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Fundamentar - Internacional https://fundamentar.com Tue, 16 Apr 2024 14:53:25 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es El poder blando después de Ucrania https://fundamentar.com/internacional/item/6610-el-poder-blando-despues-de-ucrania https://fundamentar.com/internacional/item/6610-el-poder-blando-despues-de-ucrania El poder blando después de Ucrania

Mientras los misiles rusos impactan en las ciudades ucranianas y los ucranianos luchan para defender su país, algunos realistas declarados pueden afirmar que «se acabó el poder blando», pero esa respuesta delata un análisis superficial. El poder es la capacidad de afectar a otros para lograr los resultados que uno quiere. Un realista inteligente entiende que esto se puede conseguir de tres maneras: coerción, pago o atracción; en otras palabras, los proverbiales «palo, zanahoria y miel».

En el corto plazo, los palos son más eficaces que la miel y el poder duro le gana al poder blando. Si quiero robar tu dinero con poder duro, puedo amenazarte con dispararte y llevarme tu billetera. No importa lo que pienses, consigo tu dinero inmediatamente. Para conseguir tu dinero con poder blando tendría que persuadirte de que me lo des. Eso lleva tiempo y no siempre funciona. Todo depende de lo que pienses. Pero si logro atraerte, el poder blando puede ser una forma mucho menos costosa de conseguir tu dinero. En el largo plazo, a veces la miel le gana a los palos.

De igual modo, en la política internacional los efectos del poder blando suelen ser lentos e indirectos. Podemos ver el efecto de las bombas y las balas inmediatamente, mientras que la atracción de los valores y la cultura tal vez solo se noten a largo plazo. Pero ignorar o descartar esos efectos sería un grave error. Los líderes políticos astutos saben, desde hace mucho, que los valores pueden crear poder. Si logro que desees lo que yo quiero, no tengo que obligarte a hacer lo que no quieres. Si un país representa valores que para otros son atractivos, puede ahorrar en el uso de premios y castigos.

La guerra en Ucrania está confirmando esas lecciones. El poder militar duro, por supuesto, dominó la batalla en el corto plazo. Las tropas rusas azotaron el país desde Bielorrusia en el norte y Crimea en el sur. La capacidad de Ucrania para proteger su capital, Kiev, y frustrar la invasión desde el norte dependió de su eficacia militar y de los errores del invasor.

Rusia busca ahora tomar el sur y el este de Ucrania. Está por verse que ocurrirá en esta fase de la guerra. En el corto plazo, el resultado dependerá de la fuerza militar —incluidos los equipos que le están proveyendo Estados Unidos y otros países de la OTAN— y del ejercicio de un poder económico duro y coercitivo. Aunque las amenazas de sanciones comerciales y financieras no disuadieron al presidente Vladímir Putin de lanzar su invasión militar, las sanciones impuestas tuvieron un impacto perjudicial sobre la economía rusa y la amenaza de acciones secundarias desalentó a países como China de brindarle asistencia militar.

Pero, si vamos a lo que nos concierne, el poder blando también tuvo su papel en el conflicto. Durante años los funcionarios estadounidenses habían presionado a Alemania para que abandonara el proyecto del gasoducto Nord Stream 2, porque con él Europa se tornaría más dependiente del gas natural ruso y su ruta por debajo del mar Báltico debilitaría a Ucrania. Alemania se negó, pero luego llegó la conmoción por la invasión rusa. Las atrocidades contra civiles tornaron a Rusia tan poco atractiva para la opinión pública alemana que el gobierno suspendió el gasoducto.

De manera similar, EE. UU. insiste desde hace mucho en que Alemania cumpla el compromiso de la OTAN de aumentar sus gastos anuales para la defensa al 2 % de su PBI. También en este caso Alemania le dio largas al asunto hasta la invasión, que la obligó a cambiar su posición prácticamente de la noche a la mañana.

Además, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski demostró ser especialmente hábil en el uso del poder blando. Cuando EE. UU. le ofreció sacarlo del país, respondió con la famosa frase de que necesitaba municiones, no un aventón.

