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Fundamentar - Nacional https://fundamentar.com Thu, 25 Apr 2024 11:27:52 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es El palacio de la oportunidad https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6676-el-palacio-de-la-oportunidad https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6676-el-palacio-de-la-oportunidad Palacio de Hacienda

En cuanto aparezca la oportunidad,
dirá lo que tanto ha esperado.
Contará lo que estaba guardado,
encontrará que en el fondo nunca hubo silencio.
Solo que no era,
solo que no era el momento.

Julieta Venegas

En pleno centro rosarino, en la esquina de Corrientes y San Luis, se yergue un hermoso edificio (la Casa Fracassi), construido en 1925 por Ángel Guido, sobre la base del estilo del renacimiento colonial. En su interior, se desarrolla un emprendimiento comercial (“El palacio de la oportunidad) el cual funciona, desde hace algunos lustros, como un polirubro en el que pueden encontrarse desde las típicas baratijas chinas de ocasión, a productos de calidad qué, a unas pocas cuadras, sobre el coqueto Paseo del Siglo, se consiguen al doble de precio.

De alguna manera, la no tan imprevista salida de Martín Guzmán al frente de otro palacio, el de hacienda, y la llegada de su sucesor (o sucesora), supone convertir a ese hecho en una oportunidad para un oficialismo que no encuentra un rumbo político claro desde, por lo menos, setiembre de 2021. Si redundará en un cúmulo de baratijas o en una referencia de mayor calidad económica lo definirá la agudeza política de esa designación, que, de alguna manera cierra una semana que resultó cargada de gestualidades que muestran los límites de la construcción política del Frente de Todos. Repasemos.

Promediando la semana Alberto Fernández se ganó la aprobación del oficialismo todo al levantar su agenda del día miércoles para viajar a Jujuy con el objetivo de visitar el sanatorio donde permanece internada Milagro Sala. De tono indudablemente humanitario, la jugada presidencial no pasó desapercibida en el mundillo de la política y despertó el berrinche de su carcelero de la militante detenida, el gobernador de esa provincia, Gerardo Morales.

La detención de Sala en lo particular, con los consiguientes reclamos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y la situación del Poder Judicial de esa provincia en general, con el ocultado escándalo que supone un máximo tribunal provincial manejado a gusto y “piaccere” por el ex funcionario de Fernando De la Rúa; demuestran, de manera ejemplar, dos hechos que podrían definirse como sintomáticos: el poco margen de acción con el que cuenta el oficialismo para la resolución de problemas que podrían definirse como elementales y las diferencias de criterios que existen para abordar su solución.

Indulto si, indulto no, intervención del Poder Judicial jujeño, herramientas que otorga (o no) la mismísima Constitución Nacional ponen en discusión (y en tensión) sobre cómo dar una respuesta a un ejemplo claro de arbitrariedad y avasallamiento institucional sobre una dirigente política que supo hacer de su lucha, una bandera que se proyecta al plano nacional.

https://twitter.com/alferdez/status/1542190261580845059

El resto de la semana también se completó con un cúmulo de actividades cargadas de gestualidades. Entre discusiones públicas y no tanto, sobre el uso de la lapicera como un instrumento de poder (de hecho, el artículo de este fin de semana estaba titulado “Sobre lapiceras y gestos”), la figura de Juan Domingo Perón, en un nuevo aniversario de su fallecimiento, también quedó incluida en los vaivenes de las tensiones oficialistas.

A la desprolijidad por la presencia presidencial en la sede de la CGT, se sumó la expectativa por la presencia de Cristina Fernández de Kirchner, 24 horas después, en la ciudad de Ensenada. Honestamente, nada nuevo surgió de ambos actos, más allá de algunas confirmaciones que demuestran que el presidente tiene algunos problemas de articulación política, mientras su vice se muestra ante un público propio cada vez más entusiasta que pide por su candidatura en 2023.

Si los discursos de viernes y sábado nos habían obligado a prestar especial atención a la agenda política de lo que podía ocurrir durante el fin de semana, la renuncia de Martín Guzmán a la conducción del ministerio de Economía, pagó (y con creces) cualquier actividad que pudiéramos haber suspendido.

En un formato de ajedrecista político que hasta ahora había demostrado en pocas circunstancias, el discípulo de Joseph Stiglitz anunció su salida vía Twitter, mientras la vicepresidenta participaba del acto en la provincia de Buenos Aires, restándole buena parte del protagonismo político que las tapas de los diarios domingueros seguramente le asignarían.

La renuncia ha generado un inocultable ruido. Su fundamentación, a través de un texto de siete carillas, que recuerda al anterior renunciante Matías Kulfas, expone palmariamente la falta de acuerdo político hacia el interior del Frente de Todos sobre algunos ejes que deberían considerarse centrales, (tarifas y su segmentación, déficit fiscal, modos de reparto de la ayuda social) pero también la propia incapacidad del saliente funcionario, en poder logarlos.

https://twitter.com/Martin_M_Guzman/status/1543335683133095937

Con todo, también hay una gestión que puede ser revisada. En el debe, la gestión del platense deja una inflación que, según sus propias previsiones, el mes de junio debía profundizar una tendencia a la baja que, finalmente y de acuerdo a los datos de los últimos días, no estaría sucediendo. Si la semana anterior, en esta misma columna, afirmábamos que los plazos de Guzmán podían empezar a acortarse, eso obedecía a que la expectativa gubernamental para el próximo trimestre, se fundaba en una baja sustancial del alza de precios.

Por otro lado, la brecha cambiaria, tampoco resulta una buena noticia en sí misma, y trae consigo nuevas tenciones que refuerzan el círculo vicioso de una inflación que se proyecta, con suerte, en el 60% anual.

En el haber, aparecen el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que, en un hecho inédito en la política nacional, alcanzó los consensos legislativos necesarios para que se convirtiera en ley; una tasa de desempleo con tendencia a la baja y las primeras señales que indican que la actividad económica ya se encuentra en niveles pre pandemia.

Con la salida de Guzmán el oficialismo ha profundizado su crisis, aunque, bien articulada, la misma también puede ser pensada como una oportunidad. Si “la necesidad tiene cara de hereje”, resultaría saludable que el horizonte que suponen las elecciones presidenciales del año próximo, sirva como dique de contención de ciertos hechos que nos hacían repensar y revisar si las actitudes de algunos protagonistas daban por verdadero que “nadie se salva solo”.

El presente contexto debería superarse sobre la base de tres acciones que se suponen centrales:

1) Recomponer el diálogo al interior del Frente de Todos. Si algo dejó en claro la experiencia Guzmán, es que no se puede administrar los grandes temas del país sin que el conjunto de la coalición se sienta contenida en la discusión que vaya más allá de las segunda o terceras líneas del funcionariado. Si el espacio se construyó con una mesa de tres patas, la designación de un protagonista central del futuro mediato de la vida de los argentinos, no puede ser impuesta por una de las partes y no del todo.

2) Dar un mensaje claro a la ciudadanía antes que a los mercados. En un espacio que se autopromociona desde el “primero la gente”, debería resultar básico transmitir un mensaje de calma política más allá de las justas, legítimas o excesivas desavenencias políticas, a los ciudadanos y ciudadanas de carne y hueso, antes que a la entelequia del mercado.

3) Designar al frente del área económica, a un hombre o a una mujer que, de alguna manera, represente una síntesis del conjunto frentetodista. Seguramente no son tantos los nombres que encuadren en esta categorización, pero mucho más acuciante resultaría la designación de alguien que no sea ponderado por alguna de las partes.

Si, como nos parece interpelar Julieta Venegas, este era el momento de la renuncia del ministro de economía, sólo lo puede poner en valor la ponderación de cada ciudadano primero, y el desarrollo de los acontecimientos de los próximos meses después. Tal vez la designación del nuevo inquilino del Palacio de Hacienda, se transforme en la oportunidad de reencausar aquello que ha dejado de prevalecer en buena parte de la conducción del oficialismo: un verdadero sentido de unidad. La necesidad de la hora impone acuerdos reales y sinceros. Y como diríamos en mi Tablada natal: “teléfono para todos y todas”.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 03 Jul 2022 08:33:54 -0300
Ilusiones e internas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6609-ilusiones-e-internas https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6609-ilusiones-e-internas Ilusiones e internas

Ilusiones, que iluminan mi camino
que me acortan la distancia con la felicidad.
Ilusión como un sol,
como magia en la noche de quietud,
que calma mi ansiedad.

Vicentico

Si el editor de este portal así lo quisiera, el presente artículo podría llevar el título alternativo de “Distintos pero iguales”, ya que estas líneas que con tanto gusto escribimos cada fin de semana, también resumen parte del entramado que cotidianamente se construye en los dos frentes políticos más importantes de la Argentina y que, más allá de las propuestas ideológicas tan marcadamente diferenciadas, el devenir de sus prácticas y consecuencias, tienen mucho en común. La última semana de abril, ha resultado pródiga en reflejar ya no una característica casual de alguno de los dos frentes, sino la suma de acciones que recrean un internismo marcado, todo acompañado de “empate institucional” que pareciera limitante. Repasemos.

No descubrimos ninguna novedad si decimos que la foto en el segundo trimestre de 2022 es clara: en la Argentina conviven dos bloques políticos perfectamente consolidados. Las últimas elecciones lo vienen confirmando y la de 2021 no fue la excepción. Sumados, la representación política del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio alcanza al 75% del electorado y conviven hacia el interior del parlamento en una paridad tal que ha tenido un par de consecuencias evidentes: la demora en Diputados en la conformación de las comisiones que le dan sentido al trabajo de la Cámara, y la imposibilidad concreta de abordar agendas mucho más abarcativas de la realidad nacional.

En el ámbito descripto, los acuerdos son de muy corto plazo. Proyecto a proyecto se trabaja en lograr mayorías que refieren a situaciones circunstanciales. Por citar ejemplos recientes: si los apoyos fueron en un sentido de cara al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, esos mismos consensos no se repiten en la novedad de los últimos días de forzar el cambio del tipo de voto que supone la utilización de la Boleta Única de papel para las elecciones de 2023 y para lo cual se requieren de mayorías especiales, que no estarán en ninguna de las Cámaras.

A la condición de empate permanente se le podría agregar que, cuando éste se rompe, los acuerdos alcanzados resultan efímeros. Pero con un dato más que complejiza el contexto: esa lógica no se circunscribe a las prácticas parlamentarias donde, desde la misma noche de las elecciones de noviembre somos conscientes de la situación de paridad; sino que, al interior de cada frente, lo que parece dar señales de cierta armonía hoy, nada garantiza que se repita en el día de mañana.

Dos casos que ilustran los últimos días. Si el comienzo de la semana mostró la posibilidad concreta de cierto entendimiento en las segundas líneas del Frente de Todos frente a las disputas internas agudizadas de los últimos meses, con un acto en Florencio Varela que contaba en un mismo escenario con la presencia de funcionarios más cercanos a Alberto Fernández y a Cristina Fernández de Kirchner, y que, más allá de algunas chicanas discursivas parecía reforzar la idea de poder relanzar al gobierno de la cual comentábamos siete días atrás en esta misma columna; las declaraciones radiales posteriores de Andrés Larroque, a la sazón referente de La Cámpora, ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires y hombre que no dice (ni reitera) nada que su jeja política no autorice sobre que la “política social se define por la política económica” y que a “Martín Guzmán no lo votó nadie”, dinamitaron por los aires cualquier idea de inicio de cierta paz gubernativa.

