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Fundamentar - Internacional https://fundamentar.com Fri, 19 Apr 2024 19:55:18 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es La otra guerra: entre el tecnoautoritarismo y el capitalismo de vigilancia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6681-la-otra-guerra-entre-el-tecnoautoritarismo-y-el-capitalismo-de-vigilancia https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6681-la-otra-guerra-entre-el-tecnoautoritarismo-y-el-capitalismo-de-vigilancia La otra guerra: entre el tecnoautoritarismo y el capitalismo de vigilancia

La guerra en Ucrania es la primera que se viraliza: transmitida en tiempo real, explicada mediante fragmentos de imágenes que, en pocos segundos, tratan de reflejar amenazas, temores, heroísmo y devastación. Los movimientos militares se han publicado online. Las cámaras digitales y las redes sociales se han transformado en las herramientas omnipresentes del campo de batalla informativo. Durante las primeras semanas de la invasión, el Washington Post pudo rastrear el movimiento de las tropas rusas en Ucrania usando tan solo videos subidos a TikTok por usuarios que compartían imágenes de tanques y soldados en una viralización creciente, a punto tal que The New Yorker la consideró « la primera guerra de Tik Tok». La aplicación china, que tiene más de 1.000 millones de usuarios, convertida en la red de difusión de coreografías familiares virales durante la pandemia, se ha transformado en la actualidad en fuente de información para cientos de miles de jóvenes que siguen las imágenes de la guerra en Ucrania al ritmo en que su dedo se desliza en la pantalla en su celular. Avanzando de manera indiscriminada entre la emocionalidad, las imágenes de guerra y los memes, realidad y ficción se mezclan. Como un ejemplo claro de esto, uno de los videos sobre Ucrania que más ha circulado en las redes, con más de siete millones de vistas, y que muestra a soldados extenuados que se despiden de sus familias, resultó ser una escena de un film ucraniano de 2017.

Tik Tok se ha convertido en un campo de batalla de la información, pero también en un medio para galvanizar el apoyo hacia los ucranianos y en una herramienta útil para la proliferación de relatos engañosos que distribuyen contenido falso para obtener ganancias rápidas mediante videos que piden donaciones para la causa ucraniana.

Si esta es, como lo afirma el filósofo francés Edgar Morin, «la primera ciberguerra en la historia de la humanidad», está a punto de convertirse en la primera en la que dos grandes tendencias globales de la digitalización miden sus fuerzas: el tecnoautoritarismo tanto de China como de Rusia por un lado, y el modelo estadounidense de Silicon Valley por el otro, en el cual empresas privadas despliegan lo que Shoshana Zuboff llama «capitalismo de la vigilancia». Mucho antes de la invasión, el mundo digital ya había comenzado a dividirse en una confrontación tecnológica marcada por la rivalidad entre China y Estados Unidos. La «soberanía» rusa sobre internet ya se había construido sobre la base de la censura informativa y la persecución de la oposición política. Los aliados del Kremlin controlaban VKontakte, la versión rusa de Facebook. Desde 2019, una ley sobre la «soberanía en internet» había obligado ya a todos los proveedores de servicios online a pasar por los filtros de la censura digital del Servicio Federal de Supervisión de las Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación (Roscomnadzor). No obstante, la invasión de Ucrania aceleró y profundizó el alcance de esta cortina de hierro digital que busca aislar a los rusos de cualquier relato que difiera de los argumentos oficiales del Kremlin para construir el casus belli de Putin.

La red rusa de mensajes cifrados Telegram se ha convertido en un instrumento perfecto para medir la confrontación de relatos sobre la guerra, ya que se transformó en una poderosa herramienta de comunicación tanto para rusos como para ucranianos durante el conflicto. La plataforma se ha posicionado recientemente como un medio de información útil para los periodistas que están en Ucrania, en especial para la creación de canales de noticias dirigidos a una audiencia más joven. Aun el presidente Volodímir Zelenski depende fuertemente de su canal oficial de Telegram para dirigirse a los ucranianos y los líderes políticos de todo el mundo, tanto como para impulsar la recaudación de fondos para su país. A diferencia de WhatsApp, Telegram no limita el número de usuarios por canal y prácticamente no hay moderación de contenidos, por lo que también ha funcionado como un espacio para movilizar el apoyo hacia las tropas rusas, como lo evidencia la popularidad del canal Intel Slava Z.

Aun si, de acuerdo con los expertos, el estancamiento militar en el territorio puede acelerar la ciberguerra, a corto plazo la estrategia rusa sigue enfocada en la censura y el control de la narrativa: una amalgama de creación de contenido y difusión y reacciones orquestadas en la que cada herramienta tiene un papel por desempeñar, desde lo que se conoce como granja de trolls rusa, la Agencia de Investigación de Internet con sede en San Petersburgo, hasta los medios públicos rusos, las bocas de propaganda gris y los canales anónimos pro-Kremlin en Telegram. En el punto culminante de la confusión desplegada en Ucrania, una investigación realizada por Pro Publica demostró que se ha dado incluso la paradoja de utilizar verificadores de información falsos que niegan noticias falsas inexistentes. Los investigadores identificaron al menos una docena de videos que denunciaban supuestas campañas de propaganda ucraniana que nunca se produjeron. Según los expertos, el propósito es sembrar la duda frente a cualquier imagen futura que denuncie el impacto de supuestos ataques rusos.

