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Fundamentar - Internacional https://fundamentar.com Fri, 29 Mar 2024 01:55:51 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Lula vs Bolsonaro: entre la polarización y las expectativas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6740-lula-vs-bolsonaro-entre-la-polarizacion-y-las-expectativas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6740-lula-vs-bolsonaro-entre-la-polarizacion-y-las-expectativas Lula vs Bolsonaro: entre la polarización y las expectativas

La victoria obtenida por Luiz Inácio Lula da Silva en el ballotage de las elecciones presidenciales brasileñas, será recordada como un hito en muchos más sentidos que el meramente político. Su centralidad a nivel internacional dio cuenta de las expectativas por el cambio de color político y las consecuencias a nivel interno y externo en un país de relevancia. Pero también sirvió para evocar, tal como un plot twist digno de una buena serie, la llegada al poder de un personaje que hace tan solo dos años estaba preso en una cárcel de Curitiba.

Y, para hacerlo más místico, tras mil y una tribulaciones, gana la elección por poco más de un punto y medio porcentual. No obstante, y aunque hayan pasado más de diez años, el recuerdo de sus éxitos tras dos períodos de gobierno ha jugado un papel fundamental a la hora de explicar este triunfo, por lo que uno de los desafíos inmediatos será moverse en otro tiempo político muy distinto. Sin embargo, la victoria de Lula no se explica solamente por los viejos éxitos de su gestión, sino también por factores que dieron cuerpo a la elección más polarizada de la historia brasileña.

Un primer factor resalta a la vista con solo mirar un mapa con la composición de votos por estados, con un Sur completamente dominado por el bolsonarismo y un Noreste en donde Lula no tuvo competidor. En este escenario, donde las diferencias de voto entre uno y otro candidato se anulan entre sí, entra en juego un segundo factor: las diferencias en estados claves. Así, Minas Gerais, que en estas elecciones fue prácticamente un swing state, volvió a constituirse en el estado testigo de la segunda vuelta, con resultados favorables a Lula —que reflejaron como un calco la diferencia de votos a nivel nacional—.

Por otro lado, el hecho de que la victoria de Bolsonaro en el estado de Sao Paulo fuera por una diferencia menor a la esperada, permitió que los estados con mayor predominio petista le otorgaran la exigua diferencia de dos millones de votos (1.7 puntos) que implicó, a la postre, la victoria de Lula.

Esto último nos lleva al tema de las encuestas. Si los resultados de la primera vuelta fueron los de un acierto a medias, en la medida en que los guarismos fueron mucho más precisos con Lula pero no captaron la capilaridad del bolsonarismo a nivel del electorado, en la segunda vuelta ocurrió exactamente lo mismo. Mientras Lula creció poco más de un punto entre la primera vuelta y la segunda, Bolsonaro creció casi seis puntos, por poco llegando a descontar la diferencia entre ambos a principios de octubre.

Esto debería servir para confirmar algunas nociones a futuro. La primera es que el bolsonarismo está definitivamente arraigado como fuerza en Brasil, y llegó para quedarse. Pareciera que las encuestas no captaron con precisión el nivel del apoyo con el que contaba (y sigue contando) Bolsonaro. Un segundo punto es que los candidatos que quedaron afuera del ballotage no son dueños de sus propios votos.

En una elección donde el electorado estaba fuertemente consolidado a favor de uno u otro candidato, el electorado que optó por terceras opciones (Simone Tebet o Ciro Gomes) decididamente fue a contramano de la bajada de línea de sus dirigentes. Esto no sólo prueba el punto anterior, sino que da cuenta de que el antipetismo es un sentimiento fuerte dentro del voto bolsonarista, que tiene cómo canalizarse electoralmente y que será un punto a considerar en el turbulento contexto social que se le avecina a Lula.

Un tercer punto nos lleva a la relación de fuerzas en el Congreso. La alianza de amplio espectro urdida por Lula ha servido para ganar por la mínima en la segunda vuelta, pero deberá probar su eficacia en un Congreso donde el bolsonarismo duro tendrá un papel relevante como primera fuerza en la cámara baja. Este elemento constituye una variación significativa en el contexto de una correlación de fuerzas similar a la legislatura surgida en las elecciones de 2018.

En este sentido, una incógnita será el papel que cumplirán las mayorías informales (las triple B) que fungieron como apoyos parlamentarios para Bolsonaro. En este punto, las formas políticas propias del presidencialismo de coalición serán fundamentales para sustentar el programa de gobierno llevado adelante por Lula, con el Centrão y el PDMB como actores fundamentales en una trama vital para cualquier proyecto político que se proyecte a futuro.

Más allá de los armados políticos, esta elección, y el tiempo mediato después de ella, estará signada por las narrativas electorales imperantes en la campaña electoral. Así, el binomio democracia vs autoritarismo sostenido por el PT se enfrenta, en una especie de tercer tiempo de largo espectro, con su opuesto entre libertad vs comunismo.

Si bien el primero de ellos se impuso en virtud del resultado electoral, las movilizaciones por parte de militantes bolsonaristas que no aceptan el resultado de las urnas sugieren que la díada sostenida por Bolsonaro continúan vigentes y propone un desafío inédito para el gobierno entrante: cómo enfrentar a los sectores más radicalizados, atravesados por otras narrativas —las de la posverdad— y que a estas horas se manifiestan en los cuarteles buscando la intervención del ejército. En este sentido, y tal como quedó plasmado en Estados Unidos con el asalto al Capitolio, lo que parece haberse roto es el pacto social por el cual los que pierden reconocen el resultado y no cuestionan el sistema electoral.

Siguiendo esta línea argumental, Bolsonaro no ha reconocido ni una ni otra. Su silencio por largas 48 horas y su declaración posterior ante la prensa —que abrió la puerta al proceso de transición—, estuvieron plagadas de mensajes contrapuestos. Mientras validó los cortes de ruta (cuya desobstrucción pidió recién el miércoles a la noche), esperaba apoyos institucionales que no se dieron, como los del sector empresario, el del agronegocio y, sobre todo, el de personalidades afines a su núcleo político, quienes reconocieron —con distintos tonos— la victoria de Lula, haciendo más pronunciado el aislamiento relativo de Bolsonaro tras la derrota.

Esto último hizo pensar en una división entre el bolsonarismo electoral y el institucional, e incluso se especula en una división dentro del propio Partido Liberal entre un sector afín a colaborar con el gobierno entrante y otro refractario a ello. En cierto sentido, Bolsonaro quedó prisionero de sus propios movimientos políticos. Reconocer la victoria de Lula implicaba alienarse de sus votantes, sobre todo de su núcleo duro. Incluso el llamado a desobstruir las rutas fue tomado por su militancia como otra fake news.

Como sea, todo esto no invalida el carácter de Bolsonaro como líder de la oposición futura, y los desafíos orbitarán en el orden de cómo articular tanto con los sectores radicales que apoyan su narrativa, como con el bolsonarismo institucional que acata las reglas del juego político.

Los discursos de Lula da Silva, al certificarse su victoria, orbitaron sobre aquella narrativa vencedora, pero además sirvieron para reinaugurar un tono mesurado y programático opuesto al predominante bajo la administración Bolsonaro. Al desafío social que supone (volver a) sacar a Brasil del mapa del hambre y poner el medioambiente en el centro, se le suma el retorno al mundo y la voluntad de jugar fuerte en espacios como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y los BRICS.

Si bien es cierto que el armado electoral amplio que le resultó indispensable para ganar la segunda vuelta puede condicionar algunas de sus propuestas de base, no menos cierto es que la propia figura de Lula funge como capital a la hora de reestablecer relaciones con actores de relieve en temas centrales como los mencionados, en un esperado retorno de aquella política activa y altiva que caracterizó su período anterior. La pregunta es si el conflicto interno se superpondrá a su papel como actor internacional global, en un mundo que no es el de 20 años atrás cuando asumió su primera presidencia.

Tal vez el condicionante más importante a superar sean las percepciones del mundo. En una arena internacional agitada por la guerra en Ucrania, la disputa entre Estados Unidos y China y variados conflictos regionales, el margen de maniobra con el que cuenta Lula será mucho menos permisivo y mucho más coactivo en función de las expectativas de los principales poderes respecto a cómo el nuevo gobierno se posicionará en torno a este escenario. De cualquier forma, si a nivel interno regresa la política, en lo externo el Norte mundial espera a Lula. Y no sólo las grandes potencias.

