ante un desfasaje en los costos, la única respuesta posible sea trasladar los mismos a los usuarios.

Por otra parte, la ciudad de Rosario tiene un sistema estatal que convive con uno privado. Si el estatal da pérdidas, aún subsidiado, sería correcto pensar que el empresario hace beneficencia, máxime teniendo en cuenta que el aumento se produce a instancias del municipio, sin solicitud del empresario privado del transporte. Esto es, al menos, un nuevo dato curioso.

Otra incógnita que se plantea es por qué la intendenta insiste en comparar a nuestra ciudad con el resto del país, cuando la comparación no beneficia a la propia gestión municipal. En primer lugar es necesario aclarar que ninguna ciudad del interior del país puede compararse con el Área Metropolitana de Buenos Aires o con el Gran Buenos Aires, porque tienen dinámicas, complejidades y particularidades propias. Lo que si podemos hacer es comparar a Rosario con su prima hermana, la ciudad de Córdoba. En cuanto a subsidios del Estado Nacional, Rosario recibe un subsidio de $2,05 por pasajero, en tanto que Córdoba recibe $1,77, asimismo, la Córdoba tiene un boleto 100% gratuito para estudiantes primarios, secundarios, universitarios y para docentes de estos establecimientos, mientras que Rosario sólo tiene medio boleto para los estudiantes que se encuentran cursando la instrucción obligatoria. También es necesario aclarar que en la ciudad de Córdoba no se cobra el trasbordo, es decir, cuando se deben tomar más de un viaje para llegar a un destino, cosa que en la ciudad de Rosario no ocurre.

Finalmente, no se deben pasar por alto las palabras del ex intendente municipal, y actual senador provincial, Miguel Lifschitz cuando refiere a la necesidad de "despolitizar" la cuestión de la tarifa y someterla exclusivamente al análisis de costos realizado por los expertos del EMR. Si uno lee estas declaraciones sin saber de quién proviene y hace un juego mental tratando de adivinar su autor, podría tranquilamente concluir que provienen de algún ex ministro de economía de la década neoliberal de los noventa.

Cabría preguntarse qué es para el ex intendente la política, porque la política refiere esencialmente a lo público, al manejo de la cosa pública. Entenderá el actual senador que el modo de transporte de los rosarinos no tiene que ver con lo público, que es un simple análisis de costos, que cómo se movilizan los trabajadores y estudiantes a sus lugares de trabajo deriva esencialmente de una ecuación financiera.

Realmente sorprende que alguien que se diga a si mismo socialista y reivindique a Alfredo Palacios haga declaraciones propias de un conservador. 

 

 


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debate2-eeuuEl presidente mostró un rostro diferente y expuso las debilidades de Mitt Romney en un debate caliente. Por JOHN CASSIDY

 

El presidente mostró un rostro diferente y expuso las debilidades de Mitt Romney en un debate caliente 

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debate2-eeuuAl final, el flaco ratón de biblioteca sentado en la primera fila se puso a pelear. Todo lo que había que hacer era llamarlo cobarde, poner al matón de la clase –con barba candado– a mofarse de él y amenazarlo con quitarle su avión personal –ese que tiene su propia sala de conferencias y quirófano– y entonces, salió como Jake LaMotta, revoleando los ojos, poniéndose los guantes y mostrando su mala actitud para que todos la vean. Nadie podía acusarlo de no haberse preparado para la ocasión. Como Muhammad Ali, después de pasarlo mal en su primera pelea con Leon Spinks, se puso durante horas a saltar la cuerda, y a ensayar sus golpes hasta que pudo soltarlos a su antojo, desde todos los ángulos.

Pero suficiente con las metáforas de boxeo. Aunque, En verdad, es difícil de evitar. Con las encuestas de opinión volviéndose en su contra y muchos de sus seguidores al borde de un ataque nervioso, Obama necesitaba desesperadamente mostrar un buen desempeño, y lo hizo. En una encuesta instantánea entre votantes no comprometidos realizada por CBS News, el treinta y siete por ciento dijo que ganó; treinta por ciento dijo que Romney ganó, mientras un treinta y tres por ciento lo calificó como un empate. La encuesta entre votantes registrados de CNN mostró que Obama ganó por cuarenta y seis por ciento a treinta y nueve por ciento. Quedando al frente por un siete por ciento –el margen en ambas encuestas– no se puede decir que haya sido una victoria abrumadora pero, como se dice en el deporte, una victoria es una victoria y la campaña de Obama la acepta con gusto.

