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Fundamentar - Artículos https://fundamentar.com Thu, 25 Apr 2024 20:30:59 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es El banquito y el ring https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6748-el-banquito-y-el-ring https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6748-el-banquito-y-el-ring El banquito y el ring

El recordado Ringo Bonavena, hombre guapo tanto dentro como fuera del ring, con veleidades de artista pero con la enorme sabiduría de los hombres sencillos y de barrio, supo decir que “cuando suena la campana, te sacan el banquito y te quedas solo”. A esa lógica parecen responder los movimientos políticos de la última semana del año de las dos principales figuras institucionales del país. Con escenarios y estilos distintos, pero con un vértice común, un sistema de Justicia putrefacto, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner generaron un par de hechos que marcaron la agenda del sistema político en su conjunto. Queridos lectores, estimadas lectoras, no esperen balances anuales ni mucho menos. No encontrará aquí resúmenes de este 2022 que nos deja, ni nada que se le parezca. Primero porque el calendario anual poco tiene que ver con la finalización de los procesos políticos; y segundo, porque nuestra cotidianidad resulta lo suficientemente atractiva para caer en algunas redundancias. Pasen y vean. Están todos y todas invitados.

Alberto Fernández jugó al factor sorpresa y el lunes dio a conocer vía redes, la decisión que había tomado durante el fin de semana respecto del fallo cortesano que favorece a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en materia de coparticipación federal en el tema de seguridad.

Recordemos que la semana anterior, un conjunto de gobernadores habían insistido en desconocer el fallo judicial, ya que le resta fondos al resto de las provincias y afecta a cualquier atisbo de federalismo sobre el que se constituyó al andamiaje institucional argentino. El combo venía armado con la recusación de los cuatro jueces que integran la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La jugada parecía demasiado riesgosa para el poco rédito que podía esperarse. La Corte es el último peldaño de apelación del país y más allá de que un pedido de recusación resulte jurídicamente posible, se da por descontado que cualquier tipo de revisión cortesana no se saldría de los fundamentos que se conocieron hace un par de martes atrás.

En definitiva, ante un pleito que involucraba al Estado nacional contra uno subnacional, el no cumplimiento de una decisión judicial expone a su máximo responsable, a quedar a tiro de una denuncia penal. Los muchachos y muchachas le golpeaban la espalda al presidente, le tenían el saco para la pelea, pero cuando sonaba la campana, todos mirarían para otro lado. Una cosa es una disputa política y otra muy distinta terminar con un juicio por intentar una quimera judicial.

https://twitter.com/alferdez/status/1607377552040935424

Sabrá Alberto Fernández si ese fue el espíritu que lo llevó a tratar de romper con el clima político que se había creado post reunión con los gobernadores, pero debe decirse que la propuesta que hizo conocer a la sociedad a través de redes, resultó de una agudeza política digna de destacar ya que, a la vez que no incumple el fallo, no altera el presupuesto (el monto que supone el cumplimiento de lo dispuesto por los cortesanos, no está incluido en el presupuesto 2023), emite papeles de un valor nominal muy bajo (con lo cual Horacio Rodríguez Larreta no podrá hacer el uso que había imaginado para su candidatura presidencial), utiliza la misma forma de pago que estos jueces convalidaron para las deudas con San Luis y Santa Fe, mantiene el reclamo por la recusación de los cuatro jueces y le pasa la pelota al Congreso Nacional con el tratamiento de una modificación a la Ley de Presupuesto.

En el cristinismo, la jugada fue vista como un nuevo caso Vicentín. La propia vicepresidenta no se privó de dejar alguna frase para la chicana política (“agrupación amague y recule”) en su discurso que dio en la inauguración del polideportivo Diego Armando Maradona en la ciudad de Avellaneda. La comparación parece injusta, ya que en política, no tiene mucho sentido insistir con escenarios de una derrota institucional segura, aunque nos asista la razón.

La pregunta la dejamos por aquí: ¿un gobierno debilitado, por factores de poder internos y externos, por errores propios y virtudes ajenas, puede hacer una acumulación política desde un lugar perdidoso? No sirve el ejemplo de un tal Néstor Kirchner promoviendo la recusación de la Corte del menemato desde la debilidad del 22% de los votos, ya que en aquellos tiempos, vaya detalle, el Congreso Nacional tenía una composición que permitía imaginar la posibilidad concreta de un juicio político a Julio Nazareno y sus acólitos.

Es también la propia Cristina Fernández de Kirchner la que decide no subirse al ring de ciertas peleas. Inteligentemente, unas semanas atrás reconoció que más allá de los deseos, una hipotética candidata con una condena en primera instancia, no era el mejor ejemplo para (ya que estamos charlando en términos boxísticos) la pelea de fondo del año próximo.

En el discurso del miércoles algunos parecieron entender que volvía sobre sus pasos y que ahora iba a intentar incidir sobre el juego político venidero. Eso es falso. Nadie se sube a un lugar del que nunca se bajó. Lo dijimos en este mismo espacio hace algunas semanas atrás: por historia militante, por compromiso con el espacio que supo construir y por la densidad política que representa su figura, la vicepresidenta va a incidir en lo que viene más allá de las candidaturas, aunque el cristinismo de paladar negro no se resigne y trate de reinterpretar cada frase en un sentido o en otro. No se trata de una canción de Patricio Rey sobre las que hay que tratar de “descular” ciertos enigmas: se trata de una decisión política ya tomada y sobre la que parece no tener retorno.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1607857178488061954

Ese desasosiego del cristinismo obedece a un pecado original: haber hecho, en el último tiempo, la construcción política del pleno, esa de jugarse una única ficha a una candidatura que vuelva a tener a “la jefa” como un parte aguas ya no del peronismo, sino del electorado en su conjunto. Debe reconocerse: cuando el pleno se acierta puede ser la mejor de las sensaciones, pero cuando se falla, el ánimo de desamparo resulta definitivo.

No se termina de entender por qué desde el cristinismo se jugó esa ficha dorada. El escenario no es muy disímil de lo que ocurría en 2019. Si los límites de hace 43 meses impusieron la necesidad de elegir a un moderado sobre el que no pocos se sienten desilusionados porque no fue lo que ellos pretendían que fuera (grave error que suele ocurrirnos a los militantes: confundir deseo político con realidad); si el techo bajo de Cristina tenía como resultado consiguiente e hipotético, un triunfo que no necesariamente le permitiría gobernar en los términos que ella lo deseaba; si el electorado argentino viene eligiendo a candidatos que habitan la ancha avenida del medio, porque no gusta de ciertas estridencias a la hora de la acción política (los casos de Pablo Javkin y Omar Perotti, por estos arrabales del mundo, resultan un buen ejemplo); hay en todo ello un error de enfoque mayúsculo. Pero cuidado, más allá de ciertas desorientaciones, y de que no se haya armado ningún “kilombo” cuando la tocaron, Cristina no está jubilada ni mucho menos.

En este contexto, con un  peronismo algo atribulado, sale la tercera pregunta de rigor: ¿se puede construir una candidatura presidencial en unos pocos meses? La historia reciente del Frente de Todos parece indicar que sí. Más allá de quién decida serlo, deberá entender que, además de la mejora de los indicadores socio económicos, adentro del ring, viene el paquete de una mafia judicial, política y periodística de proporciones. Esa misma que, en plena interna visceral, entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, no se priva de tener representantes muy activos de cada uno de los lados de esa grieta.

Desterrada la idea de halcones y palomas (deseamos que desde este lado algunos dirigentes asuman el concepto), Marcelo D’alessandro es al jefe de gobierno porteño, lo que Gerardo Milman es a la actual presidenta del PRO. Con pruebas contundentes de la pertenencia a una mafia, mientras del primero se espera sobre la mañana tempranera de viernes su renuncia, por vinculaciones muy estrechas con un asesor del presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Horacio Rosatti; al segundo lo pasaron a cuarteles de invierno a partir de su vinculación con el intento de magnicidio sobre Cristina Fernández de Kirchner, pero también por tener armada una red apócrifa de asesores y aportantes. Habrá que ver cómo actúa el mundo amarillo frente al pedido de los legisladores del FDT, para que el ex vice ministro de Seguridad de la Nación sea expulsado de la cámara por inhabilidad moral.

El 2022 va concluyendo. Como siempre, la política argentina se mostró activa, dinámica y a veces perturbadora. Se han traspasado barreras que muchos argentinos creíamos que nunca se pasarían. Aquel acuerdo suscripto hace 39 años, el que suponía cierto respeto por las formas y el fondo de las cosas, ha comenzado a crujir. Con precandidatos que prometen “bala” como gran solución al problema de la inseguridad, con dirigentes que miran al costado en un intento de magnicidio, con la violencia mediática a un click de distancia, con una región como Rosario azotada por crímenes y atentados (ahora a medios); el ánimo no resulta el mejor para los festejos.

Queda el mundial como regocijo, y desde la individualidad que supone este grupo de trabajo, la satisfacción de más de 50 análisis publicados, más allá del cansancio, de vacaciones o imposibilidades varias. Podemos seguir diciendo en lo que creemos, desde nuestra pequeñísima verdad relativa, pero desde el inoxidable honor de seguir siendo fieles a nosotros mismos. Vaya el deseo del mejor de los años para lectores y lectoras. Salud! (en siete días nos volveremos a encontrar).

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Fri, 30 Dec 2022 22:46:40 -0300
La despolitización como bandera https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6747-la-despolitizacion-como-bandera https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6747-la-despolitizacion-como-bandera La despolitización como bandera

"¿Y ahora qué?, ¿qué nos queda?
Elección o reelección para mí es la misma mierda,
Hijos de puta! En el congreso.
Hijos de puta en la Rosada,
y en todos los ministerios.
Van cayendo hijos de puta,
que te cagan a patadas"

Señor Cobranza - Bersuit Vergarabat

La sociedad argentina resultó conmovida. Como nunca antes había sucedido en el país, y sin registro real de otras latitudes, el día martes asistimos a la más conmovedora muestra de cariño que un pueblo le puede haber brindado a un grupo de deportistas que, por múltiples razones y virtudes, supieron poner al fútbol en el pedestal más alto. Las razones de ese cariño pueden resultar variadas (algo intentamos esbozar aquí), pero no debe dejar de ponerse en valor que la alegría colectiva no estuvo exenta de algunas discusiones que enmarcan un contexto donde todo lo que tenga que ver con "la política” se traduce como mala palabra. Para coronar la semana, asistimos al triste espectáculo de ver como una parte de la Cámara de Diputados se negaba a dar debate para sancionar un par de leyes que sí les cambian la vida a unos cuantos ciudadanos y a unas cuantas ciudadanas. Parecen temas disímiles pero que se entroncan en un clima de época y que pueden ser unidos por un hilo común: el de la reivindicación de la despolitización. Cada uno con sus matices. Pasen y vean. Son todos bienvenidos, campeones.

La primera salvedad que debe marcarse refiere a la diferencia entre lo que podemos definir como político y lo que se entiende como partidario. En los tiempos que corren, esa línea aparece como muy difusa. Es muy común escucharlas, verlas o leerlas como sinónimos cuando en realidad son conceptos que se relacionan de una manera definitiva pero que apuntan a conceptualizaciones distintivas.