Los gigantes tecnológicos estadounidenses también se han convertido en parte de la batalla informativa que se está librando a expensas de la guerra en Ucrania. A pedido de la Unión Europea, Google, Meta y Twitter decidieron actuar contra cuentas asociadas al Kremlin para impedir la difusión de desinformación y, en especial, para limitar el acceso a contenido de canales oficiales rusos tales como RT y Sputnik. Apple retiró la aplicación de noticias RT News de su punto de venta y YouTube bloqueó el canal ruso de noticias. El anuncio de una prohibición de las transmisiones de RT y Sputnik en la Unión Europea no solo es riesgoso desde una perspectiva política, sino también difícil de implementar legalmente. Sin embargo, demuestra el grado de polarización de la escena informativa bélica, donde la censura y la emocionalidad se han convertido en una parte esencial del relato del frente de batalla. En este sentido, el 11 de marzo Meta anunció que los usuarios de Facebook e Instagram en Ucrania tendrían permitido temporalmente llamar a la violencia contra las Fuerzas Armadas rusas en el contexto de la invasión. Como lo señaló Human Rights Watch, esa política nunca se contempló, por ejemplo, en Siria, donde fueron cometidos supuestos crímenes de guerra que involucraron a las fuerzas rusas.

Las plataformas big tech se han convertido en instrumentos del conflicto: recolectando información y compartiéndola con los Estados, hackeando sitios web o controlando la información, sumándose a boicots internacionales, eliminando cuentas de redes sociales o actuando como instrumentos de movilización, influencia y sesgo emocional.

 

FUENTE: NUEVA SOCIEDAD

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Dana Vazquez

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hola@fundamentar.com (Carme Colomina) Opinión Wed, 06 Jul 2022 17:36:37 -0300
Entender bien la desglobalización https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6649-hacer-bien-la-desglobalizacion https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6649-hacer-bien-la-desglobalizacion Entender bien la desglobalización

La primera reunión del Foro Económico Mundial en más de dos años fue marcadamente diferente de las muchas conferencias previas de Davos a las que asistí desde 1995. No se trató simplemente de que la nieve brillante y los cielos despejados de enero fueran remplazados por pistas de esquí vacías y una llovizna de mayo lúgubre. Fue, más bien, que un foro tradicionalmente comprometido con la defensa de la globalización estaba preocupado principalmente por los fracasos de la globalización: cadenas de suministro alteradas, inflación de los precios de los alimentos y de la energía y un régimen de propiedad intelectual (PI) que dejó a miles de millones de personas sin vacunas contra el COVID-19 simplemente para que unas pocas compañías farmacéuticas pudieran ganar miles de millones de dólares en ganancias adicionales.

Entre las respuestas que se propusieron para estos problemas figuran “repatriar” la producción o “instalarla en países confiables”, e implementar “políticas industriales destinadas a aumentar las capacidades de producción de los países”. Atrás quedaron aquellos días en que todos parecían estar trabajando para un mundo sin fronteras; de repente, todos reconocen que por lo menos algunas fronteras nacionales son esenciales para el desarrollo económico y la seguridad.

Para quienes alguna vez defendían una globalización sin restricciones, este volte face ha resultado en una disonancia cognitiva, porque el nuevo conjunto de políticas propuestas implica que las reglas de larga data del sistema de comercio internacional se quebrarán o se romperán. Incapaces de reconciliar la instalación de la producción en países confiables con el principio de libre comercio no discriminatorio, la mayoría de los líderes empresariales y políticos en Davos apelaron a perogrulladas. Prácticamente no hubo un examen de conciencia sobre cómo y por qué las cosas han salido tan mal, o sobre el razonamiento errado e híper-optimista que prevalecía durante el apogeo de la globalización.

Por supuesto, el problema no es sólo la globalización. Toda nuestra economía de mercado ha dado pruebas de falta de resiliencia. Esencialmente fabricamos autos sin ruedas de auxilio –reduciendo unos pocos dólares del precio, sin preocuparnos demasiado por las exigencias futuras-. Los sistemas de inventario justo a tiempo eran innovaciones maravillosas mientras la economía enfrentaba alteraciones menores; pero terminaron siendo desastrosos frente a los cierres por el COVID-19, creando cascadas de escasez de oferta (como cuando una carencia de microchips condujo a una falta de coches nuevos).

Como advertí en mi libro de 2006, Making Globalization Work, los mercados son nefastos a la hora de “valorar” el riesgo (por la misma razón que no ponen precio a las emisiones de dióxido de carbono). Consideremos el caso de Alemania, que eligió que su economía dependiera de los suministros de gas de Rusia, un socio comercial claramente poco confiable. Ahora, enfrenta consecuencias que eran predecibles y que fueron predichas.

