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Fundamentar - Economía https://fundamentar.com Wed, 01 May 2024 20:30:27 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es La frágil hegemonía del dólar | Kenneth Rogoff https://fundamentar.com/economia/item/6454-la-fragil-hegemonia-del-dolar-kenneth-rogoff https://fundamentar.com/economia/item/6454-la-fragil-hegemonia-del-dolar-kenneth-rogoff La frágil hegemonía del dólar | Kenneth Rogoff

El poderoso dólar estadounidense sigue siendo el rey de los mercados internacionales. Pero su dominio tal vez sea más frágil de lo que parece, ya que futuras modificaciones al régimen cambiario de China pueden iniciar una transformación significativa del orden monetario internacional.

Por diversas razones, es de prever que algún día las autoridades chinas abandonarán su política actual de mantener el valor del yuan atado a una cesta de monedas y adoptarán en cambio un régimen moderno de metas de inflación, en el que se permita una flotación mucho más libre (en particular respecto del dólar). Cuando eso suceda, la mayor parte de Asia seguirá a China. Y con el tiempo, la importancia internacional del dólar (que hoy actúa como ancla monetaria para alrededor de dos tercios del PIB mundial) podría quedar reducida a la mitad.

Estados Unidos depende en gran medida del lugar especial del dólar (o lo que el entonces ministro de finanzas francés Valéry Giscard d’Estaing denominó «privilegio exorbitante» de Estados Unidos) para financiar una emisión masiva de deuda pública y privada, de modo que el impacto de ese cambio puede ser importante. Y ahora que Estados Unidos dio rienda suelta al déficit para financiar el combate a los estragos económicos de la COVID‑19, la sostenibilidad de su deuda podría quedar en duda.

El argumento tradicional para la flexibilización del yuan es que China es demasiado grande para permitir que su economía baile al compás de la Reserva Federal de los Estados Unidos (más allá de que obtiene cierto grado de aislamiento con el control de capitales). El PIB de China (a precios internacionales) superó al de Estados Unidos en 2014, y la economía china todavía crece más rápido que Estados Unidos y Europa; por eso la idea de flexibilizar el tipo de cambio resulta cada vez más atractiva.

Un argumento más actual es que el papel central del dólar da al gobierno de los Estados Unidos demasiado acceso a datos sobre transacciones internacionales (lo cual también inquieta a Europa). En principio, las transacciones en dólares se podrían liquidar en cualquier lugar del mundo, pero los bancos y cámaras compensadoras estadounidenses tienen una ventaja natural significativa, porque cuentan con el respaldo implícito (o explícito) de la Fed, que puede emitir moneda en forma ilimitada durante una crisis. En comparación, cualquier cámara de compensación fuera de los Estados Unidos está más expuesta a eventuales crisis de confianza, un problema que afectó incluso a la eurozona.

Además, las políticas que inició el expresidente estadounidense Donald Trump para limitar el dominio comercial de China no se terminarán pronto. Es uno de los pocos temas en los que demócratas y republicanos coinciden en líneas generales; y es indudable que la desglobalización del comercio debilita al dólar.

Abandonar la fijación del yuan supone para las autoridades chinas numerosas dificultades, pero como es habitual en ellas, llevan tiempo preparando el terreno en una variedad de frentes. China flexibilizó el acceso de inversores institucionales extranjeros a bonos denominados en yuanes; y en 2016 el Fondo Monetario Internacional añadió el yuan a la cesta de monedas en las que se basa el valor de los derechos especiales de giro (el activo global de reserva del FMI).

Además, el Banco Popular de China está muy adelantado respecto de otros grandes bancos centrales en el desarrollo de una moneda digital. Por ahora es sólo de uso interno, pero en algún momento servirá para facilitar el uso internacional del yuan, sobre todo en países que están gravitando hacia un futuro bloque monetario chino. Esto dará al gobierno chino acceso a datos de las transacciones digitales de los usuarios (como es el caso con el sistema actual respecto de Estados Unidos).

¿Seguirán otros países asiáticos a China? Estados Unidos hará todo lo posible por mantener a otras economías en órbita alrededor del dólar, pero no le resultará fácil. Así como a fines del siglo XIX Estados Unidos eclipsó a Gran Bretaña como principal socio comercial del mundo, hace mucho que China superó a Estados Unidos en ese aspecto.