La experiencia de Zelenski como actor de televisión le resultó muy útil. Con su vestimenta informal y comunicaciones continuas con los medios y parlamentos occidentales logró representar a Ucrania como un país atractivo y heroico. El resultado no solo fue la simpatía occidental sino también un aumento sustancial de los envíos del equipamiento militar que Ucrania necesitaba para las tareas de poder duro que debía encarar.

Además, la difusión de las atrocidades rusas contra civiles en lugares como Bucha, un suburbio de Kiev, redujeron el poder blando ruso y reforzaron la simpatía occidental hacia Ucrania. Habrá que ver los efectos a largo plazo del poder blando ruso. Los estados miembros de la ONU ya votaron para condenar las acciones rusas y expulsarla del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, aunque casi un tercio —entre ellos, muchos países africanos— se abstuvieron.

Cabe destacar que la India, la mayor democracia del mundo, se abstuvo de criticar a Rusia. No quiere poner en riesgo su acceso al equipamiento militar de fabricación rusa, ni reforzar los vínculos rusos con China, a quien percibe como su principal amenaza geopolítica. En cuanto a China, aunque se abstuvo de votar en la ONU para condenar la invasión, sí votó contra la eliminación de Rusia del Consejo de Derechos Humanos y volcó sus formidables recursos mediáticos a apoyar la campaña propagandística de los rusos.

El resultado de esto a largo plazo dependerá en parte del resultado de la guerra. A veces, la memoria es corta. Por ahora, sin embargo, parece que Rusia y China sufrieron una pérdida de poder blando. En los meses previos a la invasión ambos países consolidaron su eje de autoritarismo y China proclamó que el viento del Este prevalecía sobre el viento del Oeste. Hoy ese eslogan resulta mucho menos atractivo.

 

(*) Profesor de la universidad de Harvard. Co-fundador, junto con Robert Keohane, de la teoría de la interdependencia compleja, desarrollada en el libro Poder e Interdependencia en 1977. Creó el concepto del "poder blando" y fue autor de numerosos trabajos en los últimos años, como "Is the American Century Over?" y "The Future of Power"

FUENTE: Project Syndicate

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hola@fundamentar.com (JOSEPH S. NYE (*)) Internacional Wed, 04 May 2022 13:47:41 -0300
El efecto de Trump sobre la política exterior estadounidense https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6255-el-efecto-de-trump-sobre-la-politica-exterior-estadounidense https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6255-el-efecto-de-trump-sobre-la-politica-exterior-estadounidense El efecto de Trump sobre la política exterior estadounidense

Muchos observadores criticaron la conducta del presidente estadounidense Donald Trump en la reciente cumbre del G7 en Biarritz por imprudente y disruptiva. Otros dicen que la prensa y los analistas prestan demasiada atención a sus bufonadas, tuits y juegos políticos. Sostienen que para los historiadores del futuro, todo esto serán meros pecadillos. La pregunta más importante es si la presidencia de Trump terminará siendo un gran punto de inflexión en la política exterior estadounidense o una discontinuidad histórica menor.

La discusión que se desarrolla en torno de Trump revive una vieja pregunta: ¿son los grandes hechos históricos producto de las elecciones humanas o son en gran medida el resultado de factores estructurales avasallantes, derivados de fuerzas económicas y políticas que no podemos controlar?

Algunos analistas comparan el fluir de la historia con un río impetuoso cuyo curso se define por la acción del clima, las lluvias, la geología y la topografía, no por lo que el río lleve. Pero aunque así fuera, los agentes humanos no son como meras hormigas aferradas a un tronco arrastrado por la corriente, sino más bien como canoístas de aguas rápidas, que intentan llevar la embarcación evitando las rocas, que a veces no pueden evitar que se voltee y a veces logran guiarla hacia el destino deseado.

Comprender las elecciones y los fracasos de los líderes en el último siglo de política exterior estadounidense puede darnos más herramientas para responder las preguntas que nos plantea la presidencia de Trump. En todas las épocas, los líderes creen que luchan con fuerzas de cambio nunca antes vistas, pero la naturaleza humana permanece. Las elecciones importan; las omisiones pueden ser tan trascendentales como las acciones. La inacción de la dirigencia estadounidense en los años treinta contribuyó al caos que siguió; otro tanto ocurrió con la negativa de los presidentes estadounidenses a usar las armas nucleares cuando Estados Unidos tenía su monopolio.