Como reconocía Adam Smith en el siglo XVIII, el capitalismo no es un sistema autosuficiente, porque hay una tendencia natural hacia el monopolio. Sin embargo, desde que el presidente norteamericano Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher introdujeron una era de “desregulación”, la creciente concentración de mercado se ha vuelto la norma, y no sólo en sectores de alto perfil como el comercio electrónico y las redes sociales. La desastrosa escasez de alimento para bebés en Estados Unidos esta primavera fue en sí misma el resultado de la monopolización. Después de que se obligara a Abbott a suspender la producción por cuestiones de seguridad, los norteamericanos pronto se dieron cuenta de que sólo una compañía es responsable de casi la mitad del suministro en Estados Unidos.

Las ramificaciones políticas de las fallas de la globalización también quedaron al descubierto en Davos este año. Cuando Rusia invadió Ucrania, el Kremlin fue condenado casi universalmente y de inmediato. Pero tres meses después, los mercados emergentes y los países en desarrollo (EMDC por su sigla en inglés) han adoptado posturas más ambiguas. Muchos apuntan a una hipocresía de Estados Unidos a la hora de exigir responsabilidad por la agresión de Rusia, considerando que el país invadió Irak bajo falsas pretensiones en 2003.

Los EMDC también enfatizan la historia más reciente de nacionalismo de vacunas por parte de Europa y Estados Unidos, que se sostuvo a través de disposiciones sobre PI de la Organización Mundial de Comercio que les fueron endilgadas hace 30 años. Y ahora son los EMDC los que están soportando la carga de precios de alimentos y energía más elevados. Estos desarrollos recientes, combinados con injusticias históricas, han deslegitimado la defensa occidental de la democracia y del régimen de derecho internacional.

Sin duda, muchos países que se niegan a respaldar la defensa de la democracia que hace Estados Unidos no son democráticos. Pero otros países sí lo son y la posición de Estados Unidos al frente de esa lucha se ha visto minada por sus propios fracasos –desde el racismo sistémico y el coqueteo de la administración Trump con regímenes autoritarios hasta los persistentes intentos del Partido Republicado de anular la votación y desviar la atención de la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos.

La mejor manera de proceder para Estados Unidos sería mostrar una mayor solidaridad con los EMDC ayudándolos a gestionar los crecientes costos de los alimentos y de la energía. Esto se podría hacer reasignando los derechos especiales de giro (el activo de reserva del Fondo Monetario Internacional) de los países ricos y respaldando una fuerte eximición de la PI por el COVID-19 en la OMC.

Asimismo, los altos precios de los alimentos y de la energía probablemente causen crisis de deuda en muchos países pobres, agudizando aún más las desigualdades trágicas de la pandemia. Si Estados Unidos y Europa quieren mostrar un verdadero liderazgo global, tendrán que dejar de ponerse de lado de los grandes bancos y acreedores que incitaron a los países a tomar más deuda de la que podían pagar.

Después de cuatro décadas de defender la globalización, es claro que los asistentes a Davos gestionaron mal las cosas. Prometieron prosperidad para los países desarrollados y en desarrollo por igual. Pero mientras los gigantes corporativos en el Norte Global se volvieron ricos, los procesos que podrían haber beneficiado a todos generaron en cambio enemigos en todas partes. La “economía de derrame”, el argumento de que enriquecer a los ricos automáticamente favorecería a todos, fue una estafa –una idea que no estaba respaldada ni por la teoría ni por la evidencia.

La reunión de Davos de este año fue una oportunidad perdida. Podría haber sido una ocasión para reflexionar seriamente sobre las decisiones y las políticas que llevaron al mundo adonde está hoy. Ahora que la globalización ha alcanzado la cima, sólo nos queda esperar que gestionemos su caída mejor de lo que gestionamos su ascenso.

FUENTE: Project Syndicate


(*) Joseph E. Stiglitz, a Nobel laureate in economics and University Professor at Columbia University, is a former chief economist of the World Bank (1997-2000) and chair of the US President’s Council of Economic Advisers, was lead author of the 1995 IPCC Climate Assessment, and co-chaired the international High-Level Commission on Carbon Prices.

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hola@fundamentar.com (Joseph Stiglitz (*)) Opinión Mon, 13 Jun 2022 18:28:50 -0300
Capitalismo social https://fundamentar.com/internacional/item/6463-capitalismo-social https://fundamentar.com/internacional/item/6463-capitalismo-social La importancia de incorporar los valores democráticos al capitalismo en tiempos de pandemia

La pandemia del COVID-19 ha afectado el stock de capital físico y humano. La crisis, sin embargo, ha impulsado la variable muchas veces ignorada del capital social, elevando su rol como una fuente clave de crecimiento económico. 

La pandemia del COVID-19 ha afectado el stock de capital físico y humano. Las empresas han pospuesto o cancelado los proyectos de inversión, y las habilidades de los trabajadores despedidos o cesanteados se han deteriorado. La crisis, sin embargo, ha impulsado la variable muchas veces ignorada del capital social, elevando su rol como una fuente clave de crecimiento económico. 