Japón y la India tal vez se mantengan aparte, pero es probable que en caso de flexibilizarse el yuan le den al menos un peso similar al del dólar en las reservas de divisa extranjera.

El vínculo actual de Asia con el dólar se parece mucho a la situación de Europa en los sesenta y principios de los setenta. Pero ese período terminó con alta inflación y el derrumbe del sistema de fijación cambiaria de la posguerra (Bretton Woods). Entonces la mayor parte de Europa comprendió que el comercio intraeuropeo era más importante que el comercio con Estados Unidos, se formó un bloque basado en el marco alemán, y décadas después este se transformó en la moneda única, el euro.

No quiere decir esto que el yuan chino vaya a ser la moneda mundial de un día para el otro. La transición de una moneda dominante a otra puede llevar mucho tiempo. Por ejemplo, durante el período de entreguerras (1919‑39), la nueva moneda internacional (el dólar) tuvo más o menos la misma importancia en las reservas de los bancos centrales que la libra británica, que había sido la moneda global dominante por más de un siglo después de las Guerras Napoleónicas de principios del siglo XIX.

¿Qué tiene de cuestionable el hecho de que tres monedas mundiales (el euro, el yuan y el dólar) compartan el centro del escenario? Nada, excepto que ni los mercados ni los gobiernos parecen mínimamente preparados para la transición. Es casi seguro que el tipo de interés de la deuda pública estadounidense subirá, aunque el mayor efecto lo sentirán los deudores corporativos, en particular pequeñas y medianas empresas.

Los funcionarios estadounidenses y muchos economistas al parecer siguen convencidos de que el apetito mundial de deuda denominada en dólares es prácticamente insaciable. Pero la posición internacional del dólar puede recibir un duro golpe si China moderniza sus esquemas cambiarios.

(*) Kenneth Rogoff, Professor of Economics and Public Policy at Harvard University and recipient of the 2011 Deutsche Bank Prize in Financial Economics, was the chief economist of the International Monetary Fund from 2001 to 2003. He is co-author of This Time is Different: Eight Centuries of Financial Folly and author of The Curse of Cash.

FUENTE: Project Syndicate

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hola@fundamentar.com (KENNETH ROGOFF (*)) Economía Fri, 09 Apr 2021 18:41:11 -0300
El FMI debe tomar la idea de Libra https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6318-el-fmi-debe-tomar-la-idea-de-libra https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6318-el-fmi-debe-tomar-la-idea-de-libra El FMI debe tomar la idea de Libra

La Libra Association se está fracturando. Visa, Mastercard, PayPal, Stripe, eBay y Mercado Pago abandonaron la alianza corporativa liderada por Facebook que sostiene a Libra, la criptomoneda con respaldo de activos con la que se pretendió revolucionar el dinero internacional. Es probable que más corporaciones las imiten conforme aumenten sobre ellas las presiones de gobiernos preocupados y decididos a parar en seco a Libra.

Eso es bueno. Permitir a Facebook usar Libra para privatizar el sistema internacional de pagos hubiera sido un perjuicio para la humanidad. Pero las autoridades que ahora están poniendo freno a Libra deberían pensar en el futuro y hacer con ella algo innovador, útil y visionario: entregar Libra, o el concepto en que se basa, al Fondo Monetario Internacional, para que lo aplique a la reducción de los desequilibrios comerciales y financieros globales. De hecho, una criptomoneda a la manera de Libra puede ayudar al FMI a cumplir su propósito original.

Cuando el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, anunció con bombos y platillos el lanzamiento de Libra, la idea pareció interesante e inocua. Cualquiera que tuviera un teléfono móvil podría comprar unidades de Libra con moneda local y métodos habituales como tarjetas de débito y banca electrónica. Luego esas unidades se podrían transferir a otros usuarios de Libra para comprar bienes y servicios o saldar deudas. Para garantizar la plena transparencia, todas las transacciones se basarían en tecnología blockchain. Pero en marcada diferencia con Bitcoin, las unidades de Libra estarían totalmente respaldadas por activos seguros.

