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Fundamentar - Fundamentar https://fundamentar.com Thu, 28 Mar 2024 20:23:19 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es CLIMA Y HAMBRE, DOS EXTREMOS QUE SE TOCAN https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6713-clima-y-hambre-dos-extremos-que-se-tocan https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6713-clima-y-hambre-dos-extremos-que-se-tocan CLIMA Y HAMBRE, DOS EXTREMOS QUE SE TOCAN

La histórica ola de calor que calcina a Europa este verano llamó la atención global, pero el mundo lleva ya dos décadas de un aumento de sequías (29%) castigando a países en desarrollo, un fenómeno letal que conecta directamente con la creciente inseguridad alimentaria que sufren más de mil millones de personas, agravada por el impacto del conflicto de Ucrania en el acceso a cereales y fertilizantes.

 
 

El número y la duración de las sequías aumentó 29% desde 2000, lo que obliga al mundo a afrontar ya esos fenómenos vinculados con el calentamiento global con medidas de mitigación urgentes, según la evaluación de la Convención de la ONU para Combatir la Desertificación (UNCCD), difundida durante la 15ª Conferencia de las Partes (COP15-2022), en Abiyán, Costa de Marfil. 


“Todos los datos y cifras de esta publicación apuntan en la misma dirección: una trayectoria ascendente en la duración de las sequías y la gravedad de los impactos, que no solo afectan a las sociedades humanas sino también a los sistemas ecológicos de los que depende la supervivencia de toda la vida, incluida la de nuestra propia especie”, indicó Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la UNCCD.

 
La mitad de los desastres en el mundo fueron causados por fenómenos meteorológicos, climáticos e hídricos, que representaron el 45% del total de las muertes entre 1970 y 2019, principalmente en países en desarrollo. Los récords históricos de temperaturas en este último verano europeo (40°C en Reino Unido, sin precedentes en dos siglos) son un alerta, también, para países desarrollados.


En medio de la guerra en Ucrania (primer productor mundial), los precios del trigo subieron casi 60 por ciento en lo que va del año e India (segundo productor mundial) anunció la suspensión de sus exportaciones del cereal a causa de una alarmante ola de calor. En mayo, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió abiertamente sobre "el espectro de una escasez mundial de alimentos" que podría durar años. Ahora mismo, hay 250 millones de personas al borde del hambre.


En mayo, Sara Menker, experta en seguridad alimentaria, aseguró ante el Consejo de Seguridad de la ONU que el mundo tenía 10 semanas de reservas de trigo, un nivel sin precedentes, y que la guerra en Ucrania sólo agravó el problema.

Tras cuatro temporadas de lluvias fallidas, en Etiopía, Kenia y Somalia al menos 16,7 millones de personas se enfrentan a problemas alimentarios agudos, y se proyecta que las cifras aumenten a 20 millones de personas para septiembre, según distintas agencias de la ONU (FAO, OMM Y PMA). Más de un millón de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares en busca de agua y alimentos, en Somalia, las tierras áridas y semiáridas de Kenia y las zonas de pastoreo de Etiopía.


Más de 1.400 millones de personas se vieron afectadas por las sequías en el mundo sólo entre 2000 y 2019 (una situación que persiste con la guerra), el tipo de desastre que afecta al segundo mayor número de personas, después de las inundaciones. 


Estos datos coincidieron con el último Estado Mundial del Clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), actualizado a 2021, según la cual los últimos siete años fueron los más cálidos en la Tierra desde que hay registros, hace siglo y medio. En 2021, la temperatura global media quedó 1,11°C sobre los niveles preindustriales solamente porque fue moderada por el Fenómeno La Niña. 


Según la OMM, Cuatro indicadores claves del cambio climático -concentración de gases de efecto invernadero, nivel del mar, temperaturas de los océanos y acidificación de sus aguas- alcanzaron niveles récord en 2021.

Consecuencias

El panorama global de las sequías 2020-2022 (UNCCD).

Para calibrar la dimensión del problema: en ese medio siglo las sequías representaron específicamente un 15% de los desastres naturales, pero se cobraron el mayor número de víctimas humanas, aproximadamente 650.000 muertes. Más cerca en el tiempo, entre 1998 y 2017, las sequías causaron pérdidas económicas mundiales de cerca de 124.000 millones de dólares. 


Hoy, más de 2.300 millones de personas afrontan estrés hídrico y casi 160 millones de niños están expuestos a sequías severas y prolongadas.


Según las proyecciones de la UNCCD, a menos que se intensifique la acción de mitigación, para 2030 se calcula que 700 millones de personas correrán el riesgo de ser desplazadas por las sequías.


Para 2040 uno de cada cuatro niños vivirá en áreas con escasez extrema de agua y para 2050 las sequías pueden afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial y entre 4.800 y 5.700 millones de personas residirán en áreas con escasez de agua durante al menos un mes cada año, frente a los 3.600 millones actuales. 


En estrecha relación con lo anterior, hasta 216 millones de personas podrían verse obligadas a migrar en 2050, en gran parte debido a la sequía en combinación con otros factores, como la escasez de agua, la disminución de la productividad de los cultivos, el aumento del nivel del mar y la sobrepoblación.

Para todos

El mundo avanza hacia una inminente crisis alimentaria generalizada, según el último estudio del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que identifica como causas a los conflictos, la crisis económica, la pandemia y el impacto de la guerra en Ucrania, pero también las condiciones climáticas extremas.


En ese último aspecto, África es el continente más golpeado, con más de 300 episodios de sequía en los últimos 100 años, el 44% del total mundial, y más recientemente las cosas han ido todavía peor en el África subsahariana, con fenómenos cada vez más frecuentes e intensos en los que destacan los desastres de Etiopía, que además sufre un cruento conflicto interno en Tigray, y Somalia (el 40% sufre inseguridad alimentaria, unas seis millones de personas).


África sufrió la sequía con más frecuencia que cualquier otro continente, con 134 sequías, de las cuales 70 se produjeron en África Oriental. En todo el Cuerno de África, desde el norte de Kenia hasta Somalia y franjas de Etiopía, hasta 20 millones de personas podrían pasar hambre este año, ya que el retraso de las lluvias agrava lo que ya era la peor sequía en cuatro décadas. 


En 2021, la sequía más intensa que vivió Madagascar en 40 años, junto con otros fenómenos medioambientales provocados por el hombre, desató lo que el Programa Mundial de Alimentos considera “primera hambruna del cambio climático”. En total, unos 1,3 millones de malgaches sufrieron la crisis. Tormentas de arena probablemente causadas por la erosión del suelo y la deforestación de los últimos 20 a 30 años complicaron aún más los cultivos y la recolección de cosechas.


En Europa, en el último siglo se cuentan 45 grandes episodios de sequía que afectaron a millones de personas y provocaron más de 27.800 millones de dólares en pérdidas económicas. Hoy, una media anual del 15% de la superficie terrestre y el 17% de la población de la Unión Europea se ven afectados por la sequía. 


En Estados Unidos, las pérdidas de cosechas y otras pérdidas económicas debidas a la sequía han ascendido a varios cientos de miles de millones de dólares en el último siglo: 249.000 millones sólo desde 1980.


Ya en Asia, el efecto de las sequías graves redujo el PIB de India entre 2 y 5% entre 1998 y 2017. Este mismo 2022, India y Pakistán sufrieron una histórica ola de calor y sequías cuyas consecuencias todavía se miden. El gobierno indio, previendo males peores, prohibió directamente la exportación del trigo del país, segundo productor mundial del cereal después de Ucrania.


China, el mayor productor de trigo, estima que la de 2022 puede ser la peor de su historia por falta de lluvias.


Desde los 80, en Asia Central, los climas desérticos se han extendido hacia el norte hasta 100 kilómetros. En los últimos 35 años las temperaturas han aumentado en toda Asia Central, que incluye partes de China, Uzbekistán y Kirguistán. Las regiones montañosas se han vuelto más cálidas y húmedas, lo que podría haber acelerado el retroceso de algunos glaciares importantes. Son cambios que impactan en los ecosistemas y a quienes viven en ellos, para empezar, los humanos.


En Australia, como resultado de la llamada sequía del milenio, la productividad agrícola total se redujo en un 18% entre 2002 y 2010. En 2019 y 2020, el país sufrió seis meses de extendidas olas de calor con registros de temperaturas récord e incendios forestales en Nueva Gales del Sur y el sudeste australiano, en lo que se dio en llamar el Verano Negro. El fenómeno provocó una pérdida dramática de hábitat para especies amenazadas. Unos 3.000 millones de animales murieron o fueron desplazados en los incendios forestales australianos. 


En lo que va de este siglo, la Amazonia sufrió tres sequías generalizadas y todas ellas desencadenaron incendios forestales masivos. Los expertos vinculan la situación en la región con la sobreexplotación de la tierra y el cambio climático, y advierten que si la deforestación continúa a este ritmo hasta 16% de los bosques que quedan en la región arderán en 2050. 


América Latina y el Caribe, según el PMA, sufre una crisis oculta que involucra a casi 10 millones de personas sin acceso a los alimentos que necesitan, una cifra que puede elevarse hasta 14 millones en 2022. “Es un efecto dominó de los fenómenos climáticos, la pandemia en curso y la crisis alimentaria, energética y financiera vinculada con la guerra”, dijo Lola Castro, directora regional del PMA.