Popularizado en los años 1990 por el politólogo de la Universidad de Harvard Robert Putnam, el capital social se refiere a “las características de las organizaciones sociales, como las redes, las normas y la confianza que facilitan la acción y la cooperación en beneficio mutuo”. Se trata de un concepto un tanto nebuloso que comprende los valores compartidos, las convenciones conductuales y las fuentes de confianza mutua e identidad común que permiten que una sociedad funcione. Cuanto más capital social tenga un grupo, mayor su voluntad y su capacidad para actuar de manera colectiva en búsqueda de objetivos valiosos. En otras palabras, el capital social es la goma que aglutina a las comunidades y a las naciones. En las condiciones correctas, las interacciones sociales repetidas y mutuamente beneficiosas conducen a un crecimiento económico más rápido, a mejores resultados sanitarios y a una mayor estabilidad.

En el caso de la pandemia, el capital social ofreció la primera línea de defensa contra el virus cuando todavía no había vacunas y tratamientos médicos efectivos. En este sentido, los individuos que tomaron medidas para prevenir el contagio ofrecieron un bien público. Cada acto consciente destinado a reducir la exposición al virus redujo la probabilidad de infección para el resto de la comunidad. En la jerga de los economistas, quienes redujeron su morbilidad y sus interacciones sociales internalizaron una externalidad negativa que, de otra manera, le habrían impuesto a la sociedad. Un sentimiento de apego a un grupo mayor induce a la gente a tolerar los altos costos individuales de los comportamientos cautelosos. Un cuerpo importante y cada vez más voluminoso de investigación académica ha demostrado que el distanciamiento social espontáneo es más probable en lugares con culturas cívicas mejor desarrolladas. Por ejemplo, una comparación entre países europeos determinó que “un aumento de la desviación estándar en capital social condujo a entre el 14% y el 40% menos de casos de COVID-19 per capita acumulados desde mediados de marzo hasta fines de junio de 2020, así como entre el 7% y el 16% menos de muertes adicionales”.

Asimismo, los lugares con un alto capital social tienden a ser más vibrantes desde un punto de vista económico y a tener mayor conciencia cívica que los lugares donde la gente está aislada. No sorprende entonces que, en las primeras etapas de la pandemia, el virus se propagara más rápidamente en ciudades densamente pobladas como París, Nueva York, Londres y Milán, porque nadie era consciente de lo que se venía. Pero tan pronto como la necesidad de cambios conductuales se volvió evidente, los habitantes de zonas de mayor conciencia cívica adoptaron medidas de distanciamiento social inclusive antes de que se impusieron restricciones formales, y respondieron mucho mejor a las subsiguientes directivas estatales. El capital social también desempeñó un papel esencial a la hora de impulsar a las economías durante meses de confinamiento y trabajo remoto. Si bien las tecnologías digitales ayudaron a la gente a mantenerse conectada, fue el capital social lo que mantuvo vivas esas conexiones. Los empleados que trabajaban desde casa siguieron siendo productivos porque habían generado una sensación de confianza recíproca, identidad compartida y propósito común con sus colegas. Y, sobre esa base, muchos pudieron desarrollar relaciones laborales (digitales) absolutamente nuevas.

En la mayoría de los casos, las empresas terminaron expandiendo su capital social interno durante la pandemia. Al haber perdido su capacidad de controlar a sus empleados de manera directa, terminaron empoderándolos. Con más flexibilidad para manejar su tiempo y vida fuera del trabajo, muchos empleados pudieron asumir aún más responsabilidades y ofrecer una producción de mayor calidad. Según una encuesta entre países realizada por el Boston Consulting Group, el 75% de los participantes mantuvo o mejoró su productividad a pesar de las restricciones de la pandemia. En el entorno laboral híbrido de hoy, el capital social es claramente uno de los factores más importantes detrás de esos resultados. A diferencia de su contraparte física (fábricas, equipos y demás), el capital social no se deteriora con el uso –todo lo contrario-. Pero al igual que cualquier otra forma de capital, hay que mantenerlo y mejorarlo, y esto será especialmente así en la fase post-pandemia. En circunstancias normales, nuestras conexiones y relaciones evolucionan y se expanden con el tiempo. Sin embargo, sin medidas apropiadas para reactivar y reabrir las redes sociales, meses de confinamiento y restricciones podrían extenuar algunas relaciones o resultar en segregación grupal. Debido a lo que Putnam llama “capital social vinculante”, la gente podría volverse muy apegada a un grupo específico y terminar sucumbiendo al sectarismo o al tribalismo. Por cierto, el populismo y el nacionalismo son formas degeneradas de capital social, y han resurgido en algunos lugares durante la pandemia.

Los gobiernos y las corporaciones deberían entonces intentar construir más “capital social de puente” apalancándose en la sensación de responsabilidad, solidaridad y altruismo desarrollada durante la crisis del COVID-19. Esta forma de capital social vincula a la gente en diferentes grupos y será necesaria para prevenir la próxima pandemia y combatir el cambio climático. Pero la conciencia cívica por sí sola no será suficiente. Habrá que convencer a los individuos de internalizar las externalidades negativas de sus acciones. Con ese objetivo en mente, los gobiernos deberían extender más autonomía a los ciudadanos, volviéndose menos controladores y reguladores y más catalizadores y facilitadores. Y las empresas, por su parte, deberían buscar maneras de fomentar una cultura de confianza recíproca, invertir más en la transición digital y explorar nuevas maneras de organizar el trabajo.