Nuestra región cuenta por primera vez un contexto de coincidencia ideológica por parte de los tres países rectores de la región, a los cuales se suma Chile y Colombia. En un retorno de una marea rosa —claramente distinta a la primera— el potencial de interlocución política es prometedor en un mundo que tiende a regionalizarse y cerrarse sobre sí mismo. De esta forma, a la mayor densidad institucional (reformateo de UNASUR, mayor perfil de CELAC, redefiniciones del papel de MERCOSUR) se le suma el desarrollo en nuevas tecnologías, la interconexión logística regional, el papel central en cuestiones medioambientales y un rol más activo de la industria.

Finalmente, y por fuera de los desafíos y los imperativos políticos que enfrentará el viejo líder, es interesante tratar de interpretar qué expresa realmente el retorno de Lula. Tal vez, parte de la respuesta esté en las diadas a las que nos referíamos anteriormente. Hace 20 años el debate se centraba en la discusión entre Estado y Mercado, y la victoria de Lula en 2002 se daba en el marco de la retirada del neoliberalismo regional. El escenario presente es muy distinto y mucho más desafiante, con una extrema derecha definitivamente enraizada en Brasil, con representantes en varios de sus vecinos.

Quienes abogaron por el fin de la historia ven refrendado su error: las ideologías importan, y esta dimensión es la que sustenta la díada democracia vs autoritarismo, la cual vuelve a tener vigencia luego de 40 años en otro contexto. En este marco, Lula y Bolsonaro prometen ser los protagonistas de una disputa política tensada al máximo, pero eso será materia para los meses que vendrán. Lula ha vuelto, y la región —y el mundo— respiran aliviados.

(*) Gisela Pereyra Doval es Doctora en Relaciones Internacionales (UNR). Investigadora del CONICET y Profesora de Problemática de las Relaciones Internacionales (UNR) Argentina. Sígala en @DovalGisela

(**) Emilio Ordoñez es Investigador, analista internacional en el portal Fundamentar.com y columnista radial en diversas emisoras de Argentina y el extranjero. Sígalo en @eordon73 

FUENTE: El Sol de Cuernavaca

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hola@fundamentar.com ( Gisela Pereyra Doval (*) y Emilio Ordoñez (*)) Opinión Sat, 12 Nov 2022 10:49:44 -0300
¿Por quién doblan las campanas? El capitán, progenitor del desastre https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6450-por-quien-doblan-las-campanas-el-capitan-progenitor-del-desastre https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6450-por-quien-doblan-las-campanas-el-capitan-progenitor-del-desastre Dolor. Con más de tres mil muertes diarias por covid, Brasil es hoy epicentro de la pandemia.

a actual crisis política brasileña es tal vez la más profunda que ha atravesado la administración Bolsonaro. Más grave que la renuncia de Moro, más que la Rebelión de los gobernadores del año pasado. Como aquéllas, ésta también es producida y acelerada por el avance del Covid; pero la diferencia es que ahora los números de la catástrofe en muertos y contagiados han comenzado a restarle apoyos clave a Bolsonaro. El revés del empresariado, el Congreso, la opinión pública, y una parte de las Fuerzas Armadas, deja al presidente sin soportes y con la necesidad de reestructurarse y reestructurar su cerco de poder. 

Las renuncias de Eduardo Pazuello (Salud), Ernesto Araújo (Exteriores) y Fernando Azevedo (Defensa), desencadenaron el reacomodamiento del secretario de Gobierno, el jefe de Gabinete, Justicia y Procuraduría de la República y coadyuvaron al reemplazo de la cúpula castrense, lo que marca la celeridad de la crisis. Ésta asume un nivel más profundo en la medida en que las divisiones al interior del Ejército en torno a la politización de su papel en la actual administración se hacen visibles, incluso con los nuevos nombramientos en las Fuerzas. Con la catástrofe sanitaria como telón de fondo asistimos a una doble vertiente de la crisis institucional: una política y otra castrense.

En particular, el papel del Congreso sorprende por su audacia en las últimas semanas, si se piensa en que ya había aprestos de un cuestionamiento del apoyo a Bolsonaro, apoyo que representa la virtual reedición del presidencialismo de coalición en un gobierno que había prometido desterrar esta política. El proyecto de despojar a Bolsonaro de la capacidad de establecer políticas sanitarias y de ser el propio Congreso quien las efectivizara, y viceversa, la intención de Bolsonaro de reunir en sus manos todo el poder decisorio, constituyó el primer mojón de un creciente divorcio entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo. El divorcio con el Poder Judicial ya lleva un tiempo, y con seguridad será agudizado por la restitución de los derechos políticos a Lula da Silva. 

Las salidas de Pazuello y de Araújo son parte de un proceso de desvinculación del “centrao” con el gobierno, algo inédito dado que los presidentes de Diputados y Senadores forman parte de la base de apoyo política del gobierno. Justamente, la intención de estos reemplazos es retener el soporte del centrao así como reforzar el control de las FF.AA. En este sentido, el nombramiento de Carlos França como canciller es un guiño a la moderación y el pragmatismo, pero subordinada al olavismo bolsonarista.

Este recambio de figuras en el Gabinete no es solo expresión cabal de la crisis política impulsada por el descalabro sanitario. El nudo gordiano de la actual coyuntura es la mencionada disputa, ahora abierta, entre dos visiones contrapuestas al interior de las FF.AA. sobre su papel en el proceso político actual: una visión institucionalista, que defiende el no involucramiento político del sector castrense, enfrentada a un proyecto que sostiene las decisiones políticas provenientes del Planalto. El proyecto para declarar el estado de emergencia –para derogar las cuarentenas sanitarias mediante el uso tanto del Ejército como de las fuerzas policiales–, desató los temores de un autogolpe en el plano político. Esto fue interpretado por el sector militar como una ruptura al profesionalismo defendido tanto por Azevedo como por las renunciadas cabezas de las tres Armas, en un contexto en el que la imagen del Ejército comienza a acompañar cuesta abajo la decreciente opinión pública sobre Bolsonaro y su manejo de la pandemia.

Todo esto ocurre en un nuevo aniversario del Golpe de Estado de 1964, reivindicado por Bolsonaro, su vicepresidente y parte de su gabinete. Aunque hay algunas pequeñas señales, la oposición sigue dividida en una crisis de hegemonía. Hasta ahora están desagregados y sin proyectos comunes. De este lado de la frontera esperamos que si no los une el amor, los una el espanto.

*Doctora en Relaciones Internacionales. Profesora de Problemática de las Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR. @DovalGisela

**Investigador en el Centro de Estudios Políticos e Internacionales (CEPI) de Rosario. Analista internacional de Fundamentar y columnista radial. @eordon73

FUENTE: Perfil

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hola@fundamentar.com (Gisela Pereyra Doval* / Emilio Ordóñez**) Opinión Wed, 07 Apr 2021 16:14:59 -0300
Emilio Ordóñez: “La dimensión sanitaria es una política de poder” https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6408-emilio-ordonez-la-dimension-sanitaria-es-una-politica-de-poder https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6408-emilio-ordonez-la-dimension-sanitaria-es-una-politica-de-poder Emilio Ordóñez: “La dimensión sanitaria es una política de poder”

El analista internacional de Fundamentar Emilio Ordóñez, reflexionó sobre los aspectos geopolíticos que están detrás de la carrera por conquistar la primera vacuna contra la Covid-19. En diálogo con el diputado nacional Germán Martínez en el programa Argentina Unida contra el Coronavirus que se emite por AM 1330 de Rosario, el reconocido intelectual analizó los escenarios presentes y futuros de la disputa global.

Según Ordóñez, lo que está detrás de todo esto, se resume en una palabra: influencia. “Hay 140 vacunas en proceso de pruebas en sus diferentes fases, alrededor de 26 en la etapa intermedia y sólo 6 corriendo la carrera por ser LA vacuna o una de las vacunas que tengan éxito contra la covid-19. Los Estados, en alianza con ciertos laboratorios importantes, van eligiendo, a partir de ciertas características como por ejemplo la capacidad tecnológica o el modelo de contención de la covid, países para ir probando estas vacunas. El objetivo, básicamente, es que estos Estados que obtengan la vacuna en alianza con estas empresas farmacéuticas sean merecedores de prestigio internacional al ser los primeros en poder combatir el coronavirus”.

