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Fundamentar - Internacional Este portal pretende hacer un aporte a la cualificación del debate político y económico en la Argentina. Ponemos ideas en discusión que pretenden servir para que surjan otras visiones que enriquezcan el análisis. https://fundamentar.com/internacional/itemlist/tag/Democracia%20dirigida 2024-05-19T18:54:18-03:00 Joomla! - Open Source Content Management Por qué Putin es tan Popular 2013-09-17T18:39:28-03:00 2013-09-17T18:39:28-03:00 https://fundamentar.com/internacional/item/2803-por-que-putin-es-tan-popular JEAN RADVANYI* hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/680adb7a7e18109a051baa880e0f91c5_S.jpg" alt="Por qué Putin es tan Popular" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>La permanencia de Vladimir Putin en el gobierno por m&aacute;s de una d&eacute;cada se explica en parte por el r&aacute;pido crecimiento econ&oacute;mico apoyado en la recuperaci&oacute;n del control de la renta sobre las materias primas, pero tambi&eacute;n por la consolidaci&oacute;n de un r&eacute;gimen que dificult&oacute; la emergencia de la oposici&oacute;n.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> El amplio apoyo de la opini&oacute;n p&uacute;blica rusa a quien dirige el pa&iacute;s desde hace ya muchos a&ntilde;os provoca diversas interpretaciones en Occidente. Para algunos resurgen los viejos t&oacute;picos, en primer lugar la supuesta incapacidad casi gen&eacute;tica de los rusos de transitar el camino de la democracia y de prescindir de un poder autoritario. Otros invocan el recurso del poder a diversos mecanismos de coerci&oacute;n que, cuestionando los fr&aacute;giles y contradictorios logros del per&iacute;odo de Boris Yeltsin, explicar&iacute;an la marginaci&oacute;n de la oposici&oacute;n. Volveremos luego sobre estos mecanismos que los rusos denominan, con un bello eufemismo, la &ldquo;democracia dirigida&rdquo;. Sin embargo, no podr&iacute;a comprenderse el actual nivel de adhesi&oacute;n de los rusos a su Presidente sin tener en cuenta otros factores fundamentales, que marcan la reciente evoluci&oacute;n de Rusia.</p> <p> <strong>EL TEMOR AL ENEMIGO</strong></p> <p> Cuando Vladimir Putin accedi&oacute; al poder, a fines de 1999, primero como Primer Ministro, luego, en marzo de 2000, como Presidente, Rusia viv&iacute;a una profunda desestabilizaci&oacute;n. Las ca&oacute;ticas reformas implementadas por Yeltsin hab&iacute;an debilitado al Estado, al punto que &eacute;ste dej&oacute; de ejercer el conjunto de sus funciones soberanas: numerosas regiones y rep&uacute;blicas pose&iacute;an su propia legislaci&oacute;n, que contradec&iacute;a &ndash;en cuestiones a menudo importantes&ndash; a las instituciones federales. En muchos casos, gobernadores y presidentes locales se arrogaron la designaci&oacute;n de los responsables regionales de administraciones clave como el fisco, las aduanas o el Ministerio del Interior, alentando as&iacute; pr&aacute;cticas de corrupci&oacute;n o de nepotismo.</p> <p> Al mismo tiempo, el Estado vio cuestionado el control que ejerc&iacute;a sobre su principal fuente de ingresos: el beneficio de la renta sobre las materias primas. Diversos mecanismos legales o ilegales (cesi&oacute;n de activos a empresas fantasma off-shore, multiplicaci&oacute;n de intermediarios financieros que facilitaban la evasi&oacute;n de ganancias, etc.) permitieron a las grandes empresas rusas creadas en el marco de las oscuras privatizaciones de la era yeltsiniana &ndash;ya sean privadas como Yukos o mixtas como Gazprom&ndash; evadir en gran medida impuestos y tasas, privando al Estado de todo margen de maniobra financiera. Para muchos observadores, lo que estaba en peligro era el propio funcionamiento de la Federaci&oacute;n. Muchos rusos consideraban que su pa&iacute;s corr&iacute;a el verdadero riesgo, si no de estallar, en todo caso de perder definitivamente sus &uacute;ltimas oportunidades de resurgir.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> La nueva pol&iacute;tica estadounidense &ndash;y en gran medida europea&ndash; implicaba considerar que Rusia ya no tiene intereses propios ni en Europa del Este ni en torno al Mar Caspio. En este contexto, a los dirigentes rusos, m&aacute;s all&aacute; del partido en el poder, les result&oacute; muy f&aacute;cil persuadir a la opini&oacute;n p&uacute;blica de su pa&iacute;s de que Estados Unidos &ndash;con el consentimiento t&aacute;cito de la Uni&oacute;n Europea&ndash; buscaba debilitar irreversiblemente a Rusia.