Tan importante como los resultados de las encuestas instantáneas fue el hecho de que la inmensa mayoría de los expertos proclamó al Presidente como vencedor. Incluso Charles Krauthammer y Laura Ingraham (dos conocidos analistas conservadores) afirmaron que Obama ganó por puntos. Con este tipo de unanimidad, la narrativa mediática durante los próximos días, que es por lo menos tan importante como el propio debate, se extenderá a favor de Obama y en contra de Romney. El candidato republicano, en lugar de ser elogiado por haber tenido un fuerte cuestionamiento de la política económica de de Obama –la encuesta de CBS News mostró que el sesenta y cinco por ciento de los espectadores pensó que había ganado los intercambios económicos, frente a sólo el treinta y siete por ciento que cree que los ganó Obama– será criticado por sus errores en Libia, armas y mujeres.

Si esto va a ser suficiente para detener el impulso de Romney en las encuestas aún no se sabe. Ciertamente no lo ayudará. El debate final de la próxima semana se dedicará por entero a la política exterior, que, como hemos visto anoche, no es precisamente el punto fuerte de Romney. Por si sirve de algo, y no es mucho, la predicción de sitios de predicción de mercados, como Intrade, sugirieron que las posibilidades de Obama de ganar aumentaron un par de puntos durante el debate (entre los corredores de apuestas británicos, sigue siendo un firme favorito).

Sin embargo, esta es una carrera muy reñida, y una en la que Obama no podía permitirse otro desliz. Desde la primera pregunta acerca de cómo crear puestos de trabajo para los graduados universitarios se fue al ataque sin siquiera molestarse en seguir los pasos de su rival y agradecer a la Universidad de Hofstra, a la Comisión de Debates, o a cualquier otra persona. Este fue un presidente con una misión, sin tiempo para sutilezas diplomáticas. Después de un breve repaso de su propio plan para impulsar la producción, invertir en educación, y reducir la dependencia de fuentes de energía extranjeras, fue directo a la yugular acusando a Romney de haber querido dejar que Detroit se vaya a la quiebra, diciendo que tenía un plan económico de un solo punto –"asegurarse que la gente en la franja superior de la escala de ingreso juegue con su propio conjunto de reglas"– y fue muy crítico con la forma en que Romney hizo su fortuna en Bain capital, señalando: "Usted puede invertir en una empresa, llevarla a la bancarrota, despedir a los trabajadores, despojarlos de sus pensiones, y aun así ganar dinero".

Eso fue antes de la segunda pregunta referida a política energética. Les juro que podía escuchar a los liberales y a los demócratas en toda la ciudad –y por qué no en todo el país– saltando y gritando: "¡Vamos, Barack!" Este era el Obama que estaban esperando en Denver hace un par de semanas sólo para encontrar a un tipo apático que evidentemente todavía estaba enojado por tener que perderse la cena de aniversario con su esposa. Pero esta vez se mantuvo despierto toda la noche, provocando a Romney por los pocos impuestos que paga, por el tamaño de su pensión, señalando cómo había cambiado su política en temas como la energía, la inmigración y el control de armas y dejándolo en evidencia en su mayor vulnerabilidad política: las matemáticas borrosas en las que sustenta su plan para recortar impuestos sobre la renta en un veinte por ciento en todo el arco impositivo, mientras que de alguna manera afirma que equilibrará el presupuesto:

"Ahora bien, el gobernador Romney fue un inversionista exitoso. Si alguien viene a usted, Gobernador, con un plan que dice 'mire, quiero gastar siete u ocho billones de dólares, y luego vamos a pagar por ello, pero no puedo decirle, tal vez hasta después de las elecciones, como vamos a pagarlo', usted no aceptaría una propuesta de ese tipo y tampoco deberían hacerlo ustedes, pueblo estadounidense, porque las matemáticas no cuadran".

El plan de los organizadores del debate consistía en que los candidatos argumenten sobre trece preguntas más los contrargumentos. Como de costumbre, las cosas se pusieron un poco más lentas, y llegaron hasta la undécima. En mi tarjeta de puntuación, tenía seis rounds para Obama, dos para Romney, y tres empatados. Las victorias de Romney se produjeron al inicio, y las dos estaban en las respuestas a las preguntas sobre la economía. El candidato republicano atacó vigorosamente el historial de Obama en materia de energía, como siempre lo hace, y con calma pero con eficacia diseccionó el historial económico del Presidente, señalando repetidamente cómo había fracasado en cumplir con las promesas que hizo en 2008.

Media hora después, me apunté que Obama estaba adelante, pero no por mucho. Entonces Romney, al responder a una pregunta sobre la disparidad de salarios entre hombres y mujeres que hacen el mismo trabajo, se refirió a su récord de empleo de mujeres en puestos directivos, cuando era gobernador de Massachusetts. Y lo expresó así: "Me dirigí a una serie de grupos de mujeres y les dije: '¿Nos pueden ayudar a encontrar personas', y nos trajeron montones de carpetas llenas de mujeres". Sabía que esto provocaría un gran revuelo en Twitter, y lo hizo. Al final del debate, ya había una página en Facebook y otra en Tumblr con el nombre "bindersfullofwomen" (carpetas llenas de mujeres).

