La 114a sesión del Congreso se iniciará con la más amplia mayoría republicana en la Cámara de Representantes desde 1930, y por primera vez desde la presidencia de George W. Bush, también con mayoría republicana en el Senado.
Su prioridad: aprobar una ley que autorice la construcción del oleoducto Keystone XL entre Canadá y Estados Unidos.
La obra debe contar con la autorización del Ejecutivo estadounidense, pero Barack Obama titubea desde hace seis años a causa de la oposición de muchos demócratas y ecologistas. Los republicanos darán luz verde a través de la ley al gigantesco proyecto para concretar su promesa de aprobar normas que creen empleo.
El miércoles habrá una audiencia en el Senado y el nuevo jefe de la mayoría, Mitch McConnell, prometió una votación rápida, tras un debate abierto a las enmiendas.
Para los republicanos, el crecimiento económico pasa por el desarrollo de los hidrocarburos. También están a favor de aumentar las perforaciones petroleras, particularmente en Alaska, y a levantar las restricciones a la exportación de gas natural licuado y de crudo (la gasolina y los productos refinados ya pueden ser exportados).
Barack Obama sólo recurrió dos veces al veto en seis años: contra 12 veces de George W. Bush (en ocho años) y 37 por Bill Clinton (también en ocho años), según estadísticas del Senado. Pero enfrentado a un Congreso enteramente controlado por sus adversarios, podría verse tentado a utilizarlo más a menudo.La inmigración y la reapertura al diálogo con Cuba también serán otros temas de controversia entre el presidente y los republicanos.
En los años 1970, y en reacción a la crisis petrolera, el Congreso había prohibido las exportaciones de crudo estadounidense, pero la reciente explosión de la producción estadounidense ha hecho de la prohibición algo obsoleto, según los partidarios de la liberalización.
La ley de la reforma de salud, emblema del primer mandato de Barack Obama, bautizada "Obamacare", también estará en el orden del día tras el receso parlamentario. Los más conservadores querrían una votación simbólica para derogar totalmente la reforma, que obliga a tener un seguro de enfermedad bajo pena de multa.
Pero, pragmáticos al fin, los líderes republicanos se conforman con programar por ahora una votación que elevaría de 30 a 40 horas semanales el requisito mínimo a partir del cual un empleador debe proponer a sus trabajadores un seguro de salud, en una estrategia de pequeños pasos para anular un aspecto central de la reforma. Queda por verse si el Congreso podrá superar un eventual veto presidencial.
Barack Obama sólo recurrió dos veces al veto en seis años: contra 12 veces de George W. Bush (en ocho años) y 37 por Bill Clinton (también en ocho años), según estadísticas del Senado. Pero enfrentado a un Congreso enteramente controlado por sus adversarios, podría verse tentado a utilizarlo más a menudo.
La inmigración y la reapertura al diálogo con Cuba también serán otros temas de controversia entre el presidente y los republicanos.
El Congreso sólo aprobó el presupuesto del departamento de Seguridad Interior hasta el 27 de febrero y entonces volverá a votar sobre la financiación de esa secretaría, en una decisión que estará seguramente condicionada a que se dé marcha atrás a la regularización de inmigrantes sin papeles.
El 20 de noviembre, Barack Obama anunció que legalizaría por algunos años y por decreto a unos cinco millones de inmigrantes ilegales. Los republicanos pretenden hacer fracasar ese plan a través del arma presupuestaria, una estrategia arriesgada, que podría conducir a una nueva parálisis de varios organismos federales.
El 15 de marzo el Congreso se enfrentará a la fecha tope para elevar el techo de la deuda pública, aunque se prevé la aprobación de sucesivas prórrogas.
El intento de los republicanos de aprobar en el Congreso sanciones preventivas contra Irán antes de concluir las negociaciones sobre el programa nuclear iraní también podría enfrentarse a la amenaza de veto. Para levantar el veto, se necesitan dos tercios de los votos en cada cámara del Congreso, lo que requeriría la rebelión de numerosos demócratas.
FUENTE: Ámbito FInanciero