Lunes, 08 Julio 2013 14:43

Turquía en Rebelión

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Los levantamientos en Turquía se producen en un contexto democrático, a diferencia de lo que sucedió en la “primavera árabe”. La explicación del descontento puede encontrarse aquí más bien en la desaceleración económica y en la deriva autoritaria de su primer ministro, Erdogan.

Es bastante tentador ver en las manifestaciones en Turquía un islamismo de gobierno cuestionado por una esfera de influencia laico-republicana, lo opuesto a la plaza Tahir en El Cairo, donde un poder laico-republicano se enfrentaba con el levantamiento de una nebulosa islamista…”

Levent Yilmaz, profesor de historia en la Universidad Bilgi de Estambul, respondía así a las preguntas de Mediapart el 4 de junio de 2013: “La noche del sábado (1º de junio) dio lugar a adhesiones que desafían esta clase de tipologías. Se pudo ver incluso cómo hinchadas de clubes de fútbol enemigos se ayudaban entre sí; tal era el éxito del llamado poderoso y a la vez unánime de las redes sociales: una mezcla impresionante, sin las características, los particularismos ni los exclusivos seguidores de los movimientos partidarios.

”La oposición institucional renuncia, por lo demás, a intentar recuperar ese movimiento y su millón de turcos contestatarios, que surge, pues, de un evento popular espontáneo, sin ideología preconcebida, en manos de individuos responsables que incluso limpiaron la plaza después de la represión policial”.

Pasemos por alto la pregunta del periodista… y la definición de la lucha en Egipto como un enfrentamiento entre una nebulosa islamista y un poder laico-republicano (parece un sueño). La respuesta de Yilmaz refuta las simplificaciones que se escuchan acerca de Turquía, pero también del mundo árabe (Túnez, Egipto), y que reducen la vida política a un enfrentamiento entre dos bloques.

Para hacer un buen repaso de lo que se escribe acerca de Turquía puede consultarse el sitio de Alain Bertho, “Anthropologie du présent”, que sigue los acontecimientos día a día. Y también el blog de Etienne Copeaux, “Un pas de côté dans les études turques”.

UN BALANCE DEL AKP

El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) surgió, en efecto, de un movimiento islamista cercano a los Hermanos Musulmanes. Pero es importante hacer un balance objetivo de lo que éste hizo desde su llegada al poder, en 2002, y que se tradujo en dos nuevas victorias en las elecciones legislativas en 2007 y 2011(ese año con cerca de 50% de los votos).

El avance más importante llevado a cabo por este partido fue el haber aislado al ejército, que volvió a sus cuarteles (acerca de este enfrentamiento, puede leerse “¿Quién gobierna Turquía?”). Hasta ese momento, el ejército hacía y deshacía a su antojo, y tenía una influencia política desmedida, regularmente denunciada por la Unión Europea. Porque está claro que no puede haber progreso democrático cuando el Estado mayor es el que toma las decisiones sobre los asuntos fundamentales. Uno de los problemas de la oposición que se define como de izquierda (el Partido Republicano del Pueblo, CHP) es que es incapaz de elegir entre su adhesión al ejército y a la democracia. Este partido está atravesado por numerosas corrientes y fue incapaz de representar una solución de recambio frente al AKP (obtuvo alrededor de 26% de los votos en 2011).

En un sitio apasionante consagrado al fútbol y al lugar que éste ocupa en Medio Oriente, “The Turbulent World of Middle East Soccer” (con un importante lugar dedicado a los ultras, los hinchas de los clubes cuyo rol se conoce sobre todo en Egipto), James Dorsey escribía (2-6-13): “Contrariamente a las manifestaciones de masas que derribaron a los dirigentes en los países del norte de África, las protestas en Turquía apuntan a un dirigente elegido democráticamente que ganó tres elecciones con una respetable mayoría, presidió un período de importante crecimiento económico y reposicionó a su país como potencia regional con ambiciones mundiales. Tuvieron lugar también en un país que, contrariamente a los países árabes, y a pesar de todos sus defectos, es democrático y tiene una sociedad civil dinámica y muy desarrollada”.

Habría que agregar que es también este gobierno el que tuvo el coraje de abrir negociaciones con los “terroristas” del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).

Entonces, ¿qué fue lo que pasó? ¿Por qué una manifestación ecológica en el corazón de Estambul se transformó en rebelión?

LAS RAZONES DEL ESTALLIDO

Dos factores entraron en juego, al menos de manera indirecta, y provocaron un cierto descontento: la desaceleración económica (nótese que, a pesar de su disminución sensible en los años 2000, sigue habiendo importantes desigualdades en Turquía) y una hostilidad creciente hacia el activismo de Ankara en Siria.

