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Fundamentar - Internacional Este portal pretende hacer un aporte a la cualificación del debate político y económico en la Argentina. Ponemos ideas en discusión que pretenden servir para que surjan otras visiones que enriquezcan el análisis. https://fundamentar.com/internacional/itemlist/tag/desarrollo 2024-04-29T06:39:51-03:00 Joomla! - Open Source Content Management Campo y Desarrollo 2021-06-14T14:09:00-03:00 2021-06-14T14:09:00-03:00 https://fundamentar.com/economia/item/6504-campo-y-desarrollo Roy Hora (*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/9fc68379d08eaa561b4d26b1e36c108a_S.jpg" alt="El campo argentino" /></div><div class="K2FeedIntroText"><h3>¿El campo es capaz de desempeñar un papel relevante en el desarrollo de nuestro país en las próximas décadas? ¿La economía agraria que domina la pradera pampeana puede hacer una contribución significativa al crecimiento y la diversificación de la economía nacional?</h3></div><div class="K2FeedFullText"><p>En nuestro país, incluso entre grupos informados–en particular entre los de sensibilidad nacional-popular–, el sector agroexportador tiene mala prensa: se dice que demanda poco empleo, que concentra el ingreso en pocas manos, que genera pocos eslabonamientos con otros sectores más intensivos en tecnología y trabajo calificado. Algunos incluso van más allá: el imperio de la soja, que dominó la pradera argentina en el último cuarto de siglo, ha contribuido a reprimarizar nuestra economía. Es el pasado, no el futuro.</p> <p>El pasado, sin embargo, nos cuenta una historia más compleja. Para narrarla conviene dividirla en tres capítulos. El primero se refiere a la historia de una nación que, por más de medio siglo, avanzó por el camino del desarrollo y la mejora del nivel de vida de sus mayorías gracias al empuje de su economía pampeana. Pese a que no todo fue color de rosa en las décadas que van de la presidencia de Sarmiento al derrocamiento de Yrigoyen, el campo pampeano fue la gran locomotora de crecimiento del país más exitoso de América Latina. Ya sea que miremos el incremento del producto o del producto per cápita, la lección es la misma: la Argentina creció más rápido que sus vecinos latinoamericanos y que Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, las potencias económicas de ese tiempo.</p> <p>Es importante recordar que el auge exportador, además de hacer crecer el producto, también contribuyó a diversificar la economía. ¿La prueba? La Argentina del trigo y la carne fue también la nación más industrializada de América Latina. La evidencia es concluyente: desde la década de 1870 y hasta la Gran Depresión, la producción manufacturera creció más rápido que la agropecuaria y para el fin de la década de 1920 representaba cerca del 20 % del producto total (esto es, poseía una gravitación superior a la que alcanza en nuestro tiempo). Para entonces, México, Brasil o Chile tenían sectores manufactureros más pequeños, en todos los casos inferiores al 13% del producto.</p> <p>Para completar el cuadro conviene referirse a tres dimensiones que nos permiten calibrar mejor el impacto social del crecimiento exportador. Primero: gracias al impulso que provenía de la fértil pradera pampeana, y que la ciudad multiplicó al calor de la expansión de la manufactura y los servicios, nuestro país ofreció, junto con Uruguay, los salarios más altos de América Latina y grandes oportunidades de progreso económico y movilidad social para sectores muy amplios de su población. En segundo lugar, remuneraciones elevadas y oportunidades fueron los principales determinantes de un fenómeno que dejó una marca indeleble en la sociedad argentina: el arribo de millones de inmigrantes europeos. Finalmente, notemos que la elevada productividad agraria y la sostenida expansión de la industria y los servicios convirtieron a la Argentina en un país de grandes ciudades, y uno de los países más urbanizados del planeta. Más urbanizado que Francia o Alemania, Estados Unidos o Canadá.</p> <p>Entre el fin de la Guerra del Paraguay y la Crisis del Treinta, pues, crecimiento agrario y expansión industrial, urbanización y mejora social, fueron de la mano. Los indicadores de desarrollo humano cuentan la historia de un país que avanzaba por el camino de la mejora del bienestar popular y en el que, para las mayorías, la idea de progreso no era una expresión vacía. Los avances de la Argentina en el terreno de la alfabetización y la escolarización son conocidos, toda vez que la escuela fue una de las políticas públicas estrella de ese tiempo. Menos atención se le ha prestado a otros indicadores que también resumen bien los progresos de la Argentina agroexportadora, como el referido a la esperanza de vida. Hacia comienzos de la década de 1880, la esperanza de vida al nacer era de 33 años. Para fines de la década de 1920, la esperanza de vida había crecido dos décadas, hasta los 53 años. Para entonces, la esperanza de vida argentina superaba en 19 años ala de México o Brasil.</p> <p>¿Si los logros de la Argentina del crecimiento exportador fueron significativos, por qué, entonces, el país no siguió caminando por esa senda tan prometedora que, además, contaba con un amplio consenso tanto entre la elite dirigente como entre las clases populares? ¿Y por qué comenzó a volverse muy negativa la valoración del aporte del campo, hasta entonces principal responsable del crecimiento económico, al desarrollo nacional? El núcleo del problema radica en que esa Argentina que, gracias a la pampa, estaba muy bien preparada para funcionar en un mundo de mercados abiertos, no pudo afrontar con éxito los desafíos nacidos tras el giro proteccionista desencadenado por la Gran Depresión. Cuando el mercado mundial le dio la espalda, el país sufrió. Lo más importante: el derrumbe del comercio internacional disminuyó drásticamente la rentabilidad social del patrón de crecimiento exportador. Desde 1929, y por una década y media, los salarios se estancaron. A las mayorías, acostumbradas a que el progreso fuera una experiencia palpable, perceptible en la vida cotidiana, el presente se les hizo duro y el futuro aún más avaro. Los grupos dirigentes, por su parte, comenzaron a dudar de que el campo constituyera la avenida que conducía a un país mejor. La legitimidad del patrón de crecimiento exportador se vio erosionada. Las frustraciones que se fueron sumando luego de 1930 contribuyeron a arraigar en la mente argentina una nueva utopía de progreso económico y social, asociada a la industria manufacturera y al crecimiento volcado sobre el mercado interno. Una utopía que, además, nació animada por una redoblada exigencia de justicia social.</p> <p>Llegados a este punto, es importante traer a la discusión una tensión que había permanecido dormida en la era del crecimiento exportador. Thomas Piketty nos ha mostrado que, en los países del Atlántico Norte, el crecimiento económico del siglo XIX aumentó la brecha entre los grandes capitalistas y los hombres y mujeres del común. Este fenómeno también impactó sobre la sociedad argentina. La singularidad nacional radica en que nuestra clase plutocrática poseía una base eminentemente agraria, cuyo emblema era la gran estancia. Mientras el progreso social fue percibido como una experiencia generalizada por la población urbana, esos terratenientes no tuvieron demasiadas razones para preocuparse. Esta actitud tolerante, primero desafiada tras el Grito de Alcorta, no sobrevivió intacta a las dificultades que trajo la década de 1930. Chacareros y trabajadores rurales en dificultades, expulsiones de arrendatarios, migración a la ciudad, desempleo, remuneraciones estancadas: cuando estas cuestiones ganaron un lugar en la discusión pública, la plutocracia rural pasó a encarnar el arquetipo del explotador insensible al dolor popular. Y ese mundo rural crecido en torno a la estancia, ese campo donde reinaba la injusticia social, comenzó a ser denunciado cada vez más abiertamente como el núcleo socioproductivo de una Argentina que miraba hacia el pasado. No es casual que, pocos años más tarde, Perón haya elegido a la oligarquía terrateniente –concebida como la personificación de todo lo malo que anidaba en la sociedad argentina, como responsable de la frustración del sueño de progreso nacional– como su principal enemigo.</p> <p>¿Cuál es la importancia de todo esto? Nos permite comprender mejor las razones que hicieron que, hacia mediados del siglo XX, los caminos del crecimiento exportador y del desarrollo productivo nacional terminaran divorciándose (y que, como todo divorcio, la separación viniese acompañado de duros reproches). Esta inflexión lleva nuestra atención hacia el segundo capítulo de la historia de la relación entre campo y desarrollo. Este segundo capítulo –sin duda el más arraigado en la memoria histórica de los argentinos– se desplegó bajo el signo de otra epopeya productiva, la de la industrialización por sustitución de importaciones. La apuesta por la industria fue la respuesta más habitual, y también la más razonable, de los países de América Latina a los desafíos del mundo nacido entre la Depresión y el comienzo de la Guerra Fría. Dentro del panorama general, el caso argentino presenta algunos rasgos singulares. Cuando la política económica de la era industrial terminó de perfilarse a mediados de la década de 1940, tras la llegada de Perón al poder, uno de sus aspectos más salientes fue su acusado sesgo antiagrario. Una de sus expresiones más conspicuas fue un fuerte incremento de la presión fiscal sobre este sector. Este giro estaba indicando que el campo, que hasta la Gran Depresión había sido concebido como el motor del crecimiento, había pasado a desempeñar un papel subsidiario: proveedor de alimento barato para la población urbana y generador de divisas con las que sostener la expansión de la actividad manufacturera, erigida por la política pública en el sector líder de la economía.</p> <p>Las oscuras perspectivas que el proteccionismo agrícola impuso al comercio de alimentos de clima templado en el escenario nacido tras la Depresión, que aconsejaban no apostar demasiado por el sector agroexportador, no alcanzan para explicar el sesgo anti-agrario de la política pública, que los voceros de este sector –siempre nostálgicos de un pasado que había muerto para siempre– tanto denunciaron desde la década de 1940. También pesó mucho la idea de que el campo evocaba el arcaísmo productivo, el mundo del atraso. Por supuesto, la configuración socio-política de nuestro país le dio solidez y estabilidad al nuevo rumbo, y contribuyó a imponer, tanto en la disputa política como en la discusión pública, el mundo de ideas sobre las que se asentaba la apuesta por la industria. Al fin y al cabo, ya antes de que Perón hiciera sonar la campana que marcaba el comienzo del reinado de las grandes chimeneas, la Argentina era el país más urbanizado y más industrializado del continente, y el que contaba con los sindicatos de trabajadores urbanos más poderosos.</p> <p>El nuevo rumbo, sin embargo, prometió más de lo que entregó. La razón de fondo es que la Argentina estaba muy bien preparada para el crecimiento agroexportador pero no para convertirse en una potencia manufacturera. Carecía de una pampa industrial capaz de producir ese milagro. Sin energía barata, sin acero ni carbón, sin un mercado de tamaño suficiente como para alcanzar las economías de escala que vuelven más dinámica la actividad manufacturera, con altos costos laborales para la media latinoamericana, su performance estaba llamada a ser gris. La consecuencia: desde el peronismo en adelante las clases populares gozaron de una sensible mejora en términos de bienestar, pero en un marco signado por un rendimiento económico mediocre. La principal evidencia de esta limitación se aprecia en la comparación con los mismos países latinoamericanos que en el ciclo anterior nuestro país había dejado muy atrás: entre 1945 y 1972 la industria argentina creció al 4,4 % anual, mientras que la brasileña lo hizo al 8,4%, la chilena al 5,2 %, la colombiana al 6,6 % y la mexicana al 7,4 %.[3]Durante las décadas doradas de la era industrial, una vez superado el parate que trajo la Gran Depresión, el progreso social volvió a signar el paisaje urbano. Pero el ritmo de marcha fue más pausado. En la era del crecimiento exportador, Argentina se acercó a los países ricos y se alejó de los pobres. En la era industrial, en cambio, la historia argentina fue de divergencia respecto de los países desarrollados del Norte y de convergencia con los rezagados del Sur.</p> <p>No es sorprendente que una estrategia de desarrollo que hacía depender el crecimiento de la manufactura y los servicios de fuertes subsidios del sector agropecuario pronto exhibiera limitaciones, que afectaron la producción exportable. Atenazado entre un mercado mundial anémico y una política pública muy hostil, el sector agrario incorporó poca tecnología, perdió dinamismo y rentabilidad. Para 1925 la agricultura pampeana era una de las más mecanizadas del planeta; un cuarto de siglo más tarde se había descapitalizado y penaba por la falta de tractores. Entre 1930 y 1960, las exportaciones pampeanas permanecieron estancadas, y luego experimentaron otros treinta años de moroso crecimiento. Pero lo más importante es que, de manera inevitable, las consecuencias de la debilidad exportadora también se sintieron fuera del campo. La dependencia estructural del sector manufacturero –poco competitivo y por ende incapaz de exportar y de satisfacer sus propias necesidades de tecnología e insumos– respecto de las exportaciones agropecuarias fue el canal a través del cual el pobre rendimiento exportador impactó sobre el resto de la economía. Ya en la década de 1950 una creciente demanda de divisas convirtió a la restricción externa en el talón de Aquiles de la Argentina industrial. Faltaban dólares porque faltaban exportaciones. Y con ello se reforzó la convicción nacida en la década de 1930: el empresariado del campo era insensible al estímulo del progreso y el cambio tecnológico.</p> <p>De todos modos, la Argentina de la sustitución de importaciones siguió avanzando por el camino del progreso socioeconómico por otro cuarto de siglo, hasta entrada la década de 1970. En ese momento, el sector manufacturero tocó su techo y dejó de crecer. Desde entonces, la actividad industrial ha retrocedido sin pausa, y lo ha hecho bajo gobiernos de los más variados signos políticos y de las más diversas orientaciones políticas. De representar cerca de un tercio del producto en los años dorados de la sustitución de importaciones, la industria ha caído a menos de la mitad de esa cifra en el siglo XXI. Al final de las presidencias Kirchner, que tanto hicieron para protegerla, era más pequeña que en la presidencia de Alvear. Los gobernantes argentinos no son los responsables primeros del retroceso del sector industrial. Pese a que la contracción tiene ritmos y condimentos específicos en cada país, su razón de fondo no es nacional sino global: el desplazamiento de la manufactura hacia Oriente se advierte en todo Occidente. De hecho, el mismo fenómeno se observa en Brasil y Chile, Estados Unidos y Gran Bretaña, Francia y Alemania. A ambos lados del Atlántico, el giro de la economía y del empleo desde la producción industrial a los servicios es el signo de los tiempos. No todos los países, sin embargo, han sufrido esta transformación tanto como la Argentina. Porque el problema argentino no es de desindustrialización a secas sino, más bien, de retroceso productivo en términos más generales. Golpeada por la inestabilidad macroeconómica y la falta de rumbo, comprometida a defender un sector industrial que ha perdido capacidad de impulsar el desarrollo, hace varias décadas que la Argentina no encuentra modo de sacar mejor provecho de sus recursos institucionales, su capital humano y sus recursos naturales.