Visto en estos términos, el COVID-19 podría dejar un legado positivo: una base más firme de capital social para apuntalar la responsabilidad y el altruismo que el mundo necesitará para enfrentar los desafíos por delante.

(*) Edoardo Campanella es un economista en el UniCredit Bank, becario en el Centro para la Gobernanza del Cambio en la IE University de Madrid, y co-autor (con Marta Dassù) de "Anglo Nostalgia: The Politics of Emotion in a Fractured West"

FUENTE: Project Syndicate

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández

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hola@fundamentar.com (Edoardo Campanella (*)) Internacional Wed, 28 Apr 2021 13:53:04 -0300
Después del neoliberalismo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6214-despues-del-neoliberalismo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6214-despues-del-neoliberalismo Joseph Stiglitz - Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de Columbia

¿Qué tipo de sistema económico es más conducente al bienestar humano? Esa pregunta ha llegado a definir la época actual porque, después de 40 años de neoliberalismo en Estados Unidos y en otras economías avanzadas, sabemos lo que no funciona.

El experimento neoliberal –impuestos más bajos para los ricos, desregulación de los mercados laboral y de productos, financiarización y globalización- ha sido un fracaso espectacular. El crecimiento es más bajo de lo que fue en los 25 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y en su mayoría se acumuló en la cima de la escala de ingresos. Después de décadas de ingresos estancados o inclusive en caída para quienes están por abajo, el neoliberalismo debe decretarse muerto y enterrado.

Hay por lo menos tres alternativas políticas importantes que compiten para sucederlo: el nacionalismo de extrema derecha, el reformismo de centroizquierda y la izquierda progresista (la centroderecha representa el fracaso neoliberal). Sin embargo, con excepción de la izquierda progresista, estas alternativas siguen estando en deuda con alguna forma de la ideología que ha expirado (o debería haber expirado).

La centroizquierda, por ejemplo, representa al neoliberalismo con un rostro humano. Su objetivo es trasladar las políticas del ex presidente norteamericano Bill Clinton y del ex primer ministro británico Tony Blair al siglo XXI, haciendo sólo revisiones tenues a los modos prevalecientes de financiarización y globalización. Mientras tanto, la derecha nacionalista reniega de la globalización y culpa a los migrantes y a los extranjeros de todos los problemas de hoy. Aun así, como ha demostrado la presidencia de Donald Trump, no está menos comprometida –por lo menos en su variante norteamericana- con los recortes impositivos para los ricos, la desregulación y el achicamiento o eliminación de los programas sociales.

El tercer campo, en cambio, defiende lo que llamo capitalismo progresista, que prescribe una agenda económica radicalmente diferente, basada en cuatro prioridades. La primera es restablecer el equilibrio entre los mercados, el estado y la sociedad civil. El crecimiento económico lento, la creciente desigualdad, la inestabilidad financiera y la degradación ambiental son problemas nacidos del mercado y, por lo tanto, no pueden ser resueltos, ni lo serán, sólo por el mercado. Los gobiernos tienen la obligación de limitar y delinear los mercados a través de regulaciones ambientales, de salud, de seguridad ocupacional y de otros tipos. También es tarea del gobierno hacer lo que el mercado no puede hacer o no hará, como invertir activamente en investigación básica, tecnología, educación y la salud de sus votantes.

La segunda prioridad es reconocer que la “riqueza de las naciones” es el resultado de la investigación científica –aprender sobre el mundo que nos rodea- y de la organización social que permite que grandes grupos de personas trabajen juntos para el bien común. Los mercados siguen teniendo un rol crucial que desempeñar a la hora de facilitar la cooperación social, pero sólo cumplen este propósito si están subordinados al régimen de derecho y son objeto de controles democráticos. De lo contrario, los individuos pueden enriquecerse explotando a otros, generando riqueza a través de la búsqueda de renta en lugar de creando riqueza a través de una creatividad genuina. Muchos de los ricos de hoy tomaron la ruta de la explotación para llegar adonde están. Se han visto muy favorecidos por las políticas de Trump, que han alentado la búsqueda de renta destruyendo al mismo tiempo las fuentes subyacentes de creación de riqueza. El capitalismo progresista busca hacer precisamente lo contrario.

Esto nos lleva a la tercera prioridad: abordar el creciente problema del poder de mercado concentrado. Al explotar las ventajas de la información, comprar a potenciales competidores y crear barreras de entrada, las empresas dominantes pueden comprometerse en una búsqueda de renta de gran escala en detrimento de todos los demás. El incremento del poder del mercado corporativo, junto con la caída del poder de negociación de los trabajadores, ayuda a explicar por qué la desigualdad es tan alta y el crecimiento tan débil. A menos que el gobierno asuma un papel más activo de lo que prescribe el neoliberalismo, estos problemas probablemente se vuelvan mucho peores, debido a los avances en el campo de la robótica y la inteligencia artificial. 