En una democracia, lo partidario, que deviene de la idea de partido político se refiere, desde su definición más básica, a una parte de algo. Un grupo de hombres y mujeres comparten cierta cosmovisión del mundo, con una matriz ideológica determinada, y más allá de las estrategias comunicacionales y de vinculación con la sociedad que dicen representar, tratan de hacerse de una cuota de poder para transformar aquello que desean.

Lo político es otra cosa. Refiere a una dinámica propia, que se relaciona con lo partidario pero que lo supera y que se sustancia en lo colectivo y en lo que nos resulta común. Se lo podría pensar, siendo generosos, como sinónimo de lo público, de aquello que se discute entre todos, que queda expuesto de cara a la comunidad. Por ejemplo: cuando se quiere deslegitimar una medida de fuerza, se le dice que es “un paro político”. Y sí, mis amigos; una medida de fuerza, intenta llamar la atención del conjunto de la comunidad, por eso es política y porque la demanda del paro refiere, generalmente, a la mejora de las condiciones materiales de vida de un grupo de personas. Si se lo quisiera cuestionar, correspondería decir que resulta sectario o que sirve a los intereses de tal o cual partido, no mucho más que eso.

Ahora bien, desde el instante que supimos que la selección accedía a su tercera estrella mundial, la expectativa de los argentinos estuvo centrada en el tiempo que tardarían los jugadores en llegar al país para que recibieran el masivo saludo de todos nosotros. De a poco, se comenzó a saber que los jugadores no deseaban ir a la Casa Rosada para no “politizar” un hecho esencialmente deportivo. Desconociendo la historia, esa que marca que en 1986 Raúl Alfonsín recibió a los campeones de México, la que señala que Carlos Menem le dio lugar a los subcampeones de 1990 y que Cristina Fernández hizo lo propio con los derrotados del Maracaná en 2014; no fueron pocos los opositores, en formato de dirigentes políticos, periodistas e incluso politólogos de formación, que intentaron justificar la ausencia de Messi y compañía en la Plaza de Mayo.

 

https://twitter.com/CasaRosada/status/1605339438321926144

Pero además, está la Plaza de Mayo, epicentro neurálgico de la historia del país de los últimos 77 años. Allí nació el peronismo, se despidió de su pueblo el líder de ese movimiento; un grupo de “locas” le daban al mundo una lección con sus rondas semanales; el 30 de marzo de 1982 se reclamó por Paz, Pan y Trabajo; dos días después se vitoreaba la recuperación militar de Malvinas; el 10 de diciembre de 1983 Alfonsín sabía despertar nuestra esperanza; en 1987 la plaza se llenaba en contra del alzamiento carapintada, en los 90’ un periodista convocaba a una masiva Plaza del Sí, y veintiún años atrás, sabíamos del asesinato de más de treinta argentinos que reclamaban por una sociedad más justa. Podríamos seguir comentando hechos de todo tipo, pero en el medio, se celebraron gestas deportivas con la presencia de líderes políticos que, a la larga, de poco les servían esas fotos tan significativas.

Una caravana con una treintena de deportistas que celebra con su pueblo no es un hecho político. Pero sí tiene una vertiente despolitizadora la justificación de la no concurrencia a Casa Rosada para saltar la grieta o, como afirmó algún colega con más credenciales que el suscripto, “porque ese balcón ya no representa al país sino a la política”. Lo que parece no entenderse es que ese espacio, casa o balcón, con llegada en vehículo o escapada en helicóptero, siempre fue una parte de algo, un complemento y que no se entiende su potencia sin un pueblo debajo que le da significación.

Pero la problemática no se agota allí. En el quorum que el Frente de Todos no alcanzó el día miércoles para sesionar en la cámara baja, tenemos otro ejemplo. El asunto se agrava cuando un conjunto de legisladores decide vaciar de contenido político, a la política. Una de las condiciones de lo político también refiere a la visibilidad del otro, a reconocerlo y, como objetivo final, alcanzar esa obsesión de algunos republicanos comarcales llamado consenso. Ya ni a eso se aspira desde buena parte de la oposición argentina.

https://twitter.com/prodiputados/status/1605601394773282826

Aparece una negación de la discusión. Hay un supuesto enojo, y desde ese estado de ánimo, los amarillos y la funcionalidad del famoso Interbloque Federal que habría llegado para mejorar a la política argentina, se niegan al debate mientras esperan entre los cortinados de un recinto semivacío de la Cámara de Diputados. Como resultado de ello, y como pocas veces se puede haber notado, a lo que se le negó tratamiento refirió a dos temas que tienen mucho de la calidad de vida a la que puede aspirar un ciudadano o una ciudadana.

Que alrededor de 800.000 personas no puedan comenzar a pensar en el acceso a un ingreso mínimo en el mediano plazo, luego de una vida de trabajo de la que no recibieron ningún tipo de aporte jubilatorio (o lo recibieron tarde y mal), y que miles de jóvenes no puedan proyectarse en el cursado de una carrera universitaria que les resulte más cercana porque “la política” anda pensando en el chiquitaje de ocasión que suponen ciertas disputas intramuros, no hace más que negarse a sí misma la capacidad transformadora.

En “Sr. Cobranza”, la Bersuit le cantaba y le gritaba a un malestar que ya resultaba insostenible. De manera muy acorde a ese tiempo, denunciaba un sistema de poder desde afuera. Desde esa denuncia que hacía mucho ruido y que nos planteaba algunas preguntas interesantes, subyacía una despolitización evidente. La letra parecía decirnos que sólo quedaba el insulto como recurso. Tres décadas después, no son pocos los actores de la política, los protagonistas y los de reparto, que reivindican la negación de ciertos atributos básicos que ella posee. Y lo llevan como bandera.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 24 Dec 2022 10:35:59 -0300
Las vocales, las consonantes y el fútbol https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6746-las-vocales-las-consonantes-y-el-futbol https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6746-las-vocales-las-consonantes-y-el-futbol Las vocales, las consonantes y el fútbol

"Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento."

Naranjo en flor - Homero y Virgilio Expósito

¿Desde dónde escribir cuando el hecho deportivo, transformado en alegría colectiva nos desborda? ¿Desde esa felicidad íntima de una familia que no puede contener el llanto durante los diez minutos posteriores a que Gonzalo Montiel acertara en la definición de su penal y pusiera a la Argentina, otra vez, en el máximo pedestal del fútbol?

¿Desde el maravilloso desorden de una ciudad visceralmente futbolera como Rosario, que tiene desde ayer el innegable orgullo de contar con tres campeones del mundo, y que dos de ellos aportaron los goles de la definición y que, vaya representación distintiva, reporta cada uno en los dos clubes en los que se divide la otrora Chicago argentina?

¿Desde el recuerdo a los detractores que se ensañaron con algunos jugadores por su vida privada o con el director técnico por su falta de experiencia?

¿Desde el ejemplo que supone un proyecto que nació rengo pero que se fue consolidando a fuerza de conocimiento, empatía grupal y la sumatoria de los distintos talentos individuales?

Sinceramente, no lo sé. La hazaña deportiva de este 18 de diciembre de 2022, que quedará grabada a fuego en nuestras memorias, despierta sentimientos y emociones en diversas direcciones que desordena cualquier pretensión de claridad conceptual. Escribir como método para exorcizar demonios, para ahuyentar fantasmas, tal vez de eso se traten estas líneas que siguen.

https://twitter.com/Ieomessiok/status/1604589425547218946

De alguna manera puede decirse que el fútbol argentino ha vivido preso de la dictadura de una vocal. Más precisamente la “O”. Nos hemos desgastado en discusiones tan estériles como funcionales a quienes deben llenar horas y horas en medios o, si se quiere, en satisfacer egos personales de ya viejos ídolos cuando debatíamos si preferíamos el mundial del ’78 o el mundial del ’86; cuando nos interpelábamos por la preferencia de César Luis Menotti o de Carlos Salvador Bilardo, o más acá en el tiempo, cuando caíamos seducidos ante la duda de Diego Armando Maradona o Lionel Andrés Messi.

Esas discusiones siempre resultaron falaces. El “triunfo” de ayer, tal vez nos ayude a entender que la vocal deba ser cambiada por una consonante, la “Y”. Que la historia del fútbol argentino se referencia en los dos mundiales previamente ganados: en el juego colectivo del ’78 y en la solidaridad emotiva del ‘86. En la capacidad de convencimiento de Menotti y en la obsesión bilardista de no dejar nada librado al azar. En el talento rebelde del que ya no tenemos entre nosotros y en la genialidad en la repentización del otro rosarino más famoso.

Hegel afirmaba que a dos ideas que resultaban antitéticas podría sucederle una nueva en formato de síntesis. ¿Podríamos imaginar a la Scalonetta como una especie de modelo hegeliano del futbol argentino? Tal vez sí, porque ese equipo tuvo buen juego en las complejidades de este tiempo, supo ser ordenado tácticamente y rebelde en dosis igualitarias, apostó a lo colectivo, necesitado a la par, como siempre sucede en este deporte, de la precisión y preciosismo individual, que no son lo mismo aunque parezcan que pertenecen a la misma familia de palabras.

https://twitter.com/emimartinezz1/status/1604587363711205376

Pero tal vez no, si es que esa especie de síntesis nos lleva a obviar el pasado, a no reconocer ciertos orígenes, algo que suele ser tan común en estas tierras que habitamos. La Scalonetta es deudora del menottismo que hizo creer a un grupo de jugadores que podían pertenecer a la elite del futbol mundial. Y es deudora del bilardismo que supo de transmitir del orgullo de vestir esa camiseta. Esos son sus orígenes. Que el ex volante ya octogenario integre una secretaría técnica del equipo de la Asociación del Fútbol Argentina es una buena noticia en sí misma. Que el médico que le dedicó su vida al fútbol, ayer pueda haber visto a Messi levantar la copa del mundo y que el otro Lionel, Scaloni, se haya emocionado cuando se lo nombraron en conferencia de prensa, también.

Esta consagración, además, vino a romper con ciertas verdades sagradas que parecían irrefutables. Alcanzan al ambiente del futbol pero también a nosotros mismos. En este último caso, por ejemplo, una encuesta twittera de Luiz Inacio “Lula” Da Silva dio como resultado que la mayoría de los seguidores del presidente electo del Brasil (57%), prefería  una Argentina triunfadora. Otro ejemplo es el de Mario Gotze, nuestro verdugo de 2014, quien celebró el derrotero deportivo de Messi. Ambos hechos, tal vez deberían servir para relativizar nuestro fanatismo “termo”. De los primeros hay un par de afirmaciones que merecen revisión:

“El director técnico de la selección argentina debe ser un tipo ganador, con trayectoria”: desde su experiencia de vida y profesional debía saber ser referencia. Incluso, algunos preferían cierta distancia y hasta cierto paternalismo. Falso. Lionel Scaloni entró casi por la ventana. Pero sin recorrido previo supo llegar a sus jugadores. Con alguno puede decirse contemporáneo pero con la gran mayoría lo separa una generación.

https://twitter.com/Notamendi30/status/1604580745053356033

“Los jugadores deben tener un líder que sepa imponerse ante las adversidades”. Otra vez falso. La idea del macho que se imponía sobre el resto, adentro y fuera de la cancha, era muy vívida en ciertos cultores de una forma, algo perimida, de entender el juego. El líder volvió a aparecer pero con otro formato, más cercano, definitivamente más humano y sabiendo delegar en el resto de sus compañeros de sueños y quimeras.