“En el caso de Argentina, que tiene una gran capacidad de investigación y un cuerpo de investigadores especializados en inmunología de primer nivel, son al menos 4 las vacunas que se están probando. Tal como sucede en otras áreas de la política internacional, uno no vende, por ejemplo, limones a un solo país; uno diversifica sus mercados de exportación. Acá lo que se hace es más o menos parecido: diversificar la oferta de vacunas posibles, esperando que una de ellas o varias sean las más exitosas, de manera tal de mantener relaciones ya no con uno, sino con los países involucrados, de forma tal de obtener en el menor tiempo posible posiciones de privilegio a la hora de repartir estas vacunas. En el caso de Argentina, lo que hace es ganar la capacidad de obtener vacunas más rápido. Mientras que estos países, replicando estas políticas a nivel global, obtienen mayor presencia y mayor prestigio en el caso de éxito”, concluyó el internacionalista.

A continuación, Emilio Ordóñez explicó que “hay algo que me gusta llamar dimensión sanitaria. Uno tiende a pensar correctamente en las políticas sanitarias como una política de gestión pública, asociada directamente a las capacidades del Estado. Y en este último tiempo, ya no sólo el Estado está reclamando su lugar en el contexto de la pandemia, sino que hasta los propios organismos de crédito como el FMI alientan a la inversión masiva en el Estado, y sobre todo en cuestiones de salud”. Ordóñez agregó que “esto es importante para entender que la dimensión sanitaria ya no es solamente una política de Estado en el mismo nivel que las otras. La dimensión sanitaria es básicamente una política de poder a esta altura...de poder blando, es decir, todo lo que no sea militar, el poder blando es cultural, es películas por ejemplo, y también ahora mismo es una política sanitaria mundial. Entonces, una vacuna que tenga razonable éxito en comparación con otras que tengan éxito relativo, y esto se mide no sólo en la capacidad de destruir al virus en el momento, sino en generar inmunidad a largo plazo en aquel que es vacunado, bueno, esto genera mayor capacidad de delinear el mundo que se viene, luego de que la covid baje un poco su intensidad. O sea, quien tenga la mayor capacidad de contener al virus -porque está asumido que va a haber rebrotes y ya lo estamos viendo en Europa-, así como quien obtenga la vacuna comparativamente más efectiva, estos dos elementos van a determinar de alguna manera quién va a pisar más fuerte a la hora de delinear el orden global que se viene”.

Consultado sobre el trabajo conjunto entre Argentina y México para producir la vacuna de la universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca para América Latina, el analista dijo que “la iniciativa de Argentina y México reaviva una potencial alianza, esa alianza que en algún momento se intentó reconstruir en la década pasada y que tuvo algunos frenos por causas tradicionales de comercio como la venta de automóviles, ahora se renueva ante la emergencia sanitaria regional. Ambos países lo que provocan con esta alianza es reafirmar lo que se llama el principio de la solidaridad. Es decir, la producción de las vacunas tanto para nivel interno como a nivel continental, en una parcería de política sanitaria, al contrario de lo que se llama el nacionalismo de las vacunas, que es ‘yo produzco mis vacunas para mi población, y si sobre stock, ahí veo si lo vendo o si lo exporto gratuitamente’. El ejemplo de este nacionalismo de las vacunas es justamente Estados Unidos. Al principio de la pandemia habrás visto noticias sobre robos de vacunas, robos de barbijos… lo que denotó es que no existía tal comunidad internacional al respecto por lo menos de lo sanitario porque se robaban entre aliados inclusive. No había sociedad internacional en la forma en que habitualmente lo conocemos. Con el principio de solidaridad que como ejemplo ponen Argentina y México, lo que hacen es oponer un modelo contra otro. Por lo tanto, es perfectamente dable que aquella sociedad entre Argentina y México, que fue por tanto tiempo de mediana a baja intensidad, pueda de alguna manera empezar a generar la masa crítica-política para extenderlo a otras áreas y proponer también algún tipo de contención a otros modelos, como el caso brasileño, no sólo en su enfoque sanitario, sino también en su enfoque político”.

Para escuchar la entrevista completa podés ingresar acá -->VER

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Opinión Sun, 23 Aug 2020 14:56:56 -0300
De pivote a proxy. El occidentalismo rígido de la política exterior bolsonarista https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6388-de-pivote-a-proxy-el-occidentalismo-rigido-de-la-politica-exterior-bolsonarista https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6388-de-pivote-a-proxy-el-occidentalismo-rigido-de-la-politica-exterior-bolsonarista De pivote a proxy. El occidentalismo rígido de la política exterior bolsonarista

La aparición de la figura de Jair Bolsonaro en la escena internacional, aunque controvertida, no es un fenómeno aislado ni puede considerarse como una excentricidad asociada a un proceso político social específico. Más bien, su surgimiento y estadía se enmarcan en una coyuntura internacional en la que predomina –no sin contestación– el ascenso al poder de fuerzas políticas de derecha.

Aunque en algunos aspectos Bolsonaro establece rupturas con respecto al contenido habitual de la diplomacia brasileña, uno de los puntos de continuidad más claros con modelos más tradicionales es la relación preferente con Estados Unidos, con distinta intensidad pero siempre presente. La articulación de relaciones bilaterales preferentes, así como el carácter “especial” atribuido a ellas, está en el corazón del americanismo como uno de los ejes de la política exterior brasileña, el cual reconocerá matices en diferentes etapas históricas. La contraparte del americanismo brasileño, por el lado estadounidense, fue la importancia otorgada a Brasil como llave del subcontinente.

Sin embargo, en este periodo, la relación bilateral asume un carácter inédito, bajo el supuesto de que la singularidad que adoptan estos vínculos se fundan en factores que exceden lo meramente político. Para ello, construimos la categoría de Estado proxy, el cual, a nuestro entender, responde a la política externa de Bolsonaro.

El juicio político a Dilma Rousseff en 2016 constituyó, en los hechos, el cierre de la etapa universalista de la política exterior brasileña. Tras el interregno de Michel Temer en el que la presencia y la intensidad del despliegue exterior brasileño se redujeron notablemente, sobre todo en comparación con el periodo de la diplomacia presidencial activa y altiva de Luiz Inácio Lula da Silva, el gobierno de Bolsonaro imprimió un perfil inédito a la formulación de la política exterior brasileña mediante la adopción de un occidentalismo rígido que vincula inextricablemente la orientación externa de Brasilia a los intereses nacionales de Washington. Adicionalmente, la pandemia de coronavirus, que colocó a Brasil como uno de sus epicentros mundiales con sus conocidas repercusiones en lo local, ha reforzado esta orientación externa, agregando una nueva dimensión de vinculación con la potencia hegemónica que confirma estas tendencias y produce, al mismo tiempo, nuevas rupturas con las antiguas tradiciones de política exterior.

Brasil pivote: la clase media mundial
La idea de Estado pivote se remonta a la geopolítica de fines del siglo XIX y comienzos del XX y es un término acuñado por Halford John Mackinder cuando, en 1904, escribe El pivote geográfico de la historia. Para Mackinder, un área pivote era un territorio que, quien lo controlara, podía dominar el mundo desde allí.

En una reinterpretación más contemporánea, Estado pivote tiene dos acepciones que responden a visiones más negativas u optimistas. La primera se refiere a lo que se llamó también efecto dominó y alude a un Estado lo suficientemente importante como para desestabilizar a toda una región e, incluso, al sistema internacional en su conjunto en caso de una crisis. En principio, la inestabilidad correspondería con una amenaza externa (lógica Este-Oeste). No obstante, en la actualidad, el desorden provendría desde adentro. La acepción más positiva de Estado pivote tiene que ver con lo que Paulo Schilling y Henry Kissinger llamaban Estado llave y que alude a la idea de que el Estado en cuestión tiene la capacidad de influir en el resto de los Estados de su región en orden de sus acciones y de establecer la agenda. La imagen de llave remite a lo necesario para abrir la puerta de la región. Pero también es importante decir que Brasil “compró” el discurso de ser clave para Estados Unidos y actuó en consecuencia, aunque (casi) siempre esperó una contraprestación a cambio: un pivote debe beneficiarse de la alianza con Estados Unidos. Este será el sesgo predominante en el despliegue de la política exterior brasileña al menos hasta 2016. El gobierno de Lula fue particularmente interesante en este sentido pues, a pesar de estar enmarcada en un modelo universalista de política exterior, la relación bilateral no sufrió grandes consecuencias, sino todo lo contrario, ascendiendo a Brasil a la categoría de potencia emergente.