El cuarto punto clave en la agenda progresista es disociar el poder económico de la influencia política. El poder económico y la influencia política se refuerzan mutuamente y se perpetúan a sí mismos, especialmente donde los individuos ricos y las corporaciones pueden gastar sin límite en las elecciones, como sucede en Estados Unidos. En la medida que Estados Unidos se acerque cada vez más a un sistema esencialmente antidemocrático de “un dólar, un voto”, el sistema de controles tan necesario para la democracia quizá no pueda resistir: nada podrá restringir el poder de los ricos. No se trata simplemente de un problema moral y político: a las economías con menos desigualdad en verdad les va mejor. Las reformas progresistas-capitalistas, por ende, tienen que empezar por recortar la influencia del dinero en la política y reducir la desigualdad de la riqueza.

No hay una solución mágica que pueda revertir el daño provocado por décadas de neoliberalismo. Pero una agenda integral según los lineamientos planteados más arriba decididamente puede hacerlo. Mucho dependerá de si los reformistas son tan decididos a la hora de combatir problemas tales como el excesivo poder del mercado y la desigualdad como lo es el sector privado para crearlos.

Una agenda integral debe centrarse en la educación, la investigación y las otras fuentes verdaderas de riqueza. Debe proteger al medio ambiente y combatir el cambio climático con la misma vigilancia que los partidarios del Nuevo Trato Verde en Estados Unidos y Rebelión contra la Extinción en el Reino Unido. Y debe ofrecer programas públicos que garanticen que a ningún ciudadano se le nieguen los requisitos básicos de una vida decente. Estos incluyen seguridad económica, acceso al trabajo y a un salario digno, atención médica y vivienda adecuada, un retiro seguro y una educación de calidad para los hijos.

Esta agenda es sumamente alcanzable; de hecho, no podemos noimplementarla. Las alternativas ofrecidas por los nacionalistas y los neoliberales garantizarían más estancamiento, desigualdad, degradación ambiental y acrimonia política, lo que conduciría potencialmente a desenlaces que ni siquiera queremos imaginar.

El capitalismo progresista no es un oxímoron. Más bien, es la alternativa más viable y vibrante para una ideología que claramente ha fracasado. Como tal, representa la mejor oportunidad que tenemos de escapar de nuestro malestar económico y político actual.

 

FUENTE: Project Syndicate

(*) Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de Columbia, fue presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton y se desempeñó como vicepresidente senior y economista jefe del Banco Mundial.

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hola@fundamentar.com (Joseph Stiglitz (*)) Opinión Tue, 30 Jul 2019 12:19:02 -0300
Evo: "Somos Una Amenaza para el Capitalismo Porque Ya No Nos Roban Como Antes" https://fundamentar.com/internacional/item/4612-evo-somos-una-amenaza-para-el-capitalismo-porque-ya-no-nos-roban-como-antes https://fundamentar.com/internacional/item/4612-evo-somos-una-amenaza-para-el-capitalismo-porque-ya-no-nos-roban-como-antes Evo: "Somos Una Amenaza para el Capitalismo Porque Ya No Nos Roban Como Antes"

El presidente de Bolivia, Evo Morales, aseguró hoy que Barack Obama "cuando dice que Venezuela es una amenaza a su seguridad se equivoca", porque en realidad "considera que todos los pueblos de la Patria Grande somos una amenaza al sistema capitalista y porque ya no nos pueden robar como antes", en "este camino de liberación que hemos emprendido".

Evo lo expresó en una entrevista telefónica mantenida con Télam, en la que manifestó su fuerte respaldo al gobierno de Nicolás Maduro y condenó la la orden ejecutiva dictada por Obama, en la que tildó al país caribeño como una "amenaza" para el territorio estadounidense.

"Sus agresiones políticas, a la soberanía y hasta de característica económica no tienen otro objetivo que atacar el proceso de liberación que vivimos", reafirmó Morales desde La Paz.

En ese sentido, sostuvo que "cuando Obama dice que Venezuela es una amenaza a su seguridad se equivoca, porque en realidad considera que somos una amenaza al sistema capitalista y porque ya no nos pueden robar como antes".

El presidente de Bolivia también valoró "el fuerte proceso de integración" que despliegan los países de la región desde hace más de una década, mientras que por otra parte "el capitalismo tambalea no social, sino también económicamente".

"Tienen que entender de una vez por todas que tenemos derecho a liberarnos y controlar nuestros recursos. Esto fue y es algo fundamental para todos nuestros países y fundamentalmente para Bolivia, porque ya no somos el patio trasero de nadie, como decía Néstor Kirchner", sostuvo Evo.

Precisamente, Morales evocó con emoción la figura del ex presidente argentino y aseguró que uno de sus "más grandes recuerdos" tiene que ver con la cumbre la IV Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata el 4 de noviembre de 2005, recordada como la cumbre del No al ALCA.

"Tengo siempre presente el debate de ALBA, o el área de libre ganancia del capitalismo, como yo le decía en aquel momento en las charlas con Néstor. Aquella fuerte postura común fue fundamental para el paso que dimos, por eso siempre recuerdo cuando Kirchner decía que no éramos el patio trasero, y yo creo que eso no les gustó para nada y fue revelador para Estados Unidos y Canadá".