Para vincular Libra a activos tangibles, la asociación que la respalda prometió usar sus ingresos, junto con el capital semilla contribuido por sus empresas integrantes (al menos 10 millones de dólares cada una), para comprar activos financieros de alta liquidez y calificación crediticia (por ejemplo bonos del Tesoro de los Estados Unidos). En vista de la preponderancia de Facebook, no era difícil imaginar que llegaría un momento en el que la mitad de la población adulta del planeta (representada por 2400 millones de usuarios activos de Facebook al mes) de pronto tendría una nueva moneda para hacer transacciones entre usuarios sin pasar por el resto del sistema financiero.

La reacción inicial negativa de las autoridades fue torpe. Al resaltar los posibles usos delictivos de Libra, sólo consiguieron confirmar la sospecha libertaria de que enfrentados a la amenaza de perder el control del dinero, reguladores, políticos y bancos centrales prefieren asfixiar cualquier innovación monetaria liberadora. Es una lástima, porque el principal instrumento facilitador de la actividad ilícita es el dinero en efectivo a la vieja usanza, y sobre todo, porque Libra plantearía una amenaza a la totalidad del sistema político‑económico incluso si nunca se la usara para financiar el terrorismo o la delincuencia.

Comencemos con los perjuicios de Libra para las personas. Hay que recordar el enorme esfuerzo invertido por la mayoría de los países en minimizar la volatilidad del poder adquisitivo de las monedas locales. Gracias a ese esfuerzo, hoy con cien euros o cien dólares se puede comprar más o menos lo mismo que el mes que viene. Pero de cien euros o cien dólares convertidos a Libra no puede decirse lo mismo.

En la medida en que Libra estaría respaldada por activos denominados en diversas monedas, el poder adquisitivo de una unidad de Libra en cualquier país fluctuaría mucho más que la moneda local. De hecho, Libra se parecería a la unidad interna de cuenta del FMI, llamada “derechos especiales de giro” (DEG), que refleja un promedio ponderado de las principales monedas del mundo.

Para ver lo que esto implica, piénsese que en 2015, el tipo de cambio entre el dólar y los DEG fluctuó hasta un 20%. Si en aquel momento un consumidor estadounidense hubiera convertido cien dólares a Libra, estaría sometido a la agonía de ver el poder adquisitivo local de las unidades subir y bajar como un yoyó. En cuanto a los habitantes de países en desarrollo, cuyas monedas son propensas a desvalorizarse, la facilidad para cambiar divisas provista por Libra aceleraría la depreciación, estimularía la inflación local y aumentaría la probabilidad y la intensidad de las fugas de capitales.

Desde la crisis financiera de 2008, las autoridades han luchado para manejar la inflación, el empleo y la inversión con instrumentos fiscales y monetarios que, antes de la crisis, parecían funcionar razonablemente bien. Libra disminuiría todavía más la capacidad de los estados para suavizar el ciclo económico. La eficacia de la política fiscal se vería afectada por la contracción de la base impositiva a la par del traslado de los pagos a un sistema global dentro de Facebook. Y el golpe para la política monetaria sería todavía mayor.

Para bien o mal, los bancos centrales manejan la cantidad y el flujo de dinero modificando las tenencias de activos financieros de los bancos privados. Cuando quieren estimular la actividad económica, les compran préstamos comerciales, hipotecas, depósitos y otros activos, con lo que los bancos tienen más efectivo para prestar. Y al revés cuando se trata de enfriar la economía. Pero cuanto más éxito tuviera Libra, más dinero transferiría la gente de sus cuentas bancarias a la billetera de Libra y menos capacidad tendrían los bancos centrales para estabilizar la economía. Es decir, la creciente fuga de fondos a Libra profundizaría la volatilidad y la gravedad de las crisis que afectan a personas y estados.

La única beneficiada sería la Libra Association, que obtendría enormes ingresos por los intereses de los activos internacionales que acumularía con la enorme cuota del ahorro mundial absorbida por su plataforma de pago. Y pronto caería en la tentación de extender crédito a personas y corporaciones, con lo que el sistema de pagos subiría un nivel y se convertiría en un monstruoso banco mundial que ningún gobierno podría jamás rescatar, regular o liquidar.

Por eso es bueno que Libra se esté viniendo abajo, junto con el sueño de Zuckerberg de tener un monopolio privado de los pagos mundiales. Pero no hay que arrojar al bebé (la tecnología) con el agua sucia (el monopolio). La solución está en hacer que el FMI implemente la idea en nombre de sus estados miembros, para reinventar el sistema monetario internacional a tono con la propuesta que hizo John Maynard Keynes en la Conferencia de Bretton Woods (1944) para la creación de una “cámara compensadora internacional”, que fue rechazada.