En este sentido, como pivote, Brasil ha asumido en el pasado una especie de papel de clase media del sistema internacional en vistas de sus tendencias de desarrollo, sus estructuras socioculturales y, por sobre todas las cosas, sus potencialidades. Ahora bien, lo que resulta significativo de ser la clase media internacional es la percepción que estos países tienen de sí mismos y, en consecuencia, de sus aspiraciones. En este sentido, hay países que, aunque en cuanto a índices cuantificables tienen cifras elevadas, tienen una autopercepción que los une a los Estados menos desarrollados y, viceversa, Estados que se tienen en muy alta estima aunque no estén en los lugares más altos de los listados internacionales. Aquellos Estados que tienen mayor conciencia de su pertenencia a la clase media internacional son los más capaces para proyectar su “poder” tanto para desplegar su liderazgo regional como para ejercer influencia en el sistema internacional. Sin embargo, para poder consolidar su estatus y ejercer su papel en los reclamos de poder mundial, a nivel internacional los Estados medios deben pactar alianzas. En este punto hay la posibilidad de que la clase media pacte alianzas con dos tipos de Estados: la “élite” (ya que la clase media aspira a ser parte de la misma), que aceptará la alianza siempre y cuando esté dispuesta a una cierta difusión de poder en la jerarquía internacional, o que, en el caso de un rechazo del reacomodo o de rigidez del sistema, pactará con el “sector proletario” de la sociedad internacional. De elegir esta última opción, la clase media puede estructurar, junto con el proletariado, acciones comunes para desplazar a la élite en beneficio de ambos. En el caso de los Estados pivote, se negocia con la élite. Sin embargo, desde el ascenso de Bolsonaro, observamos una nueva tendencia: el surgimiento de Brasil como Estado proxy.

Brasil proxy: el occidentalismo rígido de Bolsonaro
El nuevo americanismo en clave de occidentalismo rígido se corporiza en el intento de desvinculación de tratados internacionales, como el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular de la Organización de las Naciones Unidas o el Acuerdo de París sobre cambio climático; la voluntad de destruir o reformular los organismos económicos y políticos regionales sin proyectar vocación de liderazgo en estos procesos; la estigmatización del arco progresista local, regional y mundial a partir de un discurso pretendidamente desideologizado (la persecución a los partidos de izquierda y a actores como movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales); la virtual anulación de Itamaraty como generador y decisor de política exterior, y el enfoque adoptado por Bolsonaro para enfrontar la pandemia del covid-19, que excede los límites de la política pública sanitaria para transformarse en una dimensión más del tránsito de Estado pivote a Estado proxy.

La idea detrás de esta nueva forma de vinculación frente a la potencia regional es introducir a Brasil en una lucha civilizacional en la que está en juego “el alma de Occidente”, a tono con la prédica liderada por el presidente estadounidense Donald Trump, y Brasil debe formar parte de esta lucha. El enfoque civilizacional, así entendido, permea todas las áreas de acción de la política brasileña y se trasluce en diversos puntos de agenda tanto a nivel regional como internacional. Lo interesante es que el enfoque dado por Bolsonaro a estos puntos de agenda no solo fueron coincidentes discursiva y pragmáticamente con los de Estados Unidos, sino que la “correa de trasmisión” hacia los actores recipiendarios mostró su eficacia mediante la adopción de discursos similares en países vecinos. Por ejmeplo, la securitización de la agenda inmigratoria trumpista no solo encontró eco en Brasil sino que se tradujo, con sus matices, en la agenda interna argentina y uruguaya. El tratamiento de la crisis política venezolana, con su coletazo en la cuestión migratoria regional, es otro ejemplo claro en el abordaje de los tiempos de la crisis, adoptando un discurso nacionalista e intervencionista, u otro más sosegado, según la lectura de los tiempos de la crisis promovida por Washington. De la misma manera, la estrategia actualmente adoptada por Bolsonaro para abordar la actual pandemia se inserta en estas líneas de acción. En este sentido se verifica una unidad de discursos y acciones entre Brasil y Estados Unidos tanto en lo referente a la modalidad de confinamiento social como al controvertido uso de la cloroquina como tratamiento para el coronavirus, conformándose una “dimensión sanitaria” en la relación entre ambos países. A su vez, presenta coincidencias con algunos aspectos del occidentalismo rígido, como el cuestionamiento a la Organización Mundial de la Salud sobre el papel de coordinador de los esfuerzos globales de combate a la enfermedad, o en la inserción de este discurso en una dicotomía izquierda/derecha funcional, tanto a la variable macro como a la disputa política interna.

Lo sustancial al mencionar estos ejemplos es, precisamente, remarcar su contrario: la ausencia de una “correa de transmisión hacia arriba”, hacia los repartidores supremos, en clave puigiana. Acorde con la vocación reformista y de liderazgo mostrada por Brasil en la década de 2010, hubo momentos en que el país elevó sus pretensiones en nombre de la región y en búsqueda de usufructuar el carácter autopercibido de potencia regional. En este sentido, la identificación de Bolsonaro con las posiciones de Trump, imbuida de este carácter civilizatorio de época, tienen un doble efecto: desvincula a Brasil de la agenda regional y erosiona su papel como referente “hacia arriba”, puesto que renuncia voluntariamente a hacer uso de aquél diferencial de poder proveniente del reconocimiento de Estados Unidos como pivote regional para acrecentar su prestigio regional e internacional, haciendo de los vínculos entre Washington y la región un camino de una sola dirección, hacia abajo. La renuncia al diferencial de poder involucra también la ausencia de búsqueda de beneficios para Brasil. En definitiva, esta renuncia daba lugar a un altruismo inteligente en las relaciones bilaterales entre Brasil y Estados Unidos; la unidireccionalidad de las demandas y la adopción acrítica de la agenda estadounidense, englobada en la adopción de una concepción civilizatoria que permea tanto la política interna como las vinculaciones externas –incluidas las regionales– son los elementos que comportan el carácter específico de la agenda exterior bolsonarista y que ha llevado a Brasil de ser un Estado pivote a convertirse en un Estado proxy.

Esto no implica en ningún caso que la política estadounidense hacia Sudamérica dependa exclusivamente de Brasil, sino que se plantea la funcionalidad del Estado proxy con respecto a las políticas de Estados Unidos hacia la región que, por lo demás, son coherentes con las impulsadas a nivel mundial, que se vuelven a un rechazo de cualquier esquema de gobernanza global y priorizan las relaciones bilaterales. El Estado proxy solo funge como representante de los lineamientos básicos de Estados Unidos y procura su difusión regional, mientras que Washington se reserva total autonomía en su formulación de la agenda regional e, incluso, en el cambio de los lineamientos “hacia abajo” que el Estado proxy puede transmitir.

Esta forma inédita que adopta la intensidad del vínculo de Brasil con la potencia difumina los límites entre la formulación de una política exterior autónoma y la simple aceptación de los postulados provenientes del Norte, de manera que, lejos de racionalizar el carácter subordinado autopercibido de Brasil en materia de inserción externa, se asume in totum la línea política llevada adelante por Trump. De esta forma, Brasil dejaría de constituir un aliado con autonomía para ordenar la región, para convertirse en un representante directo de los intereses y postulados de Estados Unidos.

El nudo del tránsito de Estado pivote a Estado proxy es que esta relación de intercambios mutuos, como presupuesto de la formulación de una política exterior autónoma, permanecerá difusa. En este sentido, no se trata solo de una estrategia de convergencia con la agenda del hegemón regional, sino de una virtual subsunción de agendas, en la cual los objetivos del hegemón y del subordinado se unifican.

Básicamente lo que cambia es que, aun en el caso en que podamos calificar la política exterior de Bolsonaro como americanista, su orientación toma la agenda estadounidnese como propia y la transmite a la región “a su cargo” desde un lugar de guía moral, pero sin obtener nada a cambio ni ordenarla con base en su interés nacional. Visto de esta manera, proxy es la ausencia de objetivos propios.