&nbsp;</p> <p> <span style="font-size: 14px;">Lejos de responder positivamente a los gestos de buena voluntad dados por el jefe de Estado ruso despu&eacute;s del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos los consider&oacute; se&ntilde;ales de debilidad y reforz&oacute; su presencia en toda esta zona, incluso con las &ldquo;revoluciones de colores&rdquo; en Georgia y Ucrania. Adem&aacute;s de una creciente intervenci&oacute;n en los &aacute;mbitos diplom&aacute;tico y militar, los estadounidenses utilizaron todo tipo de instrumentos de influencia, desde las iglesias y las sectas hasta las organizaciones no gubernamentales locales. Y cuando no pod&iacute;an hacerlo ellos mismos directamente, no dudaban en financiar a estas &uacute;ltimas a trav&eacute;s de diversos organismos internacionales, e incluso programas de la Comisi&oacute;n Europea.</span>Esta sensaci&oacute;n de desmoronamiento se extend&iacute;a tanto m&aacute;s cuanto que el contexto internacional resultaba muy particular: Estados Unidos y sus aliados atl&aacute;nticos libraban una ofensiva sin precedentes para reducir la influencia de Mosc&uacute; en todo su espacio tradicional. Elaborada muy tempranamente por algunos asesores estadounidenses, esta estrategia apuntaba expl&iacute;citamente a rechazar &ndash;roll back&ndash; la influencia rusa. Se basaba en los efectos desastrosos de la pol&iacute;tica chechena del Kremlin y en las torpes presiones, militares o econ&oacute;micas, que este &uacute;ltimo segu&iacute;a ejerciendo sobre sus vecinos. Buscaba as&iacute; reforzar la imagen negativa de Rusia, al punto de que algunos observadores no dudaban en hablar de rusofobia.</p> <p> Ahora bien, aunque resultara ciertamente leg&iacute;timo ayudar a estos j&oacute;venes Estados independientes a emanciparse de su molesto vecino, la nueva pol&iacute;tica estadounidense &ndash;y en gran medida europea&ndash; implicaba considerar que Rusia ya no tiene intereses propios ni en Europa del Este ni en torno al Mar Caspio. En este contexto, a los dirigentes rusos, m&aacute;s all&aacute; del partido en el poder, les result&oacute; muy f&aacute;cil persuadir a la opini&oacute;n p&uacute;blica de su pa&iacute;s de que Estados Unidos &ndash;con el consentimiento t&aacute;cito de la Uni&oacute;n Europea&ndash; buscaba debilitar irreversiblemente a Rusia. Se trataba, explicaban, de reducirla a un papel secundario como pa&iacute;s proveedor de algunas materias primas, cuya explotaci&oacute;n, por a&ntilde;adidura, s&oacute;lo podr&iacute;a hacerse gracias a la participaci&oacute;n de las grandes compa&ntilde;&iacute;as occidentales.</p> <p> <strong style="font-size: 14px;">RECONSTRUCCI&Oacute;N POL&Iacute;TICA</strong></p> <p> Sin duda este temor al caos fue deliberadamente exagerado por algunos sectores cercanos al Kremlin con el fin de facilitar la recuperaci&oacute;n del control. Pero para comprender a la vez las medidas implementadas a partir del 2000, y su aceptaci&oacute;n por parte de un amplio sector de la poblaci&oacute;n rusa, es necesario conocer la dimensi&oacute;n de este temor, profundamente arraigado en una opini&oacute;n p&uacute;blica traumatizada por las sucesivas crisis de los a&ntilde;os 90 y el debilitamiento de su pa&iacute;s en la arena internacional.</p> <p> En el campo de la pol&iacute;tica interior, la acci&oacute;n del nuevo Presidente se ejerci&oacute; principalmente a partir de cuatro ejes: se trat&oacute; a la vez de retomar el control de la renta sobre las materias primas, de reconstruir la industria rusa y de reinstaurar el campo institucional ruso en las regiones, dot&aacute;ndose al mismo tiempo de una mayor&iacute;a pol&iacute;tica estable. Diversos, a menudo brutales, los m&eacute;todos utilizados combinaron fr&iacute;o pragmatismo con instrumentalizaci&oacute;n de las disparidades. Todos se inscrib&iacute;an en una ret&oacute;rica de reconstrucci&oacute;n patri&oacute;tica que encontr&oacute; amplia aceptaci&oacute;n en la opini&oacute;n p&uacute;blica. Es sobre este terreno que Putin pod&iacute;a justificar la &ldquo;guerra sucia&rdquo; llevada a cabo en Chechenia.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> La acci&oacute;n del nuevo Presidente se ejerci&oacute; principalmente a partir de cuatro ejes: se trat&oacute; a la vez de retomar el control de la renta sobre las materias primas, de reconstruir la industria rusa y de reinstaurar el campo institucional ruso en las regiones, dot&aacute;ndose al mismo tiempo de una mayor&iacute;a pol&iacute;tica estable. Diversos, a menudo brutales, los m&eacute;todos utilizados combinaron fr&iacute;o pragmatismo con instrumentalizaci&oacute;n de las disparidades.