Si eso fue embarazoso para Romney, su representación errónea acerca de la reacción de Obama a las muertes en el consulado norteamericano en Benghazi fue aún más grave, aunque sólo sea porque es el tipo de cosas que los periodistas explotan hasta la última gota. La pregunta en sí misma, de un miembro del público llamado Kerry Ladka, era potencialmente muy perjudicial para el presidente: "¿Quién fue el que negó brindar una mayor seguridad a la representación diplomática y por qué?" Después de que Obama claramente no respondió a la pregunta, Romney sólo debería haberse quedado mirándolo. En cambio, acusó al presidente de no caratular a los asesinatos como un ataque terrorista durante catorce días, cuando Obama, en su comparecencia en el Rose Garden un día después de los asesinatos había dicho claramente: "No hay actos de terrorismo que afecten la determinación de esta gran nación, alteren su carácter, o eclipsen la luz de los valores que defendemos".

¿Fue sólo un error estúpido por parte de Romney? ¿Estaba mal informado? Puede que nunca sepamos. Pero después que la moderadora Candy Crowley, cortés pero firmemente lo corrigió, pareció conmovido. Al responder a la siguiente pregunta sobre las armas de asalto, despistó todavía peor, dando a entender que la verdadera causa de los crímenes violentos eran las madres solteras. Y en respuesta a la pregunta final de la noche, lo que le dio la oportunidad de corregir las percepciones erróneas acerca de su carácter, trajo él solo a colación su famoso discurso sobre "el cuarenta y siete por ciento", diciendo: "Me preocupo por el cien por ciento del pueblo estadounidense". Sólo unos minutos antes, Mia Farrow había twitteado: "señor Presidente, por favor sacúdale lo del 47%". Ahí Obama tuvo su oportunidad, y que ni siquiera parecía algo montado (estoy bastante seguro de que usaría ese argumento en el final de todos modos, por lo que Romney no tendría la oportunidad de responder).

Para ese entonces, los partidarios de Obama ya estaban celebrando. "El Presidente salió y esta noche fue el Presidente de los Estados Unidos", dijo Van Jones, el defensor del medio ambiente y el ex funcionario del gobierno. "Juego, set y partido de Obama", escribió Andrew Sullivan, el conservador tatcherista que se volvió liberal, que había ridiculizado al Presidente después de su actuación en Denver. "Lo logró, contratacó, y nos dio a todos una razón más que suficiente para continuar la lucha".

Alguien dijo en Twitter que no será Sullivan quien decida las elecciones: que serán los electores y los fiscales electorales de ambos bandos en todos los distritos que vigilarán las urnas. Eso es cierto, por supuesto. Después de anoche, sin embargo, la campaña de Obama estará muy confiada en que la dinámica interna de la campaña una vez más favorecerá al presidente. Pasarán algunos días antes de que podamos decir con seguridad si están en lo cierto.

 

FUENTE: The New Yorker

 


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hola@fundamentar.com (JOHN CASSIDY) Opinión Wed, 17 Oct 2012 13:25:23 -0300
Creditos del Bicentenario https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1257-creditos-del-bicentenario https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1257-creditos-del-bicentenario

creditos_bicentenarioEl acceso al crédito es unos de los principales problemas que enfrentan los sectores productivos industriales en nuestro país. Para combatir está realidad, el gobierno nacional ha lanzado en 2010 una línea de financiamiento tendiente a darle una solución a este importante limitante del crecimiento de la capacidad productiva, no solo de una empresa sino de la economía en general. POR AGUSTIN MARTOGLIO.

 

El acceso al crédito es unos de los principales problemas que enfrentan los sectores productivos industriales en nuestro país. Para combatir está realidad, el gobierno nacional ha lanzado en 2010 una línea de financiamiento tendiente a darle una solución a este importante limitante del crecimiento de la capacidad productiva, no solo de una empresa sino de la economía en general.

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creditos_bicentenarioEl pasado primero de octubre la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, entregó 29 certificados del Programa de Financiamiento Productivo del Bicentenario por un total de $ 521 millones. La meta principal de los Créditos del Bicentenario es otorgar nuevas herramientas financieras a empresas argentinas, ya sean pymes o grandes, con el fin de facilitar la ejecución de inversiones productivas a largo plazo que logren aumentar la oferta de bienes y servicios, generando empleo, agregando valor e incrementando la competitividad de la industria local.

Estos nuevos certificados, de los cuales 23 están dirigidos a pymes (80% del total), generarán una inversión total de $ 608 millones, con 700 nuevos puestos de trabajo, una sustitución de importaciones por $ 170 millones y un aumento de las exportaciones de $ 140 millones. Incluyendo dichas cifras, desde que se inició el programa en 2010 ya se entregaron 491 proyectos con un valor de $ 10.058 millones, lo cual representa una inversión mayor de $ 15.800 millones, incorporando el monto que les corresponde colocar a los destinatarios de los préstamos.