Como al pasar digamos que las declaraciones del ex diputado, confirmaron que lo suyo, más allá del mensaje claro y definido hacia el presidente de la Nación, no tiene mucho que ver con la agudeza “en el decir”: teniendo en cuenta su rol de ministro cabría recordarle que a él tampoco lo votó nadie, y que (y esto es lo más grave) si una política social es definida exclusivamente por la política económica no se entiende muy bien cuál es su rol en tan estratégica cartera bonaerense. En fin, algunos deberían entender que la comunicación política en tiempos de redes y virtualidades se proyecta en múltiples direcciones, más allá de las intenciones originales del emisor del mensaje.

https://www.youtube.com/watch?v=Mb88JphKASE

Del otro lado, en el segundo ejemplo, tampoco la tienen todas consigo. Con bombos y platillos mediáticos, esos mismos que anunciaban una masividad que derivó en una raquítica marcha del “campo” sobre el centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante el domingo 23, los dirigentes más importantes de Juntos por el Cambio se reunieron en el Instituto Hannah Arendt que pilotea la siempre mediática Elisa Carrió para, supuestamente, establecer acuerdos mínimos de cara al tiempo que viene, período electoral incluido.

Del supuesto resultado de la reunión se dejó trascender una discusión entre el ex presidente Mauricio Macri y el gobernador de Jujuy Gerardo Morales, dado que éste último le habría espetado al primero de ser parte de una operación donde se afirmaba que el carcelero de Milagro Sala, había realizado un acuerdo con Sergio Massa para lograr el nombramiento de la radical Roxana Reyes como representante de la Cámara de Diputados ante el “flamante” Consejo de la Magistratura, presidido ahora por el siempre impoluto Horacio Rosatti.

El otro dato que el resto de los contertulios dejó entrever, antes y después de la reunión, incluso con afirmaciones de los ya viejos jóvenes radicales (Facundo Suarez Lastra y Federico Storani), es que Javier Milei es el límite y que no formará parte del entramado que supo consolidar la derecha argentina en Juntos por el Cambio.

Las declaraciones posteriores fueron en distintos sentidos, pero no dejó de llamar la atención que, 24 horas después, sea la propia presidenta del partido Pro, Patricia Bullrich, principal interesada con Mauricio Macri en acercarse a la figura del retrógrado sorteador de dietas, quien relativizara la exclusión del mismo. O el acuerdo no fue tan contundente, o ciertas palabras, incluso las que se publican en comunicados, duran menos que las hojas que caen en este otoño del 2022.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1519830809632411649

En las circunstancias comentadas en los dos bloques de poder que encarnan el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, sobresalen un par de hechos que corresponden abordar. El primero es que ambos espacios, si bien están consolidados por historia, gestiones a cargo y apoyo electoral, no se encuentran unidos por una sola jefatura política. Nadie tiene la capacidad y el peso político para “juntar las cabezas” de manera definitiva. Y cada uno lleva su propio límite como una marca en el orillo: a unos porque la pésima gestión del período 2015 – 2019 no les permite mostrar ni un sólo número a favor de los datos macro económicos y sociales, lo cual alimenta las ilusiones de no pocos contendientes en un sueño presidencialista: Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta por el Pro y Gerardo Morales por la Unión Cívica Radical parecen ser las caras más visibles de lo que seguramente terminará en la interna que habilita el sistema de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias.

Y a otros, porque, en un sentido contrario a lo anterior, dando positivamente casi todos los datos de la macroeconomía (empleo, crecimiento industrial, producción en energía, comodities, inversión pública, etc.), el aumento de la inflación y la derrota de noviembre con el inoxidable pase de facturas internas, parece condenarlos a estrategias de silencio o de mayor cuestionamiento público, según sea el caso.

En ambos frentes las ilusiones parecen limitadas y circunscriptas a evitar escaladas que, cotidianamente, liman cierta referencialidad. Si bien la derecha vernácula quiere probarse el traje de estreno para la asunción del 10 de diciembre de 2023, las discusiones no saldadas respecto de lo que fue su nefasta primera experiencia de gobierno en el ámbito nacional mediante el voto popular, pone en tensión a todos aquellos que se creen con derecho a poder “estar”.

Por su parte, en el Frente de Todos, sin diálogo firme entre sus máximas figuras, parece poco lo que los dirigentes de menor rango puedan elucubrar como intento de acercamiento entre las partes. Si en una semana el oficialismo se mostró con una dinámica de concordancia en el acto de apertura de la licitación para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, a la semana siguiente le suceden declaraciones de referentes del cristinismo que parecer quebrar cualquier idea de armonía, a lo que le sigue el silencio del albertismo, que dice preferir asentarse sobre la gestión.

Esas ilusiones, chiquitas, perennes y constreñidas por un proceso interno desmovilizante, tiene a la fragilidad política como una constante. Aquellos acuerdos que pueden presentarse como más o menos formales, se rompen rápidamente y todo termina circunscripto a la efimeridad del aquí y ahora. Más posmoderno no se consigue.

La semana que termina ubicó a ambos espacios frente a sendos dilemas. ¿Qué hacer en Juntos por el Cambio con Javier Milei? Contenerlo para sumar masa crítica parece ser la opción del dúo Macri – Bullrich que, como dos adolescentes enamoradizos, van y vienen en una relación que no está del todo restañada ni mucho menos. Marcar un límite que le dé claridad y previsibilidad política parece ser la opción de larretistas y radicales, pero el riesgo de una partición del voto de derecha que sea funcional al oficialismo, campea como un mantra inexorable.

https://twitter.com/radiomitre/status/1520728740656865280

¿Qué hacer en el Frente de Todos con Martín Guzmán? No parece ser una idea muy feliz “limar” ya de manera pública a la figura del ministro. En una economía con mucho de ruido por problemas exógenos y endógenos, un desgaste de esa característica aplicaría y mucho a aquella máxima murphyana que dice que “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Vale preguntarse en términos camporistas quién sería el ministro de economía que, sin que tampoco nadie haya votado, habilite otra supuesta política social.

Guzmán ha sido quien, exitosamente, ha concluido dos renegociaciones con acreedores externos en el término de dos años. Cuenta con diálogo directo con una multiplicidad de actores del sistema financiero y económico internacional y con el respaldo político del presidente de la Nación. En el contexto de estos días, su salida supondría un debilitamiento de la figura de este último, tal vez, y ya que hablamos de ilusiones, la aspiración de varios.

Va de suyo que el futuro es incierto. Pareciera prevalecer, si a este analista lo apuraran un poco, que lo que sobrevendrá en ambos frentes sea para el futuro mediato, por primera vez desde su implementación, la realización de unas PASO presidenciales que definan a fondo no sólo quienes serán los candidatos en octubre del 2023, sino el destino político de no pocos protagonistas de este tiempo.

En el camino y en este domingo que tal vez usted, querida lectora, estimado lector, lee a este atribulado comentarista, se celebra el Día del Trabajador. Y como nunca (o como siempre), nos subimos a la ilusión que, como nos canta Vicentico, nos calme ansiedades. La de una sociedad con trabajo. La de la dignidad de papá y mamá poniendo en la mesa y en la vida todo aquello que los hijos necesitan para una vida mejor. La del encuentro entre compañeros que luchan por un mismo ideal. Si tiene margen, descorche un vino o abra una cerveza y celebre con los afectos. “Salú”. Y ojalá, como se ilusionó alguna vez el gran Atahualpa Yupanqui, nuestro desierto se convierta en un vergel.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 01 May 2022 10:43:49 -0300
Discursos de fondo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6607-discursos-de-fondo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6607-discursos-de-fondo Discursos de fondo

La semana supuestamente “corta” en la previa del feriado de la Pascua, trajo tres hechos y un dato que en buena medida sintetizan lo que se discute por este tiempo en la Argentina de la supuesta post pandemia: el encuentro en Rosario organizado por la Corriente de la Militancia, las declaraciones del ministro Martín Guzmán en los estudios de C5N y el discurso que Cristina Fernández brindó en la Asamblea Parlamentaria Euro Latinoamericana en el Centro Cultural Kirchner. En el medio se conoció el dato de inflación de marzo, el cual dejó un número récord para los últimos 20 años. De alguna manera, la vinculación de estos elementos que nombramos, refiere a cuestiones de fondo que tensionan el día a día de la vida del país. Repasemos.

Relativizamos la idea de semana corta porque indudablemente la jornada desarrollada en Rosario, con la presencia de funcionarios de primera línea, intelectuales de innegable pertenencia a las corrientes populares de pensamiento y más de dos mil almas que acompañaron el convite, se transformó en el hecho político más importante del fin de semana anterior, proyectándose en los días venideros con análisis de todo tipo.

En la Argentina de hoy parece una eternidad hablar de un hecho político ocurrido una semana atrás, pero lo cierto es que mucho de lo que allí se dijo sigue vigente, guste o no. Lo que tal vez haya quedado más claro de la reunión sabatina, refiere a una especie de “espíritu” de unidad que sobrevoló en el ambiente.

Más allá de lo que pueda haberse dicho desde el estrado, dos cosas quedaron muy claras desde el comienzo: independientemente del aprecio por los que jugaron de local, la figura de la vicepresidenta fue permanentemente reconocida con aplausos, y este tiempo en donde la sociedad argentina parece decidida a haber dejado atrás la pandemia, sobrevive una necesidad que podría definirse como visceral, de escuchar y de encontrarse. Para tratar de entender parte de lo que está pasando y para, de alguna manera, recuperar, otra vez, la idea de que lo colectivo siempre es superior al micro mundo de cada uno de nosotros.

https://www.youtube.com/watch?v=fOwCQm7rE5E&t=4s

Lo hemos dicho desde el comienzo de la pandemia: fue al peronismo, con su lógica de construcción política con el otro, en la calle, en el cuerpo a cuerpo, y más allá de lo que digan la telepolítica y las redes, a quien más afectó las restricciones impuestas allá (no tan) lejos y hace (no tanto) tiempo.     

Unidad, cohesión, construcción de un nuevo relato, fueron tal vez las referencias conceptuales que marcaron la agenda de lo que viene con la idea imperturbable de cumplir con el compromiso asumido en 2019, y que las elecciones de 2021 parecieron trastocar. Qué tipo de unidad y cómo se consolida con el devenir de las semanas fue la referencia insoslayable.

Y si hablamos de cohesión, algo de eso dejó traslucir el ministro Martín Guzmán en su entrevista brindada al periodista Gustavo Sylvestre, en el canal de noticias C5N el día lunes. Habló de la necesidad de que los funcionarios de segundas y terceras líneas no realicen cuestionamientos públicos a la política económica vía medios y de que el gobierno está trabajando sobre un proyecto para captar parte de las rentas extraordinarias que deja la coyuntura económica mundial, que, indudablemente, profundizará las brechas económicas.

Es indudable que el ministro se siente fortalecido. Los ya antiguos rumores de su salida (recordarán los queridos y queridas lectoras que para finales de 2021 se afirmaba en muchos medios que, una vez logrado el acuerdo con el FMI, el ministro se iría del cargo), no han hecho más que validar todo lo contrario, reversionando aquella estrategia donde se confirman en el cargo funcionarios (o dt de fútbol) que a los pocos o días son eyectados de sus cargos.

https://www.youtube.com/watch?v=MmYVMtedMA4

Desgaste opositor, devaneos internos, los persistentes off the records, tan perennes en estos tiempos, han sabido instalar la idea de que varios funcionarios “están de salida”. Algunos medios han ido un poco más allá poniendo fecha a las eventualidades que se fueron corriendo: que antes de la Pascua, que durante o que luego de ella se vendría un restyling gubernativo. Este analista no tiene información de primera mano ni mucho menos, pero cuando una idea de este tipo se menea de esa manera, la dilación no representa nada bueno en sí mismo.