El futuro

Adicionalmente, el conflicto en Ucrania amenaza no sólo con aumentar los precios de los alimentos, sino también con elevar el precio de los fertilizantes para millones de pequeños agricultores, lo que pondría en peligro la cosecha del próximo año.


"A nivel mundial, nos enfrentamos a un año de necesidades sin precedentes, ya que los conflictos, las perturbaciones climáticas y el aumento del coste de los alimentos y el combustible hacen que millones de personas necesiten ayuda humanitaria", afirmó Michael Dunford, director regional del Programa Mundial de Alimentos (WFP) para África Oriental.


La UNCCD advierte sobre la encrucijada que plantean las sequías, cada vez más estrechamente vinculadas con el cambio climático: “Necesitamos orientarnos hacia las soluciones en lugar de continuar con acciones destructivas, creyendo que un cambio marginal puede curar la falla sistémica”, dice su jefe, Ibrahim Thiaw.


Según el organismo, una de las mejores soluciones es la restauración de la tierra, que aborda muchos de los factores subyacentes de los ciclos degradados del agua y la pérdida de fertilidad del suelo, para construir y reconstruir paisajes que imiten la naturaleza si es posible y crear sistemas ecológicos funcionales. 


Otra es la adopción de técnicas de gestión agrícola sostenibles y eficientes que produzcan más alimentos en menos tierra y con menos agua, cambios en las relaciones humanas con los alimentos al pasar a dietas basadas en plantas y reducir o eliminar el consumo de animales.


También, la UNCCD recomienda establecer sistemas efectivos de alerta temprana que funcionen más allá de las fronteras, el despliegue de nuevas tecnologías como seguimiento satelital e inteligencia artificial para guiar decisiones con mayor precisión e invertir en la salud del suelo. 


A corto plazo, sin embargo, el planeta tiene una complicación adicional con el Fenómeno La Niña, que desde 2021 influyó en las precipitaciones y exacerbó sequías e inundaciones en todo el mundo, y puede continuar en todo 2022, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). 


“El cambio climático antropógeno acrecienta los efectos de los fenómenos de origen natural, como La Niña, e incide cada vez más en las condiciones meteorológicas”, explicó Petteri Taalas, secretario general de la OMM. La traducción es, otra vez, la misma: mayor intensidad del calor y sequías, y riesgo conexo de incendios forestales, a la vez que diluvios e inundaciones sin precedentes.

 

 

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hola@fundamentar.com (Fundación Embajada Abierta) Opinión Wed, 27 Jul 2022 17:30:58 -0300
Brasil inicia construcción de mayor fábrica de hidrógeno verde del mundo https://fundamentar.com/internacional/item/6709-brasil-inicia-construccion-de-mayor-fabrica-de-hidrogeno-verde-del-mundo https://fundamentar.com/internacional/item/6709-brasil-inicia-construccion-de-mayor-fabrica-de-hidrogeno-verde-del-mundo Imagen tomada con un dron cedida por Unigel del 25 de marzo de 2022 de una planta de la multinacional brasileña Unigel en la localidad de Camaçari, en el estado de Bahía, Brasil. Brasil inició el martes la construcción de la mayor fábrica de hidrógeno verde del mundo, energía limpia destinada a substituir en el futuro a los combustibles fósiles, en un evento simbólico con la colocación de la primera piedra de las obras, en la localidad de Camaçari, en la región metropolitana de Salvador de Bahía.

 Brasil inició ayer martes la construcción de la mayor fábrica de hidrógeno verde del mundo, energía limpia destinada a substituir en el futuro a los combustibles fósiles, en un evento simbólico con la colocación de la primera piedra de las obras, en la localidad de Camaçari, en la región metropolitana de Salvador de Bahía (noreste).

La planta en el mayor polo de desarrollo petroquímico del país sudamericano pertenece a la multinacional brasileña Unigel y significa una inversión inicial de 120 millones de dólares.

Entrará en funcionamiento a finales de 2023 con una producción en primera fase de 10.000 toneladas de hidrógeno verde y 60.000 toneladas de amoníaco verde.

La intención de la empresa es multiplicar por cuatro esas cantidades en una segunda fase del proyecto a iniciarse en 2025.

"Tenemos un desafío, el de crear una nueva economía verde global, trayendo soluciones climáticas y beneficiosas para el mundo", explicó en su mensaje el ministro de Medio Ambiente de Brasil, Joaquim Leite.

Para el ministro brasileño, el país sudamericano tiene "la oportunidad" de ser un suministrador mundial de energía limpia, la cual "saldrá de la primera fábrica a escala industrial del mundo de hidrógeno verde".

El hidrógeno verde se genera mediante energía solar y eólica, al estar considerado como una de las fuentes de energía limpia con más futuro en el mundo, debido a que no contamina.

Se le puede utilizar en su forma gaseosa o puede convertirse también en amoníaco verde, material esencial para siderúrgica, fertilizantes y refino del petróleo, al utilizarse en miles de productos.

A su vez, el presidente de Unigel, Roberto Noronha, dijo que se trata de un proyecto "que nos colocará en el liderazgo de descarbonización de Brasil".

"Hoy hay una emergencia climática en el mundo que (...) busca productos verdes como parte de la descarbonización", agregó.

"Debido al potencial de Brasil en la generación de energía eólica y solar, Unigel considera que el país tiene una gran oportunidad de ser referencia mundial en hidrógeno verde, solución que trae versatilidad al transformar energía renovable en materias primas y combustibles carbono cero", añadió Noronha.

La expectativa es que el hidrógeno verde pueda ser utilizado de manera inicial como combustible en barcos y luego en vehículos terrestres, así como aviones, lo que reducirá en forma considerable la emisión a la atmósfera de gases contaminantes.

El hidrógeno verde y el amoníaco verde podrán ser exportados a través del puerto de Aratu, en el que Unigel tiene una terminal.

La nueva planta utilizará tecnología de la compañía alemana Thyssenkrupp Nucera, que instalará tres electrolizadores patrón de 20 MW con una capacidad total de 60 MW en la primera fase, electrolizadores que son los que separan el hidrógeno en la molécula de agua.

La multinacional Unigel es una de las mayores empresas químicas de América Latina, líder en segmentos como fertilizantes y amoníaco.

La empresa cuenta con 27 fábricas en 11 complejos tanto en Brasil como en México con 2.000 empleados y prevé que la nueva planta genere 500 empleos directos e indirectos. 

 

FUENTE: XINHUA

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Dana Vazquez

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Internacional Wed, 27 Jul 2022 16:55:03 -0300
Las transiciones energéticas: ¿Corporativas o populares? https://fundamentar.com/internacional/item/6531-las-transiciones-energeticas-corporativas-o-populares https://fundamentar.com/internacional/item/6531-las-transiciones-energeticas-corporativas-o-populares Transición energética en Argentina

Los autores nos presentan el paradigma de la transición energética y sus propuestas, a la vez que los desafíos que enfrentan los países latinoamericanos como el nuestro. Plantean la idea de una transición energética popular asentada sobre las ideas de democracia y participación.

Hace unas semanas, Diego Hurtado, en una nota para este mismo espacio, realizó una serie de interesantes aportes para pensar la transición energética desde la óptica de la ciencia y la tecnología y las transformaciones institucionales, organizacionales, culturales y el rol de los países periféricos en ese proceso.

Creemos indispensable ampliar el axioma mediante el cual se sostiene que en la periferia debemos superar la presión central y maximizar industria y tecnología nacional, temas centrales a los cuales debiéramos sumar el análisis desde una mirada sistémica y compleja en el marco de las relaciones sociedad-naturaleza, asumiendo desafíos y límites.

El paradigma de la transición energética –si es que existe– corre un grave riesgo de verse apropiado por las grandes empresas, de ser banalizado y puesto al servicio del actual sistema de reproducción social que pretende perpetuar las relaciones de poder existentes, entre ellas, el rol subordinado de los países periféricos a un orden establecido.

Hay propuestas de transición energética con objetivos claramente diversos. Miradas político-económicas desde el neoliberalismo, el keynesianismo y el anticapitalismo, desde perspectivas ecologistas, del culto a la vida silvestre o a la ecoeficiencia (culto a lo tecnológico) o desde el ecologismo de los pobres, con focos en la sustentabilidad débil, fuerte o superfuerte, o por grandes multinacionales de la industria del crudo y también por pequeñas cooperativas ciudadanas.

Como punto de partida, se pueden identificar dos grandes universos:

  • Por un lado, están los actores que, frente a la situación climática, ven en la transición energética un potencial de acumulación de riqueza y posicionamiento hegemónico geopolítico, con una mirada corporativa y patriarcal, un “universo del ambientalismo corporativo”, con una narrativa capitalista-tecnocrática. Este posicionamiento configura lo que denominamos “transición energética corporativa”, que no representa un cambio de paradigma o una revolución tecnológica, sino una expresión del modo en que el sistema capitalista intenta aprovechar la crisis civilizatoria para un nuevo ciclo de acumulación y control. Así, se asienta en la banalizada idea del “desarrollo sustentable”, en continuar en el camino del crecimiento sin límites, intercambiando recursos fósiles por renovables y alta tecnología, sin modificar las lógicas de consumo capitalistas, ni cuestionar la distribución o el acceso a la energía de las poblaciones o la participación ciudadana en los procesos de toma de decisión.
  • Por el otro, están quienes apuestan por una transición energética basada en la justicia socioambiental, participativa, cooperativa y democrática, con una narrativa anticapitalista y de transición socioecológica, que da lugar a lo que llamamos “transición energética popular”.

