La ola de protestas que en las últimas semanas sacude Brasil está pasando factura a Dilma Rousseff cuya popularidad se está desplomando según las últimas encuestas. Este deterioro de la imagen a un año de las elecciones presidenciales, está provocando un fuerte nerviosismo en el seno del Partido dos Trabalhadores (PT) hasta el punto de que cada vez son más voces dentro del partido que no descartan un retorno de Luiz Inácio Lula da Silva a la primera linea política e, incluso, su posible candidatura para 2014. Por lo pronto, la última encuesta Datafolha conocida ayer ha sido un mazazo para Rousseff al evidenciar una caída de 21 puntos en intención de voto.
En concreto, el 30% de los encuestados afirma que apoyaría su reelección en 2014, frente al 51% que lo hacía antes de que estallasen las protestas. Según el sondeo, la valoración positiva de su gobierno cayó 27 puntos desde el inicio de las protestas (ver fotogalería). La alarma ya se había disparado a principios de mes, cuando el número de personas que consideraban positivamente la actuación del gobierno se situó en el 57%, ocho puntos por debajo de los resultados obtenidos en marzo. Sin embargo, en ese momento se desconocía el impacto que iban a tener las protestas en la imagen del gobierno. Ayer se desvelaba esa incognita al saberse que solo el 30% de los encuestados estimaban que la acción del gobierno era buena, frente al 43% que la estiman como regular y un 25% que la consideran mala o pésima.
Ante estas tendencias no son pocos en el seno del partido quienes vuelven la mirada al carismático obrero metalúrgico como tabla de salvación para frenar esta deriva. E incluso quienes centrar sus esperanzas en que Lula sea finalmente el candidato del PT para las presidenciales de 2014, a pesar de que fue él mismo quien precipitó el pasado mes de febrero la candidatura de Dilma Rousseff para la reelección, precisamente para atajar las especulaciones sobre su posible regreso.
La valoración de su Gobierno cayó 27 puntos desde el inicio de las protestas, según la última encuesta En este sentido, tanto dentro del partido, como entre los aliados políticos y las organizaciones sociales, siempre se ha criticado el "estilo" de la presidenta, poco dado al diálogo y al contacto directo. Justo lo opuesto al "estilo" de Lula que era justamente en esa distancia corta con la gente donde más cómodo se encontraba. Una cercanía que ahora, con las calles encendida, son muchos los petistas que la echan en falta.
De hecho, los últimos días se han convertido para Rousseff en una carrera contrareloj para proyectar una imagen dialógante y próxima a la sociedad. No en vano, desde que se dirigió por televisión a los ciudadanos para anunciar sus propuestas para encauzar las protestas, la presidenta ha tenido más encuentros con representantes de movimientos sociales y partidos que nunca. Sin embargo, hay quienes reprochan los tiempos y las formas como Rousseff ha afrontado la protesta, tarde y con propuestas improvisadas, como el anuncio de convocar un proceso constituyente para abordar la reforma política, sin haber consultado a los aliados y para retirarlo posteriormente.
En su partido añoran la cercanía de Lula, por lo que Dilma procura proyectar una imagen dialogante
Unas iniciativas que, según publicaba el pasado viernes el periódico Folha de São Paul,habrían desatado las críticas del propio Lula, añadiendo más leña al fuego de las especulaciones sobre su posible regreso. Así, según el diario paulista, el expresidente habría tildado de "chapuza" la forma en que Rousseff está abordando la crisis social, e incluso de barbeiragem, cualidad del barbero que los brasileños utilizan para calificar al profesional incompetente. Inmediatamente, los hechos fueron negados por Lula que emitió una nota mostrando su total respaldo a las iniciativas de la presidenta.
En cualquier caso, lo cierto es que en los últimos días Lula está incrementando los contactos y gestiones para intentar reconducir la crisis. No en vano, el expresidente fue uno de los primeros en lanzar un guiño de apoyo a los manifestantes al plantear que las protestas debían afrontarse con diálogo y no con policía justo cuando las marchas sufrían la más dura represión en São Paulo. Al mismo tiempo, incrementaba los contactos con la presidenta, el alcalde paulista y responsables de otros estados para tratar de encuazar la situación e, incluso, apostar por una presencia de militantes del PT en las marchas.
No son pocos los militantes del PT que abogan por el retorno de Lula el próximo año Así mismo, en las últimas semanas Lula también ha incrementado sus contactos con los movimiento sociales. El último, el pasado jueves, con representantes de colectivos juveniles de izquierda a los que animó a seguir movilizándose. Sin embargo, el veterano sindicalista reliza todas estas iniciativas en un discreto segundo plano, o antes públicos reducidos. De hecho, el expresidente está evitando aparecer en público para resguardar su imagen. De este modo, Lula ni siquiera estará hoy en el estadio Maracanã para asistir a la final entre Brasil y España de la Copa de Confederaciones, pese a que la promoción de los eventos deportivos programados en el país, fue una apuesta propia. La imagen de la pitada con que Rousseff fue recibida en la apertura de la Copa parecen haber despertado las precauciones del exmandatario que ha iniciado un viaje a África para participar en unas jornadas sobre el hambre.
Esta salvaguarda de la imagen de Lula también es compartida por aquellos dentro del PT que lo consideran él único líder capaz de cerrar filas si la crisis de credibilidad gubernamental se acrecienta y corriera peligro la presidencia. Una cohesión dentro del partido, pero también con los aliados de gobierno. Aunque ningún militante se atreve por el momento a decirlo públicamente, no son pocos lo que abogan por su retorno para liderar la candidatura del próximo año, un sentimiento del que se hace eco la prensa.
Rousseff también se enfrentaría a la fragmentación del voto si prospera la candidatura de Marina Silva Además, Rousseff no solo tendrá que hacer frente al desgaste de su valoración, sino también a la posible fragmentación del voto si finalmente prospera la candidatura de la antigua ministra de Medio Ambiente, la carismática Marina Silva, que tras su salida del PT y su paso por los Verdes promueve ahora una nueva formación, Rede Sustantibilidade. Precisamente, según la encuesta de Datafolha, Silva sería una de las más beneficiadas por el declive de Rousseff, obteniendo una intención de voto del 23%, siete puntos más que antes de la ola de protestas. Pero además la presidenta podría ver revuelta su base aliada después de que el Partido Socialista esté barajando presenter un candidato propio en lugar de apoyar su reelección. En realidad, los socialistas utilizarían las elecciones de 2014 como una preparación de su candidato, el gobernador de Pernanbuco Eduardo Campos, para las presidenciales de 2018.
Ante esto, el aspirante a presidir el PT, Paulo Texeira, ha sido el único que no ha tenido reparos en hacer público su apuesta por que si el año próximo Campos se presenta por el PSB, en las elecciones de 2018 el candidato petista debería ser Lula. Una opción que las circunstancias podrían adelantar si la popularidad de Rousseff sigue en caída libre. Y mientras tanto, las protestas no cesan. Para el próximo día 11 los sindicatos y el Movimiento Sin Tierra han convocado nuevas marchas por todo el país.
RECOPILACIÓN Y EDICIÓN: Paula Martín
FUENTE: Público