Miércoles, 07 Julio 2010 19:57

Ricardito, Cobos y... Vos?

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En apenas algunos meses podría darse una foto donde radicales, “lilitos” y socialistas podrían terminar sumando a una porción del peronismo, todos compitiendo “por adentro” en una gran interna abierta donde la UCR y aliados defina sus candidaturas para enfrentar al kirchnerismo, al PJ disidente, a Mauricio Macri y a quién se anime. ¿Pero realmente representan una alternativa válida en la construcción de un proyecto que vaya en interés y defensa de los intereses del conjunto de los argentinos?


 

Muchas cosas cambian en 10 años. El 2 de julio de 2000 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdía las elecciones en México tras 71 años en el poder. El mismo espacio político que hace una década atrás aparecía como el ícono de la falta de renovación política en América Latina, resultó el triunfador de las recientes elecciones regionales realizadas en el país azteca. Aunque las sumas y restas de votos dejan un final abierto de cara a las elecciones presidenciales de 2012, el PRI ganó en 9 de las 12 gobernaciones en disputa, algo impensable hace diez años atrás.

En la Argentina, hace una década, eran indisimulables los cimbronazos de la famosa “Ley Banelco” en el Senado de la Nación que terminaría con la renuncia de Chacho Álvarez a inicios del mes de octubre de 2000. Con las coimas en el Senado de la Nación comenzaba el principio del fin del gobierno de la Alianza UCR-FREPASO. En 2 años y 9 días, la UCR pasaría del “impuestazo” de José Machinea al “Corralito” de Domingo Cavallo y de las muertes por la represión en el puente Chaco–Corrientes a los asesinatos por la policía en las protestas de diciembre de 2001.

Casi 10 años después del comienzo de la curva descendente del radicalismo en el poder, una foto reciente muestra a Ernesto Sanz, Julio Cobos, Ricardo Alfonsín y Gerardo Morales en una inusual demostración de unidad en la diversidad de cara a las elecciones presidenciales de 2011. La UCR, luego de una década, vuelve a ser alternativa de poder en la Argentina. Es más: los radicales pueden llegar a liderar una nueva alianza con la Coalición Cívica y el Socialismo (Elisa Carrió y Rubén Giustiniani, ex socios en 1999) que pueden darle al centenario partido una potencialidad aún mayor. Y hasta se comenta que el sector liderado por Felipe Solá podría llegar a ser parte de esta extraña coalición siendo la pata peronista del armado electoral de Cobos. En síntesis: en apenas algunos meses podría darse una foto donde radicales, “lilitos” y socialistas podrían terminar sumando a una porción del peronismo, todos compitiendo “por adentro” en una gran interna abierta donde la UCR y aliados defina sus candidaturas para enfrentar al kirchnerismo, al PJ disidente, a Mauricio Macri y a quién se anime.

Curiosamente, la imagen fotográfica recientemente tomada en la sede nacional del radicalismo muestra juntos a quién fuera hace apenas 2 años y medio candidato a vicepresidente de Cristina Kirchner (Cobos) y a quién fuera candidato a vicepresidente de Roberto Lavagna (el senador Gerardo Morales). También aparece en la foto Alfonsín, quién saliera 4° en las elecciones a gobernador bonaerense en el 2007 y 3° (después de Francisco De Narváez y Néstor Kirchner) el 28 de junio pasado cuando acompañara a Margarita Stolbizer en la lista de diputados nacionales. A un año de esas elecciones, “Ricardito” pasó a ser presidenciable luego de ganar las elecciones partidarias del radicalismo en la provincia de Buenos Aires, comicios donde participaron casi 100 mil bonaerenses cuando el total de votantes del padrón general es de casi 10 millones de personas. O sea: una elección sobre un 1 % del padrón electoral lo convirtió en una alternativa presidencial.

Parece casi increíble, pero el radicalismo de Cobos, Alfonsín, Sanz, Morales, Rozas y Jesús Rodríguez puede llegar a ser gobierno en el 2011. Y puede llegar a serlo gracias a la suma de votos radicales, socialistas y, quizás, peronistas. Pero todos sabemos que, en una interna abierta, los que definen los resultados no son los “aparatos” sino los “independientes” que pueden ver en la UCR una alternativa al kirchnerismo. Esos mismos independientes, normalmente provenientes de sectores medios urbanos: ¿No son los mismos sobre los que Machinea aplicó el ajuste? ¿No son los mismos que se resistían el achique en las universidades que proponía Ricardo López Murphy? ¿No son los mismos que se ilusionaron con la Alianza y terminaron pidiendo “que se vayan todos”? ¿No son los mismos que votaron a De la Rúa para que “termine con la fiesta de unos pocos” y terminaron golpeando las puertas de los bancos donde estaban sus ahorros acorralados?

Mientras esto pasa en la UCR, el Partido Justicialista se encamina casi inexorablemente a una ruptura formal que se viene acentuando desde 2003 cuando recurrió a los llamados neo-lemas para evitar una interna permitiendo que Kirchner, Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá vayan directo a la general. En el 2005, esa grieta se expresó en la competencia Chiche versus Cristina en la provincia de Buenos Aires; en el 2007, los restos del duhaldismo acompañaron la fórmula Lavagna – Morales y, hace apenas un año, todas las vertientes de peronismo no kirchnerista hicieron campaña contra el gobierno nacional en las elecciones legislativas. Más allá de los intentos de muchos operadores políticos por hacer que el PJ disidente compita en las primarias del partido, resulta difícil pensar que en apenas meses se puedan coser las heridas abiertas entre Néstor Kirchner y líderes claramente referenciados en los ’90 como Eduardo Duhalde, Carlos Reutemann, el ya nombrado Rodríguez Saá, Juan Carlos Romero y Ramón Puerta, entre otros.

O sea: el PJ puede llegar a formalizar una ruptura institucional que viene manifestándose en lo ideológico desde hace ya varios años. El kirchnerismo expresará el ala izquierda de un peronismo dispuesto a tejer alianzas con otras fuerzas progresistas. Y el PJ disidente puede llegar acumulando políticamente en la figura de Macri o Duhalde, expresando claramente la matriz conservadora de su pensamiento. De alguna manera, se estará materializando con esta ruptura electoral distintas asimilaciones realizadas al paso del menemismo por el poder, casi una década después de su crepúsculo.

Mientras tanto, el próximo presidente de la Argentina puede llegar a ser de la UCR, que junta a alvearistas e yrigoyenistas, a conservadores y a progresistas, a alfonsinistas y a cobistas, con cero autocrítica del tiempo de la Alianza y con una inquebrantable vocación de poder que los lleva a “meter a todos en la bolsa” con tal de llegar a la Casa Rosada. Ante estas actitudes, que durante décadas fueron imputadas negativamente al justicialismo, vale la pena preguntarse: ¿puede hablarse de una “peronización” del sistema político argentino? ¿Terminarán estos intentos de unidad del radicalismo tensionando a los gobernadores, intendentes y dirigentes políticos que siguen vinculados al kirchnerismo dando por terminadas las experiencias de “transversalidad” y “concertación plural”?

“Que se rompa pero que no se doble”, dijo Alem hace más de 100 años. Sus discípulos radicales no le hicieron mucho caso en la idea de evitar las rupturas, pero pueden dar cátedra de cómo dar vuelta la página de la derrota para diluirse ideológicamente en pos de un futuro triunfo electoral. Algo que hasta hace algunos años parecía ser sólo patrimonio de los peronistas.

 

(*) Lic. en Ciencia Política - Director Ejecutivo de la Fundación para la Integración Federal, Rosario

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