¿Fueron esas grandes elecciones dictadas por la situación o por la persona? Un siglo atrás, Woodrow Wilson rompió con la tradición y envió fuerzas estadounidenses a combatir en Europa; pero igual pudo suceder con otro líder (digamos, Theodore Roosevelt). La gran diferencia que introdujo Wilson fue el tono moralista con que justificó la decisión y su insistencia obstinada (y contraproducente) en un involucramiento a todo o nada en la Liga de las Naciones. Algunos atribuyen a ese moralismo de Wilson la intensidad del regreso estadounidense al aislacionismo en los años treinta.

Franklin D. Roosevelt no consiguió que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra Mundial hasta Pearl Harbor, y eso podría haber sucedido incluso con un presidente conservador aislacionista. Sin embargo, la forma en que Roosevelt presentó la amenaza planteada por Hitler, y sus preparativos para confrontarla, fueron cruciales para la participación estadounidense en la guerra en Europa.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la estructura de la Guerra Fría se definió en torno de la bipolaridad entre dos superpotencias. Pero el estilo y los tiempos de la respuesta estadounidense pudieron ser muy diferentes, si después de la muerte de Roosevelt, en vez de Harry Truman hubiera asumido la presidencia Henry Wallace (a quien Roosevelt descartó para integrar la fórmula como vicepresidente en 1944). Tras la elección de 1952, la consolidación relativamente estable de la estrategia de contención de Truman (dirigida por su sucesor Dwight D. Eisenhower) se podría haber interrumpido si Estados Unidos hubiera tenido un presidente aislacionista como Robert Taft o asertivo como Douglas MacArthur.

John F. Kennedy tuvo un papel crucial en evitar una guerra nuclear durante la Crisis de los Misiles Cubanos, y en la posterior firma del primer tratado de control de armas nucleares. Pero Kennedy y Lyndon B. Johnson metieron al país en el fiasco innecesario y costoso de la Guerra de Vietnam. Con la cercanía del fin de siglo, fuerzas estructurales debilitaron la Unión Soviética, y Mikhail Gorbachev aceleró los tiempos de su derrumbe. Pero el programa de acumulación militar de Ronald Reagan y sus habilidades negociadoras, y la destreza de George Bush (padre) para el manejo de crisis, tuvieron mucho que ver con el final pacífico de la Guerra Fría.

Dicho de otro modo, los líderes y sus habilidades importan. En cierto sentido es mala noticia, porque entonces la conducta de Trump no es intrascendente. Más que sus tuits, importan sus acciones que debilitan las instituciones, las alianzas y el poder blando del atractivo de los Estados Unidos (que según las encuestas, disminuyó con Trump). Es el primer presidente en setenta años que se aleja del orden internacional liberal que Estados Unidos creó después de la Segunda Guerra Mundial. El general James Mattis, que renunció tras desempeñarse como primer secretario de defensa de Trump, lamentó hace poco el descuido de las alianzas de Estados Unidos por parte del presidente.

Los presidentes tienen que usar el poder duro y el poder blando, combinándolos en formas complementarias, no contradictorias. La destreza organizacional y maquiavélica es esencial, pero también lo son la inteligencia emocional (fuente de habilidades como la autoconciencia y el autocontrol) y la inteligencia contextual, que permite a los líderes comprender los cambios del entorno, capitalizar las tendencias y aplicar correctamente sus otras habilidades. Y Trump no se destaca ni por su inteligencia emocional ni por la contextual.

Gautam Mukunda, teórico del liderazgo, señaló que los líderes que surgen de atravesar el filtro de un proceso político establecido tienden a ser predecibles. George Bush (padre) es un buen ejemplo. Otros no han pasado por ese filtro, y su actuación en el poder es muy variada. La carrera de Abraham Lincoln hacia la Casa Blanca fue relativamente directa, y fue uno de los mejores presidentes estadounidenses. Trump, un magnate inmobiliario neoyorquino y figura de reality show que llegó a la presidencia sin ninguna experiencia previa en cargos públicos, demostró una capacidad extraordinaria para el manejo de los medios de comunicación modernos, el cuestionamiento de la opinión establecida y la innovación disruptiva. Algunos piensan que esto puede producir resultados positivos (por ejemplo, en relación con China), pero otros no están tan convencidos.