Pero la responsabilidad principal de la revuelta incumbe a quien fuera el mismo artífice del éxito del AKP, Recep Tayyip Erdogan, el primer ministro. Embriagado por sus logros, busca consolidar su poder a cualquier precio –quiere hacer redactar una constitución presidencial que le permitiría aspirar al puesto de jefe de Estado–, desprecia a sus adversarios, multiplica las iniciativas sucias.

Erdogan, el primer ministro. Embriagado por sus logros, busca consolidar su poder a cualquier precio –quiere hacer redactar una constitución presidencial que le permitiría aspirar al puesto de jefe de Estado–, desprecia a sus adversarios, multiplica las iniciativas sucias.

El más grave es sin duda la deriva autoritaria, que resultó en decenas de periodistas y centenares de opositores presos, sobre todo kurdos. La brutalidad de la represión contra los manifestantes de Taksim hizo que se uniera contra él un amplio frente, muy heteróclito y que ciertamente no se limita a los “laicos”. Así como lo recuerda James Dorsey, por primera vez en 30 años, los hinchas de tres grandes clubes de Estambul, rivales, se unieron a los manifestantes, cuya diversidad política y sociológica es muy notable, como lo señalan Didem Collinsworth y Hugh Pope, “The Politics of an Unexpected Movement” (4 de junio): “Todavía más sorprendente es la presencia de grupos rivales actuando a ambos lados, incluidos los que representan a la comunidad aleví (alrededor del 10% de la población de Turquía), ultranacionalistas, conservadores de derecha, algunos islamistas y los kurdos de Turquía (varios haciendo flamear la bandera del PKK). También se unieron a las protestas algunos grupos más marginales, incluyendo izquierdistas y marxistas, así como también anarquistas que agitaban banderas negras”.

El punto de vista que pretendería ver en estos actos un movimiento contra la reislamización de la sociedad no se corresponde con la realidad. Levent Yilmaz señala: “Es claro que nos estamos enfrentando a un gobierno conservador musulmán, que sin embargo no ejerció ninguna opresión confesional. Erdogan presenta un perfil autoritario. Parece estar en vías de ‘putinización’. Se entromete en todo e infunde miedo. Esta atmósfera de temor, asfixiante, ganó sectores que parecían estar intelectualmente armados para resistirla: los medios, la universidad…

”Pero estos puntos de vista, en Francia o en cualquier parte, llevan a veces a sobreinterpretar algunos signos de autoritarismo transformándolos en señales religiosas. El ejemplo de las recientes disposiciones que limitan el comercio de alcohol es sintomático. El asunto me parece menos represivo que muchas de las ordenanzas del otro lado del Atlántico, por ejemplo, donde la venta suele estar prohibida a menores de 21 años. En Turquía, basándose en una legislación ya existente, el gobierno quiere obstaculizar la comercialización de alcohol después de las 22 horas o cerca de las escuelas. Yo veo en eso más la marca del conservadurismo que del islamismo”.

Nótese también que el sometimiento de los grandes medios de televisión audiovisuales también jugó un rol en la furia de los manifestantes (léase “Dans la rue, la colère monte contre ‘CNN-Pingouins’ et les médias turcs acquis au pouvoir”, LeMonde.fr, 4 de junio).

¿Qué va a pasar ahora que el primer ministro dejó Turquía y partió hacia el norte de África, que el sindicato de la función pública llamó a un paro de 48 horas (con poca adhesión) y que la Confederación Sindical de los Obreros Revolucionarios (DISK), que se atribuye 420.000 miembros, convoca a un paro para el 5 de junio?

Con Erdogan ausente, el vice-primer ministro Bülent Arinç reconoció, según la AFP, las “legítimas” reivindicaciones de los ecologistas en el origen de la rebelión. También les pidió “disculpas” a la gran cantidad de civiles heridos, y lamentó el uso abusivo de gas lacrimógeno por parte de la policía, “que hizo que las cosas se fueran de las manos”.

¿Existen divisiones en el AKP? Sin ninguna duda, y las declaraciones del presidente Gul fueron tan tranquilizadoras como las del vice-primer ministro. Pero sería prematuro considerar eliminado a Erdogan, que todavía cuenta con muchos aliados, incluida una buena parte de la población.

Resulta importante otro factor, que destaca Dorsey: “El rival islamista de Erdogan, Fethullah Gülen, un poderoso religioso autoexiliado, con base en Pennsylvania, con influencia en la policía, puede tranquilamente haber visto las protestas como una oportunidad para debilitar al primer ministro. El compañero de partido de Erdogan, el presidente Abdullah Gul, está considerado como cercano a Gülen. En una alusión velada a Erdogan, Gülen predicó recientemente en contra del orgullo. Por otro lado, algunos informes que circulan en Estambul dicen que el ejército, que comparte las sospechas de los laicos en lo que al gobierno respecta, rechazó los pedidos de ayuda de la policía, y que un hospital militar incluso repartió máscaras de gas entre los manifestantes”.

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Rafael Pansa

FUENTE: ElDiplo

 

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