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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Fri, 19 Apr 2024 01:13:51 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Comparaciones odiosas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6752-comparaciones-odiosas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6752-comparaciones-odiosas Julio Nazareno - Presidente de la CSJN entre 1993 y 2003

“Las comparaciones son odiosas” afirmaba mi abuela, pero qué sería del análisis político sin la posibilidad de comparar procesos y contextos. Es más, podríamos ampliar la pregunta sobre la ciencia política y su capacidad comparativa desde sus inicios hasta aquí. ¿O acaso, por ejemplo, no hacía ejercicio comparativo el bueno de Aristóteles cuando nos explicaba qué modelo de gobierno era mejor para una comunidad? ¿Y no hacía lo propio el siempre denostado Nicolás Maquiavelo cuando definía las cualidades que debía tener el príncipe para hacerse del poder y conservarlo? La comparación, bien ejecutada, puede servirnos para conocer el pasado, pero también nuestro presente de cada día y, por qué no, trazar algunas líneas de futuro.

Desde comienzos de año, el oficialismo nacional ha puesto en marcha el tratamiento de juicio político sobre los cuatro integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, siguiendo los procedimientos que establece la Constitución Nacional. Inmediatamente surge la tentación por comparar este proceso con el último juicio de estas características, llevado adelante a partir de 2003 bajo la presidencia de Néstor Kirchner. En un punto deben reconocerse que las expectativas resultan realmente disímiles, pero de antemano debemos reconocer que los contextos también lo son. De ello se tratan las siguientes líneas: de revisar (en parte) ambos procesos, para, en definitiva, tener real dimensión del tiempo político que vive el país.

La primera diferencia (menor) que surge en estos casi veinte años radica en la forma en que la sociedad fue notificada al respecto: mientras Néstor Kirchner comunicó la novedad mediante una cadena nacional, método siempre valorado por el kirchnerismo como trascendente método comunicacional, el actual presidente Alberto Fernández lo hizo vía redes, en la mañana del 1º de enero, como un signo de los tiempos virtuales que corren. Aún nos intentábamos sacar de encima la resaca de una fiesta de noche vieja, cuando nos desayunábamos con la buena nueva presidencial. De allí en más se puso en marcha un procedimiento que le permitió ganar en centralidad al propio Fernández.

Pero si debiéramos ir por aquellas diferencias estructurales más notorias podríamos trabajar sobre tres ejes.

El primero de ellos refiere a la calificación de Corte adicta. El máximo tribunal que se comenzó a desmontar a partir del 2003 recibió esa calificación una década antes, cuando el menemismo era la fuerza política más importante. Se la podía definir de adicta al poder político, pero también resultaba funcional al entramado económico que había sabido construir Carlos Menem, en una era de transformaciones que, a la larga, perjudicó a la mayoría de los argentinos.

Esa Corte, funcional a los intereses comentados, era severamente cuestionada de manera transversal por la población, por diversos actores de la sociedad civil, por una parte de cierto empresariado y por el común de los 'mass media'; llegando al final del gobierno de Fernando de la Rúa con un descrédito notorio. El nivel académico de algunos de sus integrantes era severamente cuestionado, lo cual se retroalimentaba con un estilo provocador a la vez que bizarro de quien era su presidente, el riojano Julio Nazareno.

Los fallos eran definitivamente funcionales a los intereses del menemato y de sus aliados corporativos, lo que derivó que, con el tiempo, la sensación de hartazgo social se hiciera masiva, al punto que, lo que no había logrado aunar Eduardo Duhalde con el mismo tipo de juicio en 2002, la capacidad decisoria del santacruceño del 22% de los votos, se apalancara en un fuerte apoyo ciudadano.

El proceso no fue uniforme. Quien primero renunció fue el ya nombrado Nazareno. Eduardo Moliné O’Connor y Antonio Boggiano fueron destituidos en el año 2003 y 2005, respectivamente. Mientras que Adolfo Vázquez y Guillermo López fueron los últimos en presentar la dimisión.

Pero lo realmente valedero del caso no fue la eyección progresiva de la corte adicta, sino el procedimiento selectivo que se plasmó en el ya famoso Decreto 222/03 y que, sus bases conceptuales, perduran hasta hoy en la institucionalidad argentina. El sistema de objeciones que la sociedad civil puede plantear sobre cada candidato, resultaron en una novedad que aportó un soplo de aire fresco en una decisión que históricamente quedaba circunscripta a los pasillos de la Casa Rosada y del Congreso de la Nación.

Vale preguntarse por la valoración de la actual Corte. Lejos de ser acusada de adicta, la misma no deja de ser funcional al poder económico de este tiempo. Sus recientes fallos más famosos y la definición ideológica de su vicepresidente que niega la posibilidad de que ante cada necesidad exista un derecho, así lo confirman.

Si en 2003, oposición y poder mediático acompañaron el deseo de borrar de un plumazo el bochorno que suponían esos jueces, el año 2023 muestra la ominosa promiscuidad de una defensa corporativa que se sintetiza en la designación en comisión de quienes hoy la conducen, en su vinculación con lo más granado de la concentración económica y en la relación vergonzosa de un jefe de asesores del presidente del máximo tribunal, asesorando a un ministro de Justicia en el marco de un juicio donde este último es parte.  

El segundo eje refiere a los contextos. Además del ya mencionado hartazgo social y la renovación política que representaba la figura de Néstor Kirchner, el año 2003 se anclaba en un período de una marcada atomización partidaria, la cual se plasmó en un sistema electoral que avaló una forma extraña de neo lemas y que servía como solución de las enormes distancias internas de los partidos más importantes.

Néstor Kirchner supo interpelar a un sistema político que necesitaba renovarse y pese a la supuesta debilidad del 22% de los votos obtenidos, recreó una serie de procedimientos que le dieron mucha más potencia que aquello que las urnas habían señalado.

Dos décadas después, aunque algunos nombres se repitan, el escenario no es el mismo. El oficialismo enfrenta una coyuntura donde muchas diferencias internas se saldan a la luz del día, restándole potencia de gestión y de construcción política.

La oposición, por su lado, tiene diálogo directo con una parte del Poder Judicial que supo cooptar en el período 2015 – 2019. Las relaciones cercanas y estrechas surgen a la vista, sin una reacción social masiva que las cuestione. Al cansancio e indignación de comienzo de siglo, hoy, le corresponde una indiferencia que debe preocuparnos, en un contexto donde la supuesta irreverencia política, le pertenece a una extrema derecha que dice querer modernizar al país, llevándolo a un estado social pre moderno. Valga la contradicción.

El tercer y último eje refiere a lo que el futuro puede deparar.

Venimos comentando en esta columna semanal, la dificultad concreta del oficialismo para lograr su cometido de renovar las sillas de los supremos. “No dan los números” para que la Cámara de Diputados, que hasta ahora actúa como receptora de las denuncias, se convierta en acusadora, y por lo tanto pueda dar traslado a la de Senadores para que el juicio se sustancie.

En este sentido la historia también muestra alguna referencia a tener en cuenta. En 2002 el presidente interino Eduardo Duhalde, presentó la formalidad del pedido de inicio de juicio político sobre la totalidad de los integrantes de la Corte y fracasó. Pero la potencia de ese planteo, sirvió como antecedente para que un año después, variando la estrategia de efectuar pedidos de juicio individuales, luego de dos años, el resultado fuera otro.

Vale preguntarse: ¿los cuatro acusados, en esta etapa inicial, actuarán en un mismo bloque defensivo? Habrá que ver cómo actúa Ricardo Lorenzetti, quien tiene pendiente un viejo pedido de juicio político de la Coalición Cívica, y que ha sabido hacer conocer su ira por cómo fue eyectado por Carlos Rozenkrantz y por cómo fue elegido el santafesino Rosatti, tanto en la presidencia como en el Consejo de la Magistratura.

Y también vale saber por el accionar de Juan Carlos Maqueda, viejo lobo de mar del peronismo, que exactamente veinte años atrás tuvo la valiente actitud de recomendarle la renuncia a Nazareno, para oxigenar al máximo tribunal.

Estas dudas se sustancian en una interna cortesana que existe y es real, aunque persista el sordo ruido, que tan abnegadamente tratan de imponer el poder mediático más concentrado y una oposición a la cual también le pueden aparecer algunas grietas futuras, si el espacio conducido por Elisa Carrió insiste en la acusación contra el rafaelino Lorenzetti.

El proceso será largo. El tema ocupará buena parte del centro de la escena en 2023, generando desgaste político que habrá que ver cómo sobrellevan los cuatro supremos cuando comiencen a conocerse los fundamentos de las múltiples denuncias que han servido de justificación para la veintena de demandas solicitadas.

Mientras las encuestas siguen señalando al Poder Judicial con los peores indicadores en cuanto a la “calidad” de su servicio, en paralelo, la sociedad argentina no parece decididamente preocupada ante este tipo de avances y retrocesos institucionales.

Tal vez sea hora de ser mucho más asertivos en la demostración de cómo influyen ciertas defensas corporativas en el día a día de cada uno de nosotros. El ejemplo de jueces fallando en el sentido de no considerar a la telefonía celular y a internet como un servicio público sujeto al control tarifario estatal, representa un caso emblemático para nuestra cotidianeidad.

Ninguna batalla se pierde antes de darla. Y la masa crítica que hoy falta, puede ser el sustento de otro tiempo. Con el agregado de una composición diferente del Congreso, la cual será definida en este año electoral, la comparación con el 2003, veinte años después, tal vez no quede tan alejada de nuestra realidad.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 05 Feb 2023 10:53:50 -0300
Propuestas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6751-propuestas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6751-propuestas Propuestas

Te propongo simplemente que me quieras.
Yo no te propongo ni el sol ni las estrellas,
tampoco yo te ofrezco un castillo de ilusión.
Yo tengo para darte tan solo cosas buenas,
triviales y sencillas las cosas de este amor...
Sandro

Llegamos al último fin de semana de enero de 2023 luego de haber atravesado una semana donde en la Argentina se escucharon propuestas políticas de todo tipo. Una cumbre internacional y el inicio del juicio político a la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la Cámara de Diputados, le dieron marco a afirmaciones verdaderamente disímiles: desde acuerdos continentales sustanciosos a bloqueos institucionales disfrazados de indignación republicana pasando por la inefable idea de proponer la detención de un dignatario extranjero en suelo argentino. Todo sazonado con la dosis justa de calor y, ahora, de humedad veraniega. Pasen y vean, mientras esperamos a los mosquitos que ya aparecerán.

El inicio de la semana tuvo a la Séptima Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en el centro de la escena nacional. No tanto por las múltiples miradas que se sintetizan en estos espacios y sobre las cuales este analista, respetuosamente, prefiere no abordar por falta de conocimiento de cierto juego de las relaciones internacionales, sino porque los encuentros de este tipo siempre permiten lecturas posibles para el espacio local. Si a eso le sumamos la patológica tendencia de la argentina mediática a revisar hechos, acciones y proyectos políticos externos con la lógica local, el combo resulta completo.