Esta perspectiva persigue transitar los cambios fundada en la justicia socioambiental y colocando a la energía en la esfera de los derechos y no en la del mercado. Entiende la necesidad de la transición en términos de transformar el “sistema energético” donde el componente físico de la matriz energética  es sólo un elemento de una imbricada red de relaciones sociales, actores y artefactos en constante tensión. Esto le imprime una complejidad que no habilita a pensar problemas y soluciones puntuales. El desarrollo de la ciencia, la tecnología y la industria nacional son indispensables, necesarias, pero no suficientes.

La transición energética popular se asienta sobre la idea de desprivatizar, de fortalecer las diversas formas de lo público, lo participativo y lo democrático. Se basa en la imperiosa necesidad de superar la desigualdad, la inequidad y las pobrezas energéticas. De reducir, en este marco, la utilización de energía, lo que implica redistribuir y, a la vez, desfosilizar las fuentes energéticas utilizadas. Plantea la necesidad de descentralizar y democratizar los procesos de decisión en torno a la energía.

Esto desata desafíos gigantes en nuestro país. Por ejemplo, poner sobre la mesa la necesidad de derogación de todas las leyes que regulan el sector energético heredadas de los procesos privatizadores de los ’90. ¿Es admisible que ello no esté en debate en el campo popular? Se torna indispensable discutir nuevos marcos normativos que disputen la centralidad de los mercados para resolver las cuestiones energéticas.

Discutir el manejo y la propiedad del actual sistema energético nacional es clave para la transición energética popular. ¿Quiénes son los dueños de la energía en la Argentina? Entre el año 2023 y 2027 se vencen contratos de concesión por más 5.700 MW de potencia hidroeléctrica ¿Qué posición y actitud tenemos frente a la posibilidad de recuperar esas concesiones hidroeléctricas entregadas?

Nos debemos una discusión sobre el carácter de la propiedad, priorizando lo público de manera amplia, no sólo lo estatal, sino fortaleciendo las alternativas de propiedad cooperativa y comunitaria frente al modelo rentístico privado. Tenemos en el país una rica tradición cooperativa que recuperar y fortalecer.

En este sentido también vale la pena reflexionar si es posible una transición energética sin una integración regional latinoamericana, no al servicio de la exportación de materias primas con bajo costo energético sino en la construcción de nuevas formas de vida adaptadas a los límites. Más aún, ¿cómo realizar la transición de forma inclusiva sin contemplar la plurinacionalidad y las diversas formas de los pueblos de relacionarse con la naturaleza?

La transición energética popular se configura como un proceso de democratización, desprivatización, descentralización, desconcentración, desfosilización y descolonización del pensamiento, para la construcción de nuevas relaciones sociales, congruentes con los derechos humanos y con los derechos de la naturaleza. En este marco la construcción de una agenda de la transición es un primer paso.

(*) Pablo Bertinat es Ingeniero Electricista, Magister en Sistemas Ambientales Humanos. Director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad de la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Rosario. Docente e investigador.

(**) Jorge A. Chemes es militante socioambiental en Taller Ecologista y Co-cordinador de Grupo de trabajo Latinoamericano Energía y Equidad.

FUENTE: Cohete a la Luna

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández

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hola@fundamentar.com (Pablo Bertinat (*) y Jorge Chemes (**)) Internacional Mon, 19 Jul 2021 14:43:16 -0300
Hay que regular, no prohibir https://fundamentar.com/nacional/item/6518-hay-que-regular-no-prohibir https://fundamentar.com/nacional/item/6518-hay-que-regular-no-prohibir Salmonicultura en Argentina

Tierra del Fuego prohibió la producción y cría de salmónidos, lo que fue festejado por algunas organizaciones ambientalistas. Aunque involucra riesgos al medio ambiente, la salmonicultura podría haber contribuido a diversificar la matriz productiva de una provincia deficitaria como Tierra del Fuego. En esta nota, Martín Schapiro advierte: hay que regular, no prohibir.

La unanimidad” legislativa dio pie al anuncio que los medios, cruzando la grieta, calificaron como histórico. El 30 de junio de 2021, la provincia de Tierra del Fuego se convirtió en la primera del mundo en prohibir la producción y cría de salmónidos en todas las aguas de jurisdicción provincial. La ley obedece a un movimiento que agrupó a operadores turísticos, organizaciones como Greenpeace y otras, ciudadanos y ciudadanas fueguinos y hasta algunos chefs reputados del ámbito nacional.

Los principales argumentos favorables a la medida advierten sobre el potencial riesgo para el ecosistema dado por la posibilidad de escapes de una especie que no es autóctona y que podría dañar a las que sí lo son, por el tratamiento de fecas y residuos de alimentos y por la aplicación intensiva de antibióticos. La medida no es totalmente inédita, ya que hace unos pocos años el estado de Washington, en Estados Unidos, prohibió la cría intensiva “de especies no nativas” tras un escape de salmón atlántico. Pero la actividad mantiene un importante desarrollo en países ricos y ambientalmente avanzados, como Canadá, el Reino Unido, Dinamarca y, principalmente, Noruega.

En el año 2017, Beatriz Sánchez, candidata a presidenta de Chile por el Frente Amplio, el espacio político situado a la izquierda de la antigua Concertación, conversaba con la revista especializada de aquel país, Salmonexpert, y presentaba una visión para el sector. Su diagnóstico era duro, con críticas como la concentración, los sueldos de los trabajadores y el cortoplacismo. Avizoraba, en cambio, la posibilidad de generar “vínculos productivos con las industrias agroalimentarias y las farmacológicas” para agregar valor y tecnología a la salmonicultura chilena. En su plataforma, el Frente Amplio pedía desconcentrar el sector mediante cambios regulatorios para favorecer nuevos actores y adecuar la industria a estándares internacionales de calidad y de mejora de procesos productivos –con especial énfasis en el uso excesivo de antibióticos–. Pero, al contrario de la normativa fueguina, la izquierda chilena, el sector más crítico con la salmonicultura, defendía en su plataforma un enfoque regulatorio.

A pesar de no tratarse de una especie autóctona, la cría intensiva ha convertido a Chile en el segundo productor mundial detrás de Noruega –donde predomina la misma técnica– de salmón atlántico, y en el principal exportador del producto a Estados Unidos, lógicamente, con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos. Las exportaciones de salmón chileno rondaron durante los últimos años los cinco mil millones de dólares, una cifra que supera en mucho las exportaciones de carne bovina argentinas y que lo convierte en el segundo complejo exportador del país, (muy) por detrás del cobre. Aunque no sin tensiones, conviven en la región de Los Lagos una salmonicultura muy intensiva y un muy interesante desarrollo turístico: la región es habitualmente la más visitada después de Santiago y Valparaíso.

Potencial argentino

En Argentina, las técnicas presentes en Chile no tienen prácticamente desarrollo. De hecho, la ley sancionada por Tierra del Fuego fue una reacción a la posibilidad de desarrollar estudios de factibilidad para la actividad e impide la salmonicultura en todas las aguas jurisdiccionales de la provincia. Y, si bien preserva expresamente otras formas de acuicultura, no contiene medidas de promoción significativa. Se omiten caminos como la realización de estudios de impacto ambiental, la exploración de la posibilidad de establecer zonas de permisión y de prohibición, de cupos y de controles de escala, o de estudios sobre las medidas de mitigación de riesgos de la actividad.

Además de la experiencia chilena, con sus aciertos y dificultades, existe el modelo de Noruega, el país que, a través de su agencia, impulsó los estudios de factibilidad en Argentina. Junto a otros países escandinavos, Noruega se encuentra entre los más exitosos en la reducción del uso de antibióticos y, en general, entre los de mayores exigencias asociadas a la producción masiva de alimentos. Recordemos que el impacto ambiental de la producción de alimentos no se reduce al sector ictícola, sino que incluye actividades que hoy se permiten en todo el territorio nacional y, con diferentes regímenes, en todo el mundo.

Por supuesto, nada garantiza que explorar un camino como aquel no hubiera derivado, finalmente, en la decisión de no habilitar la actividad, algo que, por otra parte, ya permitía el marco normativo vigente. Pero aún en ese extremo, llegar a la misma conclusión desde un recorrido regulatorio tiene un valor diferente que hacerlo desde la prohibición. Paradójicamente, un enfoque regulatorio probablemente hubiera mejorado las condiciones para acordar marcos regulatorios comunes con Chile, con quien Argentina comparte, además del ecosistema fueguino, la soberanía sobre el canal de Beagle, principal objeto de protección.

La provincia de Tierra del Fuego tiene un régimen que le concede importantes beneficios de índole fiscal, sostenido por el Estado nacional, y supone además un importante costo en materia de divisas. Los motivos de su creación son estratégicos. El régimen ha cumplido parte de las metas por las que fue creado, especialmente en materia de empleo. Sin embargo, tanto desde fuera como desde dentro de la provincia distintos sectores políticos han coincidido en la necesidad de diversificar la matriz productiva. Una diversificación que debe hacerse cumpliendo con los compromisos ambientales, de rango constitucional, y con competencias convergentes en su cuidado a la nación y las provincias. Al menos por ahora, esa diversificación no incluirá a la cría de salmón.

