El presidente de Irak designó el lunes a un nuevo primer ministro para reemplazar a Nuri al-Maliki y le pidió que formara un nuevo Gobierno que calme las disputas internas, aunque no estaba claro si el líder chií, que ha estado en el poder por los últimos ocho años, cederá a la presión de Estados Unidos e Irán.
Maliki, un musulmán chií culpado por Washington y Teherán de alinear a la minoría suní de Irak hasta generar una revuela, desplegó milicias leales y fuerzas especiales el lunes luego de pronunciar un desafiante discurso en el que acusó al jefe de Estado de abusar de la autoridad otorgada por las Constitución.
Militantes del Estado islámico, que expulsaron al Ejército de Maliki del norte en junio, ha logrado avances sobre las fuerzas kurdas pese a tres días de ataques aéreos estadounidenses.
Bagdad, uno de los principales objetivos de los insurgentes, ahora está cerca de ser escenario de nuevos enfrentamientos entre Maliki y sus rivales políticos al interior de la mayoría chií.
Bagdad, uno de los principales objetivos de los insurgentes, ahora está cerca de ser escenario de nuevos enfrentamientos entre Maliki y sus rivales políticos al interior de la mayoría chií.
No hubo reacción inmediata por parte de Maliki al nombramiento de Haider al-Abadi, vicepresidente del Parlamento, como primer ministro. Sin embargo, el yerno de Maliki, un aliado político cercano, dijo que buscaría revocar la nominación en la corte.
El presidente Fouad Masoum pidió a Abadi, líder del Partido Islámico Dawa al que también pertenece Maliki, que lidere un Gobierno que cuente con el apoyo del Parlamento elegido en abril. En declaraciones transmitidas por televisión, Masoum, que pertenece a la etnia kurda, lo exhortó a "forma un Gobierno de base amplia" en el transcurso del próximo mes.
El propio Abadi, que pasó décadas en el exilio en Gran Bretaña durante el mandato del dictador suní Saddam Hussein, instó a la unidad nacional ante la campaña "barbárica" del Estado Islámico, que ha provocado el desplazamiento de miles de personas de sus hogares en su intento por llegar a Bagdad desde el norte y el oeste para consolidar su "califato" declarado en Irak y Siria.
"Todos tenemos que cooperar para enfrentar a la campaña del terrorismo lanzada en Irak y detener a todos los grupos terroristas", dijo, en declaraciones transmitidas tras los comentarios del presidente.
Maliki, de 60 años, que surgió desde la clandestinidad cuando se convirtió en primer ministro en el 2006 poco después de la ocupación de Estados Unidos, podría presentar resistencia antes de irse. "No nos quedaremos en silencio", dijo su yerno Hussein al-Maliki. "La nominación es ilegal y representa una violación de la Constitución. Iremos a la corte federal para presentar una objeción", anunció.
Después de que Washington apoyara los intentos de Masoum por terminar con el estancamiento político de tres meses que ha demorado la respuesta de Bagdad al Estado Islámico, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, pidió a Maliki que no recurriera a la fuerza ni "agite las aguas" cuando los iraquíes busquen un nuevo líder.
"El proceso de formación del Gobierno es crítico en términos de mantenimiento de la estabilidad y la calma en Irak, y nuestra esperanza es que el señor Maliki no agite esas aguas", dijo Kerry. "Va a haber poco apoyo internacional de cualquier tipo para cualquier cosa que se desvíe del proceso constitucional legítimo que está en vigor y se está desarrollando ahora", agregó.
En su calidad de primer ministro interino desde las elecciones poco concluyentes del 30 de abril, Maliki ha desafiado los llamados de suníes, kurdos y hasta chiíes para que abandone el poder en favor de una figura menos divisiva.
Washington está perdiendo la paciencia con Maliki, quien ha colocado a políticos chiíes leales en posiciones clave el Ejército y ha sido comparado con Saddam, el hombre contra el que conspiró durante décadas cuando estaba en el exilio en Irán.
RELEVAMIENTO Y EDICION: María Belén Serra
FUENTE: Reuters