El impacto total de dicho Programa de Financiamiento se calcula en un aumento de 30.000 empleos, mas de $ 16.500 millones en exportaciones y una sustitución de importaciones de casi $ 6.000 millones. Estos préstamos se distribuyen sectorialmente de la siguiente manera: Laboratorios ($1.024 millones), Automotriz ($1.015 millones), Comercio ($899,6 millones), Siderurgia/Metalurgia ($859,7 millones), Autopartes ($498 millones), Electrodomésticos y Electrónica (389,6 millones), Carne Aviar (387,9 millones), Neumáticos (387,8 millones), Logística (345,3 millones), Textil (309,1 millones), Lácteos (307 millones), Carne Porcina (275,5 millones), Maquinaria Agrícola y Agropartes (273,1 millones) y Alimentos y Bebidas (272,2 millones), entre otros.

Las condiciones para acceder por parte de las empresas a esta línea de créditos es que la financiación de los nuevos proyectos de inversión impliquen generación de empleo permanente, incremento de la producción de bienes y/o servicios, aumento de la exportación de bienes y/o servicios o sustitución de importaciones. Así, no será financiable la adquisición de empresas existentes, la compra de tierras, la financiación de capital de trabajo y la refinanciación de facilidades crediticias ya otorgadas.

Las características crediticias del Programa, que incluyen un plazo de financiación de 5 años (con hasta 1 de gracia); una tasa del 9,9 % nominal anual fija y en pesos por el plazo total solicitado (la más competitiva del mercado); y una financiación del hasta el 80% del presupuesto de inversión, lo convierte en una de las opciones de crédito más demandada por parte de los empresarios.

Con respecto a la distribución por provincias, Santa Fe ocupa el tercer lugar representando el 14,4% del total de los créditos otorgados, por detrás de Buenos Aires (34,8%) y Córdoba (18,4%). Lo que implica que llegaron $ 1.453 millones a empresas santafesinas de diferentes rubros; metalmecánica, maquinaria agrícola, láctea, electrodoméstica, del plástico e indumentaria, entre otras. Esto, sin duda, le da un fuerte impulso a los préstamos dirigidos a la industria manufacturera de la provincia, en donde sólo un 16,6% del crédito bancario total (esto es, $ 3.588 millones) tiene ese mismo destino y el resto se direcciona básicamente hacia la producción primaria y el comercio.

Por último, el Programa de Créditos del Bicentenario promueve la inversión de capital fijo de las pymes, ya que el 63% están dirigidos hacia ellas, junto con las demás opciones que promueve el Estado Nacional como el cambio en la carta orgánica del Banco Central y la disposición vigente de que un 5% de los depósitos que tienen los bancos privados deben destinarse a la inversión productiva. Sin embargo, como asignatura pendiente, se puede nombrar las dificultades de financiamiento para el capital trabajo (variable) que tienen dichas pymes, debido a que son mano de obra extensiva, generando cerca del 70% del empleo industrial, y que hoy lo consiguen mediante mecanismos limitados y costosos, recurriendo al descubierto con altas tasas o a créditos de proveedores, generalmente con un plazo de cancelación menor a seis meses.

 

(*) Investigador de la Fundación para la Integración Federal


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hola@fundamentar.com (AGUSTÍN MARTOGLIO (*)) Opinión Tue, 16 Oct 2012 15:34:46 -0300
La Derrota de los Medios Españoles en Venezuela https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1237-la-derrota-de-los-medios-espanoles-en-venezuela https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1237-la-derrota-de-los-medios-espanoles-en-venezuela

chavez_2012Los principales medios españoles fueron los operadores políticos más importantes de la avanzada internacional anti chavista y uno de los grandes derrotados de la jornada electoral venezolana

 

Los principales medios españoles fueron los operadores políticos más importantes de la avanzada internacional anti chavista y uno de los grandes derrotados de la jornada electoral venezolana

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chavez_2012LA DERROTA MEDIÁTICA

El periódico ABC publicaba, horas antes de conocerse el resultado electoral en las elecciones presidenciales venezolanas, la derrota del presidente Chávez. El periódico El País, el mismo día de las elecciones hablaba de un "empate técnico". Los dos periódicos son considerados el reflejo de dos posiciones ideológicas, tal vez no antagónicas pero sí contrapuestas, el primero representaría la opción más conservadora mientras que el otro la progresista socialdemócrata. Ambos han hecho campaña contra el presidente Chávez y a favor de Capriles hasta el último minuto del proceso electoral violando los más elementales principios de rigor y ética periodística. Ambos han sido derrotados.