Para crear este nuevo Bretton Woods, el FMI emitiría una unidad basada en blockchain similar a Libra (llamémosla “kosmos”) cuyo tipo de cambio respecto de las monedas locales flotaría libremente. La gente seguirá usando las monedas locales, pero todas las transacciones comerciales y financieras transfronterizas se denominarán en kosmos y pasarán por la cuenta del banco central de cada país en el FMI. Se gravarán el déficit y el superávit comercial, y en caso de aumento súbito de la salida de capitales desde cualquier país, las instituciones financieras privadas deberán pagar un arancel proporcional. Estas multas se acumularán en una cuenta del FMI denominada en kosmos que operará a la manera de un fondo de inversión soberano mundial. De pronto, todas las transacciones internacionales se volverán plenamente transparentes y libres de fricciones, mientras que las multas, pequeñas pero significativas, pondrán coto a los desequilibrios comerciales y financieros y servirán para financiar inversiones ecológicas y una redistribución correctiva de la riqueza entre el Norte y el Sur.

Ideas brillantes que serían catastróficas en manos de aventureros privatistas deben ponerse al servicio del interés público. De ese modo, podemos aprovecharnos de su ingenio sin caer presa de sus designios.

FUENTE: Project Syndicate

(*) Ex ministro de finanzas de Grecia; líder del partido MeRA25 y profesor de economía en la Universidad de Atenas

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hola@fundamentar.com (Yanis Varoufakis (*)) Opinión Fri, 06 Dec 2019 13:52:50 -0300
Las Divisas Latinoamericanas Sufren por la Volatilidad China y por la Reserva Federal https://fundamentar.com/internacional/item/4996-las-divisas-latinoamericanas-sufren-por-la-volatilidad-china-y-por-la-reserva-federal https://fundamentar.com/internacional/item/4996-las-divisas-latinoamericanas-sufren-por-la-volatilidad-china-y-por-la-reserva-federal Las Divisas Latinoamericanas Sufren por la Volatilidad China y por la Reserva Federal

El real brasileño y el peso colombiano, en mínimos de más de una década. Las dudas sobre China hunden las cotizaciones de las divisas emergentes.

Las monedas de las principales economías emergentes han profundizado en los últimos días su particular devaluación frente al dólar y las divisas latinoamericanas no son una excepción. La volatilidad de las Bolsas chinas, que ayer recuperaron parte del terreno perdido el lunes, ha abierto una nueva vía de agua en su cotización, ya mermada por la expectativa de subida de tipos en EE UU y el abaratamiento de las materias primas. En el último año, el real brasileño cede un 33% frente a la moneda de referencia mundial, el peso mexicano cae un 19%, el peso argentino se deja un 10% y el peso colombiano cede un 35%.

Las monedas de las principales economías emergentes han profundizado en los últimos días su particular devaluación frente al dólar

El segundo traspié serio de los parqués chinos en menos de dos meses y la proximidad, cada vez mayor, de la subida de tipos de la Reserva Federal estadounidense, se cobran una víctima a miles de kilómetros de distancia: las divisas latinoamericanas. En una pauta común a todas las economías emergentes, las monedas de las cinco economías líderes de la región —Brasil, México, Argentina y Colombia—, han ahondado esta semana en mínimos de las últimas décadas. Y el sol peruano y el peso chileno, dos países igualmente significativos por su exposición a los vaivenes de las materias primas y, muy especialmente, a las industrias extractivas, acumulan sendas caídas anuales del 13% y del 15%.

Aunque la debilidad de la divisa de un país no es una noticia necesariamente mala para su sector productivo —actúa como catalizador de las exportaciones, al hacerlas más competitivas—, también pone en peligro la entrada de capitales, vital para el sostenimiento de la mayoría de economías latinoamericanas, encarece las deudas contraídas en moneda extranjera y, en definitiva, puede entrañar un importante riesgo para su crecimiento a medio y largo plazo.