Para Bolsonaro y su círculo cercano, el alineamiento irrestricto con Estados Unidos es la única opción viable. El problema surge aquí porque objetivos y alternativas de acción se confunden estableciendo una línea borrosa en la persecución del interés nacional que, en última instancia, es la razón de ser del diseño y formulación de toda política pública; es decir, la libertad de acción en la esfera internacional debe o debería estar condicionada por el interés nacional. En este caso, el interés nacional, establecido por los diversos modelos de autonomía o desde los dos modelos tradicionales (americanismo y universalismo), involucra la supervivencia del Estado y la defensa de sus intereses en un marco que confunde nociones tradicionales con un enfoque existencial en el cual el carácter moral brasileño está en riesgo y hay que defenderlo de los enemigos, en particular de la izquierda.

A modo de cierre
El surgimiento del fenómeno Bolsonaro, además de una consecuencia de condiciones internas que permiten su ascenso, es un correlato de la derecha en la política internacional, coronada por la asunción de Trump al frente de la Casa Blanca. La contestación de este fenómeno por parte de las fuerzas de izquierda a nivel internacional se da mediante un “choque de concepciones” por medio de las cuales se pone en juego el consenso liberal surgido de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial: el orden internacional liberal. En este debate se cuestionan tanto los axiomas tradicionales de la política mundial como los nuevos temas surgidos al calor del proceso de globalización. De esta manera, la relación especial trasatlántica entre Estados Unidos y Europa, el ideal kantiano de que las democracias no pelean entre sí, el wilsonianismo que define buenos y malos gobiernos (en el caso de Estados Unidos durante el gobierno de Trump, al menos), la temática del cambio climático, entre otras nociones, conforman un relato en permanente debate.

En esta discusión es que se enmarca el cambio inédito de la orientación política exterior de Brasil durante el gobierno de Bolsonaro. Tanto la noción del papel que debe desempeñar Brasilia en la región y en el mundo –presupuesto válido también en un escenario posterior a la pandemia– como la particular percepción por parte del Presidente brasileño, conforman el fundamento principal del tránsito hacia lo que hemos llamado Estado proxy. Es por esto que este tránsito puede muy bien ser entendido como una forma de adaptación y asimilación de la política externa brasileña al “choque de concepciones” a nivel mundial que adoptaría, en el caso brasileño, las formas de un americanismo intenso en lo regional y un occidentalismo rígido en lo internacional.

Una última cuestión se refiere a la perspectiva de futuro de esta estrategia de inserción. El tránsito hacia el Estado proxy supone una percepción de Brasil en la primera línea de defensa de un mundo occidental teóricamente en peligro, la cual no parece haber cambiado con el advenimiento del coronavirus ni con la crisis sanitaria generada por la ausencia efectiva de políticas impulsadas por el gobierno de Bolsonaro, ya que la “dimensión sanitaria” fue integrada efectivamente al conjunto de ideas que posibilitaron este tránsito. Sin embargo, el proceso de reconfiguración del orden internacional acelerado por los efectos del covid-19 ha generado señales poco auspiciosas en términos de la participación activa de Brasil en un escenario posterior a la pandemia.

En este sentido, la iniciativa de Trump de reformular el G-7 dada a conocer a finales de mayo de 2020, dejando a Brasilafuera de la misma e incluyendo a otras potencias medias como Australia, Corea del Sur  y la India, representa un llamado de atención en torno a los grados reales de inserción futura de Brasilia. Esto se suma a otros gestos de igual calibre, como el cierre de aeropuertos a vuelos provenientes de Brasil o las declaraciones de Trump comparando los efectos de la discutida política sanitaria sueca con la llevada adelante por Bolsonaro, lo que confirma tanto la unidireccionalidad de las demandas transmitidas por medio de la “correa de transmisión” como la discrecionalidad de Washington para cambiar el sentido de dichas demandas.

Como sea, la apuesta brasileña por profundizar su condición de Estado proxy continúa tanto en gestos como en políticas. Aun en medio de los cambios que propone la pandemia, en Brasil, el americanismo volvió para quedarse.

 

FUENTE: Foreign Affairs

(*) Doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Argentina. Es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y profesora de Problemática de las Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR.

(**) Analista internacional de Fundamentar. Investigador en el Centro de Estudios Políticos e Internacionales (CEPI).

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hola@fundamentar.com (Gisela Pereyra Doval (*) y Emilio Ordóñez (**)) Opinión Fri, 19 Jun 2020 09:56:21 -0300
La Reina aceptó el plan de Boris Johnson de suspender el Parlamento https://fundamentar.com/internacional/item/6246-la-reina-acepto-el-plan-de-boris-johnson-de-suspender-el-parlamento https://fundamentar.com/internacional/item/6246-la-reina-acepto-el-plan-de-boris-johnson-de-suspender-el-parlamento Boris Johnson en la tradicional audiencia con la reina Isabel II antes de asumir como primer ministro

Boris Johnson, solicitó a Isabel II la suspensión del parlamento desde el 10 septiembre hasta el 14 de octubre y la reina aceptó el pedido del primer ministro británico. En diálogo con Todas Las Voces por AM 1330 Rosario, el internacionalista del Centro de Estudios Políticos e Internacionales -CEPI- Emilio Ordóñez, analizó la tensa situación política generada a raíz de la decisión.

La situación “implicaría que no habrá debate parlamentario en un momento complejo y decisivo de la vida política británica, como es la previa de lo que se perfila ya como un Brexit sin acuerdo”, comenzó diciendo Ordóñez, y luego agregó que “esta medida de Boris Johnson estaba siendo contemplada tanto por el propio gobierno como por la oposición. Desde el primer momento como primer ministro el 24 de julio, Boris Johnson siempre tuvo en mente esta opción. Sin embargo, tenía también la idea de flexibilizar la posición de su contraparte europea en términos al acuerdo de salida, que ya sufrió tres negativas parlamentarias durante el gobierno de Theresa May”.

Por otro lado, Ordóñez explicó que “la posición oficial de la Unión Europea es que el acuerdo no se toca. Johnson lo que está planteando es que no sólo no habrá acuerdo, sino que la negociación para un posible acuerdo de salida no debería tener el tema de la salvaguardia irlandesa, la idea de mantener una apertura en la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, o sea, parte de la Unión Europea y parte del Reino Unido, sería el único punto de contacto y allí no habría ninguna frontera dura que alzara las viejas fronteras que existieron durante la época de la guerra civil en Irlanda del Norte. Esto ha generado ya bastantes problemas en este territorio y es una cuestión de alta preocupación, tanto para Gran Bretaña como para la Unión Europea”.

¿Qué implica la decisión de Johnson?

Según el analista internacional del CEPI, implicaría “dos semanas en las cuales el parlamento no debate. Se reabriría el 14 de octubre, a dos semanas de lo que sería un Brexit sin acuerdo, sin apenas tiempo para debatir y esto ha generado gran conmoción en la política británica y, sobre todo, en sectores de la oposición que hablan ya de ‘crisis constitucional’ porque lo ven como una manera de silenciar al parlamento en medio de debates y maniobras para evitar un Brexit sin acuerdo. Algunos hablan de que diputados conservadores -el partido de Boris Johnson- ya estarían entrando a negociar con la oposición para retardar lo más posible esta medida y tratar de ganar cuerpo para un voto de confianza que pondría en juego el gobierno de Boris Johnson apenas nacido”.

La figura de Johnson

De acuerdo a Emilio Ordóñez, el actual primer ministro “es parte de una nueva generación de políticos británicos. Se ha mantenido en las más altas esferas durante bastante tiempo, tanto como alcalde de Londres y como ministro de relaciones exteriores durante parte del período de Theresa May”. El analista interpretó que “está tratando de demostrar iniciativa ante lo que es objetivamente considerado como una carencia de legitimidad: recordemos que Boris Johnson no fue elegido en elecciones generales, sino que fue elegido por el voto interno del Partido Conservador tras la renuncia de Theresa May”.

El Grupo de los 7

Según el internacionalista, “la cumbre del G-7, recientemente celebrada en Biarritz, si bien estuvo centrada en la catástrofe ambiental del Amazonas, también se dio su tiempo para hablar del Brexit duro con otro referente de los nacionalismos emergentes y de los cuestionamientos al orden internacional liberal como es el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Este último apoyó no sólo el proceso del Brexit, sino que apoyó a Johnson en el G-7 con la idea de un Brexit sin acuerdo, para empezar a negociar inmediatamente un acuerdo comercial entre Estados Unidos y Gran Bretaña, que en los hechos, según el presidente francés Emmanuel Macron, pondría a Gran Bretaña, dadas las asimetrías económicas, casi a un nivel de vasallaje económico internacional.

