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Fundamentar - Internacional https://fundamentar.com Fri, 29 Mar 2024 02:07:45 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es VIDEO: Ave Fénix, nuevo megaaeropuerto de Pekín https://fundamentar.com/internacional/item/6267-ave-fenix-el-nuevo-megaaeropuerto-de-pekin https://fundamentar.com/internacional/item/6267-ave-fenix-el-nuevo-megaaeropuerto-de-pekin VIDEO: Ave Fénix, nuevo megaaeropuerto de Pekín

https://www.youtube.com/watch?v=iHVVGhpW950

El presidente de China, Xi Jinping, anunció este miércoles la apertura oficial e inicio de operaciones del Aeropuerto Internacional Daxing de Pekín, el terminal aéreo más grande del mundo.

Tras cuatro años de construcción, el aeropuerto, ubicado a unos 45 kilómetros del centro de la capital china, abarca 700.000 metros cuadrados, cuenta con cuatro pistas operativas y está diseñado para manejar el tránsito de 72 millones de pasajeros al año.

Su estructura consiste en un área central de la que se extienden cinco brazos, y visto desde el aire el aeropuerto tiene el aspecto de un ave fénix con las alas desplegadas. Sus paredes curvas y el techo de vidrio permiten que la luz exterior ingrese y alumbre hasta los niveles más bajos de la construcción de cinco pisos.

 

FUENTE: RT

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hola@fundamentar.com (Pedro Arrospidegaray) Internacional Wed, 25 Sep 2019 15:02:00 -0300
¿El Ultimo Dalai Lama? https://fundamentar.com/internacional/item/4144-el-ultimo-dalai-lama https://fundamentar.com/internacional/item/4144-el-ultimo-dalai-lama Dalai Lama, lider espiritual del Tíbet

El líder budista se plantea no tener sucesor y acabar con una institución que China quiere controlar.

¿Un Vaticano sin Papa? ¿Una República Islámica de Irán sin un ayatolá líder supremo? Ese es el futuro que el guía espiritual del budismo tibetano, el dalái lama Tenzin Gyatso, parece apuntar para una religión que profesan entre 10 y 20 millones de personas en Tíbet y el exterior. El décimocuarto Dalái Lama ha declarado que a su muerte podría no reencarnarse y no tener un sucesor, lo que pondría fin a una tradición de casi cinco siglos. Sus declaraciones han generado muy poca simpatía en Pekín, que reclama el derecho a nombrar al decimoquinto Dalái Lama.

En una reciente entrevista al semanario alemán Welt am Sonntag, el dirigente religioso, de 79 años, ha afirmado que “la institución del Dalái Lama se convirtió en algo importante por su poder político, pero eso ya no existe”. Desde el siglo XVI, el Dalái Lama había sido no sólo el líder espiritual del budismo tibetano, sino también su jefe político. Esa tradición terminó en 2011, cuando el premio Nobel de la Paz de 1989 —“por su lucha en pro de la liberación del Tíbet abogando por soluciones pacíficas basadas en la tolerancia y el respeto mutuo”— renunció formalmente a cualquier poder terrenal.

El décimocuarto Dalái Lama ha declarado que a su muerte podría no reencarnarse y no tener un sucesor, lo que pondría fin a una tradición de casi cinco siglos.

Según el Dalái Lama, si no se reencarna “acabará de forma voluntaria una tradición de casi cinco siglos”. Como líder espiritual tibetano, Tenzin Gyatso está considerado una encarnación de Buda, la máxima perfección espiritual. El resto de los seres vivos está condenado a pasar por una rueda de vidas sucesivas, con mayor o mejor fortuna, según haya sido su comportamiento anterior, hasta alcanzar el estado de perfección suprema, en el que se dejan atrás todas las necesidades y deseos. El Dalái Lama, que ha alcanzado ese estado de iluminación, puede optar por no reencarnarse más o, por el contrario, continuar el ciclo para ayudar al resto de seres vivos a alcanzar el conocimiento.

El jefe religioso cree que, en cualquier caso, el budismo tibetano no se resentirá por la falta de un Dalái Lama. “El budismo tibetano no depende de un solo individuo. Tenemos una organización muy buena, con monjes y académicos muy capaces”, afirma.

No es la primera vez que el líder espiritual insinúa algo así. En el pasado ya sugirió propuestas como la de permitir que los tibetanos decidan su próximo jefe religioso. O que sea él mismo, en vida, quien designe un sucesor. Una ruptura, en todo caso, con el procedimiento tradicional, que puede alargarse años. Según la costumbre, a la muerte del Dalái Lama sus mejores discípulos comienzan un proceso de búsqueda. Mediante visiones, sueños y corazonadas identifican a posibles candidatos, niños que hayan nacido en las fechas de la muerte del líder espiritual. El que pase una serie de pruebas, que incluyen reconocer objetos que pertenecieron a su predecesor, queda proclamado nuevo Dalái Lama y comienza un duro proceso de preparación académica y religiosa.

En el caso de Tenzin Gyatso se siguió exactamente ese procedimiento. A la muerte del décimo tercer Dalái Lama, sus seguidores localizaron al niño mediante visiones en 1937. El pequeño Tenzin, de dos años, nacido el seno de una familia humilde de la región tibetana de Amdo, identificó correctamente las posesiones del Dalái Lama, como su copa de beber o su rosario, y quedó proclamado sucesor. En 1959, tras el fracaso del levantamiento tibetano contra las tropas chinas, huía disfrazado de mendigo hacia Dharamsala, en territorio indio, donde reside desde entonces.

