El "sistema bicameral perfecto" supone un auténtico quebradero de cabeza en el país, ya que la aprobación de cualquier ley suele llevar una eternidad, porque ambas cámaras deben ponerse de acuerdo y dar luz verde al mismo texto. En la actualidad, cada vez que una cámara introduce una enmienda, el texto pasa automáticamente a la otra para que la ratifique.
Aunque suene extraño, el Senado aprobó este martes restar poderes al Senado, cosa que no ha sido fácil. La oposición salió del Hemiciclo y se negó a votar la ley de reforma constitucional que supone dicho cambio. Y algunos senadores del Partido Democrático, la formación del primer ministro, Matteo Renzi, que ha impulsado la reforma, también se opusieron a reducir los poderes de la Cámara Alta. Aun así, la reforma se aprobó por 178 votos a favor, 17 en contra y siete abstenciones. Una senadora que pretendía apoyar la reforma se equivocó a la hora de pulsar el botón de votación, según aseguró ella misma tras votar. En consecuencia, los votos a favor serían en realidad 179.
La reforma del Senado es una ley constitucional y, en consecuencia, el procedimiento para su aprobación es especialmente complejo.
La reforma establece que la Cámara Alta contará con 100 senadores, en vez de los 350 actuales. Cinco podrán ser elegidos de forma directa por el presidente, y los otros representarán a regiones y ciudades, con atribuciones limitadas en cuestiones nacionales. Por ejemplo, el Senado no podrá impulsar una moción de censura contra el Gobierno italiano, y las regiones no podrán vetar proyectos importantes de transporte, energía e infraestructura de interés nacional. Por lo tanto, en cierta manera se devolverá al Gobierno central competencias de las regiones.
Los críticos con esta reforma consideran que perjudica el federalismo italiano, ya que el Ejecutivo obtendrá demasiados poderes, cosa que debilitará el equilibrio de fuerzas de la Constitución. En cambio, quienes defienden el cambio aseguran que la reducción de los poderes del Senado permitirá que el Estado funcione mejor, y el Parlamento legisle de forma más rápida. De todas maneras, el proceso aún no ha finalizado.
La reforma del Senado es una ley constitucional y, en consecuencia, el procedimiento para su aprobación es especialmente complejo. En primer lugar, es necesario que la Cámara de Diputados y el Senado voten el mismo texto una primera vez, algo que no se había conseguido hasta este martes. Por fin el Senado dio luz verde al proyecto de ley, con lo que se considera que se han superado los principales obstáculos. Ahora, el proyecto legislativo pasará de nuevo a la Cámara Baja y deberá ser confirmado una segunda vez por ambos hemiciclos para que entre en vigor. Si no se consigue, será necesario celebrar un referéndum.
FUENTE: El Mundo