Lunes, 03 Octubre 2016 21:50

Ojo con la Curva de la Deuda

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La deuda externa total de la República Argentina ha alcanzado en el primer semestre del año los u$s188.000 millones, incrementándose un 23% desde Diciembre de 2015 ¿Hasta cuándo se puede seguir con este esquema?

“Queremos revertir la dependencia del financiamiento externo… Porque cada vez que hay un shock en el exterior, cualquier plan medio que tambalea”.

Luis Caputo, Secretario de Finanzas de la Nación, en convención anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas, 29/09/2016.

Cuando se miran los números de la balanza de pagos publicados por el INDEC para el primer semestre de este año, es imposible no asombrarse del extraño método que tiene el Secretario de Finanzas de la Nación, Luis Caputo, para cumplir sus objetivos. Resulta que la deuda externa total (pública y privada) de la República Argentina ha alcanzado los u$s188.000 millones, incrementándose un 23% dado que en diciembre de 2015 era de u$s152.000 millones. Incluso, más curioso es que todo este incremento corresponde a deuda emitida por los diferentes niveles del Estado argentino debido a que los privados se han desendeudado en los primeros seis meses del año en algo más de 2.000 millones de dólares. La pregunta rápida que surge es: ¿hasta cuándo se puede seguir con este esquema?

Este interrogante no surge solamente desde tribunas adversas al gobierno y prueba de ello es que la calificadora Moody´s (que vive del endeudamiento de los Estados) advirtió que "Argentina todavía tiene un nivel bajo de reservas de divisas en comparación con la cantidad de dinero que ha tomado prestado en dólares"[1] o que el propio Caputo deba despejar dudas acerca del nivel de endeudamiento delante de los ejecutivos de finanzas.

Caputo analizó allí que Argentina es un país más que solvente en términos internacionales, lo que es totalmente cierto, dado el proceso de desendeudamiento llevado a cabo por los gobiernos kirchneristas. No obstante, lo que hay que analizar es una cuestión de liquidez. En criollo, debe haber los dólares suficientes en el Banco Central para pagar los vencimientos de capital e intereses.

Pero arranquemos desde el principio, ¿qué rol juega la deuda externa en este modelo económico?

El gobierno de Macri levantó todo tipo de restricciones a los movimientos de capitales en una economía donde ya faltaban divisas. Abrió la puerta pensando que los dólares que ingresaran compensarían a los salientes pero nunca ocurrió. De esta manera, ante la ausencia de dólares se configuró un modelo al cual le urge que se den alguna de las siguientes situaciones:

1. Un incremento sustancial de las exportaciones: el gobierno espera pasar de u$s58 mil millones a u$s74 mil millones según el presupuesto 2017. Sin embargo, las mismas han reaccionado de forma negativa a la devaluación en los primeros 8 meses del año y, lejos de incrementarse, han caído un 1,8% con respecto a 2015. No obstante, a corto plazo este punto depende fundamentalmente de los precios internacionales y la situación económica de Brasil.

2. Un incremento de la inversión extranjera directa (IED): este fue el rubro donde el gobierno puso más expectativa y donde ha encontrado pésimos resultados. La supuesta lluvia de inversiones derivó en el peor semestre en cuanto a IED de los últimos 5 años, producto de la bajísima reinversión de utilidades de las compañías multinacionales. En el gráfico siguiente puede verse que es necesario que se duplique la IED en el segundo semestre para igualar la IED promedio de los últimos años de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

3. Una reducción de la dolarización de los argentinos: pese a que la tasa de interés real en pesos planteada por Sturzenegger ha sido excesivamente alta (y cuanto más alta, más nociva es para la industria), la fuga de capitales supera los u$s1.000 millones mensuales.