Según el profesor Jean-Pierre Cabestan, de la Universidad Baptista de Hong Kong, con sus declaraciones el Dalái Lama “puede querer poner fin a la manera tradicional de elegir al líder espiritual tibetano. Al fin y al cabo, la institución del Dalái Lama no es algo tan antiguo y se la puede sustituir por cualquier otra, en lo que atañe al budismo tibetano. Él puede querer preparar la transferencia del poder político a un líder secular y representativo. De hecho, ya empezó este proceso cuando renunció a sus poderes políticos y los cedió a un primer ministro electo en Dharamsala”.

Una opción así es impensable para Pekín, para el que el dirigente religioso es “un lobo vestido con piel de cordero” que fomenta el separatismo tibetano. El Dalái Lama, por su parte, subraya que sólo busca más autonomía para su pueblo y más respeto a sus tradiciones culturales. Muchos tibetanos se lamentan de lo que consideran la supresión de su lenguaje y sus costumbres por parte de Pekín.

El Gobierno central ha desautorizado tajantemente las declaraciones del Dalái y ha dejado claro que, a su muerte, se encargará de nombrar un sucesor. “El título de Dalái Lama es otorgado por el Gobierno central”, ha asegurado la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Hua Chunying. China “seguirá las costumbres históricas y los procedimientos religiosos” para designar el decimoquinto Dalái Lama. No se trata de nada nuevo. Según explica Cabestan por correo electrónico desde Taiwán, “Pekín ha querido tener voz en la selección del nuevo Dalái Lama, para participar en el proceso de decidir quién será el nuevo jefe espiritual”, desde los tiempos del emperador Qianlong (1711-1799), de la dinastía Qing.

El etnólogo Qin Yong Zhang, de la Academia China de Ciencias Sociales, escribía la semana pasada en el diario estatal Global Times que “el budismo tibetano no le pertenece al Dalái Lama, y no puede poner fin a una tradición de 500 años con una palabra”. En su opinión, desde el siglo XVIII, “el derecho de regular, supervisar y tener la última palabra” en la selección del Dalái Lama le ha correspondido al poder central chino.

El Gobierno central ha desautorizado tajantemente las declaraciones del Dalái y ha dejado claro que, a su muerte, se encargará de nombrar un sucesor. 

El Gobierno, oficialmente ateo, ya ha intervenido en otros casos. En el caso de la Iglesia católica, no reconoce la autoridad del Vaticano, con el que no mantiene relaciones, y se encarga él mismo de nombrar los obispos de la rama que ha establecido, la Iglesia católica patriótica. En el caso del budismo tibetano también ha hecho ya sus propios nombramientos. En 1995, el Dalái Lama designó al niño Gendun Chökyi Nyima como la reencarnación del Panchen Lama. Las autoridades chinas hicieron desaparecer al pequeño y su familia, de los que no se ha vuelto a saber. En su lugar, Pekín nombró a otro muchacho, Gyaltsen Norbu, que pasa la mayor parte de su tiempo en la capital china y al que muchos tibetanos no reconocen como jefe espiritual.

No está claro tampoco cuál sería la recepción en el exterior de un Dalái Lama nombrado por Pekín. El actual goza de un fuerte prestigio en el extranjero y ha actuado durante décadas de embajador de la causa tibetana. No sólo se codea con líderes mundiales, sino que ha ganado para su causa a personalidades del mundo del espectáculo como Richard Gere o Gwyneth Paltrow.

En Tíbet, o en las regiones de población tibetana en otras provincias chinas, muchos residentes le consideran un representante del cielo en la tierra, pese a que el mero hecho de poseer un retrato suyo pueda suponer duras represalias. Como en el caso del Panchen Lama, es difícil pensar que alguien nombrado por Pekín fuera a recibir el reconocimiento de los creyentes. Una situación así sólo contribuiría a agravar aún más el sentimiento de agravio de la población tibetana en China. “Si viniera un Dalái Lama débil, sería una desgracia para la institución”, ha declarado el propio líder espiritual en la entrevista.

 

EDICION: María Belén Serra

FUENTE: El Pais

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hola@fundamentar.com (Maria Belen Serra) Internacional Mon, 29 Sep 2014 18:41:17 -0300
Los Frentes de India https://fundamentar.com/internacional/item/3128-los-frentes-de-india https://fundamentar.com/internacional/item/3128-los-frentes-de-india Los Frentes de India

Un nuevo mundo se avecina con la emergencia de pujantes potencias económicas que permanecían relegadas en la escena internacional y que hoy ansían un lugar entre los grandes. El deseo de India de ser parte de la futura elite del poder, sin embargo, colisiona con graves fracturas sociales y una región a punto de estallar.

De todos los Estados emergentes, India es, sin lugar a dudas, el que cuestiona de forma más agresiva a la elite política mundial. La diplomacia que lidera en todos los frentes, desde el ámbito militar hasta el ambiental, no busca más que dotarse de un poder en la política internacional que esté a la altura de su economía y su peso demográfico. Pero la tarea es harto difícil ya que sus intereses colisionan con las pretensiones de las grandes potencias de perpetuar el statu quo en la estructura de poder.