Estos protagonistas, como un signo de los tiempos que corren, se permitieron el lugar para la emoción pública, incluso con el llanto que produce cierta felicidad.

Siempre desearon mostrarse con sus afectos, algo impensado en la obtención de los mundiales anteriores. ¿O alguien recuerda algún familiar en la vuelta de Buenos Aires del ’78 o en aquella del mediodía mexicano del ’86?

https://twitter.com/fifaworldcup_es/status/1604602515424567296

Incluso, una de sus figuras más querible, se permitió reconocer que tras una derrota impensada e inesperada había necesitado ayuda de su sicólogo. No es menos fuerte quien reconozca sus carencias, preocupaciones y angustias. Pero sí más inteligente porque de ello depende el éxito de vivir cada día, en este caso, después que el árbitro pita el final del partido y las cámaras de televisión dejan de mostrar lo que sucede en un rectángulo de juego.

Pero hay algo que sobrevuela el ambiente y que refiere a la masividad de los festejos, a lo largo y ancho del país, en la tarde – noche del domingo pero también en el derrotero que tuvo el mundial. ¿Cómo se explica tanta empatía, tanta “manija” al decir de Twitter?

https://twitter.com/alemacallister/status/1604687546323271680

Es indudable que en tiempos de multiplicidad de redes y del acceso a internet de manera tan definitiva con cualquier tipo de teléfono celular, todo se potencia. Pero en este caso tal vez podamos pensar a la red del pajarito, Telegram, Instagram, Whatsapp y en menor medida Facebook, como meros instrumentos de un momento social. Puede costar aceptarlo pero nuestro mundo queda influenciado por las redes que, combinado con el variopinto enjambre de enviados especiales a Qatar, suman una visibilidad de la que nadie puede escapar del todo. Pero hay otros factores. Repasemos:

El éxito de la Copa América como antecedente. Si el proceso de la Scalonetta venía mirado de costado por el mundo futbolero, el éxito contra Brasil en “tu cara y en tu cancha” abrió un crédito colectivo que fue el desasosiego de no pocos comunicadores que se preparaban para el reemplazo del hombre nacido en Pujato.

https://twitter.com/fifaworldcup_es/status/1604601378005024770

El Covid y sus efectos colaterales. La pandemia que aún padecemos trajo como etapa siguiente, una vez que hemos sentido que lo peor ya pasó, una especie de estallido de lo público. Entre otras circunstancias tenemos un turismo interno y externo con temporadas altas y bajas que baten récords; bares, restaurantes y boliches a tope; recitales extranjeros y nacionales con llenos totales. Debe ser cuestión de análisis más profundos y de especialistas más iluminados, pero queda la sensación de que la pandemia ha dejado un reguero de sentimientos de que todo debe vivirse en plenitud, aquí y ahora. Y un triunfo deportivo con tanto anclaje en lo colectivo no es algo que podamos desechar.

La debilidad aparente. Más allá de lo logrado en julio del 2021 en el Maracaná, eran otras las selecciones que aparecían como favoritas para ganar el mundial. Las soberbias actuaciones iniciales de España, Francia o Brasil (por poner rápidos ejemplos), en contraposición con la derrota argentina contra Arabia Saudita, nos puso en un lugar de permanente tensión y presión. El fantasma de 2002 circuló de manera palmaria en nuestras conciencias futboleras. Y esa debilidad también apareció expresada en una canción que pese a su simpleza se muestra definitivamente genial porque en unas pocas estrofas, “Muchachos”, tiene la especial virtud de recordar Malvinas, nuestras derrotas, victorias, deseos y los recuerdos místicos para el que ya no está.

https://twitter.com/CutiRomero2/status/1604576030185889793

¿El último de Messi? No sólo los argentinos tomamos razón de que este podría ser su epílogo mundialista. De alguna extraña forma descubrimos que el mundo se ha rendido a sus pies y nosotros, a sabiendas de reconocernos contemporáneos de uno de los mejores jugadores de la historia (para los más jóvenes el mejor), también poníamos nuestras alegrías en él. Leo representa mucho de cierta argentinidad (y rosarinidad) que se ha sabido mantener en el tiempo: desde su gestos, modismos y forma de entender el compromiso por esta selección pero también en su historia de vida que resulta tan común a miles de argentinos (y tan simbólica a la vez), que refiere a que tuvo que irse desde muy chico del país, conocer otras formas y costumbres, para lograr el éxito tan deseado. Messi es su fe inquebrantable en seguir pese a todo, en su bonomía en la victoria y en su gesto adusto en la derrota, pero también es esa historia de la de cualquier pibe de barrio que se topó con un dirigente de fútbol a quien su nula visión no le permitió apreciar la dimensión de lo que enfrentaba. Guste o no, al igual que Diego, el jugador del París Saint Germain, tiene mucho de nuestra forma de ser ante el mundo y entre nosotros mismos.

“Primero hay que saber sufrir”, nos enseñaron los hermanos Expósito hace unas cuantas décadas atrás. Y algo de eso tomamos muchos argentinos entre victorias angustiantes y alguna que otra placentera. La duda inquietante supo plantearla el periodista Ariel Senosiain, cuando se pregunta públicamente hasta cuanto uno debe “saber sufrir”. Sinceramente no lo sé. Pero sí puedo afirmar que hemos amado y que el domingo hemos andado sin pensamiento, en pleno goce y disfrute, aunque en diciembre el perfume de naranjo en flor no nos acompañe. Salud campeones y simplemente eternas gracias por las lágrimas de este tiempo.  

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Mon, 19 Dec 2022 20:48:14 -0300
Estado de sopor https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6745-estado-de-sopor https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6745-estado-de-sopor De la serie "La Nada en el Vacío"

"A veces estoy tan bien, a veces tan down.
Calambres en el alma,
Cada cual tiene un trip en el bocho,
difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo."
Promesas en el bidet - Charly García

La política argentina llega a la última quincena del año con un escenario de variadas indefiniciones que, ilusoria o inocentemente, algunos quieren adjudicar al mundial de fútbol de Qatar. En un país visceralmente futbolero, la performance de la Selección Argentina nos ha colocado en un lugar inusual para estos días del año. Ya se acerca nochebuena, ya se acerca navidad y nadie parece haber estado del todo preocupado por los encuentros ni por cómo estará el clima en los días festivos. Mucho menos por el devenir y los acontecimientos políticos que aparecen cada vez más en una lógica enmarañada que sólo interesa a unos pocos. Todo parece estar alcanzado por una especie de estado de sopor que, como define la Real Academia Española, se define como “el embotamiento de los sentidos y la torpeza de movimientos”. Para la primerísima de nuestras preocupaciones quedan pocas horas para las definiciones. Para las otras, bastante más. Si usted tiene ganas y tiempo, entre sufrimiento, cábalas y angustias varias, pase y vea.

El “renunciamiento” de Cristina Fernández de Kirchner activó varias respuestas esperables. La primera de ellas, tradicional en el manual de gestión de la política kirchnerista cuando se toma una decisión que altera el tablero, devino en el silencio vicepresidencial y, a la vez, activó algo que podía esperarse de antemano: la conformación de algunas mesas políticas que tienen como foco principal las elecciones de 2023. Picaron en punta un conjunto de gobernadores (para hacer honor a su exitosa carrera, el santafesino Omar Perotti no fue de la partida) y un grupo de sindicalistas que suelen mostrarse muy amigables con ciertos espacios de poder. El sentido del encuentro se sustenta en la necesidad de encontrar un candidato, si se puede propio, que les garantice una mayor visibilidad y algunas certezas de cara a lo que viene.

Fenómeno raro el de los gobernadores que mientras imaginan una candidatura nacional, apuestan por la eliminación de las PASO para elegir a dedo a sus “pollos” y por una separación de las elecciones nacionales de las provinciales a los fines de blindar sus territorios.

Fenómeno raro el de este conjunto de sindicalistas que, mientras varios de ellos resultaron decididamente complacientes con las intenciones macristas del período 2015 – 2019, hoy pugnan por una representación institucional en listas de legisladores, a la par que plantean la queja de no haberla logrado en las últimas elecciones, como sí le sucedió a quienes tributan en el kirchnerismo. La pregunta es simple: ¿por qué un líder (o lideresa) te regalaría la promesa de una representación de un espacio del que nunca te sentiste parte? La respuesta es más sencilla aún.

El Partido Justicialista se encuentra en estado de discusión. No de ebullición porque para eso se necesita de una militancia que, luego de la definición cristinista, está como en el tango “sin saber que trole hay que tomar para seguir”. Sin un candidato definido previamente, la semana registró dos hechos que reflejan esa falta de definiciones de las que hablábamos al comienzo: el acto presidencial por la celebración de los tres años de gobierno, lo cual no derivó precisamente en un extendido reconocimiento oficialista y la buena nueva del número inflacionario de noviembre que llegó al 4,9%.

https://twitter.com/INDECArgentina/status/1603465007026606096?cxt=HHwWoMC4mbW708AsAAAA

No deja de ser paradojal la situación ya que ese número mensual que en otros países representaría un problema, en la Argentina deja una mueca de cierta conformidad. Como siempre, cualquier hecho político, y la inflación lo es, debe ser analizada desde el contexto que la enmarca: coquetear sistemáticamente con un alza de precios que ronda entre el 6% y el 7%, no es una buena señal para nadie. Completa el cuadro el dato de una baja sustancial en el índice de alimentos, construido en base a mucha “perseverancia” sobre los formadores de precios.

Con ese dato alentador a cuestas, la oposición política y la corporación mediática (que son más o menos lo mismo) se encargaron a partir de mismísimo jueves de empezar a poner dudas sobre el método de medición, parangonándola, sin ningún tipo de denuncia de los trabajadores y académicos del Indec, con los tiempos de Guillermo Moreno. Si la baja persistiese (habrá que prestarle especial atención a diciembre que históricamente resulta un mes “caliente”) estos sectores podrían encontrarse ante un nuevo y doble problema: el cambio de ánimo social con una inflación que pueda mostrar una tendencia a la baja y la emergencia de Sergio Massa como un referente en donde buena parte del peronismo estaría dispuesto a pedirle (sino rogarle) por una candidatura presidencial. Qué hará el tigrense es una cosa que sólo él debe tener en claro. Si es que lo tiene.

Ese estado de sopor se completa con la situación de un congreso nacional paralizado en cuanto a la sanción de leyes. Lo excepcional del asunto es que ello no responde exclusivamente a lo que podríamos definir como las naturales diferencias que surgen en un esquema de poder tan marcadamente polarizado entre dos fuerzas antagónicas, y que, en algunas ocasiones concluiría con un escenario de empate permanente que articula un constante bloqueo del propio sistema político.