</p> <p> <span style="font-size: 14px;">Apoy&aacute;ndose en los &ldquo;superprefectos&rdquo; designados a partir de mayo de 2000, el Kremlin retom&oacute; el control de las administraciones regionales, obligando a los presidentes de rep&uacute;blicas y gobernadores de regiones &ndash;a quienes priv&oacute; de su inmunidad parlamentaria&ndash; a respetar las leyes y las normas presupuestarias y fiscales federales. A partir de 2004, pas&oacute; a design&aacute;rselos bajo propuesta del Kremlin. De ser necesario, la administraci&oacute;n presidencial seduc&iacute;a a los l&iacute;deres regionales potencialmente cr&iacute;ticos (como Yuri Lujkov, alcalde de Mosc&uacute; entre 1992 y 2010) con algunas concesiones, como la promesa de permanecer en sus cargos. Sin embargo, no dudaba en forzar la renuncia o accionar judicialmente contra quienes continuaran resisti&eacute;ndose.</span></p> <p> En julio de 2000, el Presidente convoc&oacute; al Kremlin a veinti&uacute;n oligarcas y los oblig&oacute; a tomar una decisi&oacute;n: si no quer&iacute;an que la administraci&oacute;n escarbara en su pasado, deb&iacute;an apoyar el esfuerzo del gobierno por la recuperaci&oacute;n del pa&iacute;s absteni&eacute;ndose de intervenir en el campo pol&iacute;tico. Aquellos que no aceptaron fueron r&aacute;pidamente desplazados: tres debieron incluso exiliarse (Boris Berezovski, Vladimir Gussinski y Mijail Chernoi). Un sector de la prensa rusa record&oacute; al pasar el origen jud&iacute;o de varios de ellos. Y la detenci&oacute;n de Mijail Jodorkovski, due&ntilde;o de Yukos, ilustr&oacute; la determinaci&oacute;n del Kremlin. Este magnate del petr&oacute;leo acababa de anunciar en los medios de comunicaci&oacute;n su intenci&oacute;n de vender el 40% de las acciones de Yukos a la estadounidense Exxon-Mobil y presentarse en las pr&oacute;ximas elecciones presidenciales. Fue condenado por fraude a nueve a&ntilde;os de prisi&oacute;n, y su grupo desmantelado. Era el comienzo de la reorganizaci&oacute;n de la industria, que ver&iacute;a a la administraci&oacute;n presidencial reafirmar su preeminencia en todos los sectores estrat&eacute;gicos, desde los hidrocarburos al nuclear, pasando por el armamento y las nuevas tecnolog&iacute;as.</p> <p> Sin embargo, no se trat&oacute; de una reestatizaci&oacute;n o de un retorno al sovietismo. En un oscuro contexto, la econom&iacute;a rusa se volvi&oacute; realmente capitalista. Si bien los grandes grupos nacionales controlados por el Estado dominan los sectores estrat&eacute;gicos (algunos p&uacute;blicos, otros privados, aceptando a menudo una participaci&oacute;n extranjera con la condici&oacute;n de que sea minoritaria), la mayor parte de las empresas y los servicios siguen siendo privados y abiertos al mundo como sin duda jam&aacute;s lo fueron en Rusia.</p> <p> El objetivo perseguido por el Kremlin era pues muy diferente: se buscaba, bas&aacute;ndose en los elevados precios del crudo, reconstruir una industria diversificada y rentable, con grupos rusos capaces de competir en el terreno con las multinacionales occidentales. Los efectos de esta pol&iacute;tica, en el contexto de la suba de los hidrocarburos, fueron sorprendentes: en 2006, por primera vez, el Producto Interno Bruto ruso recuper&oacute; su nivel anterior a 1991, y los ingresos promedio del pa&iacute;s se incrementaron considerablemente. Sin duda all&iacute; reside, junto con la estabilidad institucional recuperada, la clave de la popularidad del presidente Putin.</p> <p> Sin embargo, lejos de ello, no todos los rusos se beneficiaron de este crecimiento. Y la opini&oacute;n p&uacute;blica no acepta todos los sacrificios que el poder le exige: prueba de ello es la gran ola de manifestaciones contra la reforma previsional que tuvo lugar a comienzos de 2005, que perjudicaba a los sectores m&aacute;s d&eacute;biles: jubilados, peque&ntilde;os funcionarios. El gobierno debi&oacute; entonces modificar su pol&iacute;tica social...</p> <p> <strong>DEBILIDADES Y CONTRADICCIONES&nbsp;</strong></p> <p> Al recibir a un grupo de expertos de Rusia (en septiembre de 2007), el titular del Kremlin declaraba que, seg&uacute;n &eacute;l, &ldquo;la democracia y el multipartidismo segu&iacute;an siendo los &uacute;nicos garantes de una verdadera estabilidad de Rusia en el largo plazo&rdquo;, y afirmaba sostener, por ejemplo, la idea de la creaci&oacute;n de un verdadero partido socialdem&oacute;crata. Pero agregaba inmediatamente que la implementaci&oacute;n de este multipartidismo &ldquo;llevar&iacute;a d&eacute;cadas&rdquo;. Muchos dirigentes pol&iacute;ticos, incluso en la oposici&oacute;n, comparten esta apreciaci&oacute;n, que refleja una profunda duda respecto de la madurez del electorado.