</p> <p>En este contexto, en el que la actividad manufacturera ha perdido capacidad para hacer crecer la economía y para dinamizar los mercados de trabajo urbanos, el papel del campo como promotor del desarrollo adquiere un relieve que no tenía desde la década de 1920. Mientras la luz que ilumina al sector industrial argentino palidece, la economía agroexportadora exhibe un horizonte más prometedor. Por una parte porque desde la década de 1990 crece e incorpora tecnología de punta, cercana a la frontera internacional. En estas décadas, su expansión no depende de la gran propiedad sino de la empresa de mediana o gran escala que se expande sobre tierra arrendada, apoyada en una vasta red de contratistas que la proveen de servicios especializados. El nuevo campo es el mundo de la bioeconomía, de la siembra directa, de la agricultura de precisión, de las tecnologías de la información aplicadas al agro. En segundo lugar, porque la sostenida expansión de los mercados asiáticos le ofrece al nuevo campo exportador un horizonte de crecimiento de largo plazo tan atractivo que el que primó entre la revolución de los transportes del siglo XIX y el comienzo de la Gran Depresión. En este escenario, el país puede y debe sacar mejor provecho de su activo productivo más potente.</p> <p>Luego de un largo período de estancamiento y frustraciones, el agro del siglo XXI está en condiciones de impulsar el crecimiento del producto y la transformación productiva y, por esta vía, contribuir a arrancar de la pobreza a ese medio país que hoy no tiene ni presente ni futuro. ¿Qué es lo más valioso que puede ofrecer? ¿Por qué, incluso si a veces no nos simpatizan sus actores ni nos gustan sus tradiciones, debemos apostar a promover la expansión del sector agroexportador? En primer lugar, porque un aumento sostenido de las exportaciones es fundamental para aliviar la restricción externa y para darle mayor solidez macroeconómica a un país siempre sediento de dólares tanto para producir como para satisfacer sus necesidades de consumo y financiamiento, privadas y públicas. Si el país no logra fortalecer las cadenas de valor centradas en la exportación de productos agropecuarios (así como en todas aquellas otras que puedan sumarse) difícilmente pueda librarse de las urgencias y los dilemas de corto plazo que desde hace ya demasiado tiempo vemos repetirse a cada rato, y que tan dañinas son para el crecimiento (control de cambios, cierre de las exportaciones, cupos a las importaciones, etc.). Una primavera de términos de intercambio favorables es insuficiente para poner al país en esa senda. En segundo lugar, porque un perfil exportador más robusto es fundamental para apuntalar la expansión de las actividades volcadas sobre el mercado interno, muchas de las cuales son grandes demandantes de divisas. Sin un sector agroexportador más potente, el crecimiento sostenido de la industria y los servicios, incluso de aquellos sectores con más potencial exportador, se vuelve imposible. Y esto significa –y esto es lo más importante– que sin política pública consistente dirigida a favorecer la expansión exportadora no habrá incremento sostenido del empleo ni mejora del bienestar popular.</p> <p>La contribución del campo al desarrollo de una economía más dinámica tiene dos límites claros, que no debemos ignorar. Por una parte, nuestro país ya no está en condiciones de volver a erigirse en una potencia exportadora como lo fue hasta la Gran Depresión. Pese a las perspectivas de expansión de los mercados asiáticos son muy promisorias, y aun si un muy fuerte incremento de las ventas a esos mercados fuera ecológicamente sustentable (un tema muy relevante y que merece un tratamiento sistemático, fuera del alcance de este texto), nuestro país no es lo suficientemente rico en recursos naturales como para hacer pivotear su desarrollo de manera exclusiva o preponderante sobre una estrategia exportadora. En segundo lugar, muchas décadas de crecimiento volcado sobre el mercado interno han dejado un legado que tiene luces y sombras, pero que en ningún caso podemos ignorar. Nuestro castigado tejido productivo urbano es demasiado vasto y complejo como para moverse al ritmo de las ventas externas, por más diversificadas y pujantes que éstas puedan resultar. Y esto significa que el empuje del complejo agroexportador y sus anexos industriales es, en sí mismo, insuficiente para revertir los problemas de pobreza y empleo de los grandes conglomerados urbanos del país.</p> <p>Estos límites no deben hacernos creer que el camino al desarrollo consiste en remozar la nación industrial que tuvo su apogeo entre las décadas de 1940 y 1970. Ese puerto al que, en medio de la tempestad que es el mundo en la pandemia, algunos nos invitan a regresar, no es más que un cruel espejismo, que no tiene mucho que ofrecerle a esa media nación que hoy sobrevive en la pobreza y la informalidad laboral. Ese proyecto, quizás agradable para un sector importante de los trabajadores formales y sus organizaciones, así como para una fracción del empresariado industrial, ya no es capaz de incluir a todos. ¿Las razones? El país fabril surgido tras el cierre del mercado en la década de 1930 tenía mucho espacio para expandir su producción, que pudo crecer ocupando los espacios dejados vacantes por la retirada de la producción extranjera. Todo esto fue posible, en primer lugar, porque la tecnología que la industria requería para crecer en las décadas doradas de la industrialización por sustitución de importaciones estaba al alcance de la mano.</p> <p>El panorama de nuestros días es muy distinto. Décadas de muy alta protección han forjado una de las economías más cerradas del mundo. En el último medio siglo, los resultados de esta política no fueron satisfactorios ni en lo que respecta al crecimiento manufacturero ni en lo referido a bienestar popular; en un mundo económico cada vez más globalizado, mucho menos lo serán en el futuro. Un proteccionismo redoblado no va a darle impulso a una industria que está integrada en cadenas de producción que trascienden nuestras fronteras y cuyos polos más dinámicos y sus motores de innovación están localizados fuera de nuestras fronteras; en todo caso su futuro será –como se reveló entre 2011 y 2015– la desindustrialización por sustitución de importaciones. Muros más elevados nos conducen a un callejón sin salida también en el plano industrial. Para crecernos sólo en el campo sino también en la ciudad es imprescindible exportar e importar más.</p> <p>Dirigir la atención hacia las necesidades de nuestras castigadas mayorías nos permite observar otro costado del problema. En nuestros días, la canasta de consumo popular está integrada por bienes y servicios de origen importado o cuya fabricación requiere, en muchos casos, bienes de capital e insumos que no pueden producirse localmente. Además de pan, verdura y carne, además de lácteos y dulces, además de mejor vivienda y mejor infraestructura, el nivel de vida y el grado relativo de realización personal de nuestras mayorías depende, entre otras cosas, de su acceso a bienes importados: celulares y computadoras, vehículos livianos y automóviles, indumentaria y tecnología. Agreguemos, además, que la ley de Engel nos enseña que cuanto más prospere la Argentina y cuánto más crezca el ingreso de las mayorías, más importancia relativa tendrán los consumos no alimentarios. Para los que están en la base de la pirámide social, sin embargo, no se trata sólo de consumo sino también de empleo. Para crecer y generar más y mejores puestos de trabajo, nuestro sistema productivo también requiere bienes de capital e insumos importados en abundancia. La implicancia es clara: en el mediano y largo plazo, una sociedad más integrada y más igualitaria, con empleo digno y bien remunerado para todos y todas, con más capacidad de consumo popular, con empresas que crecen y generan empleo, no puede alcanzarse sin un sector exportador más potente y una mayor integración con la economía global.</p> <p>¿Hacia dónde nos conduce este razonamiento? Nos invita a poner en duda el valor de muchas de las impugnaciones al campo que mencionamos en el párrafo inicial de este ensayo. Nos confirma que, en nuestros días, sector agroexportador y desarrollo no deben verse como términos antagónicos. Para precisar el argumento: en un país tan urbanizado como el nuestro no tiene mayor sentido afirmar que el campo no genera empleo suficiente o no promueve una mejor distribución del ingreso. En la Argentina de nuestros días, estos problemas, en todo caso, deben abordarse en otros ámbitos, capaces de incidir sobre el funcionamiento de los mercados de trabajo urbanos, y con otras herramientas, como la política fiscal (por ejemplo, vía mayores impuestos al suelo). Al campo lo necesitamos, ante todo, para otra tarea: debemos pensarlo como uno de los pilares sobre los que arraigar una macroeconomía más sólida y un sistema productivo más dinámico. Estos dos objetivos son centrales para que todas las demás actividades productivas que se despliegan en nuestro país –en particular, las orientadas al mercado interno– puedan crecer sin tantos obstáculos y restricciones, alcancen mayor relieve y, a partir de allí, contribuyan a ampliar las magras oportunidades de mejora que nuestras castigadas clases trabajadoras tienen ante sus ojos. Para avanzar por este camino –esto es, para volver a reconciliar el crecimiento sustentable con la justicia social– es imperioso que la política pública contribuya a estimular el potencial productivo que anida en nuestro agro. Tras una demora que ya lleva medio siglo, la gran tarea que los argentinos tenemos por delante es ingresar al tercer capítulo de nuestra historia productiva. Difícilmente logremos dar pasos sólidos en esa esta dirección si no le asignamos al campo un papel de relieve en esta nueva etapa de la peripecia nacional.</p> <p>(*) <em>Roy Hora es historiador, doctorado en la Universidad de Oxford. Es investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina y profesor titular en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).</em></p> <p>FUENTE: <a href="https://panamarevista.com/campo-y-desarrollo/" target="_blank" rel="noopener noreferrer">Panamá Revista</a></p> <p>RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández</p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/9fc68379d08eaa561b4d26b1e36c108a_S.jpg" alt="El campo argentino" /></div><div class="K2FeedIntroText"><h3>¿El campo es capaz de desempeñar un papel relevante en el desarrollo de nuestro país en las próximas décadas? ¿La economía agraria que domina la pradera pampeana puede hacer una contribución significativa al crecimiento y la diversificación de la economía nacional?</h3></div><div class="K2FeedFullText"><p>En nuestro país, incluso entre grupos informados–en particular entre los de sensibilidad nacional-popular–, el sector agroexportador tiene mala prensa: se dice que demanda poco empleo, que concentra el ingreso en pocas manos, que genera pocos eslabonamientos con otros sectores más intensivos en tecnología y trabajo calificado. Algunos incluso van más allá: el imperio de la soja, que dominó la pradera argentina en el último cuarto de siglo, ha contribuido a reprimarizar nuestra economía. Es el pasado, no el futuro.</p> <p>El pasado, sin embargo, nos cuenta una historia más compleja. Para narrarla conviene dividirla en tres capítulos. El primero se refiere a la historia de una nación que, por más de medio siglo, avanzó por el camino del desarrollo y la mejora del nivel de vida de sus mayorías gracias al empuje de su economía pampeana. Pese a que no todo fue color de rosa en las décadas que van de la presidencia de Sarmiento al derrocamiento de Yrigoyen, el campo pampeano fue la gran locomotora de crecimiento del país más exitoso de América Latina. Ya sea que miremos el incremento del producto o del producto per cápita, la lección es la misma: la Argentina creció más rápido que sus vecinos latinoamericanos y que Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, las potencias económicas de ese tiempo.</p> <p>Es importante recordar que el auge exportador, además de hacer crecer el producto, también contribuyó a diversificar la economía. ¿La prueba? La Argentina del trigo y la carne fue también la nación más industrializada de América Latina. La evidencia es concluyente: desde la década de 1870 y hasta la Gran Depresión, la producción manufacturera creció más rápido que la agropecuaria y para el fin de la década de 1920 representaba cerca del 20 % del producto total (esto es, poseía una gravitación superior a la que alcanza en nuestro tiempo). Para entonces, México, Brasil o Chile tenían sectores manufactureros más pequeños, en todos los casos inferiores al 13% del producto.</p> <p>Para completar el cuadro conviene referirse a tres dimensiones que nos permiten calibrar mejor el impacto social del crecimiento exportador. Primero: gracias al impulso que provenía de la fértil pradera pampeana, y que la ciudad multiplicó al calor de la expansión de la manufactura y los servicios, nuestro país ofreció, junto con Uruguay, los salarios más altos de América Latina y grandes oportunidades de progreso económico y movilidad social para sectores muy amplios de su población. En segundo lugar, remuneraciones elevadas y oportunidades fueron los principales determinantes de un fenómeno que dejó una marca indeleble en la sociedad argentina: el arribo de millones de inmigrantes europeos. Finalmente, notemos que la elevada productividad agraria y la sostenida expansión de la industria y los servicios convirtieron a la Argentina en un país de grandes ciudades, y uno de los países más urbanizados del planeta. Más urbanizado que Francia o Alemania, Estados Unidos o Canadá.</p> <p>Entre el fin de la Guerra del Paraguay y la Crisis del Treinta, pues, crecimiento agrario y expansión industrial, urbanización y mejora social, fueron de la mano. Los indicadores de desarrollo humano cuentan la historia de un país que avanzaba por el camino de la mejora del bienestar popular y en el que, para las mayorías, la idea de progreso no era una expresión vacía. Los avances de la Argentina en el terreno de la alfabetización y la escolarización son conocidos, toda vez que la escuela fue una de las políticas públicas estrella de ese tiempo. Menos atención se le ha prestado a otros indicadores que también resumen bien los progresos de la Argentina agroexportadora, como el referido a la esperanza de vida. Hacia comienzos de la década de 1880, la esperanza de vida al nacer era de 33 años. Para fines de la década de 1920, la esperanza de vida había crecido dos décadas, hasta los 53 años. Para entonces, la esperanza de vida argentina superaba en 19 años ala de México o Brasil.</p> <p>¿Si los logros de la Argentina del crecimiento exportador fueron significativos, por qué, entonces, el país no siguió caminando por esa senda tan prometedora que, además, contaba con un amplio consenso tanto entre la elite dirigente como entre las clases populares? ¿Y por qué comenzó a volverse muy negativa la valoración del aporte del campo, hasta entonces principal responsable del crecimiento económico, al desarrollo nacional? El núcleo del problema radica en que esa Argentina que, gracias a la pampa, estaba muy bien preparada para funcionar en un mundo de mercados abiertos, no pudo afrontar con éxito los desafíos nacidos tras el giro proteccionista desencadenado por la Gran Depresión. Cuando el mercado mundial le dio la espalda, el país sufrió. Lo más importante: el derrumbe del comercio internacional disminuyó drásticamente la rentabilidad social del patrón de crecimiento exportador. Desde 1929, y por una década y media, los salarios se estancaron. A las mayorías, acostumbradas a que el progreso fuera una experiencia palpable, perceptible en la vida cotidiana, el presente se les hizo duro y el futuro aún más avaro. Los grupos dirigentes, por su parte, comenzaron a dudar de que el campo constituyera la avenida que conducía a un país mejor. La legitimidad del patrón de crecimiento exportador se vio erosionada. Las frustraciones que se fueron sumando luego de 1930 contribuyeron a arraigar en la mente argentina una nueva utopía de progreso económico y social, asociada a la industria manufacturera y al crecimiento volcado sobre el mercado interno. Una utopía que, además, nació animada por una redoblada exigencia de justicia social.