La presencia de Guzmán en el set de televisión, algo inusual para su estilo, lo mostró activo en la previa del dato económico y político de la semana: el Indec informó que la inflación de marzo alcanzó el 6,7% y puso en números lo que se sabía de antemano, por lo pre anunciado, pero también por lo que cada uno de nosotros “descubre” cuando va a un supermercado o, si tiene la suerte, compra algo de ropa.

https://twitter.com/INDECArgentina/status/1514317554336079872

Y decimos que es político porque indudablemente lo que sobresale, antes que el conteo de uno o varios productos y su evolución de su precio, es la discusión de cómo se distribuyen los ingresos en la Argentina.  Podrá decirse que la guerra ha sido un factor determinante (algunos indicadores en el primer mundo no dejan de asombrar), pero nadie podrá distraerse con una historia tan recurrente y persistente en la vida del país, opositores incluido.

No deja de ser cómico, a la vez que irritante, leer, escuchar o ver a algunos ex funcionarios, a la sazón comentaristas de la realidad, explicar el fenómeno de la inflación. Vamos a insistir hasta el hartazgo con dos ejemplos: Alfonso Prat Gay sostenía en 2015 que la devaluación que suponía dejar al dólar flotar libremente (el oficial valía $9, mientras que el blue o ilegal $16) no afectaría a la economía real ya que la misma se movía al ritmo de la cotización no oficial. Resultado: el país se comió una devaluación del 50% con una tasa de inflación en 2016 de más del 40%. Todo esto por no nombrar el 54% de suba de precios con la que el país dejó atrás en 2019 la gestión de Mauricio Macri. Sólo la desidia, el cinismo o la complicidad de varios de los interlocutores permite imaginar que ambos referentes tengan algo positivo para decir al respecto.

Y si hablamos de títulos mediáticos, no puede dejar de observarse el abordaje que muchos le dieron a la presentación de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la Asamblea EuroLat. En la frase “que te pongan la banda y el bastón no significa que tengas el poder” varios creyeron encontrar un tiro por elevación a la figura del presidente. Es el problema de seguir la política por los titulares de medios o redes, quitándole sustancia al asunto.

Sólo basta tomarse el trabajo de leer el discurso completo o revisar históricamente la línea argumentativa de la ex presidenta para entender que el problema del poder no es un tema nuevo en sus abordajes políticos. Desde las construcciones discursivas en pleno conflicto con las patronales del campo en 2008, hasta llegar a justificar la recuperación de YPF (que por estos días se cumplen diez años), pasando por la fundamentación de la fenecida Ley de Medios de Servicios Audiovisuales, la relativización de las cuotas de poder con las que cuenta un dirigente político elegido por el voto popular, siempre estuvo presente entre sus preocupaciones.

En el discurso del jueves, otra vez, se aprecia su apelación a lo histórico como un recurso de su acción política. Va sobre el pasado y vuelve sobre los hechos del presente. Explica el “ancien régime” y declama los límites persistentes de la política cuando se enfrenta con los poderes fácticos, esos que nadie vota.

https://www.youtube.com/watch?v=pzXD9JCd5pI

Este último discurso, más allá de las quejas ridículas de parte de la oposición, siempre tan recurrentes a negar cualquier base de historicidad a la vida política de una comunidad, merece ser revisado porque pone el eje en algo aún más profundo, el cual refiere, en tiempos de notable interdependencia económica y social, a la persistente debilidad con la que conviven los Estado Nación en su relación con las grandes corporaciones.

Aunque haya enojos y diferencias, en esto último radica un punto de encuentro entre el hipotético proyecto que anuncia Guzmán para limitar las ganancias (o rentas) extraordinarias y lo que, sistemáticamente denuncia Cristina Fernández. Por eso la deslegitimación opositora a su presentación en el parlamento eurolatino y por ello la agitación permanente de cierta derecha, política y mediática, por la salida del ministro.

Las diferencias, a veces, parecen no ser tan profundas. Si sabrán verlo los distintos protagonistas es la pregunta que dejamos en formato de tarea para este fin de semana de turismo, encuentros familiares y celebración religiosa, queridos lectores y estimadas lectoras. Y aunque la casa no parezca estar en orden, felices pascuas para todos y todas.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 17 Apr 2022 08:57:51 -0300
Lo hizo de nuevo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6586-lo-hizo-de-nuevo https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6586-lo-hizo-de-nuevo Lo hizo de nuevo

Volver a empezar,
que aún no termina juego.
Volver a empezar,
que no se apague el fuego,
queda mucho por andar,
y que mañana será un día nuevo bajo el sol.
Volver a empezar.

Alejandro Lerner

En la semana que está concluyendo, la atención (y la tensión) de la política nacional estuvo puesta, indudablemente, en todo lo que pudiera suceder con el pago de más de 700 millones de dólares que debía realizar el día viernes el Estado argentino al Fondo Monetario Internacional (FMI), con la expectativa de un posible default o de un acuerdo con el organismo de crédito. Terminó sucediendo esto último. Repasemos.

Sabrán disculpar lectoras y lectores, pero vamos a colocarnos alguna medallita. Semanas y días atrás, desde este portal habíamos realizado un par de afirmaciones que se confirmaron en el día de ayer: que el acuerdo llegaría (“El poder de los otros”, 19/12/21)  y, que el ok definitivo para el entendimiento ya no debía buscarse en las oficinas del propio Fondo, sino en la sede de la Casa Blanca. En Fundamentar no practicamos la adivinación mediante bola de cristal, ni nada que se le parezca, sino que algunos elementos, de tan ostensibles, resultaban determinantes para poder adelantarse a lo que sucedería.

En la primera cuestión debe decirse que, si Argentina necesitaba el acuerdo, para el Fondo la cuestión no era menos importante. Nuestro país tiene un desarrollo medio, no figura entre los más influyentes del planeta, por localización y por falta de peso político específico, pero SI se sienta en la mesa de los grandes jugadores en algunos casos puntuales. Un ejemplo: el G20.

Que un actor que integra ese selecto grupo de países que discuten (a veces parece que de manera inútil) los grandes temas de la economía mundial, enfrente una situación de cesación de pago de sus compromisos, no le conviene a nadie de los que allí participan. Si, además, el crédito de 2018 / 2019, resulta sospechado, ya que el organismo no cumplió con las formalidades del caso, en cuanto al modo, al tiempo, ni al monto en que fue acordado, podríamos inferir, como decíamos en mi Tablada natal, que el FMI está “más sucio que una papa”.

¿Eso le da razón a la Argentina para reclamar, en esta oportunidad, un comportamiento absolutamente distinto del organismo a lo largo de lo que fue su historia? Sí y no. Sí, porque existe una evidente corresponsabilidad con el desastre que dejó el macrismo, y no, porque las relaciones de la geopolítica NUNCA se construyen con el derecho como razón excluyente. En ese rol secundario que ocupa el país en el concierto internacional, no le da la talla para imponer condiciones nuevas de ese tipo.

https://twitter.com/CasaRosada/status/1487056899258396675

En la segunda cuestión, la necesidad de buscar un acuerdo político con la Casa Blanca, obedece al peso y la injerencia que tiene Estados Unidos en el FMI. Es el gran país del norte quien sostiene con más dinero al organismo y de alguna manera (y de todas) su influencia es decisiva a la hora de las políticas que ejecuta. Debe insistirse hasta el cansancio para algún desprevenido que nunca falta: los famosos acuerdos de Bretton Woods de la década del 40’, que derivaron en la multilateralidad crediticia de la segunda mitad del siglo XX, funcionaron como mecanismos que favorecían los intereses del “gran país del norte”. Concepto central del primer trimestre de la materia Relaciones Internacionales en cualquier facultad que se precie. Perdón por la decepción de revelarles semejante novedad.

Más allá de las ironías, y tal como lo llevaba adelante un tal Néstor Kirchner, cuando se reunía con George Bush (h) y le apoyaba su mano en la rodilla en un gesto que rompía toda tensión y protocolo (actitud definitivamente nestorista), debe insistirse que todo acuerdo es político, y por lo tanto, en discusiones tan amañadas y complejas, el broche a cualquier buen diálogo, jamás puede pasar por tecnócratas y burócratas que no tienen ninguna responsabilidad más allá de cobrar suculentos salarios por “laborar” allí.

De lo sucedido en las últimas veinticuatro horas, es evidente que, por estos lares, la ganancia de un acuerdo alcanza a las figuras de Alberto Fernández y Martín Guzmán. Habrá que ver si el silencio de la vicepresidenta Cristina Fernández obedece a diferencias con lo que se acordó o a dejar que, en un sistema presidencialista de gobierno, la centralidad la ocupe, justamente, el presidente. Por una razón o por otra, para los ansiosos de ocasión, pronto aparecerá la respuesta ya que el acuerdo debe discutirse en el Congreso de la Nación, espacio donde el kirchnerismo ocupa una centralidad decisiva.

El anuncio por cadena nacional del presidente, en la mañana del viernes, esta vez resultó un instrumento político interesante. Con un mensaje correcto “Heredamos esta situación. La historia juzgará quien hizo qué. Quien creó un problema y quien lo resolvió”, la puesta en escena en los jardines de la Residencia de Olivos no le fue en zaga. Medido, preciso y concreto, Fernández no abundó en detalles técnicos que, inteligentemente, se dejó a cargo del ministro.

Por su parte, Guzmán, más allá de la mayor o menor locuacidad en algunas respuestas, se mostró con un estilo que le resulta innato en los modos explicativos de académico universitario. Sabrá valorar o no cada ciudadano o ciudadana, si ello le resulta una virtud en sí misma.

En el plano interno pueden mostrarse tres respuestas que aparecieron sobre el principio del acuerdo: de los mercados, de la oposición y del oficialismo.

En el primero, la respuesta fue de manual. Suba de acciones de hasta 10% en Wall Street, caída del riesgo país y baja del dólar paralelo en un 5% en una sola jornada muestran que la noticia fue bien recibida. No es poco, teniendo en cuenta que varios supuestos analistas que se dicen especialistas en materia de deuda y mercados, preanunciaban unas horas antes el famoso y tan temido default: siendo benévolos, digamos que es el problema de pensar a la economía como una ciencia exacta y no como una ciencia humanística donde las expectativas y muchas veces la política condicionan de manera determinante. Sería hora que lo vayan aprendiendo. ¿No?

https://twitter.com/Miguel_Boggiano/status/1486748741889662977

Desde el lado de la oposición, donde varios también se jugaban un pleno al no acuerdo (en realidad en muchos casos, oposición y operadores truchos que dicen sabérsela “lunga”, son parte de lo mismo), la respuesta tardó varias horas en llegar. Teniendo un claro perfil cementicio (sólo así puede entenderse el caradurismo de piedra de algunos y algunas), la oposición en general prometió revisar la letra chica del acuerdo en el Congreso de la Nación, lugar natural de discusión si se quiere, a partir de lo que dice la Constitución Nacional y también de lo que exige la ley promovida por el actual gobierno en  febrero de 2021. Calidad institucional que se le dice.

Más allá de las omisiones del pasado, del acuerdo que se firmó en 2018, casi entre gallos y medianoche, endeudando al país nada más y nada menos que en 57 mil millones de dólares, por estas horas da la sensación (y sólo eso) que, más allá de las estrategias legislativas de ocasión, el oficialismo no debería tener limitación opositora alguna de cara a transformar el acuerdo en ley.

Independientemente del previsto rechazo de la izquierda, el espacio que compone Juntos por el Cambio se expone a un doble riesgo (y que deberá asumir), teniendo como dato insoslayable que ha sido el responsable de haber generado este nivel de endeudamiento: si el acuerdo funciona, serán otros lo que resolvieron el problema. Si no funciona, su corresponsabilidad también será evidente. Allí hay un corset para su construcción política. Seguramente en el devenir de los meses que se aproximan, más temprano que tarde, las fuerzas amarillas recurrirán a aquella vieja canción de Andrés Calamaro que decía “mejor no hablar de eso, pasemos a otro tema”

Por el lado del oficialismo, como ha sucedido desde el momento mismo de la construcción de la coalición, convive con tensiones, que en muchas ocasiones se discuten de cara a la sociedad. Desde la campaña electoral y en la propia gestión de gobierno. Lo que para algunos es problema, debe ser pensado como una novedad virtuosa para el peronismo.