</p> <p> En la pr&aacute;ctica, la administraci&oacute;n presidencial modific&oacute; profundamente el ejercicio de la democracia estos &uacute;ltimos a&ntilde;os, tornando m&aacute;s dif&iacute;cil la inscripci&oacute;n de los partidos y asociaciones (particularmente, las organizaciones no gubernamentales, sospechadas de ser sensibles a las influencias occidentales), o reformando la ley electoral para suprimir la elecci&oacute;n de diputados por circunscripci&oacute;n (que permit&iacute;a a los l&iacute;deres de la oposici&oacute;n ser elegidos aun cuando su partido no superara, en el sistema de representaci&oacute;n proporcional, el umbral eliminatorio del 7%). El control sobre los medios de comunicaci&oacute;n &ndash;al punto de que el principal canal, ORT, ya no invita a opositores cr&iacute;ticos a los debates&ndash; limita la libre expresi&oacute;n de opiniones a una o dos radios de audiencia reducida (especialmente, Eco Mosc&uacute;) y a la prensa, cuyos lectores disminuyeron desde el fin de la URSS.</p> <p> M&aacute;s preocupante a&uacute;n resulta el clima de presiones e intimidaciones que sofoca la expresi&oacute;n de movimientos considerados perturbadores. Especialmente el caso de las manifestaciones de &ldquo;La Otra Rusia&rdquo;, reprimidas por la polic&iacute;a o los Nashi (&ldquo;Los Nuestros&rdquo;, la organizaci&oacute;n de j&oacute;venes creada por el Kremlin). Tambi&eacute;n en este terreno, la sociedad rusa sigue siendo brutal y, aun cuando ninguna estructura oficial estuviera directamente implicada en el asesinato de los periodistas Anna Politkovskaia o Yuri Shchekochijin, la impunidad de los asesinos de periodistas, empresarios o directores de diversos niveles revela las debilidades estructurales del Estado: corrupci&oacute;n latente de los servicios de seguridad, ausencia de separaci&oacute;n entre los poderes Ejecutivo y Judicial, laxismo respecto de los grupos extremistas, en particular xen&oacute;fobos o skinheads.</p> <p> Los rusos nos invitan a tener en cuenta las dificultades de su camino hacia una mayor democracia y su breve experiencia en materia de reformas, desde la abolici&oacute;n del papel dominante del partido &uacute;nico en 1988 y el estallido de la URSS en 1991. El hecho de que unas elecciones se desarrollen normalmente en este pa&iacute;s significa un verdadero progreso. Pero en muchos aspectos, la &ldquo;democracia dirigida&rdquo; parece un eufemismo c&oacute;modo: deber&iacute;a m&aacute;s bien hablarse de &ldquo;democracia manipulada&rdquo;, ya que el poder no duda en atraer a los representantes de la oposici&oacute;n sensibles a la asignaci&oacute;n de puestos o privilegios, y se multiplican los v&iacute;nculos personales &ndash;e incluso familiares&ndash; entre los mundos pol&iacute;tico y econ&oacute;mico, mientras los representantes de la oposici&oacute;n son sistem&aacute;ticamente marginados.</p> <p> El actual jefe de Estado insisti&oacute; en la necesidad de una amplia mayor&iacute;a y de una presidencia fuerte para completar la estabilizaci&oacute;n del pa&iacute;s y devolverle el lugar que reivindica en la arena internacional. Nadie duda de que alcance ambos objetivos con el consentimiento de la gran mayor&iacute;a de la poblaci&oacute;n, sensible a los logros de los &uacute;ltimos a&ntilde;os. Sin embargo, este sistema pol&iacute;tico bajo control no podr&aacute; perdurar eternamente. El primer obst&aacute;culo reside en la pauperizaci&oacute;n real de un tercio de la poblaci&oacute;n (seg&uacute;n las estad&iacute;sticas oficiales), abandonado a su suerte por una sociedad dual, con contrastes exacerbados, a pesar del crecimiento recuperado. Estos estratos no se caracterizan por un alto grado de organizaci&oacute;n pero, tal como se vio en el invierno boreal de 2005, pueden manifestarse con fuerza.</p> <p> El otro obst&aacute;culo reside en la creciente contradicci&oacute;n entre el modo autoritario de ejercicio del poder y la l&oacute;gica liberal del sistema econ&oacute;mico y social. Hasta el momento, el Kremlin se abstuvo de limitar logros tan preciados y nuevos como la libertad de circular y comerciar en el exterior (para aquellos que tienen los medios para hacerlo, por supuesto, aunque sean cada vez m&aacute;s numerosos), informarse a trav&eacute;s de internet o incluso enviar a sus hijos a cualquier parte del mundo. En un pa&iacute;s hoy ampliamente abierto, la ret&oacute;rica patri&oacute;tica, las limitaciones al funcionamiento de los partidos y las asociaciones, el control burocr&aacute;tico de las empresas corren el gran riesgo de convertirse r&aacute;pidamente en obst&aacute;culos objetivos al propio crecimiento. Y de mostrarse ante un creciente n&uacute;mero de ciudadanos rusos como lo que son: visiones y restricciones administrativas heredadas del sistema sovi&eacute;tico.&emsp;</p> <p> &nbsp;</p> <p> * Director del Centro de Estudios Franco-Rusos de Mosc&uacute;.