Las diferencias de Qatar con sus vecinos han estallado este lunes. Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto han roto relaciones diplomáticas con ese pequeño pero rico Estado del golfo Pérsico después de diez días de creciente tensión. Riad, que acusa a Doha de alentar el terrorismo por su apoyo al islam político, también ha cerrado su frontera, la única terrestre del emirato. Qatar ha negado las alegaciones y denuncia un intento “inaceptable” de someterlo a tutela. Además de la caída de la bolsa catarí, el rifirrafe ha provocado una subida del petróleo y la cancelación de numerosos vuelos regionales.
La acción concertada de estos países, aliados bajo el liderazgo saudí, es un intento claro de aislar a Qatar, que siempre ha mantenido cierta independencia en sus políticas regionales. Los cuatro Estados, a los que se ha unido el gobierno yemení de Abdrabbo Mansur Hadi (que vive en Arabia Saudí) y el gobierno del este de Libia (apadrinado por Emiratos), han anunciado el cierre de sus espacios aéreos, puertos y aeropuertos a las compañías cataríes. Además, las tres petromonarquías también han prohibido viajar a Qatar a sus nacionales y dado dos semanas a los cataríes para que abandonen sus territorios.
Poco después de que se conociera la ruptura de lazos, las aerolíneas Etihad, Emirates, FlyDubai y Saudia han dejado de volar a Doha. Arabia Saudí y sus aliados también han comunicado que van a tomar medidas para intentar que países y compañías amigas bloqueen el tránsito de y hacia Qatar a través de su espacio aéreo. Tal medida amenaza los vuelos de Qatar Airways, la segunda mayor de la región tras Emirates.
El eventual bloqueo al espacio catarí y el cierre de la frontera saudí, la única terrestre de Qatar, amenaza el abastecimiento de alimentos al país, que prepara el Mundial de 2022. No está claro cómo puede afectar esto a la base que EE. UU. tiene en su territorio, aunque sin duda pone a Washington en el brete de tener que decantarse por uno u otro lado. El secretario de Estado de EE. UU., Rex Tillerson, ha declarado en Australia, donde se encuentra de visita, que la riña no va a afectar a la lucha contra el yihadismo y que Washington ha animado a sus aliados del Golfo a resolver sus diferencias, informa Reuters.
De momento, Qatar se ha visto expulsado de la coalición militar que dirige Arabia Saudí en Yemen, donde facilitaba varios aviones para bombardear a los rebeldes Huthi. El enfrentamiento diplomático también ha hecho caer la bolsa de Doha y empujaba al alza el petróleo en los mercados internacionales.
“Son medidas injustificadas y sin fundamento”, se quejaba un comunicado el Ministerio de Exteriores catarí recogido por la agencia France Presse. Desde la perspectiva de Doha, tienen “un objetivo claro: colocar al Estado [de Qatar] bajo tutela, lo que constituye una violación de su soberanía” y es “absolutamente inaceptable”.
El texto catarí recuerda que el respeto a la soberanía es uno de los principios de la carta del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), el foro que integra junto con Arabia Saudí, EAU, Bahréin, Kuwait y Omán. Pero a pesar de los intentos de forjar una postura común ante los retos regionales, como las primaveras árabes, el ascenso del islamismo o, sobre todo, el desafío que presenta Irán, las diferencias parecen insoslayables.
Mientras Riad, Abu Dhabi y Manama se han mostrado especialmente combativos frente a Teherán, Doha, Kuwait y Mascate se inclinan, con mayor o menor intensidad, por el diálogo con el vecino iraní. No obstante, ha sido de nuevo Qatar el que, a raíz de la reciente visita del presidente de EE. UU., Donald Trump, a Arabia Saudí, ha concitado el malestar.
No está claro qué pasó durante la reunión que los seis líderes del CCG mantuvieron con Trump. Dos días después, el emir de Qatar, el jeque Tamim, era el centro de una extraña polémica por unas declaraciones, negadas por Doha, en las que se le atribuía una crítica al frente antiiraní adoptado en esa cumbre y escepticismo hacia la Administración Trump. Las diferencias no son nuevas. Ya en 2014, Arabia Saudí, Emiratos y Bahréin retiraron a sus embajadores de Doha, pero en esta ocasión las medidas anunciadas apuntan a otro nivel.
El Reino del Desierto ha decidido romper relaciones con Doha para “proteger su seguridad nacional de los peligros del terrorismo y el extremismo”, explicaba una fuente oficial citada por la agencia saudí SPA al anunciar la noticia. Son palabras muy duras en un momento en que los atentados ocurridos en el Reino Unido, han hecho que algunos políticos europeos se quiten el guante de lo políticamente correcto y apunten hacia el extremismo religioso que deriva de la versión saudí del islam, el wahabismo.
La prensa emiratí ha estado informando con insistencia de que Qatar no ha sido capaz de poner coto a quienes apoyan el terrorismo dentro de ese país. Las autoridades han bloqueado todos los medios cataríes, incluida la cadena de televisión Al Jazeera. Estos, por su parte, han dado cuenta durante este fin de semana de una filtración de correos electrónicos atribuidos al embajador de EAU en Washington, en los que al parecer se pone de relieve su connivencia con una campaña contra Qatar.
FUENTE: El País
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Abbondanzieri