El papel de Trump en la historia puede depender de que sea o no reelecto. Si permanece en el cargo por ocho años en vez de cuatro es más probable una erosión de las instituciones, de la confianza y del poder blando. Pero en cualquier caso, su sucesor tendrá ante sí un mundo distinto, en parte por los efectos de las políticas de Trump, pero también como resultado de grandes cambios en la estructura de poder mundial surgidos de Occidente y de Oriente (el ascenso de Asia) y de actores estatales y no estatales (empoderados por las armas cibernéticas y la inteligencia artificial). Como observó Karl Marx, hacemos la historia, pero no elegimos en qué circunstancias. La política exterior estadounidense después de Trump todavía es una incógnita.

 

(*) Profesor de la universidad de Harvard. Co-fundador, junto con Robert Keohane, de la teoría de la interdependencia compleja, desarrollada en el libro Poder e Interdependencia en 1977. Creó el concepto del "poder blando" y fue autor de numerosos trabajos en los últimos años, como "Is the American Century Over?" y "The Future of Power"

FUENTE: Project Syndicate

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hola@fundamentar.com (Joseph S. Nye (*)) Opinión Fri, 06 Sep 2019 15:03:17 -0300
Poder e interdependencia en la era Trump https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6213-poder-e-interdependencia-en-la-era-trump https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6213-poder-e-interdependencia-en-la-era-trump Poder e interdependencia en la era Trump

El presidente norteamericano, Donald Trump, ha sido acusado de utilizar la globalización económica como un arma. Las sanciones, los aranceles y la restricción de acceso a dólares han sido instrumentos importantes de su política exterior, y ni los aliados ni las instituciones ni las reglas lo han limitado en su uso. Según The Economist, Estados Unidos obtiene su influencia no sólo de las tropas y los portaaviones, sino de ser el nodo central en la red que sustenta la globalización. “Esta red de firmas, ideas y estándares refleja y magnifica la proeza norteamericana”. Pero la estrategia de Trump puede “desatar una crisis y está erosionando el activo más valioso de Estados Unidos –su legitimidad”.

Trump no es el primer presidente en manipular la interdependencia económica, ni Estados Unidos es el único país en hacerlo. Por ejemplo, en 1973, los estados árabes utilizaron el embargo petrolero para castigar a Estados Unidos por apoyar a Israel en la guerra de Yom Kippur. Poco después, Robert O. Koehane y yo publicamos Poder e interdependencia, un libro que exploraba la variedad de maneras en las que la interdependencia asimétrica se puede manipular como fuente de poder. Pero también advertimos que los réditos de corto plazo a veces se convierten en pérdidas de largo plazo. Por ejemplo, durante ese período, el presidente Richard M. Nixon restringió las exportaciones de soja norteamericanas con la esperanza de atenuar la inflación. Pero, en el más largo plazo, los mercados de soja en Brasil se expandieron rápidamente –y pasaron a competir con los productores norteamericanos. 

En 2010, después de una colisión entre barcos japoneses y chinos cerca de las islas en disputa Senkaku/Diaoyu en el Mar de China Oriental, China castigó a Japón restringiendo las exportaciones de metales de tierras raras, que son esenciales en la electrónica moderna. El resultado fue que Japón prestó dinero a una compañía minera australiana con una refinería en Malasia, que hoy satisface cerca de un tercio de la demanda japonesa. Además, la mina Mountain Pass en California, que había cerrado a comienzos de los años 2000, fue reabierta. La participación de China en la producción global de tierras raras ha caído de más del 95% en 2010 al 70% el año pasado. Este año, en una respuesta no tan sutil a los aranceles de Trump, el presidente chino, Xi Jinping, se aseguró de que lo fotografiaran visitando un sitio de producción de tierras raras cuyas exportaciones son vitales para los productores de electrónica de Estados Unidos.

