Pese a que se trata de una cumbre del ámbito de las relaciones exteriores y la diplomacia, los días previos a la conferencia -que se celebrará en la isla Margarita, escenario la semana pasada de una sonora protesta contra Maduro- estuvieron dominados por las eternas polémicas dentro el gobierno y la oposición sobre asuntos de la política doméstica.
"Venezuela se prepara para recibir la Presidencia del Movimiento de Países no Alineados, y aquí estoy yo para recibir la antorcha y la bandera. Por eso es que el imperio tiembla y se desespera; no saben respetar la dignidad de los pueblos", dijo Maduro en una de sus alusiones a la conferencia, expresada días atrás.
La oposición tiene una visión contraria. Sus principales referentes denuncian que se trata de un intento del gobierno para montar un enorme escenario que tape los problemas de la inflación, el desabastecimiento, la persecución de opositores políticos y la estrategia oficial para demorar el referendo con el que el antichavismo aspira a revocar el mandato de Maduro.
A su vez, Luis Florido, presidente de la Comisión de Política Exterior del Parlamento, calificó la cumbre como un "un plan perverso" del gobierno con miras a "tratar de maquillar" la crisis.
También hubo críticas del antichavismo contra el supuesto “derroche” de recursos que hará el gobierno para organizar la cumbre, en un país castigado por un fuerte desabastecimiento de productos de consumo masivo.
Venezuela asumirá de Irán la presidencia pro témpore del bloque hasta 2019.
El Movimiento de No Alineados nació en 1961 en Belgrado, ex Yugoslavia, como una alternativa para para las naciones que apoyaban ni a Estados Unidos ni a la Unión Soviética en la era de la Guerra Fría.
Su importancia en en el mundo decayó luego de la caída del muro de Berlín, en 1989, pero sus objetivos de no injerencia en asuntos internos de las naciones y autodeterminación continúan vigentes.
FUENTE: Télam
RELEVO Y EDICIÓN: Camila Abbondanzieri