"Tienen que entender de una vez por todas que tenemos derecho a liberarnos y controlar nuestros recursos. Esto fue y es algo fundamental para todos nuestros países y fundamentalmente para Bolivia, porque ya no somos el patio trasero de nadie, como decía Néstor Kirchner", sostuvo Evo

Al mismo tiempo, valoró el crecimiento que tuvo la UNASUR a partir de aquel momento, organismo que, según Evo, apunta a que "seamos una potencia, no para invadir países, sino para imponer la paz y la justicia social".

"Estados Unidos y Canadá podrían estar con nosotros, pero si no es el caso no nos apartaremos del camino iniciado", reafirmó Morales de cara a la nueva Cumbre de las Américas que tendrá lugar el próximo 11 y 12 de abril en Panamá.

Respecto al encuentro, y más allá de reafirmar su apoyo a Venezuela, se mostró expectante por volver a reencontrarse con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, "en algún encuentro bilateral o una charla, para seguir avanzando con la fuerte relación que une a nuestros dos países".

Por otra parte, y teniendo en cuenta "los importantes temas a debatir en esta cumbre", el presidente de Bolivia reafirmó la necesidad de que "se termine con los debates cerrados entre presidentes", dado que "es fundamental que los pueblos nos escuchen y terminemos con estas charlas cerradas".

Evo Morales, por último, aseguró que sigue con atención "la actualidad de todos los países hermanos", y juzgó que la charla con Télam "es un buena oportunidad para estar en contacto con los hermanos argentinos".

 

FUENTE: Télam

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hola@fundamentar.com (Luciano Herrero) Internacional Sun, 22 Mar 2015 19:25:32 -0300
¿Por qué Subsiste un Modelo que no Funciona? https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/2709-por-que-subsiste-un-modelo-que-no-funciona https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/2709-por-que-subsiste-un-modelo-que-no-funciona ¿Por qué Subsiste un Modelo que no Funciona?

Con crudeza, pero exponiendo un nuevo punto de vista del escenario regional, Bernardo Kliksberg desplegó en su conferencia magistral en la Facultad de Ciencias Económicas de Buenos Aires, los motivos del fracaso del modelo neoliberal

“La primera anotación: las economías que están aplicando constantemente el modelo neoliberal, simplemente dejaron de producir empleos. Las últimas cifras europeas, piden una muestra estadística totalmente consistente, que significa agregar más desempleados y particularmente más jóvenes. La Eurozona tiene actualmente un 12,2% de desempleados, la peor cifra desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Al interior de la Eurozona, no son sólo Grecia, Portugal e Irlanda, digamos, los fracasos menores. Ahora están los fracasos mayores, resulta que Italia - que es la octava economía del planeta -, tiene un 12,3% de desempleo, con un desempleo joven del 20%. Y resulta que el desempleo joven en Grecia es del 60; lo mismo que en España. No hay lugar para los jóvenes en el mercado del trabajo, ni posibilidades remotas. El mejor pronóstico del Fondo Monetario Internacional para España es dentro de 3 años empezaría a recuperarse del 27% de desempleo abierto que tiene actualmente. En el mejor de los escenarios, bajo las mejores hipótesis. ¿Y qué otros parámetros necesitamos para juzgar a las economías que dejan de producir empleos y para juzgar a otros modelos de funcionamiento? Además que produce desempleo, el neoliberalismo ha sido incapaz de restablecer la balanza de pagos, los equilibrios financieros básicos, el producto bruto no se ha reducido significativamente, a pesar de sacrificar al inmenso contingente de la población. 

“Lo único que está claro es que aumenta el desempleo y aumenta el indicador de suicidios. Ahora ya no diría que la “pobreza mata”, es mucho peor, lamentablemente. Aumenta la tasa de suicidios. La tasa de suicidios de Grecia subió un 40% en los últimos dos años, la de España un 20%, la de Italia un 23%. Es un registro final del fracaso total del neoliberalismo. Pero, ¿Por qué se sigue? ¿Por qué a pesar de que las dos organizaciones claves de la Troika, el FMI y la Comisión Europea, produjeron análisis recientes y dijeron que se habían equivocado en sus predicciones del impacto de caída de producto bruto que iba a tener el ajuste y las políticas de austeridad?” 

“Ahí viene mi segundo punto: En primer lugar, el modelo no funciona. En la actual campaña electoral, la semana pasada en Nueva York, uno de los candidatos principales dice en todos lados que hoy la ciudad de Nueva York tiene un 45% de pobres. Entonces ¿Dónde estamos? Hablamos de uno de los lugares más prósperos de EE. UU. El modelo no funciona. Es decir que hay quienes ganan con un modelo que no funciona; no es un tema de quedar solamente atascados, sino de intereses muy poderosos. El año pasado, los 200 ejecutivos mejor pagados de las empresas que venden 1000 millones de dólares o más, en Estados Unidos, ganaron un 16% más que el año anterior (15 millones de dólares por año). La semana pasada, en Estados Unidos hubo una primera huelga nacional de trabajadores de la industria del fast food, el reclamo central es que su salario es de 8 dólares la hora (15 mil dólares al año). Con lo que el modelo funciona para el 1% más rico, que es cada año más rico”.

Bernardo Kliksberg explica la creación de un polo de concentración económica de esa magnitud a través de cuatro factores. “Una es la especulación financiera, fuente de ganancias como nunca hubo en la historia y ha producido las mayores concentraciones del mundo. Segundo, los bajos salarios. 