Como en algunas crisis de pareja, aquí las razones se sustentan en la presencia de un tercero (o tercera) en discordia: el Poder Judicial y la Corte Suprema de Justicia de la Nación que lo gobierna. La apelación sistemática a juzgados para dirimir cuestiones que le corresponden a la dimensión de la política, la recurrencia a tecnicismos que garanticen supuestos intereses generales, la aceptación gustosa de buena parte del sistema de justicia de auto habilitarse el rol de árbitro en pleitos que exceden al mundo del derecho y la promiscua relación construida entre una parte de la dirigencia política, jueces, fiscales, servicios de inteligencia y medios de comunicación, han derivado en un momento histórico donde la política le pide permiso a la justicia, permiso “para ser”. El estropicio generado en el Consejo de la Magistratura sobre el que esta semana tuvimos un nuevo capítulo, no ha hecho más que confirmar el deterioro comentado: ese propio organismo paralizado, siete universidades sin haber sido creadas, autoridades de la Cámara de Diputados sin nombramiento efectivo y la ley de humedales sin tratamiento efectivo, son consecuencia de ese desandar.

Serko
Serko

La política argentina no se detuvo ni entró en ese estado de sopor por culpa del mundial, sino porque ha terminado siendo víctima de su propio devenir. A la hora de la verdad, y de acuerdo a los resultados, buena parte del quehacer opositor no se define en la sede la Unión Cívica Radical, del PRO, del municipio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ni en la de la Fundación FIFA con sede itinerante en Qatar, sino en el cuarto piso de la calle Talcahuano 550, hábitat natural de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, mismo organismo que, de yapa, esta semana tomó la decisión de no revisar uno de los casos sobre los que Milagro Sala ha recibido condena, y por lo tanto, la misma ha quedado firme. De paso, con esa decisión agregó un nuevo foco de conflicto interno en el Frente de Todos, ya que algunas voces han comenzado a pedirle al presidente de la Nación por un indulto al que Alberto Fernández ha rechazado históricamente.

El mundial y el año comienzan a despedirse. Vivimos las últimas horas y días de cada uno de ellos. Pero, mientras en el primero las definiciones son inexorables, este 2022 le hereda a su sucedáneo un cúmulo de situaciones no resueltas que, seguramente, marcarán la cotidianidad de los próximos 365 días. Carlos Alberto García Moreno canta que cada uno tiene un trip en el bocho y que así es muy difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo. Nada muy distinto a cierta dirigencia política. Salud Selección Argentina, y que en su juego y resultado, encontremos una verdadera alegría que, a la vez que colectiva, sea definitiva.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 17 Dec 2022 16:28:55 -0300
Hacerse cargo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6744-hacerse-cargo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6744-hacerse-cargo Hacerse cargo

"Este asunto está ahora y para siempre en tus manos, nene.
Por primera vez vas a robar algo más que puta guita.
Cuando la noche es más oscura,
se viene el día en tu corazón".

Juguetes perdidos - Patricio Rey y sus redonditos de ricota.

En contadas ocasiones una semana política puede condensarse de manera tan visceralmente definitiva sobre una misma personalidad, definiendo el juego en un sentido o en otro, pero con la inestimable capacidad de saber salirse del molde de todo lo que está preestablecido. Siguiendo con la lógica mundialista que nos alcanza, Cristina Fernández de Kirchner se parece a esos jugadores que soportan la peor de las presiones pero que en un solo movimiento desvían el sentido del juego de manera decisiva. Que se parezca o no a un muchachito nacido en barrio Las Heras, que desde hace algunos lustros reside en Europa, pero que se resulta más rosarino que el Carlito, es una elucubración que sólo cabe en la imaginación de los futboleros más atribulados. Cristina en el centro de la escena por enésima vez. Entre partido y partido catarí, pasen y vean.

Esta vez la semana política comenzó el domingo cuando un par de medios que nada tienen que ver con la corporación periodística, dieron a conocer una serie de mensajes y audios de Telegram que mostraban la impúdica relación que han sabido construir unos cuantos jueces federales, servicios de inteligencia, una fracción del poder político, un empresario que viola la ley argentina desde hace varias décadas y lo más granado de la conducción del grupo Clarín.

Lo informado derivó en un tembladeral político y judicial. Lo que inicialmente no pocos medios trataban de ignorar, con la cadena nacional del día lunes del presidente Alberto Fernández, quedaron obligados a dar cobertura. Si bien es cierto que los audios y mensajes tienen nulo valor jurídico, no menos real que ello resulta que tienen una decisiva incidencia política. Lo que se conoció el domingo anterior, con la única desmentida de Marcelo D’alessandro, ministro de Seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien afirmó que los datos estaban editados, no recibió ninguna desmentida del resto de los protagonistas. La foto de directivos de Clarín recibiendo a los visitantes en el aeropuerto de San Carlos de Bariloche muestra no sólo la hospitalidad de los organizadores del encuentro sino la impunidad (¿además de idiotez?) de mostrarse en público.

Mientras los “huemules” (así es el nombre del grupo) se desvelan por conocer a los autores de la filtración, el conjunto de los argentinos nos enterábamos de cómo unos cuantos funcionarios públicos discutían medidas que suponían la violación de la ley. No sólo está en juego el delito de dádivas sino que, a partir de la información sobre el viaje que había dado a conocer el diario Página 12 hace un par de meses atrás, los protagonistas dialogaban sobre la emisión de facturas apócrifas para el pago del vuelo como así también del hospedaje. Uno de los jueces resulta, a la sazón, juez en lo penal y económico. No deja de resultar un interesante oxímoron que un funcionario que debe investigar y juzgar al delito económico forme parte de una organización que altera pagos.

Pero más allá del valor jurídico del asunto, de quienes resulten los autores de la filtración (y con qué fines), el hecho deja al descubierto dos factores elementales de cómo se mueve parte de la política argentina de este tiempo.

El primero refiere a la necesidad de que descartemos definitivamente y para siempre, esa falaz teoría de que en el mundillo PRO existen halcones y palomas. Si alguien nos quiere convencer que el larretismo representa a esa noble ave que representa a la paz, se equivoca de cabo a rabo. La provocativa propuesta de gobernar con el 70% de los argentinos, dejando de lado al resto que representaría el kirchnerismo, se suma de manera directa con el hecho de uno de sus ministros formando parte de un nuevo ejemplo de Lawfare y con el propio Horacio Rodríguez Larreta defendiendo a su funcionario. Para muestra basta un botón diría mi abuela, y el ex interventor de PAMI en tiempos de Fernando de la Rúa viene sumando acciones como para hacerse un saco del mejor estilo inglés.

El segundo factor refiere a una nueva confirmación de que Juntos por el Cambio llegó a la política nacional para romper todos los códigos de convivencia política con sus adversarios. El silencio de amarillos y radicales (con la sola excepción de la inefable Margarita Stolbizer, quien pidió la renuncia del ministro), muestra que nada los conmueve a la hora de la defensa corporativa. Que un sistema político, ante semejante escándalo, tenga como máxima aspiración a que los propios sólo hagan silencio como forma de cuestionamiento interno, refleja el nivel de deterioro de las relaciones institucionales.

Pero si hablamos de deterioro, no podemos dejar de poner sobre la mesa el fallo condenatorio a Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad. La forma en que se estructuró el juicio, el absurdo que supone que los jefes de gabinete no tengan responsabilidad alguna en la administración fraudulenta, la increíble absolución de Julio De Vido siendo ministro del área a la vez que se castiga a la actual vicepresidenta, muestra tres cuestiones definitivas: que, efectivamente, la condena estaba escrita hace tres años, que el adelanto de los  argumentos del fallo están flojitos de papeles y que sólo interesaba la proscripción política de la dos veces presidenta de los argentinos.

Ante esto, Cristina fue por más. A minutos de conocerse la condena, pidió la pelota y demostró por qué es la lideresa más importante de estos, casi, cuarenta años de vida democrática. Engarzó, cual orfebre relojero, su condena con los audios y mensajes conocidos 48 horas antes. Ya no habló de Lawfare sino, lisa y llanamente, de mafia. Identificó a uno por uno de los protagonistas del viaje a la mansión de Joe Lewis en Lago Escondido y su historia judicial reciente. No se privó de cuestionar a su compañero de vida sobre alguna concesión efectuada a Clarín, puso en el centro de la escena a Héctor Magnetto y anunció su renunciamiento a ninguna candidatura de ningún tipo para que el peronismo no quede condicionado por la condena de primera instancia.

Más allá de la emoción a flor de piel de la protagonista, la decisión provocó una evidente desubicación en propios y extraños. Para estos últimos, porque con esa jugada se quedan sin un argumento de peso para una campaña electoral que todo parece indicar no se desandará por caminos de concordancia y armonía política. Cualquier parecido con movimiento ajedrecístico de mayo de 2019, cuando decidió bajarse de una candidatura sin bajarse del todo, es parte de su imaginación querido lector, estimada lectora.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1600233714679586817

Para los propios, la decisión también agrega una dificultad extra en el recorrido del año electoral. Con el pleno del cristinismo jugando a un operativo clamor que no tendrá efecto, no fueron pocos a los que les llegó una sensación de desamparo político. Si fue una respuesta producto de la emoción o de algo meditado previamente parece una pregunta menor ante la idea de pensar si, en definitiva, una condena tan definitivamente amañada resultó un éxito o un fracaso para los intereses corporativos.

Nos explicamos. Cristina ha decidido sacarse el sayo de una candidatura que siempre, guste o no, condiciona, por los factores externos o internos, por el perfil del candidato o candidata y también, por el de los adversarios. Con ella fuera de esas responsabilidades, vale preguntarse quién le impedirá “ser” a partir de poder contar con estas libertades porque, y aquí nadie debe confundirse, un renunciamiento no supone abandono de la política.

Pero la incomodidad de la decisión excede al propio peronismo y alcanza también al conjunto de ese conglomerado que podríamos definir como movimiento nacional y popular. Los titulares y no pocos analistas domingueros (excepcionalmente, hoy escribimos un domingo) intentan responder o desentrañar quiénes pueden ser los candidatos peronistas del 2023 para la presidencia. Y la verdad, eso parece una duda menor.

La gran pregunta que deja lo sucedido en los últimos siete días refiere a qué tipo de candidato se prefiere desde este lado, para dar qué tipo de batallas políticas, con qué elementos a mano y con cuáles a construir. Entre tantas cosas, si de algo debe servir la experiencia del Frente de Todos a partir del gobierno de 2019, es tener en claro cuál es el horizonte aspiracional en pleno siglo XXI, con qué herramientas y métodos, para que ciertas diferencias naturales no ralenticen a un gobierno a partir de lo que cada uno supone que debe hacerse.

Menuda tarea para el movimiento nacional y popular. “Este asunto está ahora y para siempre en tus manos” nos dice el septuagenario que supo conquistar a bandas inconsolables, de perros sin folleto y brujas de alma sencilla. Y aunque ella va a seguir estando, algo similar nos parece decir Cristina. Habrá que hacerse cargo. Tal vez así, la noche se haga día… 

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 11 Dec 2022 19:50:03 -0300
Acerca de la muerte y los juicios https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6743-acerca-de-la-muerte-y-los-juicios https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6743-acerca-de-la-muerte-y-los-juicios Acerca de la muerte y los juicios

"Tan aterrador, que te hace callar,
tan conmovedor, que te hace llorar.
Si alguien va a partir, alguien va a llegar.
Quiero despedir, saber celebrar.
La muerte será vida vencida,
o tal vez, vida nueva."