Los problemas del prohibicionismo

La prohibición absoluta de una actividad y la presentación de cada problema, de cada obstáculo y de cada riesgo como una barrera insuperable, y la desconsideración de cualquier argumento sobre los posibles beneficios como una torpe traducción de intereses económicos espurios, no es en modo alguno un capricho fueguino, sino la repetición de una estrategia que ha aplicado con bastante éxito legislativo –y también con bastantes malos resultados ambientales– un sector no mayoritario pero sí muy activo del movimiento ambientalista en Argentina y en el mundo.

Un ejemplo: la energía nuclear es una de las más limpias del mundo, y se cuenta entre las fuentes que no producen emisiones contaminantes que generan calentamiento global. Con controles adecuados ha probado ser, además de limpia, segura. En distintos lugares del mundo, sin embargo, el movimiento antinuclear, movilizado por el riesgo de accidentes y por una asociación entre energía y armamentos, privilegió el enfoque prohibicionista. Movilizaciones en distintos momentos y en distintos lugares consiguieron importantes éxitos en materia de desnuclearización de la matriz energética. El Estado de California en Estados Unidos y Alemania avanzaron en dejar de lado la generación en base a energía nuclear tras fuertes presiones de políticos verdes y progresistas. El resultado es que hoy casi el 50 % de la energía californiana es generada por hidrocarburos, en tanto que en Alemania más del 20% de la energía proviene aún del carbón, la fuente más contaminante. Y eso a pesar de que tanto Alemania como California han establecido fuertes compromisos con la reducción de emisiones. En cambio Francia, donde el 70% de la generación eléctrica es a base de energía nuclear, tiene la matriz de generación más limpia entre los grandes países de Europa, y con costos de la electricidad para hogares y empresas que son, a la vez, algo más bajos que los de sus vecinos.

La energía nuclear lleva décadas en Argentina bajo el enfoque regulatorio, sin accidentes significativos. Argentina viene manteniendo altísimos estándares de seguridad en su propio desarrollo nuclear pacífico y es uno de los poquísimos países capaces de exportar reactores. Sin embargo, en la provincia de Río Negro, una de las de mayor vinculación con el sector (es la sede del Invap y el Centro Atómico Bariloche), la legislatura prohibió, de forma casi unánime, la instalación de centrales de alta potencia. Provincias como Córdoba y Mendoza prohibieron la minería de uranio, puntal para el sector, que Argentina hoy importa de terceros países.

En la misma línea, ocho provincias prohíben la minería a cielo abierto. En otras dos, La Rioja y Catamarca, distintos conflictos han trabado la consolidación de algunos proyectos de gran escala a partir de preocupaciones ambientales resueltas desde un enfoque prohibicionista. En todos los casos, el enfoque minimiza los beneficios de la actividad para comunidades, provincias y países. Una vez más, el ejemplo del otro lado de la cordillera es elocuente. La minería metalífera explica la mitad de las exportaciones chilenas. Sin ella, hubiera sido imposible la importantísima caída de la pobreza y el aumento de los niveles de consumo popular que experimentó Chile desde el regreso de la democracia. Mientras Argentina tiene un déficit estructural en su comercio bilateral con China, Brasil y Perú son estructuralmente superavitarios gracias a la producción de minerales.

La comparación entre provincias ayuda a clarificar. San Juan, la más comprometida con el desarrollo de la actividad minera, muestra un saldo social positivo. La actividad económica creció por encima de sus provincias vecinas, el desempleo evolucionó de mejor manera, la mortalidad infantil pasó de estar por encima a estar por debajo del promedio nacional e incluso se mejoró la infraestructura vinculada al agua potable. La minería metalífera está llamada a cumplir, además, un rol preponderante en la transición energética. Sobran los motivos para, al menos, considerar enfoques que privilegien el control estricto de las obligaciones ambientales y la gestión de riesgos.

Economía

Aún si no consideramos los efectos de la pandemia, la economía argentina es una de las pocas que no creció en toda la última década. Sin crecimiento es imposible bajar de forma sostenida la pobreza. El diagnóstico compartido por casi todas las corrientes del pensamiento económico heterodoxo local es que la restricción externa, entendida como la carencia de divisas suficientes para pagar las importaciones que el crecimiento de la economía demanda, constituye uno de los principales, sino el principal, determinante estructural adverso que enfrentamos. De acuerdo a esa mirada, el aumento de las actividades exportadoras cumpliría un rol fundamental para sortear los obstáculos al crecimiento. Tras cuatro años de gobierno de Macri y uno de pandemia, la pobreza ha aumentado hasta alcanzar al 42% de la población, con un impacto desproporcionado sobre niños y niñas.

A nivel global, dos grandes procesos estructurales abren oportunidades para que Argentina aumente sus exportaciones. El rápido ascenso económico de Asia, del que China es el mayor pero no el único exponente, viene de la mano de una drástica reducción de la pobreza y un fuerte crecimiento de las clases medias asiáticas, que demandarán mayor cantidad de alimentos y una canasta más diversificada. El segundo proceso es la transición ecológica, que demandará una reconversión radical de las fuentes de transporte y de producción de energía. El proceso que estamos cursando, el más significativo de reducción de la pobreza en la historia humana, deberá conjugarse con uno, de similar magnitud, de mitigación de los daños que la actividad humana produce en el ambiente para que ambos sean sustentables.

Argentina tiene la posibilidad de proveer alimentos con una mayor elaboración y valor agregado de lo que lo hace actualmente. Cuenta también con importantes complejos productivos intensivos en conocimiento, como el biotecnológico, el farmacéutico y el satelital, que podrían desarrollarse asociados a la producción de alimentos, generando mejoras ambientales a partir del mejoramiento de técnicas y ganancias de eficiencia. El país cuenta también con enorme potencial para el desarrollo de nuevas energías. Vientos, luz solar, potencia hídrica y recursos minerales para ser protagonista de la necesaria revolución ecológica. Las nuevas tecnologías de generación eléctrica y movilidad son, casi invariablemente, más intensivas en metales que las tecnologías actuales. Aquí también se requiere el desarrollo de proveedores de servicios y de insumos, y la posibilidad de integrar más eslabones en la cadena, avanzando de la producción de litio a la construcción de baterías y vehículos eléctricos aprovechando las industrias química y automotriz, articulando en todos los casos con el sector público y el entramado científico académico.

Un enfoque ambiental-productivista, que no desenganche resultados ambientales y económico-sociales, y que ponga el foco y la política en los controles necesarios, el desarrollo tecnológico y el mejoramiento de los procesos productivos, está llamado a dar mejores resultados que la prohibición de actividades (actividades que, lejos de desaparecer, se localizan en otra parte, muchas veces en los países vecinos). El enfoque no requiere, por lo demás, inventar nada: Canadá, Noruega, Finlandia, Dinamarca o Australia, entre muchos otros, demuestran que es posible realizar actividades extractivas fortaleciendo los entramados productivos, y la actividad económica sin dejar de lado las exigencias de la actual crisis ambiental. La atención de la emergencia social argentina exige que podamos alcanzar, nosotros también, ese consenso.

(*) Martín Schapiro es abogado especializado en derecho administrativo por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y maestrando en Estudios Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).

FUENTE: El Dipló

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández

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hola@fundamentar.com (Martín Schapiro (*)) Argentina Mon, 05 Jul 2021 17:25:10 -0300
La Revolución Climática en marcha https://fundamentar.com/internacional/item/6477-la-revolucion-climatica-en-marcha https://fundamentar.com/internacional/item/6477-la-revolucion-climatica-en-marcha Energías renovables

Durante el último medio siglo, los científicos alertaron sobre el calentamiento global, naciendo entonces los tratados sobre cambio climático y acciones estatales para mitigarlo. Ahora, es el capital privado que motoriza una Revolución Climática para salvar la salud del planeta. Pero ese salto tecnológico puede reeditar desigualdades que dejen atrás a los países menos avanzados.

La tecnología climática (climate-tech) desarrollada en los últimos años para reducir las emisiones de carbono en el planeta se está erigiendo rápidamente en la llave maestra de una respuesta contrarreloj pero efectiva que permita cumplir la meta del Acuerdo de París (2015) de mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5°C respecto de la era preindustrial (hoy es +1,1°C).

Esa Revolución Climática en el terreno tecnológico tiene dos grandes características. La primera es que necesita -y está consiguiendo en los países más ricos- millonarias y sostenidas inversiones de riesgo aplicadas a sectores que van desde la energía hasta el transporte, pasando por los procesos industriales.

La segunda es que los efectos de esa revolución no son neutrales y tienen consecuencias geopolíticas. No sólo habrá potencias líderes -como ya ocurre en la cibernética y la inteligencia artificial- sino que pueden tentarse con volver a “patear la escalera” al resto de los países, esta vez la de la economía del petróleo por donde ascendieron todo el Siglo XX (ya lo hicieron con el libre comercio).

Pese a la pandemia, que pausó algunas inversiones, la Revolución Climática adquiere inexorablemente mayor velocidad, incentivada por ambiciosas iniciativas públicas de “Pactos Verdes” (Green Deals) como los de Estados Unidos -relanzado ahora por la Administración Biden- y de la Unión Europea (UE).