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <strong>EDICI&Oacute;N Y RELEVAMIENTO:</strong> Rafael Pansa</p> <p> <strong>FUENTE</strong>: <a href="http://www.eldiplo.org/notas-web/por-que-putin-es-tan-popular?token&amp;nID=1" target="_blank">ElDiplo</a></p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/680adb7a7e18109a051baa880e0f91c5_S.jpg" alt="Por qué Putin es tan Popular" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>La permanencia de Vladimir Putin en el gobierno por m&aacute;s de una d&eacute;cada se explica en parte por el r&aacute;pido crecimiento econ&oacute;mico apoyado en la recuperaci&oacute;n del control de la renta sobre las materias primas, pero tambi&eacute;n por la consolidaci&oacute;n de un r&eacute;gimen que dificult&oacute; la emergencia de la oposici&oacute;n.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> El amplio apoyo de la opini&oacute;n p&uacute;blica rusa a quien dirige el pa&iacute;s desde hace ya muchos a&ntilde;os provoca diversas interpretaciones en Occidente. Para algunos resurgen los viejos t&oacute;picos, en primer lugar la supuesta incapacidad casi gen&eacute;tica de los rusos de transitar el camino de la democracia y de prescindir de un poder autoritario. Otros invocan el recurso del poder a diversos mecanismos de coerci&oacute;n que, cuestionando los fr&aacute;giles y contradictorios logros del per&iacute;odo de Boris Yeltsin, explicar&iacute;an la marginaci&oacute;n de la oposici&oacute;n. Volveremos luego sobre estos mecanismos que los rusos denominan, con un bello eufemismo, la &ldquo;democracia dirigida&rdquo;. Sin embargo, no podr&iacute;a comprenderse el actual nivel de adhesi&oacute;n de los rusos a su Presidente sin tener en cuenta otros factores fundamentales, que marcan la reciente evoluci&oacute;n de Rusia.</p> <p> <strong>EL TEMOR AL ENEMIGO</strong></p> <p> Cuando Vladimir Putin accedi&oacute; al poder, a fines de 1999, primero como Primer Ministro, luego, en marzo de 2000, como Presidente, Rusia viv&iacute;a una profunda desestabilizaci&oacute;n. Las ca&oacute;ticas reformas implementadas por Yeltsin hab&iacute;an debilitado al Estado, al punto que &eacute;ste dej&oacute; de ejercer el conjunto de sus funciones soberanas: numerosas regiones y rep&uacute;blicas pose&iacute;an su propia legislaci&oacute;n, que contradec&iacute;a &ndash;en cuestiones a menudo importantes&ndash; a las instituciones federales. En muchos casos, gobernadores y presidentes locales se arrogaron la designaci&oacute;n de los responsables regionales de administraciones clave como el fisco, las aduanas o el Ministerio del Interior, alentando as&iacute; pr&aacute;cticas de corrupci&oacute;n o de nepotismo.</p> <p> Al mismo tiempo, el Estado vio cuestionado el control que ejerc&iacute;a sobre su principal fuente de ingresos: el beneficio de la renta sobre las materias primas. Diversos mecanismos legales o ilegales (cesi&oacute;n de activos a empresas fantasma off-shore, multiplicaci&oacute;n de intermediarios financieros que facilitaban la evasi&oacute;n de ganancias, etc.) permitieron a las grandes empresas rusas creadas en el marco de las oscuras privatizaciones de la era yeltsiniana &ndash;ya sean privadas como Yukos o mixtas como Gazprom&ndash; evadir en gran medida impuestos y tasas, privando al Estado de todo margen de maniobra financiera. Para muchos observadores, lo que estaba en peligro era el propio funcionamiento de la Federaci&oacute;n. Muchos rusos consideraban que su pa&iacute;s corr&iacute;a el verdadero riesgo, si no de estallar, en todo caso de perder definitivamente sus &uacute;ltimas oportunidades de resurgir.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> La nueva pol&iacute;tica estadounidense &ndash;y en gran medida europea&ndash; implicaba considerar que Rusia ya no tiene intereses propios ni en Europa del Este ni en torno al Mar Caspio. En este contexto, a los dirigentes rusos, m&aacute;s all&aacute; del partido en el poder, les result&oacute; muy f&aacute;cil persuadir a la opini&oacute;n p&uacute;blica de su pa&iacute;s de que Estados Unidos &ndash;con el consentimiento t&aacute;cito de la Uni&oacute;n Europea&ndash; buscaba debilitar irreversiblemente a Rusia.&nbsp;</p> <p> <span style="font-size: 14px;">Lejos de responder positivamente a los gestos de buena voluntad dados por el jefe de Estado ruso despu&eacute;s del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos los consider&oacute; se&ntilde;ales de debilidad y reforz&oacute; su presencia en toda esta zona, incluso con las &ldquo;revoluciones de colores&rdquo; en Georgia y Ucrania. Adem&aacute;s de una creciente intervenci&oacute;n en los &aacute;mbitos diplom&aacute;tico y militar, los estadounidenses utilizaron todo tipo de instrumentos de influencia, desde las iglesias y las sectas hasta las organizaciones no gubernamentales locales. Y cuando no pod&iacute;an hacerlo ellos mismos directamente, no dudaban en financiar a estas &uacute;ltimas a trav&eacute;s de diversos organismos internacionales, e incluso programas de la Comisi&oacute;n Europea.