Aunque su política hoy se diseñe en clave realista, las batallas que libra dentro de las instituciones internacionales, generalmente de la mano de otros Estados emergentes, derivan en un régimen internacional más justo, pues sus victorias son también usufructuadas por los más débiles. No sucede lo mismo cuando India despliega en su forma más cruda la realpolitik al deslindarse tanto de la legalidad del sistema internacional como de los otros emergentes, como lo hizo al no someterse al Tratado de No Proliferación nuclear.

Su proyección geopolítica hasta ahora ha sido agresiva pero certera: aprovechó la convergencia de un interés compartido con Estados Unidos –la necesidad de generar un contrapeso de China en la región asiática– para instaurarse de facto como potencia nuclear con la connivencia del miembro más importante de la elite mundial y, así, asegurarse además un aliado no sólo para contrarrestar a Pekín sino también a Islamabad.

Su proyección geopolítica hasta ahora ha sido agresiva pero certera: aprovechó la convergencia de un interés compartido con Estados Unidos –la necesidad de generar un contrapeso de China en la región asiática– para instaurarse de facto como potencia nuclear con la connivencia del miembro más importante de la elite mundial y, así, asegurarse además un aliado no sólo para contrarrestar a Pekín sino también a Islamabad.

EN EL CERCO ASIÁTICO 

Epicentro de una región poco integrada y siempre a punto de estallar, India mantiene aún importantes disputas territoriales tanto con China (Aksai Chin) como con Pakistán (Cachemira) y una relación tensa con Bangladesh, frente al que construye desde hace veinticinco años un muro de 3.286 kilómetros, la barrera geopolítica más larga del mundo, destinada a contener a los bangladesíes.

Los intercambios comerciales entre los Estados de Asia del Sur son realmente magros y no ayudan a destrabar los conflictos latentes en la región. Con China, su vecino del Norte, logró en cambio un sustancial incremento del comercio –que pasó de 3.000 a 73.900 millones de dólares en diez años, esto es, un aumento del ¡2.463%!–, que sin embargo no alcanzó para atemperar la candente relación que mantienen en el ámbito geoestratégico y militar.

A la rivalidad histórica, los diferendos territoriales y el temor indio al ascenso chino, se suma la alianza geoestratégica de Pekín con Islamabad, con quien Nueva Delhi tiene desde hace casi setenta años una relación explosiva por Cachemira.

La paridad estratégica que India y Pakistán alcanzaron al dotarse del arma nuclear presagia un futuro lúgubre. Más aun cuando el stock nuclear del último país presentó el más rápido crecimiento del mundo en los últimos años, y la relación bilateral vuelve a atravesar por un mal momento tras las presuntas violaciones de ambos Estados en enero de 2013 de la línea de control que divide Cachemira. La demostración paquistaní de sus avances atómicos, en un período delicado, probando un misil balístico de alcance intermedio con capacidad para cargar una ojiva nuclear unos mil kilómetros, no promueve precisamente una distensión en las relaciones bilaterales.

India, por su parte, se embarcó en los últimos años en una modernización sin precedentes de su aparato militar hasta instalarse como primer importador de armas del mundo. China, a su vez, se erigió como quinto exportador de material bélico del planeta, destinando más del 50% del mismo a su aliado paquistaní. Una carrera por el poder duro que impregna a toda la región, atrae injerencias externas y llena de escollos el camino hacia la paz y la cohesión en Asia.

"LA MAYOR DEMOCRACIA DEL MUNDO"

La desigualdad social es rampante: el índice de pobreza alcanza a más del 30% de la población, la riqueza nacional tiende a concentrarse cada vez más en menos manos –los multimillonarios pasaron a apoderarse del 1,8% al 10% de la misma entre 2003 y 2012–, y prevalece un arraigado sistema de estratificación social: las castas

El vertiginoso y sostenido crecimiento que vive la economía india desde hace tres décadas, de un 6% anual aproximadamente, impulsado principalmente por el sector de servicios, la coloca como una de las futuras grandes potencias del siglo XXI. Pero en las mismas tres décadas también presentó indicadores sociales menos auspiciosos: el Índice de Desarrollo Humano sigue estando, casi como en 1980, en el puesto 136. Otras cifras sociales, lejos de estabilizarse, empeoraron. ¡La malnutrición infantil alcanzó en 2011 el 44%!

La desigualdad social es rampante: el índice de pobreza alcanza a más del 30% de la población, la riqueza nacional tiende a concentrarse cada vez más en menos manos –los multimillonarios pasaron a apoderarse del 1,8% al 10% de la misma entre 2003 y 2012–, y prevalece un arraigado sistema de estratificación social: las castas.

Pero también persisten otras diferencias, como las religiosas. En una sociedad mayoritariamente hindú, con frecuencia se somete a los musulmanes (primera minoría) a una situación inferior a la de las castas más bajas de la sociedad. La violencia se extiende además a las relaciones de género: la mujer muchas veces sufre situaciones humillantes, como el pago de la dote de los padres de la novia a la familia de su futuro marido, que la equipara a una mercancía.

Lo tradicional y lo moderno no colisionan en la sociedad india, simplemente conviven con sus contradicciones. India es la mayor democracia del mundo –en 20 años superaría a China en población y en 40 en personas activas– y la única donde la participación electoral sigue aumentando. Aunque la voz del ciudadano muchas veces no tiene peso real en el espacio público por las fracturas sociales propias de una nación heterogénea.

Una potencia demográfica, económica y militar que hoy se instala como futuro miembro de la elite del poder mundial. Pero como todo emergente, además del frente interno, deberá librar la batalla por el poder primero en el campo regional, para después sumergirse en el fuego internacional. 