“Varios factores explican el descenso: el abaratamiento de las materias primas; el desplome en las entradas de capitales y el fuerte encarecimiento del dólar”

Adam Slater, analista de Oxford Economics, achaca la caída más reciente de las divisas a la inestabilidad de las Bolsas del gigante asiático —que en la sesión de ayer recuperaron parte del terreno perdido tras subir cerca de un 4% gracias al continuo bombeo de liquidez y el mantenimiento del plan de compras impulsado por las autoridades chinas, informa Xavier Fontdeglòria—, pero incide en la importancia de otras causas de fondo que ya venían cotizando los mercados. “Hay varios factores entrelazados explican el descenso: el abaratamiento de las materias primas que produce la región, entre ellas el petróleo, el hierro y el cobre; el desplome en las entradas de capitales y el fuerte encarecimiento del dólar”, explica por correo electrónico.

Stephen Jen, antiguo economista del FMI experto en divisas, pone el acento sobre una más que probable normalización de los tipos de interés en EE UU a partir de septiembre, que marcaría la pauta para otros bancos centrales. “En la última década, Latinoamérica, como el resto del mundo, se ha endeudado en dólares pensando que iba a seguir cayendo. Por eso una subida de tipos sería tan peligrosa para la zona”, subraya.

Por divisas, tanto Slater como Jen sitúan en el ojo del huracán al peso mexicano y, sobre todo, al real brasileño, las dos mayores monedas de América Latina. Las causas de este creciente temor de los analistas: sus respectivos déficits por cuenta corriente, del 3,2% y del 4,4%. “De elegir, creo que Brasil puede ser el gran problema”, concluye Jen.

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Esteban Agustín Covelli

FUENTE: ElPais

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hola@fundamentar.com (Esteban Covelli) Internacional Thu, 30 Jul 2015 10:40:24 -0300
¿Se Puede Salvar al Euro? https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1297-se-puede-salvar-al-euro https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/1297-se-puede-salvar-al-euro

Euro_sinkingLa crisis de la moneda europea se profundiza y las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales son inaceptables. Si no se implementan las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro, quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa.

 

La crisis de la moneda europea se profundiza y las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales son inaceptables. Si no se implementan las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro, quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa. Este artículo escrito en el 2010 muestra aún su vigencia y demuestra la falta de decisiones de fondo de la dirigencia europea

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Euro_sinkingLa crisis financiera griega puso en riesgo la supervivencia misma del euro. En el momento de la creación del euro, a muchos los preocupaba su viabilidad a largo plazo. Cuando todo salió bien, esas preocupaciones pasaron al olvido. Pero el interrogante sobre cómo se aplicarían los ajustes si parte de la eurozona resultara afectada por un fuerte shock adverso perduró. Corregir el tipo de cambio y delegar la política monetaria al Banco Central Europeo eliminó dos recursos primordiales a través de los cuales los gobiernos nacionales estimulan sus economías para evitar la recesión. ¿Qué podía reemplazarlos?

El premio Nobel Robert Mundell estableció las condiciones según las cuales una moneda única podía funcionar. Europa no cumplió con esas condiciones en su momento; y sigue sin hacerlo. La eliminación de barreras legales para el movimiento de trabajadores creó un mercado laboral único, pero las diferencias lingüísticas y culturales hacen que la movilidad laboral al estilo norteamericano resulte inalcanzable.

Es más, Europa no tiene manera de ayudar a aquellos países que enfrentan problemas serios. Consideremos el caso de España, que tiene una tasa de desempleo del 20% -y más del 40% entre la gente joven-. El país tenía un excedente fiscal antes de la crisis; después de la crisis, su déficit aumentó a más del 11% del PBI. Pero, según las reglas de la Unión Europea, España ahora debe recortar su gasto, lo cual, probablemente, exacerbe el desempleo. Conforme su economía se ralentiza, la mejora de su posición fiscal puede ser mínima.

Algunos esperaban que la tragedia griega convenciera a los estrategas políticos de que el euro no puede andar bien sin una mayor cooperación (asistencia fiscal incluida). Pero Alemania (y su Corte Constitucional), en parte a raíz de la opinión popular, se ha opuesto a darle a Grecia la ayuda que necesita.

Para muchos, tanto dentro como fuera de Grecia, era una situación peculiar: se habían invertido miles de millones en salvar a los grandes bancos, pero evidentemente salvar a un país de once millones de personas era un tabú. Ni siquiera resultaba claro que la ayuda que Grecia necesitaba debiera ser catalogada como un rescate: si bien resultaba poco probable que los fondos otorgados a instituciones financieras como AIG fueran recuperados, un préstamo a Grecia a una tasa de interés razonable probablemente sería saldado.