Acerca de la muerte - Gustavo Cordera

Cuando nuestros lectores y lectoras lean el presente análisis, el resultado estará definido.  El estado de sopor que conlleva un mundial habrá sido extendido (ojalá que hasta el mismísimo 18 de diciembre) o habrá recibido un cachetazo deportivo que indudablemente afectará el humor social. Con todo, esta última semana de noviembre no dejó de traer novedades, una de ellas dolorosa, las cuales merecen ser revisadas. Repasemos.

La semana, y en pleno feriado por el Día de la Soberanía Nacional, comenzó con la triste noticia del fallecimiento de Hebe de Bonafini. A los 93 años, la mamá de Jorge, Raúl y María Alejandra, se había transformado en una referente insoslayable de la realidad nacional. Reconocida en el mundo entero, Hebe (Junto Tati Almeyda y Estela de Carlotto, entre tantas, sabrán respetar los y las puristas que no me meta en internas de inexistente valor), representa lo mejor de cierta argentinidad que eligió no contestar a la violencia con más violencia.

Hebe es la cara más tempranamente reconocida de un grupo de mujeres  que supieron superar el miedo que traía la violencia estatal, la angustia por las ausencias, la perversidad por el reconocimiento oficial de las desapariciones, la indiferencia social, la complicidad de dirigentes elegidos por el voto popular que, en nombre de la paz y la unidad, garantizaban la impunidad de asesinos y torturadores.

La figura de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, es uno de los vértices sobre el que se parió uno de los movimientos sociales más trascendentes de occidente. Desde esa lucha, Argentina se distingue en el mundo: sus vecinos regionales no pudieron construir ni siquiera de manera mínima y algo tangible un proceso de memoria sobre lo sucedido en las dictaduras latinoamericanas de los 70’ en cada uno de sus países. La lucha ejemplar de Nelson Mándela no tuvo resto político y social para hacer justicia sobre los crímenes del Apartheid. La España posfranquista aún busca juez que se ocupe de investigar lo sucedido hace nada más y nada menos que 85 años atrás. El ejemplar juicio de Nuremberg sólo pudo sostenerse con la presencia vigilante de las potencias mundiales triunfadoras de la Segunda Guerra Mundial, aportando jueces extranjeros que juzgaron a los criminales del nazismo.

La lucha que encarnaron las Madres, y de las que Hebe fue una innegable jefa política, puede medirse a la luz del proceso de Memoria, Verdad y Justicia que el país profundizó desde el 2003 en adelante. Los centenares de condenas  y la cantidad de juicios celebrados sirven de referencia del inmenso trabajo realizado. Pero eso sería mirar una parte, paradójicamente, tal vez la más chica, de esa lucha que reivindicamos. Hay otro resultado, más difícil de medir y que referencia en cierta consciencia ciudadana que pudimos adquirir los que veníamos más atrás a partir de la lucha de mujeres de la valentía de Hebe. Si quisiéramos medirlo, tal vez cada 24 de marzo tengamos una respuesta a mano.

Pero, creo, eso tampoco alcanza, ya que, muchos y muchas que miran de costado a la disputa por la garantía plena de los derechos humanos en la Argentina, y tal vez sin saberlo del todo, son herederos de los beneficios que ha supuesto la lucha de “esas viejas locas”. En este país, el nuestro, nadie acepta mansamente ciertos atropellos. Nadie cree que las fuerzas de seguridad sean una fuente de verdad absoluta e irreprochable.

La lucha de Hebe se proyecta en cierta cotidianidad que hemos naturalizado. No parecen muy distantes en lo conceptual la Ronda de las Madres de cada jueves, con las marchas del silencio que, pacíficamente, suelen reclamar por la violencia de las fuerzas de seguridad. Hay una herencia innegable en una lucha que se ejemplifica en aquellos padres, madres, familiares y amigos que resultan atravesados por el dolor de un crimen en el pedido de JUSTICIA. Hay un hilo conductor que llega, tal vez imperceptiblemente, a ese ejemplo de 45 años atrás.

El aporte de Hebe a la vida social argentina es enorme. Trasciende una disputa puntual e interpela a las generaciones. Nos ha permitido enseñarles a nuestros hijos que había un camino por el que seguir ante determinadas circunstancias que la vida nos plantea.

Por ello la pusilanimidad de un diputado no puede tapar aquello construido por Hebe. En esa falta de respeto del jueves, cuando José Luis Espert decidió romper con cualquier decoro mínimo que nos exige la muerte de cualquier ser humano. No se le podrá negar coherencia al legislador que pide “balas” para los delincuentes, justamente todo lo contrario que planteaba la homenajeada.

La pregunta de rigor es por qué cree esta derecha que ignora tantas cosas y que oculta tantas otras, que tiene la potestad para emitir juicios que lapiden las luchas populares. ¿Cuál es la catadura moral de una dirigencia que intenta ocultar las atrocidades de la historia y muchas de las injusticias de este tiempo “injusto” que vivimos? ¿Quién le dio a Espert y sus acólitos la potestad para violar un homenaje institucional a una mujer que resultó una verdadera excepción?

https://www.youtube.com/watch?v=QZ2qMEW7-D0

Debe decirse. Los enemigos de Hebe  existieron siempre. Desde la pelea inicial de los 70’ y a todo aquello que ella supo construir en las últimas cinco décadas. Lo hemos visto, leído y escuchado en los medios, en nuestros espacios de convivencia, en la calle y, muchas veces, en espacios de poder del Estado. En eso, este tiempo no representa ninguna novedad, más allá de las formas comunicacionales o de la violación de reglamentos parlamentarios.

Pero si hablamos de violencia y juicios, no dejó de ser noticia el último fallo de la Cámara de Apelación de la Sala I integrada por el trío que componen Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Mariano Llorens, cuando el viernes decretaba, ya que estamos en clima mundialista, el “empate en uno” ante el pedido recusatorio de la querella de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, contra la jueza María Eugenia Capuchetti que entiende en el intento de magnicidio perpetrado en la noche del 1º de setiembre.

Se daba por sentado, dados los nombres que integran el tribunal, que el rechazo a la recusación sería ley. Pero lo que no dejó de llamar la atención en la jornada del viernes, fue el hecho de que se le ordenó a la jueza profundizar la pista sobre el ex secretario de Seguridad de la Nación y actual diputado Gerardo Milman, para “confirmarla o desecharla”, quien fue denunciado por un testigo que afirma haberlo escuchado afirmar en un restaurant de la zona de Congreso, que “cuando la maten, yo estaré en la zona de la costa atlántica”.

Recordemos que la jueza al elegir omitir esa declaración, no darle demasiado valor y procesar al testigo por falso testimonio, de alguna manera, deberá volver sobre sus pasos. Más allá de los vaivenes de la causa, cuestión a la que muchas veces tratamos de escaparle a la hora del análisis político, nadie puede asegurar con demasiada certeza que esto no tenga consecuencias en el mundillo PRO. Milman es un hombre de estrechísima confianza de la ex ministra Patricia Bullrich y de quedar efectivamente involucrado, aunque sea con una leve sospecha,  el sueño presidencialista de la “Pato”, el cual se construye, como toda candidatura, día a día; quedará trunco antes de nacer. ¿Celebrarán a cuenta en el edificio comunal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires? Qui lo sá.

Podríamos quedarnos en el dato de la muerte física de Hebe de Bonafini. En sus posturas, muchas veces, políticamente incorrectas. En su tono a veces desmedido y en la dureza de ciertos cuestionamientos, sobre el que muchas veces uno podría no coincidir. Pero su construcción política trasciende todo ello. Cuando la historia aborde su vida, seguramente hará foco en el “haber” de aquello que dejó como herencia y la transciende. Como dice Gustavo Cordera, puede pensarse a la muerte como vida vencida. Pero en el caso de Hebe, y esto puede aplicarse para muy pocas personas, en vida nueva. Esa que se trasunta en el ejemplo de cada ciudadano y ciudadana, reclamando por Justicia, movilizado y en paz. No es poco.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 27 Nov 2022 12:38:42 -0300
Todo en su medida https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6742-todo-en-su-medida https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6742-todo-en-su-medida Todo en su medida

"No siempre gasta su tiempo,
aquel que más tiempo gasta.
No hay que pujar a destiempo,
para ganar la subasta.
Las horas del apurado,
siempre son horas perdidas.
Ni poco ni demasiado,
todo es cuestión de medida."

Ni poco ni demasiado - Alberto Cortéz

En la Argentina, la semana política que está concluyendo tuvo como protagonista excluyente a Cristina Fernández de Kirchner. Descontada su centralidad y lejos de reiterarnos aburridamente, la razón de ser de esta semana previa del mundial, entre partidos amistosos, excluidos y agregados a la lista de convocados a último momento, la vicepresidenta se las ingenió para ocupar el centro con dos temas tan disímiles como relevantes para el sistema político: una nueva decisión institucional de cara al Consejo de la Magistratura de la Nación y el acto por el 50º aniversario del retorno del general Juan Domingo Perón a la Argentina. Más allá de los matices y los contrastes, ambas circunstancias merecen una especial atención ya que refieren a una forma de acumulación de poder. Pasen y vean. Sean todos y todas bienvenidos.

Por variadas razones, la cuestión del Consejo de la Magistratura de la Nación (CMN) siempre fue un tema de difícil abordaje a la distancia para quien no funge en los tecnicismos que supone cierto constitucionalismo. Fue pensado como una institución basada en cierta racionalidad que serviría para interponerse a los designios de la voluntad de los poderes ejecutivos y legislativos, que en no pocas ocasiones eran parte de una misma lógica de poder. En eso, el menemismo fue el ejemplo más palmario desde 1983 hasta nuestros días.

De acuerdo a la propia carta magna, su principal función refiere a la promoción del nombramiento, sanción y en su defecto, aportar los elementos de prueba suficiente para la sanción a jueces federales. Conformado por representantes de los tres poderes, a ellos se suman académicos y representantes de los profesionales del derecho, en no pocas ocasiones fue centro de disputas de todo tipo, lo cual devino en un desprestigio evidente.

El CMN aparece como un tema alejado del gran público, vidrioso si se quiere y que refiere más a peleas superestructurales de ciertos espacios de poder institucional, antes que a los supuestos verdaderos problemas de la “gente”. Este argumento esconde una gran falacia, ya que tener cierto gobierno sobre quienes se encargan de impartir Justicia, ese valor tan deseado desde la modernidad hasta aquí, no deja de ser una buena noticia en sí misma. Bastará la posibilidad de tener que pleitear para entender sobre la necesidad de ciertas características y valores que deberían encarnar los jueces.

Su conformación es compleja. Y debe decirse, aunque nos resulte molesto, que las dificultades en su funcionamiento radican en que requiere de una institucionalidad que funcione con una racionalidad que en muchos casos sus integrantes han adolecido. En los últimos tiempos, si algo le faltaba para convertirlo en un berenjenal que se parece a una pelea de unos contra otros, todo se complicó con la aparición en escena de una Corte de Suprema de Justicia de la Nación que cree que puede atender de los dos lados del mostrador, recayendo la presidencia de ambos cuerpos en la misma persona.

Para confirmar que semejante despropósito no es resultado de una casualidad, los supremos no tuvieron prurito alguno para declarar como inconstitucional una ley sancionada (y aplicada) quince años antes. Para que el combo fuera completo no se privaron de reponer otra normativa que el propio Congreso Nacional había derogado. Si se enterara, el barón de Montesquieu, autor de “El espíritu de las leyes” no dejaría de sorprenderse.