Con la carrera lanzada, los sectores público y privado de los países en desarrollo tendrán que darse una estrategia para incorporarse adecuadamente y a tiempo a esta transformación. Sus líderes deberán plantear una justa distribución de cargas y responsabilidades en el progresivo desmantelamiento de una economía del carbono de la cual todavía dependen muchos de sus propios habitantes.

En marzo de 2021, se midió un récord de 417,64 partículas por millón (ppm) de concentración de CO2 atmosférico en el Observatorio Mauna Loa (Hawaii), contra 414,74 ppm de 2020. Desde la era preindustrial, las concentraciones de CO2, CH4 y N2O aumentaron en más del 30%, 145% y 15%, respectivamente, por la quema de carbón, petróleo, gas y la tala de bosques. Los océanos y la vegetación absorben la mitad de las emisiones; la otra mitad permanece en el aire durante 100 años o más.

Clima de inversión

Una de las notas más ilustrativas de esta Revolución Climática es la declinación de Silicon Valley (EEUU), meca global de la renovación tecnológica por años. Hoy, se advierte un desplazamiento del interés de los inversionistas: dejan la sobreexplotada industria de las apps de Internet para volcarse a la tecnología climática, a proyectos que requieren recursos humanos con capacitación científica que el polo californiano de programadores de software no puede ofrecer.

Otro indicador manifiesto, menos sofisticado, es la lista de millonarios que está engrosando el negocio de la tecnología climática: genera fortunas desde Occidente -Elon Musk, de los autos eléctricos Tesla o Aloys Wobben, de turbinas eólicas- a Oriente, principalmente en China, con la producción de baterías, paneles y películas solares y vehículos eléctricos.

Un informe de la consultora PwC publicado en 2020 estimó que la inversión en tecnología climática pasó de USD 418 millones anuales en 2013 a USD 16.300 millones en 2019. Este ritmo de crecimiento fue cinco veces más veloz que el del propio mercado de inversiones de riesgo en general para esos siete años.

¿Cuáles son los campos de inversión de la climate tech? Mitigar con urgencia las emisiones de carbono (hermana de la tecnología limpia en general) involucra desde los sistemas de calefacción/refrigeración a la agricultura pasando por el transporte, la producción industrial de bienes, alimentos y la construcción.

Por cierto, como ocurrió en la II Revolución Industrial, o desde el nacimiento de la economía digital, en gran parte de los casos se trata de capital de inversión de riesgo (venture investments) dispuesto a una dinámica ensayo/error costosa.

Aún así, el movimiento de inversión desatado en soluciones para reducir los Gases de Efecto Invernadero (GEI) es de una magnitud acorde con el el desafío que plantea cumplir la meta que se impusieron más de 70 países: lograr un nivel de emisiones netas cero (neutralidad de carbono) antes de 2050.

En 2020, la inversión mundial en energías renovables, vehículos eléctricos y otras tecnologías de "inversión en transición energética" superó los USD 500 mil millones, según la consultora BloombergNEF. Otro estudio publicado hace varios años por el Banco Mundial estimó que las oportunidades para pymes de tecnología climática superaban los USD 1,6 billones (trillions).

Ya se conocen inversiones millonarias en proyectos tan disímiles como producción de proteínas alternativas, automatización de procesos de reciclaje, fabricación de motores de combustibles renovables, producción de fibra de carbono para coches y aviones ligeros, y refrigeración natural, revestimientos a base de plantas y sistemas cero emisiones para tostar café. La lista se completa con proyectos de secuestro (reforestación) y almacenamiento en reservorios de carbono.

La movilidad y el transporte son los sectores dominantes de inversión de la Revolución Climática, seguidos de la alimentación, la agricultura y el uso del suelo, y el sector energético. Los acuerdos a gran escala -de más de USD 100 millones- representan casi dos tercios de lo invertido en tecnología climática.

La Administración Biden, a través de su enviado especial sobre cambio climático, John Kerry, evalúa que hace falta mucho más que eso para frenar a tiempo un calentamiento global del que el propio Estados Unidos es un responsable mayor por sus emisiones de carbono (junto con China). Sería necesaria "la mayor transformación económica desde la revolución industrial", en palabras de Kerry.

La Corporación Financiera Internacional, parte del Banco Mundial, le puso cifras a ese mercado potencial de “inversiones climáticamente inteligentes”: USD 23 billones para productos que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero.

El mismo informe de PwC citado más arriba concluyó que ya ha surgido la primera clase de unicornios (startups tecnológicas valuadas en más de USD 1.000 millones) de la tecnología climática: “Las empresas disruptivas que aportan beneficios críticos en materia de sostenibilidad también pueden convertirse en marcas multimillonarias”.

Geopolítica

Ahora bien, ¿cómo cuadra esta Revolución Climática con nuestro mundo en desarrollo, cuyos ingresos dependen aún de la exportación de commodities, como el petróleo, que han sostenido el modelo de producción global ahora cuestionado? La primera respuesta es que hay riesgos pero también, oportunidades.

Tomemos un caso cercano. El litio, insumo clave de las baterías recargables para vehículos eléctricos y el almacenamiento de energías renovables, abunda en Sudamérica. Argentina, Bolivia y Chile conforman el "Triángulo del Litio". Recientemente, el BMW Group contrató la compra de 300 millones de dólares de litio argentino para producir baterías. El país, cuarto productor mundial de litio, exporta 40.000 toneladas de litio que podríamos aumentar en un 300%.

En ese contexto, es imprescindible mantener presente que esta transformación tiene un correlato geopolítico, como en las anteriores revoluciones industriales: habrá intereses en juego y conflictos.

Los países desarrollados ya cuentan las pérdidas anuales por catástrofes naturales en miles de millones de dólares. Y como el cambio climático es un asunto global, todo plan nacional en esa dirección se convertirá en parte de una política exterior.

La transformación hacia el nuevo modelo global demanda voluntad política para asegurar la inclusión de países y regiones. De poco servirá volver sostenible una región a costa de mover las emisiones de carbono a otra. Es tan importante alarmar sobre una catástrofe global como planificar un futuro sostenible y, en eso, jugarán un rol el sistema multilateral y foros más recientes como el G20.

Hoy, el mapa de la inversión en startups de tecnología climática muestra que en la zona de la bahía de San Francisco (11.700 millones de dólares) es 56% superior a la de su primer competidora, Shanghai (7.500 millones). Luego, aparecen Berlín, Londres, Labege (Francia) y Bengaluru (India) entre las ciudades receptoras, en los sectores de la energía, la agricultura y la alimentación y el uso del suelo.

Europa, en plena conversión energética, dejará de representar el actual 20% de las importaciones mundiales de crudo. A cambio, la UE dependerá de importaciones de insumos (hidrógeno verde) y bienes para sus tecnologías limpias. Esa combinación tendrá impactos en países emergentes, negativos y positivos. Luego, los europeos deberán cuidar que su reconversión encarezca sus productos y no les quite competitividad frente a la economía de carbono de sus competidores.

Según PwC, casi la mitad del capital global de riesgo (USD 60.000 millones) destinado en 2013-19 a empresas emergentes (startups) de tecnología climática fueron hacia Estados Unidos y Canadá (29.000 millones); y China le siguió con 20.000 millones. El mercado europeo atrajo menos, unos USD 7.000 millones.

En su reciente plan de recuperación económica, la Administración Biden trazó su mapa de ruta político de la economía verde: “Esta financiación ofrece las grandes inversiones que necesitamos para hacer frente a la crisis climática, aumenta nuestra competitividad económica, garantiza que las comunidades olvidadas se beneficien de la revolución de la energía limpia y crean millones de puestos de trabajo bien remunerados y sindicalizados en toda América".

¿Y China? Para empezar, mientras esta gran potencia emergente -y corresponsable mayor de las emisiones de carbono- se incorpora a la corriente de inversiones, ya domina el mercado de los minerales de tierras raras, imprescindibles no solo para la industria tecnológica tradicional, sino en turbinas eólicas, motores de vehículos eléctricos y aplicaciones en otros campos de la tecnología limpia.

Respuestas colectivas

El Banco Mundial (BM) anunció recientemente un nuevo Plan de Acción sobre el Cambio Climático, destinado a ayudar a los países en desarrollo a lograr reducciones cuantificables de las emisiones de GEI y a movilizar recursos a gran escala para lograrlo. La entidad ya otorgó USD 83.000 millones en financiación para el clima en los últimos cinco años (sólo USD 21.400 millones en 2020).

https://www.youtube.com/watch?v=S-9D-_8xI-k&t=28s

"Nuestras respuestas colectivas al cambio climático, la pobreza y la desigualdad son opciones que definen nuestra época", según el BM. Mientras algunas potencias pueden protagonizar la Revolución Climática a través de la tecnología, con acceso a capitales de riesgo en ebullición, el resto necesita maximizar el impacto de la escasa financiación multilateral disponible.

Los países en desarrollo necesitan primero ajustar sus mediciones y diagnósticos, para encarar acciones efectivas. Luego, como impulsa el BM, transformar sus sistema de energía, alimentarios, de transporte y de producción de manufacturas recurriendo a la inteligencia artificial o las redes 5G, la robótica o la big data.

