El objetivo del presidente Barack Obama de cerrar la prisión de Guantánamo enfrenta una revitalizada oposición de parte de los republicanos y redoblados cuestionamientos de sus pares del Partido Demócrata, a raíz del canje de cinco talibanes por el último prisionero de guerra norteamericano que quedaba en Afganistán.
La negociación se le volvió en contra, después de que el mes pasado una comisión del Senado le había otorgado un grado mayor de independencia para decidir sobre el traslado de sospechosos de Guantánamo a Estados Unidos, con la condición de que previamente presentara un plan para cerrar la prisión de la base y este fuera aprobado por el Congreso.
Ahora resulta que el acuerdo que permitió liberar al sargento Bowe Bergdahl renovó las fricciones entre el presidente y los legisladores de ambos partidos, que acusan a Obama de haber violado la ley. En el Capitolio sostienen que el presidente ignoró la legislación y el propio compromiso de su gobierno de notificar los traslados con al menos 30 días de antelación. La Casa Blanca insiste en que actuó conforme a la ley y que tenía que tomar rápidamente la decisión para salvar la vida del sargento Bergdahl. Algunos legisladores se centran ahora en dificultarle aun más al presidente la transferencia de prisioneros de Guantánamo, en territorio de Cuba, a Estados Unidos.
El líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Senadores, acusó a los republicanos de tratar de ganar puntos criticando demagógicamente a Obama.
Pese a las preocupaciones de legisladores de los dos partidos, Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Senadores, acusó a los republicanos de tratar de ganar puntos criticando demagógicamente a Obama. En un discurso ante el pleno del Senado, Reid leyó en voz alta declaraciones previas de varios legisladores republicanos en las que habían proclamado que ningún miembro de las fuerzas armadas debe ser librado a su propia suerte.
"Lo único que necesito son los nombres y un país donde llevarlos, y podríamos hacerlo todo en forma eficiente", dijo el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, general John F. Kelly
Finalmente se preguntó: "¿Cuál era la alternativa? ¿Algún estadounidense honestamente preferiría que un soldado se quedara en cautiverio hasta que se respondieran todas las preguntas?", inquirió Reid, quien enmudeció a los críticos con el simple argumento de que la alternativa al canje hubiera sido dejar a Bergdahl para siempre en manos de los talibanes.
Los presos de Guantánamo hacen planes
Algunos de los más de 100 hombres detenidos en condiciones infrahumanas durante más de una década en la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo han estado haciendo planes de trabajo o matrimonio en el exterior, o estudiando idiomas, preparándose para un futuro no muy distante del otro lado de la cerca de alambre de púas que rodea la prisión estadounidense situada en el sudeste del territorio de Cuba. Hasta la semana pasada, tenían buenos motivos para creer que su salida sería inminente, ya sea a casa o al menos a otro receptivo. Hoy, no parece ser así.
Barack Obama ha dicho y repetido que asume el compromiso de cerrar el cuestionado presidio y en su gobierno aseguran que puede organizarse el traslado de los presos de inmediato, tal como se hizo con el intercambio del 31 de mayo, de cinco presos de Guantánamo canjeados por un soldado estadounidense que estaba en manos de los talibanes. "Lo único que necesito son los nombres y un país donde llevarlos, y podríamos hacerlo todo en forma eficiente", dijo el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, general John F. Kelly, en una entrevista concedida el sábado, en el inicio de una visita a la base.
Sin embargo, la situación política derivada del canje de los cinco talibanes por el sargento Bowe Bergdahl podría haber complicado la situación (ver aparte). El acuerdo de intercambiar fue pactado por la Casa Blanca sin consulta previa al Congreso. Republicanos y demócratas, que en un principio elogiaron la liberación de Bergdahl, se retractaron después, en medio de duras críticas por el canje, incluso sembrando dudas sobre el comportamiento del sargento antes de caer en manos talibanes. Es seguro que cualquier transferencia futura de otros presos irrite aún más al Congreso, y surjan trabas para el traslado de 71 prisioneros que esperan ser transferidos a distintos destinos.
Antes de que alguien pueda ser liberado, el gobierno debe obtener garantías de seguridad y humanitarias del país de origen, o acuerdos de repatriación de un tercer país, un proceso largo a desarrollar antes del requerido aviso con 30 días de anticipación al Congreso, que aligeró las restricciones sobre transferencias el año pasado pero sigue impidiendo que cualquiera de los presos sea enviado a territorio estadounidense.
Actualmente, EE UU mantiene en Guantánamo a 149 prisioneros, en su gran mayoría simples sospechosos. Entre ellos se encuentran cinco acusados de haber planificado y colaborado en los ataques del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas y a la sede del Pentágono. Enfrentaron un juicio militar, así como un pequeño grupo cuyas causas aún están en curso. La mayoría fue detenida sin cargos, dado que en enero de 2002 el gobierno empezó a trasladar a la base naval del sureste cubano a cualquier ciudadano delatado en alguno de sus países de origen como sospechoso de tener vínculos con Al Qaeda.
En una entrevista con la agencia AP, Kelly se negó a hablar sobre el intercambio de Bergdahl por los cinco talibanes. El comandante se limitó a decir que los canjeados tenían cierto predicamento sobre el resto de los detenidos de Guantánamo.
FUENTE: Infonews
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Bernardina Spila