Ese es el contexto de este 2022. Entre dimes y diretes que abordamos siete días atrás, en esta semana que pasó Cristina Fernández de Kirchner dio una nueva muestra de su agudeza e inventiva política, propiciando el nombramiento de tres consejeros, ya no a través de las formalidades de una carta (con eso alcanza) sino con el acuerdo de una sesión del Senado.

La movida viene a dar una especie de respuesta a los fundamentos de la acordada cortesana que había propiciado un nuevo conflicto de poderes para nombrar en el cargo, por algo más de diez días, a Luis Juez, demandante original, la cual se había estructurado en un entramado de interpretaciones de fechas y plazos de la que tanto suelen gustar los profesionales del derecho, pero que tan poco tienen que ver con el día a día de la política. Y le guste a quien le guste, el CMN es un órgano político.

El resultado de la sesión del último miércoles deja en un lugar incómodo a los cortesanos, ya que vale preguntarse si en esta oportunidad también se animarán a dar por nula una sesión legislativa. Debo confesarlo, no estoy demasiado seguro de la respuesta.

Pero la verdadera atención del conjunto del sistema político estuvo centrada un día después, el jueves 17, en el Estadio Único Diego Armando Maradona de La Plata. Ese fue el escenario previsto para el recordatorio de los 50 años del retorno de Perón a la Argentina y con esa convocatoria se tejieron múltiples elucubraciones que nos avisaban que la vicepresidenta anunciaría su candidatura (o precandidatura) a la presidencia de la Nación.

En un estadio colmado, con mucha alegría y convicción a cuestas, como sólo la figura de Cristina Fernández de Kirchner puede lograrlo, la protagonista desautorizó a los apurados de redes y medios, esos que tenían “la posta del lanzamiento” y contestó con una de las frases más significativas del viejo líder “todo en su medida y armoniosamente”, cuando los asistentes pidieron por Cristina presidenta.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1593648863985868801

El discurso tuvo varios ejes que merecen destacarse:

-          Habló hacia afuera de ese, su núcleo duro, pero también habló hacia adentro. El límite a una posible candidatura es una clara respuesta en ese sentido. Reconoció, seguramente muy a pesar de muchos cristinistas que han intentado construir un relato más moldeado a sus intereses que a cierta realidad, que en el 2015 la Argentina no era Disneyword.

-          Nuevamente, al igual que en el plenario de cierre de la UOM en Pilar, no fustigó directa y públicamente al gobierno. No se involucró en ninguna disputa interna y volvió a mostrar a la cuestión del salario como uno de los principales ejes de su construcción discursiva y preocupación política.

-          Habló de seguridad. Aportó una vinculación siempre interesante y ejemplificadora en la necesidad de que las familias coman en el seno del hogar, con rutinas establecidas y la presencia de mamás y papás y no en merenderos. Pidió más gendarmes para la provincia de Buenos Aires y esto, debe decirse, dejó gusto a poco para quienes no vivimos en la provincia más grande del país.

-          Volvió a utilizar al pasado como una forma de legitimación política, algo que es una fortaleza para Cristina y que no todos los posibles candidatos pueden mostrar. La gran pregunta es si con eso alcanza para una hipotética candidatura que no referencie algo de futuro.

El oficialismo, de cara al día a día pero también a 2023, enfrenta varios problemas de gestión. Sumado al goteo de las reservas (esta semana hubo una buena noticia con la renovación del swap con China) y la restricción de dólares, tal vez el más importante refiera a una inflación que no cede y que, con el programa de Precios Justos, se pretende que actúe como una referencia que ayude para que en el segundo semestre del año próximo, los números de hoy se reduzcan a la mitad.

Con ese contexto, cualquier candidatura oficialista plantea un problema. Más allá de los nombres propios, anunciarla con nueve meses de anticipación supone más el deseo de los convencidos antes que una jugada política audaz. Formando parte efectiva del gobierno, a cargo de las cajas más importantes de la gestión (Anses, Pami, energía), a semanas de un fallo que podría condenarla, con una realidad interna no resuelta y con una evidente falta de coordinación y diálogo con el presidente de la Nación, no se entiende del todo cuál sería el sentido de exponerse con ciertos anuncios.

Desde esta columna suponemos algo: en su ya demostrada inteligencia, Cristina Fernández de Kirchner va por la acumulación de poder. En estas circunstancias no importa tanto el para quien, sino el para qué. Más allá de la innumerable cantidad de sepultureros que decretaron su muerte política, ella se las sigue ingeniando con una serie de recursos nada desdeñables, para seguir influyendo en el sistema político.

Un año después que el general Perón volviera a la Argentina, y en el mismo que se convirtiera en presidente por tercera vez, Alberto Cortez creaba “Ni poco ni demasiado”. Cantaba que todo era cuestión de medida y que no siempre gasta su tiempo aquel que más tiempo gasta. No son pocos los que intentaron deslegitimar el acto del pasado 17 con el hecho de que no había aportado nada nuevo a la realidad de cada día. Cristina anda gastando su tiempo en la acumulación de poder. Para qué lo use o a quien se lo preste, será tarea para prestarle atención en el tiempo mediato. Todo en su medida… y armoniosamente.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 20 Nov 2022 11:45:16 -0300
La política sitiada https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6741-la-politica-sitiada https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6741-la-politica-sitiada Asedio de Antioquia

Entre los vaivenes de las internas de los dos frentes políticos más importantes que existen a nivel nacional, lo cual se proyecta y afecta a múltiples ámbitos institucionales; las estrategias gubernamentales que tratan de poner dique a una inflación que no baja del 6% mensual y las novedades judiciales sobre el intento de magnicidio a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, donde una serie de decisiones parecen entorpecer cualquier atisbo que permita echar luz sobre los aportantes económicos y, tal vez, sobre los vínculos con cierta dirigencia política; en la semana se agregó el dato de una nueva acordada de la Corte de Suprema de Justicia de la Nación que falló en contra de una decisión política tomada por el Senado confundiendo, otra vez, gordura con hinchazón, al meterse en un terreno que no le es propio y que activa, por enésima vez, un conflicto de poderes sobre el cual vale la pena poner cierta perspectiva analítica. Sean todos bienvenidos y bienvenidas.

La Corte, en un escrito dispuesto por tres de sus cuatro integrantes, al fallar a favor de la demanda planteada por el senador Luis Juez, vuelve a meterse en arenas movedizas que no hacen más que aportar a su ya evidente desprestigio.

Brevemente recordemos el caso: en el mes de mayo, mientras se discutía la conformación del Consejo de la Magistratura, el oficialismo del Senado apostó por su división. El hecho sirvió para lograr la segunda minoría y de esa manera obtener un representante más en ese cuerpo colegiado. La estrategia que podrá discutirse de acuerdo al gusto de cada uno, pero que resulta definitivamente legítima en términos políticos, no era del todo nueva ya que, en pleno gobierno macrista, el legislador Pablo Tonelli, con la misma estrategia, resultó beneficiado con la partición del bloque de Juntos por el Cambio.

En su momento Luis Juez recurrió a distintas instancias judiciales que le negaron razón ya que, de acuerdo a lo interpretado por la primera y segunda instancia, la forma de elección de los consejeros que representaban al cuerpo legislativo, era exclusiva responsabilidad de éste último. La Corte viene a cuestionar esos fundamentos. Pero al hacerlo, como diría mi abuela, se mete, otra vez, en camisa de once varas, ya que para justificar los tres votos supremos recurre a una serie de artilugios que refieren más a una racionalidad que resulta propia del mundo del derecho, antes que de la dinámica política: impone fechas limitantes, plazos y acciones que deberían haberse cumplido y que refieren más a la formalidad de ciertos contratos antes que al libre juego de las mayorías y minorías.

Los cortesanos se meten, otra vez, en un terreno pantanoso donde toman decisiones que los exceden (ya lo habían hecho cuando repusieron una ley que había sido derogada legítimamente por el Congreso Nacional hacía 15 años) para el que, además, no están preparados y de yapa, crean un nuevo conflicto entre poderes que a nadie conviene, ya que al supuesto beneficiado, el cargo por el que realizó este malgasto de recursos judiciales, se le vence en escasos diez días. Más allá de su ambición desmedida de poder, con esta decisión, el trío Rossatti – Rosenkrantz – Maqueda agregan un nuevo capítulo al viejo fenómeno de dejar a la política sitiada por otros poderes fácticos y no fácticos en plena vigencia democrática.

El principal antecedente remonta a la década de los 90’, donde el dominio de la dimensión económica se extendía al conjunto de las relaciones sociales. El anclaje argumentativo en la Argentina, más allá de la oleada internacional, se fundaba en la crisis que impuso la primera hiperinflación de finales del gobierno de Raúl Alfonsín y en la segunda que atravesó los inicios del gobierno de Carlos Menem.

El mercado se hizo rey, nada podía discutirse por fuera de los límites que éste imponía, a riesgo de perder ciertos “beneficios” y, de alguna manera y por decisión propia, la política, se corrió del centro de la escena.

No hablamos de que no hubo discusión ni mucho menos, ya que la Argentina, por lo menos en lo formal, siguió resultando una sociedad democrática. Nos referimos a que el período se llenó de protagonistas que reivindicaban, justamente, la autolimitación de la actividad política frente a lo que resultaba inexorable y sagrado: la verdad que (supuestamente) imponen los números.

Con el fracaso del Consenso de Washington, la emergencia regional de renovadas ideas de las que Argentina no estuvo exenta y que el kirchnerismo interpretó como nadie, la política se animó a ir más allá de ciertos límites, estableciendo nuevos contratos sociales con comunidades que habían visto peligrar la paz social. En ese derrotero, las “nuevas izquierdas” supieron mejorar la calidad de vida de las grandes mayorías a la vez que ganarse enemigos que, con el paso del tiempo, supieron desarrollar presencia en cada uno de los sistemas partidarios nacionales. Si para la primera década del siglo parecía imposible la re emergencia de ciertas ideas de derecha, la segunda ya confirmó algunos éxitos que se proyectan al presente.

Ese resurgir que hoy intenta convencernos sobre las ventajas de un individualismo extremo, camuflado de un falso emprendedurismo que nos permitiría construir una sociedad más justa, se montó sobre la recurrencia permanente a la judicialización de la política, donde las minorías que no toleraban los nuevos derechos que se iban consagrando en la vida social, interpelaban al Poder Judicial como reaseguro de que nada cambiara. En el caso argentino, desde lo más chico (Futbol para Todos, por ejemplo) a lo más grande (Ley de Servicios Audiovisuales, Ley de Matrimonio Igualitario, Ley de Educación Sexual Integral y más acá en el tiempo Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo), todo quedó sujeto a decisiones judiciales.

La voluntad de las mayorías, esas que se lograban con consenso, discusiones y el reflejo de múltiples matices que muestran las sociedades de nuestro tiempo, quedaban (y quedan) supeditada a la decisión de un señor o señora a los que nadie había (y ha) votado y que, además, insisto con la idea, están formados y formateados para entender de ciertos tecnicismos que supone un entramado legal pero muy poco para comprender la lógica de ciertas disputas. La política tiene una esencia autónoma, la cual permite ir por utopías con estrategias que el derecho no comprende ya que la razón de ser de éste, con la recurrencia a plazos y leyes escritas, termina resultando un acto limitante y, si se quiere, conservador.