Frente al calentamiento global, la Revolución Climática tiene todas las chances de prosperar si este ambicioso proceso de innovación que definirá el Siglo XXI es inclusivo a nivel planetario. Es decir, si los países menos avanzados pueden acceder a las tecnologías para acompañar ese cambio, ya sea financiados por instancias multilaterales o bien con la ayuda directa de los desarrollados para descarbonizar y diversificar sus economías. Ahí también se jugará la geopolítica.

Entretanto, la contracara humana se resume en las crecientes migraciones climáticas, que amenazan con desplazar en las próximas décadas a millones de personas sin viviendas ni medios de sustento por el cambio climático.

Está claro que la tecnología puede darnos herramientas para salvar vidas y bienes, pero las respuestas seguirán en manos de la política, que seguirá definiendo la suerte de cada país y de todo el planeta.

FUENTE: Embajada Abierta

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Internacional Mon, 10 May 2021 15:56:18 -0300
Covid-19 y sus efectos medioambientales: ¿una bendición disfrazada? https://fundamentar.com/internacional/item/6470-covid-19-y-sus-efectos-medioambientales-una-bendicion-disfrazada https://fundamentar.com/internacional/item/6470-covid-19-y-sus-efectos-medioambientales-una-bendicion-disfrazada Contaminación ambiental en China

El aceleramiento del crecimiento económico suele ir acompañado de incrementos en los índices contaminantes, presentándonos ante una ecuación tramposa de beneficio económico traducido en mayor perjuicio del medio ambiente. Esta hipótesis fue confirmada tras la llegada de la pandemia del COVID-19.

El aceleramiento del crecimiento económico suele ir acompañado de incrementos en los  índices contaminantes, presentándonos ante una ecuación tramposa de beneficio económico traducido en mayor perjuicio del medio ambiente. Esta hipótesis fue confirmada tras la llegada de la pandemia del COVID-19. El peligro que la pandemia implica para la salud pública derivó en la implementación de políticas de confinamiento,  involucrando restricciones de circulación, el cierre temporal de comercios e industrias no esenciales, y de fronteras. 

Las restricciones temporales, y en algunos casos todavía en vigencia, tuvieron efectos en el transporte local, regional e internacional y, consecuentemente, esta situación repercutió en los indicadores medioambientales, observándose bajas en los índices de contaminación. De acuerdo con un estudio, las medidas adoptadas producto de la pandemia han reducido la movilidad mundial en un 90%, siendo el transporte aéreo el más afectado (recortado en un 96%), lo que ha resultado en una disminución del 30% en los niveles de contaminación ambiental (Muhammad, Long, Salman, 2020). En el informe emitido por United Space in Europe (2020), por ejemplo, se indica que el descenso de los niveles de dióxido de nitrógeno coincide con el período de confinamiento.

La pandemia del COVID-19 es considerada por algunos como una bendición disfrazada por su impacto positivo en la reducción temporal de la contaminación. Las agencias especializadas de la ONU en general no ponen el acento en la incidencia que factores exógenos y no planificados pueden ejercer sobre el medio ambiente, sino que se posicionan a favor de la elaboración de políticas planificadas para combatir la contaminación y el cambio climático. En este sentido, la UNEP ha elogiado políticas planificadas de reversión de la contaminación en diversas ciudades, como es el caso de Beijing.

Presencia de dióxido de nitrógeno antes y después de las medidas de confinamiento en Beijing (2020)

En la República Popular de China los índices de contaminación ambiental son muy serios, siendo que provocan un estimado de 1.1 millones de muertes al año y significan $38 billones a la economía nacional (Muhammad, Long, Salman, 2020). El medio ambiente en el país ha sufrido mucho debido a la sobreinversión en una rápida expansión industrial. Gran parte de la producción industrial y el sistema de la ciudad de Beijing se llevaba a cabo mediante la combustión de carbón, siendo uno de los mayores factores de contaminación a nivel regional. 

Desde el año 2005, la ciudad ha mantenido una política  de reemplazo de la combustión del carbón a la de gas mediante medidas de control de calderas de carbón, uso de combustibles limpios para el sector residencial y optimización  de la estructura industrial (UNEP, 2019).  Son pocos los casos de las ciudades chinas que han mantenido un crecimiento sostenido de su economía y una disminución de su contaminación ambiental.

La capital china nos presenta ante un caso único. Beijing ha visto en los últimos veinte años un crecimiento  económico de un promedio anual de 6,5%, incrementándose 10,8 veces. Mientras tanto, la ciudad fue la primera en el mundo en lograr en cinco años revertir gran parte de su  polución ambiental. Mediante la implementación de políticas de prevención de la contaminación y de saneamiento, la presencia de partículas contaminantes en el aire se redujo en un 35% a nivel local y un 25% a nivel regional entre 2013 y 2017, sobrepasando el promedio anual de concentraciones de PM 2.5 de 89.5 a 58µg/m3 (UNEP, 2019). 

Esto fue logrado mediante el lanzamiento a nivel ejecutivo nacional de las estrategias de  control de la contaminación, la sanción de la Ley de Calidad del Aire, penalidades por incumplimiento, planes de saneamiento ambiental y las iniciativas a nivel local de la ciudad (Ídem, 2019). La experiencia de Beijing es uno de los casos más aplaudidos por la UNEP como ejemplo de desarrollo económico y contención de la contaminación  ambiental.  

Aunque ha realizado pasos hacia la mejora de la calidad ambiental, Beijing ha tenido en 2020 un nuevo respiro y mejora en la calidad del aire debido a un acontecimiento no programado como la pandemia (MEE, 2019; MEE, 2020). Al igual que el plan de cinco años de medidas de saneamiento y reversión de la contaminación, la pandemia provocada por el COVID-19 significó un alivio reciente a la contaminación de la ciudad y mejores índices de calidad del aire, no obstante, de acuerdo con la OMS dichos índices pueden revertirse una vez que se retome la actividad económica de manera regular. 

La advertencia de la OMS con respecto  a los efectos medioambientales del COVID-19 se basa en que estos son causales y esporádicos, y su posición coincide con los Objetivos de Desarrollo Sustentable que comprenden una interpretación integral de protección medioambiental y a largo plazo. En el caso de Beijing, se ha demostrado que los daños ambientales pueden revertirse mediante políticas poco flexibles. Si bien los índices alcanzados por la ciudad  fueron favorables, durante los primeros meses del 2020 los niveles de contaminación fueron nuevamente reducidos, esta vez en un tiempo récord. 

Dichas razones son las que han llevado a titular a la pandemia como una bendición disfrazada para el medio ambiente, ya que los índices favorables se revertirán una vez que se alteren las medidas de confinamiento.  A pesar de esta situación, el COVID-19 ha reactualizado el tema medioambiental en la agenda internacional. Mediante la baja en la producción y circulación, noticias sobre la caída de la polución en las ciudades fueron frecuentemente repetidas. Esto ha dejado en evidencia la interrelación incuestionable entre crecimiento económico y contaminación.  

El trabajo de organizaciones internacionales como la ONU será indispensable para la guía e implementación de políticas medioambientales sustentables y con efectos a largo plazo. Aunque la pandemia actual redujo los niveles de contaminación, la desactivación económica es un costo demasiado alto. Por lo cual, se estima que la reducción deberá ser llevada a cabo mediante planificaciones sustentables, no obstante el caso de saneamiento ambiental de la ciudad de Beijing es un recordatorio de que sí es posible sostener al crecimiento económico y tener mejores parámetros de calidad ambiental.

FUENTE: Politólogos al Whisky

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández

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hola@fundamentar.com (Rocío Camerlengo Demmler) Internacional Mon, 03 May 2021 16:16:20 -0300
La cumbre del G20 evidencia las tensiones entre las grandes potencias https://fundamentar.com/internacional/item/6103-la-cumbre-del-g20-evidencia-las-tensiones-entre-las-grandes-potencias https://fundamentar.com/internacional/item/6103-la-cumbre-del-g20-evidencia-las-tensiones-entre-las-grandes-potencias Llegada del presidente francés, Emmanuel Macron, a la Argentina.

La reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de las 20 mayores economías del mundo se anticipa como la más tensa de las citas anteriores

El mundo está en manos de unas pocas personas. Son las que se reúnen a partir de mañana viernes en Buenos Aires. El llamado Grupo de los 20, o G20, raramente genera soluciones. Pero abre vías para el diálogo y, en sentido contrario, revela las fracturas más amenazantes para la humanidad. La cumbre que este año preside Argentina se inclina hacia lo segundo. La guerra comercial entre Estados Unidos y China y la incredulidad de Donald Trump respecto al cambio climático resultan tan amenazantes, que los objetivos se limitan a evitar portazos y rupturas. Existe el riesgo de un fracaso. Y un fracaso va más allá de una riña entre dirigentes políticos: a veces implica miseria y muerte para millones de personas.