Podríamos identificar tres grupos: los que querían acordar y reivindicaron lo anunciado, los que entendían que debía acordarse, pero ponen algunos reparos a lo que se logró y los que definitivamente veían al default como la opción más valedera.

Y ante este último grupo, conviene plantearse una primera pregunta. Lejos de toda chicana: ¿había margen para otra cosa? Existe, en no pocos sectores de cierto kirchnerismo un enamoramiento de cierto relato épico del pasado, que no está mal en sí mismo como recurso político, pero nunca podría aplicar al contexto actual.

Antes de desarrollar la idea, una aclaración de rigor: Cuando hablamos de relato, no lo hacemos despectivamente. Si hay algo que la comunicación política ha demostrado a lo largo de la historia es que, cualquier grupo político que se precie, en funciones ejecutivas o no, debe contar con un relato. En los gobiernos de la Argentina democrática lo construyeron Raúl Alfonsín con el “Somos la vida”, Carlos Menem con la idea de un liderazgo preclaro que no nos defraudaría, el kirchnerismo con la ampliación de un buen número de derechos y Mauricio Macri con la hipótesis de una Argentina moderna. El problema no es la construcción de relatos per se, sino la política que se practica cotidianamente para la efectivización de aquello que se declama. Fin de la digresión.

La imagen y decisión de Néstor Kirchner resolviendo el tema de la deuda contante y sonante, pagando de una sola vez los U$s 10.000 millones que se le debían al Fondo, tiene un valor innegable, al igual que cada uno de los acuerdos a los que se llegó para resolver el tema de la deuda externa durante los doce años de gestión K. Pero aquí hay un problema: no se puede leer la realidad de 2022 con los anteojos de 2006. Y las razones sobran.

En el primer kirchnerismo se había logrado un acuerdo con los deudores privados que vino acompañado de la relevancia de Roberto Lavagna. El país atravesaba un período de varios años de crecimiento (yendo en contra de las recetas del FMI), lo que le permitió acumular reservas de tal magnitud que pudo proponerse el pago de una sola vez y para siempre, en tándem con el Brasil de Lula, sin importar lo que planteara el establishment que, al igual que ahora lo hace el propio ex gobernador de Mendoza, Adolfo Cornejo, “rollear” (refinanciar) la deuda, era la solución más conveniente.

Tenemos una mala noticia al respecto: ese país y ese mundo (o por lo menos cierta realidad continental) ya no existe. Argentina no cuenta con un crecimiento sostenido durante varios años, ya que la doble pandemia, la macrista (2015 – 2019) y la del Covid (2020) la dejó severamente condicionada.

Su economía presenta una notable debilidad con alta inflación (hacia 2006 era de 9.8%), presión cambiaria para confirmar una devaluación que siempre perjudica y favorece a los mismos y pocas reservas líquidas en el Banco Central.

En el plano regional no cuenta con los aliados de otrora. El continente (y el mundo) convive con gobiernos y oposiciones de derecha fuertemente consolidados. Además, Nicolás Maduro no es Hugo Chávez, Gabriel Boric en Chile, más allá de algunas señales interesantes, por ahora es una incógnita, Luis Lacalle Pou no es Tabaré Vazquéz y Lula Da Silva (quien reivindicó el acuerdo), por ahora solo se prepara para volver a ser presidente, cosa que sucedería recién en octubre de este año.

https://twitter.com/LulaOficial/status/1487112946161528837

A diferencia de lo sucedido hasta (por lo menos) 2013, el país hoy cuenta con un bloque opositor consolidado. Las derrotas legislativas de 2009 y 2013 se produjeron con sectores de la oposición desarticulados entre sí, lo cual permitía que, con gestión, coordinación y conducción política, las elecciones ejecutivas tuvieran otras expectativas. ¿Hace falta recordar que el macrismo obtuvo el 41% de los votos en 2019 y el 43% hace unos pocos meses atrás?

El acuerdo no supone la celebración de nada. Pero trae como novedad, y eso es innegable respecto de lo que hasta ahora se ha conocido, que no se plantea una solución ortodoxa al problema. Para los que no nos cocemos con el primer hervor y sabemos que la historia no se empezó a escribir en el 2003, podremos recordar que los “acuerdos” con el FMI traían consigo no sólo el ajuste de ciertas variables económicas, sino reformas que le cambiaban definitivamente para mal la vida a los ciudadanos y ciudadanas. ¿Cómo no recordar reformas laborales, jubilatorias o la que se propuso llevar adelante un tal Ricardo López Murphy que en poco menos de 15 días y de un plumazo quería suprimir nada más y nada menos que U$s2000 millones en el presupuesto de educación? La historia siempre enseña.

Tal vez la clave sea, más allá de sus limitantes que existen y son reales, en pensar al acuerdo como una oportunidad para ganar tiempo y como una excepcionalidad que no justifica ningún festejo. Aceptar la realidad como está planteada no supone no pensar en transformarla. Pero el posibilismo por sí mismo no alcanza. Si la épica k, que desde estas líneas se celebran, ha tenido alguna posibilidad, ha sido porque primero se acumuló y se construyó un bloque de poder que hoy no existe, para enfrentar a cierto establishment internacional. ¿O, alguien tiene en su bolsillo unos U$s 45.000 millones para sacarse de encima al FMI y a laderos de la talla de Lula y Chávez para copar la parada?

Volver a empezar dice la canción del epígrafe. Queda mucho por andar. Con las aspiraciones de siempre, pero pensando nuevas fórmulas, revisando algunas cómodas certezas y, sobre todo, saliendo de la zona de confort ideológica. No es resignación. Es la inteligencia de hacer virtud de la necesidad. Y entendiendo de manera firme y contundente, que el peronismo lo hizo de nuevo: vino a arreglar el desastre financiero que otros supieron construir. Con alguna discusión interna. Con algunas voces destempladas y con el oxímoron de silencios que aturden. Pero, a partir de ahora, le guste a quien le guste, es probable que sea parte de una hipotética solución.

 (*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 29 Jan 2022 23:58:51 -0300
Entre caníbales https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6564-entre-canibales https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6564-entre-canibales Entre caníbales

¡Ah! Come de mí, come de mi carne
¡Ah! Entre caníbales
¡Ah! Tómate el tiempo en desmenuzarme
¡Ah! Entre caníbales

Soda Stereo

En la semana que pasó, el gobierno nacional parece haberse decidido, más allá de las urgencias de un proceso electoral en el que no las tiene todas consigo, a dar algunas batallas políticas y económicas que vayan más allá del 14 de noviembre y que tienen, indudablemente, mucho de discusión sobre los problemas estructurales del país. Repasemos.

Dos temas le dan sentido al párrafo anterior: las reuniones en Nueva York entre autoridades del Fondo Monetario Internacional y funcionarios argentinos de primer nivel y la presentación en la agenda social de un acuerdo con los grandes formadores de precios que, de alguna manera, sirva como freno a un proceso inflacionario que, en setiembre, volvió a mostrar un número verdaderamente alto, rompiendo la tendencia a la baja que venía registrando en los cinco meses anteriores.

La coalición gobernante desea (y necesita) un acuerdo con el organismo internacional. Más allá de los matices que supone el tipo de arreglo que pueda alcanzarse y que muchas veces definen su viabilidad en los hechos, en el Frente de Todos (FDT) nadie piensa que una solución para los años que vienen se fundamente en “romper con el Fondo”. El aspecto positivo de congeniar la forma de pago de lo que debe el país, supone que aliviará una macroeconomía que hoy aparece tensionada en ese aspecto, mostrando una hoja de ruta para los años que vienen y habilitaría, por ejemplo, el acceso internacional del crédito a empresas que siempre declaman que lo necesitan para llevar adelante sus inversiones.

https://twitter.com/Martin_M_Guzman/status/1448095755063881728

La confirmación de Kristalina Georgieva al frente del Fondo Monetario Internacional, luego de una serie de disputas internas que ponían en jaque su continuidad, supone un alivio para los intereses oficialistas en tanto y en cuanto el proceso abordado hasta aquí se exponía a un doble riesgo en el caso de que se hubiera nombrado un nuevo director: se habría perdido el tiempo de todo lo que se viene negociando desde hace no menos de 20 meses y, en el caso de que el sucesor fuera un referente de la línea dura, las condiciones a renegociar serían ostensiblemente diferentes.

Sobretasas sí o sobretasas no parece ser una las discusiones más importantes por estas horas (representa unos 900 millones U$s anuales). Un hipotético acuerdo sobre el primer trimestre del 2022, supone la posibilidad concreta de contar con tres semestres, antes de las presidenciales de 2023, con un frente despejado en el sector externo. Pero, como uno aprende desde muy niño en este mundo, nada es gratis en esta vida y ningún acreedor cede demasiado más allá de la dudosa legalidad con la que se constituyó el préstamo que firmó Mauricio Macri allá por junio de 2018. No sea cuestión que esa “oxigenación” del sector externo represente un enturbiamiento del interno. No sería la primera vez que el propio organismo ponga los lineamientos sobre los cuales se fagocita a sus propios socios y que autoridades políticas locales lo avalan. Canibalismo de alta geopolítica.

Algo de ello es lo que entiende el actual mandatario cuando en el transcurso de la semana recordó en un discurso que mientras el ex presidente se dedica a dar clases en Miami, él debe afrontar una negociación de tal envergadura que, si no se alcanzara un acuerdo, en 2022 Argentina debería abonar nada más y nada menos que U$s 19.000 millones. Una cifra que espanta al más pintado.

Pero si las noticias llegadas desde los EE.UU. permitían, por lo menos, evitar angustias renovadas, el dato de la inflación del mes de setiembre fue un golpe difícil de asimilar. El dato debe haberse conocido de antemano en el oficialismo al momento del cambio de Paula Español como secretaria de Comercio Interior y su reemplazo por Roberto Feletti, un hombre que, indudablemente, plantea otra impronta de la gestión.

En la previa del anuncio del intento de acuerdo de precios en 1247 productos de la canasta, la primera línea del gobierno, con presidente incluido, se reunió el día maartes con los principales dueños de empresas del país. Si bien las partes dejaron trascender el beneplácito por el encuentro que habría sido con agenda abierta y duró algo más de tres horas, nada hace suponer que estemos en presencia de una incipiente alianza estratégica que pueda sostenerse en el tiempo. Los planteos de los Ceos en el congreso de Idea, muchos de ellos empleados de ese grupo de “dueños” y los límites que han aparecido en la implementación (podríamos decir elemental) del acuerdo que propuso Feletti, reflejan que nada está consolidado ni mucho menos.

https://twitter.com/RobertoFeletti/status/1449160900993331202

El flamante secretario comenzó la semana mostrándose con el tono verdaderamente adecuado. En un gobierno severamente condicionado por el resultado electoral de setiembre, la lógica de una inicial prepotencia política sería el peor de los caminos que podría elegir. En sus declaraciones planteó algo que podría definirse como elemental: la necesidad de que los argentinos puedan tener un fin de año con algo de paz y accediendo a un conjunto mínimo de bienes y servicios que deberían entenderse como elementales.

En la urgencia de la debilidad económica heredada y que agravó el Covid, un acuerdo con la vista a tres meses no debería parecer ser algo utópico. Los movimientos y las prácticas empresariales de las últimas horas, indican otra cosa. La voracidad caníbal empresarial como lógica para hacer una diferencia que, como siempre, favorezca a algunos pocos, parece más vigente que nunca.