No deja de tener algo de razón el propio presidente uruguayo Luis Lacalle Pou cuando afirma que no debemos tener una visión hemipléjica de las relaciones internacionales. La frase fue celebrada en el ámbito interno por la derecha argentina que se rasga las vestiduras por la situación de los derechos humanos en algunos países de la región, pero celebraba la llegada de un Xi Jinping, líder del Partido Comunista, y a la sazón del Estado chino, para la cumbre del G20 en noviembre de 2018. Indignaciones a tiempo y a la carta.

La ausencia de Nicolás Maduro (y los motivos que adujo), fue celebrada como un triunfo político por buena parte del mundillo PRO que imagina un diciembre de 2023 al frente del Ejecutivo y con una actitud muy distinta frente al heredero de Hugo Chávez Frías.

Una reunión como la que se llevó adelante en Buenos Aires a comienzos de semana, siempre deja elementos para el análisis de la política local y mucho más si el país donde se desarrolla, se predispone al inicio (formal) de un proceso electoral de proporciones que podría traer la novedad de reducir el margen de incidencia política de no pocos dirigentes. En el 2023 en la Argentina, no sólo se juega quien gobernará los destinos de sus ciudadanos durante cuatro años sino, también, las condiciones de la sobrevida de varios protagonistas. Ex presidentes (y presidentas) incluidos.

Si Alberto Fernández sale fortalecido en el plano internacional luego de la reunión, no es un dato inocuo para la política local. Si la vicepresidenta se reúne en su despacho del Senado de la Nación con un par de dignatarios de la región, pero además Cristina Fernández de Kirchner y Luis Ignacio Lula Da Silva no se encuentran por “problemas de agenda” (retórica política llevada a su máxima expresión), también son datos que se traducen en el día a día de lo local. Es cierto que los extranjeros no votan pero la talla de un dirigente y la posibilidad de afianzar procesos políticos locales, también se cimentan con el roce internacional.

Entonaba Sandro, el de América, “yo no te propongo ni el sol ni las estrellas”, y algo de esa asepsia propositiva parece reinar en buena parte de la oposición argentina (supuestos progresistas incluidos), que en el contexto del juicio político a la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha decidido no habilitar el tratamiento de ningún proyecto de ley en la Cámara de Diputados.

El juego no deja de contar con cierta perversidad discursiva: mientras unos se quejan del no tratamiento de ciertas leyes, otros plantean la idea de que en Extraordinarias sólo se ofrece tratar leyes marginales.

La justificación al palo: en el medio hay 800.000 personas que en el país no pueden acceder a una jubilación y ocho universidades esperan para ser creadas. Se nota que algunos dirigentes y el electorado que representan no necesitan (supuestamente) de la presencia de un Estado que garantice algunos derechos.

En un punto, el juicio a la Corte por momentos bordea el bizarrismo. Opositores afirmando que el contenido de la demanda que se ha comenzado a sustanciar en el Congreso es “político”. Y sí Mabel, y sí Roberto, la constitución así parece haberlo entendido. Para demandas formales, están los tribunales que tan bien se representan en la vergüenza de buena parte de la Justicia Federal, aunque en muchas ocasiones, los jueces de Comodoro Py hayan inventado (e inventan), procedimientos procesales propios.

El juicio a la Corte servirá, más allá de los resultados, para mostrar ciertas formas de relacionamiento del poder, ese que no se vota pero que existe y es real. Causales para el juicio sobran y de hecho se han sustanciado en una veintena de intentos, con demanda incluida de la propia Coalición Cívica que sigue liderando la border Elisa Carrió, quien parece decidida a “llevarse puesto” a nuestro coterráneo Ricardo Lorenzetti.

El contexto propuesto por la oposición que integran Juntos por el Cambio y el Interbloque Federal supone la negación de la política. Como no están de acuerdo con el proceso, que en esta coyuntura lleva a una inexorable permanencia de los cuatro (amigos) del Liverpool, intentan obturar el mismo y de paso, cualquier tipo de discusión que se precie sobre otros temas. El riesgo es enorme: no sólo por lo que no se legisla sino por lo que puede quedar como antecedente de cara al futuro mediato. La defensa ya es claramente corporativa y no cabe agregar demasiado al respecto.

Pero también hubo tiempo para otras “novedades” políticas que, dicho honestamente, no tienen nada de nuevo (valga la contradicción) ya que las internas del gobierno no vinieron con las lluvias de la última semana. Cambiaron algunos métodos y no mucho más.

El supuesto enojo de Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior de la Nación, a partir de no haber sido invitado a una reunión sobre el tema Derechos Humanos en el contexto de la CELAC, dada su historia personal, se parece y mucho a un berrinche de estudiantina. Lo más gravoso del asunto es que lo hizo desde un off the record, recurso que el kirchnerismo supo detestar en su momento porque le parecía una forma perniciosa de la política argentina.

En aquellas circunstancias (oh década ganada, qué lejos has quedado), la distancia con los formadores de opinión, en muchas ocasiones devenidos en meros operadores, le permitía contar con dos factores determinantes: la iniciativa y la sorpresa política. Había en ello una virtud, ya que circunscribía lo decisional al ámbito pertinente y no al globo de ensayo que supone hacer correr ciertas versiones.

Si De Pedro lo hizo (nadie lo ha confirmado ni negado), si las intenciones referían a generar aún más ruido político interno o a la falta de experiencia cuando se juega en las grandes ligas de la política, es parte de un proceso donde el cristinismo celebra una encuesta publicada por el multimedios que antes era acusado de mentir (y miente), que afirma que la vicepresidenta es la dirigente con mayor intención de votos (17%), seguida por Javier Milei (15%). 

La encuesta, y los números, son engañosos. No hablamos de un partido del reiniciado fútbol argentino donde sólo valdría sacar más puntos que el adversario. Si la encuesta fuera cierta, lo que debe preocuparnos es la atomización que expone, antes que la definición sobre quién tiene un voto más o un voto menos. Con candidatos que no superen los 20 puntos, el escenario de ballotage es inexorable y la variopinta lista de candidatos amarillos más la del supuesto libertario Milei (perdón Kurt Wilckens), totalizan más del 50% de los votos. Celebrar ese primer lugar, se parece más al cuidado de la quintita propia antes que a la visión estratégica de lo que demanda la Argentina en pleno siglo XXI para ser un país más justo e igualitario.

En la previa de febrero, mes de retorno de la actividad judicial y del comienzo de la sustanciación del juicio a la Corte, en Argentina pudimos escuchar ideas que refieren a grandes propuestas a partir de la Asamblea de la CELAC y su contexto. La oposición argentina, a diferencia de Sandro, el de América, ni siquiera supo ofrecer algo que pueda seducir más allá del prejuicio y del preconcepto. Y buena parte del oficialismo sigue decidido a jugar al juego que parece que mejor juega y más le gusta: tirarse tiros en los pies. Seguramente habrá más novedades para este boletín.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 29 Jan 2023 20:26:41 -0300
Antón Pirulero https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6750-anton-pirulero https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6750-anton-pirulero Antón Pirulero

Antón, Antón,
Antón Pirulero,
cada cual, cada cual
atiende su juego,
y el que no, y el que no,
una prenda tendrá.
(Anónimo)

Huelga decirlo, pero para quienes pasamos la barrera que suponen las cinco décadas de edad, fuimos criados con una serie de canciones infantiles que no se caracterizaban siempre por el sentido de lo colectivo o de lo diverso. Antón Pirulero (dejamos aquí un interesante post que viene a zanjar la cuestión de si es “Antón” o “Al Don”), siempre resultó una creación que hacía gala de un marcado individualismo ya que, si cada uno no atendía su juego, tendría una prenda.

Podría afirmarse que estas líneas pueden servir de excusa para evitar una necesaria sesión de psicoanálisis, pero lo real y concreto es que, cuando se observan algunos posicionamientos políticos del oficialismo nacional (y provincial), uno no puede dejar de observar cómo perseveran ciertas lógicas individuales antes que las del conjunto. Promediando enero, la ausencia de un liderazgo que aglutine resulta cada vez más evidente. Capítulo número mil de un proceso que transforma a la idea de la diversidad en un juego donde prevalecen las mezquindades de los distintos protagonistas. Pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

Desde hace unas cuantas semanas Alberto Fernández aparece más activo en temas y regiones que había dejado de abordar en el pasado no tan lejano. Comenzó el año con el anuncio del inicio del proceso de juicio político a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ha recorrido un par de provincias, y ha dado a conocer una serie de videos donde, a la vez que cuestiona la gestión macrista, realza lo hecho por su administración en este tiempo. Los últimos spots se parecen, y mucho, a los de un presidente/candidato: discute con cierto decir opositor, muestra un futuro cercano de esperanza y fogonea una autovalorización que el macrismo parece destinado a esmerilar.

La estrategia presidencial se ancla en una temporada turística récord, de argentinos que vacacionan en el país pero también de aquellos que se corren hasta Brasil; en una gestión económica conducida por Sergio Massa que evitó el abismo y pone cierta perspectiva en una baja real de la inflación; en una actividad industrial que en algunos sectores muestra los mejores números desde hace quince años; en un conjunto de obras estructurales que son vitales para el tiempo que viene y en un protagonismo regional que se complementa con el éxito lulista de octubre de 2022. Si toda esta hiperactividad obedece al deseo íntimo presidencial de ir por la reelección o de evitar el vacío de poder sintetizado en la historia de un pato rengo, es algo que sólo Alberto Fernández y el tiempo (fundamentalmente) podrán definir.

https://twitter.com/alferdez/status/1616534217072017428

Cristina Fernández de Kirchner por su parte, aparece cada vez más determinada a mostrar el comportamiento mafioso de buena parte de la justicia federal que anida en Comodoro Py y que, en esta semana, volvimos a tener un ejemplo de su eficaz accionar cuando el juez Sebastián Ramos decidió archivar (en menos de dos semanas) la causa contra el ministro de Seguridad y Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Marcelo D’alessandro, por los audios que lo involucraban en una relación bochornosa con Silvio Robles, el jefe de asesores de Horacio Rosatti. La vicepresidenta sigue mostrándose muy lúcida para reflejar la red de complicidades que operan en ese antro llamado tribunales federales y el día viernes advirtió de que están llevando a la institucionalidad argentina a un callejón sin salida.

La gran pregunta para este 2023 es si esa lógica política mueve el amperímetro electoral. Con una inflación del 95% para el año que pasó, con una expectativa (con todo el viento a favor) de bajar ese número al 60% para los próximos doce meses, queda la duda persistente si la sociedad en su conjunto pone en valor esa justa disputa que lleva adelante la dirigente peronista con más votos.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1616437324421668864

Sergio Massa por su parte tuvo una semana con matices. Al anuncio de la recompra de deuda por U$s1000 millones, medida que le permitió quitar presión a un dólar ilegal que había aumentado casi un 10% en muy pocos días, le siguió una sobreexposición de su figura que recibió el cuestionamiento del multimedios más poderoso de la Argentina. Algunas cosas no parecen casuales: desmontar una pequeña corrida cambiaria tiene sus costos, para Massa incluido.