Trump abrazando a una bandera norteamericana

Estados Unidos (y otros países) tienen reclamos legítimos sobre el comportamiento económico chino, tal como el robo de propiedad intelectual y los subsidios a las empresas estatales que han inclinado el terreno de juego en el comercio. Es más, existen importantes razones de seguridad para que Estados Unidos evite volverse dependiente de empresas chinas como Huawei para la red inalámbrica 5G. Y China se ha negado a permitir que Facebook o Google operen dentro de su Gran Cortafuegos por motivos de seguridad vinculados a la libertad de expresión. Pero una cosa es limitar ciertas tecnologías y empresas por razones de seguridad y otra muy distinta causar una alteración masiva de las cadenas de suministro comerciales para desarrollar influencia política. No resulta claro cuánto durará la influencia o cuáles terminarán siendo los costos de largo plazo.

Aún si otros países no pueden desvincularse de las redes de interdependencia de Estados Unidos en el corto plazo, los incentivos para hacerlo se fortalecerán en el largo plazo. Mientras tanto, habrá un daño costoso a las instituciones internacionales que limitan el conflicto y crean bienes públicos globales. Como ha señalado Henry Kissinger, el orden mundial no depende exclusivamente de un equilibrio de poder estable, sino también de una sensación de legitimidad, a la que contribuyen las instituciones. Trump tenía razón al responder al comportamiento económico chino, pero se equivocó al hacerlo sin tener en cuenta los costos impuestos a los aliados de Estados Unidos y las instituciones internacionales. El mismo problema debilita sus políticas hacia Irán y Europa. 

Alianzas como la OTAN estabilizan las expectativas, y la existencia de instituciones como las Naciones Unidas, el Tratado de No Proliferación Nuclear y la Agencia Internacional de Energía Atómica mejora la seguridad. Los mercados abiertos y la globalización económica pueden ser disruptivos, pero también generan riqueza (aunque algunas veces, mal distribuida). Mantener la estabilidad financiera es crucial para las vidas cotidianas de millones de norteamericanos y extranjeros por igual, más allá de que tal vez no lo perciban hasta que falte. Y sin importar el efecto que una reacción populista nativista pueda tener en la globalización económica, la globalización ecológica es inevitable. Los gases de efecto invernadero y las pandemias no respetan las fronteras políticas. Las leyes de la política populista, que han dictado el rechazo de la ciencia por parte de Trump y su retiro de Estados Unidos del acuerdo climático de París de 2015, son incompatibles con las leyes de la física.

Macron, Merkel, May, Abe y Trump

Los estados cada vez más necesitan un marco para mejorar la cooperación sobre el uso del mar y del espacio, y sobre la lucha contra el cambio climático y las pandemias. Referirse a un marco de esas características como un “orden internacional liberal” cofunde las opciones al mezclar la promoción de los valores democráticos liberales con la creación de un marco institucional para promover los bienes públicos globales. China y Estados Unidos no están de acuerdo sobre la democracia liberal, pero compartimos un interés en desarrollar un sistema abierto y basado en reglas para administrar la interdependencia económica y ecológica.

Algunos defensores de la administración Trump sostienen que su estilo poco ortodoxo y su voluntad de romper las reglas y desdeñar a las instituciones producirán réditos importantes en cuestiones como las armas nucleares de Corea del Norte, la transferencia de tecnología forzada de China o un cambio de régimen en Irán. Pero la relación de poder e interdependencia cambia con el tiempo, y una excesiva manipulación de la posición privilegiada en interdependencia global podría resultar contraproducente. Como sostenía The Economist, los costos institucionales de utilizar una estrategia de bola de demolición pueden reducir el poder norteamericano en el largo plazo. En ese caso, la estrategia de Trump resultará costosa para la seguridad nacional, la prosperidad y el estilo de vida de Estados Unidos.

FUENTE: Project Syndicate

(*) Profesor de la universidad de Harvard. Co-fundador, junto con Robert Keohane, de la teoría de la interdependencia compleja, desarrollada en el libro Poder e Interdependencia en 1977. Creó el concepto del "poder blando" y fue autor de numerosos trabajos en los últimos años, como "Is the American Century Over?" y "The Future of Power"

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hola@fundamentar.com (Joseph S. Nye (*)) Opinión Wed, 31 Jul 2019 12:08:52 -0300