Las idas y venidas en las entregas de planillas con los precios vigentes al 1° de octubre para su consiguiente análisis y el pedido de reuniones “para hacer contraofertas” refleja los límites de ciertas acciones de gobierno. Si allá por febrero, en este mismo portal, escribíamos algo así como “La crítica y lo posible”, nos referíamos a este tipo de condicionamientos que encuentra a cada paso la coalición gobernante, a la hora de impulsar ciertas transformaciones.

Más allá del griterío opositor, sea partidario, empresarial o mediático, lo cierto es que la idea que supone una instancia muy presente de control de precios se ancla en una medida reciente que también trajo consigo una vocinglería altisonante: las restricciones a la exportación de carnes. Anunciado como un cataclismo que afectaría al conjunto de los argentinos, varios meses después de su implementación el resultado era más que evidente. El precio de la carne no bajó sustancialmente, pero resultó notorio que dejó de subir. De acuerdo a lo demostrado a través de los informes del Centro de Economía Política (CEPA), julio y agosto tuvieron bajas leves, mientras que setiembre mostró una evolución del 0%. Una vez corregido el despropósito de carne vacuna con aumentos sistemáticos, el proceso exportador se ha reabierto. No hay demasiado por discutir en tanto y en cuanto ponderemos que los alimentos producidos en la Argentina, primero deberían ser para el consumo interno. ¿O no?

La idea que propone Feletti, conlleva un compromiso que no se acota en el mundillo empresarial. Supone también, el trabajo conjunto con asociaciones de consumidores y con ciudadanos sin referencia política de ningún tipo que estén dispuestos a cuidar su bolsillo. La referencia a sindicatos y organizaciones de distinto tipo como soporte del cuidado de los precios, y que tanta “tirria” genera en determinados sectores, supone un apoyo que el Estado, en sus múltiples niveles y facetas, deberá saber recrear y acompañar.

Pero si hablamos de apoyo y compromiso, la celebración del 17 de octubre, no parece haber estado alejada de ciertos vaivenes que han caracterizado a la coalición gobernante, gremios incluidos. Lo que a comienzo de semana se notificó como la no realización del acto del día domingo, por tener como referencia insoslayable el Día de la Madre, para privilegiar en definitiva el acto de la CGT y de los movimientos sociales del día 18; derivó en una convocatoria “por abajo” de amplios sectores del kirchnerismo a poblar las distintas plazas a lo largo y ancho del país.

https://twitter.com/p_justicialista/status/1448750488883712005

Lo que era un planteo inicialmente minoritario creció de tal manera que el día jueves se conoció el apoyo del mismísimo presidente de la nación, (a la sazón también autoridad máxima del PJ) a esa movida. Estas líneas se escriben en la tarde del sábado y resulta presuntuoso hacer algunas afirmaciones respecto del peso que tendrá la convocatoria. Pero lo que sí quedan a la vista son dos situaciones notorias: la primera es que las diferencias entre parte del movimiento obrero que representa la CGT y sectores kirchneristas, que no son nuevas, quedaron expuestas también en la definición de cómo se celebra una fecha tan significativa.

La segunda, es que el peronismo en general y el kirchnerismo en particular, necesitan como el agua de cada día, volver a las calles. En un movimiento político que tiene a “la plaza” en su ADN originario, los casi 20 meses de pandemia han sido un limitante severo para su forma de entender la construcción política de cada día. Si esa idea refiere la presencia física del otro, con quien interactuar, con quien discutir, coincidir o diferenciarse, la virtualidad de la zoommanía no ha podido reemplazar lo que parece natural en la vida anterior al Covid. Bienvenida sea entonces la posibilidad concreta de la pandemia se transforme en endemia.

El genial talento del trío comandado por Gustavo Cerati también nos dice que “esperó este momento una eternidad”. Un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en el horizonte próximo, alguna forma de límite a la voracidad de los formadores de precios y la siempre vigorizante movilización a una plaza, suponen otro tiempo político en la Argentina. Bienvenido sea. Aunque los caníbales sigan al acecho.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 17 Oct 2021 11:32:00 -0300
Cosas raras https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6475-cosas-raras https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6475-cosas-raras Cosas raras

Están pasando demasiadas cosas raras
para que todo pueda seguir tan normal.
Desconfío de tu cara de informado
Y de tu instinto de supervivencia.

Carlos Alberto García Moreno

La que pasó no fue la mejor semana de la administración de Alberto Fernández. Dos factores repercutieron de manera marcada en su día a día: la discusión al interior de la coalición gobernante sobre el qué hacer con las tarifas y el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que determinó que el artículo 2° del Decreto de Necesidad y Urgencia n° 241/2021 había violado la autonomía que consagra la Constitución Nacional a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Parecen cuestiones disímiles, pero, en definitiva, tienen algún punto de encuentro común. Repasemos.

El capítulo sobre las tarifas había salido a la luz pública el viernes de la semana anterior. Más allá de los detalles de cómo escaló la discusión de cara a la sociedad, puede decirse que hay dos posiciones claramente encontradas al respecto.

Por un lado, el ministro de Economía Martín Guzmán, quien viene desarrollando una clara política de acercamiento con el Fondo Monetario Internacional con la firme intención de llegar a un acuerdo que le permita aliviar la deuda argentina con el organismo de crédito en el mediano plazo; propone un aumento de tarifas que podríamos llamar universal en la primera etapa, para luego ir hacia un esquema de segmentación donde paguen más los sectores más acomodados.

Por el otro, los grupos vinculados al subsecretario de Energía Eléctrica Federico Basualdo, quien reporta políticamente a la figura de la vicepresidenta Cristina Fernández, sostienen la idea de aplicar un único aumento en el año y que sirva como medida definitiva para este, también, pandémico 2021. 

Más allá de las cuestiones técnicas que hacen a la macroeconomía (nivel de subsidios, déficit de las cuentas públicas, situación de las empresas prestatarias del servicio), la discusión es definitivamente política.

Sin dejar de tener en cuenta el horizonte electoral, la pregunta es quién paga las diferencias que deja a la vista el actual esquema tarifario. ¿Se toma como válido un principio de justicia que generalice una suba común o se hace “sintonía fina” con aquellos sectores que han perdido menos (algunos incluso han ganado) en los últimos dieciocho meses? O, ¿se amplía mucho más la mirada y se les exige que parte de esas diferencias sean absorbidas por las propias empresas prestadoras del servicio que durante el macrismo se vieron beneficiadas con una fenomenal transferencia de recursos a su favor con la dolarización de lo que cobraban, en nombre de que debían tener una rentabilidad tal que pudieran mantener cierto nivel de inversiones?

https://www.youtube.com/watch?v=jiUwgbOxRTY

La discusión, por ahora, no parece estar saldada al interior del Frente de Todos. Pero como fuere, nótese la diferencia de criterio político con la administración anterior: durante el gobierno de Mauricio Macri, mientras los aumentos garantizaran la rentabilidad empresarial, no importaba demasiado a quiénes dejaba en el camino a la hora de cumplir con las obligaciones de los “consumidores”. Algunos parecen haberlo olvidado, pero no fueron precisamente pocas, las pequeñas y medianas empresas que planteaban su asfixia financiera a la hora de pagar aumentos tarifarios que superaban el 1000%. La historia nunca es mala consejera en cuanto a lo que política refiere.

El segundo hecho que marcó la agenda semanal y que tuvo un extenso recorrido mediático refirió al fallo que el martes dio a conocer la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Habíamos apostado un café por un fallo de tipo salomónico y que lo que decidieran los supremos tendría un definitivo contenido y consecuencias políticas. En la primera de las afirmaciones es obvio que fallamos el enfoque. Aquellos lectores que deseen el pago de la respectiva infusión, se los espera en la esquina de Segurola y Habana a las 3am del miércoles 30 de febrero.

En la segunda, no es que la lucidez nos haya alcanzado en formato de revelación, sino que, ante tanta hipocresía de supuesto saber técnico, nunca viene mal recordar el carácter político de los fallos del máximo tribunal. La novedad en este caso es el plus partidario.

Así las cosas, la unanimidad de la Corte Suprema de Justicia de la Nación vino en formato de tres votos, con algunos conceptos llamativos dignos de señalar y sobre el cual no haremos un abordaje desde el derecho (cuestión que nos excede), sino desde la situación concreta de que algunas afirmaciones supremas, dejan muchos elementos para desglosar por fuera del mundillo tribunalicio.

Desde la política y su relación con la teoría, la primera rareza digna de mencionar (menor, si se quiere) es la utilización de parte del Dr. Ricardo Lorenzetti de las figuras de Thomas Hobbes y John Locke como elemento argumentativo de su voto. En un mismo párrafo y sin mayores detalles nos cita a dos pensadores que más allá de sus puntos de encuentro de hace cuatro siglos, representan visiones muy disímiles a la hora de interpretar cuestiones de la modernidad. Mientras al segundo se le adjudicó una influencia notable en la sustanciación del liberalismo político como lo conocemos hoy, al primero se lo relaciona con la idea del Estado absoluto, donde queda muy poco espacio para la rebelión política. Parece poco consistente para la utilización sobre la discusión de autonomía provincial.

Pero hay otro detalle, si se quiere más simpático. Ese párrafo, redactado en los mismos términos fue utilizado por el mismo juez en los fundamentos del fallo de la causa n° 9080 del 25 de agosto de 2009 (Inc. 13, página 33). O los asesores de Lorenzetti son algo perezosos o el propio juez está tan enamorado de lo escrito hace doce años atrás que no le resulta tan interesante releer a los clásicos en clave de la post modernidad. Aquí el detalle, dato que nos acercó el colega Román Felipelli con quien no nos une la afinidad ideológica, pero sí el respeto mutuo de muchos años de amistad.

Mirado en su conjunto, el fallo parece forzado a expresar algo que está decidido de antemano. Se afirma entre otras cosas que no ha sido justificada adecuadamente la relación entre mayor circulación y mayores contagios entre jóvenes que comenzaron a asistir a la escuela de manera presencial (página 28 – 29); que la emergencia no es franquicia para evitar el derecho vigente a la educación (página 52); que el impacto interjurisdiccional de la actividad regulada es meramente conjetural (página 55), que existe un derecho humano a la educación pero que el mismo no existe sin vida humana (página 72) y que el Estado no tiene facultades para limitar el derecho de una persona, cuando el ejercicio de ese derecho no dañe a terceros (página 74).

Todas estas afirmaciones jurídicas, grandilocuentes y aparentemente bien fundadas, demuestran una omisión definitiva del tribunal a la hora de dirigir su fallo en un sentido: la ausencia de convocatoria a epidemiólogos, sanitaristas o biólogos para que explicasen las características y el comportamiento del virus. Así como se invocó la figura del “amicus curiae” para avalar la postura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y partiendo del supuesto dato que la demandada no habría fundado adecuadamente las medidas tomadas, vale preguntarse por qué no se amplió esa posibilidad al Estado Nacional.

Larreta , la Muerte, el rico y el virus - SERKO
Larreta , la Muerte, el rico y el virus - SERKO

¿Creen los supremos, realmente, que no existe interjurisdiccionalidad educativa en el Aglomerado Metropolitano de Buenos Aires y que alumnos, docentes, no docentes, proveedores escolares y directivos no cruzan diariamente el riachuelo o la General Paz?

¿Creen, honestamente, que la aplicación (y su garantía) del derecho a la educación en un contexto pandémico con índices verdaderamente alarmantes, no afecta el derecho a la vida de terceros que no desean ser contagiados?

¿Suponen, estos cuatros jueces, que el Coronavirus es un virus que replica sólo en nuestro país y que por lo tanto no tiene sentido mirar las experiencias producidas a lo largo y ancho del mundo respecto de la presencialidad escolar?