 

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Desde agosto de 2006 es redactora de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur. Formó parte del equipo de redacción de la revista Psicoanálisis y Cultura y desempeñó actividades de investigación bajo la dirección de Adriana Rossi en Acción Sur.

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Rafael Pansa

FUENTE: ElDiplo

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hola@fundamentar.com (CREUSA MUÑOZ (*)) Internacional Thu, 28 Nov 2013 15:36:04 -0300
China Amplía su Zona de Defensa Aérea a un Área en Disputa con Japón https://fundamentar.com/internacional/item/3113-china-amplia-su-zona-de-defensa-aerea-a-un-area-en-disputa-con-japon https://fundamentar.com/internacional/item/3113-china-amplia-su-zona-de-defensa-aerea-a-un-area-en-disputa-con-japon Las islas Senkaku / Diaoyu, motivo de fricción entre Japón y China, en una imagen de septiembre de 2012.

La decisión eleva la tensión con Tokio, ya que incluye las islas Senkaku / Diaoyu, administradas por Tokio pero reclamadas por Pekín. China quiere los mares de Asia, sumado a que las Islas Senkaku son ricas en recursos energéticos y resentimientos patrióticos.

La latente disputa territorial y marítima entre China y Japón se agravó el fin de semana después de que el sábado China anunciara una nueva zona de defensa aérea sobre unas disputadas islas en el Mar de China Oriental, seguido de críticas de Estados Unidos y Japón.

El sábado por la mañana China hizo públicas las nuevas coordenadas de la zona de defensa aérea, que incluye las aguas donde se encuentran las contendidas islas llamadas Senkaku en Japón y Diaoyu en China. El anuncio creo una extensa área de superposición entre las zonas de defensa aérea de China y Japón, anunciando una nueva fase potencialmente más peligrosa de la disputa territorial sobre las deshabitadas islas, que son controladas por Japón, pero reclamadas por China y Taiwán.

"El riesgo de tener un conflicto importante por un incidente en el aire o en el ámbito marítimo han subido este fin de semana y seguirá escalando", dice Ting Wai, profesor de estudios gubernamentales e internacionales de la Universidad Baptista de Hong Kong. "El paso es provocador, y, sin duda, plantea la posibilidad de conflicto."

Pocas horas después de que China anunciara su nueva zona, el secretario de estado John Kerry y el secretario de defensa Chuck Hagel criticaron las acciones de Pekín y advirtieron que apoyarían a Japón militarmente en cualquier confrontación que surgiera. "Consideramos este desarrollo un intento de desestabilización para alterar el status quo en la región", dijo Hagel en un comunicado el sábado, según el periódico The Wall Street Journal. "Esta acción unilateral aumenta el riesgo de malentendidos y errores de cálculo".

Estados Unidos no toma partido en la disputa territorial, pero es una aliado por tratado de Japón y reconoce el gobierno, pero no la soberanía, de Japón en las islas disputadas.

Hoy el Ministerio de Defensa chino presentó protestas a las embajadas de Japón y Estados Unidos, diciendo que los comentarios de Japón eran “totalmente infundados e inaceptables” y los comentarios de Estados Unidos "erróneos", según un comunicado publicado en la página web del ministerio.

Este lunes por la tarde el primer ministro japonés Shinzo Abe ha dicho que la declaración china era inaplicable. "Las medidas adoptadas por los chinos no tienen validez alguna en Japón, y exigimos que China revoque cualquier medida que pudiera infringir la libertad de vuelo en el espacio aéreo internacional", dijo Abe en una sesión del parlamento, según la agencia Kyodo News.

Abe ha afirmado que las medidas imponen unilateralmente las reglas establecidas por el ejército chino en todos los vuelos en la zona, y violan la libertad de volar sobre el mar abierto, un principio general bajo el derecho internacional.

Seúl calificó la medida como "lamentable'', ya que se superponía con su propia zona de defensa aérea e incorpora una roca disputada, sumergida, y controlada por Corea del Sur - conocida como Ieodo – que también ha sido durante mucho tiempo una fuente de tensiones diplomáticas con Pekín. "Me gustaría decir una vez más que el control territorial de Ieodo no ha cambiado'', dijo Kim Min Seok, portavoz del Ministerio de Defensa surcoreano, el lunes según France Presse.

En el anuncio, China dijo que los aviones que entraran en el área debían de informar de los planes de vuelo e identificarse. Añadió que su ejército tomaría "medidas de emergencia defensiva" si los aviones entrando en la zona no cumplen con sus normas.

Pero la implementación de la zona es lo que realmente preocupa a algunos expertos. “La defensa aérea de la zona está en una zona aérea internacional y tiene que estar regulado por la ley internacional,” dice Tetsuo Kotani, un especialista en seguridad militar, del Instituto Japonés de Asuntos Internacionales. “El desafío chino puede llegar a ser muy peligroso.”

Estas fricciones contrastan con una incipiente recuperación en el comercio, con un aumento de exportaciones a China del 21,3% en octubre comparado con hace un año. Y añaden presión a Abe, cuyo gobierno va a presentar su primera estrategia de seguridad nacional de la posguerra el mes que viene. (Estos eventos) “van a tener efectos negativos en las relaciones políticas, y por extensión, harán que sea más difícil continuar mejorando las relaciones económicas”, dice Kotani.