La situación es clara: el gobierno articula poder como puede, con medidas de distinto tipo y, excepto honrosas excepciones, no aparece un conjunto de dirigentes que le ponga el cuerpo al asunto. Si al presidente se le pedía audacia para emprender disputas que de antemano se sabían perdidas (el juicio a la Corte es un claro ejemplo de ello), hoy, no aparecen muchas de esas voces bancando la parada. Si retoma una siempre necesaria y sana costumbre de recorrer el país, vale preguntarse cuántos son los dirigentes locales que están dispuestos a acompañarlo en la recorrida.

Para muestra basta un botón decía mi abuela, y en la semana que pasó los santafesinos tuvimos un buen ejemplo de lo dicho en el párrafo anterior. El gobierno nacional anunció una partida de $1300 millones para la provincia de Santa Fe para paliar los efectos de la sequía. Rápido de reflejos, el diputado Roberto Mirabella, hombre de estrechísima confianza del gobernador Omar Perotti y uno de los dirigentes que suenan como delfín del primer mandatario provincial para sucederlo en el cargo a partir de diciembre de este año, se ocupó vía Twitter de agradecer pero a la vez señaló una crítica por la ausencia de un plan integral. Uno lee el mensaje y no entiende bien si lo escribe un oficialista o un opositor.

https://twitter.com/mirabellarob/status/1616162172190474245

En ese ejemplo menor, insignificante si se quiere, radica parte de una pregunta que parece rondar en ciertos ámbitos que no son, precisamente, los que componen el famoso y nunca del todo identificado círculo rojo: ¿Quién defiende al gobierno?, y ampliando la perspectiva, ¿Quién defiende al peronismo en su conjunto?

Si, unos quinientos supuestos empresarios que dicen gustar del riesgo inversor capitalista, actúan en tándem con la Embajada de los EE.UU. y salen a cuestionar un pedido de juicio político contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación, instancia jurídica consagrada en la mismísima Constitución Nacional, luego de que la propia oposición argentina haya presentado una veintena de juicios políticos al presidente de la Nación y nadie se ofendiera demasiado; y sólo se escuchan unas pocas voces que se paren frente al dislate de una embajada metiéndose en asuntos internos, cabe preguntarse el porqué de un silencio nacional y popular tan atronador.

El Frente de Todos surgió como producto de la urgencia que suponía sacarse de encima el lastre que representaba para el país la continuidad de un gobierno como el de Cambiemos en el período 2015 – 2019. La inteligencia de Cristina Fernández de Kirchner fue determinante y la idea de la “unidad en la diversidad” pareció sintetizar un espíritu de época que, con el surgimiento de los problemas más importantes de la gestión, no pareció prevalecer.

En el después no hubo una construcción que permitiera “pasar de pantalla”. ¿Falta de generosidad o de amplitud de los principales dirigentes? Esta podría ser una línea de abordaje para entender por qué hoy el Frente de Todos devino en la suma de “diversos con un sello común”, y no mucho más que eso.

La gran pregunta que subyace cuando se amplía la mirada es si este es un problema forjado en la propia génesis del Frente de Todos o es, en realidad, una característica sobresaliente del sistema político argentino en los años 20’ de este siglo XXI. Realmente resulta difícil de definir en este espacio, pero lo real y concreto es que nadie la tiene sencilla en este juego de distintos. Ni oficialistas, ni opositores. Estos últimos aparecen enfrascados en una virulencia interna que sólo es ralentizada cuando se trata de bloquear en forma sistemática al oficialismo, con crítica a la Asamblea de la CELAC incluida, ofreciendo el triste espectáculo político de pretender limitar la presencia en el país, de mandatarios que no son del gusto amarillo.

https://twitter.com/juntoscambioar/status/1612883168872304642

¿Las PASO podrían superar esta encerrona donde cada cual atiende su juego? Es una posibilidad. Lo planteamos hace tres meses atrás, cuando sosteníamos desde este grupo de trabajo que ese formato de internas creadas en la gestión kirchnerista había llegado para quedarse. Una de las virtudes de esa forma de ordenar la vida interna de los partidos es que, la disputa (y el consiguiente resultado) puede servir para fortalecer la vida de cada uno de ellos. Si bien esto no es un cálculo matemático de una exactitud definitiva, la alternativa de un proceso interno tal vez pueda reordenar y dar nueva significancia a algunos liderazgos.

Queda saber si el peronismo se decide por este método o si, por el contrario, prevalece la unidad de un nombre común. Cualquier método será posible, pero lo que queda cada vez más claro, para lo que el futuro depare, es que deberá reconsiderarse la idea conceptual del Antón Pirulero.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 22 Jan 2023 11:13:22 -0300
La previa https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6749-la-previa https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6749-la-previa Horacio Rodríguez Larreta y Sergio Massa

¿Calentamiento previo o inicio de campaña? La pregunta parece menor para un sistema político muy dinámico que desde hace unos cuantos años, no menos de 20, se ha distanciado de la baja del ritmo de algunas rutinas que supone enero. El primer mes del año nos obliga, más allá de vacaciones y descansos, a seguir mirando con atención el juego de la política. Si debiéramos encontrar una síntesis, por ahora podríamos decir que nombres propios hay pocos, pero lo que sobra es la actitud. Algunos dirigentes parecen prevalecer en la estrategia de los eternos arqueros suplentes: no se sabe muy bien cuándo le tocará defender el arco (si es que alguna vez le toca), pero por las dudas que el técnico lo necesite, se preparan para ser figura. Primer artículo de un 2023 que seguramente nos tendrá muy ocupados. Por ahora, con las patas en el agua y la vista en el ordenador, pasen y vean.

Alberto Fernández jugó de nestorista, y en la mañana del mismísimo primer día del año, anunció que iría por el juicio político a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Si algún supremo se predisponía a desayunar, en los preparativos de unas merecidas vacaciones (tanto buen servicio a los poderes fácticos de nuestro país, exige como compensación unos días de relax), mate en mano y con algún pedazo de pan de dulce sobrado del 31 a la noche, es probable que se haya atragantado.

La jugada no dejó de llamar la atención a propios y extraños, lo que quedó expuesto en las respuestas y lecturas iniciales de no pocos referentes nacionales. Si alguno (o alguna) imaginaba un año legislativo con poca visibilidad, a partir del juego bloqueante en el que insiste la oposición amarilla desde hace no menos de 12 meses (recordemos que el período de sesiones extraordinarias de 2022 fue casi inexistente), deberá revisar sus certezas a partir de una decisión política presidencial a la que poco le importa el resultado nominal final.

Si hay algo que enseña la práctica política que se desarrolla en este rincón del mundo, es que puede construirse masa crítica más allá de victorias o derrotas que, de alguna manera, pueden definirse como circunstanciales. El oficialismo tiene todas las de perder a la hora de poder eyectar del cargo a los cuatro supremos, pero en la previa del resultado final hay un proceso que puede ir mostrando como se han tejido (y se tejen) ciertas decisiones en el máximo poder institucionalizado de la Argentina. El trabajo de la comisión pertinente, podrá mostrar lo que tienen para decir los diversos protagonistas, principales y secundarios, de esa historia.

https://twitter.com/Diputados_Todos/status/1613891008940445705

Pero hay más. Porque la lógica no queda subsumida a lo que pasa en el edificio de calle Entre Ríos allí en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sino que interpela al conjunto de actores que, en muchos casos, desearían que el tema no exista en la agenda y optan por mirar al costado.

La decisión albertista muestra el estado real de las cosas en la oposición pero también en ese conglomerado llamado oficialismo. Para los primeros, el pedido de juicio político supone un avasallamiento de los valores más sagrados de la “república”. Lo ridículo del argumento es que el proceso se ancla sobre el mismísimo articulado de la Constitución Nacional: no hay convocatorias a movilizaciones masivas ni escraches, no hay enjuiciamiento mediático ni gritos desaforados. Sólo el apego a un mecanismo institucional previsto nada más y nada menos que desde hace, casi, ciento setenta años.

La oposición amarilla reproduce la práctica del tero que pone los huevos en un lado pero grita en otro: mientras vocifera por la falta de republicanismo, trata de ocultar con esa vocinglería, el escándalo que supone a un dependiente del mismísimo presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (y por obra y gracia de su enorme sabiduría y compromiso con el país, del Consejo de la Magistratura) asesorando a un ministro de Justicia de un estado subnacional, que tiene un pleito en ese mismo tribunal contra el estado nacional, sobre cómo debe litigar para que se falle en determinado sentido.

Los hechos resultan tan escandalosos como impunes, al punto de que no se ha conocido opinión alguna del asesor en cuestión (mano derecha del propio Horacio Rosatti) y sólo se ha logrado un pedido de licencia del funcionario implicado (Marcelo D’alessandro) del que el propio Horacio Rodríguez Larreta pretende hacernos olvidar entre juego de tejo en playas bonaerenses y fotos montadas de un supuesto surfista experimentado.

Por el lado del oficialismo el pedido de juicio político a la Corte también parece haber sorprendido a varios. Desde el silencio más sonoro (valga el oxímoron) de una vicepresidenta que nada ha comentado en las últimas semanas, pasando por algunas voces de apoyo del cristinismo más granado, hasta llegar al “no coment” de unos cuantos gobernadores peronistas; la especulación política parece haber prevalecido: algunos para no reconocer en Alberto Fernández cierta lucidez (recordemos que al presidente se le ha reclamado insistentemente desde sectores ahora silenciosos, no dar ciertas batallas más allá de triunfos o derrotas), otros porque tienen algún pleito pendiente en los cajones de algún escritorio del cuarto piso del edifico de calle Talcahuano y los más porque prefieren desarrollar sus exitosas carreras políticas sin hacer grandes olas (si usted querido lector, estimada lectora, piensa en el caso del algún gobernador de una provincia del centro del país, es parte de su afiebrada psiquis).

Con todo, y teniendo a la costa atlántica como destino político principal, la primera quincena de enero se va con un éxito de temporada y con varios actores barajando y dando de nuevo. Si la Unión Cívica Radical aparece algo desdibujada entre puestas en escenas de estilo “beatle”; le va en paralelo una Patricia Bullrich a la que cada vez le cuesta más ocultar su relación política con el desterrado Gerardo Milman; un Rodríguez Larreta cada vez más torpe y un Mauricio Macri que sin decir públicamente que será candidato, disfruta (y se ilusiona) con el deterioro político de sus viejos laderos.

https://twitter.com/GerardoMorales/status/1611769087767580674

En el mientras tanto, Sergio Massa, que aspira a una baja sustancial de la inflación en unos pocos meses, dice “a mí no me miren”. Sabe que, en un contexto de crecimiento económico, apalancado en el sector industrial y en el comercio, con el lastre de una sequía que afecta de manera evidente al sector primario, el 5,1% de diciembre no es un dato que enamore a nadie. Si ese número bajara al tres, otro sería el cantar diría mi abuela, y allí habrá que ver qué desea el tigrense y cómo lo evalúa el conjunto del peronismo.