Su artillería se ha apoyado unas veces en la ocultación de los datos más relevantes y exitosos de la gestión del presidente Chávez, otras en el ensalzamiento de unas cualidades construidas ad hoc para Capriles, otras en la magnificación y descontextualización de los problemas de Venezuela y, la mayor parte de las veces, se ha recurrido al paraperiodismo : la adjetivación y la descalificación, la parcialidad, la emisión de opiniones como si fueran información, el falseamiento de datos, la tergiversación de declaraciones, la generalización de lo anecdótico, el tratamiento superficial y tendencioso, la inversión de la causa y el efecto, la personificación y demonización del presidente, la desconexión entre los hechos, etc. Ciertamente los medios españoles no han sido los únicos medios de comunicación implicados en la parcialidad y el falseamiento del proceso electoral venezolano pero quizá son, junto con los medios privados venezolanos, quienes menos han guardado las formas.

El tratamiento mediático al proceso revolucionario bolivariano es uno de esos casos paradigmáticos que ilustra a la perfección la guerra de los medios contra la ciudadanía, hasta el punto de que incluso después de que su candidato, H. Capriles, fuera derrotado han seguido manteniendo una posición de unánime descalificación y de sospecha hacia el reelecto presidente Chávez.

El mismo día de las elecciones, el diario El país, bandera insignia del grupo PRISA y vinculado a los medios privados y a la oposición venezolana, se despachaba con el titular "Un País en la Encrucijada"; artículo cuya entradilla decía: "Venezuela, convertida en el Estado más violento de América Latina tras Honduras, decide hoy si pasa página a los 14 años del régimen autoritario y populista de Hugo Chávez". Los autores del artículo, Maye Primera y Luis Prados, condensaban en estas líneas los dos tópicos que durante años y especialmente en esta campaña han sido bandera de los partidos de la oposición. Lanzaban una acusación implícita contra el gobierno de Chávez al responsabilizarle de los índices de violencia y vinculaban dicha violencia a la propia figura del presidente llamándole autoritario y populista. Este titular adquiere un significado especialmente negativo después de la entradilla pues nos aclara que los dos caminos que definen la encrucijada son, o el autoritarismo y la violencia del gobierno de Chávez o, implícitamente, la paz, la moderación y discreción de Capriles.

El diario ABC y Radio Televisón Española, también utilizaron la misma estrategia apuntando a la confrontación, la difusión de sospechas sobre posibles actos de violencia y la inestabilidad de Venezuela. Si ya durante meses todos los medios masivos españoles trabajaron arduamente para construir una determinada imagen del proceso electoral venezolano, el día antes de las elecciones no había por qué cambiar la línea editorial. Su misión ha sido doble, por un lado, influir en el voto en la dirección de sus pares venezolanos, por otro, crear las mejores condiciones para justificar una denuncia de fraude en caso de que los resultados fueran ajustados. Evidentemente no se trata de una guerra mediática ajena a los intereses y fines de los actores políticos, la complementariedad de los medios españoles y los medios privados venezolanos nos descubre una lógica económico-política que subyace, orienta, diseña y financia esta guerra. Al mismo tiempo, es necesario contextualizar este tipo de actuaciones en el mapa geoestratégico latinoamericano, señalar el papel de las empresas españolas (Banesto, BBVA, Telefónica, Repsol...) su visión recolonizadora y el papel facilitador del reino de España en el control económico de la zona. Cualquier proyecto de integración regional autónomo, cualquier proyecto soberanista que suponga un atisbo de riesgo sobre los intereses empresariales se convierte automáticamente en un flanco a batir. En este sentido, el proceso bolivariano es una seria amenaza, lo es para el imperio estadounidense, pero también para sus socios europeos.

Sin embargo, a pesar de toda la carne puesta en el asador mediático, a pesar del bombardeo y las distintas formas de ingerencia que éste encubre, a pesar de todo, los medios han sido derrotados por el pueblo venezolano. Ni siquiera ha sido el presidente Chávez, aunque sin duda su liderazgo ha sido determinante, la realidad fue que, contra el pronóstico poderoso de la manipulación informativa, los ciudadanos venezolanos fueron masivamente a votar (más del 80% en un país donde no es obligatorio hacerlo) y dieron en un 55,26% su respaldo al candidato Chávez y al proceso bolivariano. Cuestionar la transparencia, la limpieza y la fiabilidad del sistema electoral venezolano queda fuera de toda duda razonable dado que ha sido considerado el mejor del mundo por la Fundación Carter, por los cientos de personas de todo el mundo que actuaron como acompañantes del proceso y que ha contado con el aval de la propia oposición venezolana que sancionó el sistema utilizándolo en sus elecciones primarias y firmando actas de confiabilidad antes de las elecciones. Así pues, perdidas las apuestas y habiendo comprado gran cantidad de boletos, solo resta rediseñar la campaña bélica y proceder al reciclado semántico.