La interpretación que imponen los cortesanos está plagada de argumentos desde la formalidad del derecho, las cuales son cuestionadas en este caso por el Frente de Todos pero que impone un doble riesgo. El primero, y que refiere al mediano plazo, se relaciona con que nada indica que el acuerdo tácito de hoy entre la oposición amarilla y los supremos, sea eterno. Por lo tanto, con condiciones cambiantes, algo que está en el ADN de la política, lo que hoy puede ser a favor, mañana puede ser en contra. El segundo, imaginado en el largo plazo, supone que la jurisprudencia que se está construyendo, podrá determinar en el futuro riesgos mayores. El hecho bochornoso que supone que el presidente de la Corte haya notificado al presidente del Consejo de la Magistratura (a la sazón la misma persona) de cesar en el cargo a un consejero para nombrar a otro, puede resultar un juego de niños comparado con los riesgos que supone para un sistema democrático, las veleidades de un funcionario que se pretende erigir como referencia insoslayable del constitucionalismo argentino.

Si por un momento, sólo un momento al decir de Vicentico, pudiéramos imaginar la solución a esta encerrona institucional la misma radicaría en dos lugares en los cuales la política, en el sentido más puro del término, sería protagonista.

La primera de ellas, impone la necesidad de remoción de esta Corte. Sobran los motivos para el juicio político de cada uno de sus integrantes pero, y esto cabe reconocerse, los “números” no están, ni lo estarán en el futuro inmediato.

La segunda, supone la posibilidad de construir nuevos acuerdos políticos que limite la recurrencia permanente a la judicialización de la política. En este caso, lo que no prevalece es un espíritu que imponga ciertas autolimitaciones. Con una derecha desbocada, que mira para otro lado en la investigación por un intento de magnicidio que roza a algunos de sus referentes, parece una ilusión de principiantes pretender acuerdos que requerirían de una madurez que no abunda.

Por este tiempo, el pesimismo manda. Otra vez, han encorsetado a la política. La intentan reducir a cierto institucionalismo formal y limitante disfrazado de un republicanismo de dudoso valor de Justicia. Ese que supone el sentido de vivir en comunidad.   

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 12 Nov 2022 11:11:20 -0300
Lula vs Bolsonaro: entre la polarización y las expectativas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6740-lula-vs-bolsonaro-entre-la-polarizacion-y-las-expectativas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6740-lula-vs-bolsonaro-entre-la-polarizacion-y-las-expectativas Lula vs Bolsonaro: entre la polarización y las expectativas

La victoria obtenida por Luiz Inácio Lula da Silva en el ballotage de las elecciones presidenciales brasileñas, será recordada como un hito en muchos más sentidos que el meramente político. Su centralidad a nivel internacional dio cuenta de las expectativas por el cambio de color político y las consecuencias a nivel interno y externo en un país de relevancia. Pero también sirvió para evocar, tal como un plot twist digno de una buena serie, la llegada al poder de un personaje que hace tan solo dos años estaba preso en una cárcel de Curitiba.

Y, para hacerlo más místico, tras mil y una tribulaciones, gana la elección por poco más de un punto y medio porcentual. No obstante, y aunque hayan pasado más de diez años, el recuerdo de sus éxitos tras dos períodos de gobierno ha jugado un papel fundamental a la hora de explicar este triunfo, por lo que uno de los desafíos inmediatos será moverse en otro tiempo político muy distinto. Sin embargo, la victoria de Lula no se explica solamente por los viejos éxitos de su gestión, sino también por factores que dieron cuerpo a la elección más polarizada de la historia brasileña.

Un primer factor resalta a la vista con solo mirar un mapa con la composición de votos por estados, con un Sur completamente dominado por el bolsonarismo y un Noreste en donde Lula no tuvo competidor. En este escenario, donde las diferencias de voto entre uno y otro candidato se anulan entre sí, entra en juego un segundo factor: las diferencias en estados claves. Así, Minas Gerais, que en estas elecciones fue prácticamente un swing state, volvió a constituirse en el estado testigo de la segunda vuelta, con resultados favorables a Lula —que reflejaron como un calco la diferencia de votos a nivel nacional—.

Por otro lado, el hecho de que la victoria de Bolsonaro en el estado de Sao Paulo fuera por una diferencia menor a la esperada, permitió que los estados con mayor predominio petista le otorgaran la exigua diferencia de dos millones de votos (1.7 puntos) que implicó, a la postre, la victoria de Lula.

Esto último nos lleva al tema de las encuestas. Si los resultados de la primera vuelta fueron los de un acierto a medias, en la medida en que los guarismos fueron mucho más precisos con Lula pero no captaron la capilaridad del bolsonarismo a nivel del electorado, en la segunda vuelta ocurrió exactamente lo mismo. Mientras Lula creció poco más de un punto entre la primera vuelta y la segunda, Bolsonaro creció casi seis puntos, por poco llegando a descontar la diferencia entre ambos a principios de octubre.

Esto debería servir para confirmar algunas nociones a futuro. La primera es que el bolsonarismo está definitivamente arraigado como fuerza en Brasil, y llegó para quedarse. Pareciera que las encuestas no captaron con precisión el nivel del apoyo con el que contaba (y sigue contando) Bolsonaro. Un segundo punto es que los candidatos que quedaron afuera del ballotage no son dueños de sus propios votos.

En una elección donde el electorado estaba fuertemente consolidado a favor de uno u otro candidato, el electorado que optó por terceras opciones (Simone Tebet o Ciro Gomes) decididamente fue a contramano de la bajada de línea de sus dirigentes. Esto no sólo prueba el punto anterior, sino que da cuenta de que el antipetismo es un sentimiento fuerte dentro del voto bolsonarista, que tiene cómo canalizarse electoralmente y que será un punto a considerar en el turbulento contexto social que se le avecina a Lula.

Un tercer punto nos lleva a la relación de fuerzas en el Congreso. La alianza de amplio espectro urdida por Lula ha servido para ganar por la mínima en la segunda vuelta, pero deberá probar su eficacia en un Congreso donde el bolsonarismo duro tendrá un papel relevante como primera fuerza en la cámara baja. Este elemento constituye una variación significativa en el contexto de una correlación de fuerzas similar a la legislatura surgida en las elecciones de 2018.

En este sentido, una incógnita será el papel que cumplirán las mayorías informales (las triple B) que fungieron como apoyos parlamentarios para Bolsonaro. En este punto, las formas políticas propias del presidencialismo de coalición serán fundamentales para sustentar el programa de gobierno llevado adelante por Lula, con el Centrão y el PDMB como actores fundamentales en una trama vital para cualquier proyecto político que se proyecte a futuro.

Más allá de los armados políticos, esta elección, y el tiempo mediato después de ella, estará signada por las narrativas electorales imperantes en la campaña electoral. Así, el binomio democracia vs autoritarismo sostenido por el PT se enfrenta, en una especie de tercer tiempo de largo espectro, con su opuesto entre libertad vs comunismo.

Si bien el primero de ellos se impuso en virtud del resultado electoral, las movilizaciones por parte de militantes bolsonaristas que no aceptan el resultado de las urnas sugieren que la díada sostenida por Bolsonaro continúan vigentes y propone un desafío inédito para el gobierno entrante: cómo enfrentar a los sectores más radicalizados, atravesados por otras narrativas —las de la posverdad— y que a estas horas se manifiestan en los cuarteles buscando la intervención del ejército. En este sentido, y tal como quedó plasmado en Estados Unidos con el asalto al Capitolio, lo que parece haberse roto es el pacto social por el cual los que pierden reconocen el resultado y no cuestionan el sistema electoral.

Siguiendo esta línea argumental, Bolsonaro no ha reconocido ni una ni otra. Su silencio por largas 48 horas y su declaración posterior ante la prensa —que abrió la puerta al proceso de transición—, estuvieron plagadas de mensajes contrapuestos. Mientras validó los cortes de ruta (cuya desobstrucción pidió recién el miércoles a la noche), esperaba apoyos institucionales que no se dieron, como los del sector empresario, el del agronegocio y, sobre todo, el de personalidades afines a su núcleo político, quienes reconocieron —con distintos tonos— la victoria de Lula, haciendo más pronunciado el aislamiento relativo de Bolsonaro tras la derrota.

Esto último hizo pensar en una división entre el bolsonarismo electoral y el institucional, e incluso se especula en una división dentro del propio Partido Liberal entre un sector afín a colaborar con el gobierno entrante y otro refractario a ello. En cierto sentido, Bolsonaro quedó prisionero de sus propios movimientos políticos. Reconocer la victoria de Lula implicaba alienarse de sus votantes, sobre todo de su núcleo duro. Incluso el llamado a desobstruir las rutas fue tomado por su militancia como otra fake news.

Como sea, todo esto no invalida el carácter de Bolsonaro como líder de la oposición futura, y los desafíos orbitarán en el orden de cómo articular tanto con los sectores radicales que apoyan su narrativa, como con el bolsonarismo institucional que acata las reglas del juego político.

Los discursos de Lula da Silva, al certificarse su victoria, orbitaron sobre aquella narrativa vencedora, pero además sirvieron para reinaugurar un tono mesurado y programático opuesto al predominante bajo la administración Bolsonaro. Al desafío social que supone (volver a) sacar a Brasil del mapa del hambre y poner el medioambiente en el centro, se le suma el retorno al mundo y la voluntad de jugar fuerte en espacios como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y los BRICS.

Si bien es cierto que el armado electoral amplio que le resultó indispensable para ganar la segunda vuelta puede condicionar algunas de sus propuestas de base, no menos cierto es que la propia figura de Lula funge como capital a la hora de reestablecer relaciones con actores de relieve en temas centrales como los mencionados, en un esperado retorno de aquella política activa y altiva que caracterizó su período anterior. La pregunta es si el conflicto interno se superpondrá a su papel como actor internacional global, en un mundo que no es el de 20 años atrás cuando asumió su primera presidencia.

Tal vez el condicionante más importante a superar sean las percepciones del mundo. En una arena internacional agitada por la guerra en Ucrania, la disputa entre Estados Unidos y China y variados conflictos regionales, el margen de maniobra con el que cuenta Lula será mucho menos permisivo y mucho más coactivo en función de las expectativas de los principales poderes respecto a cómo el nuevo gobierno se posicionará en torno a este escenario. De cualquier forma, si a nivel interno regresa la política, en lo externo el Norte mundial espera a Lula. Y no sólo las grandes potencias.

Nuestra región cuenta por primera vez un contexto de coincidencia ideológica por parte de los tres países rectores de la región, a los cuales se suma Chile y Colombia. En un retorno de una marea rosa —claramente distinta a la primera— el potencial de interlocución política es prometedor en un mundo que tiende a regionalizarse y cerrarse sobre sí mismo. De esta forma, a la mayor densidad institucional (reformateo de UNASUR, mayor perfil de CELAC, redefiniciones del papel de MERCOSUR) se le suma el desarrollo en nuevas tecnologías, la interconexión logística regional, el papel central en cuestiones medioambientales y un rol más activo de la industria.