Daniel Scioli, por las dudas se muestra en Mar del Plata, esa ciudad que tanto lo referencia, y el dúo de los Juanes, Schiaretti – Urtubey, juegan al juego de las fotos y se sacan una diciendo que van por el espacio anti grieta. Desde su escasa visibilidad política allende sus lugares de origen, tendrán que ponerle bastante nafta al auto, gastar unas cuantas millas de pasaje de avión y recrear relaciones varias con lo más granado del poder mediático porteño, si es que quieren pasar de la anécdota política de un “tirito” electoral para transformarse en un espacio político que acumule algo de cara al futuro mediato.

Para no ser menos, Javier Milei, que aparece como uno de los más decididos a formar parte del entramado electoral 2023 como candidato a presidente, también padece su propia interna con el inefable Carlos Maslatón, que pasa de comentar los partidos de la Scalonetta en Qatar, con dichos de un despegue económico notable de la Argentina incluido, al anuncio vía redes de un supuesto desafío al hombre que ha hecho del insulto un ejemplo de ciertas construcciones políticas de este tiempo y que demostró, con su silencio sobre lo ocurrido en Brasil el último domingo, un ejemplo de los valores democráticos que lo inspiran.

El juego de las candidaturas sigue abierto. En el oficialismo, por los problemas de gestión y por la falta de una coordinación política que, más temprano que tarde, en algún momento deberá llegar. En la oposición cambiemista porque la interna no resuelta a partir de no haberle puesto nombre y apellido al fracaso del período 2015 – 2019, supone que todos tienen el derecho a “estar”. En el camino, parece haber aparecido la discusión digna de un juicio político a una corte que cada vez se asemeja más a la vergüenza menemista de finales del siglo pasado. El resultado está cantado, pero en el desandar de este tiempo inicial, iremos descubriendo y confirmando quien es quien en este juego. No es poco para un año electoral. Más allá de los nombres propios. Más allá de ciertas urgencias.

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 14 Jan 2023 11:09:45 -0300
El banquito y el ring https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6748-el-banquito-y-el-ring https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6748-el-banquito-y-el-ring El banquito y el ring

El recordado Ringo Bonavena, hombre guapo tanto dentro como fuera del ring, con veleidades de artista pero con la enorme sabiduría de los hombres sencillos y de barrio, supo decir que “cuando suena la campana, te sacan el banquito y te quedas solo”. A esa lógica parecen responder los movimientos políticos de la última semana del año de las dos principales figuras institucionales del país. Con escenarios y estilos distintos, pero con un vértice común, un sistema de Justicia putrefacto, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner generaron un par de hechos que marcaron la agenda del sistema político en su conjunto. Queridos lectores, estimadas lectoras, no esperen balances anuales ni mucho menos. No encontrará aquí resúmenes de este 2022 que nos deja, ni nada que se le parezca. Primero porque el calendario anual poco tiene que ver con la finalización de los procesos políticos; y segundo, porque nuestra cotidianidad resulta lo suficientemente atractiva para caer en algunas redundancias. Pasen y vean. Están todos y todas invitados.

Alberto Fernández jugó al factor sorpresa y el lunes dio a conocer vía redes, la decisión que había tomado durante el fin de semana respecto del fallo cortesano que favorece a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en materia de coparticipación federal en el tema de seguridad.

Recordemos que la semana anterior, un conjunto de gobernadores habían insistido en desconocer el fallo judicial, ya que le resta fondos al resto de las provincias y afecta a cualquier atisbo de federalismo sobre el que se constituyó al andamiaje institucional argentino. El combo venía armado con la recusación de los cuatro jueces que integran la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La jugada parecía demasiado riesgosa para el poco rédito que podía esperarse. La Corte es el último peldaño de apelación del país y más allá de que un pedido de recusación resulte jurídicamente posible, se da por descontado que cualquier tipo de revisión cortesana no se saldría de los fundamentos que se conocieron hace un par de martes atrás.

En definitiva, ante un pleito que involucraba al Estado nacional contra uno subnacional, el no cumplimiento de una decisión judicial expone a su máximo responsable, a quedar a tiro de una denuncia penal. Los muchachos y muchachas le golpeaban la espalda al presidente, le tenían el saco para la pelea, pero cuando sonaba la campana, todos mirarían para otro lado. Una cosa es una disputa política y otra muy distinta terminar con un juicio por intentar una quimera judicial.

https://twitter.com/alferdez/status/1607377552040935424

Sabrá Alberto Fernández si ese fue el espíritu que lo llevó a tratar de romper con el clima político que se había creado post reunión con los gobernadores, pero debe decirse que la propuesta que hizo conocer a la sociedad a través de redes, resultó de una agudeza política digna de destacar ya que, a la vez que no incumple el fallo, no altera el presupuesto (el monto que supone el cumplimiento de lo dispuesto por los cortesanos, no está incluido en el presupuesto 2023), emite papeles de un valor nominal muy bajo (con lo cual Horacio Rodríguez Larreta no podrá hacer el uso que había imaginado para su candidatura presidencial), utiliza la misma forma de pago que estos jueces convalidaron para las deudas con San Luis y Santa Fe, mantiene el reclamo por la recusación de los cuatro jueces y le pasa la pelota al Congreso Nacional con el tratamiento de una modificación a la Ley de Presupuesto.

En el cristinismo, la jugada fue vista como un nuevo caso Vicentín. La propia vicepresidenta no se privó de dejar alguna frase para la chicana política (“agrupación amague y recule”) en su discurso que dio en la inauguración del polideportivo Diego Armando Maradona en la ciudad de Avellaneda. La comparación parece injusta, ya que en política, no tiene mucho sentido insistir con escenarios de una derrota institucional segura, aunque nos asista la razón.

La pregunta la dejamos por aquí: ¿un gobierno debilitado, por factores de poder internos y externos, por errores propios y virtudes ajenas, puede hacer una acumulación política desde un lugar perdidoso? No sirve el ejemplo de un tal Néstor Kirchner promoviendo la recusación de la Corte del menemato desde la debilidad del 22% de los votos, ya que en aquellos tiempos, vaya detalle, el Congreso Nacional tenía una composición que permitía imaginar la posibilidad concreta de un juicio político a Julio Nazareno y sus acólitos.

Es también la propia Cristina Fernández de Kirchner la que decide no subirse al ring de ciertas peleas. Inteligentemente, unas semanas atrás reconoció que más allá de los deseos, una hipotética candidata con una condena en primera instancia, no era el mejor ejemplo para (ya que estamos charlando en términos boxísticos) la pelea de fondo del año próximo.

En el discurso del miércoles algunos parecieron entender que volvía sobre sus pasos y que ahora iba a intentar incidir sobre el juego político venidero. Eso es falso. Nadie se sube a un lugar del que nunca se bajó. Lo dijimos en este mismo espacio hace algunas semanas atrás: por historia militante, por compromiso con el espacio que supo construir y por la densidad política que representa su figura, la vicepresidenta va a incidir en lo que viene más allá de las candidaturas, aunque el cristinismo de paladar negro no se resigne y trate de reinterpretar cada frase en un sentido o en otro. No se trata de una canción de Patricio Rey sobre las que hay que tratar de “descular” ciertos enigmas: se trata de una decisión política ya tomada y sobre la que parece no tener retorno.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1607857178488061954

Ese desasosiego del cristinismo obedece a un pecado original: haber hecho, en el último tiempo, la construcción política del pleno, esa de jugarse una única ficha a una candidatura que vuelva a tener a “la jefa” como un parte aguas ya no del peronismo, sino del electorado en su conjunto. Debe reconocerse: cuando el pleno se acierta puede ser la mejor de las sensaciones, pero cuando se falla, el ánimo de desamparo resulta definitivo.

No se termina de entender por qué desde el cristinismo se jugó esa ficha dorada. El escenario no es muy disímil de lo que ocurría en 2019. Si los límites de hace 43 meses impusieron la necesidad de elegir a un moderado sobre el que no pocos se sienten desilusionados porque no fue lo que ellos pretendían que fuera (grave error que suele ocurrirnos a los militantes: confundir deseo político con realidad); si el techo bajo de Cristina tenía como resultado consiguiente e hipotético, un triunfo que no necesariamente le permitiría gobernar en los términos que ella lo deseaba; si el electorado argentino viene eligiendo a candidatos que habitan la ancha avenida del medio, porque no gusta de ciertas estridencias a la hora de la acción política (los casos de Pablo Javkin y Omar Perotti, por estos arrabales del mundo, resultan un buen ejemplo); hay en todo ello un error de enfoque mayúsculo. Pero cuidado, más allá de ciertas desorientaciones, y de que no se haya armado ningún “kilombo” cuando la tocaron, Cristina no está jubilada ni mucho menos.

En este contexto, con un  peronismo algo atribulado, sale la tercera pregunta de rigor: ¿se puede construir una candidatura presidencial en unos pocos meses? La historia reciente del Frente de Todos parece indicar que sí. Más allá de quién decida serlo, deberá entender que, además de la mejora de los indicadores socio económicos, adentro del ring, viene el paquete de una mafia judicial, política y periodística de proporciones. Esa misma que, en plena interna visceral, entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, no se priva de tener representantes muy activos de cada uno de los lados de esa grieta.

Desterrada la idea de halcones y palomas (deseamos que desde este lado algunos dirigentes asuman el concepto), Marcelo D’alessandro es al jefe de gobierno porteño, lo que Gerardo Milman es a la actual presidenta del PRO. Con pruebas contundentes de la pertenencia a una mafia, mientras del primero se espera sobre la mañana tempranera de viernes su renuncia, por vinculaciones muy estrechas con un asesor del presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Horacio Rosatti; al segundo lo pasaron a cuarteles de invierno a partir de su vinculación con el intento de magnicidio sobre Cristina Fernández de Kirchner, pero también por tener armada una red apócrifa de asesores y aportantes. Habrá que ver cómo actúa el mundo amarillo frente al pedido de los legisladores del FDT, para que el ex vice ministro de Seguridad de la Nación sea expulsado de la cámara por inhabilidad moral.

El 2022 va concluyendo. Como siempre, la política argentina se mostró activa, dinámica y a veces perturbadora. Se han traspasado barreras que muchos argentinos creíamos que nunca se pasarían. Aquel acuerdo suscripto hace 39 años, el que suponía cierto respeto por las formas y el fondo de las cosas, ha comenzado a crujir. Con precandidatos que prometen “bala” como gran solución al problema de la inseguridad, con dirigentes que miran al costado en un intento de magnicidio, con la violencia mediática a un click de distancia, con una región como Rosario azotada por crímenes y atentados (ahora a medios); el ánimo no resulta el mejor para los festejos.

