Los socios del euro, que se han reunido esta tarde para tratar el rescate de Chipre, han urgido al país a entregarle cuanto antes un plan concreto. Eso sí: no reducirán ni un euro las exigencias a Nicosia, que debe aportar al plan de ayuda 5.800 millones de euros. El eurogrupo reitera, además, la presión para que no se graven los depósitos por debajo de 100.000 euros. "El eurogrupo está dispuesto a dialogar con las autoridades chipriotas un nuevo proyecto de propuesta, que se espera que las autoridades de Chipre presenten lo más rápidamente posible. El Eurogrupo posteriormente, sobre la base de un análisis que debe realizar la troika, estará preparado para continuar las negociaciones sobre un programa de ajuste, siempre que respete los parámetros definidos anteriormente por el Eurogrupo. Después de la celebración de dichas negociaciones, las autoridades de Chipre deberán comenzar a legislar los elementos de tal acuerdo", han señalado los socios del euro en un escueto comunicado.
Europa ha dado un ultimátum a Chipre. El Banco Central Europeo confirmó este jueves en un duro e inusual comunicado una advertencia definitiva a Chipre para que apruebe de una vez por todas un plan de rescate que tiene a la UE en vilo, ante la negativa del Parlamento de la isla a que los depósitos bancarios paguen los platos rotos. La fecha límite para la desconexión es el próximo lunes. De no firmar el rescate, el Eurobanco cortará todas las líneas de liquidez a las entidades financieras chipriotas y las condenará a la bancarrota. Todo el país amenaza derribo si eso ocurre: los socios europeos se apresuraron a completar la batería de amenazas por si no quedaba claro y advirtieron a Chipre de una hipotética —y peligrosísima— salida del euro.
Europa es como una familia: cuando no hay dinero afloran todo tipo de tensiones, salen a relucir las más bajas pasiones. Grecia, Portugal e Irlanda también se resistieron hasta el último minuto a ser rescatados: solo las amenazas del BCE —más sutiles en esos tres casos: nunca hubo un comunicado, porque nunca los parlamentos votaron en contra del rescate— surtieron efecto. Chipre va un paso más allá: ha rechazado el envenenado salvavidas europeo y ahora se expone a las iras de sus socios y de Fráncfort. Los países del euro entienden que solo con la máxima presión conseguirán que los chipriotas den luz verde al paquete, que incluye 10.000 millones de euros en créditos blandos, pero a cambio de que los depósitos en los bancos chipriotas paguen 5.800 millones adicionales.
La chapuza es sensacional: el Eurogrupo aprobó un plan el pasado fin de semana por el que todos los depósitos, incluidos los de menos de 100.000 euros —asegurados a prueba de bombas en toda la Unión—, deben arrimar el hombro. Eso podría hacer saltar por los aires la confianza en futuras crisis bancarias, según una miríada de bancos de inversión y analistas en medio mundo, que han condenado el patinazo europeo en Chipre. Ante la incipiente presión de los mercados, al cabo de solo 48 horas, el pasado lunes, los socios reconocieron su error pero solo se atrevieron a recomendar a Chipre que no grave los depósitos por debajo de 100.000 euros. Ahora Europa saca toda su artillería y eleva el tono de la amenaza para que Nicosia doble la rodilla y se invente un plan —prácticamente no importa cuál— que aporte los citados 5.800 millones. El objetivo es doble. El más evidente es que los rusos, que llevan años lavando dinero negro allí, corran con parte de los gastos. Pero el inconfesable es contentar a Alemania, que quiere un escarmiento para que los votantes de Merkel —y en general los contribuyentes de los países del Norte— no agarren un berrinche a apenas unos meses de sus elecciones.
La tentación de desmontar es peligrosa para la Unión, pero sería una auténtica debacle para Chipre. Si Nicosia no ofrece una solución y el BCE sustancia sus amenazas se enfrenta al riesgo de liquidar todos sus bancos, o incluso a la salida del euro, dijo a Reuters un alto cargo de la Unión. Las fuentes consultadas consideran que Europa está jugando a las amenazas, a las sombras chinas para meter miedo en Nicosia. Pero el BCE —tal y como avanzaron este diario y varios medios españoles este jueves— sorprendió con un movimiento inesperado para cerrar una crisis que puede provocar una mayor fragmentación del sistema financiero de la eurozona. Si el BCE retira la manguera, la banca chipriota morirá de sed. “Y si el sector financiero colapsa, la economía chipriota tendrá que enfrentarse a una devaluación significativa y en esa situación no tendría más alternativa que tener su propia divisa”, según el alto cargo citado por Reuters.
Chipre y Bruselas se movieron a la carrera tras el comunicado del BCE. Los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona convocaron la tercera reunión en seis días para hablar del jaleo chipriota. No hubo avances. El Eurogrupo examinó el plan de emergencia que está cocinando el Gobierno chipriota del conservador Nicos Anastasiades, que ha tratado —infructuosamente— de encontrar en Moscú la puerta de salida del laberinto en el que anda metido. “No hay muchas alternativas”, dijo el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem en el Europarlamento. “Puede que hayamos cometido un error de comunicación”, reconoció, “pero no hay demasiadas opciones además de aplicar un gravamen más progresivo a los depósitos, cuyos propietarios no son ahorradores, sino mayoritariamente inversores”.
La reunión, que terminó al filo de las nueve de la noche, no sirvió de gran cosa. “El Eurogrupo está listo para discutir con las autoridades de Chipre un borrador de la nueva propuesta”, según un escueto comunicado en el que los socios del euro urgen a presentar esa propuesta “lo más rápidamente posible” y “reafirman la importancia de garantizar totalmente los depósitos de menos de 100.000 euros”. Esa referencia a los depósitos hasta ahora totalmente garantizados en Europa estaba ya en el comunicado del lunes. Pero no hubo absolutamente nada de eso el sábado.
A la complicada situación económica y financiera se añade la creciente tensión en Nicosia. La policía chipriota cargó contra los manifestantes ante el Parlamento. El Ejecutivo se debate entre diversas posibilidades, pero ahora ha decidido dejar fuera de la tasa los depósitos de menos de 100.000 euros y esboza medidas para lograr los ingresos por otras vías. Pero el tiempo apremia.
En caso de acuerdo, a Chipre le esperan tiempos difíciles: una dolorosa devaluación interna y una recesión profunda a juzgar por el caso griego o el portugués. La alternativa es aún peor. Hay obstáculos jurídicos y técnicos, pero sobre todo económicos a la salida del euro: una devaluación a lo grande, inflación a espuertas, un empobrecimiento masivo y una sensacional huida de capitales ante un país incapaz de pagar en libras chipriotas una deuda que seguiría contabilizada en euros contantes y sonantes.
FUENTE: El País