Los anfitriones procuran rodear la reunión de un ambiente festivo. La de 2018 se celebra en un país, Argentina, que no está para festejos. Desde enero ronda el colapso macroeconómico y padece unos dramáticos niveles de inflación y pobreza. El presidente Mauricio Macri confiaba en que la cumbre del G-20 le procurara un aura de estadista internacional idónea para conseguir la reelección en 2019; ahora se conforma con lograr un acuerdo de mínimos y evitar fiascos como el que, a nivel muy distinto, ha supuesto la fallida final futbolística entre River Plate y Boca Juniors. De momento, ha gastado más de cien millones de dólares para organizar la fiesta y garantizar (en lo posible) la segurida

Los “sherpas”, los técnicos que negocian durante todo el año para alcanzar los preacuerdos sobre los que se habla en la cumbre, han ido rebajando sus expectativas. La reunión que en 2017 se celebró en Hamburgo (Alemania) concluyó con un comunicado conjunto de 14 páginas. Esta vez, no se esperan más de cuatro. El texto podría sobrevolar con frases vacías problemas tan graves como el desacuerdo comercial entre Estados Unidos y China (entre ambos suman el 40% de la economía mundial) o, aún peor, las consecuencias del cambio climático. En ambas cuestiones, el elemento disruptivo es Donald Trump. Aunque la Unión Europea también parece ir asumiendo que el “capitalismo de Estado” chino, con subvenciones directas o encubiertas a su tejido empresarial, vulnera las reglas de juego establecidas en tratados como el GATT (Acuerdo General sobre Tarifas y Aranceles), y que Pekín actúa con demasiada desenvoltura cuando se trata de respetar la propiedad intelectual ajena.

El personaje indeseable de la cumbre es el príncipe Mohamed Bin Salman, hombre fuerte del régimen saudí, máximo responsable de la atroz guerra en Yemen y claramente implicado en el secuestro, tortura y asesinato en Turquía del periodista saudí Jamal Khashoggi. No le afectará de momento la demanda presentada contra él ante los tribunales argentinos, pero nadie sentirá una especial satisfacción en el momento de estrecharle la mano. Quizá mantenga una reunión privada con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan que podría ayudar, tal vez, a reducir la tensión entre ambos países. El peor trago puede pasarlo ante el presidente ruso, Vladimir Putin. El Kremlin ha anunciado que Putin (enemigo de Arabia Saudí porque en la guerra de Siria se alinea con el régimen de Bachar el Assad y con Irán) quiere “preguntarle” a Bin Salman “por qué asesina a periodistas en territorio extranjero”.

Otro invitado con ánimo belicoso es Emmanuel Macron, presidente de Francia. Macron aspira desde el inicio de su mandato a erigirse en líder planetario de la lucha contra el cambio climático. Ya lo demostró en la cumbre celebrada en París hace dos años. Para reforzar su estatura, ¿qué mejor que un vigoroso intercambio dialéctico con Donald Trump? El presidente de Estados Unidos acaba de recibir un informe de su propia administración sobre el calentamiento global, en el que se predice una reducción del 10% en la economía estadounidense. Su comentario: “No me lo creo”.

Para Trump, la cuestión del clima resulta secundaria. Incluso el proceso de contención de los armamentos nucleares, que le enfrenta a Putin, le parece menor en esta cumbre. Lo crucial, para él, es el comercio. Es decir, China. Su atención se concentra en la cena privada que mantendrá el viernes con el presidente chino, Xi Jinping. Ambos se han infligido ya severas sanciones comerciales. En esa cena se resolverá si se agrava el enfrentamiento, que está dañando a la industria china y a la agricultura estadounidense, y frenando el crecimiento de la economía mundial, o empieza a relajarse la tensión.

Trump ya tiene a mano un golpe de efecto: la firma, en Buenos Aires, de la renovación del acuerdo de libre comercio de América del Norte (Nafta) entre Estados Unidos, México y Canadá. La Unión Europea y Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) habían soñado también en firmar durante la cumbre un acuerdo, pero eso no ocurrirá.

FUENTE: El País

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Mariana Vera 

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Internacional Thu, 29 Nov 2018 14:07:50 -0300
¿El futuro está en la carne sintética? https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6092-el-futuro-esta-en-la-carne-sintetica https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6092-el-futuro-esta-en-la-carne-sintetica ¿El futuro está en la carne sintética?

¿Podría ser la carne cultivada o carne in vitro la solución a los problemas de inseguridad alimentaria y el cambio climático? Según los nuevos avances científicos, la carne producida en laboratorios podría volverse una realidad en un futuro lejano pero verosímil.   

¿Qué es la carne cultivada o carne sintética? 

La carne sintética se produce a partir del cultivo de células en un laboratorio. El procedimiento consiste en extraer las células madre del músculo del animal y luego procesarlas en un biorreactor que funciona como un medio de cultivo donde las células proliferan y se diferencian hasta llegar al producto definitivo. Los primeros experimentos para producir carne in vitro fueron realizados por la NASA, en busca de obtener alimentos que pudieran perdurar un largo período de tiempo. Más tarde, a partir de los avances en la ingeniería de tejidos y el aislamiento de células, un científico holandés de la Universidad de Maastricht, Mark Post, comenzó a trabajar en la producción de carne sintética en laboratorios. En el 2013 se cocinó en Londres la primera hamburguesa creada en laboratorios, la cual fue llamada Frankenburger (en alusión a Frankenstein, el personaje de ficción de Mary Shelly). Algunas start-ups globales, como Hampton Creek, Memphis Meats, Mission Barns y Beyond Meat están trabajando en alternativas a la carne tradicional que incluyen instrumentos de alto contenido tecnológico. Esto abre un gran debate en países con larga tradición ganadera como la Argentina.

Fuente: Mission Barns (2018)

¿La solución a varios problemas globales?

Según estimaciones de la FAO, en el año 2050 serán más de 9.000 millones de personas las que habiten el planeta. Y la demanda mundial de carne está aumentando a medida que aumentan los niveles de ingresos en los países en desarrollo. Sin embargo, cerca de 43 millones de personas padecieron episodios de inseguridad alimentaria durante el año 2016 en América Latina. El aumento de la demanda global de alimentos implica un gran desafío para las elites políticas, sobre todo por la creciente escasez de recursos que se ve potenciada por el impacto del cambio climático y la falta de un verdadero compromiso internacional para detener la contaminación y los gases de efecto invernadero. La carne cultivada, que sólo lleva tres meses de producción, podría ser una solución a ambos problemas: el de la seguridad alimentaria y el de la contaminación ambiental. La producción de carne in vitro reduciría el porcentaje de tierra utilizada para la producción ganadera, evitaría la emisión de gases de efecto invernadero que son causados por este tipo de producción, minimizaría drásticamente la cantidad de agua utilizada y evitaría la deforestación de grandes terrenos para la ganadería.

Por otro lado, organizaciones defensoras de los derechos de los animales, como PETA, han ofrecido grandes premios a aquellas empresas que se dediquen a la producción de carne en laboratorios. Consideran que la producción de carne sintética reducirá la explotación y el sufrimiento que los animales padecen por ser parte de la industria ganadera, en contraposición a la pequeña biopsia que se realiza para obtener las células madres. A su vez, según investigaciones de los doctores médicos veterinarios Andrés Cartín-Rojas y Priscila Ortizen (2016) la carne cultivada podría traer beneficios en materia nutricional. En este aspecto, la alimentación a base de carne in vitro permitiría ejercer un mayor control sobre los porcentajes de composición de ácidos grasos, el contenido de grasa saturada, la proteína y los micronutrientes esenciales como el hierro y reducir las enfermedades relacionadas a la producción tradicional. Además podría adaptarse a las preferencias de los consumidores y facilitar el acceso a la información acerca de qué es lo que se está comiendo.

¿Es la carne sintética verdaderamente carne?

Sin embargo, la producción de “carne de laboratorio” no está exenta de controversias. El especialista internacional en carne bovina del Foro Mercosur de la Carne e integrante del IPCVA (Instituto de la Promoción de Carne Vacuna Argentina), Juan José Grigera Naón, sostiene que en realidad la carne cultivada no es “carne” en sí misma, que fue denominada así para atraer al consumidor y que en realidad debería llamarse músculo artificial o proteínas artificiales. Si bien el ADN de la carne quedaría intacto y cuestiones como el sabor o el color serían alcanzados a través de agregados naturales, Grigera Naón asegura que para la producción de la carne cultivada se necesitará agregar gran cantidad de nutrientes (carbohidratos, aminoácidos lípidos, vitaminas), promotores de crecimiento (TGFB, FGF, IGF) y hormonas (insulina y hormonas de crecimiento).

En segundo lugar, la producción de carne cultivada aún no logra garantizar el color, sabor y valor nutricional que se obtiene de la carne mediante procesos tradicionales. En este sentido, este método de producción podría generar un fuerte rechazo social, sobre todo en un país como la República Argentina, reconocida por su mercado de exportación ganadera y su gran consumo de carne convencional.

En tercer lugar, si bien la producción de carne en laboratorios ha ido reduciendo sus costos en los últimos años, aún no ha conseguido establecer un sistema de producción a gran escala, ya que para su realización es necesario contar con un capital de alto contenido tecnológico y de un personal altamente cualificado, haciendo el desarrollo de este tipo de producción altamente costoso y difícil de llevar a cabo en países en desarrollo. Pero según los análisis de Candace C.Croney, investigadora de la Universidad de Purdue (Indiana, Estados Unidos), en el caso de alcanzar una producción para el consumo masivo, no sólo se modificarían los patrones de consumo de las poblaciones sino que podría ocasionarse un impacto en la vida de aquellos que están directa o indirectamente involucrados en la agricultura animal. 