Queda el mundial como regocijo, y desde la individualidad que supone este grupo de trabajo, la satisfacción de más de 50 análisis publicados, más allá del cansancio, de vacaciones o imposibilidades varias. Podemos seguir diciendo en lo que creemos, desde nuestra pequeñísima verdad relativa, pero desde el inoxidable honor de seguir siendo fieles a nosotros mismos. Vaya el deseo del mejor de los años para lectores y lectoras. Salud! (en siete días nos volveremos a encontrar).

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Fri, 30 Dec 2022 22:46:40 -0300
La despolitización como bandera https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6747-la-despolitizacion-como-bandera https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6747-la-despolitizacion-como-bandera La despolitización como bandera

"¿Y ahora qué?, ¿qué nos queda?
Elección o reelección para mí es la misma mierda,
Hijos de puta! En el congreso.
Hijos de puta en la Rosada,
y en todos los ministerios.
Van cayendo hijos de puta,
que te cagan a patadas"

Señor Cobranza - Bersuit Vergarabat

La sociedad argentina resultó conmovida. Como nunca antes había sucedido en el país, y sin registro real de otras latitudes, el día martes asistimos a la más conmovedora muestra de cariño que un pueblo le puede haber brindado a un grupo de deportistas que, por múltiples razones y virtudes, supieron poner al fútbol en el pedestal más alto. Las razones de ese cariño pueden resultar variadas (algo intentamos esbozar aquí), pero no debe dejar de ponerse en valor que la alegría colectiva no estuvo exenta de algunas discusiones que enmarcan un contexto donde todo lo que tenga que ver con "la política” se traduce como mala palabra. Para coronar la semana, asistimos al triste espectáculo de ver como una parte de la Cámara de Diputados se negaba a dar debate para sancionar un par de leyes que sí les cambian la vida a unos cuantos ciudadanos y a unas cuantas ciudadanas. Parecen temas disímiles pero que se entroncan en un clima de época y que pueden ser unidos por un hilo común: el de la reivindicación de la despolitización. Cada uno con sus matices. Pasen y vean. Son todos bienvenidos, campeones.

La primera salvedad que debe marcarse refiere a la diferencia entre lo que podemos definir como político y lo que se entiende como partidario. En los tiempos que corren, esa línea aparece como muy difusa. Es muy común escucharlas, verlas o leerlas como sinónimos cuando en realidad son conceptos que se relacionan de una manera definitiva pero que apuntan a conceptualizaciones distintivas.

En una democracia, lo partidario, que deviene de la idea de partido político se refiere, desde su definición más básica, a una parte de algo. Un grupo de hombres y mujeres comparten cierta cosmovisión del mundo, con una matriz ideológica determinada, y más allá de las estrategias comunicacionales y de vinculación con la sociedad que dicen representar, tratan de hacerse de una cuota de poder para transformar aquello que desean.

Lo político es otra cosa. Refiere a una dinámica propia, que se relaciona con lo partidario pero que lo supera y que se sustancia en lo colectivo y en lo que nos resulta común. Se lo podría pensar, siendo generosos, como sinónimo de lo público, de aquello que se discute entre todos, que queda expuesto de cara a la comunidad. Por ejemplo: cuando se quiere deslegitimar una medida de fuerza, se le dice que es “un paro político”. Y sí, mis amigos; una medida de fuerza, intenta llamar la atención del conjunto de la comunidad, por eso es política y porque la demanda del paro refiere, generalmente, a la mejora de las condiciones materiales de vida de un grupo de personas. Si se lo quisiera cuestionar, correspondería decir que resulta sectario o que sirve a los intereses de tal o cual partido, no mucho más que eso.

Ahora bien, desde el instante que supimos que la selección accedía a su tercera estrella mundial, la expectativa de los argentinos estuvo centrada en el tiempo que tardarían los jugadores en llegar al país para que recibieran el masivo saludo de todos nosotros. De a poco, se comenzó a saber que los jugadores no deseaban ir a la Casa Rosada para no “politizar” un hecho esencialmente deportivo. Desconociendo la historia, esa que marca que en 1986 Raúl Alfonsín recibió a los campeones de México, la que señala que Carlos Menem le dio lugar a los subcampeones de 1990 y que Cristina Fernández hizo lo propio con los derrotados del Maracaná en 2014; no fueron pocos los opositores, en formato de dirigentes políticos, periodistas e incluso politólogos de formación, que intentaron justificar la ausencia de Messi y compañía en la Plaza de Mayo.

 

https://twitter.com/CasaRosada/status/1605339438321926144

Pero además, está la Plaza de Mayo, epicentro neurálgico de la historia del país de los últimos 77 años. Allí nació el peronismo, se despidió de su pueblo el líder de ese movimiento; un grupo de “locas” le daban al mundo una lección con sus rondas semanales; el 30 de marzo de 1982 se reclamó por Paz, Pan y Trabajo; dos días después se vitoreaba la recuperación militar de Malvinas; el 10 de diciembre de 1983 Alfonsín sabía despertar nuestra esperanza; en 1987 la plaza se llenaba en contra del alzamiento carapintada, en los 90’ un periodista convocaba a una masiva Plaza del Sí, y veintiún años atrás, sabíamos del asesinato de más de treinta argentinos que reclamaban por una sociedad más justa. Podríamos seguir comentando hechos de todo tipo, pero en el medio, se celebraron gestas deportivas con la presencia de líderes políticos que, a la larga, de poco les servían esas fotos tan significativas.

Una caravana con una treintena de deportistas que celebra con su pueblo no es un hecho político. Pero sí tiene una vertiente despolitizadora la justificación de la no concurrencia a Casa Rosada para saltar la grieta o, como afirmó algún colega con más credenciales que el suscripto, “porque ese balcón ya no representa al país sino a la política”. Lo que parece no entenderse es que ese espacio, casa o balcón, con llegada en vehículo o escapada en helicóptero, siempre fue una parte de algo, un complemento y que no se entiende su potencia sin un pueblo debajo que le da significación.

Pero la problemática no se agota allí. En el quorum que el Frente de Todos no alcanzó el día miércoles para sesionar en la cámara baja, tenemos otro ejemplo. El asunto se agrava cuando un conjunto de legisladores decide vaciar de contenido político, a la política. Una de las condiciones de lo político también refiere a la visibilidad del otro, a reconocerlo y, como objetivo final, alcanzar esa obsesión de algunos republicanos comarcales llamado consenso. Ya ni a eso se aspira desde buena parte de la oposición argentina.

https://twitter.com/prodiputados/status/1605601394773282826

Aparece una negación de la discusión. Hay un supuesto enojo, y desde ese estado de ánimo, los amarillos y la funcionalidad del famoso Interbloque Federal que habría llegado para mejorar a la política argentina, se niegan al debate mientras esperan entre los cortinados de un recinto semivacío de la Cámara de Diputados. Como resultado de ello, y como pocas veces se puede haber notado, a lo que se le negó tratamiento refirió a dos temas que tienen mucho de la calidad de vida a la que puede aspirar un ciudadano o una ciudadana.

Que alrededor de 800.000 personas no puedan comenzar a pensar en el acceso a un ingreso mínimo en el mediano plazo, luego de una vida de trabajo de la que no recibieron ningún tipo de aporte jubilatorio (o lo recibieron tarde y mal), y que miles de jóvenes no puedan proyectarse en el cursado de una carrera universitaria que les resulte más cercana porque “la política” anda pensando en el chiquitaje de ocasión que suponen ciertas disputas intramuros, no hace más que negarse a sí misma la capacidad transformadora.

En “Sr. Cobranza”, la Bersuit le cantaba y le gritaba a un malestar que ya resultaba insostenible. De manera muy acorde a ese tiempo, denunciaba un sistema de poder desde afuera. Desde esa denuncia que hacía mucho ruido y que nos planteaba algunas preguntas interesantes, subyacía una despolitización evidente. La letra parecía decirnos que sólo quedaba el insulto como recurso. Tres décadas después, no son pocos los actores de la política, los protagonistas y los de reparto, que reivindican la negación de ciertos atributos básicos que ella posee. Y lo llevan como bandera.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 24 Dec 2022 10:35:59 -0300
Las vocales, las consonantes y el fútbol https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6746-las-vocales-las-consonantes-y-el-futbol https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6746-las-vocales-las-consonantes-y-el-futbol Las vocales, las consonantes y el fútbol

"Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento."

Naranjo en flor - Homero y Virgilio Expósito

¿Desde dónde escribir cuando el hecho deportivo, transformado en alegría colectiva nos desborda? ¿Desde esa felicidad íntima de una familia que no puede contener el llanto durante los diez minutos posteriores a que Gonzalo Montiel acertara en la definición de su penal y pusiera a la Argentina, otra vez, en el máximo pedestal del fútbol?

¿Desde el maravilloso desorden de una ciudad visceralmente futbolera como Rosario, que tiene desde ayer el innegable orgullo de contar con tres campeones del mundo, y que dos de ellos aportaron los goles de la definición y que, vaya representación distintiva, reporta cada uno en los dos clubes en los que se divide la otrora Chicago argentina?

¿Desde el recuerdo a los detractores que se ensañaron con algunos jugadores por su vida privada o con el director técnico por su falta de experiencia?

¿Desde el ejemplo que supone un proyecto que nació rengo pero que se fue consolidando a fuerza de conocimiento, empatía grupal y la sumatoria de los distintos talentos individuales?

Sinceramente, no lo sé. La hazaña deportiva de este 18 de diciembre de 2022, que quedará grabada a fuego en nuestras memorias, despierta sentimientos y emociones en diversas direcciones que desordena cualquier pretensión de claridad conceptual. Escribir como método para exorcizar demonios, para ahuyentar fantasmas, tal vez de eso se traten estas líneas que siguen.

https://twitter.com/Ieomessiok/status/1604589425547218946

De alguna manera puede decirse que el fútbol argentino ha vivido preso de la dictadura de una vocal. Más precisamente la “O”. Nos hemos desgastado en discusiones tan estériles como funcionales a quienes deben llenar horas y horas en medios o, si se quiere, en satisfacer egos personales de ya viejos ídolos cuando debatíamos si preferíamos el mundial del ’78 o el mundial del ’86; cuando nos interpelábamos por la preferencia de César Luis Menotti o de Carlos Salvador Bilardo, o más acá en el tiempo, cuando caíamos seducidos ante la duda de Diego Armando Maradona o Lionel Andrés Messi.

Esas discusiones siempre resultaron falaces. El “triunfo” de ayer, tal vez nos ayude a entender que la vocal deba ser cambiada por una consonante, la “Y”. Que la historia del fútbol argentino se referencia en los dos mundiales previamente ganados: en el juego colectivo del ’78 y en la solidaridad emotiva del ‘86. En la capacidad de convencimiento de Menotti y en la obsesión bilardista de no dejar nada librado al azar. En el talento rebelde del que ya no tenemos entre nosotros y en la genialidad en la repentización del otro rosarino más famoso.