</span>Esta sensaci&oacute;n de desmoronamiento se extend&iacute;a tanto m&aacute;s cuanto que el contexto internacional resultaba muy particular: Estados Unidos y sus aliados atl&aacute;nticos libraban una ofensiva sin precedentes para reducir la influencia de Mosc&uacute; en todo su espacio tradicional. Elaborada muy tempranamente por algunos asesores estadounidenses, esta estrategia apuntaba expl&iacute;citamente a rechazar &ndash;roll back&ndash; la influencia rusa. Se basaba en los efectos desastrosos de la pol&iacute;tica chechena del Kremlin y en las torpes presiones, militares o econ&oacute;micas, que este &uacute;ltimo segu&iacute;a ejerciendo sobre sus vecinos. Buscaba as&iacute; reforzar la imagen negativa de Rusia, al punto de que algunos observadores no dudaban en hablar de rusofobia.</p> <p> Ahora bien, aunque resultara ciertamente leg&iacute;timo ayudar a estos j&oacute;venes Estados independientes a emanciparse de su molesto vecino, la nueva pol&iacute;tica estadounidense &ndash;y en gran medida europea&ndash; implicaba considerar que Rusia ya no tiene intereses propios ni en Europa del Este ni en torno al Mar Caspio. En este contexto, a los dirigentes rusos, m&aacute;s all&aacute; del partido en el poder, les result&oacute; muy f&aacute;cil persuadir a la opini&oacute;n p&uacute;blica de su pa&iacute;s de que Estados Unidos &ndash;con el consentimiento t&aacute;cito de la Uni&oacute;n Europea&ndash; buscaba debilitar irreversiblemente a Rusia. Se trataba, explicaban, de reducirla a un papel secundario como pa&iacute;s proveedor de algunas materias primas, cuya explotaci&oacute;n, por a&ntilde;adidura, s&oacute;lo podr&iacute;a hacerse gracias a la participaci&oacute;n de las grandes compa&ntilde;&iacute;as occidentales.</p> <p> <strong style="font-size: 14px;">RECONSTRUCCI&Oacute;N POL&Iacute;TICA</strong></p> <p> Sin duda este temor al caos fue deliberadamente exagerado por algunos sectores cercanos al Kremlin con el fin de facilitar la recuperaci&oacute;n del control. Pero para comprender a la vez las medidas implementadas a partir del 2000, y su aceptaci&oacute;n por parte de un amplio sector de la poblaci&oacute;n rusa, es necesario conocer la dimensi&oacute;n de este temor, profundamente arraigado en una opini&oacute;n p&uacute;blica traumatizada por las sucesivas crisis de los a&ntilde;os 90 y el debilitamiento de su pa&iacute;s en la arena internacional.</p> <p> En el campo de la pol&iacute;tica interior, la acci&oacute;n del nuevo Presidente se ejerci&oacute; principalmente a partir de cuatro ejes: se trat&oacute; a la vez de retomar el control de la renta sobre las materias primas, de reconstruir la industria rusa y de reinstaurar el campo institucional ruso en las regiones, dot&aacute;ndose al mismo tiempo de una mayor&iacute;a pol&iacute;tica estable. Diversos, a menudo brutales, los m&eacute;todos utilizados combinaron fr&iacute;o pragmatismo con instrumentalizaci&oacute;n de las disparidades. Todos se inscrib&iacute;an en una ret&oacute;rica de reconstrucci&oacute;n patri&oacute;tica que encontr&oacute; amplia aceptaci&oacute;n en la opini&oacute;n p&uacute;blica. Es sobre este terreno que Putin pod&iacute;a justificar la &ldquo;guerra sucia&rdquo; llevada a cabo en Chechenia.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> La acci&oacute;n del nuevo Presidente se ejerci&oacute; principalmente a partir de cuatro ejes: se trat&oacute; a la vez de retomar el control de la renta sobre las materias primas, de reconstruir la industria rusa y de reinstaurar el campo institucional ruso en las regiones, dot&aacute;ndose al mismo tiempo de una mayor&iacute;a pol&iacute;tica estable. Diversos, a menudo brutales, los m&eacute;todos utilizados combinaron fr&iacute;o pragmatismo con instrumentalizaci&oacute;n de las disparidades.</p> <p> <span style="font-size: 14px;">Apoy&aacute;ndose en los &ldquo;superprefectos&rdquo; designados a partir de mayo de 2000, el Kremlin retom&oacute; el control de las administraciones regionales, obligando a los presidentes de rep&uacute;blicas y gobernadores de regiones &ndash;a quienes priv&oacute; de su inmunidad parlamentaria&ndash; a respetar las leyes y las normas presupuestarias y fiscales federales. A partir de 2004, pas&oacute; a design&aacute;rselos bajo propuesta del Kremlin. De ser necesario, la administraci&oacute;n presidencial seduc&iacute;a a los l&iacute;deres regionales potencialmente cr&iacute;ticos (como Yuri Lujkov, alcalde de Mosc&uacute; entre 1992 y 2010) con algunas concesiones, como la promesa de permanecer en sus cargos. Sin embargo, no dudaba en forzar la renuncia o accionar judicialmente contra quienes continuaran resisti&eacute;ndose.