"La polémica está servida entre sectores que quieren el Brexit y los que no lo quieren, que atraviesan los partidos políticos británicos y que atraviesan también las fronteras, poniendo de un lado y del otro a diferentes líderes mundiales”, concluyó Ordóñez.

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Internacional Wed, 28 Aug 2019 11:55:51 -0300
Italia, "a las puertas de una crisis política" https://fundamentar.com/internacional/item/6220-italia-a-las-puertas-de-una-crisis-politica https://fundamentar.com/internacional/item/6220-italia-a-las-puertas-de-una-crisis-politica El Ministro del Interior, Matteo Salvini, celebrando la aprobación de un decreto anti-inmigración durante la semana pasada.

La tensión en Italia no da respiro. El internacionalista Emilio Ordóñez analizó la situación actual que vive el país europeo, producto de un posible resquebrajamiento de la alianza gobernante.

El analista internacional del Centro de Estudios Políticos e Internacionales, Emilio Ordóñez, estuvo conversando con AM 1330 sobre la coyuntura actual en Italia, dónde empezó a tomar forma la posibilidad de llamar a elecciones adelantadas. Sostuvo que “este pedido de adelantar los comicios deja a Italia a las puertas de una nueva crisis política”.

Ordóñez afirmó que “si bien aún no se hizo oficial, esto fue una importante declaración de intenciones por parte del actual Ministro del Interior, Matteo Salvini, que coquetea hace un tiempo con la idea de romper la alianza que lo une al Movimiento 5 Estrellas”.

Además, ponderó que “llamar a elecciones anticipadas serviría para refrendar la alta popularidad de la cual hoy goza la administración, al menos en materia inmigratoria”.

La figura central en la política de Italia es Matteo Salvini. El entrevistado argumentó que “Salvini viene tomando impulso desde las elecciones europeas de junio, donde obtuvo el doble de votos que sus socios de la coalición. Su partido, la Liga, experimentó un crecimiento exponencial: mientras hace 4 años revistaba un 4% de los sufragios para la Legislatura, hoy cuenta con un 34% de votos en las elecciones europeas”.

En sintonía con esto, dijo que “las cifras le darían un nivel de intención de votos para la posibilidad de gobernar en una coalición enteramente de derecha, sumando a Forza Italia, que es el partido de Silvio Berlusconi, y a Fratelli d’Italia, una formación de ultraderecha liderada por Giorgia Meloni. Estos partidos sintonizan con la política antiinmigratoria de Salvini”.

En cuanto a la tensión entre los partidos que conforman la coalición de gobierno, el analista internacional expresó que “fue originada por la negativa del Movimiento 5 Estrellas de aprobar un pliego para terminar la construcción de una línea ferroviaria de alta velocidad que une Turín con Lyon, en Francia”.

La cuestión de este ferrocarril es “un tema muy importante en materia ecológica para el Movimiento 5 Estrellas. La problemática ambiental es una de las banderas que lleva adelante este movimiento, que parecía una alternativa por fuera de la política tradicional de la derecha y la izquierda. Hoy, como socio de La Liga de Salvini, se desdibuja en materia política y electoral”.

Ante esta coyuntura, Ordóñez confirmó que “Salvini está convencido de que algo se ha roto en la alianza a partir de esta votación. Todo parece indicar que, si bien todavía no hay un llamado oficial a una moción de confianza en el Parlamento Italiano, el cuadro general conduce a que puede haber elecciones anticipadas que refrenden la popularidad de Salvini”.

En cuanto a los otros actores de la política de aquel país, contó que “hay expectativa en lo que haga el actual Primer Ministro, Giuseppe Conte, que ha oficiado de mediador entre ambas fuerzas en pugna”.

La fortaleza del Ministro del Interior Matteo Salvini ha ido en aumento en las últimas semanas “por la aprobación de una ley antiinmigración que endurece las penas a las ONG que se encuentren en el Mar Mediterráneo, a la búsqueda de náufragos que llegan desde el Norte de África”. Según Ordóñez, “Salvini busca forzar una ruptura de la coalición para aprovechar su popularidad con vistas a eventuales elecciones anticipadas. También ha sido capaz de dominar la agenda política italiana, de arrastrarla a donde se siente más cómodo. El mérito del ministro del interior fue nacionalizar una agenda que sólo era de las regiones del norte, dónde nació su partido”. 

No obstante, el especialista advirtió que “los posicionamientos del Primer Ministro Giuseppe Conte, del Presidente Sergio Mattarella y de los otros partidos, serán importantes para ver cómo sigue esta situación”.

(*) Analista del Centro de Estudios Políticos Internacionales (CEPI)

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hola@fundamentar.com (Santiago Toffoli (*)) Internacional Fri, 09 Aug 2019 12:00:17 -0300
Ormuz. "Incómoda tensión en un lugar muy sensible" https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6171-hay-una-incomoda-tension-en-un-lugar-muy-sensible https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6171-hay-una-incomoda-tension-en-un-lugar-muy-sensible Uno de los petroleros arde en el Golfo de Omán, dando lugar a una nueva tensión entre EEUU e Irán.

El analista del Centro de Estudios Políticos Internacionales (CEPI), Emilio Ordóñez, en diálogo con AM1330, otorgó su punto de vista en torno a la compleja situación que atraviesa Medio Oriente, luego de la explosión, en el día de ayer, de dos barcos petroleros en la zona del Golfo Pérsico.

Ordóñez aseguró que “nuevos hechos de tensión amenazan la zona del Golfo Pérsico y más concretamente en el Estrecho de Ormuz donde dos cargueros petroleros, uno de origen noruego y el otro de origen japonés fueron víctimas de una explosión”. A partir de este hecho, recordó que “el Estrecho de Ormuz es el paso de tránsito por donde navega ni más ni menos que alrededor del 20% de la totalidad del comercio mundial de petróleo. Esto ha hecho que el barril de petróleo suba a US$62, un 4%. Pero otra de las consecuencias ha sido el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán”, ya que se acusa a esta última de haber provocado las explosiones.

El internacionalista enfatizó que “ya se ha hablado en muchas ocasiones de estos dos países. Esta situación se da en el marco del retiro unilateral, por parte de Estados Unidos, del Acuerdo 5+1 que promovía una moratoria en el desarrollo nuclear iraní. Este retiro ha dejado a los socios europeos de este pacto en la disyuntiva entre mantener contento a Donald Trump, y a la vez contener a Irán en la senda de la moderación nuclear”. En consonancia con lo anterior, afirmó que “las explosiones de los cargueros han generado nuevos temores de conflicto bélico en una zona muy sensible para el comercio mundial, y de aquí se desprende el aumento en el precio del petróleo. Es decir, por los riesgos de una conflagración bélica y no por la propia importancia de los dos cargueros”.

Ordóñez advirtió que “todavía no están determinadas las responsabilidades del caso, a pesar de que en la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Estados Unidos acusó directamente a la Guardia Revolucionaria Iraní de haber perpetrado estos ataques”. Además, dijo que “esta situación coincide con las tareas de mediación que el Primer Ministro japonés, Shinzo Abe, se encuentra haciendo ante el ayatolá iraní Alí Jamenei para moderar las tensiones con Estados Unidos. Por ahora, no ha tenido éxito”.

En este sentido, el analista confirmó que “todo esto hace pensar en un nuevo momento de las tensiones. Si bien todavía creo que estamos lejos de una conflagración bélica, ambos se están tanteando para ver hasta dónde llega cada uno, dando como resultado una situación de incómoda tensión, en un lugar extremadamente sensible para el comercio internacional”.

En cuanto al papel que está jugando el Gobierno de los Estados Unidos, el internacionalista manifestó que “Donald Trump acostumbra a jugar con el palo y la zanahoria, una figura muy utilizada en la retórica internacional: el palo para castigar, la zanahoria para premiar. Amaga con iniciar acciones profundas pero luego abre una puerta para negociar. Lo que Trump hizo hasta ahora fue dejar que su Secretario de Estado, Mike Pompeo y su Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, inciten a pensar que habrá una conflagración de algún tipo con Irán mientras que el propio Presidente norteamericano los desmiente, asegurando que no quiere una guerra con la República Islámica. Esto movimientos pueden leerse en clave de presión hacia Irán para obligarlo a retomar las negociaciones en el Acuerdo 5+1, ya que Trump sostuvo siempre que el acuerdo firmado por su antecesor, Barack Obama, era un pésimo acuerdo y que podía ser mejorado. Una de sus promesas de campaña fue lograr un pacto más beneficioso para los Estados Unidos”.

