A orillas del río Orange, en la remota provincia septentrional del Cabo, una estatua de bronce en honor a Hendrik Verwoerd, el arquitecto del apartheid da la bienvenida a Orania, el único enclave de Sudáfrica que todavía hoy es un oasis exclusivo de afrikáners. La comunidad, formada por unas 40 familias, se asentó allí en 1991, poco después de la liberación de Nelson Mandela. Más de 20 años después han rendido homenaje al hombre al que un día humillaron, luego temieron y hoy respetan.
“Debido a que compartimos con él la visión de que el reconocimiento mutuo, en lugar de la negación de nuestras diferencias (culturales y políticas), debería ser la base para una cooperación constructiva, nos gustó especialmente su visita y su interés por Orania”, explica a la agencia France Presse, el líder de la comunidad, Carel Boshoff IV, recordando el día en que Nelson Mandela, ya convertido en presidente, se tomó un té con la viuda del hombre que dirigía el país cuando él fue condenado a cadena perpetua.
Incluso con puntos de vista diferentes, el legado de Nelson Mandela se mantendrá en la historia de Sudáfrica, ha reconocido Boshoff.
Las declaraciones de este nostálgico del régimen segregacionista son la mejor muestra de hasta qué punto el preso 46664 reconcilió a los sudafricanos. La muerte de Nelson Mandela, a los 95 años, ha vuelto a unir al país.
“Hay miles, centenares de personas en las calles. Esta es la imagen que Mandela habría querido ver este día. Personas blancas, de color, mestizas, de diferentes tribus… Todas juntas para despedirle”, informa desde Johannesburgo el enviado especial de TVE José Antonio Guardiola, el último periodista al que Mandela concedió una entrevista en exclusiva.
"HAY TANTO QUE ECHAREMOS DE MENOS"
Aunque el cuerpo de Madiba ha sido trasladado al hospital militar de Pretoria, cientos de personas siguen concentrándose frente a su casa de Johannesburgo, el lugar donde anoche el luchador africano perdió la batalla contra la muerte tras meses de agonía.
“Hay tantas cosas que vamos a echar de menos de él, tantas… Es un líder que luchó por los derechos de su pueblo, pagó el precio, y al final llegó a gobernar, pero solo un mandato, sin aferrarse al poder, lo que muestra cómo fue su liderazgo”, afirma el periodista sudafricano Mac-Anthony Ibeabuchi a la agencia Reuters.
Mandela deja huérfano a un país de 52 millones de habitantes con importantes retos. Su sueño de una Sudáfrica próspera y justa aún está incompleto. Y hay quien teme que el premio Nobel de la Paz se lleve con él los valores sobre los que ha crecido la Sudáfrica moderna.
“No va a ser bueno. Creo que nos vamos a convertir en un país más racista. La gente se va a volver hacia el contrario, hacia el extranjero”, ha afirmado Sharon Qubeka, una secretaria de 28 años que no oculta su dolor mientras se dirige a su trabajo en Johannesburgo. “Mandela era el único que nos mantenía unidos”, ha añadido.
BANDERAS A MEDIA ASTA EN TODO EL MUNDO
Líderes del mundo de la política, el deporte y la cultura han reconocido con una unanimidad sin precedentes la figura de Madiba. En Venezuela el presidente ha declarado tres días de duelo nacional. Las banderas ondean a media hasta desde Estados Unidos hasta India, también en las sedes de la Unión Europea y la FIFA. “Un gigante entre los hombres nos ha dejado. Esta es una pérdida tan grande para India como para Sudáfrica”, ha afirmado el primer ministro Manmohan Singh.
El Gobierno sudafricano aún no ha informado sobre cómo será la despedida del padre de la Humanidad, pero, según informan algunos medios locales, respetará el ritual de la etnia familiar, la Xhosa, por lo que esperarán aún al menos cinco días para cualquier acto oficial.
Mientras tanto, los sudafricanos siguen dejando flores, velas, y cartas en su casa de Johannesburgo entre cánticos y danzas. Sudáfrica ha recuperado la voz después de que a las 20.50 de este jueves, la hora en la que el presidente Jacob Zuma anunció la muerte del tata, el país se sumiera en el silencio.
Christo Brand: Madiba era mi prisionero, mi amigo y mi padre
"Las discotecas interrumpieron la música. Los bares cerraron sus puertas. El ambiente nocturno de Ciudad del Cabo se evaporó. La gente se encerró en sus casas", recuerda el periodista de TVE, Xaquín López.
Desde Ciudad del Cabo se ve Robben Island, donde Mandela estuvo 18 de los 27 años que permaneció en prisión. Uno de sus carceleros Christo Brand ha dicho hoy: "Madiba era mi prisionero, mi amigo y mi padre (...) No había ninguna barrera del color entre nosotros. Él era un ser humano".
Un ser humano excepcional que, como ha reconocido su nieto mayor, Mandla, "desde hace tiempo no nos pertenece solo a nosotros, sino a todo el mundo". También a Carel Boshoff IV y a los que hoy en Orania sienten admiración, en lugar de odio.
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Priscila Pretzel
FUENTE: RTVE