Ante el flojo desempeño de estos tres puntos es que el gobierno lanzó el blanqueo con las expectativas de que ingresen de u$s20.000 a u$s60.000 millones, mientras que las últimas novedades fueron que se blanquearon no más de u$s100 millones en los primeros dos meses. Ante este panorama de baja inversión extranjera, creciente dolarización de carteras y ausencia absoluta de repatriación de fondos, la deuda pasa a ser la variable de ajuste para conseguir los dólares que se necesitan para continuar funcionando sin ningún tipo de restricción al movimiento de capitales. Fue así precisamente como en los primeros meses de gobierno la deuda creció en u$s35 mil millones y las reservas internacionales no más de u$s2.000 millones.

Si bien está claro, y ya nos pasó, que cualquier modelo como este, de endeudamiento externo para financiar la valorización financiera y posterior fuga de capitales es insostenible en el largo plazo, no nos podemos dejar de preguntar qué pasará más cerca en el tiempo. ¿Cuán sostenible es la estrategia de endeudamiento de Macri en el corto plazo? ¿Es posible endeudarse cada año entre u$s15.000 y u$s30.000 millones?  La respuesta es que sólo depende de que cambien -o no- las condiciones externas o de que el mercado comience a ver peligroso los niveles de endeudamiento y se incremente aún más el ritmo de la fuga de capitales.

Cuándo y a qué nivel de endeudamiento puede ocurrir una corrida que acelere el estrangulamiento externo es imposible de predecir, pero es interesante analizar los datos históricos de Reinhart, Rogoff[2] y Savastano (2003), cuya ortodoxia y liberalismo es innegable. Los tres autores sostienen que los países en desarrollo tienen niveles de tolerancia a la deuda menores que los desarrollados y si bien la mayoría de sus conclusiones son por demás cuestionables, los mismos estudian a qué nivel de endeudamiento externo total estos países han enfrentado problemas en el pago de su deuda externa.

Estos autores determinan que, en promedio, los 32 sucesos de crisis de deuda entre 1970 y 2001 han ocurrido en un ratio deuda externa total sobre exportaciones de 254,3. Así, si tomamos como base para 2016 las exportaciones estimadas en el presupuesto 2017 junto la deuda externa total al 30 de junio de 2016 según INDEC, la situación actual puede reflejarse en el siguiente cuadro:

Obviamente, el gráfico muestra un promedio y no hay un punto exacto que pueda ser determinado, tal es así, que los ratios relevados por Roggoff y Reinhart van de 73,1% a 616% en los 32 casos relevados. A su vez, hay que tener en cuenta que estos episodios ocurrieron a una tasa de interés internacional no menor al 3% y hoy ronda el cero. No obstante, sí es posible afirmar que el actual estado del balance de pagos presenta una gran fragilidad y la libre movilidad de capitales que hoy rige en Argentina sólo incrementa la vulnerabilidad de nuestro país ante un cambio en las condiciones externas, condiciones sobre las cuales alertó la semana pasada el economista argentino y ultraliberal Guillermo Calvo, exhortando al Banco Central a estar preparado. Cuál será la preparación y qué tipo de herramienta de política económica se usará, nadie sabe y él no lo dijo.

Finalmente, estando a merced de las condiciones internacionales la última variable a recurrir será un ajuste de las importaciones vía una brusca devaluación que deteriore aún más los ya castigados salarios de los argentinos y genere una crisis económica y social aún más profunda. En ese caso, cuando la insostenibilidad de este modelo de endeudamiento externo quede de manifiesto, las autoridades argentinas optarán por culpar al mundo de nuestros males. ¿O será la pesada herencia?

 

(*) Economista del Instituto de Programación Económica y Financiera (IPEF) de la Fundación para la Integración Federal (FUNIF)

 

[1] http://www.cronista.com/finanzasmercados/Moodys-alerta-sobre-el-nivel-del-gasto-publico-y-el-deficit-fiscal-20160930-0032.html

[2] Roggoff fue economista en jefe del FMI y según el portal Infobae asesora al presidente del BCRA, Federico Sturzenegger.

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