</p> <p>Llegados a este punto, es importante traer a la discusión una tensión que había permanecido dormida en la era del crecimiento exportador. Thomas Piketty nos ha mostrado que, en los países del Atlántico Norte, el crecimiento económico del siglo XIX aumentó la brecha entre los grandes capitalistas y los hombres y mujeres del común. Este fenómeno también impactó sobre la sociedad argentina. La singularidad nacional radica en que nuestra clase plutocrática poseía una base eminentemente agraria, cuyo emblema era la gran estancia. Mientras el progreso social fue percibido como una experiencia generalizada por la población urbana, esos terratenientes no tuvieron demasiadas razones para preocuparse. Esta actitud tolerante, primero desafiada tras el Grito de Alcorta, no sobrevivió intacta a las dificultades que trajo la década de 1930. Chacareros y trabajadores rurales en dificultades, expulsiones de arrendatarios, migración a la ciudad, desempleo, remuneraciones estancadas: cuando estas cuestiones ganaron un lugar en la discusión pública, la plutocracia rural pasó a encarnar el arquetipo del explotador insensible al dolor popular. Y ese mundo rural crecido en torno a la estancia, ese campo donde reinaba la injusticia social, comenzó a ser denunciado cada vez más abiertamente como el núcleo socioproductivo de una Argentina que miraba hacia el pasado. No es casual que, pocos años más tarde, Perón haya elegido a la oligarquía terrateniente –concebida como la personificación de todo lo malo que anidaba en la sociedad argentina, como responsable de la frustración del sueño de progreso nacional– como su principal enemigo.</p> <p>¿Cuál es la importancia de todo esto? Nos permite comprender mejor las razones que hicieron que, hacia mediados del siglo XX, los caminos del crecimiento exportador y del desarrollo productivo nacional terminaran divorciándose (y que, como todo divorcio, la separación viniese acompañado de duros reproches). Esta inflexión lleva nuestra atención hacia el segundo capítulo de la historia de la relación entre campo y desarrollo. Este segundo capítulo –sin duda el más arraigado en la memoria histórica de los argentinos– se desplegó bajo el signo de otra epopeya productiva, la de la industrialización por sustitución de importaciones. La apuesta por la industria fue la respuesta más habitual, y también la más razonable, de los países de América Latina a los desafíos del mundo nacido entre la Depresión y el comienzo de la Guerra Fría. Dentro del panorama general, el caso argentino presenta algunos rasgos singulares. Cuando la política económica de la era industrial terminó de perfilarse a mediados de la década de 1940, tras la llegada de Perón al poder, uno de sus aspectos más salientes fue su acusado sesgo antiagrario. Una de sus expresiones más conspicuas fue un fuerte incremento de la presión fiscal sobre este sector. Este giro estaba indicando que el campo, que hasta la Gran Depresión había sido concebido como el motor del crecimiento, había pasado a desempeñar un papel subsidiario: proveedor de alimento barato para la población urbana y generador de divisas con las que sostener la expansión de la actividad manufacturera, erigida por la política pública en el sector líder de la economía.</p> <p>Las oscuras perspectivas que el proteccionismo agrícola impuso al comercio de alimentos de clima templado en el escenario nacido tras la Depresión, que aconsejaban no apostar demasiado por el sector agroexportador, no alcanzan para explicar el sesgo anti-agrario de la política pública, que los voceros de este sector –siempre nostálgicos de un pasado que había muerto para siempre– tanto denunciaron desde la década de 1940. También pesó mucho la idea de que el campo evocaba el arcaísmo productivo, el mundo del atraso. Por supuesto, la configuración socio-política de nuestro país le dio solidez y estabilidad al nuevo rumbo, y contribuyó a imponer, tanto en la disputa política como en la discusión pública, el mundo de ideas sobre las que se asentaba la apuesta por la industria. Al fin y al cabo, ya antes de que Perón hiciera sonar la campana que marcaba el comienzo del reinado de las grandes chimeneas, la Argentina era el país más urbanizado y más industrializado del continente, y el que contaba con los sindicatos de trabajadores urbanos más poderosos.</p> <p>El nuevo rumbo, sin embargo, prometió más de lo que entregó. La razón de fondo es que la Argentina estaba muy bien preparada para el crecimiento agroexportador pero no para convertirse en una potencia manufacturera. Carecía de una pampa industrial capaz de producir ese milagro. Sin energía barata, sin acero ni carbón, sin un mercado de tamaño suficiente como para alcanzar las economías de escala que vuelven más dinámica la actividad manufacturera, con altos costos laborales para la media latinoamericana, su performance estaba llamada a ser gris. La consecuencia: desde el peronismo en adelante las clases populares gozaron de una sensible mejora en términos de bienestar, pero en un marco signado por un rendimiento económico mediocre. La principal evidencia de esta limitación se aprecia en la comparación con los mismos países latinoamericanos que en el ciclo anterior nuestro país había dejado muy atrás: entre 1945 y 1972 la industria argentina creció al 4,4 % anual, mientras que la brasileña lo hizo al 8,4%, la chilena al 5,2 %, la colombiana al 6,6 % y la mexicana al 7,4 %.[3]Durante las décadas doradas de la era industrial, una vez superado el parate que trajo la Gran Depresión, el progreso social volvió a signar el paisaje urbano. Pero el ritmo de marcha fue más pausado. En la era del crecimiento exportador, Argentina se acercó a los países ricos y se alejó de los pobres. En la era industrial, en cambio, la historia argentina fue de divergencia respecto de los países desarrollados del Norte y de convergencia con los rezagados del Sur.</p> <p>No es sorprendente que una estrategia de desarrollo que hacía depender el crecimiento de la manufactura y los servicios de fuertes subsidios del sector agropecuario pronto exhibiera limitaciones, que afectaron la producción exportable. Atenazado entre un mercado mundial anémico y una política pública muy hostil, el sector agrario incorporó poca tecnología, perdió dinamismo y rentabilidad. Para 1925 la agricultura pampeana era una de las más mecanizadas del planeta; un cuarto de siglo más tarde se había descapitalizado y penaba por la falta de tractores. Entre 1930 y 1960, las exportaciones pampeanas permanecieron estancadas, y luego experimentaron otros treinta años de moroso crecimiento. Pero lo más importante es que, de manera inevitable, las consecuencias de la debilidad exportadora también se sintieron fuera del campo. La dependencia estructural del sector manufacturero –poco competitivo y por ende incapaz de exportar y de satisfacer sus propias necesidades de tecnología e insumos– respecto de las exportaciones agropecuarias fue el canal a través del cual el pobre rendimiento exportador impactó sobre el resto de la economía. Ya en la década de 1950 una creciente demanda de divisas convirtió a la restricción externa en el talón de Aquiles de la Argentina industrial. Faltaban dólares porque faltaban exportaciones. Y con ello se reforzó la convicción nacida en la década de 1930: el empresariado del campo era insensible al estímulo del progreso y el cambio tecnológico.</p> <p>De todos modos, la Argentina de la sustitución de importaciones siguió avanzando por el camino del progreso socioeconómico por otro cuarto de siglo, hasta entrada la década de 1970. En ese momento, el sector manufacturero tocó su techo y dejó de crecer. Desde entonces, la actividad industrial ha retrocedido sin pausa, y lo ha hecho bajo gobiernos de los más variados signos políticos y de las más diversas orientaciones políticas. De representar cerca de un tercio del producto en los años dorados de la sustitución de importaciones, la industria ha caído a menos de la mitad de esa cifra en el siglo XXI. Al final de las presidencias Kirchner, que tanto hicieron para protegerla, era más pequeña que en la presidencia de Alvear. Los gobernantes argentinos no son los responsables primeros del retroceso del sector industrial. Pese a que la contracción tiene ritmos y condimentos específicos en cada país, su razón de fondo no es nacional sino global: el desplazamiento de la manufactura hacia Oriente se advierte en todo Occidente. De hecho, el mismo fenómeno se observa en Brasil y Chile, Estados Unidos y Gran Bretaña, Francia y Alemania. A ambos lados del Atlántico, el giro de la economía y del empleo desde la producción industrial a los servicios es el signo de los tiempos. No todos los países, sin embargo, han sufrido esta transformación tanto como la Argentina. Porque el problema argentino no es de desindustrialización a secas sino, más bien, de retroceso productivo en términos más generales. Golpeada por la inestabilidad macroeconómica y la falta de rumbo, comprometida a defender un sector industrial que ha perdido capacidad de impulsar el desarrollo, hace varias décadas que la Argentina no encuentra modo de sacar mejor provecho de sus recursos institucionales, su capital humano y sus recursos naturales.</p> <p>En este contexto, en el que la actividad manufacturera ha perdido capacidad para hacer crecer la economía y para dinamizar los mercados de trabajo urbanos, el papel del campo como promotor del desarrollo adquiere un relieve que no tenía desde la década de 1920. Mientras la luz que ilumina al sector industrial argentino palidece, la economía agroexportadora exhibe un horizonte más prometedor. Por una parte porque desde la década de 1990 crece e incorpora tecnología de punta, cercana a la frontera internacional. En estas décadas, su expansión no depende de la gran propiedad sino de la empresa de mediana o gran escala que se expande sobre tierra arrendada, apoyada en una vasta red de contratistas que la proveen de servicios especializados. El nuevo campo es el mundo de la bioeconomía, de la siembra directa, de la agricultura de precisión, de las tecnologías de la información aplicadas al agro. En segundo lugar, porque la sostenida expansión de los mercados asiáticos le ofrece al nuevo campo exportador un horizonte de crecimiento de largo plazo tan atractivo que el que primó entre la revolución de los transportes del siglo XIX y el comienzo de la Gran Depresión. En este escenario, el país puede y debe sacar mejor provecho de su activo productivo más potente.</p> <p>Luego de un largo período de estancamiento y frustraciones, el agro del siglo XXI está en condiciones de impulsar el crecimiento del producto y la transformación productiva y, por esta vía, contribuir a arrancar de la pobreza a ese medio país que hoy no tiene ni presente ni futuro. ¿Qué es lo más valioso que puede ofrecer? ¿Por qué, incluso si a veces no nos simpatizan sus actores ni nos gustan sus tradiciones, debemos apostar a promover la expansión del sector agroexportador? En primer lugar, porque un aumento sostenido de las exportaciones es fundamental para aliviar la restricción externa y para darle mayor solidez macroeconómica a un país siempre sediento de dólares tanto para producir como para satisfacer sus necesidades de consumo y financiamiento, privadas y públicas. Si el país no logra fortalecer las cadenas de valor centradas en la exportación de productos agropecuarios (así como en todas aquellas otras que puedan sumarse) difícilmente pueda librarse de las urgencias y los dilemas de corto plazo que desde hace ya demasiado tiempo vemos repetirse a cada rato, y que tan dañinas son para el crecimiento (control de cambios, cierre de las exportaciones, cupos a las importaciones, etc.). Una primavera de términos de intercambio favorables es insuficiente para poner al país en esa senda. En segundo lugar, porque un perfil exportador más robusto es fundamental para apuntalar la expansión de las actividades volcadas sobre el mercado interno, muchas de las cuales son grandes demandantes de divisas. Sin un sector agroexportador más potente, el crecimiento sostenido de la industria y los servicios, incluso de aquellos sectores con más potencial exportador, se vuelve imposible. Y esto significa –y esto es lo más importante– que sin política pública consistente dirigida a favorecer la expansión exportadora no habrá incremento sostenido del empleo ni mejora del bienestar popular.</p> <p>La contribución del campo al desarrollo de una economía más dinámica tiene dos límites claros, que no debemos ignorar. Por una parte, nuestro país ya no está en condiciones de volver a erigirse en una potencia exportadora como lo fue hasta la Gran Depresión. Pese a las perspectivas de expansión de los mercados asiáticos son muy promisorias, y aun si un muy fuerte incremento de las ventas a esos mercados fuera ecológicamente sustentable (un tema muy relevante y que merece un tratamiento sistemático, fuera del alcance de este texto), nuestro país no es lo suficientemente rico en recursos naturales como para hacer pivotear su desarrollo de manera exclusiva o preponderante sobre una estrategia exportadora. En segundo lugar, muchas décadas de crecimiento volcado sobre el mercado interno han dejado un legado que tiene luces y sombras, pero que en ningún caso podemos ignorar. Nuestro castigado tejido productivo urbano es demasiado vasto y complejo como para moverse al ritmo de las ventas externas, por más diversificadas y pujantes que éstas puedan resultar. Y esto significa que el empuje del complejo agroexportador y sus anexos industriales es, en sí mismo, insuficiente para revertir los problemas de pobreza y empleo de los grandes conglomerados urbanos del país.</p> <p>Estos límites no deben hacernos creer que el camino al desarrollo consiste en remozar la nación industrial que tuvo su apogeo entre las décadas de 1940 y 1970. Ese puerto al que, en medio de la tempestad que es el mundo en la pandemia, algunos nos invitan a regresar, no es más que un cruel espejismo, que no tiene mucho que ofrecerle a esa media nación que hoy sobrevive en la pobreza y la informalidad laboral. Ese proyecto, quizás agradable para un sector importante de los trabajadores formales y sus organizaciones, así como para una fracción del empresariado industrial, ya no es capaz de incluir a todos. ¿Las razones? El país fabril surgido tras el cierre del mercado en la década de 1930 tenía mucho espacio para expandir su producción, que pudo crecer ocupando los espacios dejados vacantes por la retirada de la producción extranjera. Todo esto fue posible, en primer lugar, porque la tecnología que la industria requería para crecer en las décadas doradas de la industrialización por sustitución de importaciones estaba al alcance de la mano.</p> <p>El panorama de nuestros días es muy distinto. Décadas de muy alta protección han forjado una de las economías más cerradas del mundo. En el último medio siglo, los resultados de esta política no fueron satisfactorios ni en lo que respecta al crecimiento manufacturero ni en lo referido a bienestar popular; en un mundo económico cada vez más globalizado, mucho menos lo serán en el futuro. Un proteccionismo redoblado no va a darle impulso a una industria que está integrada en cadenas de producción que trascienden nuestras fronteras y cuyos polos más dinámicos y sus motores de innovación están localizados fuera de nuestras fronteras; en todo caso su futuro será –como se reveló entre 2011 y 2015– la desindustrialización por sustitución de importaciones. Muros más elevados nos conducen a un callejón sin salida también en el plano industrial. Para crecernos sólo en el campo sino también en la ciudad es imprescindible exportar e importar más.