Pocas certezas y muchos interrogantes

La carne cultivada se presenta como una posible solución no sólo para los problemas de sustentabilidad, sino que también parece ser una gran aliada para reducir los problemas vinculados a la contaminación ambiental y a la preservación de los ecosistemas. La producción de este tipo de carne vinculada a la Industria 4.0 podría abrir una puerta a los productores latinoamericanos incorporando recursos de alta tecnología a su proceso productivo. Sin embargo, el debate jurídico sobre cómo denominar a este tipo de productos y sobre cómo regularlos (a nivel nacional e internacional) todavía no está saldado. Tampoco están claros cuáles serán sus impactos en la salud y qué tipo de información realmente se brindará al consumidor en los distintos países del mundo. Es por ello que cabría la posibilidad de preguntarse: ¿Qué impacto tendrá sobre las costumbres de consumo de la población? ¿Favorecerá o perjudicará a los productores agrícolas? ¿Tendrán los países en desarrollo la posibilidad de acceder a este tipo de producción?

En definitiva, la principal pregunta que subayace a este debate y que todavía queda por responder sería: ¿esta producción mejora nuestra relación con el medioambiente y los animales o la producción en laboratorios nos aleja aún más de lo “natural”?

(*) Colaboradora Fundamentar.com 

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hola@fundamentar.com (Mariana Vera (*)) Opinión Wed, 14 Nov 2018 12:48:59 -0300
Trump se inclina por retirar a EE UU del acuerdo mundial contra el cambio climático https://fundamentar.com/internacional/item/5834-trump-se-inclina-por-retirar-a-ee-uu-del-acuerdo-mundial-contra-el-cambio-climatico https://fundamentar.com/internacional/item/5834-trump-se-inclina-por-retirar-a-ee-uu-del-acuerdo-mundial-contra-el-cambio-climatico Trump se inclina a retirar a EEUU de los Acuerdo de París sobre Cambio Climático

La medida, apuntada por medios estadounidenses y no confirmada por la Casa Blanca, supondría un paso de gigante del aislacionismo y el triunfo del ala más radical.

La balanza empieza a inclinarse. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está decidido, según fuentes oficiales, a retirar a su país del Acuerdo de París sobre Cambio Climático. La medida, que no ha sido confirmada por la Casa Blanca y aún puede ser modificada, implicaría mucho más que la ruptura de un pacto o la disolución del legado de Barack Obama; la salida representaría el mayor triunfo obtenido hasta ahora del ala más radical de la Casa Blanca. Un avance del aislacionismo a ultranza.

La decisión final ha quedado en manos de Trump. Sus altos cargos, según medios estadounidenses, señalan que la retirada ya está prácticamente lista, pero la imprevisibilidad del presidente y su innata capacidad para los giros inesperados dejan abierta la puerta a una sorpresa de última hora. El propio mandatario pareció jugar al suspense cuando hoy en un tuit indicó que su conclusión se conocería “en los próximos días”.

Esta contrarreloj aviva la batalla interna que sacude la Casa Blanca. Los sectores más radicales, encabezados por el estratega jefe, Stephen Bannon, y el director de la Agencia de Protección Ambiental, Scott Pruitt, han apostado desde el inicio por la ruptura. A ellos se oponen los secretarios de Estado y Comercio, así como la hija predilecta del presidente, Ivanka, y su marido, el influyente consejero Jared Kushner. Aunque cuentan con el apoyo de las potencias europeas y la comunidad científica, nunca han logrado convencer del todo al presidente.

El rechazo ha sido siempre la opción de Trump. Durante años, se ha mostrado renuente a aceptar el acuerdo del cambio climático. No sólo ha cuestionado que el aumento de las temperaturas se deba al hombre, sino que considera que se trata de un pacto contrario a los intereses estadounidenses y que da ventaja competitiva a China e India. Por ello, si finalmente opta por abandonarlo, como apuntan los medios estadounidenses, la señal que enviaría es inequívoca. Estados Unidos habría consumado su giro aislacionista y dejaría en el aire el destino de otros acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Un texto que ahora mismo está siendo negociado con México y Canadá bajo la espada de Damocles de su denuncia por la Administración Trump.

El impacto de una eventual retirada tardará meses o años en establecerse. El Acuerdo de París es básicamente consensual. No contiene sanciones ni medidas coercitivas. Es una expresión de voluntad de 195 naciones. Su objetivo es evitar que a finales de siglo la temperatura mundial supere en dos grados el nivel preindustrial (ahora mismo ya ha aumentado 1,1º). Para lograrlo propone limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Obama firmó el pacto en 2016 y ofreció recortar las emisiones entre un 26% y 28% para 2025 respecto a los niveles de 2005. Con este fin, desplegó una ingente batería de medidas legales que Trump se ha apresurado a bloquear, dando vía libre a la industria del carbón y retirando restricciones a sectores altamente contaminantes.

La meta de Trump es beneficiar a esos sectores deprimidos del antiguo cinturón industrial que le dieron el voto. Para la narrativa presidencial, su presunta mejora responde al “interés nacional” y queda por encima de sus devastadores efectos ecológicos y sociales, e incluso de los planes estratégicos de grandes energéticas, como Exxon, que en los últimos años han realizado enormes inversiones para alcanzar registros más limpios.

Pero la eventual ruptura va mucho más allá de los límites de Estados Unidos. La decisión enviaría un mensaje devastador al mundo. Al igual que ocurriera en 2001, cuando George W. Bush abandonó el Protocolo de Kioto, la medida animaría a otros países a seguir sus pasos. Paralelamente, Washington estaría abandonando a sus socios más firmes, los europeos, y dejando su lugar a China, el mayor emisor mundial. De un golpe, una iniciativa lograda tras décadas de esfuerzo perdería el sostén de la economía más potente del planeta. Y la ciencia vería cómo, ante uno de los desafíos más inquietantes de la humanidad, su principal instrumento de actuación se diluye por las tribulaciones aislacionistas de un antiguo tiburón inmobiliario. El planeta contiene la respiración.

 

 

FUENTE: ElPaís

RELEVAMIENTO Y EDICION: Agustín Aloni

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Internacional Thu, 01 Jun 2017 11:48:46 -0300
Arranca Minicumbre del Clima en Berlín, con Presencia Argentina y Enviados de Trump https://fundamentar.com/internacional/item/5808-arranca-minicumbre-del-clima-en-berlin-con-presencia-argentina-y-enviados-de-trump https://fundamentar.com/internacional/item/5808-arranca-minicumbre-del-clima-en-berlin-con-presencia-argentina-y-enviados-de-trump Arranca Minicumbre del Clima en Berlín, con Presencia Argentina y Enviados de Trump

El Diálogo del Clima de Petersberg, una suerte de minicumbre sobre el cambio climático que se llevará a cabo este lunes y martes en Berlín, se presenta como la gran oportunidad para pasar en limpio lo que quedó del acuerdo parisino firmado en diciembre y trazar una hoja de ruta de aquí a fin de año.

Representantes de 35 países, entre ellos la Argentina con una comitiva liderada por el ministro de Ambiente, Sergio Bergman, llegarán a la capital alemana para participar de la octava edición del evento, en el que se tratará de acordar qué medidas son necesarias para poner en marcha -o acelerar en otros casos- los compromisos de la COP 23 de París. La cita es también un modo de ir revelando posiciones, de ir semblanteando los temas centrales de la COP 24 que se celebrará en Bonn.

El objetivo final está claro: consolidar las medidas para mitigar y atenuar los impactos del calentamiento global, y limitar el aumento de la temperatura por debajo al menos de los 2° tomando como parámetro los niveles preindustriales.

Se espera como de costumbre la presencia de la canciller Angela Merkel y, como es habitual también, el anfitrión preside el evento junto al país que tendrá a cargo la presidencia en la próxima Conferencia de las Partes (COP), en este caso Fiji.

Finalmente, Estados Unidos dirá presente con una delegación, en lo que constituye un dato llamativo si se tienen en cuenta las decisiones que tomó el presidente Donald Trump desde que asumió en la Casa Blanca: recortes en la Agencia de Protección Ambiental y desmantelamiento de programas de sustentabilidad iniciados por Barack Obama, junto al halo de suspenso puesto alrededor de la esperada baja de las emisiones contaminantes de la potencia norteamericana.

Las especulaciones son diversas: falta de un rumbo fijo, quizás un acting diplomático para no recalentar otro foco de conflicto global, o por qué no un gesto para llegar con viento de cola a la reunión que el republicano mantendrá dentro de días con el papa Francisco, quien con su encíclica Laudato Si tomó como bandera la lucha contra el cambio climático.

Lo cierto es que es un ingrediente extra al Diálogo del Clima de Petersberg, que toma su nombre de la pequeña ciudad donde se celebró por primera vez, y que pese a su carácter informal atesora ya momentos importantes en la ruta del cambio climático.

Fue en esta sede donde Merkel anunció que su país aportaría 750 millones de euros para el Fondo Verde, destinado a países en vías de desarrollo. También en esta cita se produjo el vital y sostenido reclamo de Alemania y Francia sobre la necesidad de llegar a un acuerdo en París, que finalmente rindió sus frutos con la esperada firma del acuerdo en el encuentro del año pasado. La expectativa, una vez más, se renueva y en Berlín todos esperan que comience a escribirse otra página trascendente en la lucha contra el cambio climático.

FUENTE: Ámbito

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Abbondanzieri

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hola@fundamentar.com (Camila Abbondanzieri) Internacional Mon, 22 May 2017 11:27:06 -0300