Martes, 16 Septiembre 2014 18:44

Chile no ha Perdido la Memoria

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Chile entre el progreso y los crímenes de lesa humanidad. Chile entre el progreso y los crímenes de lesa humanidad.

Aún conserva la constitución de Pinochet. Son las bases institucionales de su supuesto "progreso", un progreso ambiguo, que debe ser discutido.

La dictadura genocida de Pinochet en Chile dejó un tendal de 3000 secuestrados desaparecidos y miles de personas torturadas, robadas, vejadas. El régimen dejó un ominosa Ley de Amnistía, todavía válida en Chile, aunque durante los últimos años los jueces de Chile han dejado de aplicar esa ley, reñida con diversos principios del derecho público e internacional humanitario, como la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad.

 

Muchos chilenos sostuvieron y aun sostienen que Pinochet con su régimen "modernizó" al país. Le permitió "crecer". Dejar de ser un país "pobre". A diferencia de Argentina, que acabó en 1983 con una dictadura criminal que vació la economía, pulverizó la industria, endeudó al país, destruyó los tejidos básicos de la sociedad y la cultura (persiguiendo, aterrorizando, robando bebes), mandando a miles al exilio, y perdió una guerra penosa por las Islas Malvinas, Pinochet gozaba –y goza aún– de predicamento en diversos sectores sociales de Chile. Muchos aún lo defienden por haber puesto las bases de lo que sería luego el "progreso económico" sostenido del país. Construyó puentes, autopistas, el subte. A diferencia de Argentina, donde no hay legado posible (todo lo vinculado al Proceso es horror, crimen, vejamen, entrega, vaciamiento, atraso, ruindad, mentira, tortura), en Chile hay aspectos de la dictadura que no son censurados (sino defendidos), porque censurarlos implicaría censurar lo que muchos interpretan como el momento de "quiebre" con el atraso. El momento en que Chile se constituyó en un país "moderno". El problema ético –el dilema– que existe aquí es (y en esto no es diferente del caso argentino, curiosamente) cuál puede ser (cuál fue, cuál es) el "precio" de ese progreso. Cuál es su "costo" (si es que puede hablarse o medirse un costo en vidas humanas).

 

¿Puede ser la impunidad del horror, el atropello de los derechos humanos esenciales (como algunos denuncian que sucede en China) la base del "crecimiento"? ¿Se puede hablar de un "progreso" material sostenido sobre 3000 muertos? ¿Se puede hablar de dejar atrás el "atraso" cuando en plena dictadura se eliminaban garantías básicas, derechos esenciales y se perseguian estudiantes, profesores, militantes?

 

¿Puede ser la impunidad la base del crecimiento? Un dilema ético planteado en los medios de Chile puede resumir este debate: ¿debería entonces un puente construido por Pinochet ser por ejemplo dinamitado, pese a su utilidad, porque el mismo fue construido por un regimen genocida? Es el mismo dilema moral que plantean las autopistas creadas por la Alemania de Hitler.

 

Puede separarse eso ("aspectos del progreso") del "resto" de cosas (crímenes) cometidos por el régimen? Bauman entiende que no. Bauman entiende que los crímenes de esos regímenes son parte de su "construcción", de su "legado", son su "precio". No son "separables" el puente y los muertos. Vienen juntos. No se pueden separar. En Austria no crean, por ejemplo (y debido a esto), museos de la memoria; han elegido dinamitar (tirar abajo) los edificios donde funcionaron oficinas de regímenes genocidas.

 

Donde el ser humano fue avasallado en su dignidad no hay "margen posible" para la "construcción". No se puede construir nada.

 

Entonces, si "censuramos" los crímenes, debemos censurar lo que viene vinculado a ellos. Como en Argentina, para entender los crímenes hay que comprender también el rol de los civiles y empresarios, la responsabilidad de los sectores económicos en el Proceso. No es distinto el dilema chileno con su (supuesto) "progreso" actual. Ese progreso (por ejemplo, también el patrimonio de las empresas que crecieron durante la dictadura) debe ser discutido. En este sentido Chile y Argentina están parados en el mismo lugar, (tienen la misma misión) aunque en dos caras distintas de la moneda, los dos países justificaron el horror con el sostenimiento de una "economía libre de mercado" eficiente.

 

LA MANO INVISIBLE

 

Videla dijo antes de morir (encarcelado) en el libro de confesiones (con Reato) Disposición Final, que los empresarios le pedían "10 mil muertos más". Fue esa la lógica con la que operó el régimen de Pinochet. Matar para allanar el "progreso" en el capitalismo. Derrocar gobiernos, perseguir y asesinar disidentes. Este era el precio a pagar para ser un país "moderno".

Fue esa la lógica con la que operó el régimen de Pinochet. Matar para allanar el "progreso" en el capitalismo. Derrocar gobiernos, perseguir y asesinar disidentes. Este era el precio a pagar para ser un país "moderno".

"Sabíamos que muchos tenían que morir" (Videla). Estos (estos puentes, estas autopistas) no están limpias y no pueden ser la base pues de "progreso" alguno. No deben ser un símbolo de progreso. Estas autopistas están manchadas de sangre y no pueden ser las autopistas de la democracia. No pueden ser sus vías. Por eso es bueno escuchar, como dijo Bachelet este 11 de Septiembre, en Santiago, que "Chile no ha perdido la memoria". Debe celebrarse la aspiración de declarar la (no sólo "simbólica" como muchos creen) nulidad de la Ley de Amnistía dejada por Pinochet.

Chile aún conserva la constitución de Pinochet. Esas son las bases institucionales de su supuesto "progreso", un progreso ambiguo, que aún debe ser rediscutido, ya que Chile tiene, detrás de su "modernidad", uno de los índices de desigualdad más altos de todo el mundo (con enormes dificultades para el acceso a la educación pública y a la salud), lo cual sin dudas fue parte del "plan" pinochetista.

 

FUENTE: Infonews

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