Hegel afirmaba que a dos ideas que resultaban antitéticas podría sucederle una nueva en formato de síntesis. ¿Podríamos imaginar a la Scalonetta como una especie de modelo hegeliano del futbol argentino? Tal vez sí, porque ese equipo tuvo buen juego en las complejidades de este tiempo, supo ser ordenado tácticamente y rebelde en dosis igualitarias, apostó a lo colectivo, necesitado a la par, como siempre sucede en este deporte, de la precisión y preciosismo individual, que no son lo mismo aunque parezcan que pertenecen a la misma familia de palabras.

https://twitter.com/emimartinezz1/status/1604587363711205376

Pero tal vez no, si es que esa especie de síntesis nos lleva a obviar el pasado, a no reconocer ciertos orígenes, algo que suele ser tan común en estas tierras que habitamos. La Scalonetta es deudora del menottismo que hizo creer a un grupo de jugadores que podían pertenecer a la elite del futbol mundial. Y es deudora del bilardismo que supo de transmitir del orgullo de vestir esa camiseta. Esos son sus orígenes. Que el ex volante ya octogenario integre una secretaría técnica del equipo de la Asociación del Fútbol Argentina es una buena noticia en sí misma. Que el médico que le dedicó su vida al fútbol, ayer pueda haber visto a Messi levantar la copa del mundo y que el otro Lionel, Scaloni, se haya emocionado cuando se lo nombraron en conferencia de prensa, también.

Esta consagración, además, vino a romper con ciertas verdades sagradas que parecían irrefutables. Alcanzan al ambiente del futbol pero también a nosotros mismos. En este último caso, por ejemplo, una encuesta twittera de Luiz Inacio “Lula” Da Silva dio como resultado que la mayoría de los seguidores del presidente electo del Brasil (57%), prefería  una Argentina triunfadora. Otro ejemplo es el de Mario Gotze, nuestro verdugo de 2014, quien celebró el derrotero deportivo de Messi. Ambos hechos, tal vez deberían servir para relativizar nuestro fanatismo “termo”. De los primeros hay un par de afirmaciones que merecen revisión:

“El director técnico de la selección argentina debe ser un tipo ganador, con trayectoria”: desde su experiencia de vida y profesional debía saber ser referencia. Incluso, algunos preferían cierta distancia y hasta cierto paternalismo. Falso. Lionel Scaloni entró casi por la ventana. Pero sin recorrido previo supo llegar a sus jugadores. Con alguno puede decirse contemporáneo pero con la gran mayoría lo separa una generación.

https://twitter.com/Notamendi30/status/1604580745053356033

“Los jugadores deben tener un líder que sepa imponerse ante las adversidades”. Otra vez falso. La idea del macho que se imponía sobre el resto, adentro y fuera de la cancha, era muy vívida en ciertos cultores de una forma, algo perimida, de entender el juego. El líder volvió a aparecer pero con otro formato, más cercano, definitivamente más humano y sabiendo delegar en el resto de sus compañeros de sueños y quimeras.

Estos protagonistas, como un signo de los tiempos que corren, se permitieron el lugar para la emoción pública, incluso con el llanto que produce cierta felicidad.

Siempre desearon mostrarse con sus afectos, algo impensado en la obtención de los mundiales anteriores. ¿O alguien recuerda algún familiar en la vuelta de Buenos Aires del ’78 o en aquella del mediodía mexicano del ’86?

https://twitter.com/fifaworldcup_es/status/1604602515424567296

Incluso, una de sus figuras más querible, se permitió reconocer que tras una derrota impensada e inesperada había necesitado ayuda de su sicólogo. No es menos fuerte quien reconozca sus carencias, preocupaciones y angustias. Pero sí más inteligente porque de ello depende el éxito de vivir cada día, en este caso, después que el árbitro pita el final del partido y las cámaras de televisión dejan de mostrar lo que sucede en un rectángulo de juego.

Pero hay algo que sobrevuela el ambiente y que refiere a la masividad de los festejos, a lo largo y ancho del país, en la tarde – noche del domingo pero también en el derrotero que tuvo el mundial. ¿Cómo se explica tanta empatía, tanta “manija” al decir de Twitter?

https://twitter.com/alemacallister/status/1604687546323271680

Es indudable que en tiempos de multiplicidad de redes y del acceso a internet de manera tan definitiva con cualquier tipo de teléfono celular, todo se potencia. Pero en este caso tal vez podamos pensar a la red del pajarito, Telegram, Instagram, Whatsapp y en menor medida Facebook, como meros instrumentos de un momento social. Puede costar aceptarlo pero nuestro mundo queda influenciado por las redes que, combinado con el variopinto enjambre de enviados especiales a Qatar, suman una visibilidad de la que nadie puede escapar del todo. Pero hay otros factores. Repasemos:

El éxito de la Copa América como antecedente. Si el proceso de la Scalonetta venía mirado de costado por el mundo futbolero, el éxito contra Brasil en “tu cara y en tu cancha” abrió un crédito colectivo que fue el desasosiego de no pocos comunicadores que se preparaban para el reemplazo del hombre nacido en Pujato.

https://twitter.com/fifaworldcup_es/status/1604601378005024770

El Covid y sus efectos colaterales. La pandemia que aún padecemos trajo como etapa siguiente, una vez que hemos sentido que lo peor ya pasó, una especie de estallido de lo público. Entre otras circunstancias tenemos un turismo interno y externo con temporadas altas y bajas que baten récords; bares, restaurantes y boliches a tope; recitales extranjeros y nacionales con llenos totales. Debe ser cuestión de análisis más profundos y de especialistas más iluminados, pero queda la sensación de que la pandemia ha dejado un reguero de sentimientos de que todo debe vivirse en plenitud, aquí y ahora. Y un triunfo deportivo con tanto anclaje en lo colectivo no es algo que podamos desechar.

La debilidad aparente. Más allá de lo logrado en julio del 2021 en el Maracaná, eran otras las selecciones que aparecían como favoritas para ganar el mundial. Las soberbias actuaciones iniciales de España, Francia o Brasil (por poner rápidos ejemplos), en contraposición con la derrota argentina contra Arabia Saudita, nos puso en un lugar de permanente tensión y presión. El fantasma de 2002 circuló de manera palmaria en nuestras conciencias futboleras. Y esa debilidad también apareció expresada en una canción que pese a su simpleza se muestra definitivamente genial porque en unas pocas estrofas, “Muchachos”, tiene la especial virtud de recordar Malvinas, nuestras derrotas, victorias, deseos y los recuerdos místicos para el que ya no está.

https://twitter.com/CutiRomero2/status/1604576030185889793

¿El último de Messi? No sólo los argentinos tomamos razón de que este podría ser su epílogo mundialista. De alguna extraña forma descubrimos que el mundo se ha rendido a sus pies y nosotros, a sabiendas de reconocernos contemporáneos de uno de los mejores jugadores de la historia (para los más jóvenes el mejor), también poníamos nuestras alegrías en él. Leo representa mucho de cierta argentinidad (y rosarinidad) que se ha sabido mantener en el tiempo: desde su gestos, modismos y forma de entender el compromiso por esta selección pero también en su historia de vida que resulta tan común a miles de argentinos (y tan simbólica a la vez), que refiere a que tuvo que irse desde muy chico del país, conocer otras formas y costumbres, para lograr el éxito tan deseado. Messi es su fe inquebrantable en seguir pese a todo, en su bonomía en la victoria y en su gesto adusto en la derrota, pero también es esa historia de la de cualquier pibe de barrio que se topó con un dirigente de fútbol a quien su nula visión no le permitió apreciar la dimensión de lo que enfrentaba. Guste o no, al igual que Diego, el jugador del París Saint Germain, tiene mucho de nuestra forma de ser ante el mundo y entre nosotros mismos.

“Primero hay que saber sufrir”, nos enseñaron los hermanos Expósito hace unas cuantas décadas atrás. Y algo de eso tomamos muchos argentinos entre victorias angustiantes y alguna que otra placentera. La duda inquietante supo plantearla el periodista Ariel Senosiain, cuando se pregunta públicamente hasta cuanto uno debe “saber sufrir”. Sinceramente no lo sé. Pero sí puedo afirmar que hemos amado y que el domingo hemos andado sin pensamiento, en pleno goce y disfrute, aunque en diciembre el perfume de naranjo en flor no nos acompañe. Salud campeones y simplemente eternas gracias por las lágrimas de este tiempo.  

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Mon, 19 Dec 2022 20:48:14 -0300
Estado de sopor https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6745-estado-de-sopor https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6745-estado-de-sopor De la serie "La Nada en el Vacío"

"A veces estoy tan bien, a veces tan down.
Calambres en el alma,
Cada cual tiene un trip en el bocho,
difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo."
Promesas en el bidet - Charly García

La política argentina llega a la última quincena del año con un escenario de variadas indefiniciones que, ilusoria o inocentemente, algunos quieren adjudicar al mundial de fútbol de Qatar. En un país visceralmente futbolero, la performance de la Selección Argentina nos ha colocado en un lugar inusual para estos días del año. Ya se acerca nochebuena, ya se acerca navidad y nadie parece haber estado del todo preocupado por los encuentros ni por cómo estará el clima en los días festivos. Mucho menos por el devenir y los acontecimientos políticos que aparecen cada vez más en una lógica enmarañada que sólo interesa a unos pocos. Todo parece estar alcanzado por una especie de estado de sopor que, como define la Real Academia Española, se define como “el embotamiento de los sentidos y la torpeza de movimientos”. Para la primerísima de nuestras preocupaciones quedan pocas horas para las definiciones. Para las otras, bastante más. Si usted tiene ganas y tiempo, entre sufrimiento, cábalas y angustias varias, pase y vea.

El “renunciamiento” de Cristina Fernández de Kirchner activó varias respuestas esperables. La primera de ellas, tradicional en el manual de gestión de la política kirchnerista cuando se toma una decisión que altera el tablero, devino en el silencio vicepresidencial y, a la vez, activó algo que podía esperarse de antemano: la conformación de algunas mesas políticas que tienen como foco principal las elecciones de 2023. Picaron en punta un conjunto de gobernadores (para hacer honor a su exitosa carrera, el santafesino Omar Perotti no fue de la partida) y un grupo de sindicalistas que suelen mostrarse muy amigables con ciertos espacios de poder. El sentido del encuentro se sustenta en la necesidad de encontrar un candidato, si se puede propio, que les garantice una mayor visibilidad y algunas certezas de cara a lo que viene.

Fenómeno raro el de los gobernadores que mientras imaginan una candidatura nacional, apuestan por la eliminación de las PASO para elegir a dedo a sus “pollos” y por una separación de las elecciones nacionales de las provinciales a los fines de blindar sus territorios.

Fenómeno raro el de este conjunto de sindicalistas que, mientras varios de ellos resultaron decididamente complacientes con las intenciones macristas del período 2015 – 2019, hoy pugnan por una representación institucional en listas de legisladores, a la par que plantean la queja de no haberla logrado en las últimas elecciones, como sí le sucedió a quienes tributan en el kirchnerismo. La pregunta es simple: ¿por qué un líder (o lideresa) te regalaría la promesa de una representación de un espacio del que nunca te sentiste parte? La respuesta es más sencilla aún.