Durante años, el proyecto imperial ha jugado a confundir votocracia con democracia. Educando adecuadamente a los electores a través de las corporaciones mediáticas y blindando el acceso a la competencia electoral de las clases populares el control estaba garantizado pues bastaba con exigir elecciones libres para legitimar el gobierno de las élites. Cuando se producía alguna disfunción como en el caso de Chile, ahí estaba el golpe de estado para restituir el orden. En Venezuela también se hizo ese recorrido, sin embargo, al fallar el golpe político-empresarial-mediático del 2002 se inicia una nueva etapa, una campaña de desgaste liderada por las corporaciones mediáticas y basada en la reeducación del ciudadano venezolano. En esta etapa el tópico central es sembrar dudas sobre el proceso electoral: falta de transparencia, coacción, fraude, etc. Las elecciones venezolanas del 7 de Octubre han supuesto una nueva derrota de la estrategia bélica contra Venezuela y su rediseño.

EL REDISEÑO DE LA GUERRA Y LA UNANIMIDAD DE LA ESTRATEGIA

El hecho de que no haya habido ninguna rectificación por parte de los medios de comunicación ante el más que evidente fracaso de sus líneas editoriales –nos apoyamos en el análisis de los medios españoles-, sugiere, sin duda, el inicio de una nueva etapa desestabilizadora cuyas líneas maestras estaban ya en la campaña contra el candidato Hugo Chávez.

Al día siguiente de las elecciones, con los resultados definitivos, con toda la información que constataba la tranquilidad del proceso, la confianza de los electores y partidos en la transparencia y fiabilidad de los resultados; con todos estos datos, los medios españoles trazan las marcas de la nueva fase del enfrentamiento y, de nuevo, las coincidencias son más que reseñables: 1) la prolongación del mandato, 2) la gestión, 3) la incertidumbre y 4) la polarización.

Aún no está definida cuál será la idea fuerza sobre la que pivoteen las demás pero todo a punta a que será la primera, es decir, la prolongación del mandato vinculada a la matriz populismo-dictadura. Es probable que la puesta en duda de la gestión unida a problemas no resueltos como la corrupción, el burocratismo o la violencia, sea una línea secundaria idónea en la que, los sectores progresistas se integrarán a la campaña mediática encontrando un espacio para sus discursos críticos "desde la izquierda". La tercera traza supone ahondar en el tema de la enfermedad del presidente reforzando el imaginario que supone la imposibilidad de continuidad del proceso bolivariano sin Hugo Chávez. El afecto y la sintonía de un pueblo con su presidente –insólito en cualquier contexto de democracia representativa– es un parabán que hay que fisurar con cuidado pues puede volverse en contra en el contexto venezolano aunque no en el exterior. Es probable que estas líneas secundarias se trabajen de distinta forma hacia las audiencias europeas o latinoamericanas. Finalmente, el discurso de la polarización del pueblo venezolano constituye un flanco muy adecuado para seguir vinculando el proceso bolivariano a la confrontación, la división y la exclusión.

Dos días después de las elecciones El País titula dos amplios artículos: "Chávez Logra un Cuarto Mandato para Estar 20 Años Más en el Poder" y "La Derrota Pone a Prueba la Unidad de la Oposición Venezolana". En el primer titular vemos cómo no es el pueblo venezolano quien elige de nuevo a Chávez para gobernar el país, sino que el Chávez quien logra 20 años más. Suponemos que el jefe de redacción o los autores quisieron decir seis años más, que es lo que durará el nuevo mandato, pero en la línea de acusar al presidente de dictador es casi inevitable el lapsus. A la oposición se le lanza un mensaje, la necesidad de mantenerse unida y esperar tiempos mejores. El diario ABC después de haber difundido la victoria de Capriles el día de las elecciones, publicaba al día siguiente un artículo cuyos primeros párrafos coreaban la duración del gobierno con frases como "El mandatario gobernará un nuevo período de seis años hasta 2019 con lo cual llegaría a dos décadas en el cargo" y cuatro días después lanzaba el titular "Capriles Dice que No Hubo Fraude, pero que Chávez Abusó de la Maquinaria Oficialista"; nuevamente el triunfo electoral de Hugo Chávez se une a acusaciones dictatoriales. El día después de las elecciones en una tertulia de Radio Nacional de España un comentarista explicó a la audiencia española que también Hitler había ganado unas elecciones.

Luis Prados y Maye Primera ejercen como paraperiodistas principales del periódico El País y registran magistralmente todos los tópicos de la nueva estrategia post-derrota en la introducción del artículo sobre la victoria de Chávez "la holgada victoria de Chávez a sus 58 años, se produce a pesar del fracaso de su gestión y de la incertidumbre que supone su enfermedad al no tener un heredero conocido". En general, se trata de unos periodistas muy poco hábiles en su trabajo aunque quizá muy a tono con el nivel intelectual y político de la propia oposición venezolana, pero no cabe duda de que hay un diseño muy elaborado de la línea a seguir. En esta entradilla reconoce la victoria de Chávez pero se ocupa de señalar su edad que, aunque no es elevada para un presidente, colocada al lado de las palabras enfermedad y heredero se convierte en un proyectil dirigido a reforzar la idea de incertidumbre sobre el futuro. Como dijimos, el mismo día de las elecciones publicó un artículo cuyo titular "Un país en la encrucijada", trataba de igualar el peso de las dos opciones electorales y en sus contenidos se centraba en acusar al gobierno de Hugo Chávez de los índices de violencia, la inseguridad, todo unido a la acusación de mala gestión.