</p> <p>Dirigir la atención hacia las necesidades de nuestras castigadas mayorías nos permite observar otro costado del problema. En nuestros días, la canasta de consumo popular está integrada por bienes y servicios de origen importado o cuya fabricación requiere, en muchos casos, bienes de capital e insumos que no pueden producirse localmente. Además de pan, verdura y carne, además de lácteos y dulces, además de mejor vivienda y mejor infraestructura, el nivel de vida y el grado relativo de realización personal de nuestras mayorías depende, entre otras cosas, de su acceso a bienes importados: celulares y computadoras, vehículos livianos y automóviles, indumentaria y tecnología. Agreguemos, además, que la ley de Engel nos enseña que cuanto más prospere la Argentina y cuánto más crezca el ingreso de las mayorías, más importancia relativa tendrán los consumos no alimentarios. Para los que están en la base de la pirámide social, sin embargo, no se trata sólo de consumo sino también de empleo. Para crecer y generar más y mejores puestos de trabajo, nuestro sistema productivo también requiere bienes de capital e insumos importados en abundancia. La implicancia es clara: en el mediano y largo plazo, una sociedad más integrada y más igualitaria, con empleo digno y bien remunerado para todos y todas, con más capacidad de consumo popular, con empresas que crecen y generan empleo, no puede alcanzarse sin un sector exportador más potente y una mayor integración con la economía global.</p> <p>¿Hacia dónde nos conduce este razonamiento? Nos invita a poner en duda el valor de muchas de las impugnaciones al campo que mencionamos en el párrafo inicial de este ensayo. Nos confirma que, en nuestros días, sector agroexportador y desarrollo no deben verse como términos antagónicos. Para precisar el argumento: en un país tan urbanizado como el nuestro no tiene mayor sentido afirmar que el campo no genera empleo suficiente o no promueve una mejor distribución del ingreso. En la Argentina de nuestros días, estos problemas, en todo caso, deben abordarse en otros ámbitos, capaces de incidir sobre el funcionamiento de los mercados de trabajo urbanos, y con otras herramientas, como la política fiscal (por ejemplo, vía mayores impuestos al suelo). Al campo lo necesitamos, ante todo, para otra tarea: debemos pensarlo como uno de los pilares sobre los que arraigar una macroeconomía más sólida y un sistema productivo más dinámico. Estos dos objetivos son centrales para que todas las demás actividades productivas que se despliegan en nuestro país –en particular, las orientadas al mercado interno– puedan crecer sin tantos obstáculos y restricciones, alcancen mayor relieve y, a partir de allí, contribuyan a ampliar las magras oportunidades de mejora que nuestras castigadas clases trabajadoras tienen ante sus ojos. Para avanzar por este camino –esto es, para volver a reconciliar el crecimiento sustentable con la justicia social– es imperioso que la política pública contribuya a estimular el potencial productivo que anida en nuestro agro. Tras una demora que ya lleva medio siglo, la gran tarea que los argentinos tenemos por delante es ingresar al tercer capítulo de nuestra historia productiva. Difícilmente logremos dar pasos sólidos en esa esta dirección si no le asignamos al campo un papel de relieve en esta nueva etapa de la peripecia nacional.</p> <p>(*) <em>Roy Hora es historiador, doctorado en la Universidad de Oxford. Es investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina y profesor titular en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).</em></p> <p>FUENTE: <a href="https://panamarevista.com/campo-y-desarrollo/" target="_blank" rel="noopener noreferrer">Panamá Revista</a></p> <p>RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández</p></div> Desarrollos Tecnológicos y Productivos Para la Defensa. Ayer y Hoy. 2015-07-28T17:06:22-03:00 2015-07-28T17:06:22-03:00 https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/4988-desarrollos-tecnologicos-y-productivos-para-la-defensa-ayer-y-hoy BRUNO ABRIATA(*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/0c1a11b548586eeb368814344a62514f_S.jpg" alt="Planta de Fadea" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>El presupuesto para desarrollo tecnol&oacute;gico y productivo para la Defensa era pr&aacute;cticamente inexistente en 2003. La situaci&oacute;n, afortunadamente, ha cambiado dr&aacute;sticamente en estos 12 a&ntilde;os.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> El presupuesto para desarrollo tecnol&oacute;gico y productivo para la Defensa era pr&aacute;cticamente inexistente en 2003. Los &uacute;nicos gastos contabilizados eran los 60 millones de pesos asignados a Fabricaciones Militares para producci&oacute;n y los 1,6 millones asignados a investigaci&oacute;n y desarrollo en El Instituto de Investigaciones Cient&iacute;ficas y T&eacute;cnicas para la Defensa (CITEDEF).</p> <p> La situaci&oacute;n ha cambiado dr&aacute;sticamente en estos 12 a&ntilde;os. Para el 2015, el gobierno ha presupuestado 4.272 millones de pesos para desarrollos tecnol&oacute;gicos y productivos en la industria vinculada a la defensa nacional. Se trata de gastos que contribuyen a la creaci&oacute;n de empleo, diversificaci&oacute;n y modernizaci&oacute;n de la matriz productiva y afianzamiento de la soberan&iacute;a nacional, ya que incrementan el dominio por parte del Estado Nacional sobre tecnolog&iacute;as de la defensa y su aplicaci&oacute;n a los procesos productivos respectivos.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Qued&aacute;bamos atrapados en un c&iacute;rculo vicioso de baja tecnolog&iacute;a: no desarroll&aacute;bamos capacidades porque no hab&iacute;a suficiente demanda, y no las demand&aacute;bamos en Argentina porque nos dec&iacute;an que no hab&iacute;a capacidad de hacerlas.</p> <p> Un total de 1.572 millones se destinan al desarrollo de la industria vinculada a la defensa a&eacute;rea. Se han firmado contratos entre el Ministerio de Defensa y la F&aacute;brica Argentina de Aviones (FADEA), a los fines de desarrollar y fabricar aviones de entrenamiento avanzado IA-63 Pampa, modernizar y remotorizar aviones IA-58 Pucar&aacute; (623 millones) y brindar servicios de mantenimiento a las flotas de la Fuerza A&eacute;rea y del Comando de Aviaci&oacute;n Naval de la Armada (529 millones). El resto se destina a contratos con INVAP para el desarrollo y producci&oacute;n de drones (403 millones) y la recuperaci&oacute;n de radares m&oacute;viles (17 millones).</p> <p> Tambi&eacute;n se fomentan la industria militar naval y terrestre. Mediante el contrato entre la Armada y el astillero recuperado TANDANOR, se ha realizado la reparaci&oacute;n del Rompehielos Almirante Irizar, al cual, para su fase final, se le han asignado 34 millones en el corriente a&ntilde;o. Por otro lado, ya se ha previsto el desembolso de 95 millones de pesos para el recientemente firmado contrato de modernizaci&oacute;n de los tanques TAM 2C en el pa&iacute;s.</p> <p> Fabricaciones Militares ha recibido una asignaci&oacute;n de 1.946 millones. De ese total, 1.689 est&aacute;n destinados a financiar la producci&oacute;n de una diversidad de insumos para las fuerzas armadas (FFAA) y fuerzas de seguridad (FFSS), y de productos comercializables, as&iacute; como tambi&eacute;n la producci&oacute;n de vagones Tolva para el Ministerio del Interior y Transporte. Los 257 millones restantes se asignan a importantes proyectos, como plantas de producci&oacute;n de municiones, explosivos, qu&iacute;micos y una l&iacute;nea de ensamble de vagones, entre otros.</p> <p> El sector farmac&eacute;utico tambi&eacute;n est&aacute; presente en la producci&oacute;n para la Defensa. Se han dispuesto 16,5 millones de pesos para la producci&oacute;n de medicamentos en laboratorios militares dependientes del Estado Mayor Conjunto.</p> <p> Para actividades de I+D puras se han asignado 608 millones, distribuidas entre CITEDEF, los institutos de Investigaci&oacute;n y Desarrollo de las FFAA, la Escuela de Defensa Nacional, la Subsecretar&iacute;a de Investigaci&oacute;n y Desarrollo del Ministerio de Defensa y el Servicio Meteorol&oacute;gico Nacional. Dentro de ese total, CITEDEF cuenta con 10 millones de pesos para proyectos de inversi&oacute;n, entre los que se incluyen la instalaci&oacute;n y modernizaci&oacute;n de laboratorios y la construcci&oacute;n de un vector atmosf&eacute;rico.</p> <p style="text-align: center;"> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/imagen/Tronador_II.jpg" style="width: 750px; height: 530px;" title="Lanzador argentino Tronador II" /></p> <p> Las cifras muestran una fuerte decisi&oacute;n pol&iacute;tica de reconstruir el sector de tecnolog&iacute;a y producci&oacute;n para la defensa. Doce a&ntilde;os atr&aacute;s, el sector estaba pulverizado. No hab&iacute;a contratos con industriales locales para mantenimiento, desarrollo y producci&oacute;n de equipos e insumos. No se apostaba a la capacidad y los recursos humanos de las universidades y empresas estatales locales. No exist&iacute;a la ambici&oacute;n de incurrir en tecnolog&iacute;as m&aacute;s complejas ni de buscar mercados externos a nuestra producci&oacute;n militar, y el complejo industrial militar hab&iacute;a sido virtualmente desmantelado. Qued&aacute;bamos atrapados en un c&iacute;rculo vicioso de baja tecnolog&iacute;a: no desarroll&aacute;bamos capacidades porque no hab&iacute;a suficiente demanda, y no las demand&aacute;bamos en Argentina porque nos dec&iacute;an que no hab&iacute;a capacidad de hacerlas. La decisi&oacute;n pol&iacute;tica, materializada en las asignaciones presupuestarias, permiti&oacute; salir de esta trampa.</p> <p> Los beneficios potenciales de estos desarrollos son m&uacute;ltiples: se ahorran divisas, se genera empleo genuino de alta calificaci&oacute;n y, por sobre todo, se generan capacidades productivas, que son aprendizajes que act&uacute;an como semillas para futuros desarrollos tecnol&oacute;gicos, no s&oacute;lo en las industrias estatales de la defensa sino tambi&eacute;n en las empresas privadas locales que les proveen. Adem&aacute;s, al aumentar la escala, se incrementa la eficiencia del &aacute;rea: por ejemplo, CITEDEF, pas&oacute; de gastar 9 pesos en gastos administrativos por cada peso de I+D en 2003, a s&oacute;lo 67 centavos en 2015.</p> <p> En s&iacute;ntesis, en los &uacute;ltimos 12 a&ntilde;os el presupuesto para desarrollos tecnol&oacute;gicos y productivos de la industria de la defensa se ha multiplicado 60-70 veces, aumentando no s&oacute;lo en cantidad sino tambi&eacute;n en calidad, eficiencia, complejidad y variedad.</p> <p> &nbsp;</p> <p> (*) Master en Econom&iacute;a de la Universidad de Ginebra - Investigador de la Fundaci&oacute;n para la Integraci&oacute;n Federal</p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/0c1a11b548586eeb368814344a62514f_S.jpg" alt="Planta de Fadea" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>El presupuesto para desarrollo tecnol&oacute;gico y productivo para la Defensa era pr&aacute;cticamente inexistente en 2003. La situaci&oacute;n, afortunadamente, ha cambiado dr&aacute;sticamente en estos 12 a&ntilde;os.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> El presupuesto para desarrollo tecnol&oacute;gico y productivo para la Defensa era pr&aacute;cticamente inexistente en 2003. Los &uacute;nicos gastos contabilizados eran los 60 millones de pesos asignados a Fabricaciones Militares para producci&oacute;n y los 1,6 millones asignados a investigaci&oacute;n y desarrollo en El Instituto de Investigaciones Cient&iacute;ficas y T&eacute;cnicas para la Defensa (CITEDEF).</p> <p> La situaci&oacute;n ha cambiado dr&aacute;sticamente en estos 12 a&ntilde;os. Para el 2015, el gobierno ha presupuestado 4.272 millones de pesos para desarrollos tecnol&oacute;gicos y productivos en la industria vinculada a la defensa nacional. Se trata de gastos que contribuyen a la creaci&oacute;n de empleo, diversificaci&oacute;n y modernizaci&oacute;n de la matriz productiva y afianzamiento de la soberan&iacute;a nacional, ya que incrementan el dominio por parte del Estado Nacional sobre tecnolog&iacute;as de la defensa y su aplicaci&oacute;n a los procesos productivos respectivos.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Qued&aacute;bamos atrapados en un c&iacute;rculo vicioso de baja tecnolog&iacute;a: no desarroll&aacute;bamos capacidades porque no hab&iacute;a suficiente demanda, y no las demand&aacute;bamos en Argentina porque nos dec&iacute;an que no hab&iacute;a capacidad de hacerlas.</p> <p> Un total de 1.572 millones se destinan al desarrollo de la industria vinculada a la defensa a&eacute;rea. Se han firmado contratos entre el Ministerio de Defensa y la F&aacute;brica Argentina de Aviones (FADEA), a los fines de desarrollar y fabricar aviones de entrenamiento avanzado IA-63 Pampa, modernizar y remotorizar aviones IA-58 Pucar&aacute; (623 millones) y brindar servicios de mantenimiento a las flotas de la Fuerza A&eacute;rea y del Comando de Aviaci&oacute;n Naval de la Armada (529 millones). El resto se destina a contratos con INVAP para el desarrollo y producci&oacute;n de drones (403 millones) y la recuperaci&oacute;n de radares m&oacute;viles (17 millones).</p> <p> Tambi&eacute;n se fomentan la industria militar naval y terrestre. Mediante el contrato entre la Armada y el astillero recuperado TANDANOR, se ha realizado la reparaci&oacute;n del Rompehielos Almirante Irizar, al cual, para su fase final, se le han asignado 34 millones en el corriente a&ntilde;o. Por otro lado, ya se ha previsto el desembolso de 95 millones de pesos para el recientemente firmado contrato de modernizaci&oacute;n de los tanques TAM 2C en el pa&iacute;s.</p> <p> Fabricaciones Militares ha recibido una asignaci&oacute;n de 1.946 millones. De ese total, 1.689 est&aacute;n destinados a financiar la producci&oacute;n de una diversidad de insumos para las fuerzas armadas (FFAA) y fuerzas de seguridad (FFSS), y de productos comercializables, as&iacute; como tambi&eacute;n la producci&oacute;n de vagones Tolva para el Ministerio del Interior y Transporte. Los 257 millones restantes se asignan a importantes proyectos, como plantas de producci&oacute;n de municiones, explosivos, qu&iacute;micos y una l&iacute;nea de ensamble de vagones, entre otros.</p> <p> El sector farmac&eacute;utico tambi&eacute;n est&aacute; presente en la producci&oacute;n para la Defensa. Se han dispuesto 16,5 millones de pesos para la producci&oacute;n de medicamentos en laboratorios militares dependientes del Estado Mayor Conjunto.</p> <p> Para actividades de I+D puras se han asignado 608 millones, distribuidas entre CITEDEF, los institutos de Investigaci&oacute;n y Desarrollo de las FFAA, la Escuela de Defensa Nacional, la Subsecretar&iacute;a de Investigaci&oacute;n y Desarrollo del Ministerio de Defensa y el Servicio Meteorol&oacute;gico Nacional. Dentro de ese total, CITEDEF cuenta con 10 millones de pesos para proyectos de inversi&oacute;n, entre los que se incluyen la instalaci&oacute;n y modernizaci&oacute;n de laboratorios y la construcci&oacute;n de un vector atmosf&eacute;rico.