Todas preguntas que, como siempre, nos gusta dejar en formato de tarea para el fin de semana de nuestros lectores. En la respuesta seguramente se entenderá el porqué de pensar al último fallo cortesano como en un sentido partidario sin excusas y el porqué de la foto del día miércoles en Ensenada que reunió a los popes del Frente de Todos, la cual sirvió no sólo para dar una señal a los “extraños”, sino fundamentalmente a los “propios”, a la hora de entender que resulta legítimo discutir ciertas diferencias de cara a la sociedad, pero no sirve del todo anunciar renuncias no acordadas ni enojos sobreactuados.

Como nos contó el señor del epígrafe, del que podemos contar la muy buena noticia de que esta semana fue vacunado, están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal. Algunos, cómodamente apoltronados y en formato de fallos judiciales, creen que la emergencia sólo los alcanza a ellos dictando sentencias vía zoom. Y otros, olvidando el contexto político reinante, siguen jugando a pulir las diferencias internas en nombre de ciertas convicciones (que siempre son buenas tenerlas), pero dejando el flanco demasiado abierto para que el enemigo construya poder. Ni calvo ni con dos pelucas. Claves de la política de estos días.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 09 May 2021 10:05:28 -0300
¿Saldo a favor? https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6443-saldo-a-favor https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6443-saldo-a-favor ¿Saldo a favor?

Si en materia de política, los devaneos de sus protagonistas se focalizan en lograr mantener la mayor cantidad de tiempo posible la iniciativa, imponiendo condiciones y agenda, la semana que acaba de culminar parece (y sólo eso) haber concluido con un saldo a favor del gobierno nacional. Revisando los principales temas que ocuparon la atención, veremos rápidamente que, acercándonos a los 11 meses de pandemia, lejos estamos del contexto económico y social que vaticinaron los erradores seriales de siempre.

El anuncio de la llegada de poco menos de un millón de vacunas al país, las sucesivas reuniones con sindicalistas y empresarios, la presentación del proyecto de ganancias que beneficiaría a más de un millón doscientos mil trabajadores y la quietud del dólar; a la vez que permite mostrar al oficialismo ocupando el centro de la escena, limita severamente la construcción político mediática que puedan proponer los principales sectores de la oposición.

Nos acercamos a una segunda quincena de febrero, donde la provisión de vacunas parece ir mejorando de a poco. Lejos de los contratos firmados (más allá de los incumplimientos de los laboratorios a lo largo y ancho del mundo), pero más cerca de poder comenzar a mostrar números más contundentes, plantear la vacunación por Covid de a cientos de miles comienza a poner las expectativas en otro lugar.

Si una de las preocupaciones centrales de cualquier individuo que se arrime a la práctica política (sea en el rol de militante, dirigente, periodista o académico), radica en la preocupación de cómo garantizar todo aquello que se promete, en campaña o no, y que ello efectivamente se cumpla en la realidad, con el anuncio de la elevación de los montos mínimos del impuesto a las ganancias, evitando que lo paguen quienes tienen ingresos (en bruto) menores a $150.000, para las huestes conducidas por Alberto Fernández parece haberse dado un paso hacia adelante. Pequeño, ya que no favorece directamente a la suma de trabajadores, pero cualquier consultor que se precie no estaría nada disgustado con la posibilidad de asesorar a un gobierno que cumple, por más mínima que sea, con una promesa de campaña.

Si el diálogo político institucional parece ser una virtud para los tiempos posmodernos que corren (algo sobrevalorado para quien suscribe estas líneas), las charlas con los popes sindicalistas y empresarios de la semana, también dejan un saldo a favor del gobierno. El primer paso está dado. La foto está en todos los medios. Habrá que ver en qué medida se profundiza un encuentro honesto y sincero que lleve efectivamente a ese gran acuerdo sobre temas centrales del país, siempre ponderado por todos, pero nunca cumplido a lo largo de la historia argentina. En ese escenario construido de los últimos días, el intento viene por el lado de que nadie saque los pies del plato y aquello que se sostiene con la boca se mantenga poniendo el cuerpo. Difícil, pero no imposible.

Reunión del Presidente con la Mesa de Enlace
Reunión del Presidente con la Mesa de Enlace

La quietud del dólar, la compra de divisas por parte del Banco Central o el anuncio de acuerdo de YPF con sus acreedores a los fines de reestructurar su deuda, son partes del mismo combo. Buenas noticias en sí mismas pero que, como siempre sucede con nuestra corporación mediática, son dejadas de lado para poner el eje en las permanentes discusiones de cualquier gobierno de coalición que se precie.

¿Y la oposición? “Bien, gracias”. No era la semana más propicia para exposición política. Repasemos.

Quien quiere ser su jefe, el hombre más votado luego del presidente pero que varios quieren jubilar, se fue de viaje de “trabajo” en Qatar (ponele) por su función de presidente de la Fundación Fifa. Con la Cámara de Diputados, votando unánimemente una ayuda para los familiares de las víctimas del ARA San Juan donde la responsabilidad política del ex ministro Oscar Aguad resulta más que evidente; con Horacio Rodríguez Larreta en su rol de jefe local de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, jugándose un pleno a la vuelta de la presencialidad de las clases en su territorio; y con el dato de que un juez de la Nación como Gustavo Hornos, visitó en varias oportunidades la Casa Rosada en tiempos de la administración de Mauricio Macri; todo parecía indicar que resultaba necesario desensillar hasta que aclare. En todo caso que el trabajo sucio, a veces, lo realicen otros. Nunca viene mal tener una Mesa de Enlace para el barro y las declaraciones grandilocuentes.

En realidad, el problema opositor radica en otro lado. Puede intentar obviar la explicación a la sociedad de porqué fracasó en su gobierno del período 2015–2019, ya que existe un sector del electorado dispuesto a mirar para otro lado, en tanto y en cuanto lo que lo guía es el odio visceral a cualquier forma de expresión popular que supere sus estrechos límites territoriales y mentales, pero en nada podría aportar en los temas que sobresalieron en la semana que terminó.

Con las vacunas apostaron al desmerecimiento de la sofisticada ciencia rusa, intentando confundir a la población con una supuesta existencia del comunismo que por esas cosas de la vida terminó hace más de treinta años. Se acusó a funcionarios de envenenadores seriales, se iniciaron presentaciones judiciales y resulta que hoy, esa misma vacuna que denostaron, se proyecta para ser utilizada cada vez en mayor cantidad de países con resultados epidemiológicos innegables.

Con el dólar no hay demasiado por aportar con una fuerza política que comenzó su gestión con el valor oficial de $9 y la terminó por encima de $60, con un endeudamiento de más de U$s 45.000 millones como bien se lo recordó el ministro Martín Guzmán a uno de sus voceros de la corporación mediática que jugaba de local.

El ministro Martín Guzmán con el periodista Marcelo Bonelli
El ministro Martín Guzmán con el periodista Marcelo Bonelli

Y algo parecido podría decirse de la cuestión del impuesto a las ganancias que devino en promesa electoral PRO, afirmando en la campaña de 2015, que ningún trabajador en relación de dependencia debía hacerse cargo de pagarlo, pero que terminó con un desbarajuste tal que llevó a que, sobre diciembre de aquel año, un 46% más de los trabajadores, comenzaran a sufrir los descuentos pertinentes. 

Ahora bien, esta serie de temas que tuvo la semana, sus proyecciones hacia el conjunto del sistema político, y que dejarían un saldo a favor del gobierno, no fueron excluyentes. No todo fue color de rosa para el gobierno, como nos cantaba la genial Édith Piaf ya lejos y hace tiempo.

El número de inflación de 4% publicado por el INDEC para el mes de enero y que se conoció a mitad de semana no puede dejar contento a nadie. Como siempre, el dato de inflación en la Argentina no se limita a ser sólo un número económico. Resulta también un número político, sobre el cual, varios de los interlocutores de la última semana del gobierno tengan bastante para decir.

Con un aumento muy marcado en alimentos, ya se sabe a quienes perjudica un proceso de alta inflación en el país. Y justamente, esos sectores son los que el oficialismo gobernante ha representado a lo largo de su historia.

La pregunta final refiere a descubrir qué impacta más en la ponderación que millones de argentinos realizan sobre el gobierno. Si todos los elementos que inicialmente comentamos y le dan un saldo a favor o un número que por conocido de antemano y publicado, no refleja parte de lo que todos sentimos en el bolsillo.

Con una pandemia que no terminó pero que parece que muestra un horizonte de certezas, con una oposición que ha perdido en las últimas semanas cierta centralidad política, la cuestión inflacionaria parece jugarse en el mediano plazo, mucho más de lo que se trasunta por estos días. Ese parece un problema básico. De la capacidad de desentrañar el nudo gordiano de la economía, pero, fundamentalmente de la decisión política de poner las cosas en su lugar de parte del gobierno, depende en buena medida de sus chances electorales en este 2021.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com ((*) Miguel Gómez) Opinión Sun, 14 Feb 2021 10:12:46 -0300
Entre éxitos y fracasos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6405-entre-exitos-y-fracasos https://fundamentar.com/articulos/opinion/item/6405-entre-exitos-y-fracasos Entre éxitos y fracasos

Anoche, mi amor,
anoche... te vi
pasar, sin dolor, con otro querer,
y ser feliz.
Tras ese escaparate de cristal,
¡dorada de metal
y rubia!...
¡Tu coche que pasó me salpicó
su noche de fangal y lluvia!
(Armando Pontier)

El gobierno que conduce Alberto Fernández se acaba de anotar un triunfo de política económica trascendente. Ni definitivo ni revolucionario, pero de una contundencia que despeja parte del horizonte y llega como anillo al dedo en un contexto donde la pandemia y las consecuentes limitaciones que supone la cuarentena, han modificado (en parte) el humor social. 

La corporación político mediática opositora, en un intento por bajar el precio de estos ocho meses de gestión, señala que el acuerdo con los acreedores tenedores de bonos extranjeros, es el primer éxito que puede anotarse el oficialismo. Despechados, como el relato de Armando Pontier de “Anoche”, miran sin entender del todo, cómo un supuesto personaje menor, que no jugaba en “las grandes ligas” como Martín Guzmán, pudo haber alcanzado un acuerdo tal, luego de meses de presión y ninguneo que, como el cristal, se quebró.

https://twitter.com/diego86maradona/status/1290775997374226432

Hay, en estos sectores, una conceptualización muy particular de la idea de éxito y fracaso. Al endeudamiento precoz vía Leliqs en una etapa temprana del período 2015 – 2019, le siguió un segundo momento a partir de 2018, donde el nivel de endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional llegó a niveles desconocidos en la historia del organismo. En ambos casos, se nos intentó explicar a los argentinos que todo el proceso refería a una señal de confianza que nos ubicaba en el mundo. Al festival de timba y especulación le siguió uno de sometimiento y revival noventista que destilaba olor a viejo. Eso era, supuestamente, el éxito.

En la semana, algunos de los protagonistas de ese tiempo saludaron el acuerdo, pero lo limitaban a la “existencia de un plan”, artilugio que tantos beneficios les reportó a especuladores y timberos de guante blanco de otras épocas, y a que esto debía ser entendido como el punto de inicio de una Argentina previsible. Otros, como Alfonso Prat Gay, incluso relativizaron el acuerdo logrado dado que el Estado argentino había cedido demasiado y además, el acuerdo se demoró, se prolongó innecesariamente en el tiempo. Uno no sabe muy bien porqué estos personajes siguen siendo una referencia a consultar, pero lo que resulta claro es que no parecen tener los mismos parámetros de lo que resulta positivo o negativo para una sociedad.