El ABC continúa con la vía de la sospecha sobre el proceso electoral y después de retirar el anuncio de la victoria de Capriles titula la noticia del triunfo de Hugo Chávez "Rajoy Felicita a Hugo Chávez por su Ttriunfo" Electoral" poniendo entre comillas la palabra triunfo. En otro artículo tituló "La UE Felicita a Chávez Pero Pide Promover Libertades Fundamentales". Radio Televisión Española en su página web optó también por incidir en lo prolongado del mandato de Chávez y, sorprendentemente le dedicó más espacio al candidato derrotado que al ganador: "Chávez Estará 20 Años en el Poder pero con una Oposición Más Fuerte" y "Capriles Recuerda a Chávez que "Hay un País que Tiene Dos Visiones".

Es probable que el eje de coordenadas dictadura-polarización se constituya en el núcleo duro de la nueva fase de guerra mediática. En primer lugar porque se da continuidad a la campaña de propaganda que ya tiene un recorrido fuertemente asentado en las conciencias en relación a la figura del presidente Chávez, digamos que ya hay un "buen" trabajo realizado por rentabilizar y, en segundo lugar, porque el término dictadura compendia y personifica todas las maldades, señala al enemigo sin que se necesite añadir ningún esfuerzo explicativo. La polarización es una de las consignas más potentes ya que permite utilizar los votos obtenidos por la oposición como arma arrojadiza a la vez que continúa apuntalando el flanco más débil de la oposición, su falta de unidad. Así mismo, ambas coordenadas son especialmente potentes dirigidas a minar el posicionamiento geopolítico de Venezuela en el área latinoamericana dado que las dictaduras y la división han sido dos de las lacras que más han golpeado a los pueblos latinoamericanos.

Lo que resulta del todo evidente es que, tras la derrota de las empresas mediáticas, la guerra contra el pueblo venezolano y la revolución bolivariana continúa.

 

FUENTE: Rebelión

 


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Las medidas de tipo monetaria para intentar fomentar el crecimiento han llegado a su límite de eficacia a esta altura de la crisis internacional. Sin embargo, se sigue insistiendo en ellas

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crisis-financLos bancos centrales a ambos lados del Atlántico adoptaron extraordinarias medidas de política monetaria en septiembre: la tan esperada «QE3» (tercera dosis de flexibilización monetaria por parte de la Reserva Federal estadounidense) y el anuncio del Banco Central Europeo sobre la compra ilimitada de bonos de los gobiernos de los países en problemas de la eurozona. Los mercados respondieron con euforia. En EEUU, por ejemplo, los precios de las acciones alcanzaron máximos posrecesión.

Otros, especialmente quienes forman parte de la derecha política, se mostraron preocupados por la posibilidad de que las recientes medidas monetarias impulsen inflación en el futuro y fomenten un gasto gubernamental desenfrenado.

De hecho, tanto los temores de los críticos como la euforia de los optimistas son injustificados. Con tanta capacidad productiva actualmente subutilizada y con perspectivas económicas tan sombrías en lo inmediato, el riesgo de una inflación grave es mínimo.

Sin embargo, las acciones de la Fed y el BCE enviaron tres mensajes que deben brindar un respiro a los mercados. En primer lugar, afirmaron que las acciones previas no han funcionado; de hecho, los bancos centrales más importantes son en gran parte responsables de la crisis. Pero su capacidad para revertir sus errores es limitada.

En segundo lugar, el anuncio de la Fed sobre su decisión de mantener las tasas de interés en niveles extraordinariamente bajos hasta mediados de 2015 implica que no espera una próxima recuperación. Eso debería constituir una señal de aviso para Europa, cuya economía es actualmente mucho más débil que la estadounidense.

Finalmente, la Fed y el BCE indicaron que los mercados no recuperarán el pleno empleo rápidamente por sí solos. Es necesario un estímulo. Eso debería servir como réplica a quienes exigen mayor austeridad tanto en Europa como en Estados Unidos.

Pero el estímulo necesario –en ambos lados del Atlántico– es de carácter fiscal. La política monetaria ha demostrado ser ineficaz y es improbable que más de ella consiga regresar la economía al sendero del crecimiento sostenible.

