Para la mayoría de los ciudadanos estadounidenses, Cuba fue durante mucho tiempo una “isla prohibida”. Ahora que las restricciones de viaje se han relajado, muchos quieren aprovechar la que probablemente sea la última oportunidad para conocer la “vieja” Cuba, antes de que los Starbucks y McDonalds empiecen a cambiar el paisaje.
Mientras que los turistas tienden a romantizar a Cuba, para los cubanos el cambio no avanza lo suficientemente rápido: restaurar los viejos edificios, más economía privada, mayores posibilidades de viaje, mejor Internet, salarios más altos, levantar el embargo estadounidense.
También la economía de EE. UU. está lista para anclar en la isla. Desde hace poco, nuevamente hay vuelos directos entre Nueva York y La Habana. Asimismo, numerosas compañías de ferri solo esperan el pistoletazo de salida. Mientras tanto, la empresa Airbnb incluso ofrece alojamientos privados en Cuba para viajeros estadounidenses, y multinacionales como Netflix, Google o Apple anunciaron su entrada en el mercado cubano.
No obstante, al acercamiento no avanza tan rápido como muchos esperaban. Un buen ejemplo de ello es el diálogo sobre los derechos humanos. Este capítulo se considera uno de los más delicados y está en el foco de la atención de la opinión pública. El 31 de marzo tuvo lugar un primer encuentro en Washington, en el que se pusieron de manifiesto grandes diferencias. Estados Unidos exige de Cuba, sobre todo, mayor libertad de expresión y de reunión.
Pese a que ambas partes hablaron de un “diálogo positivo y productivo”, las primeras rondas de negociación en enero y febrero pusieron al descubierto las profundas diferencias.
Cuba, en cambio, habla de diferentes conceptos de democracia y de derechos humanos y anunció que también abordará las violaciones de derechos humanos en EE. UU., por ejemplo, sobre el proceder en las cárceles de Abu Ghraib y Guantánamo, así como sobre los asesinatos de negros inocentes en la ciudad de Ferguson. Los cubanos además destacan sus logros en el ámbito social, como el acceso gratuito a la salud y la educación.
Venezuela es otro tema candente. El 9 de marzo, el presidente Barack Obama había declarado al país sudamericano, uno de los aliados más estrechos de Cuba, una amenaza para su seguridad nacional. No obstante, la jefa de las negociaciones de Wahington, Roberta S. Jacobson, asegura que este episodio no ha tenido un impacto negativo en las negociaciones con la isla.
Pese a que ambas partes hablaron de un “diálogo positivo y productivo”, las primeras rondas de negociación en enero y febrero pusieron al descubierto las profundas diferencias. Teniendo en cuenta la desconfianza acumulada durante décadas y las muchas cuestiones abiertas, queda claro que no habrá soluciones rápidas.
Por ello, primero se discutirán aquellos teman en los que es más probable que se llegue a un acuerdo, como la cooperación en la seguridad aérea, la lucha contra epidemias, medidas contra el terrorismo y el narcotráfico y las telecomunicaciones.
Otro obstáculo que se opone al acercamiento es la lista de Washington de países que apoyan el terrorismo y en la que también figura Cuba. La jefa de las negociaciones de La Habana, Josefina Vidal, ha dicho que es poco probable que se normalicen las relaciones mientras Cuba siga formando parte de esa lista. Al respecto, Roberta Jacobson explicó que el procedimiento para determinar si Cuba seguirá en la lista o no “está avanzando”.
Todo parece indicar que habrá un acercamiento cauteloso, paso por paso. Sin embargo, el factor tiempo también puede llegar a jugar un papel importante en las negociaciones, ya que al presidente Obama solo le quedan 18 meses en el poder. Por su parte, Raúl Catro anunció que dejará su cargo en 2018.
RELEVAMIENTO Y EDICION: Maria Belen Serra
FUENTE: DW