</span></p> <p> En julio de 2000, el Presidente convoc&oacute; al Kremlin a veinti&uacute;n oligarcas y los oblig&oacute; a tomar una decisi&oacute;n: si no quer&iacute;an que la administraci&oacute;n escarbara en su pasado, deb&iacute;an apoyar el esfuerzo del gobierno por la recuperaci&oacute;n del pa&iacute;s absteni&eacute;ndose de intervenir en el campo pol&iacute;tico. Aquellos que no aceptaron fueron r&aacute;pidamente desplazados: tres debieron incluso exiliarse (Boris Berezovski, Vladimir Gussinski y Mijail Chernoi). Un sector de la prensa rusa record&oacute; al pasar el origen jud&iacute;o de varios de ellos. Y la detenci&oacute;n de Mijail Jodorkovski, due&ntilde;o de Yukos, ilustr&oacute; la determinaci&oacute;n del Kremlin. Este magnate del petr&oacute;leo acababa de anunciar en los medios de comunicaci&oacute;n su intenci&oacute;n de vender el 40% de las acciones de Yukos a la estadounidense Exxon-Mobil y presentarse en las pr&oacute;ximas elecciones presidenciales. Fue condenado por fraude a nueve a&ntilde;os de prisi&oacute;n, y su grupo desmantelado. Era el comienzo de la reorganizaci&oacute;n de la industria, que ver&iacute;a a la administraci&oacute;n presidencial reafirmar su preeminencia en todos los sectores estrat&eacute;gicos, desde los hidrocarburos al nuclear, pasando por el armamento y las nuevas tecnolog&iacute;as.</p> <p> Sin embargo, no se trat&oacute; de una reestatizaci&oacute;n o de un retorno al sovietismo. En un oscuro contexto, la econom&iacute;a rusa se volvi&oacute; realmente capitalista. Si bien los grandes grupos nacionales controlados por el Estado dominan los sectores estrat&eacute;gicos (algunos p&uacute;blicos, otros privados, aceptando a menudo una participaci&oacute;n extranjera con la condici&oacute;n de que sea minoritaria), la mayor parte de las empresas y los servicios siguen siendo privados y abiertos al mundo como sin duda jam&aacute;s lo fueron en Rusia.</p> <p> El objetivo perseguido por el Kremlin era pues muy diferente: se buscaba, bas&aacute;ndose en los elevados precios del crudo, reconstruir una industria diversificada y rentable, con grupos rusos capaces de competir en el terreno con las multinacionales occidentales. Los efectos de esta pol&iacute;tica, en el contexto de la suba de los hidrocarburos, fueron sorprendentes: en 2006, por primera vez, el Producto Interno Bruto ruso recuper&oacute; su nivel anterior a 1991, y los ingresos promedio del pa&iacute;s se incrementaron considerablemente. Sin duda all&iacute; reside, junto con la estabilidad institucional recuperada, la clave de la popularidad del presidente Putin.</p> <p> Sin embargo, lejos de ello, no todos los rusos se beneficiaron de este crecimiento. Y la opini&oacute;n p&uacute;blica no acepta todos los sacrificios que el poder le exige: prueba de ello es la gran ola de manifestaciones contra la reforma previsional que tuvo lugar a comienzos de 2005, que perjudicaba a los sectores m&aacute;s d&eacute;biles: jubilados, peque&ntilde;os funcionarios. El gobierno debi&oacute; entonces modificar su pol&iacute;tica social...</p> <p> <strong>DEBILIDADES Y CONTRADICCIONES&nbsp;</strong></p> <p> Al recibir a un grupo de expertos de Rusia (en septiembre de 2007), el titular del Kremlin declaraba que, seg&uacute;n &eacute;l, &ldquo;la democracia y el multipartidismo segu&iacute;an siendo los &uacute;nicos garantes de una verdadera estabilidad de Rusia en el largo plazo&rdquo;, y afirmaba sostener, por ejemplo, la idea de la creaci&oacute;n de un verdadero partido socialdem&oacute;crata. Pero agregaba inmediatamente que la implementaci&oacute;n de este multipartidismo &ldquo;llevar&iacute;a d&eacute;cadas&rdquo;. Muchos dirigentes pol&iacute;ticos, incluso en la oposici&oacute;n, comparten esta apreciaci&oacute;n, que refleja una profunda duda respecto de la madurez del electorado.