</p> <p style="text-align: center;"> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/articulos/imagen/Tronador_II.jpg" style="width: 750px; height: 530px;" title="Lanzador argentino Tronador II" /></p> <p> Las cifras muestran una fuerte decisi&oacute;n pol&iacute;tica de reconstruir el sector de tecnolog&iacute;a y producci&oacute;n para la defensa. Doce a&ntilde;os atr&aacute;s, el sector estaba pulverizado. No hab&iacute;a contratos con industriales locales para mantenimiento, desarrollo y producci&oacute;n de equipos e insumos. No se apostaba a la capacidad y los recursos humanos de las universidades y empresas estatales locales. No exist&iacute;a la ambici&oacute;n de incurrir en tecnolog&iacute;as m&aacute;s complejas ni de buscar mercados externos a nuestra producci&oacute;n militar, y el complejo industrial militar hab&iacute;a sido virtualmente desmantelado. Qued&aacute;bamos atrapados en un c&iacute;rculo vicioso de baja tecnolog&iacute;a: no desarroll&aacute;bamos capacidades porque no hab&iacute;a suficiente demanda, y no las demand&aacute;bamos en Argentina porque nos dec&iacute;an que no hab&iacute;a capacidad de hacerlas. La decisi&oacute;n pol&iacute;tica, materializada en las asignaciones presupuestarias, permiti&oacute; salir de esta trampa.</p> <p> Los beneficios potenciales de estos desarrollos son m&uacute;ltiples: se ahorran divisas, se genera empleo genuino de alta calificaci&oacute;n y, por sobre todo, se generan capacidades productivas, que son aprendizajes que act&uacute;an como semillas para futuros desarrollos tecnol&oacute;gicos, no s&oacute;lo en las industrias estatales de la defensa sino tambi&eacute;n en las empresas privadas locales que les proveen. Adem&aacute;s, al aumentar la escala, se incrementa la eficiencia del &aacute;rea: por ejemplo, CITEDEF, pas&oacute; de gastar 9 pesos en gastos administrativos por cada peso de I+D en 2003, a s&oacute;lo 67 centavos en 2015.</p> <p> En s&iacute;ntesis, en los &uacute;ltimos 12 a&ntilde;os el presupuesto para desarrollos tecnol&oacute;gicos y productivos de la industria de la defensa se ha multiplicado 60-70 veces, aumentando no s&oacute;lo en cantidad sino tambi&eacute;n en calidad, eficiencia, complejidad y variedad.</p> <p> &nbsp;</p> <p> (*) Master en Econom&iacute;a de la Universidad de Ginebra - Investigador de la Fundaci&oacute;n para la Integraci&oacute;n Federal</p></div> ¿Hacia un Orden Desde el Sur? 2014-11-22T16:34:25-03:00 2014-11-22T16:34:25-03:00 https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/4306-hacia-un-orden-desde-el-sur CARLA MORASSO (*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/c8d7ea8af6aec31c4a276aede1d6de74_S.jpg" alt="¿Hacia un Orden Desde el Sur?" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>La discusi&oacute;n sobre el sistema institucional multilateral y la emergencia de poderes en el mundo en desarrollo marcaron el inicio del siglo XXI. El proceso de difusi&oacute;n de poder internacional ha dado lugar a m&aacute;s preguntas que certezas sobre las caracter&iacute;sticas del orden internacional vigente.&nbsp;</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> La reuni&oacute;n del G20 en Brisbane ha sido una nueva instancia de reconocimiento por parte de las tradicionales potencias occidentales de la importancia de los pa&iacute;ses en desarrollo en la configuraci&oacute;n del orden internacional actual. De acuerdo con el Grupo de trabajo sobre Desarrollo del G20, &ldquo;es cr&iacute;tico el rol de los pa&iacute;ses en desarrollo para alcanzar los objetivos de resiliencia de la econom&iacute;a global y la creaci&oacute;n de empleo&rdquo;.</p> <p> Dicho reconocimiento tiene lugar en un momento de debates en torno a la naturaleza del sistema internacional en el cual nos encontramos dada la emergencia de estados &ldquo;del Sur&rdquo; en los mecanismos de toma de decisi&oacute;n globales y la cada vez mayor incidencia de actores transnacionales no gubernamentales.</p> <p> Generalmente se habla de multipolaridad para hacer referencia al regreso a un balance de poder como el del siglo diecinueve entre estados que tienen a grandes rasgos la misma cantidad de recursos de poder. Pero esta no pareciera ser la situaci&oacute;n actual, donde la redistribuci&oacute;n de las cuotas de poder en las esferas econ&oacute;mica, pol&iacute;tica y militar est&aacute; atravesada por una profunda interdependencia tecnol&oacute;gica y financiera y tiene lugar entre actores muy heterog&eacute;neos, dando lugar a lo que Grevi (2010) se&ntilde;ala como un tipo de &ldquo;interpolar&rdquo;.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: justify;"> El mayor peso relativo de actores del Sur plantea a occidente el desaf&iacute;o de adaptarse a un escenario en reconfiguraci&oacute;n donde hay &ldquo;nuevos pares&rdquo;. Occidente debe reacomodar sus estrategias e intereses ante la acci&oacute;n de Estados por fuera del G7, aceptando que no se encuentran en la misma situaci&oacute;n de supremac&iacute;a que detent&oacute; desde Westfalia para imponer los criterios de ordenamiento mundial.</p> <p> Estos rasgos de lo que podemos llamar &ldquo;des-orden&rdquo; internacional actual, estaban ya presentes al fin de la Guerra Fr&iacute;a. En un art&iacute;culo de 1990 denominado &ldquo;Soft Power&rdquo;, Joseph Nye se&ntilde;alaba tempranamente que era un error describir la situaci&oacute;n del sistema internacional como de declinaci&oacute;n de Estados Unidos, dado que los cambios est&aacute;n m&aacute;s relacionados con la &ldquo;difusi&oacute;n del poder&rdquo; que limita las posibilidades de potencias tradicionales para alcanzar sus objetivos y acrecienta los m&aacute;rgenes de maniobra de estados hist&oacute;ricamente m&aacute;s d&eacute;biles, es decir, los perif&eacute;ricos. De acuerdo con Nye, dicha difusi&oacute;n es posible observarla en cinco dimensiones: la interdependencia econ&oacute;mica, la presencia de actores transnacionales, el nacionalismo en estados d&eacute;biles, la extensi&oacute;n de la tecnolog&iacute;a y los cambios en las cuestiones pol&iacute;ticas.</p> <p> La difusi&oacute;n del poder que estaba particularmente localizado en Occidente ha dado lugar a lo que Zakaria denomin&oacute; como el &ldquo;ascenso del resto&rdquo; (2008). Han emergido y reemergido pa&iacute;ses en desarrollo que procuran jerarquizarse en el sistema internacional y plantean modificaciones al orden establecido a partir de Bretton Woods en funci&oacute;n de poder avanzar hacia la resoluci&oacute;n de sus importantes deudas internas relativas al desarrollo y la inequidad social. Este grupo proviene de un Sur heterog&eacute;neo pol&iacute;tica, social y econ&oacute;micamente que comparte situaciones de vulnerabilidad.</p> <p> Tal como se&ntilde;ala Sanahuja (2014), nos hallamos en un momento de generaci&oacute;n de nuevos equilibrios y coaliciones, pero aun no es un mundo de &ldquo;reglas nuevas&rdquo;, sino que persiste un multilateralismo cuestionado por problemas de eficacia y representatividad que abre las puertas a la creaci&oacute;n de nuevas instituciones. Los actuales organismos multilaterales presentan diversas dificultades tanto para afrontar las nuevas problem&aacute;ticas devenidas del capitalismo en su fase crudamente financiera como para generar bienes p&uacute;blicos globales acordes a las necesidades y ambiciones de los pa&iacute;ses emergentes. &nbsp;En este sentido parece plantearse la propuesta de los BRICS de conformar un nuevo banco de desarrollo y la propuesta de regulaci&oacute;n del sistema financiero internacional impulsada por Argentina en el G20.</p> <p> El mayor peso relativo de actores del Sur plantea a occidente, es decir a Estados Unidos y Europa, el desaf&iacute;o de adaptarse a un escenario en reconfiguraci&oacute;n donde hay &ldquo;nuevos pares&rdquo;. Occidente debe reacomodar sus estrategias e intereses ante la acci&oacute;n de Estados por fuera del G7, aceptando que no se encuentran en la misma situaci&oacute;n de supremac&iacute;a que detent&oacute; desde Westfalia para imponer los criterios de ordenamiento mundial.</p> <p> Ante la emergencia de poderes del Sur, Tokatli&aacute;n (2010) plantea la posibilidad de una &ldquo;Southhfalia&rdquo; basada en valores humanitarios relativos a la cooperaci&oacute;n, la solidaridad y la igualdad. Tal vez es justamente en este sentido que los postulados de un nuevo equilibrio mundial surgidos desde el Sur encuentren sus mayores desaf&iacute;os: la alteridad (reconocer la existencia de los otros como pares) a partir de haberse reconocido a s&iacute; mismos como &ldquo;sures&rdquo; que fueron colonizados y relegados.</p> <p> En una combinaci&oacute;n ideacional y material, desde el Sur se est&aacute;n gestando iniciativas esencialmente pol&iacute;ticas, de solidaridad y b&uacute;squeda de consenso en los &aacute;mbitos multilaterales, entre Estados que pretenden mejorar su inserci&oacute;n internacional y modificar las reglas de juego que les son desventajosas.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <em>(*) Licenciada en Relaciones Internacionales e investigadora de la Fundaci&oacute;n para la Integraci&oacute;n Federal</em></p> <p> &nbsp;</p> <p> <strong>REFERENCIAS BIBLIOGR&Aacute;FICAS</strong></p> <p> G20 Leaders&rsquo; Communiqu&eacute;, Brisbane Summit, 15-16 November 2014. Disponible en: <a href="https://www.g20.org/sites/default/files/g20_resources/library/brisbane_g20_leaders_summit_communique.pdf" target="_blank">https://www.g20.org/sites/default/files/g20_resources/library/brisbane_g20_leaders_summit_communique.pdf</a></p> <p> Grevi, Giovanni, 2010, &ldquo;El Mundo Interpolar&rdquo;, en Foreign Policy en Espa&ntilde;ol, Madrid, abril-mayo.</p> <p> Growth for All. 2014 Brisbane Development Updat, noviembre. Disponible en: <a href="https://www.g20.org/sites/default/files/g20_resources/library/2014_brisbane_development_update_final.pdf" target="_blank">https://www.g20.org/sites/default/files/g20_resources/library/2014_brisbane_development_update_final.pdf</a></p> <p> Nye, Joseph, 1990, &ldquo;Soft Power&rdquo;, en Foreign Policy, N&deg; 80, Autumn.</p> <p> Sanahuja, Jos&eacute;, 2014, &ldquo;Cambio de poder y pa&iacute;ses emergentes. Un sistema internacional en transformaci&oacute;n&rdquo;, presentaci&oacute;n realizada en la primer jornada de debates para la elaboraci&oacute;n del Libro Blanco de la Defensa, Seminario Internacional, &ldquo;Los desaf&iacute;os del escenario internacional para la integraci&oacute;n regional en defensa&rdquo;, 22 de julio, Buenos Aires. Disponible en: http://www.libroblanco.mindef.gov.ar/</p> <p> Tokatlian, Juan Gabriel, 2010, &ldquo;&iquest;Rumbo a Southfalia?&rdquo;, en Nueva Cr&oacute;nica y Buen Gobierno, N&deg; 73, noviembre. Disponible en: <a href="http://www.plural.bo/editorial/images/pdfnuevacronica/nc73.pdf" target="_blank">http://www.plural.bo/editorial/images/pdfnuevacronica/nc73.pdf</a></p> <p> Zakaria, Fareed, 2008, O mundo p&oacute;s-americano, Companhia das Letras, Sao Pablo.</p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/c8d7ea8af6aec31c4a276aede1d6de74_S.jpg" alt="¿Hacia un Orden Desde el Sur?" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>La discusi&oacute;n sobre el sistema institucional multilateral y la emergencia de poderes en el mundo en desarrollo marcaron el inicio del siglo XXI. El proceso de difusi&oacute;n de poder internacional ha dado lugar a m&aacute;s preguntas que certezas sobre las caracter&iacute;sticas del orden internacional vigente.&nbsp;</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> La reuni&oacute;n del G20 en Brisbane ha sido una nueva instancia de reconocimiento por parte de las tradicionales potencias occidentales de la importancia de los pa&iacute;ses en desarrollo en la configuraci&oacute;n del orden internacional actual. De acuerdo con el Grupo de trabajo sobre Desarrollo del G20, &ldquo;es cr&iacute;tico el rol de los pa&iacute;ses en desarrollo para alcanzar los objetivos de resiliencia de la econom&iacute;a global y la creaci&oacute;n de empleo&rdquo;.</p> <p> Dicho reconocimiento tiene lugar en un momento de debates en torno a la naturaleza del sistema internacional en el cual nos encontramos dada la emergencia de estados &ldquo;del Sur&rdquo; en los mecanismos de toma de decisi&oacute;n globales y la cada vez mayor incidencia de actores transnacionales no gubernamentales.</p> <p> Generalmente se habla de multipolaridad para hacer referencia al regreso a un balance de poder como el del siglo diecinueve entre estados que tienen a grandes rasgos la misma cantidad de recursos de poder. Pero esta no pareciera ser la situaci&oacute;n actual, donde la redistribuci&oacute;n de las cuotas de poder en las esferas econ&oacute;mica, pol&iacute;tica y militar est&aacute; atravesada por una profunda interdependencia tecnol&oacute;gica y financiera y tiene lugar entre actores muy heterog&eacute;neos, dando lugar a lo que Grevi (2010) se&ntilde;ala como un tipo de &ldquo;interpolar&rdquo;.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: justify;"> El mayor peso relativo de actores del Sur plantea a occidente el desaf&iacute;o de adaptarse a un escenario en reconfiguraci&oacute;n donde hay &ldquo;nuevos pares&rdquo;. Occidente debe reacomodar sus estrategias e intereses ante la acci&oacute;n de Estados por fuera del G7, aceptando que no se encuentran en la misma situaci&oacute;n de supremac&iacute;a que detent&oacute; desde Westfalia para imponer los criterios de ordenamiento mundial.</p> <p> Estos rasgos de lo que podemos llamar &ldquo;des-orden&rdquo; internacional actual, estaban ya presentes al fin de la Guerra Fr&iacute;a. En un art&iacute;culo de 1990 denominado &ldquo;Soft Power&rdquo;, Joseph Nye se&ntilde;alaba tempranamente que era un error describir la situaci&oacute;n del sistema internacional como de declinaci&oacute;n de Estados Unidos, dado que los cambios est&aacute;n m&aacute;s relacionados con la &ldquo;difusi&oacute;n del poder&rdquo; que limita las posibilidades de potencias tradicionales para alcanzar sus objetivos y acrecienta los m&aacute;rgenes de maniobra de estados hist&oacute;ricamente m&aacute;s d&eacute;biles, es decir, los perif&eacute;ricos. De acuerdo con Nye, dicha difusi&oacute;n es posible observarla en cinco dimensiones: la interdependencia econ&oacute;mica, la presencia de actores transnacionales, el nacionalismo en estados d&eacute;biles, la extensi&oacute;n de la tecnolog&iacute;a y los cambios en las cuestiones pol&iacute;ticas.</p> <p> La difusi&oacute;n del poder que estaba particularmente localizado en Occidente ha dado lugar a lo que Zakaria denomin&oacute; como el &ldquo;ascenso del resto&rdquo; (2008). Han emergido y reemergido pa&iacute;ses en desarrollo que procuran jerarquizarse en el sistema internacional y plantean modificaciones al orden establecido a partir de Bretton Woods en funci&oacute;n de poder avanzar hacia la resoluci&oacute;n de sus importantes deudas internas relativas al desarrollo y la inequidad social. Este grupo proviene de un Sur heterog&eacute;neo pol&iacute;tica, social y econ&oacute;micamente que comparte situaciones de vulnerabilidad.</p> <p> Tal como se&ntilde;ala Sanahuja (2014), nos hallamos en un momento de generaci&oacute;n de nuevos equilibrios y coaliciones, pero aun no es un mundo de &ldquo;reglas nuevas&rdquo;, sino que persiste un multilateralismo cuestionado por problemas de eficacia y representatividad que abre las puertas a la creaci&oacute;n de nuevas instituciones. Los actuales organismos multilaterales presentan diversas dificultades tanto para afrontar las nuevas problem&aacute;ticas devenidas del capitalismo en su fase crudamente financiera como para generar bienes p&uacute;blicos globales acordes a las necesidades y ambiciones de los pa&iacute;ses emergentes. &nbsp;En este sentido parece plantearse la propuesta de los BRICS de conformar un nuevo banco de desarrollo y la propuesta de regulaci&oacute;n del sistema financiero internacional impulsada por Argentina en el G20.</p> <p> El mayor peso relativo de actores del Sur plantea a occidente, es decir a Estados Unidos y Europa, el desaf&iacute;o de adaptarse a un escenario en reconfiguraci&oacute;n donde hay &ldquo;nuevos pares&rdquo;. Occidente debe reacomodar sus estrategias e intereses ante la acci&oacute;n de Estados por fuera del G7, aceptando que no se encuentran en la misma situaci&oacute;n de supremac&iacute;a que detent&oacute; desde Westfalia para imponer los criterios de ordenamiento mundial.