El Partido Justicialista se encuentra en estado de discusión. No de ebullición porque para eso se necesita de una militancia que, luego de la definición cristinista, está como en el tango “sin saber que trole hay que tomar para seguir”. Sin un candidato definido previamente, la semana registró dos hechos que reflejan esa falta de definiciones de las que hablábamos al comienzo: el acto presidencial por la celebración de los tres años de gobierno, lo cual no derivó precisamente en un extendido reconocimiento oficialista y la buena nueva del número inflacionario de noviembre que llegó al 4,9%.

https://twitter.com/INDECArgentina/status/1603465007026606096?cxt=HHwWoMC4mbW708AsAAAA

No deja de ser paradojal la situación ya que ese número mensual que en otros países representaría un problema, en la Argentina deja una mueca de cierta conformidad. Como siempre, cualquier hecho político, y la inflación lo es, debe ser analizada desde el contexto que la enmarca: coquetear sistemáticamente con un alza de precios que ronda entre el 6% y el 7%, no es una buena señal para nadie. Completa el cuadro el dato de una baja sustancial en el índice de alimentos, construido en base a mucha “perseverancia” sobre los formadores de precios.

Con ese dato alentador a cuestas, la oposición política y la corporación mediática (que son más o menos lo mismo) se encargaron a partir de mismísimo jueves de empezar a poner dudas sobre el método de medición, parangonándola, sin ningún tipo de denuncia de los trabajadores y académicos del Indec, con los tiempos de Guillermo Moreno. Si la baja persistiese (habrá que prestarle especial atención a diciembre que históricamente resulta un mes “caliente”) estos sectores podrían encontrarse ante un nuevo y doble problema: el cambio de ánimo social con una inflación que pueda mostrar una tendencia a la baja y la emergencia de Sergio Massa como un referente en donde buena parte del peronismo estaría dispuesto a pedirle (sino rogarle) por una candidatura presidencial. Qué hará el tigrense es una cosa que sólo él debe tener en claro. Si es que lo tiene.

Ese estado de sopor se completa con la situación de un congreso nacional paralizado en cuanto a la sanción de leyes. Lo excepcional del asunto es que ello no responde exclusivamente a lo que podríamos definir como las naturales diferencias que surgen en un esquema de poder tan marcadamente polarizado entre dos fuerzas antagónicas, y que, en algunas ocasiones concluiría con un escenario de empate permanente que articula un constante bloqueo del propio sistema político.

Como en algunas crisis de pareja, aquí las razones se sustentan en la presencia de un tercero (o tercera) en discordia: el Poder Judicial y la Corte Suprema de Justicia de la Nación que lo gobierna. La apelación sistemática a juzgados para dirimir cuestiones que le corresponden a la dimensión de la política, la recurrencia a tecnicismos que garanticen supuestos intereses generales, la aceptación gustosa de buena parte del sistema de justicia de auto habilitarse el rol de árbitro en pleitos que exceden al mundo del derecho y la promiscua relación construida entre una parte de la dirigencia política, jueces, fiscales, servicios de inteligencia y medios de comunicación, han derivado en un momento histórico donde la política le pide permiso a la justicia, permiso “para ser”. El estropicio generado en el Consejo de la Magistratura sobre el que esta semana tuvimos un nuevo capítulo, no ha hecho más que confirmar el deterioro comentado: ese propio organismo paralizado, siete universidades sin haber sido creadas, autoridades de la Cámara de Diputados sin nombramiento efectivo y la ley de humedales sin tratamiento efectivo, son consecuencia de ese desandar.

Serko
Serko

La política argentina no se detuvo ni entró en ese estado de sopor por culpa del mundial, sino porque ha terminado siendo víctima de su propio devenir. A la hora de la verdad, y de acuerdo a los resultados, buena parte del quehacer opositor no se define en la sede la Unión Cívica Radical, del PRO, del municipio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ni en la de la Fundación FIFA con sede itinerante en Qatar, sino en el cuarto piso de la calle Talcahuano 550, hábitat natural de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, mismo organismo que, de yapa, esta semana tomó la decisión de no revisar uno de los casos sobre los que Milagro Sala ha recibido condena, y por lo tanto, la misma ha quedado firme. De paso, con esa decisión agregó un nuevo foco de conflicto interno en el Frente de Todos, ya que algunas voces han comenzado a pedirle al presidente de la Nación por un indulto al que Alberto Fernández ha rechazado históricamente.

El mundial y el año comienzan a despedirse. Vivimos las últimas horas y días de cada uno de ellos. Pero, mientras en el primero las definiciones son inexorables, este 2022 le hereda a su sucedáneo un cúmulo de situaciones no resueltas que, seguramente, marcarán la cotidianidad de los próximos 365 días. Carlos Alberto García Moreno canta que cada uno tiene un trip en el bocho y que así es muy difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo. Nada muy distinto a cierta dirigencia política. Salud Selección Argentina, y que en su juego y resultado, encontremos una verdadera alegría que, a la vez que colectiva, sea definitiva.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 17 Dec 2022 16:28:55 -0300
Hacerse cargo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6744-hacerse-cargo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6744-hacerse-cargo Hacerse cargo

"Este asunto está ahora y para siempre en tus manos, nene.
Por primera vez vas a robar algo más que puta guita.
Cuando la noche es más oscura,
se viene el día en tu corazón".

Juguetes perdidos - Patricio Rey y sus redonditos de ricota.

En contadas ocasiones una semana política puede condensarse de manera tan visceralmente definitiva sobre una misma personalidad, definiendo el juego en un sentido o en otro, pero con la inestimable capacidad de saber salirse del molde de todo lo que está preestablecido. Siguiendo con la lógica mundialista que nos alcanza, Cristina Fernández de Kirchner se parece a esos jugadores que soportan la peor de las presiones pero que en un solo movimiento desvían el sentido del juego de manera decisiva. Que se parezca o no a un muchachito nacido en barrio Las Heras, que desde hace algunos lustros reside en Europa, pero que se resulta más rosarino que el Carlito, es una elucubración que sólo cabe en la imaginación de los futboleros más atribulados. Cristina en el centro de la escena por enésima vez. Entre partido y partido catarí, pasen y vean.

Esta vez la semana política comenzó el domingo cuando un par de medios que nada tienen que ver con la corporación periodística, dieron a conocer una serie de mensajes y audios de Telegram que mostraban la impúdica relación que han sabido construir unos cuantos jueces federales, servicios de inteligencia, una fracción del poder político, un empresario que viola la ley argentina desde hace varias décadas y lo más granado de la conducción del grupo Clarín.

Lo informado derivó en un tembladeral político y judicial. Lo que inicialmente no pocos medios trataban de ignorar, con la cadena nacional del día lunes del presidente Alberto Fernández, quedaron obligados a dar cobertura. Si bien es cierto que los audios y mensajes tienen nulo valor jurídico, no menos real que ello resulta que tienen una decisiva incidencia política. Lo que se conoció el domingo anterior, con la única desmentida de Marcelo D’alessandro, ministro de Seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien afirmó que los datos estaban editados, no recibió ninguna desmentida del resto de los protagonistas. La foto de directivos de Clarín recibiendo a los visitantes en el aeropuerto de San Carlos de Bariloche muestra no sólo la hospitalidad de los organizadores del encuentro sino la impunidad (¿además de idiotez?) de mostrarse en público.

Mientras los “huemules” (así es el nombre del grupo) se desvelan por conocer a los autores de la filtración, el conjunto de los argentinos nos enterábamos de cómo unos cuantos funcionarios públicos discutían medidas que suponían la violación de la ley. No sólo está en juego el delito de dádivas sino que, a partir de la información sobre el viaje que había dado a conocer el diario Página 12 hace un par de meses atrás, los protagonistas dialogaban sobre la emisión de facturas apócrifas para el pago del vuelo como así también del hospedaje. Uno de los jueces resulta, a la sazón, juez en lo penal y económico. No deja de resultar un interesante oxímoron que un funcionario que debe investigar y juzgar al delito económico forme parte de una organización que altera pagos.

Pero más allá del valor jurídico del asunto, de quienes resulten los autores de la filtración (y con qué fines), el hecho deja al descubierto dos factores elementales de cómo se mueve parte de la política argentina de este tiempo.

El primero refiere a la necesidad de que descartemos definitivamente y para siempre, esa falaz teoría de que en el mundillo PRO existen halcones y palomas. Si alguien nos quiere convencer que el larretismo representa a esa noble ave que representa a la paz, se equivoca de cabo a rabo. La provocativa propuesta de gobernar con el 70% de los argentinos, dejando de lado al resto que representaría el kirchnerismo, se suma de manera directa con el hecho de uno de sus ministros formando parte de un nuevo ejemplo de Lawfare y con el propio Horacio Rodríguez Larreta defendiendo a su funcionario. Para muestra basta un botón diría mi abuela, y el ex interventor de PAMI en tiempos de Fernando de la Rúa viene sumando acciones como para hacerse un saco del mejor estilo inglés.

El segundo factor refiere a una nueva confirmación de que Juntos por el Cambio llegó a la política nacional para romper todos los códigos de convivencia política con sus adversarios. El silencio de amarillos y radicales (con la sola excepción de la inefable Margarita Stolbizer, quien pidió la renuncia del ministro), muestra que nada los conmueve a la hora de la defensa corporativa. Que un sistema político, ante semejante escándalo, tenga como máxima aspiración a que los propios sólo hagan silencio como forma de cuestionamiento interno, refleja el nivel de deterioro de las relaciones institucionales.

Pero si hablamos de deterioro, no podemos dejar de poner sobre la mesa el fallo condenatorio a Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad. La forma en que se estructuró el juicio, el absurdo que supone que los jefes de gabinete no tengan responsabilidad alguna en la administración fraudulenta, la increíble absolución de Julio De Vido siendo ministro del área a la vez que se castiga a la actual vicepresidenta, muestra tres cuestiones definitivas: que, efectivamente, la condena estaba escrita hace tres años, que el adelanto de los  argumentos del fallo están flojitos de papeles y que sólo interesaba la proscripción política de la dos veces presidenta de los argentinos.

Ante esto, Cristina fue por más. A minutos de conocerse la condena, pidió la pelota y demostró por qué es la lideresa más importante de estos, casi, cuarenta años de vida democrática. Engarzó, cual orfebre relojero, su condena con los audios y mensajes conocidos 48 horas antes. Ya no habló de Lawfare sino, lisa y llanamente, de mafia. Identificó a uno por uno de los protagonistas del viaje a la mansión de Joe Lewis en Lago Escondido y su historia judicial reciente. No se privó de cuestionar a su compañero de vida sobre alguna concesión efectuada a Clarín, puso en el centro de la escena a Héctor Magnetto y anunció su renunciamiento a ninguna candidatura de ningún tipo para que el peronismo no quede condicionado por la condena de primera instancia.