No obstante, Ordóñez señaló que “lo que se ha logrado es que se les abrió el juego a los sectores más conservadores y belicistas de ambos países”.

En conclusión, el analista sostuvo que “la suba del petróleo puede repercutir en nuestro país, como neto tomador de precios. Esto probablemente refuerce el discurso del Presidente Macri a la hora de justificar el aumento de los precios del petróleo y el rebote que ocurre en los precios internos del combustible, y por ende en el precio de otros bienes sensibles. Esto marca por qué hablamos de estos temas y cómo se relaciona todo con todo”.

(*) Analista del Centro de Estudios Políticos Internacionales (CEPI)

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hola@fundamentar.com (Santiago Toffoli (*)) Opinión Fri, 14 Jun 2019 11:29:43 -0300
Brasil: Jair Bolsonaro Oficializó su Candidatura https://fundamentar.com/internacional/item/6023-jair-bolsonaro-oficializo-su-candidatura-a-la-presidencia-de-brasil https://fundamentar.com/internacional/item/6023-jair-bolsonaro-oficializo-su-candidatura-a-la-presidencia-de-brasil Jair Bolsonaro

Según el internacionalista Emilio Ordóñez “ha habido una incapacidad por parte de los factores que llevaron adelante el golpe institucional de crear un candidato de centro-derecha mucho más amigable”

El diputado ultraderechista y ex capitán del Ejército Jair Messías Bolsonaro oficializó en un acto en Río de Janeiro su candidatura presidencial para las elecciones presidenciales brasileñas de Octubre, marcadas por la prisión del máximo favorito de cara a la contienda electoral, el ex presidente y líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva.

El candidato del Partido Social Liberal (PSL) comenzó su discurso diciendo que "Mi candidatura es una misión. Si estoy aquí es porque creo en ustedes, y si ustedes están aquí es porque creen en Brasil"

El internacionalista del Centro de Estudios Políticos e Internacionales -CEPI- y de Fundamentar.com, Emilio Ordóñez, analizó el perfil de Bolsonaro y el escenario electoral brasileño en diálogo con el programa Todas Las Voces que se emite por la AM 1330 de Rosario. “Bolsonaro se presenta a esta campaña con una agenda previsible, una agenda que involucra, en primer lugar, la liberación de armas”, indicó el analista, y enfatizó que “es uno de los grandes abogados a favor de una mayor liberalización de la economía brasileña”, lo cual significa “la continuidad del programa económico que está llevando adelante el gobierno surgido del putsch institucional que dejó fuera de carrera a Dilma Rousseff en la presidencia”.

Además, Ordóñez describió al candidato como “uno de los principales garantes de un sector muy representativo del ejército y la policía en el congreso y, sobre todo, del evangelismo, que allí en Brasil tiene un poder político nada despreciable” ya que “es uno de los factores más importantes que están representados también en el Congreso”.

“Bolsonaro está a 16 puntos de Lula Da Silva -33 puntos contra 17- en las últimas encuestas que consideran a Lula como candidato. En las que no se encuentra Lula como candidato, Bolsonaro se encuentra primero a pocos puntos de la segunda, que es Marina Silva del partido Red y Sustentabilidad”, explicó el analista.

Emilio Ordóñez dijo que “finalmente, Bolsonaro hace su aparición oficial en la campaña brasileña con un claro sesgo antipetista. En el acto volvió a repetir que ‘cuatro años más de gobierno del Partido de los Trabajadores es inaguantable para Brasil’, confirmando que él va a tomar los postulados políticos y económicos del gobierno de Michel Temer, pero sin ser específicamente el heredero”. En este sentido, el internacionalista de Fundamentar.com reflexionó también sobre el proceso político desde la asunción de Michel Temer, indicando que “ha habido una incapacidad por parte de los factores que llevaron adelante el golpe institucional de crear un candidato de centro-derecha mucho más amigable o, en su defecto, un candidato que tuviera algún sesgo de centro amigable a aquellos desencantados con el PT”

Con respecto a la amplia diferencia en las intenciones de voto de Lula y Bolsonaro, Ordóñez fue contundente al afirmar que “no da la sensación de que se vaya a achicar en el futuro previsible. Es más, da la sensación de que podría aumentar, habida cuenta de que Lula continúa recibiendo apoyos. Aparte, la sensación que dejan los últimos movimientos judiciales en torno a Lula es que, efectivamente, no hay un proceso político destinado a limpiar a la política brasileña de la corrupción, sino más bien tratar de impedirle a Lula que se candidatee a la presidencia. Esto es visto así por algunos sectores que en circunstancias normales no hubieran elegido a Lula, y que en base a esta persecución judicial que se percibe como cierta, votarían a Lula Da Silva”.

“El PT ya dijo muchas veces, y lo va a seguir repitiendo, que Lula es el único candidato posible, que no hay plan B. Si hay un plan B, no lo sabemos, pero la pelea está dada entre Lula y Bolsonaro. Esta situación también favorece a Lula y le permite mantener una ventaja. En caso de ser elegido en prisión, generaría una situación inédita en Brasil. Y en caso de no ser permitida su elección, si el voto en blanco y la abstención le ganan a Bolsonaro, será un escenario mucho más imprevisible y mucho más caótico políticamente, habida cuenta de la falta de legitimidad”, concluyó Emilio Ordóñez.

 

(*) Miembro del Centro de Estudios Políticos Internacionales (CEPI)

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hola@fundamentar.com (PEDRO ARROSPIDEGARAY(*)) Internacional Mon, 23 Jul 2018 13:02:32 -0300
Ucrania entre Dos Fuegos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3336-ucrania-entre-dos-fuegos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/3336-ucrania-entre-dos-fuegos El presidente de Ucrania, Victor Yanukovich, junto al presidente ruso, Vladimir Putin

La crisis ucraniana toma un nuevo rumbo con las manifestaciones que se extienden a todo el país. Mientras gobierno y oposición disputan el poder en la mesa de negociación y en las calles, las presiones externas juegan su rol en una nueva entrega de la vieja disputa que divide al país.

La pulseada política que por estos días mantiene en vilo a Ucrania parece haber entrado en una nueva fase con el recrudecimiento de las manifestaciones en la Plaza de la Independencia de la capital, Kiev, y su extensión a otras ciudades de este país. Este marco de inestabilidad se contrapone, por otro lado, con las febriles negociaciones entre el gobierno del presidente Victor Yanukovich y la oposición, encabezada por Vitali Klitschko, quienes buscan una salida político-institucional a una crisis que es expresión del choque entre un acercamiento hacia Europa y la continuación de los vínculos privilegiados con Rusia. Una crisis que, además desnuda, las tensiones profundas que dividen a Ucrania, y de las cuales hacen parte tanto Rusia como la Unión Europea, participantes excluyentes en esta dinámica de conflicto.

Ucrania se convirtió en territorio de disputa entre estos últimos actores sobre todo durante el último año, en el cual la agenda externa estuvo encabezada por las negociaciones con la Unión Europea en torno de un acuerdo de asociación, visualizado por muchos como el primer paso hacia un eventual ingreso de Ucrania al ámbito europeo. Esto trajo aparejadas las presiones provenientes de Rusia para mantener a la Administración de Yanukovich dentro de su órbita, las cuales involucraron el cierre de fronteras para productos ucranianos y veladas amenazas en torno a un aumento del precio del gas que Ucrania importa. Esta disputa, no exenta de acusaciones por parte de Europa en torno a una política extorsiva de Rusia con respecto a Ucrania, terminó abruptamente en noviembre cuando el presidente ucraniano cerró abruptamente las negociaciones con Bruselas a una semana de refrendar la incipiente asociación en Vilna (Letonia), firmando en su lugar un acuerdo comercial con Rusia en diciembre pasado, que involucró la entrega de un crédito sin intereses de U$S 15.000 millones, y un esquema de precios preferenciales para la importación de gas ruso.