</p> <p> Ante la emergencia de poderes del Sur, Tokatli&aacute;n (2010) plantea la posibilidad de una &ldquo;Southhfalia&rdquo; basada en valores humanitarios relativos a la cooperaci&oacute;n, la solidaridad y la igualdad. Tal vez es justamente en este sentido que los postulados de un nuevo equilibrio mundial surgidos desde el Sur encuentren sus mayores desaf&iacute;os: la alteridad (reconocer la existencia de los otros como pares) a partir de haberse reconocido a s&iacute; mismos como &ldquo;sures&rdquo; que fueron colonizados y relegados.</p> <p> En una combinaci&oacute;n ideacional y material, desde el Sur se est&aacute;n gestando iniciativas esencialmente pol&iacute;ticas, de solidaridad y b&uacute;squeda de consenso en los &aacute;mbitos multilaterales, entre Estados que pretenden mejorar su inserci&oacute;n internacional y modificar las reglas de juego que les son desventajosas.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <em>(*) Licenciada en Relaciones Internacionales e investigadora de la Fundaci&oacute;n para la Integraci&oacute;n Federal</em></p> <p> &nbsp;</p> <p> <strong>REFERENCIAS BIBLIOGR&Aacute;FICAS</strong></p> <p> G20 Leaders&rsquo; Communiqu&eacute;, Brisbane Summit, 15-16 November 2014. Disponible en: <a href="https://www.g20.org/sites/default/files/g20_resources/library/brisbane_g20_leaders_summit_communique.pdf" target="_blank">https://www.g20.org/sites/default/files/g20_resources/library/brisbane_g20_leaders_summit_communique.pdf</a></p> <p> Grevi, Giovanni, 2010, &ldquo;El Mundo Interpolar&rdquo;, en Foreign Policy en Espa&ntilde;ol, Madrid, abril-mayo.</p> <p> Growth for All. 2014 Brisbane Development Updat, noviembre. Disponible en: <a href="https://www.g20.org/sites/default/files/g20_resources/library/2014_brisbane_development_update_final.pdf" target="_blank">https://www.g20.org/sites/default/files/g20_resources/library/2014_brisbane_development_update_final.pdf</a></p> <p> Nye, Joseph, 1990, &ldquo;Soft Power&rdquo;, en Foreign Policy, N&deg; 80, Autumn.</p> <p> Sanahuja, Jos&eacute;, 2014, &ldquo;Cambio de poder y pa&iacute;ses emergentes. Un sistema internacional en transformaci&oacute;n&rdquo;, presentaci&oacute;n realizada en la primer jornada de debates para la elaboraci&oacute;n del Libro Blanco de la Defensa, Seminario Internacional, &ldquo;Los desaf&iacute;os del escenario internacional para la integraci&oacute;n regional en defensa&rdquo;, 22 de julio, Buenos Aires. Disponible en: http://www.libroblanco.mindef.gov.ar/</p> <p> Tokatlian, Juan Gabriel, 2010, &ldquo;&iquest;Rumbo a Southfalia?&rdquo;, en Nueva Cr&oacute;nica y Buen Gobierno, N&deg; 73, noviembre. Disponible en: <a href="http://www.plural.bo/editorial/images/pdfnuevacronica/nc73.pdf" target="_blank">http://www.plural.bo/editorial/images/pdfnuevacronica/nc73.pdf</a></p> <p> Zakaria, Fareed, 2008, O mundo p&oacute;s-americano, Companhia das Letras, Sao Pablo.</p></div> El Desarrollo Africano desde una Perspectiva Africana 2014-03-13T10:10:01-03:00 2014-03-13T10:10:01-03:00 https://fundamentar.com/internacional/item/3503-el-desarrollo-africano-desde-una-perspectiva-africana CARLA MORASSO (*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/c5e04af61668174cb3944eb774f111ed_S.jpg" alt="Ibrahim Makayi" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>En su paso por Argentina, el Secretario Ejecutivo de la Agencia de Planificaci&oacute;n y Coordinaci&oacute;n de la NEPAD, Ibrahim Mayaki, brind&oacute; un panorama sobre el desarrollo africano y present&oacute; las principales &aacute;reas sobre los cuales la Uni&oacute;n Africana se encuentra trabajando. La agricultura y la infraestructura como los ejes del desarrollo presentan posibilidades de cooperaci&oacute;n Sur-Sur con los pa&iacute;ses de Am&eacute;rica Latina.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> Hist&oacute;ricamente los v&iacute;nculos entre Am&eacute;rica Latina y &Aacute;frica han sido d&eacute;biles en funci&oacute;n de las herencias coloniales y la prevalencia de modelos de inserci&oacute;n internacional dependientes. No obstante, en el siglo XX se abrieron espacios para la cooperaci&oacute;n Sur-Sur, como la Zona de Paz y Cooperaci&oacute;n del Atl&aacute;ntico Sur (ZPCAS), y en los albores del siglo XXI asistimos a la conformaci&oacute;n de dos iniciativas novedosas: las Cumbres Am&eacute;rica del Sur-&Aacute;frica (ASA) y Am&eacute;rica del Sur-Pa&iacute;ses &Aacute;rabes (ASPA). Las mismas son plataformas de concertaci&oacute;n entre estados ubicados a ambos lados del Atl&aacute;ntico que, junto a la Uni&oacute;n Suramericana de Naciones (UNASUR) y la Uni&oacute;n Africana (UA), abordan cuestiones pol&iacute;ticas y econ&oacute;micas. La gran cantidad de miembros involucrados, la diplomacia de alto nivel, que re&uacute;ne peri&oacute;dicamente ministros y primeros mandatarios, la flexibilidad institucional, y la revalorizaci&oacute;n del rol del Estado en el desarrollo de las naciones, son caracter&iacute;sticas novedosas de estas relaciones transregionales.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Adem&aacute;s del crecimiento de los sectores de exportaci&oacute;n de materias primas se presenta un alza de los precios de los productos b&aacute;sicos exportados y una situaci&oacute;n de crecimiento del mercado interno, que se han presentado como los pilares del crecimiento del PBI</p> <p> En este contexto de renovadas relaciones interregionales, visit&oacute; Argentina el Secretario Ejecutivo de la Agencia de Planificaci&oacute;n y Coordinaci&oacute;n de la Nueva Alianza para el Desarrollo de &Aacute;frica (NEPAD, por sus siglas en ingl&eacute;s), el Dr. Ibrahim Mayaki. Invitado por el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), brind&oacute; una sesi&oacute;n acad&eacute;mica sobre &quot; Nueva visi&oacute;n del desarrollo de &Aacute;frica. El rol de la NEPAD&rdquo;, donde verti&oacute; los principales puntos sobre la actual transformaci&oacute;n africana y las perspectivas de cooperaci&oacute;n Sur-Sur.</p> <p> &Aacute;frica Subsahariana en particular se encuentra transitando un camino de cambios marcado por la finalizaci&oacute;n de largos enfrentamientos internos, tales los casos de Angola, Sud&aacute;n del Sur, Sierra Leona o Liberia, y de crecimiento econ&oacute;mico. Los promedios de las tasas de crecimiento para la primer d&eacute;cada del milenio fue del 6% luego de crecer por a&ntilde;os a ritmos menores al 2.5%. De acuerdo a la revista especializada The Economist, en una d&eacute;cada la regi&oacute;n estar&aacute; alcanzando los niveles asi&aacute;ticos de crecimiento econ&oacute;mico, destac&aacute;ndose entre las diez econom&iacute;as con mayores perspectivas de crecimiento en el per&iacute;odo 2011-2015 siete africanas a tasas del 8% o m&aacute;s: Etiop&iacute;a, Mozambique, Tanzania, Congo, Gana, Zambia y Nigeria. Justamente fueron dos tapas de la revista The Economist que el Dr. Mayaki utiliz&oacute; para demostrar el cambio. En la primera la portada titulaba a la regi&oacute;n como &ldquo;El continente de la desesperanza&rdquo; en el a&ntilde;o 2000 y &ldquo;La emergencia africana&rdquo; en 2010.</p> <p> Otro dato clave, es que adem&aacute;s del crecimiento de los sectores de exportaci&oacute;n de materias primas se presenta un alza de los precios de los productos b&aacute;sicos exportados y una situaci&oacute;n de crecimiento del mercado interno, que se han presentado como los pilares del crecimiento del PBI. En este sentido, hay voces que se&ntilde;alan que es posible que &Aacute;frica se convierta en la nueva India debido a la gran incorporaci&oacute;n de consumidores que de proseguir la tendencia econ&oacute;mica estar&aacute;n en condiciones de participar del mercado de consumo.</p> <p style="text-align: center;"> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/Noticias_del_Dia/cumbre_ASA.jpg" style="width: 700px; height: 328px;" title="Cumbre ASA 2013" /></p> <p> De acuerdo con Mayaki, las transformaciones a las cuales asiste &Aacute;frica, en particular la regi&oacute;n Subsahariana, est&aacute;n impulsadas tanto por factores internacionales como por un cambio en la mentalidad africana. Los primeros est&aacute;n relacionados con la emergencia de los pa&iacute;ses en desarrollo y el mayor lugar para el multilateralismo y la gobernanza mundial, a trav&eacute;s de grupos como el G-20. En cuanto a la manera de pensar africana, Mayaki se&ntilde;al&oacute; que hubo un cambio radical que tiene que ver principalmente con el modo de considerar las bases del desarrollo. Hoy se piensa que la &uacute;nica forma de superar la pobreza es a trav&eacute;s del bienestar social y que para ello deben ser aprovechadas las capacidades productivas y lograrse la industrializaci&oacute;n. Junto a ello se valoriza la planificaci&oacute;n estrat&eacute;gica en el Estado, que hoy es parte de este cambio junto con los actores privados y los socios internacionales. De acuerdo con Mayaki, el Estado en &Aacute;frica se encuentra en una fase de reconstrucci&oacute;n luego de haber estado primero en una situaci&oacute;n de dependencia de la ayuda externa y luego en un estadio de desestructuraci&oacute;n debido a los programas de ajuste neoliberal de los noventa. En este sentido, el liderazgo local y estatal en los procesos de toma de decisi&oacute;n y la creaci&oacute;n de capacidades institucionales end&oacute;genas son centrales para avanzar en la generaci&oacute;n de &ldquo;valor agregado&rdquo; africano.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Pero a pesar de los buenos indicadores, el presidente de la NEPAD se&ntilde;al&oacute; que quedan muchos desaf&iacute;os en la lucha contra la pobreza.</p> <p> Pero a pesar de los buenos indicadores, el presidente de la NEPAD se&ntilde;al&oacute; que quedan muchos desaf&iacute;os en la lucha contra la pobreza. En este sentido, un dato a tener en cuenta es el que el Informe sobre Desarrollo Humano de Naciones Unidas que se&ntilde;ala que &Aacute;frica Subsahariana es la regi&oacute;n con la mayor incidencia de pobreza multidimensional, cuyo promedio para los pa&iacute;ses subsaharianos oscila en un rango de entre el 45% y el 69%. Los j&oacute;venes son los m&aacute;s afectados, siendo que el continente, tal como indica Mayaki, es el de mayor crecimiento poblacional y con la mayor cantidad de ni&ntilde;os y adolescentes del planeta.</p> <p> Desde la NEPAD, se considera que un pilar fundamental para combatir la pobreza es el desarrollo de la agricultura. En este sentido tambi&eacute;n hubo un cambio en el modo de pensar africano, ya que no se la ve como un mecanismo de subsistencia, sino que es considerada desde la perspectiva de los negocios. La participaci&oacute;n de los productores en la generaci&oacute;n de ganancias a trav&eacute;s de la agricultura es central para lograr incrementar los niveles de productividad. Para ello adem&aacute;s es necesario continuar con la generaci&oacute;n de condiciones estructurales relacionadas con la infraestructura comunicacional y energ&eacute;tica.</p> <p> Es por ello que los programas de la NEPAD se enfocan en los pilares de producci&oacute;n agr&iacute;cola, infraestructura y comunicaciones, promoviendo la interacci&oacute;n de los pa&iacute;ses a trav&eacute;s de la integraci&oacute;n regional, que de acuerdo con Mayaki tiene un rol central en el desarrollo, y las asociaciones con inversores y cooperantes extranjeros. En este punto, el funcionario destac&oacute; la presencia de Brasil y China en la regi&oacute;n a trav&eacute;s de inversiones productivas y financiamiento de obras de infraestructura.</p> <p> En relaci&oacute;n a Argentina, el funcionario de la NEPAD remarc&oacute; las posibilidades de cooperaci&oacute;n horizontal en base a las fortalezas y conocimientos t&eacute;cnicos en materia de agricultura que tiene el pa&iacute;s y la necesidad de incrementar los proyectos conjuntos con resultados palpables para todas las partes. En sus palabras, &ldquo;el per&iacute;odo del romanticismo ha terminado&rdquo; y es necesario trabajar con un enfoque en resultados, motivo por el cual la UA est&aacute; trabajando sobre el &ldquo;Plan 2063&rdquo;. El mismo es un plan de acci&oacute;n a largo plazo acordado por los mandatarios africanos en el marco del 50&ordm; aniversario de la UA con metas establecidas en funci&oacute;n del progreso socio-econ&oacute;mico y tecnol&oacute;gico.</p> <p> Para finalizar, Mayaki se&ntilde;al&oacute; que es el tiempo justo para que Argentina desembarque en &Aacute;frica junto a los BRICS, ya que es preciso enfrentar los riesgos actuales si se quiere estar en la mesa cuando &Aacute;frica haya despegado definitivamente como un actor global y haya consolidado su proceso de crecimiento.&nbsp;</p> <p> &nbsp;</p> <p> (*) Licenciada en relaciones internacionales de la Fundaci&oacute;n para la Integraci&oacute;n Federal</p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/c5e04af61668174cb3944eb774f111ed_S.jpg" alt="Ibrahim Makayi" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>En su paso por Argentina, el Secretario Ejecutivo de la Agencia de Planificaci&oacute;n y Coordinaci&oacute;n de la NEPAD, Ibrahim Mayaki, brind&oacute; un panorama sobre el desarrollo africano y present&oacute; las principales &aacute;reas sobre los cuales la Uni&oacute;n Africana se encuentra trabajando. La agricultura y la infraestructura como los ejes del desarrollo presentan posibilidades de cooperaci&oacute;n Sur-Sur con los pa&iacute;ses de Am&eacute;rica Latina.</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> Hist&oacute;ricamente los v&iacute;nculos entre Am&eacute;rica Latina y &Aacute;frica han sido d&eacute;biles en funci&oacute;n de las herencias coloniales y la prevalencia de modelos de inserci&oacute;n internacional dependientes. No obstante, en el siglo XX se abrieron espacios para la cooperaci&oacute;n Sur-Sur, como la Zona de Paz y Cooperaci&oacute;n del Atl&aacute;ntico Sur (ZPCAS), y en los albores del siglo XXI asistimos a la conformaci&oacute;n de dos iniciativas novedosas: las Cumbres Am&eacute;rica del Sur-&Aacute;frica (ASA) y Am&eacute;rica del Sur-Pa&iacute;ses &Aacute;rabes (ASPA). Las mismas son plataformas de concertaci&oacute;n entre estados ubicados a ambos lados del Atl&aacute;ntico que, junto a la Uni&oacute;n Suramericana de Naciones (UNASUR) y la Uni&oacute;n Africana (UA), abordan cuestiones pol&iacute;ticas y econ&oacute;micas. La gran cantidad de miembros involucrados, la diplomacia de alto nivel, que re&uacute;ne peri&oacute;dicamente ministros y primeros mandatarios, la flexibilidad institucional, y la revalorizaci&oacute;n del rol del Estado en el desarrollo de las naciones, son caracter&iacute;sticas novedosas de estas relaciones transregionales.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Adem&aacute;s del crecimiento de los sectores de exportaci&oacute;n de materias primas se presenta un alza de los precios de los productos b&aacute;sicos exportados y una situaci&oacute;n de crecimiento del mercado interno, que se han presentado como los pilares del crecimiento del PBI</p> <p> En este contexto de renovadas relaciones interregionales, visit&oacute; Argentina el Secretario Ejecutivo de la Agencia de Planificaci&oacute;n y Coordinaci&oacute;n de la Nueva Alianza para el Desarrollo de &Aacute;frica (NEPAD, por sus siglas en ingl&eacute;s), el Dr. Ibrahim Mayaki. Invitado por el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), brind&oacute; una sesi&oacute;n acad&eacute;mica sobre &quot; Nueva visi&oacute;n del desarrollo de &Aacute;frica. El rol de la NEPAD&rdquo;, donde verti&oacute; los principales puntos sobre la actual transformaci&oacute;n africana y las perspectivas de cooperaci&oacute;n Sur-Sur.