Más allá de la emoción a flor de piel de la protagonista, la decisión provocó una evidente desubicación en propios y extraños. Para estos últimos, porque con esa jugada se quedan sin un argumento de peso para una campaña electoral que todo parece indicar no se desandará por caminos de concordancia y armonía política. Cualquier parecido con movimiento ajedrecístico de mayo de 2019, cuando decidió bajarse de una candidatura sin bajarse del todo, es parte de su imaginación querido lector, estimada lectora.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1600233714679586817

Para los propios, la decisión también agrega una dificultad extra en el recorrido del año electoral. Con el pleno del cristinismo jugando a un operativo clamor que no tendrá efecto, no fueron pocos a los que les llegó una sensación de desamparo político. Si fue una respuesta producto de la emoción o de algo meditado previamente parece una pregunta menor ante la idea de pensar si, en definitiva, una condena tan definitivamente amañada resultó un éxito o un fracaso para los intereses corporativos.

Nos explicamos. Cristina ha decidido sacarse el sayo de una candidatura que siempre, guste o no, condiciona, por los factores externos o internos, por el perfil del candidato o candidata y también, por el de los adversarios. Con ella fuera de esas responsabilidades, vale preguntarse quién le impedirá “ser” a partir de poder contar con estas libertades porque, y aquí nadie debe confundirse, un renunciamiento no supone abandono de la política.

Pero la incomodidad de la decisión excede al propio peronismo y alcanza también al conjunto de ese conglomerado que podríamos definir como movimiento nacional y popular. Los titulares y no pocos analistas domingueros (excepcionalmente, hoy escribimos un domingo) intentan responder o desentrañar quiénes pueden ser los candidatos peronistas del 2023 para la presidencia. Y la verdad, eso parece una duda menor.

La gran pregunta que deja lo sucedido en los últimos siete días refiere a qué tipo de candidato se prefiere desde este lado, para dar qué tipo de batallas políticas, con qué elementos a mano y con cuáles a construir. Entre tantas cosas, si de algo debe servir la experiencia del Frente de Todos a partir del gobierno de 2019, es tener en claro cuál es el horizonte aspiracional en pleno siglo XXI, con qué herramientas y métodos, para que ciertas diferencias naturales no ralenticen a un gobierno a partir de lo que cada uno supone que debe hacerse.

Menuda tarea para el movimiento nacional y popular. “Este asunto está ahora y para siempre en tus manos” nos dice el septuagenario que supo conquistar a bandas inconsolables, de perros sin folleto y brujas de alma sencilla. Y aunque ella va a seguir estando, algo similar nos parece decir Cristina. Habrá que hacerse cargo. Tal vez así, la noche se haga día… 

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 11 Dec 2022 19:50:03 -0300
Acerca de la muerte y los juicios https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6743-acerca-de-la-muerte-y-los-juicios https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6743-acerca-de-la-muerte-y-los-juicios Acerca de la muerte y los juicios

"Tan aterrador, que te hace callar,
tan conmovedor, que te hace llorar.
Si alguien va a partir, alguien va a llegar.
Quiero despedir, saber celebrar.
La muerte será vida vencida,
o tal vez, vida nueva."

Acerca de la muerte - Gustavo Cordera

Cuando nuestros lectores y lectoras lean el presente análisis, el resultado estará definido.  El estado de sopor que conlleva un mundial habrá sido extendido (ojalá que hasta el mismísimo 18 de diciembre) o habrá recibido un cachetazo deportivo que indudablemente afectará el humor social. Con todo, esta última semana de noviembre no dejó de traer novedades, una de ellas dolorosa, las cuales merecen ser revisadas. Repasemos.

La semana, y en pleno feriado por el Día de la Soberanía Nacional, comenzó con la triste noticia del fallecimiento de Hebe de Bonafini. A los 93 años, la mamá de Jorge, Raúl y María Alejandra, se había transformado en una referente insoslayable de la realidad nacional. Reconocida en el mundo entero, Hebe (Junto Tati Almeyda y Estela de Carlotto, entre tantas, sabrán respetar los y las puristas que no me meta en internas de inexistente valor), representa lo mejor de cierta argentinidad que eligió no contestar a la violencia con más violencia.

Hebe es la cara más tempranamente reconocida de un grupo de mujeres  que supieron superar el miedo que traía la violencia estatal, la angustia por las ausencias, la perversidad por el reconocimiento oficial de las desapariciones, la indiferencia social, la complicidad de dirigentes elegidos por el voto popular que, en nombre de la paz y la unidad, garantizaban la impunidad de asesinos y torturadores.

La figura de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, es uno de los vértices sobre el que se parió uno de los movimientos sociales más trascendentes de occidente. Desde esa lucha, Argentina se distingue en el mundo: sus vecinos regionales no pudieron construir ni siquiera de manera mínima y algo tangible un proceso de memoria sobre lo sucedido en las dictaduras latinoamericanas de los 70’ en cada uno de sus países. La lucha ejemplar de Nelson Mándela no tuvo resto político y social para hacer justicia sobre los crímenes del Apartheid. La España posfranquista aún busca juez que se ocupe de investigar lo sucedido hace nada más y nada menos que 85 años atrás. El ejemplar juicio de Nuremberg sólo pudo sostenerse con la presencia vigilante de las potencias mundiales triunfadoras de la Segunda Guerra Mundial, aportando jueces extranjeros que juzgaron a los criminales del nazismo.

La lucha que encarnaron las Madres, y de las que Hebe fue una innegable jefa política, puede medirse a la luz del proceso de Memoria, Verdad y Justicia que el país profundizó desde el 2003 en adelante. Los centenares de condenas  y la cantidad de juicios celebrados sirven de referencia del inmenso trabajo realizado. Pero eso sería mirar una parte, paradójicamente, tal vez la más chica, de esa lucha que reivindicamos. Hay otro resultado, más difícil de medir y que referencia en cierta consciencia ciudadana que pudimos adquirir los que veníamos más atrás a partir de la lucha de mujeres de la valentía de Hebe. Si quisiéramos medirlo, tal vez cada 24 de marzo tengamos una respuesta a mano.

Pero, creo, eso tampoco alcanza, ya que, muchos y muchas que miran de costado a la disputa por la garantía plena de los derechos humanos en la Argentina, y tal vez sin saberlo del todo, son herederos de los beneficios que ha supuesto la lucha de “esas viejas locas”. En este país, el nuestro, nadie acepta mansamente ciertos atropellos. Nadie cree que las fuerzas de seguridad sean una fuente de verdad absoluta e irreprochable.

La lucha de Hebe se proyecta en cierta cotidianidad que hemos naturalizado. No parecen muy distantes en lo conceptual la Ronda de las Madres de cada jueves, con las marchas del silencio que, pacíficamente, suelen reclamar por la violencia de las fuerzas de seguridad. Hay una herencia innegable en una lucha que se ejemplifica en aquellos padres, madres, familiares y amigos que resultan atravesados por el dolor de un crimen en el pedido de JUSTICIA. Hay un hilo conductor que llega, tal vez imperceptiblemente, a ese ejemplo de 45 años atrás.

El aporte de Hebe a la vida social argentina es enorme. Trasciende una disputa puntual e interpela a las generaciones. Nos ha permitido enseñarles a nuestros hijos que había un camino por el que seguir ante determinadas circunstancias que la vida nos plantea.

Por ello la pusilanimidad de un diputado no puede tapar aquello construido por Hebe. En esa falta de respeto del jueves, cuando José Luis Espert decidió romper con cualquier decoro mínimo que nos exige la muerte de cualquier ser humano. No se le podrá negar coherencia al legislador que pide “balas” para los delincuentes, justamente todo lo contrario que planteaba la homenajeada.

La pregunta de rigor es por qué cree esta derecha que ignora tantas cosas y que oculta tantas otras, que tiene la potestad para emitir juicios que lapiden las luchas populares. ¿Cuál es la catadura moral de una dirigencia que intenta ocultar las atrocidades de la historia y muchas de las injusticias de este tiempo “injusto” que vivimos? ¿Quién le dio a Espert y sus acólitos la potestad para violar un homenaje institucional a una mujer que resultó una verdadera excepción?

https://www.youtube.com/watch?v=QZ2qMEW7-D0

Debe decirse. Los enemigos de Hebe  existieron siempre. Desde la pelea inicial de los 70’ y a todo aquello que ella supo construir en las últimas cinco décadas. Lo hemos visto, leído y escuchado en los medios, en nuestros espacios de convivencia, en la calle y, muchas veces, en espacios de poder del Estado. En eso, este tiempo no representa ninguna novedad, más allá de las formas comunicacionales o de la violación de reglamentos parlamentarios.

Pero si hablamos de violencia y juicios, no dejó de ser noticia el último fallo de la Cámara de Apelación de la Sala I integrada por el trío que componen Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Mariano Llorens, cuando el viernes decretaba, ya que estamos en clima mundialista, el “empate en uno” ante el pedido recusatorio de la querella de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, contra la jueza María Eugenia Capuchetti que entiende en el intento de magnicidio perpetrado en la noche del 1º de setiembre.

Se daba por sentado, dados los nombres que integran el tribunal, que el rechazo a la recusación sería ley. Pero lo que no dejó de llamar la atención en la jornada del viernes, fue el hecho de que se le ordenó a la jueza profundizar la pista sobre el ex secretario de Seguridad de la Nación y actual diputado Gerardo Milman, para “confirmarla o desecharla”, quien fue denunciado por un testigo que afirma haberlo escuchado afirmar en un restaurant de la zona de Congreso, que “cuando la maten, yo estaré en la zona de la costa atlántica”.

Recordemos que la jueza al elegir omitir esa declaración, no darle demasiado valor y procesar al testigo por falso testimonio, de alguna manera, deberá volver sobre sus pasos. Más allá de los vaivenes de la causa, cuestión a la que muchas veces tratamos de escaparle a la hora del análisis político, nadie puede asegurar con demasiada certeza que esto no tenga consecuencias en el mundillo PRO. Milman es un hombre de estrechísima confianza de la ex ministra Patricia Bullrich y de quedar efectivamente involucrado, aunque sea con una leve sospecha,  el sueño presidencialista de la “Pato”, el cual se construye, como toda candidatura, día a día; quedará trunco antes de nacer. ¿Celebrarán a cuenta en el edificio comunal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires? Qui lo sá.

Podríamos quedarnos en el dato de la muerte física de Hebe de Bonafini. En sus posturas, muchas veces, políticamente incorrectas. En su tono a veces desmedido y en la dureza de ciertos cuestionamientos, sobre el que muchas veces uno podría no coincidir. Pero su construcción política trasciende todo ello. Cuando la historia aborde su vida, seguramente hará foco en el “haber” de aquello que dejó como herencia y la transciende. Como dice Gustavo Cordera, puede pensarse a la muerte como vida vencida. Pero en el caso de Hebe, y esto puede aplicarse para muy pocas personas, en vida nueva. Esa que se trasunta en el ejemplo de cada ciudadano y ciudadana, reclamando por Justicia, movilizado y en paz. No es poco.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 27 Nov 2022 12:38:42 -0300