La disputa sobre estas formaciones rocosas en aguas ricas en petróleo, gas natural y pescado, situadas al sur-oeste de Japón, está escalando a medida que China y Japón buscan un papel más importante en la región, mejorando relaciones con naciones del sudeste asiático. Desde que asumió el cargo hace casi un año, Abe ha encabezado un movimiento para reforzar la capacidad de defensa japonesa, citando las amenazas de la creciente presencia marítima y militar de China en la región. Japón ha tenido una zona similar desde la década de 1960. A su vez, el presidente chino Xi Jinping, también ha hecho que Pekín se vuelto más asertivos en sus reivindicaciones territoriales en la región, lo que lleva al aumento de las tensiones con muchos de sus vecinos.

Estados Unidos no toma partido en la disputa territorial, pero es una aliado por tratado de Japón y reconoce el gobierno, pero no la soberanía, de Japón en las islas disputadas.

El origen de estas tensiones se remonta a 1971, cuando China reclamó la soberanía, en un periodo en el que las islas, originalmente japonesas, estaba siendo administradas por Estados Unidos (1945-1972). La tensión estalló el año pasado cuando Yoshihiko Noda, el primer ministro, nacionalizó tres islas de las cinco islas, provocando protestas a gran escala en China, en lo que según algunos expertos fue un torpe intento de evitar que cayeran en manos de Shintaro Ishihara, un derechista que fue gobernador de Tokio, hasta finales del año pasado.

Sin embargo, China insistió en que la medida era una conspiración antichina para fortalecer la posición japonesa. Y decidió deshacerse de cualquier tipo de pretensiones japonesas del control exclusivo de las aguas y los cielos alrededor de las islas. Las incursiones de buques de vigilancia llegaron primero, este es un segundo paso a la reacción de la compra de las islas del pasado otoño, afirma Ting. “China ha estado consistentemente haciendo valer su influencia, y siente que tiene algo que demostrar”.

 

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Rafael Pansa

FUENTE: ElPaís

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hola@fundamentar.com (Fundamentar) Internacional Mon, 25 Nov 2013 11:15:33 -0300
China Sacude el Tablero https://fundamentar.com/internacional/item/2195-china-sacude-el-tablero https://fundamentar.com/internacional/item/2195-china-sacude-el-tablero China Sacude el Tablero

Los analistas de defensa estadounidenses se inquietan por la evolución de la disuasión nuclear china y del “salto adelante” en el área espacial que lleva a cabo el Ejército Popular de Liberación. Y Barack Obama podría revisar su decisión de reducir el arsenal nuclear de Estados Unidos.

No existe en Pekín estatua alguna del senador anticomunista estadounidense Joseph McCarthy. Una relativa ingratitud, cuando se piensa que es el padre natural del programa nuclear chino.

La historia es por lo menos sorprendente. En la inmediata segunda posguerra, un joven ingeniero emigrado, originario de Hangzhou, Qian Xuesen, trabajaba bajo contrato con el Pentágono en el Jet Propulsion Laboratory de Pasadena. Sus intuiciones pioneras en el área espacial y balística maravillaron a la US Air Force. El Army le tenía tanta confianza que lo envió a Alemania para consultar a Werner von Braun, cerebro del programa balístico alemán. Pero el macartismo haría desviar esta brillante trayectoria: acusado de comunismo en 1950, y arrestado en su domicilio, en 1955 Qian es expulsado violentamente a la China maoísta. El secretario adjunto de la Marina, Daniel Kimball, en vano declara que este “genio” diplomado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) vale “por sí solo entre tres y cinco divisiones”, y que “él preferiría saberlo muerto antes que exiliado”. En el ápice de la caza de brujas que hizo estragos en esa época, sus protestas no tuvieron ningún eco. La consecuencia es bastante lógica: recibido por Mao Zedong, Qian prestó fidelidad al régimen e inventó, a partir de nada, el primer programa de misiles balísticos chino.

En 1966, dos años después de la explosión atómica pionera de 1964, el ingeniero prodigio supervisó el primer tiro de un misil nuclear en el desierto de Xinjiang. A él también se debe el exitoso lanzamiento, el 24 de abril de 1970, del primer satélite chino, el Dong Fang Hong (DFH-1) –que difundirá sin parar el canto patriótico Oriente es rojo durante los veintiséis días de su puesta en órbita–. Retirado en 1991, Qian murió en 2009, cubierto de honores. Su persona simboliza la profunda complejidad, desde sus orígenes, de los programas nuclear y espacial de la República Popular China.


Tres ámbitos muy conectados


Desde la primera explosión nuclear de octubre de 1964 hasta el glorioso día 14 de octubre de 2003, en que el teniente coronel Yang Liwei, al comando de la nave Shenzhou, hizo de China la tercera nación de la historia en lograr un vuelo espacial tripulado, Pekín multiplicó la conexión entre estos dos dominios, viendo allí la constante promesa de una optimización tecnológica, presupuestaria y estratégica. A pesar de la creación de la Agencia Nacional de Administración Espacial (ANAE) en los años 90 y de que se establecieron proyectos de comercialización de las puestas en órbita, los militares del Ejército Popular de Liberación (EPL) siguen conservando, más que nunca, su rol en los grandes ejes espaciales de la nación.