Placa de TN (Grupo Clarín) - 2018
Placa de TN (Grupo Clarín) - 2018

En líneas generales puede decirse que la oposición político-mediática se mostró entre los límites que impone cierto reconocimiento al acuerdo alcanzado (evidente) y la hipocresía de lo dicho a la luz pública y que, a veces, cuesta creer. Esos argumentos comentados serían dignos de ser atendidos si estos referentes no tuvieran nada que ver en esta historia. La corporación periodística y algunos referentes partidarios saludaron allá por 2016, el ciclo de endeudamiento que iniciaba el país (revisar el comportamiento político institucional del socialismo vernáculo, por ejemplo). Los halcones amarillos de este tiempo, se sumaron, al unísono jugando a minimizar lo logrado. 

Pero hay algo que resulta falso desde la raíz: que el acuerdo sea el primer éxito de la gestión de los Fernández. Es el tratamiento de la pandemia lo que debería ser anotado en el haber del gobierno. Las comparaciones son odiosas, y ha existido un criterio gubernamental en la comunicación que le ha traído algunos dolores de cabeza diplomáticos, pero sí podemos escribirlo aquí: basta mirar lo que sucede en buena parte de Latinoamérica en cantidad de contagiados y muertos para entender de lo que hablamos. Discutir cantidad de fallecidos puede resultar tenebroso o cínico, pero no pueden dejar de ponerse bajo la lupa otros comportamientos gubernamentales y liderazgos para entender lo que hay que entender. 

La mal llamada “cuarentena” actúa, indudablemente como un efecto que, en algún punto le resta, empatía política al gobierno con parte de la población. El deterioro económico, las restricciones impuestas en el día a día y la preocupación por la propagación del virus y sus consecuencias sanitarias, generan una sensación de malestar que, más allá de cualquier “éxito” que no refiera a nuestra cotidianeidad, parece difícil de mensurar y ponderar en su real magnitud. 

Por ello es que debe mirarse con recelo cierto triunfalismo del que la administración Fernández, inteligentemente, no hizo uso. Es cierto que el acuerdo con los bonistas es una buena noticia en sí misma, pero ni el contexto económico se despejó del todo, dado que ahora viene la pelea de fondo con el Fondo -al que alegremente la administración anterior nos sometió- y porque, además, la preocupación del Coronavirus está al alcance de la mano. Cualquier gesto demás, cualquier frase mal aplicada puede derivar en un problema político que este gobierno no puede permitirse.

Lo que sí debe decirse es que, más allá de un acuerdo que permite ahorrarle al Estado argentino nada más ni nada menos que la friolera suma de $30.000 millones de dólares en los próximos años, también trae una novedad política que puede haber pasado desapercibida y es el hecho concreto de comenzar a ver a Alberto Fernández como un referente político que imponga condiciones a propios y extraños. El acuerdo lo fortalece, limitado por el contexto, pero con otra presencia de ánimo que le permite poner en cuestionamiento (y ahora con hechos tangibles) la idea de éxito y fracaso que supo propalar la corporación política argentina de los últimos años.

Una vez más, ningún estallido preanunciado por los odiadores seriales, sucedió. Esta vez lo acompañó un cuatro de copas que jugaba en Sacachispas. Salud por los marcadores de punta que juegan, viven, sufren y sueñan en el ascenso. Casi siempre, la dignidad no sabe de lugares de privilegio, aunque a veces nos olvidemos del asunto.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Tue, 11 Aug 2020 07:40:16 -0300
Argentina y cómo evitar una catástrofe financiera mundial | Jeffrey Sachs https://fundamentar.com/economia/item/6372-argentina-y-como-evitar-una-catastrofe-financiera-mundial https://fundamentar.com/economia/item/6372-argentina-y-como-evitar-una-catastrofe-financiera-mundial Argentina y cómo evitar una catástrofe financiera mundial | Jeffrey Sachs

Cuando un auto derrapa en una carretera cubierta de hielo, la consecuencia puede ser el choque de 50 vehículos. Lo mismo ocurre en los mercados financieros internacionales: la cesación de pagos de México en 1982 llevó al choque en cadena de docenas de países, la devaluación tailandesa en julio de 1997 disparó la crisis financiera asiática y la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008 inició la Gran Recesión en el mundo.

Los financistas internacionales debieran ser suficientemente astutos como para no desatar el colapso de 2020 por la COVID-19. Su sabiduría pronto será puesta a prueba.

Ya antes de que la COVID-19 produjera la peor caída de la economía mundial desde la Gran Depresión, Argentina tenía problemas de deuda... otra vez. Como con tanta frecuencia ha ocurrido en la historia plagada de incumplimientos de pago de la Argentina, un acuerdo mal concebido con acreedores recalcitrantes en 2016, seguido por un rápido regreso los mercados de bonos, resultó una ilusión tanto para el entonces presidente argentino como para los acreedores del país.

Los déficit fiscales socavaron la estabilidad, un programa rescate del Fondo Monetario Internacional en 2018 no funcionó y las deudas de Argentina, con cupones a tasas muy elevadas, resultaron insostenibles.

Sin embargo, Argentina difícilmente estaba sola. Las relajadas normas crediticias de los mercados financieros y la amplia liquidez inyectada por la Fed y otros bancos centrales llevaron a muchos países en vías de desarrollo a endeudarse fuertemente en los últimos años, y los problemas de deuda soberana comenzaron a ser reconocidos cada vez más como un riesgo sistémico importante. Una sesión durante las reuniones del FMI en la primavera de 2019 llevó el título «Cómo enfrentar la próxima oleada de crisis de deuda soberana».

Entra en escena la COVID-19, el colapso del precio del petróleo en marzo, el inicio de un confinamiento casi mundial, el desplome de las recaudaciones gubernamentales y un gasto público descomunal para garantizar la supervivencia de las poblaciones generaron una crisis fiscal mundial sin igual en tiempos de paz. El déficit presupuestario de EE. UU. se disparará hasta alrededor del 18 % del PIB, o más. Para docenas de economías emergentes, el panorama financiero no podría ser más sombrío.

Sin embargo, incluso en este contexto, Argentina hizo una oferta realista y favorable a sus acreedores para reestructurar su deuda. Los acreedores debieron responder positivamente. Veamos de qué se trata.

La tasas promedio de los cupones de la deuda argentina existente es del 7 %, aproximadamente siete puntos porcentuales por encima del cupón cero que paga Alemania por sus bonos gubernamentales a 30 años y casi seis puntos más que el cupón del 1,2 % que paga el Tesoro de EE. UU. Argentina correctamente señaló que la tasa del 7 % la llevará a una cesación de pagos. El FMI coincide en que es insostenible mente alta. Pocos gobiernos, si alguno —ni siquiera EE. UU.— podrían afrontar una tasa del 7 % en el actual entorno económico.

Los acreedores dicen que necesitan un cupón del 7 % o incluso superior debido a la probabilidad de incumplimiento, pero parecen no entender que si el cupón de argentina se reduce a una tasa cercana a la estadounidense, la cesación de pagos no será necesaria. La tasa astronómica del 7 % es una profecía autocumplida: lleva a que la cesación de pagos resulte inevitable, mientras que con una tasa de interés inferior sería innecesaria.

Argentina ofreció refinanciar la deuda actual a tasas de interés menores y seguras, evitando así que sea necesaria una quita al capital. (En realidad, para cumplir con la legislación argentina, la oferta incluye una reducción pequeña y simbólica del valor nominal de la deuda que, en mi opinión, se debiera eliminar en cualquier acuerdo final). Como en el refinanciamiento de una hipoteca, los bonos existentes serían reemplazados por otros que reflejan las bajas tasas actuales. Pero, en vez de una tasa igual a la del Tesoro de EE. UU., Argentina ofrece un cupón promedio del 2,3 %: una rentabilidad superior a la de los bonos del Tesoro en las carteras de sus acreedores. Los detalles sobre los períodos de gracia y los cronogramas de los pagos de los cupones se deben negociar, refinar y completar a la luz de las desalentadoras realidades económicas en curso.

Pero los acreedores son un grupo raro, afirman que Argentina está imponiendo una quita significativa, cuando básicamente no la hay. El gobierno argentino está ofreciendo una rentabilidad segura mayor que la tasa de interés libre de riesgo de EE. UU., en una oferta cuya lógica es correcta. ¿Para qué quedarse con una tasa de interés astronómica que produce el riesgo de incumplimiento en el cual se basa? ¿Y por qué preferirían los acreedores que Argentina incumpla a que logre una recuperación económica?

Los acreedores calculan el supuesto recorte incluido en la oferta argentina con una tasa de descuento de entre el 10 % y el 12 %, como si merecieran una rentabilidad libre de riesgo del 10 %, cuando los bonos del Tesoro de EE. UU. pagan poco más del 1 %. La prensa financiera les sigue diligentemente el juego, informando que Argentina obliga a los acreedores a aceptar una profunda quita, cuando en realidad no lo está haciendo. De hecho, Argentina está reduciendo la tasa de un cupón con probabilidades de incumplimiento a la tasa de un cupón libre de ese riesgo.

Iré un paso más lejos, algunos acreedores oficiales o instituciones multilaterales amigables podrían endulzar el trato garantizando parcial o totalmente los pagos de Argentina por los nuevos bonos. Esa garantía sería una apuesta completamente segura: con la baja tasa de los cupones y una nueva estructura de vencimientos, Argentina no incumpliría sus pagos.

Los mercados financieros mundiales suelen entrar en pánico cuando incluso un solo país, ni hablar de varios, comienza a derrapar. Hay probablemente entre 30 y 40 países con profundas dificultades fiscales en este momento. Todos tienen que refinanciar sus deudas este año y el próximo, hasta que la recuperación de la pandemia estimule la actividad económica, se recupere la recaudación de los gobiernos y se reduzca la necesidad de gastos emergencia.

En esas situaciones, la racionalidad colectiva en los mercados financieros necesita la guía del FMI y el liderazgo de unos pocos grandes acreedores. De otra manera, tendrá lugar una rebatiña entre acreedores (una variante del dilema del prisionero). Cada acreedor dice a los demás: «Tú refinancia la deuda mientras yo cobro, gracias».

Si se los gestiona con cuidado, los pagos por el servicio de la deuda de este año pueden, y deben, recapitalizarse con bajas tasas de interés para evitar un choque financiero en cadena. De lo contrario, 2020 señalará un devastador nuevo episodio de crisis financiera mundial.

En el Pánico de 1907, fueron J. Pierpont Morgan y su banco quienes guiaron al sistema financiero de vuelta desde el borde del abismo. En 2020, deberá ser BlackRock, que tenía 6,5 billones de USD de activos en gestión al final del primer trimestre y es uno de los principales acreedores de Argentina. BlackRock podría guiar a los bonistas a refinanciar la deuda argentina con una tasa segura y hacer lo mismo con otros prestatarios soberanos afectados por la pandemia.

Tu turno, Larry Fink, te toca ayudar a evitar una catástrofe financiera mundial.

FUENTE: Project Syndicate

(*) Jeffrey D. Sachs, Professor of Sustainable Development and Professor of Health Policy and Management at Columbia University, is Director of Columbia’s Center for Sustainable Development and the UN Sustainable Development Solutions Network. He has served as Special Adviser to three UN Secretaries-General. His books include The End of Poverty, Common Wealth, The Age of Sustainable Development, Building the New American Economy, and most recently, A New Foreign Policy: Beyond American Exceptionalism.

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hola@fundamentar.com (Jeffrey Sachs (*)) Economía Wed, 13 May 2020 11:22:21 -0300
Es fundamental reestructurar la deuda privada argentina | Stiglitz, Phelps y Reinhart https://fundamentar.com/economia/item/6371-es-fundamental-reestructurar-la-deuda-privada-argentina https://fundamentar.com/economia/item/6371-es-fundamental-reestructurar-la-deuda-privada-argentina Es fundamental reestructurar la deuda privada argentina | Stiglitz, Phelps y Reinhart

La pandemia de la COVID-19 empujó a la humanidad hacia la peor recesión mundial de la era moderna. La presión sobre la finanzas públicas se tornó enorme, especialmente en los países en vías de desarrollo que ya estaban fuertemente endeudados.