Este sorpresivo acuerdo, que dejó a la Unión Europea con las manos vacías, sirvió para resolver tres cuestiones esenciales: solucionó de un plumazo no sólo el viejo problema del suministro de gas a las puertas del invierno europeo –fundamento de las últimas disputas ruso-ucranianas-, ratificó la orientación pro-rusa del gobierno de Yanukovich y determinó una victoria política importante para el presidente ruso Vladimir Putin, galvanizando a Ucrania de lo que considera como un avance indebido de Occidente hacia su zona de influencia tradicional, el llamado “extranjero cercano”.

A este respecto, todavía está fresca en la memoria la llamada “Revolución Naranja” de 2004 en Ucrania que obligó a Yanukovich, quien había ganado las elecciones presidenciales de ese año en medio de acusaciones de fraude, a celebrar nuevos comicios en los que acabó venciendo Viktor Yushenko, quien impulsó una agenda netamente europeísta. La evocación constante de este movimiento por parte de los manifestantes que hoy asuelan al gobierno marca al mismo tiempo una voluntad de reorientar el eje de la política exterior ucraniana, al mismo tiempo que procura apropiarse del simbolismo del movimiento de 2004. Un recrudecimiento de este escenario es, precisamente, lo que tanto Yanukovich como el propio Putin desean evitar.

En cuanto al trasfondo interno del conflicto, el detonante de la actual crisis fue la adopción de leyes que prohíben las manifestaciones en las inmediaciones de edificios públicos, además de serias restricciones a la libertad de prensa. Esto funcionó como un revulsivo para un movimiento que parecía haber perdido impulso tras los hechos de diciembre, provocando las actuales demostraciones, que se fueron extendiendo más allá de la capital, hasta ciudades como Lviv, en el este del país, tradicionalmente pro-europeo y de habla ucraniana. Tampoco hay que desdeñar la crítica situación económica -marcada por un alto endeudamiento (30% del PBI), por la imposibilidad de acceder a líneas de crédito, y la casi ausencia de reservas de su Banco Central- ni la corrupción, que roza los más altos estamentos del gobierno.

Un escenario de confrontación generalizada en Ucrania no es conveniente para Europa, con un conflicto sonando en su frontera más cercana y en un país con obvias implicancias para su suministro energético. Pero quien menos tiene para ganar con un escenario de eventual guerra civil es Rusia

En este marco se desarrolló la pugna entre gobierno y oposición, con posiciones invariables que sólo parecieron ceder ante la aparición de las primeras víctimas y el llamado a una tregua para retomar el diálogo, en la cual Yanukovich estuvo dispuesto a ofrecer el cargo de su primer ministro, Mykola Azarov, y su eventual reemplazo por el ex canciller Arseniy Yatseniuk, así como también la revisión de las leyes recientemente promulgadas. Más allá del rechazo de estos cargos por parte de Klitschko, puede decirse que tanto esta medida, al igual que la confirmación de la orientación pro-rusa de Yanukovich tras la firma del acuerdo con su vecino ruso, marca la voluntad del presidente de intentar sobrevivir políticamente hasta las elecciones presidenciales del próximo año. La continuidad del diálogo con la UE en torno a una reapertura de las negociaciones va de la mano de una estrategia pendular que persigue el mismo fin de sobrevivir sin cuestionar su alianza con Moscú.

Por su parte, los referentes del movimiento opositor han radicalizado sus posiciones ante la aparición de nuevas víctimas, demandando la renuncia del presidente y el adelantamiento de los comicios presidenciales para este año. La toma del Ministerio de Justicia en Kiev y el impulso de las demostraciones populares en otras ciudades bien podrían acelerar los tiempos políticos en Ucrania, tal como ocurrió en 2004. Sin embargo, muchos analistas coinciden en la falta de un eje que motorice el movimiento a largo plazo (en la Revolución Naranja este motor fue el fraude electoral), así como tampoco se ha estructurado una figura excluyente y digerible para Occidente al frente del movimiento, si bien es perceptible la estrella ascendente de Klitschko.

Un escenario de confrontación generalizada en Ucrania no es conveniente para Europa, con un conflicto sonando en su frontera más cercana y en un país con obvias implicancias para su suministro energético. Pero quien menos tiene para ganar con un escenario de eventual guerra civil es Rusia, quien ha retomado un alto perfil internacional de la mano de Putin, a través de las negociaciones por la crisis siria y el programa nuclear iraní. Este nuevo impulso del presidente ruso, quien ha sido catalogado como el presidente con mayor influencia global, potenciado además por la celebración de las Olimpíadas de Invierno en la ciudad balnearia de Sochi en febrero próximo, podría verse interrumpido con un enfrentamiento en su zona de influencia más cercana y en un país al que está unido por profundos lazos históricos y económicos. Estas preocupaciones se abordarán en la próxima cumbre Unión Europea-Rusia en Bruselas, y en la Conferencia de Seguridad de Munich, ambas a finales de enero.

Por lo demás, nadie espera que Rusia acepte fácilmente un eventual cambio de gobierno en Ucrania: las “revoluciones de colores” entre 2003 y 2005 ocurrieron con el apoyo de Occidente en un momento de reconstrucción de las capacidades rusas tras el marasmo económico de finales del siglo pasado. Hoy el capital político de Putin es mucho mayor, mientras que el de la Unión Europea mengua conforme empeora su crisis económica. Mientras tanto, la crisis en Ucrania recrudece, y las tensiones entre las agendas pro-europeas y pro-rusas atizan las viejas divisiones al interior del país.

 

(*) Investigador de la Fundación para la Integración Federal

 

POST SCRIPTUM DEL AUTOR: Con la renuncia del Primer Ministro Mykola Azarov y la derogación del paquete de leyes que restringían el derecho a manifestarse y menoscababan garantías legales, la oposición ucraniana se anota una importante victoria en su lucha contra el gobierno de Victor Yanukovich, ya debilitado por la extensión de las demostraciones públicas por todo el país y la toma del Ministerio de Justicia por parte de los manifestantes. Las presiones provenientes tanto del interior como de la UE y EEUU en torno a la derogación del conflictivo paquete de leyes también han sido un factor determinante en cuanto a estas medidas. Azarov se convierte así en la primer víctima política de una dinámica que no parece estar resuelta en el corto plazo. Queda por ver cual será el perfil de la nueva figura a designarse en el cargo (a pesar de dos negativas previas, no es improbable que la oposición asuma este puesto) y si las aspiraciones de máxima de la oposición -renuncia de Yanukovich y adelantamiento de las elecciones- se mantendrán firmes ante estos cambios institucionales.

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hola@fundamentar.com (EMILIO ORDOÑEZ (*)) Opinión Tue, 28 Jan 2014 15:06:59 -0300
Síntesis Mundial Julio 2013 https://fundamentar.com/publicaciones/revista-sintesis-mundial/item/2710-sintesis-mundial-julio-2013 https://fundamentar.com/publicaciones/revista-sintesis-mundial/item/2710-sintesis-mundial-julio-2013 Síntesis Mundial Julio 2013

Resumen mensual de los acontecimientos internacionales del Centro de Estudios Políticos e Internacionales de la Fundación para la Integración Federal

 

Resumen mensual de los acontecimientos internacionales del Centro de Estudios Políticos e Internacionales de la Fundación para la Integración Federal

 

SUMARIO:

EDITORIAL / Por Ana Lucia Mucci (descargar PDF)

MEDIO ORIENTE (descargar PDF)

Golpe de Estado en Egipto: Más que Primavera, Invierno / Por Rocío Novello

AMÉRICA LATINA (descargar PDF)

Francisco el Papa del Cambio / Por Juan Pablo Mordini

Brasil se Sacude / Por Maricruz Scotta

Acuerdo YPF - Chevron: El Camino a la Autosuficiencia energética / Por Pedro Arrospidegaray

La Derecha Chilena Resuelve sus Internas de Cara a las Elecciones Presidenciales / Por Nabih Youssef

Secuestrado por el Imperialismo / Por Dana Valdano

ASIA ORIENTAL (descargar PDF)

Japón / Por Cecilia Rubio

RUSIA Y ASIA CENTRAL (descargar PDF)

El Affaire Snowden: una saga con ecos de Guerra Fría / Por Emilio Ordoñez

ÁFRICA (descargar PDF)

Sudán del Sur: La Lucha por el Poder / Por Paula Martin

 

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hola@fundamentar.com (Luciano Herrero) Síntesis Mundial Mon, 02 Sep 2013 19:37:42 -0300