Este efecto de palanca del triángulo nuclear-espacial-balístico no es una especificidad china: es bien conocido por lo menos por los ingenieros especialistas –en particular en Estados Unidos y Francia–. Sin embargo, China se distingue por haber promovido desde muy temprano una doctrina nuclear de “no empleo en primer lugar” redoblando esta petición de principios con la promesa solemne de que sus armas no serían nunca empleadas contra una nación no nuclear. Del mismo modo, en el área espacial, se opuso rápidamente a toda militarización. A esta postura defensiva integral se suman los pocos medios de su defensa, así como la siempre dudosa modernidad de sus vectores (bombarderos, misiles y submarinos potencialmente portadores de cabezas nucleares). Estas dos características hicieron de ella el miembro más discreto del club internacional de los Estados que son a la vez potencias espaciales y poseedores de armas nucleares: Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y China, a los cuales se puede agregar en la actualidad India.

Resta saber si es posible para Pekín mantener la discreción. Por lo menos en este momento la voluntad de mostrar un perfil bajo es difícil de sostener, dado que su desarrollo económico estimula su aumento de poder político y militar. Los parámetros de su ecuación nuclear, fijos durante mucho tiempo, ahora se ven modificados. Los primeros en alarmarse fueron los estadounidenses.

“¿Sabemos en realidad cuántos misiles tienen los chinos en la actualidad?”: el estadounidense Richard Fischer, custodio atento y un poco sino-obsesionado del International Assessement and Strategy Center, sabía perfectamente, en 2011, que con esta pregunta daría en el clavo tanto en el Pentágono como en el Congreso. Pues en la actualidad hay un desconocimiento prácticamente generalizado sobre el arsenal de China, que es el único país del grupo de los P5 en no declarar el número de armas nucleares que posee. Para el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), el total se elevaba en 2009 a 186 cabezas nucleares activas desplegadas. El International Panel on Fissile Material (IPFM) menciona por su parte unas 240. Si se compara esta estimación con las miles de unidades en poder de la pareja Moscú-Washington, el nerviosismo estadounidense parece sobreactuado. En mayo de 2010, Estados Unidos declaró oficialmente poseer 5.000 cabezas nucleares, tácticas, estratégicas o no desplegadas. Sobre este total, 1.700 están desplegadas y activas, en misiles ICBM, submarinos lanzadores de proyectiles (SLBM) o bombarderos estratégicos.

Sin embargo, en 2009, un informe de la Universidad de Georgetown sacudió de pronto el pequeño ámbito de especialistas en el área nuclear china. Durante tres años, bajo la dirección del profesor Philip Karber, ex empleado del Pentágono, un grupo de estudiantes compiló nuevos datos abiertos, y su conclusión dejó atónitos a los expertos: ¡China tendría en realidad… 3.000 cabezas nucleares! El estudio “revela” también la existencia de una red de túneles de 5.000 kilómetros que serviría para el transporte y estacionamiento de armas nucleares y de unidades especializadas. Misteriosa y secreta, la “Gran Muralla subterránea” estimula la imaginación de los periodistas y se vuelve inmediatamente el simétrico símbolo nuclear del “collar de perlas” de las bases navales instaladas por Pekín en las aguas asiáticas.


Los túneles temibles


Como reacción, los partidarios estadounidenses del desarme nuclear, como Hans Kristensen, de la Federation of American Scientists, acusan al Pentágono de haber teleguiado este estudio por la mediación de Karber, el cual, a semejanza de Fischer o del columnista William Gertz, figura en la primera fila de los alarmistas compulsivos del “peligro” chino. Los militares lo desmienten. El asunto repercutió en la escena política. El 14 de octubre de 2011, el representante republicano Michael Turner sacó a relucir ante el Congreso la existencia de este laberinto subterráneo “desconocido”: “En el preciso momento en que nosotros hacemos esfuerzos de transparencia desde el punto de vista nuclear, China vuelve más opaco aun su sistema”, denuncia. La prensa europea, “descubriendo” el estudio de Georgetown, presenta por su parte esta “red alucinante de túneles”, como una sorpresa. Los diarios indios le hacen coro. A principios de 2013, presionado por todas partes, Barack Obama termina por ordenar al Pentágono un informe sobre el tema para el 15 de agosto próximo.

Sin embargo, contrastando con la escalada del debate político estadounidense y con el continuismo periodístico europeo, parece que la “Gran Muralla subterránea” no es un secreto para nadie desde hace varios años. Ya el 11 de diciembre de 2009, un diario de Hong Kong, Ta Kung Pao, daba precisiones sobre esta obra gigantesca, que habría movilizado durante diez años a muchos miles de soldados chinos. El gran público asiático puede leer allí que la segunda división de artillería del EPL, encargada de las fuerzas nucleares estratégicas, tomó la decisión en 1995 de enterrar más profundamente sus vectores balísticos nucleares, de manera de volverlos menos vulnerables a un eventual ataque sorpresa de destrucción “en primer lugar”. Una red de túneles modernizados correría de allí en adelante bajo los contrafuertes montañosos de la región de Hebei, en el norte del país, a una profundidad de cientos de metros, en un paisaje de cañones y de acantilados abruptos especialmente adaptado para la instalación de un sistema geoprotegido de respuesta nuclear.

Se observa sobre todo que al principio, la “revelación” provino de la propia televisión china estatal CCTV que, el 24 de marzo de 2008, al difundir un documental comentó discretamente la puesta a punto de este programa de túneles. Teniendo en cuenta el control estricto que el Estado ejerce sobre los medios, este anuncio, registrado por las administraciones militares india, estadounidense y europea, corresponde a una señal claramente oficial. Por añadidura, para el EPL, cavar túneles no es un fin en sí mismo, sino una de las modalidades de protección para su ataque “en segundo lugar”.