</p> <p> En la pr&aacute;ctica, la administraci&oacute;n presidencial modific&oacute; profundamente el ejercicio de la democracia estos &uacute;ltimos a&ntilde;os, tornando m&aacute;s dif&iacute;cil la inscripci&oacute;n de los partidos y asociaciones (particularmente, las organizaciones no gubernamentales, sospechadas de ser sensibles a las influencias occidentales), o reformando la ley electoral para suprimir la elecci&oacute;n de diputados por circunscripci&oacute;n (que permit&iacute;a a los l&iacute;deres de la oposici&oacute;n ser elegidos aun cuando su partido no superara, en el sistema de representaci&oacute;n proporcional, el umbral eliminatorio del 7%). El control sobre los medios de comunicaci&oacute;n &ndash;al punto de que el principal canal, ORT, ya no invita a opositores cr&iacute;ticos a los debates&ndash; limita la libre expresi&oacute;n de opiniones a una o dos radios de audiencia reducida (especialmente, Eco Mosc&uacute;) y a la prensa, cuyos lectores disminuyeron desde el fin de la URSS.</p> <p> M&aacute;s preocupante a&uacute;n resulta el clima de presiones e intimidaciones que sofoca la expresi&oacute;n de movimientos considerados perturbadores. Especialmente el caso de las manifestaciones de &ldquo;La Otra Rusia&rdquo;, reprimidas por la polic&iacute;a o los Nashi (&ldquo;Los Nuestros&rdquo;, la organizaci&oacute;n de j&oacute;venes creada por el Kremlin). Tambi&eacute;n en este terreno, la sociedad rusa sigue siendo brutal y, aun cuando ninguna estructura oficial estuviera directamente implicada en el asesinato de los periodistas Anna Politkovskaia o Yuri Shchekochijin, la impunidad de los asesinos de periodistas, empresarios o directores de diversos niveles revela las debilidades estructurales del Estado: corrupci&oacute;n latente de los servicios de seguridad, ausencia de separaci&oacute;n entre los poderes Ejecutivo y Judicial, laxismo respecto de los grupos extremistas, en particular xen&oacute;fobos o skinheads.</p> <p> Los rusos nos invitan a tener en cuenta las dificultades de su camino hacia una mayor democracia y su breve experiencia en materia de reformas, desde la abolici&oacute;n del papel dominante del partido &uacute;nico en 1988 y el estallido de la URSS en 1991. El hecho de que unas elecciones se desarrollen normalmente en este pa&iacute;s significa un verdadero progreso. Pero en muchos aspectos, la &ldquo;democracia dirigida&rdquo; parece un eufemismo c&oacute;modo: deber&iacute;a m&aacute;s bien hablarse de &ldquo;democracia manipulada&rdquo;, ya que el poder no duda en atraer a los representantes de la oposici&oacute;n sensibles a la asignaci&oacute;n de puestos o privilegios, y se multiplican los v&iacute;nculos personales &ndash;e incluso familiares&ndash; entre los mundos pol&iacute;tico y econ&oacute;mico, mientras los representantes de la oposici&oacute;n son sistem&aacute;ticamente marginados.</p> <p> El actual jefe de Estado insisti&oacute; en la necesidad de una amplia mayor&iacute;a y de una presidencia fuerte para completar la estabilizaci&oacute;n del pa&iacute;s y devolverle el lugar que reivindica en la arena internacional. Nadie duda de que alcance ambos objetivos con el consentimiento de la gran mayor&iacute;a de la poblaci&oacute;n, sensible a los logros de los &uacute;ltimos a&ntilde;os. Sin embargo, este sistema pol&iacute;tico bajo control no podr&aacute; perdurar eternamente. El primer obst&aacute;culo reside en la pauperizaci&oacute;n real de un tercio de la poblaci&oacute;n (seg&uacute;n las estad&iacute;sticas oficiales), abandonado a su suerte por una sociedad dual, con contrastes exacerbados, a pesar del crecimiento recuperado. Estos estratos no se caracterizan por un alto grado de organizaci&oacute;n pero, tal como se vio en el invierno boreal de 2005, pueden manifestarse con fuerza.</p> <p> El otro obst&aacute;culo reside en la creciente contradicci&oacute;n entre el modo autoritario de ejercicio del poder y la l&oacute;gica liberal del sistema econ&oacute;mico y social. Hasta el momento, el Kremlin se abstuvo de limitar logros tan preciados y nuevos como la libertad de circular y comerciar en el exterior (para aquellos que tienen los medios para hacerlo, por supuesto, aunque sean cada vez m&aacute;s numerosos), informarse a trav&eacute;s de internet o incluso enviar a sus hijos a cualquier parte del mundo. En un pa&iacute;s hoy ampliamente abierto, la ret&oacute;rica patri&oacute;tica, las limitaciones al funcionamiento de los partidos y las asociaciones, el control burocr&aacute;tico de las empresas corren el gran riesgo de convertirse r&aacute;pidamente en obst&aacute;culos objetivos al propio crecimiento. Y de mostrarse ante un creciente n&uacute;mero de ciudadanos rusos como lo que son: visiones y restricciones administrativas heredadas del sistema sovi&eacute;tico.&emsp;</p> <p> &nbsp;</p> <p> * Director del Centro de Estudios Franco-Rusos de Mosc&uacute;.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <strong>EDICI&Oacute;N Y RELEVAMIENTO:</strong> Rafael Pansa</p> <p> <strong>FUENTE</strong>: <a href="http://www.eldiplo.org/notas-web/por-que-putin-es-tan-popular?token&amp;nID=1" target="_blank">ElDiplo</a></p></div>