El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y las Naciones Unidas han lanzado varias iniciativas para aliviar la carga de la deuda pública en esta situación extraordinaria. Como primer paso, los países del G20 aceptaron una moratoria para la deuda bilateral oficial de las 76 economías más pobres del mundo.

Este momento plantea la prueba máxima para la arquitectura financiera internacional. La «sostenibilidad» es un término actualmente omnipresente en la inversión y las finanzas mundiales, por buenos motivos. Los principios que encarna —como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU— promueven la construcción de un mundo mejor. Esos principios son extremadamente relevantes en el caso de la deuda soberana de los países en vías de desarrollo en apuros.

Con esta emergencia mundial como telón de fondo, Argentina dio comienzo a su proceso de reestructuración de la deuda pública en forma constructiva, de buena fe y con el apoyo de todos los sectores políticos locales. Desde 2016, cuando el país recuperó el acceso a los mercados internacionales, los acreedores extranjeros apostaron al comprar deuda con cupones elevados, pero solo compatible con tasas de crecimiento extremadamente altas, que no se materializaron. En febrero, antes de que la crisis de la COVID-19 fuera grave, el FMI llegó a la conclusión de que la deuda pública argentina es «insostenible». Hay consenso en que la deuda es prohibitiva, ya que se duplicó la incidencia del pago de intereses sobre los ingresos fiscales. Para ser francos, el costo del refinanciamiento se tornó excesivamente alto.

Para una renegociación hace falta el compromiso de todas las partes. Argentina presentó a sus acreedores privados una oferta responsable, que refleja adecuadamente la capacidad de pago del país: un período de gracia de tres años con un recorte menor del capital y otro significativo de los intereses. La propuesta está en línea con el análisis técnico del FMI, que indica que será necesaria una quita sustancial de la deuda por parte de los acreedores privados de Argentina para que la probabilidad de recuperar la sostenibilidad de la deuda sea elevada.

La quita de la deuda es la única forma de combatir la pandemia y encaminar a la economía hacia la sostenibilidad. Antes de la crisis, el Banco Mundial estimó que la pobreza urbana en Argentina era del 35,5 % y la pobreza infantil, del 52,3 %. La ONU considera que el impacto del shock sobre el país es uno de los peores en la región. El FMI, proyecta una contracción del PBI del 5,7 % para 2020.

Se está pidiendo a los acreedores que reduzcan su flujo de ingresos, pero seguirán recibiendo tasas de interés razonables en el futuro. Argentina ha ratificado su voluntad para pagar los servicios de la deuda reestructurada, precisamente porque será factible con la nueva tasa de interés propuesta. Solo una economía que crece de manera sostenible puede cumplir sus compromisos financieros con el tiempo.

La diferencia en la consideración del capital y los intereses fue diseñada precisamente para aliviar la carga del servicio de la deuda mientras el país lucha contra la COVID-19 y trabaja para restablecer el crecimiento. De hecho, la reducción del cupón promedio de los bonos ofrecida por Argentina (del 7 % promedio actual al 2,3 %) es razonable, dado el entorno mundial vigente para las tasas de interés.

En este momento excepcional, la propuesta argentina también presenta una oportunidad para que la comunidad financiera internacional demuestre que puede solucionar una crisis de deuda soberana de manera ordenada, eficiente y sostenible. La ausencia de un marco legal internacional para la reestructuración de la deuda soberana no debe privar a los países endeudados de la posibilidad de proteger a su gente y asegurar la recuperación económica durante la mayor crisis mundial de la que tenemos memoria.

Creemos que un acuerdo sostenible beneficia a ambas partes: a una economía en dificultades, con 45 millones de personas, y a los propios acreedores. Este es el momento para que los acreedores privados actúen de buena fe. Una solución responsable sentará un precedente positivo, no solo para Argentina, sino para el sistema financiero internacional en su conjunto.

Este comentario fue firmado por: 

Jeffrey D. Sachs, Universidad de Columbia; Dani Rodrik, Escuela Kennedy de Harvard; Thomas Piketty, Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (École des hautes études en sciences sociales); Mariana Mazzucato, University College de Londres; Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI y Universidad de Harvard; Brad Setser, Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations); Ricardo Hausmann, ex economista jefe del BID y Escuela Kennedy de Harvard; Carlos Ominami, exministro de Economía, Chile; Yu Yongding, exmiembro del Comité de Política Monetaria, Banco Popular de China; Erik Berglof, ex economista jefe de EBRD y Escuela de Economía de Londres; Nora Lustig, Universidad de Tulane; Nelson Barbosa, exministro de Finanzas y Planeamiento; Justin Yifu Lin, ex economista jefe del Banco Mundial y Universidad de Pekín; Partha Dasgupta, Universidad de Cambridge; Kevin P. Gallagher, Universidad de Boston; Stephany Griffith-Jones, Universidad de Columbia; Stephanie Blankenburg, UNCTAD; Richard Kozul-Wright, UNCTAD; Ricardo French Davis, Universidad de Chile; James K. Galbraith, Universidad de Texas; Jean-Paul Fitoussi, Sciences Po; Amar Bhattacharya, Brookings Institution; Robert Boyer, Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS); Robert Pollin, Universidad de Massachusetts-Amherst; Robert Howse, Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva York (NYU Law); Giovanni Dosi, Scuola Superiore Sant’Anna; Juan Carlos Moreno Brid, Universidad Nacional Autónoma de México; Josh Bivens, Economic Policy Institute; Arjun Jayadev, Universidad Azim Premji; David Soskice, Escuela de Economía de Londres; Jayati Ghosh, profesora de Economía, Universidad Jawaharlal Nehru; Mauro Gallegati, Università Politecnica Delle Marche; Natalya Naqvi, Escuela de Economía de Londres; Daniela Gabor, UWE Bristol; Marcus Miller, Universidad de Warwick; John E. Roemer, Universidad de Yale; William H. Janeway, Universidad de Cambridge; Dean Baker, Centro de Investigaciones de Economía y Políticas (Center for Economic and Policy Research) y Universidad de Utah; Gerald Epstein, Universidad de Massachusetts-Amherst; Anwar Shaikh, Universidad The New School; Kaushik Basu, Universidad de Cornell; Matias Vernengo, Universidad de Bucknell; Philippe Aghion, Escuela de Economía de Londres; Anne Laure Delatte, Centro de Información y Estudios Prospectivos Internacionales (CEPII); Sudhir Anand, Escuela de Economía de Londres; Christoph Trebesch, Universidad de Kiel; John Weeks, Universidad de Londres; David Vines, Universidad de Oxford; Saskia Sassen, Universidad de Columbia; Sandra Polaski, Universidad de Boston; Thomas Pogge, Universidad de Yale; Rhys Jenkins, Universidad de Anglia Oriental; Jurgen Kaiser, Jubilee Germany; Gary A. Dymski, Universidad de Leeds; Andreas Antoniades, Universidad de Sussex; Raphael Kaplinsky, Universidad de Sussex; Diane Elson, Universidad de Essex; Ernst Stetter, ex secretario general, Foundation for European Progressive Studies; Ozlem Onaran, Universidad de Greenwich; Todd Howland, Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Isabel Ortiz, Universidad de Columbia; Carolina Alves, Universidad de Cambridge; Eric LeCompte, Jubilee USA Network; Richard Jolly, Universidad de Sussex; Christoph Trebesch, Universidad de Kiel; Diego Sanchez-Ancochea, Universidad de Oxford; Mark Weisbrot, Centro de Investigaciones de Economía y Políticas (Center for Economic and Policy Research); Lara Merling, Confederación Sindical Internacional; Pedro Mendes Loureiro, Universidad de Cambridge; Ilene Grabel, Universidad de Denver; Sabri Öncü, CAFRAL; David Hall, Universidad de Greenwich; José Esteban Castro, Universidad de Newcastle; Andy McKay, Universidad de Sussex; Stefano Prato, Sociedad para el Desarrollo Internacional (Society for International Development, SID); Rosemary Thorp, Universidad de Oxford; Barry Herman, The New School for Public Engagement; Andrés Aráuz, exministro de Conocimiento y director general del Banco Central, Ecuador; Manuel Alcántara, Universidad de Salamanca; Alex Izurieta, UNCTAD; Michael Cichon, UNU Maastricht; Biswajit Dhar, Universidad Jawaharlal Nehru; Jens Martens, Global Policy Forum; Nicolas Pons-Vignon, Universidad de the Witwatersrand; Jean Saldanha, Red Europea de Deuda y Desarrollo (Eurodad); Leonidas Vatikiotis, Debtfree Project; Valpy FitzGerald, Universidad de Oxford; Giovanni Andrea Cornia, Universidad de Florencia; Matthias Thiemann, Sciences Po; Yılmaz Akyüz, ex economista jefe, South Centre, Génova; Stephan Schulmeister, Universidad de Viena; Eduardo Strachman, Universidad del Estado de San Pablo; Peter Dorman, Evergreen State College; C.P. Chandrasekhar, Universidad Jawaharlal Nehru; Leopoldo Rodriguez, Universidad del Estado de Portland; Chris Tilly, Universidad de California Los Ángeles; Tracy Mott, Universidad de Denver; Jeffrey Madrick, Schwartz Rediscovering Government Initiative; Günseli Berik, Universidad de Utah; Joseph Ricciardi, Babson College; Lorenzo Pellegrini, Universidad Erasmo de Róterdam; Erinc Yeldan, Universidad Bilkent; Sunil Ashra, Management Development Institute; Mustafa Özer, Universidad Anadolu, Turquía; Rolph van der Hoeven, Universidad Erasmo de Róterdam; Al Campbell, Universidad de Utah; Antonella Palumbo, Universidad Roma Tre; Arthur MacEwan, Universidad de Massachusetts Boston; Neva Goodwin, Universidad Tufts; Korkut Boratav, Asociación de Ciencias Sociales de Turquía; Michael Ash, Universidad de Massachusetts-Amherst; Alicia Puyana, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México; John Willoughby, American University; Marco Palacios, El Colegio de México; Reza Mazhari, Universidad Gonbad Gavous, Irán; Ann Markusen, Universidad de Minnesota; Renee Prendergast, Universidad de Queens; Michael Moore, Universidad de Warwick; Carlos A. Carrasco, Universidad de Monterrey, México; Robert Lynch, Washington College; John Schmitt, Economic Policy Institute; Venkatesh Athreya, Universidad Bharathidasan; Jeff Faux, Economic Policy Institute; Kunibert Raffer, Universidad de Viena; Jenik Radon, Universidad de Columbia; Maria Joao Rodrigues, Foundation for European Progressive Studies; Stephanie Seguino, Universidad de Vermont; Gustavo Indart, Universidad de Toronto; Cyrus Bina, Universidad de Minnesota; Alberto Minujin, The New School; Philip Alston, NYU; Sudhir Anand, Escuela de Economía de Londres; José Gabriel Palma, Universidad de Cambridge; Michael A. Cohen, The New School; y Jeff Powell, Universidad de Greenwich. 

FUENTE: Project Syndicate

(*) Joseph E. Stiglitz, a Nobel laureate in economics and University Professor at Columbia University, is the author, most recently, of People, Power, and Profits: Progressive Capitalism for an Age of Discontent.

(**) Edmund S. Phelps, the 2006 Nobel laureate in economics, is Director of the Center on Capitalism and Society at Columbia University and the author of Mass Flourishing and Dynamism.

(***) Carmen M. Reinhart is Professor of the International Financial System at Harvard University's John F. Kennedy School of Government.

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hola@fundamentar.com (Joseph Stiglitz (*); Edmund Phelps (**); Carmen Reinhart (***)) Economía Wed, 13 May 2020 11:12:06 -0300