Paralelamente, Pekín pasa de los grandes misiles a propulsión líquida vulnerables ante un primer ataque de neutralización a los misiles a propulsión sólida, desplazables rápidamente sobre lanzadores móviles como el DF-31A, de 11.000 kilómetros de alcance. Móviles o enterrados, los misiles tierra-tierra siguen siendo el único componente de la “tríada nuclear” china (misilería tierra-tierra, bombarderos aéreos, submarinos) realmente creíble, por lo menos por el momento.

China sabe, sin embargo, que no puede contentarse con proteger su capacidad de ataque “en segundo lugar” si quiere conservar un crédito nuclear militar que los estadounidenses respeten de buen o mal grado. También le hace falta combatir de manera proactiva los progresos de la defensa antimisil estadounidense, que podría neutralizar su capacidad potencial de réplica. Para descomprimir esta nueva situación, el EPL apunta desde hace tiempo a un campo de batalla alternativo: el espacio extra atmosférico.

Aun haciendo un esfuerzo, ya no encontraríamos un veterano de la Guardia Roja para recitar con convicción “¡Cuanto más alto sube el satélite, más desciende la bandera roja!”, como en tiempos de la Revolución Cultural. Según el ex jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea y actual vicepresidente de la poderosa Comisión Militar Central, el general Xu Qiliang, “los intereses nacionales chinos están en expansión, y el país entró en la era espacial”. Aunque se opone oficialmente a la militarización del espacio, Pekín muestra un claro deseo de disputar la hegemonía estadounidense. Incluso en caso de conflicto, cuando –dada la espacio-dependencia demostrada cada día más por los ejércitos modernos– impedir al adversario el acceso al espacio constituirá una apuesta prioritaria.

Dando por cierto el hecho de que sólo se negocia entre iguales, China se persuadió, al igual que Rusia, de que sólo los progresos significativos e independientes le permitirían frenar las ambiciones de “space superiority” del Pentágono. Podrían forzar a Estados Unidos a firmar un compromiso de neutralización militar del espacio que llenaría las lagunas del Tratado sobre el Espacio Extra Atmosférico de 1967. En 2001, un informe estadounidense publicado por la Space Commission (o Commission Rumsfeld) explotaba además los numerosos defectos de ese tratado para concluir que nada prohibía “estacionar o utilizar armas en el espacio”, ni “emplear la fuerza desde el espacio hacia la Tierra”, o de “conducir operaciones militares en y a través del espacio”.


Avances vertiginosos


Apartados de la estación espacial internacional por la estadounidense National Aeronautics and Space Administration (NASA), los chinos construyen su propia estación, llamada Tiangong, que se terminará en 2020 y estará abierta a los científicos de todas las naciones. Están desarrollando un lanzador de ciento treinta toneladas y anuncian una misión a la Luna para 2025, a la par que sueñan con superar a los estadounidenses enviando una nave tripulada a Marte después de 2030. La segunda generación de su red satelitaria Beidou-Compass (“Brújula”) contará pronto con treinta y cinco unidades que ofrecerán los mismos servicios de geolocalización que el GPS, incluido en modo militar.

Pero los efectos colaterales de esta estrategia superaron quizás las intenciones de sus promotores. Al destruir un viejo satélite meteorológico FY-1C, en enero de 2007, con ayuda de un interceptor SC-19, con el fin de demostrar su capacidad de atacar en el espacio, China se prestó a la crítica. Estados Unidos, apoyado por muchas naciones, fustigó inmediatamente su comportamiento de “delincuente espacial”, denunciando el daño causado por los restos del satélite así como la contradicción con su postura político-espacial virtuosa. En enero de 2011, en la más reciente versión de la Estrategia Nacional de Seguridad Espacial, Washington previene: “Estados Unidos conserva el derecho y la capacidad de responder en legítima defensa [en el espacio], si la disuasión fracasara”.

En el plano de la teoría estratégica, el estadounidense Everett Dolman afirma que “la futura guerra con China tendrá por objetivo la batalla por el control del espacio extra atmosférico”. En segundo plano, la cuestión nuclear: los satélites estadounidenses de alerta precoz, utilizados en el marco de la detección de la partida de misiles balísticos, se vuelven ahora un blanco eventual de la capacidad china. Ahora bien, sin estos satélites, la organización de las fuerzas y del comando nuclear estratégico estadounidense está completamente reducida.

A estas preocupaciones se agrega, del lado estadounidense, el doloroso sentimiento de un desprestigio tecnológico futuro. ¿Quién se acuerda todavía de que los cohetes comunistas “Larga Marcha” lanzaron una veintena de satélites comerciales antes de que Washington impusiera en los años 90 un embargo sobre las ventas de componentes satelitarios a Pekín? La NASA dejaba hacer, mirando todavía a China desde arriba. El reloj atómico se dio vuelta. Aun si la distancia de las capacidades con Estados Unidos sigue siendo gigantesca, una recuperación exponencial se ha puesto en marcha. Mientras que el Libro Blanco chino sobre el espacio de 2011 sólo menciona cinco “ejes principales”, todos civiles (desarrollo científico y pacífico, innovación, autonomía y apertura a lo internacional), no puede evitarse señalar que el mismo año, sobre diecinueve lanzamientos chinos, dieciocho fueron en el área de la defensa.