Nos hemos remontado a la época de los salarios más baratos de la historia capitalista. ¿Saben ustedes cuánto ganan, por mes, los 5 millones de trabajadores que hoy producen la buena parte de toda la ropa que usamos, vendida por grandes cadenas internacionales, en Bangladesh? ¿Y la segunda productora de ropa del planeta de la cual toda su producción es encargada por las multinacionales? Ganan 37 dólares por mes, o sea unos 400 o 500 dólares por año. El Papa Francisco lo ha dicho una y otra vez, eso es trabajo esclavo”, subrayó. El tercero el cese del pago de impuestos, como se describió más arriba.

“El cuarto punto y más conocido: los monopolios. Las 300 empresas más grandes del mundo tienen el nivel de concentración monopólica más alto que se haya dado”. El 1% más rico de la población del planeta posee casi la mitad de todos los activos personales del mundo, según cifras del Banco Mundial. 

“Un punto fundamental, en relación con los síntomas del modelo fracasado: están más financiados y activos que nunca, porque tienen que lograr legitimar lo que no es legitimable. Cómo se legitima que una sola persona, por ejemplo, el dueño de CAC - uno de los principales fondos financieros de Wall Street, que maneja US$ 14 mil millones, inculpado criminalmente por la manipulación de información confidencial a su favor. Se termina de comprar, hace un mes, un cuadro por 120 millones de dólares. 

“...las economías que están aplicando constantemente el modelo neoliberal, simplemente dejaron de producir empleos. (…) Además que produce desempleo, el neoliberalismo ha sido incapaz de restablecer la balanza de pagos, los equilibrios financieros básicos, el producto bruto no se ha reducido significativamente, a pesar de sacrificar al inmenso contingente de la población.” 

¿Cómo se hace para legitimar eso, si la ciudad de Nueva York tiene un 45% de población en situación de pobreza? Entonces los síntomas neoliberales están más activos que nunca y parte de ese 1% se dedica a comprar grupos mediáticos (cualquier relación de causalidad, es relación de causalidad). Tenemos que dar esa pelea porque en ella se nos va buena parte de la disputa”. 

“Acá es la pelea, en las aulas. Estamos trabajando en muchos lugares de América Latina para dar esa pelea que habíamos, casi, abandonado. Durante muchos años lo único que se enseñaba era el modelo o variantes del modelo, camuflaje del modelo. Esa pelea hay que darla en forma sistemática”, sostuvo. Kliksberg es el creador del Programa “Jóvenes de Unasur por una Economía Social y para la Integración Regional”, del cual participan una docena de universidades latinoamericanas. Su primer antecedente fue el programa de la UBA “Los 100 jóvenes sobresalientes”, que se extendió a todo el país. El “dream team” que participa de la iniciativa está revolucionando la formación de dirigentes y académicos, a través de una nueva concepción de integración regional, con las ideas más avanzadas en desarrollo y gestión, con una perspectiva ética, con énfasis en la integración regional, buena gestión pública y privada, además de responsabilidad social empresaria, serán los temas que darán a los futuros dirigentes una visión holística de nuevas vías para el desarrollo.

“El escenario actual trasciende los límites de las categorías mentales: capitalismo, anticapitalismo. Es un enfrentamiento mucho más hostil. Cuando por primera vez, la Justicia americana logró una condena criminal contra un operador de Goldman Sachs, el principal banco del planeta. Los jurados, ciudadanos comunes, después de ver toda la evidencia, y Goldman Sachs teniendo los mejores abogados del mundo preparando su defensa, fallaron a favor de la justicia americana porque estaban totalmente impresionados por el espectáculo del greed. Greed, una de las palabras más populares del vocabulario de todos los que denuncian lo que está sucediendo en los mercados financieros en EE. UU. Se traduce como codicia avariciosa y es el nombre preciso de lo que está sucediendo. El capitalismo ha devenido en el capitalismo salvaje que es codicia avariciosa como motor central del funcionamiento de la economía. De un lado está el greed, y del otro está buena parte del género humano. Y gran parte de ésta, siente que lo representa la solidaridad, el cooperativismo, el emprendedurismo, el voluntariado y sobre todo políticas públicas. Hay que articularlo, organizarlo, hacerlo participar, hay que producir en cada realidad una articulación del 99%”, sostuvo en su última reflexión, el autor de “Ética para empresarios”. 

“Es la lucha histórica que viene desde los orígenes del género humano. En el texto bíblico hay un episodio que me gusta repetir: Caín mató a su hermano, Abel. Según la Biblia, Caín estaba lleno de envidia y la Divinidad le preguntó: “¿Qué has hecho?” y Caín respondió: “¿Es que acaso yo soy guardián de mi hermano?”. “Nosotros podemos cambiar la historia. Argentina es un escenario de esta lucha mucho más global y lo que sucede aquí, va ir avanzando y tomando poder, para que el 99% cambie el mundo y cambie a la Argentina”, finalizó vibrante.

 

FUENTE: mercosurabc

 

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hola@fundamentar.com (Luciano Herrero) Opinión Mon, 02 Sep 2013 16:51:54 -0300