Finalmente, y por fuera de los desafíos y los imperativos políticos que enfrentará el viejo líder, es interesante tratar de interpretar qué expresa realmente el retorno de Lula. Tal vez, parte de la respuesta esté en las diadas a las que nos referíamos anteriormente. Hace 20 años el debate se centraba en la discusión entre Estado y Mercado, y la victoria de Lula en 2002 se daba en el marco de la retirada del neoliberalismo regional. El escenario presente es muy distinto y mucho más desafiante, con una extrema derecha definitivamente enraizada en Brasil, con representantes en varios de sus vecinos.

Quienes abogaron por el fin de la historia ven refrendado su error: las ideologías importan, y esta dimensión es la que sustenta la díada democracia vs autoritarismo, la cual vuelve a tener vigencia luego de 40 años en otro contexto. En este marco, Lula y Bolsonaro prometen ser los protagonistas de una disputa política tensada al máximo, pero eso será materia para los meses que vendrán. Lula ha vuelto, y la región —y el mundo— respiran aliviados.

(*) Gisela Pereyra Doval es Doctora en Relaciones Internacionales (UNR). Investigadora del CONICET y Profesora de Problemática de las Relaciones Internacionales (UNR) Argentina. Sígala en @DovalGisela

(**) Emilio Ordoñez es Investigador, analista internacional en el portal Fundamentar.com y columnista radial en diversas emisoras de Argentina y el extranjero. Sígalo en @eordon73 

FUENTE: El Sol de Cuernavaca

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hola@fundamentar.com ( Gisela Pereyra Doval (*) y Emilio Ordoñez (*)) Opinión Sat, 12 Nov 2022 10:49:44 -0300
Sobre victimarios y víctimas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6739-sobre-victimarios-y-victimas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6739-sobre-victimarios-y-victimas Discurso de legitimación VI: Capitán América II

"Pero que el siglo 20 es un despliegue,
de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolca'os en un merengue,
y, en el mismo lodo, todos manosea'os"

Cambalache - Enrique Santos Discépolo

La vorágine de este tiempo posmoderno que habitamos, dificulta enormemente la posibilidad de poner bajo análisis ciertos hechos que tienen una densidad muy profunda y que, en muchas ocasiones, son abordados a la par de noticias menores a la vez que insignificantes.  Sucede con la violencia que se sustenta en la dimensión política y que, como el sol tibio del invierno, nos vamos acostumbrando, lentamente, a su presencia. Tal vez de manera imperceptible, o con tantas facetas que nos hace recordar aquella vieja lección que dice que la mejor manera de esconder un elefante en un bazar, es que éste se llene de elefantes, en la Argentina, en la semana que pasó, la violencia tuvo múltiples matices y en diversos sentidos: algunos victimarios quedaron expuestos, algunas víctimas siguen reclamando que la Justicia sea tal y otros pretenden que, como en el Cambalache, todos quedemos manoseados en el mismo lodo. Pasen y vean.

El final de octubre trajo al mundo la excelente noticia del triunfo de Luiz Inácio Lula Da Silva en Brasil, transformándose así en presidente por tercera vez. La celebración no radica tanto en la contundencia de los números (una diferencia muy exigua de 1,5%) sino por el doble hecho de lo que podemos suponer será su gestión y por haber derrotado al neofascismo que encarna la figura de Jair Bolsonaro. Punto en contra de la violencia.

Como hubiera acontecido si el resultado era inverso, el triunfo petista tuvo inmediato efecto sobre la política argentina: Cristina Fernández de Kirchner realizó el saludo de rigor vía Twitter, tal vez por su condición de ex presidente Mauricio Macri hizo lo propio y Alberto Fernández (el mismo que en plena campaña electoral de 2019 lo visitó en la cárcel) apuró un viaje el día lunes para saludar en persona al flamante triunfador. No han sido pocos los que se entusiasmaron y plantearon la idea de que si “Lula pudo, ¿por qué no podría Cristina?”. Luego volveremos sobre el tema, pero por ahora digamos que en política los escenarios nunca se repiten idealmente y mucho menos si están formateados por sociedades y sistemas políticos distintos.

https://twitter.com/alferdez/status/1587167055819702274

Pero el primer sacudón local se hizo público en la mañana del martes cuando se conoció un video donde Patricia Bullrich, a la sazón presidenta del partido Propuesta Republicana (PRO), en la previa de la presentación del libro “Para qué” del ex presidente Macri, amenazaba al jefe de gabinete porteño Felipe Miguel, hombre de estrecha confianza de Horacio Rodríguez Larreta, con “cagarte a trompadas si te metes conmigo”. Fueron tan definitivamente violentas las imágenes, que los medios que habitualmente suelen encubrir las bravuconadas de la ex (doble) ministra, las históricas y las más recientes, debieron mostrar el incidente.

Alguno que dice ser periodista, se animó a realizarle la pregunta sobre el episodio y, no conforme con lo hecho hasta allí, la también ex montonera, afirmó que no se arrepentía de nada porque ella no “toleraba la hipocresía”. Para variar faltó la repregunta, esa que dice cómo hizo Bullrich para convivir con esas miserias participando del sistema político argentino en los últimos 25 años. Punto y empate para la violencia.

Para completar el cuadro, y confirmando este desasosiego que se apalanca en cierto “dejar pasar, dejar hacer”, también conocimos un video donde Lilia Lemoine, asesora de Javier Milei, daba lecciones a sus partidarios de cómo debían atacar vía redes a la diputada porteña Ofelia Fernández llamándola “tanque australiana de medialunas”. El hecho, comparado con el bloqueo de rutas en Brasil de parte de camioneros que no aceptaban el triunfo de Lula, o el ataque al Capitolio en la mañana del 6 de enero de 2021, el cual fuera implícitamente propiciado por el propio Donald Trump, parece absolutamente menor. Y mucho más si se lo compara con el intento de magnicidio a Cristina Fernández de Kirchner.

Pero si se mira con atención, y podríamos sumar a esto el pedido de balas para delincuentes del recientemente lanzado a pre candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires José Luis Espert, o a la violencia discursiva del ya mencionado Milei, la derecha de aquí y de más allá tiene una estrategia recurrente, común y hasta podría decirse universal: someternos a dosis de violencia cotidianas a las cuales nos vamos acostumbrando y que, con el tiempo, naturalizamos.

No faltará quien, haciendo un recorrido de la variada cantidad de hechos y discursos que propone la derecha, podamos plantear la idea de que tienen a la violencia como un recurso político. Y en esto cabe ser precisos con los términos y las definiciones. Al igual que a un médico no le permitiríamos el derecho a equivocarse de qué lado está el bazo y de qué lado el apéndice, desde nuestro lugar no podemos siquiera imaginar que la violencia sea pensada como insumo político ya que éste, en su esencia, reconoce la existencia del otro por derecho natural, mientras que la primera de ellas, propone su eliminación.

Todo lo expuesto anteriormente no supone que la violencia no tenga efectos sobre las distintas dimensiones que le dan vida a la sociedad. Una prueba de ello lo tuvimos esta semana, cuando la “Justicia” dispuso la liberación de los cuatro integrantes de Revolución Federal, quienes resultan sospechosos de haber formado parte del intento de magnicidio contra la vicepresidenta. Dos a uno a favor de la violencia.

A partir de allí las quejas públicas del presidente, la acusación a los jueces de la Sala I de la Cámara Federal de Apelación de Comodoro Py, y el consiguiente aviso del Dr Leopoldo Bruglia de iniciarle una querella al primer mandatario. Si uno mira el recorrido público judicial de este juez amigo de Macri, cabe preguntarse en qué medida debe ser pensado como victimario antes que como víctima.

https://twitter.com/alferdez/status/1587893045479055362

Por su parte, Cristina Fernández de Kirchner fue invitada al cierre del plenario nacional de la Unión Obrera Metalúrgica que desde marzo de este año conduce Aníbal Furlán. Allí, al comienzo y como al pasar, afirmó que al partido judicial ella le sirve más como acusada que cómo víctima. Y esto, es una inexorable verdad.

Si al comienzo de la pandemia imaginábamos que la humanidad saldría mejor de esa instancia histórica, nos equivocamos de cabo a rabo. Ese error, inocente e ilusorio, podríamos parangonarlo con lo que sobrevendría luego del intento de magnicidio de la noche del 1° de setiembre de 2022. Suponíamos, en las horas subsiguientes, que buena parte del sistema judicial, con la Corte Suprema de Justicia de la Nación a la cabeza, encararía una investigación profunda, ejemplar, definitiva. Duelen mucho los atentados a la Embajada de Israel y a la Amia, como así también la indefinición oficial sobre lo sucedido al fiscal Alberto Nisman (un evidente suicidio), para que este nuevo capítulo de violencia en el país, quede impune o circunscripto a la perejilidad de un par de loquitos sueltos.

A poco más de dos meses del atentado, la institucionalidad argentina ha naturalizado el hecho de manera pasmosa. La Corte, tan preocupada por mostrar un supuesto apoyo a la Justicia Federal rosarina en su casi imperceptible lucha contra el delito narco en la región, con actos de dudosa credibilidad, no brindó ninguna señal de apoyo real a la jueza que investiga el hecho. No hubo aumento de recursos, ni humanos ni técnicos, siguiendo la causa un derrotero que se parece más a una pelea entre dos privados, antes que a lo que verdaderamente fue: un atentado planificado que despierta variadas sospechas en parte del sistema político. Tres a uno para la violencia. Y ya empieza a ser goleada. 

En el devenir de la semana también tuvimos las suposiciones políticas que tanto nos gustan. Mientras el ruido por la suspensión de las PASO parece ir decreciendo, en el ya mencionado plenario de Pilar, Cristina Fernández de Kirchner tuvo tiempo para dar algunas señales políticas. La más clara, tal vez, es que en esta reaparición, como no había sucedido en otros eventos, hizo una constante referencia a los doce años de gestión kirchnerista en el país. ¿Paso (muy) previo al anuncio de una candidatura? Difícil de saberlo a la distancia, pero, sí puede decirse que el formato discursivo del viernes parece señalarnos “aquí estoy yo”. Y su afirmación de que hará lo que tenga que hacer para que el pueblo recupere la alegría, abre un abanico de suposiciones que cada uno sabrá interpretar (e imaginar) como le parezca oportuno.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1588624955482157056

Más cerca en la distancia, el mismo día, presidente de la Nación se presentó en Santa Fe en la 5° Feria del Libro Nacional y Popular junto a Evo Morales, otra víctima del lawfare latinoamericano. Allí habló de la adversidad que supone la derecha y la necesidad de la unidad.

Tal vez, si revisamos los discursos, los contextos y la puesta en escena de ambos actos, el saldo a favor radica en el no ataque interno de una (más allá de las diferencias evidentes) y en el reconocimiento del otro a la violencia que se ha ejercido sobre una figura central de este tiempo.

“Elijo creer” dice la argentinidad al palo cuando, en tiempos de previas mundialistas, busca señales comparativas con el año 1986, para alimentar nuestros sueños futboleros. Déjenme que elija creer: que la sangre no llegará al río, que cierta dirigencia estará a la altura de las circunstancias de evitar otra noche, como la del 22 de noviembre de 2015, para que, en definitiva, cierta violencia no se enseñoree sobre todos nosotros.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 06 Nov 2022 10:58:18 -0300