En 2012, una treintena de satélites de todo tipo fueron puestos en órbita, entre ellos algunos miniaturizados: telecomunicaciones (Zhongxing 10), navegación, vigilancia, reconocimiento, relevo de datos (Tianlian 1). Se está proyectando un programa de satélites de alerta, mientras que en Wenchang, en la isla de Hainan, se abre un nuevo centro de lanzamiento espacial. Entre tanto, el programa lunar estadounidense Constellation fue anulado por Obama en febrero de 2010. Para Gregory Kulacki, de la Union of Concerned Scientists, los estadounidenses deberían abandonar “la idea perimida de que [en materia espacial] los chinos tienen más necesidad de nosotros que nosotros de ellos”. Tocado en el amor propio, un ingeniero estadounidense del MIT hizo, en 2008, un modelo de las condiciones de una guerra espacial entre los dos países… para concluir, tranquilizado, que era seguro que los chinos la perderían.

Febril y atávica, la inquietud de algunos periodistas estadounidenses frente a la posible escalada en poderío de un “competidor par” de primer nivel no puede disimular que los progresos espacio-nucleares chinos plantean objetivamente una cantidad de cuestiones. Todos los observadores están de acuerdo sobre el hecho de que, en la actualidad, China es el único miembro del P5 que aumenta su número de cabezas. Pero, ¿en qué proporciones exactamente? La batalla de las cifras no tiene tregua y, entre los expertos, algunos alegan un máximo de 1.800 cabezas nucleares activas [véase recuadro]. Como los propios militantes del control de armas reconocen, lo importante no es preguntarse si China moderniza su arsenal –lo hace–, sino no desinformar sobre el ritmo de esta modernización.


Una solución política


Sin duda, en vista de las ambiciones nucleares chinas, el equilibrio estratégico dentro del P5 va a cambiar. El Reino Unido afirma tener ahora menos de ciento seis cabezas activas. Francia, que procedió a una disminución del 50% de sus cabezas desde la Guerra Fría, dividió por dos el presupuesto consagrado a la disuasión nuclear en veinte años, y conserva alrededor de un centenar de cabezas activas. En apenas diez años, apoyándose en lo que se podría llamar la “simbiosis espacio-nuclear”, Pekín saltó de la etapa de la paridad tecnológica con las dos potencias nucleares europeas –que podía parecer su objetivo a mediano plazo– para ubicarse de entrada en una postura de diálogo simétrico con las capacidades estadounidenses.

Al final, no se puede descartar totalmente la posibilidad de que Washington y Pekín, repitiendo la dialéctica perversa de la Guerra Fría, se encuentren atrapados en una carrera parecida a la que llevó a la URSS y Estados Unidos, con desprecio de toda racionalidad, a amontonar las cabezas en los silos para mantener el “equilibrio del terror”. En los años 60, Washington habría retenido hasta 31.000 cabezas activas…

Terminamos por persuadirnos de que esta visión maximalista de la disuasión nuclear contrasta con el principio francés de estricta suficiencia (nuclearmente, “sólo se muere una vez”), un dogma de “desatino racional” que China hizo suyo desde 1964. ¿Acaso, todavía en 2009, el presidente Hu Jintao no declaraba en la Organización de las Naciones Unidas que China “reiteraba solemnemente su firme compromiso de una estrategia nuclear defensiva”? Obama anunció el 12 de febrero de 2013 una nueva reducción del arsenal nuclear estadounidense, que podría pasar de 1.700 cabezas activas a menos de 1.000 de aquí a 2020. ¿Pero esta idea mínima de seguridad-de vida-estratégica va a mantenerse si los progresos chinos se consolidan? ¿Veremos perfilarse de nuevo los desarrollos alucinados del estratega Herman Khan, fundador en 1961 del Hudson Institute, que proclamaba que el almacenaje de cabezas no era tan estúpido, puesto que una guerra nuclear podía tener un “vencedor”?

Las reacciones inquietas de los vecinos de China pesarán también en este juego cruzado de percepciones. Sin mucho preaviso, los japoneses pueden teóricamente transformar su nuevo lanzador espacial a propulsión sólida Epsilon, que debe efectuar su primer vuelo este año, en misil balístico de largo alcance. Vietnam no oculta sus ambiciones espaciales. India avanza en el antisatélite (la destrucción de satélites).

La solución no puede ser sino política. A lo mejor se trata de volver a poner en vigencia la barrera del Tratado sobre la Limitación de los Sistemas de Misiles Antimisiles (tratado ABM) de 1972, unilateralmente denunciado por la administración Bush en 2002. Esta decisión tendría asidero si se incluye esta vez a China en las discusiones. Esto significaría negociaciones difíciles; pero el poder chino se vería obligado a examinar un ofrecimiento de esta naturaleza, si se consideran las múltiples declaraciones oficiales sobre las condiciones sine qua non de un desarme nuclear mundial. Mientras tanto, en los papeles, desde las montañas de Heibei hasta la cintura geoestacionaria, una lógica de modernización paralela de los arsenales nucleares y espaciales parece tender a alterar por tiempo indeterminado el equilibrio estratégico en Asia Oriental.

 

 

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Rafael Pansa

FUENTE: ElDiplo

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hola@fundamentar.com (Fundamentar) Internacional Mon, 10 Jun 2013 01:20:03 -0300