No obstante el anuncio, la tensión se mantenía en San Pablo, donde las protestas de este tipo se iniciaron a comienzos de la semana pasada y volvieron a producirse esta noche disturbios y represión policial, mientras el alcalde, Fernando Haddad, estaba reunido con la presidenta Dilma Rousseff y el antecesor de ésta, Luiz Lula da Silva.
Unas 50.000 personas -15.000 menos que ayer- volvieron a salir hoy a las calles en la ciudad más grande del país y un pequeño grupo atacó la sede de la alcaldía, a la que rompió varios vidrios y pintó leyendas en las paredes, hasta que otros manifestantes, al grito de “sin violencia”, hicieron un cordón y restablecieron el orden.
Los mayores disturbios comenzaron después de las 20.30 (misma hora en la Argentina), cuando varios manifestantes incendiaron un camión de exteriores del canal TV Record y un destacamento de la Policía Militar, y otros grupos saquearon varios comercios y cajeros automáticos del centro paulista.
Igual que en las jornadas anteriores, la policía militarizada utilizó gases lacrimógenos y balas de goma para intentar detener los incidentes.
Paralelamente, la autopista Raposo Tavares, de acceso a la ciudad, estaba bloqueada en los dos sentidos de circulación a la altura del kilómetro 34.
En tanto, la prensa local reportó manifestaciones en San Gonzalo -municipio suburbano de Río de Janeiro-, Florianópolis y Rio Branco, bloqueos de las principales calles y avenidas en Maringá, y el pedido de apoyo a la Fuerza Nacional de Seguridad por parte del gobierno del estado Minas Gerais.
La decisión de dar marcha atrás con los aumentos pareció alentada por Rousseff, quien esta mañana afirmó que Brasil “se despertó más fuerte” tras las multitudinarias protestas de anoche y aseguró que su gobierno está dispuesto a escuchar “la voz de la calle”.
Más tarde, las autoridades de Recife, Joao Pessoa, Porto Alegre, Cuiabá, Blumenau y Montes Claros anunciaron que reducirán las tarifas, en tanto el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, informó que se reuniría hoy mismo con representantes de los manifestantes para discutir sus reivindicaciones.
Río de Janeiro fue escenario de la más numerosa y violenta de las protestas de anoche, con alrededor de 100.000 manifestantes, varios de los cuales intentaron invadir la sede de la Asamblea Legislativa y apedrearon y arrojaron bombas molotov contra varios edificios estatales y comerciales.
En tanto, Haddad, al término de una reunión con funcionarios de la alcaldía y líderes del movimiento Passe Livre -promotor de las primeras protestas-, condicionó una eventual rebaja del precio de los boletos a un consenso sobre la redistribución de fondos que demandaría.
“Si las personas me ayudaran a tomar una decisión en esa dirección, yo me voy a subordinar a la voluntad de la gente porque soy el alcalde de la ciudad”, afirmó Haddad y advirtió que la suspensión del aumento provocará un desequilibrio de más de 3.720 millones de dólares hasta 2016.
“Yo no le puedo negar la verdad a las personas; debo explicarles que si tenemos que aumentar los subsidios (al transporte, el dinero) va a salir de otras áreas”, subrayó, según reportaron el diario Folha de Sao Paulo y las agencias de noticias ANSA, DPA y EFE.
Las protestas comenzaron el lunes 10 en San Pablo, impulsadas por Passe Livre y referidas exclusivamente al alza del precio del boleto, de tres reales a 3,20 (equivalentes a 1,53 dólar).
Sin embargo, desde el fin de semana se extendieron a varias ciudades y a otros motivos, como la demanda de mayores inversiones en salud y educación públicas, y la crítica al gasto estatal para la organización de acontecimientos como la Copa Confederaciones -actualmente en juego- y el Mundial de fútbol del año próximo.
La situación llamó la atención de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, quien esta mañana, en Ginebra, pidió a las autoridades de Brasil que respondan con moderación a las protestas y a los manifestantes, que prescindan de la violencia para expresarse.
Por otra parte, una encuesta realizada por el Instituto Ibope reveló que 72 por ciento de los brasileños respalda las protestas y 60 por ciento cree que las manifestaciones continuarán hasta que el aumento del precio de los pasajes sea anulado.
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Imanol Barrangú
FUENTE: Télam