</p> <p> &Aacute;frica Subsahariana en particular se encuentra transitando un camino de cambios marcado por la finalizaci&oacute;n de largos enfrentamientos internos, tales los casos de Angola, Sud&aacute;n del Sur, Sierra Leona o Liberia, y de crecimiento econ&oacute;mico. Los promedios de las tasas de crecimiento para la primer d&eacute;cada del milenio fue del 6% luego de crecer por a&ntilde;os a ritmos menores al 2.5%. De acuerdo a la revista especializada The Economist, en una d&eacute;cada la regi&oacute;n estar&aacute; alcanzando los niveles asi&aacute;ticos de crecimiento econ&oacute;mico, destac&aacute;ndose entre las diez econom&iacute;as con mayores perspectivas de crecimiento en el per&iacute;odo 2011-2015 siete africanas a tasas del 8% o m&aacute;s: Etiop&iacute;a, Mozambique, Tanzania, Congo, Gana, Zambia y Nigeria. Justamente fueron dos tapas de la revista The Economist que el Dr. Mayaki utiliz&oacute; para demostrar el cambio. En la primera la portada titulaba a la regi&oacute;n como &ldquo;El continente de la desesperanza&rdquo; en el a&ntilde;o 2000 y &ldquo;La emergencia africana&rdquo; en 2010.</p> <p> Otro dato clave, es que adem&aacute;s del crecimiento de los sectores de exportaci&oacute;n de materias primas se presenta un alza de los precios de los productos b&aacute;sicos exportados y una situaci&oacute;n de crecimiento del mercado interno, que se han presentado como los pilares del crecimiento del PBI. En este sentido, hay voces que se&ntilde;alan que es posible que &Aacute;frica se convierta en la nueva India debido a la gran incorporaci&oacute;n de consumidores que de proseguir la tendencia econ&oacute;mica estar&aacute;n en condiciones de participar del mercado de consumo.</p> <p style="text-align: center;"> <img alt="" src="https://fundamentar.com/archivos/articulos/Noticias_del_Dia/cumbre_ASA.jpg" style="width: 700px; height: 328px;" title="Cumbre ASA 2013" /></p> <p> De acuerdo con Mayaki, las transformaciones a las cuales asiste &Aacute;frica, en particular la regi&oacute;n Subsahariana, est&aacute;n impulsadas tanto por factores internacionales como por un cambio en la mentalidad africana. Los primeros est&aacute;n relacionados con la emergencia de los pa&iacute;ses en desarrollo y el mayor lugar para el multilateralismo y la gobernanza mundial, a trav&eacute;s de grupos como el G-20. En cuanto a la manera de pensar africana, Mayaki se&ntilde;al&oacute; que hubo un cambio radical que tiene que ver principalmente con el modo de considerar las bases del desarrollo. Hoy se piensa que la &uacute;nica forma de superar la pobreza es a trav&eacute;s del bienestar social y que para ello deben ser aprovechadas las capacidades productivas y lograrse la industrializaci&oacute;n. Junto a ello se valoriza la planificaci&oacute;n estrat&eacute;gica en el Estado, que hoy es parte de este cambio junto con los actores privados y los socios internacionales. De acuerdo con Mayaki, el Estado en &Aacute;frica se encuentra en una fase de reconstrucci&oacute;n luego de haber estado primero en una situaci&oacute;n de dependencia de la ayuda externa y luego en un estadio de desestructuraci&oacute;n debido a los programas de ajuste neoliberal de los noventa. En este sentido, el liderazgo local y estatal en los procesos de toma de decisi&oacute;n y la creaci&oacute;n de capacidades institucionales end&oacute;genas son centrales para avanzar en la generaci&oacute;n de &ldquo;valor agregado&rdquo; africano.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> Pero a pesar de los buenos indicadores, el presidente de la NEPAD se&ntilde;al&oacute; que quedan muchos desaf&iacute;os en la lucha contra la pobreza.</p> <p> Pero a pesar de los buenos indicadores, el presidente de la NEPAD se&ntilde;al&oacute; que quedan muchos desaf&iacute;os en la lucha contra la pobreza. En este sentido, un dato a tener en cuenta es el que el Informe sobre Desarrollo Humano de Naciones Unidas que se&ntilde;ala que &Aacute;frica Subsahariana es la regi&oacute;n con la mayor incidencia de pobreza multidimensional, cuyo promedio para los pa&iacute;ses subsaharianos oscila en un rango de entre el 45% y el 69%. Los j&oacute;venes son los m&aacute;s afectados, siendo que el continente, tal como indica Mayaki, es el de mayor crecimiento poblacional y con la mayor cantidad de ni&ntilde;os y adolescentes del planeta.</p> <p> Desde la NEPAD, se considera que un pilar fundamental para combatir la pobreza es el desarrollo de la agricultura. En este sentido tambi&eacute;n hubo un cambio en el modo de pensar africano, ya que no se la ve como un mecanismo de subsistencia, sino que es considerada desde la perspectiva de los negocios. La participaci&oacute;n de los productores en la generaci&oacute;n de ganancias a trav&eacute;s de la agricultura es central para lograr incrementar los niveles de productividad. Para ello adem&aacute;s es necesario continuar con la generaci&oacute;n de condiciones estructurales relacionadas con la infraestructura comunicacional y energ&eacute;tica.</p> <p> Es por ello que los programas de la NEPAD se enfocan en los pilares de producci&oacute;n agr&iacute;cola, infraestructura y comunicaciones, promoviendo la interacci&oacute;n de los pa&iacute;ses a trav&eacute;s de la integraci&oacute;n regional, que de acuerdo con Mayaki tiene un rol central en el desarrollo, y las asociaciones con inversores y cooperantes extranjeros. En este punto, el funcionario destac&oacute; la presencia de Brasil y China en la regi&oacute;n a trav&eacute;s de inversiones productivas y financiamiento de obras de infraestructura.</p> <p> En relaci&oacute;n a Argentina, el funcionario de la NEPAD remarc&oacute; las posibilidades de cooperaci&oacute;n horizontal en base a las fortalezas y conocimientos t&eacute;cnicos en materia de agricultura que tiene el pa&iacute;s y la necesidad de incrementar los proyectos conjuntos con resultados palpables para todas las partes. En sus palabras, &ldquo;el per&iacute;odo del romanticismo ha terminado&rdquo; y es necesario trabajar con un enfoque en resultados, motivo por el cual la UA est&aacute; trabajando sobre el &ldquo;Plan 2063&rdquo;. El mismo es un plan de acci&oacute;n a largo plazo acordado por los mandatarios africanos en el marco del 50&ordm; aniversario de la UA con metas establecidas en funci&oacute;n del progreso socio-econ&oacute;mico y tecnol&oacute;gico.</p> <p> Para finalizar, Mayaki se&ntilde;al&oacute; que es el tiempo justo para que Argentina desembarque en &Aacute;frica junto a los BRICS, ya que es preciso enfrentar los riesgos actuales si se quiere estar en la mesa cuando &Aacute;frica haya despegado definitivamente como un actor global y haya consolidado su proceso de crecimiento.&nbsp;</p> <p> &nbsp;</p> <p> (*) Licenciada en relaciones internacionales de la Fundaci&oacute;n para la Integraci&oacute;n Federal</p></div> La Integración Verdadera No Vive Solo de Intenciones 2013-09-08T10:33:23-03:00 2013-09-08T10:33:23-03:00 https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/2744-la-integracion-verdadera-no-vive-solo-de-intenciones RUY PEREIRA (*) hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/d7b60e115305b0e1445255a9ce275631_S.jpg" alt="La Integración Verdadera No Vive Solo de Intenciones" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>Se afirma que el Mercosur constituir&iacute;a, hoy, m&aacute;s un obst&aacute;culo que un catalizador del desarrollo. Ser&iacute;a mejor, dicen, hacer que el bloque retroceda de uni&oacute;n aduanera a &aacute;rea de libre comercio, a ejemplo de lo que se propone la Alianza del Pacifico. La realidad no se corresponde con esta percepci&oacute;n</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> La realizaci&oacute;n, el pasado 23 de mayo (Cali, Colombia), de la VII Cumbre de la Alianza del Pac&iacute;fico est&aacute; despertando un inter&eacute;s creciente. Al alegado car&aacute;cter &ldquo;concreto&rdquo;, &ldquo;moderno&rdquo; y &ldquo;din&aacute;mico&rdquo; del grupo, se contrapondr&iacute;a la supuesta dimensi&oacute;n &ldquo;ret&oacute;rica&rdquo;, &ldquo;pasada de moda&rdquo; y &ldquo;atorada&rdquo; del Mercosur. Se afirma que el Mercosur constituir&iacute;a, hoy, m&aacute;s un obst&aacute;culo que un catalizador del desarrollo. Ser&iacute;a mejor, dicen, hacer que el bloque retroceda de uni&oacute;n aduanera a &aacute;rea de libre comercio, enfatizando la liberalizaci&oacute;n comercial y de inversiones con terceros, a ejemplo de lo que se propone la Alianza. La realidad no se corresponde con esta percepci&oacute;n.</p> <p> <strong>LOS RESULTADOS DEL MERCOSUR SON POSITIVOS, CONCRETOS Y REALES</strong></p> <p> A pesar de la crisis del 2008, el desempe&ntilde;o del intercambio entre los pa&iacute;ses del Mercosur es superior al del comercio internacional: mientras los intercambios mundiales aumentaron un 13% en el periodo 2008-2012 (de USD 16,1 tri a USD 18,3 tri), el comercio intra-Mercosur creci&oacute; m&aacute;s del 20%, de USD 40 bi a USD 48 bi. En 22 a&ntilde;os de existencia, el valor del comercio intra-Mercosur creci&oacute; m&aacute;s de 9 veces, mientras el intercambio del bloque con el resto del mundo se multiplic&oacute; cerca de 8 veces.</p> <p> Para Brasil, el Mercosur es un importante instrumento de expansi&oacute;n de las exportaciones, sobre todo de manufacturados.</p> <p> En el 2012, el bloque se erigi&oacute; como el cuarto destino de nuestras mercader&iacute;as, detr&aacute;s de la Uni&oacute;n Europea, China y Estados Unidos. Si consideramos el rubro de las exportaciones, la relevancia del Mercosur se destaca a&uacute;n m&aacute;s: la industria brasile&ntilde;a encuentra en el Mercosur a su mercado externo m&aacute;s importante. Cerca del 90% de las exportaciones hacia el bloque fueron de manufacturados; hacia la UE, China y Estados Unidos los porcentajes representaron el 36%, el 5,75% y el 50%.</p> <p> Gracias a los acuerdos de liberalizaci&oacute;n comercial firmados en el &aacute;mbito de la Asociaci&oacute;n Latinoamericana de Integraci&oacute;n (Aladi), ya existe libre comercio entre Brasil y casi todos los pa&iacute;ses de Am&eacute;rica del Sur.</p> <p> En el caso de los miembros plenos del Mercosur, la reducci&oacute;n a cero de los aranceles aduaneros ya es efectiva para el 99,9 % de los productos con Argentina, para el 98,4% con Uruguay; para el 93,5% con Paraguay; y ser&aacute; del 91,9% con Venezuela, en el 2019. Con los otros vecinos, ya es del 99,9% con Chile; del 91,9% con Bolivia (previsi&oacute;n del 100% en el 2019); y llegar&aacute; al 94,4% con Ecuador, al 99,8% con Per&uacute; y al 83,6% con Colombia, ese mismo a&ntilde;o.</p> <p> El Mercosur sigue comprometido no solamente con la eliminaci&oacute;n arancelaria en la regi&oacute;n, sino tambi&eacute;n con la negociaci&oacute;n de acuerdos extrarregionales. La apertura de mercados, sin embargo, de poco servir&aacute; si no va acompa&ntilde;ada de aumento de la competitividad de la producci&oacute;n nacional, lo que le permitir&aacute; al sector productivo brasile&ntilde;o poder aprovechar efectivamente el acceso logrado.</p> <p> <strong>EL &Eacute;XITO DEL MERCOSUR TAMBI&Eacute;N VA M&Aacute;S ALL&Aacute; DEL TERRENO COMERCIAL</strong></p> <p> En la econom&iacute;a, crecen las inversiones productivas entre pa&iacute;ses miembros y asociados. La amplitud y la diversificaci&oacute;n de las iniciativas empresariales en variados sectores de la actividad ponen de manifiesto la importancia que la perspectiva del mercado ampliado del bloque tiene para las decisiones de expansi&oacute;n, modernizaci&oacute;n e integraci&oacute;n de las unidades productivas en los pa&iacute;ses miembros y en los pa&iacute;ses vecinos.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> El Mercosur constituye la iniciativa m&aacute;s exitosa de integraci&oacute;n profunda y amplia que jam&aacute;s se haya emprendido en Am&eacute;rica del Sur. En los m&aacute;s de veinte a&ntilde;os de progreso desde el Tratado de Asunci&oacute;n, logr&oacute; incorporar la expansi&oacute;n sustentada del comercio a las dimensiones econ&oacute;mica, social y ciudadana, consagrando un proyecto com&uacute;n de prosperidad compartida en la regi&oacute;n.</p> <p> En lo que se refiere a la reducci&oacute;n de las asimetr&iacute;as entre los pa&iacute;ses miembros, el Mercosur dispone, desde el 2007, del Fondo para la Convergencia Estructural (Focem) &ndash;&uacute;nico mecanismo regional de financiamiento de Am&eacute;rica Latina con recursos &iacute;ntegramente donados&ndash;, sin necesidad de pago de intereses o reembolso del capital principal. Los proyectos sometidos a consideraci&oacute;n del Fondo deben fomentar la convergencia estructural, la competitividad o la cohesi&oacute;n social, en particular de las econom&iacute;as menores y regiones menos desarrolladas, y apoyar el funcionamiento de la estructura institucional y el fortalecimiento del proceso de integraci&oacute;n.</p> <p> Desde que comenz&oacute; a funcionar, se aprobaron 43 proyectos en un total de USD 1,38 mil mill&oacute;n (USD 961,8 millones pertenecientes al Focem). A ejemplo del Focem, la Alianza del Pac&iacute;fico tiene la intenci&oacute;n de constituir un Fondo de Cooperaci&oacute;n &ndash;con un valor anunciado de USD 1 mill&oacute;n&ndash;, de los cuales corresponden aportes de USD 250.000 a cada pa&iacute;s miembro.</p> <p> La importancia del Mercosur para la regi&oacute;n se observa, adem&aacute;s, en la participaci&oacute;n de la sociedad civil en el progreso de la integraci&oacute;n. Desde el 2006, paralelamente a las Cumbres de Jefes de Estado, se realizan las Cumbres Sociales del Mercosur. La XIV Cumbre Social, realizada en Brasilia, en diciembre pasado, tuvo como temas principales la libre circulaci&oacute;n de personas y el reconocimiento de diplomas escolares, inclusive universitarios, objetivos que constan en el Plan de Acci&oacute;n para el Estatuto de la Ciudadan&iacute;a del Mercosur.</p> <p> En lo que ata&ntilde;e a la libre circulaci&oacute;n de personas, est&aacute;n vigentes en el Mercosur Acuerdos de Residencia, Acuerdo de Seguridad Social y el Estatuto de la Ciudadan&iacute;a.</p> <p> Todos estos avances reales y concretos en la construcci&oacute;n de un proyecto de integraci&oacute;n profunda y multifuncional despiertan el inter&eacute;s no solamente de los Estados Asociados al Mercosur, sino tambi&eacute;n suscitan la aproximaci&oacute;n de los dem&aacute;s pa&iacute;ses de Am&eacute;rica del Sur &ndash;por medio de adhesi&oacute;n formal (Venezuela y Bolivia)&ndash;, incorporaci&oacute;n a acuerdos originados en el &aacute;mbito del Mercosur (Chile, Per&uacute;, Ecuador, Guyana y Surinam) y estrechamiento de las relaciones econ&oacute;micas y comerciales (Colombia).</p> <p> Con Venezuela, el Mercosur pas&oacute; a integrar un &aacute;rea que representa en el 2012 cerca del 80% del PIB regional, 72% del territorio, 70% de la poblaci&oacute;n, 58% de los ingresos de inversi&oacute;n extranjera directa y 65% del comercio exterior de Am&eacute;rica del Sur.</p> <p> Estos n&uacute;meros ser&aacute;n a&uacute;n m&aacute;s significativos cuando se concluyan los procesos por los cuales Bolivia y Ecuador se conviertan en miembros plenos del bloque. La culminaci&oacute;n exitosa, en Montevideo, el pasado d&iacute;a 11 de julio, de las negociaciones para el efectivo ingreso de Guyana y Surinam en la condici&oacute;n de pa&iacute;ses asociados tambi&eacute;n da fe del vigor del Mercosur.</p> <p> El Mercosur constituye la iniciativa m&aacute;s exitosa de integraci&oacute;n profunda y amplia que jam&aacute;s se haya emprendido en Am&eacute;rica del Sur. En los m&aacute;s de veinte a&ntilde;os de progreso desde el Tratado de Asunci&oacute;n, logr&oacute; incorporar la expansi&oacute;n sustentada del comercio a las dimensiones econ&oacute;mica, social y ciudadana, consagrando un proyecto com&uacute;n de prosperidad compartida en la regi&oacute;n.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <em>(*) Embajador del Brasil ante la ALADI y el Mercosur.