La crisis en la Unión Europea parece empeorar día tras día, en tanto Italia y España se convierten en nuevamente en países con economías en riesgo. El rol de Alemania y los malabarismos del Banco Central Europeo
_____________________________________
El pasado 8 de julio el Banco Central Europeo (BCE) subió la tasa de interés del 1.25% al 1.5% y anunció además que aceptaría los bonos de Portugal como garantía para prestarle dinero. Un hecho que no tuvo demasiada resonancia en los medios, tal vez debido a la sensación que la crisis nos tiene acostumbrados a las noticias de la crisis misma.
No obstante, el dato es de gran relevancia debido a que la decisión del BCE, por un lado, impuso un desafío a las calificadoras de riesgo, como es el caso de Moody's, que unos días antes había rebajado los bonos de Portugal a la categoría de "bonos basura". Por otro lado, ha puesto de manifiesto la necesidad de controlar la demanda monetaria que ha elevado la tasa de inflación por encima de los valores esperados por los analistas y funcionarios de la Comunidad Europea. La tasa de inflación superó el 2% en los últimos meses, pese a que el BCE había estimado esa cifra como tope.
Unos de los países más golpeados por la crisis han sido Grecia y Portugal, aunque todo parece indicar que los restantes países del grupo de los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia, España) parecen ir por el mismo rumbo que los dos primeros.
Por su parte, la economía italiana enfrenta una de las principales debacles económicas de la historia europea. Ante este hecho el gobierno italiano ha respondido recientemente que tomará una serie de medidas con el fin de lograr estabilizar la economía para el 2014. La pregunta que se desprende es si Italia y el gobierno de Silvio Berlusconi cuentan con tanto tiempo por delante.
Los directivos del BCE temen el inminente contagio italiano hacia Grecia debido no sólo a la poca credibilidad del estado de las cuentas oficiales italianas, sino también a la sensación gravitante de que un intento aplicar un plan de ajuste por parte del gobierno de Berlusconi fracasaría teniendo en cuenta las tensiones de su propia coalición de gobierno por un lado, y al profundo descontento social reinante, por otro.
Las probabilidades de crecimiento de Italia cayeron por debajo del 1% en los últimos meses y las calificadoras de riesgo como Standard & Poor's y Moody's han marcado un panorama poco favorable para Italia, cuya deuda pública representa el 120% de su PBI. Una vez más aparecen en el juego especulativo las calificadoras de riesgo, muchas de las cuales –como se ha demostrado fehacientemente– manipularon información para evitar que se conocieran los primeros síntomas de la crisis financiera internacional.
Ante esta situación, el BCE ha preferido obviar dichas calificaciones como en el caso de los "bonos basura" de Portugal. Pese a la pérdida de credibilidad de las agencias evaluadoras de riesgo, éstas nuevamente intentan reposicionar sus calificaciones, las cuales están siendo resistidas por algunos gobiernos europeos. Las calificadoras de deuda sin embargo, aún estremecen a diario las economías nacionales, siendo por el momento los tres países más asediados Grecia, Irlanda y Portugal.
Los países de la Eurozona sufren una de las crisis más graves de endeudamiento de su historia, hecho que ha puesto de manifiesto las debilidades de la Unión Europea después de más de cincuenta años de esfuerzos conjuntos. Así, a más de dos años del inicio de la misma, los países más fuertes han hecho su propio juego, como Alemania, mientras los más débiles han quedado echados a su suerte y sujetos a las decisiones de los más poderosos. Aquí y allá se habla del predominio de las decisiones alemanas incluso por encima de las autoridades europeas como es el caso del presidente del Consejo Europeo, Herman Von Rompuy, cuyo cargo fue creado con el Tratado de Lisboa de 2007 y quien, además, ha demostrado escaso poder efectivo para el trato de asuntos de alto calibre como la coordinación de reuniones de emergencia a las cuales Alemania sólo asiste con la imposición de exigencias buscando establecer los temas de agenda.
Numerosos analistas hablan del fracaso del eje franco-alemán, el cual ha quedado a merced de las decisiones económicas y financieras de Angela Merkel y su funcionariado.
Es Berlín quien particularmente discrepa del BCE en torno a la participación obligatoria del sector privado (bancos y aseguradoras) en el segundo rescate de Grecia, extremo que mantiene entre paréntesis ese segundo salvavidas para Atenas y ha generado una mayor volatilidad en los mercados europeos debido al tan temido y anunciado "efecto contagio". La canciller alemana exige que la banca privada asuma parte del rescate de Grecia y rechaza los postulados de quienes piden un aplazamiento de pagos para el gobierno griego de la mano de un reestructuración de la deuda. A su juicio, semejante medida comportaría "efectos negativos" como que otros países no se esforzaran para resolver sus propios problemas.
En este contexto, el lunes 12 fue considerado un "lunes negro" para las bolsas de la eurozona. La imposibilidad de alcanzar un acuerdo entre los gobiernos de la Unión sobre el futuro de la crisis y el segundo plan de rescate griego aumentó los temores acerca de la situación de España e Italia.
De los países que aún no han tocado fondo, Italia es la más apremiada por el momento debido a que su situación amenaza con arrastrar al bloque ya que su economía es la tercera en tamaño de la Eurozona. En tanto, Berlusconi parece estar más preocupado por salvarse de los escándalos judiciales y sexuales personales, siendo incapaz de controlar la crisis financiera del país y la debacle política y social interna que en la actualidad incluyen rumores de renuncia del Ministro de Economía, Giulio Trementi, que ha desencadenado una ola especulativa en los mercados italianos.
Pese a algunos efectos colaterales de la crisis que han llegado a sentirse en los países otrora llamados "la periferia", por América Latina se habla relativamente poco de los efectos de la crisis aunque muchas de las situaciones que actualmente vive Europa puedan resultarnos conocidas. Ahora, desde países como Argentina empiezan a escapar lecciones de cómo superar la crisis, la cual ha tenido en casos como el de España muchos paralelismos con la vivida por nuestro país en 2001.
Mientras tanto, al otro lado del mar, y como un extraño giro de la historia, es Europa la que se ve convulsionada no sólo por una crisis financiera sino también por un cimbronazo social y cultural sin precedentes.
(*) Analista de la Fundación para la Integración Federal
Para ponerse en contacto con la autora, haga click aquí