Una serie de ofertas a medias y de vagas promesas, destinadas a calmar al mercado, resultaron un fracaso. De la misma manera que Estados Unidos había improvisado a toda prisa una asistencia para México 15 años antes combinando ayuda del Fondo Monetario Internacional y el G-7, la UE diseñó un programa de asistencia junto con el FMI. El interrogante era: ¿qué condiciones se le impondrían a Grecia? ¿Cuán grande sería el impacto adverso?

Para los países más pequeños de la UE, la lección es clara: si no reducen sus déficits presupuestarios, existe un riesgo elevado de un ataque especulativo, con pocas esperanzas de una ayuda adecuada por parte de sus vecinos, al menos no sin limitaciones presupuestarias pro-cíclicas que resultarán dolorosas y contraproducentes. A medida que los países europeos adopten estas medidas, sus economías probablemente se debiliten –con consecuencias desdichadas para la recuperación global.

Puede resultar útil analizar los problemas del euro desde una perspectiva global. Estados Unidos se ha quejado de los superávits (comerciales) de cuenta corriente de China; pero, como porcentaje del PBI, el superávit de Alemania es aún mayor. Supongamos que el euro se creó para que el comercio en la eurozona en su totalidad fuera, en términos generales, equilibrado. En ese caso, el superávit de Alemania implica que el resto de Europa está en déficit. Y el hecho de que estos países importen más de lo que exportan contribuye a sus economías débiles.

Estados Unidos se ha quejado de la negativa por parte de China de permitir que se aprecie su tipo de cambio en relación al dólar. Pero el sistema del euro implica que el tipo de cambio de Alemania no puede aumentar en relación a los otros miembros de la eurozona. Si el tipo de cambio aumentara, a Alemania le costaría más exportar, y su modelo económico actual, basado en exportaciones fuertes, enfrentaría un desafío. Al mismo tiempo el resto de Europa exportaría más, el PBI aumentaría y el desempleo se reduciría.

Alemania (al igual que China) ve sus ahorros elevados y sus proezas exportadoras como virtudes, no vicios. Pero John Maynard Keynes decía que los superávits conducen a una débil demanda agregada global –los países que tienen superávits ejercen una "externalidad negativa" en sus socios comerciales-. De hecho, Keynes creía que eran los países con superávits, mucho más que los países con déficits, los que planteaban una amenaza a la prosperidad global; incluso llegó a recomendar un impuesto a los países con superávits.

Las consecuencias sociales y económicas de los acuerdos actuales deberían ser inaceptables. No debería obligarse a los países cuyos déficits han aumentado como resultado de la recesión global a caer en una espiral mortal –como sucedió con Argentina hace una década

Una solución que se propone es que esos países pergeñen el equivalente de una devaluación –una disminución uniforme de los salarios-. En mi opinión, esto es inalcanzable, y sus consecuencias distributivas son inaceptables. Las tensiones sociales serían enormes. Es una fantasía.

Existe una segunda solución: la salida de Alemania de la eurozona o la división de la eurozona en dos subregiones. El euro fue un experimento interesante, pero, como el casi olvidado mecanismo de tipo de cambio (MTC) que lo antecedió y se desintegró cuando los especuladores atacaron la libra británica en 1992, carece del respaldo institucional necesario para que funcione.

Existe una tercera solución –y tal vez Europa llegue a darse cuenta de eso- que es la más promisoria de todas: implementar las reformas institucionales, incluyendo el marco fiscal necesario, que deberían haberse implementado cuando se creó el euro.

No es demasiado tarde para que Europa implemente estas reformas y, así, estar a la altura de los ideales, basados en la solidaridad, que subyacen la creación del euro. Pero si Europa no puede hacerlo, entonces quizá sea mejor admitir el fracaso y pasar a otra cosa en lugar de pagar un precio elevado en materia de desempleo y sufrimiento humano en nombre de un modelo económico fallido.

 

(*) Catedrático en la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía, y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy [Caída Libre: El Libre Mercado y el Hundimiento de la Economía Mundial].

FUENTE: The Project Syndicate

 


 

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hola@fundamentar.com (JOSEPH E. STIGLITZ (*)) Opinión Mon, 22 Oct 2012 09:51:20 -0300