En los modelos económicos tradicionales, la mayor liquidez produce más créditos, en su mayoría para los inversores y a veces para los consumidores, lo que incide positivamente sobre la demanda y el empleo. Pero consideren un caso como el español, donde tanto dinero ha huido del sistema bancario y continúa haciéndolo mientras Europa juguetea con la implementación de un sistema bancario común. El simple hecho de agregar liquidez mientras se continúa con las actuales políticas de austeridad no reavivará la economía española.

Además, en EEUU, los bancos más pequeños, que financian en gran medida a las pequeñas y medianas empresas, fueron desatendidos. El gobierno federal –tanto durante la presidencia de George W. Bush como la de Barack Obama– asignaron cientos de miles de millones de dólares para apuntalar a los megabancos, al tiempo que dejaron que cientos de estos prestamistas más pequeños, aunque de fundamental importancia, quebraran.

Pero los créditos se verían limitados incluso si los bancos gozaran de mejor salud. Después de todo, las pequeñas empresas dependen de los créditos con garantías, y el valor de los bienes raíces –la garantía más habitual– aún se mantiene a un tercio de sus niveles precrisis. Además, dada la magnitud de la capacidad ociosa en bienes raíces, las menores tasas de interés afectarán poco los precios de los inmuebles y mucho menos impulsarán otra burbuja de consumo.

Por supuesto, no pueden descartarse efectos marginales: los cambios pequeños en las tasas de interés de largo plazo debido a la QE3 pueden producir pequeños aumentos en la inversión; algunos ricos aprovecharán los mayores precios de las acciones para consumir más; y unos pocos propietarios podrán refinanciar sus hipotecas y reducir sus pagos, lo que también les permitirá impulsar el consumo.

Pero la mayoría de los ricos saben que las medidas temporarias solo generarán una efímera señal en los precios de las acciones –insuficiente para permitir un aumento significativo del consumo. Más aún, los informes sugieren que pocos de los beneficios por las menores tasas de interés en el largo plazo se están filtrando a los propietarios de viviendas; los principales beneficiarios, parece, son los bancos. Muchos de los que desean refinanciar sus hipotecas aún no pueden hacerlo, ya que deben más por sus hipotecas de lo que vale la propiedad subyacente.

En otras circunstancias, EEUU se beneficiaría por el debilitamiento del dólar que se deriva de las menores tasas de interés –una suerte de devaluación competitiva mediante políticas de «empobrecer al vecino» a expensas de los socios comerciales estadounidenses–. Pero, dadas las menores tasas de interés europeas y la desaceleración global, es probable que los beneficios sean pequeños incluso en este caso.

A algunos les preocupa que la nueva liquidez conduzca a peores resultados –por ejemplo, un boom de productos básicos, que funcionaría en gran medida como un impuesto sobre los consumidores estadounidenses y europeos–. Las personas de mayor edad, que fueron prudentes y mantuvieron su dinero en bonos gubernamentales, verán un descenso en su rendimiento –algo que reducirá aún más su consumo–. Y las bajas tasas de interés impulsarán a las empresas que invierten a gastar en capital fijo, como máquinas muy automatizadas, garantizando que, cuando llegue la recuperación, generará relativamente pocos puestos de trabajo. En resumen, los beneficios son, en el mejor de los casos, pequeños.

En Europa, la intervención monetaria tiene un potencial de ayuda mayor –pero el riesgo de empeorar las cosas es similar–. Para disipar la ansiedad sobre el despilfarro gubernamental, el BCE incluyó condiciones en su programa de compra de bonos. Pero, si las condiciones funcionan como medidas de austeridad –impuestas sin medidas conjuntas significativas para impulsar el crecimiento– serán más semejantes a una sangría: el paciente debe arriesgarse a morir antes de recibir medicinas genuinas. El miedo a perder la soberanía económica hará que los gobiernos se muestren reacios a pedir ayuda al BCE, y solo si la solicitan habrá efectos reales.

Existe un riesgo adicional para Europa: si el BCE se centra demasiado en la inflación, mientras que la Fed busca estimular la economía estadounidense, los diferenciales en las tasas de interés conducirán a una apreciación del euro (al menos en términos relativos a lo que sería si este no fuera el caso), socavando la competitividad y las perspectivas de crecimiento de Europa.

Tanto para Europa como para Estados Unidos, el peligro reside en que los políticos y los mercados crean que la política monetaria puede revivir la economía. Desafortunadamente, su impacto principal en este momento es el de distraer la atención de medidas que verdaderamente estimularían el crecimiento, incluida la política fiscal expansionista y reformas en el sector financiero que impulsen el crédito.

La caída actual, que ya dura media década, no tendrá una pronta solución. Eso, en síntesis, es lo que están afirmando la Fed y el BCE. Cuanto antes lo reconozcan nuestros líderes, mejor.

 

(*) Catedrático en la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía, y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy [Caída Libre: El Libre Mercado y el Hundimiento de la Economía Mundial].

FUENTE: The Project Syndicate

 


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