</em></p> <p> <strong>FUENTE:</strong> <a href="http://www.ultimahora.com/la-integracion-verdadera-no-vive-solo-intenciones-n720540.html" target="_blank">ULTIMAHORA.COM</a></p> <p> &nbsp;</p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/d7b60e115305b0e1445255a9ce275631_S.jpg" alt="La Integración Verdadera No Vive Solo de Intenciones" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> <em>Se afirma que el Mercosur constituir&iacute;a, hoy, m&aacute;s un obst&aacute;culo que un catalizador del desarrollo. Ser&iacute;a mejor, dicen, hacer que el bloque retroceda de uni&oacute;n aduanera a &aacute;rea de libre comercio, a ejemplo de lo que se propone la Alianza del Pacifico. La realidad no se corresponde con esta percepci&oacute;n</em></p></div><div class="K2FeedFullText"><p> La realizaci&oacute;n, el pasado 23 de mayo (Cali, Colombia), de la VII Cumbre de la Alianza del Pac&iacute;fico est&aacute; despertando un inter&eacute;s creciente. Al alegado car&aacute;cter &ldquo;concreto&rdquo;, &ldquo;moderno&rdquo; y &ldquo;din&aacute;mico&rdquo; del grupo, se contrapondr&iacute;a la supuesta dimensi&oacute;n &ldquo;ret&oacute;rica&rdquo;, &ldquo;pasada de moda&rdquo; y &ldquo;atorada&rdquo; del Mercosur. Se afirma que el Mercosur constituir&iacute;a, hoy, m&aacute;s un obst&aacute;culo que un catalizador del desarrollo. Ser&iacute;a mejor, dicen, hacer que el bloque retroceda de uni&oacute;n aduanera a &aacute;rea de libre comercio, enfatizando la liberalizaci&oacute;n comercial y de inversiones con terceros, a ejemplo de lo que se propone la Alianza. La realidad no se corresponde con esta percepci&oacute;n.</p> <p> <strong>LOS RESULTADOS DEL MERCOSUR SON POSITIVOS, CONCRETOS Y REALES</strong></p> <p> A pesar de la crisis del 2008, el desempe&ntilde;o del intercambio entre los pa&iacute;ses del Mercosur es superior al del comercio internacional: mientras los intercambios mundiales aumentaron un 13% en el periodo 2008-2012 (de USD 16,1 tri a USD 18,3 tri), el comercio intra-Mercosur creci&oacute; m&aacute;s del 20%, de USD 40 bi a USD 48 bi. En 22 a&ntilde;os de existencia, el valor del comercio intra-Mercosur creci&oacute; m&aacute;s de 9 veces, mientras el intercambio del bloque con el resto del mundo se multiplic&oacute; cerca de 8 veces.</p> <p> Para Brasil, el Mercosur es un importante instrumento de expansi&oacute;n de las exportaciones, sobre todo de manufacturados.</p> <p> En el 2012, el bloque se erigi&oacute; como el cuarto destino de nuestras mercader&iacute;as, detr&aacute;s de la Uni&oacute;n Europea, China y Estados Unidos. Si consideramos el rubro de las exportaciones, la relevancia del Mercosur se destaca a&uacute;n m&aacute;s: la industria brasile&ntilde;a encuentra en el Mercosur a su mercado externo m&aacute;s importante. Cerca del 90% de las exportaciones hacia el bloque fueron de manufacturados; hacia la UE, China y Estados Unidos los porcentajes representaron el 36%, el 5,75% y el 50%.</p> <p> Gracias a los acuerdos de liberalizaci&oacute;n comercial firmados en el &aacute;mbito de la Asociaci&oacute;n Latinoamericana de Integraci&oacute;n (Aladi), ya existe libre comercio entre Brasil y casi todos los pa&iacute;ses de Am&eacute;rica del Sur.</p> <p> En el caso de los miembros plenos del Mercosur, la reducci&oacute;n a cero de los aranceles aduaneros ya es efectiva para el 99,9 % de los productos con Argentina, para el 98,4% con Uruguay; para el 93,5% con Paraguay; y ser&aacute; del 91,9% con Venezuela, en el 2019. Con los otros vecinos, ya es del 99,9% con Chile; del 91,9% con Bolivia (previsi&oacute;n del 100% en el 2019); y llegar&aacute; al 94,4% con Ecuador, al 99,8% con Per&uacute; y al 83,6% con Colombia, ese mismo a&ntilde;o.</p> <p> El Mercosur sigue comprometido no solamente con la eliminaci&oacute;n arancelaria en la regi&oacute;n, sino tambi&eacute;n con la negociaci&oacute;n de acuerdos extrarregionales. La apertura de mercados, sin embargo, de poco servir&aacute; si no va acompa&ntilde;ada de aumento de la competitividad de la producci&oacute;n nacional, lo que le permitir&aacute; al sector productivo brasile&ntilde;o poder aprovechar efectivamente el acceso logrado.</p> <p> <strong>EL &Eacute;XITO DEL MERCOSUR TAMBI&Eacute;N VA M&Aacute;S ALL&Aacute; DEL TERRENO COMERCIAL</strong></p> <p> En la econom&iacute;a, crecen las inversiones productivas entre pa&iacute;ses miembros y asociados. La amplitud y la diversificaci&oacute;n de las iniciativas empresariales en variados sectores de la actividad ponen de manifiesto la importancia que la perspectiva del mercado ampliado del bloque tiene para las decisiones de expansi&oacute;n, modernizaci&oacute;n e integraci&oacute;n de las unidades productivas en los pa&iacute;ses miembros y en los pa&iacute;ses vecinos.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: center;"> El Mercosur constituye la iniciativa m&aacute;s exitosa de integraci&oacute;n profunda y amplia que jam&aacute;s se haya emprendido en Am&eacute;rica del Sur. En los m&aacute;s de veinte a&ntilde;os de progreso desde el Tratado de Asunci&oacute;n, logr&oacute; incorporar la expansi&oacute;n sustentada del comercio a las dimensiones econ&oacute;mica, social y ciudadana, consagrando un proyecto com&uacute;n de prosperidad compartida en la regi&oacute;n.</p> <p> En lo que se refiere a la reducci&oacute;n de las asimetr&iacute;as entre los pa&iacute;ses miembros, el Mercosur dispone, desde el 2007, del Fondo para la Convergencia Estructural (Focem) &ndash;&uacute;nico mecanismo regional de financiamiento de Am&eacute;rica Latina con recursos &iacute;ntegramente donados&ndash;, sin necesidad de pago de intereses o reembolso del capital principal. Los proyectos sometidos a consideraci&oacute;n del Fondo deben fomentar la convergencia estructural, la competitividad o la cohesi&oacute;n social, en particular de las econom&iacute;as menores y regiones menos desarrolladas, y apoyar el funcionamiento de la estructura institucional y el fortalecimiento del proceso de integraci&oacute;n.</p> <p> Desde que comenz&oacute; a funcionar, se aprobaron 43 proyectos en un total de USD 1,38 mil mill&oacute;n (USD 961,8 millones pertenecientes al Focem). A ejemplo del Focem, la Alianza del Pac&iacute;fico tiene la intenci&oacute;n de constituir un Fondo de Cooperaci&oacute;n &ndash;con un valor anunciado de USD 1 mill&oacute;n&ndash;, de los cuales corresponden aportes de USD 250.000 a cada pa&iacute;s miembro.</p> <p> La importancia del Mercosur para la regi&oacute;n se observa, adem&aacute;s, en la participaci&oacute;n de la sociedad civil en el progreso de la integraci&oacute;n. Desde el 2006, paralelamente a las Cumbres de Jefes de Estado, se realizan las Cumbres Sociales del Mercosur. La XIV Cumbre Social, realizada en Brasilia, en diciembre pasado, tuvo como temas principales la libre circulaci&oacute;n de personas y el reconocimiento de diplomas escolares, inclusive universitarios, objetivos que constan en el Plan de Acci&oacute;n para el Estatuto de la Ciudadan&iacute;a del Mercosur.</p> <p> En lo que ata&ntilde;e a la libre circulaci&oacute;n de personas, est&aacute;n vigentes en el Mercosur Acuerdos de Residencia, Acuerdo de Seguridad Social y el Estatuto de la Ciudadan&iacute;a.</p> <p> Todos estos avances reales y concretos en la construcci&oacute;n de un proyecto de integraci&oacute;n profunda y multifuncional despiertan el inter&eacute;s no solamente de los Estados Asociados al Mercosur, sino tambi&eacute;n suscitan la aproximaci&oacute;n de los dem&aacute;s pa&iacute;ses de Am&eacute;rica del Sur &ndash;por medio de adhesi&oacute;n formal (Venezuela y Bolivia)&ndash;, incorporaci&oacute;n a acuerdos originados en el &aacute;mbito del Mercosur (Chile, Per&uacute;, Ecuador, Guyana y Surinam) y estrechamiento de las relaciones econ&oacute;micas y comerciales (Colombia).</p> <p> Con Venezuela, el Mercosur pas&oacute; a integrar un &aacute;rea que representa en el 2012 cerca del 80% del PIB regional, 72% del territorio, 70% de la poblaci&oacute;n, 58% de los ingresos de inversi&oacute;n extranjera directa y 65% del comercio exterior de Am&eacute;rica del Sur.</p> <p> Estos n&uacute;meros ser&aacute;n a&uacute;n m&aacute;s significativos cuando se concluyan los procesos por los cuales Bolivia y Ecuador se conviertan en miembros plenos del bloque. La culminaci&oacute;n exitosa, en Montevideo, el pasado d&iacute;a 11 de julio, de las negociaciones para el efectivo ingreso de Guyana y Surinam en la condici&oacute;n de pa&iacute;ses asociados tambi&eacute;n da fe del vigor del Mercosur.</p> <p> El Mercosur constituye la iniciativa m&aacute;s exitosa de integraci&oacute;n profunda y amplia que jam&aacute;s se haya emprendido en Am&eacute;rica del Sur. En los m&aacute;s de veinte a&ntilde;os de progreso desde el Tratado de Asunci&oacute;n, logr&oacute; incorporar la expansi&oacute;n sustentada del comercio a las dimensiones econ&oacute;mica, social y ciudadana, consagrando un proyecto com&uacute;n de prosperidad compartida en la regi&oacute;n.</p> <p> &nbsp;</p> <p> <em>(*) Embajador del Brasil ante la ALADI y el Mercosur.</em></p> <p> <strong>FUENTE:</strong> <a href="http://www.ultimahora.com/la-integracion-verdadera-no-vive-solo-intenciones-n720540.html" target="_blank">ULTIMAHORA.COM</a></p> <p> &nbsp;</p></div> Comienza a Funcionar el Banco del Sur 2013-05-28T17:18:36-03:00 2013-05-28T17:18:36-03:00 https://fundamentar.com/internacional/item/2144-comienza-a-funcionar-el-banco-del-sur Fabián Vidoletti hola@fundamentar.com <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/ea676253e7c3fc07c537982603f31bc7_S.jpg" alt="Comienza a Funcionar el Banco del Sur" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> Nicol&aacute;s Maduro asegur&oacute; que el 3 de junio comenzar&aacute; a operar la entidad integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela.</p></div><div class="K2FeedFullText"><p> El presidente de Venezuela, Nicol&aacute;s Maduro, inform&oacute; este lunes que el pr&oacute;ximo 3 de junio se instalar&aacute; en Caracas el Consejo Directivo del Banco del Sur.</p> <p> &quot;El Banco del Sur surgi&oacute; como una propuesta que se corresponde con un pensamiento pol&iacute;tico nuevo y una econom&iacute;a nueva&quot;, dijo el jefe de Estado venezolano, durante la Conferencia de la Uni&oacute;n de Naciones Suramericanas (UNASUR) sobre Recursos Naturales para un Desarrollo Integral de la Regi&oacute;n, que comenz&oacute; este lunes en el auditorio Gast&oacute;n Parra Luzardo del Banco Central de Venezuela (BCV).</p> <p> En el evento, precis&oacute; que en esta junta directiva se tomar&aacute;n decisiones para que esta instituci&oacute;n bancaria comience a operar.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: right;"> <em>en esta junta directiva se tomar&aacute;n decisiones para que esta instituci&oacute;n bancaria comience a operar</em></p> <p> Al respecto, el canciller de Ecuador, Ricardo Pati&ntilde;o, indic&oacute; que este banco es un proyecto crucial, que representa un &quot;hito porque la unidad a la que se apela (con UNASUR) no es mera ret&oacute;rica sino esto: la creaci&oacute;n del desarrollo de herramientas para la acci&oacute;n conjunta, integral&quot;.</p> <p> El Acta Fundacional del Banco del Sur fue suscrita el 9 de diciembre de 2007, en Argentina, por el presidente de ese pa&iacute;s y sus hom&oacute;logos de Bolivia, Ecuador, Uruguay, Venezuela, Brasil y Paraguay, quienes posteriormente adoptaron el Convenio Constitutivo del Banco del Sur el 26 de septiembre del a&ntilde;o 2009, en la Isla de Margarita, en el contexto de la II Cumbre Am&eacute;rica del Sur&ndash;&Aacute;frica.</p> <p> La instituci&oacute;n financiera sudamericana tiene el objetivo de impulsar el desarrollo, el crecimiento econ&oacute;mico y las obras de infraestructura de las naciones miembros y busca presentarse como una alternativa viable a los actualmente cuestionados organismos financieros internacionales tales como el FMI o el Banco Mundial.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: right;"> <em>busca presentarse como una alternativa viable a los actualmente cuestionados organismos financieros internacionales</em></p> <p> De acuerdo con algunas proyecciones, el Banco del Sur dispondr&aacute; de un capital inicial de 20 mil millones de d&oacute;lares, aportados por los pa&iacute;ses integrantes de acuerdo con la capacidad de sus econom&iacute;as.</p> <p> La sede principal de la instancia econ&oacute;mica estar&aacute; ubicada en Caracas, y contar&aacute; adem&aacute;s con dos subsedes, en las ciudades de Buenos Aires (Argentina) y La Paz (Bolivia).<br /> &nbsp;</p> <p> <strong>FUENTE:</strong> <a href="http://www.avn.info.ve/contenido/pr%C3%B3ximo-3-junio-se-instalar%C3%A1-consejo-directivo-del-banco-del-sur" target="_blank">AVN</a></p></div> <div class="K2FeedImage"><img src="https://fundamentar.com/media/k2/items/cache/ea676253e7c3fc07c537982603f31bc7_S.jpg" alt="Comienza a Funcionar el Banco del Sur" /></div><div class="K2FeedIntroText"><p> Nicol&aacute;s Maduro asegur&oacute; que el 3 de junio comenzar&aacute; a operar la entidad integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela.</p></div><div class="K2FeedFullText"><p> El presidente de Venezuela, Nicol&aacute;s Maduro, inform&oacute; este lunes que el pr&oacute;ximo 3 de junio se instalar&aacute; en Caracas el Consejo Directivo del Banco del Sur.</p> <p> &quot;El Banco del Sur surgi&oacute; como una propuesta que se corresponde con un pensamiento pol&iacute;tico nuevo y una econom&iacute;a nueva&quot;, dijo el jefe de Estado venezolano, durante la Conferencia de la Uni&oacute;n de Naciones Suramericanas (UNASUR) sobre Recursos Naturales para un Desarrollo Integral de la Regi&oacute;n, que comenz&oacute; este lunes en el auditorio Gast&oacute;n Parra Luzardo del Banco Central de Venezuela (BCV).</p> <p> En el evento, precis&oacute; que en esta junta directiva se tomar&aacute;n decisiones para que esta instituci&oacute;n bancaria comience a operar.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: right;"> <em>en esta junta directiva se tomar&aacute;n decisiones para que esta instituci&oacute;n bancaria comience a operar</em></p> <p> Al respecto, el canciller de Ecuador, Ricardo Pati&ntilde;o, indic&oacute; que este banco es un proyecto crucial, que representa un &quot;hito porque la unidad a la que se apela (con UNASUR) no es mera ret&oacute;rica sino esto: la creaci&oacute;n del desarrollo de herramientas para la acci&oacute;n conjunta, integral&quot;.</p> <p> El Acta Fundacional del Banco del Sur fue suscrita el 9 de diciembre de 2007, en Argentina, por el presidente de ese pa&iacute;s y sus hom&oacute;logos de Bolivia, Ecuador, Uruguay, Venezuela, Brasil y Paraguay, quienes posteriormente adoptaron el Convenio Constitutivo del Banco del Sur el 26 de septiembre del a&ntilde;o 2009, en la Isla de Margarita, en el contexto de la II Cumbre Am&eacute;rica del Sur&ndash;&Aacute;frica.</p> <p> La instituci&oacute;n financiera sudamericana tiene el objetivo de impulsar el desarrollo, el crecimiento econ&oacute;mico y las obras de infraestructura de las naciones miembros y busca presentarse como una alternativa viable a los actualmente cuestionados organismos financieros internacionales tales como el FMI o el Banco Mundial.</p> <p class="blubox-jck" style="text-align: right;"> <em>busca presentarse como una alternativa viable a los actualmente cuestionados organismos financieros internacionales</em></p> <p> De acuerdo con algunas proyecciones, el Banco del Sur dispondr&aacute; de un capital inicial de 20 mil millones de d&oacute;lares, aportados por los pa&iacute;ses integrantes de acuerdo con la capacidad de sus econom&iacute;as.</p> <p> La sede principal de la instancia econ&oacute;mica estar&aacute; ubicada en Caracas, y contar&aacute; adem&aacute;s con dos subsedes, en las ciudades de Buenos Aires (Argentina) y La Paz (Bolivia).<br /> &nbsp;</p> <p> <strong>FUENTE:</strong> <a href="http://www.avn.info.ve/contenido/pr%C3%B3ximo-3-junio-se-instalar%C3%A1-consejo-directivo-del-banco-del-sur" target="_blank">AVN</a></p></div>